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Aguas de Mayo
Editorial
Contexto loco. Condición de
Cristóbal Deffit un adulto, o alguien que se precia de tener al menos movimiento esta es consecuencia de los adultos.
un gramo de conciencia, algún sentido del daño y de
Es común oír a los niños y niñas llamarse los unos a lo perjudicial que puede provocar la utilización de este En cuanto a la expresión Loco (porque cuando no se
los otros con cierta crueldad: loca, loco. Todo aquel término, como sería el propiciar y reforzar una con- pronuncia es cuando más suena), vocablo que asusta
que ha tenido infancia lo ha sentido en carne propia. ducta inadecuada en ese niño o niña, ya sea por el a esotéricos de la mente, en particular porque es una
Ellos tienen una libertad para decirlo sin mayor empa- acto en sí o por su valoración. La osadía o el atrevi- palabra que suponen les pertenece, que sólo por un
cho, sobre todo cuando no hay una figura de autori- miento suelen ser penados o ensalzados, bien sea el gesto de humanidad se permiten usar entre ellos,
dad presente, lanzan su petardo verbal, como arrojar que lo ocasione como al que le pase. El hecho de ser esta proviene en efecto de un elemento lanzado por
una piedra al río. Cuando alguno de ellos comete un calificado de loco por otros niños, según los especia- el caos de la creación a un estamento que en su for-
disparate y no está acorde al juego, de inmediato es listas, puede hacer que esta criatura quede marcada, malidad no se espera, no lo tiene pautado, que de
calificado así, de la misma forma si ejecuta una genia- signada, incluso para siempre, ya sea de loco poeta o acuerdo a su impacto y ajuste puede producir una vi-
lidad, el elogio no se hace esperar. Vale esto tanto científico, por decir algo, o loco malandro, paciente sión, una maniobra, un actuar, una salida genial o un
para las acciones y actos, llámense gestos o actitu- psiquiátrico, por ir a los extremos. conflicto, que en un principio pueden parecer nuestra
des, como para la impresión de la imagen física, en salvación y más tarde pueden significar nuestro fin y
su rechazo o admiración. Los niños son capaces de Sin embargo es pertinente observar que los niños son viceversa. Esto se aplica en todos los órdenes de
condenar o halagar un simple peinado, un leve acento los mejores reproductores de nuestro convenio socie- nuestro mundo, valga para la llamada Ciencia, divor-
en la manera de hablar de otra niña o niño, y llegar a tal, de nuestras convenciones, aprenden los idiomas, ciada de la Cultura, como para el conocimiento empí-
exclamar que eso es muy loco de atar, anormal, o las lenguas, las jergas, con todo lo que le ponen en rico como académico, como en nuestra más silvestre
muy loco excelente, revolucionario, a seguir. medio se desenvuelven de acuerdo a su natural dis- cotidianidad.
posición, atienden como ningún adulto es capaz, y Por lo demás, todo aquel que altere el orden, puede
Esto en ellos es frecuente, hasta que entra en escena salvo algo congénito, si se aferran en una conducta o llamársele con toda libertad loco, loca.
Ensueño
invitaba a sumergirse dentro de mi
esencia, pero aún no era el momento.
Devoraht Hermoso
Era hasta entonces un sentimiento di-
vidido en un cuerpo que se hacía
Cuento para aprendices, chamanas consciente, que despertaba paso a
y chamanes. paso.
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Andrés
Bello.
14 Momento Narrativo Caracas, febrero de 2010
4 Momento Narrativo Caracas, febrero de 2010
MI LUGAR DE PODER
sonreía burlesca por mi es-
fuerzo y los árboles murmura-
Luz Bastidas ban entre sí sobre la presencia
de ese extraño ser.
Lo que comenzó como un Al fin en la cumbre! El asombro
juego, donde yo, tratando de se apoderó de mí ante tan mag-
demostrar que la magia era nifico paisaje. Nunca vi algo
sólo para locos y yo, la más así. Combinaciones de colores
cuerda persona dirigida por la nuevos, plantas desconocidas y
razón; terminó siendo mi más flores coquetas que sonreían
real y hermosa aventura. unas a otras. El aire me traía
Nos tomamos de las manos y olores embriagantes, dulces, de
si alguien nos hubiera visto, ha- canela, de pureza y de absoluta
bría pensado en alguna secta paz.
