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Manuel Antonio García Durán

Literatura Iberoamericana Comparada 2

Prof. Gustavo Ogarrio Badillo

Y como un horizonte resucitado en un nuevo

horizonte nuestros asesinados labios comenzarán

de nuevo a hablarse y mi boca te dirá: te mataron

y ahora vives. Y como el cielo, como la nieve, como

un país de témpanos que nace tu boca me dirá:

estabas muerto y hoy estás vivo.

Zurita

La violencia entrelineas: una lectura a Estrella Distante de


Roberto Bolaño

Roberto Bolaño fue un escritor iberoamericano nacido en Chile que vivió durante la
segunda mitad del siglo XX y los primeros años del XXI entre México y España.
Comenzó a escribir desde mediados de la década de 1970 pero el reconocimiento
mundial le viene en 1998 cuando publica Los detectives Salvajes, a partir de ese
momento, su fama escala de forma vertiginosa por Europa y América, lo mismo que se
acelera su entrega de textos: seis más publicados aún en vida y once después de su
muerte. De esa manera, Bolaño, se ha convertido en un referente actual de la literatura
escrita en castellano que, para algunos críticos, abrió la nueva forma de la narrativa
latinoamericana.

Existen tres elementos que se repiten y reconfiguran constantemente en la obra de


Bolaño, al menos en sus novelas y con especial énfasis a partir de La Literatura Nazi en
América (1996): la violencia, el mal y los personajes escritores y escritoras,
particularmente poetas. El objetivo de este texto es reflexionar sobre uno de esos
elementos: la violencia; en específico, ciertos tratos que da el autor en Estrella Distante
(1996) en la forma de narrar algunos actos violentos por parte de diferentes personajes
de la novela, tratando de desmenuzar algunos juicios de valor positivos y negativos
implícitos en el texto cuando, en diferentes contextos, alude a actos violentos.

Para analizar estos pasajes de Estrella Distante se ha optado por una metodología que
carece de elementos teórico-literarios que ayuden a profundizar en los pasajes que se
estarán refiriendo en el desarrollo del texto, principalmente por escases de formación en
esa disciplina. Se tomaran algunas partes y se hará una propuesta de interpretación libre
con uno de los enfoques que se plantearon en el curso: cómo se expresa la violencia en
la literatura de Bolaño.

¿Qué características son inherentes a la violencia? Más allá de intentar responder a una
pregunta de tal magnitud, lo cual parece francamente imposible. La pregunta se vuelve
pertinente para enunciar al menos un aspecto que bajo ciertas ópticas suele obviarse, por
tanto desdibujarse, cuando se hacen reflexiones acerca de la violencia. En el momento
que hablamos de un acto violento nos hemos de referir a alguien, a una persona o
grupos de personas, que ejercen o ejercieron acciones violentas contra otra persona o
grupo de personas; es decir, una acción violenta siempre es llevada a cabo por un sujeto
violento (colectivo o individual). Desde esta postura se intenta discutir contra las
afirmaciones que enuncian “tiempos violentos”, “cultura de la violencia”, “violencia
histórica” u otras afirmaciones que señalan el fenómeno de la violencia, pero se enuncia
una generalización que desdibuja a quienes ejercen la violencia, infundiendo la idea que
la violencia tiene un devenir irremediable, en ciertos contextos y con ciertas
características, que si se cumplen tendremos de facto acontecimientos violentos.
Reduciendo, y encubriendo, a los sujetos concretos que cristalizan la violencia en esos
actos contra otras personas.

Abro la reflexión anterior para ampliar el panorama de la escritura de la violencia en


Roberto Bolaño, en específico, como mencioné al principio, en su obra Estrella
Distante. Se ha vuelto un principio común retomar el personaje de Carlos Wieder para
hablar de un feminicida impune en el contexto chileno, desde la literatura. Un poeta-
militar, que asesina a mujeres, aunque no sólo a ellas: “según Muñoz Cano, en algunas
de las fotos reconoció a las hermanas Garmendia y a otros desaparecidos. La mayoría
eran mujeres.”1. El poeta, a partir de ese momento, se agencia el ejercicio de la
violencia durante el resto de la novela, salvo otros pocos pasajes de los cuales referiré
algunos más adelante. Carlos Wieder, fue construido como la encarnación del mal que
sintetiza la vorágine social que se vive en el Chile en los primeros años de dictadura; al
mismo tiempo aceptado y respetado que alejado de las prácticas generales de los
militares y los poetas, para ser finalmente recordado por los asesinatos cometidos. Es la
fuerza de ese personaje, la que dificulta ver otros pasajes de violencia sutiles.

