Sie sind auf Seite 1von 6

Concepción multicultural de los DDHH. La Perspectiva de los Actores.

Nyamu-Musembi, “hacia una perspectiva de los derechos humanos orientada a los actores”

Los derechos se conforman por las luchas mismas. Examinar los derechos desde la perspectiva de las luchas
permite que el análisis trascienda los parámetros normativos aceptados de los debates sobre los derechos
humanos, que se cuestionen las categorías conceptuales establecidas y se amplíe la gama de reclamos que se
validan como derechos.

¿Qué es una perspectiva orientada a los actores? Esta perspectiva se basa en el reconocimiento de que los
derechos se van conformando a través de las luchas mismas, las cuales a su vez muestran la interpretación de
lo que las propias personas consideran que con justicia se merecen. Implican una aproximación a las
necesidades, los derechos y las prioridades marcada por las experiencias concretas de los actores particulares
involucrados en las luchas en cuestión y que se benefician directamente de ellas. No sólo se enfatiza el
contexto sino las consecuencias para los grupos y/o individuos menos poderosos de la sociedad.
Cuando las personas preguntan “¿para qué funciona?” y convierten la pregunta en acción, cambian los
términos de las interpretaciones institucionalizadas de los derechos y les dan cuerpo en su propio contexto.
Tres debates:
a) Visiones universalistas vs. Relativista de los derechos
b) Derechos grupales e individuales
c) Jerarquía frente a la indivisibilidad de los derechos

(a) ¿Los principios de los derechos humanos proporcionan una medida universal que puede ser aplicada
de manera uniforme o son dependientes del contexto social?
Debate típico del movimiento por los derechos humanos post segunda guerra y que continúa.
Los argumentos universalistas: El primer tipo de argumento universalista es la propuesta normativa de que los
derechos humanos deberán ofrecer una medida universal, porque los derechos son inherentes a toda persona
humana en virtud de que es humana. Los derechos emanan de la dignidad inherente de cada persona
humana. No los otorga un soberano y por lo tanto éste no puede despojar a nadie de sus derechos. Este
argumento está influido por la idea de "derechos naturales" atribuida a los teóricos del derecho como Kant.
También se expresa en documentos sobre derechos humanos internacionales como la Declaración de Viena
de los Derechos Humanos de 1993, adoptada por la ONU en la primera conferencia sobre derechos humanos.
El preámbulo a la declaración dice que "los derechos humanos derivan de la dignidad y el valor inherente a la
persona humana" y que la DUDH "constituye una meta común para todos los pueblos y todas las naciones".
Como los derechos emanan de la dignidad inherente de la persona humana, no son dependientes de las
particularidades como el contexto político, social, económico o cultural.
La segunda categoría de argumentos universalistas es formalista: como casi todos los estados han ratificado y
accedido a regirse legalmente por el derecho internacional de derechos humanos, los estándares de los
derechos humanos son universales. Además, algunos argumentan que la DUDH, a pesar de ser simplemente
una declaración que no crea obligaciones jurídicas por parte de los estados signatarios, es un instrumento
histórico con tan amplia aceptación en derechos humanos que se ha convertido (o cuando menos algunas
secciones) en derecho internacional consuetudinario.

