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ALBERTO B.

BIANCHI

Control
de
c·onalidad
Tomo2
.
a i n procesal. Cuestiones
o JUS ic abl . Función institucional
de a o e Suprema. Tendencias
j td·c -pollticas del.control
u evolución histórica
2- edición, actualizada, reestructurada
y aumentada

31G
- .
~- . .... ' .. .. - .. -- -
. S 11. • JJ.xegesr.s ae •u .._une·
HAEZA , ~-ARLO ''u Comentada y ano-
tituclon argen na. · is rudencia
tada con la doctnna Y Jur P d
. l estadounidense. Concor an-
n_aclofuet?'tes Y antecedentes (nacionales
c¡as, tranjeros) de cada cláusula. Co~e­
la:i~nada con \as constitucBion~s pr~Vln2
ciales. Prólogo de Alberto . wnc t.
tomos. u1 nsti-
Un completo estudio de cada e1áus a co
. nal artir de los antecedentes y fuentes,
tuoo a P li d
nacionales y extranjeros, ana za os a
la luz
de la doctrina de los primeros tratadtstas ar·
gentinos y estadounidenses. Abarca la funda·
ción de las diversas reformas a la Ley F~~da­
mental y su confrontación con el te~to ongmal
a través de las actas de las convenClones, como
igualmente la jurisprudencia de la C~~ Su-
prema de Justicia nacional ~ de_los EE. UU:
y la correlación con las constltucwnes provm
ciales.
CANOSA, ARMANDO N.: Las reformas al ré·
gi"'-4!n de juicios contra el Estado Y
la ley de emergencia económica.
Introducción. Encuadre jurídico-normativo.
Algunas características del agotamiento de la
vía administrativa. Las reformas introducidas
por la ley 25.344 al proceso administrativo.
Cuestión complementaria. Conclusiones. Nor-
mas de aplicación.

MERTEHIKIAN, EDUARDO: La responsabili-


dad pública. Análisis de la doctrina y
la jurisprudencia de la Corte Suprema.
Prólogo de Julio C. Gueto Rúa.
Introducción. Acerca de los fundamentos ju-
rídicos de la responsabilidad del Estado. El
pretendido dogma de la "irresponsabilidad del
Estado" . La responsabilidad extracontractual
del Estado por su actuación ilicita. Requisitos
de procedencia de la acción indemnizatoria.
Prescripción de la acción resarcitoria. Las de-
mandas contra la Nación. La responsabilidad
subsidiaria del Estado por la actuación de sus
empresas descentralizadas. La responsabili-
dad extracontractual del Estado por la omi-
sión antijurídica. La reparación patrimonial
por la función normativa lícita. Panorama so-
bre la responsabilidad del Estado por su ac-
tividad jurisdiccional. La reparación de daños
por la actuación policial y el uso de armas
de fuego. Daños sufridos por integrantes de
las Fuerzas Armadas.

EDITORIAL ÁBACO
Viamonl.e 1336 , 6 9 - HuonoR Aires
infu@ahacoedit n-r1 a.l . nr.~
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
g;mdoción de· fóc,-ec/w- 6on.rliúteio-n al
;• /7ó-.~·é, flám~el d.e 8st,.ada.
.. 1 . .. • , ~

Ge rmá n J . Bidn r l Ca mpos


Preshl Pnle
A l ber to B . B ia n chi
Secretario Ejec: u two

Ricard o J . Mi hu r a E s trad a
Tesvrero
ALBERTO B. BIANCHI
Doctoo- d• la Universidad de Bueno Aires. Prem.1o 1\C:ldemiR :\ac1onal
el~ Derecho y C1enc1a.s Sociales de Buenos Aires Prof~sor de Derecho
Constitucionalidad Profundizado en la 'nivers1dad Catohca Argenuna.
Pn !>1 l"niversidad Austral v en la Un1versidad Catóhca de La Plat•.
l'rofpso r titular de RegulaCIÓn Económu:-.1 "" Pl Curso dl' Po,grad" de
0l'rl'Cho AdmiRISLrali\'O H."BAl
BIBLI OTECA
1 )NI\'E RS IOAO

EM 1' R E S¡\ R 1Al


............._.SIGLO YflNTIUNO

Control
de
constitucionalidad
Tomo 2
Legitimación procesal. Cuestiones políticas no justiciables.
Función institucional de la Corte Suprema.
Tendencias jurídico-políticas del control
y su evolución histórica

2~ edición, actu izada , reestructurada


Ya
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C 1 U () A n () t: H L' f: N O S A 1H E S
1" edición, 1992

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W01'<~. ~011 AL TY
CttU .tJ' W¡Io'-

Galardón otorgado a esta editorial, 1998

©
EDITORIAL ÁBAco DE R onotFo D EPALMA S.R.L.

Viamonte 1336, 6Q - Buenos Aires

Quoda hecho el depósito que previene la ley lJ . 723


I.S .B .N . 950-569-177-7 · Obra completa
I.S.B.N. 9:;0-5 69-179-3 - Tomo 2
IMPRE~Q EN LA ARGENTI Na
ÍNDICE GENERAL
DEL TOMO SEGUNDO

CAPITULO IV

LA LEGITIMACIÓ PROCESAL

63. Introducción 15

A) Legitimación individual
64. Las reglas generales según la Corte Suprema de los
Estados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
a) Enunciado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
b) Evolución jurisprudencia! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
e) Requisitos constit.ucionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
l. "lnjury" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
2. Relación de causalidad ("causation") y posibilidad
de remediar el daño ("redressability") . . . . . . . . 25
d) Requisitos prudenciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
l. Imposibilidad de reclamar por un tercero ("third-
party standing") . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
2. Agravios de carácter colectivo ("generalized grie-
vances"). Remisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
3. Estar dentro de la zona de intereses protegidos
por la ley . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
65. Las reglas generales según la Corte Suprema argentina 30
a) Clara demostración de la inconstitucionalidad y pro-
banza del perjuicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
b) Legitimación activa y pasiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
66. La doctrina del sometimiento voluntario a un régimen
jurídico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Co NTROL o~:: co:-<snructO)IAL!DAD
8
35
a) Enunciado ... ... . . · . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·
b) .Jurisprudencia de la Corte Suprema · · · · · · · · · · · ·
35
e) Fundamentos de la doctrina ..... · · · · · · · · · · · · · · 41
42
d) Excepciones . .. ... . .... · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·
e) Crítica .... ... ....... . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 43
o7. La legitimación de los órganos del E sta do · · · · · · · · · 45

B) Legitimación colectiva
50
68 . Planteo ............ .... ···· · ·· · · ··· · ······· ···· ·
54
69. Causas de la legitimación colectiva a gran escala . ..
70 . Problema s de la legitimación colectiva a gran escala 58
71. Los legitimado colectivos .... . .... . ....... · · · · · · · 62
72. El Defen sor del Pueblo ................ . ..... ... . 62
a) La jurisprudencia ..... . .................... . . . 62
b) Mi opinión ......... ... ............. . .. . .. ... . 70
73. Las asociaciones de consumidores y usuarios ...... . 72
a) La jurisprudencia ............................ . 72
b) Mi opinión . ......... . . ....... . .............. . 76
74. Los legisladores . ... ......... .......... ... .... .. . 79
a) En los Estados Unidos . ............ . .. .... . .. . 79
b) En la Argentina ... . .. ...... ... . ..... . ... .... . 84
e) Mi opinión ..... . ...... . .... .... . ............ . 87
75. El Mini sterio Públlco . . . .. ... . .......... .. ...... . 92
76 . Clases de personas ... . .......... . .. .. .......... . 93
a) Noci ón , origen y desarrollo hi stórico . . . ... . ... . . 93
h) Fundamento legal. La Regla de Procedimiento 23 96
77 . Requisitos previos .................... .. ...... . . . 98
78. Imposibilidad de abarcar casos futuros .. .. . ... ... . 105
79 . Requisitos de procedencia .... ....... . .. .... ..... . 106
a) Primer requisito . ... .. ..... ......... ... ... ... . 107
b) Segundo requisito ............ . .. ........ .. . . . 108
e) Tercer requisito ... ..... . ......... .. .. . ... ... . 109
8 0. Desarrollo del procedimiento
• o • ••••••••••••••• • • • •
113
a) La certificación
b) Notificación a l~s· ~ie-~b~~~ ·¿~ -~~· ~l·a·s~· ..... .. . . 113
114
e) Facultades de dirección del proces o .... : : : : : : : : : 119
d) Desistim iento y transacción .... . ..... ... ...... . 121
e) Efectos vinculantes de la sentencia res pecto de los
miembros de la clase ... . .... .. .......... · · · · · 1:.!4
f) Cómputo de la prescripción . ......... .... . .. . . . 127
ÍNDICE GENERAL 9

g) Cuestiones de competencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128


81. Controversias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
82. Mi opinión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
83. Personas individuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
a) La jurisprudencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
b) Mi opinión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
84. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

C APÍTU L O V
LOS ACTOS NO JU STICiABLES

85. Planteo. Las "cuestiones políticas": una noción confusa 149


86. Los casos fundadores de la doctrina de la s cuestiones
políticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150
a) En los Estados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150
b) En la Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
e) "Luther v. Borden" y "Cullen c/Llerena" . . . . . . . . . 157
87. Los tres grandes grupos de actos excluidos del control
judicial. La regla general del acierto o conveniencia del
criterio adoptado por el legi slador . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
88. Política exteri or . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
a) Las relaciones internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
b) Los poderes de guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166
89. Política interior. Los poderes del gobierno nacional . 169
90. Poderes politicos de P.mergencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
a) Declaración del estado de sitio . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
lJ) Declaración de la ley marcial y empleo de las Fuerzas
Armadas en el orden interno . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176
91. Juicio políti co y procesos de enjuiciamiento nacionales
y locales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
a) Juicio político . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
b) Jurad o de Enjuiciamiento de Magi strados . . . . . . . 184
e) Enju iciamiento político en sede provincial . . . . . . . 187
d) Síntesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189
e) Evaluación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190
92. Nombramiento de magistrados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194
93 . La reforma constitucional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
94. El proceso de formación y sanción de las leyes . . . . . 199
95. Conflictos internos de las cámaras legislativas . . . . . . 204
CONTROL DE CONSTITU CIONALIDAD
10
207
96. Veto plreside~cdial :a·l· .. ... ·. ·. ·. ·. ·. ·. ·.: ·. ·. ·. ·. ·. ·. ·. ·. ·. ·. ·. ·. ·....
209
9 7. Acefa ía pres1 enc1 · · · · · . , 209
98 . El poder del perdón: indulto y ammstla .. .. ...... .
212
99 Gobiernos de facto · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · : · · · 213
· . . 1 orden presupuestano · ·
100 . Previsiones leg¡s1atlVaS en e 214
101. Régimen federal . · · · · · · · · · · .' . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 214
Garantía federal e intervenclOn federal_ ..... ... .. . .
216
102. La garantía federal en los Estad~s Umdos · · · · · · · · ·
218
103. La garantía federal en la Argentma · · · · · · · · · · · · · · ·
a) La jurisprudencia .. . ...... · . · · · · · · · · · · · · · · · · · · 218
b) Mi opinión .. . .. . .. .. . ........ . .. · ... · · . · · · · · · 221
104. La intervención federal . ... ..... · · . · · · · · · · · · · · · · ·
105. Conflictos entre poderes de una.. misma provincia · · ·
;;¿
106. Límites interprovinciales · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 226
107 . Cuestiones electorales y partidos políticos ..... . . .. . 227
a) La jurisprudencia anterior a "Baker v. Carr" . . . . 228
b) El caso "Baker v. Carr" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230
e) La jurisprudencia posterior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233
108. Cuestiones de "política administrativa" . . . . . . . . . . . . 236
a) Expropiación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237
b) Régimen interno de las universidades . . . . . . . . . . 239
e) Régimen de la función pública . . . . . . . . . . . . . . . . . 242
d) Huelga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244
e) Fijación de tarifas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
f) Conflictos interadministrativos . . . . . . . . . . . . . . . . . 246
109 . Decisiones administrativas de los tribunales . . . . . . . . 246
110. Decisiones internas de la Iglesia Católica . . . . . . . . . . 247
111. En busca de una teoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
112. Las seis categorías del juez Brennan y su influencia
en la doctrina norteamericana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249
113 . Los tres criterios sobre el papel del Poder Judicial ante
los poderes políticos. Relación con las seis categorías
anteriores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250
a) Criterio clásico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250
b) Criterio prudencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252
e) Criterio funcional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
114. El llamado acto de gobierno en el derecho continental
europeo. Su recepción en la doctrina administrativista
argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 254
a) El "acte de gouvernement" en Francia . . . . . . . . . . 254
b) España. Abandono actual del acto de gobierno . . 26::l
11
ÍNnl CE GENERAL
...... . 265
e) Italia. El "atto politico" .... ....... ·. ·. ·. ·. ·. . . . . . . . 265
La teoría en la Argentma .. . . . .. . ·l~ . derecho público 265
115 .
a) Dos fuentes dis bntas par~ un s~liticas según Mai.ral 267
b) La clasifi~aci.ón de ~asd· ~~e~~\o~:~pplena: Boffi Boggero,
11
e) La doctnna de la JU lC~a . 269
Bi.dart Campos, Gordlllo .. . .... ·. ... .. .. . ... . . t 271
d) El temor por la sacralización de los J~~ces: Oyhanar e
e) Reconocimiento de las cuestiones pohtlcas con avance 271
hacia la judi.ciabilidad: Haro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 272
116. Mi opinión .. ........... . ·· · · · ···· · ·· · · ·· ···· ·· ··
a) Una primera distinción para i_nte~~retar los alcances
del arlículo 116 de la Const1tuc10n . . . ... . · · · · · · 272
b) Una distinción inevitable y una clasificación posible 273
e) Un caso singular: la emergencia económica como cues-
tión política encubierta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 280
d) Síntesis. Una doctrina que se repliega . . . . . . . . . 285

CA.PÍTULO VT
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL
Y SU PERSPECTIVA HISTÓRICA

A) La Corte Suprema. y su:; poderes


117 . Planteo. Desarrollo de este capitulo . . . . . . . . . . . . . . . 287
118. Función institucional de la Corte Suprema . . . . . . . . . 290
a) Planteo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 290
b) Poder del Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
e) Jefatura de la Justicia Federal . . . . . . . . . . . . . . . . 294
d) Síntesis de la rama judicial de gobierno . . . . . . . . 295
e) Intérprete final de la Constitución . . . . . . . . . . . . . 297
f) Tribunal de garantías constitucionales . . . . . . . . . . 298
g) Creación del derecho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299
h) Poder constituyente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301
i) Establecimiento de políticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 308
j) Ca_sación federal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 310
k) Tnb';lnal arbitral en disputas limítrofes entre pro-
!) ~~~~~as · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . . . 312
119. El recurs~ ·c·x·t~~~~cti~~ri(~ ·e~~~ .he·r~~~i~·n·t~· ~~:~c·e~~j ·de 312

~~ ~~:~ete~~~r·e·~~-- . ~~- ~~~~~s.i~~ . ~~o ~is~~~cio~a~ . . . ~~;


CoNTROL DE CONSTtTUCtON AL!D A\1
12
b) La doctrina de las cuestiones políticas. Remis~ón
315
e) La doctrina de la arbitrarie~ad ~e l.as sentenciaS 315
d) La doctrina de la gravedad mst1tuc10nal · · · · · · ." ·. 320
e) Reforma del artículo 280 del Código ,; roces al ~tvtl
y Comercial de la Nación y uso d~~ cert10ran, · · 328
f) Empleo del recur.s o e~traordin~r.i~ ,per saltum . . 331
g) Empleo del "cert10ran de ; dm1s1or: ... . : ·. . · ~ · · · 335
h) Flexibilidad del concepto sent encia deflmtJVa . . . 337
i) Conclusiones ... . ... .. . ............. .. ... . . .. . 345

B ) E l control constitucional y sus tendencias


h istóricas
120. Una síntesi s histórica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 350
121. Prehistoria e historia del constltucionali.smo. Sus pe-
ríodos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 350
122. Los siete modelos constitucionales de Tribe . . . . . . . . 352
123. La etapa formativa (1780-1870) ......... . . . .. . . . . . 355
a) Estados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
b) Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 362
124. El derecho constitucional de la libre empresa (1880-1930) 372
125. La era de la problemática social y el intervencionismo
estatal (1930-1980) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 388
a) E stados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 388
l. Derechos civiles v. derechos económicos . . . . . . 388
2 . La libertad de expresión. . .. ...... . . . . . . . . . . 398
3 . Síntesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 402
b) Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
l. La decadencia e inestabilidad institucionales . 403
2. El derecho constitucional de la emergencia . . . 412
3. La protección de la propiedad . . . . . . . . . . . . . . . 416
4. Consolidación de principios jurisprudenciales . . 424
126. El derecho constitucional internacional . . . . . . . . . . . . 427
a) Una nueva era en la centralización del poder político 427
b) La revolución conservadora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 434
e) El rebrote liberal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445
d) La Argentina ...... .. . . . . . . . .. . .... . . · · · · · · · · 454
l. Observación general . . . ..... . . ... .... . . · · . · · 454
2. La Corte Suprema y su jurisprudencia . . . . . . . 455
1) 1983-1990 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 455
n) Desde 1990 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 462
e) Reflexiones sobre esta etapa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 482
127. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ....oo
ÍNDICE GENERAL
13

EPILO GO

CONCLUSIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN


DE UN SISTEMA

r. Diagnostico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 489
11. Pronóstico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 491
m. Valoración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 491
1v. Una última reflexión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 494

B 1 B L 1 o GRAFÍA . . . . . . . . . . . . . • . . . . . • . . . . . . . . . • . . . . . . . . 497

ÍNDICE DE FALLOS, ACO RDADAS Y DICTÁ1VJENES CITADOS . . . . . . . . . . . 531


A) República Argentina
l. Corte Suprema de Justicia de la Nación . . . . . . . 531
a) Fallos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 531
b) Acordadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 567
2. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 567
3. Cámara Nacional de Casación Penal . . . . . . . . . . . 568
4. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil . . . . 569
5. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial 569
6. Juzgados federales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 570
7. Juzgados Nacionales en lo Civil . . . . . . . . . . . . . . . 570
8. 'T'ribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Bue-
nos Aires . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 570
9. Tribunales superiores de otras jurisdicciones .. . . 572
10 . Cámara Contenciosa Administrativa y Tributaria de
la Ciudad de Buenos Aires . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 572
11. Tribunales de la Provincia de Buenos Aires . ... 573
12. Colección de Dictámenes de la Procuración del Te-
soro de la Nación ....... . ... . . .. ........... . 573
B) Estados Unidos
l. Corte Suprema ... . ......... .. . . ............ . 573
2. Cortes de Circuito ..... .. . ... . .............. . 590
3. Cortes de Distrito .. .... .......... .. .. ..... . . 595
4. Tribunales locales ••• • •• o ••••••• • • o ••••• o • •••
599
14 CoNTROL DF. CONSTIT\ J0. 10NALIDAD

C) Francia
l. Consejo de Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 600
2. 'l'ribunal de Conflictos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 601
3. Consejo Constitucional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 602
D) Reino Unido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 602

ÍNDICE ALFABÉTICO •••••••••• o ••• • ••••• o ••••• • ••••••


603
CAPITULO IV

LA LEGITIMACIÓN PROCESAL

Thc more onc pleases everybody, the lcss one pien-


ses profoundly (STENDIIAL, MiscellCJrLeous Fragments,
On Loue).

§ 63. Introducción

En el capítulo anterior vimos que para activar la actuación


de los jueces debe existir un caso judicial esto es, un planteo
que encierre alguna forma de controversia susceptible de apre-
ciación por los tribunales. Este requisito de carácter objetivo,
si bien esencial , no es el único. Tiene su complemento indis-
pensable en otro de naturaleza subjetiva, que por ello no atien-
de ya a la manera en que se plantea el litigio, sino a la situación
personal de quien promueve la acción. Me refiero a la legi-
timación, entendida como la capacidad procesal para estar en
juicio 1 , en orden a formular una determinada petición, y obtener
a través de ella una sentencia que la resuelva 2 • Dicho de otro

1 PALAC IO la denomina, precisament e, "capacidad de obrar procesal" (PALA-


C IO, Lino E ., Derecho procesal ciuil, Abel edo-Perrot, Buenos Aires, l!l87, t. ITT,
p. ~2) .
2
Son muchas las definiciones que pueden hallarse sobre legitimación. 'romo
la de AllA7.1, para quien la leg itimación "constituye un o de los requisitos para
ejercer la accióu. Consideramos a és ta como el derecho que tiene quien se presenta
a la jurisdicción de obtener una decisión sobre el mérito , es decir un pronuncia-
miento sobre el derecho sustancial invocado por las partes, sea tal decisión fa-
vo rabl e o des favorable. La legitimación activa s upon e la identidad so bre la per-
sona a quien la ley le concede el derecho de acción y quien asume en el proceso
el carácter de actor. Hay legitimación pasiva cuando existe identidad entre la
persona habilitada para contradecir y quien ha sido demandado" (A RAZI, Roland,
"La legitimación como elemento de la acción", en La legitimación, libro de homenaje
CONTROL DE CONS'l' ITUC IONALIDAD
16

modo el caso judicial explica el "qué" de la actuaci~,n ~~t~ la


· t" '.a en tanto que la legitimación se refiere al qUl_en .
JUS l~s, indudable, asimismo, que esta temática ha t~md_o en
los últimos años -especialmente desde la reforma const1tuc10nal
de 1994- un desarrollo extraordinario, a punto tal qu_e_ha co~­
tribuido seriamente a poner en crisis tod~ la concepc10n :~adl­
cional sobre el caso judicial. Si bien es cierto que la legltl~a­
ción no es el único elemento que ha forzado esta tra~sform~ci.on,
me atrevería a decir que su incidencia en ella ha s1do dec1s1Va.
Por tal motivo , he considerado converuente tratarla en forma se-
parada, otorgándole un capitulo especifico dentro de esta obra .
A su vez, hoy es notoria la diferencia entre el concepto tra-
dicional de legitimación individuaL re ervada a personas o gru-
pos de personas cuantitativamente reducidas e identificadas
(1-itisconsorcio) y el actual concepto de la legitimación colectiva,
que permite el acceso a los tribunales -por medio de distintos
aforos o representaciones- a numerosos grupos de personas
indeterminadas. Por ello he dividido este capítulo en dos par-
tes: en la primera analizaré lo atinente a la legitimación in-
dividual, y en la segunda me ocuparé de los legitimados co-
lectivos.
Adelanto desde ya que ingresamos en uno de los terrenos
más complejos y difíciles de abordar de la justiciabilidad, don-
de la casuística de la jurisprudencia es la única guía -cuando
lo es-, Y donde cada caso presenta un nuevo desafío a quien lo
plantea, ya que las reglas no son claras y cambian constan-
te~e~te. E~ta~ dificult~des han sido reconoci~as por la doc-
trma Y la JUnsprudenc¡a norteamencana \ e 1ncluso esto ha

a . Lino E. Palac~o. Abeledo-Pt:rrot, Buenos Aires, 1996, ps. 23 a 37 , esp. p. 23).


La Corte de loo EHados U rudos la ha definido diciendo que "en esencia la cuestión
del standing O_t:g¡tlmaciónl consiste en si el litigante tiene capacidad pat·a que
el tnbunal dectda el fondo de la cuestión o de sus asp('ctos particulares" ("Warth
v. Seldin'·, 422 U.S. 490, 49 - 1975-).
1
' ViNINC decía que ~s imposible leer lo~ pronun ciam ientos judiciales sobre
la lcbritimación sin entrar en un estado de crisis intelectual (VtNil\G, Josc ph, Legal
fclentity: ThP Coming o( Age o( Public Law , Yale Univcrsity Prcss, New Haveu ,
1978, p. ll.
1
William O. Douglas, juez de la Corte de lo Estados Unidos, alertaba sobre
el escaso valor de las generalizaciones acerca de la le<Titimacio' n en "As · t '
fD · t· p · S · . . .,. SOCia IOn
o . a,. a rocess~ng. er:nc_e OrgantzatJOns, Inc. v. Camp", 397 U.S. 150. 151 (1970).
Y en Vall~y F01 ge ChnstJan College v. Ameticans United for Separation ofChurch
and State . 454 U.S. -t64 , 475 (19R2), decía la Co.-to: "No ncr.<oo''"-UIO& andarnos
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 17

expuesto ¡:¡, os tribunales a fuertes criticas 5 . El resultado, se-


gún afirma CH EME RIN SKY, es una doctrina que muchos encuen-
tran insatisfactoria y confusa 6• Lo mismo podríamos decir en-
tre nosotros. No obstante ello, la doctrina de la legitimación
tiene un innegable fundamento constitucional y no podría ser
obviada en ningún estudio sobre la justiciabilidad. Según esta-
bleció la Corte de los Estados Unidos en "ABen v. Wright" 7 ,
la legitimación (standing) está basada en la sola idea de la
separación de poderes. Esta idea, que tiene raíces en "Flast
v. Cohen"\ fue propiciada por el juez Antonin Scalia en 1983,
cuando todavía era juez del Tribunal de Circuito del Distrito de
Columbia " y si bien ello no constituye una opinión unánime 10 ,
lo cie rto es que desde la Corte Suprema ha continuado afir-
mando este principio 11 , cuya validez hoy cuenta con aceptación
general 12 •
Además de estar fundada en la división de poderes -con-
tribuyendo , por ende, a su sostenimiento- se dice que la doc-
trina de la legitimación tiende también a lograr la eficiencia

con rot.lens (min ce words) cuando decimos que el concepto de standing, según el
Art. 111 , no ha sido definido completamente en muchos de los ca~os decididos
por esta Corte''. Asimismo, en "Campbell v. Louisiana", 523 U.S. 392, 397 (1998),
la Cor te sostuvo que "la legitimación fr er.uentem ente genera distinciones impre-
cisas y exige trazar líneas difíciles".
5 Así lo reconoce por ejl!mplo TRIR E, Laurencc, Amencan <.:onstitutional Law ,
ob. cit. , p. 390.
6 CHEMERIN,;KY, Envi n , Federal .Ju.risdiction, cit., p. 55.
468 u.s. 737. 752 (1984).
392 u.s. 83 (1969).
~ ScALIA , Antonin. The Doctrine of Standing as an Esscntial Element of" thc
Separation uf Powers , "Suffolk Law l{cview", vol. 17 , p. 881 (1983).
lO Véase una critica en NI!'HOL, Gene, Abusing Standing: A Comment on.
Allen u. Wright, "Uruv. o!" Pennsylvarua Law Review", vol. 133, p. 635 (1985).
11 En "Luján v. Dcfenders of Wild Life", 504 U. S. 555 (1992), sostu vo qu e
la separación de poderes, como mecan ismo central de ]¡¡ Constitución, depende
en gra n medida del común entendimiento ll cerca de. qué actividades son apropiadas
para las legislaturas , la administración y los tribunales . Agregó que la legiti-
mación es uua línea de t.lemarcatoria que deslinda o separa los casos o contro-
versias que ti enen ua turaleza judidal (p. 560). A su vez , en un fallo un á nime,
recuído en "Bennett v. Spear", 520 U .S. 154 (1997) , reiteró que los elementos,
tanto constitucioMles como prudenciales, del standing están fu ndados en la preo-
cupación acerca del debido - y debidamente limitado- rol de los trib unales e n
una sociedad democrática.
12 T!tlllE, Laurence, American Corts/.itutionall,aw , ob. cit., ps. ~89 Y ::l\10; CHE-
MEitJNSKY , F.rwin, Federal Courts, ob. cit .. p. fífi .
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
18
·udicial al evitar que se expandan innecesariamente los pro-
Jcesos j~diciales cuando sólo se busca en ellos un resultado o
· deológico ta. permite mejorar los fallos , procurando que
ef ect o 1 , . -c. l
ante el tribunal sea debatida una controvers1a espec111Ca, P an-
teada por quien tiene un interés real y directo en ella, Y asegura
que quienes litigan sean efectivamente los titulares d~ los de-
rechos invocados y que no se presenten ante los tnbunales
testaferros oficiosos. "Los Tribunales -ha dicho la Corte es-
tadounidense- no deben decidir innecesariamente sobre dere-
chos cuando los titulares de los mismos no lo requieren" 14 •

A) LEGITIMACIÓ. INDIVIDUAL

§ 64. Las reglas generales según


la Corte Suprema
de los Estados Unidos

a) ENUNCIADO. - La Corte uprema norteamericana ha


establecido dos clases de requisito en torno a la legitimación:
a) constitucionales, y b) prudenciales. Cada categoría, a su
vez, se divide en tres subrequisitos. Los primeros son: 1) debe
alegarse que se ha sufrido o se sufrirá en forma inminente
un daño o agravio (injury); 2) el daño debe ser consecuencia
de la conducta del demandado, es decir que debe darse una
relación de causalidad (causation) entre ambos , y 3) debe afir-
marse que una decisión favorable del tribunal puede remediar
(redress) el daño ocasionado. Los tres requisitos prudenciales
(nacidos de una prudente administración de justicia) son: 1)
nadie puede reclamar por el derecho de un tercero que no está
en juicio (third-party standing); 2) no puede accionar quien
lo hace como simple ciudadano o contribuyente que reclama
por un perjuicio general que otros muchos soportan de igual
manera (general grieuances), y 3) el actor debe demostrar que
se encuentra dentro de la zona de intereses protegida por la
ley en cuestión. Estos tres requisitos , en la medida que no

13 "United States v. Richardson", 418 U.S. 166, 192 (1974).


14 "Singlcton v. Wulff', 428 U.S. 106, 113-114 (1976).
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 19

tienen fundamento constitucional, podrían ser derogados o al-


terados por una ley 15 •

b) EvoLUCIÓN JURISPRUDENCIAL. - Antes de analizar es-


tos requisitos, creo que vale la pena recordar la evolución de
la jurisprudencia de la Corte Suprema a través de sus dife-
rentes períodos. Para ello h e de seguir, sustancialmente, la
amplia reseña efectuada por Estela B. S ACRiSTÁN, con moLivo del
comentario a un fallo relativo a la legitimación de los electores
para conocer el financiamiento del proceso electoral 16 .
Según este trabajo , deben considerarse cuatro períodos en
la jurisprudencia norteamericana. El primero de ellos corre
desde la década de 1920 hasta la de 1960, y coincide en su inicio
con l a presidencia del 1'ribunal a cargo de William Taft 17 . En
esta época imperó un criterio restrictivo representado por el
leading "Frothingham v. Mellon" '~, planteado por un conLri-
buyente en contra de una ley federal en el cual se denegó
legitimación a Ullos sujetos contribuyentes de impuestos a loH
fines de la impugnación de la constiLucionalidad de una ley
federH 1, por apropiarse de fondos asignados a los estados a
fin de ejecutar un programa materno-infantil. La sentencia
rechaza la legitimación activa, diciendo que el contribuyente
debía demostrar no sólo la invalidez de la ley sino también
que había sufrido alguna clase de gravamen "directo", como
resultado de la aplicación de aquélla. Posteriormente, entre
1930 y 1967 , la Corte siguió este criterio para denegar legi-
timación activa a los contribuyentes.

15 CH I•:MEIUNSKY, Erwin, Federal Courts, ob. cit., p. 57.


1
~ SACRISTÁN, Estela B., Se amplta la legitimación en el derecho nor·teame-
ricano: los electores pueder¡ conocer el financiami ento del proceso electoral, LL ,
t. 1999-E , p. 101.
. 17 William H oward Taft fue Chief Justice entre 1921 y 1930, lu ego de una
d1latada vida pública que lo había llevado hasta la Presidencia de la Nación entre
Hl09 y 1913. Es el úuico hasta ahora qu e ha ocupado esas dos posiciones . No
se lo r econoce como un gra n jurista, pero en cambio e~ elogiA do como un buen
admini stradiJr del sistc w a judicial, donde introdujo importantes reformas. J:<;ntre
ellas se cue ntan el imp~lso para la sAnción de la Judi ciary Act de 19:.!5, lA creación
d., la Conferencta Jud1ctal de los Estados Unidos y la iniciativa para la construcción
del edtficw actual, de la Corte. S~ biografía pu ede verse en: M ASON, Alpheu s T.,
W¡llmrn Howa.rd fa{t : Ch¡ef Just1ce, Univer sity Press of America 1983
18
262 U.S. 447 (1923). ' ·
20 CONTROL DE CONST ITUC IONALIDAD

El segundo período tiene lugar bajo la presidencia de Earl


Warren en la Corte Suprema, cuyas tendencias liberales son
bien conocidas u1. La legitimación se flexibiliza con "Flast v.
Cohen" "0 donde debía decidirse si un contribuyente podía ale-
gar la i ~constitucionalidad de una ley federal de educación
21

que permitía el financiamiento de escuelas religiosa~ con r~cur­


sos económicos federales, lo que se ale gaba que era v10latono de
la Primera Enmienda 22 • La Corte modificó el criterio de "Frot-
hingham" y sostuvo que un contribuyente posee legitimación
procesal para reclamar la inconstitucionalidad de una ley fe-
deral que ha violado la cláusula constitucional sobre impuestos
y gastos cuando prueba que existe un nexo suficiente entre
su condición de contribuyente y la alegada inconstitucionalidad.
Otra apertura importante registrada en este mismo período
tuvo lugar en el célebre caso "Baker v. Carr" 23 , en el cual se
reconoció legitimación a un ciudadano para exigir el llamado
reapportionment, esto es, la redi tribución de los distritos elec-
torales que se hallaban incorrectamente delimitados 2\ afectan-
do en consecuencia el principio de igualdad de los votantes.
Bajo el Chief Justice Burger (1969-1986) la Corte regresa
-en su tercer período- a un criterio restrictivo. En 1972 denegó
legitimación a una agrupación que había impugnado la consti-
tucionalidad del seguimiento (surueillance) de las manifestacio-
nes políticas en la vía pública por parte de personal militar 2fi ;
y también se la denegó a una agrupación ecologista, Sierra
Club, que intentaba impedir la construcción de un centro de
esquí en el Mineral King Valley en California 26 • En ajustado
voto mayoritario , se concluyó en ambos casos que los apelantes
no habían podido demostrar "un interés personal (personal sta-
he) en el resultado" del litigio 27 . También se denegó legitima-

19 Véase lo que digo infra, § 125.a .


2o 392 U.S . 83 (1968).
21 Elementary and Secondary Educación Act (1965).
2
" La Primera Enmienda de la Constitución norteamericana prevé que "El
Congreso no podrá aprobar ninguna ley por la cual se establezca determinada
r e hg1ón o se prohíba el libre ejerc\cio de una de ellas".
·¿3 369 l l. S. 186 (1962).
" 4 El anális i s de este fallo ha sido efectuado supra § 22 .
'G "Lai.rd v. Tatum", 408 U .S . l (1972) . '
2 6 "Sierra Club v. Morton" , 4.05 \.J. S. 727 (1972).
27 "Lairñ ". cit., p . 13 . y '4 Slerrn C lub'', cit . . p . 739 .
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 21

c1on, entre otros, a los integrantes de una asociación de ve-


teranos que se oponían a la guerra de Vietnam en una acción
de clase en la que se agraviaban por el hecho de que ciertos
miembros del Congreso, que votaban leye sobre los fondos a
destinar a la guerra, ocuparan cargos en el cuerpo de reser-
vistas 28; a los contribuyentes que iniciaron una acción a fin
de que se publicitaran los fondos destinado a la Agencia Cen-
tral de Inteligencia (ClA) 29 ; a varias organizaciones del condado
de Rochester (New York), que impugnaban la constitucionalidad
de una ordenanza urbanística de Penfield -una localidad subur-
bana-, que impedía que las personas de bajo o medianos re-
cursos moraran en dicho pueblo 30 ; a unos indigentes que habían
impugnado una norma tributaria federal por la cual se con-
cedían beneficios impositivo a aquello hospitales que conce-
dieran menos servicios médicos gratuitos y más servicios en
forma onerosa 3 1; a los padre de unos niños de color que ale-
gaban que el Interna! Revenue Service (órgano de recaudación
tributaria federal) no había puesto en vigenci a la reglamen-
tación en virtud de la cual no se hallarían en la posición de
"exentos" los establecimientos educativos privados que conti-
nuaran segregando en razón del color 32 ; a una organización
pro-separación entre Iglesia y Estado que pretendía que no
se cediera, como propiedad en desuso, un antiguo hospital naval
a un establecimiento de enseñanza confesional privado (el Va-
lley Forge Christian College), existiendo una ley que sólo per-
mitía una cesión a favor de entidades sin fines de lucro exentas
de sufragar impuestos 33 ; a un sujeto que, al ser arrestado, había
sufrido daños físicos por el uso de técnicas de estrangulamiento
empleadas por las fuerzas de seguridad y que había solicitado la
no aplicación en el futuro de dichas técnicas. Ya veremos más
adelante s• que se le reconoció legitimación para el reclamo de

28 "Schlesinger v. Reservi.sts Committee to Stop the War", 418 U.S. 208 (1974).
29 "United States v. Richardson", 418 U.S. 166 (1974).
:JO "Warth v. Seldin", 422 U .S. 490 (1975).
31 "Simon v. Eastern Kentucky Welfare Rights Organizat ion", 426 U.S. 26
(1976).
:1 2 "Allen v. Wright", 468 U.S. 737 (191'14).
aa "Valley Forge Christian College v. Americans Uni ted for Separation of
Chmch and Statc, lnc.", 454 U.S. 4G4 (1982).
a• !nfra, § 64, e, l.
22 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

daños y perjuicios, pero no para plantear la inconstitucionalidad


de la técnica mencionada.
El cuarto periodo tiene lugar bajo la presidencia del Chief
Justice William Rehnquist 35 y se observa en él un criterio os-
cilante. En "Renne v. Geary" 36 se sostuvo que no era cuestión
justiciable la impugnación de una disposición de la constitución
de Ca1ifornia que prohibía a los partidos políticos nominar a
sus candidatos en eleccione para los cargos de juez y otros
cargos del gobierno local, toda vez que los accionantes -miem-
bros de los comités centrales de lo partidos republicano y de-
mócrata del condado de San Franci co- carecían de legitimación
para ello, además de no mediar gravamen actual sino mera-
mente hipotético fundado , según e pretendía, en las libertades
que emanan de la Primera Enmienda de cara a la re tri.cción
Local. Asimismo en "Luján . Defenders of Wildlife"37 a ra1'
d n· , z
e un .con 1cto medioambientalista, el Justice Scalia les denegó
~tan_dm.g a. los a;tores porque no habían podido acreditar el
dano 1.nmmente , esto es, que estaban en peligro inmediato
de sufnr un gravamen concreto que ustentara su reclamo bajo
la Endangered Species Act de 1973 (Ley de E pecies en Peligro).
No obstante, la Corte reconoció legitimación activa en va-
rios casos dignos de mención. En "Northeastern Florida Chap-
ter of the Associated General Contractors of America v. City
of Jacksonville" 3R se admitió la legitimación de una asociación
de contratistas públicos para demandar a la municipalidad por
no haber podido ofertar debido a la existencia de una restric-
ción discriminatoriaa9 • En "Wyoming v. Oklahoma" 40 se per-
mitió que los estados impugnaran la constitucionalidad de las
leyes y reglamentaciones de otros estados, invocando la Cláu-
sula Comercial cuando esas normas impactaban negativamente

35 Me referiré a la personalidad de William Rchnquist y a su labor como


Chief ,]u stice de la Corte Sup rema infra ( § 126. b).
a6 501 U.S . 312 (1991).
~7 504 u.s. !';55 (1992).
"" 508 u .s. 656 (1993). . .
ay La restricción s urgía de una ordenanza muruc1pa\ -enmarcada en un plan
de acr.iun~s afirmalivas o de pl"otccción a cie•·\.as minorlas- según la cual e\ 10 %
de lM monto~ asignados a contrataciones públicas municipales por año seria afee·
tndo a las dcnominRdas "empresas comerciales de las minorías". La mayor la de
las empresas que integraban la asociación actora no encuadraban en ese perf1l.
10 502 U .S. 437 (1992) .
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 23

en el nivel de recaudación impositiva de eso estados 41 • En


"Federal Election Commission v. Akins"u, por el voto del Justice
Breyer se hizo lugar a la legitimación de un grupo de ciuda-
danos que invocando su calidad de v~~tes, imp~~ó una de-
cisión de la Federal Election Comrruss10n (Conus1ón Federal
Electoral) 43 que les había rechazado una presentación en la
cual solicitaban información sobre el financiamiento de una
campaña electoral 44 • En "Department of Commerce v. United
States House of Representatives" 45 se admitió la legitimación
de residentes de los Estados Unidos que impugnaron el empleo
- por parte de la Oficina de Censo- de muestreos estadísticos
en los censos de las siguientes décadas. La Corte, en opinión
liderada por la Just ice O'Connor, falló sosteniendo que se les
produciría un gravamen, pues el empleo de este método im-
plicaría la pérdida de representantes en el Congreso y la di-
lución de la fuerza de su voto.

e) REQUISITOS CONSTrruciONALES. - l. "lNJURY'. Si bien


la Corte ha establecido que un litigante debe alegar un "daño
personal" 4 \ y esto es un principio que todavía se mantiene,
este requisito ha variado en los últimos años, y no existe ac-
tualmente un criterio claro acerca de cuáles son los daños que
habilltan la legitimación 47 • Un primer grupo de fallos ha sido
estricto en su consideración. Así, por ejemplo, en "Sierra Club
v. Morton" 48 , la Corte rechazó la demanda, sosteniendo que
no se había probado que ninguno de los miembros del Sierra
Club hubiera concurrido alguna vez al Mineral King Valley o
que la construcción del centro de esquí pudiera afectar sus

4 1 Explicaré los hechos de es Le caso (infra, § 64, d , 3) cu ando me r efiera al


r equisilo que exigP. estar comprendido dentro de la zona de protección de la ley.
4" 524 U .S . 11 (1998 ).
4 ~ La Comi sión Federal El ectoral se halla reglada en 2 USC § 437 c.
44 El caso está comentado en el artículo de Estela B. SACIUSTAN t:itado e n
nota 1G, y allí me remito para má s detall es.
4ñ 525 U.S. 316 ( 1999).
4<; Para tener legitimación, un liügante debe alegar un daño personal pro·
ducid o por la conducta anlijurí dica impugnada e indemnizablc por vía del remedio
requerido , ("Allen v. Wright", 468 U .S . 737, 751 - 1984-).
47 TRl llE, L aurence , Americart Co~tsl itulional Law, ob. cit., p. 400; CH¡,;W;.
RI NSKY, Erwin, Federal Courts, ob. cit., p . 67 .
4H 405 U .S. 727 (1972).
CONTROL DE CON STITUCIONALIDAD
24

actividades. Un mero interés invocado por alguien no es su-


ficiente aun cuando esa persona esté muy capacitada para
evalua; el problema, para ser parte en juicio.
En "City of Los Angeles v. Lyons" 4 \ una ?e_r~ona arr.estada
por la policía demandó por los daños y pCI1UlCIOS sufnd?s. al
ser detenido ~o . La demanda, además de los daños Y perJUlClOS ,
planteaba la inconstitucionalidad del uso del chokeholds, ale-
gando que era una práctica habitual de la policí~ . ~a Corte,
en un fallo dividido de 5 votos a 4, sostuvo que Sl b1en Lyons
tenía derecho a una reparación de los daños y perjuicios, carecía
en cambio de standing para pedir la declaración de inconstitu-
cionalidad de tal procedimiento en la medida que no podía
establecerse que tuviera una probabilidad cierta de volver a
ser sometido al mismo. "El demandante -dijo la Corte- debe
probar que ha sufrido o sufrirá en forma inmediata un daño
o agr~vio ?~recto , el cual debe er real e inmediato, no pudiendo
ser h1potetlco o conjetural" 61 • Igual criterio emana de "Luján
v. Defenders of Wildlife" 52 , pero cambia en los fallos posteri.ores
referidos al control del proceso electoral y al uso de datos en
censos futuros ~' que amplían notablemente el criterio. Tam-
bién se advierte una ampliación en "Clinton v. City of New
York" 5\ donde un grupo muy heterogéneo de actores 55 obtuvo
e~ reconocimiento de su legitimación para demandar al Pre-
Sidente de la Nación y plantear la inconstitucionalidad de la
ca~celación de partidas presupuestarias efectuada de confor-
midad con la Line ltem Veto Act 66 que permite al Presidente
efect~ar reducciones en el presupuesto aprobado por el Con-
gres0 ' 7. Sostenían que tal cancelación les había causado per-

4!l 461 u.s. 95 (1983).


