Sie sind auf Seite 1von 3

"Maruba S.C.A. c. Secretaría de la Marina Mercante.

"

Corte Suprema de Justicia de la Nación(CS)


Buenos Aires, junio 30 de 1998.
Considerando: 1. Que la sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, al confirmar la
sentencia de primera instancia, admitió la demanda promovida por la firma Maruba S.C.A. contra el Estado nacional, y
condenó a la demandada a pagar la suma de U$S 13.785.906,58 o su equivalente en pesos, de conformidad con lo
previsto en la ley 23.928, más un interés del 8% anual desde la notificación de la demanda hasta el 31 de marzo de 1991,
y a partir de allí, y hasta la cancelación del crédito, el interés previsto en el art. 6° "in fine" de la ley 23.982.
Contra tal pronunciamiento, la demandada vencida interpuso recurso ordinario de apelación que le fue concedido. La
recurrente presentó el memorial a fs. 983/1003 y la actora contestó el traslado pertinente a fs. 1009/1031.
Que el recurso mencionado resulta formalmente procedente, toda vez que fue deducido contra una sentencia definitiva
recaída en una causa en la que la Nación es parte y el valor cuestionado, debidamente actualizado, supera el mínimo
legal previsto

Hechos:
Que mediante la ley 22.385 y su dec. reglamentario 724/81, se dispuso la privatización de la Empresa Flota Fluvial del
Estado y la venta de sus bienes, condicionada de modo de mantener sin interrupción la prestación de los servicios que
realizaba la empresa, entre ellos el de remolque de maniobra en puertos de jurisdicción nacional, declarado servicio
público por la ley 21.892, cuyo art. 5° establece que para la determinación de las tarifas por la explotación del servicio,
se atenderá a una razonable rentabilidad del permisionario.

Que, en dicho marco normativo, se efectuaron las licitaciones públicas 3/P-81 y 4/P-81, en las que la firma Maruba S.C.A.
Empresa de Navegación Marítima resultó adjudicataria de las agrupaciones de remolcadores de maniobra 3, 4, 5 y 8
correspondientes a los puertos de Campana, Diamante, Santa Fe, Villa Constitución y Quequén.

En los pliegos de cláusulas particulares para ambas licitaciones se determinó que la venta de las unidades se realizaba
con la obligación a cargo del adquirente de destinarlas en forma ininterrumpida a la prestación del servicio público de
remolque maniobra con sujeción a la normativa reglamentaria por el plazo mínimo de 10 años y en su puerto de destino

maruba:
la empresa inició la demanda de autos persiguiendo la indemnización de los perjuicios derivados del incumplimiento
contractual que imputó a la demandada.

Sostuvo que, durante la ejecución de los contratos, la ex Secretaría de Intereses marítimos y el Ministerio de Obras y
Servicios Públicos de la Nación modificaron las pautas tarifarias vigentes al momento de perfeccionarse aquéllos, y que
esas alteraciones sucesivas fueron deteriorando la ecuación económico-financiera del contrato y diluyendo totalmente
las expectativas de obtener una razonable rentabilidad como contrapartida a la prestación del servicio.

Afirmó que, para ponderar la afectación a la aludida ecuación, debía considerarse no sólo la "razonable rentabilidad"
sino también el precio abonado por la compra de los remolcadores, como asimismo la nota remitida por su parte al
Subsecretario de Intereses Marítimos, con fecha 12 de noviembre de 1981. En dicha nota, la empresa manifestó que, a
su juicio, el Estado había transferido los remolcadores dentro de un cuadro económico-financiero cuyas condiciones él
mismo fijó, y, por lo tanto, estaba obligado a preservarlas para garantizar la obligatoriedad, continuidad y regularidad
del servicio y para preservar la ecuación económico-financiera de los adquirentes y permitirles de ese modo cumplir con
los compromisos de pago que contrajeron de acuerdo con las bases y condiciones de las licitaciones.
Entendió que la posterior actitud de la Administración, que no contestó la nota pero se presentó a firmar los boletos de
compraventa de las embarcaciones, denotó que la interpretación formulada en aquélla era correcta y que el contrato
importaba la garantía de la intangibilidad de la ecuación y su principal elemento, el cuadro tarifario.

a-quo:

el a quo consideró acreditada la responsabilidad de la demandada con fundamento en que los sucesivos cambios
tarifarios --que, carecieron, en algunos casos, de motivación concreta-- causaron perjuicios a la actora.