El universalismo multicultural o el relativismo cultural débil

Se refiere a la parcialidad del discurso internacional de derechos humanos tal y como está constituido hoy en
día. Sus defensores argumentan que los derechos humanos podrían ser verdaderamente universales si la
mayor cantidad posible de las culturas del mundo contribuyera a conformar el discurso universal de los
derechos. Toda sociedad puede contribuir con algo valioso porque toda sociedad humana tiene algún
concepto fundamental de la dignidad humana y la justicia social, de la que el concepto de derechos humanos
es sólo un aspecto.
Los principios de los derechos humanos expresados en las leyes e instituciones existentes no son universales
porque están conformados por una experiencia distintivamente occidental. Su origen puede rastrearse hasta
la mentalidad de la Ilustración, y sus instituciones modernas tienen raíces en las circunstancias históricas
específicas de la Europa posterior a la segunda guerra mundial.
Algunos enfatizan la ausencia de representantes no-occidentales en la elaboración del histórico instrumento
de los derechos humanos, la DUDH.
De acuerdo con estos autores, el proyecto para el movimiento moderno de los derechos humanos consiste en
lograr que éstos sean verdaderamente universales al introducir estas ideas fundamentales en la mayor
cantidad de culturas, particularmente las no occidentales. La "legitimación retroactiva'' no sólo es posible sino
deseable, y los estándares existentes de derechos humanos deben prestarse a la revisión y la reformulación.

El relativismo cultural radical

Los argumentos del relativismo cultural radical se ubican en el otro extremo del espectro con respecto al
universalismo normativo y formalista. Sostienen que no puede haber una idea trascendente de derechos y
postulan a la cultura como "la I única fuente de validez del derecho o regla moral". Las normas de los derechos
humanos internacionales por lo tanto reflejan una perspectiva cultural particular: occidental.
En la esfera de la práctica estatal del derecho internacional, el relativismo cultural se expresa en las reservas
que los varios estados han hecho a algunos de los instrumentos de los derechos humanos. La convención de la
ONU sobre la Eliminación de Todas las formas de Discriminación de la Mujer registra el número más alto de
reservas, muchas de las cuales se relacionan con las estipulaciones que recomiendan la igualdad en las
relaciones; familiares y la obligación del Estado de reformar las costumbres y prácticas que discriminan a las
mujeres. El argumento del relativismo cultural radical ha proporcionado armas a los gobiernos empeñados en
esquivar las críticas a sus prácticas gubernamentales.

Cuestionamientos a la polaridad entre el universalismo y el relativismo cultural

Un ejemplo de las críticas es la de Mamdani. Él argumenta que los derechos se definen por la lucha, y que las
luchas por los derechos nacen de la experiencia de la carencia y la opresión: “Sin la experiencia de la
enfermedad no puede existir noción de la salud. Y sin el hecho de la opresión no puede existir la práctica de la
resistencia ni una noción de derechos [. . .] Donde quiera que haya habido (o exista) la opresión -y Europa no
tiene un monopolio sobre la opresión en la historia- debe surgir una concepción de los derechos” (Mamdani,
1989).
Desde esta perspectiva, los derechos humanos son tanto universales como particulares: son universales
porque la experiencia de la resistencia a la opresión es común a grupos subyugados en todo el mundo, pero
también son particulares porque la resistencia está conformada en respuesta a las peculiaridades del contexto
social relevante.
Una crítica similar surge de los estudios que ofrecen un análisis centrado en cómo viven las personas
realmente en un contexto de pluralismo legal y cultural, y hacen un uso estratégico tanto de sus normas
culturales o religiosas como de los regímenes de derechos formales cuando se enfrentan a situaciones reales.
Tanto las normas culturales como los regímenes de derechos formales ofrecen oportunidades y desafíos en
situaciones específicas. Las líneas no están claramente definidas en la realidad y por eso imposibilitan la
demarcación precisa que culpa a la cultura por las violaciones a los derechos humanos y recurre a los
principios universales de derechos humanos encarnadas en las leyes formales como solución.
(b) Los derechos individuales versus los grupales
Un segundo conjunto de debates gira en torno a la relación entre los derechos individuales y los grupales.
¿Hay cabida para los reclamos grupales en el concepto individualista liberal de los derechos? 0,
alternativamente, ¿cómo se pueden proteger las libertades individuales en el contexto de los derechos
grupales? Uno de los argumentos esgrimidos por el comunicado de la AAA de 1947 y por otras críticas al
relativismo cultural es que el discurso de los derechos humanos minimiza la importancia de la comunidad. Por
ende, busca imponer un modelo individualista de los derechos que no es compatible con modos de vida no
occidentales.
La perspectiva abstracta del individuo tiende a creer que los derechos grupales se oponen al concepto mismo
de derechos humanos. Rhoda Howard, por ejemplo, percibe los derechos colectivos como "un reclamo por
algo muy distinto a los derechos humanos; es un reclamo que reafirma el valor de la comunidad tradicional en
detrimento del individuo". La perspectiva contextual sostiene que una concepción colectiva de los derechos es
consistente con la concepción liberal de los derechos, porque la pertenencia a una comunidad desempeña un
papel importante para facilitar la toma de decisiones individual y reforzar la identidad personal.
Más allá de este debate filosófico, hay algunos documentos de derechos humanos internacionales que
incorporan a los portadores de derechos como grupos y como individuos. Un temprano ejemplo de esto es la
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948. La Carta Africana de los Derechos
Humanos y de los Pueblos designa algunos derechos como individuales (la dignidad, el reconocimiento del
estatus jurídico como persona, el derecho a obtener información, la libertad de asociación y movimiento, el
derecho al trabajo, etcétera) y otros como derechos de los pueblos.

