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El hundimiento del PCE de Santiago Carrillo, en las elecciones de 1977, superó todas las
previsiones. La extrema derecha fue barrida y el franquismo solo quedó en un recuerdo en los
16 diputados de la Alianza Popular de Manuel Fraga. Otro fracaso lo tuvo la Democracia
Cristiana de Ruiz-Giménez y Gil-Robles que no logró representación.
Asimismo, la consulta electoral manifestó otra realidad política, vinculada en los años del
franquismo a la reivindicación democrática: la existencia de una conciencia nacionalista en
Euskadi y Cataluña, donde el PNV de Arzalluz y la coalición encabezada por Pujol
consiguieron una representación parlamentaria importante.
4.- El Gobierno de UCD: en julio de 1977 quedó constituido el segundo Gobierno de
Suárez, el primero avalado por las urnas, compuesto por los jefes de las distintas familias de
UCD. Desaparecían los tres ministerios militares, y el catedrático Enrique Fuentes Quintana y
el socialdemócrata Francisco Fernández Ordoñez, recibían el encargo de reactivar la
preocupación por lo económico.
Las líneas primordiales del nuevo Gobierno adelantaban el itinerario de la Transición:
institucionalización de la regiones en regímenes autonómicos; reanudación de las
conversaciones con la Comunidad Económica Europea; combatir la inflación y el déficit
exterior; afrontar el paro; reforma fiscales y la búsqueda de un acuerdo entre distintas
fuerzas político-sociales que sirviera para dotar al régimen de una Constitución ampliamente
apoyada.
4.1.- La coyuntura económica: en los últimos años del franquismo, la prosperidad
económica hizo que los grupos sociales menos favorecidos tuvieran una compensación por la
falta de libertad mediante un mejor nivel de vida e integración en la sociedad de consumo. La
transición de la dictadura a la democracia coincidió con la llegada a España los efectos de la
crisis económica mundial de los años setenta: recesión de los mercados, acumulación de
stocks, cierres de empresas, destrucción de empleo, etc..., pero el peor de todos fue el súbito y
desmesurado encarecimiento del precio del petróleo y otras materias primas. Junto con el
consiguiente aumento de los costes de producción, una inflación desorbitada, favorecida por
el incremento del déficit del Estado, se convertía en la amenaza cotidiana de fábricas,
empresarios y trabajadores.
Desde 1975, las condiciones económicas se agravaron y los enfrentamientos sociales por la
obtención de rentas se recrudecieron. La necesidad de cambios políticos se reflejaba en el
descontento empresarial, en unos años de imparable avance de reivindicaciones salariales.
Parte del empresariado inició una retirada a tiempo con cierres de fábricas y negocios,
liquidación de stocks y desinterés inversor. La renta se redujo, mientras las confrontaciones
sociales alcanzaban sus límites más alarmantes desde el final de la Guerra Civil.
En 19777, el índice de inflación se situaba en el 26% anual, desconocido en la historia
económica del país desde los años de la posguerra y que sobrepasaba con mucho las tasas de
todas las naciones industrializadas. El paro afectaba oficialmente al 6% de la población activa,
mientras la productividad se deterioraba de modo alarmante.
4.2.- Los Pactos de la Moncloa: entre los grandes aciertos de Suárez y la oposición se
cuentan los Pactos de la Moncloa, firmados por el Gobierno y representantes de los partidos
políticos, y que habían sido precedidos por una fuerte devaluación de la peseta.
Estos acuerdos entre Gobierno, empresariado, partidos y sindicatos tuvieron como objetivo
fundamental la convalidación por la clase obrera del modelo económico y social, establecido
enseguida en la Constitución. Los pactos preveían reducir la inflación y acometer la reforma
fiscal, de la Seguridad social y de las empresas públicas. Asimismo, los firmantes se
comprometían a apoyar un nuevo marco de relaciones laborales suyo elemento central
consistía en el acuerdo de establecer los aumentos salariales conforme a la inflación prevista
más un incremento.
