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LA GUITARRA ESPAÑOLA
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Valdivia, Sevilla, Francisco. La guitarra rasgueada en España durante el siglo XVII, Servicio de Publicaciones y Divulgación Científica de la Universidad de Málaga, 2015.
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3. La guitarra española
Con el humanismo comienzan a florecer en toda Europa los instrumentos de uso domés-
tico. En particular, será el laúd el que se beneficiará de la explosión editorial producida
por la imprenta y la difusión del virtuosismo. Esta floración produjo importantes cambios
organológicos en los instrumentos. El laúd, que a principios del siglo XV tenía cinco
órdenes, llegó a su forma clásica de seis en esta época, iniciando a partir del último tercio
del siglo un proceso de adquisición progresiva de bajos adicionales, llegando hasta diez
órdenes e incluso once a comienzos del siglo XVII, y derivando hacia los instrumentos
de doble clavijero como el archilaúd o la tiorba.
En España, este papel lo desempeñará singularmente la vihuela de mano, un cor-
dófono que, pese a diferenciarse del laúd en la forma, compartió con éste encordadura,
afinación y técnica instrumental hasta el punto que ambos instrumentos pueden con-
siderarse, en este momento, intercambiables. Pero la línea evolutiva de la vihuela no
siguió la del laúd —aunque llegaron a existir vihuelas de siete órdenes— sino que, por
el contrario, volvió a los cinco órdenes.
La más antigua vihuela de mano conservada es posiblemente la atribuida al violero
toledano Johan de Guadalupe, activo a principios del siglo XVI.1 Se trata de un instru-
mento muy grande, de tesitura bajo (probablemente afinado en Re) y de factura muy
rica y elaborada, demostrando un alto grado de maestría y sofisticación. Pudo haber sido
construido como prueba de acceso al gremio de violeros, ya que parece por su tamaño
muy poco apropiado para la interpretación del repertorio conocido de vihuela. Esta
vihuela de seis órdenes presenta señales de haber sido reconvertida a guitarra de cinco
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órdenes en fecha posterior, pues tiene señales en la tapa de haber tenido dos posiciones
de puente. Se conserva actualmente en el museo Jacquemart-André de París.
Tan sólo se conserva otra vihuela de seis órdenes más, y está también en París,
en el Musée de la Musique, con la signatura E.0748.2 Presenta muchas diferencias con
la anterior, siendo las más notables la ausencia de taraceas, el dibujo de la plantilla y el
fondo acanalado, que la relaciona con otros instrumentos de factura ibérica, como la
guitarra-vihuela de cinco órdenes de Belchior Dias. Además, este instrumento parece
representar mejor la vihuela de un músico que el anterior. Su tiro permite la ejecución
de la compleja música vihuelística de modo mucho más confortable para el tañedor que
la vihuela Jacquemart-André.
En el Museo del royal College of Music de Londres hay una vihuela o guitarra de
cinco órdenes de Belchior Dias (Lisboa, 1581)3 con la que la vihuela del Musée de la Mu-
sique comparte muchos elementos comunes, en particular la forma y estructura del fondo.
Este instrumento empieza a parecerse ya estéticamente a las guitarras de cinco órdenes
del siglo XVII, al igual que otra guitarra, probablemente también de Dias, que perteneció
a la colección del laudista contemporáneo inglés Robert Spencer y que hoy pertenece al
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La guitarra rasgueada en España durante el siglo XVII
estudioso norteamericano Frank Koonce.4 La Dias de 1581 tiene una longitud de cuer-
da vibrante de 55.4 cm, lo que hace de ella un instrumento tiple, o mediano. Existe otra
guitarra, ésta mayor, con un tiro de 70 cm, que según los expertos que la han examinado
fue construida también a finales del siglo XVI, hacia 1590, y posiblemente también por
Belchior Dias.5. Los adornos del diapasón son muy semejantes a los de la guitarra de 1581.
Puede observarse una similitud formal entre la guitarra atribuida a Belchior Dias en
1590 y las guitarras ibéricas conservadas del siglo XVII, como la anónima del convento de
la Encarnación de Ávila6, la «guitarra de los leones» del Museu de la Música de Barcelona7
o la también anónima de origen mallorquín que se encuentra en el Centro de la Vihuela de
Mano y de la Guitarra Española, en Sigüenza. El volumen, proporciones y diseño de plan-
tilla de las tres —con sus particularidades— mantienen unas ciertas constantes estilísticas.