Cuestionamientos a la concepción antagónica de la relación entre derechos individuales y derechos


comunitarios

Una lucha que ha cambiado los términos del debate sobre los derechos individuales y colectivos es la lucha
por los derechos de los pueblos indígenas. Los últimos acontecimientos han dejado en claro que existen
algunos reclamos de derechos que sólo pueden concebirse en términos colectivos. Por ejemplo, al argumentar
a favor de compensar a los pueblos indígenas por el uso de sus saberes médicos, el desarrollo de nuevas
variedades de plantas, o películas y otras formas artísticas basadas en tradiciones orales, sería imposible
atribuir la propiedad a algún individuo particular. Estos reclamos han sido enmarcados en paquetes o
programas que benefician a la comunidad como colectivo (Posey, 1990). Así, la acción colectiva por parte de
las comunidades indígenas con respecto a estos asuntos emergentes pone en duda la rígida distinción entre el
individuo y la comunidad cuando se ponderan los derechos humanos.
Adoptar la perspectiva de las personas situadas dentro de la realidad de esta compleja red de relaciones
reguladas primordialmente por las normas sociales no sólo cambia la manera en que pensamos los derechos
humanos, sino la manera en que "hacemos" derechos humanos. Ciertamente éste ha sido el caso para los
activistas involucrados en el trabajo de derechos humanos basado en la comunidad con mujeres musulmanas,
y para los defensores de la reforma al derecho familiar islámico.
Reconocer la realidad de la comunidad y de la pluralidad de órdenes morales también nos obliga a pensar más
ampliamente acerca de los lugares en que se encuentran los derechos humanos y elaborar estrategias más
innovadoras. Por el acceso a tipos de reparaciones formales bajo estatutos y declaraciones de derechos
constitucionales puede no estar al alcance de los grupos sociales más débiles por factores como el costo, el
prejuicio o la percepción de que el sistema formal está muy alejado de la vida cotidiana de las personas Esta
preocupación por las normas comunitarias (también conocidas como derecho consuetudinario) ha llevado a
poner atención en foros a nivel micro, como los procesos de resolución de disputas intrafamiliares y las
relacionadas con la comunidad, y los ha convertido en lugares de lucha por los derechos humanos.
El desafío estriba en crear un marco jurídico de derechos y ciudadanía que haga concesiones justas entre los
reclamos individuales y grupales dentro de la realidad compleja de la armonía y la tensión. Se trataría de un
marco que no hiciera caso omiso del contexto comunitario en que se encuentran las personas, pero al mismo
tiempo tampoco legitimaría una definición estrecha de la persona basada en su estatus dentro de una
jerarquía de relaciones sociales.

