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El autor cree que muchos de los historiadores académicos no sabían que eran positivistas.
Ya en 1910 se observó que a mediados del S. XIX se había intentado en Historia sustituir un
sistema idealista por otro materialista, lo cual llevó a un declinamiento de la historia
política y al desarrollo de la historia “económica o sociológica”.
Marx negó haber sido el primero en acentuar la importancia de la base económica del
desarrollo histórico, también negó a primacía de los conceptos de clase y de lucha de
clases en la historia, pero fue en vano.
En Francia la penetración de las ideas marxistas fue tardía y lenta. Aunque en los años 20
penetraron con cierta influencia en el campo político de la historiografía de la Rev.
Francesa, la mayor reorientación de los historiadores franceses fue dirigida por la escuela
de los Annales.
Existió un tipo de influencia que el autor llama “marxismo vulgar”, que poco tiene que ver
con el pensamiento maduro de Marx que abarcaba en lo sustancial los siguientes
elementos:
El encuentro con el Materialismo histórico produjo una fuerza liberadora de tales sencillos
descubrimientos, que la propia Reforma se debió a causas económicas, la guerra de los 30
años también, la evolución de la familia se debió a causas económicas, etc. Fue muy
grande el asombro que provocó todo esto a fines del S. XIX.
Quizá por tal impacto fue natural que adoptase una forma simplificada.
El autor hace dos críticas específicas a las teorías que predominan actualmente en las
ciencias sociales. La primera es a la notable efectividad que producen los modelos
mecanicistas en la fase actual del avance científico, como de la búsqueda de métodos de
consecución de los cambios sociales que no impliquen una revolución social.
Otra discrepancia, la mayor parte de las versiones del análisis funcional-estructuralista son
sincrónicas, se reducen a la estática social.
Lo que distingue al marxismo de otras teorías funcional-estructuralistas, es el modelo de
niveles, de los que el de las relaciones sociales de producción es el principal, y la existencia
de las contradicciones internas dentro de los sistemas.
La jerarquía de niveles es necesaria para explicar por qué la historia tiene una dirección. Es
la creciente emancipación del hombre de la naturaleza, y su capacidad de controlarla, lo
que hace a la historia en su totalidad.
Este progreso pone cambios no solo en las fuerzas de producción, sino también en las
relaciones de producción.
Para Marx las relaciones sociales de producción y reproducción, y las fuerzas materiales de
producción no pueden ser separadas.
El estado legitimará el orden social mediante el control del conflicto de clases dentro de un
sistema estable de instituciones y valores, esto hará que perdure una sociedad.
El autor afirma que según su opinión que el enfoque de Marx es aún el único que nos
permite explicar en toda su amplitud la historia de la humanidad.
Mientras que la función más importante del Materialismo histórico en la primera mitad del
siglo fue acercar la historia a las ciencias sociales, aunque evitando las simplificaciones del
positivismo, hoy se le plantea la rápita historización de las ciencias sociales mismas.