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La palabra solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas. Cuando se es solidario, se ayuda alas
persona que pasan por momentos difíciles, desde necesidades económicas hasta situaciones de
guerra o catástrofes naturales. La solidaridad nace del ser humano y se dirige esencialmente al ser
humano.
La verdadera solidaridad, aquella que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio
que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la
igualdad universal que une a todos los hombres. Esta igualdad es una derivación directa e
innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la
persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o partido.
La solidaridad trasciende a todas las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales, etc.
Para instalarse en el hombre, en cualquier ser humano, y hacer sentir en nuestro interior la
conciencia de una “familia” al resto de la humanidad.
La solidaridad se refiere a los lazos sociales que unen a los miembros de una sociedad entre si. La
solidaridad suena como una necesidad urgente y realmente alcanzable para todos los que, a fin de
cuentas, hemos recibido un sinfín de bienes de la sociedad y, por lo tanto, tenemos obligación
moral de devolver, al menos, lo que está dentro de nuestras posibilidades.
La tolerancia es entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición
a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud de
aceptación del legítimo pluralismo, es a todas luces una virtud de enorme importancia. El mundo
sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una conquista que brilla a la
vez por su presencia y por su ausencia. Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de
practicar, y muy difícil de explicar
Ejercicio Dos
El segundo período, el cual se da en el período entre guerras (se inicia en la finalización de la
Gran Guerra y termina a comienzo de segunda guerra mundial). El rasgo identificador de éstos, es que se
identifican con el reconocimiento constitucional de los derechos sociales y el intervensionismo
estatal en la economía. (Combellas, 2001; Brewer-Carias, 2000)[4]. Las directrices o "soportes valorativos"
(Combellas, 2001) de estos derechos conocidos como de segunda generación, son totalmente diferentes
del modelo anterior. En cuanto a la libertad, Combellas considera que se entiende como "liberación de la
indigencia, condición del desarrollo de las libertades; la igualdad es una igualdad fundamental, material, no
puramente formal; se introduce el valor de la justicia social y son englobados bajo el principio esencial de
la dignidad humana, dignidad que presupone la satisfacción de las necesidades materiales de
la persona humana como condición para satisfacer sus necesidades espirituales" (2001:59-60).
Tercer período, este de acuerdo a diferentes autores, tiene su origen en la Declaración Universal de
los Derechos Humanos (1948) (Combellas, 2001; Brewer-Carias, 2000; Tünnermann, 1997; Bobbio, 1982)[5].
Aquí surgen los derechos de tercera generación, que corresponden al reconocimiento a los derechos
relacionados con la ecología, la paz, el desarrollo sustentable, la información. Estos derechos de tercera
generación tienen como soporte valorativo la solidaridad humana en su dimensión de contribución común
inscrita en un destino común; la cual, según Combillas (2001), va más allá de las fronteras de Estados y
requieren de su cooperación para su realización. Este tipo o generación de derechos humanos guarda más
relación con el colectivo que con el individuo aislado. En cuanto a esta tercera etapa, donde surge este tipo o
generación de derechos humanos, advierte Bobbio que se comienza una tercera o ultima fase "...en que la
afirmación de los derechos es al mismo tiempo universal y positiva: universal en el sentido de que no sólo son
destinatarios de los principios contenidos en ella los ciudadanos de éste o aquel Estado sino todos los
hombres; positiva, en el sentido de que pone en movimiento un proceso a cuyo término los derechos
del hombre deberían ser ya no sólo proclamados o idealmente reconocidos, sino efectivamente protegidos
incluso contra el mismo Estado que los ha violado[6]
Ciudadanía
El concepto clásico moderno de ciudadanía, entendido como status legal otorgado y reconocido por el
Estado[11]Para Bermúdez Tapia la ciudadanía es "aquella condición que posee un individuo en
una comunidad que comprende un conjunto de derechos y responsabilidades, cuyo ejercicio es garantizado
constitucional e institucionalmente por el Estado de construir y fortalecer una comunidad"[12]; en tanto que en
el concepto clásico moderno de ciudadanía, es entendido como status legal otorgado y reconocido por el
Estado, como una estrecha relación a lo territorial[13]La ciudadanía actual, emerge como una forma de
combatir la exclusión y desarrollar estrategias de sobrevivencia ante las necesidades humanas no
satisfechas[14]La ciudadanía implica que solo se pueden ejercer derechos a través de la pertenencia a una
determinada comunidad política, en el nuevo paradigma todo ser humano es de por sí sujeto del derecho
internacional y por lo tanto es ciudadano no solo de un Estado determinado, sino también de la comunidad
internacional, sean estas regionales, como la Unión Europea, o de carácter global, como las Naciones
Unidas[15]Sin embargo, la ciudadanía, se ha convertido en el último privilegio personal, el último factor
de discriminación y la última reliquia premoderna de las diferenciaciones por status, como tal se opone a la
aclamada universalidad e igualdad de los derechos fundamentales[16]
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE CIUDADANÍA
a) La posesión de ciertos derechos y obligaciones en el marco de una determinada sociedad.
