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En átomos volando
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En aquel interior, el recorrido del cable que pendía de la mitad del techo
las construcciones vecinas, Johny y Beto miraban pasar las sopas color pollito,
Almorzar en ese chuzo era barato. La comida era abundante, por eso
medio día, el oriental desde el mostrador ordenaba, y con el dedo índice hacía
volar los platos. Sobre los comedores, las bandejas aterrizaban cargadas con
mechadas.
El comedero estaba ubicado en una calle del centro más bien escondida,
misma esquina era conocida porque, en las noches, la actividad más normal
maleantes - así como también los sanos - estaban todos ocupados tragando.
y las dos de la tarde allí se podían encontrar funcionarios de orden menor del
les era familiar, Johny y Beto se encontraban sobre las sillas, frente a frente,
los brazos cruzados, un poco encorvados, los pies torcidos e incómodos bajo la
mesa.
públicas de la nación.
compinches en la vida, pese a que suele decirse que los ingenieros y los
Sin embargo, a los dos les gustaba los mismos géneros de música Rock.
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En ese momento sin hablar y con el estomago apurado, los dos jóvenes,
todos los parroquianos, masticando desde las mesas, voltearon la mirada hacia
ingenuo - sentado en la mesa, justo abajo del aparato. Esto, aunque posible,
era juzgado por el chino como matemáticamente improbable: “No había por
comerciales, ese viernes todo en las primicias tenía el aire de ser normal. La
gente mientras comía vio los mismos veinte o cuarenta muertos de la jornada
algo más bien curioso y hasta peculiar: corrían rumores de que, esa mañana, el
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Cuando la mesera llegó por fin llevando en sus manos los humeantes
por continuar atentos a la pantalla, ambos le pidieron para el seco que les
trajera pollo, pues la otra opción – que ese día era sobrebarriga - no les llamó
televisor.
cruz. Ésta hubiera sido una de aquellas estatuas santas y comunes, utilizadas
le crecía “automáticamente”.
Jesucristo el cabello le crecía, la escultura era, sin lugar a dudas, una estatua
milagrosa.
Cuando la señora regresó con los platos del seco a la mesa, los
otras veces la habían detallado. Era una mesera contratada por el chino, un
poco extraña ya que se arreglaba con una estrambótica moña que, desde la
frente, le levantaba el pelo hacia lo alto. Se pintaba además unas rayas negras
lado, las órbitas a la fuerza. Daba la impresión de que ella misma quería pasar
también por oriental. Era por esto que cuando los muchachos almorzaban allí,
pues a veces semejaba tener, cuando hablaba, un acento que ellos mismos
Hablando sobre las noticias, Johny y Beto salieron del restaurante ese
a escasas cuadras.
***
las alas de aquel santuario de concepción gótica. Incluso era necesario hacer
feligreses era tenaz e innumerable. Contando con suerte, ese día los
fácilmente.
porcelana finísima, siendo moldeado con una técnica hispánica, que más o
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menos hacia mediados del siglo XVII se había impuesto en las colonias. En
calidad estética una serie fabricada en los talleres de un artista gallego del
península.
recia. Entre otras características, la misma poseía los cabellos como la mota de
un ángel. Ella estaba ansiosa por tener la figura lo más pronto posible entre sus
manos.
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medio de una multitud de paraguas, como cada uno iba para un lado distinto,
***
las calles del centro, deambulando sólo y sin rumbo fijo, casi toda la tarde. Con
las manos en los bolsillos, sus ojos se mantenían atentos a las largas filas de
la carrera séptima.
Luís Ángel Arango, dos mil trescientas veinticinco fotocopias para una
exposición de final de semestre. Como era lógico, Johny nunca las iba a leer, ni
mucho menos las ojearía jamás pero, como desde entonces las iba a cargar
rubio, lucía nariz respingada y ojos azules. Si bien la plata no le alcanzaba para
arrugas en los pantalones de paño o en las camisas planchadas que lucía con
residencial llamada “Pablo Sexto segunda etapa”. Aquel suburbio había sido
construido a finales de los años sesenta y era compuesto por muchos bloques
de ladrillo de cinco a seis pisos. El sector era reputado porque estaba rodeado
Fuera del rubio, también su mamá Judith, el esposo de ella, dos niños
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algunas mesas. A diario, en el sitio solían reunirse los viejos pensionados del
que, por lo poco que les había escuchado hablar, él consideraba de erradas
concepciones.
por esto que al penetrar en la cigarrería, ese atardecer, le extrañó ver que, al
frotaba las manos por el frío. Luego bostezó esperando a que la vendedora
- Buenas - dijo con voz ronca y los ojos fijos en el vidrio de una de las
alacenas.
quisiese comprarse también unas papas fritas, una chocolatina o algo por el
ese reflejo, una silueta detrás de él. Al fondo, en la parte oscura del
pensado.
de Balboa, respetable eminencia del barrio y más conocido por todos como: “El
historiador”.
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***
búho insomne desde las profundidades del almacén. Parecía haber estado
estudiándolo.
El personaje no se movía.
Johny, más bien perturbado por aquella mirada, lo saludó con timidez,
le preguntó al chamo si quería tomarse con él una cerveza. Era claro que,
teniendo algo de reto, la proposición resultaba muy difícil de refutar sin quedar
mal.
***
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día portaba una de color azul. Era un hombre enérgico, de gran elocuencia,
persona del barrio muy docta y culta. En su vida había leído a todos y cada uno
veces. Tenía un mostacho bien cuidado, una nariz abundante, los cabellos
- A usted joven y a sus amigos, los he visto pasar por aquí muchas
veces.
Johny bebía la cerveza ofrecida por el viejo sin prestarle mucha atención
a lo que éste decía. En tanto que el hombre seguía de pie, el rubio se había
En esa posición, Johny miraba al historiador con la cabeza hacia al frente mas
con los ojos de lado. Le parecía haber escuchado de aquel viejo decir lo mismo
toda la vida.
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- Los reto a usted y a sus amigos a que tengamos una discusión, ¡sobre
árbol.
muy cuerdo. Recitaba, por ejemplo, las primeras cinco páginas de la Odisea de
oía, veía y entendía más o menos bien. Hacía incluso, cuando se acordaba,
dando.
para irse.
“Ahí gente rara por todos lados”, pensó casualmente aquel chamo y sin
complicarse la vida se fue alejando del lugar, con su cigarrillo sin filtro puesto
bebida se le estaba acabando. Pensó pedir otra más y al volver a mirar hacia
fuera divisó en la espesura aún al joven que, a lo lejos, daba entre los edificios
aquella figura, que terminó perdiéndose por completo detrás de una última
esquina.
sombrero en ese turbio pasaje del alma, un sombrero que había querido
comprarse, desde hacía tiempos, para poder quedar idéntico a aquel sheriff de
una película antigua, de esas que siempre le había gustado cuando era niño.
ceño se encorvó sobre sí mismo. Quería dar a entender, con esa posición, que
espantoso, como todas las cosas de la vida, debía tener en algún momento un
punto final.
***
advirtió que en el hogar esa noche no había nada preparado para la cena.
Hacían un túnel.
- Apaguen esa luz, ¡hay que ahorrar electricidad! - les gritó el rubio
bruscamente.
hambre!”.
***
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sus hijos. Esa tarde, después del colegio, había estado dictando unas clases
extras a domicilio. Esa era la razón por la cual se había demorado tanto.
orines de gato la esperaban allí, esa noche, con los brazos abiertos.
momento.
Judith tenía unos cincuenta años de edad. Sus cabellos eran claros y
todo estaba tan mal en el apartamento. Por lo menos, Johny había comido y
disponía a dormirse.
- ¡Quiay mama!
bajo la cabeza. Cuando terminó dicha acción, entrecerrando los ojos al chupar,
- Quiubo mijo - le gritó con cariño Judith desde afuera, pero Johny,
***
silla y continuaba bebiendo. De todas formas no iba a durar allí solo por mucho
tiempo más.
inevitable de esa noche, con algo de amargura, al viejo Blas le dieron ganas
- ¡La iglesia le ha hecho mucho daño al país! - dijo otra voz entrando
detrás de él. Al contrario del primero, este último sentenciaba aquello por hacer
En sus ratos libres, estos dos personajes, más allá de andar cual
- ¡Las conclusiones de las pasiones son las únicas dignas de fe! - señaló
el docto y mientras miraba por la ventana, sin hacerles caso, el viejo Blas se
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alaridos de un energúmeno.
sus hermanitos y el propietario del apellido que Johny, desde hacía largos
nuevo a su mamá.
notó que de imprevisto se le estaba subiendo, como nunca antes, la rabia hasta
querida madre.
impunes.
que un día se había robado de alguna tasca. Aferrando aquel utensilio entre las
manos, contempló el madero con placer. Deslizándoselo entre los dedos, justo
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tiza azul que tenía en un dado, lo erigió hacia el techo y como un gentilhombre,
Con el extremo del alargado y pulcro leño asestó unos secos y fuertes
intentaba apuntarse los pantalones. Pero, en el afán que llevaba, tropezó con
colchón de un trasteo, que en ese momento iba pasando. Aún así, durante el
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soltando por fin el taco de billar caliente encima de uno de los sofás de la sala.
espacio acalorado se agitaba ya como todos los viernes a la misma hora. Las
la cual se había pensionado como profesor, hacía algunos años antes. El viejo
Blas y los músicos, por su parte, recibían halagos de una joven regordeta que,
deambulaba indagando por un puesto libre en los bancos, las banquetas y los
escalones.
es por causar inquietud, pero es sabido que si se hubiesen anotado los mejores
Pero, como nadie al final tenía con que escribir esa noche - ni nunca -,
todos los allí presentes, remamados por tanto alcohol y cigarro, se fueron a
muchedumbre de gentes que hacían la fila para ver al Señor, desde que la
A eso del medio día, Johny vio cómo la fila le daba ya la vuelta a cinco
todas las regiones del país. Adelante, descubrió al lado de los portones a dos
de la afluencia.
En ese instante, un cura que venía del interior les pasó unos trajes
mermar a la multitud.
fuera al santuario.
***
medio día. Por esa época, este hecho fue recibido con mucha alegría no sólo
por Johny sino sobre todo por los dos chicuelos que, hasta ese momento,
repetir duchazo. Era cierto que la bañada de las mañanas así como las
su padrastro, Johny era consciente que en el hogar no era todo color de rosa.
días luego.
Eso y otros escándalos añadidos - por ejemplo una vez golpeó por error al
a Johny con discreción y tacto: “dígale a su mamá que haga buches con jarabe
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de totumo”.
***
la música anglosajona.
les importaba en lo más mínimo quién diablos era Bob Dylan, sólo pensaban
Fue a partir de un lunes que, una vez curada del engorroso problema
papilar y sin trabajo, a la señora no le quedó otra opción que pensar en dar
mantuvo desde esa semana a Judith muy ocupada. Tanto así, que las
oportunidades para dar lora y quejarse a sus anchas de la situación del país se
quejumbres, que eran hasta hacía poco pan de cada día. Ahora, las únicas
veces que podía seguir desfogando sus penas sintiéndose escuchada eran los
El muchacho solía ir de visita más que todo los fines de semana. Era
la sala o por los cuartos, algunas veces pensando en darse a algo, le daba por
sensación de que ella tenía ideas muy originales y claras. Sobre todo, el joven
sobre la cara, hacía una mueca horrible y terminaba clamando: “¡En esta
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“Debajo del sagrario donde reside el Cristo en cuestión debe haber una
placa de oro grabada que tiene la firma del ilustrado español Don José
comprobarse este indicio “la pieza debía regresar lo más pronto posible a la
península ibérica.”
aquella iglesia con unos chazos de hierro gigantes, justo un siglo antes del
Fue así como los periodistas de otros diarios más serios, asumiendo lo relatado
públicas del país, en un tropel mayúsculo que, como de costumbre, varios días
duró.
además, el hecho indujo a los otros animales del sector: hombres, vacas, ratas
y cucarachas dejaron correr la lágrima. Y más aún, también las plantas: pinos,
eucaliptos y ante todo los guaduales lloraron largamente, porque tenían alma.
televisión esa misma noche: “A mí que no me vengan con ese cuentico de que
aquí algunos lloran y otros no. O aquí lloramos todos o aquí no llora nadie”.
En consecuencia, esta orden fue acatada sin esfuerzo por los altos
mandos militares, los cuales unos lloraron y los otros no. La población normal
de la urbe, mucho más ingenua, hizo caso inmediatamente. Durante tres días,
para, al derramar las lagrimas, coordinar esta actividad con la acción de pensar
unas cuantas jornadas, la gente salió de nuevo a las calles y cada cual mostró,
por pena, que no había pasado nada y que los que habían llorado eran otros y
ellos no. La parálisis total duró casi dos semanas y pasado el lapso, las
y ventas de apartamentos para pagar por cuotas, los esclavos, durante los
nada con aquella predilección que mostraba hacia los placeres salvajes, las
tiempo portó una abundante barba negra que rimaba muy bien con su
corpulencia, sus ojos verdes y su piel muy blanca. Le era placido mostrar, con
acontecían por esos días, al viejo no se le vio más esa semana por la tiendita.
amarillo se había largado para su finca en los llanos orientales, como le era
costumbre hacer varias veces al año. Paco Polo le había escuchado decir que
no iba a regresar sino en quince días y que de venida como que iba a traer una
carga de ganado.
vida, el viejo Blas había ido a parar a un remoto paraje árido y distante.
del país. Con una resaca magnánima, sostenía allí aún el timón de su montero,
entre las manos, para que el mundo no se le fuese a poner boca arriba. En
aquel pasado remoto, por los caminos muchos días de alborotado trayecto sin
descanso, abrigo o rumbo, la noche lo había visto caer en esa planicie donde,
combatirlos aún por largos años de su vida, en aquellas circunstancias, con los
primeros visos de luz, el viejo, aún joven en esos días, levantó la mirada hacia
botas de cuero sobre tierra firme. Por su camisa blanca, desapuntada hasta el
las maniguas había considerado que el clima del lugar era benéfico, próspero y
de buen augurio. Cortando, con una navaja suiza, un pedazo del salchichón
que tenía amarrado al espejo retrovisor del carro, caminó hacia los morichales
precio, ya que el tipo sabía que en ese peladero nunca iba a crecer nada.
lo esperaban.
Los primeros quince años, los viajes a ese paraje eran largos y
Criptón.
marranos.
rancheríos más cercanos. Las fieras salvajes eran para entonces seres
temerarios y no faltaron las contiendas en que, el viejo Blas, dio la batalla a los
trotamundos.
hubo gran cosa humana durante mucho tiempo. En las idas y venidas del
historiador a la finca, los planes que se hicieron para construir una casa fueron
frutales.
negociar ganado que, poco a poco, iba adquiriendo aquí y allá. Con un pedazo
viento en un alto.
con un dedo señaló un palito que tenía medio muerto enterrado en la tierra y,
orgullosamente, dirigiéndose a sus dos hijos menores les dijo: “eso que tengo
siguiente. Empero, como en las montañas del trópico las apariencias corren el
alteración súbita del clima procuró una secuencia de chubascos inusitados, que
cosa habitual en junio o julio pero, en esta oportunidad, la gente rumoraba que
vía satélite”.
Lo cierto era que los chubascos se desplomaban con los cielos teñidos
matrimonios se arreglaron y un niño del bloque c-45 conoció por fin, por esta
razón, a su padre.