LA TRANSICION (1975-1982)
Los efectos de los Pactos de la Moncloa se notaron pronto en la mejora del clima de paz
social, que se tradujo en el descenso de la conflictividad y la normalización de las relaciones
laborales. Un conjunto de objetivos tan ambicioso como el propuesto en los Pactos de la
Moncloa no podía realizarse a corto plazo. Se emprendió enseguida, la reforma de la
Hacienda, que trató de resolver uno de los graves problemas de la historia de España: la falta
de recursos el Estado debido a la ausencia de una política fiscal moderna. Bajo el lema
"Hacienda somos todos" Fernández Ordoñez y Fuentes Quintana diseñaron una reforma fiscal
basada en la implantación de tres grandes contribuciones: las relacionadas con la renta ( de
las personas físicas y sociedades), los impuestos sobre el gasto, y los gravámenes del
patrimonio y las transmisiones. Así, en 1981, los impuestos directos superaban a los indirectos
y, por primera vez en la historia, la fiscalidad española era progresiva.
4.3.- El reconocimiento de las autonomías: durante los últimos meses de la
dictadura y los primos años de la Transición, una acusada sensibilidad autonomista se
apoderó de la clase política en España. De acuerdo con sus manifestaciones, todas las regiones
querían tener un gobierno propio. Después de cuarenta años de régimen centralizador, la
ciudadanía acabó asociando regionalismo o nacionalismo con libertad, por un lado, y unidad
nacional con represión, por otro.
En muchos lugares de España, el sentimiento anticentralista se manifestaba con tal intensidad
que obligó al Gobierno a imponer como tarea inaplazable la reforma administrativa y
territorial del país. Pero la aprobación de la constitución aún estaba lejana y la exigencia de
autogobierno, en Cataluña y País Vasco, ofrecía argumentos de agitación callejera y
enfrentamientos con las fuerzas policiales, por lo que Suárez tuvo que afrontar rápidamente
lo que ya era una cuestión fundamental para la democracia: la reivindicación autonómica.
*Cataluña: poco después de las elecciones de 1977, Suárez, previa mediación del rey,
estableció contactos con Josep Tarradellas, un exiliado republicano que desde 1954 era
presidente de la Generalitat en el exilio, y que se había negado volver a su tierra mientras no
se restaurase el Gobierno autonómico en Cataluña. En Tarradellas, Suárez encontró el
interlocutor ideal y en un golpe de mano, lo acomodó en Barcelona para que se pusiese al
frente de una Generalitat provisional establecida por decreto el 29 de septiembre de 1977.
*País Vasco: las cosas no ocurrieron de la misma manera en el País Vasco, cuya sociedad
estaba más dividida que la catalana y donde había más motivos para la polémica, desde el
himno o la bandera hasta el idioma o los límites geográficos. A pesar de diversas medidas del
Gobierno de Suárez, legalización de la ikurriña, repetidas amnistías, expatriación de los presos
más duros de ETA, no se había conseguido la normalidad en los territorios vascos. Un proyecto
de régimen provisional de autonomía fue elaborado por los diputados y senadores vascos,
que luego utilizó el Gobierno para crear por decreto el Consejo General vasco. Durante los
meses previos a la entrada en vigor de la Constitución se aprobaron otros regímenes
autonómicos, con lo que empezaba a vislumbrarse ya el estado de las autonomías.
*Los recelos militares: los proyectos de reforma territorial del país producían bastante
desconcierto en amplios sectores del Ejército, y muchos oficiales se debatían entre la fidelidad
a los postulados de franquismo y la lealtad al rey y a las instituciones democráticas. Como
muestra de la preocupación gubernamental por controlar al ejército nacía el ministerio de
Defensa, confiado enseguida a un civil con el encargo de desactivar a la extrema derecha
militar y extender en la milicia el espíritu democrático.
4.4.- El consenso constituyente: en un ambiente de riesgo continuo para la
democracia española a causa del terrorismo, las fuerzas políticas se pusieron manos a la obra
para elaborar una constitución que creara un nuevo tipo de España. Por primera vez un texto
constitucional en España iba a contar con el acuerdo de los partidos más importantes. Siete
persona, tres de centro, un socialista, un comunista, un miembro de Alianza Popular y un
nacionalista catalán, fueron nombradas en agosto de 1977 para elaborar el borrador de la
nueva constitución.