Las instrucciones para afinar la guitarra en un buen número de tratados o anto-
logías no contienen ninguna referencia precisa a una altura nominal de partida, sino tan
sólo indicaciones interválicas. Estas indicaciones implican que el cuarto orden debe estar
a una cuarta ascendente del quinto, el tercero a una cuarta del cuarto, el segundo a una
tercera mayor del tercero y el primero a una cuarta del segundo: 4ª-4ª-3ª-4ª.8
En cuanto a la distribución de las cuerdas en los órdenes, el primer orden estaba
formado por una sola cuerda; el segundo por dos, invariablemente al unísono; el tercer
orden podía a veces constar de dos cuerdas diferentes, una de ellas a la octava aguda; en
cuanto a los órdenes 4º y 5º, podían estar al unísono con bordones, al unísono con cuerdas
delgadas (produciendo así un sonido una octava más alta del esperado) o más frecuentemente
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octavados, con un bordón que producía el sonido grave y otra cuerda a la octava aguda.
Figura 3.1: Las tres formas de afinar una guitarra en Mi descritas arriba.
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3. La guitarra española
altura nominal de Mi para la primera cuerda. Podemos por tanto asumir que esta era
la altura —al menos aproximada— en que se afinaba el tipo de guitarra más corriente,
pero no todas, pues como veremos no había un modelo normalizado de guitarra. Joan
Carlos Amat defiende en su tratado la necesidad de aprender los tañidos por los doce
semitonos, en base a dos razones. La primera, que para acompañar a un cantante es
necesario amoldarse a la tesitura de su voz, y no causarle problemas por no saber tañer
el tono más que de una manera, «pero si saben tañer el tono por las susodichas doce
partes cantarán según la voz que tienen, aunque la guitarra sea o muy alta o muy baja». La
segunda razón abunda más en el hecho de que existían guitarras de muy dispares alturas:
«cuando quieren que dos guitarras se toquen juntas, la una tiene de sí estar muy alta, y la
otra muy baja; aunque los puntos sean diferentes pueden cantar a concierto, pues serán
todas de una misma consonancia. De esta manera se pueden tocar doce guitarras juntas,
cada una por sus puntos, y todas harán una misma consonancia.»9
Había, pues, guitarras de distintos tamaños. Fuentes italianas hablan de una guitarra
grande, otra mezzana y otra piccola, y dan instrucciones bastante precisas sobre cómo afinar
los tres instrumentos in concerto. No podía ser una práctica nueva ni desconocida en España,
ya que Bermudo habla ampliamente sobre estos conciertos de instrumentos y el vihuelista
Enríquez publicó en 1547 varias obras para dos vihuelas de diferentes alturas. La falta de
fuentes musicales de la primera mitad del siglo XVII obstaculiza que podamos formarnos
una idea precisa acerca de la existencia de este tipo de combinaciones instrumentales, pero
la realidad guitarrística española tuvo que ser en este sentido similar a la italiana.
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En las fuentes italianas del XVII de música para guitarra de cinco órdenes encon-
tramos referencias a guitarras de diferentes tamaños y afinaciones. Giovanni Ambrosio
Colonna habla de ellas en su Intavolatura (Milán, 1637):
Prima s’accordera la più grande in tuono come si vuole, e poi la mezana una voce più
alta, cioè, toccando la quinta corda della grande, con la terza della mezana farà unisono,
la Chitarra piccola, toccando la quarta corda ha da fare unisono con la terza della Chitarra
mezzana, & cosi farà accordata un quarta più alta. Toccando poi una botta sopra la lettera
I della grande, la lettera A della mezana, & la lettera C della piccola farà bel concerto.10
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La guitarra rasgueada en España durante el siglo XVII
Antonio Carbonchi habla también de estos tres tipos de guitarras, dando ins-
trucciones para afinar doce guitarras distintas (cuatro grandes, cuatro medianas y cuatro
pequeñas) por cada uno de los doce semitonos,14 conectando de esta manera con el
párrafo de Amat que citábamos al final del epígrafe anterior.
Un documento catalán de mediados de siglo hace mención expresa de varios tama-
ños de guitarra, un guitarró (es decir, una guitarra tiple), una guitarra petita (pequeña), otra
mitjana (mediana), otra guitarra gran (grande) y por último una guitarra de la forma major:
Un guitarró ordinari ab sas clavillas, y cordas. 5 s[ous].
