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las frecuentes actitudes éticas que contradicen el modelo establecido, como las
manifestaciones de antivalores ético-profesionales o morales, la tendencia a
transgredir las normas de la educación formal, la falta de disposición para el
cambio positivo de actitudes, los deficientes resultados formativos en
contradicción con el deber ser;
Se percibe, por tanto, una contradicción externa entre el deber ser ético de los
futuros profesionales y los resultados integrales alcanzados en el proceso de
formación. Se devela como problema científico: ¿Cómo configurar un modelo para
el desarrollo del deber ser en el proceso formativo de los futuros profesionales en el
nivel superior?
El ser (quien se es), la realidad y el ideal moral son interceptados por el deber ser,
donde este tiene la función de hilo conductor y expresa mediante normas cómo
son y cómo deben ser las representaciones en el desarrollo social, en un proceso de
sustitución de los viejos ideales y conceptos por nuevos, de forma que se valore el
pasado y se vincule al futuro.
En este sentido, la ética normativa es una forma específica del reflejo, donde la
realidad no es solo reflejada, sino transformada por el sujeto cognoscente. Esto
significa que su especificidad radica en su forma de reflejar el objeto cognoscitivo,
ya que en este caso el objeto es el ser social y sus regularidades históricas, así
como las relaciones que existen y se manifiestan realmente, las que son objetivas y
expresan determinado contenido y que, en última instancia, existen
independientemente de la propia voluntad de los hombres.
Ante tal situación, la pregunta evidente sería: ¿qué hacer? En este artículo se
afirma que la configuración del deber ser en el proceso formativo de los futuros
profesionales en el nivel superior resultará de la interacción de al menos cuatro
esferas, las que conformarán su modelo ético (Figura 1).
Desde las bases teórico-éticas aquí reseñadas y con el sustento ofrecido por la obra
pedagógica cubana19-23, es posible encontrar un aporte esencial de ideas que
sustenten el modelo del proceso formativo de los futuros profesionales en el nivel
superior, como también los rasgos actitudinales que caracterizarán a sus agentes
sociales.
El proceso formativo de los futuros profesionales en el nivel superior tiene que ser
un modelo de las cualidades humanas y las capacidades que deben caracterizar al
profesional cubano. Dichas cualidades morales estarán realzadas por la actitud y los
conocimientos profundos, sistemáticamente perfeccionados. Los profesionales
cubanos estarán comprometidos con su deber y serán incondicionales, dispuestos,
innovadores activos y conscientes cumplidores de su compromiso esencial.
Desde las perspectivas antes abordadas, interesa saber qué cualidades ético-
profesionales deben caracterizar a quienes conducen el proceso y deben formarse
en el futuro profesional que hoy acude a las universidades cubanas. Al margen de
las disposiciones estatalmente establecidas o legisladas, la experiencia personal y
los criterios consultados coinciden en señalar que el profesional debe:
ser asertivo en las relaciones interpersonales, con respeto a los modos de actuar
y pensar, partiendo del conocimiento de la realidad, el contexto y las personas
con las que se trabaja.
Sin que lo anterior constituya garantía absoluta del éxito laboral, sí resulta un
modelo de actuación eficaz en la búsqueda de los mejores resultados posibles, en el
complejo y necesario trabajo. Son estas, entre otras igualmente importantes,
algunas de las cualidades éticas esenciales que deben caracterizar al proceso
formativo de los futuros profesionales en el nivel superior. No se trata de asumir
dogmáticamente estas ideas, pues está claro que debe respetarse la diversidad que
existe en cualquier colectivo humano. Tampoco se debe discriminar a los menos
aventajados en la búsqueda de una excelencia profesional, que casi nunca es
integral y menos aún perfecta.
CONCLUSIONES
Desde las bases teóricas éticas reseñadas, es posible encontrar un aporte esencial
de ideas que sustenten el modelo de formación que debe caracterizar el proceso
formativo de los futuros profesionales en el nivel superior, como también las
actitudes que caracterizarán a sus agentes sociales.
Del modelo ético propuesto, emerge el deber ser, como resultado de la interacción
de las esferas que lo conforman y como nueva cualidad en desarrollo, por tanto
perfectible, en el que se conjugan los deberes éticos fundamentales con las
cualidades éticas que caracterizarán el proceso formativo de los futuros
profesionales en el nivel superior.
RESPONSABILIDAD CON EL PROCESO FORMATIVO INTEGRAL
Ser responsable considera decidir sobre cuáles son las acciones más adecuadas para obtener
nuestros objetivos, siendo proactivos, tomar la decisión. La responsabilidad le ayuda a tomar
conciencia acerca del nivel de aplicación que se pone al trabajo, a las diligencias y labores
periódicas, igualmente a las amistades que conservamos con los individuos que se encuentran
a su alrededor, ya sea personal o competitivo.
El valor de ser responsables es inconmensurable y permea todos los aspectos de nuestra vida.
Trasciende nuestra edad, nuestras creencias y experiencias y es, por sobre todo, una decisión
constante de amor y de respeto hacia nosotros mismos. Su integración en cada aspecto de
nuestras vidas es, sin lugar a dudas, sumamente necesario para llevar una vida más plena y con
mayor sentido de madurez personal.