LA TRANSICION (1975-1982)
La comisión consiguió llegar a un acuerdo, y el texto pasó a debatirse en el Congreso y el
Senado, que después de más de 3.200 enmiendas, lo aprobaron por mayoría.
5. La Constitución española de 1978.
*El referéndum constitucional: el 6 de diciembre de 1978 fue aprobada la Constitución en
un referéndum en el que participó el 67% del censo y en el que los votos favorables fueron el
88%. La Constitución reconocía algunas de las reivindicaciones históricas vascas y derogaba la
legislación antiforal, pero la afirmación de indivisibilidad de la soberanía española determinó
la abstención del PNV.
*Rasgos de la Constitución: la Constitución de 1978 define a España como un "Estado social
democrático de Derecho", cuya forma es la monarquía parlamentaria. La izquierda española
tenía una viva tradición republicana pero, reconocía en la fórmula monárquica la mejor
solución para el Estado nacido tras la liquidación franquista. La constitución aprobada limitaba
drásticamente las facultades de la Corona y garantizaba a las Cortes el ejercicio del poder.
El texto define un Estado no confesional, aunque urge a los poderes públicos a tener en
cuenta la religiosidad de los españoles. De forma minuciosa, la Constitución enumera los
derechos individuales de los españoles, cuya mayoría de edad se fijaba en los dieciocho
años, se abole la pena de muerte y abre la puerta al divorcio. El Estado debe promover el
bienestar dentro de una economía mixta, que reconoce la propiedad privada y el mercado
libre, pero también la intervención estatal en la vida económica, hasta con expropiaciones si
fuese necesario. También restituyó el poder a las regiones y nacionalidades, atendiendo a la
reivindicación histórica de autonomía, no solo a las "nacionalidades históricas" reconocidas
por la Segunda República, Cataluña y país Vasco, sino que todas las regiones que lo solicitasen,
de acuerdo con el proceso constitucional.
6. Las elecciones de 1979 y el segundo Gobierno de UCD: como prometió
Suárez al aprobarse la Constitución, convocó elecciones para marzo de 1979 y fundamentó su
campaña electoral en los logros del Gobierno de UCD y en la difusión de su mensaje electoral
a través de los medios de comunicación. La oferta política fue mucho menor que en la consulta
anterior. Aumentó la abstención hasta un 32%, siendo interpretada como una muestra del
desencanto ciudadano, fruto de la economía y de la tensión generada por el terrorismo. La
incapacidad del Gobierno y de las demás fuerzas políticas para resolver los problemas del país
había desilusionado a los españoles, que sin embargo volvieron a repetir los mismos resultados
de la elecciones de 1977, dando la victoria a UCD.
6.1. Las elecciones municipales y el triunfo de la izquierda: el primer reto del
Gobierno formado por Suárez tras su triunfo consistió en afrontar las elecciones municipales
que se hacían urgentes, al estar los ayuntamientos en manos de autoridades no elegidas
democráticamente. El 3 de abril de 1979, UCD volvió a ser el partido más votado; pero el PSOE
ascendió de modo tan notable que después de un pacto con el PCE consiguió las alcaldías de
las más importantes ciudades, entre ellas Madrid y Barcelona.
6.2. Los primeros estatutos de autonomía.
*País Vasco: Suárez dedicó muchos esfuerzos para llegar a un acuerdo con los nacionalistas
vascos respecto a su estatuto. Después de duras conversaciones, en julio de 1979 Suárez
acordó el texto con Carlos Garaicoechea, presidente del Consejo general vasco y del PNV. Los
resultados electorales de marzo habían ratificado la hegemonía del nacionalismo moderado y
apuntaban un ascenso importante de Herri Batasuna. ETA continuaba con sus acciones
violentas y todo ello aportaba la evidencia que sin concurso de sectores del nacionalismo era
imposible una solución política para el País Vasco.
El acuerdo político alcanzado significó un acoplamiento más riguroso de la Constitución. De
esta forma, la realidad nacional vasca se convirtió en nacionalidad, constituida en comunidad
autónoma dentro del Estado español.
