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ENCUADRE JURÍDICO
ANTECEDENTES DE HECHO
1) Nicolás Flores, de 14 años, sale a dar una vuelta por el barrio en un cuadriciclo de propiedad
de su progenitor.
2) El menor atropella a Natalia Prieto de 30 años de edad.
3) La Sra. Prieto sufrió fracturas en sus miembros inferior y superior derecho y traumatismos en
diversas partes de su cuerpo.
4) Permaneció internada en un centro de salud durante quince días.
5) Todavía realiza tratamientos de rehabilitación.
6) La Sra. Prieto, no puede realizar su actividad con normalidad.
En relación con los antecedentes expuestos, se plantean las siguientes cuestiones jurídicas:
1) La responsabilidad del progenitor.
2) La prevención para evitar causar un daño no justificado.
3) Los daños causados a la Sra. Prieto.
4) Los gastos de internación.
5) Los gastos de tratamientos de rehabilitación.
6) El valor del lucro cesante
7) Los daños morales
NORMATIVA APLICABLE
Teniendo en cuenta las cuestiones jurídicas planteadas, se puede acudir a las siguientes
normativas que resulta de aplicación a las mismas:
Respecto a la responsabilidad La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha señalado lo fijado en
el Código Civil, que consagra el principio general establecido en el art. 19 de la Constitución
Nacional que prohíbe a los hombres perjudicar los derechos de un tercero.
Cuando hay un violación a ese deber genérico de no dañar a otro o cuando se incumple una
obligación, nace la obligación de la reparación del daño causado, porque cualquier acción u omisión
que cause daño, es antijurídica, si no está justificada (arts. 1.716 y 1.717 del Código Civil y Comercial
de la Nación).
2)
Responsables.
El responsable directo del daño es el Nicolás, quien atropella con el cuatriciclo a la sra. Prieto,
causándole serias lesiones en su cuerpo y fracturas en los miembros superiores e inferiores.
Mientras que el responsable indirecto es su progenitor, quien debe responder por los daño
causados a la sra Prieto, por permitir el uso del vehículo de su propiedad en el barrio de ese lugar
a sabiendas de la prohibición del uso de esa clase de vehículo en esas zonas por el peligro que
puede causar, en la persona de su propio hijo y en los demás transeúntes, etc. Asimismo,
tratándose de un menor que no posee licencia de conducir, ni la fuerza necesaria para maniobrar
en caso de riesgos, como en este para evitar chocar. Otra causal es que en ese momento tenía el
cuidado del menor.
3)
Factores de atribución.
4)
Nexo causal.
En referencia a la causa se expresa que Nicolás Flores hizo uso ilegal del cuatriciclo por el barrio
en que se sitúa la vivienda de su padre, dicho vehículo propiedad del su progenitor Ricardo Flores,
en ocasiones en que cruzó la bocacalle atropelló a la Sra. Prieto de 30 años que transitaba en ese
momento por la bocacalle ocasionando lesiones en el cuerpo de la joven y fracturas en miembros
superiores e inferiores.
En esta relación causa efecto entre un acto u omisión ilícito civil y el daño ocasionado por el
mismo, surge la responsabilidad y, por tanto, el deber de indemnizar.
5)
Posibles eximentes de responsabilidad
El Art. 1755 CCyC Cesación de la responsabilidad paterna.
La responsabilidad de los padres es objetiva, y cesa si el hijo menor de edad es puesto bajo la
vigilancia de otra persona, transitoria o permanentemente. No cesa en el supuesto previsto en
el artículo 643.
Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta
circunstancia deriva de una causa que les es atribuible.
Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas inherentes al
ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por terceros. Tampoco
responden por el incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente contraídas por sus
hijos.
Los padres responden objetivamente por el accionar de sus hijos menores de edad y, por
ende, se eximen demostrando la existencia de una causa ajena, la norma en análisis regula
algunas eximentes específicas, que se tratan a continuación:
El Art. 1755 CCyC exime de responsabilidad a los progenitores cuando el menor se encuentre
bajo la vigilancia de otra persona, sea transitoria o permanentemente. La primera nota
distintiva de esta disposición es que modifica la norma análoga del CC (Art. 1115), que solo
eximía a los padres cuando el menor era puesto bajo la vigilancia de otra persona en forma
permanente.
Ahora bien, para que se configure esta causal es preciso que se haya desplazado el deber de
contralor sobre el menor hacia otra persona física o jurídica. Dicha transferencia debe ser
legítima, es decir, debe estar destinada a la formación, educación, rehabilitación o seguridad del
menor. Se trata, por ejemplo, del supuesto en que el niño es dejado en el establecimiento
escolar, en cuyo caso la responsabilidad por el accionar del educando se traslada al titular de la
institución, en los términos del Art. 1756 CCyC.
Por otra parte, es preciso que no exista dependencia entre la persona a la cual se entregó el
cuidado del menor y sus progenitores, pues en el caso que sea así no existirá una transmisión de
la vigilancia activa del menor: el cuidador actuará bajo las órdenes y dirección del padre o
madre al cual se encuentra subordinado.
