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OBJETIVOS

Analizar los cuidados y atención integral que se le deben brindar a


la persona que presenta una enfermedad terminal e irreversible involucrando
en dicho análisis:
 Aspectos fisiopatológicos de acuerdo a la evolución natural de la
enfermedad hasta la muerte.
 Aspectos psicológicos y sociales del paciente y su familia.
 Aspectos éticos en torno al final de la vida.
 Aspectos legales.
 Determinar la atención y cuidados del cadáver.
 Analizar los aspectos éticos en el cuidado y la atención del cadáver.
 Conocer los trámites legales para guiar a la familia.


CONCLUSIONES

 Q u e v e r m o r i r a u n a p e r s o n a e s i m p a c t a n t e y doloroso y
más aún si la persona que está pasando por este estado de
salud tan difícil es una persona allegada o un familiar .El estar con
esa persona y estar sufriendo junto al paciente y ver el deterioro de esa
persona día a día, ya que las enfermedades terminales son lentas y el
paciente pasa por una agonía. La calidad de vida que debe tener un
paciente en etapa terminal debe ser de acuerdo a sus necesidades
teniendo en cuenta su salud física, emocional y mental .La
ayuda espiritual es importante porque le ayuda al paciente a
sentirse bien confortado con el mismo y aceptar su muerte

 Con este trabajo concluimos la primera etapa de una encomiable labor


para dar calidad de vida a los pacientes en estadios terminales y así
mitigar su agonía en los momentos finales de sus procesos de
enfermedad, esperamos que esta propuesta de acción sirva como
instrumento de trabajo en la práctica diaria de la enfermera(o) que
atiende a este tipo de pacientes
PROCESO DE DUELO PATOLOGICO

La tristeza ante la pérdida de una persona importante y significativa en la vida


es una reacción normal y hay que aceptarla. Decimos entonces que estamos
pasando un duelo. Para aceptar la pérdida es preciso realizar una serie de
procesos, que muchas veces hacemos de forma automática, pero otras veces
nos cuesta o no lo hacemos, dando lugar a un duelo complicado e incluso
patológico.
El duelo:

A lo largo de nuestra vida las personas tenemos que hacer frente a múltiples
pérdidas. No todas las pérdidas son igual de significativas ni interfieren de la
misma manera en nuestra vida cotidiana, pero toda pérdida, con valor real o
simbólico, conlleva un proceso de duelo, consciente o no, para quien lo sufre.

Las pérdidas no sólo se refieren a la muerte de un ser querido, también podemos


sufrir pérdidas durante nuestra vida de animales, objetos a los que nos una algún
vínculo emocional, etc. Evidentemente, el dolor experimentado dependerá del
tipo de vínculo que nos una a aquello que perdemos y a cómo esta pérdida afecte
a los aspectos más fundamentales de nuestra vida.

La resolución del duelo:

Desde hace varios años diversos autores han defendido la idea de que para
superar el duelo es necesario pasar por varias fases o etapas. No obstante, y
siguiendo el planteamiento propuesto por J.W. Worden, el hecho de hablar de
fases y/o etapas puede colocar a la persona en una posición pasiva frente a su
dolor, donde no sea posible hacer nada más que esperar que se vayan
sucediendo gradual o progresivamente dichas etapas. Por este motivo, este
autor prefiere hablar de TAREAS DEL DUELO, lo que sitúa al sujeto en una
postura más activa de cara a la elaboración del mismo. Hablar de tareas implica
que la persona puede hacer algo para manejar su dolor. Aunque esas tareas
requieren un cierto esfuerzo.
Es importante aclarar que no se trata de técnicas o trucos a los que agarrarse
para que el duelo pase antes o para que duela menos, ya que el control de la
experiencia subjetiva del dolor es algo que está fuera de nuestro alcance. Las
tareas ayudarán a que la persona que ha sufrido la pérdida aprenda a abrirse a
las emociones que experimenta, sin juzgarlas ni luchar contra ellas y a darlas
sentido, para ir poco a poco asumiendo la pérdida, recolocándola en su vida y
continuar avanzando en el camino que le marquen sus valores.

Aunque las tareas no siguen necesariamente un orden específico, en su


definición se sugiere un cierto ordenamiento. No obstante, pueden darse en
cualquier momento. Las tareas propuestas por Worden serían las siguientes:

Tarea I: aceptar la realidad de la pérdida

Esta tarea consiste en afrontar el hecho de que la persona ya no está. El autor


distingue entre aceptación intelectual y aceptación emocional. El primer término
hace referencia al conocimiento que se tiene de una muerte o pérdida, mientras
que el segundo término va más allá del hecho de ser consciente de que alguien
se ha ido, siendo necesario reconocer y vivir las emociones que han generado
la pérdida.

Hay personas que niegan que se haya producido una pérdida o el significado
que ésta supone para ellas, lo que dificultaría esta tarea. Cuando la pérdida no
es por una muerte, como puede ser el caso de una ruptura de pareja, la
esperanza de que la persona un día vuelva puede alargar en el tiempo esta tarea,
dificultando la elaboración del duelo. Por eso es preciso aceptar la realidad de la
pérdida y de las emociones que genera.