Comenzaremos con un fragmento de un dialogo entre el narrador, Bibiano y la Gorda


Posadas:

Alberto se sinceró conmigo, dijo la Gorda. No me imagino a Ruiz-Tagle2 sincerándose


con nadie, dijo Bibiano. Todo el mundo cree que está enamorado de Verónica
Garmendia, dijo la Gorda, pero no es verdad. ¿Te lo dijo él?, preguntó Bibiano. La
Gorda se sonrió como si estuviera en posición de un gran secreto. No me gusta esta
mujer, recuerdo que pensé entonces. Tendrá talento, será inteligente, es una compañera,
pero no me gusta. No, no me lo dijo él, dijo la Gorda, aunque él me cuenta cosas que a
otros no les cuenta. Querrás decir a otras, dijo Bibiano. Eso, a las otras, dijo la Gorda.
¿Y qué cosas te cuenta? La Gorda pensó un largo rato antes de responder. De la nueva
poesía, pues, de qué otra cosa. ¿La que él piensa escribir?, dijo Bibiano con
escepticismo. La que él va a hacer, dijo la Gorda. ¿Y saben por qué estoy tan segura?
Por su voluntad. Durante un momento esperó que le preguntáramos algo más. Tiene
voluntad de hierro, añadió, ustedes no lo conocen. Era tarde. Bibiano miró a la Gorda y
se levantó para pagar. ¿Si tienes tanta fe en él por qué no quieres que Bibiano lo meta en
su antología?, pregunté. (…) Porque no son sus poemas, dijo la Gorda. ¿Y tú cómo lo
sabes?, pregunté exasperado. Porque conozco a las personas, dijo la Gorda con voz
triste y mirando la calle vacía. Me pareció el colmo de la presunción. Bibiano salió
detrás de nosotros. Martita, dijo, estoy seguro de muy pocas cosas, una de ellas es
que Ruiz-Tagle no va a revolucionar la poesía chilena. Me parece que ni siquiera es
de izquierdas, añadí yo. Sorprendentemente la Gorda me dio la razón. No, no es de
izquierdas, aceptó con una voz cada vez más triste. Por un momento pensé que se iba
a poner a llorar y traté de cambiar la conversación. Bibiano se rio. Con amigas

1
Roberto Bolaño, Estrella Distante, (Barcelona: Anagrama, 1999), p. 47.
2
Que posteriormente se revelara como Carlos Wieder.
como tú, Martita, uno no necesita enemigos. Por supuesto, Bibiano bromeaba, pero la
Gorda no lo entendió así y quiso marcharse de inmediato.3

Me interesa reflexionar a propósito de dos momentos específicos: el papel que juega el


personaje de la Gorda Posadas como confidente de Ruiz-Tagle y el descredito que tiene
frente a los demás personajes, excepto, tal vez, por Ruiz-Tagle. Desde la presentación
del personaje de la Gorda Posadas, hay una carga semántica negativa que induce al
lector a pensarla con cierta compasión en ella: “una muchacha muy blanca, muy gorda y
muy triste que escribía poemas en prosa y que lo que de verdad quería, al menos
entonces, era convertirse en una especie de Martha Harnecker de la crítica literaria”4, y
sus posteriores apariciones, siempre se encuentran inducidas por un halo de desdén
hacia ella por parte de los demás personajes. Tomé únicamente una de sus apariciones,
posiblemente la de mayor potencia para comprender el desdén con el que se maneja al
personaje.

Ruiz-Tagle o Carlos Wieder, el asesino de mujeres, crea un vínculo diferente con una
mujer: la Gorda Posadas. En principio, Wieder y la Gorda reconocen su vínculo
amistoso a tal grado que él (en la faceta Ruiz-Tagle) le confía algunos planes de su
revolución poética (¿sólo algunos?), en diferentes momentos se reconocen como
interlocutores válidos, como amigos. Wieder, no asesina a la Gorda, lo que se vuelve un
punto importante del cual se desprenden varias interpretaciones, la que mejor se adecua
con estas reflexiones es que la Gorda no representa ningún peligro, ni merece ser
asesinada, ya que su perfil no atenta contra los nuevos valores que se irán instaurando
en la dictadura, donde, interpretando al narrador en esta novela, ser mujer atractiva,
poetiza y de izquierdas es un crimen, asesinarlas las convertirá en un acto de la nueva
poética del régimen. El personaje Ruiz-Tagle, crea un vínculo con la Gorda, y el
personaje Wieder se limita a infundirle miedo, pero no más. No es necesario
enamorarla, ni matarla.

