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Derecho de
marcas conforme
a las Normas
Jurídicas
LIMA-PERÙ
2018
I
Derecho de marcas conforme a las Normas 2018
Jurídicas
AUTORES:
ROJAS ROJAS, JOSEPH KEVIN
JOSE DIMAS ALVARADO BALDEON
XIOMARAPRISCILA PERALTA NAVARRO
LIMA, 2018
II
Derecho de marcas conforme a las Normas 2018
Jurídicas
EPÍGRAFE:
“la teoría tridimensional del derecho, ha resumido a dichos elementos como componentes
esenciales e inseparable del derecho.
La importancia efectiva que conductas, normas y valores tienen en un sistema jurídico como el
nuestro.
Las conductas influyen en lo político y normativo del estado, en el aporte al derecho y
especialmente en su dimensiones sociológicas “
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A nuestros padres que son el pilar fundamental delo que somos, por su
incondicional apoyo y palabras de motivación a través del tiempo
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ÍNDICE DE CONTENIDO
pág.
Epígrafe……………………………………………………............................03
Dedicatoria...……………………………………………………………….….04
Agradecimiento…………………………………………………………….....05
Introducción…………………………………………………………………....08
CAPITULO 1
CONCEPTOS GENERALES
1. Definiciones generales
1.1 La Marca
1.1.1. Función distintiva
1.1.2. Función de garantía de calidad
1.1.3. Función de Protección del titular
1.1.4. Función publicitaria
1.1.5. Función de protección del consumidor
2. Antecedentes Históricos
2.1 Origen y Evolución Histórica de las Marcas
2.1.1. Principio de Territorialidad
2.1.2. Principio de Especialidad
2.1.3. Principio de registrabilidad
2.1.4. Principio de la libre opción
2.2.1. el examen comparativo………………………………………………
2.3.1. la confusión de marcas
3.1.1. marcas notorias
3.1.2. diferencia con nombre comerciales
3.2.1. Prohibiciones relativas
3.2.2. Prohibiciones absolutas…………………………...……
3.3.1. La conexión competitiva………………………………………………
3.3.2. coexistencia de marcas
Conclusión………………………………………………………………….
Referencias bibliográficas………………………………………………….
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INTRODUCCIÒN
En el derecho de la Propiedad Intelectual lo podemos dividir en dos grandes ramas que
son el derecho de la Propiedad Industrial y el derecho de autor. Asimismo, dentro del
Derecho de la Propiedad Industrial encontramos diferentes elementos, siendo los más
conocidos los Signos Distintivos, las Patentes de Invención, las Patentes de Modelos de
Utilidad y los Diseños Industriales. A su vez, los Signos Distintivos son bienes
inmateriales que se componen principalmente de marcas, nombres comerciales, lemas
comerciales y denominaciones de origen.
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CAPITULO1
CONCEPTOS GENERALES
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1.1 La marca
Para tener una noción en lo que nos dice nuestra norma jurídica es propicio identificar
que es una marca y como se componen, las marcas tienen como finalidad lo que es
distinguir esto quiere decir identificar productos o servicios para que los consumidores
puedan elegir de manera libre y correctamente sus intereses en la que sus funciones es
indicar la procedencia empresarial de los productos o servicios además de generar una
buena fama para que los consumidores identifiquen la calidad.
Otamendi (jorge, 1991), dice que la marca es un bien incorpóreo, es un signo que
distingue un producto o servicio para diferenciarlo de otros en el mercado. La marca
ayuda a la elección del consumidor entre las mercancías de los competidores al identificar
sus productos y servicios. La marca es el nexo entre productor o comerciante y
consumidor indicando la procedencia empresarial del producto o servicio a que se asocia.
No necesariamente indicará el nombre del titular, aunque muchas marcas coincidan con
el nombre comercial de la empresa.