LA TRANSICION (1975-1982)
Las grandes cuestiones en litigio quedaron recogidas: la posible integración de Navarra en
Euskadi, las competencias sobre orden público y enseñanza o la Hacienda autónoma,
regulada por medio de los Conciertos Económicos, etc... Fue uno de los mayores momentos
de euforia de la Transición. El PNV había conseguido plasmar en el estatuto unos niveles de
autogobierno no contemplados hasta entonces en otros textos legales, en cuanto a
reconocimiento a derechos individuales y colectivos de la comunidad vasca. El Estatuto d
Autonomía fue aprobado en referéndum el 25 de octubre de 1979, aunque con un 40% de
abstención.
*Cataluña: Suárez apenas encontró problemas en Cataluña, donde la voluntad dialogante y
pacifista de sus parlamentarios allanó el camino de la aprobación del estatuto, cuyo proyecto
no presentaba incompatibilidad alguna con la Constitución. El Estatuto de Autonomía fue
aprobado el mismo día que el vasco y con la misma abstención.
*Galicia: a pesar de su condición de nacionalidad histórica, Galicia, que refrendó su estatuto
a finales de 1980, no consiguió movilizar más que al 25% de sus electores en el referéndum.
*Andalucía: el 28 de febrero de 1980, UCD sufrió un duro revés, al quedar bloqueado el
referéndum de Autonomía de Andalucía. La desautorización del Gobierno fue tan grande que
se vio obligado a rectificar y aceptar la vía del artículo 151 para la aprobación de la autonomía
andaluza.
*Sentimiento autonomista: como el sentimiento autonomista se reducía a tres regiones, los
políticos se esforzaron en impulsar una conciencia regional que sirviera de fundamento a la
extensión del régimen autonómico. Los líderes de los partidos políticos ahondaron en la
historia particular de cada comunidad en busca de raíces y argumentos que legitimasen las
pretendidas aspiraciones de autogobierno de las regiones. Hostigada por la oposición, UCD
anunció que daría salida a todos los procesos autonómicos por el artículo 143 de la
Constitución en vez de hacerlo por la vía rápida del 151. La discusión se enquistó también en
la propia UCD, que vio como en su interior se levantaban dos frentes, los partidarios de
restringir las transferencias autonómicas y el de los defensores del "café para todos". A
Suárez tampoco le faltaron las críticas de vascos y catalanes, temerosos de que se pretendiese
utilizar la concesión de autonomía a regiones donde no tenía arraigo la demanda para rebajar
las suyas. Un nuevo Ministerio de Administración Territorial se encargaría a partir de las
elecciones de 1979 de supervisar las transferencias de poder del Estado a las autonomías.
6.3. Otros problemas: crisis económica y terrorismo: a causa de la crisis
económica, la política de pactos se hizo cada vez más necesaria, por lo que, a principios de
1979 los sindicatos firmaron con la patronal un acuerdo marco que pretendía mejorar la
estabilidad social, pero la crisis económica empeoró notablemente las condiciones de vida de
mucha gente con despidos, congelación salarial, inflación elevada, etc..
ETA no aceptaba ni consideraba suficientes los cambios democráticos introducidos por la
Constitución y el Estatuto de Autonomía, y a lo largo de 1979 perpetró gran número de
atentados con 65 muertos. Sectores minoritarios alimentaban la lucha armada en el País
Vasco y daban cobertura a los atentados de ETA, a los que se sumaban los del GRAPO.
También la ultraderecha cometía atentados, como la citada matanza de Atocha, y con un
claro sentido de "ajustes de cuentas", como el asesinato del máximo dirigente de ETA, José
Miguel Beñarán, alias Argala, en su refugio de Francia, cometido por el autodenominado
Batallón Vasco Español en 1978. Loa aparatos policiales del Estado franquista se mantenían
sin ser sometidos a ninguna reforma y controlados por los mismos dirigentes del pasado.