Una guitarra ordinaria petita de fatg, ab sas clavillas, y cordas. 10 s[ous].
Una guitarra ordinaria mitjana de fatg, ab sas clavillas, y cordas. 12 s[ous].
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11 Foscarini (ca.1630).
12 Foscarini (ca.1630), p. 70, «Corente concertata a doi chitare diferente».
13 Corbetta (1639). El mismo texto fue copiado por el napolitano Carlo Calvi en Calvi (1646); En esta
obra las piezas de rasgueado son para guitarrilla y las piezas de punteado para guitarra.
14 Carbonchi (1643).
15 Tarifa, y postura de preus, de les coses infrascrites, p. 60, Arxiu Històric de l’Ajuntament de Girona, sin
número de registro.
16 E-Bc M 3660, ff.2r-v.
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3. La guitarra española
una en el Manuscrito Sutro17 y otra en el Libro de tonos en cifra de arpa18, que reflejan la misma
altura nominal para esta pieza.
A una guitarra afinada en Do# se acomoda la cuasi-cantata de Sebastián Durón
«La borrachita de amor»19, una pieza en tercer tono que en otra fuente está cifrada para
arpa a la 4ª baja según corresponde a la realización de las claves transpositoras20. Igual
sucede con el tono «Lisarda con dos cariños»21, en primero accidental. Por otro lado,
requerirían una guitarra en Re los tonos «Aves que habitáis los aires» (f. 7r-8r), «Al son
de las prisiones» (f. 11v-13) de Francisco Monjo, «Al aire se entregue» (f. 22v-24r) de
Juan Hidalgo, y «Muy fina Marica gustosa se ve» (ff. 28v-29r).
De la relación de la cifra con la música en la copia del tono «Corazón que en prisión
de respetos» presente en el libro Tonos al humano22 se deduce una guitarra mediana en Sol,
o bien la adaptación de la melodía a la altura de la guitarra, que también sería factible.
La tabla para cifrar representada en el Cancionero de Olot23 (Véase Capítulo 5.4,
p. 171, Figura 5.28) parece referirse a una guitarra en Fa#. Varias de las composiciones
en esta fuente —cifradas por varias manos24— se amoldan a esa altura nominal, en
concreto los tonos «No me ni faras, Janota» (f. 1r), «Divina Cintia bella» (f. 38r) y «Una
bella niña» (f. 134r). Otra pieza, «Sin color anda la niña», está cifrada para una guitarra
en Mi, mientras que las restantes, «Zagaleja de Castilla»25 y «Celia si de tu belleza»26 se
acomodan a una guitarra pequeña en Si o en Do. A la altura de Si se ajusta también el
tono «Duerme, descansa, sosiega» del Cancionero de Mallorca.27
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Por otro lado, varias publicaciones italianas hacen mención expresa de la chi-
tarriglia, término equivalente a los ibéricos de guitarrilla, tiple o guitarró, los libros de
17 US-SFs SMMS 1, f. 2.
18 E-Mn Mss. 2478, f. 21v.
19 E-Bc M 3660, ff. 2v-4v.
20 E-Mn M 2478, f. 57v-58r.
21 E-Bc M 3660, ff. 17r-18r.
22 E- Bc M 759/7.
23 E-OLOTm Ms. I-VIII.
24 Luis Robledo identifica cuatro grafías distintas que corresponden a otros tantos guitarristas. Robledo
(1989), p. 92.
25 En esta pieza la cifra coincide en principio (en una altura nominal de Mi), con lo escrito sin trans-
portar, pero la música queda así excesivamente alta. Bajando la 4ª inferior, los acordes se ajustarían
a la música tocados en una guitarrilla tiple en Si.
26 Este tono está también escrito en claves altas, en 5º tono accidental, y debe bajarse una cuarta. Al hacer
esto, tampoco resultan coincidentes los acordes en una guitarra en Mi. Pero si ésta estuviera afinada
en Sol los acordes encajarían en la música transportada. Desde un punto de vista organológico, poca
diferencia hay entre una guitarra afinada en Sol o en Fa , y desde el musical tampoco la hay entre
cantar esta pieza un semitono más alto o más bajo. Pero además la música no está excesivamente alta
para cantarla tal cual escrita, si se acompaña con una guitarrilla tiple de una altura nominal de Do.