~u Lyons había sido estrangulado hasta perder el conocimiento, por medio
del uso de una técnica denominada chokeholds .
51 461 u.s.
105.
'•2 504 U.S. 555 (1992) .
ó3 "Federal Eleclion Commission v. Akins" (199!\) , y .. DepartmenL of Com-
merce v. United States House of Representatives" (1999) .
M 524 U .S. 417 (1998) .
55 Eran dos demandas planteadas por la ciudad de New York , dos asocia-
ciones hospita\at;as y dos sindicatos de trabajadores de la salud por un lado y
una cooperativa de productores al{rícolas por el otro, acciones éstas que fueron
con~o\idadas por d ~ribunal de distri.to.
ó6 Statutes at Large 1200; 2 USC ~ 691.
ó? Más abajo (infra § 74. a) volvm·é sob re esta ley al r efcru·me a \ caso "Raines
v. llyrd", 521 U.S . 811 (1997).
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 25

juicio como contribuyentes, pues habían abonado sus impu~stos


al estado de New York, los que luego no estaban refleJados
en el presupuesto. No obstante, en "Sinkfiled v. Kelly" ~ . ~e
8

aplicó la doclrina del daño personal, para rechazar una petlc10n


formulada por residentes blancos del estado de Alabama, que
impugnaban una redistribución de los distritos electorales.

2. RELACIÓN lJE CAUSALIDAD ("CAUSATION") Y POSIBILIDAD


DE REMEDIAR EL DAÑO ("REDRESSABIUTY"). El segundo Y tercer
requisitos luego de la existencia de un daño on: a) la relación
de causalidad entre dicho daño y la conducta impugnada, y
b) la posibilidad de que el perjuicio alegado sea reparable a
través de la vía procesal f(legida. Un caso importante en el
estudio de estos requisitos es "United States and Interstate
Commerce Commission v. Students Challenging Regulatory
Agency Procedures (SCRAP)" 59 , donde se recon oció legitimación
activa a un grupo de estudiantes de derecho que impugnaban
una norma por la cual se establecía un sobreprecio a los fletes
ferroviarios , alegando que el sobreprecio dificultaría la redis-
tribución o recirculación de botellas y latas. La Corte sostuvo
que "el hecho de que ciertos intereses medioambientales en
particular sean compartidos por muchos, en vez de por unos
pocos, no los torna menos merecedores de protección legal".
Asimismo, en "Duke Power Co . v. Carolina Environmental
Study Group Inc." R0 , cuarenta personas y dos organizaciones
demandaron la inconstitucionalidad de la Price-Anderson Act,
que limitaba la responsabilidad de las compañías constructoras
de reactores nucleares en caso de accidentes o explosiones en
los mismos. Los actores vecinos de una central nuclear ale-
garon que estaba violada la cláusula del debido proceso en la
medida que se permitía la producción de un daño sin adecuada
compensación. La Corte, si bien no declaró inconstitucional
a la ley, sí entendió, en cambio, que los demandantes tenian
legitimación procesal. Incluso se ha admitido legitimación para
prevenir daños futuros , por ejemplo para evitar la transferencia
-sin respeto al debido proceso- de personas internadas en clí-

G8 121 S . Ct. 446 (:.!000).


1;9 412 u.s.
669 (1973).
ijQ 438 U .S. 56 <1978).
CONTROL DE CONb"''!TUCtONALIDAD
26
nicas u otra clase de residencias a otras 1nstalac1on~S~ '.o bien
1

para proteger de la aplicación de s~nciones o proh1b1c~o~es a


funcionarios estatales que intentan mgresar en la adrmmstra-
ción de otro estado 6·z . . . . .,
Por el contrario, no se ha reconoc1do legll1mac10n a per-
sonas de escasos recursos económicos para impugnar una nor-
ma que limitaba la cantidad de servicios médicos grat~tos ~ue
podían ofrecer los hospitales que gozaran de exenc10nes 1ffi-
64
positivas 6\ criterio similar al aplicado en "Warth v. Seldin" ,
ya citado anteriormente también.

d) REQUISITOS PRUDENClALE • - l. IMPOSIBILIDAD DE RE-


CLAMAR POR UN TERCERO ("TmRD-PARTY STANDING"). De acuerdo
con este requisito, también denominado ius tertii standing,
quien reclama debe hacerlo por un daño propio, es decir que
no se admiten los daños alegados en nombre de terceros que
no están en juicio. Dos casos muestran el criterio de la Corte
norteamericana en esta cuestión. En el primero de ellos,
"McGowan v. Maryland"ss, se e tablece que una cámara em-
presaria no posee legitimidad para actuar en representación
de sus miembros. Un grupo de comerciantes había sido con-
denado por violar una ley del estado de Maryland que prohibía
abrir los negocios en domingo. El departamento o centro que
los nucleaba planteó la inconstitucionalidad de la susodicha
ley, sosteniendo que era contraria al libre ejercicio de su re-
ligión, la cual les impedía trabajar en sábado. Argumentó que
la ley era violatoria de sus derechos religiosos, en la medida
en que los obligaba a trabajar el sábado. La Corte consideró
el argumento así expuesto y denegó el standing, pues dijo que
ninguno de los comerciantes afectados había alegado que sus
propios derechos religiosos habían sido violados 66 .

61 "Rium v. Yaretsky", 457 U.S. 991 (1982) .


2
6 "Clements v. Fashing", 457 U.S. 957 (1982).
)~ ·s·IID On v. E astcrn Kentucky Welfare Rights Organization", 426 U .S. 26
6~
(
1976
64422 U .S. 490 0975).
65366 U .S . 420 (1961).
ll6 En un · ·¡ d ·
caso smu ar e 1gual época, "Braunfeld v. Brown" 366 U S 599
~l9~1)d la C'~rte admitió la constitucionalidad de la ley, diciendo ¿u., el g~bierno
eme. erec o a fiJar un dia por sem a na para e1 de•canon.
27
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL

No obstante , existen numerosos casos ~ue establecen ~xc~g­


ciones a esta regla. Por ejemplo, e~ "E1senstadt v. Ba1rd ,
se admitió que tiene legitimación qmen defien~e los derechos
de un sujeto que no puede ser parte en~ pletto: Una ley de
Massachusetts penalizaba la venta de antíconce~bvos. por parte
de quienes no fueran médicos o farmacéuticos , dispomendo a~e­
más que se podían vender solamente a personas casadas. Baud
violó esta norma, vendiendo anticonceptivos a personas no ca-
sadas y fue condenado. Su defensa estuvo centrada en sos-
tener' los derechos de los no casados a usar anticonceptivos.
Si bien estaba defendiendo los derechos de terceros, la Corte
le reconoció standing, pues sostuvo que las personas no casadas
no son, en sí mismas, sujetos punibles por la ley y por ello ca-
recen de capacidad para estar en juicio y defender sus derechos.
También se hizo una excepción a la regla indicada en "Pierce v.
Society of Sisters of the Holy N ame of Jesus and Mary" 68 , cuan-
do se concedió legitimidad para que una e cuela parroquial
defendiera los derechos de sus alumnos 69 • También en "Barrows
v. Jackson" 70 se dio una oportunidad para demostrar la inaplica-
bilidad estricta de la regla. El caso se planteó porque un blanco
que había violado un acuerdo de no vender una propiedad a
personas de raza negra fue demandado. Su defensa consistió
en defender los derechos de los negros a adquirir la propiedad.
La Corte admitió la defensa y permitió que el demandado ejer-
ciera la defensa de quienes no eran parte en el pleito.
Finalmente, en "Powers v. Ohio" 7 1, donde la Corte admitió
que en un juicio por jurados un procesado perteneciente a la
mayoría racial puede reclamar por los derechos de los jurados
de la minoría racial excluidos por la fiscalía en razón de la
raza, fueron recordados los tres requisitos que se exigen para
apartarse de la regla general: a) el peticionante debe tener
algún interés concreto en el litigio; b) debe tener además una re-
lación estrecha con el tercero cuyos derechos reclama, y e) debe

67 405 U.S. 438 0972J.


68 2!i8 u.s. 510 (1925).
6 9 U na ley de Oregon obligaba a todos los nifios a concurrir a escuelas pú -
bli cao. Si bi en los legitima dos para soli citar· la dcclaradón de inconstituciona lidad
eran los padres, se le reconoció tal carácter a la escuela por la estrecha relación
qu e la un ía con los alumnos y por ser parte, ella también, del sistema ed ucativo.
70 :346 u.s. 249 (1953).
71 499 U.S. 400 (1991).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
28
existir algún impe dimento para que el tercero defienda sus ~e-
.ncipio establecido en este caso fue luego segu1do
rech os. El Pn . e nn "G r
en otros tales como "Edmonson v. Lesvül~ ?onc,;,:t o. ' eo -
· v McCollum" 7 ~ y "Campbell v. Lows1ana .
gia Un· caso muy curioso fue " Mlller
· v. Albng· ht" 75 , don d. e se
estableció que no podía reclamar la ciudadanía norte~mencana
una hija ilegítima concebida por un militar norte~encano -:-por
entonces destinado en Filipinas- con una muJer extranJera.
El caso muestra las dificultades que en ocasiones se presentan
para determinar si se reclama por derechos propios o de ter-
ceros. El fallo dividido de 6 votos contra 3 76 finalmente rechazó
la demanda , pero en el seno de la mayoría se entabló una
disputa por el standing. El voto de los jueces Stevens y Rehn-
quist -si bien rechazó la demanda por el fondo- sostuvo que
la menor podía plantear -bajo la cláusula de la protección igua-
litaria- la inconstitucionalidad de la ley que impedía requerir
la ciudadanía a quien , siendo bija ilegítima de un norteame-
ricano y una extranjera y habiendo nacido fuera de los Estados
Unidos, no había sido reconocida antes de los 18 años de edad.
Si bien el planteo sostenía que la ley trataba en forma desigual
a los extranjeros, por lo que el reclamo así formulado se hacía
en nombre de los padres, este voto sostiene que dicha ley afec-
taba directamente a la menor y no a sus padres, por lo que
se daba el caso de un reclamo por derecho propio ({irst party
standing). Los restantes jueces, en cambio, sostuvieron que
se trataba de un reclamo por un tercero.

2. AGRAVIOS DE CARÁCTER COLECTIVO ("GENERALIZED GRIE-


VANCES"). R EMISIÓN. Una derivación natural de la regla arriba
mencionada era la imposibilidad de reclamar por agravios de
carácter colectivo. No obstante, dada la importancia y desa-
rrollo de esta cuestión en la actualidad , me ocuparé de los
casos resueltos por la Corte Suprema norteamericana cuando

72 500 u.s. 614 (1991).


73 505 U .S. 42 0992 ).
74 523 u.s. 392 (1998).
75 523 u.s. 420 (1998).
76
Votaron en la mayoria los jueces Rehnquist, Stevens O'Connor K d
Thomas y Sea li a . ,r.o~ n 1a mtnor
. ¡a 1o h lCL
' .e ron los juece~ BrAy o r, O ln-w ln.H&::,, Venne Y.
;s,.... ... -
29
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL

me refiera a la legitimación colectiva en la segunda parte de


este capítulo.

3. ESTAR DENTRO DE LA ZONA DE 11\'TERE~ PROTEGIDOS


POR LA LEY. Esta regla se aplica cuando se cuestiona ~a _norma
· ·' pue d e b ene fi c1ar
cuya aphcac10n · al demandante
. • s1 b1en no
controla directamente su actividad. En un eJemplo puesto por
CHEMh:IUNSKY 77 , si una ley prohibe a las empresas que -~o son
editoriales la venta de libros jurídicos y una regulacwn _ad-
ministrativa las autoriza, l as librerías o editoriales j~ríd1cas
pueden demandar la inconstitucionalidad de tal resoluc16n, aun
cuando la librería jurídica no esté directamente controlada o
regulada por la entidad administrativa en cuestión ni por su
resolución posee standing para demandar. En otras palabras,
el demandante debe demostrar que se encuentra dentro del
grupo de personas protegidas por la ley ' .
El primer caso resuelto por la Corte Suprema norteameri-
cana en este aspecto fue "Association of Data Processing Service
Organization Inc. v. Camp"; 9 y tuvo lugar dentro de lo previsto
por la § 10 de la Ley de Procedimientos Admi nistrativos 80 . La
actora reclamaba la inconstitucionalidad de una resolución que
autorizaba a los bancos a efectuar servicios de procesamiento
de datos tanto para otros bancos como para sus clientes. La
Curte entendió que los intereses de la Asociación actora estaban
protegidos por La Bank Seruice Corporation Act de 1962, que
prohibía a los bancos efectuar toda actividad que no fuera servi-
cios bancarios. También se ha aplicado este requisito en "Clar-
ke v. Securities Industries Association" 1 , donde un broker fi-
nanciero planteó la inconstitucionalidad de una resolución que
auLorizaha a los bancos a ofrecer operaciones de descuento en
todo el país, lo que se hallaba en contra de la prohibición a
los bancos de establecer sucursales en otros estados. Se hizo
lugar a la demanda y la Corte explicó que en estos casos el
interés del demandante protegido por la ley en cuestión no
debía ser meramente marginal sino que debía estar protegido

Erwin, F~deral Jurisdiction, cit., p. 97.


77 C II EMERII'SKY,
7 8 CllEMF.IUNSKV,
Erwin , Federal Jw·isdiction, cit., p. 98.
7 9 397 U.S. 150 (197 0 ).
xu Administratiue Procedure Act , 5 USC § 702.
81 479 u.s. 750 (1987).
CoNTROL DE CON STITUCIONALIDAD
30
8
directamente. Asimismo, en "Wyormng . ~h om_a" ~ se per-
· v. Okl
mitió que un estado impugnara la con~tüuc10nahdad ~e las
leyes y reglamentaciones de otro estado mvocan.do la Clausul~
Comercial cuando esas normas afectaban negativamente el m-
vel de redaudación impositiva del peticionanteHa.
Una ampliación importante de esta doctrina tuvo lugar
en "Bennett v. Spear" 114 , donde se reconoció legitimación a un
grupo de personas no protegidas especialmente por la Ley de
Especies Amenazadas (Endangered Species Act 8 fi) para accionar
bajo las previsiones de esta ley. En las instancias anteriores
la acción había sido rechazada sosteniéndose que los accionan-
tes sólo perseguían un propó ito estético, recreacional y co-
mercial. Pero la Corte sostuvo que cuando la ley dice "any
person" (cualquier persona) amplía el espectro de lo que se
entiende por zona de interés protegido por la ley. TRIBE sos-
tiene que a la par que este fallo amplía el concepto de legi-
timación, recuerda a los litigantes que el test de la zona de
interés está sujeto a modificación por el Congreso 86 .

§ 65. Las reglas generales según


la Corte Suprema argentina

a) CLARA DEMOSTRACIÓN DE LA INCONSTITUCIONALIDAD Y


PROBANZA DEL PERJUICIO. - Son varios los casos resueltos por
la Corte ~uprema argentina que han ido diseñando las reglas
que rigen en materia de legitimación para requerir el control

s2 502 U.S. 437 (1992).


83
La situación era la siguiente: a fin de promover los empleos locales y
para aumentar los ingresos fiscales, Oklahoma sancionó, en 1986, una ley que
establecía que sus empresas de servicios públicos deberían adquirir al menos el
10% d~l .carbó_n que empleaban a proveedores de ese estado. Así, las empresas
de semctos publicos de Oklahoma disminuyeron las compras de carbón del es-
Lado de Wyoming, Y éste perdió los ingresos fiscales provenientes de impuestos
local~s al carbón que ~e hubieran generado si éste hubiera sido efectivamente
adqwndo P?r las empresas d~ servicios públicos de Oklahoma. La Corte, liderada
por el Just¡ce Wh1te, declaro lamcon~tJtucionalidad de la ley impugnada, toda
vez que la Cláusula Comerctal unped1a las medidas económicas proteccionistas
locahstas.
84
520u.s. 154 (1997).
s" 16use § 1540 (gl.
RS TR!Bio:, Laurence, American Con stituCional Law . cit .. p . 44R.
LA LEGITlMAClÓN PROCESAL 31

constitucional. La primera regla, y la más frecuente, es la si-


guiente: el interesado en la declaración de inconstitucionalidad
de una norma debe demostrar claramente de qué manera ésta
contraría la Constitución nacional, causándole de ese modo un
gravamen. Para ello, es menester que precise y acredite fe-
hacientemente el perjuicio que le origina la aplicación de la
disposición, pues la invocación de agravios meramente conje-
turales resulta inhábil. Como puede verse la regla tiene dos
aspectos: uno objetivo y otro subjetivo. El primero consiste en
la demostración clara de la inconstitucionalidad de la norma,
y ya me he ocupado de él con ocasión de reseñar las reglas
generales a las cuales está sometido el control de constitucio-
nalidad 87 • El segundo, que es el que aquí intere a, se refiere
a la probanza efectiva de la existencia de un perjuicio causado
por la inconstitucionalidad de la norma.
En punto a este último la Corte, en "Cabezas, García y
Cía. cfi'ucumán" 88 , una acción de repetición de un impuesto,
debía resolver una excepción de falta de legitimación activa
opuesta por la provincia demandada con fundamento en que
los actores, si bien habían abonado el impuesto, no tenían per-
juicio, pues el tributo era indirecto, había sido trasladado a
los compradores del producto gravado, y sólo entonces había
sido satisfecho. La Corte rechazó la excepción, sosteniendo:
"La facultad de anular la leyes que corre ponde a la justicia
sólo se convierte en un poder cuando en una causa regular-
mente presentada se demue tra la producción de un daño di-
recto emergente de la ley aplicada y cuya constitucionalidad
se viene a poner en tela de juicio. La parte que invoca ese
poder debe , pues, demostrar a la vez que la invalidez del es-
tatuto, la existencia de un daño como resultado de su sanción
no siendo suficiente a tal efecto que ese daño o perjuicio se~
general o sufrido de un modo indefinido y imultáneamente
co~ l~s ?tr.as personas de la comunidad. En otras palabras,
la JunsdlCCión de la Corte para conocer en una contienda sobre
constitucionalidad de una ley no nace y no puede nacer sino
cuando quien la deduce se encuentra adversamente afectado
por .aquélla mediante una lesión de orden personal o patri-
morual (. .. ) las constancias de autos prueban que los actores

87 Véase supra, § 20, d.


88 Fallos, 170:158 (1934).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
32
han verificado el pago del impuesto de que se trata suscribiendo
letras a favor del fisco provincial. Tal pago l? han hec~o con
protesta y los documentos comerciale~ respectivos han ~1do le-
vantados a su vencimiento por los mtroductores. El mterés
representado por ese pago aunque fuese a plazo y aun cuando
en general pueda ser exacto que los introductores abonaban el
impuesto después de vendido el producto y cobra~o ~u ~a~or, es
suficiente por su naturaleza para hacer nacer la Junsd1cc16n de
9
esta Corte respecto de una demanda de inconstitucionalidad"" •
También puede verse lo decidido en "Elbio Francisco Pay-
ró" 90, donde el recurrente había sido sancionado con multa por
violación de la ley 3962 de represión de juegos prohibidos de
Entre Ríos . Alegaba la inconstitucio nalidad de la misma 91 por
ser violatoria al derecho de defensa garantizado por el art.
18 de la Constitución . Sin embargo, en el caso, el recurrente
había podido ejercer los derecho derivados del debido proceso,
pues conoció oportunamente las causas de su detención, pudo
defenderse y contó con asistencia letrada. Ello obstaba a su
legitimidad para la impugnación constitucional de la referida
ley. Con el mismo criterio, en "Messerer c/Suess S.R.L." 92 , se
resolvió que carecía de acción judicial para solicitar la nulidad
de una patente de invención el accionante que no ha acredi-
tado la e:JUstencia de un interés legítimo para ello, conforme
el art. 48 de la ley 111. "No existe -dijo la Corte- válido ejer-
cicio de la actividad jurisdiccional que no presuponga una lesión
materialmente perpetrada o, al menos, tentada, contra el de-
rec~o para el cual se procura tutela. La admisibilidad de la
acc1?n está condicionada, pues, a la concurrencia de un interés
así .n~~erpretado , único en que puede asentarse legalmente una
petlcwn de condena" 93 •
Similares principios han sido aplicados en "Leguizamo'n
ciWBJSman
. "91 S
. e trataba del letrado de la demandada ven-
cedora en autos con costas a la actora. Al intentar cobrar su
honoranos al actor, comprobó que los haberes jubilatorios de

89 Consids . 4• y 5".
9
° Fallos, 300:353 (1978).
91
.C uya in.constitucionalidad ya había sido declarada anteriormente en "Car-
los Marm Fernandez", Fallos, 267:97 (1967).
~2 Fallo.,, 301:991 (1979).
9 '1 Fallos. 301:994.
04
Fallos , 302:1666 (1980).
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 33

aquél era inembargables con arreglo a la ley 20.355 cuya in-


constitucionalidad planteó. La Corte denegó el pedido, pues
sostuvo que no había agravio concreto, en tanto el impugnante
podía cobrar los honorarios de su propio cliente , lo que obstaba
al planteo de inconstitucionalidad. Mediante la aplicación de
este principio, fue desestimado asimismo el amparo promovido
en contra del decreto 92/97 de rebalanceo de las tarifas de
teléfono en "Prodelco c/Poder Ejecutivo Nacional" 95 • Dijo el Tri-
bunal en esta causa" ... el ejercicio de la función jurisdiccional
requiere que los litigantes demuestren La existencia de un per-
juicio -la afectación de un interés jurídicamente protegido-,
de orden 'personal, particularizado, concreto y, además, sus-
ceptible de tratamiento judicial', recaudo que han de ser exa-
minados con particular rigor cuando se pretende debatir la
constitucionalidad de un acto celebrado por alguno de los otros
dos poderes del Estado" 96 •
Igual criterio aparece reproducido en "Sosa euquén" 97 ,
en "Moño Azul S.A." 98 , con motivo de la impugnación del art. 44
de la ley 11.683, en "Schiariti c/ANSES" , vinculado con la decla-
ración de inconstitucionalidad de los arts. 22 y 23 de la ley 24.463
de seguridad social, y en "Famyl c/Estado Nacional" 100 , donde
una empresa de medicina prepaga impugnó la ley que extendía
el IVA a esos servicios 101 • Este último ca o tiene importancia
respecto de la legitimación pues la Corte la reconoció, pese a
que dicho impuesto es trasladable al consumidor final, circuns-
tancia que fue especialmente valorada en el fallo 102 •

b) LEGITIMACIÓN ACTIVA Y PASIVA. - En segundo lugar,


el perjuicio debe ser alegado por el propio titular del derecho
afectado. Así, por ejemplo, se ha dicho en "Federación Em-
pleados de Comercio c/Asometa Cía. Asociada de Metales y Mi-
nerales S .R.L." 103, doctrina luego reiterada en "Federación Em-

9r. Fallos, 321:1252 (1998).


9A Fallos, 321:1288.
97 Fallos. 310:211 (1987).
98 Fallos , 316:61'\7 (1993).
9" Fallos, 323:1861 , 1865 (2000).
tilO Fallos, 323 :2256 (2000).
101 Analizo con más detenimiento este caso infra, § 96.
102 Fallos , 323 :2278.
10:¡ Fallos, 254:162 (1962).
CoNTROL DE coNS'l'ITUCIONALIDAD
34

pleados de eomercw
· c/Me'ndez"lo4 , que la actuación
.
en calidad
d
de agente de retención no justifica el plante~rruento e cues-
tiones federales atinentes a derechos cuyos titulare~ .son ter-
ceros y ajenos al interés específico legítimo del ?~t1c1~~ante.
En tercer lugar, y ya en lo atinente a la leg1t1mac10n pa-
siva, la impugnación debe formularse contra la parte que causa
el perjuicio alegado. Por aplicación de esta regla, en "D.G:.I.
c/Paulista S.A." 105 , le fue negada legitimación a un agente JU-
dicial de la DGI para plantear la inconstitucionalidad de una
norma en cuya virtud se reducían sus honorarios judiciales.
La DGI -por intermedio de uno de sus agentes judiciales- pro-
movió la ejecución fiscal de una empresa para el pago del IVA.
Luego de obtenida sentencia de trance y remate y de regulados
los honorarios del agente judicial, la ejecutada se acogió a los
beneficios de la ley 22.681, que le permitía el pago del impuesto
en cuotas. Ello repercutía en los honorarios del agente fiscal,
los que se veían reducidos a un 10 % del monto regulado. Por
tal motivo aquél planteó la inconstitucionalidad de la aplicación
de la ley, la que fue rechazada. "Que al no existir por lo tanto
-dijo la Corte- entre la aquí ejecutada y el recurrente (agente
judicial de la DGI) otro nexo que el que surge de la ley que
le acuerda la acción, es claro que la modificación de la existencia
o del quantum de la prestación (. .. ) no autoóza a éste a efec-
tuar reclamo constitucional alguno a la primera, pues no in-
cumbe a ella satisfacer un deber inherente, en el caso, a la
relación de empleo público (. .. ) Asimismo, si debiera aceptarse
que la aplicación de la ley 22.681 genera un gravamen al ape-
lante, no cabe más que concluir como consecuencia de lo dicho
que su reparación sólo podría demandarse al órgano para el
cual se ha desempeñado la función" 106 .

104 Fallos , 255:129 (1963).


105 Fallos , 306:1283 (1984).
106
Indudablemente, la doctrina de este fallo es bastante criticable. En pri-
mer lugar, como bien lo puntualizó la disidencia del juez Belluscio, la sentencia
de remate que había impuesto las costas a la ejecutada y regulado los honorarios
al agente fi~cal , estaba firme y no podía ser modificada por una ley o un decisorio
postenur, sm mcurnr en un desapoderamiento prohibido por la garantía consti-
tuciOnal de la proptedad. Esta circunstancia señalada por el voto disidente con-
vtertc a todo el huld¡ng de la sentencia en algo que no deberla haber sido má s
que un d1ctum . Pero además de esta circunstancia particular del caso, la doctrina
también es errada en tanto los honorarios regulados al agente de la DGJ debían
35
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL

§ 66. La doctrina del some_ti~~nto voluntario


a un régimen JUrídiCO

- Uno de los hitos trascendentes en el


a) E NUNCLADO. } t't
estudio de la legitimación para ~lantear el cont:O co~s ~e~~
cional está constituido por la doctnna d?l.U~do,~o~e~ ,
to voluntario sin expresa reserva a un re~enjun co · gun
una tradicional y constante jurisprudenc~a de la Co:t~ Sup~~~
ma, quien voluntariamente se ha sometido a ~ regune~ J
rídico deterrllinado, produciendo actos de acatanuento al rmsmo
sin formular una expresa reserva en contra no ~uede luego
plantear su inconstitucionalidad. Si bien eD; una pnme_ra apro-
ximación la doctrina es coherente, pues tiende a eVltar que
alguien pueda plantear a su antojo y conveniencia la_ incons-
titucionalidad de un régimen jurídico al que voluntanamente
se sometió, la cuestión no es tan simple como parece a primera
vista y debería ser revisada.

b) JurusPRUDENCIA DE LA CORTE SUPREMA. - Elleading


case en la materia es "The South American Stores Gath &
Chaves c/Buenos Aires" 107 . El caso se originó con la sanción
de una ley impositiva que daba a los contribuyentes una opción
ent_re. el pago de un impuesto de "patentes fijas" sobre sus
acüVldades y el de un gravamen llamado "impue to al comercio
e industria", cuyo monto era graduable egún una declaración
previa de su capital en giro. La actora efectuó dicha decla-
ración, pero en el momento de efectivizar el pago del impuesto
lo hizo bajo protesta. Luego accionó judicialmente reclamando
la repetición de lo pagado. La Corte entendió que la declaración
efectuada por la empresa había importado, en su momento ,
una renuncia a plantear luego la incoo titucionalidad del im-
puesto, renuncia que obstaba, naturalmente, a la validez del
pago bajo protesta 10~ . Esta doctrina establecida en 1927 se ha

ser pagadoR por la empresa ejecutada, de modo que no es cierto que "su reparación
sólo podría demandarse al órgano pura d cual se ha desempeñado la función".
101 Fallos , 149:137 (1927 ).
10~ "Que la protesta formulada por la Compañia en el acto de veri.flcar el
pago del impuesto, y cuando se habían producido los hechos determinantes de
CONTROL DE CONSTI'l'UC!ONALIDAD
36

e:
re etido en la jurisprudencia del Tribunal hasta el pre~ente
muy numerosas ocasiones , algunas de las cuales exammaré
seguidamente. f' n
La materia impositiva ofrece sin dudas un terreno er 1
para la proliferación de esta doctrina, habida cuenta. de la re-
lación continua y habitual que se entabla e~tre el F1sco Y s~~
contribuyentes. Por ello, además del caso Gath. &. ~haves ,
la Corte ha aplicado reiteradas muchas veces el pn~c1p10 .e~un­
ciado ante la impugnación constitucional de leyes 1mpos1twas.
Así por ejemplo, en "Beristayn de Vedoya c/Buenos Aires" ~
10

110
y en "Perkins (Sucesión) c/Buenos Aires" , donde se planteó
la inconstitucionalidad del impuesto a la protocolización de las
hijuelas de una partición sucesoria. Aquí la Corte desestimó
el planteo , pues los actore habían iniciado los trámites de
la protocolización conforme a las normas del Código Procesal
de la provincia sin hacer "salvedad o reserva alguna" de la
facultad de discutir la validez constitucional del requisito de la
protocolización, siendo la protesta fonnulada apenas en el mo-
mento de pagar el impuesto m. También fue aplicado en "Elins-
tall S.A.I.C." 11 ~ , cuando e impidió la declaración de inconsti-
tucionalidad de una resolución de la DGI, respecto de la cual
el contribuyente había ejercido la opción prevista en su nor-
mativa, ingresando oportunamente los anticipos del impuesto
a las ganancias. Más recientemente cabe recordar el caso "En-
~re Rí?~ c/Encotesa" 113 , donde la demandada impugnó una ley
rmpos1tlva local pese a que con anterioridad había acordado
con la actora saldar deudas impositivas emanadas de dicha
ley, lo que suponia -según entendió la Corte- haber formulado
expresos actos de acatamiento al pago del tributo reclamado.
Asimismo, en "Dell'Oglio c/Banco Hipotecario Nacional" 114 se

la renuncia señalada, no puede borrar o modificar los efecl.os de ésta (a rt. 875,
Cód. Civil)" (consi d. 3°).
lOS Fallos, 157:352 (1930).
uo Fallos, 169:245 (1933).
1
11 También fueron rechazada s con iguale argumentos las demandas de in-
con stitucionalidad de impuestos a la protocolización en "Martclli c/Buenos Aires",
Fallos, 169:359 (1933) y "Rola nd de Mon segur c/B uenos Aires", Fallos, 169:359
(1933). Sólo se publica n r es úmenes de estos dos fallos.
\12 Fallos . 307 :1582 (1985).
ll :l Fallos, 320:1985 (1997) .
114 Fall os, 322:523 (1999) .
LA LEG!TlMAC!Ó YROCESAL 37

dio un caso interesante en materia de Impuesto al Valor Agre-


gado. Una abogada, pese a ser responsable no inscripta, había
reclamado que a los honorarios regulado a su favor se les
agregara el monto correspondiente a ese impue to, invocando
para ello lo decidido en el caso "Compañía General de Com-
bustibles" m. La Corte rechazó el planteo y -entre otros fun-
damentos- sostuvo que la ley 23.349 de Impue to a las Ga-
nancias permite a los contribuyentes que no estén obligados
a registrarse como responsables inscriptos optar entre hacerlo
en tal carácter o no, de modo que quien no lo hace consiente
expresamente esa situación, lo que impide luego invocar in-
co nstitucionalidad alguna. También fue rechazada, en "Tierra
del Fuego c/Nación Argentina" 116 , la inconstitucionalidad de la
ley 23.898, que regula el pago de la tasa de justicia ante los
tribunales nacionales invocada por la provincia actora, en la
medida en que ésta había abonado en su oportunidad y sin
reserva dicha tasa durante el trámite del proce o.
Fuera del campo impositivo, la doctrina examinada ha teni-
do también frecuente aplicación. En materia previsional, por
ejemplo, debe mencionarse el caso "Condomí dCaja de Acu-
mulación del Banco de la Provincia de Buenos Aires" 117 , donde
la Corte rechazó la demanda de un pensionado, quien luego
de admitir sin reservas el régimen jurídico respectivo impugnó
luego un a ley posterior, que modificaba el monto de lo· be-
neficio s acordados m. Debe considerarse también el caso "José
Ardissone" 11 9 , producido como consecuencia de que la ley 12.154
había limitado la pensión ferroviaria de las hijas de madres
jubiladas conforme a la ley 10.650, disponiendo la extinción

11.5 Fallos , 316:1533 (1993). La Corte estableció aqui que la condenada en


costas debe adicionAl' al monto regulado lo que corresponde por el lVA, cuando
el acreedor es responsable inscripto.
IIG Fallos, 321:1888 (1998).
117 Fallos , 170:12 (1933).
11 8 El fallo es poco claro en el relato de los hechos y parece aplicar la docLrina
del sometimiento voluntario sin justificación alguna, pue no demuestra cuál es
el régimen jurídico que en d<>fmitiva acató la actora. La cuestión se esclarece
con la lectura de la sentencia de primera instancia (transcripta también en Fallos) ,
en la cual se determina que la actora, al aceptar la primera pensión, acató el
régimen del estatuto de la Caja de Compensación, que en su art. 29 establecía
que ~> 1 directorio de la misma podía modificar ese régimen sin poder a legar en
contr·a de ello derechos adquiridos.
I W Fallos, 255:216 (1963).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
38
11 n a la mayoría de edad
del beneficio p~ra aquelldas que ~gg~: la ley. La actora, afec-
l de los sels meses e promu . . 1' d d
t:~~o por la nueva normativa, impu~ó su constlt~c10na _1 ~ ,
pero la Corte rechazó la acción sosteruendo que h_a~1an ex1st1do
actos anteriores de aceptación inequívoca del regtmen creado
120
por la ley 12.154 • . • • d d _
La colegiación profesional obligatona tamb1én ha a ~oca
sión a la aplicación de la doctrina. En "Funes c/ColegiO. de
· de Córdoba" 121 fue rechazada la deman~a que _un-
Escnbanols t't . nalidad de la ley de colegiaclón obhga-
pugnaba a cons 1 uc1o , l d
toria para los escribanos, donde se reclamaba ademas a e-
volución de los aportes efeetuados, pues ~n el mo~ent? de
efectuar tales aportes no fue cuestionada d1cha constltu~lOna­
hdad. Igual criterio fue aplicado en "López Cuesta c/C aJa Fo-
rense de Abogados y Procuradores de la Provincia de Santa
Fe n n . No obstante ello, en esta materia se ha establecido una
excepción importante que analizaré infra, en el punto d.
También se encuentran rechazos a planteos de inconsti-
tucionalidad -con fundamento en el sometimiento voluntario-
con relación a leyes de inscripción regi.stral. El caso se planteó
en "Krebs c/Krebs" 123 • El actor había adquirido -escritura pú-
blica mediante- un bien inmueble. Si bien en el momento de
la adquisición no regía aún la ley nacional del Registro de la
Propiedad lnmueble 124 por lo que no era obligatoria la inscrip-
ción del bien a nombre del comprador, el trámite se hizo con-
forme a las normas provinciales respectivas que obligaban a
ello . Practicada la inscripción, la autoridad del registro local
luego la dejó sin efecto, pues aparecieron contra el bien vendido
medidas cautelares trabadas con anterioridad a la venta por
el cónyuge del vendedor en el juicio de ilivorcio que aquél le
seguía. El comprador, como defensa, decidió impugnar enton-
ces la constitucionalidad de las normas locales que habían re-
gido la inscripción, pero la Corte rechazó el planteo, sobre la
base de que tales normas habían sido acatadas en el momento

. Vé ase t.a m b"1en e¡ caso "Juan Santiago Fusco", Fallos 285:329 (1973)
120
m Fallos , 275-239 (1969). ' ·
~ 2 Fallos, 275:256 (1969), doctrina reiterada en "Casañas cJC · F
1

1° Circunscripción", Fallos , 279:3SO ( 19711 aJa orense


1 3
~ Fallos, 294:220 ( 1976). ·
m Ley l7.R01 , BO , 10/7/SR
39
LA LEG1TLMAC10N PROCESAL

de inscribirse el bien. Aparece en esta ente= 1~ d~t;;:a :~


los propios actos: "N a die puede opone~ . ce a ~ nd~cta
contradicción con sus propios actos y ejercle~do ~a .o 'd'ca
. compatible con una anterior conducta delibera a JUfl 1 -
m " 1~
mente relevante y plenamente e fi caz. .
En cuestiones de mora bipotecana debe tenerse presente
el caso "Tettamanti c/Aranguren" (Sucesión)t.U, donde el actor
demandó la devolución del capital e intereses de un mutuo
hipotecario . El demandado opuso la vigencia de la ley de mora-
toria hipotecaria 11.741 (luego prorrogada por la ley 12.310),
la que fue impugnaba en su constitucionalidad por el primero.
La Corte desechó el planteo, pues el actor había consentido
anteriormente la aplicación de dicha normativa en una anterior
caída en mora del deudor. Asimismo, en Chubut c/Gonzá-
lez" m, se hizo aplicación del sometimiento voluntario en una
expropiación. La Corte aqui estableció que el expropiado no
puede plantear la inconstitucionalidad de la Comisión de Ta-
saciones del inmueble si previamente concurrió a integrarla
designando al efecto un representante. Vinculado con normas
sobre importación, se ha resuelto en "Magistra S.A." 128 que un
importador de mercaderías no puede impugnar la inconstitu-
cionalidad de las normas que rigen la presentación de la de-
claración jurada de necesidad de importación, luego de pre-
sentada ésta .
Tanto el cobro de cánones administrativos como la trans-
ferencia de jurisdicciones portuarias han dado oportunidad para
aplicar la teoría. En el primer supuesto, la Provincia de Buenos
Aires habia otorgado permiso a la Gendarmería Nacional para
ocupar como fondeadero un espejo de agua ubicado en juris-
dicción de Tigre. Dicho permiso estaba sujeto a las disposi-
ciones de la ley provincial 7169. Como consecuencia del atraso
en el pago de los cánones respectivos, la Provincia demandó
a la Gendarmería, fundándose en las disposiciones de dicha
ley. La demandada reconvino y planteó la inconstitucionalidad
de la ley citada. "La actitud asumida por la Gendarmería Na-
cional -dijo la Corte- al solicitar permiso a la provincia para

125 l•'allos , 294:222.


t2G Fallos, 184:361 (1939).
121 Fallos , 298:383 (1977).
t2R Fallos , 299:276 (1977).
CONTROL DE CONSTITUCIO> ALIDAD
38
del beneficio para aquellas que llegaran a la mayoría de edad
luego de los seis meses de promulgada la ley. L~ ac~ora, ~fec­
tada por la nueva normativa, impu~ó su constü~cwna~1d~d,
pero la Corte rechazó la acción sostemendo que hab1an eXIstido
actos anteriores de aceptación inequívoca del régimen creado
por la ley 12.154 120 •
La colegiación profesional obligatoria también ha dado oca-
sión a la aplicación de la doctrina. En "Funes c/Colegio de
Escribanos de Córdoba"m fue rechazada la demanda que im-
pugnaba la constitucionalidad de la ley de colegiación obliga-
toria para los escribanos, donde se reclamaba además la de-
volución de los aportes efectuados, pues en el momento de
efectuar tales aportes no fue cuestionada dicha constituciona-
lidad. Igual criterio fue aplicado en "López Cuesta c/Caja Fo-
rense de Abogados y Procuradores de la Provincia de Santa
Fe" 122 . No obstante ello , en esta materia se ha establecido una
excepción importante que analizaré infra, en el punto d .
También se encuentran rechazos a planteos de inconsti-
tucionalidad -con fundamento en el sometimiento voluntario-
con relación a leyes de inscripción registra!. El caso se planteó
en "Krebs c/Krebs" 123 • El actor había adquirido -escritura pú-
blica mediante- un bien inmueble . Si bien en el momento de
la adquisición no regía aún la ley nacional del Registro de la
Propiedad Inmueble 124 por lo que no era obligatoria la inscrip-
ción del bien a nombre del comprador, el trámite se hizo con-
forme a las normas provinciales respectivas que obligaban a
ello . Practicada la inscripción, la autoridad del registro local
luego la dejó sin efecto, pues aparecieron contra el bien vendido
medidas cautelares trabadas con anterioridad a la venta por
el cónyuge del vendedor en el juicio de divorcio que aquél le
seguía. El comprador, como defensa, decidió impugnar enton-
ces la constitucionalidad de las normas locales que habían re-
gido la inscripción, pero la Corte rechazó el planteo, sobre la
base de que tales normas habían sido acatadas en el momento

120 Véase también el caso "Juan Santiago Fusco", Fallos, 285:329 (1973).
m Fallos , 275-239 (1969).
122 Fallos , 275:256 ( 1969), doctri na rei terada en "Casañas c/C aja Forense
1° Circunscripci ón", Fallos, 279:350 (1971) .
12~ Fallos, 294:220 (1 976).
m Ley 17 .801 , BO , 1017/68.
39
LA LEGITIMACiÓN PROCESAL

. . . A n esta sentencia la doctrina de


de inscnblrse el blen . .Parecede -dice la Corte- en
l ios actos· "Nadie pue e oponerse
c::!~ocÍicción con. sus propios actos y ejercie~do una c.on~~cta
incompatible con una anterior conducta, deliberada, JUndica-
, 125
mente relevante y plenamente e fi1caz .
En cuestiones de mora hipotecaria debe tenerse presente
el caso "Tettamanti dAranguren" (Sucesión )\26 , donde el actor
demandó la devolución del capital e intereses de un mutuo
hipotecario . El demandado opuso la vigencia de la ley de mora-
toria hipotecaria 11 .741 (luego prorrogada por la ley 12.310),
la que fue impugnaba en su constitucionalidad por el primero.
La Corte desechó el planteo, pues el actor habia consentido
anteriormente la aplicación de dicha normativa en una anterior
caída en mora del deudor. Asimismo, en "Chubut c/Gonzá-
lez" m , se hizo aplicación del someturuento voluntario en una
expropiación . La Corte aquf estableció que el expropiado no
puede plantear la inconstitucionalidad de la Comisión de Ta-
saciones del inmueble si previamente concurrió a integrarla
designando al efecto un representante. Vinculado con normas
sobre importación, se ha resuelto en "Magistra S.A." 128 que un
importador de mercaderías no puede impugnar la inconstitu-
cionalidad de las normas que rigen la presentación de la de-
claración jurada de necesidad de importación , luego de pre-
sentada ésta.
Tanto el cobro de cánones administrativos como la tr ans-
ferencia de jurisdicciones portuarias han dado oportunidad para
aplicar la teoría. En el primer supuesto, la Provincia de Buenos
Aires había otorgado permiso a la Gendarmería Nacional para
ocupar como fondeadero un espejo de agua ubicado en juris-
dicción de Tigre. Dicho permiso estaba sujeto a las disposi-
ciones de la ley provincial 7169 . Como consecuencia del atraso
en el pago de los cánones respectivos, la Provincia demandó
a la Gendarmería, fundándose en las disposiciones de dicha
ley. La demandada reconvino y planteó la inconstitucionalidad
de la ley citada. "La actitud asumida por la Gendarmería Na-
cional - dijo la Corte- al solicitar permiso a la provincia para

125Fallos, 294:222.
120 Fallos . 184:361 (1939) .
m Fa! los , 298:383 (1977).
12~ Fallos, 299 :276 U977).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
40
el uso del amarradero y su sometimiento volunt~io al ré.~­
men de la ley 7169 importa óbice para su tardía 1mpugnac10~
con base constitucional 129 • Asimismo, en "Distribuidora Químl-
10
ca S.A. c/Subsecretaria de Puertos y Vías Navegables" " , la
actora, como permisionaria de una terminal portuaria, impugnó
la constitucionalidad del decr. 769/93, que había dispuesto la
transferencia del Dock Sud a la Provincia de Buenos Aires.
La demanda fue rechazada por aplicación de la doctrina del
sometimiento voluntario en estos términos : "la novedosa pre-
tensión de cuestionar el mencionado traspaso y, consiguiente-
mente, de desconocer la jurisdicción provincial sobre la sección
Dock Sud, contraviene la propia conducta anterior de la actora,
quien reconoció expresamente que aquel sector portuario había
sido transferido a la provincia, admitió que la vinculación de-
rivada del permiso de uso continuara con ésta, y efectuó nume-
rosas presentaciones ante las autoridades locales -mencionadas
en el considerando cuarto- tendientes a que éstas accedieran
a sus pedidos de obtener la habilitación defmitiva de su ter-
minal portuaria y la concesión de un terreno aledaño, sin for-
mular ninguna reserva ni objeción respecto de aquellas cues-
tiones. En tales condiciones, el posterior desconocimiento de
la validez del traspaso (formulado el 24 de agosto de 1995,
es decir con posterioridad a la desestimación de sus peticiones
por parte de la provincia) aparece -cuanto menos- como el
fruto de una reflexión tardía, que pone a la actora en contra
de su conducta anterior, deliberada, jurídicamente relevante
y plenamente eficaz, que importó aquiescencia a la jurisdicción
provincial para la resolución de sus pretensiones. Por ello, se
erige como valla insuperable para la suerte de su actual petición
la uniforme jurisprudencia del Tribunal, según la cual el vo-
luntario sometimiento, sin reserva expresa, a un régimen ju-
ridico o a determinada jurisdicción, comporta un inequívoco
acatamiento que fija la improcedencia de su impugnación ul-
terior con base constitucional" 131 •

12
~ "Buenos Air es c/Nación Argentina" (Gendarm ería Nacional) Fallos
297 :236 (1977). ' •
1 ~0 Fallos, 321 :221 (1998).
m Fallos , 321 :238-239.
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 41

En lo atinente a la radiodifusión, en "Comodo~o ~ivad~via


TV c/Chubut" 132, la demandada impugnó l.a constüuc1?nahdad
de la Ley de Radiodifusión 22 .285, sosteruendo que . ~olaba el
art 104 (actual 121) de la Constitución, pues al eXI~ la au-
torización del Comité Federal de Radiodifusión para mstalar
una emisora de carácter exclusivamente local alte~aba u;adcorr;-
etencia no delegada por la provincia en el ~b1erno e era ·
La defensa fue rechazada, pues estaba ac7edi~ado que la .Pro-
vincia de Chubut había requerido tal autonzactón en anteno~~s
oportunidades, sin formular cuestionamiento algu!lo. T~b1~n
se registra un caso de rechazo del planteo de mconst1tuc10-
nalidad de la aplicación retroactiva de la Ley de ~oncu:sos
24.522 en "Méndez c!Ventura S.A." 133 , y tampoco ha s1do aJena
a la doctrina del sometimiento voluntario la aplicación de la
ley 16.937 sobre enjuiciamiento de magistrados 13 4 •
Por último, en la relación de empleo público debe men-
cionarse el caso "Bidone c/Nación Argentina" 135 en el cual fue
rechazada la inconstitucionalidad de la ley 21.350. Asimismo,
otros dos casos, "Filgueira de Álvarez c/Nación Argentina" m
y "Gil c/Universidad Tecnológica Nacional" m , fundan el rechazo
de la acción -en el marco del empleo público- aun cuando no
surge expresamente que se hubiera formulado un planteo de
inconstitucionalidad. En ambos casos, los actores habían acep-
tado las reglas aplicables al personal contratado y luego pre-
tendieron ser acre~dores a la estabilidad en el empleo, la que
no les fue reconoctda.

