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CONTROL SOCIO JURIDICO

Por: Mónica Beatriz Urcia Vega 1

Pocas veces ha sido abordado desde la Sociología del Conocimiento el fundamento


interno de los discursos elaborados en el campo de la Sociología del Derecho. Aun más,
las posiciones filosóficas que sustentan estos discursos raramente fueron expuestas con
total claridad. Aquí se mostrarán las razones por las cuales en la Sociología del Derecho se
obtienen conclusiones teóricas y políticas no sólo diferentes sino que contradictorias. Esto
a causa de tomar co- mo punto de partida distintos métodos sociológicos de investigación.
En pocas palabras, se señalará cómo en la Sociología del Derecho se refleja la oposición
histórica que enfrenta a los métodos sociológicos holistas con los métodos indi- vidualistas.

La metodología elegida para el logro de éstos propósitos se centra en un rastreo


bibliográfico por la obra de diferentes autores que, desde la sociología, han tratado el tema
del derecho. Se pondrá el mayor énfasis en resaltar los diferentes resultados que se
obtienen en el plano teórico y político al partir de distintos métodos de estudio. Por esto
puede afirmarse que el trabajo que aquí se presenta es de naturaleza estrictamente teórica.

Para ganar en precisión conceptual en lo sucesivo se denominará al in- dividualismo


metodológico como humanismo y al holismo como antihumanis- mo.

Por humanismo se entiende a todas aquellas corrientes teóricas que, en forma


explícita o implícita, parten de supuestos filosóficos donde el hombre es el principio
absoluto de su teoría del conocimiento, mientras que los objetos que lo rodean sólo son
la proyección de su propia esencia (ya sea esta la razón del hombre, su libertad o
comunidad).

El humanismo concibe a la historia como el resultado de la acción colec- tiva,


siempre y cuando se admita que la voluntad humana afecta en forma de- cidida el curso
de la historia. Según estas corrientes existe entre todos los hombres un acuerdo
fundamental en torno a las metas de la vida social.

Desde una posición sociológica tal, puede definirse al derecho como el conjunto de
reglas que regulan el comportamiento de los individuos en sociedad.

Las posiciones humanistas, que reconocen sus orígenes en los clásicos de la


sociología, especialmente Durkheim y Weber, se han desarrollado en la so- ciología del
derecho paralelamente a la evolución de la sociología en general. Mientras tanto, en los
últimos años, y como consecuencia de la crisis teóricopolítica que desde la década del
setenta golpea al marxismo, se ha producido un resurgimiento de la ideología política
liberal y con ello del humanismo metodológico.

Por su parte, el antihumanismo marxista, que gozó de gran aceptación en la


década del ’60. consideraba a la historia como un conjunto de aconteci- mientos
independiente de las intenciones de la conciencia humana. Así la his- toria se explicaría
como la interacción de un conjunto de estructuras objetivas, donde los hombres sólo serían
un elemento más, condicionado y nunca deter- minante.

Desde la perspectiva del antihumanismo se define al derecho como la instancia


superestructural (es decir, no económico y, en última instancia, de- pendiente de esta) que,
gracias a su especificidad propia, regula las diferentes esferas de lo económico (producción,
circulación, distribución) así como las de- más estructuras de la sociedad (políticas e
ideológicas). Como se ve en esta de- finición, los individuos sólo pueden ser considerados
como sujetos constituidos por y para el buen funcionamiento de las diferentes estructuras
sociales.

En el presente trabajo se parte de la posición precedentemente referida, que, en lo


que hace a la sociología del derecho, tiene a Nicos Poulantzas como uno de sus más
destacados contribuyentes. Aunque también son de gran valor los aportes teóricos de Louis
Althusser y Michel Foucault.

Abordando un tema escasamente tratado por la Sociología del Conoci- miento, como
es el aspecto metodológico en el conocimiento de la Sociología del Derecho, no se pretende 2
elaborar un tratado general que dé por concluido el tema, sino, muy por el contrario, abrir la
discusión mostrando algunos elemen- tos fundamentales que necesariamente deben ser
tenidos en cuenta.

Hechas las aclaraciones necesarias, puede afirmarse que el objetivo ge- neral es
hacer una comparación sistemática entre el humanismo y el antihumanismo, centrando
el interés en sus alcances, teóricos y políticos, sobre la práctica jurídica.

Para esto se proponen las siguientes hipótesis orientadoras articuladas alrededor


de dos grandes temas, uno teórico y el otro político: en primer lugar, se sostiene que la
sociología humanista surge como consecuencia de un conjun- to de acontecimientos
inevitablemente vinculados con el desarrollo del sistema capitalista. Por lo tanto, tales
posiciones lejos de perseguir un conocimiento objetivo de la estructura social, buscarían la
mejor forma de describir y justifi- car la sociedad capitalista.

En segundo lugar, y desde una perspectiva política se busca contraponer las


diferentes actitudes políticas que se asumen con relación al derecho, según se parta de
una u otra de las perspectivas teóricas arriba descriptas.

Desde la posición humanista, y de acuerdo con sus principios teóricos, su inquietud


política fundamental radica en el cumplimiento efectivo de las ga- rantías jurídicas para todos
los individuos de la sociedad.

En cambio, para el antihumanismo teórico el razonamiento es muy dife- rente. En


primer lugar, no busca la efectiva realización de las normas jurídi- cas, ya que reconoce
la abstracción y formalidad del derecho como elementos imprescindibles del mismo. Por
esto, tras reconocer las características propias del derecho moderno, propone un doble
análisis: estratégico y táctico.

De este modo, el humanismo político, que se desprende de todo un baga- je de


humanismo teórico sería tácticamente conveniente a los intereses de aquellos sectores
contrahegemónicos en la sociedad capitalista; ya que, como indica Poulantzas “quien dice
táctica en función de una estrategia, dice com- prensión de una relación de fuerzas”. Por
ejemplo, los Derechos Humanos serí- an, como herramienta de lucha política, un amparo
para las clases oprimidas, pero hay que saber que estos son sólo una táctica en función de
una estrategia, que nunca debe perder de vista la relación inseparable que mantienen los
De- rechos Humanos con la sociedad capitalista.

En el primer capítulo se describe y explica el conjunto de procesos que dieron lugar


al surgimiento del humanismo teórico en general, y, especialmen- te, la influencia de éste
en las construcciones teóricas que pretendieron (pre- tenden) dar explicación a la instancia
jurídica, desde el contractualismo hasta ciertas deformaciones que ha sufrido la teoría
marxista del derecho.
En el segundo capítulo, se analizan las transformaciones teóricas agru- padas bajo
el nombre de “ruptura epistemológica” que en gran medida siste- matizaron el método de
las posturas antihumanistas. Además, se señalará la forma que interviene tal método en el
conocimiento científico del derecho.

Estos dos primeros capítulos, de carácter puramente teórico, estarán encaminados


exclusivamente al sostenimiento de la primera tesis orientadora del presente trabajo, según
la cual existiría una compatibilidad de intereses entre el humanismo teórico y la sociedad
capitalista.

Finalmente, en el tercer capítulo se busca evidenciar las consecuencias reales que