satánica o en un manicomio. No se cuánto tiempo estuve allí
“Cierren sus ojos”, escuché. porque no había tiempo. Sen-
“Haremos un vuelo, juntos”. Así tada sobre las rocas entré en
lo hice y puse mi corazón en conciencia de que la magia
disposición de vuelo. había hecho su trabajo. Mis
Imágenes comenzaron a apa- piernas eran de insecto, descu-
recer en mi mente como en un brí mis alas moverse en mi es-
televisor y me sentí confundida palda, inmensas, transparentes
porque aunque intenté “cambiar y frágiles, al tocar mi rostro todo
de canal” no pude, no tenía el que estaba parada sobre un tantes, tuve la sensación de dar era diferente y entendí que
control. viejo puente y de que el agua grandes pasos sin pensar en lo ahora era parte de un nuevo
Aparecí en un lugar hermoso. paseaba bajo mis pies. rocoso o empinado del lugar. mundo en el que además me
Una vegetación espesa de Inicié mi andar hacia la cumbre, El cielo pintaba un azul nuevo sentía plena y feliz.
montaña y una caída de agua sobre las grandes piedras de para mí, intenso, puro, impeca- A lo lejos, abajo muy abajo,
que invitaba a escuchar. Decidí río que me retaban y, a ratos un blemente limpio. Todo cobraba sobre el viejo puente, vi un
llegar hasta lo alto y observar suave musgo me hacía pensar vida o evidenciaba un respirar cuerpo acurrucado y dormido,
aquel lugar mágico y maravi- en una alfombra fresca y hú- hasta ahora disimulado. era mi vieja piel muerta abando-
lloso. El crujir de una madera meda que relajaba mis pies. Sentí la vida de las duras pie- nada y que ya no me pertene-
vieja me hizo percatarme de No sentía cansancio y por ins- dras tras mi pisada. El agua cía...
La Sombra Alba
Rosario Aranguren Cecilia Requena
Recorría las calles de la isla, gacha la ca- de pavor le respondí afirmativamente. En-
beza, mirando al piso, pensando siempre tonces comenzó el calvario, para buscarte
Momento de sorpresa
“sé que caminaste alguna vez por aquí”. en un mar desconocido, con una historia de formas nacaradas
A medida que avanzo imagino que mi pie fantasiosa de un náufrago en una noche de Luz aguda e hiriente
en cada paso que da toca tu huella fresca y luna. Me inventé ser un coloso en inconta- que rompe
te pido implorando “Llévame por tu reco- bles días de sol, para no permitirme ser los hilos de cosas
ya soñadas
rrido hasta encontrarte que no quiero sen- débil y distraer mi objetivo. Continué sin
Mirada escrutadora que
tirte ausente en el tiempo” mirar atrás, con sordera a los malos presa- busca definir un cuerpo
Fue hace 18 años, aquel diciembre que gios e imaginando siempre nuestro abrazo para tocarlo
nos cambió la vida, cuando hubo esa lla- hermano del encuentro. Herida de silencio
mada. Nunca quise que tu imagen se disolviera y vacío
Alguien con voz calma pero a la vez tensa en los recuerdos. No aceptaré jamás que llena el grito de ausencia
me preguntó si era familiar tuyo, y helada desaparezcas.
Caracas, febrero de 2010 Momento Narrativo 13
Caracas, febrero de 2010 Momento Narrativo 5
EL ORTOPÉDICO
piernas que no la dejó pegar un ojo. El col-
Tula Rojas chón no podía ser, porque era nuevo y ade-
más ortopédico, recalcó. Victorino, estaba en
la sala leyendo, giró la cabeza en dirección a
Esa mañana salieron temprano. Habían re- la cocina para oír mejor y dio un resoplido tal
suelto, por fin, comprar un nuevo colchón. que se oyó en todo el apartamento. Esa
Desde que vivían juntos tenían el mismo y noche, se mostró molesto cuando cenaron y
de eso hacía mucho tiempo, como 10 años al acostarse ni siquiera le dio el acostum-
por lo menos. brado beso de buenas noches.
Victorino decidió que irían a La Yaguara Al cuarto día, apenas despertaron, Emérita,
donde están las fábricas. Allí tendrían varie- con un nudo en la garganta, le contó a Vic-
dad para escoger y sobre todo serían más torino las terribles pesadillas que la ator-
baratos que en cualquier tienda. mentaron toda la noche: Los cuatro hombres
No pasaron de la primera. A pesar de que que les cargaron el colchón, vestidos con
Emérita se enamoró del colchón suave y mu- bragas de poliéster plateadas, la perseguían
llido que tenían a la entrada, ¡tan bonito! con una tabla inmensa a cuestas para des-
Como repitió varias veces, con ese forro de pachurrarla y ella, con las piernas entumeci-
percal a rayas verdes y azules, Victorino es- das y todo el cuerpo adolorido, no podía
cogió el ortopédico, o sea, el más duro, correr. Era tal la desesperación que se des-
como un tablón y para colmo, forrado en po- pertó en la noche varias veces aterrada pero
liéster gris. al dormirse de nuevo volvía también la pe-
Emérita hizo lo imposible para convencer a sadilla sin fin.
