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EL ESTRÉS Y SU CUERPO

Su cuerpo reacciona ante el estrés al liberar hormonas. Estas hormonas hacen que su cerebro
esté más alerta, causar que sus músculos se tensionen y aumentar su pulso. A corto plazo,
estas reacciones son buenas porque pueden ayudarle a manejar la situación que causa el
estrés. Esta es la manera en que su cuerpo se protege a sí mismo.
Cuando tiene estrés crónico, su cuerpo se mantiene alerta incluso cuando no hay peligro

Influencia del Estrés en Trastornos Psicológicos

Está claro que el estrés empeora algunos trastornos psicológicos, pero ¿por qué ocurre esto?
Según el modelo de diátesis-estrés desarrollado por Zubin y Spring existen componentes
genéticos y adquiridos que nos hacen reaccionar ante el estrés de diferentes maneras.
Esta reacción nos hace más vulnerables o resistentes ante las situaciones desencadenantes
de trastornos psicológicos.
Pongamos el caso de una persona que tiene genes que le predisponen a actuar de forma
exagerada ante situaciones estresantes.
Entre los trastornos psicológicos influenciados por el estrés nos encontramos con:
La depresión. Se ha comprobado que el este trastorno es más frecuente en las personas que
han sufrido estrés crónico.
Trastornos de ansiedad. Las personas que sufren mucho estrés en su vida cotidiana tienen
una mayor probabilidad de sufrir trastornos de ansiedad porque se activan demasiado ante
situaciones estresantes por el proceso de aprendizaje diabólico explicado anteriormente.
El dolor crónico. Algunos estudios han demostrado que el estrés crónico produce
hiperalgesia (sensibilidad excesiva al dolor) en los órganos internos y el sistema
somatosensorial y, por lo tanto, es más probable sufrir dolor crónico.
Los trastornos de la conducta sexual. Niveles altos de estrés pueden provocar un trastorno
de la conducta sexual denominado Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo. Este trastorno es
más frecuente en mujeres y conlleva la pérdida progresiva del deseo sexual.
Los trastornos del sueño. Es frecuente que las personas que sufren niveles altos de estrés
desarrollen trastornos del sueño como el insomnio. Además, en un estudio reciente, se ha
demostrado que las maneras que tienen de afrontar el estrés este tipo de personas son poco
eficientes.
Trastornos de la conducta alimentaria. Uno de los trastornos de la conducta alimentaria
más frecuentes en las personas que sufren estrés es el Trastorno por Atracón. Este trastorno
se caracteriza por los episodios de ingesta compulsiva (atracones), es decir la persona come
una cantidad de comida excesiva durante muy poco tiempo y tiene una sensación de pérdida
de control sobre lo que está haciendo.
El alzheimer. Hay estudios que demuestran que el estrés produce un envejecimiento
prematuro de áreas claves del cerebro, como el hipotálamo, y, por lo tanto, aumenta las
probabilidades de desarrollar la esta enfermedad.
Zubin y Spring sugieren que la experiencia de estrés es esencial para la aparición de psicosis
aguda. Estudios recientes han comprobado que esto es así, las experiencias estresantes mal
gestionadas, que causan malestar y ansiedad, pueden generar la aparición de síntomas
psicóticos en individuos con una predisposición genética. Además, si estos individuos han
sufrido una experiencia de trauma infantil, hay bastante probabilidad de que desarrollen

QUÉ LE PASA A TU CUERPO

El exceso de adrenalina y cortisol liberados en sangre día tras día es perjudicial. Por eso
muchas molestias comunes están provocadas por el estrés, entre las que destacan las
siguientes:
1. Dolor de cervicales
Casi un 50% de las personas con estrés crónico sufren este síntoma. Y es que la zona
cervical, cuando se vive bajo una tensión continuada, tiende a agarrotarse ante cualquier
situación: una discusión, un pequeño contratiempo... También ocurre con otros músculos de
la espalda. De hecho, el estrés provoca que muchas personas vivan “eternamente"
contracturadas.
2. Caída del pelo
El estrés altera la absorción de oligoelementos y aminoácidos básicos y estrecha las
arterias, limitando la circulación en el cuero cabelludo.
3. Problemas digestivos
A través del aparato digestivo pasan muchos nervios, por lo que este es muy sensible a
cualquier trastorno emocional.
El movimiento natural de los intestinos se altera cuando se está bajo tensión, lo que
puede causar desde diarrea hasta estreñimiento, dependiendo de la persona.
También aumenta la acidez del estómago, porque se segrega un exceso de jugos gástricos.
Por otro lado, la presión constante también hace que comas más rápido, provocando gases
de forma indirecta.
4. Alteraciones del sueño
Unos niveles altos de cortisol te mantienen en un estado de alerta tal que dificultan la
relajación y, por tanto, te cuesta dormirte. De hecho, el estrés está detrás del 85% de los
casos de insomnio, y las mujeres de entre 40 y 49 años son las más afectadas.
El estrés explica el 85% de los casos de insomnio
Además, aunque consigas dormirte, se sabe que los nervios no dejan que el sueño sea
reparador, porque impiden completar la fase REM.
5. Mayor irritabilidad
Sientes que necesitas hacer un gran esfuerzo para controlar tu temperamento?
Esto se debe a que el estrés constante hace que generes menos dopamina, la hormona del
bienestar. En esa situación, casi cualquier contratiempo puede hacer que perdamos un poco
el control.
6. Problemas en la piel
Un eccema o una urticaria también puede ser una respuesta a una situación de tensión mal
controlada. Y es que el exceso de cortisol en el cuerpo estimula la liberación de
histamina, que puede acabar provocando estos trastornos dermatológicos.
Además, reduce la producción de colágeno y elastina, las fibras que dan elasticidad a la piel,
provocando mayor flacidez. La adrenalina también provoca que empeore el acné.
7. Se te olvidan más cosas
El cortisol que se genera con el estrés reduce la actividad del hipocampo del cerebro, el
área donde se “gestionan y se consolidan los recuerdos”.
COMO RELACIONA EL STRES Y LA ENFERMEDAD PSCOSOMÁTICA.
Dr. Juan Moisés de la Serna.