b) La pertenencia a una comunidad política determinada (el Estado liberal) vinculada históricamente a la
noción de nacionalidad.
c) Un conjunto de facultades y derechos específicos que garantizan la participación del individuo en los
proceso de toma de decisiones[17]
CIUDADANO Y LA VIRTUD DEL CIUDADANO
José Ignacio Calleja dice: "Es ciudadano aquella persona que reconoce la existencia de otras personas,
distintas en tantas cosas y, a la vez, con el mismo derecho a reclamar y ver reconocidos sus derechos. Es
ciudadano aquella persona que se implica en la suerte de todos como suerte propia, y lo hace con
especial atención y cuidado para con los débiles y sus necesidades más elementales"[18]; por su
parte Aristóteles llama "… ciudadano al que tiene el derecho de participar en el poder deliberativo o judicial de
la ciudad; y llamaremos (continúa Aristóteles) ciudad, al cuerpo de ciudadanos capaz de llevar una existencia
autosuficiente"[19]; el buen ciudadano debe tener el conocimiento y la capacidad tanto de obedecer como de
mandar. Esta es pues la virtud del ciudadano[20]ser ciudadano supone también, reivindicar el derecho a
acceder y pertenecer al sistema socio-político, el derecho a la diversidad en la igualdad, el derecho de
acceder, de influir, de constituirse en actor del escenario social[21]
CIUDADANIA, CAPACIDAD Y CIUADANOS ABSOLUTOS E IMPERFECTOS
Luigi FERRAJOLI dice: la ciudadanía y la capacidad han quedado hoy como las únicas diferencias
de status que aún delimitan la igualdad de las personas humanas, los que se funda dos grandes divisiones
dentro de los derechos fundamentales: la que se da entre derechos de la personalidad y derechos de
ciudadanía, que corresponden, respectivamente, a todos o sólo a los ciudadanos con capacidad de obrar.[22]
Por su parte Aristóteles dice: "… no hay que tener por ciudadanos a todos aquellos sin los cuales no existiría
la ciudad, puesto que ni aun los niños son ciudadanos en el mismo sentido que los varones adultos, sino que
éstos lo son en absoluto y aquellos con cierta restricción, es decir son ciudadanos pero imperfectos. …"[23].
LA CIUDADANIA EN LA ACTUALIDAD Y LOS NO CIUDADANOS
La ciudadanía se ha vuelto en el prerrequisito del derecho de entrada y residencia en el territorio de un
Estado. De este modo la ciudadanía ha dejado de ser el fundamento de la igualdad. Mientras internamente la
ciudadanía se ha fracturado en diferentes tipos de ciudadanías desiguales correspondientes a nuevas
diferenciaciones de status que de ciudadanos plenos a semiciudadanos con derechos de residencia,
refugiados e inmigrantes ilegales; funciona como un privilegio y una fuente de exclusión y discriminación con
respecto a los no ciudadanos[24]
CATEGORÍAS DE CIUDADANÍA
Bermúdez Tapia (2001), realiza una categorización de ciudadanía, en las cuales toma como base el goce de
los derechos fundamentales, por lo que plantea tres tipos o grados de ciudadanías, en donde parte de las
diferencias en el efectivo goce de derechos y el acceso a gozar o disfrutar de las garantías institucionales.