Sostuvo que en el "sub examine" se presentaba una situación obligacional compleja y que la ecuación económico-
financiera configuraba un concepto amplio que no podía valorarse únicamente mediante la pauta establecida en el art.
5° de la ley 21.892, que sólo tuvo por mira reglamentar en forma genérica el servicio; valoró, asimismo, la incidencia de
la nota remitida por la contratista.

Secretaría de la Marina Mercante


Que la demandada se agravia de que la cámara haya desconocido el derecho vigente, aplicable para la determinación de
las tarifas, en el caso, el citado art. 5° de la ley 21.892, que delimita por imperio legal la ecuación económica-financiera
del contrato. Asimismo, sostiene que el a quo desconoció el significado del principio de garantía contenido en la
"adecuada rentabilidad" y, por último, se agravia de la valoración que la cámara realizó de la nota enviada por la actora
y de su falta de respuesta.

resolución:

La empresa Maruba S.C.A. -- adquirió los remolcadores con la obligación de prestar, en régimen de concesión, el servicio
público de remolque maniobra en los puertos mencionados.
En todo régimen de prestación de servicios públicos por medio de concesionarios --como el que vinculó a las partes-- las
tarifas son fijadas, aprobadas o verificadas por el poder público conforme a lo que disponen la ley o el contrato,
atribución que tiene en mira consideraciones de interés público, tales como asegurar la prestación del servicio en
condiciones regulares y la protección del usuario.

en efecto, en atención a la finalidad perseguida, la responsabilidad del Estado concedente y su autoridad no se


detienen en el momento del otorgamiento de la concesión y, por ello, resulta ilegítima la pretensión de que un régimen
tarifario se mantenga inalterado a lo largo del tiempo si las circunstancias imponen su modificación, ya que ello
implicaría que la Administración renunciara ilegítimamente a su prerrogativa de control de la evolución de las tarifas y,
en su caso, de la necesidad de su modificación, y, afectaría el principio de igualdad en la licitación, ya que los demás
oferentes, al momento de presentarse en aquélla, tuvieron en cuenta las pautas de posible modificación tarifaria
posterior, y sobre esas condiciones efectuaron sus propuestas.
Las atribuciones de la Administración Pública en materia de tarifas no se ejercen en forma discrecional, sino sujetas a la
demostración objetiva del fundamento de las modificaciones que se efectúen, circunstancia que la cámara entiende que
no se ha cumplido debidamente en el caso.

Al momento de celebrarse los contratos de autos, las tarifas vigentes estaban establecidas por la res. de la Secretaría de
Estado de Intereses Marítimos y, a contrario de lo sostenido por el a quo, las posteriores resoluciones de la S.E.I.M., y
del Ministerio de Obras y Servicios Públicos, dictadas en esa materia durante la ejecución del contrato, se hallan
suficientemente motivadas en orden a justificar las modificaciones tarifarias por ellas establecidas.
Motivación: hace referencia a la necesidad de dotar al servicio de una economicidad y flexibilidad acorde con las
necesidades de la actividad portuaria; a la ponderación de la distinta evolución observada entre el tipo de cambio y los
índices de precios internos, que rigen para los ingresos y costos respectivamente; a la necesidad de satisfacer tanto los
intereses de las empresas prestatarias como los de los usuarios, a la variación de los componentes del costo de
operación del servicio; y al objetivo de mantener la relación costos e ingresos de los permisionarios.

