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¿A qué me refiero con que el Plan de Negocios ya está en marcha? A que las primeras
alianzas ya se concretaron. En exploración y producción firmamos, hace unas
semanas, nuestros primeros contratos de asociación. Uno, con la empresa australiana
BHP Billiton, para desarrollar el farm-out para el bloque Trion de aguas profundas de
la zona del Cinturón Plegado Perdido del Golfo de México.
Se trata de un proyecto de 11,000 millones de dólares. De igual modo, formalizamos
la asociación con la estadounidense Chevron y la japonesa Inpex para la exploración
del Bloque 3 Norte, también de aguas profundas, que ganamos en la cuarta licitación
de la Ronda 1 de la Secretaría de Energía y la Comisión Nacional de Hidrocarburos.
Asimismo, en refinación establecimos una asociación con la empresa francesa Air
Liquide, que suministrará hidrógeno a la refinería de Tula. Este nuevo esquema
permitirá reducir costos; abatir el número de paros no programados; mejorar la
confiabilidad operativa, e incrementar la producción de gasolinas y productos de mayor
valor.
En los meses siguientes concretaremos otras alianzas en aguas someras y campos
terrestres, de tal forma que tendremos alianzas en todos los tipos de yacimientos del
país. De igual manera, concretaremos alianzas en otras refinerías para el suministro
de hidrógeno y para la provisión de otros servicios auxiliares.
La Reforma Energética ha cambiado la manera de operar y hacer negocios de
Petróleos Mexicanos. Las oportunidades de inversión se amplían y hacen viables
proyectos que, sin la Reforma, no podrían ser una realidad, ante el contexto actual que
vive la industria petrolera en el mundo. Es posible, y lo estamos haciendo, asociarse
con empresas que son líderes mundiales del sector para enriquecer nuestra cartera
de proyectos.
Además de la operación en las líneas de negocio, el rostro de Petróleos Mexicanos se
transforma para ser más transparente. Por ello, estamos alineando nuestra labor con
las mejores prácticas internacionales en materia de procesos operativos, control de
gestión, auditoría y transparencia.
Falta mucho por hacer, pero estamos trabajando. Con la Reforma Energética, Pemex
se fortalece. El futuro de Pemex es promisorio y estoy cierto de que seguirá siendo la
empresa emblemática de México, de la que todos podremos estar orgullosos.
http://www.milenio.com/negocios/la-reforma-energetica-y-la-transformacion-de-
pemex
La Reforma Energética, como su nombre lo dice, se trata de un conjunto de modificaciones
legales para transformar el sector energético. Sin embargo, la estrecha relación de éste con las
finanzas públicas de México conducirá también a una transformación de las mismas. Cómo y en
qué magnitud resulten alterados los ingresos de la Nación provenientes de la actividad petrolera
dependerá, principalmente, de los cambios en tres elementos: 1) el valor de la producción de
hidrocarburos, 2) el régimen fiscal de PEMEX y 3) el esquema de participación de operadores
privados. Los tres están interrelacionados de tal manera que es imperante que las decisiones
tomadas los tengan conjuntamente en consideración.
La presente publicación, sin intención de restar importancia a los temas de seguridad energética,
competitividad y crecimiento y desarrollo económico sobre los que versa la Reforma Energética,
se enfoca en observaciones referentes a las implicaciones de esta en las Finanzas Públicas,
debido a la relevancia que este sector tiene en el presupuesto público.
1. Contexto:
Los grandes riesgos que implica la producción de hidrocarburos ante el fin de la época del
‘petróleo fácil’ plantean nuevos retos para PEMEX como única empresa operadora en la industria.
Éste es el principal argumento que ha motivado las iniciativas legales para transformar el sector.
Sobre todo, la preocupación apunta al objetivo de maximizar la renta petrolera, cuya ecuación es
fácil:
Renta petrolera = (precio de venta del barril – costo de extracción del barril)*cantidad de barriles
vendidos
Así, un precio más alto en el mercado genera más renta; costos más altos, la disminuyen; y
aumentar la producción, eleva su flujo. Sobre el precio no se puede incidir, por lo que los
esfuerzos para impulsar a la industria radican en la disminución de costos y en aumentar la
capacidad de extracción. A continuación se detallan tres particularidades de la situación actual
de la industria que permiten comprender por qué las propuestas de reforma se han concentrado
en ciertos tópicos.
