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JUNIO-2018
ANALISIS JURÍDICO DE LA OBRA “CINCO ESQUINAS”
HECHO: ¿No se sabe nada de Cachito todavía? Parece que los secuestradores han pedido seis millones de dólares a la
familia –dijo Marisa. Ha venido un gringo de la compañía de seguros desde nueva york a negociar, el pobre lleva ya
dos meses desaparecido ¿no?
ANALISIS JURÍDICO.
Base legal: código penal peruano. Artículo 152, inc. 5 y 11 Articulo 200 (a)(e).
VISTOS; interviniendo como ponente el señor S.M.C.; el recurso de nulidad interpuesto por el encausado
Y.S.M.P. contra la sentencia condenatoria de fojas cuatrocientos nueve, del veintiocho de septiembre de dos
mil seis; de conformidad con el dictamen del señor F.S. en lo Penal:
consignado- M.P. como autor del delito contra la libertad - secuestro en agravio de Mida Zamudio Paraguay
a la pena de diez años de pena privativa de libertad y fija en dos mil nuevos soles por concepto de
reparación civil a favor de la agraviada; con lo demás que al respecto contiene; declararon HABER NULIDAD
en la propia sentencia en el extremo que condena a Y.S.M.P. como autor del delito contra la fe pública ?
falsedad genérica en agravio del Estado Peruano; reformándola: lo ABSOLVIERON de la acusación fiscal
formulada en su contra por el referido delito en agravio del Estado; DISPUSIERON se anulen sus
antecedentes policiales y judiciales en ese delito, archivándose definitivamente lo actuado; y los devolvieron
4. OPINION PERSONAL SOBRE EL DELITO.
Este es quizás el ejemplo que más tenemos en mente cuando oímos la palabra secuestro. Y es que, en verdad,
estamos ante una clara afectación de la libertad ambulatoria. No obstante, es paradójico que el secuestro de
una persona con el objeto de pedir una ventaja económica viene sancionado en nuestro ordenamiento
jurídico no bajo la figura del secuestro, sino de la extorsión, esto es, un delito ubicado sistemáticamente dentro
del Título V, dedicado a los Delitos contra el Patrimonio.
En efecto, el artículo 200 CP reprime con pena privativa de libertad no menor de veinte ni mayor de treinta
años al agente que con el objeto de obtener una ventaja económica indebida o de cualquier otra índole,
mantiene en rehén a una persona. Cuando el delito es cometido por dos o más personas, como en el caso
propuesto, la pena prevista es no menor de treinta años.
Estamos pues ante un concurso aparente de leyes, donde el denominado “secuestro extorsivo” desplaza al
delito previsto en el artículo 152 CP. Resulta curioso que prevalezca un delito contra el patrimonio (artículo
200 CP) sobre una figura penal que tiene por bien jurídico uno de tamaña importancia como es la libertad
personal (artículo 152 CP). Pero así lo quiso el legislador, al tomar como agravante de la extorsión la privación
de libertad, cuando quizás lo más apropiado habría sido tomar como circunstancia agravante del secuestro el
perseguir una ventaja económica.
La distinción entre el delito de secuestro (artículo 152) y el secuestro extorsivo (artículo 200) ha sido precisada
por la Corte Suprema en sentencia de 28 de abril de 2004:
“que de la propia acusación se desprende que los que secuestraron y mantuvieron en rehén al agraviado León
Huaco pusieron en contacto telefónico con su hermano a quienes le exigieron quinientos mil dólares
americanos para liberarlo; que, empero, habiéndose tipificado el hecho como un delito de secuestro ―más
allá de que, en rigor, y vista la finalidad perseguida por el agente activo, el tipo penal sería el de secuestro
extorsivo, previsto y sancionado por el artículo doscientos del Código Penal―, figura penal que se limita o
circunscribe a una privación de liberta personal del sujeto pasivo”.
La Sala rechazó que la exigencia del pago de un rescate para la liberación de la víctima constituyese la
circunstancia agravante del antiguo inciso 8 del artículo 152 CP7 pues, como se acaba de señalar, la exigencia
de un rescate es uno de los elementos definidores del delito de extorsión o, con más precisión, del secuestro
extorsivo. El delito de extorsión, ciertamente, reconoce otras modalidades típicas, algunas de las cuales no
parecen tener una adecuada ubicación sistemática dentro de los delitos contra el patrimonio. Más allá de los
cuestionamientos de índole dogmático y político-criminal que se pudieren hacer, tarea que escapa al propósito
del presente trabajo. 8