C) FUNDAMENTOS DE LA DOCTRINA. - Son dos las líneas


argumentales que la Corte ha empleado para fundar la doc-
trina. En primer lugar se ha invocado la renuncia de derechos
tal como surge del caso "Gath & Chaves", fundador de la líne~
jurisprudencia] examinada. Este criterio es aplicable especial-
mente en materia de derechos patrimoniales 1'lll . Luego, en el caso
132 Fallos , 317:5 24 0 994).
1:13 Fallos, 321:3 150 (1998).
1:14 "Agustí n E. Tiscornia", Fallos , 310:1623 (1987).
1a5 Fallos , 316 :1802 (1993).
1:1s Fallos , :n 0:2117 (1987).
13 7 Fallos , 312:245 (1989).

ns La Corte ha di cho en var ias op ortunidades (v. gr., "Tettamanti c/Ar a ngu-
re n", Fa llos , 184 :361 - 1939-; "Buenos Aires c/Valbuena Medrana", Fallos, 1R7:444
C oNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
42
. 139
." , 1 doctrina de los actos proplOS
"Krebs c/Krebs , se flnvo1co ~o también en "Distribuidora Qui-
e igual fundamento ue a ega
mica S .A.".

d) ExcEPCIONES. - La doctrina reconoce .~~4~nas_ yocas


excepciones. En primer lugar, en "Cubas c/Reyes se dlJO q~e
el hecho de someterse voluntariame~te a_ algunas de las _dis-
posiciones de un cuerpo normativo no 1mphca haber ren~nc1ado
a plantear la inconstitucionali~ad de las res_tantes. Que el
demandante -dice la Corte- al mvocar determmados ?receptos
de ese código 141 no renuncia tácitamente al derecho de rmpugnar
aquellos otros que se le opongan y que con_c eptúe cont~arios
a la Constitución o leyes y tratados con naciOnes extranJeras.
Un código, una ley o reglamento pueden contener preceptos
nulos, que no invaliden el resto del estatuto, ni inhabiliten a
los interesados para amparar en éstos sus pretensiones, salvo
que entre unos y otros exista interdependencia o solidaridad
inexcusable". La segunda excepción rige en materia de cole-
giación profesional y otros casos análogos, frente a la falta
de impugnación de la inscripción, cuando ella es una condición
indispensable para el ejercicio del objeto de la profesión u ac-
tividad. Así lo ha establecido la Corte en sendos casos referidos
a profesionales de ciencias económicas 142 y del notariado 143 .

- 1940-; "Estado Nacional o'Sociedad Conferencia de Señoras de San Vicente de Paul",


Fallos, 241:162 -1958-, que los derechos patrimoniales son renunciables y más
adelante, en "Guzmán c/Entre Ríos", Fallos , 279:283 , 288 (1971), precisó que "la re-
nuncia a las garantías conslitucionales sólo se r efiere a las que amparan derechos
de contenido patrimonial y no a aquellas instituidas en resguardo de otros derechos
como son los vinculados directamente con el estatuto per sonal de la libertad".
109
La doctrina de los actos propios fue enunciada por Enneccerus en estos
términos : "A na di e es lícito hacer valer un derecho en contradicción con su anterior
conducta, cua ndo esta conducta interpretada objetivamente según la ley, las bue-
nas costwnbres o la buena fe, justifica la conclusión de que no se hará valer el
derecho o cua~do el ejercicio posterior choq ue contra la ley, las buenas costumbres
o la buen~ fe <c;1tad ~ por MAIRAL, Héctor A., La doctrina de los propios actos y
la Admlmstrac<on Publ1ca, Depalma , Buenos Aires, 1988, p. 4).
° 14 Fallos, 175:262 (1936).
~:~ ~n el caso se trataba_~el Código Rural de la Provincia de Catamarca.
. Cooperattva d~ Servtctos Profesionales Graduados en Ciencias Econó-
rrud ca s. AFsoctados dConseJO ProfesiOnal de Ciencias Económicas de la Capital F e-
era 1 , allos , 311 :1132 (1988).
l4a "Colegio de Escribanos de la Capital Federal ", Fallos , 321:2086 (191lB\.
LA LEG!TlMI\ClÓN PROCESAL 43

e) CRíTICA. - Algunos autores han hecho sentir su crí-


tica a esta doctrina. Entre ellos menciono las opiniones de
BmART CAMPOS y de ALSINA ATtENZA. El primero ha manifestado
desde hace tiempo una adhesión parcial a la jurisprudencia
de la Corte sosteniendo que no es aceptable admitir el planteo
de inconsti,tucionalidad de quien se ha sometido voluntaria-
mente a un régimen jurídico, pero destaca que la labor judicial
debe verificar especialmente si dicha sumisión fue efectivamen-
te voluntaria, sin que haya habido una compulsión legal. Plan-
tea el caso de la colegiación obligatoria de profesionales, los
que no pueden ejercer en caso de no ingresar al colegio res-
pectivo. En este caso la ley obliga sin alternativas y, por ende ,
el colegiado no ha podido más que consentir la ley. El acto
de afiliación no debe ser entendido entonces como un acata-
miento voluntario simple y llano 144 • De hecho, como ha podido
comprobarse, la Corte ha corregido esta postura inicial, incli-
nándose por la tesis de BTDART CAMPOS. No obstante, la crítica
más enfática que la doctrina ha recibido ha sido la de ALSINA
A'!'IENZA u 5 . Este autor finca sus objeciones en varios puntos,
entre ellos, el del control constitucional de oficio. Dice ALsiNA
ATIENZA que siendo un deber de los jueces el ejercicio de oficio
del control poco importa - frente a una ley inconstitucional-
que la misma haya sido acatada por la parte que se beneficia
con su invalidación posterior.
Coincido, en primer lugar, con la opinión de BIDART CAMPOS.
Es la conducta del particular frente al ca o la que denota el
real y voluntario acatamiento. No es correcto aplicar lisa y
llanamente la doctrina frente a cualquier caso, sin meditar
las circunstancias particulares que lo rodean. Lo que se ob-
serva en muchos de los fallos analizados es que la Corte ha
rechazado los planteas de inconstitucionalidad acudiendo a una
aplicación abstracta de la doctrina del voluntario sometimiento
a un régimen jurídico. Aun cuando los fundamentos teóricos
de la misma sean aceptables, ello no implica que deban ser
aplicados sin más a cualquier caso en que se advierta una

14 4 BmART CAMPOii , Germán J., El "voluntario" sometimiento a un régimen


jurídico, ED. t. 78, p . 248. Del mismo autor: Da interpretación y el control cuns-
titucionales en la jurisdicción constitucional, Ediar, Buenos Aires, 1987 , p. 146.
145 Al -~ lNA ATlENZA , Dalmiro, El sometimiento voluntario a un régimen ju-
r{dico y la impugnación de inconstitucionalidad, ED , t. 119, p . 819.

- - - -- - - - - - - - - - - - - -
- - - - - -- - - -- - - - - -
CoNTROL DE coNSTITUCIONALIDAD
44 es J:
.l . mas son -como mu- en
nuncia de derechos, sob~e. todo Sl as ffilS el ·
r ehas veces se observa- tac1tas
. . . nte del control d e otilClO,
·
C 'tlca proverue . ·, un
En cuanto a a enl tengo con total convlCClOn
ese a que sos . im
tengo algunas reservas.' p l 146 Creo que la doctnna del con- dil
que los jueces deben eJercer ~t .. ble cuando los jueces se abs-
trol a P.e d,.d o d e parte es en
d 1ca. cer el control ante la ausencla· de
. · mplemente e eJer · d co
tienen PW:a ~ sl d l s partes En este caso, entlen o
d~:~~u=~ ::~~~ne~~r=~~él~a: no debe. indu:ir a .la abs~enc~ó.n
1 cr
d'!
áe los jueces. Distinto es el caso cuando algmen ~lde el ierclc~o b:
del control en contradicción con s~s ~:tos ~ntenores.. n es e t:
segundo supuesto, la abstención JUdicial tlene un ongen m~y il
diferente. No se trata ya de un probl~ma de contro~ de o~c10
a pedido de parte, sino de que los JUeces deter_nunen Sl el l:
0
planteo de inconstitucionalidad efectivamente reahzado e~ ad- r
misible frente a la conducta anterior de quien la reqmere. t
Creo en síntesis, que la doctrina que resta legitimación
para pedir la inconstitucionalidad d~ un ordena~iento juri~ico
a quien previamente lo ha acatado sm reservas t1ene ~n ongen
teórico correcto. N a die puede aprovechar a su antoJO la ley
y acatarla o cuestionarla cuando le convenga. No obstante ello,
existen tres clases de limitaciones generales que deben ser te-
nidas en cuenta. En primer lugar es preciso que el acata-
miento haya sido plenamente voluntario y no haya estado in-
ducido por alguna circunstancia que -directa o indirectamente-
haya sido excluyente de la voluntad 147 • En segundo término,

146 Véase upra , § 40.


147 Un ejemplo frecuente se da en la contratación pública. Ordinariamente
los pliegos de bases y condiciones exigen renunciamientos que son claramente
inconstitucionale , o imponen condiciones de impugnación totalmente reñidas con
las garantías del debido proceso; v. gr., efectuar un depósito previo a la impug-
nación - no reintegrable en caso de rechazo de aquélla-, de una suma despro-
porcionada . Quien no acata lisa y llanamente las condiciones del pliego suele
ser descalificado y quien las acata queda sujeto a ellas sin poder luego defenderse.
A su vez, quien decide ímpugnar el pliego sin presentarse a la licitación puede
sufrir una merma en su legitimación. Por ello, ¿estamos aquí ante un acatamiento
realmente voluntario? ¿Puede decirse que existe contradicción con la doctrina de
los pr?pios actos?. Si la respuesta a estas preguntas fuera positiva, los jueces
lleganan a convahdar u.n a gran cantidad de arbitrariedades que los pliegos de
bases Y cond1ctones habttualmente contienen, sin parar mientes en que son re-
glamentos administrativos que deben ajustar su contenido a la Constitución y
las leyes que. les dan fundamento. En definitiva, según mi criterio, lo que deben
anahzar los JUeces en este caso no es tanto si ha habido o no voluntariu """•"-
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 45

es preciso determinar que el acatamiento anterior e haya dado


en iguales condiciones fácticas y jurídica a las existentes en
el momento de la impugnación posterior. En otras palabras,
un acatamiento dado en determinadas circunstancias no podría
impedir una impugnación posterior planteada bajo condiciones
diferentes. Si alguien paga sin reservas un impue toque tiene
determinada alícuota, nada deberia impedirle plantear la in-
constitucionalidad del mismo impuesto si una ley posterior in-
crementara dicha alícuota. En tercer lugar, el sometimiento
debe haberse dado en el marco de la misma relación jurídica
bajo la cual se formula la impugnación· caso contrario, un aca-
tamiento anterior a una determinada ley, en otra relación, nos
impediría poder impugnarla aun cuando no hubieran variado
las circunstancias fácticas. Así, si soy propietario de un in-
mueble y pago habitualmente la tasa municipal de alumbrado ,
barrido y limpieza, no podré luego (rebus sic stantibus) im-
pugnarla. Pero ello no podria impedirme formular un planteo
de inconstitucionalidad de dicha tasa si adquiero otro inmueble
similar al anterior. Caso contrario quedaría sujeto de por vida
a un sometimiento que se trasladaría automáticamente a todas
las relaciones jurídicas que entable bajo un mi mo ordenamien-
to jurídico.

§ 67. La legitimación de los órganos


del Estado

Lo normal es que los órganos estatales impongan el cum-


plimiento de las leyes, y si es necesario que persigan judi-
cialmente el logro de tal propósito. Al mimo tiempo no caben
dudas de que poseen también plena capacidad procesal para
la defensa de sus intereses, y para lograr el respeto a las normas
que les atribuyen competencia. A tal efecto en los Estados Uni-
dos se les reconoce legitimación a lo e tado y al Gobierno
federal para actuar en un doble sentido: a) en defensa de sus

mieulo, pues por ese camino no hay salida jurídicamente útil. En todo caso, es
prt!fcrible verificar la magnilud de la inconstitucionalidad y si ésta es manifiesta
y gro•era, no debe importar si el oferente acató o no el pliego o las ba ' eS de la
licilación, pues lo imporlante es que la contratación pública ea ofrecida en con-
diciones tales que no alteren los principios constitucionales.
CONTROL DE CONS'I'!TUC!ONALIDAD
46
propios intereses, y b) en representación de l~s intereses de sus
gobernados. En cuanto a lo primero, .son habituales las deman-
das entre estados 14ij, o incluso del gob1erno federal contra los .es-
tados 149. De modo que es una doctrina claramente recon?c1d~
que los estados tienen legiti.mación para defender ~nte la JUSti-
cia los derechos que emanan de su condición de entidad sobera-
150
na (sovereign interests) contra personas públicas o privadas •
De lo dicho surge que los órganos estatales pueden plantear la
inconstitucionalidad de aquellas leyes provenientes de otras ju-
risdicciones, que limitan sus intereses o derechos. La pregunta
que sigue es si, paralelamente a esta legitimación, los órga-
nos estatales también pueden plantear la inconstitucionalidad
de las leyes y normas que emanan de su propia jurisdicción.
La respuesta de la jurisprudencia de nuestra Corte Su-
prema es negativa. Según la Corte Suprema argentina, ni el
Estado nacional ni sus entes descentralizados pueden plantear
la inconsti.tucionalidad de las normas nacionales, prohibición
que se extiende a las provincias y a la Ciudad de Buenos Aires.
El origen de esta jurisprudencia -que no tiene parangón en
los Estados Unidos- se remonta a un caso resuelto en 1920,
donde en un obiter dicta la Corte rechazó la posibilidad de
que la entonces Municipalidad de la Capital alegara la incons-
titucionalidad de una de sus ordenanzas 151 . Un criterio similar
aparece poco después en "Ferro Carril Sud c/Municipalidad de
la Capital" ' 52 , y ya en la década de los años 1970 se hace más
explícito en "Felici.ani c/Banco de la Nación Argentina" '~ 3 , donde

148 El caso seminal es "Missouri v. lllinois", 180 U.S. 208 (1901), donde se
le reconoció standing a un estado para evitar que otro vertiera residuos cloaca-
les en aguas interestatales. Asimismo en "Wyoming v. Oklahoma", 502 U.S. 437
(1992), donde Wyoming impugnó una ley de Oklahoma que imponia a las com-
pañías generadoras de electricidad el uso en sus plantas de un porcentaje minimo
(10 _% )de carbó~ extraído en ese estado. Se estableció en este caso que Wyoming
Lerua leg¡.l!ma.cwn a plantear la inconstitucionalidad de la ley de Oklahoma, pues
ella tenía un unpacto impositivo negativo en el accionante. Una explicación más
deta ll ~~a de .este caso puede ve~se supra (§ 64, b), en este mismo capítulo.
.
1 E.n Oregu n v. Mitchell , 400 U.S. 112 (1970), se le reconoció legitima-
Ción al gob1erno federal para hacer cumplir en los estados la Federal Voting Rights
Act.
::~ :;~mE , L_a_urence, American Co~stitutional Law , ob. cit., p. 453.
Compama Ransmena c/Mumc1pahdad de la Capital" Fallos 132·101
(1920). ' ' .
15
~ Fallos , 134:37 (1921).
t 5a Fallos , 284:218 (1972) .
LA LEGITIMAC IÓN l'ROC ),;i:lA L 47

se le prohibió al banco demandado impugnar una ley nacional.


Igual cuestión fue mencionada en "De Martín c/Banco Hlpote-
cario Nacional" 154 , un caso relativo a la misma legislación m,
aun cuando en éste no se hizo aplicación del principio, pues
el banco no formuló el planteo de inconstitucionalidad. Más
tarde ha sido repetido en "Ribo c/Estado Nacional" 156 y en "Pi-
relli c/ENTel (e .l.)" 15' , caso este último que también puede ser
considerado un obiter dicta 158 • En el ámbito de las provincias,
el principio ha sido aplicado en "Luis Vicente Giffoni" 159 y en
"Cieza c/Instituto de Previsión Social" 160 , en los cuales se vedó
el planteo constitucional formulado por el Fiscal de Estado.
. La Procuración del Tesoro de la Nación, por su lado, ini-
cialmente sostuvo que los órganos administrativos podían plan-
t~ar la inconsti~ucionalidad '"', pero en asesoramientos pos te-
nores ha adhendo a la tesis de la Corte 162 •
En suma, tenemos una corriente jurisprudencia! que cuenta
con ochenta años de vigencia -podría decir ininterrumpida-
avalada por un Tribunal unánime 163 , que se extiende a todo
el aparato estatal, nacional, provincial y municipal, centraliza-
do y descentralizado , según la cual los órganos o entes públicos
no pueden impugnar constitucionalmente las normas legales
emanadas de su propia jurisdicción . Pese a la trascendencia
innegable que esta privación de legitimación tiene tanto para
la defensa de los intereses del Estado en juicio como para el
obrar de la Administración en el ámbito del proceso adminis-

JM Fallos, 296:723, 725 (1976).


155 Se trataba de la ley 16.507 , que establecía el derech o a ser r ein corporados
de los empleados banca rios que hubieran sido dejado cesantes ent re el 1" de ene-
ro de 1948 y la fecha de promulgación de aquella ley.
156 Fallos , 311 :1237 (1988).
157 Fallo s, 322:298 (1999).
158 F:l fundamento de la sentencia está en el cons id. 2", donde se afirma
que no existe n :curso judicial alguno en contra de lo decidido por el Tribunal
Arbitral de Obras Públicas, lo cual hubiera bastado para re~haz:-r el recu~so ex-
traordinario . No obstante ello, la Corte agrega, en el cons1d. 3 , la doctrma de
la falta de legitimidad de los entes estatales para impu gnar la constitucionalidad
de l a g normas .
159 Fallos, 303 :10::19 (1981).
160 Fallos, ::107 :630 (1985).
161 Dictámenes, 72:137 (1960); 97:24\ (1966).
162 Dictámenes, 165:119 (1983); 177:40 (1986); 193:56 (1990). . •p 1·
I G3 No se regi stran disidencias en los fallos apuntados . En part1cular, "
relli" , el último de ellos. está suscripto por los nueve jueces del Tribunal.
CoNTROL DE coN!>"flTUCIONALIDAD
48
. d sumamente lacónica en la aplicación
trativo, la .co~t~ hda s:n~do que no es posible extraer de estos
de este pnnctplO, e , . l d t .
fallos un fundamento, que no sea -imphcttamente- a oc r~~a
de los propios actos. A su vez, doctrinariamente, la .cues~10n
está dividida. En un trabajo publicado hace ya vanos anos,
SAGüÉS criticó esta jurisprudencia 6-4, mientras que BIDAR: C~M­
1

POS 165, por el contrario, afirma que el control de consbtuclO-


nalidad es una garantía de los particulares en contra del Es-
tado, no siendo invocable por el propio Estado a su favor en
contra de aquéllos. Agrega que si el Estado invoca la incons-
titucionalidad de una norma, está alegando su propia torpeza
y su acto propio contra quienes no son responsables de la in-
constitucümalidad 166 .
Po11 rni. parte, tuve oportunidad de ocuparme de esta cues-
tión -muy mcidentatmente- en un trabajo referido al concepto
de juez natural en los tribunales administrativos 167 . Dije allí
que en mi opinton lo importante en materia de control cons-
titucional es el triunfÓ objetivo del derecho y la Constitución,
con independencia del sujeto que plantea la cuestión, salvo
que nos encontremos ante un caso de aplicación de la doctrina
de los actos propios 168 • Esta opinión merece ser profundizada
y aclarada, siendo ésta una ocasión propicia para ello.
En primer lugar, el control constitucional es -como regla-
una garantía a favor de los particulares, pero para quienes
sostenemos que debe ejercerse de oficio 169 -y BIDART CAMPOS es
quien primero lo ha sostenido en la doctrina constitucional 170-
ello se torna indiferente, pues el juez está obligado a hacer
triunfar el principio de supremacía del art. 31, con indepen-

164 SAuOES, Néstor P., Sobre el planteamiento de inconstitucionalidad de las

normas por parte ele los órganos del Estado , ED, t. 65, p. 514.
165 BmART CAMPOS, Germán J. , Tratado elemental .. . , edición 1999-2000, cit.,
t. 1-A, ps. 424 y 425.
166 Una buena crítica a la doctrina de la Corte Suprema puede verse en
S~;AnA , Juan l., El problema de la legitimación del Estado para plantP.ar en un
proceso judicial la inconstitucionali.dad de sus propias normas jurldicas (tesina
presentada en el Master de Derecho Administrativo de la Universidad Australl,
Buenos Aires, 2001. Agradezco al autor haberme facilitado su texto.
167 BlANC: Ht . Alberto B., Apuntes en torno al concepto de juez natural con
particular referencia a los jueces administrativos, ED , t . 127, p. 933.
l tiR Artículo citado en nota anterior, p. 944.
16U Véase mi opinión supra, § 40.
no Véase supra, § 38.
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 49

dencia de que exista o no planteo formal de inconstituciona-


lidad, y de cuál sea la parte que lo formule. Así, una incons-
titucionalidad que beneficie al Estado, aun cuando éste no la
haya planteado, podría ser decretada por los jueces. Dicho de
otro modo, el control de constitucionalidad es primeramente
un procedimiento que verifica y fiscaliza la validez constitu-
cional de los actos de gobierno y además -por lo general- fun-
ciona como garantía a favor de los particulares.
En segundo lugar, es preciso establecer los límites de la
doctrina de los actos propios. BIDART CAMPOS parecería apli-
carla en forma general y absoluta, de modo tal que la mera
sanción de la norma constituiría de por sí un "acto propio",
respecto del cual el Estado y todos sus entes descentralizados
ya no podrían volverse en contra y plantear la inconstitucio-
nalidad. Personalmente participo de una idea diferente. Creo
que es necesario buscar una aplicación más moderada de la
doctrina de los actos propios; de lo contrario, podemos establecer
una veda que impida a los jueces hacer triunfar el principio
de supremacía, incurriendo así en una exageración similar, aun-
que de signo contrario, a la que a veces se observa en la apli-
cación de la doctrina del sometimiento voluntario a un régimen
jurídico 171 • En mi opinión y en lo que a esta cuestión ~e refiere ,
la legislación vigente constituye para el órgano o ente _estatal
en cuestión (nacional, provincial o municipal) un acto propio,
si en el curso de la relación jur-ídica que es objeto ~el proceso,
en el que se plantea lp. inconstitucionalidad, o en alguna similar
con ese u otro sujeto, aquél la ha aplicado o ha fundado algún
derecho en ella. Como puede verse, la sanción o promulgación
de una norma no es de por sí, a mi parecer, un dato que impida
a quien lo hace requerir luego su inconstitucionalidad. Lo re-
levante, en todo caso, es su comportamiento posterior en rela-
ción con la norma. Esta tesis me resulta más compatible con
nuestro principio difuso de control, ajustado al caso judicial
de que se trate, y permite, entre otros supuestos que se de-
rivan de él, solicitar por parte del Estado la inconstituciona-
lidad sobreviniente de una norma 172 •
Por último, no debemos olvidar que la Administración ejer-
ce también una función de autotutela que la ley 19.549 de

171 Véase mi crítica supra, § 66.


\72 Acerca de la inconstitucionalidad sobreviniente, véase supra, § 35.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
50
Procedimientos Administrativos reconoce expresame~t~ en ~os
sentidos: a) a través de la revocación en sede admuustratwa
de los actos nulos de nulidad absoluta y de los actos regula-
res, en las condiciones establecidas en l~~ arts. 17. ~ 1.8' ~ .b)
a través de la denominada acción de les1V1dad (ac~lO.n JUd~~1al
de nulidad de su propio acto planteada por la AdllllmstraclOn),
contemplada en el art. 17. No puedo ~ejar de señalar que el
andamiaje procesal y de fondo establec1do .en estas normas es-
tá en crisis, de cara al principio establec1do por la Corte Su-
prema.

B) LEGITIMACIÓN COLECTIVA

§ 68. Planteo

Las reglas generales estudiadas más arriba comparten aho-


ra el escenario del proceso con una legitimación completamente
diferente, cuantitativa y cualitativamente considerada. Luego
de una breve introducción, me voy a referir a las causas de
la ampliación de la legitimación y a sus problemas, y en tercer
lugar haré un análisis de la situación jurisprudencia} en la
cual se encuentran los legitimados colectivos, es decir, aquellos
órganos o personas a quienes la ley y los pronunciamientos
judiciales les han reconocido esta capacidad. Veamos.
Una de las primeras lecciones que recibimos cuando nos
iniciamos en el estudio de la forma de actuar de cada uno
de los tres poderes del Estado es que las legislaturas actúan
en forma general y hacia el futuro, abarcando con su normativa
un número indeterminado de supuestos; la Administración ac-
túa en el presente resolviendo problemas concretos y cotidianos,
y los tribunales, finalmente, están destinados a resolver lo pa-
sado, enmarcados dentro del llamado caso o controversia, que
resulta ser la atmósfera propia en la cual se desempeñan los
jueces. Ha sido habitual también escuchar aquello de que las
muchedumbres no pasan por las puertas de los tribunales. Los
problemas generales deben ser resueltos en las legislaturas,
pues los estrados judiciales no tienen cabida para ellos. Tal
es uno de los muchos orígenes que reconocen las llamadas cues-
------··
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL
51

' . . .. bl 173 s· perjuicio de su vigencia


tioncs pohtlCas no JU_stlcla ~s · ~ división de poderes hoy
sustancial, esta versión cl~s~a ~ RELLO tenemos un proceso
está en crisis. Como ha dlC o . to IH si bien no tengo dudas
d ue ya no ex1s e · . ' d.
civil de un mun ? <:! di .al continúa siendo el fenómeno Jun l~O
de que la sentencla JU Cl d , CossiO al iniciar su Teorw
· tal como ec1a •
por antonomasla - h ha adquirido proporciones muy
175
egológica - ese fenómeno oy · dividual de conducta
diferentes, que exceden la mera reg1a m . . .
que un juez impone a las partes en el litigiO.
Los tribunales hoy están llamados a re olver problemas
de nat.uraleza general, y sus decisiones proyectan naturalmente
sus efectos mucho más allá de los intereses personales de las
partes involucradas en el conflicto .. ~eh~ superado e_l val~adar
que en otra época poseían la leg1trmac16n o las s1tuacrones
jurídicas subjetivas, donde solamente accedían al procedimiento
administrativo o al judicial quienes eran portadores de un de-
recho subjetivo o de un interés legítimo, cue tión que de todos
modos no ha tenido soluciones pacíficas en la doctrina 176 • Hoy

l7:l Como ejemplo de esta contención judicial ante lo problemas generales,


recuerdo un cw·ioso caso resuelto hace varias décadas por lo tribunales del estado
de lllinois, analizado más recientemente por Cu~:--ro RuA en un intere ante trabajo ,
donde el tribunal , luego de reconocerle al actor su razón le rechazó la demanda
manifestando que para resolver su problema debía produrar una solución legis:
lativa. El caso era "Zepeda v. Zepeda" y fue decidido el 31 63. Los hechos del
caso son éstos: un hijo ilegitimo demandó a su padre por el d.aiio que su condición
de tal le había causado. El actor había sido concebido mediante una promesa de
matrimonio fraudulenta , en razón de que Zepeda padre por aquel entonces ya
era casado. En primera instancia, la demanda fue rechazada por falta de acción
en el demandante. El tribunal de apelaciones reconoció, en cambio, que la acción
de Zepeda padre había sido ilegitima, pero que aún así La demanda debía ser
recha:¿ada, dado que admitirla implicaría abrir un sinnúmero de reclamos futuros
en cabeza de todoR quienes se sintieran insatisfechos con su concepción, todo lo
cual debía ser regulado por una ley y no por los t.ribunales. Véase la explicación
completa en Cm:To R úA, Julio C., Lógica y experiencia en el derecho (A propósito
de Zepccla v. ZepPda). LL, t. 1991-D, p. 954.
174 M01n:LLO, Augusto M., El pro~·eso civil de un mundo que ya no existe,
ED , diario del 9/8/00.
175 Coss10, Carlos, La teor(a egológica del derecho y el concepto jurídico de
libettacl, 2ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1964, ps. 49 y 53 .
176 Es indudable que el origen europeo de la distinción entre derecho sub-
jetivo e interés legítimo no podía ser recibida pacific.amente en nuestro país en-
raizado en el conRtitucionalismo de los Estados Unidos . BARRA, por ejemplo, ha
sostenido desde hace aiios la identidad entre derecho subjetivo e interés legítimo
(BAnRA, Rodolfo C ., Principios de derecho administrativo , Ábaco , Buenos Aires,
1980, ps . 273 a 282) y MA1RAL ha ensayado la doctrina funcional del derecho sub-
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 51

tiones políticas no justiciables 173 • Sin perjuicio de su vigencia


sustancial, esta versión clásica de la división de poderes hoy
está en crisis. Como ha dicho MORELLO, tenemo un proceso
civil de un mundo que ya no existe 174 • Si bien no tengo dudas
de que la sentencia judicial continúa siendo el fenómeno jurídico
por antonomasia -tal como decía Coss10 al iniciar su Teor [a
egológica 175- ese fenómeno hoy ha adquirido proporciones muy
diferentes, que exceden la mera regla individual de conducta
que un juez impone a las partes en el litigio.
Los tribunales hoy están llamados a re olver problemas
de naturaleza general, y sus decisiones proyectan naturalmente
sus efectos mucho más allá de los intereses personales de las
partes involucradas en el conflicto. Se ha superado el valladar
que en otra época poseían la legitimación o las situaciones
jurídicas subjetivas, donde solamente accedían al procedimiento
administrativo o al judicial quienes eran portadores de un de-
recho subjetivo o de un interés legítimo, cue tión que de todos
modos no ha tenido soluciones pacíficas en la doctrina 116 • Hoy

1 7 3 Como ejemplo de esta contención judicial ante lo problemas generales,


recuerdo un cmioso caso resuelto hace varias décadas por lo tribunale del estado
de lllinois, analizado más recientemente por Cm:ro RuA en un interesante trabajo,
donde el tribunal, luego de reconocerle al actor u razón, le rechazó la demanda ,
manifestando que para resolver su problema debía procurar una olución legis-
lativa . El caso era "Zepeda v. Zepeda" y fue decidido el 3J 63. Los hechos del
caso son éstos: un hijo ilegítimo demandó a su padre por el daño que su condición
de tal le había causado. El actor había sido concebido mediante una promesa de
matrimonio fraudulenta, en razón de que Zepeda padre por aquel entonces ya
era casado. En primera instancia, la demanda fue rechazada por falLa de acción
en el demandante. El tribunal de apelaciones reconoció, en cambio, que la acción
de Ze peda padre había sido ilegítima, pero que aún as.f la demanda debía ser
recha7.ada , dado que admitirla implicaría abrir un sinnúmero de reclamos fulUros
en cabeza de todos quienes se sintieran insatisfechos con su concepció n, todo lo
cual dehfa ser regulado por una ley y no por los tribunales . Véase la explicación
completa en CUETO R uA, Julio C., Lógica y experiencia en el ckrecho (A propósito
de Zepeda v. Zepeda), LL, t. 1991-D, p . 954.
1 74 MoREI.LO , Augusto M., El proceso civil ck un mundo que ya no existP,
ED, diario del 9/R/00.
175 Cossto, Carlos, La teoría egológica del ckrecho y el concepto jurCdir.o de
libertad, 2• ed., Abeledo-Perrot, lluenos Aires, 1964, ps. 49 y 53.
176 Es indudable que el origen europeo de la distinción entre derecho sub-
je tivo e interés legítimo no podía ser recibida pacíficamente en nuestro país en-
raizado en el constitucionalismo de los ~stados Unidos. BARRA. por ejemplo , ha
sostenido deRde hace años la identidad entre derecho subjetivo e interés legítimo
(BAltRA, Rodolfo C., Principios de derecho administrativo, Ábaco, Buenos Aires,
1980, ps . 273 a 282) y MA!l!AL ha ensayado la doctrina funcional del derecho sub-
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
52
el acceso a esos estrados está franqueado también para otro
tipo de aforos menos concretos o inten:o~ Y qu~ g~n~ran una
legitimación masiva, a gran escala numenca, de md1v1duos que
potencialmente pueden presentarse a reclamar sus derechos .
No obstante, si bien hemos modificado profundamente el con-
cepto tradicional de caso judicial que estábamos habituados
a manejar, en cambio no se ha encontrado aún un remedio
útil, efectivo y seguro que resuelva o dé cauce procesal a estas
nuevas tendencias. El derecho de fondo ha ampliado la base
de la legitimación, pero el derecho procesal no ha encontrado
todavia un medio de canalizarlas. O dicho de otro modo: en
el tour hacia los tribunales se ha decidido que participen al-
gunos a quienes antes no se les cursaba invitación, pero no
se han creado los medios de transporte capaces de satisfacer
las nuevas demandas. Como es lógico, el derecho sustancial
ha dado un paso que deberá integrar en sus aspectos operativos
el derecho adjetivo.
Así, la difusión cada vez más intensa de los llamados de-
rechos de incidencia colectiva, que bajo diferentes denominacio-
nes 177 preocupa a la jurisprudencia 178 desde hace ya varios años,

jetivo, lo que le ha permitido expandirlo hasta los confines mismos de los derechos
de incidencia colectiva (Control judicial de la Administración Pública, cit., t. I,
ps. 195 y ss.). Go!WILLU, en cambio, ha permanecido fiel a la distinción entre
ambos conceptos, aun en época recientP., sosteniendo que no se justifica todavía
la eliminación de la categoría de los intereses legítimos (Gouou.Lu, Agustín, Tratado
de derecho administrativo , 42 ed. , Fundación de Derecho Admiruslrativo, Buenos
Aires, l. 2, caps. IIJ y IV, 2000).
177 La denominación tradicionalmente empleada antes de la reforma cons-
titucional de 1994 era la de intereses difusos, que provenía de la división cua-
triparlita de las formas subjetivas de la legitimación en: 1) derecho subjetivo,
2) interés legítimo, 3) intereses difusos , y 4) interés simple. Era natural que se
los hubiera llamado así, pues se intentaba dar la noción de que el derecho re-
clamado al ser de muchos estaba difundido en numerosos titulares. La reforma,
sin embargo, adoptó la denominación de derechos de inctdencia colectiva, que
ciertamente posee mayor rigor técnico en la medida en que lo que se reclama
es indudablemente un derecho de naturaleza singular o individual, pero colecti-
vamente compartido.
178 Sería muy difícil abarcar en una nota la numerosa jurisprudencia relativa
a esta temática, pero aún asi puede trazarse en forma más o menos nítida una
línea que corre desde el famoso caso de las tollinas overas "Kattan c/Poder Eje-
cutivo Nacional", Juz. Nac. Cont. Ad.m. Fed. n• 2 (firme), l0/5/83, ED, t . 105, p.
245, hasta "Yousseftan c/Secretaria de Comunicaciones", CNCont.Adro .Fed., Sala
IV, 17/10/97, LL , t. 1997-F, p. 270.
LA LEGITIMACIÓ PROCESAL 53

habiendo alcanzado en algunos casos expre ión legi lativa ' 7u, se
ha acrecentado desde que la Constitución los protege en forma
expresa. Por su lado , la doctrina de nuestro autores en esta
materia ha sido intensa. Véanse, por ejemplo, lo trabajos de AL-
184
BANESE '!iQ; BllliRA 1M1; BrnART CAMPOs 182 ; BUJOSA VADEIL · CAN0 ; DE
RúA 1 ~5 ;
9
lA EKMEKDJIAN 186
; F'RALLICIARDI 181
; GoRDD..L0 188
; GDZAÍN1 1R ;

179 Recordemos, por ejemplo, el caso de la célebre ley 10.000 de Santa Fe,

cuyo artículo 12 dice: "Procederá el recurso contencioso administrativo, sumario


contra cua lqu ier decisión , acto u omisión de una a~ridad administrativa pro-
''incial, mu~ici_ pal o comunal de ~ntidades o personas privadas en ejercicio de
funcwnes publicas que, VlOlando disposiciones del orden administrativo local le-
Sionaren inter~s~s simples o difusos de los habitantes de la ~";ncia en la tutela
de la salud publica, en la conservación de la fauna , de la flora y del paisaje, en
la protecc1ón del med10 ambiente, en la preservación del patrimoni hi tó ·
cultural Y artístico, en la correcta comercialización de mercaderías a ~ ~¡ n_c_o,
y, en general, en la defensa de valores similares de la comunidad' Sob p~ aCl~n
de los wteroses difu sos en Saot.a Fe véa e: ULLA Decio C La t t la
del re .a tute a
d¡fu sos en la prouincia de Santa Fe. El recurso C:,nte~ ad ~ e_ . os tnteres_es
en "R;R~ de De~echo Administrativo•, n os. 9 y 10, 1992, ps.~~~sam:~:.o sumarzo,
ALBANt:SE, Susana, Los intereses di~·-- { de h de ·
respu esta s LL t 1988 B tU<JVS Y e rec o rect1/icación o
181 ' ' . - ' p. 412.
. BAltRA, Rodolfo C., Los derec/u)s de üuidencia colectiva en una primera
mterp:~~tac¡ór¿ de la Corte Suprema de Justicia, ED, t. 169, p . 433 .
. BI.UART C~l~Os, ?ermán J., Intereses difusos y medio ambiente, ED, t .
12. :J, p . 537, La leR¡t¡mac¡ón procesal del ombudsman municipal y los intereses
d<{usos, ED , t . 142, p . 666; Una medida cautelar en r"sguardo de intereses difusos
Y un problema de legitimación procesal, para su tutela, ED, t. 144, p . 662; Derecho
a la preservación del ambiente y derecho a la salud y a la vida, ED, t . 154, p .
710; Patrimonio histórico cultu ral, acción de amparo, intereses difusos y legiti·
mación procesal , ED , t. 159 , p. 361 ; La legitimación procesal activa en el pá rrafo
segundo d el art{culo 43 de la Constitución, ED, t. 166, p . 861.
18~ B u .T OSA V AcD!;I,L, Lorenzo M., Sobre el concepto de intereses de grupo difusos
y colectivos , LL , t. 1997-F, p. 1142.
T84 CANO, Guillermo, Acerca de la acción popular y otros temas de derecho
ambiental , ED, t. 107, p. 876; La participación popular en la gestión ambie_nta.Z ,
"Rev. de Derecho, Polltica y Administración", Bu.,nos Aires, vol. 1, n.• 2, a bnl ·JUDIO
de 1984, p. ::!.
185 Tl E l-A RüA, Angelina F. de, La protección de los llamados intereses difusos
en la Constitución naciortal y la Constitución de la provincia de Córdoba, Ll., t.
1996-B, p . 789.
1X6 EKM EKllJIAN, Miguel Á., Un proyecto que regula la protección judicial de
los intereses difusos , LL , t. 1994-A, p. 1024.
187
FltALLICIARDI, Bartolomé E.,lnterés leg(timo e intereses difusos (Panorama
actual) , LL , t . 1997-B, p. 1151.
188 GoRDILLO, Agustín, La legitimación en el amparo: asociaciones, coopera·
ti vas, derechos de incidencia colectiva, LL , t . 1995-E, p. 516.
IR~ GOZAÍNl, Osvaldo, Legitimación procesal del Defensor del Pueblo rom-
budsman), LL , t . 1994-E, p. 1378; Intereses del E stado e intereses difusos, ED, t .
52, p. 722.
54 CONTROL DE CON::,'TITUCIONALlDAD

GRECCO 190 ; MAIRAL 19 \ MARIENHOFF 192 ; M ORELLO ~ ; MOSSE'r l TU-


1 3

1
RRASPE 194 ; PtuRETI1 195 ; P..rv AS ' 96 ; S POTA 197 ; ZAVALA DE GoNZÁLEZ !liJ, entre
muchos otros 199 que componen una extensa nómina 20".

§ 69. Causas de la legitimación


colectiva a gran escala

Existen , en mi opinión, tres factores que h an influido fun-


damentalmente en la propagación de este fenómeno.