Esto nos dice que pueden existir muchos productos con la misma marca, esto nos indicara
que es la misma fuente empresarial o un estrecho vínculo entre las empresas y que brinda
calidad en sus distintos productos. Sino fuere así se estaría vulnerando no solo a la
empresa si no también al consumidor ya que se le estaría engañando, es por eso que las
empresas son celosas con lo que son sus marcas eso quiere decir que no permiten que las
marcas se asemejen a las suyas y mucho menos se apoderen de ellas.
Oscar (Nuñez del Prado, 1997) expresa, Las marcas notoriamente conocidas en el mundo,
han llegado a posesionarse del mercado a tal punto que el público consumidor identifica
el producto o servicio con la marca que lo distingue.
Lo más importante en la definición de marca es que son signos con capacidad distintiva.
Sin la posibilidad de cumplir la función de distinguir ciertos bienes y servicios de los que
carecen de la marca, ésta deja de ser tal, tanto económica como jurídicamente. Las
restantes funciones de las marcas, si bien significativas, y de gran trascendencia
económica, se encuentran subordinadas a la función distintiva, tanto desde un punto de
vista lógico como del jurídico. Desde el punto de vista lógico, la marca y sus restantes
funciones dependen de su capacidad distintiva, pues sin ella no existiría la marca. Lo
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mismo ocurre desde el enfoque jurídico, pues no puede darse la protección que permite a
éstas cumplir sus distintivas funciones, si el signo de que se trata carece de la posibilidad
de cumplir con su función distintiva. El hecho de que existan signos semejantes o
idénticos a una marca (registrada o en trámite de registro) que sean susceptibles de causar
confusión o induzcan a error al público consumidor, desnaturaliza el concepto de marca,
porque la priva de su función esencial que es ser distintiva de cualquier otra. La confusión
marcaria no es permitida y es por ello que si un signo que se pretende registrar es
confundible con otro ya registrado, no procede tal registro, porque si se aceptara se
presentarían dos signos semejantes o idénticos no distinguibles entre sí por el público
consumidor medio y así la marca perdería su esencia: la función distintiva y por lo tanto
dejaría de ser una marca, al dejar de ser un signo.
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La función publicitaria de las marcas tiene varias facetas. La primera de ellas es distinguir un
signo marcario de otro. La utilización de marcas permite informar al público qué productos
exteriormente iguales o cuyas cualidades no son inmediatamente distinguibles, han sido
identificadas en forma distinta con el objeto de distinguirse sus respectivas calidades y
condiciones.
Los orígenes de la marca son muy lejanos. Muchos testimonios arqueológicos nos
muestran cómo algunos artesanos solían firmar sus producciones dándole de cierta
manera un signo distintivo a sus trabajos. Sin embargo, las características de la actual
marca conllevan un largo proceso de evolución.
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A finales de la Edad Media surgieron las marcas obligatorias que identificaban a las
compañías, y fue durante el renacimiento, cuando volvió a surgir la práctica de usar
marcas.
En esa época existían marcas personales que distinguían a los individuos de otros: escudos
familiares. Además, había Marcas geográficas, especialmente utilizadas para tapicería o
textiles. Con la invención de la imprenta, los editores también empezaron a usar sus
marcas en los libros.
También en esta etapa los inventos y los procedimientos pertenecían al gremio y sus
secretos eran guardados con extremo celo por todas las personas pertenecientes al mismo,
una característica especial de la época era que los secretos se compartían entre todos los
que pertenecían al gremio, no eran exclusivamente de una sola persona, es decir, podemos
afirmar que existen solidaridad, compañerismo, sentido comunitario y ayuda mutua.
Si tomamos inconsideración le descrito se puede plantear que la marca colectiva como tal
ha sido objeto de reconocimiento y protección en distintos tratados y convenios
internacionales, tal es el caso del Convenio de París para la protección de la Propiedad
Industrial y el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual
(ADPIC) relacionados con el comercio cuyo artículo 2 incorpora las disposiciones
sustantivas del Convenio de París.