El dialogo de la Gorda con el narrador y Bibiano, revela que tampoco ellos la significan
como una poetisa competente, ni si quiera como una mujer con la que se pueden
establecer relaciones más estrechas. En la precaria cercanía que tienen ambos hombres

3
Ibídem, p. 12. Las cursivas son del texto original y las negritas son mías.
4
Ibídem, pp. 10-11.
(Bibiano y el narrador) con las mujeres, su mejor opción es hablar con la Gorda para
acceder a otra forma de comprender a las mujeres, a Ruiz-Tagle e incluso a ellos
mismos, en su relación con los demás personajes. He resaltado dos partes del dialogo
entre los tres, la primera es una muestra de cómo Bibiano desdeña las afirmaciones de la
Gorda cuando ella menciona la revolución poética que hará Ruiz-Tagle, para Bibiano es
muy obvio: si no es de izquierdas, no puede revolucionar nada, no importa lo que la
Gorda opine. La tristeza que invade a la Gorda casi la hace llorar pero una vez más
Bibiano interviene señalando, en broma, que la Gorda es un personaje útil para
cristalizar algunas verdades difíciles de aceptar, lo que para los poetas es un tanto inútil
por eso ella se siente ofendida.

Marta Posadas, la Gorda Posadas, se encuentra en medio de una disputa por lo bello,
por la verdadera poesía y por la vida, escenarios atravesados por la violencia que supone
la dictadura chilena, su esencia de personaje desdeñado le permite moverse en unos
círculos y en otros, sin ser interpelada de forma frontal por esos movimientos, pero sí
siendo negada como interlocutor válido para las reflexiones más sofisticadas del texto.
Es un personaje golpeado simbólicamente que, por supuesto, al lector lúdico le puede
pasar fácilmente desapercibido ante la violencia ejercida hacia las Garmendia y demás
personajes.

Tomaré otro ejemplo, ésta vez, Diego Soto.

Lo que sucedió a continuación es vago. Soto se pierde por la catedral o por la gran
antena que es la estación ferroviaria de Perpignan. La hora y el frío, es invierno, hacen
que la estación esté casi vacía pese a la proximidad del tren con destino a París de la una
de la mañana. La mayoría de la gente está en el bar o en la sala de espera principal.
Soto, no se sabe cómo, tal vez atraído por las voces, llega a una sala apartada. Allí
descubre a tres jóvenes neonazis y un bulto en suelo. Los jóvenes patean el bulto con
aplicación. Soto se queda detenido en el umbral hasta que descubre el bulto que se
mueve, que de entre los harapos sale una mano, un brazo increíblemente sucio. La
vagabunda, pues es una mujer, grita no me peguen más. El grito no lo escucha
absolutamente nadie, sólo el escritor chileno. Tal vez a Soto se le llenan los ojos de
lágrimas, lágrimas de autocompasión, pues intuye que ha llegado a su destino. Entre Tel
Quel y el OULIPO la vida ha decidido y ha escogido la página de sucesos. En cualquier
caso deja caer en el umbral su bolso de viaje, los libros, y avanza hacia los jóvenes.
Antes de trabarse en combate los insulta en español. El español adverso del sur de
Chile. Los jóvenes lo acuchillan a Soto y después huyen.5

Diego Soto, al igual que la Gorda, es presentado por el narrador como un personaje que
se desarrolla al margen de algunos lugares comunes: “bajito y moreno (…) de huesos
delicados, con un cuerpo en donde ya se intuían redondeces y blanduras futuras (…)
traduciendo a poetas franceses que en Chile nadie conocía (…) Y eso, como es natural,
le daba rabia a mucha gente. ¿Cómo era posible que ese indio pequeñajo y feo tradujera
y se carteara con Alain Jouffroy, Denis Roche, Marcelin Pleynet?”6; es decir, tiene una
construcción diferente física e intelectualmente al de otros personajes protagónicos. Y
se le reconocen otros atributos al mismo tiempo que se le reprochan, como su
inteligencia. Soto, desempeña un papel diferente al de la Gorda Posadas, sin embargo, el
trato por parte de los principales personajes es similar, es decir, Soto es igualmente
menospreciado por sus características (físicas o intelectuales) y en este caso, las
condiciones de su muerte son de una violencia comparable con la ejercida por Wieder
contra sus víctimas.