27 E-Bc M 3660, f. 13v-14r.
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La guitarra rasgueada en España durante el siglo XVII
Giovanni Battista Granata Caprici armonici sopra la chitarriglia spagnuola y Nuove suonate de
chitarriglia spagnuola piccicate, e battute y de Stefano Pesori Galeria Musicale (1648), Toccate di
chitarriglia (1650), I concerti armonici di chitarriglia (1650) y Ricreationi armoniche overo tocate di
chitarriglia (1675)28. Y dentro del repertorio específico que estudiamos en este libro, la
composición de Juan Araniés con alfabeto «En dos lucientes estrellas»29 (que abordare-
mos en el Capítulo 8) se ajusta a una guitarra tiple afinada en La.
Construida a finales del siglo XVI, la ya mencionada guitarra de Belchior Dias del
Royal College of Music en Londres, con sus 55,4 cm de tiro podría ser un ejemplo del
instrumento tiple o soprano que italianos y españoles llamaban chitarriglia o guitarrilla.
El Museu de la Musica de Barcelona conserva un instrumento posterior, de la primera
mitad del siglo XVIII, cuyas características se ajustan también a la idea de tiple o guita-
rrilla que nos transmiten las fuentes reseñadas, con su tiro de 50 cm.30
Por otra parte, en el libro titulado Principios para estudiar el nobilísimo y real arte de la
pintura (Madrid, 1693) de José García Hidalgo hay una lámina que representa en pers-
pectiva la regla de proporción para entrastar diversos instrumentos (Figura 3.2). Esta
lámina parece ser la interpretación de un gráfico de un violero hecha por el dibujante:
correcto desde el punto de vista geométrico, pero incorrecto desde el musical porque la
proporción utilizada para el entrastado es incorrecta.31
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3. La guitarra española
Las que están en primer plano son guitarras grandes; las del centro medianas;
la que está al fondo es un tiple o guitarrilla. En medio hay tres instrumentos de caja
redondeada y fondo convexo.
En la novela ejemplar de Miguel de Cervantes El celoso extremeño (Madrid, 1613)
se nos presenta un personaje llamado Loaysa que sabe tañer una guitarrilla. Con ella (que
en lo sucesivo el narrador no volverá a llamar así sino simplemente «guitarra» se acom-
paña romances y se gana el favor de Luis, el esclavo negro que guarda la casa de Felipe
de Carrizales, anciano marido de la dama a quien el taimado Loaysa pretende cortejar.32
En El Lazarillo de Manzanares (Madrid, 1619) de Juan Cortés de Tolosa aparece un paje
que también canta al son de una guitarrilla:
«Creílo yo ansí sin que otra cosa me pasase por el pensamiento, y era la verdad del caso
que en una principal que enfrente de la nuestra estaba, se había aposentado cierto título,
el cual trajo a ella un paje, ni más galán que yo ni más bien entendido, salvo que tañía
una guitarrilla y decía a ella unos mal cantados tonos.» 33
novela de estilo picaresco en la que aparece una vihuela pequeña, y notemos que el término
vihuela en esta época es un sinónimo quizá algo afectado de guitarra:
(...) se detuvo y sentó junto a una fuente del Prado, y sacando una vihuela pequeña, que
yo no vi, con haber hecho las ceremonias de amante que acompaña de noche a su dama,
empezó a cantar con tan suave voz, que admiró los galanes y damas de la carrera.34
Esta vihuela pequeña sirve como nexo con otro momento del relato:
Yo dormí dos horas, y a las siete de la mañana estaba en casa de mi doña Ángela, pre-
guntándole por la vihuela con que cantó en el Prado (...) por cuya causa la fui siguiendo,
y no tan sin cuidado que no me le diese mayor verla (...) cantar con extremada gracia:
En los ojos de Amarilis
madrugaba un claro sol (...) 35
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La guitarra rasgueada en España durante el siglo XVII
Mojiganga de las casas de Madrid de Juan Francisco Tejera los músicos llevan guitarras, tiples,
bandurrias, violines, tamboriles y sonajas.37 Las fuentes literarias, organológicas e iconográficas
parecen sugerir que la guitarrilla o tiple fue un instrumento difundido. Pero, ¿era el mismo
instrumento que la chitarriglia? Las dos únicas fuentes musicales españolas que describen
un instrumento de estas características son de ya entrada la segunda mitad del siglo XVIII,
pero, aunque tardías, son dos obras que recogen en gran medida la tradición musical anterior.
