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Las noticias en los medios de actualidad suelen hablar de los drones en el marco de
la campaña de Estados Unidos. Pero estos aparatos tripulados a distancia están en
los arsenales de multitud de países. China, Japón, o Vietnam no son una excepción,
y los despliegan en los puntos calientes en Asia como son las zonas en disputa en
los mares Oriental y Sur de China.
El uso de drones por parte de Beijing sobre las Senkau/Diaoyu no se limitó a este
incidente, o a un uso puntual. En el verano de 2015, unas imágenes publicadas en
Bellingcat (blog de periodismo ciudadano sobre cuestiones de seguridad)
mostraban como en la bahía de Hangzhou, se había reacondicionado una base para
albergar aviones no tripulados, destinados a operar en el mar de China Oriental.
Tanto China como Estados Unidos han anunciado el pasado mes de junio que va a
incrementar sus operaciones con drones en esta agua. Beijing ha anunciado que
complementará con drones las patrullas aeronavales en las Senkaku. Mientras que
Washington también ha indicado que el Mar del Sur de China está entre las zonas
sensibles donde en los próximos años va a incrementar en un 50% los vuelos de
estos aparatos.
El Departamento de EEUU estima que China contará con unos 42.000 drones hacia
2023. Por su parte, desde 2014, Japón ha iniciado la construcción de tres unidades
de Global Hawks, uno de los modelos para misiones de inteligencia más avanzados
que fabrica Estados Unidos. Actualmente, Tokyo tiene una capacidad muy limitada
en el despliegue de UAVS, pero para 2023 se calcula que habrá invertido unos 372
millones de dólares, una de las principales inversiones en el planeta en este tipo de
vehículos.
Los países ribereños en el Mar del Sur de China que también tienen alguna disputa
territorial con Beijing como Indonesia, Filipinas o Vietnam están contemplando la
posibilidad de aumentar sus arsenales de drones para mejorar sus capacidades
militares, especialmente en el ámbito de la vigilancia y de inteligencia en las zonas
en disputa.
Tanto por parte de China como de los países con los que rivaliza en esos mares de
Este de Asia, el uso de drones no se trata de un tipo de equipo militar más que
suman a sus arsenales. Sus riesgos no son solamente numéricos, sino que por las
características de estas aeronaves no tripuladas hacen que se pueda propiciar con
más facilidad las situaciones de tensión, que incluso acaben desembocando en un
conflicto.
Según el citado documento, en los mares de Asia las naciones que se disputan
territorios pueden verse animadas a probar la voluntad de lucha o las defensas de
sus rivales con estos aparatos donde en principio no se exponen vidas de pilotos
humanos.