190 GRECCO, Carlos M., Ensayo preliminar sobre los denominados intereses
"difusos" o "colectivos" y su protección judicial, LL, t. 1984-U , p. 865.
191 MAJI\AL, Héctor, Sobre legitimación y ecología, LL , t. 1984-B, p. 779.
192 MARIENHon-, Miguel S., Delfines o toninas y acción popular, ED, t. 105,
p. 244; La legitimación en las curiones contra el Estado (Acción popular. Inter és
simple. Interés difuso. Acto administrativo discrecional) , LL , t. 1986-C, p. 899;
La acción popular, LL , t . 1993-D, p . 682; Nuevamente acerca de la acción popular.
Prerrogativas jur(dicas. El interés difuso , ED , t . 106, p. 922.
1 9 3 Mmm.Lu , Augusto M., La defensa de los intereses difusos y el derecho

procesal, JA , t. 1978-IU, p. 321; La legitimación por la tutela de los intereses co-


lectivos o difusos y en otros supuestos afines , pero diferenciados , ED, t. 119, p.
593; MonELLO, Augusto M.; HITTERS, Juan C., y BEIUZONCE, Roberto 0. ; La defensa
de los intereses difusos , JA , t. 1982-IV, secc. "Doctrina", p. 700; MOI!EI.LO , Augusto
M., y S'J'!GLITZ , Gabriel A. , Hacia un ordenamiento de tutela judicial de los intereses
difusos, JA , t. IV, p. 651; Responsabilidad civil y prevención de daños. Los in-
tereses difusos y el compi'Omiso social de !ajusticia, LL, t. 1987-0, p. 364; Moi\EI.W,
Augusto M., y VALLEF!N, Carlos, El amparo, régimen procesal , 3g ed., Platense,
La Plata, 1998, esp. cap. VII.
194 Moss ~o:T lTUHRASPt:, Jorge, El daño ambiental y los alcances del mandato
judicial. LLBs.As., t. 1996, p. 643.
J95 PJGRETTJ , Eduardo, La acción de los ciudadanos y de las asociaciones
de protección del ambiente, LL, t. 1987-A, p. 1053.
1 6
~ RI VAS, Adolfo A. , Derechos subjetivos, intereses difusos y acciones popu-
lares . ED , t. 135, p. 861.
197 SPOTA, Alberto A., Análisis de la acción de amparo en los tér·minos del
artículo 43 de la Constitución nacional. ED, t. 163, p. 767.
198 ZAVALA Dr: GoNzAu;z, Matilde, Los daños morales colectivos y su resar-
cimiento dinerario, LLBs.As., t. 1997, p. 283.
199 JL,tENBZ, Eduardo P., y CoNSTANTJ:NO, Juan A., Intereses difusos, su pro-
tección. Efectos y alcances, ED , t. 142, p. 834; TAIJOAOA, Marcelo A., Los intereses
colectivos y difusos, LL, t. 1991-E, p. 1539; TAIAH, Jorge , El acceso a la justicia
en la problemática de los intereses difusos, LL, t. 1991-E, p. 1045; ZENTNEil, Diego
H. , El acceso a la justicia en la problemática de los intereses difusos, LL , t. 1991-E ,
p. 1045.
200 Para una mayor información ordenada y actualizada sobre las posiciones
doctrinarias en torno a esta cuestión véase GoHniLLO, Agustín, n-atado . . . , 4g ed.,
Fundación de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 2000, t . 2, esp. caos Tl v ITT
55
LA LEGlTJMAClON pJ!OCESAL

· · úblicos ha re-
Por un lado la privatización de los seTVICJO P . .
vitalizado palab~as casi olvidadas_o quizás_ nunca utilizada~ c~­
mo "cliente", "usuario", o "consUIDldor". Mientras la mayona e
los servicios públicos fueron prestados por empresas estatal~s,
la defensa de los derechos de los consumidores, clientes o usuanos
de dichos servicios era una cuestión jurídicamente no desarro·
Ua da y prácticamente inexistente. Pero .e~ indudable qu_e tomó
cuerpo a partir del traspaso de esos serv1c10S a manos pnvadas,
a punto tal que ha generado todo un nuevo cuerpo de derecho
que comienza a poblar en forma casi indispensable los anales
de jurisprudencia y los estudios de doctrina. Solamente la pro-
blemática de la audiencia pública o sus diferentes particula-
ridades es hoy un capítulo específico de alguno estudios 201 •
El segundo factor tiene que ver con la creciente problemá-
tica ambiental. Hasta no hace mucho los ambientalistas cons-
tituían un selecto y reducido grupo -muchas eces identificado
con ciertas posturas ideológicas- al que poco se sumaban. No
obstante ello, paradójicamente, si vamos al fondo de nuestra
historia jurisprudencia!, vamos a hallar el primer caso am-
biental que tempranamente resolvió nuestra Corte Suprema.
Me refiero, por supuesto, a "Saladeristas de Barracas c/Pcia.
de Buenos Aires" 202 . Pero tanto se ha girado contra el planeta
y sus ecosistemas en las últimas décadas, que finalmente ha
sonado la alarma general y hoy -sea por el mero interés teórico,
porque es económicamente importante, o porque la ecología lo
reclama-la cuestión ambiental ha ganado todos los campos del
derecho. Ya nadie quiere perder el tren de la ecología. Ad-
ministrativistas 203 , constitucionalistas 204 , politólogos 20 \ interna-

zo1 SACRISTÁN, F.stela B., Las sesiones públicCl$ (•open meetings") del derecho
administrativo norteamericano como forma de publicidad de la actividad admi·
nistrativa, "Rev. de Derecho Administrativo", n•• 27 a 29, 1998, ps. 389 a 434 ;
de la misma autora: Audiencia pliblica y otros procedimientos consultivos en el
dictatlo de actos administrativos de alcance general (nulidades por su omisión),
"Rev. de Derecho Administrativo", n'" · 30 y 31, 1999, ps. 169 a 193.
20< Fallos, 31 :272 (1887).
203 CASSAGNI>, Juan C., Sobr~ la protección ambiental , LL, t . 1995-F., p. 1217;
CARF.LLO , Luis A., Problemas del poder de policía en materia de protección del
(E.ta noto aJrlltiiUÍO t:n la página :1igu ienL~ . )
20• BIDAIIT CAMPOS, Germán J., El medio ambiente y la polución por gases
y humos, EIJ , t . 151, p . 258; El art. 41 de la Constitución y el reparto de com·
IE•14 noto C>OftlinW. •n 14 página siguiente.)
<05 NATALE, Alberto A., Protección del medio ambiente en la reforma cons·
titucional , LL , t. 1994-E, p. 1385.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
56
. ~09 t 'b
cionalistas 206 , civilistas 207, penalistas~ 0 ij, procesal 1st~s . , n u-
taristas 2'o, todos sin excepción, sumados a los espectahstas tra-
dicionales en recursos naturales 211 y a quienes desde temprano
anticiparon el problema 212 , se sienten habilitados para el es-
tudio de esta problemática desde el ángulo que les ~oque. Pero
lo ambiental y lo ecológico tienen que ver necesanamente con
los derechos colectivos, de modo tal que la cuestión ambiental
ha abierto una segunda via de acceso a los intereses. difusos .
Por último la reforma constitucional de 1994 ha stdo clave
en este terreo~. No caben dudas de que la unidad temática
constitucionalizada en los arts. 41, 42 y 43 ha adquirido un
brillo e interés singular que se propaga diariamente Y con ella
el interés -una vez más- por el estudio de los derechos de

!Continuación de la noto 303.1


medio ambiente. en "Rcv. de Derecho Administrativo", año 3 , mayo-diciembre de
1991 , n°"· 7 y 8, ps. 389 a 399; GAMBIER, Beltrán, y LAGO , Daniel H., El medio
ambiente y su reciente recepción constitucional , ED , t. 163, p. 727; TAWLL, Guido
S., La cldusula ambiental en la Constitución Argentina, LL. t . 1995-E, p. 1291.
Continuación de la nota 304.)
petencias entre el Estado federal y las prouincia.s , Rev. "Doctrina Judicial", t. 1997-
2, p. 709; GEI.Ll , María A., La competencia de 14$ provincias en materia ambiental,
LL, t. 1997-E , p. 805; KAUFMAN, Gustavo, Raz.on.abilidad de la regulación ambien-
tal, LL , ~- 1995-C, p . 933; QutROGA LAvtE, Humberto , El estado ecológico de derecho
en la Constitución nacional, LL , t. 1996-B, p. 950.
206 BAHRERts, Julio A., El régimen de los recursos naturales y del medio am-
biente en los tratados fluuiales argentino-uruguayo, "Rev. de Derecho, Política y
Admini stración", Buenos Aires , abril-junio de 1984, p. 28.
~0 7 ALTEHINl, Atilio A. , y LóPE7. CABANA, Roberto M., Los darios al medio am-
biente en el marco de la realidad económica, LL, t. 1992-C, p. 1025; BUSTAMANTE
At.StNA, Jor~e , R esponsabilidad civil por daño ambiental , LL, t. 1994-C, p. 1052;
El orden publtco ambtental, LL , t. 1995-E , p . 916.
~ 08 BEIDF.llMAN, Bernardo, Hacia una poUtica criminal de protección ambien-
tctl, dtuerst{icada y dirtámica, LL, t. 1992-C, p. 757 .
20
~. GARClA PULLES, Fernando, Vías procesales en la protección de los derechos
del ambtente, LL , t . 1995-A, p . 853.
210
BuuT Go~t . Roberto, La protección del medio ambiente en el marco de la~
normas sobre el lauado de dinero en el derecho americano, LL, t . 1996-D, p . 1154.
2
\1 CANO, Guillermo , El orden público ambiental, LL, t . 1979-A, p . 224; Acer-
ca de la acción popular y otros temas de derecho ambiental, ED, l. 107, p. 976;
Génesis y evolución del derecho de los recursos naturales y del derecho ambiental,
ED, t. 151, p. 673; PtGI!t:TII, Eduardo, El derecho ambiental latinoamericano, hoy,
Edla, l . 1982, p. 989; VALLS, Mario F., Primeras reflexiones sobre las cldusulas
ambientales y la Constitución, ED, t. 158 , p. 1065.
21~ EsTRADA, Juan R. de , La regulación legal de la contaminación ambiental
en derecho empresario, Rev. "Derecho Empresario", año 4, n• 33, Buenos Aires,
1976, p. 205.
57
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL

incidencia colectiva. Y dentro de la reforma, la acción de am-


paro ha tenido ciertamente una participación especial. Tal co-
mo dije más arriba cuando analicé el control constitucional en
el marco de esta acción 213 , la reforma resolvió categóricamente
el problema del control constitucional, cerrando todo un capítulo
de la jurisprudencia de la Corte Suprema y los restantes tribu-
nales, pero al mismo tiempo planteó uno nuevo: el de la legi- 2 14
timación, que se expande también a otra clase de acciones
Así es que desde su incorporación expresa en la Consti-
tución con la reforma de 1994, el amparo se ha convertido
en una gran incógnita. A una jurisprudencia que al compás
de la ley 16.986 había apagado definitivamente la llama en-
cendida en 1957 215 , el constituyente de 1994 quiso oponer una
norma que desde lo alto del ordenamiento jurídico fuera capaz
216
de impedir una nueva inmolación judicial de esta garantía •
Pero lo cierto es que esta última ha chocado -como era ine-
vitable- con una tradición antiamparista cuidadosamente ela-
borada a lo largo de cuatro décadas 217 • A este enfrentamiento
de fuerzas opuestas se suma el fogoneo permanente de un ca-
lificado sector de la doctrina que enarbolando el art. 43, le ad-

2 13 Supra, § 58, a .
2 14 El artículo 43 de la Constitución ha incluido la protección de los derechos
colectivos en el marco procesal del amparo. Cabía preguntarse entonces si esa
es la única vía de protección que poseen o existe otra. La Corte resolvió el in-
terroga~te e~ "As oci~ción de Grandes Usuarios de Energía Eléctrica de la Repú-
bhca Argentma cf!'C1a. de Buenos Aires", 22/4197, U. L 1997-C, p. 322, estable-
Ciendo que, tamb1en procedía la acción meramente declarativa a esos fines
m "Angel Siri", Fallos , 239:459 (1957). .
216 _ Eu 1982, _al cumplirse veinticinco años del caso "S iri", el Instituto de

Extens10n Umv.ers1Lana de la UCA llevó a cabo un ciclo ammemorativo del mismo


en donde expus1eron Genaro R. Carrió Jorge R. Vanossi Germán J B 'dart C
Né to p s .·
Y s "r -1 agues s: .
El - • •
pnmero de ellos • al finalizar su "'"""'ICI
- .... J
· 1 ampos
.ón dij' o con eV1'd en t e
,

pesar: se 1a~e rorzoso concluir que la historia institucional del país, particular-
n:ente despues de mediados de 1966 ha frustrado las expectativas que hace vein-
tlcmco años luzo nacer la consagración jurisprudencia! de la acción de amparo
en ~1 área de la protecci<ín de las libertades públicas. o seria leal con mis con-
V>ccwneR m con los destinatarios de esta exposición · pusier a fin a ésta sin des-
tacar tan descou~oladora experiencia" (CARRII'l, Ge:naro R, La acción de amparo
Y otro,q remedws extraordinarios Edla nll 24 19 ., p 7)
217 u . . ' ... - .
.,no de los fallos que terminó de remat.ar esta serie fue, sin dudas , "Hug-
hes 'l'~ol Co. S.A. c1Nac1ón Argentina", Fallos, 307:17 (1 985), donde la Corte
consolidó la eXJgencia del agotamiento previo de la instancia dm ' · t t'
la procedencia del ampa ro. a lillS ra !Va para
58 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

judica al amparo proporciones a mi juicio exageradas 2 ' 8 , frente a


la vigencia formal y real de la vieja ley de 1966 que el Congreso
no ha reemplazado todavía. En otra!'l palabras, el amparo nació
otra vez en 1994, y ha transitado por una suerte de pubertad,
tironeado por un lado por quienes pretenden henchir ilimita-
damente sus velas con los vientos de la reforma, contra los
que han repetido con monótono treno las lecciones aprendidas
en las tres décadas precedentes. Esta adolescencia -en tránsito
ahora hacia la madurez- produjo en la joven criatura creci-
mientos desparejos, y uno de ellos se ha visto nítidamente en
la legitimación . No podía ser de otra manera, pues una de
las novedades más importantes que trajo el art. 43 se dio en
este terreno , cuando la Constitución ofreció su ancha vía para
el ingreso de la protección de los intereses de incidencia co-
lectiva, que han encontrado en el amparo un medio para pisar
tierra firme . Es indudable que el avance producido es impor-
tante y era necesario en aras de la modernización de nuestro
derecho , pero no lo es menos que hasta contar con la confi-
guración adulta de los nuevos institutos habremos de transitar
por un camino sinuoso y plagado de inseguridades , lo que prue-
ba una vez más que el derecho tiene mucho de trial and error .

§ 70. Problemas de la legitimación


colectiva a gran escala

.. Vea.~os aho~a cuáles son los problemas que genera la le-


gtbm~,clOn colectiva a gran escala. Ellos son básicamente cinco:
a) ~Ulenes son los po.rtad~res del derecho de incidencia colectiva
Y como se hace para Identificarlos; b) quién está suficientemente

2 18
Entre quienes propician un .
gusto M., Las garanlias del proceso ·u::paro a mpü o puede verse a MonELLO, Au-
de la tutela judicial. LL, t. 1996-A J 14 y ~l amparo, en relactón a la efectividad
tzc<a : los amparos de los arttculos'
LL , Suplemento Especial del 60º an· y
:a ~~ <?ORDlLLO, Agustín, Un día en la jus.
'. me. 22 de la Constitución nacional
~,mpa.ro Y la nueua Constitución de la ·~:~s~;o (~/12195), p. 57; RIVAS , Adolfo El
L~L~ct~'9;1no E., La pretensión de ampa:O e~~ rgentma , LL , t. 1994-E, p. 1S30·
' . 5-D, p. 1237 ; QurRuGA LAvrt. H b a reforma constitucional de 1994 ,
so bre omparo LL di . ,, um erto Act l .d d
má.s m0 d . ct' ' ano del 14/1 V9G Por .' ua ¡ a en la jurisp rudencia'
en• a sobre 1 · rw parte he t· d
"La Nación" del 26/6/9e6) amparo <B!ANCHt, Alberto B. 'La lop ~ o por una tesis
. ' ey e amparo, diaJ~ o
LA LEGITIMAC IÓN PROCESAL 59

legitimado para ejercer la representación del grupo; e) cómo


son los efectos de una sentencia dictada para un grupo amplio
y posiblemente indeterminado de individuo · d ) cómo se pro-
tege el debido proceso adjetivo de todo los portadores del de-
recho que no han participado en el proceso y e) cómo se hace
para r emediar decisiones judiciales opue ta . Hasta el momen-
t~ , nuestro derecho ofrece tan sólo algunas oluciones inorgá-
mcas a estos problemas.
En primer lugar, no existe un modo efectivo de determinar
quiénes son Y cómo se identifican los portadores de un derecho
~e incidencia colectiva. En otras palabras, una vez que alguien
Ul voca un derecho de esta naturaleza, la primera cuestión a
determinar es quiénes están también afectados en igual o simi-
lar medida y cómo se hace para identificarlos. E evidente que
la mera invocación de un interés o derecho que presumiblemen-
te afecta a un grupo numeroso y tal vez indeterminado de
individuos no puede ni debe er suficiente para otorgar automá-
ticamente legitimación al actor o rec1amante, pues podría ocurrir
que muchos a quienes se intenta representar promiscuamente
no estén interesados en ello. En este terreno, las cuestiones
ambientales o ecológicas y las relativas a la prestación de ser-
vicios públicos deben ser analizadas con mucho cuidado.
Existen, en segundo lugar, algunas soluciones no definiti-
vas ni reglamentadas legalmente para encauzar el problema de
la legitimación de quienes se arrogan la representación de los
portadores de los derechos de incidencia colectiva. Básicamente,
la Constitución los pone en cabeza del Defensor del Pueblo 21 9
y de las asociaciones que propenden a eso fines =, pero tam-
bién el Ministerio Público 221 parece tener un cierto grado de
legitimación, ya que la misma Constitución le impone actuar
en defensa de los intereses generales de la ociedad (art. 120).
Este segundo problema es tan arduo como el a nterior y existen
a su respecto soluciones muy disímile .
En tercer lugar, cuando una sentencia se dicta en el marco
de un proceso con legitimación colecti a ~pecialmente si el
grupo de individuos es indeterminad()- aparece el problema
de los efectos de la sentencia. En nue derecho rige todavía

219 Véase infra, § 72.


220 Véase infra, § 73.
22 1 Véase infra. 75.
60 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

-aun cuando está fuertemente cuestionado- el principio secular


del efecto inter partes de la sentencia, que ha dado luga: a
posiciones doctrinarias encontrada~ . cuando se tr~ta de la 1m:
pugnaci.ón judicial de reglamentos 222 • ¿Hasta que punto es~a
preparado nuestro derecho procesal p~a enfre~tar el camb10
radical que la legitimación colectiva e mdetermmada produce
en los efectos de un pronunciamiento judicial? Tengamos pre-
sente que la admisión de los derechos de incidencia colectiva
es la causa eficiente del abandono del viejo principio, o al menos
de una importante morigeración. A partir de ahora, las sen-
tencias ya no tendrán solamente efectos inter partes . Tendrán
efectos inter partes o erga omnes según como esté planteado
el caso, y según la naturaleza de los derechos en juego. Es
indudable que con ello la capacidad de legislar que poseen los
jueces ha de ser ampliada notablemente 223 . Si bien esto ya
se advierte en algunos pronunciamientos 22\ no es menos cierto
que la cuestión todavía es novedosa entre nosotros y carece
todavía de soluciones orgánicas.
Un cuarto problema muy vinculado con el anterior se pre-
senta con los derechos de los individuos no presentes en el
proceso, pero alcanzados de hecho por los efectos de la sen-
tencia. Es indudable que cuando un tribunal reconoce a un
individuo un derecho colectivo, del cual son portadores también
los integrantes de grupo indeterminado m, está decidiendo -de
hecho- sobre los derechos de personas que no han participado
en el proceso.
El último de los problemas se presenta con la eventual
producción de decisiones judiciales opuestas. Si bien ésta es
una cara~terística del sistema judicial, que al ser difuso y coniar
con un surrnÚinero de órganos duerentes puede producir y de
hecho produce soluciones que en ocasiones pueden ser encon-
222Véase supra, § 49.
223
Tod?s sabemos que los jueces pueden legislar. Lo hacen a través de los
fall os plenanos Y tamb1én a través de la fijación de ciertos principios generales
~~e se trasladan ~ los fallos posteriores. Pero todo eso constituye una modalidad
1 erente Y pe~uena al lado de lo que ocurre al hacer lugar o rechazar una acción
en la que . se d~scutcn los derechos de individuos que no figuran como partes del
proceso n1 estan 1dent1ficados. En este caso el juez está mucho · · ·
eJercer la función de legislar. mas prox1mo a
~:;, ~~onges ~A", Fallos , 319:3148 (1996). Véase lo que digo supra,§ 50.
§ 83. caso paradigmático en este sentido fue "Schroder", que analizaré infra,
61
LA LEGITlMACIÓN PROCESAL

tradas la cuestión aquí presenta ribetes al~o diferentes. Ya


dije más arriba que con la legitimación colectiva a . gran esc~~a
entra en crisis el principio inter partes de la sente~cta Y tamb1en
el concepto mismo de caso judicial. Estamos habttuados ~ pen-
sar en un caso judicial dentro de lo que los norteame~ca~os
llaman el contexto de adjudicación, es decir la resoluc1ón lr:-
dividual y concreta de una controversia, que en nuestro p:;ns
ti.ene lugar a través de un acto administrativo de ~lcanc~ .m-
dividual o bien de una sentencia judicial en el sentido clas1co.
Así, un caso judicial era un conflicto o controversia real
y actual entre dos personas legitimadas para plantearlo, que
de ordinario finalizaba con una sentencia que constituía el dic-
tado de una norma individual de conducta para las partes.
En este contexto, la existencia de sentencias encontradas no
ha constituido un conflicto serio para el sistema. De hecho, en
más de cien años de existencia nadie ha pensado en un posiblt:!
colapso originado en esta causa. Pero, ¿qué ocurre cuando elas-
tizamos notablemente el concepto de caso judicial a fuerza de
extender la legitimación de quienes pueden plantearlo? ¿Qué
ocurre cuando un individuo no sólo puede ser portador de su
propia causa ante los tribunales, sino que también puede ser
portador de la causa de todos, o en todo caso de muchos?
Es evidente que, en este caso, la estructura del caso judicial
cambia y lo que antes era el caso de uno o de algunos pocos
es ahora quizás la causa de todos. ¿Es indiferente entonces
que bajo esta nueva concepción del caso judicial haya soluciones
opuestas? Por supuesto que no lo es . Pensemos, sin ir más
lejos, qué ocurre en un municipio cuando frente a la tala de
árboles para la construcción de un nuevo camino, un grupo
de vecinos se presenta en un tribunal y obtiene una medida de
no innovar y al mismo tiempo otro, en sentido opuesto, logra
que se ordene continuar con la tala. ¿A qué juez obedece la
autoridad municipal? El caso del rebalanceo telefónico 226 y sus
múltiples pronunciamientos judiciales a favor 227 y en contra ~8 2

m Decreto 92/97 , BO , 31/1/97 , Adla, t . 1997-A, p. 198.


2~7 Véanse, por ejemplo, Juz. Fed. de Córdoba n2 2, "Unión Industrial de
Córdoba c/Poder Ejecutivo Nacional", sent. del 6/2/97 , y Ju z. Fed. de Córdoba,
n• 1, "Tognnrelli c/Estado Nacional y Telecom S.A. s/amparo", sent. del 13/12196.
22s CNCont. Adm. Fed., Sala lll, 1412197, "Defensor del Pueblo de la Nación
dPoder Ejecutivo", LL, t . 1997-C, p. 836; CNCont. Adm. Fed. , Sala V, 9/5/97 ,
"Consumidores Libres Coop. Ltda. c/Poder Ejecutivo Nacional", Rev. "Rég. de la
62 CONTROL DE CONSTI'l'UCIONALIDAD

es un buen ejemplo de ello 229 • Si bien es cierto que finalmente


hubo una sentencia de la Corte Suprema que dirimió la cuestión
en forma unívoca 2a", no lo es menos que mientras esperábamos
esa sentencia una apreciable dosis de incertidumbre se apoderó
de la situación.

§ 71. Los legitimados colectivos

El enfoque general del problema efectuado en los párrafos


anteriores me permite ahora analizar la problemática parti-
cular de cada uno de los legitimados colectivos que la ley y
la jurisprudencia reconocen, es decir, de aquellos órganos o
personas a quienes se les atribuye la facultad de representar
intereses de incidencia colectiva. La cuestión tiene importancia
desde el punto de vista del control constitucional, pues quien
tiene legitimación para estar en juicio tiene -consecuentemen-
te- habilitación procesal para efectuar un planteo constitucio-
nal. Los legitimados colectivos son: a) el Defensor del Pueblo;
b) las asociaciones de usuarios y consumidores; e) los legisla-
dores; d) el Ministerio Público; e) las clases de personas, y f)
las personas individuales.

§ 72. El Defensor del Pueblo m

a) LA JURISPRUDENCIA. - El ombudsman o comisionado


parlamentario, una institución con fuerte arraig_o_en el derecho

Administración Pública", n 2 230, p. 130; "Defensor del Pueblo de la Nación c/Poder


E~ecutivo Nacional s/Amparo", 23/9/97, Rev. "Rég. de la Administración Pública",
n - 230, p. 132.
229
Sobre este tema puede verse: GusMÁN, Alfredo S., La reestructuración
tari(aria telefónica. Los procedimientos de audiencia e información pública /,L
L. 1997-C, p. 1390. ' ,
2ao "Prodelco c/P.E.N .", Fallos, 321:1252 (1998).
231
Aclaro que en el curso de este punto me referiré solamente al Defensor
del Pueblo de la Nación, contemplado en el art. 86 de la Constitución y regulado
en la ley 24 .284, ya que de lo contrario deberla referirme también a los funcionarios
equivalentes previstos en otras jurisdicciones, tal por ejemplo la Defensoría del
Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires (art. 137, Constitución de la Ciudad Au-
tónoma), lo que excederla las proporciones de este trabajo. Sin perjuicio de ello
señalo, a título de mera referencia, que aquel órgano de la Ciudad también ha
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 63

comparado 2:1\ fue incorporada al derecho nacional en 1993 con


la sanción de la ley 24.284 233 , que lo denominó "Defensor del
Pueblo". La tarea que esta ley le encomi"Emda es la de proteger
los d~rechos e intereses de los individuos y la comunidad frente
a los actos, hechos y omisiones de la Administración Pública
Nacional. (art. 19 , 22 párr.). Posteriormente, con la reforma de
1994, el Defensor del Pueblo adquirió rango constitucional. El
art. 86 -sin haber sustituido o derogado la ley 24.284, que per-
manece vigente- lo _Qrevé comQ un órgano independiente y le
encomienda la defensa y protección de los derechos humanos
-y demás derechos , garantías e intereses tutelados por la Cons-
titución y las leyes ante hechos, actos u omisiones de la Ad-
ministración, y el control del ejercicio de las funciones admi-
nistrativas públicas. A tales efectos agrega esta norma que
"El Defensor del Pueblo de la Nación tiene legitimación pro-
cesal", disposición que se complementa con la del art. 43, que
también reconoce legitimación procesal al Defensor en lo re-
lativo a la protección de los derechos que amparan al ambiente,
la competencia, los usuarios y los consumidores.
Estas categóricas afrrmaciones constitucionales permiten,
ciertamente, interpretaciones amplias en torno a la legitimación
del Defensor del Pueblo, como la de GORDILL0 234 • Sin perjuicio

obtenido reconocimiento judicial de su legitimación. Así, por ejemplo, en el re-


clamo de los daños y perjuicios de los u suari os del servicio de energía eléctrica
prestado por Ed esur, afectados por la prolongada inlerrupción del servicio en fe-
hrero de 1999, CFed. Civ. y Com., Sala I, "Defensoría del Pueblo de la Ciudad
de Buenos Aires c/Edesw·", 16/3/00, LL , t. 2000-C, p. 399 (esp. p. 415), con nota
de Lmo E. PALACIO , El "apagón" de febrero de 1999. Los llamados intereses difusos
y la legitimación del Defensor del Pueblo.
2n Véase una amp 1'1a reseña del derecho comparado en MAIO!l.ANO, J or ge
L. , El Ombudsman, defensor dPl pueblo y de las instituciones republicanas 2•
ed., Macchi, Buenos Aires , 1999, t . I, ps. 61 a 364. '
2 a~ BO , 6/12/93 .
234
. Según este autor, la legitimación que el art. 86 le confiere "lo habilila
para liTlpugnar ante la administración (reclamos, r ecursos, denuncias) y la justicia
en cualquter competencta dentro de la jurisdicción nacional (o sea unte la · t· ·
proctesul admdm•mst~ativa, civil, comercial, penal) tanto como parte actoraJ~:v:~~~
con enc10so a mtstratJva o como parte 11 d
s upranaciona l, iniciando el' proceso ante l~~~~HantEe en se eúlpetnall; y e~ la j usticia
demand . ll . · ~ n ese m 1p e caracter puede
. ar, qu et e ar, recurnr, reclamar, denunciar los actos hechos u om· ·
l estvos a los derechos y gara t' . • • tstones
o de pactos supranacionale: ~~~:~=~n_ad~s Y; o só~o los de base constitucional
Su legilimación procesal no •se limita :t~mobs t e ongen Ilegal o reglamentario.
1 0 nac10na • pues puede también
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
64
de la certeza general de esta postura, en ocasi?nes se requiere
alguna aclaración, ya que el universo pote~c1al de lo~ repr~­
sentados por este funcionario puede dar cabida a l~ eXIstencia
de intereses opuestos -como efectivamente ha ocurndo-, lo que
dificulta la determinación a priori de quienes han de ser sus
representados. Antes de ello haré una brev~ r~corrida c?n el
objeto de recordar el estado general de la JUTlSprudencia de
235
la Corte Suprema y los demás tribunales federales • . .
Al igual que en el caso de los legisladores, de cuya legitima-
ción me ocuparé más abajo 236 , 1~ ~!!J>acidad pmcesal g~l.Qefen­
sor del Pueblo ha tenido una dispar recepción en la Cort~_y_ en
los tribunales federales en lo conteQcioso a dministra 'vo. Mien-
tras estos últimos le han brindado -en general- una acogida
favorable, la Corte, en cambio, fue más reacia iniciªlmentear e-
conocer su legitimación. Un primer fallo del Alto Tribunal marca
esta tendencia. Me refiero a "Frías Molina cll.N .P.S." 237 donde
el Defensor solicitó ser tenido por parte en los juicios por actua-
lización de haberes previsionales que se encontraban en trámite
ante la Corte Suprema, petición que -en fallo unánime 2as_ fue
rotundamente denegada, con el argumento de que el Poder Ju-
dicial queda exceptuado de la competencia del Defensor, quien
no está legalmente autorizado para investigar la actividad con-
creta de aquéF 39 . Una segunda intervención, también frustra-
da , intentó el Defensor al recusar sin éxito al Presidente del
Tribunal, en una causa en la que no era parte ni había par-
ticipado en el recurso extraordinario 240 •

presentarse ante los ór ganos o tribunales supranaci onales como la Comisión Inte-
ra mericnn a de Der echos Huma nos. Así lo hizo an te una decisión de la Corte Su-
p_rema .de J usticia ? e la Nación r echazando su pedido de pro nto despacho en mate-
n a de J~b1l ac10nes (GORDILLO, Agustín, TI-atado de derecho adm inistrativo, 56 ed.,
Fund~~~ón . de Der echo Administrativo, Buenos Aires, 2000, cap. XII , § 14, p. 42 ).
. · S m per; UI CIO de ello, el Defensor del Pueblo puede actuar a n te cualquier
tnbu nal federal .o pro.vincial. , Recor demos, por eje mplo, el caso del amparo pro-
movid o ante la ;ust1c1a de Rw Negro con motivo del mal esta do de la alcaldía
de la ciuda d de General Roca, lo qu e motivó un pronunciamient o favorable de
la Cáma ra 3" del Cri men de General Roca (LL , t. 1996-A, p. 747 ).
2aG Véase infra, § 74 .
m Fallos, 319:1828 ( 1996).
23
M Su scriben la sentencia los nueve jueces del Tribunal a saber: Nazareno
(Preside~te), Moliné O' Connor, Fayt, Belluscio, Petra cchi , Bo~gia no, López, Bos-
sert y Vazquez.
23
~ Consids. a• y 4".
240
"Defensor del Pueblo de la Nación", Fallos, 320:2605 (1997 ).
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 65

También en "Consumidores Libres" 241 , la Corte Suprema


objetó la legitimación del Defensor del Pueblo, confirmando con
ello lo decidido en Cámara. La actora, invocando la represen-
tación de los derechos colectivos que el art. 43 otorga a las
asociaciones protectoras de los derechos de los usuarios , pro-
movió un amparo contra el decr. 702195 de intervención a la
entonces Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CNT). En
esta acción, el Defensor actuó como tercero a tenor de lo previsto
en el art. 90, inc. 2º, CPCN, y en tal carácter interpuso -al
igual que la actora- recurso extraordinario en contra de la
sentencia de Cámara. Esta última, al revocar la de primera
instancia, había desestimado la acción por falta de legitimación
en la actor a 242 , sosteniendo que la ausencia de un perjuicio
efectivo impedía el progreso del amparo, que de lo contrario
podría convertirse en una acción popular. En relación con el
Defensor, la Sala V de la Cámara en lo Contencioso Admi-
nistrativo agregó que la legitimación procesal que indiscuti-
blemente confiere el art. 86 de la Constitución al Defensor "no
es susceptible de ser infinitamente dilatada de forma tal que
sustente su intervención judicial en defensa de la pura lega-
lidad"24~. La Corte, a su turno, en coincidencia con lo expresado
en la instancia anterior, ratifica que la existencia de sujetos
colectivamente legitimados por el art. 43 no supone la erra-
dicación de los requisitos para instar la jurisdicción judicial
que permanecen vigentes y entre ellos el del caso judicial. Es-
pecíficamente en lo que al Defensor se refiere , dijo " . . . la ley
24.284 no sólo exceptúa expresamente al Poder Judicial del
área en que debe desempeñar sus funciones específicas (art. 16),
sino que dispone la suspensión de su intervención cuando se
interpusiere, por parte interesada, recurso administrativo o ju-
dicial (art. 21, inc. b) (. .. ) Estas restricciones normativas ra-
tifican que ha sido prevista una actuación diferenciada para
el Defensor del Pueblo, quien si bien cuenta con determinadas
facultades para ejercer su competencia, no puede prevalerse
de ellas para alterar las exigencias constitucionales que ha-
bilitan la intervención de los tribunales de la Nación. Por lo

241 Palios, 321 :1352 (1998).


242 CNCont. Adro. Fed., Sala V, 20/10/95, LL , t . 1995-E, p . 470, con nota
de Juan C. CASSAG N~, De nueuo sobre la legitimación para accionar en el amparo.
24~ Consid. III , 42 párrafo.
66 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

tanto, admitir la posibilidad de que el Defensor del Pueblo


peticione sin bases objetivas que permitan afirmar un perjuicio
inminente importaría conferirle el privilegio de accionar sin
que concurran los presupuestos básicos de la acción, ejerciendo,
de ese modo, una función exorbitante y abusiva; y lo que seria
más grave aún, consentir que actúe fuera del estado de derecho
que a él mismo incumbe tutelar" 244 •
El siguiente caso en estudio tiene una singularidad, pues
pese a haber sido planteado directamente por el Defensor del
Pueblo, exhibe una ausencia total de argumentos sobre su le-
gitimación en las tres instancias, aun cuando, como veremos ,
puede considerarse que aquí fue tácitamente admitida. Se tra-
ta del amparo promovido por el Defensor, en contra del decr.
92/97, que aprobara el llamado re balanceo telefónico, célebre
en su época por la cantidad de acciones judiciales que motivó
en varios puntos del país 245 • Tanto en primera ~46 como en se-
gunda instancia ~ se hizo lugar a la medida cautelar requerida,
47

la que finalmente , y pese al dictamen en contra del Procurador


GeneraF 48 , fue revocada por la Corte 249 , provocando una crítica
doctrinaria 250 • Pero lo más notable a este respecto es que nin-
guno de los tribunales intervinientes, ni tampoco el Ministerio
Público, se expidieron acerca de la legitimación del Defensor.
Ello, a mi juicio, debería ser interpretado como una aceptación
tácita de la legitimación para accionar en el caso.

244 Fallos , 321:1358-1359.


~45 Véase supra § 70, notas 227 y 228.
24n Juz . Cunt. Adm. fed . u~ 11, 7/2197 .
247
CNCont. Adm. Fed. , Sala IU, 14/2197 , LL , t. 1997-C, p. 836. Poco des-
pué~, en un mc1dcnte de esa misma causa, el mismo tribunal sostuvo la Legiti-
mac;lón del Defomsor del Pueblo diciendo que "no puede afirmarse que (el Defensor)
actua .en d~fensa de la pura legalidad ya que lo hace para asegurar los derechos
de tnc1denc¡¡¡ colccttva de los usuarios de los servicios telefórucos que se consideran
afectado_s po: e~ rebalancco", sentencia del 23/9/97 , Rev. "Régimen de La Admi-
mslracJOn Pubhca", n° 230, p. 132.
218
Fallos, 321 :1192-1206.
249
"Defensor del Pueblo de la Nación c/Poder Ejecutivo Nacional" Fallos
321 :1187 (1998). Adicionalmente, la Corte rechazó en forma liminar el ~mparo:
Por el rechazo del amparo votaron los jueces Nazareno (Presidente) Moliné O'Con-
nor, Bogg¡ano, Lópcz Y Vázquez. Por el rechazo del recurso extraordinario votaron
los Juec~s Belluscio, Petracchi y Bossert.
250
Qtrri!OCA LAVIÉ, Humbcrto, Réquiem al amparo colectivo LL t 1998-C
p. 1337. ' ' . .
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 67

En 1997, el caso de la privatización de los aeropuertos


dio una nueva ocasión al Defensor par a intervenir judicial-
mente. En lo que aquí interesa, pues el caso ya ha sido re-
latado más arriba en dos oportunidades 25 \ puede apreciarse
la disparidad de criterios entre los tribunale federales en lo
contencioso administrativo y la Corte Suprema. Tanto en pri-
mera 2S2como en segunda instancia 253se reconoció expre amente
legitimación al Defensor. La Corte, que inter vino como conse-
cuencia de la presentación directa formul ada por el J efe de
Gabinete en contra de la segunda decisión de primera instancia,
no dice una sola palabra sobre la legitimación del Defensor,
ni siq_uiera con ocasión de aludir a la de los legislador es que
promovieron el caso 254 •
La Sala IV de la Cámara en lo Contencioso Administrativo
concedió dos importantes victorias al Defensor del Pueblo. Una
de ellas tuvo lugar en "Youssefian c/Secretaría de Comunica-
ciones"2M, donde un usuario del servicio telefónico había plan-
teado un amparo a fin de que antes de decidir acerca de la
prórroga del período de exclusividad que poseían las licencia-
tarias del servicio básico se diera adecuada intervención a los
u su arios. En est e caso S~ presentó también el Defensor del
Pueblo, adhiriendo al planteo del actor, y al resolver la cuestión
de la legitimación el Tribunal dijo: "Por otra parte, en lo que
se refiere al Defensor del Pueblo de la Nación , no puede dejar
de tomarse en cuenta la legitimación procesal que genérica-
mente se le confiere en el art. 86 de la Constitución nacional
Y también en el art. 43 de ésta se regula de manera específic~
su habilitación para intervenir en los juicios de amparo en
casos como el sub examine. Debe dejarse en claro, asimismo,

~fil Me he ocup ado de tJste caso en el capítulo II (§ 23, e), al referirme a


la Corte como guardian a del proceso político y en el capítulo III (§59) con motivo
del control de los decretos de necesidad y urgencia .
. . ~fi Recordemos que fu er on dos los tribunales de pti mera instancia inter-
2

VHilentes , ya qu e hubo dos causas difer en tes. En la prim er a intervino el Ju z


Cont. Adm. Fed. n 10, "Nieva c/PEN-decreto 375/97", sentencia del 8/7/97 . E~
2

1~ Sllgund a , una ca utelar autónoma deducida en con tra del decr. 842/97 inter-
VIn o el ,Juzgado n• 5, resolvie ndo favorabl emente la cues tión en senten'cia del
24/9/97. .
~ 63 CNCont. Adm . Fed., Sala JI, 26/8/97.
~ Fallos , 3.20:2887 . Acerca de la legitimación de los legisladores en este
54

caso me ocuparé infra, § 74.


255
CNCont. Adm. Fed., Sala IV, 23/6/98, LL , t. 1998-D, p. 712.
68 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

que su_I>articipación lo es en defensa de un derecho de usuarios


y consumidores: el de participación en el control de los servicios
públicos, que se vería afectado por una ilegítima omisión de
la Administración. Por ser ello así, no puede sino concluirse
en que el actor Maiorano posee legitimación activa para in-
tervenir en la causa" 256 • La segunda ocasión tuvo lugar con
el amparo planteado con el objeto de obtener la declaración
de inconstitucionalidad de la ley creadora del llamado mono-
tributo 257. La sentencia de Cámara -confirmando la de la ins-
tancia anterior- hace lugar al planteo del Defensor y sí bien
no se expide expresamente sobre la legitimación, es claro que
la admite tácitamente 258 •
También la Sala III de la Cámara en lo Contencioso Ad-
ministrativo recoñocio legitimación al Defensor -acompañado
en este caso por un particular, la Dra. Adrian-; Manetti- rurra
accionar en contra de la implantación de medidores_de agu~
en los edificios de propiedad horizonta.P 59 , fallo en el cual se
hizo lugar a la acción y fue luego confirmado por la Corte
Suprema "60 •
Por último -sin que la reseña arriba efectuada pretenda
agotar la nómina jurisprudencia!-, en "Monner Sans c/Poder
Ejecutivo Nacional" 26 \ una causa iniciada por un particular
en contra del decr. 842/97 -de privatización de los aeropuertos-
donde fue citado el Defensor como tercero, el tribunal de pri-
mera instancia interviniente, al pronunciarse sobre la legiti-
mación de este último, dijo: "Que, como ya he dicho, de consuno

•s& LL , t. 1998-D, p. 717.


25i Ley 24.977 , BO, 617/98.
~sH CNCont. Adm . Fed., Sala IV, "Defensor del Pu eblo de la Nación <:/Mi-
nisterio de Economía y Obras y Servicios Públicos", 7/3/00, LL , t. 2000-C, p. 162.
2 5 9 CNCont. Adm. Fed., Sala Ill, "Defensor del Pu eblo de la Nación c/E stado

Nacional (Poder Ej ecutivo Nacional-Ministerio de Economía y Obras y Servicios


Públicos)", 416/96, LL . t. 1996-C, p. 405 , cott nota d e UGOLLNI, Daniela, El consu.mo
de ag ua y la facturación del servicio en los consorcios de propietarios. Con an-
terioridad ~e había dispuesto la traba de una medida cautelar favorable a los
actores (CNCont. Adm. Fed., Sala de feria -integrada por los jueces Buján, Otero
y Herrera-, Rev. "Rég. de la Administración Pública", t. 210, p. 171, con nota de
Juan Carlos CAFF~RATA , Agua y cloacas, Rev. "Rég . de la Administración Pública",
t. 210, p. 124).
l6o "Defensor del Pueblo de la Nación c/Estado Nacional (Poder Ejecutivo
Nacional-Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos)", Fallos, 323:2519
(2000).
2 1
" Juz. Cont. Adm. Fed. n• 1, 30/ 10/97 , LL , t. 1998-D, p. 219.
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 69

con la legitimación que le viene atribuida en las normas contem-


pladas en los arts. 43 y 86 de la Constitución acional, \..l!..O
puede caber duda alguna en _cuanto que el Defensor del Pueblo
se encuentra facultado para promover de oficio y como plrrte
principal procesos en los que se debatan cuestiones como las
ue iwolucra el presente. Pero, en todo caso debe quedar
claro también que cuando -contrariamente a lo sostenido en
este pronunciamiento- se considere que el afectado al que se re-
fiere la primera norma citada en su segundo párrafo, es sola-
mente el individuo que ha sido perjudicado en un derecho sub-
jetivo (el mismo entonces al que se refiere el párrafo primero),
corresponderá admitir, correlativamente, la posibilidad de los
demás miembros del colectivo -que no tendrían legitimación
por no encontrarse afectados en un derecho subjetivo- de buscar
la protección reparadora del agravio colectivo a través del De-
fensor del Pueblo, quien, en tales condiciones, se constituye
en un verdadero representante promiscuo de todos ellos" 2 u'.
No obstante este amplio reconocimiento jurisprudencia!,@_
Corte Su rema_ha impuesto una fuerte restricción a la legi-
tlmación del Defensor con fundamento en el tercer párrafo del
art. 2 i de fa ley 24.284, según ;1
cual "Si iniciada la actuacion
se interpusiere or persona interesada recurso administrativo o
ac:_tó!}- judicial, el Defensor.. deLJ!Ueblo debe suspender su in-
te rven~ión" . Con invocación, de esta norma fue rechazada la
acción judicial promovida por el Defensor del Pueblo 263 en con-
tra del decr. 1517/98, relativo a la extensión del IVA a la roe-
d' . 264
1cma pre~aga . La sentencia es trascendente , pues refleja
el pensamiento de la Corte que -a mi juicio acertadamente
tal co~o expondré más abajo- no otorga una competencia au~
tomátlca al Defensor del Pueblo, sino que exige un análisis
caso por caso.
La mayoría del Tribunal 266 expresa: "6) Que si bien el art.
86 _Qe la Constitución nacional prescl'ibe que el Dclensor del

262 Lf,, t. 1998-D, p. 224.


26
~ "Def.,nsor del Pueblo de la Nación c/PEN (decreto 1517/98)" Fallos
323:409R (2000}. ' ' '
.~n~lizaré esta cuestión infra , § 96, al r eferirme al caso "Famyl c/Estado
264
.
Nacwnal . Fallos , 323:2256 (2000), en el ámbito del veto presidencial y los actos
exclu1dos dt! control judicial.
2 5
• ~ , En esle caso estuvo integrada por los jueces Nazar eno (Presidente), Mo-
hné O Connor, Lóp ez y Vázquez. Los jueces Belluscio, Bossert, Pelracchi y Bog-
70 C ONTROL DE CONSTITUC IONALIDAD

Pueblo 'tiene legitimación procesal' , ello no significa qu.e los


jueces no deban examinar, en cada caso, ~i c~rr~s~onde as1gn.ar
a aquél el carácter de titular de la relac1ón JUrl~l~a~usta~c~al
en que se sustenta la pretensión, como. es ex1g1b~e e? toao
proceso judicial. No debe perderse de v1sta que dilucid.ar l~
cuestión relatiya a la legitimación procesal del actor 'constituye
un presupuesto necesario para que exista un caso o controver~ia
que deba ser resuelto por el Tribunal, pues la ·usticia_!!_acional
'nunca procede de oficio y sólo ejerce jurisdicción en los~asos
contencl.osos en que es requerida a instancia de art~' (art. 2º
de la ley 27) . Una constante jurisprudencia de la Corte -ela-
borada sobre la base de lo establecido por los arts . 116 y 117
(100 y 101 antes de la reforma de 1994) de la Constitución
nacional- ha expresado que dichos casos 'son [aquellos] en Llos]
que se persigue en concreto la determinación del derecho de-
batido entre partes adversas', motivo por el cual no hay causa
cuando se procura la declaración general y directa de incons-
titucionalidad de las normas o actos de los otros poderes; ni,
por ende, existe facultad alguna en cabeza del Poder Judicial
de la Nación que lo autorice, en tales circunstancias, a formular
dichas declaraciones . 7) Que al respecto debe señalarse que
la ley 24 .284 excluye expresamente del ámbito de la compe-
tencia del órgano demandante al Poder Judicial (art. 16, párrafo
segundo) , y establece que si iniciada su actuación 'se inter-
pusiere por persona interesada recurso administrativo o acción
judicial, el defensor del pueblo debe suspender su intervención'
(art. 21)" 206 •

b) MI o.PINIÓN. - No ha_y da al na d.e...que el Defensor


del Pueblo tiene legitimación pro«_esal como J!ledio de satis-facer
l?s fi.~es para lo._~ cuales ha_sidu~ado . Aun cuando la Cons-
htuclOn nada dlJe:a al respecto, igual debería acordársela, ya
que_ ~e lo contrano su creación se tornaría en buena medida
~tenl su ~_:tuación_ estaría limitada a una mera defensa
formal y teónca ae los intereses que es funciunario re re-
~a . Por ello ere~- que eT proo ema central nQ P-ªSa or di;

giano_ sudsclriDbierron votos separados , pero coincidentes con la au senci a de le<Titi-


macwn e e.ensor en el caso. .,.
"G 6 Fallos, 323:4102-4103.
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 71

cutir si tiene o no tiene legitimación, .ni los alca~ces de .ella.