La existencia de esta guitarra tiple está atestiguada por dos tratados tardíos, el
de Pablo Minguet (1754) y el de Andrés de Sotos (1760); tardíos, pero que básicamente,
y en distinto grado, copian el tratado de Joan Carles Amat, Guitarra española, publicado
por primera vez en 1596.
Minguet no fue exclusivo: también tomó material de Sanz y del Resumen de San-
tiago de Murcia; pero el Arte de la guitarra de Sotos es una copia prácticamente literal de
Guitarra española, incluyendo todas las láminas y cambiando sólo ligeramente la redacción
del texto, que conserva su estructura de capítulos con el añadido de uno que no está
en las ediciones de Amat conservadas («Cap. XI. y ultimo de la obra, El qual enseña el
modo de templar el Tiple, y de còmo se acompaña con la Guitarra de cinco ordenes».)
Este capítulo coincide casi literalmente con las explicaciones que da Minguet seis
años antes sobre el tiple, si bien el texto de Sotos es más detallado, como veremos. Dada
la fecha de publicación de ambos libros, no es probable que Minguet copiara a Sotos; pero
tampoco parece probable que Sotos copiara el resumen de Minguet y se inventara todo lo
demás. No se puede saber con precisión si el capítulo en cuestión es obra de Sotos, pero
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parece razonable suponer que ambos, Minguet y Sotos, copiaron el mismo texto de otra
fuente, muy probablemente una edición de Amat que incluyera ese capítulo, y no nece-
sariamente de su autoría. Lo reproducimos a continuación tal como lo transcribe Sotos:
Tiene cinco ordenes el Tiple, como la Guitarra, y para templarle, se igualan las terceras
con las quartas de la Guitarra, que es D la sol re y las segundas se ponen una tercera mas
alta que las terceras, igualándolas con la prima de la guitarra pisada en el segundo traste,
que el Fefaut sbstenido, las quartas se igualan con dichas segundas pisadas en el tercero
traste, ò con las terceras de la Guitarra pisadas en el segundo traste, que es Alamire. Las
quintas se igualan con las terceras pisadas en el segundo traste, ò con las quartas de la
Guitarra pisadas en el segundo traste, que es Elami, y la prima se iguala con las quartas
pisadas en el segundo traste, ò con las segundas de la Guitarra sin pisar, una octava mas
alta que dichas segundas, que es BfaB mi natural. 38
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3. La guitarra española
Es decir, las terceras del tiple se afinan en Re, pero no al unísono de las cuartas
de la guitarra, sino a la octava. Literalmente, hacer una misma voz significa unísono,
pero en un instrumento pequeño (un instrumentillo dice Minguet) no tendría sentido
afinar una cuarta más baja si lo que se quiere es hacer ruido con él, sino una quinta alta.
Al decir que las demás se afinan, ni más ni menos, igual que la guitarra, se refiere a que
tiene la misma afinación relativa que la guitarra, lo cual nos confirma Sotos que es, como
hemos visto, mucho más prolijo en sus explicaciones da incluso la altura de las cuerdas:
Mi-La-Re-Fa#-Si. Por tanto este pasaje, trasladado a nuestro lenguaje, dice que para afi-
nar igual los dos instrumentos hay que afinar las terceras del tiple con las cuartas de la
guitarra, asumiendo que el tamaño de éste y el tiro y calibre de las cuerdas impondrían
afinar no a la cuarta, como podría deducirse del texto de Minguet, sino a la quinta. Una
vez afinadas así las terceras del tiple, se procedería a afinar los restantes órdenes ni mas
ni menos como en la guitarra, es decir, con la relación habitual de intervalos 4ª-4ª-3ª-4ª.
Estas instrucciones son exactamente iguales en fondo a las que Corbetta y Fos-
carini daban para afinar la chitarra piccola. En 1760 la guitarra seguía siendo el mismo
instrumento que en 1596, y así también los miembros menores de la familia. También
tienen eco en Minguet y en Sotos las instrucciones para transportar las posiciones de
acordes de uno a otro instrumento que daban los italianos. Dice Minguet:
Los puntos de este instrumento son los mismos que los de la guitarra, y para acompañar
se tañe un punto mas alto. Supongamos que por la Guitarra se tañen los Pasacalles, ò las
Folias Españolas por el uno, en el Tiple se han de tañer por el dos
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Al decir que se tañe un punto más alto no se refiere a un tono más alto, sino al
punto o signo de cifra siguiente. En una guitarra afinada en Mi, el uno es Mi mayor.