A comienzos de 1981, los rumores sobre insoportables presiones militares para destituir a
Suárez adquirieron gran intensidad, mientras en los cuarteles se le acusaba de romper España
con su política autonómica y de no atajar el terrorismo, ya que durante el año anterior ETA
había asesinado a 96 personas, muchas de ellas miembros de las fuerzas de orden público.
LA TRANSICION (1975-1982)
6.4. Las disensiones en UCD: la dimisión de Suárez: sin mayoría parlamentaria y
con los principales ayuntamientos en manos de la izquierda, los Gobiernos de UCD tuvieron
que afrontar no solo la reforma del Estado y sus aparatos, sino también el desarrollo de la
Constitución en asuntos tan comprometidos como el divorcio, la enseñanza o el empleo.
A lo largo de 1980, Suárez no había tenido más remedio que cambiar tres veces su Gobierno
para intentar aplacar las desavenencias de los "barones" de su partido. El hombre que había
demostrado dotes excepcionales para la negociación con los opositores parecía naufragar
como líder de su partido. En mayo, la estrategia socialista de acoso a UCD, erosionaba
gravemente la imagen de Suárez en la opinión pública. Después del verano, el proyecto del
Gobierno de legalizar el divorcio reavivó la crisis de UCD, donde el sector democristiano se
oponía frontalmente al socialdemócrata para impedir su aprobación y reorientar en su
provecho el partido.
Cansado de las tensiones internas, distanciado de la patronal y también de la Iglesia, el 29 de
enero de 1981 Adolfo Suárez hacía pública su renuncia a la presidencia del Gobierno a través
de la televisión: "Mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia y yo no
quiero que el sistema democrático de convivencia sea una vez más un paréntesis en la
historia de España", dijo como queriendo dar a entender que la democracia podía estar en
peligro.
6.5. El Gobierno de Calvo Sotelo y el 23-F: para evitar el riesgo de un vacío de
poder, el comité ejecutivo de UCD nombró candidato a Leopoldo Calvo Sotelo, ministro en
todos los gabinetes de Suárez, inteligente y culto, pero sin el magnetismo personal de Suárez.
En una situación de provisionalidad del Gobierno se iban a hacer realidad los presentimientos
de los españoles, temerosos de un golpe militar.
*EL golpe de Estado: el 23 de febrero de 1981, la pesadilla se cumplía. El intento de Golpe
de Estado se hacía realidad al producirse la ocupación del Congreso de Diputados por un
destacamento de guardias civiles, a las órdenes del teniente coronel Tejero, y con la toma de
Valencia por los tanques del capitán general Milans del Bosch. Con el Gobierno secuestrado
en el Congreso, se produjeron momentos de desconcierto y vacío de poder. La posición de la
Corona aparecía como decisiva, pero el rey no se dirigió al país hasta la 01.14 de la
madrugada, después de mantener conversaciones con los jefes militares, mediante una breve
intervención en televisión en la que desautorizaba rotundamente la intentona golpista. Tras
el fracaso del golpe, se produjeron en España multitudinarias manifestaciones populares
unitarias en las que varios millones de ciudadanos respaldaron cívicamente la democracia.
*La "armonización" autonómica: en los meses siguientes, bajo la presidencia de Calvo
Sotelo, la política del Gobierno estuvo marcada por los efectos del 23-F, sobre todo en la
cuestión autonómica y en la lucha antiterrorista. Con el telón de fondo de la investigación de la
trama conspirativa y el castigo a los militares golpistas, los Gabinetes de Calvo Sotelo
procuraron recuperar la normalidad democrática. A la vista de las tensiones que originaban las
transferencias estatutarias, UCD y PSOE pactaron con un sentido restrictivo, el desarrollo
autonómico, lo que irritó a nacionalistas vascos y catalanes. Después de una áspera batalla
parlamentaria, las Cortes aprobaron en junio de 1982 la Ley Orgánica de Armonización del
Proceso Autonómico, que fue recurrida por los nacionalistas y rectificada en parte por el
Tribunal Constitucional.