Dichas Categorías son: La ciudadanía plena o ciudadanía, La ciudadanía de segunda clase y La ciudadanía
de tercer grado. La Ciudadanía plena no admite limitación alguna en el ejercicio de los derechos civiles,
políticos, sociales, económicos, culturales y lingüísticos. En lo que se refiere a La ciudadanía de segunda
clase, entiende que aquí esta un sector de la población que no pude disfrutar de la totalidad de sus derechos
(civiles, políticos, sociales, económicos, culturales y lingüísticos), considerándolos relegados del desarrollo
nacional. La ciudadanía de tercer grado, Bermúdez Tapia señala que está constituida por la población
catalogada como "niño y adolescente"; puesto aún cuando son considerados "sujetos de derechos", el
ejercicio de todos los derechos depende de su edad[25]Dicha situación, resulta hasta absurda, pero se
encuentra presente en la actualidad, en Latinoamérica.
La diversidad cultural se manifiesta por la diversidad del lenguaje,2 de las creencias religiosas,
de las prácticas del manejo de la tierra, en el arte, en la música, en la estructura social, en la
selección de los cultivos, en la dieta y en todo número concebible de otros atributos de la
sociedad humana.
Índice
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La defensa cultural[editar]
La defensa de la diversidad cultural se basa en el sano equilibrio que debe de lograrse con la
ayuda de los diferentes grupos culturales que existen en el mundo, pero sin afectar a terceros
o exceptuar alguna cultura. La excepción cultural pone de relieve la especificidad de los
productos y servicios culturales, incluido el reconocimiento especial por parte de la Unión
Europea, en su Declaración sobre la Diversidad Cultural.
Existen, en el mundo, diferentes organizaciones, como lo es la UNESCO que temen sobre la
tendencia hacia una uniformidad cultural, como prueba de ellos se pueden mencionar la
desaparición de diferentes lenguas y de dialectos, como lo es las lenguas de Francia sin
protección jurídica alguna que haga valer el derecho y que sobre todo realicen su
permanencia; también podemos tomar como ejemplo el aumento de la preeminencia cultural
de los Estados Unidos a través de la manera en que distribuye de sus productos de cine,
televisión, cantantes, accesorios, ropa y productos de comida promovidos por los mismos
medios de comunicación. Existen actualmente diferentes organizaciones internacionales que
su trabajo se basa en la protección de las sociedades y de las culturas que se encuentran
amenazadas por la extinción, incluyendo Survival Internacional y la UNESCO. La Declaración
Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, adoptada por 185 Estados miembros en
2001, constituye el primer instrumento normativo internacional para preservar y promover la
diversidad cultural y el diálogo intercultural.
Además de la UNESCO, asociaciones cómo la Red europea de centro de formación de
administradores culturales (ENCATC) la cuál fue fundada en 1992. ENCATC esta conformada
por una red de más de 100 instituciones y profesionales miembros en más de 40 países que
se dedican a la educación, la formación y la investigación en el amplio campo de la gestión y
política culturales. Los miembros de ENCATC tienen un impacto en la educación de miles de
gerentes culturales en todo el mundo.3
La diversidad cultural es la fuerza del desarrollo sostenible no solo para el crecimiento
económico, sino para un complemento intelectual y moral. Así mismo, esta diversidad es un
componente indispensable para reducir la pobreza y alcanzar la meta de un mejor desarrollo
en la sociedad. Hablar de diversidad cultural es hablar de los reconocimientos que han
impulsado los pueblos indígenas, o algunos fenómenos sociales como la migración o la
globalización. La cultura es una parte fundamental de la sociedad y el mundo puesto que se
refiere a las formas en que se expresan los diferentes grupos en una sociedad que
manifiestan su forma de pensar a través de distintos modos de creación artística, producción y
distribución de distintas ideas.
Identidad cultural[editar]
La identidad cultural es un elemento que muestra la diversidad cultural como punto de partida
de motor de la constante reconstitución de las culturas.