¿Qué nos quiere decir el autor con la muerte de Soto? Diego Soto, un indiferente y
desencantado, poeta chileno que logra establecerse en Europa, asesinado por jóvenes
neonazis. Parece un mal chiste de Bolaño. Soto huye de la dictadura y muere a manos
de jóvenes que reivindican algunos de los valores que Wieder bien podría aceptar. Da la
impresión que Bolaño permite que Wieder mate a Soto, por supuesto, es un asesinato
simbólico; Wieder realmente no asesina a Soto, es una extensión de él expresada en los
jóvenes neonazis.

Dejando un poco de lado lo que inferimos simbólicamente que significa esa muerte,
retomemos la escena. Diego Soto muere asesinado a cuchillazos por defender, tal vez de
una muerte segura, a una vagabunda. Puede ser que por sus características entre en el
concepto de antihéroe, es probable que dentro de la novela cumpla esa función,
sirviendo como antítesis de Stein, que a su vez es un modelo al que aspiran Bibiano y el
narrador que, sin embargo, siguen un camino profesional más cercano al
aburguesamiento de Soto que la vía revolucionaria de Stein.

5
Ibídem, pp. 38-39.
6
Ibídem, p. 36.
Leer la muerte de Soto deja una sensación de indiferencia en lo que se refiere a los
motivos de su muerte, es decir, parece que defender a una persona de ser golpeada por
jóvenes neonazis te garantiza la muerte, es reprochable e incluso triste pero es de
esperarse, esa es la sensación que queda después de leer este pasaje. Esta sensación se
va construyendo desde la presentación de Soto, existe una carga semántica por parte de
autor para sentir, también, cierto desagrado por ese intelectual que puede ser brillante
pero no tiene ningún carisma; la sensación sigue incluso después de su muerte: “A
muchos les hubiera alegrado su muerte. No por cuestiones estrictamente políticas sino
por razones de índole estética, por el placer de ver muerto a quien es más inteligente que
tú y carece de la astucia social de ocultarlo. Escribirlo ahora parece mentira. Pero era
así, los enemigos de Soto hubieran sido capaces de perdonarle hasta su mordacidad; lo
que no le perdonaron jamás fue su indiferencia. Su indiferencia y su inteligencia.”7.

II

Se intenta poner de relieve otra forma de leer a Bolaño, dejando de lado la potencia
narrativa de la violencia ejercida por el protagonista Carlos Wieder y haciendo visibles
otros pasajes violentos que suelen verse subordinados en una lectura superficial. Por
supuesto, no es una crítica a Bolaño, es una propuesta a las lectoras y los lectores de él,
para notar los contextos específicos de ciclos más cortos de violencia contra personajes
secundarios que parece fueron construidos para causar poca empatía por su vida y se
extiende hasta su muerte.

Estrella Distante se encuentra plagada de otras formas de violencia que no están en


relación directa con sus protagonistas o con el mayor asesino de la novela, en general, la
literatura de Bolaño tiene esos ejemplos al constituirse como un narrador de la
violencia. Lo que invita a reflexionar qué violencias aceptamos como naturales, como
el caso de la Gorda Posadas en el ejemplo citado o, incluso, violencia previsible como el
caso de Diego Soto. Otra reflexión que se vuelve pertinente tiene que ver con los sujetos
de la violencia, si un joven neonazi es irremediablemente violento por su ideología o si
la ideología que suscribe deviene en violencia ante determinados contextos, cualquiera

7
Ibídem, p. 36
que sea el camino para pensar esas relaciones, es importante, como lo señalábamos
antes, no permitir que se desdibujen los sujetos que ejercen la violencia arguyendo a
algún contexto obvio de violencia, de lo contrario se vuelven analíticamente imposibles
discernir y reflexionar las características históricas y sociales de las violencias.

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