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derecho de prioridad establecido en el Convenio de París da la oportunidad a los
solicitantes de una marca de que, con la fecha en que solicita una marca en determinado
territorio, ir a otro y solicitar que la marca presentada en fecha posterior la examinen
tomando en consideración la fecha en la que presentan inicialmente la marca siempre que
lo hagas dentro de los 6 meses que establece el Convenio
En ambos textos legales, se hace referencia a la protección que deben otorgar los países
miembros, dejando que cada país legisle los requisitos específicos que deben cumplir los
solicitantes para obtener protección.
El derecho de marcas moderno se desarrolló mucho más tarde que los derechos de autor
o las patentes. Sin embargo, los orígenes de las marcas o signos distintivos pueden
encontrarse en épocas antiguas, ya sea como medio de indicación o como forma de
autenticación del origen de los productos. En el mundo romano, posteriormente, eran
utilizabas para distinguir tubos de estaño, ollas de cocina, piedras, ladrillos y materiales
para la construcción, y sobre las mercaderías más diversas, como quesos, vinos y colirios
oculares.
La marca es, por lo tanto, usada entre los romanos sea como marca individual, sea como
marca de fábrica, como signo indicativo tanto del artífice del lugar de producción, y esto
con carácter público y al mismo tiempo comercial. [iii] Inclusive, cuando los turistas
modernos viajan a las ruinas de la antigua Roma, en especial los restos de la ciudad de
Pompeya, pueden encontrarse restos de vasijas y utensilios con signos que eran marcas
del productor o fabricante.
En el lejano oriente también se utilizó en época antigua signos para distinguir el origen o
la procedencia de productos, en especial aquellos que desde la edad media comenzaron a
ser objeto del comercio internacional. En China, por ejemplo, se utilizaban como signos
distintivos los nombres de los fabricantes de piezas de porcelana, así como el lugar de su
fabricación e incluso el destino para el cual habían sido producidas. También, en el
antiguo Egipto y Mesopotamia se han encontrado signos con características similares,
aplicados a ladrillos y a otros elementos utilizados en la construcción, la cual era una
industria importante en dichas culturas. En todos estos casos, el propósito de los signos
distintivos utilizados se relacionaba principalmente con el interés en determinar su origen
geográfico, propiedad o destino. También se trataba de determinar la autoría de ciertos
trabajos a fin de que los artesanos u obreros que los realizaban pudieran percibir sus
salarios o contraprestaciones. Nótese como a estas alturas, el derecho de marcas estaba
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mezclado con lo que parecía ser un incipiente desarrollo en el derecho de autor o por otro
lado la marca tenía una función simple pero trascendente, que sería el facilitar el control
y la contabilización de objetos fabricados por un artesano, o identificarlos con respecto a
otro similares o idénticos fabricados por artesanos distintos.
Ya entrada la Edad Media, diversos signos fueron adoptados por los comerciantes y
artesanos, aunque con muy diversos propósitos. Incluso hoy en día, es posible ver en las
puertas de acceso de las amuralladas y antiguas ciudades medievales alemanas, como es
el caso de Heildenberg y Rottemburgo, diversos signos característicos que servían como
forma de identificación de los productos o servicios disponibles en dicha ciudad, lo cual
constituía más bien una sistema de información para los peregrinos y extranjeros que no
hablaban la lengua local, pero que podían pedir acceso a la ciudadela para la adquisición
de productos o la contratación de servicios. Este tipo de signos tenían la característica de
ser más o menos homogéneos en extensas áreas del centro de Europa, como es el caso de
muchas de las actuales ciudades alemanas. Así, por ejemplo, un viajero podía ver el cartel
con los signos característicos del herrero, servicio de posada, banco o el comerciante de
telas, y de esa manera, aunque no entendiese la lengua, podía percatarse de la
disponibilidad de dichos servicios.