Una noche, luego de un día oscuro y de calor extremo, la gente salió por
los pasillos buscando el fresco y por doquier se instalaron mesas para jugar
congelada de picachos y de esa suerte, mientras las mujeres iban a traer los
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abrigos, los hombres votaron los dominós por el suelo y ante lo agreste del
En aquella ocasión, el hielo cayó del cielo de una forma tan brutal que
de parroquianos que, a esa hora, salían de la iglesia sin haber dado limosna.
asunto era una “disfuncionalidad orgánica de los ciclos climáticos”. Y por esta
que era nieve, una mañana de junio decidieron unánimemente que Papa Noel
“debía de estar muy cerca”. Esta declaración ofendió luego a la gente mayor y
especialmente a los abuelos que se oponían a que fuera ese idiota papanatas y
barbudo quien trajera los regalos este año, ya que la tradición decía que era el
entre lluvia sin nubes, calor con ellas y chubascos hacia arriba, la gente no
Pablo Sexto cubiertos, en la parte baja, tan sólo con unos taparrabos de
fabricación casera.
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buena excusa o razón para tomar. Con excepción del historiador, que
continuaba en esos días de viaje, todos duraron esa semana borrachos, viendo
el agua irse y venir con el sol constantemente, hasta veinticinco veces por día.
días.
propietaria, alarmada, cerró la puerta del establecimiento con llave, y sin pedir
la opinión de nadie, no dejó por ningún motivo que los viejos pudieran salir a la
calle.
***
las principales vías de toda la ciudad estaban hechas una catástrofe. Las
lodo y corotos de gente de escasos recursos. Estos trastos junto con sus
buena nueva fue que, al cabo de los días, el ambiente de Bogotá quedó muy
hecho que demostraba la alta fertilidad de los suelos del altiplano, rico en
los cuales plagaron los aires dedicándose, con prontitud, a hacerse el amor sin
escrúpulo, unos encima de otros. Los niños en los colegios públicos jugaban a
loncheras.
- Ese aire que sale de ahí debe de ser cancerígeno - exclamó Judith
- ¿Qué pasa? - gritó Johny desde la ducha - ¿qué pasa?, ¿mamá?, ¿es
a mí?
doblar unas camisas que tenía embojotadas, como habían caído, sobre un
sillón de su cuarto.
con una mano y le pareció que, de pronto, otro día él podía simplemente
Beto tenía la misma edad que Johny. Al contrario de su amigo, éste era
tanto obsesivo. Las novias, antes de echarlo, siempre le decían que él les
ayunas.
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media de Pablo Sexto en bus. Compartía el hogar con su primo pequeño y una
tía que los mantenía a ambos. Los tres habitaban el segundo piso de una casa
a medio terminar y de dos niveles, que estaba custodiada por un perro llamado
La tía de Beto era una actriz fracasada y costeña llamada Alix. La mujer
suerte, años atrás, había sido muy llamada a representar papeles secundarios
para la televisión pero, con el paso del tiempo, poco la solicitaban ahora para
rato le armaba su tía - molestia que era frecuente pues esta mujer, al sentirse
para esa época de ocio de mitad del año. Entonces, no teniendo ocupación
música electroacústica.
admiraba sus amplios conocimientos sobre este tema. “Este man sabe mucho
La música a Beto le servía más que todo para calmar sus estados
ansiosos. Quien sabe porqué razones, tal vez genéticas, el muchacho tenía
entonces sin intención llegara a ocurrir un día, - ¿ante la ley podré ser
arriba, entre ellos una gran cantidad de sábanas y trapos cochinos, una
vez tuvo que hacer un gran esfuerzo, concentrándose mentalmente para evitar
impensada noción de que bajaría de aquel lugar, con un pedazo del vidrio roto
plátano, a la espera de una estúpida tapa, en ese instante, jamás pensaría ser
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degollada. La cámara un poco más arriba filmando la eyección del chorro rojo
su lado, con la lengua afuera sin entender nada, por diversión le batía la cola.
más perverso que él y que aquellas ideas maléficas eran las peores
demente. La gente morbosa lo iba a observar, en televisión, para ver qué cara
tenía “Belcebú”.
música rock. Leía, además, todo lo que podía sobre la historia de los
por esto que para evitarlas le daba por entregarse a la ayuda de los oficios
domésticos.
sobre lo bien que estaba educado ese muchacho y sobre cómo hacía todo con
gran placer.
- Menos mal que Johny elige muy bien sus amistades, mire como es
demoraba en la ducha, una vez que Beto acabara de aspirar hasta los rincones
más profundos del piso de la sala, ella ya lo tenía elegido para que luego,
montaña de loza.
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pasos muy lentos, de vuelta a su carromato, desplegó entre sus manos las
páginas del diario. Aguzando la vista para ver mejor los encabezados, buscó la
editorial, se indicaba que los altos intelectuales del país y sobretodo “los siete
cielo por el rumor que corría de que - ante los roces surgidos por el litigio de la
vehículo. La noticia era para él simplemente un dato alarmista más, entre los
todavía.
concreto, tapizada con baldosines para baño de color blanco bajo filigranas
azules y rosadas.
silla larga, con la mano pidió que le trajeran un poco de lo que se alcanzaba a
ver en el interior de una gran olla de metal. Una señora salió y le acercó a la
de ahí, pero que nunca había detallado. Tenía la mitad de la cara quemada.
extraño personaje.
doctor, si a ella le parecía que era como un doctor. De todas formas le sonrió
bocado.
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sector.
interior, el rol de líder vecinal, esto a manera de reto consigo mismo. Quería
sur occidente del conjunto residencial. Insistía en que, en ese sector de Pablo
Sexto, los jóvenes aprovechaban frecuentemente las sombras para realizar allí
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actividades ilícitas.
los llanos. Fue por eso que, poco después, él fue el único que en la tiendita no
- Ya llegó el letrado y estoy seguro que hoy nos va a salir con algo -
- Ahora sí, voy a poder llenar la finca de pasto - dijo con certeza, mirando
a sus camaradas.
cual, por fin en esta ocasión, se había decidido a venderle el aparato por un
buen precio.
“Esto de lo que habla este viejo es tan convincente que debe de ser
mentira.”
El viejo sabía muy bien volver sus extrañas fábulas literatura oral, de tal
manera que hasta Doña Cristina, la dueña del establecimiento, desde el otro
lado del mostrador, junto a la greca, le prestaba atención; a pesar de que ella
intentaba no hacer mucho caso a esas conversaciones, sin fin, de ese grupo de
doña, quien, fuera de esperar a destaparles eternamente una nueva ronda, era
por otra parte una persona muy correcta y atenta. Siempre que Johny pasaba,
por ejemplo, como a las cinco de la tarde, a llevarse su consabido cigarrillo sin
filtro, a ella le daba la impresión de que el joven estaba cada día más flaco.
- Ahí mijo, usted sí está muy mal, récele, récele al señor - le decía de
vez en cuando.
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ducha.
cascaron inservible. Sin embargo, la sonoridad del artefacto era aún de buena
calidad. Algún día, el mismo había sido fino, poseyendo incluso alguna marca.
A pesar de que el agua salpicaba y corría por todos lados, Johny nunca
que esta distancia era bastante larga, la extensión había tenido que sufrir una
Aunque las dos caseteras del aparato ya no servían para nada, a Johny
estrella.
cabezota.
- La cabezota que es tan intensa cuando uno cierra los ojos - pensaba
mancha de su cuerpo.
tanto así que, tal vez en dicha acción, al joven sólo le hubiese causado envidia
de jabón.
***
edredón de la cama, Beto miraba, oblicuamente, las fotos pegadas sobre una
regadera.
por detrás, empujó al mono hacia el espejo para hacerlo chocar contra el
o qué?, además ni esculque allá porque dentro de la nevera no hay nada para
comer.”
preguntándole:
***
Yerbux era un árbol excepcional del conjunto con el que Johny había
“Pude hablar con Johny - nos explica el frondoso - una vez que otra de
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joven desbarataba en pedazos una panela, y con tres fragmentos de ésta puso
en agua a sancochar unos hongos secos, que para ese entonces celaba en un
frasco color café. Una vez preparado aquel menjurje, se sentó a mirar la
televisión. Iban a ser como las ocho y media de la noche y desde afuera, a lo
lejos, a través de la ventana abierta del patio de ropas, a esa hora yo alcancé
“- ¿Cómo así?”
“-¿Ah?”
¿Cuántas veces desde hacía años había estado llamándolo sin que me
“¿Cuántas veces no había pasado el maldito Yony por estos lados, sin si
infancia. Que ingratitud, maldito perro corrupto, si pudiera mover las ramas lo
ahorcaba.”
sin perder el tiempo que yo era su viejo Yerbux y que, siendo un árbol insigne
del conjunto, lo tenía muy presente a él desde la época en que con su mamá
“- Yo vi desde aquí, por tu ventana, la fiesta de tus cinco años. Más aún,
“- Ya sé, - exclamó luego - éste debe de ser un viejo roble como los que
mientras habla conmigo, más bien toca seguirle la cuerda a este tipo de viejos.”
soy roble sino eucalipto. Más tarde, felizmente, tras el acoso efectuado de mi
verídica, me tocó hasta señalarle que, de niño, uno de sus juegos favoritos era
dedicarse a mirar derretir babosas, echándoles encima sal yodada por ahí
cerca en la tierra.”
puso amena y grata. Evocamos las anécdotas y los viejos tiempos. Le pedí una
última oportunidad, le dije: me siento muy solo Yony, prométeme que vendrás
***
rubio, mientras éste le relataba, una vez más, la misma historia de aquel árbol
parlante.
para así disimular una sonrisa incrédula. Beto no quería que su amigo notara
El otro finalmente no le respondió. Johny seguía allí, con los ojos fijos
medio encalambrado.
- Oiga, vamos más bien por ahí a caminar a otro lado - le dijo por último
el rubio y sorbiendo lo que quedaba de trago, arrojaron las latas a una caneca y
***
una especie de limo vaporoso que lo bañaba todo, y que poco dejaba ver lo
que se tenía justo al frente. Entre la neblina, por los parques, algunos púberes
poste.
- Sería bueno un día de estos tomar desde aquí unas fotos - dijo Johny,
losas de cemento.
- No sé - respondió el otro.
- Entonces volvamos.
***
Mauricio Jayanes.
- Huy, ahí viene ese man…- murmuró Johny, intentando hacer como si
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no lo hubiese visto.
frasquito de plástico.
cautela, fingía ser otro estudiante más: llevaba el pelo largo más abajo de los
Los chismes decían que era un tipo muy poco recomendable, mucho menos de
fiar.
inventaron que, en su casa, Jayanes les había mostrado una bolsa donde
inquieto. Desde los cuatro años mostró una crueldad anómala. Fue en la
misma época en que empezó su manía de aplicarse a morder con rabia a sus
la juventud, hacían del tipo una persona capaz de mandar al que fuera
alucinofobia, la empresa lo contrató, más tarde, para laborar en otro sector del
Entre los bloques, con los pasos, se escuchaba tan sólo al perro soplando por
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abrupta y amenamente.
hacia el suelo. Luego, sin dejar de caminar, el rubio se metió las manos en los
verlo, el pelafustán, en el fondo, les tenía mucho respeto. Esto se debía a que
adentros, la idea de que él era un idiota y que la educación era una cosa
inaccesible en este país, sólo alcanzable para espíritus elevados. Tenía incluso
la extraña intuición de que Johny y Beto eran de los pocos cerebros del
vecindario.
la universidad, Jayanes veía, en Johny y Beto, algo así como lo que él siempre
hubiese deseado alcanzar y ser. De todas formas, como no quería que los
así que, esa noche, mientras caminaban estuvo torpemente procurando hablar
con ellos sobre algo de política, con el objetivo de mostrar que él estaba muy
- ¿Y qué tal ese cuento del Cristo que nos quieren quitar ahora? – dijo,
llamando la atención de los dos chavales, los cuales, a ciencia cierta, no sabían
había existido, y que lo que pasaba era que el “antiguo continente” se trataba,
más bien, de un viejo invento de los Estados Unidos para tenernos a nosotros
como el bellaco lo único que quería era, humildemente, ser aceptado por ellos,
logrando con los enunciados hacer vibrar el pocillo lleno de ají picante, que
sobre el mantel de una de las tablas, desde hacía siglos, descansaba allí
chorreando.
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Sin detener su curso, los tres y el perro se alejaron del lugar. Johny se
hubiesen ocurrido esas brillantes soluciones a los problemas del país, que esos
despedirse de ellos.
“shhhhh”.
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II
1
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en su retina.
mañana. Dudando entonces si debía levantarse de una vez, recordó por azar y
jueves pasado le había tocado dejarlo tirado ahí, en uno de los aparcaderos del
normalmente lo guardaba.
el lugar.
repuesto, todos ellos haciendo ruidajos dentro de dos cajas de metal oxidadas,
Una vez frente al tiesto, movió hacia abajo dos clavijas situadas en la
instante, a su memoria el placer táctil del contacto con los órganos internos del
astillar, corrió enseguida hacia aquel desparrame y rearmó con todo eso, y en
nuevo.
dañado, sin siquiera cambiar una sola pieza. Para completar, cuando todo ya
estaba en orden, le dio dos suaves golpes con el pie a una de las ruedas y
***
tan grande como medio departamento de Boyacá. Él había nacido en una casa
años.
joven, Blas había sido enviado a vivir a la casa de un primo de su madre que
dándole un espacio sucinto, en alguno de los doce cuartos de una gran casa
colonial de dos pisos con jardín y patio. Aquel pariente, hombre acomodado y
poeta innato (poseía una gran nariz), dedicaba su vida a la filosofía del goce,
hasta cuarenta años más jóvenes que él; las cuales entraban a la casona
Y tal vez fue también por esa atmósfera anárquica, de palabras, textos y
Bristol, serie que daba prueba de la gran energía de un gorgojo cuyo rastro era
dada la afición que poco a poco adquirió por la lectura, - cosa que fuera de su
tío los demás familiares veían con malos ojos -, por intermediación de
en el Renacimiento, temas en los que profundizó por muchos años pero que,
Una vez habían cesado los treinta y cinco años de clases, procuraba olvidar
todo aquello de lo que tanto a los alumnos les había hablado, lo mismo que
ahora consideraba que en la vida práctica nunca le había servido para nada.
ciencia cierta, a aquel viejo lo que si al caso le podía preocupar ahora eran sus
por encima de todo, sembrar y sembrar, sobre sus suelos, cada vez más pasto.
sucederse.
Pocas horas antes de que saliera la luz del sol de ese mismo día, al
tiempo que Johny había dormido como un lirón durante toda la noche, su amigo
paqueticos de los fritos, que comía en las medias nueves. Un poco más arriba,
dedos gordos del pie, el joven se percató que alcanzaba a tocar, por algún
lado, las puertas descarriladas del armario de la alcoba. Estas estaban zafadas
Para guarecerse del frío, se enrolló lo mejor que pudo una cobija desde
los pies hasta la cabeza y, camino al corredor, despejó lo que logró mover,
tumbando sin querer una bolsa de cuero llena de palos de golf del abuelito de
Johny.
cocina, sin prever que pronto se le iba a acabar el tapete. Los baldosines
mañanera debajo de sus talones, avanzó por la cocina sin hacer ruido.
primero unos tarros en forma de oso de miel vacíos, y segundo dos botellas de
buscaba, abrió la caja del pan, rasgó un talego y sacó una mogolla que se fue
Transitando por la sala, el muchacho observó que los cojines del sofá se
habitación. Sin pensarlo dos veces, allí se echó. El cosmonauta tenía, a esa
vigilia, luchando contra él, no lograba sin embargo atraparlo del todo.
situación.
difícilmente por entre los corotos apilados, junto a la puerta, ya adentro movió
sin querer, con la cobija que llevaba colgando, el bufete cuadrado junto a la
caucho, dos materas llenas de colillas y por último unos pitufos y un pito de
policía.
un Triceratops.