sin embargo, el concesionario tiene derecho a reclamar la indemnización correspondiente en el caso de que los nuevos
precios alteren la ecuación económico-financiera de la concesión.
la autoridad de aplicación estaba obligada a asegurar que el concesionario obtuviera una "razonable rentabilidad" por la
explotación del servicio pauta que atenuaba sensiblemente el riesgo empresario, y que la actora aceptó al realizar sus
ofertas, momento en el que expresó que conocía y prestaba conformidad a la totalidad de los documentos y condiciones
que integraban los pliegos de las licitaciones y, en consecuencia, al régimen normativo al que se sometía.

para ser resarcida, la actora debió acreditar el perjuicio que dice haber sufrido, exigencia con la que no cumplió, ya que
del informe pericial contable surge que, si bien las resoluciones que modificaron las pautas tarifarias originarias
produjeron "un cierto menoscabo" de la rentabilidad empresaria los ingresos obtenidos por la empresa por el tiempo
original en el que se extendía la concesión, habrían sido razonables y, asimismo, que no se detectaron elementos
concretos según los cuales la actora haya tenido quebrantos en la explotación de las concesiones portuarias sino que,
por el contrario, hubo utilidad en el acumulado

carece de fundamentación la sentencia de la cámara mediante la que se hizo lugar a la demanda por la totalidad de las
diferencias que el perito contador calculó entre los servicios efectivamente facturados con sus respectivos valores y la
facturación que hubiera resultado de haberse mantenido el régimen tarifario vigente al momento de la celebración de
los contratos, ya que la actora no tenía derecho a ellas sino al aseguramiento de una rentabilidad razonable.
carece también de fundamentos la decisión de la cámara en cuanto expresó que, en el caso, debía entenderse que la
ecuación económico-financiera constituía un concepto más amplio que el de razonable rentabilidad, dado que se
configuraba una relación obligacional compleja.

en tal sentido, la actora sostuvo que el contrato implicaba una compraventa de embarcaciones al Estado para la
prestación del servicio público, y que por ello debía ponderarse el mantenimiento de la aludida ecuación teniendo en
cuenta no sólo la "razonable rentabilidad" a que alude el art. 5° de la ley 21.892, sino también el precio abonado por los
remolcadores.
esa argumentación carece de entidad, porque, en el caso, no se pactó procedimiento alguno que relacionara la compra
de los artefactos navales con el funcionamiento económico de la actividad a que iban a ser destinados. Por otra parte, la
alegación de la actora acerca de que abonó por los buques un precio superior al valor de tasación de los remolcadores
en su conjunto --con lo que, cabe señalar, obtuvo una mejor posición para resultar adjudicataria en las licitaciones-- no
puede hacer perder de vista que la tarifa razonable cuya percepción se garantizó se calculaba sobre la base de una
normal y racional prestación del servicio que, por ende, no cubría el riesgo que la actora --que contaba con suficiente
especialización en la materia-- voluntaria y conscientemente asumió al abonar el precio de los barcos.

por último, no corresponde asignar el alcance otorgado por el a quo a la nota remitida a la comitente por la empresa
Maruba S.C.A., ya que, mediante ella, no podrían haberse variado legítimamente los aspectos contractuales de la
relación y menos aún su contenido reglamentario, en el que se encuadraba --en el caso de autos-- el poder de fijar y
modificar las tarifas. Que, el silencio de la administración no vale como consentimiento tácito de los órganos estatales ya
que se trata de una conducta inapta para ser considerada como una manifestación positiva de voluntad, pues salvo
disposición expresa del orden normativo, el silencio debe ser interpretado en sentido negativo La afirmación necesita
ser demostrada, el silencio es negación y la duda es fatal para el derecho del concesionario
Por ello, se declara procedente el recurso ordinario y se revoca la sentencia apelada, con costas en todas las instancias

Das könnte Ihnen auch gefallen