Argumentar y explicar sus propias opiniones al resto de los integrantes del equipo colaborativo,
interpretar la necesidad del otro, construir conocimientos individuales y grupales, desde el inicio
de la realización, reformulación y construcción conjunta, solucionar problemas de convivencia y
discordancias, apropiarse de los favores que genera el manejo de las diferencias y conflictos en
el proceso de sus competencias sociales, conllevar objetivos cognitivos usuales para los órganos
del equipo colaborativo, negociar para llegar a una aprobación por medio de la participación entre
los miembros del grupo cooperativo, efectuar responsablemente las labores concretadas
claramente para cada individuo de la agrupación, como fracción de la construcción acumulada
del aprendizaje y de los deducciones solucionadas en los proyectos formativos.
NTRODUCCIÓN
Tenemos así que, en un grupo social que se rige por unas determinadas
normas; sociales, religiosas, económicas, políticas, profesionales, educativas y
otras no menos importantes; existen como dijimos anteriormente, subgrupos que
tomando en cuenta las normas generales, crean sus propias reglas o normas
para delimitar su acción.
Ética, según Schweitzer, es el nombre que le damos a nuestro interés por la
buena conducta. Sentimos la obligación de considerar no solamente nuestro
bienestar propio, sino también el de los demás y el de toda la sociedad humana
como un todo. 1
Los intereses afines son los que determinan en la mayoría de los casos las
relaciones existentes con la ética.
Hay algunos rubros para definir estas relaciones:
1. El institucional y educativo
2. El personal
3. El profesional y empresarial
Para que todo esto tenga armonía se han creado a través del tiempo en cada
de una de las instituciones, ya sea el hogar, la escuela, el trabajo, etc las
normas que son las que moldean o rigen el comportamiento de los integrantes.
Ética y Educación
Como lo decíamos en uno de los apartes de este blog, uno de los rubros de
relación de la ética es el de su afinidad con la educación.
En cuanto a la formación de las personas es innegablemente el principio de
todo esto, y hoy en la actual sociedad, es sin duda una gran solución a los
evidentes y conocidos problemas de corrupción que nos afligen.
Los grandes líderes del mundo le dan la responsabilidad a la educación de
lograr los cambios necesarios para una mejor vida en comunidad y un gran
crecimiento social.
Sin embargo, sorprende que son en muchos casos los mismos que con su
poder no le dan a la escuela el apoyo necesario como punto de partida a esta
solución.
La educación intenta ser el eje de los comportamientos éticos pero a veces ese
eje se ve cortado por la vida familiar o social de cada uno de los seres. A pesar
de eso, el procedimiento educativo no se detiene e insiste en el camino para
lograrlo.
Las diferentes profesiones han ido creando sus propios códigos de ética para
delinear el desarrollo y comportamiento de sus representantes. No siempre se
aplica pero el espíritu es valioso y por lo menos sirve de advertencia y
reconocimiento de responsabilidad por parte de los ya existentes y los nuevos
graduados.
También son un seguro para la sociedad que cuenta con esas normativas que
le garantizan que existe algún control o ley que los rige a través de la cual
pueden exigirles en cuanto a resultados y actitudes.
Este modo de ser y de vivir bien la profesión no sólo ante el cliente o su empleador,
sino hacer el bien desde la profesión a los pares del campo y a la comunidad, nos
sitúa en la dimensión socio-moral. Es propiamente el campo de la ética profesional,
entendida como los principios, valores, convicciones, actitudes, reglas y deberes
que constituyen la eticidad necesaria para la buena profesionalidad. El dominio
académico de estos conceptos es insuficiente, ya que si bien cumple la pretensión
de eficacia en el aprendizaje, culturalmente es limitado, sobre todo si lo
contrastamos con la aspiración formativa, pues de lo que se trata, diría con Yurén
(2005: 39), es que tales saberes éticos vivan la experiencia de la internalización, lo
que daría como consecuencia el desarrollo del ethos profesional.
Una muestra de todas las carreras que se cursan en el campus principal de la UAS
reflejó que la mitad de los estudiantes encuestados estuvieron de acuerdo en que
se estudien las asignaturas académicas teniendo en cuenta problemáticas del
entorno, "siempre y cuando no se politice la enseñanza"; una tercera parte se
mostró indiferente y un amplio segmento de profesores están dudosos de que sea
lo correcto, ya que consideran que son tiempos donde la política quedó atrás (López
Zavala, 2009: 31-32). En el posgrado este patrón se mantiene: dos informes de
investigación indican que los valores relacionados con el ethos profesional siguen
estando tímidamente presentes. Esto lo expresaron los estudiantes y profesores de
este nivel a través de cuestionarios y entrevistas aplicados en todos los programas
de maestría de la UAS (López Zavala et al., 2011). Es importante anotar que una
recurrencia observada es que mientras los profesores dicen que hacen bien su
trabajo, una franja minoritaria de estudiantes cuestiona que durante el trayecto de
formación la docencia esté encerrada en el dominio teórico con escasa
contrastación ante lo que sucede afuera de los muros escolares.
Conclusión