(c) La jerarquía o indivisibilidad de los derechos


Una serie final de temas en el debate internacional sobre derechos humanos gira en torno a la relación entre
diferentes conjuntos de derechos. ¿Acaso se trata de una relación jerárquica en la que los derechos políticos y
civiles -que han obtenido mayor reconocimiento en casi todos los marcos jurídicos- prevalecen sobre los
derechos económicos, sociales y culturales? ¿O acaso son interdependientes todos los derechos,
interrelacionados, indivisibles y por ende no jerárquicos?
El documento fundacional de los derechos humanos internacionales, la DUDH no distingue entre los derechos
de naturaleza cívico-política y los derechos de naturaleza económico-social. Establece derechos en ambas
categorías. El debate sobre la jerarquía entre las dos categorías de derechos se originó en el intento posterior
a la DUDH de crear una carta de derechos única y obligatoria que se convirtiera en un elemento definitorio del
discurso sobre los derechos humanos internacionales durante la época de la guerra fría. El bloque occidental
argumentó a favor de los derechos políticos y civiles, mientras el bloque oriental lo hizo por la primacía de los
derechos económicos y sociales. El conflicto desembocó en la promulgación de dos convenios separados sobre
los derechos humanos: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCPy) el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1996 (PIDESC)
La realidad, por supuesto, es que las personas no viven los derechos -ni su carencia- de manera bifurcada,
distinguiendo entre los derechos de naturaleza cívico-políticos y los derechos de naturaleza económico-social.
Todos los derechos, incluyendo los derechos civiles y políticos, requieren de una asignación de recursos. Por
garantizar el derecho a un juicio gratuito y el derecho al voto requiere de recursos estatales, así como el
derecho a la salud y a la educación. Ha habido intentos significativos por institucionalizar la idea de que todos
los derechos humanos están entrelazados; los derechos que garantizan la libertad política y las libertades
civiles dependen de aquéllos que garantizan la subsistencia o el desarrollo económico y social, y viceversa. Un
ejemplo de esto es la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo de la ONU de 1986. Esta declaración
reconoce que el desarrollo es un proceso integral económico, social, cultural y político cuyo propósito es el
mejoramiento del bienestar de todos los individuos con base en la participación significativa y la distribución
justa de los beneficios del desarrollo.

La aproximación al desarrollo basada en los derechos

La perspectiva basada en los derechos sugiere una visión integrada del sustento (los derechos económicos y
sociales) y la libertad (derechos civiles y políticos); cada uno es necesario para la realización plena del otro, de
nuevo nos encontramos ante un hecho que debería ser evidente, pero que ha quedado oculto por las políticas
de la guerra fría y por décadas de controversia dentro del movimiento por los derechos humanos.
El propósito de los derechos es asegurar la "libertad de acción". Desde esta perspectiva, tanto la eliminación
de la coerción (derechos civiles y políticos) como la libertad para acceder a los recursos materiales sirven a los
propósitos complementarios de protección y promoción de la capacidad para actuar. Ninguno es adecuado sin
el otro.

Ampliar la rúbrica de derechos: el medio ambiente, el conocimiento y la participación:

Un ejemplo de esta ampliación del significado es la extensa interpretación que se hace del derecho a la vida y
el derecho a un nivel de vida adecuado (que se estipulan en los tratados de derechos humanos existentes) con
el propósito de incorporar el derecho a un medio ambiente limpio, que no se incluye expresamente en un
instrumento obligatorio.
Ej. El uso comercial del conocimiento indígena.
Conclusión:
Las luchas de los movimientos sociales específicos han transformado los parámetros normativos predefinidos
de los derechos humanos, cuestionando las categorías establecidas, ampliando la gama de reclamos que
pueden caracterizarse como derechos y modificando, en algunos casos, estructuras institucionales.
Desde un inicio es útil aproximarse a la investigación con una pregunta abierta acerca de cómo las personas
articulan sus reclamos de derechos en situaciones específicas, en vez de preguntar qué tipos de derechos son
importantes y cómo se refuerzan o debilitan mutuamente.