En rñl opinión el problema es más delicado todav1a, Y eXIsten
dos causas que ponen este _l)roblema de m~fiesto.
El Defensor como todo legitimado colectivo, representa _a
un ~ in_!iE;rt;e;minado de su· etos_(los ciudadanos, }os usu~ios,
los- cQU.Suroidores), perCLOcu.rre_q.ue frente a un determmado
problema ese_grupo puede no ser homogéneo. Pueden existir,
por ejemplo, dentro de la masa de usuarios de un.._ser..vicio,
personas que poseen diferentes intereses ante el mismo pro-
blema. Tómese, por ejemplo, el caso del reóa1anceo telefónico
aprobado por decr. 92/97 . No existía allí un único grupo de
usuarios a quienes el Defensor podía representar; sin embargo,
ellgió a uno de ellos. Lo mismo puede decirse de la privati-
zación de los aeropuertos. ¿Estamos seguros de que todos los
potenciales usuarios de los aeropuertos se sintieron represen-
tados por el Defensor del Pueblo? ¿No es imaginable que algu-
nos de ellos estaban de acuerdo con la privatización por vía de
un decreto, siendo que ello es una cuestión jurídica opinable? ~ 67 •
Es evidente que, en estos casos, el Defensor eligió al grupo
de usuarios que deseaba defender y dejó sin representación
a otro grupo. Esa elección, además, fue claramente discrecional
y nunca se explicó cuáles eran sus fundamentos.
En mi opinión, aquí reside la primera y principal de las
claves pal'a analizar el problema de la legitimación del De-
fensor. Tengo para mí que aun cuando la ley no se lo impon@
ex.p;:_~samen~, el Defensor está_obligado -y los jueces también
deben exigirlo como requisito de admisión de su intervención
en juicio- cuando existen intereses diferentes entre sus even-
Luales reE_resentados, a fundar por qué toma partido a favor
de úno y no de otros. Y es a artir de la racionalidad y certeza
d<: e~a~lección como el- trj unal inte_!:._viniente determin&rá _§Í
~1 Defensor estará legitimado o no para intervenir en la cau_§_a.
N~ se trata, como puede verse, de una legitimación en abstracto,
como es la que ha estado anallzandollas a ahora algún sector
de juris_prudencia arriba citada, sino una le "timaci6ILen_con-
cre!_o, tal como exige la Corte en-el caso del IVA a la medicina
prepaga arriba citado 2s8 •

~r.? S b 1 . 1 .
. . o re e part1cu ar me rem1to a lo que djgo en La regulación económica
Cit., t. I, § 45 , b, p . 229 . ,
21;8 Véa se nota 263.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
72
d da de <ll!e el Defensor tiene
En otras palabras, na die u - - - - - l-
. . ., ella debe dílucidarse en cada caso, pues o
legülm~c10:t:~:porta es si ha elegido corr_ectamente el upo
que reame . 'd ue ello le otor~rá
de ciudadanos, usuanos o consUIID ores, y~ q -;f - ue el De-
legitimación en concreto para actuar. Entlendo a q
fensor, al iniciar una acción -o al sumarse a ella co~~ terce~~
debería demostrar: a) que está representando _al umco _gr
de personas existente e intentar definirlo en la_iorma ma~e­
cisa posible, o b) que siendo dos o más los grupo~ de rep.~e­
sentados existentes, ha elegido al que por de~ermmadas C1r-
cunstancias de número, intensidad de la a(ectJlCl{>n, etc., mer~ce
su cobertura procesal. El tribunal debería a alizar_ entonces
el fundamento de esta elec 'órLy sólo entonc~s co:Qceder o re-
~hazar la legitimación al Defe_nsor para actuar. Esta cuestión
~n aras de no dilatar innecesariamente el proceso- debería
ser preliminar y la decisión inapelable, cualquiera sea el re-
sultado.
La segunda cuestión, derivada necesariamente de la an-
terior, son los efectos de la sentencia respecto del grupo de
usuarios alcanzados por la representación ejercida por el De-
fensor. Es evidente que en aras de obtener una mínima certeza
jurídica deía decisión que final ente se roduzca, el Defensor,
una vez definidos sus representados a robada su le 'tim:aéión
para continuar el proceso, debería darles noticia - medio de
algún medio mínimamente fehaciente -que hasta podría ser
un anuncio por los diarios en la forma en que el tribunal lo
estab~ez.ca- d~ a existencia dEi_pEoceso, de modo tal que la
~!.n~enc1a. qu;:_ se dicte uede_ ser ~onibl~a todo es~ grupo
~ermmado ae personas. De ~O_E.Qntrari , quien no ha to-
mado interve~ción en el proceso podría no sentir. -i~do
por la sentenc1a_y rechazar la "defensa"_g_ue el Defensor efectuó
de sus derechos o la forma en ue lo hizo-:- -

§ 73. Las asociaciones de consumidores


y usuarios

. ~) ~- JURISPRUDENCIA. - También las asociaciones cuya


leg¡timacwn ahora está expresamente reconocida en el art. 43
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL
73

han ido ganando su espacio procesaP69 • Sufri~ron una primera


derrota junto al Defensor del Pueblo -como vunos- en la causa
270
iniciada en contra de la intervención a la entonces CNT ,
donde la Corte Suprema dijo que "de esa ampliación consti-
tucional de los sujetos a quienes se reconoce legitimación pro-
cesal para demandar no se sigue ( ... ) la automática aptitud
para demandar, sin examen de la existencia de cuestión sus-
ceptible de instar el ejercicio de la jurisdicción". Pero se re-
pusieron de ella en "A.G.U.E.E.R.A. c/Buenos Aires" 'ill, al ad-
mitir la Corte que la legitimación reconocida por el art. 43 en
el marco del amparo pueda ser extendida también a las acciones
declarativas de inconstitucionalidad 272 •
Concomitantemente, en "Consumidores Libres cfl'elefónica
de Argentina "~ 73 , la justicia federal les reconoció legitimación
para reclamar contra las licenciatarias del servicio telefónico
una reducción de tarifas a términos razonables y equitativos
que no excedieran una tasa anual de retorno del 16 %. Al de-
sestimar la excepción de falta de legitimación activa opuesta
por las demandadas , el Tribunal sostuvo: "corresponde señalar
que, en la medida en que la asociación demandante actúa en
los términos que resultan de su estatuto, en representación
de los intereses comunes de los consumidores, cuestionando
la legitimidad de un régimen que los afectaría, no resulta inad-
misible la legitimación que invoca, sin perjuicio de lo que luego
pueda decidirse sobre el fondo al momento de dictarse la sen-
tencia definitiva". También fue reconocida la legitimación de
una asociación en el ya mencionado caso "Youssefian c/Secreta-
ría de Comunicaciones"m, en "ADECUA c/Poder Ejecutivo Na-
cional"275 -fallo al que me referiré en el punto relativo a la

~H9 Con anterioridad a la reforma de 1994, algunos fallo. reconocían esta


legitimación. Véase por ejemplo, "Asociación de Reproductores Argentinos de Cine
y Vid eo c/Tclefé S.A.", CNCont. Adm. Fed., Sala IV, 13/10/92, causa 3745/92, esp.
consid. 4°.
270 "Consumidores Libres", Fallos, 321:1352 (1998 ).
m Fallos , 320:690 (1997).
212 Sobre este punto me remito a lo dicho ~upra, § 57, e y d.
21a CNCont. Adm. Fed. , Sala IV, 17/10/97, LL, t. 1997-F, p. 2n.
274 CNCont. Adm. Fed. , Sala IV, 23/6/98, LL , t. 1998-D, p. 712 , e p. consid.
XXV, p. 717.
275 Juz. Cont. Adm. Fed. n• 1, 18/3/99, LL, t. 1999-C, p. 192, con nota de
Patricio A. MARANU:LLO, Alcances del ueto parcial del Poder Ejecutivo en el tributo
a la medicina prepaga .
74 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

legitimación colectiva de las persona? individuales ~or su im-


port.ancia para ellas- y en "Adelco (L1ga del Consum1dor) c/Es-
tado Nacional-PEN (Decreto 92/97)" ~ 76 • Incluso se ha recono-
cido el carácter de asociación en los términos del artículo 43
a una cámara empresaria 277 .
Un fuerte reconocimiento de la legitimación colectiva de las
asociaciones para obrar en el marco del artículo 43 fue obtenido
en "Asociación Benghalensis c!Ministerio de Salud y Acción So-
cial", donde la Corte 278 , al confirmar las sentencias de primera y
segunda instancia ~ 79 , hizo lugar al amparo promovido por .u?
grupo de entidades no gubernamentales que desarrollan activi-
dades en contra del SIDA y condenó al Estado Nacional (Ministerio
de Salud y Acción Social) a prestar asistencia, dar tratamiento y
suministrar medicamentos en forma regular y oportuna a los
portadores de esa enfermedad. Asimismo, la Cámara Nacional
de Apelaciones del Trabajo ha reconocido legitimación a la Aso-
ciación del Personal del INTA para interponer una medida cau-
telar a favor de sus asociados afectados por la rebaja salarial
dispuesta por decr. 430/00, y el Procurador General ha coin-
cidido en tal reconocimiento 280 • Finalmente, se ha reconocido
al Colegio Público de Abogados de la Capital Federal legiti-
mación para accionar en procura de la nulidad de una reso-
lución que afecta los intereses de sus matriculados, aun cuando
aquella produzca efectos fuera de la Capital FederaF81.

m CNCont. Adm. Fed., Sala III, 1215/98, ED , diario del 1717/98.


2 77 CNCont. Adm. Fed., Sala IV, "Cámara de Armadm·e ~ de Poteros Argen-
tinos", 9/5/00, causa n• 41.8!!2199. Dice el fallo: "Siendo que en el estatuto de la
Cámara de Armadores de Poteros Argentinos se han fijado como objetivo de esta
entidad, entre otros, los de '(. .. ) e) representar a la actividad de los armadores
de buques poteros en las relaciones con los poderes públicos (. .. l' y '(. .. ) () con-
tribuir al desarrollo de las empresas nacionales radicadas, impulsando y soste-
niendo su derecho de expansión en tanto la existencia de recursos de aprove-
chamiento sostenible lo permita (. . .)',constituiría un ritualismo excesivo sostener
que las facultades otorgadas a la referida asociación no se extienden a la posi -
bilidad de actuar en juicio en defensa de los intereses de sus integrantes. Ello
es así, en tanto se prevé específicamente la eventualidad de actuar ante los 'poderes
públicos' entre los cuales no se a dvierte motivo alguno para excluir a l Poder Ju-
dicial de la Nación".
278 Fallos, 323 :1339 (2000).
~79 CNCont. Adro. Fed., Sala I, 5/3/98, ED, t. 178, p. 779.
2so "Asociación del Personal del Instituto Nacional de Tecnología Agrope·
cuaria c/Poder Ejecutivo Nacional", Fallos, 323:3085 (2000).
~8 1 CNCont. Adm. Fed. , Sala III, 17/4/97, "Colegio Público de Abogados dt:
la Capital Federal c/Dirección Nacional de Migraciones", causa nº 6128/96.
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 75

En los Estados Unidos también se concede legitimación


a las asociaciones, siempre y cuando se demue tre que ellas
en forma directa, o sus miembros, poseen interés en el litigio.
Un caso emblemático de rechazo de la legitimación fue el ya
citado "Sierra Club v. Morton" ~ 82 , donde se desconoció legiti-
mación a una entidad ecologista para impugnar -<:on tales fi-
nes- la construcción de un centro de esquí en un parque na-
cional, pues no demostró de qué manera tal emprendimiento
podía afectarla a ella o a sus miembros. Contrariamente, en
"NAACP v. Alabama "~l!3 , la entidad protectora de las personas
de raza negra 2R• pudo evitar que el estado de Alabama le exi-
giera informar su listado de miembros. Si bien la acción eslaba
iniciada por la NAACP por su propio derecho, se le reconoció
también capacidad procesal para representar los derechos de
sus miembros.
La Corte Suprema norteamericana estableció tres requi-
sitos para que una organización pueda representar a sus miem-
bros en "Hunt v. Washington State Apple Advertising Commis-
sion"285, una acción entablada por una entidad de productores
de manzanas del estado de Washington, quienes impugnaban
una ley de Carolina del Norte que interfería con la comercia-
lización interestatal de su producción. Los tres requisitos son:
a) que los integrantes posean por sí legitimación para litigar
en el caso; b) que los intereses que se pretenden defender estén
dentro del objeto de la asociación, y e) que ni la petición ni
el remedio requerido en ella hagan necesaria la participación
de los integrantes de la asociación en el proceso. Estos requi-
\ sitos fueron luego ratificados en "International Union, United

2s2 405 U .S . 727 (1972).


\ 2•~
2114
357 U .S. 449 (1958).
La National Association for the Advaucem ent of the Colored Peoplc
(NAACP), fundada en 1909, es una organización de alcances nacionales, dedicada
a la protección de los derechos civiles de personas de raza negra. Cuenta con
oficinas en todo el país y fue la promotora - entre otros- del fam oso caso "Brown
v. Board of Education of Topeka", 347 U.S. 483 (1954) -llevado a delante por Thur-
good Marshall, quien luego fu era el primer juez negro de la Corte Suprema (1967 -
19~: )-, caso llste que. derogó,el criterio de discriminación racial basado en el principio
de separados pero 1guales (separate but equal) establecido en "Picssy v. Ferg u-
son", 163 U .S. 537 ( 1896).
2~5 432 U.S. 333 ( 1977) .
CONTROL DE CONSTITUC IONALIDAD
76
" 2ss en "New York State Club
Automobile Workers v. B roek Y
. N V
Association v. Clty of ew ~.or k "287
.

b) MI OPINIÓN. - Analizar la legitimación de las asocia-


ciones requiere detenerse inevitablemente en la _Parte final del
segundo párrafo del art. 43, donde dice: "Podrán mterponer esta
acción lde amparo)(. . .) las asociaciones que propend~n a _esos
fine s, registradas conforme a fa l~~· }a que deter~1~ara los
requisitos y formas de su orgaruzac10n . Subrayo el ~t~n:o. seg-
mento de esta norma, pues reside allí lo que a m1 JUlClO es
la clave del problema.
Toda asociación que se arrogue la defensa de algún derecho
de incidencia colectiva debe estar registrada conforme a una
ley que determine los requisitos y formas de su organización.
Ciertamente son varias las necesidades interpretativas que esta
norma suscita. Una primera divide la cuestión en si se trata
una ley especifica que emane directamente del art. 43, o si
se trata de la ley general aplicable a todas las asociaciones,
tengan o no el fin indicado en el art. 43 . La segunda necesidad,
derivada de las posturas que se hayan adoptado ante la pri-
mera, es si la ausencia de esta ley inhabilita a los jueces para
conceder legitimación a las asociaciones en su ausencia o si,
por el contrario, ello es superable. Ante esta última posibilidad
se abren dos más: que la Constitución sea meramente progra-
mática en este caso, o que pueda ser suplida por los jueces
mientras el Congreso dicta la legislación respectiva .
Dicho más esquemáticamente:
a) En punto al carácter de la ley que menciona el artícu-
lo 43 :
1) es necesario el dictado de una ley específica, o bien
2) no es. necesario el dictado de una ley específica, pues
resulta sufic1ente la legislación vigente aplicable en general.
b) Si fuera necesario el dictado de una ley específica :
1) los jueces no pueden conceder legitimación a las aso-
ciaciones hasta el dictado de la ley, o bien
2) los jueces pueden conceder legitimación a las asocia-
ciones pendiente el dictado de la ley, pues: r) la Constitución

286 477 U.S. 274 (1986).


287 487 u.s. 1 (1988).
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 77

ha previsto una cláusula meramente programática, o n) los


jueces pueden suplir esta exigencia mientras se dicta la le-
gislación especifica.
Hasta el presente, en la Argentina los hechos nos indican
que a) no se ha dictado la legislación específica, y b) los jueces
conceden legitimación a las asociaciones. Ante la ausencia de
una fundamentación específica sobre el particular, no conoce-
mos las razones de ello; por lo tanto se abren dos posibilidades:
la Constitución no exige una ley específica, pues alude a la
ley general, o bien la cláusula constitucional es meramente
programática.
En punto a la primera duda, tengo para mí que la Cons-
titución exige una ley especia[ 2HH. No tendría sentido que una
cláusula constitucional remitiere a la legislación general, pues
en ese caso cada artículo de la Constitución debería hacerlo en
todas las materias que aborda ~ 8~. Me parece entonces que el
Congreso tiene el deber -no cumplido aún- de dictar la ley
especial a que alude el art. 43 , por medio de la cual se esta-
blezcan los requisitos y formas de organización de las asocia-
ciones de defensa de los derechos de incidencia colectiva. Creo
asimismo que no estamos ante una cláusula programática -si
las hay-, pues los jueces no pueden quedar sujetos a la desidia
del legislador y faltar a su deber de proteger los derechos que
la Constituc-ión reconoce y tutela; de lo contrario se harían
cómplices de la demora legislativa. Pero ello no debe trasla-
darnos al otro extremo y conceder legitimación a cualquier aso-
ciación establecida sin más recaudos que los previstos en la
legislación general. Lo que la Constitución ha querido es que
esas asociaciones tengan un estatuto especial, y en ausencia
de una legislación específica, son los jueces quienes deben im-
poner algunos requisitos siquiera mínimos. Así lo ha entendido

288 La r <J formo de 1994 fue pródiga e n imponer al Congreso la sanción de


leyes especific:as para variadas mat.erias. Si bien el número de ellas varía según
cada recuento , m e voy a guiar por el de VANussl, que llega a veintiséis (VANOSSt,
Jorge R. , La Constitución evanescente (Una reforma espasmódica), LL, t . 1994-E,
p. 1246, esp. p . 1252).
289 También B IUART CAMPOS parece soslener esta opinión cuando dice "La
norma las habilita con la condición de qu e estén registradas conforme a la ley,
pero mientras a falta de ley no estén registradas damos por cierto que basta
que existan con alguna formalidad asociativa" (BmART CAMPOS, Germán J., Manual
de la Constitución reformada , Ed.iar, Buenos Aires, 1997 , t. ll, p. 383).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
78
e los Estados U nidos, al esta blecer en "H unt" los
1a e or t e d 1 ·f
tres requisitos mínimos para reconocer e¡p. 1mac10
·'na las aso
-
ciaciones . · · ·ó d 1 s aso
En mi opinión, para evaluar la le¡p.t1mac1 n e a -
ciaciones a las que alude el art. 43. debemos tener e~ cuenta
algunos elementos iniciales. En pnmer l_ugar, su obJeto. No
me parece indicado que posean una amplitud tal ~ue les per-
mita iniciar cualquier acción en defensa de cualqmer derech_o,
pues de allí a la acción popular sólo falta recorrer un pequeno
trecho. No resulta suficiente así que tenga por fin "la defensa
de los consumidores y usuarios". El objeto debe estar ende-
rezado a la defensa de ciertos y precisos intereses . En segundo
lugar debe atenderse a sus integrantes. Quienes la constitu-
yen ; conforman como miembros -integren o no sus ó_r,ganos
de administración y dirección- deben tener alguna relac10n con
los intereses defendidos, que demuestre su capacitación en tor-
no al conocimiento técnico de la materia que será discutida.
No es lo mismo promover la defensa de los usuarios del servicio
de electricidad que de los que se perjudican por la polución de
los ríos. En tercer lugar, debe exigirse una mínima condición
patrimonial en función del monto involucrado en el litigio. Las
asociaciones que normalmente están orientadas a la protección
de los derechos de incidencia colectiva promueven litigios que
poseen alto contenido patrimonial. Es razonable entonces exa-
minar con qué pueden responder a una eventual condena en
costas, no siendo razonable en este caso escudarse en el be-
neficio de litigar sin gastos, que se otorga a quien se ve obligado
a defender un derecho estrictamente propio. En cuarto lugar,
y ya desde un punto de vista procesal, debería exigirse que
la asociación identifique con la mayor precisión posible el uni-
verso de personas que dice representar, y que el tribunal le
imponga dar noticia suficiente a ellos de la promoción de la
acción, con el objeto de permitirles participar en el proceso a
fin de garantizar mejor sus derechos.
En síntesis, la ley a la que alude el art. 43 en punto a
las asociaciones no ha sido dictada todavía. Ello no constituye
un óbice para reconocerles legitimación , pero la omisión le-
gislativa tampoco debe ser utilizada para no cumplir con el
propósito del constituyente que anida en la obligación impuesta
al Congreso. Son los jueces entonces quienes en cada caso de-
ben examinar la legitimación de cada asociación que se presenta
79
LA LECITlMAClÓN PROCESAL

. tar a la luz de requi-


a defender los derechos que dlce represen . '
sitos mínimos.

§ 7 4. Los legisladores

La legitimación de los miembros. de~ ~ongreso para act~ar


ante la justicia tiene una dimensión mdiVldual y otra colectlV~.
En el primer caso actúan individualmente! por. derec~o pr.oplo
en la defensa de sus intereses como funClonru:os leg¡sla_twos.
En el segundo caso pueden darse. dos ~lternatwas: 1~, p~unera
tiene lugar cuando invocan interferenciaS en su funClO~, la se-
da cuando invocan la defensa de intereses colectiVOS de
~~ r~presentados. Esta segunda alternativa se ha dado en
la Argentina, no en los Estados Unidos. En los párrafos .que
siguen voy analizar el problema tanto e1_1 los Estados Umdo.s
como en la Argentina, enfocándolo espec1almente desde la dl-
mensión colectiva, pues la primera de ellas está admitida Y
no es objeto de controversia.

a) EN LOS ESTADOS UNIDOS. - En los Estados U nidos


no existen dudas acerca del otorgamiento de legitimación sufi-
ciente cuando están en juego cuestiones personales de los le-
gisladores; tal, por ejemplo, el planteo de inconstitucionalidad
de una ley ~ que les redujo sus salarios 291 • Tampoco han existido
90

inconvenientes en reconocer standing a un legislador que re-


clamaba una compensación económica debido a que la Cámara
de Representantes se negó a que ocupara su banca 292 , lo que
a juicio de algunos observadores ha constituido uno de los casos
más esp.ect~culares de esta serie 293 • En estos supuestos, los
pronunc1am1entos de la Corte Suprema son claros.

2
9° Se trataba dt! la ley Gramm-Hudman, que como medio de reducir el
déficit imponía la rebaja tanto del sa lario de los legisladores como del personal
legislativo.
29 1 "Bowsher v. Synar", 478 U .S. 714 (1986).
2
ij~ "Powell v. McCormack", 395 U .S. 486 (1969). Con anterioridad a este
fallo, la Corte había sostenido similar principio respecto de un legislador cstadual
en "Bond v. Floyd", 385 U .S. 116, 128 (1966).
29:l KEF.FF., William, and 0GUL, Moni s, The American Legislative Process ,
9th ed ., l?rentice Hall, New .Jers ey, 1997, p. 418.
80 CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Las dificultades interpretativas aparecen cuando los legis-


ladores reclaman por interferencias que han sufrido en el pro-
ceso de sanción de las leyes. En este terreno no existen pronun-
ciamientos expresos ni definitivos de la Corte Suprema relativos
a la legitimación de los legisladores federales y sólo uno re-
lativo a legisladores estatales, que en definitiva fue rechazado.
Se trata del conocido caso "Coleman v. Miller" 29\ donde un
grupo de veinte miembros de la legislatura de Kansas planteó la
inconstitucionalidad de la decisión de la legislatura de ratificar
una enmienda constitucional relativa al trabajo de menores.
Si bien la Corte rechazó el planteo, sosteniendo que se tra-
taba de una cuestión política no justiciable, tres de sus jue-
ces encabezados por el Chief Justice Hughes les acordaron stan-
ding 295; cuatro -según el voto del Just ice Frankfurter- se los
negaron, y dos, finalmente , no se pronunciaron sobre el punto 296 .
Para analizar la tendencia jurisprudencia! relativa a le-
gisladores federales , es preciso acudir -como dije- a la juris-
prudencia de los tribunales federales inferiores , especialmen-
te a los precedentes de la Corte de Apelaciones del Distrito
de Columbia (United States Court of Appeal for the District
of Columbia Circuit), tribunal que es naturalmente competente
para entender en estas disputas. Allí se ha otorgado cierto
grado de legitimación a los miembros del Congreso cuando ale-
gan que su accionar como legisladores ha sido anulado. Así
fue decidido, por ejemplo, en el caso "Goldwater v. Carter" 29 \
donde se impugnó la denuncia efectuada por el presidente Car-
ter del tratado con Taiwan. Esta decisión luego no prosperó
en la Corte, pues fue revocada (uacated) sobre la base de que
se trataba de una cuestión política 298 •
De toda esta serie, la decisión que más amplio standing
otorgó a miembros del Congreso fue "Mitchell v. Laird" 299, donde
fue cuestionada la constitucionalidad de la Guerra de Vietnam
por no h~ber . sido declarada por vía legislativa. Este prece~
dente no Implicaba, de todos modos, la existencia de un criterio

294 307 U.S. 433 (1939).


295
Lo acomp a ñaron en este votos los Justices Butler y McReynolds.
2
96 C ~LEM ElU NSKY, Erwin, Federal Jurisdiction, cit., p. 105.
2 7
9 617 F.2d 697 , 702 (Cor te de Apelaciones del Distrito de Columbia, 1979).
298 444 u.s. 996 (1979) .
2
99 488 1<'.2d 611 (Circuito del D.C., 1973).
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 81

jurisprudencia\ uniforme en las Cortes de Apelación federales.


Efectivamente, al mismo tiempo que la Corte de Circuito del
Distrito de Columbia concedía esta legitimación, la Corte de
Apelaciones del Segundo Circuito 300 , en "Ho\tzman v. Schle-
inger" ~0 \ la denegaba en un caso muy similar donde se cues-
tionaba el bombardeo sobre Camboya ordenado in int ervención
del Congreso. Es más, la doctrina de "Mitchell v. Laird" fue
rápidamente limitada en sus alcances -por el mismo tribunal
que la estableció- en "Kennedy v. Sampson" 302 • El senador Ken-
nedy había impugnado el "veto de bolsillo" 303 impuesto por el
presidente Nixon a una ley, y si bien se le concedió legitimación
para hacerlo, el Tribunal aclaró que lo hacía en la medida en
que el veto anulaba lo actuado por el actor como legislador.
Una n ueva y más concreta derogación de "Mitchell v. Laird"
tuvo lugar en "Harrington v. Bush" 304 • Aquí se trataba del cues-
tionamiento de partidas presupuestarias destinadas a la CIA,
ocullas en los presupuestos de otras agencias estatales. En
este caso, la legitimación para accionar fue denegada-. Tam-
poco prosperó la legitimación invocada por un grupo de sesenta
representantes (diputados) en "Edwards v. Carter" 306 • En este

aoo En los Estados Unidos, las circunscripciones judiciales federales se lla·


man Circuitos. Hay trece circuitos dP.t.erminados en 28 USC § 41 Y el segundo
corresponde a los estados de New York, Connecticut Y Vermont.
301 484 .F.2d 1307 (2• Circuito, 1973).
ao2 511 .F.2d 430 (Circuito del D.C. , 1974).
ao:< En los Estados Unidos existe el denominado "veto de bolsillo" (pocke.t
ueto) previsto en P.l Art. I, sección 7, el. 2, que es propio del sistema de funcio·
namiento del Congreso en ese pals. Dado que allí el Congreso abre y cierra sus
sesiones a voluntad - a diferencia de nuestra Constitución, que establece rígida·
mente la !'echa de apertura y cierre del periodo ordinario- puede ocurrir que el
plazo de diez días (sin contar los domingos) que el Presidente posee para reenviar
una ley vetada sea disminuido o bien eliminado por una clausura anticipada .
Para evitar esta circunstancia, la Constitución prevé que se considerará vetada
toda ley que haya sido remitida al Poder Ejecutivo si el Congreso clausura sus
sesiones antes de pasados diez días del envío. La Corte Suprema ha tenido opor·
tunidad de analizar el veto de bolsillo principalmente en dos ocasiones: "The Pockel
Veto Case", 279 U.S. 655 (l929) y "Wright v. United States", 302 U.S . 583 (1938).
30 4 553 F.2d 190, 213 (Circuito del D.C., 1977).
30fi El Tribunal sostuvo que se cuestionaba aquí una práctica del Congreso
Y que por lo tanto no era su cometido entrometerse en un asunto interno del
Poder Legislativo.
3 6
0 Así fue resuelto en la Corte de Distrito, 445 F.Supp 1279 (Tribunal de
Distrito del D.C.), y confirmado - bien que con diferentes fundamentos- por la
Cort.e de Circuito, 580 F.2d 1055 (Circuito del D.C., 1978).
82 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

caso se cuestionaba que el presidente Carter hubiera sometido


la aprobación de los tratados sobre el Canal de Panamá so-
lamente al Senado, sin intervención de la Cámara de Repre-
sentantes. El Tribunal les denegó legitimación sobre la base
de que los legisladores no pudieron demostrar que la acción
ejecutiva hubiera entorpecido o anulado en forma total el pro-
ceso legisla ti vo 307 •
En casos más recientes, la legitimación de los legisladores
ha sido más restringida aún, llegándose a sostener que la anu-
lación completa de la actividad legislativa no es suficiente para
asegurar la legitimación, la que puede ser denegada aún en
presencia de todos los requisitos para otorgarla, invocando la
doctrina de la equita ble discretion (discrecionalidad equitativa).
Esta doctrina fuP. sostenida inicialmente el caso "Riegle v. Fe-
deral Open Market Committee" 308 , en el cual un legislador de-
mandó al Comité del Mercado Abierto Federal (Federal Open
Market Committee), pues estaba presidido por personas que
no habían obtenido para ello la aprobación del Senado. El Tri-
bunal, si bien admitió que el actor poseía standing para pro-
mover la acción, rechazó el planteo como forma de ejercicio
de su "discrecionalidad equitativa".
En casos posteriores esta doctrina fue retitulada, deno-
minándosela remedial discretion (discrecionalidad reparadora),
y bajo su imperio han sido resueltos casos como ''Vander Jagt
v. O'Neil" 309 , en el cual fue rechazada la demanda de un le-
gislador rep_u~~icano . que. impugnaba la distribución de cargos
en una com1s10n leg¡slat1va de la Cámara de Representantes.
Tamb1én fue empleada la remedial discretion en "Moore v. Hou-
s~ o~ Rep.resentatives" 3 10 para rechazar el planteo de incons-
tltucwnahdad de un proyecto de ley sobre im t
se h b ' . . d pues os que no
. a la ongma o en la Cámara de Representantes an. Igual
307
445 F.Supp en p. 1286
aoa 656 F.2d s7a (Circuito del D C 198 )
1072 (1981). · ·• 1 . certiorari denegado en 454 U.S.
309
699 F.2d 1166 (Circui
823 (1983). to del D.C. , 1982), certiorari denegado en 464 U.S.
310
733 F.2d 946 (C ' ·to d ¡ D
1106 (1985). rrcu¡ e .C. , 1984), certiorari denegado en 469 U.S.
'JI] R
. . ecordemos que en los Estados Unidos ri . .
Clón 7, el. 1, el mismo principio establ .d 1 ge, por unpeno del Art. J, Sec-
que en esto ha seguido una vez á eclt o ednle art. 52 de nuestra Constitución,
m s e mo e o norteamencano.
LA LEGITlMACIÓN PROCESAL 83

doctrina sirvió para rechazar en "Crockett v. Reagan au, una


demanda planteada por veintinueve legisladores que impug-
naban la ayuda otorgada por el gobierno federal a El Salvador
por considerarla violatoria de la Ley de Asistencia Interna-
cional de 1961. Con igual criterio fue rechazada en Gregg v.
Barrett":m, una demanda relativa al cuestionamiento de trans-
cripciones verbales efectuadas en los Libros de Sesiones y tam-
bién fue rechazada por un tribunal de distrito en "Lowery v.
Reagan" 314 una demanda en la que se alegaba la violación de
la Resolución sobre Poderes de Guerra por parte del presidente
Reagan:m.
Completan esta mención jurisprudencial los casos "Raines
v. Byrd" 316 y "Dcpartment of Commerce v. United States House
of Representatives" 317 . En el primero de ellos, seis legisladores
(cuatro senadores y dos representantes) impugnaron la consti-
tucionalidad de una ley sancionada el 12 de enero de 1997 3 lll,
que permitía al Presidente adoptar ciertas medidas de reducción
presupuestaria. En un fallo redactado por el Chief Justice Rehn-
quist:m , la Corte Suprema revocó el fallo de la Corle del Distrito
de Columbia -que había decretado inconstitucional la ley- y
declaró la inexistencia de legitimación en los legisladores 320 •

:l12 720 F.2d 1355 (Cir~uito del D.C.), certiorari denegado en 467 U.S. 1251
(1983).
8 1 ~ 77 1 fi'.2d 539, 543/546 (Circuito del D.C., 1985).
3 H 676 F.Supp 33 ('f'ribun "l de DisLrito del D.G., 19M7).
31' Vale la pena mencionar en esta lín ea ne¡:atoria del ~tanding de los le·
gisladorcs el caso "McCiure v. Carter", 513 F.Supp 265 (Tribunal de Distrito de
ldaho, 1981 ). El senador McClure impugnó la designación como juez de la Corte
de Apelaciones del DistriLo de Columbia de un ex legislador de apellido Mikva
sos Leni endo que su nombramiento era violatorio del Art. I, sección 6 cláusula 2
de la Constitución , que prohíbe la designación de senadores o repres~ntantes en
cargos d~l Gobu~rno federal c~ando los salarios correspondientes a e e cargo han
stdo lOCi ementad~s por dectslón del Congreso durante el ma ndato legislativo del
~e~ tgnado. El tnbunal , SI~ embargo, rechazó la demanda, pues sostuvo que ca-
teda de leg¡ttmact~n para tmpugnar judicialmente una decisión en la que había
quedado en mmona en la votación.
a16 521 U.S. 811 (1997).
m 119 S.Ct. 765 (1999).
a1s L. ¡
319
zne tem Veto Act, 110 Sta tutes at Large 1200; 2 USC § 691.
. Concurneron en el voto los j ustices Ginsburg y Souter y disintieron los
J us t wes 8 tevens y Breyer.
32o El
d d a~gumento empleado por la mayoría fue, básicamente que habían
que a . O e n mtnoría al sancionarse la ley y no exhibían anavins p~rsonai'H' c 1 u ~
met·ec1eran atención por parte del 1'ribun n l.
84 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

En el segundo caso, la Cámara de Diputados (House of Rep.re-


sentatives) demandó como cuerpo el uso por parte de la Oficma
de Censo (Census Bureau) de un sistema de muestreo esta-
dístico en reemplazo de uno anterior, basado en el cómputo
por cabeza, para la distribución de los distritos electorales .e~
las elecciones del año 2000. La Cámara alegaba tener legiti-
mación para ello , pues la elección de uno u otro sistema afectaba
su integración, y además el sistema empleado la privaba de
información sobre la composición de la población. En un fallo
dividido 321 , la Corte finalmente omitió pronunciarse expresa-
mente sobre la legitimación de los legisladores. En primera
y única instancia 322 había sido admitida esta legitimación y
declarada asimismo la inconstitucionalidad del método empleado,
pero la Corte rechazó la apelación del Department of Commerce
(ministerio en el cual actúa la Oficina de Censo) por ausencia
de cuestión federal sustancial, invocando que una cuestión si-
milar ya había sido resuelta en un caso anterior 323 •

b) EN LA ARGENTINA. - Entre nosotros se ha entablado


un fuerte debate que tiene como protagonistas a algunos tri-
bunales integrantes de la justicia en lo Contencioso Adminis-
trativo Federal, por un lado, y a la Corte Suprema por el otro.
Los primeros han reconocido en algunas ocasiones legitimación
colectiva a los legisladores, en tanto que la Corte Suprema
la ha desconocido.
Esta disputa tuvo una primera y célebre expresión con
la decisión del juez Garzón Funes 324 cuando acogió favorable-
mente la acción de amparo promovida en su doble carácter
321
. Por la mayoría votaron la jueza O'Co nnor (quien redactó el fallo) y los
JUe~es Scalia (en comctdencta parcial), Thomas , Rehnquist y Kennedy. En la mi-
nO!:a yBcon v:m antes quedó el sector liberal de la Corte, esto es, los jueces Gins-
bUl g, reyer, Stevens y Souter.
, ~.
22
Actuó u~ tribunal de distrito de tres jueces que constituye un t ribunal
de umca mstanc1a, según se es ta blece en 28 USC § 1253. Sobre el particular
me remtio a lo que digo en Bt ANCHI, Alberto ~·· J urisdicción y procPdimientos
en la Corte Suprema de lo~ Estados Unidos, Abaco, 13uenos rures 1994 § 16
ps. 127 y stgu1entcs. ' ' '
:l~~ Se trataba de un caso en el cual se hizo lugar a una dema nda planteada
bor votantes de Indiana, que impugnaban el método empleado por la Oficina de
ens~·~4POr ~1acerles. perder un diputado. Véase 119 S.Ct. en p. 773.
A cargo POI entonces del Juzgado en lo Contencioso Administrativo n• 2.
LA LEGITlMACIÓN PROCESAL 85

de ciudadano y diputado nacional por Moisés ~ontela cont~a


la privatización de la empresa Aerolíneas Argentin~. Ello dio
pie al primer recurso extraordinario per saltum entoso en la
historia de nuestra Corte Suprema, donde ésta, al revocar lo
decidido en primera instancia, negó al diputado accionante ca-
3
rácter de persona legitimada para la promoción del a:mparo 2li .
Dijo la Corte en esta oportunidad: "... no confiere legitimación
al Sr. Fontela, su invocada 'representación del pueblo' con base
en la calidad de diputado nacional que inviste. Esto es así,
pues el ejercicio de la mencionada representación encuentra
su quicio constitucional en el ámbito del Poder Legislativo, para
cuya integración en una de sus cámaras fue electo, y en el
terreno de las atribuciones dadas a ese Poder y a sus com-
ponentes por la Constitución Nacional y los reglamentos del
Congreso. Tampoco la mencionada calidad parlamentaria lo le-
gitima para actuar en 'resguardo de la división de poderes'
ante un eventual conflicto entre normas dictadas por el Poder
Ejecutivo y leyes sancionadas por el Congreso toda vez que ,
con prescindencia de que este último cuerpo posea o no aquel
atributo procesal, es indudable que el demandante no lo repre-
senta en juicio" 32ij .

