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LOS PREGONES. “Para pantalón y saco, traigo percheros baratos”.

El vocablo “pregón” viene del latín “praeco”. En su primera significación


dice el Pequeño Larousse: 1.- Promulgación o divulgación de una noticia,
aviso o hecho que se hace en alta voz y en un lugar público para hacerlo
saber a todos. 2.- Propaganda o anuncio de algún producto o mercancía
que suele hacerse a voces por la calle.

Los pregones, considerados música urbana o callejera eran posiblemente


manifestaciones de las clases menos pudientes que tenían que anunciar,
con su propia voz, lo que vendían o el servicio que ofrecían para poder
ganar clientes, porque no hay nada más cierto que el lema que dice:
“producto que no se anuncia no se vende”.

Afirmó el historiador Fernando Ortiz que “el pregón es el alma del cubano”.
Se trata de una expresión musical nacida de los vendedores ambulantes
anunciando sus mercancías. Usual en los países cuyo clima favorece la
venta en las calles, surge en Cuba en el siglo XIX y llegó con la emigración
franco-haitiana tras la Revolución de Haití.

El pregón es conocido en la isla desde los albores de la colonia y hasta los


finales del siglo XIX tuvo un auge inusitado, que sorprendía y a veces
molestaba a los viajeros de otros países. Las exclamaciones y cantos de
los pregoneros aportaron a la atmósfera callejera un tono melodioso, el
más popular y menos respaldo por técnica musical alguna, oyéndoseles,
en cada mañana o noche de su historia, añadir a intervalos musicales al
pregón. Textos de la época recogen algunos de lo que se oían a la entrada
del Teatro: ¡Bollitos sílfide” ¡Butifarras Elssler! o enumerándose bisuterías,
ropas o frutos en melodías que algunos músicos populares tomaban para
sus Danzas.

Durante la época de la colonia española, pregoneras y pregoneros


llenaban al entorno de la Catedral .Alegraban y facilitaban las labores
domésticas al traer los productos que ofertaban hasta las puertas de las
casas, e incluso algunos se hicieron legendarios por sus propios estilos.
Los cubanos tienen en esto características especiales. Hay pregones que
tienen un valor artístico innegable, y hasta cualidades literarias
apreciables, incluso sin tener en cuenta la música. En primer lugar el
melisma, técnica de cambiar la altura de una sílaba musical mientras es
cantada, rasgo propio de los pregones de mangueros; estilo comparable
con el cante jondo o cante flamenco, el uso del falsete y otros trucos de
ejecución. En segundo lugar, la apoyatura que se observa al final de los
pregones de maniseros, tamaleros y otros vendedores; es como un cierre
cortante del pregón en que se rompen las primeras silabas de una palabra.

Muchos compositores de música popular o culta han tomado motivos de


pregón, creando algunos pregones universalmente conocidos “El Frutero”
que compuso el maestro Ernesto Lecuona, aunque el más famoso de este
tipo y grabado internacionalmente es “Frutas del Caney” del gran escritor-
compositor Félix B. Caignet; otro gran maestro, Eliseo Grenet, compuso
“Rica Pulpa”; “El Viandero” de Ernesto Muñoz; “Rapsodia de Pregones”,
“El Botellero”, de Gilberto Valdés; “Se va el Dulcerito” de Rosendo Ruíz
Suárez y “El Dulcero” de Tomás Corman. ¿Quién puede olvidar “el
Yerberito” interpretado por nuestra gran Celia Cruz o “el Manisero” de
Mosises Simons?

Y es que hasta uno de nuestros sones más importantes que dio nombre a
una modalidad que se conoce en el mundo por Salsa, era el son-pregón
de Ignacio Piñeiro “Échale Salsita”, al usar como tema para su canción la
historia del llamado “El Congo”, quien en el pueblo Catalina de Güines
vendía las mejores butifarras, de ahí que parte de la letra dice así: …”En
este cantar profundo; Lo que dice mi segundo; No hay butifarra en el
mundo, como la que hace el Congo. Échale salsita, Échale salsita…”

Otros “sonoros” pregones se encuentran en los afiladores de tijeras. Con


su rudimentario equipo, mitad bicicleta, mitad carretilla, andaban por
nuestras calles, pero a ningún afilador de tijeras que se respete se le
ocurriría salir a trabajar sin ese pequeño instrumento musical que los ha
identificado desde siempre, y que es el xilófono. Escuchar esa tenue
melodía, es sinónimo de que acerca al barrio ese necesario trabajador.
Específicamente sobre los pregones de los maniseros en Cuba, sabemos
que pudieran hacerse varios libros, hasta de las características según los
sitios donde se desempeñan. Recuerdo que algunos llevaban, adosada a
su emblemática y generalizada lata bien tapada con los cucuruchos, nada
menos que una hornilla en la parte inferior con brazas de carbón
encendidas, para mantener el producto “tostadito y caliente..”

Y en cuanto a los pregones, “hay de todo como en botica”, de entre los


cuales escojo a manera de simpático ejemplar el pregón de un conocido
vendedor que siempre se encontraba en los alrededores del Parque…
“cambio máni por móni…si no hay móni, no hay máni”…

Sin dudas los pregones son un capítulo importante del folklore cubano y
expresión de la profunda riqueza poética y musical de nuestro pueblo.
Y parafraseando al manisero… me voy… me voy….

Escrito por Isabel Rodríguez


en https://www.facebook.com/cultura.santiago.5

NR: A pesar de las documentadas afirmaciones de este articulo recogido


en Facebook la figura y el oficio de pregonero hunde sus raices en Roma
y llega a Cuba desde España.

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