*El desgaste del Gobierno y la crisis de UCD: el descrédito perseguía la Gobierno, que en
mayo de 1981 vio como los hospitales se llenaban de pacientes con unos síntomas hasta
entonces desconocidos. El "síndrome tóxico", como fue bautizado, causaría al menos mil
muertos y los supervivientes arrastrarían en sus cuerpos las dolorosas secuelas de la ingestión
de aceite de colza adulterado. el Gobierno, también, tuvo que afrontar su responsabilidad en
la muerte de tres jóvenes en Almería, tras ser detenidos por la Guardia Civil al confundirlos
con miembros de ETA.
LA TRANSICION (1975-1982)
En plena batalla por el control ideológico de UCD, el Congreso aprobó la Ley de Divorcio, que
sacó adelante el socialdemócrata Fernández Ordoñez, provocando la indisciplina
parlamentaria de los democristianos de UCD y la indignación de la jerarquía de la Iglesia.
Cada vez que Calvo Sotelo definía el programa del partido, orientándolo hacia la derecha o la
izquierda, invariablemente ocasionaba fisura en la otra camarilla. Así, UCD, perdió en un año la
tercera parte de sus diputados y dio paso a cuatro formaciones distintas. Hasta Suárez, su
fundador, la abandonó y creó el Centro Democrático y Social (CDS).
En medio de esta desbandada de diputados y a pesar de la oposición de la izquierda, Calvo
Sotelo consiguió el ingreso de España en la OTAN, perfilando una nueva política exterior de
mayor proyección en el mundo occidental, a pesar de que Suárez no había escatimado sus
gestos de simpatía hacia los países no alineados y el tercer mundo. La decisión de entrar en la
OTAN aumentó la impopularidad del Gobierno y Calvo Sotelo cansado de la escisiones de su
partido decidió no agotar la legislatura y adelantó las elecciones a octubre de 1982.
7.- Los cambios sociales y culturales. La integración en Europa.
7.1.- Transformaciones sociales y culturales.
*Una sociedad urbana: con los nuevos aires de la Transición se consolidaron las
transformaciones sociales en España. Los ciudadanos redoblaron su atracción sobre las masas
campesinas, impulsando una aceleración en los cambios de actitud de los españoles; pero
también originaron nuevos problemas relacionados con la delincuencia y el paro. Fue en los
años de la Transición cuando la opinión pública empezó a hablar y preocuparse por la
seguridad ciudadana.
*La modernidad social: el mundo laboral también acusó el cambio. La llegada de mujeres a
las profesiones liberales o a cargos directivos manifestaba el alcance de la transformación.
El vuelco de la sociedad resultaba aún más espectacular por lo que respecta a la pérdida de los
valores tradicionales y la incorporación de nuevos modos de vida, bien distintos de los
pregonados por el nacionalcatolicismo. Bastaron unos pocos años para que el franquismo,
como cultura autoritaria, se disolviera en la vorágine del cambio. En un clima de olvido de las
experiencias políticas sufridas recientemente, se abrió camino en España un inusual espíritu de
tolerancia respecto a actitudes y opiniones.
La secularización: quedaban muchos rasgos de un pueblo de tradiciones y costumbres
católicas; perduraban abundantes símbolos religiosos. Sin embargo, la Iglesia estaba perdiendo
de un ,modo acelerado su antigua influencia en la vida pública y privada de los españoles. La
discrepancia de los católicos con respecto a la doctrina de la Iglesia en cuestiones de moral
sexual y familiar crecía día a día, mientras que la escasez del clero no contenía la caída de la
práctica religiosa. En 1990 solo el 27% de los españoles se consideraban católicos practicantes.
*Los cambios culturales y educativos: el sexo dejó de ser tabú, y la tentación de describirlo
o comercializarlo fomentó la exhibición generosa de la pornografía en las publicaciones
periódicas, en el teatro o el cine, una vez suprimida la censura de espectáculos en 1977.Esta
situación anormal de explotación del sexo no duró más allá de tres años.
A partir de 1975 se pudo comprobar cómo la evolución de una sociedad hacia formas
democráticas de convivencia exigía no solo un cambio en la práctica política, sino también una
verdadera revolución cultural que repercutiese positivamente en la inmensa mayoría.
