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Se dice que las propiedades coligativas son aquellas que dependen solamente de
la concentración de las especies químicas en una disolución (relación entre cantidad
de soluto disuelto en una disolución), pero que no dependen de la naturaleza del
soluto como tal. Esto desde luego es una simplificación bastante arbitraria y
equívoca, ya que la naturaleza del soluto es de suma importancia para determinar
qué tanto modificarán algunas propiedades del sistema la presencia de dichos
solutos (ya se hablará de esto más adelante).
Aumento de la ebullición
Caso 1: Las partículas de A sienten más afinidad por las partículas B que por
otras partículas de A. Supóngase que A y B son dos grupos de personas, A
son todas niñas y B son todos niños. Es posible que A (las niñas) se lleven
mejor y se sientan más atraídas por partículas B (niños) así que se separarán
de otras partículas A y se unirán a las partículas B. Si esto sucede, entonces
en teoría las partículas A se sentirán mejor, más estables, con B que con A.
Si este es el caso, entonces el punto de ebullición se elevará. Esto sucede
porque, siguiendo con la analogía propuesta, cuando se calienta un líquido
hasta su punto de ebullición comienzan a desprenderse partículas del mismo,
pasando a estado gaseoso. Si A siente mucha afinidad por B, entonces una
vez que se juntaron, se resistirán a abandonar a su pareja y se necesitará una
energía mucho mayor para separarlos y que el líquido pase a fase vapor. Ese
incremento en el requerimiento energético se traduce en una elevación del
punto de fusión. Este es el caso que estudiaremos en este experimento.
Caso 2: Las partículas de A pueden sentirse totalmente indiferentes ante la
presencia de B. Esto sucede cuando la afinidad de A por las partículas B es
muy similar a la afinidad que sienten las propias partículas de A con otras
partículas de A. Si este es el caso, no se observa mayor cambio en el punto
de ebullición. Esto es porque la energía necesaria para separar a las
partículas de A (líquido) para que escapen a fase vapor es muy similar a la
energía que se necesita para separar moléculas de A con B.
Presión de vapor
Caso 3: Puede suceder que de hecho las partículas de A tengan más afinidad
con otras partículas A que con partículas B. Si este es el caso,entonces las
partículas de A no se sentirán atraídas por las partículas B. Supóngase que
A es un grupo de amigos que llegan a una fiesta (la disolución). Imagínese
que tienen una amistad muy sólida y se llevan muy bien entre ellos. Después,
llegan las partículas de B que resultan ser personas que las partículas de A
no soportan. Para empezar, es muy probable que no quieran estar en la
misma habitación, así que en muchas ocasiones hay que forzar la comunión
de ambas partículas o grupos en este ejemplo. Para ello, se suele requerir de
una fuente de energía (como el calor por ejemplo) para que se lleve a cabo la
unión o la disolución de los grupos. Sin embargo, dado que las partículas de
A sienten repulsión hacia las partículas de B, cuando se eleva un poco más la
temperatura, las partículas de A tendrán mucha mayor predisposición a
abandonar la fase líquida y pasar a fase vapor. En este último caso, la
temperatura de ebullición del líquido tiende a disminuir, lo que quiere decir que
se requiere de una menor cantidad de energía para transformar las partículas
de A, originalmente en estado líquido a estado gaseoso.
Necesitamos:
Un termómetro con una graduación en torno a los 110 grados centígrados.
Un poco de agua destilada (medio litro debería de bastar y sobrar).
Un recipiente metálico o de vidrio que soporte el calor y que pueda contener
el agua (al menos medio litro sin que se desborde).
Sal de mesa o sal común.
Una fuente de calor, como una estufa, mechero, etc.
Procedimiento
Agua caliente
Una vez que el recipiente esté lleno con agua, lo colocaremos en la estufa o la
fuente de energía que designamos. Aunque no es usual que sucedan problemas,
hay que recordar que el agua que ha llegado a su punto de ebullición (cercano a los
100 grados sobre el nivel del mar) es bastante capaz de producir quemaduras serias,
por lo que se recomienda tener precaución.
Ejemplo
Después, se puede retirar el recipiente o dejarlo ahí, pero el cambio puede suceder
muy rápido así que lo mejor es retirar el recipiente del fuego. Se comenzará a
agregar una muy buena cantidad de sal de mesa, de preferencia tanto como pueda
disolverse. Entre más sal se agregue, más pronunciado debe ser el efecto deseado.
Aprovechando que el agua debe estar todavía un poco caliente, se debería poder
disolver una muy buena cantidad de sal sin ningún problema.
Una vez que se han agregado varios puños de sal, se regresará el recipiente a la
fuente de calor. Se deberá esperar de nuevo hasta que se alcance nuevamente el
punto de ebullición, es decir, hasta que aparezcan las conocidas burbujas. Una vez
que el agua está en este punto o hirviendo, entonces se colocará de nuevo el
termómetro para registrar nuevamente la temperatura a la que se está efectuando
la ebullición del líquido. Debemos observar, si es que agregamos suficiente sal y el
termómetro lo permite, que el punto de ebullición del agua ahora ha ascendido por
encima del valor inicial.
Explicación
La sal es un compuesto iónico, es decir está compuesto por dos moléculas o átomos
de carácter eléctricamente opuesto. Esto significa que hay una molécula con carga
positiva (catión) y otra con carga negativa (anión). Estas moléculas se conocen
como electrolitos (debido a que en disolución conducen la corriente eléctrica). Los
electrolitos pueden ser débiles o fuertes, dependiendo de con qué tanta facilidad se
separan o disocian cuando entran en contacto con cierto tipo de líquidos, en
particular el agua. El cloruro de sodio (sal de mesa) está compuesto por una parte
positiva (el ion sodio o catión sodio) y una parte negativa (el ion cloruro o anión
cloruro). Resulta ser que ambas partes son muy fáciles de disociar en disolución
acuosa, es decir, son electrolitos fuertes.
El hecho que la sal de mesa sea un electrolito fuerte denota la afinidad que siente
el agua por ambas partículas, la cual es incluso mayor a otras partículas de agua.
Como resultado, el agua se vuelve más “estable” en presencia de estas moléculas
y resulta mucho más complicado separar las moléculas de agua líquida para que
pasen a fase gaseosa. Así, el resultado final es la elevación del punto de ebullición
del agua.
Por último, cabe destacar que si las propiedades coligativas dependen de la cantidad
presente de las mismas, considérese que el azúcar dado que no se separa
solamente contribuye con una partícula a la vez a la disolución. Sin embargo, las
moléculas de sal sí se disocian, cada molécula de sal genera una molécula de sodio
y una de cloruro. Esto implica que si se agregan 10 moléculas de sal, en realidad se
tendrán 20 partículas disueltas (10 aniones y 10 cationes). Si se agregan 100, se
tendrán 200 en disolución y así sucesivamente, lo que duplica el efecto que
buscamos y lo vuelve mucho más fácil de observar con una cantidad menor de sal
empleada.