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¿EDUCACIÓN DE CALIDAD O CALIDAD DE LA

EDUCACIÓN?
CAMAN SANCHEZ, ERICK ARTURO
RODRIGUEZ RODRIGUEZ. FRANK ALEXANDER

El problema de este ensayo se contextualiza en la transformación que desde la


segunda mitad del siglo XX ha experimentado la educación terciaria, la misma que está
muy vinculada hoy en día al concepto de calidad. En el sistema educativo actual se
destaca la aplicación de la semántica de calidad a la educación superior, a sus procesos
internos, a su gestión, y a su relación con la sociedad y el Estado. Transformación que,
por cierto, sigue en curso sin permanecer aun en una forma fija, de esta forma el
crecimiento cuantitativo de la enseñanza superior se proyecta como una de las actividades
económicas fundamentales del presente y futuro. Esto conlleva a la preocupación por la
calidad de la educación superior, que se importa desde la gestión moderna de grandes
corporaciones, se instala al mismo ritmo de su crecimiento y expansión, se espera sea
impulsada por el Estado o el mercado.
En estos últimos años virtualmente todos los países poseen instituciones que
acreditan, certifican y aseguran la calidad, es así que el uso de la semántica calidad se
extiende a casi cualquier cosa que tenga que ver con la enseñanza superior. Pero al mismo
tiempo que se la busca con ahínco, es difícil dar una definición común y aceptada sobre
ella. Los expertos llaman, de hecho, a no perder tiempo intentándolo (C. J. E. Ball, 1985;
Harvey & Green, 1993; Vroeijenstijn, 1995).
Para comprender mejor la relevancia del concepto de calidad es importante
preguntarnos ¿Qué es la educación? y como se concibe desde ciertos puntos, pues la
calidad tiene muchas incidencias entre todas las manifestaciones del sistema educativo
actual. Así consideramos como una definición que “La educación es factor de progreso
y fuente de oportunidades para el bienestar individual y colectivo; repercute en la calidad
de vida, en la equidad social, en las normas y prácticas de la convivencia humana, en la
vitalidad de los sistemas democráticos, en los estándares del bienestar material de las
naciones; influye en el desarrollo afectivo, cívico y social, en la capacidad y creatividad
de las personas y comunidades.” (Yoletsy. 2016)
De acuerdo con lo anterior, la actividad principal de una institución educativa es
la formación y debe enfocarse desde otro punto de vista cuando se habla de calidad.
De esta forma un sistema educativo es de calidad cuando cumple con los
siguientes rubros: relevancia, efectividad, eficiencia, equidad e impacto social, dentro de
este último aspecto se debe tener en cuenta la orientación de la educación, si va dirigida
hacia la forma en que el individuo debe de comportarse en la sociedad, los papeles que
debe desempeñar dentro de ella. (Esquivel, 2002)
Esto se embarca dentro de lo que hoy se denomina gestión de la calidad en una
organización y que se ha desarrollado bastante en el ámbito de estudios superiores. Un
proceso que abarca un conjunto de normas y estándares internacionales que,
interrelacionados entre sí, promueven el cumplimiento de los requisitos de calidad en una
organización.
Esto trae ventajas a estas instituciones como el establecimiento de pautas para ser
seguidas por su personal laboral y directivos para mejorar sus procesos a través de un
sistema de documentación y análisis. Este es un procedimiento cuidadosamente
planificado e implementado, que garantizará la toma de decisiones correctas, con el fin
de llevar a cabo capacitaciones más sencillas y menos agotadoras en términos de tiempo
o gasto financiero. Así mismo busca que todos los miembros de la institución estén
motivados y satisfechos, ya que así se desempeñarán adecuadamente en la institución.
Por otra parte este proceso ofrece la acreditación de la institución dándole un
reconocimiento internacional que le permite una mayor competitividad en el sistema
educativo. Los beneficios, entonces, se ven reflejados en los resultados positivos a
mediano y largo plazo en una institución. Ahí radica la importancia de implementarlo,
más allá de que constituya un reto perfeccionar los procesos para cumplirlo.
Sin embargo estas ventajas no sueles ser verse reflejadas en la realidad en todas
las instituciones, ya que al parecer el concepto de gestión de la calidad es muy complejo
para algunas que así como ofrece muchas ventajas trae dificultades para otras
instituciones, las mismas que no encuentran facilidad en su implementación o aplicación
a sus sistemas educativos, resultándoles un proceso engorroso u obsoleto y esto se refleja
en el desuso de este sistema de gestión por parte de muchas de ellas.
Dado que la mayoría de instituciones que acogen estos planteamientos
consideraban que era clave tener normas y reglas claras sobre cómo hacer sus procesos
de gestión o estaban centradas en el logro, la competitividad y la fijación de objetivos y
estrategias, su implementación se llevó a cabo desde de dichas perspectivas, ocasionando
que la gestión de la calidad se convierta en normas y auditorías de calidad. Ahora es