sobre la práctica del derecho produce una u otra postura en teoría. Se comenzará con
una exposición de las implicancias políticas suscitadas por los supuestos filosóficos
considerados humanistas. Luego, se mostrará cómo pueden delinearse los planes tácticos
y estratégicos que con respecto al derecho se desprenden de los fundamentos teóricos
expuestos principalmente en el segundo capítulo.
1. DERECHO Y SOCIEDAD
Relaciones
3
El Derecho constituye un factor o un aspecto más de la vida social. Esto quiere decir que el Derecho
no e sólo un conjunto de normas que como tal es una especie de isla en una sociedad determinada.
El Derecho se produce en cada sociedad concreta por los grupos y fuerzas que de manera desigual
operan en ella, por tanto es parte de esa sociedad en cuanto se encuentra en relación con los demás
factores sociales. Las relaciones que se dan entre el Derecho y el resto de los factores sociales
(económicos, políticos, culturales, etc.) son de interdependencia. De ahí que se afirme que el
Derecho ha de entenderse desde la referencia al marco social en el que aparece y en el que se
proyecta. Las normas, en particular, y el derecho, globalmente considerado surgen, en principio,
para dar respuesta, para regular y ofrecer un tratamiento jurídico regulado a diversas situaciones
sociales y, por otro lado, cuando se aplican dichas normas tienen lugar una serie de efectos sociales
que pueden coincidir o no con las expectativas que tenía el legislador al producir la norma. Ni el
Derecho es independiente de los fenómenos sociales, ni constituye una variable absolutamente
dependiente de la sociedad, de modo que norma jurídica y norma social sean intercambiables.
Ciertamente el Derecho se proyecta sobre zonas amplísimas de la realidad social, pero no se
identifica en todas sus dimensiones con ellas y con todos los comportamientos que en ellas se dan,
sino que regula algunos de esos comportamientos, y al hacerlo, también interviene en los procesos
de cambio de los diferentes factores sociales.
De lo que se trata es de poner de manifiesto la condición social de los fenómenos jurídicos, sobre
todo cuando podemos constatar, de un lado, que el Derecho arranca de diferentes realidades
sociales, y de otro lado, que la producción o modificación de normas jurídicas cuando se aplican
tiene efectos sociales.
2. Derecho y cambio social .
Para que se pueda hablar de cambio social ha de producirse una alteración en los modos
de conducta establecidos en una sociedad. Por tanto hay cambio social cuando se modifica la
estructura social. La relación entre Derecho y cambio social se puede abordar desde diversas
perspectivas:
a) el impacto del cambio social en el Derecho: Este proceso se refiere a la adecuación de las normas
jurídicas a los cambios sociales que caracterizan a las sociedades modernas. Se trata de observar
si la evolución del Derecho refleja un cambio social más amplio.
Este aspecto de la cuestión hace referencia a la efectividad de las normas. La efectividad de
una norma es el grado de realización, en la práctica social, de las reglas enunciadas por el Derecho.
El problema del cambio social también está vinculado con el problema de la eficacia social de
las normas jurídicas que, por otro lado, algunos autores consideran la cuestión decisiva de las
relaciones entre Derecho y sociedad. La noción de eficacia social indica los efectos o las
consecuencias que producen las normas jurídicas, consecuencias que en parte se encuentran
preestablecidas en las propias normas, pero que están condicionadas por los hechos externos a
esas normas. Por tanto, el planteamiento de las relaciones entre cambio de modelos normativos y
cambios sociales exige tener en cuenta el modelo de la adecuación o no entre los efectos previstos
por las normas y los efectos que realmente éstas despliegan. Uno de los ejemplos más evidentes
de cambios en la regulación jurídica producidos por cambios sociales previos se perciben
claramente en el Derecho del trabajo, y en consecuencia, en toda la regulación penal de los delitos
contra los derechos de los trabajadores.
Si la norma no tiene los efectos previstos o en un momento determinado deja de tenerlos puede ser
un indicador de que es preciso introducir cambios en el sistema jurídico, para que pueda ser eficaz,
y en este caso, estos cambios vienen a ser una consecuencia de cambios sociales. Los cambios
pueden producirse porque se da una nueva legislación, pero también es posible que el Derecho se
adapte a las nuevas circunstancias sociales sin modificar su estructura o su forma, ya que los
conceptos jurídicos pueden permanecer inalterados en su forma pero pueden cambiar en su función
a través de su interpretación y aplicación.
b) La influencia del cambio jurídico en el cambio social: En este sentido se habla del Derecho como
factor o elemento que se anticipa a los cambios sociales. El Derecho es un producto social, pero
tanto en el proceso de su creación como una vez creado adquiere una relativa autonomía que
posibilita su incidencia en la realidad social de que se trate. Si la creación y aplicación del derecho
no fuera más que un mero reflejo mecánico de las relaciones sociales no podríamos hablar de
ningún tipo de influencia propia y específica del Derecho sobre la sociedad, éste no haría más que
asegurar o consolidar los cambios sociales previos.
Ahora bien, cuando el cambio de las normas no influye sobre ningún cambio social, ese modelo de
relación entre cambio social y cambio jurídico puede ser expresión de la falta de efectividad de
las normas jurídicas o bien, simplemente que las consecuencias sociales de los cambios jurídicos 4
no pueden ser consideradas como suficientemente relevantes como para calificarlos como
transformación o cambio social.
No obstante, existen posibilidades de que el Derecho juegue un papel importante, aunque a veces
indirecto, en la promoción del cambio social. En primer lugar, porque cuenta con estructuras que
están en la base de instituciones sociales que, éstas sí influyen directamente en el cambio. En
segundo lugar el Derecho cuenta con estructuras para promover el cambio social a través, por
ejemplo, de mesas de negociación u organizaciones que promocionan fines políticos determinados.
En tercer lugar, la promoción del cambio puede producirse a través de la imposición de deberes
jurídicos sobre los individuos, como por ejemplo, la imposición de impuestos específicos para
asegurar diferentes servicios públicos, o los derivados de las normas antidiscriminatorias.
c) Cambios sociales sin cambios jurídicos: desde esta perspectiva se habla del Derecho como
obstáculo para el cambio social, como elemento conservador de un orden instaurado. Desde esta
perspectiva es posible referirse a la situación en que se encuentran algunas normas jurídicas que
no se adecúan a la evolución social.
Como subsistema social, el Derecho ha de analizarse a partir de su contextualización en el sistema
social, por lo que es importante partir de las relaciones entre éste y los restantes subsistemas
sociales: económico, político y cultural.

I- Origen y evolución histórica del término Control Social.

El uso originario del término Control Social se remonta a la segunda mitad del Siglo XIX en los EE.
UU.; encontrándose indisolublemente asociado a la impostergable necesidad de integrar en un
mismo marco social las grandes masas de inmigrantes que como fuerza de trabajo acudieron a la
convocatoria migratoria generada por el proceso de industrialización de la
naciente potencia norteamericana. La perentoria demanda organizativa de este cúmulo poblacional
migratorio, caracterizado por su variada cosmovisión cultural, religiosa, etc.; demandó la necesidad
de localizar vías sociológicas de integración que superarán estas diferencias culturales y que a partir
del desarrollo de normas comportamentales, garantizaran una convivencia social organizada.
A raíz de ello aparece el fenómeno del Control Social; la paternidad científica de la expresión Control
Social pertenece al sociólogo norteamericano EDWARD ROSS, quién la utilizó por primera vez
como categoría enfocada a los problemas del orden y la organización societal, en la búsqueda de
una estabilidad social integrativa resultante de la aceptación de valores únicos y uniformadores de
un conglomerado humano disímil en sus raíces étnicas y culturales. La pretendida coincidencia
axiológica propugnada en la obra de ROSS alrededor del concepto de Control Social, motivó que
su posición científica fuese catalogada críticamente dentro del "monismo social".
El sentido otorgado por ROSS a este nuevo concepto excluía de cierto modo los controles estatales,
tanto legales como políticos, los que en la práctica demostraron su inoperancia para construir la
necesaria armonía social. Desde esta perspectiva, la esencia controladora sería asumida por
la sociedad a través de la interacción social persuasiva , de la cual se derivaba el modelamiento de
la conciencia individual a las necesidades de su entorno, produciéndose entonces un proceso de
asimilación e internalización individual de las normas culturales. Precisamente el enfoque monista
de este autor radicó en una identificación única de las "necesidades culturales"; concepción
excluyente basada en la conocida cultura del W.A.S.P. (white-anglosaxon-protestant), constitutiva
a su vez de los principios del "American way of life".
La ulterior evolución de la categoría Control Social se asocia al desarrollo de
la sociología académica norteamericana y más concretamente a la influencia de la conocida
"Escuela de Chicago", en el marco de la cual autores tales como: PARK, MEAD, DEWEY,
BURGESS, SHAW, etc., hacen referencia a los procesos de interacción como base de la
comunicación social, otorgándole a esta última capacidad cohesionadora y estructuradora del
consenso en las grandes urbes estadounidenses. "Esta perspectiva se apoya en el pragmatismo de
la psicología social de George H. Mead y la filosofía política de John Dewey que les permitió
distanciar en concepto de control social de lo que el último llamaba control público, o sea de
las estrategias de disciplina social que pudieran surgir desde el Estado; por lo tanto, alejadas de las
formas organizativas que el derecho estatal pueda imponer".
La posición anterior sustentadora de la exclusión estatal del Control Social resultó superada por los
condicionamientos objetivos impuestos en ocasión de la imperiosa necesidad surgida de las
consecuencias de la Gran Depresión Económica de EE. UU. (1929-1930); motivo por el cual
el Estado Norteamericano comienza a asumir el papel de centralizador estratégico del control de la 5
sociedad, principalmente a través del Derecho como instrumento regulador por excelencia. Se
produce así una ruptura entre la teoría sociológica y la praxis del Control Social en la sociedad
estadounidense. Dicha reorientación práctica asigna al Estado la capacidad organizativa del
conglomerado social; criterio que se explica y consolida mediante la corriente estructural-
funcionalista.
Los representantes de la corriente estructural-funcionalista que mayor trascendencia tuvieron en el
tema que nos ocupa fueron: DURKHEIN, PARSONS y MERTON. Todos los cuales de una u otra
forma coinciden en reconocerle a la organización estatal una alta cuota de representatividad en el
Control Social de la conducta desviada. El sociólogo francés EMILE DURKHEIM se destaca en el
ámbito del estudio delictivo por su tesis sobre la normalidad de la criminalidad y el importante rol
que juega esta última en el mantenimiento de la cohesión y la solidaridad social; llegando a afirmar
que el delito representa un "factor de salud pública" por cuanto garantiza la movilidad y alternancia
de la generalidad de las normas sociales, incluidas las que promulga el Estado a través del Derecho.
Uno de los principales méritos científicos de este autor radica en la aportación del concepto de
"anomia", entendido como la ausencia o carencia de efectividad de las normas sociales de todo
tipo, aspecto que a su modo de ver, genera una especial desorganización colectiva por la pérdida
de la capacidad reguladora del control social normativo.