Igual suerte tuvo el amparo promovido por los diputados


Héctor Polino y Alfredo Bravo 327 en contra de la ley 24.309 ,
por medio de la cual se convocó a la Convención Constitu-
yente de 1994. En relación con la legitimación de los actores
como legisladores, la Corte dijo en esta oportunidad: "Tampoco
confiere legitimación al recurrente su condición de diputado
nacional, ya que el interés propio al que alude no ha sido sus-
tentado, en modo alguno, con la precisa y suficiente fundamen-
tación que exige el sostenimiento de un recurso extraordinario,
para lo que no basta la in vocación genérica y esquemática de
agravios" 32R.
Debe ser mencionado también el caso "Terragno c/Estado
Nacional" (decr. ~65/97) J 29 • Rodolfo Terragno, como usuario, y
un grupo de leg¡.sladores, en su calidad de tales, impugnaron

32
6 "José Roberto Dromi", Fallos, 313:863 (1990).
32 6 Fallos, 313 :874.
~27
"Polino c/Estado Nacional", Fallos, 317:335 (1994)
32
~ Fallos, 317:343. ·
3
"° CNCont. Adro . Fed., Sala ll, 3/6/97, J.L. t. 1997-F. n ,._, . .
86 CONTROL UE CONSTITUCIONALIDAD

por vía de amparo la privatización de la Empresa Nacional


de Correos y Telégrafos (Encotesa). El tribunal no reconoció
legitimación a ning-uno de los actores. En lo que a los legis-
ladores se refiere, citó en primer lugar la jurisprudencia ema-
nada del caso "Dromi", antes mencionado, pero agregó además
algo de importancia para entender la decisión en el caso par-
ticular. Fundó la ausencia de legitimación de los legisladores
en que la caducidad del proyecto de ley tratado en el Congreso
relativo a la privatización de Encotesa y la ausencia de otro
similar con estado parlamentario revelaban que el Poder Eje-
cutivo no había obstruido la labor parlamentaria con el decreto
cuestionado, lo que impedía el progreso de la acción 330 .
Siete años después del caso "Aerolíneas", otro de ribetes
similares reabrió el debate. Me abstengo de comentar este caso
con detalle, pues ya lo hice anteriormente, lugar a donde me
remito ;m _ Menciono solamente que se trataba también de otra
privatización - la de los aeropuertos- que suscitó nuevamente
la interposición de un amparo por parte de un grupo de di-
putados nacionales, quienes, invocando tal carácter, cuestio-
naron los decretos que habían dispuesto esta operatoria. Tan-
to en primera 332 como en segunda instancia 333 los magistrados
del fuero en lo contencioso administrativo hicieron lugar a lo
peticionado, otorgándoseles a los legisladores la legitimación
correspondiente 33 4 , luego de haber sido dictada en primera

330
Dijo el Tribunal: "Por lo demás , aunque se admitiera que no cabe negar
la tutela JHd!cial cuando resulta afectado el derecho subjetivo de los legisladores
de cooperar en la formación de la voluntad pública de sancionar la norma no
parece que en el caso tal afectación pudiera producirse toda vez que el proy~cto
de ley referente al marco regulatorio del servicio de correos y privatización de
EncotesaS.A., aprobado por el Senado y considerado en Comisión por la Cámara
de Diputados, cuyos antecedentes hemos tenido a la vista y corresponde agregar
: e~ta causa, por la ley 13.640, modificada por las leyes 23.821 y 2::1.992. Cabe
gr gar que no ~e ha mvocado que exi~ta otro proyecto con estado parlamentario
En tales condiCIOnes, no se advierte que el derecho de los actores a ejercer s~
función partiCipando en la formación de la voluntad del órgano -Pod L · 1 t"
se encuentre, de modo inminent d . . er egts a Ivo-
el acto del Poder E . t . -d e, amenaza o, restnngtdo, limitado o privado por
J ecu 1vo ecreio 265/97 _
J:l l Véase supra, §59. ·
332
Juz Cont Adm Fed o 10 "N. cJP
8/7/97. ·· · · · n ' Ieva EN-Decr. ::175/97", sentencia del
~!: ~NCont. Adm . Fed.: Sala II, sentencia del 26/8/97 .
1anto en la sentencia de primer · t ·
funda la legitimación de los legislad alms ancfiia como en la de la alzada se
ores en a mter erencia ejecutiva en el proceso
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL
87
3 6
instancia una medida cautelar 335 confirmada en l a alzada ~ .
Inmediatamente, el Poder Ejecutivo dictó el decre.t o de nece-
sidad y urgencia 842/97, que ratificó los d~ anten?res Y con-
tinuó con la operatoria de privatización. Esta fue tmpugnada
nuevamente por los mismos legisladores, quienes en este caso
lograron trabar una medida cautelar autónoma 337 donde se alu-
dió brevemente a la legitimación de los legisladores, con iguales
fundamentos expuestos en los fallos anteriores. Contra esta
decisión, el Poder Ejecutivo planteó un recurso directo ante
la Corte Suprema, la que al resolver, haciendo lugar a dicho
recurso, se pronunció diciendo : "los diputados nacionales de-
mandantes sólo están facultados para ejercer el control que les
difiere la Carta Magna en el ámbito del Congreso de la Nación
al cual pertenecen, mas no están habilitados para instar a que
el Poder Judicial sustituya al Poder Legislativo (. . .)" 338 •
Poco después, en "CMmez Diez c/Poder Ejecutivo Nacional"a:l9,
la Corte volvió a rechazar por falta de legitimación una acción
planteada por tres diputados nacionales en contra de la ley
24.699 que dispuso la prórroga del Pacto Federal para el Em-
pleo, la Producción y el Crecimiento. En coincidencia con la
Procuración General, se rechazó la demanda con fundamento
en la falta de legitimación de los actores por no haber de-
mostrado la existencia de un daño directo. A igual resultado
se llegó en "Garré c/Poder Ejecutivo Nac\onal" 340 , donde tres
diputados nacionales requelian -por vfa de amparo- la decla-
ración de inconstitucionalidad del decreto 21/99.

e) MI OPINIÓN. - No caben dudas de que cuando un le-


gislador acciona defendiendo un interés estrictamente personal,

legislativo, hecho que estaría dado, a juicio de estos pronunciamientos, en que


estando bajo tratamiento una ley, el Presidente dispuso regular la cuestión por
decreto.
a~5 Sentencia del 8/5/97 .
336 Sentencia del 1017/97.
2
as7 N 5, "Nieva dPEN-decr. 842/97 s/medlda cautelar", sentencia del 2419/97
(cxplc. 18.504197).
33
~ "Jorge Rodríguez-Jefe de Gabinete", Fallos, 320:2851 , 2887 (1997). Un
extenso comentario a este caso puede verse en Btt:l.SA, Rafael A., y GARBER, Car·los
A., Aeropuertos: algo más que un caso difícil, LL , t . 1999-C, p . 837 .
3 :i9 Fallos, 322:528 (1999).
a4o Fallos , 323:1432 (2000).
88 CoNTROL DE CONSTITUC IONALIDAD

como pudo ser el caso "Powell", en los Estados Unidos, de-


be acordársele amplia legitimación. En este caso, el legislador
es equivalente a un ciudadano más que está defendiendo sus
derechos.
Muy distinta es la situación del legislador que invoca una
representación colectiva. La materia aquí analizada no es senci-
lla y los propios norteamericanos confiesan que la cuestión es
todavía confusa 341 , siendo objeto de permanentes notas en re-
vistas jurídicas 342 • Ello permite comprobar -una vez más- que
los problemas que hoy estamos intentando resolver aqui ya
fueron materia de discusión allí, donde esta problemática dista
de tener una solución pacífica en la doctrina. Los autores nor-
teamericanos están profundamente divididos en este terreno;
mientras algunos sostienen que los tribunales han sido exa-
geradamente restrictivos, otros, por el contrario, critican la ten-
dencia jurisprudencia! por considerarla amplia. Entre los pri-
meros se ubica CHEMERINSKY -profesor en la Universidad de
Southern Califomia-, para quien la doctrina del remedia[ dis-
cretion es inconstitucional ya que, en su criterio, no puede per-
mitirse a un tribunal abstenerse de actuar según su voluntad
cuando está en juego una cuestión constitucional y se encuen-
tran además reunidos los requisitos de la judiciabilidad del
caso. A su juicio, esta doctrina se superpone con la de las
cuestiones políticas, o, dicho de otro modo, si la cuestión es
política, se aplica esta doctrina , pero no puede aditársele la
de la discrecionalidad reparadora 343 • A favor de una mayor res-
tricción se encuentran, por un lado, el actual Justice Antonio
Scalia y el ex juez Robert H. Bork. Siendo jueces de la Corte de

341 En 1987 , cuando se publicó la penúltima edición de The Constitulion


nf the Unilecl S tates o{ America, preparada por el Congressional Research Service
dep endiente de la Library of Congress (U.S. Govern.ment Printing Office, Wash-
ington) que constituye el tratado oficial del gobierno federal de los Estados Unidos
sobre der echo constitucional , el capítulo referente al standing de los legisladores
frnalizaba diciendo "The status of this issue remains in confusion" (p. 685); en
1996 se publicó la última edición de esta obra, y este capítulo fmaliza diciendo
lo mismo (p. 668), lo que es claramente indicativo de las dificu ltades que el tema
present.a.
s•" Véase, por ejemplo, Congressional Access to the Federal Courts, "90 Har-
vard Law Review", 1632, 1647/8 (1977); Should Congress De{end its Own Interests
B~(orP the Courts? , "33 Stanford Law Review" 715, 724/32 ( 1982); The .Justiciability
of Congressional·Plaintiff Suits , "82 Columbia Law Review" 526, 536/9 (1982).
~<I:J Cm;MERINSKY, Erwin, Federal Jurisdiction, ob. cit., p. 109.
LA LEGITIMACIÓN PROC"FSAL
89

Apelaciones del Distrito de Columbia, ~ v~taron en_disi-


dencia en "Moore v. House of Representabves" , sosteruendo
que los legisladores carecen de todo tipo de legitimación para
el planteo de cuestiones que no sean personales pues para
ello cuentan con los resortes de poder que poseen en su con-
dición de legisladores. Igual opinión expresa Laurence TRmE
-desde su cátedra en Harvard- quien sostiene que cuando un
legislador demanda judicialmente lo que no ha podido hacer
prevalecer en el recinto legislativo sólo está exhibiendo la im-
posibilidad de convencer a sus colegas en la medida en que
no pruebe haber sufrido una interferencia ilegítima en su labor
legislativa 345• Señalo asimismo que esta disputa en los Estados
Unidos no está alimentada por posiciones ideológicas encon-
tradas. En efecto, es bien sabido que BoRK y TRIBE representan
prácticamente los extremos del conservadorismo y del libera-
lismo respectivamente, enfrentamiento que se hace patente en
temas cruciales tales como el del aborto. En este terreno es
bien conocida la marcada disputa entre la línea antiabortista
de BORK 346 y la proabortista de TRIBE 347 • La cuestión del stan-
ding de los legisladores, sin embargo, parece estar más allá
de sus diferencias ideológicas y los encuentra unidos bajo el
mismo criterio.
En la Argentina observamos todavía el despertar de esta
disputa, lo que nos coloca en una situación bastante similar
a la dt! los Estados Unidos en la década de 1970, cuando ese
país era gobernado por el presidente James Carter, bajo cuyo
mandato se produjeron muchos de los casos arriba examinados.
En efecto, la colisión que vemos entre los tribunales conten-
cioso-administrativos y la Corte Suprema es similar a la que
existía entre la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia
y la Corte norteamericana en aquellos años. La diferencia sus-
tancial entre ellos y nosotros es que aquí la Corte Suprema
ha dicho expresamente que los legisladores carecen de legiti-
mación, mientras que el 'I\·ibunal norteamericano ha optado

344 733 F.2d 946 (Circuito del D .C., 1984), certiorari denegado en 469 U.S.
U06 {1985).
a•~ TRIRI::. Laurence, American Constitutional Law, ob. cit., p . 462.
346 BoRK, Robert H. , Slouching 7bwards Gomorrah. Modern Liberalism and
American Decline, Regan Books, 1997, ps. 172 y siguientes.
347 TRIO!:: , Laurence H ., Abortion. The Clash of Absoluts , W.W. Norton &
Co. , New York-London , 1992.
90 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

por la solución expedita y menos comprometida de las cues-


tiones políticas adoptada en "Coleman v. Miller" 348 , Y "Gold-
water v. Carter" ~•Y, como vimos, salvo "Raines v. Byrd" "ó0 , pero
del cual -insisto- no pueden extraerse conclusiones definitivas.
Es de observar, sin embargo, que con posterioridad los tribu-
nales federales inferiores cambiaron de criterio y sin decirlo
expresamente, aplicaron también una suerte de doctrina de
las cuestiones políticas, bien que disimulada bajo las teorías
de la equitable discretion y de la remedial discretion, que no
dejan de ser, en el fondo , una versión ad hoc de aquélla. Este
cambio, que se verifica especialmente en la jurisprudencia de
la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia, motiva la
segunda reflexión, que hace al compromiso político que asume
un tribunal de justicia cuando decide intervenir en la disputa
entre dos poderes del Estado, por más jurídica que ésta parezca.
En lo atinente a la jurisprudencia de nuestros tribunales,
creo que las conclusiones deben abarcar los dos tipos de casos
vinculados con la legitimación colectiva de los legisladores, esto
es, cuando invocan una interferencia en su función legislativa
(caso Nieva-aeropuertos) y cuando intentan representar un in-
terés colectivo de sus representados (caso Fontela-Aerolíneas
Argentinas) .
En cuanto a lo primero, ¿podemos decir que el legislador
está defendiendo aquí un derecho propio? Creo que no. Dis-
tingamos para ello entre los derechos y pri vilegios propios de
que una persona goza en su calidad de legislador y las pre-
rrogativas que posee el cuerpo legislativo, al cual pertenece
como órgano del Estado. En el primer caso, nos encontramos
con el derecho a la retribución económica establecido en el
art. 74 o con los privilegios e inmunidades funcionales previstos
en los arts. 68, 69 y 70 de la Constitución, cuya defensa ante
los tribunales es incuestionable, como ya dije . En el segundo
caso, nos encontramos ante el interrogante de si cada legislador,
en forma aislada e independiente del cuerpo al cual pertenece
tiene.le~i~imación procesal para defender en nombre de aquéÍ
el prmc1p10 de la división de poderes que considera afectado.
348 307 u.s. 43 (1939).
a<o 444 u .s. 996 (1979).
350
521 U .S. 811 (1997).
91
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL

l dimensión que esto posee -y me


Para tener en cuenta a t tribunales contenciosoad-
refiero al caso concreto de nues ros te como primera cuestión,
ministrativos- debemos tener ¡.res~n e~ la solución de conflictos
que su cometido habitual y ?r lmano El tribunal de lo canten-
entre e\ Estado y los partlcu ares. . . . l
ciosoadministrativo es el que por antonomasla di~uetda a ten-
sión entre los derechos de los particulares Y los mteres~~ qu;
tutela de la Administración Pública. Pero C?ando un tn una
se avoca a un asunto planteado por un leg1s~ador o un _gru?o
de legisladores que denuncian una pres~nta mterfe~enc1a _eJe-
cutiva en su función legislativa , el mag1strado que u;tterv1ene
debe tener presente que está saliendo del mundo relat1~amente
aséptico que le ofrece el litigio entre el Estado y los pa:t1cular~s .
La arena de la disputa es muy diferente, y por mas ropaJeS
jurídicos con que se la quiera vestir, el conflicto es netamente
político, pues se desarrolla entre dos grupos opuestos e~ el
Congreso , de modo que el juez dej a de ser tal para conv~rtlrse
en una suerte de árbitro de esa disputa. Todo lo que d1ga en
consecuencia estará irremediablemente influenciado por la puja
de poder que todo caso de esta naturaleza tiene ínsito. Y no
me caben dudas de que en buena medida ha sido ésta la causa
del cambio operado en los tribunales federale s inferiores en
los Estados Unidos, los cuales finalmente han terminado acep-
tando con la Corte Suprema -aunque implícitamente- que se
trata de cuestiones políticas ajenas a su conocimiento.
Reducida esta cuestión a términos muy sencillos, cuando
se denuncia una interferencia ejecutiva en el proceso legislativo,
lo que está en juego es lisa y llanamente la división de poderes .
Y me pregunto si cada legislador, en forma individual, es el
titular de la defensa de la Cámara a la cual pertenece cuando
cree ver afectada la división de poderes. Creo que no lo es, por
dos razones básicas . Primero, esa defensa pertenece al cuerpo
legislativo como tal y no a sus miembros en forma individual,
siendo el cuerpo legislativo el que debe arbitrar los resortes
de poder necesarios para actuar en defensa de la división de
poderes afectada. Quien integra un cuerpo orgánico, sea le-
gislativo o no, puede intentar por sí solo ejercer la defensa
de ese cuerpo . Es preciso que en ese terreno, como en cualquier
?tr~, _respete la regla de la mayoría; de lo contrario, la decisión
JUdiCial que se pretende podría alterar la voluntad de la ma-
yor:ía Y serían los tribunales los que se arrogaria.n la función
CONTROL DE CONSTITUClONALIDAD
92
de legislar. Segundo, lo que en estos casos se plantea es un
típico conflicto de poderes que los tribunales federales . ~o están
llamados a resolver, porque la Constituci~n n~ ~os hab1hta para
ello y no existe una competencia que 1mphc1tamente. pueda
extraerse a estos efectos del art. 116 (ex art. 100). C1erto e.s
que en el derecho público provincial es frecu~nte qu~ se at~l­
buya a la Corte Suprema o Tribunal Supenor en mstanc1a
originaria el conocimiento de los conflictos suscitados entre po-
deres públicos 35 \ pero no debemos olvidar que: a) es una com-
petencia muy especial, atribuida en forma expresa al máximo
tribunal provincial en instancia originaria, y b) se trata de
conflictos planteados institucionalmente a través de los carriles
orgánicos preestablecidos y no de demandas aisladas que tal
o cual legislador promueve, arrogándose la representación de
todo el cuerpo. En síntesis, creo que es bueno, a la luz de los
antecedentes examinados, repensar si no nos encontramos aquí
frente a una típica cuestión política no justiciable, tal como
lo ha sostenido la Corte de los Estados Unidos.
En cuanto a la segunda forma de legitimación colectiva
antes mencionada, esto es, la defensa de los derechos de la
ciudadanía, creo que la incompetencia -y la falta de legiti-
mación procesal, por ende- de los legisladores es manifiesta,
ya que la Constitución ha contemplado para ello al Defensor
del Pueblo de la N ación, quien actúa precisamente en la ór-
bita del Congreso de la Nación, lo cual hace desaconsejable
que los propios legisladores se arroguen la función otorgada
específicamente al Defensor. Ciertamente, ésta no es una cues-
tión pacífica en nuestra doctrina, donde BIDART CAMPOS, por
ejemplo, propicia la legitimación activa de los legisladores 3 ~ 2 •

§ 75. El Ministerio P úblico

No es común citar al Ministerio Público como aforado co-


lectivo, ni .tampoco ha actuado hasta ahora como tal, pero no
es menos c1erto que la Constitución le reconoce esa legitimación
expresamente. El artículo 120 -con igual énfasis al del 43,

351
Tal, por ejemplo, la Constitución de Buenos Aires en el art. 161 inc. 2~
(anles art. 149, inc. 2Q). '
352 BIDART CAMPOS, Germán J ., La legitimación procesal activa de los legis ·
/adores , LL, t . 1997-F, p. 564.
93
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL

para los legitimados colectivos ~lí previstos- dice que ~~ Mi-


nisterio Público "tiene por functón promover Úl actuacwn de
La justicia en defensa de la legalidad, de los intereses generales
de la sociedad", criterio que repite con exactitud el a.rt. l º de
la Ley Orgánica del Ministerio Público3S3.
Hasta el momento, este órgano se ha mantenido dentro
de los límites tradicionales en que desarrolló su actuación hasta
la reforma de 1994. Si bien desde entonce se ha avanzado
mucho en la construcción de lo que podria ser un nuevo (cuarto)
poder del Estado a54 , no se ha llevado adelante todavía ninguna
acción que permita visualizarlo como un defensor autónomo
de la legalidad o de los intereses de la sociedad, fuera de la
intervención que le cabe en los procesos conforme a las normas
procesales vigentes. No obstante ello, el procurador general
Nicolás Becerra, en el XI Congreso de la Asociación Intera-
mericana del Ministerio Público 355 -con ocasión de asumir como
presidente de esta entidad- hizo alusión a que "En función
de esta exigencia constitucional, es necesario que la nueva orga-
nización del Ministerio Público sea pensada de frente a la comu-
ni dad como defensores de sus intereses. Actualmente los ciuda-
danos, ya sea en forma individual, ya sea a través de encuestas,
de su participación en organizaciones intermedias, nos hacen
saber constantemente qué intereses quieren que sean atendi-
dos. Hoy la mejor administración de justicia no debe enten-
derse desde puntos de vista técnicos, jurídicos o burocráticos,
sino de la consideración de que se trata de un servicio social,
de servicio público a cada ciudadano que de ella necesite" 356 , lo
que pone de manifiesto la preocupación existente en tal sentido.

§ 76. Clases de personas

a) NOCIÓN, ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO. - En 1~


búsqueda de soluciones a los problemas que plantea la leg¡-

353 Ley 24.946 (BO, 23/3/98) .


:l64 BtANCHl Alberto B., El Ministerio Públtco: ¿Un nuevo poder 1. (reex.amen
de la doctrina d~ los órganos extropoder), ED , t . 162, P· 139 . . b
355 Llevado a cabo en La Antigua, Guatemala. \os dí:\s 25 a 27 de novtcm re

de 2000.
356
.
"Revista del Ministerio Público", Procurac16n Gener
al de 1a N ac1"6n , n~ 6 ,
diciembre de 2000.
94 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

timación colectiva a gran escala, el derecho norteamericano


ha desarrollado las llamadas class actions o acciones de clase,
que pueden ser descriptas como un sistema procesal en el cual
una persona o un pequeño grupo de personas, pueden repre-
sentar a un gran número de individuos, todos poseedores de
un derecho o interés común 'l5 7 •
El origen de las class actions remonta en Inglaterra al
siglo XVII en la Court of Chancery 358 a través del llamado bill
of peace 359 y su propósito consistía en que aquellas personas
que tuvieran pequeños reclamos unificados por un mismo in-
terés no perdieran la posibilidad de ejercitarlos. Un bill of
peace era permitido cuando el actor demostraba que debido
al gran número de individuos que poseían el mismo interés
el litisconsorcio (joinder) era imposible o impracticable y que
las partes específicamente designadas podían representar ade-
cuadamente los intereses de los no presentados 360 •

357 Véase sobre este tema, BtANCHt, 1\lberto B., Las acciones de clase, Ábaco,
Buenos Aires, 2001; CUE1'o Rú11 . Julio C., La acciór1 por clase de personas (class ac-
tions), LL , t 1988-C, p. 952; FLAH, Lily R., y SMAVEVSKY. Miriam, La regulación pro-
cesal en el derecho fLntúiental americano (acción popular y acción de clase), LL,
t. _1993-E, p. 935; GoZAtNI, Osvaldo A., La justicia constitucional, Depalma, Buenos
Atres; 1994, p. 308_; PEYRANO, Jorge W., "Legitimaciones atípicas", en La legiti-
macwn, obra colectiva en homenaje a Lino E. Palacio, cit., ps. 79 a 90, esp. p. 87.
MiS La Court of Chancery (Tribunal del Canciller o Corte de Cancillería)
nace aproximadamente e~- el siglo XVI, aun cuando una ley de 1304 ya la menciona
como ~n tnb~nal . . Surg10 de la facultad inherente del Rey de Inglaterra para
unparLor_JU StJcta directamente en todos aquellos casos en que los primeros tri-
~u~a.les.lDgleses de derecho estricto o common law no podían conceder a las partes
l ecu¡ sus_ procedentes o eficaces; prerrogativa que el monar~a ejercía a través de
su Canctller, qmen as1st1do de otro funcionario llamado Master of the Rolls p ·
de secretano encargado de los archivos, actuaba en calidad de "juez de e' ~~d=~·~
tr:e~Iados d~: Stglo XIX, la Corte de Cancillería estaba constituida por el C~nciller.
separ~~e:~~tee:~ L~ c:~:~od:e~~=~~i: de_archivos, actuando cada uno de ello~
1

~ho-equidad . Fue abolida por la le d p~me~a m~tancla en matena de dere-


pasando entonces a constituir la ciza~c:;otb~mz~clon de los tribunales de 1873,
punto véase SPENCER. J . R. , Jackson's Y Ulston del Htgh Court . Sobre este
University Press. London, 1995 (re ~ac~mery of Justtce m England, Cambridge
O:rford Companion lo Law Cl ¡rm~ ' ps. 3 a 10, y WAI,K~;R, David M., The
. 3 5R El bill o{ peace, ~rop~:~ne ~~ ress, Oxford, 1980, ps. 202 a 204.
mterpone cuando el derecho ¡"n d procedlffi.lentos en cortes de equidad se
· voca o por a]gu · d •·
vana~ personas, en diferentes momentos ten_ pue e_ser controvertido por
Black s Law Dictionary 7th ed W t G y a traves de diferentes acciones (cfr
360 Así fue resuelto por 1~· Coes t roup, Mmnesota, 1999, p. 155). .
en 1805, fallo citado en FRIEDENTH~r /f Chancery en "Adair v. New River Co"
Procedure, West Publishing Co M " ' ack; KANE, Mary, y MtLLtm, Arthur Ci~il
·• mnesota, 1993, p. 723, nota 8 _ •
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 95

En los Estados Unidos, el empleo de las class actions empe-


zó en el siglo pasado ~ 61 y actualmente existe tanto en el procedi-
miento federal como en el de los estados 362 • Uno de sus precur-
sores fue Joseph STORY 363 , en dos obras, Equity Jurisprudence,
de 1836, y Equity Pleadings, de 1838. Sostenía allí STORY que
los tribunales de justicia sólo conocían del caso individual plan-
teado entre el actor y el demandado. Los tribunales de equidad,
por el contrario, tenían la posibilidad de traer ante sí a todas las
partes a fin de establecer el derecho en forma general y obligato-
ria 364 . Así, durante el siglo XlX, las acciones de clase estuvieron
limitadas a los procedimientos de equidad 365 , pero en el siglo XX
existen dos fechas clave en la historia de las class actions 366 ,

:l6l Al igual que los ingleses, los norteamericanos también distinguieron ori-
ginalmente entre la" cortes de equidad y las cortes de derecho, distinción que
nunca ha existido en los países organi1.ados bajo el sistema del ciuil law .
36~ En el curso de este trabajo me voy a referir exclusivamente al proce-
dimiento fed era l. Pero ello no obsta a que haga una mención. siquiera marginal,
al procedimiento estadual. Los estados en general han seguido el modelo federal
y el procedimiento que en ellos se aplica puede ser dividido en cuatro categorías:
1) lo" que mantienen todavía la vieja Regla 23 de 1938 (v.gr., Michigan, Virginia);
2) los que han adoptado la Regla 23 según su versión de 1966, que son la mayoría
(A labama, Alaska, Florida, ldaho); 3) California, que posee un sistema particular
establ ecido en la sección 382 del Código Procesal Civil, donde no se exige que
el caso entre en alguna categol'Ía determinada de acciones de clase, y 4) los que
han r evisado recientemente sus reglas de procedimientos, incluyendo en ellas la
experiencia recogida en la jurisprudencia de los tribunales federales (New York,
North Dakota, New Mcxico, M11ssachusetts, Rhode lsland); cfr., FRIEUENTHAL, KANt
y MILLEH, ob. cit., ps. 738 a 740.
36:1 Joseph Story fue juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos entre
1811 y 1845, habiendo sido designado a la temprana edad de treinta y dos años.
Apoyó incondicionalmente las decisiones de John Marshall en el Tribunal y fue
en buena medida el redactor de muchas de ellas, lo que le valió la enemistad
del pl'esidente Jackson, quien a la muerte de Marshall en 1835 se negó a designarlo
Presidente de la Corte, nominación que recayó en Roger Taney. Fue asimismo
uno de los fundadore s de la Facultad de Derecho de Harvard y uno de los primeros
constitucionalistas de ese país. Sus Comentarios sobre la Constitución de los Es-
tados Unidos han sido traducidos al alemán y al español. Su tercera edición
nos ha llegado a través de 1.. traducción de Nicolás Calvo, publicada en 1881.
364 Véase la voz "Class actions" en The Oxford Companion to the Supreme
Cou.rt of the United S tates , Oxford University Press, 1992, p. 157.
Sti5 En 1842 fueron incorporadas a la Regla 48 de Equidad Federal (Federal
Equity Rules) que estuvo vigente hasta 1912, cuando fue reemplazada por la Regla
38, que rigió hasta 1938. Conf. FrutnENTHA.L, Jack; KAN¡,;, Mary, and Mn..LER, Arthur,
oh. cit., p. 723, nota 11.
:166 La historia de !A s acciones de clase en los l':stados Unidos puede verse
cm dos artículos de YEAZELI ., Stcphen C. , Front Group Litigation to C!ass Action,
Part l , "The lndustrializaLion o{ Group Litigation", "UCLA Law Review". vol. 27 ,
96 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

que han determinado su extraordinario desarrollo actual. La


primera data de 1938, cuando fueron incorporadas a la Regla
23 de Procedimiento Judicial Federal, lo que permitió extender
el uso de estas acciones de los tribunales de equidad a los
tribunales de derecho. Este paso, si bien importante, dejó sub-
sistentes algunos problemas; por ejemplo, el de la obligatorie-
dad del fallo respecto de las personas que no integraron la
litis, cuestión que suscitó una importante controversia, lo que
tuvo una solución parcial 367 con la redacción de la actual versión
de la Regla 23, según la enmienda sancionada en 1966o6 A.

b) FUNDAMENTO LEGAL. LA REGLA DE PROCEDIMIENTO


23. - La antigua Regla Federal de Equidad que contemplaba
las acciones de clase, sancionada en 1842, fue finalmente sus-
tituida en 1938 por la Regla 23 de Procedimiento Civil para
los Tribunales Federales. Esta nueva Regla, si bien trajo al-
gunos avances, fue al mismo tiempo objeto de numerosas crí-
ticas debido a las imprecisiones que poseía 369 • Dividió a las
acciones de clase en tres categorías: a) verdaderas; b) híbridas,
y e) falsas, clasificación que fue establecida en función de la
naturaleza de las relaciones de intereses entre los miembros
de una clase. En la primera, los intereses eran comunes, en
la segunda eran diversos o diferentes, y en la tercera también
podían ser diferentes, pero en este caso la acción era viable
si existía una cuestión fáctica o de derecho que involucrara
los diferentes sectores de intereses existentes en la clase 370 •

p. 514 (1980), y From Group Litigation to Class Action, Part Il, "lnterest, Class
and Representation", "UCLA Law Review", vol. 27, p. 1067 (1980). Del mismo
autor puede verse también From Medieval Group Litigation to Modern Class Ac·
tion , Yale University Press, New Haven, 1987.
7
36 Cuando me refiera a los efectos de la sentencia sobre los integrantes
de la clase que no han intervenido como parte en el pleito (infra, § 80, e), veremos
que existen importantes problemas que la Regla 23 no ha podido resolver aún
especialmente por la ausencia de un fallo de la Corte que se pronuncie sobr~
ciertos aspectos que todavía son conflictivos.
368
Veremos más adelante la controversia, que antes de la reforma de la
Regla 23 tuvo un principio de solución en "Supreme Tribe of Ben Hur v. Cauble"
255 u.s. 356 (1921). •
369
WRIGHT, Charles A., Law o{ Federal Courts, 5 th ed., Wost Pub. Co., Min-
nesota, 1994, p . 508, esp. nota 8.
.
37
° FIUEDENTHAL, Jack; KANE, Mary, and MJLLER, Arthur, Civil Procedure, oh.
Cit., p . 724.
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL
97

De las tres, obviamente la tercera era la más controvertida,


en la medida en que se trataba de una suerte de sistema li-
tisconsorcial bastante flexible donde las sentencias sólo pro-
ducían efectos sobre las partes litigantes. Fue usada general-
mente en pleitos relativos a la Ley de Estándares Laborales
Justos (Fair l,abor Standards Act) m.
Dentro de los problemas creados por la vieja Regla 23 ,
el más importante radicaba en lo confuso y abstracto de los
conceptos establecidos para establecer la clasificación de las
tres categorías. Así lo manifestó la Comisión Asesora que re-
dactó la nueva Regla 23 372 , recogiendo en esto las experiencias
indicadas por la doctrina 373 y la jurisprudencia 374 . Una segunda
dificultad consistía en que, una vez establecida la relación de
intereses que daban lugar a una acción de clase, ésta podía
ser continuada, aun cuando las cuestiones comunes no pre-
dominaran sobre las individuales. Como consecuencia de ello,
los procesos en muchas ocasiones estaban recargados de plan-
teos particulares, lo que conspiraba contra la economia juris-
diccional del sistema•75 y ello fue uno de los principales motivos
que incidieron en la necesidad de reformar la Regla 376 . Se con-
vocó por esto una Comisión Asesora, cuyo trabajo finalizó con
la redacción de la actual Regla 23 :m. Veamos entonces el aná-
lisis jurisprudencia! que ha merecido esta norma procesal.

a11 "Pentland v. Dravo Corporation", 152 F.2d 851 (3 2 Circuito. 1945): "Ka.inz
v. Anhcuser-Busch Inc." 194 F'. 2d 737 (7 2 Circuito, 1952).
:m Las conclusiones y comentarios de la Comisión eslán reproducidos en
Federal Civil Judicial Procedure and llules, West Group, 2000, ps. 117 a 125.
373 CHAI•u;, Zechariah, Some Problerns of Equity. Fi ue Lectures Delivered
at the University of Michiga.n . University of Michigan Law School, Ann Arbor,
1950, ps. 245, 246, 256 y 257.
374 La antigua Regla 23 había creado problemas de interpcrtación en casos
tales como: "GuUo v. Veterans Coop. H. As~ociation", 13 F.R.D. 11 (Tribunal de
Distrito del Distrito de Columbia, 1952); "Shipley v. Pittsburg & L.E .R. Co.", 70
F.Supp 870 (Tribunal del Distrito Oeste de Pennsylvania, 1947); "Deckert v. In·
dependence Shares Corp."', 27 F.Supp 763 (Tribunal del Di trito Este de Penns-
ylvania, 1.939).
37~ FHI EUENTHAI., ,Jack; K.ANE, Mary, and Mn.LER, ArLhur. ob. cil., p. 725.
376 WmuH'r , Charles A., l'P.deral Courts, oh. cit., p. 514.
:m F.l texto de la Regla 23 es el siguiente: "a) Requisitos previos de una
ac:ción de clase . Uno o más miembros de una clase podrán demandar o ser de-
mandados como partes repre,cntantes de la clase si 1) la clase es t~ numerosa que
la actuación conjunta de todos los miembros es impracticable, 2) elOsten cue tiones
de derecho 0 de hecho comunes a la clase, 3) las pretensiones o defensas de las
partes representantes son representativas de las pretensiones o defensas de la

7. B1anrhi. t. 2
CoNTROL DE co:-;srrruciONALIDAD
98

§ 77. Requisitos previos


debe seguirse en
. rte del procedimiento que .
La prunera \pa t, dividido en dos etapas. En la pnmera
las acciones de e ase es a

- L t' as van a proteger los intereses de la clase en


clase, Y 4) las parles represen a IV
forma justa y adecuada . . t:na acción puede ser entablada como
"b) Accione~ de clase tram¡tabU:s: . de la subdivisión a), y si., además:
acción de cla e SI s~ cumplen los ~~ientes por parte de o en contra de
" 1 l la 1n 1c 1acl0n de acctones md . de que Al se d.i clen sentencaas
miembros in.di.vi.du~les de la clase crearla:~ n:~eombros individuales de la clase,
contradictonas o diferentes con respedDtibles de conducta para la contraparte de
lo cual generaría estándares 1 ~':'m~ a los miembros individuales de la clase
la clas.,, o Bl sentenci~S con e p uu.ere es de los otros miembros que no
que, en la práctica , dec1d1eran sobre . ~-u.Incraran 0 impidieran su capacidad
fueran parle a los efedos de la senteuaa o
de proteger sus intereses; ba -suad.o o se ha negado o actuar en base
''2) lo cootrapart.. d.e la clase plicabl a la clase. haciendo asr aplicables
a Jos fundame~1to~ gcnm al me?~ 8
rrliL/) adecuadas 0 medidas declarativas
órdenes o prolub1C10lles <final~rv tes ftlación a la clase en su integridad;
(dcclaratory •·die/) correspo~ en
"~) el tnbunal deterrmna que~
,_o::"" ones e
d derecho 0 de hecho comunes
.
a los ,;,iembros de la clase predomin:ma so11re c:uale5Quiera cuestiOnes que ~fccten
solamente a miembros individuales. J UDa acci.ó n de clase resulta más tdónea
que otras vías procesales para La - y ~~Le _re olución de la_cont_roversm .
Las materias pertinentes a dicha e:tB11ll113.0ón mcluyen: A) el mteres de los
miembros individuales de la due s-- controlar indivídualmente el curso de la ac·
ción o la defensa en acciones indhiduales; Bl la extensión y naturaleza de cua lquier
litigio relativo a la controversa ya miciada por o en contra de los miembros de
la clase; C) la conveniencia o inconveniencia de concentrar la tramitación de las
acciones en un foro e pecial; D) la dificultades que probablemente se hallen en
la tramitación de una acción de clase.
"e) Determinación por orden judicial acerca de la tramitación de la acción
de clase; Notificación ; Sentencia; acciones tramitadas parcialmente corno accio·
nes de clase.
" 1) Tan pronto como sea posible luego de que se inicie una acción promovida
como acción de cla e, el tribunal determinará, por medio de una orden, si la
acción será entablada como tal. Una orden. de conformidad con esta sub división,
podo·ú ser condicional, y podrá ser modificada o enmendada antes de que se decida
sohre el fondo del asunto.
''2 ) En cualquier acción de clase entablada de conformidad con la subdivisión
bl 3), el tribunal notificará, de la mejor forma posible de acuerdo con las cir-
cunstancias , a todos los miembros de la clase, incluyendo las notificaciones in-
dividuales a todos los miembros que puedan ser ra zonablemente identificados.
La notificación anunciará a cada miembro que A) el tribunal excluirá dtJ la clase
al miembro que asf lo solicitare en cierto plazo; Bl la sentencia, sea ésta favorable
o no, afectará a todos los miembros que no hayan solicitado la excl usión; y Cl
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 99

de ellas - Regla 23, punto a- debe verificarse si están reunidos


los cuatro requisitos previos que establece la Sección a. En la
segunda, el juez debe cerciorarse de que la acción de clase que
se intenta entra en alguna de las categorías e tablecidas en
la Regla 23, punto b. Se ha establecido que el juez posee amplia
discreción en el examen de los requisitos previos 37 y en caso

cua lqui er miembro que no requiera la exclusión podrá, si lo deseare, intervenir


t>n el juicio a través de un letrado.
"3) La sentencia en una acción enlabiada como aet:ión de clase de confor-
midad con la subdivisión b) 1) o b) 2), sea favorable o no con respecto a la clase,
incluirá y describirá a aquellos a los que el tribunal considere miembros di:! la
clase. La sentencia en una acción entablada como acción de clase de conformidad
con la subdivisión b) 3), sea favorable o no con respecto a la clase, deberá incluir
y especificar o describir a aquellos a quienes se le dir-igiera la notificación esta-
blecida en la subdivisión e) 2), y que no hayan solicitado la exclusión , y a quienes
el tribunal considere miembros de la clase.
"4) Cuando resulte adecuado, A) una acción podrá ser iniciada o entablada
como acción de clase con respecto a cuestiones específicas, o 8 ) una clase podrá
ser subdividida en subclases, y cada subclase podrá ser considerada como una
clase, y las prescripciones de esta regla serán entonces interpretadas y aplicadas
adecuadamente.
"d) RP.solur.iones judiciales en la tramitación de las acciones. En la trami-
tación de la s acciones a las que sean aplicables las prescripciones de esta regla,
el tribunal podrá dictar medidas convenientes para: 1) determinar el curso de
los procedimientos o prescribir medidas de prevención de repeticiones indebidas
o complicaciones en la producción de las pruebas o alegatos; 2) requerir, con el
fin do proteger a los miembros de la clase o para la adecuada tramit.ación de la
acción, que se notifique de la manera en que lo establezca el tribunal a algunos
o a todos los miembros de la clase acerca de cualquier trámite en el proceso, o
acerca de los alcances propuestos de la sentencia, o acerca de la oportunidad
que tendrán los miembros para manifestar si consideran que la representación es
justa y adecuada , para intervenir y presentar reclamaciones o defensas o de otra
manera sumarse a la acción; 3) imponer condiciones a las part.es representantes
o a las partes intervinient.es ; 4) requerir que las peticiones sean modificadas para
evitar de allí en más las alegaciones acerca de la representación de ausentes, y
hacer que la acción prosiga de conformidad con ello; 5) hacerse cargo de cuestiones
prucedimentales similares. Las órdenes podrán dictarse en combinación con las
que surgen de la Regla 16, y podrán ser modificadas o enmendadas cuando fuere
conveniente.
"e) Desisti miento o transacción . No podrá desistirse o transarse en una ac-
ción de clase sin la aprobación del tribunal, y se notif1cará a todos los miembros
de la clase acerca del desistimiento o transacción bajo la modalidad que indique
el tribunal".
El texto en inglés de e ta regla puede verse en Federal Judic ial Procedure
and Ru.les, ob. cit., ps . 116 y 117 . • . . )·
378 "Gold Strike Stamp Co. v. Christensen", 436 F.2d 791 UO Crrcu1t.o, 1970 ~
2 2
"City of New York v. lnternational Pipe and Ceramics Corp.", 410 F.2d 95 <
Circuito, 1969).
lOO CONTROL DE CO:SSfiTUC!ONALlDAn

de no poder demostrarse la concurrencia de todos ellos -lo que


constituye una carga de los actores- no se autoriza el uso del
sistema 379 .
Para verificar si se cumplen los requi sitos .mencionados,
deben responderse afirmativamente estas seis preguntas:
1) si existe una cla e identificable 380 ;
2) si los que pretenden iniciar la acción son miembros de
esa clase 38 1 ;

"" "Willi ams v. Weinberg...--. 360 F.Supp 1349 (Tribunal del Distrito Norte
de Georgia, 1973); "DeBremaecker '"· Short", 433 F.2d 733 (5~ Circuito, 1970);
"Shivelhood v. Davis", 336 F. upp 1111 (1'ribunal de Distrito de Vermont, 1971).
:lRO Una acción de clase ó1o procede si existe la clase a la que se pretende
representar. De todos modo , ello no quiere decir que cada miembro de esa claso
debe haber sido identificado o pueda -er identificable al comienzo tlellitigio ("Car-
penter v. Davis''. 424 F.2d 257, S' Circuito , 1970; "Ash e v. Board of Eleclions in
the CiLy of New York", 124 F.R.D. 45, Tribunal del Distrito Este de Nueva York,
1989). Lo que se pretende es que 1 lineamientos generales de la clase puedan ser
delineados de manera t.al que el bibunal pueda . aber qué tipo de personas la com-
ponen. Así, la Corte de Apelaciones del Séptimo Circuito ha considerado que una
clase está suficientemente defimda i e la describe como "un grupo de individ uos
y entidades (agencies), que actúan en la Ci udad de Chicago, sometidos o e ncua-
drados en un determinado tipo o patrón de persecución inconstitucional por parte
de la autoridad pública", All.iam:e to End Repression v. Rochford", 656 F.2d 975,
1977. Este requisito es importante para determinar a quién se le notifica la ini-
ciación de la acción de clase y quién quedará finalmente alcanzado por la ~entencia .
38 ! Si los representantes de la clase son a la vez miembros de ella, tendrán
seguramente un interé personal en el resultado del proceso. y es probable que
por ello asuman u~ rol acti,_-o en aquél. La pertenencia a la clase asel{ura que
la defensa de los mtere es de é ta sea adecuada. Por ello no se admiten pre-
sentaciOnes p or parte de quienes no son integrantes de la clase respectiva. Así
se h". dec•d•do en casos como "Alexander v. Yale Umver. ity", 631 F.2d 178 (22
Cu·cuJto, 1980), o "'T'uft. v. McDonnell Douglas Corp." 581 F.2d 1304 (8" Circuito
1978). Una cuestión importante a tener en cuenta es que qtLien r·epresenta a ¡~
clase puede actuar tanto como actor o como demandado. Si bien lo usual es q e
~ca u_n~ clas~ la que demande, existen casos de clases demand adas. Inicialmen~e
~<' ~~ esentato~ problemas con este requisito cuando en representación de una
dase .de .mdtv1duos mtentaron acctonar asociaciones que 110 integrab 1· ¡.
por ~1 mis~as. Ello ocurría, por ejemplo, con los sindicatos de trabaJ:do;e~ <I;:
~~:c~~a~: :~,.~~~=~s~ed~a~l~!~e~ran los. trabajadores pero no el sindicato, 'que
~éa e "Air Line Stewards & Stew!~:;:: 10 srno de sus afihados. En este. sentido,
!mes fnc .", 490 F 2d 636 (70 e· . S AssOClatlOn, Local 550 V. American Air-
Ello tiene re d._ · ¡ ~cutto, 1973 >. certLOran denegado en 416 U S 993
me •o st a asoctactón está s '_fi - · · ·
tcgrantes para repre enlarlos . d ' . 1m e pec' tcamente autonzada por sus in-
JU teta ente o si ha s·d d ..
para la protección de los inte • . 1 o crea a espect hcamente
CORE v. orwalk Redevelopm~~~e~ que ~stán en Juego en el litigio ("Norwalk
lodos modos no se exige que tod {ency ' _395 F.2d 920 , :¿• Circuito, 1968). De
os os que tntentan represe ntar a la clase sean
101
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL

omo para hacer imposible


3) si la clase es tan gran de C
382
un litisconsorcio (joinder) ;
4) si existen cuestiones de hecho o de derecho comunes
383
a todos los miembros de la clase ;

mi~s de ell a· en algunos casos se ha decidido por ejemplo que basta con
uno de ellos la U:tegre ("Huuter v. Atchinson", T & S.F. Ry. Co., 1 8 F.2d 294,
7 ~ Circ uito, 1951).
~82 En t.crcer lugar se exige que la clase sea lo suficientemente numerosa
como para impedi r la presentación a través de un li tisconsorcio. ~n muchas oca-
siones este requisito es confundido con la exigencia de una clase mtegrada por
un gran número de personas (se han determinado clases de hasta 6.000.000 ~e
individuos) , lo que no es correcto. E n realidad , lo que se exige es que el ht¡s-
consorcio sea inconveniente desde un punto de vista práctico pero no impo~ible ,
pues el objetivo de las acciones de clase es la economía jurisdiccional; cfr. "Han'is
v. P alm Springs Alpine States, Inc.", 329 F.2d 909 (9" Circuito, 1964); "Klink-
harnmcr v. Richardson". 359 F.Supp 67 (Tribunal de Distrito de Minnesota , 197::!),
conflrmado bajo la denominación "Miller v. Acktmnan", 488 F.2d 920 (8" Circuito,
1973). De modo tal que si la controversia puede ser resuelta razonable y e(i-
cie ntemente u través de un litisconsoreio. no hay razón para poner en funciona-
miento la costosa maquinaria de las acciones de clase. Lo que se tiende a evitar
es el recargo innccesru'io de tareas en los tribunales, lo que pu~de ocurrir con
un grupo numeroso y también reducido. Como ejemplo de lo dicho , en "Pl-ula-
delphia Electric Co. v. Anaconda Amer-ican Drass Co.", 43 F.R.D . 452, 463 (1968),
el 1'ribunal del Distrito Este de P ennsylvania dijo: "Mientras 25 es un pequ eño
número (. . .) ~s un número grande si se lo compara con la unidad. No veo la
necesidad dP. recargar el proceso jud icial con 25 litigios si con uno solo es sufi-
ciente" . O ~ alli que el número en sí de los miembros de la clase no constituye
un factor determinante para que proceda la acción. En realidad juegan también
otros factores tales como: 1) la naturaleza y complejidad de la acción; 2) el monto
individual de cada demanda. Una de la: razones de la existencia de las class
actions es que permiten uttir fuerzas a personas que poseen recl amos económicos
cuya escasa entidad los desalentaria para promover un juicio individual. De allí
que demos trar este extremo es relevante (véase "Swanson v. Amedcan Consumer
Industries", Inc., 415 F.2d 1326, 1:399, n2• 9 , 72 Circuito, 1969); 3) la distribución
geográfica de los mi emhroo de la clase: "Garda v. Gloor", 618 F.2d 264 (5" Circuito,
1980); "Allen v. Isaac", 99 F.R.D . 45 (Tribunal del Distrito Norte de lllinois 1983)·
"Gentry v. C. & D. Oil Co.", 102 F.R.D . 490 (Tribunal del Distrito Oeste' de Ar:
kansas , 1984); 4) el carácter del derecho objeto del juicio: "Dale Electronics , Inc.
v. R.C.L. ElecLronics , Inc.", 53 F.R.D. 53 1, Tribunal de Distrito de New Hamps-
hi re), y 5) la dificultad para proveer datos de identidad confiables y actualizados
de los miembros de la clase como consecuencia de sucesivos cambios en el estado
civil , en el trabajo , o los producidos por causa de nacimientos o de muertes.
:l83 De todos modos no es necesario que todas estas cuestiones sean comunes
a todos los miembros, "Cox v. American Cast !ron Pipe Co.", 7 4 F.2d 1546 (11•
Circuito, 1986). ~~n este punto la jurisprudencia no es uniforme. Algunos ld-
bunales han exigido que haya más de una cuestión en común l"'l'ober v. Charnita
lnc." 58 F.R.D. 74, Tribunal del Distrito Central de Pennsylvania, 1973), y para
otros sólo una es suliciente, "Stewart v. Winter" , 669 F.2d 328, 5• Circuito, 1982.
102 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