Victorino de que comprara el de la entrada Victorino estaba al borde. No aguantaba
pero él, vehemente, argumentaba sobre las más. De golpe se paró de la cama y le gritó
bondades del colchón piedra: que si era una Victorino complacido asintió y le estampó un furioso:
maravilla para la espalda, que si mejoraba la beso en la mejilla. Pero, mientras desayuna- - ¿Qué es lo que te pasa? ¡Me tienes obsti-
circulación y prevenía las arrugas y hasta ban en la cocina Ella dijo, como si nada, que nado! Hoy mismo salgo del colchón.
que inducía a sueños plácidos y profundos. aun su cuerpo extrañaba el viejo colchón Emérita llorando le dijo que no le pasaba
En vista de que la discusión se tornaba cada porque le había costado conciliar el sueño. nada, absolutamente nada. Que le encan-
vez más acalorada y tensa, Emérita apa- Por supuesto, eso era de lo más normal en taba el colchón, que no se preocupara por
rentó estar convencida y totalmente compla- estos casos. su dolor de espalda, los calmantes que to-
cida con dichas bondades por lo que Al otro día, frente a Victorino, hablando por maba la mejoraban mucho. Y ni hablar del
accedió, sin más, a que lo comprara. teléfono con su madre, Emérita comentó que hormigueo en las piernas, aunque lo sentía
Esa tarde cuatro hombres, con el colchón a se había despertado con un dolorcito de es- cada vez más fuerte se estaba acostum-
cuestas, subieron los siete pisos hasta su paldas que la tenía molesta. No, claro que brando y era como si no las tuviera. Que no
apartamento. Sudados y jadeantes lo tiraron no era el colchón, recién lo habían comprado entendía el porqué aun no se había habi-
sobre la cama. Victorino estaba feliz, al ex- y además ortopédico, y como tal muy salu- tuado al ortopédico y que por el amor de
tremo que, como cosa rara, tendió, el mismo, dable. Seguro, fue la limpieza general que Dios no saliera de él.
la cama. El resto fue la rutina y comentar las ayer hizo en la cocina. Ya se le pasaría. Esa tarde dos hombres subieron los siete
benignidades del ortopédico hasta que el Al tercer día, hablando con Juana su vecina, pisos hasta su apartamento trayendo el lindo
cansancio los tumbó. tomándose un cafecito en la cocina Emérita colchón a rayas. Se llevaron, a duras penas,
A la mañana siguiente, Emérita al abrir los le comentó, en voz más alta de lo normal, el ortopédico. Cuando se fueron, aún con el
ojos, desperezándose dijo: que había pasado la noche dando vueltas en forro de plástico puesto, Emérita se tiró de
- ¡Qué bien se duerme en este colchón! la cama pues sentía un hormigueo en las espaldas al mullido colchón y sonrió feliz.
El árbol
Un día unas amigas y yo deci- plumas. De repente abrí los lindas.
dimos irnos de excursión a un ojos y vi unos cararitos de todos Cuando empezó a caer la tarde
campamento. Estando allí ya los colores en la ventana. Me me paré muy triste, mis amigas
instalados me fui a recorrer el asomé en la ventana, había un me estaban buscando porque
lugar. En la caminata por el paraje hermoso, el horizonte, la ya nos íbamos camino a la ciu-
campo divisé a lo lejos algo que Dubraska Laya vegetación tenía muchas flores. dad. Cuando me monté en el
brillaba mucho. De repente Todo esto lo veía yo en mi autobús, andando en la carre-
cuando me estaba acercando vi sueño y de pronto de verla me tera veía el árbol alejarse, a las
un hermoso árbol frondoso de darme dormida. Comencé a desperté, porque unos conejos mariposas y conejos despedirse
hojas verdes y muchas flores soñar que estaba montada en blancos y grises con ojos azu- de una nueva amiga que cono-
amarillas, rojas, fucsias. Como ese árbol, en una cabañita de les como el cielo estaban ju- cieron. Dentro de mí les dije:
lo vi tan bello me sentí emocio- madera, en las ventanitas unas gando y saltando por todo el Amiguitos, pronto volveré a este
nada por ver las cosas así que cortinas blancas con pintitas campo. Vi hacia arriba y alrede- paraíso tan bello. Y besé el
tiene la naturaleza. Me senté en rojas y verdes; tenía una cama dor del árbol había muchas ma- árbol que encontré donde
el pie del árbol y empecé a que- de madera con un colchón de riposas de colores, se veían tan pensé y relajé.
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Caracas, febrero de 2010 Momento Narrativo 7
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Maryflor Rojas
Sael Ibáñez
Director
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