Idéntica tónica funcionalista caracteriza la obra de TALCOTT PARSONS, autor que siguiendo la
línea de DURKHEIM reconoce en este último la profundidad del tratamiento respecto a
la naturaleza del Control Social y a la significación de la conformidad moral. PARSONS enfoca el
concepto de desde la óptica psico-sociológica, estableciendo una relación congruente entre la
desviación y la carencia de control. Su principal trascendencia científica estriba en el profundo
reconocimiento del Derecho como manifestación del Control Social, destinado como toda variante
controladora a garantizar el orden social; cuestión con la que discrepa de la pretendida dicotomía o
alejamiento entre la función de control y la gestión estatal sostenida originariamente por los
miembros de la Escuela de Chicago.
BERGALLI, reconocido estudioso de la evolución histórica en el uso del término Control Social,
otorga relevancia en este sentido a los aportes realizados por otro representante de la corriente
estructural-funcionalista, ROBERT MERTON, discípulo de PARSONS y continuador del concepto
de anomia aportado por DURKHEIM. Las principales ideas teóricas de MERTON se derivan del
estudio de la sociedad norteamericana, a la que califica como una sociedad anómica.
El objetivo central de su obra se asienta en demostrar que algunas estructuras sociales son
claramente criminógenas al propiciar que las personas se decidan por el comportamiento desviado.
Este autor "supo elaborar un concepto sofisticado de control social que combinase su manifestación
interna o individual con la institucional o social".
Resumiendo críticamente la corriente funcionalista nos adscribimos a las posiciones de PAVARINI,
cuando expresa que si bien los funcionalistas anómicos explican la conducta desviada desde la
contradicción entre valores culturales y valores instrumentales, sin embargo, no clarifican cuales
son las razones esenciales que producen esta dicotomía. "En este sentido se ha hablado
correctamente de la teoría de la anomia como de una teoría de alcance medio, como de
un modelo teórico suficiente para dar fundamento sólo a algunas investigaciones empíricas
limitadas y de un cierto tipo; las que contemplan la criminalidad contra la propiedad por parte de las
clases subalternas en una sociedad como la estadounidense". Otras posiciones críticas fueron
asumidas por los principales teóricos del control, quienes cuestionaron las posibilidades de
confirmación empírica del enfoque estructural funcionalista.
Extendiendo la valoración a la categoría central de nuestro debate, destacamos las posiciones de
BERGALLI, quién al someter a una radiografía crítica el uso del término Control Social expresa que
el origen sociológico del concepto no tuvo contenidos revolucionarios, solo naturaleza reformista
concretada en una política de control enfocada apaliar o reducir los abusos sociales derivados del
desarrollo del capitalismo industrial. Siendo así, el Control Social contribuyó en sus inicios
a operaciones sociales cosméticas que hicieron soportable los fenómenos estructurales y residuales
(léase explotación, violencia, marginalidad, etc.) de la sociedad capitalista.

II- Análisis histórico de las posiciones teóricas fundamentales referidas al Control Social.
La historia del pensamiento criminológico en el Siglo XX se caracterizó por el tránsito evolutivo de
varios paradigmas criminológicos, los que sin solución de continuidad derivaron hacia las posiciones
científicas actuales. BARATTA reconoce tres estadíos criminológicos en el pasado siglo: la vieja
criminología positivista, la criminología liberal y la criminología crítica.
Tomando como hilo analítico conductor la categoría Control Social realizaremos un breve examen
abarcador de los tres modelos criminológicos explicativos mencionados, detallando con especial
referencia el "Labellig Approach" o Paradigma del Control, por su reconocida significación como 6
punto de engarce entre la Criminología Liberal y la Criminología Crítica y por su trascendencia
definitoria para el estudio del Control Social de la criminalidad.

II.1- Las posiciones de la Criminología Positivista.


La determinación biológica de la conducta criminal se constituye en la esencia explicativa de la
Criminología Positivista o Criminología etiológica. Los estudios criminológicos positivistas dirigieron
su atención al criminal, no al crimen y mucho menos a la posible configuración definitorial del delito
a partir de la acción defensiva-reactiva de la sociedad. Esta óptica explicativa se mueve en el campo
del determinismo (biológico) y la peligrosidad social del individuo, localizando las "causas" del
fenómeno en el sujeto activo del delito; dicho enfoque asume que las razones causales son
preexistentes a la reacción social represiva que se desata con la consumación delictiva.
Tal como afirma GARCÍA-PABLOS DE MOLINA el modelo etiológico en Criminología dedicó su
atención únicamente al delincuente, obviando las cuestiones referidas al Control Social. Ello se
explica por la función de legitimación que asume esta corriente criminológica, pues su teoría de la
criminalidad se configura desde una explicación tendenciosa observante de una pequeña parcela
de la realidad delictiva (el sujeto comisor) con la exclusión valorativa del significativo sector restante
de los fenómenos sociales concernientes al suceso criminal.

El rol legitimante desempeñado por la Criminología Positivista tradicional obviamente no contempló


los análisis evaluativos de los mecanismos sociales controladores y aún menos la valoración crítica
del Sistema Penal, pues su misión histórica-científica consistió en justificar y racionalizar el sistema
social que le dio vida. La esencia del modelo etiológico clásico de explicación del delito, convirtió a
la Criminología en una ciencia auxiliar del Sistema Penal y de la Política Criminal oficial.

Refiriéndose al tópico anterior PAVARINI asegura que "la aportación determinante


del positivismo criminológico respecto a las instancias de control social presentes en la sociedad de
la época consistió en valorar, por un lado, una concepción abstracta y ahistórica de la sociedad y,
por otra parte, interpretar a ésta como realidad orgánica que se funda en el consenso alrededor
de los valores y los intereses asumidos como generales, o sea que significaba proponer a la
sociedad como un bien y a la desviación criminal como un mal y por tanto a la política criminal como
legítima y necesaria reacción de la sociedad para la tutela y la afirmación de los valores sobre los
que se funda el consenso de la mayoría".

II.2- Las vertientes doctrinales de las Teorías del Proceso Social.


El desarrollo histórico de la criminología Liberal se caracterizó por su permeabilidad generalizada a
los enfoques sociológicos del fenómeno delictivo. En páginas anteriores plasmamos un análisis del
rol de la corriente estructural-funcionalista en la etiología y evolución del concepto de Control Social.
Precisamente como continuación de tal valoración mencionaremos otro de los núcleos teóricos que,
dentro de la Sociología Criminal, ofrece determinada importancia para la temática en estudio; nos
referimos a las Teorías del Proceso Social.
Las Teorías del Proceso Social surgen como reacción científica frente a las limitaciones del enfoque
estructural-funcionalista, el cual demuestra un déficit explicativo ante la inobjetable criminalidad de
las clases medias y altas; ya no resulta sostenible la reiterada afirmación estructuralista de que el
crimen es solo un comportamiento de las clases bajas. Se traslada el análisis del funcionamiento
de las estructuras macrosociales propio del estructural-funcionalismo a la valoración de los efectos
psicosociales de los procesos interactivos individuales. Desde esta última visión analítica se afirma
que potencialmente cualquier persona puede ser comisora de delitos, como resultado de estados
socio-psicológicos derivados de alteraciones negativas en la saludable interacción en el seno de
sus grupos de pertenencia más cercanos.
Entre las Teorías del Proceso Social no existe uniformidad explicativa en lo que respecta a la
etiología delictiva. GARCÍA-PABLOS DE MOLINA reconoce la existencia de tres vertientes
doctrinales en este grupo de teorías:
 Las Teorías del Aprendizaje Social.
 Las Teorías del Control Social, y
 Las Teorías de la reacción Social o "Labelling Approach".