1.1 Las dificultades para mantener y aumentar la plataforma de producción requerida.
En los años recientes se ha invertido más en actividades de exploración y extracción, pero se ha
producido menos crudo. El gasto de inversión presupuestado en 2012 para PEMEX fue 2.7 veces
mayor a efectuado en el 2004, año pico de nuestra producción de crudo (según datos de SHCP,
2013a); sin embargo, la producción se redujo una cuarta parte en ese mismo periodo (de 3,382
miles de barriles diarios a 2,540; SENER, 2013). Se requiere construir más pozos para explotar
los recursos prospectivos, pero PEMEX enfrenta dos nuevos obstáculos: los altos niveles de
riesgo y la capacidad técnica para operar en regiones antes no exploradas. Se habla de que el
39% de las reservas de hidrocarburos están en Aguas Profundas, pero los costos de extracción
en estas regiones son hasta 100 veces mayores que en los yacimientos terrestres. Además, la
incertidumbre de la actividad exploratoria hace que los proyectos sean aún menos rentables. Por
otro lado, la falta de inversión en shale oil y shale gas continúa limitando el potencial de
producción mexicano, aun siendo el cuarto país que posee más reservas de estos recursos,
aunque debe considerarse también invertir en un tiempo óptimo cuando los precios de gas sean
favorables. Ante esta paradoja, de poseer aún gran riqueza petrolera, pero tener una producción
en declive, la pregunta que se busca resolver es cómo hacerle para que estos yacimientos –en
especial, Aguas Profundas y recursos no convencionales- contribuyan a maximizar la renta
petrolera.
1.2 El actual régimen fiscal de PEMEX limita su competitividad.
PEMEX está sujeto a un régimen fiscal que limita su capacidad de inversión. En el primer
semestre del 2013, PEMEX generó una pérdida neta de 53,385 millones de pesos (mdp), después
de un pago de impuestos y derechos por 432,488 mdp, monto que representó el 55% de sus
Ingresos totales por ventas (Pemex, 2013a). Según estima la propia empresa, su necesidad de
inversión promedia 407,000 mdp en el periodo 2013-2017 (Pemex, 2013b). Sin embargo, en el
presente año su presupuesto asignado para inversión fue de 326,323 mdp (SHCP, 2013b).
1.3 Con el actual régimen de contrataciones el Gobierno asume todo el riesgo de
extracción.
Hoy, PEMEX utiliza uno de los cuatro tipos de instrumentos jurídicos de contratación existentes
en la industria del petróleo[1]. Únicamente emplea los contratos de servicios, los cuales consisten
en pagar a los contratistas independientemente de que su actividad exploratoria sea exitosa o no,
es decir, reciben un pago aun y cuando no hallen petróleo. Este esquema había sido pertinente
para la explotación en campos donde el riesgo de no encontrar petróleo era considerablemente
bajo, como Cantarell. Sin embargo, ante la necesidad de explorar en zonas de gran incertidumbre,
se requiere utilizar otro tipo de régimen en donde el Gobierno y los operadores compartan el
riesgo. Un elemento de cuidado en esta decisión es que cualquiera de las otras opciones de
contratación implica también compartir la renta petrolera.
2. Propuestas de Reforma
En referencia a los temas anteriores, a continuación se señalan las ideas principales de las
propuestas de los tres principales partidos.
2.1 En materia de régimen fiscal
La propuesta de reforma del Gobierno Federal incluye la disminución del pago de Derechos Sobre
Hidrocarburos de PEMEX con el fin de seguir una lógica patrimonial de una empresa competitiva.