La identidad es la afirmación, reconocimiento y vinculación con la realidad de los sujetos que
se constituyen y forman en las distintas culturas. La identidad nos sitúa respecto del otro, al
afirmar la singularidad distintiva con base en la que creamos y recreamos un sistema
específico de significación, ya sea personal, comunitario o social, adscribiendo así de
pertenencia étnica y lingüística; posiciona a los sujetos en un intercambio de prácticas
culturales en el que actúan, se relacionan y proyectan. Así, la identidad forma parte de la
cultura y a su vez le da sentido y consistencia. Si la identidad parte del reconocimiento de uno
mismo, el sentido del yo proporciona una unidad a la personalidad que, para formarse,
necesita la presencia del otro que lo transforma y moldea a la vez.5
Se reconocía a la identidad como un espacio personal, frontera subjetiva de acciones
particulares en relación inextricable con el entorno social que permite construir el concepto de
sí mismo.
Ahora bien, se considera que la presencia de los otros como parte de la constitución de la
identidad personal incluye un conjunto de relaciones en que se da la identidad grupal; es decir,
el espacio social y subjetivo. Así, la identidad colectiva se construye con la apropiación del
conocimiento obtenido por las experiencias en distintas instituciones —la familia, la escuela, la
religión, el trabajo—, las cuales el individuo adapta, asume y recrea.
Multiculturalidad[editar]
La multiculturalidad implica la coexistencia de diversas culturas en un determinado territorio y
puede entenderse como el reconocimiento del otro como distinto, pero no necesariamente
implica el establecimiento de relaciones igualitarias entre los grupos. La historia muestra cómo
se ha exigido a los otros desaparecer en tanto grupo cultural, ya sea por medio del etnocidio
directo como por medio de modalidades menos violentas, aunque con el mismo objetivo; al
respecto, destacan la asimilación y la integración como políticas adoptadas por los Estados
nacionales frente a sus pueblos originarios.
Interculturalidad se entiende como un proyecto social amplio, una postura filosófica y un
funcionamiento cotidiano ante la vida; constituye una alternativa que induce a replantear y
reorganizar el orden social, porque insiste en la comunicación justa entre las culturas como
figuras del mundo y recalca la importancia de dejar libres espacios y tiempos para que dichas
figuras puedan convertirse en mundos reales. Por ende, la interculturalidad reconoce al otro
como diferente. No lo borra ni lo aparta sino que busca comprenderlo, dialogar con él y
respetarlo.
La existencia de una sociedad intercultural lleva a considerar marcos de convivencia que
permitan la comunicación entre individuos y grupos sociales culturalmente diferentes. Sin duda
los derechos humanos son el asidero más cercano a estos marcos inacabados, entendidos
como una construcción histórico-cultural, al reconocer su instrumentalización imperialista por
parte de gobiernos y Estados occidentales, pero potenciando su dimensión ética, en tanto
memoria de lucha por los derechos del hombre. 6
Países superdiversos[editar]
La diversidad cultural es difícil de cuantificar, pero es un buen indicador de el número de
lenguas habladas en una región o en el mundo como un todo. En el estudio que Sarúkhan
publicaron que retoma el estudio llamado Ethnologue (Gordon, 2005) en donde se listan los
siguientes países como aquellos con mayor número de lenguas habladas en su territorio:
Papúa Nueva Guinea (820 lenguas), Indonesia (737), Nigeria (510), India (415), México (291),
Camerún (279), China (235), Australia (231), República Democrática del Congo (214), Brasil
(188), Filipinas (171), Estados Unidos de América (162), Perú (47), y República Dominicana
(40).2
Se puede decir que la mayoría de actitudes racistas y xenófobas se orientan a las personas extranjeras
extracomunitarias. Queremos destacar: la explotación laboral y la discriminación a través de las alocuciones
políticas. Sólo hay que prestar un poco de atención a los medios de comunicación, y observar la realidad que
nos rodea. Como dice el cantautor argentino Piero “Las cosas se cuentan solas, solamente hay que saber
mirar”.
El racismo y la xenofobia saltan en numerosos escenarios laborales. Cada vez se conocen más casos de
explotación, especialmente en los sectores más desprotegidos y precarios como construcción, servicio
doméstico, hostelería, entre otros.