***
Por tierra, en postura horizontal, pese a que ya había cerrado los ojos,
de la atmósfera.
Moviendo las cejas hacia arriba y con los ojos abiertos, tendida la cara
armario.
incómoda posición en la que estaba. El molesto ruido se volvía cada vez más
Bajo aquel suplicio sonoro, con los ojos rojos, algo salidos y clavados en
ponían pereque. En medio de los sollozos, Judith les untaba y les servía, sobre
en la boca.
- ¡Otra, otra! - pedían en coro las dos pirañas y así temiendo que
Confundido al no ver por ninguna parte, sobre el piso, lo que durante toda la
sueño, por el trasnocho, olvidándose del asunto, fue a anudar la cortina, para
balón de fútbol.
examinó las ojeras, los pómulos y levantó las cejas varias veces.
Persiguiendo la luz, Beto lo vio instalarse encima de los sillines para rectificar,
***
molestia de llamar a su tía Alix, a informarle donde diablos era que andaba.
de esa ventana, estaba viendo pasar los días de todo un mes. Este
- ¡Ay, Beto!, ¡tú sí que eres gentil!, exclamó Judith al verlo, ¡tú sí que
eres chévere!, ¡tú sí que no eres como Johny, que se la pasa todo el tiempo sin
ayudar en la casa, ni hacer es nada! Ven Beto, ponte a lavar los baños, toma
este cucurucho.
todavía irritados por las lagrimas. Sin mucho más, la mujer fue a revisar si sus
cantaleta.
televisor.
***
fallas técnicas.
diplomacia.
con anticipación, por las autoridades locales. Para dar una buena imagen del
país en el exterior, por pudor se habían recogido y encerrado a todos los locos
metrópoli.
huelga.
“mambeando coca”.
a recibirla en el aeropuerto.
malos del paseo, el cual es explotado al final de la trama por un benéfico misil
norteamericano”.
país: “la película muestra que la tecnología también está llegando a nuestra
nación. En términos fílmicos, los gringos nos enseñan que hemos dejado de
vivir en la edad de piedra. Hemos superado, con honor, esta dura prueba.
almuerzo, y a ella le iba a tocar mirar a ver que inventarse para alimentar a esa
sobre el cometa?”.
gorro de caucho para piscina, que sobre la testa le calveaba la cabeza. Tenía
a recoger una carta postal que reposaba contra unos libros, en el bife de la
89
por entre el medio de una gran cantidad de ropa húmeda que pendía sobre las
cuerdas. Quitándose las gafas para guiarse por el medio de esa selva, de
abajo del lavadero, desencajó un pequeño lienzo, el cual descansaba allí sobre
un bastidor.
Era una pintura sin terminar de una mujer tendida sobre una laguna.
apartado rincón de la casa, desde hacía varios meses venía realizando. Esa
mañana, la plácida iluminación de los rayos solares entrando por la ventana del
prerrafaelita.
***
fuerza y poniéndose las manos agarrotadas sobre las mejillas, la mujer estiró la
una frase de “no hay almuerzo hasta que ese aparato no aparezca”.
***
formas, los cojines de la sala, yendo también a mirar debajo de los muebles y
de las camas.
parecían indicar que los ladrones se habían metido, durante la noche anterior,
por la ventana del patio, pues ésta muchas veces quedaba abierta.
con una cinta pirata de “Mi amigo Mac”, sacada alguna vez de un alquiler que
Finalmente, todo el asunto se diluyó más tarde entre los frijoles para la
formaran los huecos para poderle poner en bajo, la contrariedad en Judith era
pintura.
se iba haciendo algo pesada. La resolana que entraba por los ventanales
el lavaplatos, excitada por el buen olor del guiso para la frijolada. Judith la
pitadora.
para entonces, se había quedado dormido del cansancio encima del sofá de la
ya estaba apagado y sólo se oía el débil sonido del aire saliendo por la olla a
presión, más algunos murmullos de los dos pequeños, correteando por las
habitaciones.
cuando ella llegue, a esas gatas les va a tocar irse de este apartamento,
***
atentos, una hambruna cuasi caníbal. La mujer, haciendo pitar la olla, la asió
“chao mamá”.
94
abrir la puerta.
tiempo, un olor a carne fresca, expelido por la carnicería del barrio, a tal punto
se distrajo y fue atropellada por una buseta, que afanosa rodaba sin rumbo fijo.
La gente que iba dentro del vehículo cocinada se paró pensando que el
por el calor, llenaban bombas de caucho con agua y antes de hacerles el nudo
pequeños se pusieron a tapar con los dedos directamente la boca del grifo,
haciendo que el chorro saliera despepitado hacia cualquier parte. Con esto se
sala y sintiéndose muy pesados por ese bochorno, salieron por el corredor y
pastal.
Más allá de una de las amplias zonas verdes, y antes de llegar a la cerca
firmamento. Cobijados bajo la sombra, algo del viento que por fin pasaba les
reposar sin molestias. Por encima, la fricción de las hojas de los frondosos
follajes produjo una sutil y etérea sinfonía, que lentamente sumió a los jóvenes
vagamente perceptible.
ya a miles de kilómetros por encima del planeta. El azul iridiscente era de una
durante esa fracción pasajera del tiempo, ellos serían para siempre dos
cuentas, dos tótems de madera lanzados hacia el espacio con una bazuca
explotada desde el circo que era, en los lindes remotos ya, el mundo terrícola
del homo-sapiens.
montañas hizo que el joven se preguntara si más allá de esa visión, en los
esa misma hora, enormes osos hormigueros acompañados por grandes garzas
relajado, se estiró, cruzó los brazos y entreabriendo los ojos creyó ver, en el
- Ya nos llegaron los chulos - dijo calmadamente Beto, quien con una
pajita en la boca punteó con el dedo a los gallinazos, que daban vueltas en
un poco mejor el sol, con los ojos de lado, mirando el flotador sin mover la
cabeza.
hinchado y gordo. Luego, impulsándose con las dos manos, lo tiró torpemente
hacia delante con el objetivo de observar que efecto daba éste, directamente,
Por su parte, Beto, irguiéndose un poco sobre los codos para poder ver
- Venga en serio, ¿para qué compró eso? Oiga, ¿para qué compra esas
con una aseveración: “¡que miseria!, ¡tenemos que hacer algo para ganar
plata!”
***
Johny, quien, divertido, ingenuamente creía aún muy lejos el peligroso día en
tarea de soltar ideas para resolver, de una manera fácil, la dura carga social
interesante. Ésta consistía en fundar una sociedad que tendría por objeto
nota que tuviese como destinación el infierno. Beto agregó diciendo que no se
cuestión, Johny se pasó un brazo sobre la cabeza para cubrirse los ojos de la
luz, le pegó un chupón al porro que había pegado y dijo con un tono amargo:
“¡qué va!”.
***
pero moreno y divertido, de ahí su sobrenombre poco original “el negro”. Tenía
ese día puesta una chaqueta impermeable de plástico oscuro y unos zapatos
de cuero, con una hebilla de charol cubierta por la bota del bluyín.
de hortalizado durmiente.
la que había invertido la poca plata que le quedó de una herencia familiar.
los cuatro fines de semana en que había durado abierto, uno que otro
pelagatos era máximo lo que allí entraba, junto a unas pavorosas ratas sin
guarida. Incluso, una vez hasta arrimó al lugar un borracho que, si no le daban
una vieja y un trago, tenía todas las intenciones de romper los vidrios.
- Pues sí, eso sigue ahí igual, poca gente va - continuó - más bien he
- Pues resulta - continuó el negro - que una tía abuela que tengo conoce
una gente en el Tolima que arrienda terrenos, así, - movió la mano - para
estaba por irse con el aire. De regreso, con el avión en la mano, explicó que
estaba pensando clausurar el bar, pues tenía hallada esta nueva manera para
Enseguida, señalando al fondo con el brazo estirado y con el pico del hinchado
exhortándolos:
atrapar!
***
103
allí inmóviles, con los ojos cerrados, como pegados al suelo y más rígidos que
nunca.
hizo en aquel momento que sus amigos parecían así dos esculturas antiguas
en piedra, botadas al suelo, tal vez como las de la isla de Pascua o incluso
- Eso lo dice porque está resentido - repuso Beto sin levantarse - eso es
a encenderse.
A esa hora, Judith venía de dar dos clases cerca a Unicentro y rendida
Desde allí arriba, la ciudad se veía extendiéndose hasta los límites del
- Eso debe de ser muy raro ver el país desde el cielo - dijo el amigo del
última fila de la buseta, puso una mano negruzca sobre el cojín de adelante.
adelante, desde las montañas, vio surgir las flamas de miles y miles de velas
zonas de invasión.
colonizados a la fuerza, moldeados por los tugurios que, día a día, crecían en
mundo, se les premiaba la buena intención de ayudar con una malaria, una
con lodo, tres señoras de la clase alta acudieron a uno de esos tristes lugares y
metieron las caras en un barrial, para ver si, así, las arrugas, que tenían bajo
pasajeras habían dejado el cielo una vez más descapotado y, bajo la luz de la
luna, más allá de los chiribitiles, se percibían miles de siluetas de árboles, pinos
barrio. Venía con hambre y cansada. La buseta había bajado ya por la avenida
siempre tanta vuelta, Judith observó la parte alta del respaldar de la silla que
tenía al frente.
repente, se le hizo que la tela blanca y cosida, frente a ella, tenía una forma
107
similar a la de un calzón.
el transito fugaz, con la mirada otra vez en la ventana, la mujer vio pasar un
carrito de perros calientes situado en una de las entradas del barrio Federman.
- ¿Eran Johny y sus amigos los que estaban allí comiendo arepas? - se
conductor. Una lucecita intermitente le botó su reflejo sobre el vidrio más pálido
que nunca.
reminiscencias. Con las luces de los carros pitando afuera, se fue en el tiempo,
inglés llamado Christian Harvey, quien, por amor y cuestiones del embarazo, se
especialmente una ciudad muy fea, el europeo se voló antes del nacimiento del
Johny diciendo que eran los abuelos del muchacho. “No se preocupe, su futuro
108
estará asegurado” le dijeron a Judith en inglés, esa vez, hacía como quince
muchas veces al mirarse al espejo, viéndose los ojos azules, el cabello rubio y
algún punto más bien escondido, por la parte trasera y fuera de la cerca que
picadito de microfútbol.
balón iba y venía hasta que, en algún momento, la bola cayó con potencia
sobre dos alacranes unidos bajo una roca, danzando de lado y muriendo al
que apretaba la copia de una llave. La misma que, tiempo atrás, le había
servido para abrir la puerta del laboratorio de “pesas y medidas”, el cuchitril del
sin saber exactamente por qué era que ese día la tenía entre sus dedos, se la
las arepas, las papas rellenas y las empanadas. En el otro, más selecto aún, se
celaban las papas criollas, las morcillas y unos crocantes chicharrones de pelos
rizados y tiesos, ya freídos por el aceite. Más hacia el fondo, desde una olla,
impaciencia.
revistas. Más aún, sabiendo la fecha del cumpleaños del cantante, una
peluquera se ganaría, esa tarde, el premio de una cena exclusiva con todos los
Hasta entonces, la misma se hallaba oculta bajo las alacenas. Hacía unas
muchacha.
preguntarle sobre su identidad y sobre las razones por las cuales estaba allí
***
112
- ¿A dónde lo llevo?
- Sí, conseguí un poco, ahí del que venden en esa tienda que es como
bueno.
quitó del cuello la correa que sostenía los prismáticos y agarrándolos, los
envolvió con esmero en una página de periódico que extrajo de uno de los
bolsillos de su chaqueta. Una vez empacados, los dispuso con cuidado encima
ellos!
- No me cuente…
chofer y el pasajero se habían encarnizado ya, pasando revista por los puntos
uno de los músicos. Al verlo entrar con la maleta hinchada, el intérprete se paró
de las mesas.
Cristina salía a espantar a un burro que pretendía comerse la basura, los dos
limpieza tal, que cuando ella llegó esa noche del trabajo pensó que se había
equivocado de bloque.
lado, Johny, echado a lo largo del mismo sofá, tenía la cabeza recostada sobre
Parecía que el hombre prehistórico se alistaba para salir a una reunión del clan
mirar que era lo que estaba pasando. No era nada. Bobos. Estaban
molestando.
sanduchera.
***
como un extinguidor acabado que por años duró tirado en un rincón de la sala,
madre ponía alharaca una vez más, por lo que, parándose, fue a la cocina
sacarse las cosas. Pero una semana luego de haberlo echado, se habían
caso, el tipo se estuviera entrando por las ventanas a sacarse las piedras
A la sazón, Judith y Johny esa tarde llegaron a suponer que podía ser
que era absurdo desconfiar del muchacho, a quien conocían desde hacía ya
seguridad de que los objetos debían estar refundidos por ahí en la casa.
Pensaba que después cada cosa iba a aparecer en su sitio. Consideraba que
eso debía de ser parecido a lo que ocurría siempre con la cinta pegante, el
colbón o las tijeras, útiles que, a pesar del orden, nunca se encontraban en el
y mirando a su madre, condolido por lo que ocurría, hizo con las cejas y la
hija, Alison.
sola.
Judith por la bocina -, pues cuando ella se baje de la flota que coja taxi hasta
acá. Eso es fácil – y tranquilizando a su hermana, le aclaro: “no, no, no, eso es
muy fácil.”
118
III
119
la buseta en cierto recodo del barrio Las Guacamayas y ladeando una estación
de Policía, anduvo por un arenoso caminillo que se abría entre dos potreros.
luz, el de gafas evitó un atajo usual, con el fin de eludir a las galladas de
maleantes que por allí a esa hora abundaban. Por entre el comercio, se orientó
a otro, caminando por entre las iluminaciones, bajo los avisos de los negocios
repente a México.
país, aquí y ahora mismo, alguien parecido a él debía de estar observando más
o menos los mismos paisajes: las mismas calles, los mismos basurales, las
tomándola con ambas, al tirarla al aire, con atino una buseta la atajó y con el
refugio.
Detenido, con las manos en los bolsillos frente a la botica, las medicinas
luminiscencia azulina.