5) si los reclamos o las defensas expuestos por los repre-


sentantes son típicos de los restantes miembros de la clase 384 , o
6) si los representantes ejercerán debidamente la repre-
se ntación de los restantes integrantes de la clase.
Me detendré un poco a examinar este requisito previo, pues
interesa a los efectos de observar lo exigentes que son los tri-
bunales federales de los Estados Unidos en que el actor de-
muestre su capacidad para ejercer la representación de toda
una clase, lo que contrasta con la absoluta falta de cuidado
que los tribunales argentinos ponen en esta tarea.
Hasta 1974, los tribunales federales exigían también que
se demostrara preliminarmente la existencia de una posibilidad
cierta de tener éxito en la acción emprendida. Con ello se pre-

Por ejemplo, se ha decidido que es posible para el dueño de una patente P.ntablar
una acción de clase contra todos quienes la han u ado mal, o bien han abusado
de ella, au n cuando los incumplimientos difieran en cada uno de los demandados
("Technograph Printed Circuits, Ltd . v. Methode Electronics, Inc.", 285 F.Supp
714, Tribunal del Distrito Norte de lllinois, 1968). También se ha admitido la
acción de clase cuando se registra un patrón de conducta discriminatoria, aun
cuando ello haya afectado de diversas maneras a los miembros de la clase ("Christ-
man v. American Cynamid Co." , 92 F.R.D. 441, Tribunal del Distrito de West
Virginia, 1981); "Molthan v. Temple University of Commonwealth System of Hig-
her Education", 83 F.R.D . 368, Tribunal del Distrito Este de Pennsylvania.
384 Es el llamado requisito previo de la typicality, cuyo significado, en opinión
de algunos autores, no es claro (FRfEDENTHAL, Jack; KA NE, Mary, and MlLLER, Art-
hur, ob. cit., p. 729). Lo que se requiere, en síntesis, es que los reclamos o defensas
opuestas por los representantes de la clase sean típicos de sus miembros, o dicho
en otras palabras, que no exista una marcada diferencia - ni menos aún anta-
gonismo- entre lo planteado por el representante de la clase y sus representados.
Se ha dicho , por ejemplo, que la demanda del accionista de una comps.ftía no es
típica r especto de los que adquirieron acciones con posterioridad, si aquél, a di-
ferencia _de éstos, tiene que demostrar, para el progreso de la demanda, que la
obhgac10n de la compañía de brindar cierta información era anterior a la adquisi-
ción de las acciones ("Elkind v. Ligget & Myers lnc.", 66 F.R.D . 36, Tribunal del
Dtstnto Sur de New York, 1975). Con igual criterio, la Corte Suprema sostuvo
que no hay c.ará~ter típico en la demanda de un trabajador contra su empleador
acusado de. dJ scnmmacJón por haberle denegado un ascenso, si se pretende fundar
la ex:st_encta de la clase en la totalidad de las actividades de éste último Para la
~~~~0 ~ ~e e:¡ tcar~cter típico - dijo 1~:~ Corte- debería haberse demo~trado en
5
bién en otra s encta de.una modahdad o patrón discriminatorio empleado tam-
Co. of the So~~!~:·t ~~~~~:~~~;; ~~r~¡~c~~~:;l personal ~"Genera!Telephone
que la jurisprudencia no exi ~ ¡ .· · . -). Aun as! , es prec1so recordar
planteas del representante fe 1a e¡X!sten~a fe un~ completa identidad entre los
ziner", 536 F.Supp 1181 Tribu~a~ ase y . e .os mtembros de ésta ("Jones v. Bli-
v. Uernstein", 499 F.Sup'p 980 Tribdel ?tstrtto N~rte de Indiana, 1982; "Wilder
. una del Dl•tnto Sur de New York, 1980).
LA LEGITlMACIÓN PROCESAL 103

tendia evitar que la costosa maquinaria de una acción de clase


fuera puesta en marcha frente a demandas insustanciales o
poco serias. Esta exigencia procesal aparece, por ejemplo, en
~ Milberg v. Western Pacific R.R. Co." 385 , y en "Dolgow v. An-
derson""86. Esta práctica fue derogada por la Corte Suprema
en "Eisen v. Carli.sle & Jaquelin" 387 •
En la actualidad el representante de la clase, para ser
tal, no requiere de una autorización o mandato especial 388 • Si
lo tiene, la representación, naturalmente, se considera adecua-
da 389 . Pero lo que interesa a efectos de establecer una adecuada
re presentación son las condiciones personales tanto de los re-
presentantes como de sus abogados. En los primeros cuentan
los motivos que los llevan a plantear la acción, el interés que
poseen en su resultado"90 y sus habilidades para proseguir la
acción 3»1• Asimismo , si bien el monto de los reclamos indivi-
duales no es determinante an, el tribunal considera si los repre-
sentantes poseen suficiente respaldo económico para soportar
los costos del litigio '1Y3 • En los abogados se analiza cuál es su
experiencia específica en el terreno del litigio planteado 39 \ la
calidad de los escritos sometidos al TribunaP95 y la reputación
que poseen en la comunidad.
De todos modos, a efectos de asegurar una correcta repre-
sentación de toda la clase, los tribunales no tienen necesaria-
mente que acudir a soluciones rígidas, como rechazar la deman-
da si encuentran en este punto alguna deficiencia, pues poseen

385 51 F.lt.D. 280 (Tribunal del Distrito Sur de New York, 1970).
386 43 F.R.D. 472 (Trib unal del Di strito Este de New York, 1968).
3R7 417 U.R. 156 (1974) .
RRR "Mason v. Garris", 360 F.Supp 420 (Tribunal del Distrito Norte de Geor-
gia, 1973).
389 "And erson v. Cily of Albany", 321 F.2d 649 (5 2 Circuito, 1963).
J90 "Epstein V. Weiss" , 50 r'.R.D. 387 , 392 (Tribunal del Distrito Este de
Louisiana , 1970).
391 "Mudd v. Bus e", 68 Federal Rules Decisions 522 (Tribunal del D-istrito
Norte de Indiana, 1975); "Carpentcr v. Hall", 311 F.Supp 1099 (Tribunal del Dis-
trito Sud de Texas, 1970).
392 En "Eiscn v. Gm·lisle & Jaquelin", 391 F.2d 555 (29 Circuito, 1968), el
monto de cada reclamo er a de u$s 70.
:m:¡ "McGowan v. Faulkner Concrete Pipe Co.", 659 F.2d 554 (5 9 Circuito,
1981)
394 "Lynch v. Ra nk", 747 F.2d 528 (9º Circuito, 1984).
395
. _ "Fischer v. Internationa l Tel. & Tel. Corp.", 72 F.R.D. 170 Tribunal del
Dtstn to Este de New York, 1976).
104 CONTROL DE CONST!TUC!ONAL!DAJJ

autoridad suficiente para dividir la clase en subclases 396 , para


reducirla o redefinirla con el objeto de evitar conflictos de in-
tereses 397, o para designar tanto representantes adicionales 308
como abogados adicionales 399 • Aun así, si un miembro de la
clase ausente en el proceso demostrara que no ha sido debi-
damente representado, podría sostener que lo actuado es in-
constitucional y que no está obligado por lo decidido. En este
caso, la acción de clase como tal puede fracasar y el tribunal
de apelaciones podría anular lo actuado en este sentido si la
economía judicial que se pretende lograr no es tal 400 .
El factor más crítico en el momento de analizar si se está en
presencia de una representación adecuada es el de los conflictos
de intereses que puedan darse entre los representantes y otros
miembros de la clase. Ciertamente, sólo un conflicto neurálgico
dentro del seno de la controversia puede ser fatal 401 • Pero aun
así, el examen de los conflictos que puedan existir entre los re-
presentantes de la clase y los restantes miembros de ella debe
ser estricto y se debe demostrar que aquéllos están en con-
diciones de continuar la acción en forma directa 40 ~, ya que la
debida representación es más una cuestión de habilidad que
de voluntad. De allí que, en el caso en que una clase resulte
demandada, es preciso verificar hasta qué punto quienes liti-
guen en su nombre están en condiciones de actuar, pues una
reticencia de su parte puede ser considerada como un conflicto
de intereses ~ 0 3 .

90
' ''Rcntill lJar of New Hampshire Inc., v. Westinghouse Elec. Corp.", 496
F.Supp 3?,3 _nhbunal de Distrito de Massachusetts, 1980).
., .Jg¡ G1bb v. Delta Drilling Co.", 104 F.R.D. 59 (Tribunal del Distrito Norte
d e •exas, 19 84).
:iRS "l':rnst & Ernst V u S D' . e
457 1<'.2d l :199 (5" Circuito . HÍ7Z). Istrict ourt for Southern District of Texas",
3 99
"Cullen V New y¿ k Stat e· '1 S .
Cir cuito, 1977). · r e IV1 erVJce Commission", 566 F.2d 846 (2•
lOO "Gonzalez V e 'd •
401 "B · ass¡ Y • 474 F.2d 67 (5º Circuito . 1973) .
. erm an v. NaiTagansett Racing Asso . t' ., .
1969), certwrari denegado en 396 U S 03 .. "Cla lon, 414 F.2d 311 (1~ Circuito,
144 F.2d 140 ( º Circuito 1944) . . . l . 7, Redmon v. Commercc Tru st Co "
402 Aun así se ha d , 'd 'd' certzoran denegado en 323 U.S 776 .'
. · ec1 1 o que la m . · ·
'!o conslltuye ':U I conflicto de intereses· cfr :~a presenCI~ de un motivo ulterior
~.RD . 248 (Tr ibunal del Dist 'to N • d. rrst_Amencan Corp. v. Fosier" 51
403 "Hesearch Cor v p n ortc . e Georg¡ a, 1970). '
huna! del Distrito Nort'e· d.e ~s~e~~s~~~~;)~ed Growers lnc.". ::101 F.Supp 497 (Tri-
LA LEGITIMACIÓN PROCESAl, 105

El leading case en lo atinente a los conflictos en la repre-


sentación de la clase es "Hansber ry v. Lee" 404 • La Corte Su-
prema de Illinois había decidido qu e los miembros de una clase
que pretendían ¡~ anulación de u n convenio sobre venta de
lotes, por considerarlo racialmente discriminatorio, estaban
obligados por una primera decisión de clase iniciada por uno
de los adquirentes que había perseguido el propósito de impedir
la violación del convenio por parte de otros compradores. La
Corte Suprema federal revocó el fallo de Illinois y sostuvo,
en cambio, que lo decidido en la primera acción de clase no
obligaba a los de la segunda, ya que no habían estado ade-
cuadamente representados en la medida en que el interés de
los primeros era dar validez al convenio, mientras que el de los
segundos era anularlo, lo que generaba un conflicto de intereses
entre ambos " 0~ .

§ 79. Imposi bilidad d e a barca r casos


fu t uros

Muy vinculado con la existencia de una clase identificable


fue lo resuelto en 1997 por la Corte Suprema acerca de un
problema que f'ácilmenie puede presentarse con las acciones
de clase: el intento de resolver con una de ellas todos los litigios
presentes y futuros existentes. La cuestión se presentó con
motivo de una acción de clase iniciada contra un grupo de
compañías por personas que habían sufrido daños físicos ori-
ginados en el uso del amianto (asbestos). Los accionantes pre-
tendían que con ese caso se resolviera no sólo dicha acción,
sino todas las que en el futuro pudiera haber relacionadas con
los daños provocados por el uso de ese producto. Es obvio que la
pretensión abarcaba a personas que en el momento de la acción
podían no haber sufrido daños físicos todavia. La Corte rechazó
esta pretensión en "Amchem Products Inc. v. Windsor" 406 , me-
diante el voto de la jueza Ginsburg, con quien concurrieron

404 311 U .R. 32 (1940).


•os WmGH1', que concuerda con la solución, señala que habla excelentes ra-
zones para que la Corte decidiera el caso de esta forma , aun cuando, a su criterio,
lo h¡zo con un lenguaje demasiado amplio (Federal Courts, cit., p. 511).
406 521 u.s. 591 (1997 ).
106 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

los jueces Rehnquist (Presidente), Scalia, Kennedy, Souter y


Thomas. Tal como sostiene TRIBE 407 , la Corte podría haber cen-
trado la cuestión en la ausencia de caso o controversia, exi-
gencia que emana del artículo III de la Constitución, tal como
habían planteado los demandados. Sin embargo limitó los ar-
gumentos a la falta de una clase concretamente delimitada,
con fundamento en la Regla 23 (a) y 23 (b) (3) 408 •
Dos años después, en "Ortiz v. Fibreboard Corp." 409 , la Corte
reiteró un criterio similar en un caso relativo también a daños
producidos por el amianto. La compañía demandada había es-
tado litigando desde los años 80 por este motivo y decidió -junto
con sus aseguradoras- proponer un acuerdo a los accionantes.
Fue así como se acordó pagar los 45.000 reclamos existentes
y se fijó una suma global de 1.500 millones de dólares como
acuerdo global para tales casos y todos los que se presentaran
en el futuro 410 • El acuerdo fue aprobado por la justicia federal
tanto en primera como en segunda instancia, donde intervino
el Quinto Circuito. La Corte, a través del voto del juez Souter,
acompañado por los jueces Rehnquist, O'Connor, Scalia, Ken-
nedy, Thomas y Ginsburg 41 ', revocó esta decisión con apoyo
en lo decidido en "Arnchem".

§ 79. Requisitos de procedencia

Verificado el cumplimiento de los requisitos previos esta-


blecidos en 23 (a), el tribunal -dentro de las tareas prelimi-
nares- debe proceder a examinar si la acción de clase intentada
reúne algunos de los requisitos -o grupos de requisitos- de
procedencia previstos en 23 (b). La existencia de estos requi-

4 07 TlliBt: , Laurence, American Constitucional Law , ps. 320 y 363.


<OS El caso puede verse comentado también por l SSAC. HAROFF , Samuel, Go-
uemance and Legitinulcy in the Law of Class Actions, en "The Supreme Cowi.
Review", The University Of Chicago Press, 1999, ps. 337 a 392.
•09 119 S. Ct. 2295 (1999).
410
. El acuerdo comprendía tres clases de actores: 1) los que todavía no hu-
b.' er.an demandado a F1breboard; 2) los que, habiéndola demandado, hubieran de-
ststtdo del proceso pero no del derecho , y 3) los parientes de los miembros de
la clase. El acuerdo ~o se aplicaba a los que tuvieran algún litigio pendiente
con Ftbreboard o hub1eran llegado a algún tipo de acuerdo con la compañía
R hn •n Hay tamb~éo una opinión concurrente pero separada del Chief ,Jus~ice
e qutst, acampanada por los Jueces Scalia y Kennedy.
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 107

sitos da lugar, como veremos enseguida, a cliferentes categorías


o tipos de acciones de clase.

a) P RIMER REQUISITO. - El primero de ellos -contempla-


do en 23 (b) (1)- establece qu e es procedente la acción de clase
i existe el riesgo de que: a) la iniciación de acciones indepen-
dientes pueda acarrear el dictado de sentencias contradictorias
o diferentes con respecto a los miembros individuales de la
clase, pues ello generaría estándares incompatibles de conducta
para la contraparte de la clase; b) se dicten sentencias con res-
pecto a los miembros individuales de la clase que , en la práctica,
afecten a otros miembros que no hayan sido parte, vulnerando
o impidiendo así la protección de sus intereses. En realidad
no se necesita que ambos supuestos contemplados en este pri-
mer requisito se den juntos. Lo que se busca con este requisito
-llamado del anti-perjuicio 412- es evitar, precisamente, la co-
misión de perjuicios tanto a los miembros de la clase como a
la contraparte de esta última. Los primeros pueden verse per-
judicados si se plantean acciones individuales cuyos resultados
puedan ser, de hecho, limitativos de los derechos de otros miem-
bros, lo que puede darse , por ejemplo, cuando la controversia
ha quedado establecida con algún impedimento 4 13 •
Ciertamente, los efectos de la controversia anterior deben
ser mayores que los que provienen naturalmente del stare de-
cisis414; lo que se requiere es una limitación fáctica. La regla
23 (b) (1) puede ser invocada, por ejemplo, cuando se intenta
obtener un reembolso de un fondo limitado, de modo tal que
la presentación de acciones individuales pueda redundar en
un inequitativo reparto del mismo, o bien en el agotamiento
del fondo antes de que todos los acreedores hayan podido plan-
tear sus demandas 415 •

412
Jack; KANE, Mary, and MrLLER, Art.hur, ob. cit. , esp. p. 732.
FRIF.DE NTLLA L,
41
3 ovelty & Loan Co.", 489 F.2d 461 (99 Circuito, 1973).
::La Mar v. H. & B.
414
. Landau v. Chase Manhattan Bank", 367 F.Supp 992 (Tribunal del Dis-
tnto Sud de New York, 1973); "Rodríguez v. Fami!y Publications Service In "
57 F.~l,-~· ~8: (Tribunal del Distrito Central de California, 1972).
. ' c. '
Gtuenman Secuntles Lot•gation" 94 F R D 273 ('J'rib 1 d 1 n· ·
Sud de Flod d a 1982)· "C iass C ia I ' N · · · una e JStnto
63 F.R.D . 84 c·r.
"b ¡' d n·. . y, n,c. V. orthwestern Public Services Co."
-, una e ostnto de South Dakota, 1974). '
108 CONTROL DE CONSTITUCIONALWAD

Los daños que a la contraparte de la clase pueda causarle


la ausencia de una acción de clase se producen cuando aquélla
está legalmente obligada a obrar de igual forma frente a todos
los miembros de la clase y existe la posibilidad de que resulte
demandada en muchas acciones individuales de las que deriven
re sultados disímiles que la obliguen a comportarse en forma
diferente ante unos y otros miembros, lo que resultaría viola-
torio de su obligación legal de trato igualitario para todosm.
De todas maneras, ello no e produce cuando como resultado
de un accidente colectivo ólo algunos afectados demandan, de
modo tal que el deudor sólo queda obligado a pagarl es a unos
y no a otros 41 ' .

b) SEGUNDO REQUISITO. - El segundo requisito previsto


en 23 (b) (2) se da cuando: 1 ) la contraparte de la clase ha
actuado o se ha negado a actuar sobre bases generalmente
aplicables a la clase , y 2) los representantes de la clase intentan
en consecuencia la obtención de órdenes o prohibiciones (f'inal
injunctive relief) adecuadas, o medidas declarativas (declaratory
relief) con relación a la clase en su conjunto.
Se trata de un supuesto empleado u su a lmente en litigios
que involucran la defensa de derechos constitucionales. Así,
por ejemplo, cuando se ha negado el suministro de viviendas
públicas sin respetar el debido proceso 41 8 , o bien cuando se ha
denunciado el tratamiento médico en un penal como violatorio

416
"Lar~off v. U.S.", 533 F.2d 1167 (Circuito del D.C., 1976), confirmado
POI' la Corte Supre~a en 431 U.S. 864 (1977); "Kjeldahl v. lllock", 579 F.Su
1130 ('l'r1bunal de Dtstnto del Distrito de Columbia 1983)· "C ll ' . B lt P,p
287 F S '> 93 (T ' b • ' o ms v. o on
· upp .., n una1 del Distrito Norte de lllinois 1968)· "Va G
Boei g e " 259 F s
nm '~n·
. • ' n emer t v.'
· upp 125 (1hbun~l del Distrito Sud de New York, 1966) .
de la respon:ubct. ~ladsadocas1ones ste han mltentado acciones de clase cuando se tra ta
emergen e por e uso de algún d 1
a muchas personas, aftrmándose ue sólo un . p:o ucto que 1a afectado
asegurar una compensación e uitai· procedumento de este tipo puede
del demandado Pero los trJ·bqu al Jva para todos ante una eventual insolvencia
. · n es en general han ex · ·d
trtcta acerca de la eventual insolvencia del d lg1 o una prueba muy es-
el rechazo de algunas acciones· . . " emandado, lo que ha redundado en
(3rd District, 1986)· "Northern D~:t~et s;:~ooJtsbestos Litigation", 789 F.2d 996
Liability Litigatio~·. 6 93 F.2d 847 ~~ 9 ~ · a . arma Dalkon Shield IUD Products
418 "Singleton v. Drew" 485 F rrcmto,, 1982). .
consin, 1980). ' .Supp 1020 ( f'nbunal del D1strito Este de Wis-
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 109

de la octava y decimocuarta enmiendas 419 aun cuando ha sido


empleada también en otros asuntos no referidos a derechos
constitucionales, tal, por ejemplo una acción contra la discon-
tinuidad de ciertos beneficios sociales para discapacitados 420 ,
en casos ambientales 421 e incluso en una acción para convertir
debentures en acciones ordinarias 422 .
Para que se tipifique este caso, es necesario que la con-
traparte de la clase haya desarrollado respecto de esta última
cierto t.ipo de actividad uniforme tal que se verifique un patrón
de conducta que afecte a sus miembros"\ lo que se da también
cuando se ha impuesto un determinado esquema de regulación
legal 42 \ aun cuando no se exige que todos los miembros de
la clase estén afectados en forma directa 425 • Es un requisito
de procedencia de la acción que se procure del tribunal un
pronunciamiento definitivo sobre el punto y no una medida
precautoria solamente, que no sería suficiente para satisfacer
las exigencias de esta categoría . No está prohibido que junto
con la declaración que se requiere del tribunal se demanden
compensaciones pecuniarias, en la medida que ésta sea una
petición incidental o secundaria 426 •

e) TERCER REQUISITO. - El tercer requisito -contempla-


do en 23 (b) (3)-, denominado de las "cuestiones comunes" o

419 "Hines v. Anders on", 439 F.Supp 12 (Tribunal de Dist rito de Minnesola ,
1977).
<20 "Lopez v. lleckler", 572 F.Supp 26 (Tribunal del Dis trito Central de Ca-
lifomia, 1983), confirmada en parte por el 9" Circuito, 725 _F.2d 1489 (1984). ,
Hl "Environmental Dcfense J:o'und , Tnc. v. Corps ofEngmeers ofU .S. Army ,
348 F.Supp 916 (Tribunal del Distrito Norte de Missisippi , 1972), confirmada con
otros fundamentos por el 5' Circuito, 492 ~'. 2d 1123 (1974).
· ~~ "Van Gemert v. Boeing Co.", 259 F.Supp 125 (Tribunal del Distrito Sud
d e New York , 1966).
4 t:J "BI)rmudcz V. u.s. Department of Agriculture", 490 federal Reports , 2nd
Set; es (Circuito del D.C. , 1973), certiorari denegado en 414 U .S. 1104.
•l t •l "Smilh v. Vowell", 379 F.Supp 139 (Tribunal del Distrito O es le de Texas,
1974) confirmado por el 5° Circuito, 504 F.2d 759 (1974). 2
~ 25 "Norwalk CORE v. Norwalk Rcdevelopment Agcncy", 395 F.2d 920 (2
Circuito, 1968); "Hess v. Hughes", 500 F.Supp 1054 (Tribunal de Distrito de Mary -
land, 1980).
426 "Nix v. Gra nd Lodge of InternaLional Association of Machinists & Ae-
rospacll Workcrs", 479 F.2d 3R2 (52 Ci•·cuito, 1973), certiorari denegado e~ 414
U.S. 1024; "Robinson v. Lorillard Corp.", 444 F.2d 791 (49 Circuito, 1971), cert10ran
denegado en 404 U .S. 1006.
CON'I'ROL DE CONS'TITUCIO NALlDAD
110
"de los daños", es el más controvertido de todos. Para su pro-
cedencia se requiere, a su ez:
1) La existencia de cuestiones de hecho o de derecho. que
sean comunes a todos lo miembros de la clase. Este ~nmer
subrequisito presenta el conflicto entre dos fines del Slst.ema
judicial, y ti.ende a encontrar equilibrio entre ambos. Su pnmer
objetivo es evitar, por un lado, que pequeños reclamos econó-
micos no sean presentado~ por la ausencia de un interés su-
ficiente, y por el otro la proliferación innecesaria de litigios
similares con resultado tal ~ez diferentes, lo que es induda-
blemente indeseable.
Pero al mismo tiempo la eficacia y economía judicial que
este sistema asegura conspiran contra otro propósito de la orga-
nización judicial, que es a la vez un principio básico del debido
proceso: la presencia efectiva de cada litigante en el litigio
para asegurar su derecho de defensa, lo que puede no lograrse
con una presencia virtual a través de la representación que
se ejerce en estas acciones, donde la demanda de uno se suma
a la de cientos o miles representados por uno o más abogados a
quienes tal vez ni e conoce. Por ello, es importante determinar
si existe efectivamente una cuestión común fáctica o jurídica
que constituya el núcleo de la controversia, pues allí reside
el equilibrio que intenta encontrarse .
Los tribunales, por lo general, comienzan indagando si exis-
te esta cuestión común 427 , aun cuando no es necesario que ella
abarque todos los aspectos sobre los que el tribunal habrá de
expedü·se 428 • En casos sobre fraude en la securitización 429 o
actividades violatorias de la ley antimonopólica•ao, la cuestión
común es fácil de hallar si las actividades del demandado pro-
ceden de un curso de acción común para todos los individuos

4 27
"Esplín V. Hirschi"' 402 F.2d 94, 99 (109 Circuito, 1968), certiorari de-
lltJgad~ en 3~4 U.S. 928; "Kristiansen v. John Mullin~ & Sons, lnc.", 59 F.R.D .
99 (Tnbunal de! Distrito Este de New York , 1973); "lllinois v. Harper & Row
Pu_bli~hers. lnc .. 301 F.Supp 484, 488, nota 9 (Tribunal del Distrito Norte de
lllm01s , 1969).
~~ 8 ~Kieiner v. First National Bank of Atlanta", 97 F.R.D. 683 (Tribunal
del Dtstnto Norte de Georgia, 1983).
. 429 ·s e
uu·lVan v. hase lnvestment Services of Bus ton lnc " 79 }<' R D 246
(1'nbunal del Distrito Norte de California 1978) · ' · · · ·
430
"Brown V Cam
de Virginia, 198Ú.
B e " 9' F .
eron- rown o. , 2 .R.O . 32 (Tt·ibunal del Distrito Este
LA LEGJTIMACJÓN PROCESAL
111

de la clase. Más difícil es, en cambio, el caso de las acciones


para obtener indemnizaciones por uso de cie~os productos, pues
la causa del daño y otros elementos predomman generalmente
obre la cuestión común 43 1 •
2) El procedimiento de la acción de clase debe resultar
más idóneo o efectivo que las restantes vías procesales para
resolver la controversia. El tribunal debe examinar si existen
otras vías procesales más idóneas que la class action para re-
olver el caso. Entre ellas debe analizarse: que se dicte una
decisión individual; que se forme un litisconsorcio con los rrúem-
bros de la clase a través de la figura del interpleader ~ ; que 32

se emplee la interuention 433 ; que se produzca una acumulación


de acciones; que se remita la causa a un tribunal para efectuar
actividades preparatorias unificadas 43 \ que se remita la cueslión
a un órgano o ente administrativo 43~; o, finalmente , que se dé
curso a una demanda en calidad de testigo de las restantcs 436 .
Como guía para el tribunal en la determinación de estos
requisitos , la Regla 23 (b) (3) posee un listado no exhaustivo de
factores que deben ser considerados. Así el juez debe analizar:
a) El interés de los miembros individuales de la clase por
controlar individualmente el curso de la acción o la defensa
en acciones individuales m, ya que un marcado interés de los
miembros de la clase por ejercer su propia representación puede
significar un descontento con la representación ejercida que

1 3 1 "Raye v. Medtroni c Corp .", 696 F.Supp 1273 (Tribunal de Distrito de

Minncsota, 1988); "Caruso v. Celsius lns ulatiun Resources, Inc.", 101 F.R.D. 530
(Tribunal del Distrito Central de Pennsylvania , 1984); "Payton v. Abbott Labo-
ratories" , 100 F.R.D . 336 (Tribunal del Distrito de Massachu se tts, 1983).
432 El intcrpleader es una figura (similar a nuestro litisconsorcio) actual-
mente regulada en la Regla de Procedimiento 22, empleada en los procedimientos
de equidad donde un a persona que es propietaria de un bien respecto del cual
puede r edbir separados y diferentes reclamos puede reunirlos a todos en una
sola acción; cfr. "Sanders v. Armour Fertilizer Works", 292 U.S. 190 (1934).
43~ La interuention , que es equivalente a nuestra intervención de terceros,
es tá regulada en la Regla de Procedimiento 24 .
4
~• Esto está contemplado en 28 use § 1407 , dentro de lo que se denomina
"litigio multidistrital".
4 35 "Schaffner v. Chemical Bank", 339 F.Supp 329 (Tribunal del Distrito Sud
de New York , 1972).
436 "Katz v. Cartc Blanche Corp.", 496 F.2d 747 (3° Ci rcuito, 1974).
4~ 7 "Cr asto v. Estate of Kaskel's", 63 F.R.D . 18 (Tribunal del Distrito Este
de New York , 1974).
112 Co ITROL o co. "SI"ITUCIONALIDAD

se traduzca en el abandono de la acción de clase por los des-


contentos con ella 438 •
b) Si existen litigio pendientes que traten sobre la misma
cuestión 439 , ya que si los h ·era y no pueden acumularse con
la acción o pueden ser idó para resolver la controversia, la
acción de clase puede conoe en una carga adicional para
el sistema judicial '140 •
e) La conveniencia o · n veniencia de concentrar la tra-
mitación de las acciones en un foro especial. Aquí se debe
evaluar si la acción de clase será eficaz para evitar la dupli-
cación de los procedimien - y las contradicciones entre pro·
nunciamientos 4 41 y si la jurisdicción elegida constituye el lugar
adecuado para el planteo y solución de la controversia 442 •
d) Por último, han de considerarse las dificultades que
probablemente se hallen en la tramitación de una acción de
clase, que es lo que requiere un escrutinio más intenso. Al
efectuar esta evaluación. el juez debe tener en cuenta el tamaño
de la clase, el costo de la notificación a los miembros, el número
potencial de quienes intervengan efectivamente en el litigio,
etc., de todo lo cual debe hacerse finalmente un análisis cos-
to-beneficio para determinar si se hace lugar o no al pedido
de tramitar el caso por vía de la acción de clase 44 ~ .
Los requisito antes mencionados determinan la existencia
de diferentes tipo o categorías de acciones de clases, básica-
mente las que tienden a la defensa de derechos constitucionales
o civiles Y las que tienden a la obtención de una compensación

:: ~1 der~o a ~an~onar In acción de clase está legislado en 23 (e) (2).


1975). Kamm ' · Califorma C1ty Development Co ' "' 509 F·2d 20~" (9°. e·li'CUlto,
·
440
E de recordar 28 USC 228
derales interferir con lo q~~~ en . ' § 3, se prohíbe a los Lribunales fe -
que ello esté auLorizado ~r IU:J~s P~~dlentes en los tribunales locales, a menos
la jurisdicción federal o la d a. e¿ e Congreso o que sea necesario para proteger
44 1 "Carp ,_ H ecrs 1 n que en ella deba ser adoptada
en...,r v all" 311 F Sup 1099 1 2 'l'ri ·
de Texas, 1970). · ' · P · 11 ( ' bunal del Distrito Sur
442
Para efectuar este análisis debe con .· d .
en razón de la nacionalidad, la posibilidad d SI erarse el fuero qu e corres ponde
Y la carga de trabajo del tribunal e facJhtar la producción de la prueb
lines, lnc.·, 50 F.R.D. 76, 'l'ribun~ e~~e;.tros factores ("Hobbs v. Northeast Air~
. ~ 43 "Cbevallier v Baird S . Istnto Este de Pennsylvan· 1970)
D1strito Este de Pe~ 1 . avmgs Association" 72 F R 0 ] 40 (~:b · ·
C • 259 F Y va.ma 1976)· "Br ' · · · u ' J una ! del
o. ' .Supp 673 (Tribunal del ri· . cnnan v. Midwes tcrn United Life I
IStnto Norte de Indiana, 1966). ns.
LA LF:GITIMACIÓN PROCESAL 113

económica. Así, es posible que una acción de clase sea en-


cuadrada dentro de más de una de esas categorías, lo cual,
por supuesto, no obsta a su procedencia. Solamente ha de te-
nerse en cuenta que si estuviera presente la categoría de las
cuestiones comunes con alguna de las otras dos, el juez nor-
malmente evitará incluir a la acción en aquélla, pues es la
que más dificultades presenta en torno a la notificación a los
miembros de la clase, lo que conspira contra la agilidad y efi-
ciencia del sistema 444 •

§ 80. Desarrollo del procedimiento

a) LA CERTIFICACIÓN. - Cumplidos los requisitos para


que la acción de clase proceda, el primer acto procesal posterior
es la certificación de que la acción será continuada bajo tales
condiciones 44 b . A partir de este momento comienza propiamen-
te la acción de clase 44 ti. De todos modos, no existe una regla
específica que determine cuándo ha de dictarse el auto de cer-
tificación.
El juez, previo a su dictado, debe analizar si existen litigios
pendienLes 44 7 y si es necesaria la realización de prueba anti-
cipada (discouery)H 8 • Si bien cualquiera de ambas partes puede
449
requerir el dictado del auto de certificación , el juez no sólo
puede dictarlo de oficio, sino que está obligado a hacerlo en

·1<4 "Mungin v. Florida East Coast Ry. Co.", 441 F.2d 728 (5" Circuito, 1971);
"Tober v. Charnita Inc.", 58 F.R.D. 74 (Tribunal del D1stnto Central de Pen~s­
ylvania, 1973); "Walker v. City of Houst.on", 341 F.Supp 1124 (Tnbunal del D1stnto
Sur de Texas. 1971).
H5 Así lo determina la Regla 23 (e) (1) . . ..
• ,,r, Es de notru· que , dadas las dificultades que presenta un litigiO de esta
naturaleza y los muchos intereses que deben cuidarse, especialmente los de las
personas ausentes , los jueces poseen un gran caudal de d1screc16n para el manOJO
de los problemas que se presenten (FRIEDEN1'HAL, Jack; KANE, Mary, and MILLEI\,
Arlhur, ob. cit., p. 746).
447 En "Berla nd v. Marck", 48 F.R.D. 121, 126 (Tribunal del Distrito Sur
de New York. 1969), la certificación fue demorada dos años, por existir litigios
pendientes .
41 " "Chateau de Ville Productions, lnc., v. Tams-Witmark Music Library,
Inc.", 586 F.2d 962 (22 Circuito, 1978).
4 49 "Cook County College Teachcrs U nion Local 1600 v. Byrd", 4.56 F.2d 882
(7'' Circuito, 1972) , certiorari denegado en 4.09 U.S. 848.
114 CoNTROL DE co. ·srrruCIONALIDAD

caso de que no le fuere solicitado 450 • De todos modos, esta de-


cisión no hace cosa juzgada y puede ser modificada si hechos
posteriores lo exigen m, antes de la decisión final , conforme
Regla 23 (e) (1).
Existe amplia discreción judicial para determinar si el pro-
ceso debe tramitar como acción de clase, y en general se ana-
lizan no sólo los factores legalmente establecidos sino también
otros 452 . Por ejemplo, puede exigirse que la clase sea redefi-
nida 453 , que se provean los nombres de los miembros de la
clase o que se mejore la representación 454 , y también puede
efectuarse una certificación parcial, esto es, que abarque so-
lamente algunos aspectos del litigio m .

b) NOTIFICACIÓN A LO MIEXBROS DE LA CLASE. - Efec-


tuada la certificación, debe notificarse a todos los miembros de
la clase que ha sido iniciada una acción que los involucra 456 •
Esto es vital en orden a que: 1) la acción sea efectiva, es decir
que la decisión sea vinculante para todos los miembros, y 2) se
4
• 5° "Stebbins v. Nationwide lnsurance Co.", 469 F.2d 268, 270 n .
3 (4 Crrcutto, 1972), certiorari en 410 U .S. 939. De todos modos el
dictado de oficio del ac.to de certificaci6o puede ocasionar algunos problemas t~les
como .una representación de la indeseada. Véase "Northern District of Ca-
liforma D~lkon Sh1el~ IUD Produds Liabihty Litigation", 693 F.2d 847 (92 Cir-
CUitO, 1982), certzoran denegado en 459 U.S. 1171.
4 51 "H e· ruttle Rack", 787 F.2d 1223 (8° Circuito 1986)· "Zemth
v. Jty 0
1a b or~ton..eservey
, lnc. v. Carter Wallace, lnc.", 530 F.2d 508 (3º Cir ' ·t l!l76)
twran denegado en 429 U.S. 2S. CU! O, , cer-
402 "A.H. Robins Co.• 880 F2d 709 740 W e· .
negado en 193 u s 95 9 . ·c'art · •' ll'Cmto, 1989), certiora ri de·
.
tzorart . douc¡;;ado ·en· 41 , U .S . er v. _8 utz · 479 F2d· 1084 ca• e·rrcu¡' t.o , 1 9 73) , cer·
4 1103
4 5~ "Hardy v. U.S. Steel Co • 289 F S .
AJabama , 1967). rp . ' · upp 200 ('Ihbunal del Distrito Norte
454 "Pagc v. Curtiss Wri ht Cor •
de N ew J er sey, 1971 ). g p. ' 332 F.Supp 1060 (Tribunal de Dis trito
4 5
, 1\ "J enkins v. Raymark l ndustri •
'S tong v. Bucyrus-Erie Co.", 481 F Su es, Inc. , 782 F.2d 468. W Circuito, 1986);
consm, 1979); "McCoy v. Salero Mo. ~p 760 .(Tribuna l del Distrito Este de Wis-
E ste de Michigan, 1976). rtg ge Co. ' 74 F.R.D. 8 ('I'ribuna l del Distrito
456
En rigor, e te requisito es com ·
(e) (2), pero adquiere una especial im :n
a ~odas las categorías y figura en 23
comunes , ya que muchas de ellas ha ~d ~Cla dentro de las acciones de clase
seb ~plido este recaudo (FRIEDENT~J ~ac~~e~~adas como tales por no haber-
o ·Cit. , p. 734). ' ' .nJ\NE, Mary, and MIJ. Lr; R, Arthur,
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL
115

resguarde el debido proceso de estas personas 467 • Es preciso


analizar entonces qué se entiende por una notificación ade-
cuada. Para ello hay que examinar tanto las reglas legales
vigentes como los requisitos constitucionales del debido proceso.
De la lectura de las primeras, contenidas en 23 (e) (2) 4""
Y 23 (d) (2), surge que existen solamente estándares generales
de cómo practicar la notificación, que como tales exigen un
'l' . 4&9
ana ISis caso por caso . La primera norma establece que -en
cualquier acción de clase entablada de conformidad con la sub-
división (b) (:3) (clase común o de daños)- el tribunal notificará
de la mejor forma posible, de acuerdo con las circunstancias
a todos los miembros de la clase, incluyendo las notificacione~
individuales a todos los miembros que puedan ser razonable-
mente identificados, estableciéndose además algunas directivas
básicas que debe contener la notificación 460 . La segunda norma
establece que se notifique de la manera en que lo establezca
el tribunal a algunos o a todos los miembros de la clase acerca
de cualquier trámite en el proceso, o acerca de los alcances
propuestos de la sentencia, o acerca de la oportunidad que
tendrán los miembros para manifestar si consideran que la
representación es justa y adecuada, para intervenir y presentar
reclamaciones o defensas o de otra manera sumarse a la acción.
En este terreno hay que hacer una distinción entre la no-
tificación dentro de las acciones de clase comunes o de daños,
reguladas por la Regla 23 (b) (3) y las dos c.lases restant~s,
contenidas en 23 (b) (1) y 23 (b) (2). En la pnmera categona,
se exige una notificación personal a todos los núembros iden-
tificables de la clase y una notificación general por vía de una

4&7 F. s común en el det·echo anglosajón la expresión to hauc a day in court,


esto es Ltmer un día en la corte, entendido como la posibilidad de participar
efectiv~mente en un proceso como parte . Pues bien, la acción de clase lim.ita
mucho la posibilidad de t.encr un día en la corte, pero esa limitación e.s tá admittda
si la notificación de la acción de clase ha sido correctamente practtcada.
4~R Referida específica, aun cuando no únicarn¡,nt.P., a las acciones de clase
llamadas comunes o de "daños". .
459 "West Virginia v. Chas Pfizer & Co.", 440 F.2d 1079 (:.!• CircUito , 1971);
"Four Seasons Securities Liligalion", 525 F.2d 500 (102 Circuito, 1975). ,
460 Ellas son que : 1) el tribunal excluirá de la clase al mtembro que as1 lo
solicitare en cierto plazo; 2) la sentencia, sea ésta favorable o no ,. afcct~rá a todos
Jos miembros que no hayan solicitado la exclusión, y 3) cualq~~r . rmembro. que
no requiera la excluswn ' s1· 1o d eseare, ''nterveru·r en el JUICto a lraves de
· · po dra,
un letrado.
116 CONTROL DE CONSTT'l'UC!ONAL!DAD

publicación a los restantes, requisito que no aparece en las


otras dos clases , según veremos más abajo. Este tratamiento
diferente se explica en la medida en que los integrantes de
una clase en la cual se encuentran involucrados quienes so-
lamente pretenden obtener la devolución de una suma de dinero
o una indemnización -como es el caso del tipo de clase regulada
en 23 (b) (3)-, no poseen en común más que esta circunstancia,
careciendo por lo general de otros lazos en común, lo que tal
vez redunde en la posibilidad de ejercitar diferentes vías para
la satisfacción de su interés.
En punto a la primera categoría, no existe una manera
definida para efectuar una notificación, lo que concede a los
tribunales una gran discreción para determinar la forma de
practicarla. La exigencia -ha dicho la Corte Suprema- es que
el método empleado alcance razonablemente a todos los miem-
bros de la clase ~ 61 • Si la clase es muy numerosa, el requisito
se satisface con una notificación postal por correo simple, em-
pleándose además una publicación en algún medio de circu-
lación general para los miembros de la clase que razonable-
mente no hayan podido ser identificados. En la identificación
de los miembros pueden utilizarse documentos de variado tipo;
por ejemplo, listados de accionistas de compañías, listados de
propietarios, de contribuyentes u otros, de manera tal que la
notificación personal puede llegar a todos los incluidos en esas
listas 462 .
La notificación personal e individual puede resultar muy
costosa para los representantes de la clase, pero aun así la
Corte Suprema ha sido estricta en mantener la exigencia sobre
la base de una interpretación literal de la Regla 23 (e) (2). En
"Eisen v. Carlisle & Jaquelin", primero el Tribunal de Segundo
Circuito 463 y luego la Corte Suprema 46 \ en un caso en el cual
s~ trataba de una clase de 6.000.000 de individuos, siendo iden-
tificables 2.000.000 por medio de registros de computación, es-
tablecieron que la notificación personal debia ser practicada
46 1
"Mullane v. Central Hannover Bank & Trust Co.", 339 U.S. 306 (1950).
4 2
6 "Mader v. Arme!", 402 F.2d 158 (62 Circuito, 1968), certiorari denegado
en 394 U.S. 930; "Bunch v. Barnett", 62 F.R.D . 615 (Tribunal del Distrito de
South Dakota, 1974); "Korn v. Franchard Corp.", 50 F.R.D . 57 (Tribunal del Distrito
Sur de New York , 1970).
463 479 F.2d 1005 (2'1 Circuito, 1978).
464 417 U.S. 156 (1954).
LA LECITIMACIÓN PROCESAL 117

pese a su elevado costo 465 no pudiéndose trasladar a los de-


mandados dicho costo, aun cuando el tribunal de primera ins-
tancia se había expedido preliminarmente acerca del éxito pro-
bable de la acción 466 .
Este criterio también fue aplicado por la Corte en "Oppen-
heimer Fund. In c. v. Sanders" 467 , donde se rechazó la petición
de trasladar a la contraparte el costo de identificación de todos
los miembros de la clase disimulado a través de una prueba
anticipada (discouery) 468 , pero en este punto específico la ju-
risprudencia no es totalmente uniforme 469 • De todos modos,
debe tenerse en cuenta que el criterio seguido por la Corte
en estos casos ha estado guiado por la Regla 23 y no por prin-
cipios que emanan del debido proceso 470 , a pesar de que los
redactores de la regla 23 -según señalan FRIEDENTHAL, KANE
y MILLER 471 - se inspiraron en los requisitos del debido proceso
establecidos por la Corte en "Mullane v. Central Hannover Bank
& Trust Co." 47" . De allí que algunos tribunales estatales que
no están obligados por la Regla 23 sino por sus propias dis-
posiciones han seguido una línea diferente , especialmente cuan-
do ello pcrmit.e una reducción de los costos 473 . Sin embargo,

45:; Se había establecido en aproximadamenle u$s 225.000 (479 U.S. 167).