También en la Edad Media y hasta nuestros días, se comenzaron a utilizar ciertos signos
que han servido para identificar el ganado como propiedad de determinado rancho o
ganadero, así como para identificar bienes que estaban destinados a recorrer grandes
distancias, como es el caso de la gran cantidad de productos que comenzaron a ser objeto
del floreciente comercio internacional entre las ciudades mediterráneas del sur de Europa
y las ciudades de medio oriente y Asia que se encontraban en la ruta de la seda.
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muy diversos: identificar al artesano de manera que pudiera determinarse si había
cumplido con las normas de su oficio o arte; proteger al consumidor, al servir como
mecanismo de control de las mercaderías por los oficiales corporativos; impedir la
concurrencia y la importación de las mercaderías de origen extranjero; y asegurar y
extender las fuentes de los tributos aplicables. Sobre estas bases claramente distinguibles
que constituyen el sistema Marcario contemporáneo, se entiende la adopción de la
obligatoriedad del uso de marcas.
A partir del año 1500 comenzaron a surgir diversas normas dirigidas a otorgar derechos
subjetivos, propios del derecho privado, a favor de los usuarios de marcas, De esta
manera, podemos encontrar en 1512, un decreto del Consejo de Nuremberg, destinado a
proteger el signo "AD", utilizado por Alberto Durero para identificar sus obras; en 1554
un edicto de Carlos V, destinado a proteger las marcas de los tapices flamencos; normas
francesas que extendían a los imitadores de marcas las penas aplicables a los
falsificadores; así como ciertos fallos británicos que hacían responsable a quienes
imitaran las marcas de sus competidores, frente a éstos.
En Francia, la Ley Le Chapelier de 1771 dio fin al sistema corporativo, y con ello al
régimen de marcas corporativas que venía funcionando desde la época medieval. No
obstante, fue tal la anarquía que se tuvo que dictar la Ley Gremial del año XI, que aplicaba
a las imitaciones de marcas las penas que pesaban sobre las falsificaciones de
instrumentos privados, pero debido a la gravedad de las penas, la aplicación de esta ley
con respecto a las marcas tuvo que ser reemplazada por la ley del 28 de abril de 1824, la
cual protegía los nombres comerciales colocados sobre los productos, y posteriormente
la ley del 23 de junio de 1857, que establece un sistema de depósito de los signos
marcarios, concesión de un derecho de propiedad sobre los mismos, y su utilización
facultativa, sistema que de hecho convivía con una especie de derecho consuetudinario
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de marcas, ya que también podía adquirirse el derecho de propiedad sobre una marca
mediante el uso.
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estatuto. Además, el Lanham Act ha sido reformado en forma posterior para permitir
mayor variedad de recursos legales y la posibilidad de recuperar gastos judiciales y
honorarios legales.
El proceso antes descrito queda claramente ejemplificado con los señalamientos del
ministro O’ Brien, quien afirma que mientras que en 1876 solo siete países tenían leyes
sobre marcas, tal número aumentó a treinta y dos para 1900 y a ciento veintitrés para
1975. Las primeras leyes sobre marcas en América Latina fueron dictadas en las últimas
décadas del siglo XIX, habiéndose generalizado en el transcurso del siglo XX.
En nuestro país, el proceso comenzó en forma tardía, ya que fue hasta el primer Código
de Comercio, de 1884, la primera ley del México independiente que contenía las primeras
disposiciones en torno a la falsificación de marcas, siendo tan solo seis artículos los que
regulaban todo el derecho de marcas aplicable.[xxi] Éste código tuvo corta vida al ser
reemplazado por el Código de Comercio promulgado el 15 de Septiembre de 1889, en
vigor a partir del primero de enero de 1890; y en materia de marcas por primera vez se
expide una legislación especial apartada de la legislación mercantil general, al
promulgarse la Ley de Marcas de Fábrica de 1889 la cual constituye el primer cuerpo
normativo especializado en la materia. Dicho ordenamiento contemplaba la posibilidad
de que el registro de dichas marcas fuera solicitado tanto por nacionales como por
extranjeros, y se otorgaba sin realizarse un examen previo. No obstante, la solicitud se
publicaba y había un procedimiento de oposición dentro de los siguientes 90 días y la
autoridad judicial debía pronunciarse para que procediera el registro. La solicitud debía
acompañarse de una descripción de la marca.