***
primer piso sin hacer ruido. El garaje interno estaba vació. Llevaba ya unos
cuantos meses así, casi un año, desde que el señor Rufino, propietario del
122
inmueble y quien vivía en el primer piso, había vendido su Ford fiesta blanco.
el piso, más una estantería que en la oscuridad emergía del fondo recostada
Cachaco, desde la azotea, al detectar su olor, saltando alertó a Alix con sus
furia.
entraba a la residencia tan fresco como una lechuga. Hacía dos o tres días,
los hospitales y a las morgues. La víspera había ido a visitar una fosa común,
era idéntico a su sobrino según un retrato hablado. La sola mirada a esa momia
muchacho una insultada tremebunda. Los gritos que lanzaba por la boca
***
madera, uno al lado del otro, bajo el colchón hacían las veces de una cama
rojiza. El lado izquierdo del mueble era utilizado para guardar la ropa y el
búhos.
con dificultad la pijama de rayas azules que tenía bajo la almohada, colocó sus
gafas a un lado, y miró hacia arriba con los ojos fijos en las texturas
Acababa de darse cuenta que tenía que volver a bajar a apagar la luz.
contemplando hacia el exterior, tuvo la leve sensación de que él, desde allí
arriba, era algo así como una gárgola milenaria y que su cuarto no era más que
un cubil felino de observación hacia el mundo. La vista, a través del vidrio, era
urbe.
informe. Sin querer cerciorarse de que lo que había espichado era una
algún gran insecto pegados bajo la planta. Pensando que su cama era un
***
total silencio. Eso también era un alivio, su tía quizá había salido temprano a
nevera, desgarró con los dientes una bolsa de leche y escupió el pedazo de
Una vez terminada la tarea, a eso de las doce y media, abrió la puerta
127
para bajar por las escaleras con las bolsas. Atravesando el garaje, fue a
depositar las hediondas talegas en el bote del edificio, más allá del antejardín.
receptáculo, notó que la tercera no iba a entrar y sin perder la esperanza, pujó
con el pie las otras dos dentro del bote, intentando crear espacio.
era llevar la bolsa restante hasta el otro poste, caminó hacia la esquina donde
había imaginado que estaba la caneca siguiente, encontrando luego que allí no
había más que un palo enterrado al suelo y que, primero, éste no era ningún
Percibiendo que nadie lo estaba mirando, velozmente dejó tirada la chuspa por
nuevo hacia la casa. Pronto, subiendo una vez más, se encerró en su cuarto.
a sus casas a esa hora. Se bajaban atortoladas de los buses, con hambre y
pasó y pillando a Beto con esa cara de angustia allí arriba, se acercó y
deteniéndose, con un halo paternal, desde abajo lo gritó: “ Oiga mijo, vaya
durante media hora.” Y reanudando su marcha, le encimó un: “hágalo todos los
ser. ¿Cuánto tiempo había pasado sin hacer nada? Otra mañana perdida en un
mundo sin esperanzas. Otro día más en que la vida perdía todo su sentido.
sus libros de ciencia ficción, y desde allí por primera vez miró con desprecio su
único que llegó a su mente fue la idea de que ese profesor, aunque era buena
***
colección en la grabadora.
Con los ojos bastante rojos, se pasó la mano nerviosamente por su nariz
humedecida y no contento con la música la cambió por otro casete, y luego por
venía y que era próximo de nuevo a la ascensión, fue entonces hasta la sala y
valorar este año sólo las manifestaciones autóctonas, como las cumbias, los
comunicadores.
***
musical sobre la discografía reciente de uno de los grupos favoritos del joven.
Tenía que apurarse. ¿Qué hacer? Tomando fuerza, optó por una
periódicos viejos cubierta con aquellas mantas, metió la mano debajo de las
cobijas y exhumó, del polvorín y al azar, uno de los casetes que acompañaban
de aprendizaje era del señor Rufino, quien tenía los fascículos con las
el joven ya estaba otra vez en su cuarto con el precioso material así obtenido.
Siendo precavido, cada vez que así obraba, solía rasparle al casete el
enunciado del curso de inglés: “no sea que el señor Rufino suba un día de
***
en ciencias sociales. Entre lo poco que el muchacho tenía claro y fijo era el
desarrollar más a fondo esta iniciativa, con otra gente interesada de la facultad
los artículos del más alto nivel intelectual y contemporáneo. Es decir, con el fin
absurda. Tendrían gran cabida, por ejemplo, diatribas sin sujeto o sin
predicado, o con predicado pero sin verbo, ya que esto - pensaba Beto -
territorio para ver a donde irnos, si mi mamá no paga el arriendo este mes!” - le
133
***
El cuarto estuvo en orden como a las seis de la tarde. A esa hora, Beto,
con escalofríos y metido dentro de la cama. Los días siguientes Beto continuó
había supuesto que era una crisis de sinusitis. Pero, con preocupación, luego
vendría a cobijar la posibilidad de fuese algo más grave, justo cuando, a los
tres días, el joven bardo se levantó y deambulando por la morada, con voces
pecho para calmarlo. Él la miraba con sus ojos perdidos, la confusión reinante
en su cerebro.
sentarse junto al vidrio. Allí pasaba las horas hasta entrada la tarde,
134
- Nunca cuenta nada ese anciano - pensó Beto viéndolo ese viernes
desde arriba, una vez que su conciencia recuperó brevemente una parcela del
multitud que, horripilada, gritaba “ya no más”. “Queremos Paz”. “No más
Ese anochecer, don Rufino, por primera vez, se paró de su butaca antes
desconcierto.
fuetazos al aire, cuando los niños huyeron, el abuelo regresó a su puesto, sin
detrás del pantalón. El único que pudo notarlo fue Beto quien, absorto, le restó
mugre por todos lados. El joven siguió con sus ojos el curso de las personas a
- Pobre señor Rufino - se dijo - lo que está es zafado. ¿Para qué será
***
lo veía caminar por la casa hasta bien entrada la noche de un lado a otro, sin
rumbo fijo. Iba de aquí para allí, diciendo una frase repetitiva que, filtrándosele
136
desde las profundidades de su psiquis, enunciaba sin cesar y hasta altas horas
del amanecer. La consigna era: “yo por ejemplo no tengo plata y como van las
- Eso es buen signo - pensó ella - que llame a su amigo Johny y que lo
adentro hay miles de personas hablando en este momento unas con otras” dijo
con la cabeza de lado. Y permaneció así, en esa posición, casi quince minutos
su cuarto.
tiempo. Muchas cosas, tal vez miles, podían estar pasando en el mundo hoy.
***
- Bueno... sí.
debito?
- ¿Pagar? ¿Cómo así que pagar? ¿Qué le pasa señorita? ¡Cómo voy a
pagar por suscribirme al tiempo! Qué tal. ¡Si el tiempo me pertenece! O ¡es
señora!
138
IV
139
populares del país, situación que estaba en contra del estilo sofisticado,
en que el joven tenía que ir más bien a recibir a su prima, “no vaya a ser que le
pase algo”.
Sin embargo, esta resolución dio pie a algunas fuertes discusiones entre
Una vez que llegara su sobrina, Judith le advirtió al muchacho que era
menester salir también, de una vez por todas, de las gatas que el rubio, un día,
orinaban era en el cartón con arena, instalado en el patio de ropas para esos
fines. Johny, cansado de luchar durante meses para que las mininas hicieran
asunto.
140
- ¡Eso es lo que voy a hacer! ¡Yo por allá no me voy solo! - respondió
estación de transporte. Cargaban, cada uno de una manija, una pesada caja de
mascotas donde habían metido a las dos gatas, junto a diez hambrientas crías
***
141
El bus ya estaba por arrancar. Agarrando el cofre con las dos manos, el
rubio fue a hacer la cola para alcanzar el transporte. Ya del otro lado de la
por su parte, al escuchar el motor del vehículo encendiéndose, con las manos
rubio, al trote, volvió a atravesar la compuerta hacia el interior del recinto, como
bomberos, afuera de las edificaciones. “Por fin se fueron a Melgar las pobres
pavimento.
devolvieran la plata arguyendo que el bus se había ido sin esperarlo, fueron ya,
destinación final.
Levantando las cabezas para mirar por encima del gentío, Johny
***
interior del recinto, e instantes después aquello fue lo que ocurrió. Debido a un
las puertas, procuraban hacer todos los esfuerzos posibles para no soltarse de
los tubos y de las manijas del carromato, por temor a perder sus vidas.
caliente armatoste, y sin mayor intención por socorrer a los malheridos se puso
una vez por todas, sobre la piel infecta. Entretanto, los pasajeros sancochados,
- Por allá está - dijo Johny señalando con el dedo un punto entre las
***
Alison era una joven de talla mediana, de piel trigueña y ojos color miel.
movía con el aire cándidamente. Con su mochila azul al hombro y una maleta
esa orden explotó, formando, por detrás del caminar de la chica, un enorme
menos como en cámara lenta y sin percatarse de lo que ocurría detrás de ella,
***
manos y hacia el frente, los dos extremos de una varita bifurcada de madera.
Sobre el terreno, sus pasos se dejaban guiar por aquella rama seca en
blanca. Se detuvo entonces para observar, por un momento, hacia las alturas.
claros.
hacia el suelo, lentamente caminó unas leguas más. En un alto, la astilla entre
tarde fue hasta la casa y volvió al rato con una pala para abrir un hueco
A eso de las seis y media, justo antes del anochecer, sacando la tierra,
indescriptible.
siempre todas las materias, sin problema. En realidad, los últimos años de la
sillas del salón de clases. Durante el transcurso escolar, por andar somnolienta,
interés por las materias consideradas siempre como las de menos valor. Por
estudiantina.
147
perplejos a los profesores una vez que improvisó una pieza en la que,
profesores vinieron a darse cuenta de la falsedad del bisoñé sólo hasta el día
pelada.
***
escuchaba Alison estaba lejos del vallenato y era próxima al rock, dejó
entonces a un lado las infundidas reticencias iníciales hacia ella. A los pocos
de afecto, el rubio le regaló una boa de peluche que hacía parte de sus tesoros
más preciados.
días, curiosa, Alison en las mañanas esperaba a que la gente saliera para
reciente ausencia de las gatas - que terminaron cayéndose con todo y flota por
149
Basada en un libro que andaba leyendo llamado “La mujer rigurosa con
una serie de manecillas adjuntadas a éste, se detallaban las labores que debía
efectuar cada persona durante la semana en miras del bien común. Estaba
escrito, por ejemplo, que Johny tenía que bajar la basura los miércoles y los
viernes, así como a Alison le tocaba esa labor los lunes y los jueves. De esa
domesticas.
medida, siendo la deserción total a la misma, incitada por las revueltas de los
la huelga general, la proposición al cabo de unos días fue abolida. Mas como a
alguien tocaba designar definitivamente para que hiciera las labores más jartas,
dulces con sal y papa; brebajes estos que causaron su destitución definitiva de
limpieza. Sin embargo, esta decisión afectó seriamente el humor de Beto que,
150
residencia. Tanto fue su disgusto que comenzó a mirar mal a la chica, después
pasó por la sala, lo descubrió en esa acción y no sabiendo que Beto tenía la
- ¿Qué cree que es lo que hago aquí?, ¿cree que lo hago por gusto? No
las labores domesticas, sin saber exactamente ahora en qué era lo que debía o
por las noches, Alison emprendió a dar vueltas por el barrio, donde fue
del sector. No le fue difícil dar con los viejos de la tiendita, a los cuales calificó,
todo el día por los prados, dando vueltas, supuestamente cuidando las zonas
pupila lujuriosa sobre las nalgas de las muchachas. Alison ya lo había pillado
confianzudamente.
pino, él se paseaba cerca de unos subibajas corroídos por la lluvia. Desde allí,
objetos eran parte de unos cañones utilizados por los criollos, en el momento
-¡Dejen eso quieto, eso no es para jugar! - escuchó que el hombre les
suponiendo incluso que el walkman del individuo debía de ser robado. Pero no
almacén secreto, cuya fama era la de sacar al mercado los productos más
Japón.
familia, Judith se decidió a pagarles, a Alison y a Johny, unos pesos para que
aspecto de la residencia.
Pero, cuando la señora regresó esa tarde, observando los primeros resultados,
iridiscentes.
Los dos primos duraron trabajando quince días más, cubriendo con
153
varias capas los manchones de dedos, rayones y sombras que plagaban los
muros del hogar, haciendo falta varias repasadas con los rodillos y con las
brochas para borrar las trazas más relevantes. En el empeño que le pusieron al
asunto, pintaron por descuido hasta los tomacorrientes, a los cuales fue difícil
absolutamente taponados.
Sin embargo, la ardua labor tuvo su punto favorable pues logró arrancar
la idea de espiar por donde era que se estaba efectuando el inusitado escape
labor sobre los muros le hizo olvidar esa pretensión y lo devolvió al ritmo
habitación de los niños, la cual había sido adecuada ahora para ella.
para alcanzar los muros, con el movimiento de los muebles que debió
llevaban cavando, desde hacía meses, un hueco que mantenían colmado con
aquel inmundo socavón. Los juguetes y la ropa de los niños fueron trasladados
de las paredes recién pintadas, decidió dibujar con unas crayolas una figura
Su tía no tuvo tiempo de oponerse una vez vio el singular diseño, entre otras
rubio. El día en que el ebanista fue a realizar el trabajo, dando un leve vistazo
al cuarto, aclaró que no era viable llevar a cabo la maniobra debido al desorden
materna, fueron botados casi todos los bártulos y sobre todo los mejores
ninguna parte, una cabeza de un maniquí, que él mismo había pintado con
Alison y los dos pequeños; pues cierta época transcurrió sin que la joven
Desde que la chica había llegado a la casa, los niños, por molestar y por pena,
vivían prácticamente metidos bajo una cobija, con la que se desplazaban por
cuatro patas sin forma. A raíz de los muchos días andando con la manta
platos por debajo de la misma -, duraron en pijama allí metidos casi todas las
Cuando Judith los obligó a salir de allí, a los pequeños enfurecidos fue
difícil quitarles la cobija, pues ya habían generado simbiosis con ésta adherida
fuertemente a sus pellejos. Al fin, quedando sin ella, los dos chicuelos estaban
blanquísimos por la falta de luz solar. Parecían haber perdido las primeras
madre, aterrorizada, pensando que les había dado sarna de perro, supuso que
156
este color en los cueros era el resultado de los quince días sin tomar el baño,
cama.
echándoles agua y cepillo. Los restregó con estropajo y una esponja verde
para los platos. La joven, tan entusiasta, llegó a imaginar que si se dedicaba a
de lanzarles pasabocas al aire, ¿por qué no? obligarlos con el tiempo a que
perro que la joven se había sacado del supermercado con esos fines.
lo que más pudo su situación frente al señor, antes de ser linchado por la
demora. Como un mártir fue abatido y arrasado por la cola multitudinaria que
mirada del salvador y, fluyendo, le recorrió una mejilla como respuesta muda
Entre la gente que atrás se debatía por llegar hasta la célebre estatua
augurios en el negocio.
incursiones externas por los jardines del conjunto. Caminando por Pablo Sexto,
y luego explorando más allá de sus límites, por entre los barrios a la redonda,
En uno de aquellos recorridos, marchando sin rumbo fijo, una tarde ganó
Circulando alrededor del alma mater, conoció más tarde los metederos
y olvidándose de las clases. Otro día, entró por casualidad a algunos bares de
música salsa, donde las comunidades negras se agrupan a bailar el son. Por
jamonuda, la muy encantada mirando radiante también la disputa entre los dos
machos.
159
Sobre ello, el concierto finalmente no tuvo lugar ya que los representantes del
seguridades. Los que ya habían invertido en las boletas para el espectáculo les
fue imposible recuperar la plata, pero la que más sufrió, con la cancelación del
evento, fue la peluquera ganadora de la cena con los integrantes del grupo. A
en la vida.
***
miraba por la ventana, en dirección al firmamento, cual lobo o perro, todas las
el fenómeno estelar que pasaba por aquella época, desde un punto mejor y
catalejo con trípode prestado por el de gafas. Los dos primos instalaron el
fugaz estrella.