Afinada en Si, para obtener el mismo acorde será necesario el dos. Nos está diciendo
cómo pueden tocar juntas una guitarra y una guitarrilla afinada una quinta más alta apro-
vechando una funcionalidad del sistema de Amat: transportar la cifra. Al estar diseñado
como círculo de quintas descendentes, basta sumar un número a la cifra de un acorde
para transportarlo a la quinta inferior o cuarta superior. Lo que Sotos cuenta es muy
similar: cambia el punto o acorde que usa de ejemplo, pero la explicación es la misma.
El modo de formar los puntos en el Tiple, es lo mismo que en la Guitarra de cinco
ordenes, pero para acompañar con la Guitarra se toca un punto mas alto en el Tiple, de
forma que si en la Guitarra se toca por el tres, en el Tiple se debe tocar por el quatro, y
a este tenor harás en todo lo demas, buscando por el Tiple un punto mas alto siempre
que la Guitarra.
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La guitarra rasgueada en España durante el siglo XVII
Figura 3.3: «Venciendo fino amante», Honofre Puig, E-Bc M 737-69. Parte de Tiple 4º con cifras.
40 Campillo De Bayle (1689), p. 77: «Con ajustadas mudanças, firmezas de sus brios, entraron delante
en el jardín, bailando, los ligeros Zagales: luego siguieron con bello donayre las Labradoras, briosas
en la dança, armoniosas en las bien repicadas castañetas, que chasqueaban al compàs de las guitarras,
y harpas, que sonoramente pulsavan diestras Serranas.»
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3. La guitarra española
Campillo de Bayle, o en «El disfrazado»41, una de las novelas que componen la Sala de
recreación de Castillo; a veces estas formaciones también incluyen una o varias tiorbas42; y
también encontramos varias guitarras formando parte de conjuntos más heterogéneos,
como el que describe Cervantes en La tía fingida43 formado por cuatro guitarras, salterio,
arpa, bandurria, dos cencerros y gaita zamorana; pero en otras ocasiones son conjuntos
formados exclusivamente por guitarras.
En Las harpías en Madrid y coche de las estafas (Barcelona, 1631) tres músicos cantan
con tres guitarras44; en «El ayo de su hijo» que forma parte de la academia ficticia Tiempo
de regocijo, y Carnestolendas de Madrid (Madrid, 1627), también de Castillo Solórzano, se
canta un romance al son de cuatro bien templadas guitarras45, y llegan a ser ocho las
que en las Fiestas del jardín (Valencia, 1634) acompañan una letra junto a dos arpas y dos
violines46. Los músicos de la Real Cámara utilizaban frecuentemente varias guitarras al
mismo tiempo según las cuentas del violero real Antonio de Zulueta47, y entre las indica-
ciones escénicas del teatro breve aparece el término guitarras, en plural (en frases como
Toquen las guitarras). La baronesa d’Aulnoy, autora de la interesante y conocida Relation
du voyage d’Espagne (París, 1691) describe una representación teatral en Vitoria en la que
41 Castillo Solórzano (1649), pp. 103-104: «(...) nos salimos otra vez al jardín, llevando allá los ins-
trumentos de arpa y guitarras que habíamos traído, adonde continuamos la música, acompañándome
dos criadas de la señora de la quinta, que tenían buenas voces y mucha destreza.»