A día de hoy no existen datos acerca del número de personas explotadas. Lo que sí se conoce, es que a las
personas inmigrantes sin documentos, tras denunciar explotación se les abre proceso de expulsión. Se
castiga a las víctimas, y se premia al victimario al permitirle seguir explotando impunemente.
Todo lo anterior ocurre aunque la Ley de extranjería plantea que se puede conceder una autorización de
residencia temporal (por circunstancias excepcionales y por razones humanitarias), a las personas víctimas de
los delitos contra los derechos de los/as trabajadores/as. Sin embargo, en la práctica no se aplica esta
excepción.
Las personas inmigrantes trabajadoras están a merced del empresario, porque están sin papeles o con
permisos condicionados a tener un empleo. El prototipo son quienes tienen la primera tarjeta para trabajar, o
quienes vienen con contrato desde su país de origen en figuras como cupo o contingente, trabajador de
temporada o prestaciones transnacionales de servicios. En gran parte estas figuras de contratación son la
clara imagen de la esclavitud. Estas personas tienen la obligación de trabajar más pero el derecho de cobrar
menos. Y eso sí, igualdad para pagar impuestos.
Otro marco de racismo y xenofobia, se ha generado a partir de los discursos y debates de las campañas
políticas. Se vincula el fenómeno de la inmigración a la delincuencia, la inseguridad ciudadana o la
conflictividad social, y esto propicia en todos los ámbitos sociales actitudes racistas y xenófobas, que desde
luego no favorecen la convivencia.
Por otra parte no se les reconoce como ciudadanos cuando se les niega el derecho a la participación política,
ni activa ni pasiva. No pueden votar ni se les pueden elegir.
A partir de esto hay otros ejemplos concretos de racismo, como la detención de los tres ciudadanos argelinos
residentes en Gasteiz, se les detuvo de manera violenta por imputaciones indefinidas de apoyo al islamismo.
A los pocos días fueron puestos en libertad, por lo que la presunción de inocencia ha dado paso a la
presunción de culpabilidad. Las personas inmigrantes son sospechosas solo por el hecho de su condición.
Otro ejemplo, es la situación que se viene dando con los menores inmigrantes no acompañados. Se señalan
como un colectivo con problemas, se les criminaliza por la actuación de sólo algunos. Pese a esto se plantea
que se les debe acoger, que todos deberían estar en centros de iniciación profesional, pero nadie quiere tener
un centro cerca de casa, llegándose incluso a su destrucción, sin que se de una respuesta política y social
acorde a la gravedad de estas actuaciones. Todas éstas son acciones antisociales, porque hay obsesión con
los menores extranjeros, eso aunque se conoce que el año pasado la Diputación atendió 1.100 menores de
Gipuzkoa, frente a 250 de fuera.
Los dos marcos de explotación laboral y negación de derechos políticos para las personas inmigrantes,
constituyen un evidente panorama colmado de matices de racismo y xenofobia, en el que la reivindicación
debe ser la exigencia de un cambio radical de la actual Ley de Extranjería, así como reclamar garantías y
derechos para todas las personas que denuncian vulneraciones a sus derechos.
ELA considera que la prioridad debe ser denunciar y actuar contra las discriminaciones y las injusticias, sin
importar de donde vengan, y para esto exige políticas sociolaborales realmente integradoras.
Este 21 de marzo debemos hacer un pare en el camino y recordar el compromiso que tenemos con la
humanidad y dentro de ella la parte más desprotegida y vulnerada. Por eso hay que protestar y luchar contra
la intolerancia racista y la xenofobia. Es decir la violencia social profunda que nos invade y deteriora las
relaciones humanas.
Los siguientes elementos son parte de ese camino de reflexión y han sido extraídos de
documentos internos, que sobre el tema, hemos elaborado.
Lo importante de esta economía es el sujeto social, los grupos organizados como sujetos sociales,
esto es el fortalecimiento de los pueblos. Esta economía produce y se basa en las relaciones
solidarias, en relaciones humanas de apoyo mutuo, de respeto, de intercambio, equitativas entre
comunidades y personas, en prácticas colectivas e intercambios.
3.- Otra manera de profundizar es entendiendo las relaciones que existen en el proceso de
construcción de la Economía Solidaria.