- Oiga, ¡ahora me deja ver, oyó! - le dijo Alison acostada boca arriba,
***
celador los pilló y desde las gradas lanzó varios tiros al aire, los paseos
se le ocurrió que estando en la capital, no debía de ser tan difícil ubicar los
161
tres Alison ingresó por una alcantarilla, cuyos largos subterráneos recorrió
esos parajes.
Al día siguiente, durante dos horas más exploró los túneles del enorme
medida que descendía por las cloacas, el soroche y la falta de aire, a pesar de
estaba con la cabeza hacia abajo y los pies encima, tocando el techo
de niños, tantos para llenar diez colegios, estaban ocupados de aquí para allí,
162
podía ser otro que los albores de una civilización aborigen - probablemente
- Entonces, eso que está allá arriba debe de ser el núcleo de la tierra -
se dijo la joven señalando con el dedo, hacia la parte alta, una bola
antiguos despojos cutáneos y al punto, corrió hacia algún lado, luciendo una
nueva dermis.
por el piso a manera de cuerpos sin almas. De todas formas no tuvo tiempo
para pensar. Delante de ella, unos cien metros a lo lejos, se irguió de repente
de anteojos.
siete ramas. Sus frutas, frescas y jugosas, caían por los escalones de la
varias manos que, en hélice, lo elevaron montado sobre una vacuola digestiva,
“No mires a los ojos del amo de la vida” le dijo el gamín que la
acompañaba.
un terremoto devastador, voló sobre ellas. Enseguida, sobre las nubes terminó
absorbida por el desagüe, y por los chorros de la ducha del apartamento surgió
afuera, por tanto los cochinos tanteaban la manera de entrarse a los cuartos.
Hacía dos días había comprado esos cerdos en una ranchería cercana y
había prometido al baquiano lo usual en cuanto a paga: “el que esté más flaco
desconectó la batería del Toyota y apagó el trasto prendido a ella, tras una
blanco y negro.
sí mismo una tesis que consideraba de suma importancia: “en este país, sólo
Sacándolo de una maleta, pasó por la cocina, se sirvió una taza de guarapo y
madera.
Con la mano acercó una carta postal extendida allí sobre la tabla.
el dedo para no perderse, a la sazón fue moviendo las hojas del glosario,
olvidando el inglés. Dos décadas atrás, viajando por Grecia, lo había utilizado
América del sur existía a la vez gente culta, vestida también con corbata.
de los años, aquella extraña mujer le había ido otorgando al viejo el papel de
un confidente ultramarino pero cercano. Era así como, durante las dos últimas
167
estaba casada con un camerunés y tenía dos hijos de diecisiete y quince años.
extraña familia. En el curso del tiempo, el viejo había ido metiendo esas letras
dentro de una maleta en su cuarto; la misma con la que, algún día, había
viajado a Europa y que reposaba ahora, sin moverse, desde hacía diez y ocho
Recibía las misivas cada dos, tres o seis meses. Solamente en una
Escandinavia.
casi dos años, pero, una vez se le pasó el enojo, sin reparar más en el agravio
para leerlas, disfrutaba bastante de esas misivas como una singular distracción
***
puesto, advirtió que unas avispas, por igual, intentaban metérsele por entre las
unas monedas encima a la carta para que no se fuera a volar y fastidiado por el
internaron en el plancton.
169
Con los ojos fijos en el agua, el viejo recordó entonces la pretérita época
Parecía ayer el día en que obligado por las circunstancias, había tenido
una ocasión hasta de los golpes de un azadón para abrir una llanta tras el
síntomas de un ligero bienestar brindado por la labor cumplida, tanto así que el
***
170
desfiladeros.
surtiendo de agua el terreno. Utilizando unas poleas, hacía dos días, había
acueductos romanos.
finca.
con escrúpulo.
finado católico que, sin hijos, había donado a la comunidad religiosa aquel
latifundio.
hacia lo alto:
pesar de ello, algo la hacía permanecer inquieta: días antes, una tarde,
caminando por una callejuela del barrio Federman, había percibido desde el
única opción posible, para el primate, era que lo trajeran a la institución, con el
a eso de las cuatro y media. Tomó por costumbre comprar, con lo que ahorraba
173
de la mesada, algunas frutas en las ventas rodantes que circulaban a esa hora
por el barrio.
Esta situación dio pié para que Mauricio Jayanes, quien solía
nueva del conjunto, algo graciosa. Después, con facilidad dedujo que debía
Al paso de los días, viéndola repetidas veces, no pasó mucho tiempo sin
- Si quiere darle algo para que no chille más, lo mejor es que le dé una
herbáceas de raíz gruesa y bifurcada, le aseguró que con esa planta el animal
iba a encontrar la calma. Sin saber de quién se trataba, la chica le recibió los
gajos dándole las gracias. Pero, con prevención y algo escéptica, al llegar a la
casa ella misma se propuso primero probar el remedio, no sea que fuese a
olvidó por completo, por esos días, regresar a visitar al macaco, el cual
beberse caliente un pocillo por la mañana y tres por las tardes con azúcar y
limoncito.
quedarse plácida todas las mañanas debajo de las cobijas, y de ese modo
comprendió por fin por qué era que Johny amaba tanto la somnolencia
matutina.
sonriendo la chica, con los ojos saturninos y las manos debajo de la cabeza.
habitación.
***
con la vista las paredes cual rayos equis. El barrio no tendría nada más que ver
con lo que hasta entonces ella había pensado de sus habitantes. Gracias a su
de los habitantes de los bloques. Incluso llegó a inferir que esa actividad era
casi equivalente a ver telenovelas, salvo por una cantidad mucho mayor de
canales a su disposición.
Por desgracia, descubrió rápidamente que ella no era la única que podía
lograr ver a través de los muros. Especialmente ello era habitual en los
utilizando cierto silbido bucal. Con delicadeza, un aire suave, expulsado por su
corredor o de la sala.
Más allá, esto le abrió otras posibilidades. La joven comprobó que fuera
177
otorgado el don de poder “escribir” mensajes telepáticos sobre los objetos, así
habían narrado sus vivencias, redactándolas sobre las diversas materias del
hábitat. En la tierra de las materas, por ejemplo, todos los integrantes de una
chica que en un lugar del universo existiría, alguna vez, una especie cuya
ovípara.
prima con la frente pegada al espejo del baño repitiendo: “¿así son los seres
humanos?”.
“Venga Alison, ¿qué es lo que le está pasando a usted últimamente que anda
tan pensativa?”
deber.
178
habitaciones. En la cocina, una gota caía del grifo cada dos o tres segundo,
amarillos de los taxis que traían, a esa hora, pasajeros al barrio. En esa
distancia:
Polo, con un casco sobre la cabeza y un plano entre las manos, dirigía a unos
invadieron.
A los camajanes no les fue difícil atajarlo. Lo agarraron por los brazos, le
Apenas pudo liberarse del ruso, en la caída, llenas sus piernas y su trasero de
una ceja.
Yerbux se había ido para siempre y su imagen abatida por los suelos era
ahora una pesadilla más para cargar. En aquella furia intensa, las lágrimas
***
poco para entreabrir la cortina. A eso de las tres de la mañana miró hacia
afuera. Lejos debía estar durmiendo ya, Paco Polo, el personaje a quien Johny
golpes. A esa hora, Johny, en esqueleto, tenía la piel de los brazos erizada
como la de una gallina, resultado del aire frío que seguía soplando hacia
secándose.
encender unos velones que dispuso sobre una resma de periódicos apilados,
“Vengaré tu muerte Yerbux y más aún tendré que hacer algo por esta
nación inerme e indefensa: daré por ésta todo, ¡mi patria boba!”. E intentando
I
183
jornadas siguientes.
las fincas con cara de “estar pensando”. En la misma jornada, en las calles de
inquietud.
luego exteriorizarse en aumento y con fuerza a medida que pasaban las horas.
por lanzarse a las campañas presidenciales, bajo el lema: “para cambiar esta
mierda”.
siguiente forma:
“Yo soy ese compatriota extrañamente infeliz que muchas personas han
visto pasar por las calles de este país, invadido por el flagrante delito de un
Si votan por mí, con sus votos protestan contra el siniestro horror de la
que jamás haya sido inventada. Apóyenme, con su voto, ¡vamos a cambiar
esta mierda!”.
***
la clase de geografía universal poner los mapas y los mapamundis del planeta
sobre el tablero al revés. De esta forma, a los alumnos se les pretendía inculcar
la verdad. Desde ahora, el norte en las cartas geográficas debía situarse del
alegando que, según Dios, la actual disposición con Europa y Estados Unidos
escuchar por las noticias estos rumores sobre las nuevas pedagogías
186
viaje turístico con pasajeros y bajo este equívoco, al no saber al fin cuál era el
decidió dejar pasar varios días sin decir nada, pues quería comprobar si a su
regreso los pasajeros ya habían comenzado a comerse los unos a los otros.
Dándoles palo para que se movieran, habían disfrazado con colgandejos, ollas
concurso del burro más bonito sería un hombre de color, cuyas cualidades
las ventanas, en los últimos pisos de los edificios. En esa posición pretendían
que alguien cortara las cuerdas para poder salir volando. Entretanto, todos los
residentes del bloque b-874 se volvieron sabios, incluyendo las empleadas del
calló más y le advirtió: “ya dejen de engañar a la gente. Dejen de jugar al traje
nuevo del emperador tramando a las personas con esas ridiculeces de obras
consolación, le expresó con suficiencia una frase que el joven artista habría de
recordar toda su vida: “Muchacho, las obras de arte ven a los hombres como
de entre ellas lloraron de alegría al conocer por fin la felicidad de ser jóvenes.
En cambio, las que en el sector siempre habían sido agraciadas les vino
a salir papada y se les cayó la cola. Tanto así fue su desgracia que los
veinticuatro quilates. Con el destello de esa riqueza, los vecinos en las calles
189
moldeable.
se generó la propuesta de invertir fuerzas para hacer, con todo ese oro flexible
grandilocuente que las maravillas del mundo hasta ahora conocidas, tales
marcando rayitas de tiza sobre una pared, para numerar así la cantidad de
A los individuos que caían cada cien números, el cuidandero, muy buena
inspeccionar y conocer allí adentro como era el baño. Las buenas intenciones
del premio se metió y salió dejándole, en una de las paredes del escusado, un
***
emitir billetes falsos, acción que elevó hasta las montañas el nivel de vida de
japoneses por montones y reservas de comida para las guerras y los conflictos
internos del país de los próximos quinientos años. En menos de dos días,
periódicos del siglo pasado, cualquier artículo o indicio que dejase pistas e
periódicos para acabar en cuerpo y alma con la integridad del pasado histórico
18900 por ciento del peso en relación al dólar, aunque la catástrofe monetaria
consecuencia murieron ahogados por el flujo de riqueza que les cayó encima,
llamando a los cristianos a confesarse en continuo, todos los días, durante ese
a los curas para que encerrasen a los ateos recalcitrantes o a sus mujeres en
una casa a manera de cárcel, tres o cuatro días de la semana, hasta que
***
las perturbaciones.
menos a la familia.
ancho del país: Judith enseñaba en la sala inglés a un cojín estampado con un
dibujo de Pluto. Johny reptaba por los tejados y Beto hacía malabarismos,
lanzando a los niños hacia arriba por las ventanas para atraparlos, en la caída,
193
brownies, bien cargados con cannabis y otras plantas curativas. Creyendo que
este medicamento sería suficiente para bajar de las nubes a la familia, sin
Johny creyó que era su mamá, su mamá creyó que era Beto, y los niños uno
creyó que era los pies de Johny y el otro que era la cabeza.
pensó la joven resignada. Licuó entonces los restantes pedazos del bulbo
Luego cocinó la crema en una olleta, echándole sal y cilantro. Había invertido
- Mírame… soy Buda - le dijo Beto saliendo del baño, con una toalla en
2
194
la región del Caguán. Como a las tres de la tarde, listo a combatir a las
dos vagos errabundos y de pelo largo, despreciando los buenos propósitos del
sus adentros: “Menos mal que aquí no hay ningún sistema, salvo este régimen
pasa en este país, para que nadie se acuerde al otro día de nada.”
atildaba una de las paredes del corredor entre los cuartos. Sosegada por la
con las hormigas, huyendo hacia los huecos, por donde habían salido.
copiloto, el viejo guiaba al conductor por la vía más eficaz hacia al matadero de
capital.
del chofer.
barandas del carromato. Las reses daban muestra de la hipnosis producida por
- Con estos camiones es con lo que avanza el país - rumió a pesar del
fila perpetua.
disposición del público un gran juego de sapo, todo menos el sapo pintado de
cola, la cual en ningún momento del año se detenía. Los mercaderes hacían
turno a veces desde el día anterior y, con la apertura del local, a las cuatro de
197
que, anteriormente, por orden de llegada, cada recién aparecido debía inscribir
su cargamento.
***
En ese amanecer, a las siete y media, cuando por fin lo llamaron, una
corregir la falta, el viejo Blas notó que el mote en realidad no sonaba nada mal.
El error del apelativo ofrecía carácter, incluso aquella voz que le estaban
ganadero. Sin corregir la falla y más bien agradado por las circunstancias, el
viejo entreabrió el vidrio de la cabina y gritó desde allí: “ése soy yo”.
198
flacas en comparación al inicio del viaje. Eso era normal, pues la carga, por
de la calle trece.
***
ruana roída que llevaba puesta. Cambiándola por una camisa almidonada y
limpia que extrajo de una bolsa de su maleta, encima se puso una chaqueta
hallaba, antes de irse a dormir, de todas formas quería ir a jorobar un rato a sus
viaje.
199
actitudes y acciones ajenas a ellos mismos. Los que antes afirmaban solterías
ahora se les veía cargando carritos con hijos y esposas. Los que previamente
misa, al pasar por el sector comercial, en los bares, el viejo los halló tomando
trago; así pues, también los que vivían borrachos, convertidos al catolicismo,
iban, esa mañana, bien peinados y devotos a la misa. Incluso, los jóvenes
que antes estudiaban con juicio andaban por los pástales sin afeitar y
su maleta de viaje.
Matachín.
jaló del maletín, de adentro hacia fuera, un pequeño chigüiro amarrado a una
cabuya.
***
Sus amigos de parranda ocho días habían pasado allí dentro, tomando
trago sin reparo ni interrupción alguna. En apariencia, los abuelos seguían bajo
los efectos del prodigio. Siendo tan prolongada la bebedera y el insomnio, a los
Delirium-Tremens.
mesa.
y el Llanero Solitario!
***
conjunto. Quién sabe como hicieron para hacerle bajar el arma pero, poco a
poco y como pudieron, los allí presentes salieron del estupor y conversándole,
sombra de borrachera, más lucidos que nunca y muertos del miedo, derechito
aguardiente.
botó en el acto la silla hacia el lado, pegó un arrebatado golpe seco con el puño
irreductible:
pero esto realmente era falso. Estando en la ciudad, el viejo solía sólo pasar a
203
Vivía en un barrio contiguo, por los lados del parque Simón Bolívar.
Desde tiempos remotos, fuera de él, casi nadie entraba a esa recámara.
cuales, tocando a la puerta con Biblia en mano, el erudito hacía pasar con el fin
Los recibía para poder tener a alguien con quien pelear. La disputa era
destacable entre los títulos. Sobre el mismo muro, un poco más abajo, de un
toda índole. Repartidos por doquier y sin ningún orden, documentos y legajos
diversos escritos en tinta realizados en letra cursiva, así como por encima de
antiguos estudiantes, junto a los papeles de una sucesión fallida. Unos ramitos
Respecto de los castigos ejercidos por los caporales, a estos les era necesario
Boyacá pensando toda la vida que habían vivido en España. Muchos eran
poco más, por debajo del mueble, dos espantajos perversos y apezuñados,
una pariente lejana. Y era cierto, esos muñecos eran dos entidades malignas.