42 Castillo Solórzano (1627), p. 368: «Dieron seis músicos principio a la fiesta cantando esta canción
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La guitarra rasgueada en España durante el siglo XVII
intervienen arpas, guitarras y castañuelas.48 Otro viajero francés, François Bertaut dice
en su Relation d’un voyage d’Espagne (París, 1664) que la música habitual de instrumentos
estaba formada por arpas y guitarras.49
La guitarra fue indiscutiblemente más abundante que la tiorba o la cítara, e incluso
que el arpa. En las novelas aparecen con frecuencia un arpa y una guitarra, pero cuando
los ejecutantes son más numerosos es la guitarra la que gana en número: dos guitarras
y un arpa, pero nunca al revés. No hay por qué dudar de la verosimilitud del conjunto
de dos arpas, dos violines y ocho guitarras descrito en Fiestas del jardín en el contexto de
fiesta urbana religiosa o palaciega, tan caro a la cultura del barroco. Ocho guitarristas,
caracterizados como esclavos africanos, intervinieron en 1658 en el ballet Alcidiane de
Jean Baptiste Lully, y no es la única aparición de un número considerable de guitarras
en las producciones escénicas del florentino-francés: en el Ballet des Muses (1656) inter-
viene un Concert Espagnol de arpas y guitarras50, y hasta el célebre guitarrista italiano
Francesco Corbetta afirmó en el prólogo de su libro La guitarre royale (Paris, 1671) haber
intervenido en 1656 en una Entrée de muchas guitarras51. Escenas similares se daban en
el teatro musical español. Bacio Del Bianco, el escenógrafo italiano que tan importante
papel tuvo en el teatro calderoniano, describe en una carta a Fernando II una escena del
prólogo de Fortunas de Andrómeda y Perseo (1653) en la que doce mujeres representando
los signos del zodiaco danzan al son de cuatro guitarras, tocadas en el escenario según
era la costumbre del teatro español.52 También dice Del Bianco que otras cuatro guita-
rras intervinieron en la representación de Pico y Canente (1656) en el salón del palacio del
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48 García Mercadal (1959), p. 935: «Los entreactos estaban mezclados con danzas al son de arpas y
de guitarras (...) tocan admirablemente bien las castañuelas.»
49 García Mercadal (1959), pp. 563-564: «Al salir de la mesa hubo música de voces y de instrumentos,
es decir, de arpas y de guitarras; después de eso la comedia con intermedios de farsa, de baile y de
danzas de mujeres con castañuelas.»
50 Rebours (1991), pp. 14-16.
51 Corbetta (1671), p. 8.
52 Stein (1993), p. 149.
53 Stein (1993), p. 275: «... il fondo di questa rappresentava un cielo di notte tutto stelle e dopo una
sinfonía di un violone, 4 chitarre e un mezo violino cominciava...», «Suonano le chitarre, il violone e
il quarto di violino con uno strumento di tasti...».
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3. La guitarra española
Figura 3.4: Diego Velázquez, Los tres músicos, Museo Nacional de Berlín, hacia 1616-1621.
54 Existen tres concordancias para este tono en la Biblioteca de Catalunya: los manuscritos M 737/30
(atribuida a Juan Hidalgo), M 769/22, pp. 30-31 (donde también van interpoladas las coplas impares y
pares), y M 1637/II/21. Ésta última fuente está escrita en las mismas claves y lleva cifras al estilo catalán
por el mismo término que las coplas pares de la otra versión, es decir, que presumiblemente también
se acompañaba con una guitarra en fa#, o bien se cifró un tono más bajo por comodidad del cantante.
55 La única concordancia conocida para esta pieza es el tono a tres «Encontrándose dos arroyuelos»,
en Romances y letras (E-Mn M 1370-2, f. 71r).
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La guitarra rasgueada en España durante el siglo XVII
cambios que el panorama musical culto fue imponiendo. La adopción de una técnica
que implicaba el uso de los dedos de la mano derecha, abandonando la púa o plectro,
fue el paso decisivo que permitió la ejecución polifónica en un solo instrumento. Esto
parece que se produjo a mediados del siglo XV.58 En España, el auge de la vihuela está
ligado al de la burguesía castellana. Cuando ésta, a consecuencia de las políticas fiscales
y económicas, entra en severo e irrefrenable derrumbe, la música culta de la vihuela
también decae, y pronto es ya cosa del pasado. A comienzos del siglo XVII la guitarra y
el nuevo modo de tañer a ella asociado habían eclipsado casi completamente a la vihuela
y su refinado estilo que florecieron en el siglo anterior, al menos así piensa y escribe en
1611 Sebastián de Covarrubias en su diccionario Tesoro de la lengua castellana o española. Al
tratar de la voz «guitarra», Covarrubias la define como un «instrumento bien conocido
y exercitado muy en perjuyzio de la musica que antes se tañia en la viguela».59 Y en la
voz viguela dice:
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3. La guitarra española
[la viguela] ha sido hasta nuestros tiempos [instrumento] muy estimado, y ha avido ex-
celentisimos músicos; pero después que se inventaron las guitarras, son muy pocos los
que se dan al estudio de la viguela. Ha sido una gran perdida, porque en ella se ponia
todo genero de musica puntada, y aora la guitarra no es mas que un cencerro, tan fácil
de tañer, especialmente en lo rasgado, que no ay moço de caballos que no sea musico
de guitarra.60
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