Boaventura de Sousa Santos, “Hacia una concepción multicultural de los Derechos Humanos”

Objetivo: desarrollar un marco analítico para resaltar y apoyar el potencial emancipatorio de la política de los
derechos humanos en el doble contexto de la globalización, por una parte, y de la fragmentación cultural y
política de la identidad por el otro. Intenta tener en mira tanto la capacidad global como la legitimidad local
para una política progresista de los derechos humanos.

Globalización: es el proceso por medio del cual una condición o entidad local dada tiene éxito en extender su
rango de acción sobre todo el globo y, haciéndolo, desarrolla la capacidad de designar a una condición o
entidad rival adversaria como local.

Una vez se identifica un proceso de globalización, su significado pleno puede no ser obtenido si no se
consideran los procesos adyacentes de relocalización que se entrelazan y ocurren junto con aquel. Ej. La
globalización del inglés ha llevado a la localización del francés.

Existen muchas globalizaciones. Existe un localismo globalizado (donde el fenómeno local se globaliza
exitosamente) y un globalismo localizado (impacto específico de las prácticas e imperativos transnacionales
sobre las condiciones locales que por tanto son desestructuradas y reestructuradas para responder a los
imperativos transnacionales. Ej. Deforestación para pagar deuda externa, uso turístico de tesoros históricos,
etc.)

Pero hay otros fenómenos que escapan:

Cosmopolitanismo: las formas prevalentes de dominación no excluyen que Estados nación, regiones, clases y
grupos sociales subordinados y sus aliados se organicen transnacionalmente en defensa de sus intereses
comunes percibidos y usen para su beneficio las capacidades de la interacción transnacional creada por el
sistema mundial. Ej. Diálogos y organizaciones sur-sur, organizaciones de ddhh, etc.

Herencia común de la humanidad: hay temas que por su propia naturaleza son globales: la sostenibilidad de la
vida humana en la tierra, ambiente, etc.

Los derechos humanos: su complejidad consiste en que pueden ser concebidos como una modalidad de
localismo globalizado o como una forma de cosmopolitanismo, es decir, como globalización desde arriba o
desde abajo.

Tesis Boaventura: mientras los DDHH sean concebidos como derechos humanos universales, tenderán a
operar como localismo globalizado. Una forma de globalización desde arriba. Para poder operar como una
forma cosmopolita y contrahegemónica de globalización, los derechos humanos deben ser reconceptualizados
como multiculturales.
El multiculturalismo: es una precondición de relaciones balanceadas y mutuamente reforzantes entre
competitividad global y legitimidad local.
Los DDHH no son universales en su aplicación (existen distintos sistemas), pero ¿lo son como artefacto
cultural?

Historia de los DDHH de la postguerra: han estado al servicio de intereses económicos y geopolíticos de los
Estados capitalistas hegemónicos. Ej. “política de invisibilidad” y “política de supervisibilidad”.
La tarea emancipatoria de nuestro tiempo consiste en lograr que la conceptualización y la práctica de los
DDHH pasen de ser un localismo globalizado a un proyecto cosmopolita.

¿Qué se necesita?
1. Trascender el debate entre universalismo y relativismo cultural. Debate falso. Todas las culturas son
relativas. Generar diálogos.
2. Todas las culturas tienen concepciones de la dignidad humana pero no todas las conciben como
derechos humanos. Hay que buscar aspiraciones similares.
3. Todas las culturas son incompletas y problemáticas en sus concepciones de la dignidad humana.
4. Todas tienen versiones diferentes de la dignidad humana.
5. Todas las culturas tienden a distribuir a la gente y a los grupos sociales por medio de dos principios
competitivos de pertenencia jerárquica: igualdad y diferencia. No todas las igualdades son idénticas y
no todas las diferencias generan desigualdad.

Das könnte Ihnen auch gefallen