Sie sind auf Seite 1von 4

África, materia para la definición de la literatura canaria*

Cuando era pequeño, Sionita, en épocas de calima, me decía “ya se están

sacudiendo las chilabas”. Aquella elocuente explicación del fenómeno

metereológico tan típico de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria me hacía

comprender que estábamos en África. Años más tarde, cuando Nayra y yo

escribimos a cuatro manos un artículo sobre Agustín Espinosa y Agustín Miranda

Junco, comprendí que Sionita era como los surrealistas, que nos señalaron las

raíces primitivas de Canarias, primer y principal vínculo con África. Pedro García

Cabrera nos señaló, además, la manera en que debíamos definirnos, en función

del paisaje; ahí estaba lo que habíamos estado procurando fuera.

El trabajo de Nayra Pérez es relevante porque abre nuevos caminos.

Recordemos, por ejemplo, aquel breve libro de Valbuena Prat en torno a la poesía

canaria, y que tantas líneas de investigación abrió, o los trabajos que realizaron

entre otros Agustín Espinosa, Joaquín Artiles o, más recientemente, Eugenio

Padorno con Algunos materiales para la definición de la literatura canaria, libro

que venía a señalar algunos de las líneas sobre las que ciertos estudiosos de la

literatura canaria han ido abundando. Entre las proposiciones de Padorno se

encontraba la del “canario cántico”, ese decir que tiene en Cairasco su punto de

*
Presentación del libro de PÉREZ, Nayra (2015): África, materia para la definición de la literatura canaria.
Ediciones Tamaimos. Colección Nómadas. 23/12/2015. Club Prensa Canaria, Las Palmas de Gran Canaria
partida, y que señalaba el primitivismo como rasgo consustancial de la poesía

canaria.

El elemento africano de la literatura canaria se había venido apuntando

como nota geográfica que era fácilmente rastreable en la literatura canaria, pero

también como una realidad a la que difícilmente se podían sustraer estas islas.

Era una constante que apuntaba a la tensión entre la extrañeza de no pertenecer

plenamente a Europa (que se resolvía fácilmente apuntando hacia América) y de

estar cerca de África. Pero ese planteamiento surgía a partir de la necesidad de la

pertenencia al lado de los civilizados por apartarse de los bárbaros, por tomar una

dialéctica tan conocida en América y que es culturalmente muy productiva.

Lo bueno de marchar hacia América era, como escribía Francisco González

Díaz, que el canario rompía sus cadenas y podía adquirir conciencia de sí mismo.

No es casual, por ejemplo, que el héroe de Espejo de paciencia, el poema

inaugural de las letras cubanas escrito por Silvestre de Balboa, sea un africano o

que, siglos más tarde, en su exilio americano, Graciliano Afonso, en algunos

poemas use el término africano para definirse a sí mismo, como acontece en “Al

Sr. D. Juan Antonio Guisseppi en el día de su fiesta”:

Que trabaje

El salvaje,

Que despierte el africano,

Que en su pecho
El derecho

De ser hombre encuentre ufano

Este posicionamiento nos señala la dialéctica entre el centro y la periferia.

El ser periférico reclama para sí la misma atención que tiene para sí el ser del

centro y supone una toma de conciencia. Es una voluntad de afirmación de sí

mismo frente a la voluntad del centro de negar todo lo que no se encuentre en él.

El centro no precisa afirmarse, porque es. Para él existe un sistema de

derechos vigente. La periferia, por el contrario, no aparece contemplada en ese

sistema. En este sentido, estos autores reclaman para el ser insular un “nuevo’

derecho descubierto por el ‘sinderecho’, fruto de la madurez histórica propia al

desarrollo de la realidad humana [...], del proceso civilizatorio de la comunidad

política particular o de la humanidad en general”, como señala Enrique Dussel.

Pero estos son solo algunos de los múltiples ejemplos que hay en nuestra

literatura, prolija en referencias al primitivismo y a aquellos elementos, a los que

Nayra Pérez presta atención en su ensayo, como la calima

“es inevitable, como la luz, entra en la vida cotidiana, sin llamar, natural se

ofrece dejando huellas, pisadas de polvo en las ventanas, y en la escritura,

recordándonos esa parte que somos, como “atlánticos”, más olvidada. ¿Luz

frente a calima? ¿No nos puede recordar al otro lado de la isla?”


El presente trabajo de Nayra Pérez, que creció desde su primitiva concepción

hasta llegar a ser este libro, probablemente sea el origen de otros trabajos que se

centren en estos aspectos africanos de la literatura insular. Es obra de una atenta

lectora, y como lectora, de una escritora ejemplar. Es el resultado de sus lecturas

lo que hoy presentamos. Nos invita a seguirla y a leer y a releer sin prejuicios,

con la mirada puesta en ese arcano profundo que es la literatura y que nos ofrece

tanto para explicarnos y explicar este mundo raro.

Das könnte Ihnen auch gefallen