De momento solo explicaremos de forma muy general las teorías del aprendizaje social, prestándole
posteriormente especial atención a las Teorías del Control Social y de la Reacción Social.
Las Teorías del Aprendizaje Social sostienen que la comisión de los delitos es una conducta
aprendida a partir de la interacción social en el contexto de grupos pequeños; todo ello realizado
mediante un proceso socializador en el que se transmiten los elementos culturales propios de
sectores criminales; "este aprendizaje incluye tanto las técnicas del crimen como la específica
canalización de motivos, impulsos, racionalizaciones y actitudes". 7
II.2.1- Tendencias fundamentales de las Teorías del Control Social.
El marco temporal de surgimiento de las Teorías del Control Social se ubica entre finales de la
década de los años 60 y principios de la década de los años 70 del pasado Siglo. La peculiaridad
teórica que distingue a estos autores radica en el cuestionamiento invertido de la problemática
criminal; dando por evidente la explicación lógico-racional de la conducta desviada, centran sus
esfuerzos científicos en fundamentar las razones del comportamiento no delictivo o accionar de
conformidad social.
El razonamiento sustentador de tales posiciones parte de la supuesta obviedad benéfica que en el
plano material proporciona el actuar delictivo, pues asegura el acceso a las metas perseguidas de
una forma expedita; lo que permite a los teóricos del control afirmar que, por decantación lógica, el
comportamiento más racional sería la comisión de crímenes para obtener los beneficios deseados.
Así pues, el centro del interés de las Teorías del Control Social radica en explicar los motivos que
dominan el comportamiento respetuoso de la Ley, responder al cuestionamiento de ¿por qué? no
todas las personas cometen delitos.

A tales efectos desarrollan diversas posiciones doctrinales, cuyas principales manifestaciones se


pueden resumir de la siguiente manera:
1. La Teoría del arraigo social.
2. La Teoría de la conformidad diferencial.
3. La Teoría de la contención.
4. La Teoría del control interior.
5. La Teoría de la anticipación diferencial, etc.

A continuación desarrollaremos someramente los principales elementos constitutivos de las


variantes teóricas mencionadas.

La Teoría del arraigo social.


Conocida también como la teoría de los vínculos sociales fue desarrollada por HIRSCHI partiendo
del criterio de que el control necesario para que el individuo no actúe delincuencialmente, radica en
los nexos que el mismo establece con la sociedad, lazos cuya ruptura significarían una sensible
pérdida para la persona. Cuando se carece de esos vínculos o los mismos se debilitan desaparece
el arraigo social que funciona como muro detentivo del actuar criminal. La necesidad de
autopercibirse y ser reconocido como integrante pleno y respetado de los diversos grupos sociales
de pertenencia actúa como elemento conductual controlador, según esta posición teórica.

La Teoría de la conformidad diferencial.


Los sustentadores de esta posición, BRIAR y PILIAVIN, apoyan su teoría en dos aspectos o
premisas fundamentales: la posibilidad de afectación del individuo por estímulos pasajeros y el
diferenciado grado de compromiso de la persona con los valores socialmente aceptados. El
resultado de la interacción de ambas variables siempre resultará diferente en dos seres humanos
sometidos a condiciones estimulantes análogas, partiendo de que esos individuos poseen grados
no equivalentes de conformidad con los valores sociales. "Lo que significaría que, en situaciones
equiparables, una persona con elevado grado de compromiso o conformidad hacia los valores
convencionales es menos probable que se involucre en comportamientos delictivos que otro
individuo con inferior nivel de conformismo".

La Teoría de la contención.
La peculiaridad doctrinal del segmento de los teóricos del control que nos ocupa, radica en la
valorización de los elementos de índole individual en el contexto de un enfoque de tendencia
sociológica. RECKLESS, reconocido como el autor principal de esta variante centra la atención en
el rol determinante que juegan las cualidades personales, las que en algunos casos funcionan como
factores inmunizantes dentro de un microambiente netamente delictivo; constituyendo los llamados
mecanismos de contención. Dichos mecanismos pueden poseer índole interna o externa; en el caso
de los primeros se refiere a los mecanismos subjetivos propios de la personalidad, tales como: buen
concepto, proyectos vitales bien definidos, adecuada tolerancia a la frustración, etc. En lo que
respecta a los mecanismos de contención externos se citan los relacionados con el control
normativo social, ejemplo: códigos morales sólidos, roles sociales bien estructurados, disciplina
social supervisada y efectiva.
La Teoría del control interior.
A los efectos de la teoría del control interior, el accionar delictivo aparece por la inconsistencia
controladora de los grupos primarios que no han conseguido, que sus miembros, internalicen las
reglas y roles necesarios; lo cual significa que el control social no ha derivado convenientemente en 8
control personal interno; entendido este último como la trascendencia funcional efectiva a la esfera
volitiva, de los valores y normas socialmente prevalentes. Para REISS, sustentador de esta tesis,
la criminalidad aparece como derivación de la disfuncionalidad de controles sociales ineficientes y
la consecuente debilidad del control personal o interior.

La teoría de la anticipación diferencial.


Los razonamientos propios del enfoque de la anticipación diferencial presupone un trabajo
intelectivo detallado del individuo, en el que pondera los costes y beneficios que podría reportarle
el delito. Esta teoría "se formula por D. GLASER, quién trata de conciliar con ella la teoría del control
social y los conceptos básicos de la asociación diferencial. Su postulado es muy simple: la decisión
de cometer o no delito se halla determinada por las consecuencias que el autor anticipa". El núcleo
duro del análisis descansa en la inclinación ventajosa o desventajosa de las expectativas, grado de
beneficio que se relativiza a partir de la profundidad del contacto de cada persona con los modelos
criminales.
Conclusivamente puede afirmarse que las Teorías del Control Social superan la visión
macrosociológica de la corriente estructural-funcionalista, valorando al Control Social desde una
posición dicotómica relacionada con el carácter externo o interno del control y prestándole especial
relevancia a la función de los grupos pequeños de pertenencia del individuo. En este sentido "las
teorías del control acostumbran a ser vista de forma errónea como teorías de las cuales se deriva
una demanda de mayor control penal. Sin embargo, ello es incorrecto, pues, (...), el énfasis de las
teorías del control reside en el control social, esto es, en aumentar el vínculo de la persona con
las instituciones sociales que es lo que (...) evitará que la persona realice delitos".
Las teorías del Control Social son cuestionadas por diversas razones entre las que se destaca su
renuncia a localizar el factor positivo que genera la comisión de delitos y consecuentemente
reconocen la existencia de un factor negativo provocador del acto criminal, a saber "presumen que
la ausencia de control basta para provocar inevitablemente, por sí sola, la realización de actos
delictivos".

III. El derecho y el sistema de control social. El control social jurídico–penal

Estas instituciones tienen cierto grado de compulsión el acento se pone en reglas,


leyes y posible recriminación y pena, sus mejores ejemplos son la ley y la
administración. Norma, proceso y sanción son tres componentes fundamentales de
cualquier institución de control social formal, orientadas a asegurar la disciplina
social, afianzando las pautas de conducta que el poder reclama. La última autoridad
del control social es el Estado con su poder coactivo, y un Estado de Derecho debe
ejercitarse a través de la ley .

De las manifestaciones del control social, la ley es la más formal y dramática,


aunque muchas veces no resulta sea la más efectiva. En general el cumplimiento
de la ley como dice Roscoue Pound en su obra- Control Social a través de la Ley ,
tiene las siguientes dificultades, en muchos cosas inaplicabilidad de la maquinaria
legal para solucionar muchos conflictos, limitada v capacidad de las obligaciones,
pena fácil que puede evadirse así como dificultades para encontrar la certeza de
los hechos.

