La tecnología tiene un elevado potencial para hacernos la vida más
fácil y poder disfrutar de una mayor calidad de vida. Sin embargo, la complejidad que supone el uso de muchos dispositivos electrónicos es también una fuente de frustración. Y eso explica por qué los jóvenes son quienes más rápido adoptan las nuevas tecnologías, cuyo aprendizaje de uso resulta demasiado complejo para los mayores. Resulta curioso que la curva de aprendizaje a lo largo del desarrollo de las tecnologías sigue la forma de una ‘U’. Muchos inventos son difíciles de manejar inicialmente, luego evolucionan y se simplifica su uso. Lo malo es que cuando la tecnología se vuelve atractiva, entonces aparecen competidores y los fabricantes empiezan a añadir prestaciones avanzadas (a veces innecesarias) con el único propósito de diferenciarse frente a otros productos más baratos. Pensemos, por ejemplo, en la evolución tecnológica de la telefonía móvil durante los últimos años. Fue en 1983 cuando se lanzó el primer modelo comercial de teléfono móvil en el mundo, era el Motorola DynaTAC 8000X. Pesaba unos 800gr. y su tamaño era de 33×4,5×8,9cm., no resultaba muy cómodo llevarlo siempre encima. Su batería tenía una autonomía de sólo 1/2 hora de conversación, después de lo cual se tenía que cargar durante unas 10 horas. Con precio de unos 4.000 US$, claramente no era un dispositivo al alcance de cualquier bolsillo. Su uso era relativamente parecido al teléfono fijo, puesto que tenía un teclado numérico ‘estándar’ aunque también disponía de 9 teclas especiales para las funciones avanzadas de configuración y memoria: Rcl (Recall), Clr (Clear), Snd (Send), Sto (Store), Fcn (Function), End (End), Pwr (Power), Lock (Lock) y Vol (Volume). Agresión física Agresión sociológica