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distinguibles a los objetos a que trata de aplicar, respecto de los de su misma especie o
clase. Con esta ley se comienza también a distinguir el examen de forma y el llamado
examen de fondo, con respecto de las marcas, y comienza a aplicarse un término de
protección de 10 años.
La ley vigente es la del 27 de junio de 1991, que fue expedida bajo el nombre Ley de
Fomento de la Protección de la Propiedad Industrial, siendo reformada el 2 de agosto de
1994 en forma extensa, incluso en el nombre, quedando como actualmente se utiliza: Ley
de la Propiedad Industrial. Posteriormente, dicha Ley se ha reformado el 26 de diciembre
de 1997, el 17 de mayo de 1999 y el 26 de enero de 2004. Este ordenamiento vigente
define a la "marca" como todo signo visible que distinga productos o servicios de otros
de su misma especie o clase en el mercado, pudiendo constituir marcas válidas las
siguientes:
IV.- El nombre propio de una persona física, siempre que no se confunda con una marca
registrada o un nombre comercial publicado.
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conjunto de sus características, sean descriptivas de los productos o servicios que traten
de protegerse.
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presunciones de legitimidad, las cuales sólo eran posibles de conferir en buena lógica
jurídica a quien había registrado su marca. No se podía tratar igual a los desiguales; no se
podía dar los mismos efectos jurídicos a una marca no registrada, que a una que sí lo
estaba. En países como Alemania e Italia se ha considerado que una marca notoria no
registrada podía oponerse o impugnar una marca posteriormente registrada. Ello no
constituye una excepción al principio de la registrabilidad.
2.1.4. Principio de la libre opción Por este principio, uno es libre de optar por el
registro de cualquier marca. Son fundamento de este principio básicamente dos derechos:
primero, y de forma evidente, el derecho general a la libertad del hombre, y luego el
derecho a la información, que entre sus facultades consta la de difundir o manifestar las
ideas, opiniones o conceptos que uno tenga, entre las cuales consta el derecho a la
propaganda. Pero como nuestro derecho termina donde comienza el del otro, la libertad
otorgada por este principio tiene una limitante: la colisión de derechos. No se puede
registrar una marca en desmedro del derecho de un tercero. Al ser la marca un tipo de
información, tiene las limitantes propias del derecho de la información: no se puede
registrar una marca injuriosa, ni una que atente contra la honra, intimidad o buena imagen
de otro, ni que desinforme (confunda), ni en desmedro de las buenas costumbres
Conocido es que tampoco se pueden registrar los signos con bajo o nulo nivel distintivo,
o que puedan inducir al público a una confusión. Esto no constituye una excepción al
principio de la libre opción, sino una confirmación de él. En efecto, por este principio se
puede registrar «cualquier marca», y algo que carece de nivel fuerza distintivo
naturalmente no es en marca, pues le falta un elemento de la esencia: la fuerza distintiva.
La prohibición general de registrar signos idénticos o similares a las marcas ya registradas
tiene dos fundamentos: a) se prohíbe porque existe colisión de derechos donde el derecho
que prevalece es el del que registró la marca con anterioridad; y, b) también se prohíbe
porque al ser idéntico o similar a la marca, el signo que se pretende registrar carece de
fuerza distintiva.