El derecho desarrolla un papel fundamental, por la función integradora que sirve


para disminuir los potenciales elementos de conflictos y para engrasar la
maquinaria social. Es solamente mediante una herencia aun sistema de reglas, que
el sistema de interacción social puede funcionar sin romperse y evitar conflictos
crónicos, el derecho no solo tiene un pode coactivo, sino persuasivo y educativo y
puede ser un factor de cambio social.
La ley como modo de control social tiene todas las fuerzas, pero también toda la
debilidad de la dependencia de la fuerza sería entonces un error pensar que la ley
por sí sola puede resolver todos las tareas del control social. La ley debe funcionar
apoyando a los mecanismos de control social informal.
9
El control social penal es un subsistema en el sistema total del control social. Su
especificidad, derivada del objeto a que se refiere, no a toda conducta desviada ,
sino solo al delito, así como sus fines, prevención, represión y a los medios que
utiliza para ello, las penas medidas de seguridad, con una rigurosa formalización
de la forma de operar, en correspondencia a la legalidad.

El Control Social Penal tiene limitaciones estructurales inherentes a su naturaleza


y función, de modo que no es posible exacerbar indefinidamente su actividad para
mejorar progresivamente su rendimiento.

Si todo orden social cuenta con mecanismo primario de autopreparación, que


deberían ser eficaces, la intervención del control formal solo se legitima en defecto
de aquellos, cuando la entidad o magnitud del conflicto exija una respuesta
formalizada, más drástica, por no es suficiente las de las instancias informales. La
maquinaria pesada del Estado debe reservarse par los conflictos más agudos que
requiera de un tratamiento Más severo. Los conflictos de menor entidad pueden y
deben ser abordados o resueltos con instrumentos más ágiles y socialmente menos
gravosos, el Derecho Penal debe ser última ratio .

El control social penal sirve de un particular sistema normativo, que tiene partes de
conductas al ciudadano imponiéndosele mandatos y prohibiciones. La norma penal
establece deberes jurídicos, desde luego, pero su finalidad no puede consistir en
la mera creación de deberes y obligaciones.

No se trata de prohibir por prohibir, ni castigar por castigar, sino de hacer posible
la convivencia y la paz social. Es inimaginable un Derecho Penal desconectado de
las demás instancias del Control Social, de ahí que el derecho penal, solo tiene
sentido si se le considera, como la continuación de un conjunto de instituciones
públicos y privados, cuya tarea consiste igualmente en socializar y educar para la
convivencia de los individuos, a través del aprendizaje e interiorización de
determinadas pautas de comportamiento, dentro de todo este entramado de
normas sociales y penales, la norma penal es la más vulnerable para mantener el
sistema de valores, ya que sobre el descansa la sociedad.

El Derecho Penal, solo puede proteger con efectividad a largo plazo los bienes
jurídicos cuando las personas, convencidas de lo justo de esa protección, cooperan
en esa función. Su misión más importante es la reafirmación y el aseguramiento de
las normas fundamentales de la sociedad y la cultura jurídica. Esta misión solo se
puede realizar reforzando los valores éticos y sociales de la acción y afianzando el
reconocimiento normativo sin olvidar su base sociológica.

Es necesario tener en cuenta que todo sistema jurídico penal, constituye un sistema
en que se trata de compaginar los derechos del individuo, incluso del individuo
delincuente, con los derechos de una sociedad que en ocasiones vive con miedo,
a veces real y a veces supuesto. Por supuesto la sociedad tiene derecho a defender
sus intereses, recurriendo a la pena si fuera necesario, pero también el delincuente
tiene derecho a ser tratado como persona y no quedar definitivamente apartado de
la sociedad, sin esperanza de reintegrarse a la misma . Por otra parte es de
significar que la misión del derecho penal es limitar el poder punitivo del Estado,
que en ocasiones decidido a terminar a toda costa con la criminalidad, puede
imponer sanciones excesivas y/o arbitrarias, sacrificando con ellas las garantías
mínimas de los individuos y la de la proporcionalidad.
1
0

1. CONTROL SOCIAL Y TEORIAS


CONTROL SOCIAL
Son el grupo de normas y regulaciones de tipos diferentes que son establecidas por una sociedad,
para mantener el orden de las personas y permitir el desarrollo organizado y controlado. Este
puede hacerse presente de diferentes maneras, tanto en prácticas formales como informales a
través de regulaciones socialmente aceptadas y por medio de imposición del mismo individuo.
El objetivo de estos controles es mantener a los grupos sociales en un orden aceptado, de modo
que se respete las normativas que contribuyen a tener estilos de vida organizada y no en conflicto.
Las regulaciones más visibles son las que se expresan a través de leyes, estatutos y regulaciones
formales que todos debemos cumplir del mismo modo. El control social también puede estar
relacionado con interese Políticos de diversos grupos de la sociedad.
Dentro de estos grupos se puede mencionar a las religiones, las jerarquías sociales, los medios de
comunicación y la propaganda. Todas estas normas de control buscan generar en la persona
conductas aprobadas de manera voluntaria, estos controles pueden no ser del todo éticos, sobre
todo cuando se trata de propaganda.
La palabra social permite referir a aquello que es propio de la sociedad, o en su defecto, que es
relativo a la misma. En tanto, la sociedad es aquel conjunto de individuos que comparten una misma
cultura y que interactúan entre sí para conformar una comunidad, o sea, que en este sentido del
término, la palabra social implica pertenencia, ya que supone algo que se comparte a nivel
comunitario, por ejemplo, la vida social, la convivencia social, que se refieren a los modos de convivir
que tienen los individuos que conforman una sociedad.
La vida en sociedad hace necesario que se desarrollen mecanismos que garanticen que los
miembros del grupo van a comportarse según los valores del mismo. El proceso de organización
social hace que esos instrumentos vayan siendo más complejos.

El control social de las diversiones públicas en Costa Rica se empieza a sistematizar tras la llegada
de los liberales al poder, a finales del siglo XIX. Sin embargo la Iglesia católica también pone en
práctica una serie de restricciones dirigidas a controlar y a orientar la diversión.
A partir de los primeros códigos se observa cómo el control es ejercido por todo un aparato
burocrático que tiende a orientar requerimientos y procesos para el funcionamiento de cada
diversión pública. Así, surge el primer reglamento de Policía en 1849. No obstante con el tiempo, al
afianzarse más el Estado y al ampliarse las diversiones, surgen reformas a dicho
reglamento. También aparecen decretos y otros reglamentos que en forma específica se refieren
ajuegos, espectáculos públicos, licores, días feriados, cinematógrafos, peleas de gallos, etc. En
todos aparecen las instituciones o personas que se encargan de velar por su cumplimiento, se
contempla el papel que en primer instancia juega el gobernador, luego la municipalidad y el agente
de policía o el jefe político de cada lugar.

Debido a que las leyes son generales y de acatamiento obligatorio, rigen para todo el país, a
excepción de la salvedad que aparece en los reglamentos donde se hace distinción de ciudades y
pueblos, o donde se dan disposiciones que cambian según el número de habitantes.
Las principales diversiones públicas que se miran en una comunidad rural son turnos, juegos, fiestas
religiosas, o espectáculos públicos como teatro o cine, y bailes. Por lo tanto, se meditan también
elementos que forman parte de una de estas actividades como las procesiones y las rifas, o sitios
que sirven como centro principal de determinada diversión como las cantinas. Por ello el análisis
del control social se hace a partir de las diversiones, bajo el supuesto de que ellas norman la vida
de las comunidades rurales del Valle Central.
Algunos ejemplos de estos controles pueden ser:
1. TURNOS Y RIFAS.
Los turnos tienen la regulación de la ley del 30 de julio de 1884 que obliga a las juntas a
solicitar el debido permiso al Poder Ejecutivo y este tiene la potestad de determinar el
número de turnos que se efectúan al año en cada localidad. Sin embargo, el control sobre
el mismo se extiende aún más cuando se emite una disposición en 1890 que obliga aque
una tercera parte de las ganancias obtenidas se destinen a la construcción de edificios
escolares de cada comunidad.
2. BAILES PUBLICOS:
El baile como diversión pública se viene a controlar en la década de 1930 con las
regulaciones que surgieron en esa década. El instrumento que sirvió para tal fin fue un 1
reglamento emitido el 17 de diciembre de 1930.[16] En el mismo se establece el mecanismo 1
burocrático por medio del cual se puede realizar un baile. Así, el gobernador es la única
persona que puede autorizar un baile, una vez que lo resuelve lo comunica a la respectiva
agencia de policía para que ésta proceda a determinar la vigilancia del mismo.
En la definición de control social vamos a encontrar ciertos elementos que convienen
esquematizar. La esencia del control social está constituida por la presión que el grupo ejerce sobre
sus componentes. En la relación del control social vamos a encontrar dos sujetos:
 Sujeto Activo: La sociedad o grupo dentro de ella que ejerce la presión o el control.
Los sujetos que ejercen el control social se les denomina órganos de control social y se definen
como: sociedades, grupos o vínculos sociales capaces de producir y aplicar las diversas clases de
control social.