El viejo los tenía embojotados ahí, desde hacía años, y muchas veces parecía
aquel lugar del cuarto, como si en su interior quisiese que aquellos seres
viejo - unos cuantos sin saber exactamente los cuales andaban fraguando un
escondido bajo la cama y abriéndolo, del fondo sacó un papelito rayado con
quien esa tarde regresaba espantada a la península ibérica. Por causa de los
almacenes Ley.
autoridades de mi país.
207
Entre otras noticias, los sucesos inexplicables que días antes habían
alterado el orden público provocaban, hoy por hoy, una grave desestabilización
comisión de verificación por parte de los gobiernos del Atlántico norte. Esto con
poner una calificación a Colombia ante los ojos del mundo. La nota - del uno al
antelación al inicio del examen. Entre otras informaciones, a nivel interno, los
muertos del conflicto armado aumentaban en un dos por ciento este mes. La
quedarse dormido.
***
208
- ¿Aló?
- A... si, con usted quería hablar. Con usted era precisamente con quien
quería hablar.
- Quiero que nos dejen en Paz. ¡No nos jodan más güevón! COMAN
MIERDA, TRIPLEIJUEPUTAS.
209
VI
210
zambullía con el sentimiento de que todo, en su mente, desde hacía unos días
sabor.
lado, tal como siempre lo había hecho. Sin interés alguno por esa antigua
con la tranquilidad producida por el suave y artificial ondulado de las olas. Las
Que bella era esa chica, no podía evitarlo, cierto era, pensó
pensar en ella.
enmochiló.
paró una flota. Alcanzando la ciudad, pasada media hora se bajó al inicio de
una ciclovía.
más vivo y dinámico que nunca. Los ruiseñores cantaban a su alrededor como
marcha, que hermosos eran los antejardines de las casas, que cándidas sus
la vía, las motonetas, los triciclos, los paseantes cruzaban próximos a él con
alegría. Sus gafas oscuras bien acomodadas bajo un rotundo sol brillante, en
ese bienestar del cariño autista, Jayanes comprendió, por fin, lo que parecía
Por las tardes, más o menos a las cuatro, la chica de nuevo regresaba a
alma. Era etérea, volátil, imperecedera. ¡Afortunado simio con quien ella se
- Maldito mono, yo creo que al menos yo soy más inteligente que ese
acercamiento cuando sin más ni más le había regalado, tiempo atrás, esa
fuerza casi incontenible lo atraía como un imán hacia Alison y con ganas de
que sí. ¡No puede ser tan difícil conquistar el amor de una mujer!”. Y esta
enésima vez:
- ¿Cómo conquistarla?
unas grosellas, unas pomarrosas, unos nísperos, qué más da, ¡simplemente
seguridad de que ella debía querer antes por compañía un hombre estudiado.
los lados.
215
Derrotado por aquella emoción profunda, una tarde decidió buscar a los
muchachos.
Los halló, bastante fácil, sentados en una de las bancas del barrio.
directo al grano:
- Mire la verdad, ¿esa china?, esa china ni idea que será lo que quiere -
***
aguantaba más.
quien por su lado un pernil engullía y circulando por entre los bloques, retornó
a su apartamento.
Apurado por salir - que de malas, esperar hasta las cuatro a verla - a
eso de las tres, sin razón alguna, se aceleró y a zancadas nuevamente bajó en
desde que era pequeño siempre había sido experto en dibujar animales.
Especialmente era dotado para los osos pandas y los pulpos verdes, al
un lápiz. Cuando lo tuvo ya en sus manos, fue hasta el cuarto y sobre un papel
abajo, tal vez la enunciación poética mejor lograda por Jayanes en el curso de
su vida:
“No quiero para con mi tiempo, tejer esa linda prenda, aquélla que lleva
corazoncito, en uno de los barrotes del garaje, donde el mico, cinco minutos
dirección al horno.
al baño, sólo lugar en el que aún la mujer encontraba cierta privacidad. En esa
trancarse ya, siendo la última reclinada pues las otras no restaban más en pie.
objetos proseguía noche tras noche. Ahora faltaban aquí y allá diversos
dinastía Ming.
bártulos, nada en su cuarto hasta el presente hacía falta. De resto, hasta Alison
había tenido percances. La chica no encontraba por ningún lado varios pares
quedado en Bucaramanga.
***
ofrenda no iba a ser una impar excepción como presente. Los días siguientes,
de visita por el simio, encontraba pegado a la puerta del garaje gris, flores,
220
puerta.
- Déjenme algo a mí también. Al menos para dormir esta noche - les dijo
exclamó plácidamente por su lado Beto, al tiempo que, botando una última
muchachos se centró, por varias horas, en las ventajas obtenidas por los
pudiera.
destruirán Santafé” exclamó Johny, con los ojos repequeños, la nariz corta y
Beto, levantándose y algo más serio, queriendo pasar a otro asunto fue
y hurgó, tras el comedor, en el bife junto a la puerta. Sacó de allí aguja e hilo
antes de enmudecer.
***
222
- Ese tipo sabe lo que hace - le dijo con confianza a su madre Johny,
sobre el sofá.
Por encima de los interruptores, los contadores y los circuitos, Beto vio
pared.
- Aquí le traigo una correspondencia don Beto. Para usted le tengo hoy
- ¿Y con esto otro?, ¿qué voy a hacer yo con estos tales Rin rines
- De todas formas, en este país eso no sirve para nada - se dijo Beto
invadiéndolo súbitamente.
campeón!”.
a su secuaz, Beto. Este último, por su parte, traía descolgada al hombro una
seguida a darle forma a unos muebles, modelados con ese pocotón de pasto
comentó sobre el escarmiento que hoy estaba pagando. Sus ideas sobre la
penando!
subversivos, pasando por la región, habían plagado de minas quiebra patas los
quedó sin piel y en átomos volando salió disparada, asentando sube y baja al
firmamento. Por el aire, con ella se fue lo mejor de los cultivos, los fragmentos
de los tomates cayeron por cualquier parte y la gallinácea, sin plumas, no lejos
de peña.
perdiéndose.
227
“Ahora, este negrín está pagando los excesos de su locha” pensó Johny,
Entonces, Johny dijo: “hay que hacer algo, esta situación tiene que
cambiar. Esto no puede seguir así.” Y lanzándose entre ambos una mirada
Su patriotismo desde hacía unos días rebosaba todo limite. Tan era así
que, por muestra, a sus hermanitos para dormir Johny les venía amarrando, a
lado y lado de las cabezas, unas tablillas para irles forjando, al crecer, los
- ¿Qué podría hacerse ahora para sacar al país del moridero? - era hoy
Por ejemplo, uno de ellos podía ser el chino del restaurante barato, dado que
- Si allá en Europa la unión funciona, ¿por qué aquí no? Esa gente tiene
encontrar otro lema similar para las personas oriundas de estas Indias.
Johny, aludiendo con ese rotulo a que, aunque no éramos los más ricos, al
tiene razón, me parece que suena muy bien. Que elegancia carajo, ¡buena idea
viejo!
ballena de Jonás.
***
propuso a su compañero:
república aún restaba algo poco de cultura. Siendo ella escasa, no podía
prestamente.
230
Pres, el arcángel San Gabriel sentado oculto en algún vagón, haciendo una
cordillera, pensó para sus adentros: “la consideración de esos dos muchachos,
***
espada de Bolívar.
que, desde esa inventiva, cargarían a cuestas. El mismo título los llevaría más
saldrían con la suya. Esta vez no sería igual la historia. ¡Ja!. No señor. Esta
vez, el que viniera a conquistar estas tierras, tendría que enfrentarse cara a
hacía una semana y media, sin aparecerse por la casa, el muchacho no daba
señales de vida. Sin embargo, tenía una excusa: El teléfono del apartamento
subió los escalones apaciblemente. Se preguntaba: ¿en qué fecha era que
estaba?
del rubio, no había podido tomar la ducha. A Judith, corta de dinero ese mes,
solventar el aparato.
Guacamayas.
233
- Eso sí, tenga cuidado con un animal que vive ahí - le indicó a su amigo,
y con las dos manos, sacándole espuma al jabón, fue ungiéndose la cara. Al
a ver, a la cocina, si Alix le había dejado pegada por casualidad alguna nota.
de monas engarzado al muro. - ¿En qué fecha era que estaban? - volvió a
con apatía sus botas de cuero negro y observando luego el sol picando por la
pata, golpeó una antigua máquina de escribir que recostada yacía junto a la
pena detenerse y hasta de pronto, ¿por qué no? en algún sitio redactar el
por minuto, disco duro de ochenta fritas, doscientos cincuenta y seis dígitos en
“Un documental puede aquí empezar por cualquier parte” se dijo viendo
palabras, esa vivencia única y presente, sentida al suspirar allí mismo, cara a
revista, respiró y mecanografió tanto como fue saliendo, por fin y encima del
amapola. Las armas. El sexo. El Rock and roll. La guitarra. El arte. La pintura.
átomos. Los microbios. Las enfermedades. La vejez. Los nietos. Las plagas.
Los sanos. Los enfermos. El cáncer. La capa de ozono. La crema UB. El agua
236
mala. Las algas. El Caribe. San Pelayo. Cuba. Miami. Carlos Vives. El mar. Las
industria cinematográfica y los Mass media. Las doctrinas. Las religiones. Los
Los chinos. Los gringos. Los negros. El choco. Tintín en el Congo. Los niños
Los judíos. Jehová. Ala. Buda. Afganistán. Irak. Los latinos en los Estados
era uno o varios niños, de los que por allí tanto jugueteaban.
Los niños, como son los niños de curiosos. En efecto, no era muy usual
ver a una persona mayor por ahí escribiendo en la calle y sin duda esto debía
Hasta, de repente, podía ser algún viejo analfabeta o quién sabe quién,
alguien, en todo caso, deseando conocer detalles de tan noble labor en vía
pública.
Creía conveniente para esta labor educativa, antes que nada, resaltarle
sociedad.
sorpresa.
238
canillazos propinados por una parranda de canallas que midiéndole las costillas
Beto, con las gafas en pedazos, viéndolo todo borroso, por el suelo
advertía:
VII
240
fatuo.
chelas.
Varios de entre los escuchas, aburridos por la repetida historia, para sus
folclórica musical.
ponga o por decir así un juego de realidades sobre las raíces autóctonas de
garrotazos, leñazos y trastazos, hasta que, sin soportarlo más, un indio Pielroja
camorra, por los aires girando se alzó un hacha, la cual cayó separándole los
entrando al recinto, con el rifle hacia lo alto, dejó a todos los presentes tiesos,
pendencieros.
la puerta.
riendo la joven con ironía, sin saber de la pena tan profunda que sufría, en su
desplante.
edificio.
***
sombra del serpollo que, sin mayor conocimiento del efecto encantador del
junco, a los dos les sobrevino, en efecto, el hormigueo, las cosquillas y como
entresueños, antes de decir palabra, volteando al fin las facciones para verse,
anunciada por el muchacho, dulcemente llevado allí hasta por los mismos
diablos.
poquito de curiosidad.
pico.
En demás, pocos días después ella le dejó bien clarito: “por ahora sólo
- No.
- Si.
- ¡No! ¿Para qué decir que somos novios?, ¿para qué ponerle un
novios y punto.
cocina, pasaban las horas riendo, para con broche de oro liquidar la tarde
buenos y ella le regaló un libro a full color ilustrado. Otra vez, madurando un
complot, se robaron unas papayuelas de un árbol del barrio y esa misma tarde,
insólito.
247
sorprendía: “¡escoge una mano o esta otra!, ¡entonces, esto es para ti!”
patos, un elefante felpudo y cursi - difícil fue meterlo y jalarlo por la puerta - y
búsquele una totuma con letras diciendo arriba: “en Chiquinquirá te pensé, por
eso te la compré”.
“nena ven aquí” eran frecuentes, y cual amantes sin saciar se revolcaban en
Por esas épocas, en la tienda, ningún suceso, por más grave, podía
248
observar en los presentes una disposición tranquila, a eso de las seis y media
salió al parqueadero, fue al Toyota, y regresó con unos papeles públicos que,
forma de sociedad más acorde y humana para con el tiempo por el que
podía hacerse era ir implantando un futuro y nuevo orden social, más práctico y
en perspectiva capitalista.
época en la cual, de otra parte, vivía ya el noventa y cinco por ciento de los
249
celados por el docto bajo su almohada, los suficientes como para desarrollar un
redonda.
elogios.
Los presentes no creían del todo en lo que decía el historiador pero era
preferible seguirle la cuerda a ese viejo pues estaba mejor así. ¿Para qué
- Al que me acompañe en esa empresa le pago bien. Eso sí, habrá que
el apego, por su apariencia física, primero pidiendo una cita para evaluar futura
sobre las yemas de los dedillos, lo que permitía formular letras, palabras y
frases complejas.
251
inteligente!
plástico.
aterrorizado.
robando las cosas del apartamento, ¿Alison pretende meter aquí a ese animal?
órdenes.
5
253
sal y el azúcar.
botellas.
Fue una suerte que Judith ese mes arriscó a pagar el agua, sorteando
254
Aconsejada por unas amigas, Judith, a su vez, fue y adquirió una mata,
alimento de este tipo de plantas son las energías negativas producidas en los
espacios de hábitat.
y espinosos tentáculos.
eternamente.
engullida, fue rescatada por Johny, cual osado oriundo celta saltó llegando al
***
cinto, y no más, sentándose sobre el piso, los tres terminaban por hábito
metro y medio de largo, con luz interior de neón y sobre una mesa alta,
cuchas, pegadas las sirenas sapas a los vidrios y en la transparencia abrían los
junto al televisor se mantuvo con el paso del tiempo, inamovible, en la mitad del
rectángulo.
vivienda.
conmovida por la luz del recipiente sumada al destellar inaudible del televisor,
la casa un jardinero del sector. Cargaba una sierra eléctrica con la que logró
Fuerte era, por esos días, la presión que ejercía la doctora Patascón al
medios eran cada vez más ponzoñosas. En el interior, las discrepancias entre
reunirse para estudiar los tratados coloniales y del virreinato, buscando analizar
Viejitas parecía ser la única institución capacitada, si era preciso actuar, para
soportada en el parque, días antes, había sido claramente, para Beto, una
los ruidos y a la luz, Beto descendió del vehículo con dificultad. Por el sector de
destacaba, ese mes, una versión reencauchada del llanero solitario. La cola
259
para ingresar ya bajaba hasta los almacenes de ropa, en la mitad del primer
Beto encontró un buen puesto muy cerca de la pantalla. Entre las sillas,
Enseguida dejó desplomar la pierna, no fuera a ser que vinieran a joderlo los
comenzar la película.
gafas anduvo por varias cuadras orientándose hacia al oeste. Luego sintió que
hacia el pavimento.
puerta.
- Beto.
260
profesor, es que tuve unos problemas por ahí, el otro día, con una gente.”
años. Siempre tiene uno por ahí sus enemigos. Eso aquí es algo muy natural.