Se prevé reducir la carga de contribuciones actuales de PEMEX y reinvertir dicho diferencial o
destinarlo al gasto público en forma de dividendos. Esto es, se busca que el régimen fiscal sea
consistente con una visión en la que se cuiden las necesidades de inversión de PEMEX y se
logren utilidades positivas que finalmente se sumen a los recursos públicos. Por otro lado, aunque
no está reflejado en la iniciativa de Reforma, el Secretario Luis Videgaray anunció que las
actividades de exploración y extracción de hidrocarburos estarán sujetas al régimen del Impuesto
Sobre la Renta (ISR). En primer instancia, los efectos de esta medida, en términos de reducir la
carga fiscal de PEMEX, podrían ser positivos ya que el ISR permite más deducciones que las
autorizadas en el régimen de derechos. Por ejemplo, el Derecho Ordinario Sobre Hidrocarburos,
que compone cerca del 85% del pago de derechos de PEMEX y cuya tasa de gravamen es del
71.5%, tiene un límite máximo de deducciones relativamente pequeño que no compensa el
crecimiento de la base gravable[2]. Sin embargo, el efecto neto dependerá de la combinación
entre el régimen de derechos y el del ISR, así como de la determinación de las deducciones
autorizadas.
Por su parte, el Partido Acción Nacional centra su propuesta en lograr que el nuevo régimen fiscal
disminuya la dependencia petrolera de las finanzas públicas mexicanas. Se propone que cada
año, la Ley Federal de Ingresos contenga una menor proporción de recaudación por derechos.
En su lugar, dichos recursos, pagados tanto por PEMEX como por los nuevos operadores, se
destinarán cada vez en mayor medida al Fondo Mexicano de Petróleo, un órgano autónomo en
donde se administrarán para maximizar la renta petrolera. Sin dar detalles, se menciona que los
derechos estarán definidos por nuevos esquemas pertinentes a cada tipo de yacimiento, recursos
contenidos, riesgo, entre otros.
En su esquema de modificaciones, el Partido de la Revolución Democrática aborda algunos de
los puntos anteriores. Su proyecto consiente en reducir considerablemente la tasa fiscal sobre
extracción petrolera, disminuir la base impositiva al modificar el techo de deducciones, modificar
la asignación de fondos excedentes para destinarla a la inversión productiva.
2.2 En materia de contrataciones
El proyecto de iniciativa de reforma emitido por el Gobierno Federal favorece los contratos de
utilidad compartida (CUC) como mejor esquema para incorporar la participación privada en el
sector. Dichos contratos implican que el Gobierno comparta un porcentaje de utilidad con los
inversionistas. La diferencia con los contratos de producción compartida es que el petróleo
extraído es dividido entre Estado y privados, por lo que las empresas podrían considerar a los
barriles producidos dentro de sus activos, lo cual no ocurre cuando se comparte únicamente la
utilidad. Así, las reservas e hidrocarburos producidos se mantienen siempre en propiedad del
Estado. Además, los CUC se definirán también acorde con las características de cada campo
que se explote; ello es pertinente en la medida en que la proporción de pago para las empresas
sea menor en los campos donde hay petróleo con mayor seguridad. Según Videgaray, se buscará
que esta proporción nunca sea mayor a 50%. Asimismo, la propuesta conserva la prohibición de
otorgar concesiones. En resumen, bajo este proyecto, la renta petrolera se compartirá entre
Estado e inversionistas privados, en donde el Estado obtendrá su parte, la cual será mayoritaria,
mediante el cobro de regalías, impuestos (ISR) y dividendos.
Por otro lado, la propuesta del Gobierno autoriza la participación de terceros en toda la cadena
de valor de los hidrocarburos. En específico, se otorgarán permisos para actividades en refinación,
transporte, almacenamiento y distribución de crudo, gas natural y líquidos, combustibles,
petroquímicos. En particular, se elimina el carácter de área estratégica a la Petroquímica, para
que el Estado ya no sea el único actor.
