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CLASIFICACIÓN SEGÚN EL LUGAR DE CREACIÓN

Esta clasificación pareciera confundirse con la anterior. Sin embargo, la clase de


títulos valores según la moneda en que se emiten es diferente de la del lugar de
creación del título en razón de su mismo objeto. Entonces dependiendo del lugar de
creación, el título valor puede ser nacional o extranjero.

1. TITULOS NACIONALES

Son aquellos títulos valores creados en Colombia para que produzcan efectos
exclusivamente en Colombia. Obviamente se trata de la gran mayoría de
títulos valores que circulan en nuestro país.

B. TITULOS EXTRANJEROS

En contraposición al anterior, estamos en presencia de un título valor creado


en el extranjero llamado a producir efectos en Colombia. Es en esta clase de
títulos donde caben los mayores comentarios de la presente clasificación.
Surge respecto de ellos un interrogante, consistente en saber si al otorgarse
el correspondiente título los intervinientes tienen que sujetarse a los
requisitos legales del país donde ha sido creado el título, o, por el contrario,
se someten a los requisitos de ley del país donde surtirá los efectos del caso,
es decir, a las exigencias legales de los títulos valores en Colombia. El artículo
646 del Código de Comercio despeja el interrogante al señalar que los títulos
creados en el extranjero tienen la consideración de títulos valores si llenan
los requisitos mínimos establecidos en la ley que rigió su creación. En otras
palabras, esta modalidad de títulos son reconocidos o tenidos como títulos
valores en Colombia siempre que al crearlos se hayan sujetado a los requisitos
mínimos de la ley del país de origen, valga decir, a los requisitos señalados
por la ley del país donde fue otorgado.
Cabe anotar que la norma en comento se divorció en gran medida del
proyecto INTAL, pues este instrumento indicaba que un título valor creado en
el exterior debía sujetarse a las disposiciones del código para que tuviera
plenos efectos en Colombia, o sea, para que pudiera predicarse la calidad de
título valor en Colombia obligatorio era que debía sujetarse a la ley cambiaria
y no a la ley del país extranjero en donde se había emitido o creado. Aunque
la norma citada ha sido objeto de constante crítica por parte de la doctrina
nacional, nosotros compartimos el sentido de la norma, pues en últimas,
dicho artículo plasmó un principio del derecho internacional privado, de
aceptación universal, conforme al cual la forma de los actos se rige por la ley
del lugar de su celebración.

En consecuencia, el contenido del artículo 646 del Código de Comercio lo


único que hace es darle vigencia en materia de títulos valores a dicho principio
internacional, principio, entre otras cosas, impuesto para resolver conflictos
de leyes en materia de formalidades de los actos jurídicos. El principio acogido
por el Código de Comercio en el artículo nombrado es igualmente un reflejo
de lo consagrado en importantes tratados y códigos especialmente
latinoamericanos, sobre la misma materia. En efecto, el Tratado de
Montevideo de 1889, refiriéndose específicamente a la letra de cambio,
manda que todos los actos que tengan que ver con este título valor se rigen
por la ley del lugar en donde tales actos se ejecutan y si la aceptación se
realiza en otro lugar, ésta se rige por la ley del lugar donde se produce la
aceptación, y si el endoso se celebra, las leyes que debe cumplir el endosante,
son las que establezca el país en el lugar en donde se está justificando el
endoso. De la misma manera se encuentra desarrollado el principio en estudio
en el Código de Bustamante, en donde se advierte que la firma está
determinada por el lugar o la ley del lugar de la celebración del acto.

CLASIFICACIÓN SEGÚN LA CAUSA

Otro criterio calificativo de los títulos valores hace relación a su origen o causa, y
relacionados con este aspecto pueden ser causales y abstractos.
1. TITULOS VALORES CAUSALES

Son los nacidos corno producto de una relación negocial, subyacente o negocio
causal. Al plantearse el problema de la causa en los títulos valores, necesarios es
advertir que el terna es de estudio tanto en materia civil corno en el derecho
cambiario, porque de este último no se desconoce que los títulos valores pueden
tener una causa. En efecto, el título valor puede nacer corno consecuencia de la
realización de un negocio anterior, corno sería el caso del título valor emitido para
cancelar el precio de una compraventa o el originado para el pago de una suma que
se debía, o el emitido para cancelar el pago de un servicio. En estos eventos se dice
que el título valor causal es el que se relaciona con un negocio subyacente o anterior
a su emisión.

1. TULOS VALORES ABSTRACTOS

El título valor abstracto es aquél en el que la causa, relación o negocio que lo originó
se pierde, se desvincula durante su circulación. Es la diferencia con los títulos valores
causales o concretos, en donde tal relación se mantiene, no se desvincula pese a su
circulación. Así, si para comprar determinadas mercancías se suscribe una letra de
cambio que garantiza el negocio celebrado, especialmente en lo que al crédito hace
referencia, ese título vincula a las partes contratantes en tanto permanezca en poder
del vendedor, pero si la letra de cambio es entregada a tercera persona, la relación
causal se extingue y sólo perdura el derecho valorativo, es decir, cierta cantidad de
dinero pactado entre los contratantes originarios.