La relación entre economía solidaria y recursos naturales. ¿Cómo hacer eficiente el uso de los
recursos sin agotarlos? La propiedad social de los recursos.
4.- Esta economía es una alternativa a construir frente a la globalización de la economía neoliberal.
5.- Estos elementos se ven de una manera circular. Se empieza con la práctica y se van
construyendo los lazos hacia distintas direcciones. Se parte de lo local y se puede comprender lo
global. Se fortalecen los vínculos locales y se vive la experiencia de una fuerza mayor.
En uno de los talleres de reflexión sobre la práctica de producción en una comunidad del
municipio de Sabanilla llegamos a la comprensión de 10 principios fundamentales de la Economía
Solidaria.
-Construcción de la democracia.
-En el camino del desarrollo los valores culturales como pueblo son importantes.
Para los campesinos la construcción de esta economía se ve amenazada por la venta de tierras que
viene con la aplicación de las reformas al artículo 27 de la Constitución.
Los cambios climáticos operan en contra de la capacidad de los pueblos de defender sus tierras.
La escasez de lluvias y luego las lluvias torrenciales tienen efecto en la pérdida de cosechas. El
sistema neoliberal se impone destruyendo y rechazando los saberes populares. Existe una pérdida
de las identidades con los programas educativos (asimilación). Los mismos programas de
asistencia gubernamentales cambian la dinámica de la construcción de alternativas con los propios
esfuerzos.
Es un reto para la Economía Solidaria producir de una manera eficiente y que de satisfacciones
reales a las necesidades; convertir y cambiar la idea de que la Economía Solidaria es una economía
de pobres.
Otro reto es establecer relaciones, romper los modelos del consumismo y construir proyectos cada
vez más grandes, que impliquen una diversificación de la producción y una pluralidad de
mercados.
Ejemplos de conductas responsables socialmente que pueden ser asumidas por el Estado o
gobierno son disminuir la brecha entre los salarios máximos y mínimos de todo el aparato
estatal (sé que se ha hecho con éxito en algunos ministerios); aumentar la empleabilidad estatal
a discapacitados; establecer políticas ambientales sustentables al interior de los organismos
públicos; otorgar flexibilidad laboral a mujeres en edad fértil; y así tantos otros que, tal como
sucede en las empresas, no pueden ser decisiones aisladas, sino sólo eslabones dentro de una
cadena global de RS, una nueva forma de funcionar.
Sobre el rol que le cabe al Estado en el fomento de la RSE, podríamos establecer variados
ámbitos, muchos de los cuales son funciones públicas obligadas y muchos que responden
exclusivamente a una política de promoción de la RSE.
Es así como, además de garantizar el crecimiento económico y competitividad para que las
compañías puedan operar y fortalecerse, el Estado puede llevar a cabo una política de impulso
de la RSE a través del fortalecimiento de su rol fiscalizador para garantizar el cumplimiento de la
legislación; la reducción de las oportunidades de corrupción y hacer más transparentes los
procesos de licitación pública; la contribución al progreso económico, social y medioambiental
para lograr un desarrollo sostenible; el incentivo a la capacitación; la entrega de estímulos para
facilitar la adopción de prácticas que mejoren el desempeño social y ambiental; la creación y
construcción de conciencia ciudadana; efectuar diálogos y asociaciones público-privadas en favor
de objetivos más ambiciosos; equilibrar la regulación, los instrumentos económicos y los
acuerdos voluntarios; y así suma y sigue.
En la medida que las empresas adoptan la RSE, no sólo se vuelven más competitivas, sino que
además colaboran en el mejoramiento de las condiciones sociales de las comunidades, aliviando
indirectamente la labor estatal y readecuando la utilización de los recursos públicos. El desarrollo
de la RSE se vuelve entonces no sólo estratégico para las empresas, sino también para el
aparato estatal completo y los gobiernos que los gestionan.
Es de esperar que la futura administración pública, cualquiera sea su tendencia política, tome
conciencia de esta realidad y, aunque no haya aparecido de manera destacada en ninguno de los
planes de gobierno de los candidatos presidenciales, la responsabilidad social del Estado sea una
prioridad durante los próximos cuatro años.