En su caso, el proyecto del PAN, fundamentado en el deber del Estado de garantizar el desarrollo
nacional mediante la competitividad (según la reciente reforma del artículo 25 constitucional en
esta materia), propone el régimen de concesiones para la exploración y explotación de
hidrocarburos. En este tipo de esquema, PEMEX y los nuevos operadores compiten en un
proceso de licitaciones públicas cuyas características dependerán del riesgo, el precio del crudo,
el tipo de yacimiento, recursos prospectivos y necesidades de inversión. Un asunto de atención
es que la iniciativa privada puede tomar control sobre los recursos. En la propuesta se menciona
que PEMEX y las empresas privadas “serán propietarios del petróleo y los hidrocarburos a partir
del pago de derechos en boca de pozo”. Posteriormente, el Fondo realizará la comercialización
y el operador recibirá su parte correspondiente.
El bosquejo de propuestas del PRD no incluye nada en esta materia.
3. Comentarios finales
Después de una revisión de las circunstancias actuales de la industria, así como de las
propuestas que pretenden transformar esta situación, hay diversos puntos convenientes de incluir
en un análisis posterior. En particular, una de las preguntas de prioridad para ser cuestionada
ante cualquier propuesta es: ¿esta medida maximiza la renta petrolera? Aquí algunas ideas al
respecto.
Con el régimen de contrataciones, o bien de concesiones, PEMEX va a competir con otras
empresas en exploración y producción con la posibilidad de perder licitaciones. Ello, por un lado
le restaría participación en la generación de ingresos del sector público. Sin embargo, el beneficio
es que no va a efectuar proyectos de alto riesgo por sí sola, en los que, con alta probabilidad, la
inversión resultaría poco útil. Entonces, ¿cuál es el balance final? ¿En qué medida podría PEMEX
seguir contribuyendo a las Finanzas Públicas?
Se habla de que la Reforma Energética pretende fortalecer las finanzas públicas vía el incremento
de producción petrolera. No obstante, la argumentación que pudiera respaldar esta idea no puede
prescindir de datos duros y cálculos sobre cómo los nuevos esquemas fiscales y de operación
traducirán el número de barriles de crudo en ingresos públicos monetarios. Por ejemplo, el
esperado aumento en la producción no es inmediato, y sería oportuno un plan de transición fiscal
mientras se alcanzan los niveles de extracción que contribuirán en mayor medida al erario. De
igual forma, antes de plantear metas, se deben precisar los esquemas de contribución: con
nuevos participantes en la industria, bajo los contratos de utilidad compartida, se privaría al
Estado de cierta porción de la renta petrolera, pero, a la vez, se ampliaría la base de
contribuyentes y también el volumen de producción sujeto a gravamen. Éstas son ambigüedades
con las que no sería oportuno llegar en la fecha de presentación de la Reforma.
Tampoco se puede olvidar la estrecha interrelación entre el régimen fiscal y los esquemas de
contratación. Los resultados de las modificaciones en cada uno no son aislados. Son dos
elementos de gran relevancia, cuyas implicaciones se tienen que considerar en conjunto para
visualizar los resultados en términos de producción y de ingresos y gastos públicos. Para tales
efectos, es prioritario elaborar las leyes secundarias con las cuales quedará definida esta
combinación. Uno de los detalles, por ejemplo, residirá en definir un esquema lo suficientemente
atractivo para los inversionistas, que al mismo tiempo reduzca el riesgo para el gobierno y que
satisfaga las necesidades de recaudación. No es una tarea fácil.
Finalmente, la pregunta clave es ¿cuál es el objetivo final de apresurar la extracción de nuestros
recursos petroleros? El mundo se está transformando: las necesidades de energía son mayores
y la forma de generarla se está modernizando. Se estima que hacia el año 2030, la participación
del crudo como fuente de energía caiga a 28% del total consumido (BP, 2013); ante una
disminución de la demanda, sus precios comenzarán a descender. Por ello, la oportunidad de
México para maximizar su renta petrolera se encuentra en un plazo cercano, pero su uso y
distribución deben ejecutarse sustentablemente en el largo plazo a favor del desarrollo del país y
de los mexicanos. Además, durante este tiempo se debe buscar diversificar nuestra propia matriz
energética para estar preparados ante el agotamiento de los combustibles fósiles.