Referente a lo anteriormente expuesto, tenemos los siguientes ejemplos de órganos del control
social. Como lo son la familia, El Estado, la iglesia, los partidos políticos, la prensa, entre otros.

 Sujeto Pasivo: El individuo o grupo que recibe la presión para que adapte su conducta
según los valores sociales. Aquí podemos mencionar la distinción clara entre el control social y en
autocontrol. En el autocontrol es el propio individuo en que intenta regular su conducta de acuerdo
con los valores o normas que se ha propuesto cumplir; no hay presencia de un sujeto activo
colectivo. En cambio, en una relación en la que se manifiesta el control social, el individuo es
sujeto pasivo que recibe la influencia del grupo, la presión social para que se adapte a sus valores
o normas.
El objetivo del control social es lograr que los miembros que integran la sociedad amolden su
conducta según los lineamientos del grupo socialEl Control Social se refiere a los esfuerzos de un
grupo o de una sociedad por la autorregulación (o por regularse a sí misma). La forma más poderosa
de control social es la interiorización de las normas. Es uno de los sujetos fundamentales de la
discusión sociológica y surge en todas las discusiones acerca de la naturaleza y causas de la
estabilidad y el cambio social.
TEORÍAS DEL CONTROL
Bajo esta denominación se agrupan una serie de modelos teóricos que explican el
problema de la desviación criminal. Diciéndolo en otros términos: si todoindividuo cuenta con el
potencial necesario para violar las leyes y la sociedad le ofrece numerosas oportunidades para
hacerlo, ¿por qué pues, muchos de ellos las obedecen? Para la teoría criminológica clásica, la
respuesta se encuentra en el miedo al castigo. Por el contrario, los teóricos del control, acudiendo
a un análisis sociológico, estiman que no es el miedo al castigo el factor fundamental en el
momento de explicar el comportamiento del infractor ante una conducta prohibida, sino otros
muchos vínculos de aquél con el orden social. El individuo evita el delito asegura
porque es el primeroen estar interesado en
mantener un comportamiento conforme a las pautas yexpectativas de la sociedad;
porque tiene una razón actual, efectiva y lógicapara obedecer las leyes de ésta: la comisión del
delito le depararía más inconvenientes que ventajas.
La Teoría del arraigo social
Esto consiste en establecer la situación de una persona que se encuentra vinculado en calidad de
sospechoso dentro de una causa penal. Debe demostrar que posee trabajo, domicilio, bienes
inmuebles, así como ser el sostén de hogar.

Fue desarrollada por HIRSCHI partiendo del criterio de que el control es necesario para que el
individuo no actúe delincuencialmente, radica en los nexos que el mismo establece con la sociedad,
lazos cuya ruptura significarían una sensible pérdida para la persona.
Para la teoría del arraigo social, de Hirschi, todo individuo es un infractor potencial y sólo el
miedo al daño irreparable que pudiera ocasionarle el delitoen sus
relaciones interpersonales (padres, amigos, vecinos, etc.) einstitucionales (escuela,
trabajo, etc.) le frena. La causa de la criminalidad, enconsecuencia, no es otra que el debilitamiento
en el joven de esos lazos o vínculos que le unen con la sociedad. Cuando el individuo carece del
necesario arraigo social o del interés y sensibilidad hacia los demás,
carece, también, delindispensable control disuasorio, encontrando expedito el camino del crimen,
lo que puede suceder con independencia del estrato social al que pertenezca.
Dicho arraigo o vinculación del individuo a la sociedad, depende, según Hirschi,
de cuatro factores: el apego y consideración hacia las personas (especialmentehacia
aquéllas que integran los grupos primarios); el grado de identificación ycompromiso con los valores 1
convencionales; la mayor o menor participación en actividades sociales; las propias creencias del
2
individuo, pues el desarraigo, la experiencia de vivir en soledad y el vacío moral impiden el desarrollo
de valores que actúan como freno decisivo de la conducta desviada.

La Teorá de la conformidad diferencial.

A juicio de Briar y Piliavin, existe un grado variable de compromiso y


aceptaciónde los valores convencionales que se extiende desde el mero miedo al castigohasta la
representación de las consecuencias del delito en la propia imagen, enlas relaciones
interpersonales que se aprecian, en el estatus y actividades presentes y futuras. Lo que
significa que, en situaciones equiparables, unapersona con elevado grado de
compromiso o conformidad hacia aquellosvalores convencionales es menos probable
que se involucre encomportamientos delictivos que otra con inferior nivel de conformidad. Y a la
inversa.

La Teoría de la contención.
Esta teoría, defendida por Reckless, la sociedad produce una serie de
estímulos, de presiones, que impulsan al individuo hacia la conducta desviada.Pero
dichos impulsos son contrarrestados por ciertos mecanismos, internos oexternos, de contención
que le aíslan positivamente.
Existen, según Reckless, una serie de impulsos internos, y de presiones e
influencias externas, que actúan respecto al individuo como mecanismos depresión
criminógena. Pero el individuo, según el autor, cuenta también conotros dispositivos
internos y externos de contención: mecanismo interno, comola solidez de la personalidad
individual, un buen auto concepto, “ego” acusado, alto grado de tolerancia a la frustración, metas
y proyectos bien definidos, etc.;
los externos, procedentes de la coacción normativa que ejercela sociedad y los diversos
grupos sociales para controlar a sus miembros, promoviendo el indispensable sentimiento de
pertenencia a la comunidad; y otros vínculos o mecanismos de contención del crimen
especialmente importantes: consistente código moral, refuerzo de los valores, normas y objetivos
convencionales, supervisión efectiva y disciplina, roles sociales plenos de sentido, etc.
El comportamiento criminal se produce, a juicio de Reckless, cuando
fallan, por debilidad o inexistencia, dichos mecanismosinternos o externos de
contención, que aíslan al individuo de las fuerzascriminógenas y permiten que neutralice las
presiones, impulsos, o influencias criminógenas.

La Teoría Del Control Interno

Ésta teoría se mantiene por Reiss, y tiene inequívocas conexiones conelPsicoanálisis y la cibernét
ica. Para el autor, la delincuencia es el resultado deuna
relativa falta de normas y reglas internalizadas, de un desmoronamiento decontroles
erigidos con anterioridad y/o de un conflicto entre reglas y técnicassociales. La
desviación social se entiende como la consecuencia funcional decontroles personales y sociales
débiles fundamentalmente por el fracaso de los grupos primarios).

La Teoría de la Anticipación Diferencial

Según Glaser, la decisión de cometer o no cometer un delito se halla


determinada por las consecuencias que el autor anticipa, por las expectativas que se derivan de su
ejecución o no-ejecución. El individuo se inclinaría por el comportamiento criminal si de su
comisión se derivan más ventajas que desventajas, considerando sus vínculos con el orden social,
relacionen con otras personas y experiencias precedentes. Ahora bien, tales expectativas, a su vez,
dependerían del mayor o menor contacto de cada individuo con los modelos delictivos, esto es, del
aprendizaje o asociación diferencial.
Las diversas teorías del control explican por qué el individuo se abstiene de
cometer el delito, qué vínculos sociales o qué mecanismos le aíslan y protegen
positivamente frente al comportamiento criminal; no explican, sin embargo,con la misma convic
ción el hecho positivo, esto es, por qué entonces haypersonas que delinquen. Dejan, además,
numerosas cuestiones sin respuesta.
En efecto, la doctrina se pregunta si existen o no, y en su caso cuáles, las relaciones funcionales
entre la medida del control social exterior e interior; Por qué de
dos personas de una misma familia, crecidas en un mismoambiente y con idéntica educación, una
se inclina por el crimen mientras otra lo hace por la conducta conforme
a derecho; por qué una de ellas desarrollaun concepto de sí misma relativamente favorable, 1
mientras la otra adquiere un auto concepto desfavorable; por qué jóvenes sin
3
apego a los valoresconvencionales se abstienen, sin embargo, de delinquir, o, por qué
delinquenjóvenes con muy considerable grado de compromiso e identificación con los
dedicho orden social. La teoría del control social no parece haber clarificado, en definitiva, cómo
surgen o cómo se fortalecen o debilitan esos mecanismos de adhesión y compromiso con aquél; y
qué es lo que determina el concepto de uno mismo.