El Strés es aquello que sentimos cuando debemos dar una respuesta lo más rápido y certera
posible, ante un examen, un informe que hay que entregar en el día,... todo ello provoca una
tensión emocional que se va acumulando si no se libera.
Existe una relación directa entre el strés y las enfermedades psicosomáticas, se ha
comprobado que ante el aumento del strés acumulado se incrementa la probabilidad de sufrir
dichas enfermedades.
En caso de que la situación que genera strés (stresor), se mantenga durante semanas o meses
se puede ver afectado el sistema digestivo provocando gastritis, ulceras o colon irritable;
igualmente afectara a la piel con la aparición de dermatitis, urticaria o caída de pelo; a nivel
pulmonar puede aparecer tos o ataques de asma; y a nivel muscular se puede experimentar
lumbalgia o dolores musculares.

Si el strés se mantiene durante más tiempo, se considera una situación de strés crónico y
puede producir hasta las más graves enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple

Este tipo de afecciones, cuando el strés es de origen psicológico, ha proporcionado el respaldo


definitivo para dar cuerpo teórico y práctico en la aparición psicosomática, más allá de una
somatización de emociones mal manejadas, tal y como se solían atribuir en estos casos, en
que se equiparaban a los trastornos psicológicos.

En cambio, la expresión de signos y síntomas físicos, tan graves e importantes como los
provocados a nivel muscular, pulmonar, gástrico e incluso inmune, siendo su responsable un
acontecimiento psicológico como es el strés, no deja duda alguna a que existe una relación
directa entre lo psicológico y los físico, y que la salud de uno, influye en el otro, principios
fundamentales de la aproximación psicosomática.

Pero esta aproximación no solo tiene que ver con el origen de los signos y síntomas de las
enfermedades, sino también con su tratamiento, entendiendo que cualquier intervención, única
y exclusivamente física, no hará sino parchar lo que no funciona bien, pero mientras que no
exista una intervención terapéutica completa, que incluya los aspectos psicológicos, aquellos
que lo genera y mantiene (el strés) seguirá haciendo estragos en ese mismo órgano o músculo
o en otros.

De ahí que a veces, cuando desde el ámbito exclusivamente médico se trata un órgano o
musculo, a pesar de que se observe una mejoría en este; otro órgano normalmente próximo,
muestra signos y síntomas de enfermedad que antes no mostraba, por lo que en ocasiones el
diagnostico parece difuso y errático, y todo ello porque no se está tratando la causa psicológica
que lo genera y mantiene.

Ante un caso de úlcera, por mucho antiácido que se beba tras la comida, para reducir el nivel
de acidez del estómago y proteger así a las úlceras, no hará sino mitigar los síntomas y evitar
que estas provoquen malestar y dolor, pero ese strés acumulado y agotador del sistema se
expresara de otra manera, pues todo el organismo está siendo sobrecargado continuamente.

Esto se ejemplifica caramente con las piezas de un motor de cualquier vehículo, al cual si se
le da un uso correcto puede durar mucho tiempo, pero si se está continuamente pisando el
acelerados estas “sufren” más de la cuenta, erosionándose las piezas, y pudiendo llevar a la
rotura de una de ellas.

Pues lo mismo le sucede a nuestro organismo, las primeras “piezas” que se verían afectadas
serian, precisamente aquellas que genéticamente tuviésemos más propensas a la
enfermedad, o que por algún motivo ya hubiesen sufrido con anterioridad y estuviesen más
débiles. Es por ello que el mismo nivel de strés (aunque como cada uno lo vive en forma
individual, basado en su historia personal, nunca es el mismo), va a provocar una
sintomatología diferente según la persona que lo está sufriendo, viéndose en unos casos
afectados el sistema muscular, gástricos, pulmonar, o el inmune.

Con posterioridad, y gracias a los estudios realizados sobre el eje Hipotálamo Hipófiso Adrenal
(H.H.A.), se ampliara el espectro de las causas psicológicas generadoras de trastornos
psicosomáticos, dejando así de circunscribirse únicamente en el strés, para ampliar también
al ámbito de la vida emocional del paciente y que como se viene comentando, no es sino con
una intervención global que afecte tanto a la parte física como psicológica, como se va a
conseguir restaurar la salud de la persona y no solo parchar aquella expresión de signos y
síntomas.

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