2.2.1. el examen comparativo Para determinar si dos signos son semejantes, es
práctica de esta Sala partir de la impresión en conjunto que cada uno de ellos pueda
suscitar en el público consumidor de los correspondientes productos o servicios. Por lo
general, el consumidor no podrá comparar ambos signos simultáneamente. Más bien el
signo que tenga al frente en un momento determinado va a ser confrontado con el recuerdo
más o menos vago que guarde del signo anteriormente percibido. Por ello, al comparar
dos signos distintivos, debe considerarse principalmente aquellas características que
puedan ser recordadas por el público consumidor. Lo más importante a considerar son las
semejanzas y no las diferencias de los signos en cuestión. Las diferencias sólo tendrán
influencia en la impresión en conjunto si son tan fuertes frente a las similitudes que dejan
un recuerdo en la mente de los consumidores. Estos criterios han sido señalados en
reiterada jurisprudencia del Tribunal Andino y más recientemente en los Procesos N°s
147-IP-20055 y 156 IP-2005.
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El recuerdo y capacidad de diferenciación del público dependerán de los productos o
servicios a distinguir y especialmente de la atención que usualmente se dé para la
adquisición y contratación de esos productos o servicios. Por ejemplo tratándose de
jabones y detergentes para uso doméstico, se advierte que el grado de atención que se
prestará al momento de adquirirlos no es elevado, en la medida que se trata de productos
de consumo masivo. Por el contrario, en el caso de productos de tocador, resulta razonable
asumir que el público consumidor los examinará con especial atención y que su
adquisición demandará diligencia y cuidado, por cuanto la elección y compra de los
mismos responde en muchos casos a las necesidades, gustos y preferencias del
consumidor, quien se guiará además por la opinión de otras personas o por las
experiencias satisfactorias que haya tenido con anterioridad.
a) que todos los elementos del signo mixto en su conjunto sirvan para indicar el
origen empresarial de los productos o servicios; o
Conforme lo señala Fernández – Novoa, “…a la hora de comparar una marca mixta con
otro signo distintivo, deben aplicarse tanto la pauta de la visión en conjunto como la
ulterior pauta antes expuesta; a saber: la de la supremacía del elemento dominante que
impregna la visión de conjunto de la correspondiente marca. Por consiguiente, de manera
paralela a lo que sucede en la hipótesis de la comparación de las marcas denominativas
complejas, en el caso de que en la comparación entre signos distintivos intervenga una
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marca mixta, hay que esforzarse por encontrar el elemento dominante de la
correspondiente marca mixta”.
Señala que “de ordinario, el elemento dominante de una marca mixta está constituido por
el elemento denominativo de la misma”; precisando que “cuando en la comparación entre
signos distintivos participa una marca mixta, debe aplicarse la pauta de que en una marca
mixta el elemento denominativo prevalece, por regla general, sobre el componente
gráfico o figurativo.” Considera que la primacía de esta pauta se basa en que “a la hora
de adquirir productos revestidos con una marca gráfico - denominativa, el público
demanda los productos en el comercio señalándolos por su denominación y no
gráficamente. (…) En algunos casos, el predominio del componente denominativo de una
marca mixta puede verse reforzado por una circunstancia ulterior, a saber: que la propia
naturaleza del componente figurativo de la marca mixta hace que el público contemple
tal componente como un elemento meramente decorativo que lejos de actuar como un
índice identificador del producto, desempeña tan sólo el papel de contribuir a ornamentar
la presentación del producto. Esta pauta deja de aplicarse, no obstante, en los supuestos
en los que por ciertas razones el elemento figurativo de una marca mixta predomina sobre
su componente denominativo”
El autor señala que entre los factores que desplazan a un primer plano el componente
figurativo de una marca mixta deben diferenciarse dos grupos, a saber:
ii) un segundo grupo, que comprende factores que repercuten positivamente sobre
el componente figurativo, realzando su presencia en el conjunto de la
correspondiente marca mixta (tales como: que la palabra ocupe un lugar ínfimo
dentro de la estructura total del signo, la notoriedad adquirida por el elemento
figurativo o la originalidad intrínseca del mismo).
