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conservador
Diego Portales es considerado uno de los líderes de los conservadores. Su trabajo
como Ministro refleja sus ideas. La Constitución de 1833 al parecer fue de su
inspiración.
PENSAMIENTO POLÍTICO.
De acuerdo a lo señalado en una carta personal a su socio José Cea, para Portales la
república debe tener un gobierno centralizado, fuerte, con hombres “modelos de
virtud y patriotismo”, y de esta manera enderezar a los demás ciudadanos en el
orden. Y cuando “se hayan moralizado venga el gobierno liberal” donde todos los
ciudadanos tengan participación. Estas ideas se convierten en una serie de medidas
tomadas por él cuando ejerció cargos de Ministro en los gobiernos de José Tomás
Ovalle y Joaquín Prieto.
El Ideal Político
El ideal político de Portales es mejor presentado usando sus propias palabras, sacadas de una de
las cartas que le envió a su amigo Cea, cuando aún era un simple comerciante.
“A mí las cosas políticas no me interesan, pero como buen ciudadano puedo opinar con total
libertad y aún censurar los actos de Gobierno. La Democracia que tanto pregonan los ilusos, es un
absurdo en los países como los americanos, llenos de vicios y en donde los ciudadanos carecen de
toda virtud, como es necesario para establecer una verdadera República. La Monarquía tampoco
es el ideal americano, salimos de una terrible para volver a otra y ¿qué ganamos? La República es
el sistema que hay que adoptar;¿ pero saben cómo yo la entiendo para estos países? Un gobierno
Fuerte, Centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud patriotismo, y así
enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes. Cuando se haya moralizado,
venga el Gobierno verdaderamente liberal, libre y lleno de ideales, donde tengan parte todos los
ciudadanos”.
En su actuación política, se podrá ver que el gran valor de Portales es haber reinstaurado en
Chile el principio de autoridad, que era lo natural en Chile, “el peso de la noche” según sus
palabras, pero olvidado por los últimos siete años desde la caída de O’Higgins. Su actuar fue muy
personalista, avasallando incluso al presidente de la república, pero su meta de un “Gobierno
fuerte, centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y patriotismo, y así
enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes” daría estabilidad y
crecimiento a Chile, hasta los últimos lustros del siglo XX.