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Reseñas
animales entre sí; los señalan con «flores» (aretes de lana teñida) y los marcan
dándoles chicha y hojas de coca.
Con respecto a la lógica temporal y espacial de las secuencias de acciones,
Rivera Andía delinea, en la introducción, un esquema general de la herranza que
comprende, primero, los preparativos; luego, un grupo de acciones de «conjun-
ción» (entre el ganado y la gente) y otras de «disyunción» (cuando se disgrega el
rebaño, y cada familia marca sus propios animales). El editor propone también
una interpretación del rito ganadero como rito de paso, argumentando que la
marcación y redomesticación de los animales se corresponde con la maduración
de los mozos, en su tránsito de pastores a jefes de hogar.
En la segunda parte del libro, cuatro ensayos interpretativos y comparativos
subrayan las estructuras, los significados y la dimensión histórica de los rituales
ganaderos en el área andina y más allá. En primer lugar, Rivera Andía compara
diferentes ritos andinos, es decir la herranza de la sierra de Lima, la «champería»
(la «limpieza de las acequias») y el «zafa-casa» (el rito de techado e inaugura-
ción la casa), utilizando el esquema del rito de paso, y evidenciando analogías
estructurales entre los protagonistas de estos tres rituales (varones jóvenes y
nuevos jefes de hogar).
En segundo lugar, y desde una perspectiva de interpretación de las catego-
rías locales, Lucila Bugallo analiza la «señalada» de la provincia de Jujuy en el
noroeste de Argentina, en tanto que práctica económico-religiosa, es decir una
tecnología productiva simbólica para la reproducción de los animales, que los
miembros de las comunidades puneñas llaman «multiplico».
En tercer lugar, Frédéric Saumade demuestra, en perspectiva histórica, la
presencia de lo indígena tanto en las prácticas del cowboy blanco estadounidense
como en las del rodeo y jineteo de toros desarrollado principalmente en México y
muy popular en Estados Unidos (el bull riding). Para Saumade, dicha influencia
hispano-mexicana se suma a otra aun más paradójica: el origen indígena de los
cowboys y de los personajes bufos que ayudan a ponerse a salvo al protagonista
del rodeo estadounidense. Estos recuerdan a los bufones indígenas que protagoni-
zan numerosos rituales amerindios, como la lidia de toros en el departamento de
Puno descrita por Murguía. Allí, no solo los profesionales en traje de luces sino
también los toreros «bufos», los travestis y los ebrios se enfrentan a los toros.
Finalmente, Saumade y Ana G. Valenzuela-Zapata proponen una interpretación
estructuralista del lazo y de la «ganadería cinegética» propia del origen de las
«charreadas» y «jaripeos» mexicanos contemporáneos.
En términos generales, este libro permite al lector comprender, por un lado,
semejanzas y diferencias regionales de los rituales ganaderos andinos, difundidos
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ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXIII, N° 35
en una macroárea geográfica que comprende el Perú pero llega también al noroeste
de Argentina, gracias a la variedad de los ejemplos etnográficos seleccionados.
Igualmente, permite confrontar ritos ganaderos diversos aunque relacionados entre
sí, como la herranza, la lidia de toros y los rituales conectados con la arriería. Por
otro lado, las diferentes metodologías de los autores permiten comprender los
rituales ganaderos tanto a la luz de la comparación estructural con otros rituales
(Rivera Andía), como en relación con las categorías culturales locales (Bugallo)
y al desarrollo histórico-cultural de las prácticas.
Al mismo tiempo, esta publicación nos acerca a temas muy actuales de la
antropología social y cultural contemporánea, como por ejemplo la relación entre
hombres, animales y el medio ambiente. Sin embargo, la cuestión del estatus onto-
lógico de los seres y de las relaciones entre humanos y no humanos bien podría
profundizarse en ulteriores publicaciones que retomen los datos aquí vertidos. Por
ejemplo, podría hurgarse con mucho más detenimiento en las diferencias descritas
entre la relación de identificación de los criadores con los animales criados (en
la herranza y ritos de la arriería), y la relación de identificación antagónica entre
toreros y toros en la lidia. Incluyendo los casos del rodeo estadounidense y de la
charreada mexicana, podrían resaltarse también las diferencias y continuidades entre
el juego-ritual y el juego-espectáculo, que subvierten no solo la ética del animal útil
del protestantismo estadounidense (Saumade), sino también la lógica de la identifi-
cación y reciprocidad andina entre criadores y animales, tal como ha sido detectada
por muchos de los autores del libro. Así, Cáceres Chalco resalta que, durante las
herranzas, los animales son festejados y nombrados con términos de parentesco
«como si fueran personas y no animales», mostrando «una visión humanizada de
los animales» que encontramos también en los cuentos míticos de transformación
animal-persona y viceversa. En los ritos ganaderos —añade Schäfer—, se expresa
y realiza un «encuentro hombres-animales», en el que el «ganado es asimilado a los
hombres» y «los hombres se aproximan a los animales». También en el caso estu-
diado por Muñoz Palomino, los hombres se identifican con sus animales, dándoles
cariño y un trato íntimo y familiar, expresando así su relación de interdependencia
con ellos y, por medio de ellos, con «deidades» como los apus o «espíritus de los
cerros», considerados los verdaderos dueños de los rebaños. Dicha relación de
reciprocidad entre humanos y animales es aquella definida como «crianza mutua»
por Lucila Bugallo, que incluye, además, el intercambio con la pachamama, el «ser
tutelar que constituye el espacio en su dimensión sagrada».
Daniela Salvucci
Universidad Nacional de Catamarca
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