Adicionalmente, cabe señalar que el público consumidor puede verse confundido cuando
la impresión en conjunto de los signos es similar al grado de inducir a confusión respecto
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a la identificación de los productos, servicios o actividades económicas mismas. Ello
sucederá cuando se trate de los mismos productos, servicios o actividades económicas y
los signos sean esencialmente iguales. En estos casos, se está frente a un riesgo de
confusión directa, en el cual el público puede terminar adquiriendo un producto,
contratando un servicio o acudiendo a un establecimiento, en la creencia que se trata del
producto, servicio o establecimiento no del solicitante sino del competidor.
Pero también puede suceder que, por la similitud o conexión competitiva de los productos,
servicios o actividades y la similitud o identidad de los signos, el público crea que ambos
signos provienen del mismo origen empresarial o se presuma que entre las empresas
existen relaciones económicas u organizativas. Ello también puede ocurrir aun cuando el
consumidor perciba que existen algunas diferencias entre los signos, pero éstos presenten
elementos comunes que, por su carácter arbitrario o de fantasía, posean gran fuerza
distintiva, pudiendo inducir a creer al consumidor que uno de los signos es la variación
de otro anterior o cuando un signo posterior es considerado por el público consumidor
como parte de una familia de marcas de propiedad de un tercero. En estos casos, se
produce un riesgo de confusión indirecta, en la medida en que el público no confunde un
producto, servicio o actividad con otro, pero llega a una conclusión errónea en cuanto al
origen empresarial de los mismos.
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posible confusión o engaño, sobre todo respecto de la procedencia de los bienes o
servicios. Se considera que una marca incurre en “similitud susceptible de producir
confusión” si es tan parecida a la marca anterior que un número importante de
consumidores medios serán probablemente inducidos en confusión o error en cuanto
a la procedencia de los bienes o servicios vendidos al amparo de la marca similar, en
la creencia de que tales productos o servicios son originarios de la misma empresa que
posee o utiliza la marca anterior, o que existe una “vinculación” entre esta y la que
utiliza la marca similar. Este fenómeno suele presentarse en países cuya economía está
en ascenso como es el caso peruano. Se presenta por lo general en aquellas marcas
que son creadas clandestinamente a la sombra de marcas líderes a fin de imitar las
características de sus productos aprovechando sus ventajas competitivas afectando a
los consumidores.
Para determinar si existe una semejanza susceptible de producir confusión, las marcas
se comparan por lo general desde el punto de vista de su pronunciación, aspecto y
significado o traducción verbal. Por ejemplo, aunque dos marcas tengan ortografía
distinta, puede considerarse que existe “similitud susceptible de producir confusión”
si se pronuncian de la misma manera. La semejanza del aspecto se determina
considerando la presentación general del producto o servicio. La semejanza del
significado depende del efecto que hagan sobre la mente del consumidor por medio
de las imágenes psicológicas que evoquen las marcas de que se trate, lo que se
denomina confusión conceptual o evocativa. Por lo tanto, las traducciones de palabras
extranjeras, especialmente si proceden de idiomas muy conocidos, deben tomarse en
cuenta para determinar si existe una semejanza susceptible de producir confusión con
el significado de la marca anterior. Una marca figurativa puede crear confusión por
semejanza con una marca verbal en función de la impresión mental que cree.
CONCLUCION
Referencia bibliográfica:
Bibliografía
jorge, o. (1991). Derecho de Marcas. buenos Aires: Abeleo.
Nuñez del Prado, O. (1997). Tratado de derecho de propiedad industeial . tomo II. Lima: Editorial
Imprenta DESA SA,.
Origen y Evolución Histórica del surgimiento de las Marcas y las Marcas Colectivas-
(2010) https://www.econlink.com.ar/marcas-colectivas-1
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