- Lo que le digo muchacho. Eso aquí, en este país, es muy normal entre
la gente.
***
papayuelas.
un árbol por el barrio Federman, y Jayanes las había traído en una canasta,
las peladas dentro de una cacerola. Chimpandolfo, un tris más bajito, brincaba
incomodado se alzó y gritó desde su habitación con voz ronca: “Yo voy a abrir.
- No pues ni idea.
- Pues el hombre a lo último me salió con unas teorías ahí sobre la gente
- ¡Qué tal ese anciano! - apuntó Johny sonriendo mientras iban hacia el
cuarto.
***
ingresar a la habitación.
- Pues por... ¡por ese hueco!, agáchese ¡bobo! No sea tan marica - y en
casetes.
de las razones por las cuales Las Viejitas se reunían ese día.
entrada, colocándole encima algunas cobijas para tapar el resto del ingreso al
cuarto.
marcha. Las Viejitas debían estudiar los pasos necesarios para efectuar el
sin ilusiones.
264
del tema sacó de allí dos recipientes, uno azul y el otro rojo.
porrito y pasando a jugar Batalla naval. Sin pensar, de pronto más tarde hasta
- G5.
- F8.
- A3.
- Impacto.
empresa.
Viejitas. ¡Qué cantidad de planes construidos sobre la arena! Era correr detrás
de lo imposible...
- A3.
inquietud por las implicaciones de esa charla. De alguna forma intuía que los
código secreto y sin menor lugar a dudas perteneciente a las más altas esferas
esta patria que tanto necesitaba de la mano amiga de sus hijos por
Chimpandolfo.
encontrar la calma. Allí mismo, sobrecogido por los resplandores de los astros,
blancos. Con una llave común, extrajo un tanto del producto e inhaló por cada
ñata un buen poco de perica. Respirando, ayudado por otro golpe hacia
por el rico y agrio efecto, reflexionó con más cabeza fría sobre la deshonra y
cual él pertenecía.
de amenaza extrema, debido a tipos como él que tanto daño habían hecho.
***
y loba habitación.
regadera a las dos y media de la mañana. Qué enajenado cliché y emblema del
en estas demoníacas tierras del acordeón y del vicio? ¿Qué infierno él estaba
Pero, por otro lado... ¿acaso tenía él que soportar el cínico desprestigio
No tenía nada.
los muchachos!, amigo, ¡ya no vamos a ser más los malos del paseo!”.
***
templo.
Los vitrales del rosetón de la iglesia desde afuera, alumbrados por los
acólito observó la criminal escena: los misteriosos agentes del mal, a punta de
de su cruz.
prender el puro, le dijo al oído soplándole el humo: “diga que fueron Los
Pájaros”.
había dejado exhausta. A la entrada del barrio, con los ojos fijos en el suelo,
hogares.
ciudadela.
pirotecnias. Esa noche, por fuera del conjunto, más allá del cerco externo, un
veleños, dos paquetes de velas y tres kilos de arroz. Ese anochecer, el viejo
por el jarabe de totumo que me recomendó la otra vez, para el mal de lengua.
Muchas gracias - exclamó Judith, acercándose con una canasta verde asida al
fríamente:
para sus adentros y un poco por salir del paso, sarcásticamente le indicó:
señora, ¿eso no será que es cosa de brujería? Y antes de que la mujer pudiese
prosiguiendo así:
del docto no hacía sino acrecentar ahora sus fantásticas teorías en cuanto al
Afuera hacía frío y más allá del sector comercial, los vecinos trancaban a
corredor del bloque, haciendo sonar sus tacones torpemente en una marcha
nerviosa.
apresuradamente.
***
perchero.
-He estado pensando mijo. Es mejor que no te metas tanto con Beto. Él
- No mama. Eso fue que le pegaron el otro día, por andar escribiendo un
artículo.
- ¡A claro!, tu amigo con esa idea tan estrambótica que tiene de esa tal
nada serio. ¡Qué idea! Fuera de eso, él vive por allá en un barrio de mala
salir del apartamento y no volver por allí jamás. Ante semejantes calumnias,
Beto, indispuesto, esperaba el momento propicio para irse sin ser percibido.
buscaba a los niños, los cuales jugando a las escondidas se habían perdido
entrada.
intrigada fue a conectar la luz de neón del acuario, para inspeccionar lo que,
exclamó Judith desde el fogón amenazante, - ¡queda prohibido que por aquí
me traiga gente!
***
de Pablo Sexto. Pensaba en nunca más volver por ese barrio de visita. Era
paupérrimo, tal como lo afirmaba Judith, pero él no tenía por qué andar
soportando humillaciones.
Que infamia.
fuese tan chismosa y escandalosa. Pero, si Las Viejitas debían reunirse, las
Sí señor.
nuevo la puerta.
aire, Beto de reojo observó a Judith, en el comedor, sirviéndole a los niños los
- Hola Beto, deja ver, muestra esos chichones, ¡huy pero te volvieron
naco!
en la maleta.
la cocina.
276
VIII
277
demasiados los intereses en juego, hoy por hoy, tanto para la república, como
para el continente.
público.
llamas.
toma al palacio de justicia, mandó por la carrera séptima tres arcaicos tanques
278
de guerra. Los cañones de estos últimos impactaron los arcos de medio punto,
dejado, ahí abajo, un costal lleno de papas y por consiguiente era menester
- Sí señor, la gente que lo dejó dijo que era para “don Johny”.
279
que pena, que vergüenza, Dios mío para su estilo de individuo refinado y
autoestima?
fardo.
- Oiga Beto despierte, venga, que si puede bajar por un bulto de papa
¿listo?
- mmm...
- ¡Oiga despierte!
- mmm.
***
280
dejado el saco ahí plantado. Sin esfuerzo, el muchacho cual carguero de puerto
- Por lo menos se podrán hacer papas fritas - dijo Johny arriba, mirando
brillantez de una porcelana finísima. Una figura así fue tomando forma,
azulina.
281
- Mire ahí tiene algo pegado, deje ver qué es - indicó Johny, perturbado
al reconocer la efigie.
al cuarto a fin de observarlo en detalle. Beto movió la telilla negra cayendo del
igual al original!
inevitable la pregunta: ¿cómo iba a ser esta estatua la auténtica reliquia, por
282
planes y ahora se burlaba de ellos, tomándoles del pelo con un buen calco del
salvador.
***
acaloramiento.
residencia.
283
La mujer los escuchó atenta. Luego, por el corredor, agarró a Johny por
la solapa irascible y furiosa: “óigame bien Johny ¡esos ácidos los están
“Estos jóvenes están muy mal” pensó por último yéndose a acostar aún
esa historia de la llegada del Señor a la casa no era más que el producto de
conciliar el sueño.
detrás del viejo, atrapaban sapos. Beto sostenía los anfibios y Johny, con unas
otro día críticamente enferma. Los labios morados y amaceinados, sus cabellos
enrojecidos, las pupilas en línea horizontal como al mirar las ovejas. Las cuatro
según la antigua usanza para que se recupere lo que les toca es sangrarla.
Cójanle un brazo y con un cuchillo destápenle una vena” les aseguró el rancio,
del barrio que vayan a darle una serenata, de la parte de todos los de la tienda,
En la alcoba, la mujer abrió los ojos al tacto de la lama del cuchillo que,
rozándole la piel, le sostenía Johny tembloroso sobre el brazo. El frío del metal
armados con un balde, estaban por sajarle la piel del bíceps, que dizque para
mejorarla.
285
corrió al balcón y con la cabeza pendiendo hacia abajo, regurgitó sobre los
se apoderó de la república.
ese rumor, sin tardar en el barrio Las Cruces se fundó un grupo político llamado
chulavitas.
los símbolos patrios salió a las calles a romper pacíficamente los floreros de
aire.
en las últimas horas, la embajada de los Estados Unidos, con el fin de robar el
286
tecnología. Por decoro, se buscaba ocultar que el robo había sido efectuado a
punta de hachazo.
cualquier relación con los hechos. “Entre otras noticias, novecientos ochenta
- Otra vez, todo está remal aquí - se dijo Johny, escuchando las
***
momento de reposo.
fin de toda inquietud referente el caso, rendido se abandonó al asalto del sopor.
surgían nítidamente.
notas de una materia del semestre pasado en la que, el muy vago, se había
rajado.
arriba, abriendo los ojos, fue consciente de lo que acababa de decir. Siguiendo
memoria las dos mil quinientas ocho páginas, que había ido arrumando allí en
nunca.
algunos libros al señor envuelto, lo tapó un poco mejor, antes de cerrar el baúl.
- ¿Lo siguieron?
- Cállese.
- ¿Bueno y qué?
- Míreme, míreme.
- Pues imagínese marica, que yo nunca leí ese libro - repuso Johny - en
Mírelo aquí.
Rivera, embutida por uno de los costados junto a los pies del bojote.
para tapar el Cristo, junto a ese otro pocotón de fotocopias que están ahí y que
quiera y verá.
- Es importante.
- ¿Qué pasa?
- ¿No será más bien, el caudillo, don Jorge Eliécer Gaitán? - repuso
de desorientadas órbitas.
- El simio dice que el man dijo: “Muchachos con esa estatua, yo veré.”
291
IX
1
292
cabeza que alguno de ellos, sin saber cual sería tal, al corriente de su destino
envidia traicionarlo. Lo mejor era llegar lo más rápido a sus reinos. Allí, él
extendió plano, infinito y seco. Al filo de las horas, al volante, el historiador les
expuso su esperanza: “Este año parece que el pavimentado por fin va a llegar
a Puerto Carreño.”
para hacer, por lo alto, valorar sus territorios. Mientras conducía solía afirmar lo
293
mismo cada mes, cada año, y cada década, sin que en realidad por esas
horas. La fatiga del trayecto era, sin embargo, aliviada un tanto perdiéndose en
plenitud.
***
rancho, algo feo, no a mucho rato apareció el baquiano, acaballado y con una
los presentes y haciéndole una venia al viejo, tal como éste, en otra ocasión, se
lo había indicado.
galgos prestados - replicó uno de los músicos, creyéndose muy conocedor del
campesinado.
por los otros, mas todo lo que él le mandara; y desmontándose del jamelgo, se
bagajes necesarios: “de eso sí aquí no hay, defecar toca hacerlo afuera para
un nuevo sistema social para nuestro pueblo y si acaso esta idea haya de
funcionar, los gamonales de medio país seguirán mis pasos. Bueno, dejemos la
supuesto.”
que lo traje!”
nativas, un par de güios, eso es hasta repeor - prosiguió - por allá, yo creo ira
torres por si hay ataque. El puente levadizo debe estar terminado en dos años
hacia el horizonte, gran parte del latifundio. Con las manos en las caderas, la
quijada cayendo, más las camisas marcadas por las manchas de sudor, los
cerveceros intentaron visualizar, con dificultad, como se vería desde allí arriba
todo el asunto.
trasladarse diligente.
los rayos. Con la orden, lanzándose al piso, a los cinco les figuró desplazarse,
terrible tormenta.
un experto.
noticia:
“Todos esos viejos por aquí esta semana no han vuelto, como que se
demoran?
- ¡Hui, esos viejos se demoran! A lo mejor en unos quince días por ahí
días era un lapso insostenible. Era necesario buscar velozmente otro plan.
“Simio, tu eres el único que ahora puedes alcanzarlo pues viajas por los
árboles más rápido que las flotas.” Y dándole al macaco el costal con el Cristo
dirigirse.
blanco pero en realidad tiene escrito con zumo de limón lo que aquí está
298
pasando. Dáselo al viejo y explícale que tiene que pasarlo por detrás de una
partido con el dedo sobre la tierra, montó veloz a un árbol. Los muchachos
***
que por eso no va a ir por allá, a los llanos, a que lo secuestre la guerrilla.
guitarra.
perfectas.
guárdemela bien.
el cascaron de su arcabuz.
Pronto, Paco Polo logró lanzarse contra el docto y con el brazo desvió la
hacia los lotes de nadie y brincó a encaramarse con ella sobre una peña.
los bombillos de los cuartos, se auscultó con lupa el lago donde Ofelia
piedra, pez a pez, procurando indagar sobre las marcas del diablo.
comprensiva.
***
interior encontró una tortuga ninja instalada con cama y armario. No era nada
Examinando aquí y allá, sin proponérselo la señora tropezó con una foto
mesita de noche.
pesar de que la joven en un principio intento negarlo todo. Ante las pruebas,
303
Alison terminó con los ojos empapados, implorándole a su tía que la dejara
prohibiéndole salir hasta nueva orden. Sin entender razones, Alison se tumbó
puerta, y mirándola de reojo, cuando ella, inquisidora, con una escoba insistía
energéticos nefastos.
semilla de ojo de buey, que podía ser asumida a manera de otro indicio más de
un temible sortilegio.
del maleficio se presentó irrefutable: en el hueco del registro, jalando una rama,
pestilente cáustico. Mientras tanto, ella marchó hacia fuera y rociando con
gasolina la prueba del hechizo, le prendió fuego y fue a botarlo lejos en los
304
botes de la basura.
***
Una vez la calma volvió esa tarde, Alison se despertó confundida y con
X
306
debía cumplir una misión concreta. Alix lo había mandado a que hiciera por fin
Bajando del páramo, el otro día con Johny, al anochecer habían cavado
un hueco con el fin de enterrar la figura cerca al tronquito del difunto Yerbux.
Hora y media pasadas, una vez que los trancones y el transito sin forma
fondo una avalancha de gente moribunda, arremetiendo aún a esa hora contra
larga cola. Cuarenta y cinco minutos después - ¡esto no lo puede pagar aquí! -
calvo.
Al menos había traído consigo las fotos y así podía hacer una segunda
Registraduría pública.
- Sí claro.
dos años.
Bolívar.
inesperado lo hizo entrar. Sin que se diera cuenta en realidad por donde se
308
de una cantidad de productos para la venta. No era malo disfrutar con el hecho
de comprar. Comprar, comprar y comprar. “No hay más que hacer que
comprar” pensó con claridad. ¿Cuántos hijos era que tenía?, ¿cuántas bocas
por alimentar?
carne fresca de las aves estaba muy bien como para preparar esa deliciosa
Al llegar a la caja, el muchacho pagó con lo del recibo y salió de allí con
los pollos embutidos en una bolsa doblada, metiéndola, con cuidado, dentro de
preguntó olvidando que faltaban aún varios meses para las celebraciones de
final de año.
tales.
popular. En los brazos, la santa llevaba al niño y más atrás, de la cola del
borrico, se sujetaba, con una cabuya, un sarcófago cuyo rostro era el del propio
muchacho.
ahora bien donde era que se hallaba, se le antojó estar mejor en otra parte, en
sombras sin foco circulaban a su alrededor, por todos lados, haciendo las
Con el dorso de una mano se limpió la frente. Luego bajó la cabeza para
correr las medías hacia un lado. Arrodillado, sacó de su mochila la bolsa con
los congelados y fue embutiéndose los pollos pelados cada uno en una pata.
310
continuación cerró los ojos, se destapó el gabán y extendiendo los brazos hacia
su cuarto: al intentar abrir una gaveta desde hacía tiempo trabada, se eyectó
fue, por ejemplo, permutado por un DVD plateado, así como los muebles
vendrían al mejor estilo Luis XV, originales y con chal de tigrillo. La tostadora
mañana, por un yacusi y un sauna dentro del baño. Unas apenadas notas de
empresa de teléfonos cablearon tres líneas adicionales, una para cada cuarto.
milagrosas comodidades.