CONTROL SOCIAL

El control social es el conjunto de prácticas, actitudes y valores destinados a mantener el


orden establecido en las sociedades.1 Aunque a veces el control social se realiza por medios
coactivos o violentos, el control social también incluye formas no específicamente coactivas,
como los prejuicios, los valores y las creencias.
Entre los medios de control social están las normas sociales, las instituciones,
la religión, las leyes, las jerarquías, los medios de represión, la indoctrinación (los
medios de comunicación y la propaganda),23 los comportamientos generalmente
aceptados, y los usos y costumbres (sistema informal, que puede incluir prejuicios) y
leyes (sistema formal, que incluye sanciones).

El control social aparece en todas las sociedades como un medio de fortalecimiento y


supervivencia del grupo y sus normas. Las normas menores y las leyes son las que conforman
los grupos. La implantación de una moral social (por las influencias sociales que genera) y la
crítica liberal como autodefensa y como interpretación de sucesos e intereses, es el camino
hacia el cambio social. Actúa sobre la desviación social (leyes) y anomia (normas).
La cognición social o perspectiva del comportamiento desviado de forma correcta —cierta—,
tiene un esquema de estereotipos y juicios de valor en su versión no científica, y es posible y
habitual como conocimiento científico —profesional—; es de hecho imposible una sociedad sin
normas (Estado de Derecho) y la cuestión es su precisa naturaleza y los mecanismos para el
caso, sin cargar con más problemas adicionales, solamente el bien común con una normativa
funcional para el orden social. Como el control es importante, a su vez tiene que haber control
sobre los controladores con un consenso en la normativa para un equilibrio de poderes y
controles, que no sea represivo en su actitud.
El control social persuasivo para el logro de la conformidad funciona principalmente con ideas
y valores, que se traducen en actitudes respetuosas de las normas. Se tiende a una moral libre,
opcional, personalizada, menos reglas y con menos control

2. Medios informales
Las medidas informales, son aquellas que no están institucionalizadas, como los medios de
comunicación, la educación, las normas morales, etc, las cuales no tienen una formalización a
través de normas o leyes escritas. Son más importantes que los formales porque transmiten
hábitos, normas y valores determinados. La instancia policial es un ejemplo: es un mecanismo
de control social informal que se deriva del Estado. Se inició tras la Revolución Francesa
controlando a nivel legislativo. Sus competencias garantizan el poder desmesurado del Estado,
pero es una instancia estatal con capacidad de castigo y represión contra el ciudadano puesto
que los que controlan o tienen poder someten al resto. Su función principal es el mantenimiento
de leyes y del orden público. A partir de los años 80 (siglo XX), aparece la seguridad ciudadana.
Como hecho político, se añade una función de vigilancia (represor contra las incidencias) que
desemboca en el Estado intervencionista. Se vincula a la transformación urbana de las
ciudades (las grandes avenidas permiten el paso del ejército con los caballos). A esta función
de represión se le añade la salvaguarda: prevención en primer lugar y función asistencial de la
población. La paradoja fundamental de la policía es que simultáneamente es preventiva y
represora, ya que "el policía que está para ayudar también te puede detener".
1
3. Medios formales
4
Las medidas formales de control social son las que se implementan a través de estatutos, leyes
y regulaciones contra las conductas no deseadas. Dichas medidas son respaldadas por el
gobierno y otras instituciones por medios explícitamente coactivos, que van desde
las sanciones hasta el encarcelamiento o el confinamiento. En los estados de derecho los
objetivos y mecanismos de control social están recogidos en la legislación explícita.
4. Regulación del control social
Para lograr el éxito del control social este debe ser regulado en relación de toda la sociedad y
deben existir agencias de control social que puedan ordenarlo, evitando la marginación como
fenómeno social, la estabilidad social se pone en peligro cuando las agencias pierden poder.

TEORÍA DEL AUTO CONTROL


La teoría General de la delincuencia, presentado por Michael Gottfredson y Travis
Hirschi a quienes se les acredita la autoría del análisis del autocontrol, el que combina
conceptos de las perspectivas bio sociales, psicológicas, de las actividades rutinarias y
de la elección racional de la acción criminal.

Dichos autores en 1990 consideraron imprescindible diferenciar entre acciones


delictivas, el delito como acción, e individuos con tendencias delictivas, o conducta
criminal como tendencia. En una sociedad las tasas de delincuencia pueden varias debido
a las oscilaciones de las oportunidades delictivas, pese a que el número de individuos con
predisposiciones delictivas no varíe.

Se asume, como punto de partida, que las restricciones que impiden que los individuos
delincan tienen tanto un carácter social como individual. Es decir, las personas son
también diferentes en su vulnerabilidad a las tendencias delictivas. El concepto clave de
la teoría de Gottfredson y Hirschi es el auto control. Ellos consideran que esta
característica, cuya ausencia aumenta la probabilidad del delito, está presente desde la
primera infancia. No obstante, la falta de auto control puede también ser contrarrestada
por otras características del propio sujeto o por factores situacionales de su entorno.

Los elementos del autocontrol


En general, el comportamiento delictivo produce una gratificación inmediata de los propios
deseos, tales como dinero, venganza, sexo. Gratificación que se obtiene sin demasiado esfuerzo,
implica actividades excitantes y arriesgadas, produce escasos beneficios a largo plazo, requiere
poca habilidad y planificación, a menudo supone dolor para las víctimas, produce más que un
auténtico placer el alivio de alguna tensión generada y, además, puede implicar un cierto riesgo
de dolor físico para el propio delincuente, aunque sabemos que el riesgo a ser detenido y luego
castigado por el delito cometido es muy bajo. Pues bien, las personas con un elevado nivel de
auto control poseen características contrarias al modo de funcionamiento delictivo que
acabamos de describir: saben diferir las gratificaciones, suelen ser esforzadas, tienden a ser
prudentes con su conducta, desean beneficios a largo plazo como los derivados del trabajo, de la
estabilidad afectiva, de la familia o de los amigos, suelen planificar sus acciones, no son ajenas
al sufrimiento de otras personas y sopesan los riesgos de su comportamiento. Todas estas
características de funcionamiento humano, propias del auto control, no se adaptan
convenientemente a la vida delictiva.
Por el contrario, los individuos que poseen un bajo auto control tienden a apetecer recompensas
inmediatas, de fácil obtención, gustan de la aventura, son inestables en sus relaciones humanas,
carecen a menudo de las habilidades académicas y cognitivas necesarias para la planificación de
su conducta, son egocéntricos e insensibles frente al sufrimiento tanto ajeno como propio, y no
suelen considerar las consecuencias de su comportamiento. Todas estas características 1
individuales, propias de la falta de auto control, se adaptan más fácilmente al modo de vida 5
delictiva.
Los autores han sintetizado su concepto de auto control, integrado por los elementos mencionados,
de la siguiente manera:
1
En síntesis, las personas que carecen de auto control tenderán a ser impulsivas, insensibles, físicas 6
(en oposición a mentales), son las que asumen riesgos, son imprevisoras, y no verbales, y tenderán
por tanto a implicarse en actividades delictivas y similares con facilidad. Como quiera que estos
rasgos pueden identificarse con antelación a la edad de responsabilidad delictiva, debido a que
existe una considerable tendencia a que estos rasgos aparezcan juntos en las mismas personas,
y debido a que los rasgos tienden a persistir a lo largo de la vida, parece razonable considerarlos
como un constructo comprensivo y estable de utilidad para la explicación de la delincuencia.