Sin perjuicio de ello, la norma en análisis establece expresamente que no se configura esta
eximente en los casos en que los padres han delegado voluntariamente la responsabilidad
parental. En este sentido, cabe recordar que el Art. 643 CCyC faculta a los progenitores a
delegar, en interés del hijo y por razones justificadas, la responsabilidad parental a un pariente,
acuerdo que debe ser homologado judicialmente. En estos casos, la norma citada en último
término es clara en cuanto a que la delegación no implica la suspensión de la titularidad en la
responsabilidad parental, por lo que es una consecuencia lógica que se mantenga en estos casos
la responsabilidad de los padres por el accionar de sus hijos.
Partiendo de esas premisas, subsiste el deber de resarcir el daño en cabeza de los padres
cuando se presenten los supuestos de privación de la responsabilidad parental enumerados en
el Art. 700 CCyC (condena como autor, coautor, instigador o cómplice de un delito doloso
contra la persona o los bienes del hijo —inc. a—; abandono del menor —inc. b—, y poner en
peligro la seguridad, la salud física o psíquica del hijo —inc. c—), como así también cuando se
produce la suspensión del ejercicio de la responsabilidad parental por convivir el hijo con un
tercero, que fue separado de sus progenitores por razones graves (Art. 702, inc. d, CCyC).
Como lo ha dicho la doctrina con anterioridad a la reforma, es claro que, en los actos
vinculados con el trabajo, profesión o la actividad comercial del menor, es prácticamente
imposible que los padres ejerzan alguna vigilancia o contralor, y el hijo puede obrar laboral o
profesionalmente aun contra la voluntad paterna (Art. 30 CCyC). Es por eso que, en estos casos,
el menor responde de manera exclusiva por los hechos dañosos causados en ejercicio de su
trabajo, profesión o comercio. En este caso no se configura eximentes.-
6)
Daños resarcibles.
Daño Emergente: Gasto Médico- Gasto en Farmacia- Gasto en terapia de rehabilitación (desde
hace tres meses hasta el día de la fecha)- Gasto de Taxi, por el impedimento al caminar por las
fracturas y traumatismo ocasionadas.
Lucro cesante: y pérdida de chance: por causa del accidente e impedimento físico, la Sra. Prieto
no pudo realizar sus compromisos laborales que realiza en forma independiente, por ende, hasta el
día de la fecha sigue sin poder realizarlo. Motivo por la cual sufrió un impedimento futuro para
obtener ese beneficio económico que de ella depende para subsistir.
Daño Moral: la víctima, desde el momento del hecho, se generó una modificación en su vida
cotidiana provocando el impedimento en su capacidad física y daño psicológico.
g)
Jurisprudencia y doctrina
1) Cuando se trata de la responsabilidad derivada de la intervención de las cosas riesgosas o
viciosas prevista en los arts. 1.723 y 1.757 del Código Civil y Comercial de la Nación y especialmente,
cuando el daño deriva de un accidente de tránsito causado por la intervención de vehículos, la
responsabilidad es objetiva y sigue el lineamiento establecido por la Cámara Civil en el fallo plenario
“Valdez, Estanislao F. c/El Puente S.A.T. y otro” del 10 de noviembre de 1.994.
2) Cagnacci, Julio Héctor y otro c/ Muzzi, Jorge Héctor y otros
Sumarios:
1.- A mi modo de ver carece de todo sustento estimar cumplida la obligación de reforzar con la señal
manual la indicación del giro a la izquierda ingresar en un predio frentista a poca velocidad toda vez,
que lo que importa en el caso a los efectos del cumplimiento de las normas de tránsito y el deslinde
la responsabilidad, es el aviso o señal, a fin de que la invasión de la mano contraria no resulte
sorpresiva.
Suprema Corte: La Sala L”, de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, confirmó la sentencia
de Primera Instancia, que, al tener por acreditada la culpa de la víctima, fallecida en un accidente
de tránsito rechazó la demanda por daños y perjuicios promovida por sus padres.
Para así decidir, sostuvo que los argumentos del apelante referidos a que el giro a la izquierda
efectuado por el demandado estaría prohibido por las leyes de tránsito, en razón de no haberse
realizado en la intersección de las calles sino diecisiete metros de la esquina, caen ante lo dispuesto
por el artículo 53, inciso 40, de la ley provincial 11.430, que expresamente lo permite para ingresar
en un predio frentista (en el caso, en una estación de servicio), siempre y cuando se refuerce la
indicación de la maniobra con la señal manual. Coincidió con el juez de grado, en estimar cumplida
esta obligación con la escasa velocidad a la que el automóvil dio el giro - que tuvo por acreditada en
el orden de los 10 Km./h.-, considerando, además, al rodado que conducía la victima (un cuatriciclo),
como de poca maniobrabilidad y dudosa utilización en zonas urbanas.
Por otra parte, juzgó que este último se desplazaba a velocidad excesiva (entre 35 y 40 Km./h. en el
momento del impacto, conforme al peritaje de fs. 144/14 5 de la causa penal), circunstancia que no
le permitió frenar a tiempo, y determinante de la falta de dominio de su conductor. Añadió que, en
cuanto al tiempo de reacción al que se refirió el apelante, si la víctima pudo razonablemente ver al
automóvil efectuar el giro lentamente, debió tener margen suficiente para disminuir la velocidad y
frenar a tiempo para evitar el accidente.
Concluyó que, al no haberse probado que el demandado circulara a velocidad excesiva y doblara
repentinamente, dadas la condiciones de tiempo y lugar, no cabía otra solución que la adoptada por
el primer sentenciador (y. fs. 463/464 del principal, foliatura a citar en adelante, salvo indicación
expresa). -II-…