válido hacerse a pregunta ¿Hay algún problema con todo esto?, en primer instancia no,
si es que lo que se pretende es obtener estabilidad organizacional, pero esta normatividad
de conocer los procedimientos a seguir genera inflexibilidad e ausencia de autonomía en
muchas instituciones, que a partir de su establecimiento se dedican a hacer lo estipulado
y fijar objetivos que le imposibilitan enfocarse en hacer un trabajo adecuado, provocando
una contradicción con el principio de gestión de la calidad. De esta manera al fijar
objetivos y relacionarlos a incentivos deja de lado la innovación incluso tienden a
desmotivar a los miembros dentro del sistema donde se aplica esta gestión.
Así pues, el problema nace cuando una institución de estudios superiores, que
deberían promover la innovación y la creatividad, se estancan con estos procedimientos
de gestión y para ello se crean organismos para salvaguardar la calidad de las instituciones
como en el caso de las universidades, donde se crean departamentos de calidad en cada
una estas. Todos estas instituciones van extendiendo poco a poco la necesidad de fijar
objetivos, metas, indicadores, acciones de mejora, estrategias, y la necesidad de controlar
y vigilar a las personas o grupos, teniendo que demostrar continuamente que se han
realizado determinadas actividades.
Es así que se genera una gran inflexibilidad, dificultad y lentitud para hacer
cambios, debido a que estos organismos internos de acreditación tomando como ejemplo
la supervisión a las universidades, deben ratificar y verificar todo; conllevando a un
excesivo esfuerzo para preparar informes, documentos y actas que en muchos casos no
tienen significancia, haciendo que el personal docente reduzca su tiempo para mejorar la
verdadera calidad de la docencia y la investigación. Por ello que la investigación, a veces
queda minimizada a enfatizar la cantidad sobre la calidad de estas publicaciones. La
situación es similar para el personal de administración y servicios, donde solo encuentran
una innumerable cantidad de normas, procesos, objetivos, meta e indicadores que no
siempre dan los mejores resultados.
Con base en ello surge la interrogante, ¿De qué manera debemos plantear la
gestión de calidad en las instituciones para a la vez fomentar la investigación e innovación
y tener una educación basada en la calidad?
Para esta respuesta concluimos que se debe aceptar que es beneficioso cumplir
con las normas o los objetivos propuestos por las instituciones, a través de las organismos
que supervisan la calidad mediante auditorias, pero es responsabilidad de las propias
instituciones en poder enfocarse solo en aquellos objetivos que se haya analizado pueda
cumplir en realidad, con el fin de reducir la gestión de trámites administrativos y
burocráticos. A la vez que al fijarse en estos nuevos planteamientos se deja de lado el
compromiso pleno por el control y así lograr crear más confianza en las personas, en sus
decisiones y potencial para el trabajo educativo, el mismo que se debe realizar en equipos
que se auto gestionan, para que todas las personas que sean partícipes del mejoramiento
del sistema educativo tengan poder, responsabilidad y autonomía para tomar las mejores
decisiones.
En fin se trata de que el personal tanto estudiantes como docentes y demás
miembros académicos tengan una motivación personal que se extienda por toda la
organización y para eso las personas deben sentir que tienen autonomía, que aprenden y
que su trabajo sirve para algo o aporta algo a la sociedad, basándose en objetivos que
prioricen la creatividad, la innovación y la investigación en todos sus niveles. Es ahora
muy necesario que instituciones superiores en nuestro país como las universidades
apliquen indicadores que se proyecten hacia mejores modelos de gestión más conectados
con la innovación y la creatividad buscando además la inclusión en el mercado laboral de
quienes han formado parte de estas instituciones. A la vez que apuestan a una educación
de calidad o a una calidad de la educación, empezando porque el organismo de este
sistema que se encarga de hacer la labor de calificación de “acreditación de la calidad” o
“acreditación de alta calidad” sea también de “acreditación de la educación”.
REFERENCIAS

Verger A. (2008). Cuando la educación superior se convierte en mercadería.

J. M. (2012). Modelos de aseguramiento de la calidad en la Educación Superior.

DiMaria, John (2014). Improving Your Business with Management System Standards.
Esquivel A. (2013). Calidad Educativa. México. Americana Editores.
Martínez Rizo Felipe (2014). La calidad educativa y su evaluación.
https://www.esan.edu.pe/apuntes-empresariales/2018/01/beneficios-de-implementar-un-
sistema-de-gestion-de-calidad/
https://previa.uclm.es/bits/sumario/25.asp
http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/143788/Calidad%20de%20la%20educ
aci%C3%B3n%20superior%20-%20entrega%20final%20%281%29.pdf?sequence=1
http://www.sapiencia.gov.co/wp-content/uploads/2017/07/Educaci%C3%B3n-de-
calidad-o-calidad-de-la-educaci%C3%B3n.pdf

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