Las diversas manifestaciones del auto control : Es evidente que el delito no


es una consecuencia automática de la falta de auto-control, sino que éste puede manifestarse de
formas diversas, tales como la bebida incontrolada, el consumo abusivo de sustancias toxicas, el
comportamiento arriesgado en la conducción de automóviles, etc. De este modo, Gottfredson y
Hirschi consideran que la evidencia criminológica recogida durante décadas apoya la tesis de la
versatilidad o variabilidad de los comportamientos delictivos: en general, los delincuentes cometen
una diversidad de delitos distintos sin mostrar especiales inclinaciones excluyentes. Con esta
afirmación estos autores se muestran contrarios a la idea de la especialización delictiva.

Las causas del auto control: Aunque Gottfredson y Hirschi reconocen que sabemos
muy poco acerca de las causas del auto control, consideran evidente que su ausencia no es, en
ningún caso, producto de los procesos de aprendizaje o de la socialización, tal y como han
propuesto otras teorías criminológicas, por ejemplo, la teoría del aprendizaje social. Es decir, las
características de la falta de auto control a las que nos hemos referido se muestran por sí mismas
con antelación y en ausencia de los procesos de crianza y entrenamiento social de los niños. En
suma, la falta de auto control se manifiesta en ausencia del esfuerzo activo para crearlo.

No se conoce grupo social alguno, ya sea delictivo o no, que activamente o intencionalmente
intente reducir el auto control de sus miembros. La vida social no es mejorada por el bajo auto
control y sus consecuencias. Por el contrario, la manifestación de estas tendencias socava las
relaciones armoniosas de grupo y la capacidad para lograr fines colectivos, incluso en grupos
delictivos. Estos hechos niegan explícitamente que la delincuencia sea el producto de la
socialización, de la cultura o del aprendizaje positivo de cualquier suerte.

La teoría enfatiza los elementos inherentes a la decisión de cometer un delito. Todos los delitos
comportan, por un lado, un objetivo placentero y, por otro, el riesgo de un castigo ya sea social
o legal. Aunque existe poca variabilidad individual en la percepción de las consecuencias
gratificantes, esta variabilidad es elevada en la capacidad para calcular las consecuencias negativas
del comportamiento. Según ello, aunque la mayoría de la gente desea poseer más dinero, no todos
temen por igual las consecuencias derivadas del robo. Si la tendencia delictiva, derivada de la
falta de auto control, se halla presente en algunas personas desde el nacimiento, preguntémonos
cómo es posible prevenir la delincuencia? En este punto, los autores citados señalan que existen
dos importantes fuentes de variación. En primer lugar, las diferencias individuales entre los
niños en el grado en que manifiestan rasgos característicos de la falta de auto control. Pero, en
segundo término, las diferencias que existen entre las niñeras o educadores de los niños en
su capacidad para reconocer y corregir la falta de auto control.
Obviamente, no se sugiere que las personas son delincuentes por naturaleza, o bien,
delincuentes natos, que heredan un gen criminal o algo parecido, por el contrario,
explícitamente se rechaza tales planteamientos. Lo que se sugiere es que las diferencias 1
individuales pueden tener un impacto sobre los planteamientos necesarios para lograr una 7
socialización efectiva o control adecuado. La socialización efectiva es, pese a todo, siempre
posible, con independencia de la configuración de los rasgos individuales.

Validez empírica: Desde su formulación, en 1990, la teoría del auto control ha dado
lugar a múltiples investigaciones sobre la validez de sus principales constructos. En general, según
Siegel, existe amplia evidencia criminológica que relaciona la impulsividad con la conducta
delictiva. El rasgo impulsividad puede discriminar también entre delincuentes reincidentes y no
reincidentes. Incluso en algunos estudios las medidas de autocontrol han resultado buenos
predictores de la futura conducta ilícita de muestras de jóvenes estudiantes.

Tal vez el principal mérito de la teoría del auto control resida en su distinción y posterior
combinación de los conceptos de criminalidad, como tendencia y delito como acción. Esta
distinción permite explicar que personas con bajo auto control puedan no delinquir si han sido
adecuadamente controladas por los procesos educativos o carecen de las oportunidades para ello
y, paralelamente, permite explicar también que individuos con un alto auto control puedan
acabar delinquiendo si son expuestos reiteradamente a oportunidades delictivas (Siegel, 1998).

Pese a todo, la teoría del auto control ha recibido las siguientes críticas importantes:

1- La teoría puede resultar tautológica. Esta crítica se basa en la circularidad que supone
argumentar que quienes delinquen lo hacen porque carecen de auto control, y
paralelamente, afirmar que quienes carecen de auto control cometen actos delictivos.

2- La teoría aduce que la falta de auto control supone la presencia en los individuos de
algunos desordenes de personalidad, que les hacen más impulsivos. Sin embargo,
durante décadas la investigación criminológica no ha podido documentar la existencia
de una personalidad criminal.

3- Diferencias individuales contextuales. La teoría ha prestado poca atención a la


influencia que los elementos culturales, ambientales o económicos pueden tener sobre la
delincuencia. Su perspectiva básica realza las diferencias individuales en las tendencias
delictivas. ¿Quiere ello decir que las diferentes tasas delictivas de, por ejemplo, el
ámbito rural y el urbano son debidas a que los habitantes de las ciudades son más
impulsivos que los de los pueblos? ¿puede afirmarse que los hombres son más
impulsivos que las mujeres?

4- Creencias morales. La teoría del autocontrol ignora las influencias de las creencias
individuales sobre la conducta, perspectiva que constituía, sin embargo, un elemento
fundamental de la previa teoría de los vínculos sociales de Hirschi (1969)

5- La teoría presupone la estabilidad a lo largo del tiempo de ciertos rasgos individuales.


Sin embargo, existe abundante investigación, sobre el desarrollo evolutivo, que
contradice esta supuesta estabilidad.

6- Diferencias transculturales. La teoría asume una serie de estereotipos muy


norteamericanos de lo que constituye o no una conducta de riesgo o ilícita. Por ejemplo,
los autores reiteradamente mencionan como comportamientos inapropiados e ilícitos el fumar y el mantener
relaciones sexuales fuera del matrimonio. Es evidente que esta perspectiva limita culturalmente la teoría, ya que
1
el concepto de conductas de riesgo de ciertos ámbitos socioculturales no necesariamente coincide con e
8

Responsabilidad humana y política

Desde hace tiempo el fenómeno migratorio ha suscitado numerosas cuestiones. En el caso de


España, tras la transformación experimentada en los últimos años de una sociedad de
emigración a otra de inmigración se contempla un rechazo social de los inmigrantes,
basándose en informaciones y estereotipos no reales:

Primero, la "sobre-extranjerización", que está siendo exagerada por los medios de formación
de la opinión pública, cuando en realidad el número de inmigrantes apenas alcanza el 2% de
la población, porcentaje bastante bajo en comparación con países como Francia con 6,3% o
Alemania con 7,5%.

En segundo lugar, entre la sociedad existe una impresión de que la mayoría de los inmigrantes
son africanos, negros y trabajan en la agricultura o en la venta ambulante. Datos que no
concuerdan con la realidad, ya que un 61% representa a inmigrantes en situación legal,
blancos, europeos y trabajan en el sector servicios.

Por otra parte, una preocupación de la sociedad española es la dificultad de controlar los flujos
migratorios ya que tras una época en la que se les llamó porque se les necesitaba, ha llegado
una recesión económica y con ella la aplicación de medidas restrictivas a la entrada de
inmigrantes.

Muchas veces el tratamiento que se da al problema de la inmigración no parte de un análisis


de las causas, para después actuar sobre ellas, sino que se centra en las consecuencias negativas
para el orden público o la seguridad nacional. De este modo se dan soluciones para erradicar
las consecuencias y no las causas. Y visto esto nos damos cuenta que el punto de partida no
ha sido el de los derechos humanos, sino el de orden público.

Por ello es necesario llevar adelante una política activa de inmigración, que se centre en las
causas, tomando los poderes públicos la iniciativa en los movimientos migratorios, pudiendo
conjugar elementos como:
 La compatibilidad interna dentro del país para una posible reorientación en las Comunidades Autónomas.
 Acuerdos bilaterales con los países de procedencia.
 La estabilidad legal, con sus derechos (residencia).
 Ayudas (económicas, sociales) a los países de origen.
 Políticas de integración (igualdad de derechos).
 Desarrollar al máximo las posibilidades de asistencia de las Comunidades Autónomas.
Además, parece necesario realizar desde este momento una debida política de información
sobre la convivencia con los extranjeros. 1
9

Referencias Bibliografías

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