Tarea II: trabajar las emociones y el dolor de la pérdida.

Para poder trabajar las emociones que surgen durante el período de duelo, es
necesario que la persona sea consciente de qué emociones se están
experimentando y permitirse sentirlas. Algunas de ellas son más evidentes,
como la ira o el enfado, pero puede que no esté dejando salir a la superficie otras
emociones más difíciles de afrontar, pero que también es necesario manejar,
como es el caso del dolor, la angustia, o el sentimiento de soledad.

Durante el duelo, la persona experimentará tanto emociones negativas como


positivas, sin responder a ninguna lógica ni orden establecido. Se puede sentir
cualquier emoción en cualquier momento. Lo importante es aceptar en todo
momento los sentimientos, nos parezcan lógicos o no, demasiado dolorosos o
demasiado poco. Muchas personas, de manera consciente o inconsciente, no se
permiten sentir ciertas emociones, bien por evitar el sufrimiento, por miedo al
rechazo social, etc.; pero es necesario reconocer y trabajar todo sentimiento
experimentado. La negación de esta segunda tarea es no sentir, lo cual se puede
hacer de muchas maneras: evitando pensamientos dolorosos, idealizar a la
persona perdida, evitar las cosas que le recuerdan la pérdida, usar drogas o
alcohol.
La sociedad actual hace más difícil completar la tarea II, ya que abandonarse al
dolor está considerado como negativo e insano.

Tarea III: adaptarse a un medio en el que la persona está ausente

Worden habla de tres áreas de adaptación que se deben abordar tras la pérdida:

1. Adaptaciones externas: cómo influye la pérdida en el día a día de la


persona, es decir, qué roles desempeñaba.
2. Adaptaciones internas: cómo influye la pérdida en la imagen que la
persona tiene de sí misma, fundamentalmente en la definición que hacen
de sí mismas y en su sensación de eficacia personal.
3. Adaptaciones espirituales: cómo influye la pérdida en las creencias,
valores y los supuestos sobre el mundo que tiene la persona.

Para completar esta tarea, la persona tendrá que aprender a asumir los roles a
los que no está acostumbrada, desarrollar habilidades que nunca había tenido y
seguir adelante con un nuevo sentido de sí misma y del mundo.

Tarea IV: recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo.

Esta última tarea consiste en encontrar un lugar para la persona que se ha ido
que le permita a la persona estar vinculada con ella, pero de forma que no le
impida continuar con su vida. Debemos encontrar maneras de recordar a los
seres queridos que han fallecido llevándolos con nosotros, pero sin que ello nos
impida seguir viviendo (Worden, 2004). No consiste en renunciar al fallecido, sino
en encontrar un lugar adecuado para él en su vida emocional.

La complicación del duelo: la intervención terapéutica

La mayoría de la gente no necesita ayuda para elaborar su duelo. El problema


viene cuando alguien no resuelve adecuadamente alguna de estas tareas y
siente que no consigue seguir con su vida sin que la pérdida interfiera en ésta de
manera significativa. Al principio del proceso de duelo es normal que ocurra esto,
pero mantenido en el tiempo puede desembocar en un duelo patológico,
complicado o no resuelto, que podría definirse como “la intensificación del duelo
al nivel en que la persona está desbordada, recurre a conductas desadaptativas,
o permanece inacabablemente en este estado sin avanzar en el proceso del
duelo hacia su resolución” (Horowitz, 1980).

En este sentido, una de las clasificaciones que más consenso ha adquirido


establece cuatro subtipos de duelo complicado:

1. Duelo crónico. Pasa un año y la persona siente que nunca acaba. No


termina de amoldarse a su nueva vida y sigue sin aceptar el dolor, la
angustia o la ansiedad que siente al recordar la pérdida. La persona se
detiene en alguna de las tareas descritas anteriormente sin llegar a su
finalización.
2. Duelo retrasado o pospuesto. Tras la pérdida la persona experimenta
ciertas emociones, pero no todas las que existían, o con su verdadera
intensidad y, pasado un tiempo, vuelve a experimentar una fuerte carga
emocional ante algún acontecimiento que reabre la herida.
3. Duelo exagerado: la persona se siente desbordada de dolor y trata de
evadirse mediante ciertas conductas de evitación, como consumo
excesivo de alcohol o drogas, centrarse obsesivamente en el trabajo, en
salir o en cualquier conducta que le permita sobrellevar el dolor, lo cual
puede llevar, en última instancia, a desarrollar algún trastorno
psicopatológico, como problemas de ansiedad o depresión. Puede ser
que la persona sea consciente de que hace todo esto para evitar el dolor
que la pérdida implica, pero no sepa cómo afrontarlo.

4. Duelo enmascarado: la persona presenta problemas físicos o realiza


conductas que le causan dificultades, pero sin darse cuenta de que éstas
tienen que ver con la pérdida no superada. Por ejemplo, puede
experimentar síntomas físicos similares a los del fallecido antes de morir
o desarrollar problemas psicopatológicos (ansiedad, trastornos
alimentarios, etc.), sin ser consciente de que su malestar tiene que ver
con el duelo no resuelto.

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