Gracias al progreso educativo y a los medios de comunicación de masa, la inquietud intelectual
ganó terreno, al tiempo que el Estado intensificaba su acción al servicio de la difusión social de
la cultura y así nacía en 1977, el Ministerio de Cultura, con el propósito de procurar
financiación estatal a empresas culturales. A pesar de las suspicacias que suscitó su puesta en
marcha, el nuevo ministerio consiguió enseguida renovar el clima cultural del país. En 1981 se
conseguía un gran triunfo popular al recuperar el Guernica de Picasso, cumpliendo la voluntad
del pintor de que regresara a España cuando se restaurase la democracia. Como espaldarazo
internacional a la cultura , se concedió el Premio Nobel de Literatura, en 1977, al poeta Vicente
Aleixandre.
LA TRANSICION (1975-1982)
*Los medios de comunicación: el contraste de ideas de las sociedades democráticas tuvo
su reflejo inmediato en los medios de comunicación, cuyo horizonte informativo y cultural se
amplió de forma notable. Fue una época de gran protagonismo político e influencia social de
la prensa que, en plena euforia por la recuperación de las libertades aumentó sus tiradas y se
diversificó en nuevos proyectos. Ninguno fue tan exitoso como El País que desde su
nacimiento se hizo lectura imprescindible para los interesados en la evolución política. Su
factura moderna en el mundo periodístico y sus editoriales, sirvieron a muchos españoles para
entender los conceptos y entresijos de la democracia.
*La pluralidad de culturas: la nueva idea de España se fundamentó en el reconocimiento de
su pluralidad. Numerosas iniciativas se orientaron entonces al resurgimiento de las culturas
locales, de las regiones y nacionalidades, multiplicándose las ediciones de libros en catalán,
euskera y gallego. Se empezó a corregir el grave desequilibrio geográfico de los recursos
culturales de España, concentrados casi exclusivamente en Madrid y Barcelona, mediante la
construcción de auditorios y museos y la organización de festivales en distintas provincias.
Desde la recuperación de la democracia, España aparecía en el itinerario cultural del mundo,
mientras se iba desvaneciendo aquella imagen de país exótico, de toreo y pandereta.
7.2.- La adhesión a la CEE: la muerte de Franco abrió las puertas al proceso de
integración en Europa. Suárez presentó una nueva solicitud de adhesión en junio de 1977. El
consejo de Ministros europeo manifestó su acuerdo y, unos mese más tarde la comisión
aprobó un dictamen favorable a la candidatura española.
*Las negociaciones: se abrieron oficialmente en febrero de 1979. En los años de la
Transición, las negociaciones avanzarían, a pesar de que habían sufrido graves dificultades
relacionadas con la política agraria común (PAC). Los problemas de la agricultura se
planteaban en dos áreas: el daño que podían recibir en sus rentas los agricultores franceses e
italianos ante la competencia de los nuevos países solicitantes (España, Portugal y Grecia) y ,
en segundo lugar las reticencias británicas a seguir subvencionando con los presupuestos de la
Comunidad la protección de la agricultura europea. Por otra parte, la incorporación de estos
países comportaría elevados gastos de los fondos estructurales hacia las numerosas regiones
desfavorecidas del arco mediterráneo.
*El apoyo de Europa a la democracia española: a pesar de todo, la voluntad de Francia y
de Alemania facilitó los progresos en el proceso de integración. La CEE se pronunció
rotundamente en apoyo de la democracia española en el intento de golpe de Estado de 1981,
mediante una declaración del Parlamento Europeo que condenaba "la tentativa de golpe de
Estado que pretendía una interrupción del proceso democrático en España y cuyo éxito
habría tenido consecuencias nefastas no solo para dicho país, sino para el conjunto del
proceso de unificación democrática de Europa.
En 1981, Grecia había conseguido la adhesión a la CEE. Un año después, el movimiento
europeo concedía al rey Juan Carlos I el premio Carlomagno con lo que se establecía un
reconocimiento simbólico del esfuerzo de España por salir de su aislamiento y buscar la
modernización a través de la integración en Europa.
Por fin, por acurdo del 12 de junio de 1985, España ingresó junto a Portugal en las
comunidades europeas, incorporándose como miembros de pleno derecho en 1986.