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38. Comenta Cencillo este tema del modo siguiente: «No-ser puede
entenderse en tres sentidos: categorial, lógico y potencial (1089 a 26-
28), y la generación se efectúa a partir del no-ser potencial. Este es la
Materia Prima.
»”Llamo materia –dice un inciso del H 1 1042 a 27-28– a lo que no
siendo ente determinado en acto –m¬ t’de ti- en potencia es algo deter-
minado”.
»filhn d° lûgw Ω m¬ t’de ti o‰sa ùnergeàv dunßmei ùsti tÿde ti
»Y en el c. 6 del mismo libro se repite: “si hay, como sostenemos, de
una parte la Materia y de otra la Forma; de una parte el ser en potencia
y de otra el ser en acto...” (1045 a 23) y más expresivamente en Z 7,
1032 a 21: “cada uno de ellos (los seres generables) es capaz simul-
táneamente de ser y de no ser, y esta posibilidad es la materia que hay
en él”. Incluso en el libro N, primitivo, se hacen tres alusiones explíci-
tas a la naturaleza potencial de la Materia Prima, pues la materia
segunda es ya un compuesto; “la Materia de cada ser es necesaria-
mente lo potencial de él, así como de la sustancia” (N 1, 1088 b 1). En el
c. 2, 1089 a 29: “a partir de este último no-ser potencial, se efectúa la
generación” y en el 4, 1092 a 4, se vuelve a reiterar la afirmación: “la
materia de cada ser es lo potencial de cada ser”». L. CENCILLO, Hyle,
cit., pp. 40-41.
La Huella de la Trinidad en el Arjé de la Naturaleza 55
existir sólo, sin la forma, por eso cuando pierde una asume
otra. También para Aristóteles la materia prima, como el
Cosmos, es eterna e indestructible.
Esta es la solución que dio Aristóteles al problema del
cambio substancial y a la multiplicidad de los entes. Pero
podemos preguntarnos ¿es esta la única explicación posi-
ble a ambos problemas? Entiendo que no. Ahí están, por
ejemplo, las soluciones de los Jonios y el arjé. Pero sí era
una solución lógica en un discípulo de Platón. Las ideas de
éste no tienen en Aristóteles un ser propio –el mundo de
las Ideas– pero lo real sigue siendo, en definitiva, la idea, si
bien para existir requiere otro elemento, «que no sea idea»,
y que es la materia prima. Aquella realidad que conside-
rada en sí misma era «idea» (Platón), ahora, materializada,
recibe el nombre de «forma» (Aristóteles).
Rechaza, pues, las ideas subsistentes platónicas, pero las
introduce en el seno de lo sensible afirmando «su carácter
constitutivo» de la realidad. Pero como las «ideas» o «for-
mas» son insuficientes para explicar el mundo real, por
cuanto que «son y dejan de ser», como en el ente material
hay algo que permanece es necesario recurrir, para explicar
la realidad, a la existencia de otro elemento intrínseco al
ente material, al que se llama «materia prima». En tal sen-
tido nos dice Aubert:
«Mientras que para Platón las ideas estaban separadas de
las cosas sensibles, para Aristóteles son inmanentes en las
mismas; son sus “formas” inteligibles; no existen en sí, no son
un mundo aparte, sino que están realizadas en la materia»41.
Aristóteles no solamente nos dice que tiene que existir
necesariamente una materia prima. También nos dice de
ella que «es en sí misma incognoscible». Esta afirmación es
consecuencia lógica del sistema. Lo inteligible era lo real en
Platón. Si, según el modo de ver las cosas de Aristóteles,
«lo inteligible se identifica con la forma», a la materia
prima hay que relegarla al plano de lo «ininteligible».
Respecto a las propiedades de la materia prima parece
especialmente interesante detenerse en la recién afirmada
43. En tal sentido dice Cencillo: «Ya Platón reconocía que la cÎra se
detectaba por un n’qo$ logism’$ (Tim. 52 d) y que esta realidad invisi-
ble y amorfa participaba del mundo inteligible de un «modo muy em-
barazoso y difícil de explicar» (51 b). En este punto Aristóteles sigue en
todo a su maestro en Phys. I, 7 191 a 7 y más radicalmente en Z 10, 1036
a 8 en donde, después de haber considerado que los individuos son
cognoscibles únicamente con ayuda de la percepción inmediata o de la
intuición n’hsi$, y que carecen de definición, afirma taxativamente:
«en cuanto a la materia es por sí misma incognoscible»: Ω d° filh
©gnosto$ kaq/ a¤thn. (...).
»Filopono da una razón de ello (In I Phys., 7, 1 v. 52): Ω filh pßntV
ùstãn ¶paqø$: carece de accidentes totalmente. Simplicio aduce otra
razón de esta incognoscibilidad en su comentario a III Phys. 6 (117 r.
30–34): “si pues todo conocimiento es delimitación y la comprensión se
realiza acerca de la Forma, como la materia por su propia razón ni es
forma ni tiene forma, es lo indefinido y justamente se dice incognosci-
ble a lo indefinido (...) apenas resulta cognoscible por analogia. Mas este
conocimiento por analogía, observa el mismo Simplicio en otro pasaje
(49 v. 49–54) es un raciocinio híbrido, pues no se verifica por atención a
las formas sino por denudación de las mismas y así tiene lugar un pro-
ceso mental “tenebroso”, como el que tiene lugar acerca de los miste-
rios. Tal conocimiento no es conocimiento, sino más bien descono-
cimiento. Y Temistio (Sofonías) adopta expresiones semejantes al
comentar L 3 1070 a 8-13 (In XII Met. , f . 5, 16-32; trad. hebr. Lanizii):
«nec sensus eam percipit, donec formam induat. Attamen intellectus
“analogia quadam materiam” forma carere cognoscit et scit ipsam
“adulterinam esse, specie scilicet eius praebere” quod non habet; non
enim habet formam, qua fulciatur».
»Se trataba del último residuo de ininteligibilidad subyacente en
todo el orden sensible. En medio del intelectualismo griego que, según
se suele decir, descansaba confiadamente en el paralelismo cognosci-
tivo ontológico de las categorías, está descubriéndose con la incogno-
scibilidad de la Materia, un trasfondo profundo del misterio que,
también el griego, sabía presentir en la medula del Ser.
»No toda la realidad ha de ser transparente al intelecto humano,
aunque más bien para Aristóteles este residuo opaco no merezca el
nombre de realidad sino por atribución. Este principio “irreal” y
potencial, al combinarse con el principio inteligible y sumamente real,
el eêdo$ introduce su opacidad y su misterio en la misma realidad». L.
CENCILLO, Hyle, cit., p. 76-78.
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47. He cambiado el texto de Reale porque parece que tiene que ha-
ber un error, pues dice: «El acto corresponde a la materia y la potencia
a la forma».
48. G. REALE, Guía de lectura de la «Metafísica» de Aristóteles, cit., pp.
175-176.
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