En ocasiones, la causa presenta dificultades en materia cambiaria, nacida


especialmente de dos interrogantes: ¿En qué medida el negocio causal o subyacente
continúa influyendo en la eficacia del título valor? y ¿en qué medida la relación
negocial o subyacente, y sus relaciones con problemas como la resolución, nulidad,
rescisión, resciliación o incumplimiento del negocio que originó el título, puede tener
consecuencias o repercusiones en la eficacia del título valor emitido?
En un principio se consideró que los títulos valores estaban siempre afectados por
las implicaciones del negocio causal, en la medida que tales documentos sólo eran
papeles a través de los cuales se cumplía la prestación esencial del contrato de
cambio, por lo que si el contrato no existía era anulado, las partes podían dejarlo sin
efecto por mutuo acuerdo. Existía entonces una relación directa entre el negocio
jurídico y el título valor emitido. De aquella época primitiva en el desarrollo de los
títulos valores, en la cual no se concebía el título sin la preexistencia de un contrato
de cambio, se pasa a una etapa en la cual el título valor puede tener como causa, o
mejor, como negocio causal, cualquier clase de contrato o relación jurídica. En esta
etapa la doctrina conceptúa que el título valor una vez emitido, debe desvincularse
del negocio causal, de la relación que le dio origen; por lo tanto se desprende el
postulado conforme al cual las contingencias que pudieran tener el negocio
subyacente o causal no puede repercutir en la eficacia del título valor. En otras
palabras esta tesis, corresponde a la abstracción absoluta del título valor, contraria
a la teoría de la causalidad. La tesis se defendía aduciendo que los títulos valores
deben ante todo dar seguridad a las personas que los adquieren y que su esencia
es la circulación, no puede oponérsele a terceros adquirentes las repercusiones que
puedan derivarse del negocio causal, pues dichos terceros no participaron en el
negocio que originó la emisión del título que emitieron. Con el desarrollo de los
títulos valores han surgido posiciones o tesis intermedias, las que parten del
supuesto de reconocer que todo título valor tiene una causa, un negocio subyacente,
pero que dicho negocio sólo repercutirá en la eficacia de título valor cuando el
conflicto cambiario verse entre las mismas partes que sostuvieron la relación causal
e igualmente frente a terceros tenedores de mala fe, mas nunca frente a terceros
poseedores de buena exenta de culpa.

Un ejemplo ilustra esta problemática. Entre "A" y "B" se celebra un contrato de


compraventa de un vehículo automotor. "B" para pagar el precio otorga un pagaré
a favor de "A". El vehículo presenta vicios que "B" desconocía, aspecto este que lo
induce a demandar el contrato. Como consecuencia del vicio "B" se abstiene de
cancelar el pagaré.

Como efecto de esta negativa "A" procede a demandado ejecutivamente a través


del cual "A" le cobra el título valor entregado para pagar el precio del vehículo. En
este caso la acción ejecutiva se traba entre las mismas partes contratantes, o sea
que en el conflicto cambiario surgido "B" podrá impetrar contra "A" las excepciones
correspondientes y relacionadas con el negocio que originó la emisión del título valor
que se pretende cobrar en el proceso ejecutivo, valga decir, podrá "B" oponerse a
la acción cambiaria proponiendo la excepción derivada del negocio jurídico que dio
origen a la creación o transferencia del título, porque el demandante ("A") fue parte
del respectivo negocio.

Ahora, ¿qué sucede si el vendedor ("A") a sabiendas de que incumplió y conociendo


de la posibilidad de que el comprador pudiera promoverle la excepción citada, se
vale de un tercero (testaferro), hace aparecer el título como adquirido mediante la
ley de circulación, y ese tercero adelanta proceso ejecutivo? En tal caso corresponde
al comprador ("B") demostrar, probar que se trata de un testaferro, que ese tercero
es un tenedor de mala fe, contra el cual cabe la excepción derivada del mismo
negocio jurídico que dio origen a la creación o transferencia del título, porque la ley
permite que esa excepción sea propuesta no solo contra el demandante que haya
sido parte en el respectivo negocio sino también contra cualquier otro demandante
que no sea tenedor de buena fe exenta de culpa, porque ese tenedor de mala fe es,
en cierta medida, el continuador de la situación o posición jurídica del demandante,
del vendedor del vehículo.

Una tercera posibilidad se presenta en el ejemplo planteado, la que se diferencia


sustancialmente de las dos situaciones anteriores. Sucede que "A", vendedor del
vehículo, negocia el pagaré suscrito por "B", con otro comerciante, "C"; entonces
éste es un tenedor que ha adquirido el título conforme a su ley de circulación, es
decir, se reputa tenedor de buena fe. Al momento del cobro "A" no le cancela a "C"
el importe del título y procede a demandado ejecutivamente. Como puede
observarse, el proceso cambiario o ejecutivo se suscita entre un tercero que no fue
parte del negocio causal y otro que sí lo fue, que no hay coincidencia entre quien
adelanta la acción de cobro y el demandando, con quienes suscribieron el contrato
de compraventa y que se trata de un tercero tenedor del título, tenedor de buena
fe exenta de culpa, lo que equivale a señalar que las excepciones derivadas del
negocio causal no están llamadas a prosperar porque, en este caso, el negocio
subyacente no repercute en la eficacia del título valor.

De las tres tesis expuestas muestro Código de Comercio adopta la posición


intermedia o teoría mixta, o sea, que en los títulos valores el contrato existe,
repercute en la eficacia del título valor siempre y cuando el conflicto cambiario se
suscite entre las mismas partes que estuvieron, entre quienes suscribieron el negocio
jurídico que dio origen a la creación del título, pero además contra terceras personas
que no sean tenedores de buena fe exenta de culpa, pero nunca el negocio o relación
causal podrá repercutir en la eficacia del título valor si su tenedor es un tercero de
buena fe exenta de culpa. Tal es el postulado acogido en el numeral 12 del artículo
784 del Código de Comercio.

http://titulosvaloresugc.blogspot.com.co/2009/04/clasificacion-de-los-titulos-
valores_29.html

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