Con tanta dicha, la mamá del rubio no era consciente del duelo por el
312
- No mijita está prohibido salir. Usted vino a esta ciudad fue a estudiar - y
le toca irse para otra parte. Lejos de esta casa. Téngale respeto a su familia. Si
desconsoladamente.
***
Alison duro varios días sin querer comer casi nada. Permanecía
mismas que tiempo atrás oía junto a su amado, cuyo rostro al presente sólo
triste.
cuarto un plato con leche, cereales y pedacitos de banano. Salvo por su primo,
abatida. A buena hora, una tarde, el rubio le entregó una carta que Jayanes le
“Cariño,
“¿Por qué me has dejado solo? Voy a decirte lo que pienso. Sé que tu
alcohol, ando en malas compañías. Pero en el fondo soy aquel hombre bueno
que te adora y que siempre ha querido darte lo mejor de sí. Por eso aprovecho
esta distancia para exponerte algo que hasta ahora no te había mencionado
Te amo.”
amada le había enseñado, hacía de él, para entonces, un ser muy lejano de
chica.
hasta entonces, desde la felicidad del romance nublaba su verdadero yo. Aquél
las viseras. ¿Cómo contener tal sufrimiento?, ¿por qué Alison no luchaba por
este amor?
Tal vez era él el responsable de este fatal suplicio y si bien era así,
tortura carcomiéndole por dentro todo su ser? Era necesario mantenerse fuerte
cuestas.
había alguna parte donde conseguiría ser curado no podía ser en la ciudad
Putumayo eran reputados en terapias que, con fe, lo liberarían al fin de esos
dolorosos tormentos.
***
macaco.
encontró, sin mayor problema, un espacio entre dos caletas de químicos para
dos personas. El aeroplano pertenecía a uno de sus superiores y él, por buen
Florencia, departamento del Caquetá, en un vuelo que duró, por mal tiempo, al
viaje.
por una de las ventanas y fue a montarse arriba, sobre el techo del vehículo.
Esta precavida acción le evitó gran parte de las incomodidades del viaje.
amortiguadores, la lata sentida al brinco, por poco sus órganos hechos naco.
logró en medio de los pasajeros abrirse paso e ir hasta el fondo para echarse
hacia adentro se colaba por los ventanales abiertos del inhumano carromato
creyó que estaba pagando, de una vez por todas, los pecados cometidos
la ranura, hacia abajo podía observar lo que pasaba afuera: unas gallinetas
desierto.
***
por el motor, una vieja se subió al bus para vender una especie local de arepas
y papas rellenas.
sudando sustancias lípidas que bajaban por las manos sucias del muerto de
instante, de par en par abrió por igual sus fauces y en menos de un dos por
319
***
después del descanso, con curitas en los dedos y una barba de tres días, se
jibarito se puso las Ray-ban negras y bebió varios sorbos de agua de una
botella de plástico.
***
Media hora más tarde, cortando el aire, iban corriendo a más de ciento
sobre la pista. Explotando a sus costados, dos mísiles fueron sorteados a la par
equivocando de blanco.
Para reponer la falta, el piloto a los de la moto les tiró dos sanduches,
buscando dejarlos a tono con el almuerzo. Jayanes por el aire los atrapó y
La energía que llevaban cada vez más impetuosa los condujo hasta un
semejante velocidad, con el timonazo para evitar el hueco, un tronco los atajó y
***
compañero, logró jalarlo de los rápidos hasta la orilla. Saliendo del agua
sedativo de la adrenalina dio vía libre al dolor intenso, advirtieron las secuelas
espesura, varias horas anduvieron a pie junto a la orilla, más o menos hasta la
media tarde.
verdes.
***
lugar apropiado desde donde podía divisarse un llano espacio central, entre
323
superior de un árbol.
colgado, dedo por dedo, mano por mano, rompiéndole las articulaciones
junto a las tripas sangrientas del cuerpo del hombre piñata, iban cayendo a la
rebatiña.
comandantes con una seña envió a dos hombres armados a echar por allí un
vistazo.
- ¿Qué pasa?
Algo sucedía también más arriba, por los árboles. Unas figuras, desde
dardos con cerbatanas. De inmediato, las puntas filudas recubiertas con curare
clamándoles misericordia.
- Estos son gente buena - dijo en español un indio de mirada seria, que
Jayanes puesta ese día. Era el hijo del cacique de un pueblo aborigen, un
- Nosotros vivimos acá, somos gente de estas tierras - les dijo el mismo
invitados de honor. Esa noche se organizó una cena a nombre de los recién
manos, reforzó su presentación inventando que él había sido, unos años atrás,
investigaciones.
“Olviden lo que vieron anoche. Esos bárbaros a veces pasan por aquí y
- Tenga, lleven esto para que los dejen entrar - les dijo entregándoles
una talla de madera, cuya forma era la de una curiosa ave de rapiña.
***
ofrecido por las dueñas, los invitados reanudaron su camino. Abriéndose paso
prestadas por los nativos. La neblina era densa a esa hora y siguiendo el
326
Horas más tarde, por arriba, el sonido gutural de los primates los hizo
detenerse varias veces. Entre las ramas, muchos curiosos seres se asomaban,
significado de la familiar escena, sólo pudo decirle al mono, un tanto con la voz
Hacía tiempo sabían ambos que este instante tarde o temprano iba a
producirse, como todo lo que marcando una época debe abrirle paso a la
siguiente.
***
nebulosa, únicamente orientado tras el sendero descrito por los indios, un día
antes. Una llovizna intermitente le dificultaba, cada vez más, el avance entre la
“¡Jodete, aquí murió tu sociedad!” susurró una voz afónica, traída por
las ventiscas.
podía recular.
Quién sabe cuánto tiempo había pasado cuando una débil iluminación
fue apareciendo entre los ramajes, manifestándose tal vez sólo una luciérnaga,
claro. Algún hollín agonizante era expelido por unas boñigas de vaca, a
***
328
ascendía por detrás cocinando el muro de barro negro. Una mesa de madera
Luego, durante un buen rato nada más pasó. Las primeras horas
por el contrario, no sentía ningún cambio tras el consumo del brebaje. La planta
tranquilizándose, quiso dar una vuelta por las alcobas. Al pararse, sin embargo,
algo de enorme fuerza lo jaló hacia atrás y de repente un frío molesto le heló
las piernas.
hirviendo por debajo de su piel. Se miró las manos. Las tenía carbonizándose.
¡Lo mismo los pies! Horrorizado, queriendo articular palabra, por su propio peso
El dolor, ese ser animado y con personalidad lo seguía por las salas en
de infante. ¿De dónde sales? - ¡aquí no hay niños, aquí no hay niños! - dijo
alguien en su mente.
diablillo, fugaz recibió del taita otra mirada energúmena. Estaba en peligro.
sensación de que sus ojos, lejos de mirar para el frente, estaban arriba,
por la seguridad del asustado, fue a ensillar una yegua para ir a rescatarlo. Mas
mentando.
verdes cúpulas.
de los brazos. Las ramas parecían azotes, dejándole laceraciones con el delirio
de la evasiva.
- ¡Las luces!, ¡las luces!, el caserío tenía que estar ya muy cerca - pensó
331
con esperanza.
rabillo del ojo. En las cúspides, los chulos custodiaban aquel foso donde venían
***
El pútrido olor en medio del mareo se iba haciendo cada vez más
tras ellos dieron paso a una luz resplandeciente que apareció desde el
anheló inmóvil.
espacio.
dejara morir.
Pero, sintiendo las uñas filudas del mito viviente enterrándosele por
los parpados. Con la mirada hacia un lado, bajo el efecto del insoportable dolor
cuando niño había deseado ser y en el que ahora lograba permutarse, gracias
americano la giró por los aires, mandándola a la porra tan sólo con la primera
brazada.
monstruo pegó primero un brinco saliendo así del aprieto, y ágilmente fue
***
costra por debajo del chinchorro y salió del recinto, dispuesto a pedir disculpas.
Iban a ser las nueve de la mañana. Fue hasta la plaza central y llamó a
la gente.
Los indígenas habían sido desplazados esa noche por la violencia. Todos los
había visto a los músicos cotudos pasar anoche por la tiendita. Eso quiere decir
A los intérpretes les había causado curiosidad sin embargo ver, desde la
parte alta de la finca y más allá de sus límites, un peñasco clavado en la mitad
roca. Sin embargo, al percibir que el viejo no pasaba por sus mejores días, los
nada al respecto.
haberse olvidado del incidente, tal como si se hubiese tratado simplemente del
estuviesen en Bogotá.
***
- Como nos vinimos antier, hoy el hombre debe estar ocupado sacando
unos permisos en el ministerio, para una cosa que quiere realizar en la finca -
- Por esos papeles fue que nos vinimos con él más temprano. Sino
dependencia.
establecimiento.
la pared, observando las nalgas enormes de una brillante mujer. Los dos
palabras y el otro sin mover la cabeza asentía, y adormilado, con los parpados
de pollo, se rascaba ciertas ronchas del viaje y bostezaba, un poco para indicar
La tarde se fue yendo así, entristecida por los nubarrones que durante el
lúgubre y feo.
Paco Polo no tardó en aparecer. Llegó a eso de las seis y media. Venía
de comprar varios mangos que traía metidos en una bolsa. Ahora sí los
uniformados. Al exterior del negocio, con el índice les indicó cual de los allí
- Ese sujeto que está allá, fue el que se robó el patrimonio científico del
Con un bolillazo, uno de ellos volvió añicos el vidrio de la portilla para lograr
acallar al vulgo.
condiciones físicas de los agentes del orden, a los mismos no les fue difícil
338
contra la mesa, atrás de la espalda los brazos, la vena del cuello salida.
esposas.
¡para el pueblo será una pérdida peor que la del metro absoluto!
no haberse perdido las mejores partes del espectáculo allí gratis ofrecido. Era
claro que casi nadie a ciencia cierta entendía lo que estaba sucediendo. No
- Yo tengo más discos que ese anciano, los míos son de música actual -
pensó Beto.
el rubio había creído ver afuera el rostro del historiador entre la afluencia.
339
- Oiga, creo que el profesor se está yendo por allá, camine rápido - le
indicó al de gafas. En ese momento, Paco Polo continuaba en medio del gentío
uno de los cabos le pasó entonces una botella de ron, con la cual, castigándole
Corrieron por entre los bloques tras la figura del historiador, quien a la distancia
corrupción en el país.
***
auto.
cerca al Toyota.
autenticidad del redentor no fue tarea fácil. Johny con seriedad le presentó
algunos apartes del relato del muchacho, la respuesta del docto se fue
cabida hasta para una extenuante reflexión sobre las malas costumbres de la
sesenta.
una oscura ecuación que podía fácilmente descubrirse, formada entre los
- Los sindicalistas y los intelectuales de este país son los que están
acabando con lo poco que nos queda - exclamó dando un paso en falso.
recordó que tenía que dar respuesta a la razón por la cual los jóvenes lo habían
estado oyendo.
se trataba todo el particular asunto por el cual se había detenido a hablar con
ellos.
Imaginando que hasta entonces las razones de Las Viejitas no habían logrado
convencerlo, el joven creyó, en ese aire, captar algo de la esencia de aquel tipo
Se trataba del inicio de uno de esos libritos, de los muchos que hasta
árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los
perros...”
están tan mal como yo creía, muchachos. Tengan mi dirección. Traigan ese
Cristo mañana a mi casa y miramos a ver qué se puede hacer con él.
Con los nudillos Beto golpeó la puerta del cuarto del jubilado. El docto
342
abrió y desconfiadamente, mirando hacia fuera, los hizo pasar con rapidez.
de madera seca, una réplica de segunda mano sobre seguro de poco o ningún
valor. Pero lo que tenía ante sus ojos, distaba mucho de esa primera hipótesis.
dueño abrió espacio para extender la extraña pieza. Luego, frunciendo el seño,
pretéritos, los cuales lucían, en el borde de las páginas, laminillas de oro puro.
Entre ellos se distinguían un tratado de los ritos tántricos, una cábala mística y
“Es mejor que se vayan muchachos. Los llamaré cuando confirme estas
bien esta figura. Con estos libros que tengo no es suficiente para avanzar
nacional.”
concentrarse.
10
pendiente que alcanzó la tasa bruta de natalidad. “El crecimiento este año será
ya toda credibilidad.
esa misma tarde echaban discursos en las plazas principales de los pueblos.
- ¿Por qué diablos será que se demora tanto ese viejo revisando la
más tarde.
hacia el exterior señal alguna de vida. Tenía las cortinas cerradas y desde
afuera, a eso de las siete de la noche, por la acera, sólo en la ventana tras la
manos.
apenas la calma, con las manos cerró de un sólo golpe un antiquísimo volumen
manos:
abrileños!”
imposible para las ciencias sociales saber si se trata de la pieza original o no.”
11
al inicio del viaje. En la flota de regreso, mirando por la ventana, varias veces
con un cromo del sagrado corazón abrazado al pecho. Algunas sombras desde
golpeándole en las ventanas. Revenían a su vez los animales y una que otra
carros.
muchacho no lo sabía.
buscando una última salida. Ahora sólo parecía posible redimirse, según la
usanza de los colinos santafereños, a través de una cura con hongos sagrados.
347
blanco, tomó la autopista del norte en dirección a Villa de Leiva. Detrás del
fantasmas.
***
pueblo y marchó por detrás del cementerio. Un camión vía al pozo lo recogió al
rato, dejándolo medía hora más tarde, próximo a unas cascadas. Al anochecer,
acomodó su carpa, hizo una fogata y sacó los champiñones recogidos en los
un rato, tomando el brebaje y mirando hacia el horizonte, vio llegar allí cerca a
toldo.
persiguiéndolo.
sintiendo el corazón acelerado. Los escuchó con una guitarra afuera cantando
para confundirlo.
Las llamas de las fogatas impregnaban las paredes de plástico con sus
incesantes movimientos.
A la luz de la luna, Jayanes salió resuelto y sin que los hombres lo vieran fue a
***
Los otros mechudos, tras del primero, levantaron con cuidado al accidentado y
observando que el alucinado tan sólo estaba maltrecho, los jóvenes agitadores
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sus enseres. Jayanes, como a las once, al sacar la cabeza del toldo los advirtió
parecer el líder y quien sabe por qué sería que aquel mechudo lo vino a llamar
así.
partida.
despidió de los melenos y entrando se volvió a echar para atrás. Una enorme
Por fin estaba en reposo. Aquella cordial despedida enunciada por los
de todas las culpas. En buena hora sentía saldadas totalmente sus pesadillas.
En más, por lo que estos chamanes le habían expresado, tenía ahora un nuevo
nombre que desde entonces asumiría. Doblando su carpa para irse, “Lorenzo
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Agosto avecinó radiante con el final de esta historia. Por las fechas en
que reiniciaban las clases, tras la caída de aquel alto, los astros señalaron el
su dormitorio, vio allí plantada, con maleta en mano, a su antigua amiga sueca
Paniuverda Bulsidic.
Mirándose, a los dos se les vinieron las lágrimas. En el fondo de las arrugas, se
reconocieron perdidos en el transcurso de toda una larga vida. Con los años, a
decían así:
Farewell
***
entrada de Pablo Sexto, dispuesto a irse de ahorros, para más tarde casarse
Y el país por fin obtendría la paz tan anhelada, cuando, por la iglesia,
ametrallados exclamó:
FIN