466 417 U.S. 177. Recordemos que por aquella época se exigía, entre los
requisitos de admisibilidad de la acción de clase, que el tribunal determinara e l
éxilo probable de aquélla.
467 437 u.s. 340 (1978).
~GB La Corte dijo (4~7 lJ .S . 359) que 8i la identificación de los miembros
de la clt\~e resultaba más fácil para el demandado que para los represenlantes
de aquélla , podía encomendarse a aquél dicha larea, siempre y cuando fuera cos-
teada por los actores.
<69 A pesar de la lin ea jurisprudencia! que cit.o en este párrafo (véase "Hoff-
man-T.a Roche v. Sperling", 49~ U.S. 165 -198\l-, donde la Corte Suprema con-
validó una decisión anterior que había permitido a través del discouery el cono-
cimiento de los nombres y direcciones de iodos los empleados que estuvieran en
una situación determinada en una acción relativa a la ley contra la discriminación
laboral por razón de la edad - Age Discrimination in Employment Act-).
470 As{ lo establece claramente el Tribunal en el caso "Eisen" (417 U .S. en
p. 177).
471 Obra citada , p . 751.
m 339 U.S. 306 (1950).
47~ En "Mountai n States Telephone Co. v. District Couri", 778 Pacific Re-
porter, 2nd Series (Colorado, 1989), certiorari denegado en 493 U .S . 983, el Super_ior
Tt-ibunal de Colorado obligó a la compañía telefómca demandada a. ~compa.nar
la noli.ficadún a los miembros de la clase con la factura de los servlClOS, lo que
abarcaba unos 1 ,5 millones de personas, pu es ello reducía notablemente los costos
de la acción de clase.
118 CONTROL DE CONSTITUCIONAI.TnAD

algunos tribunales federales inferiores han reconocido que el


efecto vinculante de una sentencia en una acción de clase bajo
la Regla 23 (b) (3) impone la notificación personal como requi-
sito del debido proceso 474 •
En cuanto a las acciones de clase previstas en 23 (b) (1)
y 23 (b) (2) , rige lo dispuesto en 23 (d) (2), que es claramente
menos exigente, en tanto sólo establece que la notificación se
hará de la manera en que lo establezca el tribunal a algunos
o a todos los miembros de la clase. Puede verse que no rige
aquí -tal como ya adelanté- la regla de la notificación personal
a todos los integrantes de la clase. Se alude para explicar
esta diferencia de tratamiento a diferentes razones. Se ha di-
cho, por ejemplo: a) los integrantes de estas dos categorías
de clases están normalmente más cohesionados; b) lo que se
decida en un juicio individual será vinculanLe de hecho para
todos los miembros de la clase; e) las defensas o argumenta-
ciones que cada individuo pueda oponer carecen de sustanciales
diferencias con las del resto, y d) los integrantes de estas clases
normalmente no se excluyen del proceso. Desde ya que, si fuera
necesario, los tribunales poseen competencia suficiente para
disponer una notificación personal a todos los integrantes de
estas clases 475 •
A pesar de que las diferencias en las formas de notificación
que presentan estos dos tipos de clases con la clase común o de
daños parecen ser claras, no hay uniformidad jurisprudencia!
en los tribunales federales acerca de si existe para los integran-
tes de aquéllas alguna forma de notificación obligatoria. Así,
mientras los tribunales de los Circuitos Quinto 476 y Noveno 477 sos-
tienen que la notificación individual no es obligatoria, seguidos
por algunas decisiones de primera instancia en Wisconsin 478 ,

474
"Appleton Electric Co. v. Advance United Expressways", 494 F.:ld 126
(7 2 Circuito, 1974); "Lynch v. Sperry Rnd Corp.", 62 F.R.D. 78, 85 , n . 8 (Tribunal
del Distrito Sur de New York , 1973).
47
6 "Herman v. Narragansett Racing Association", 48 F.KD. 333, 338 (Tri-
bunal del Oistrito de Rhode lsland, 1969).
4 76
"J ohnson v. General Motors Corp.", 598 F.2d 432 (5 9 Circuito, 1979).
477
"Elliot v. Weimberger", 564 F.2d 1219 (9! Circuito, 1977).
4 8
7 "LefTel v. Wisconsin Interscholastic Athletic Association", 444 F.Supp ('Il:i-
bunal del Distrito Este de Wisconsin , 1978).
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 119

Louisiana m y Maryland 480 , los tribunales de primera instancia


en Tennessee •8 t, Obio 482 y South Carolina ~ han sostenido lo
con~rario. Los tribunales del Segundo Circuito, por su lado,
entien.d en que una publicación con notificación a algunos miem-
bros tipo de la clase escogidos al azar puede ser suficiente 4114 .
Puede verse q~e , como en toda esta materia, la cu es tión queda
en bu~na med1da a disposición de los poderes discrecionales
del tn~mna~ ,- por lo que se recomienda practicar algún tipo
de notificac10n en la medida de lo posible 486 •
Por último, si bien tampoco existe una directiva l e g a l espe-
cífica ac~rca de cuál debe ser el contenido de la notificación,
se ha decidido que ella debe informar a sus desti n atarios de
sus derechos. En ese orden de ideas se ha establecido 486 que
la notificación contenga como minimo: 1) una descripción de la
disputa; 2) la naturaleza de la acción ent abla da ; 3) las cues-
tiones ventiladas en el litigio, y 4 ) la dirección a donde dirigirse .
Asimismo, en caso de que los integrantes de la clase tengan
derecho a optar por quedar afuera del litigio, debe informárseles
de ello y de los otros pasos procesales a seguir 487 •

e) FACULTADES DE DIRECCIÓN DEL PROCESO. - La Regla


23, punto (d), otorga al juez ciertas facultades para conducir
y ordenar el proceso que le permiten:
1) Determinar el curso del procedimiento y ordenar me-
didas para prevenir repeticiones innecesarias o complicaciones

47~ "Neloms v. Southwest ern Electric Power Co.", 72 F.R.D. 128 (Tribunal
del Distrito Oest e de Louis iana, 1976).
480 "Vaughns v. Board of Education of Prince Georges-Cou nty" , 35f, F.Supp
1034, 1035, n 2 1 (Tribunal del Distrito de Maryland , 1972).
481 "Alexander v. Avco Corp ." , 380 F.Supp 1282 (Tribunal del Distrito Central
de Tennessee, 1974).
482 "Rrewer v. Republic Steel Corp .", 64 F.R.D. 591 (Tribu nal del Distrito
Norle de Ohio, 1974).
483 "Ellison v. Rock Hill Printing and Finishing Co.", 64 F.R.D . 415 !Tribuna l
del Distrit o Sur de Sout h Carolina, 1974).
41:14 "Agent Ora nge Product s Liability Litigation", 818 F.2d 145, 168-69 (2"
Circuito, 1987).
485 FRIEDENTHAL, J ack ; KANF., Mary, and MtLLF.R, Arthu;, ~b. cit., P· 754.
48ij "Kyriazi v. Western Electric Co.", 647 F.2d. 388 !3 Crrcmt.o, 19~1).
487 Véase "Abulaba n v. R.W. Presspri ch & Co.", 51 F.R.D. 4~6 !1'rlbun a1
del Distrito Sur de Ncw York), donde se informó, además , que e10stia una re-
convención contra la clase.
120 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

en la producción de las pruebas o alegatos. Se trata, funda-


mentalmente, de medidas por medio de las cuales el juez puede
flexibilizar el proceso de manera de hacerlo ágil y eficiente.
2) Ordenar que se notifique a algunos o a todos los miem-
bros de la clase acerca de cualquier trámite dispuesto en el cur-
so del proceso, de los alcances propuestos de la sentencia, de la
oportunidad que tendrán los miembros para manifestar si consi-
deran que la representación es justa y adecuada para intervenir
y presentar reclamaciones o defensas. Se trata de autos que
tienden, como puede verse, a la protección de los intereses de
los miembros ausentes de la clase. Se ha sostenido doctrina-
riamente en algunas oportunidades que los miembros de la
clase pueden intervenir espontáneamente en el proceso, pero
hoy prevalece el criterio de no conceder esta posibilidad 488 • Por
tal motivo, estas facultades judiciales cobran gran importancia.
3) Imponer condiciones a los representantes de la clase
o a los miembros intervinientes. Tales condiciones pueden
ser, por ejemplo: mantener la clase dentro de un número ma-
nejable 489, delimitar mejor los perfiles de la clase 490 , acreditar
que la notificación a los miembros ausentes se efectuará de
manera tal que no se afecte el debido proceso 491 •
4) Requerir la modificación de la presentaciones en el sen-
tido de eliminar toda alusión a la representación de ausentes
cuando la demanda ya no tramita como acción de clase 492 •
Fuera de las previsiones de la Regla 23, los jueces, en
algunas ocasiones, han diseñado curiosos sistemas para hacer
efectiva la responsabilidad de la contraparte de la clase. Ello
puede notarse, por ejemplo, en acciones de clase iniciadas por
grupos de consumidores de algún producto donde si bien es
fácil esta~l~cer la responsabilidad del fabricante o de quien
lo comercializa, es dificil sin embargo determinar el monto del

:: ~RIEDENTHAL, Ja ck; ~E, Mary, and MI LLt;R, Arthur, ob. cit., p. 747 .
. Ph1ladelphta Electnc Co. v. Anaconda American Brass Co " 43 F R D
452 (T!·,bunal del Distrito Este de Pennsylvania 1968) . ' · · ·
490 "W · T • ·
v k etss v. enney Corp.", 47 F.R.D. 283 (Tribunal del Distrito Sur do
N ew .or , 1969). .
491 "C . k N V
317 F.Supp uls~~2 71ni:, . :.r:~rlD~ds~he Combinatie Voor Chemische Industrie".
492 R un e lStrito Este de Pennsylvania, 1970).
juez a des=~~:,oslaq~ hechts posteriores a la certificación pueden obligar al
no hace cosa juzgada. usa, o cual es poslble en la medida en que este auto
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 121

daño individual sufrido por cada consumidor. Frente a ello los


tribunales de California desarrollaron un sistema denominado
de "recuperación fluida" (fluid recouery) 493 luego recogido en
algunas legislaciones locales 494 , que consiste en establecer una
suma global que deberá pagar el demandado, calculada sobre
la base de sus libros o registros comerciales 496 . Luego de ello, se
le ordena al demandado que disminuya sus precios temporaria-
mente, hasta que se compense con ello la suma establecida 496 .
Algunos tribunales federales, tales como los del Segundo Cir-
cuito 497, han reaccionado fuertemente contra este sistema, sos-
teniendo que está totalmente fuera de los alcances de la Regla
23, en tanto que otros, en los Circuitos Noveno 498 y Decimo-
primero 499, lo han empleado. La Corte Suprema no se ha pro-
nunciado todavía sobre el punto .
Como puede verse, este tipo de decisiones apartan al juez
de su rol tradicional de órgano imparcial entre dos partes en
litigio y lo obligan a asumir la tarea de administrar y conducir
un sistema complejo y controvertido 500 • De allí que exista una
gran resistencia en quienes todavía no asumen este cambio.
Sin embargo, una vez incorporado el sistema de las class actions
al procedimiento judicial, la administración de justicia debe
hacerse cargo de estas tareas, ya que de lo contrario el caos
puede apoderarse del 1itigio 501 •

d) DESISTIMIENTO Y TRANSACCIÓN. - Como en cualquier


otro procedimiento, las acciones de clase permiten también el
desistimiento y la transacción. El caso está regulado en 23 (e),

4 93 "State v. T.evi Strauss & Co. ", 224 Calliornia Reports 605 (1986); "Daar
v. Yellow Cab. Co.", 63 California H.eports 724 (1967).
4Y4 La de Dakota del Norte, por ejemplo, en la Regla 23 (o) (3).
4Yf\ "Devidian v. Automotive Service Dealers Assodation .. , 111 California Re-
portR 22 ( 1972).
4 ~6 Obvio es decir qu e con este sistema no se logra que los be neficiarios
de la sentencia sean exactamente los mismos que integraban la clase. Por ello,
el sistema no es empleado cuando no pueda definirse a los actuales perjudicados.
4~7 "Eisen v. Carlisle & Jaquelin", 479 F.2d 1005 (1973).
4!18 "Six Mexican Workers v. Arizona Citrus Growers", 904 F.2d 1301 (1990).
4~» "Nelson v. Grea tcr Gadsden Housing Authority", 802 F.2d 405 (1986) .
50U "Dol¡¡ow v. Anderson", 43 F.R.D . 472, 481 (1'ribunal del Distrito Central
de N cw York, 1968).
fi 01 FRIEfiJ; NTIIAL, Juck; KA.N E , Mary, and MILLER, Arlhur, ob . cit. en nota 359 ,
p . 748.
122 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

donde se establece que todo desistimiento o transacción, para


ser válido, deberá contar coP.: 1) la homologación del tribunal,
y 2) la notificación a los integrantes de la clase bajo las formas
que aquél establezca. El juez no participa regularmente de las
negociaciones entre las partes. Una vez que el acuerdo le h~
sido sometido el tribunal lo estudia y verifica sus alcanceS ~
50

en orden a est~blecer si se ha alcanzado una solución que pr~te­


ja debidamente los intereses en juego 503 , escrutando especial-
mente los de los miembros ausentes 50·1•
Entre los factores que el juez debe analizar en el momento
de decidir la homologación del acuerdo se encuentran:
1) la cantidad de impugnaciones presentadas por los in-
tegrantes de la clase. Este factor, indudablemente, provee al
juez un importante elemento de convicción acerca de la con-
veniencia de la transacción 505 , aun cuando, ciertamente no es
definitivo 506 y no está claro todavía en la jurisprudendia qué
peso posee;
2) la posibilidad de que la clase resulte triunfante en el
pleito;
3) la complejidad de las cuestiones involucradas;
4) el monto del acuerdo, comparado con el del pleito;
5) el costo de proseguir el litigio;
6) el plan de distribución presentado con el acuerdo y las
posibilidades de cumplirlo, y
7) si se ha cumplido debidamente con la notificación a los
miembros ausentes.

002 "Zerkle v. Cleveland-Cliffs Iron Co.", 52 F.R.D. 151 , 159 (Tribunal del

Di lrito Sur de New York , 1971); "Heech v. Pittsburgh Slee l Co.", 40 F.Supp 243
(Tribunal del IJistrito de Pennsylvania, 1941).
503 "Young v. Katz", 447 F.2d 431 (5" Circuito, 1971); "Wainwright v. Kraftco
Corp.", 53 F.R.D. 78 (Tribunal del Distrito Norte de Georgia , 1971).
sw Es bastante común que lo. jueces no favorezc an las transacciones en
las acciones de clase. Ello puede verse a través de varios casos tales como "Wi-
lliams v. Vukovich", 720 F.2d 909, 925 (69 Circuito, 1983); "Holmes v. Continental
Can Co.", 706 F.2d 1144 (11 ° Circuito, 1983); "Franks v. Kroger Co.", 649 F.2d
1216 (6° Circuito, 1981); "lnternational Pancakes Franchise Litigation", 487 F.2d
303 (8° Circuito, 1973); "Plummer v. Chemical Bank", 91 F.R.D. 434 ('I'rihunal
del Distrito Sur de New York, 1981), confirmado por el 2° Circuito, 668 F.2d,
654 (1982).
606 "Corrugated Container Antitrust Litigation", 643 F.2d 195 (5 9 Circui-
to, 1981).
506 "Chicken Antitrust Litigation American Poultry", 669 F.2d 228 (5 9 Cir-
cuito, 1982).
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 123

La notificación a los restantes integrantes es esencial para


darles la oportunidad de objetar el acuerdo y que el tribunal
identifique a aquellos que desearían continuar con la acción
de clase en caso de que los representantes originales se aparta-
ran del litigio. Asimismo, algunos acuerdos prevén que ciertos
miembros puedan continuar el litigio en forma individual 507 ,
pero no es inconstitucional 508 ni existe abuso del poder de ho-
mologar un acuerdo 509 , si éste no contempla tal posibilidad.
El integrante debidamente notificado que no objete en tiempo
y forma el acuerdo no podrá luego apelarlo 510 o impugnarlo
por otros medios colaterales 511 • Puede ocurrir, asimismo, que
la contraparte de la clase negocie en forma individual con al-
gunos de los integrantes de aquélla, sin homologación judicial,
aun cuando de dichos acuerdos resulte una reducción tal de
la clase que haga inviable la certificación 512 .
Una cuestión distinta se presenta cuando el acuerdo tran-
saccional es intentado antes de la certificación . Es indudable
que el costo de notificar el acuerdo alcanzado a todos los miem-
bros de la clase resulta generalmente costoso. Por ello es co-
mún que se trate de llegar a una transacción antes de que
se haya certificado el proceso como una acción de clase , pues
con ello también se ahorran los costos del proceso de certifi-
cación. Esta modalidad tiene el inconveniente de que el tri-
bunal en esta etapa preliminar puede carecer todavía de la
debida información acerca de la clase para decidir correcta-
mente sobre los derechos de ésta. Ante esta situación, muchos
tribunales otorgan al proceso tratamiento de acción de clase,
aun durante el período pre-certificación, para que se cumpla

~n 7 "Holmes v. Continental Can Co.", citado en nota 504.


~u~ "Nottingham Partners v. Dana", 564 Atlantic Reporter, 2nd Series 1089
(Dclaware, 1989).
509
"Ofliccrs for Ju stice v. Civil Service Commission of Cily & County of
San Francisco", 681:l F.2d 615 (9" Circuito , 1982).
5 IO "Marshall v. Holiday Magic lnc.", 550 F. 2d 1173 (92 Circuito 1977)· "Mun-
gin v. Florida East Cost Ry. Co.", 441 F.2d 728 (59 Circuito, 1971),' certio;ari de-
negado en 404 U.S. 897.
511
"Antibiotics Antit m st Actions", 333 F.Supp 296 (Tribu nal del Distrito
Sur d~. Ncr.w Yo;k. 1971), C0nfirmado bajo la denominación "Connors v. Chas Plizer
& Co ~ ,·" 4.?? F.2d ll UJ (22 C!ICUl to, 1971), certiorari denegado en 408 U.S. 930.
. . Genetal ~otors Corp. Eng¡nc lntct·change Litigation", 594 F.2d 1106 (7•
Ct~cmto, 1979),certzoran denegado en 444 U.S. 870; "Weight Watchers of Phil ad~J ­
phta, lnc. v. We1ght Watch ers Joternational, loe.'', 455 F.2d 770 (2• Circuito, 1972).
124 CoNTROL ut: CON:O'TITUC IONALIDAD

con el requisito de la homologación judiciaP 13 . También se ha


propuesto que la homologación sólo tenga lugar después de
la certificación 514 , aun cuando se ha dicho también que ello
no es necesario si existe uficiente información en el tribunal
acerca de los integrante de la clase como para asegurarles
una debida notificación del acuerdo 5 15 •

e) EFECTOS VIN~ DE LA SENTENCIA RESPECTO DE LOS


MIEMBROS DE LA CLASE. - Entramos finalmente en uno de
los puntos m ás conflictivo y difíciles de resolver de las acciones
de clase; esto es, el de los efectos de la sentencia 516 • Como
r egla general , si todo los requisitos hasta ahora estudiados
se han cumplido, la sentencia que se dicte tendrá efectos vin-
culantes para todo lo miembros de la clase, hayan tomado
intervención o no en el proceso m . Se trata, como puede verse,
de una derogación importante del principio de que todos tienen
derecho a tener "un día en la corte"ii 18 , en aras de que un
sistema judicial no se vea sobrecargado innecesariamente con
múltiples e idénticos litigios. Una vez más un derecho indi-
vidual se ve sacrificado ante una exigencia de carácter general;
en este caso, la eficiencia de la justicia 519 •

61:1 "Diaz v. 1'rust 'l'erritory of Pacific Islands", 876 F.2d 1401 (9" Circuito,
1989); "Shelton v. Pargo, loe. ", 582 F.2d 1298, 1308, n. 31 (4" Circuito, l978).
!il 4 "Philadelph ia Electric Co. v. Anaconda American Brass Co.", 42 F.R.D.
324, 326 (Tribunal del Dis trito Este de Pennsylvania, 1967).
5lfi "Wei nber·ger v. Kendrick", 698 F.2d 61 (2' Circuito, 1982), certiorari de-
negado en 464 U.S. 818; "Bcef lndustry Antitrust Litigation". 607 1:<'.2d 167 (5V
Circuito, 1979), certiorari denegado en 452 U.S. 905.
516 Bajo las antiguas Reglas de Equidad Federales, este punto nunca fue
claro. No estaba e tab lecido si los miembros a usentes de una clase quedl!hau
obligados o no por los efectos de la sentencia. Esta confusión fue despejada en
parte cuando la Corte Suprema r esolvió "Supreme Tribe of Ben-Hur v. Cauble",
255 U.S. 356 (192 1), donde todos los miembros de una organización de beneficencia
quedaron obligados por una sentencia que decidió acerca del control y disposición
de los fondos de aquélla.
517 "Cooper v. Federal Reserve Bank of Richmond", 467 U.S. 867 (1984);
"Hansbeny v. Lee", 311 U.S. 32 (1940).
518 Véase upra , nota 457.
519 La búsqueda por la eficacia judicial y el ahon-o jurisdiccional son tales
que en algunas ocasiones no se ha permitido a los miembros de una clase que
no han participado en el proceso apelar las decisiones consentidas por los re·
presentan tes de la clase ("Walter v. City of Mesquite", 858 F.2d 1071, 52 Circui to,
1988; "Guthrie v. Evans", 815 F.2d 626, 11" Circuito, 1987).
LA LEUITIMAC!ÓN PROCESAL 125

De todos modos, esta regla general en la práctica no es


tan lineal como su enunciación parece sugerir. Digamos, en
primer lugar, que es difícil para un tribunal predeterminar
los efectos de la cosa juzgada de sus propios pronunciamien-
tos 520 , razón por la cual lo que legalmente se exige de estas
sentencias es que describan a los miembros de la cla e de ma-
nera tal que eso contribuya en el futuro a e tablecer a quiénes
afecta la scntencia 521 • En segundo lugar, la ambigüedad en
los efecLos de la sentencia aparecerá, seguramente, cuando a
pesar de la descripción que aquélla efectúe, un integrante de
la clase sostenga que no está obligado por el pronunciamiento
porque la representación fue inadecuada ~~", o porque la noti-
ficación fue incorrecta 523 , todo lo cual tiene efectos sobre el
debido proceso 624 •
En 1985, al resolver el caso "Phillips Petroleum Co. v.
Shutts " 52 ~, la Corte Suprema estableció cuatro condiciones que
debe Lener el pronunciamiento dictado en una acción de daños 528
para que posea efectos vinculantes sobre los miembros de la
clase actora no presentados en el proceso y que se encuentren
fuera de la jurisdicción del tribunal. Ellos son: 1) debe recibirse
la notificación y debe otorgarse la posibilidad de ser oído ; 2) la

5~u "Gonzalez v. Cassidy", 474 F.2d 67 (52 Circuito, 1973); "Cherner v. Tran-
sitron Electronic Corp.", 221 F.Supp 48 (Tribunal del Distrito de Massachusetts,
1963).
0 2 1 La Regla 2::1 (el (3) establece cómo deben ser descri ptos los miembros

de carla clase, pero no podría est.ablec~r de antemano los efectos de cosa juzgada
de la sentencia , pues se considera que ello no pertenece al derecho procesal sino
al derecho de fond o y en 28 use § 2702 se prohíbe que los tribunales, al dictar
normas de procedimiento, afecte n derechos sustanciales.
5 22 "Grisby v. North Mississippi Medica! Center, Inc.", 586 F.2d 457 (52 Cir·
cuit.o, 1978).
52 :l "Penson v. Terminal Transport Co.", 634 F.2d 989 (52 Circuito, 1981);

"Pearson v. Easy Living Inc.", 534 F.Supp 884 (Tribunal del Distri to Sur de Ohio ,
198 1); "McCarthy v. Direct.o r of Selective Service System", 322 F.Supp 1032 (Tri-
bunal del Distrito Este de Wisconsin, 1970).
524
Algunos tribunales han sostenido que los defectos en la representación
pueden ser salvados con una correcta notifica ción; así, "Four Scasons Securities
Laws Litiga tion", 525 F.2d 500 (lO~ Circuito, 1975). Pero se ha dicho también
-en la justicia local- que una adecuada representación puede superar los pro-
blemas de una incorrecta notificación (''Johnson v. American Airline lnc." 203
California Reporter 638, 1984). '
52~ 472 u.s. 797 (1985).
526 La Corte limi tó su pronunciamiento a este tipo de acciones de clase,
sin extenderlo a las dos restantes.
126 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

notificación debe estar de acuerdo con lo establecido en "Mu-


Jlane v. Central Bank Hannover & Trust Company" 5 ~ 7 ; 3) de
acordarse, la oportunidad de optar por quedar fuera del litigio,
y 4) el miembro en cuestión debe ser representativo de su clase.
Pese a que las reglas establecidas por la Corte son bastante
claras , la cuestión no ha sido todavía despojada de toda sombra.
Por el contrario no está resuelto todavía qué sucede con aque-
llas clases cuyos miembros están todos dentro de la jurisdicción
del tribunal pero alguno de ellos no ha sido notificado, pese
a estar debidamente representado. Asimismo se ha decidido
que si un miembro de una clase que ha sido inadecuadamente
representado no está obligado por un pronunciamiento adverso
a la clase, la contraparte de ésta también puede evitar los
efectos de la sentencia si demuestra que se ha violado el debido
proceso de los miembros de la clase aun cuando la sentencia
les fuere favorable 5 ~ij , lo que merece una fuerte crítica doctri-
naria 529 • Tampoco está resuelto si quienes optaron por quedar
fuera de la clase luego pueden invocar en su beneficio una
sentencia favorable. En algunas decisiones del Noveno Circuito
es posible 530 , mientras que en otras del Séptimo Circuito no
lo es ~:n. Es evidente -tal como se ha señalado m- que al per-
mitirse esta posibilidad se destruye en buena medida el sistema
de las class actions, pues con ello se facilita la opción de que-
dar afuera sin asumir el riesgo de un pronunciamiento des-
favorable y con los beneficios de uno favorable, de modo tal
que todo el mundo trataría de optar por estar afuera.
Una ~uestión int~resante y compleja se presentó en un
caso relatJVarnente reciente, donde existían dos acciones de cla-
se planteadas" en difer~ntes tribunales por un mismo hecho.
Me refiero a Matsushita Electric Ind. Co. v. Epstein"ssa, en
527
339 U.S . 306 (1950).
fi~s
"McCarth n· f
(Tribunal del DisJ;t:· Es~e~~\~~sc~:~~;iv e ~~~~~e Syst~m ", ~22. F.S upp 1032
1350 (Tribunal del Distrito Este d .. '
19 • asqlllei v. 'larr , 318 F.Supp
444 F.2d 116 ( 1971). e Loms,ana, 1970 >. confirmado por el 5 9 Circuito,
529
Ver F!!IF:DJo:NTliAL Jack· KA M
~30 "Saunders v. Na,val Air Re~~rk ~c~~d _MrLLP.R, Arthur, ob. cit., p. 758.
o31 "Premicr El t · e . ty · 608 F.2d 1308 (1979).
ec nc onstruct1on Co v Nat' ¡ El ·
sociation", 814 F.2d 358 (lgg 7¡ · · wna ectnc Constructors As-
532 F!!JEDENTHAL, Jack; ~e M
WR!GifT, Charles A., ob. cit, p. 520 _' ary, and MILLER, Arthur, ob. cit. , p. 759;
533
516 U.S. 367 (1996).
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 127

donde la Corte tuvo que analizar los efectos de un acuerdo


celebrado en una de dichas acciones sobre la otra que esta-
ba aún pendiente de resolución. La compañía Matsushita hizo
una tender offer 5 ~ por medlo de la cual adquirió el paquete
accionario de MCA, Inc., una empresa fílmica de Delaware.
La operación dio lugar a sendas acciones de clase promovidas
por los accionistas de MCA, quienes alegaron irregularidades
cometidas por los directores y gerentes de esta última r, 35 . Una
acción de clase fue promovida ante los tribunales locales de
Delaware y la otra ante un tribunal federal de California. Mat-
ushita obtuvo una decisión favorable en esta última acción
y estando pendiente la apelación, las partes en la otra a~.:ción
llegaron a un acuerdo. Quedó establecido allí que todos los
ntiembros de la clase que no hubieran optado por salir de ella
resultaban obligados por esta decisión, y renunciaban a todas
las acciones iniciadas, lo que incluía la acción en la justicia
federal de California. La Corte Suprema 536 confirmó la deci-
sión del Superior Tribunal de Delaware, que había aprobado
el acuerdo m .

D CóMPUTO DE LA PRESCRIPCIÓN. - Es importante seña-


lar que , dados los efectos vinculantes de la sentencia, el término
de la prescripción de la acción se interrumpe con el inicio de
la acción para todos los miembros de la clase 538 • Esta inte-
rrupción es válida, aun cuando con posterioridad la acción no
continuara como de clase, ya que de lo contrario sería necesario
para todos los miembros iniciar una acción individual a efectos
de evitar el transcurso del término de la prescripción s~H .

r.a• E~ una ofer ta de una compañía directamente efectuada a los accionistas


de otra, para adquirir sus acciones a un precio fli o (Black's Law Dictionary, ob.
cit., p. l4HO).
ó35 Se a legaba la violación de las reglas de la Securities and Exchange Com-
mission (SF.C).
536 La decis ión fue adoptada por el voto del juez Thomas, con quien con-
currieron los jueces Rehnquist ( Presidente), O'Connor, Scalia , Kennedy, Souter
y Breyer.
fi37 Este caso también ha sido a nalizado por l sSAOWlOI'~·. en el articulo citado
supra, nota 408 .
5:<8 "Es plin v. Hirschi", 402 F.2d 94 (lO• Circuito, 1968), certiorari denegado
en 394 U .S . 928.
53• "American Pipe and Construction Co. v. Utah ", 414 U .S . 538 (1974);
"C rown, Cork & Sea\ Co. v. Parker" , 462 U .S. 345 0983) .
128 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

g) CUESTIONES DE COMPETENCIA. - Dado que las acciones


de clase involucran a tantas personas diferentes, deben ser
analizadas algunas cuestiones de competencia entre tribunales
locales y federales . Sobre este tema la primera regla es que
la jurisdicción federal por diversidad de ciudadanía 540 solamen-
te la fijan los representantes de la clase, no importando a es-
tos efectos la diversidad en los restantes miembros. Así lo re-
solvió la Corte Suprema en "Supreme Tribe of Ben-Hur v.
Cauble" 541 y continúa siendo jurisprudencia vigente bajo la ac-
tual Regla 23 Mz. Igual criterio se emplea con la competencia
territorial (venue)M 3.
Diferente es el caso de la jurisdicción federal en razón
del monto del proceso 54\ pues la Corte, en dos pronunciamientos
sucesivos, determinó que el monto del proceso interfiere con
la posibilidad de acceder a la jurisdicción federal. En "Snyder
v. Harris" 545 se estableció que los miembros de una clase que
poseían pequeños reclamos económicos no podían sumarlos a
los efectos de llegar a la suma establecida para litigar en el
fuero federal , y en "Zahn v. lnternational Paper Co."!i4", la de-
dsión fue más lejos aún, pues sostuvo que no podían integrar

540 Recordemos que en los Estados Unidos la ciudadanía es doble: nacional


y estadual. De alli que hay diversidad de ciud a danía no só lo en el litigio con
un extranjero, sino entre ciudadanos de diferentes estados. Por eso es que entre
nosotros , a un cxi~tiendo solamente la ciudadanía nacional , los pleitos e ntre ciu-
dadanos de diversas provincias corresponden a la jurisdicción federal. El análisis
de casos sobre diversidad de ciudadanía puede verse en una versión muy actua-
li zada en CLINTON , Robert; MATASAR, Richard, and COLL!NS, Michael, Federal Courts.
Theory and Practice, Little, Brown & Co., Boston, 1996, ca p. 6.
541 255 U .S. a56 (1921) .
M 2 "School Asbestos Litigation", 921 F.2d 1310, 1317-18 (3QCircuito, 1990),
certiorari denegado en 499 U.S. 976.
543 "Appleton Electric Co. v. Advanced United Expressway", 494 Federal
Reporte r, 2nd Series 126 (7• Circui to, 1974); "Hesearch Corp. v. Pfister Associated
Growers, lnc. ", 301 F.Supp 497 (Tribunal del Distrito Central de lllinois, 1969).
044
Dien es sabitlo que en los Estados Unidos, para que surja la jurisdicción
federal, es preciso que el monto del proceso sea superior a $ 50.000.· Así se es-
tablece en 28 USC § 1332, desde 1988. Este monto ha venido incrementándose
paulatinamente. Comenzó con $ 500 con la Judiciary Act de 1789 y luego fue
elevado sucesivamente a $2.000 en 1887, $3.000 en 1911 y $ 10.000 en 1958
clfra ~ue permaneció estable hasta el incremento de 1988. Para el estudio d~
la JUnsdicCión federal en razón del monto puede verse el capítulo 5 de la obra
de WRIGHT , Federal Courts, ya citada.
5 45 394 U.S. 332 (1969).
546 414 u.s. 291 (1974).
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 129

la clase quienes reclamaran un monto inferior al estipulado


galmente, aun cuando los representantes de la clase sí lo
alcanzaran. Esta decisión mereció una disidencia de los jus-
tices Brennan, Douglas y Marshall 54 \ quienes sostenían que
lo reclamos menores podían ser resueltos por la Corte, ejer-
citando lo que se denomina ancillary jurisdiction 548 •

§ 8 1. Controversi a s

A partir de la sanción de la Regla 23 de Procedimiento,


e~ empleo de las acciones de clase ha ido creciendo exponen-
oalmente, lo que ha generado una importante disputa doctri-
549
naria y un capítulo especial en los tratados de derecho pro-
cesal 560.
Mientras algunos las consideran uno de los recursos so-
~ales más útiles de la historia 551 , para otros, en cambio, cons-
ltuyen una leg~lización del chantaje 1152 • Y esta disputa es per-
fe ctamente explicable. Las acciones de clase han permitido el
acceso a los tribunales a cientos de miles de personas que por su
condición social y económica lo tenían denegado de hecho. Pen-
emos, por ejemplo, que el caso "Brown v. Board of Educa-
ti on" r; 53 , de segregación escolar, que constituyó una de las gran-

4
5 7 Una discusión en extenso de estos dos casos puede verse en HAllT &
WEr.HSLEI!'s, The Federal Courts, ps. 1551 a 1557.
M8 Acerca de la ancillary jurisdiction., me remito a lo dicho supra, § 14, b,
cap. IT.
64 9 Una actitud muy critica hacia las class actions puede verso en MILLEn,
Arthur, 0( Frank ..nstein. Mon sters and Shining Knight.~ : Myth , Reality and the
Cla.~s Action ~roblem , "Harvard Law Review" , vol. 92, p . 664 , afio 1992.
550 Como dato ilustrativo, me pennito Lraer a colación que uno de los tratados
de derecho procesal civil más importantes de los Estados Unidos , Federal Practice
and Procedure , de WR! GHT, C.; MILLER, A, y KANE , M., West Pub. Co., Minnesota,
2nd cd., 1986, dedica los tomos 7A y 7B a las class actions, lo que , junto con el
suplemento de 1993, abarca 1240 páginas.
56 1 POMMF.KANTZ, New Developments in Class Actions" · Has Their Death
Knell Been Sounded?, "Business Lawyer", vol. 25, p. 1259 (1970), citado por
WRJml'r, Charles A., Law of Federal Courts, oh. cit., p . 507 , nota 3. . .
552 HANDLER The Shift from Substantive to l'rocedural lnnovatwns m An-
titrust Sttits , "Colorado Law Rcview", vol. 71, p. 1, esp. p. 9 (1971l, citado por
WnJGH'l', Charles A.. ob. cit. , p. 507 , nota 4.
553 347 U.S. 483 (1954).
130 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

des revoluciones sociales en los Estados Unidos 56\ fue planteado


como una acción de clase por Linda Brown en ejercicio de sus
propios derechos y en representación de todos los demás es-
colares negros víctimas de la discriminación o segregación ra-
cial. A partir de allí, todo quien se considere representante
de una "clase" puede accionar en nombre propio y en el de
aquélla , lo que genera casos de lo más diversos, que van desde
los protectores del medio ambiente a los adquirentes de he-
laderas estafados por una empresa comercializadora 555 •
El uso intensivo de las class actions ha generado además
-y desde hace ya varias décadas- dos efectos. Uno sobre los
tribunales, especialmente la Corte Suprema, y otro sobre los
abogados y el ejercicio de la abogacía. A partir del uso masivo
de las acciones de clase, la Corte Suprema se ha convertido,
en el sentir de algunos, una suerte de tercera -y tal vez la
más importante- cámara legislativa, ya que al tener potestades
para expresar el derecho en forma general para grandes grupos
de personas, su tarea se asemeja mucho a la de un cuerpo
legislativo "56 •
De todos modos -y tal vez sea ésta una de las razones-
las decisiones de la Corte Suprema posteriores a la enmienda
de la Regla 23 han intentado poner límites a sus alcances 557 •

óó•t Hasta e~a época regía en los Estados Unidos en materia de igualdad
la r~~:a sep~;ate .but equal (igual e~ pero separados), establecida en el caso "Plessy
v.. .~ e• guso~ . 163 U.S. 537 (1896), donde a un mestizo se lo había obliga do a
baJar del tren pues -pese a haber abonado su boleto- viajaba en un coche exclusivo
P~:a blancos .. La Corte .. imbuida todavía d e un espíri tu ~umamente discrirnina-
Lo\JO, establec16 que la rgualdad consistía en qu e blancos y negros tuvieran si-
m1 ares comodidades , pero nada obligaba a que tuvieran que estar juntos. Este
fall~, ~na de las p1edras angulares de la segregación racial en los Estados u nidos
;nott~o que hasta med1ados de este siglo hubiera en todo tipo de es tablecimiento~
ugares separados .y exclusivos para los negros y para Jos blancos Natural
te <¡ue este disposJt¡vo trasladado a las 1 h í . meo-
carecieran de ¡08 f .' ~sc u e as, ac a que las escuelas negras
m mmos recursos econom1cos pa b · t' ¡
redundaba en la · po 'bil 'd d d . ra su SIS 11', o que de hecho
nn s1 .1 a
con enormes dilicullade e estudia!'
. · A part u' · d e es·te f.a 11u. Y por C1erto
·
blancos. s, comenzaron a JUntarse las escuelas para negros y para
655 Véase: YEAZI::LL, Stephen C voz "CI A . "
American Constitution Macmilla }>' b C ::.:s.
ctJOn • en Encyclopedia of the
ó56 Véase Mtt. Lf:R' Arthur sn V uz ~J .od... . lew York, 1986, t. I, p. 294.
A nw.·tcan. J ud.zczal
' . System
• ·• o
Ch 1 S 'b u 1c1a ReVJew" • e11 E ncyc l oped'ta of the
llfi8 Y 1159. • ares en ners Sons, New York, 1987, t. III, ps.
557
WRI CH'l' Chru·1 A ~
' es ., •• edcra l Courts, ob. cit.. p. 508.
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 131

En cuanto al ejercicio de la abogacía, han facilitado el creci-


miento de la denominada Public-Interest Aduocacy (defensa de
los intereses públicos) ejercida por organizaciones especialmen-
te dedicadas a llevar esta clase de litigios masivos en repre-
sentación de los derechos de las minorías, tal como ha ocurrido
con la célebre NAACP M", que ha ayudado enormemente a su-
perar las dificultades judiciales de personas carentes de re-
cursos económicos";;~ .
Por último, antes de entrar en el análisis de la Regla 23,
no puedo omitir que las acciones de clase tienen un fuerte
impacto sobre los denominados casos abstractos, ya que se ha
resuelto ¡¡60 que aun cuando el caso se haya convertido en abs-
tracto para el representante de la clase, el proceso continúa
por los restantes miembros 56 \

§ 82. Mi opinión

Es difícil, ciertamente, encontrar un pun Lo de cquilihrio


entre los detractores de las class actions y sus apologistas,
pues poderosas razones tanto jurídicas como económico-sociales
conspiran en contra de ello. Desde el punto de vista jurídico
hemos visto que el problema neural que las acciones de clase
presentan es el del efecto vinculante de la sentencia para quie-
nes no han sido parte en el proceso. Aquí es, probablemente,
donde la cuadratura del círculo es más osten sible . No podemos

ii58 Así, en los Estados Unidos, al lado de los grandes estudios juridicos
que nuclean a cientos de abogados, dedicados a la atención de clientes corporativos,
existen estas organizaciones también numerosas y con sucursales en casi todo
el país, dedicadas a la protección de personas que en forma individual no podrían
obtener un a~esoramiento jwidico debido. Entre ellas se destaca la National As-
sociation for the Advancement of Colored People <NAACP). Acerca de esta aso-
ciación me remito a lo que dije supra (§ 73 , nota 284).
M~ En más de una ocasión. y como consecuencia de una errónea defensa
judicial a cargo de los defensores oficiales, personas de bajos recursos han en-
frentado la pena de muerte . Estando dictada la misma en la instancias locales, la
NAACP ha provisto asistencia jurídica gratuita a estas personas, las que en al-
gunos casos han resultado finalmente absueltas. Véase BRICHT, Stephen B., Coun-
sel for the Poor. No! the Worst Crime bu! the Worst Lawyer. " 103 Yale Law Jow·nal",
1835 (1994).
6üO "Dunn v. Blumstein", 405 U.S. 333, nota 2 (1970).
561 La discusión y análisis de esta cuestión puede verse en CLINTON , Robert;
MATASAI!, Richard, y COLLINR , Michael. Federal Courts , oh. cit. , ps. 1055 a 1057 .
132 CO:'-"TROL DE CONSTITUCIONALIDAD

ocultar que hacer obligatoria una sentencia sobre quienes. qui-


zás sólo saben de la existencia del proceso por un anunc10 en
un diario es convertir a los jueces en legisladores. Pero tam-
bién es cierto que ello ocurre, de hecho, cada vez que se pro-
nuncia un fallo cuyos alcances se proyectan sobre un número
indeterminado de personas.
A mi entender -y la experiencia recogida así lo dice- , las
mayores objeciones que las acciones de clase poseen en los Es-
tados Unidos no provienen de lo jurídico, sino que están en-
raizadas en lo económico. Una vez más encontramos aquí una
encarnizada confrontación entre las grandes corporaciones - sus
principales detractoras- y los representantes de los beneficia-
rios de las acciones de clase; esto es, quienes por razones de
diferente orden carecen de la posibilidad de llevar adelante
un proceso judicial en forma efectiva. Es aquí donde radica
el nudo de la cuestión . ¿Cómo puede estar dispuesto a apoyar
un sistema de acción de clase quien de pronto descubre que
en el pasivo de su balance debe incorporar un reclamo planteado
por 100.000 personas, aun cuando cada reclamo individual sea
poco significativo? A la inversa, ¿por qué no habrá de apoyarlo
quien, de pronto y sin mayor esfuerzo, descubre que se le ha
allanado el camino para obtener una compensación pecuniaria
o una mejor situación jurídica en sus derechos? Ambas posturas
son, creo yo, prácticamente irreconciliables 562 •
Entre las ventajas que pueden destacarse, menciono prin-
cipalmente dos: 1) la seguridad jurídica relativa que ofrece el
sistema, al permitir saber con algún grado de certeza quiénes
son los que quedan obligados por el fallo. Esto se logra con
la obligación de describir a los integrantes de la clase que los
tribunales les imponen a los representantes de aquélla, y 2)
la reducción de la tarea de los tribunales, que evita la repetición
innecesaria de pronunciamientos. Ello tiene a su vez dos be-
neficios: a) en lo económico, ahorra esfuerzos humanos y ma-
teriales. Tengamos presente que en los Estados Unidos uno
de los objetivos que las acciones de clase persiguen es preci-
samente reducir la carga del sistema judicial; b) en lo jurídico,
tiende a evitar los pronunciamientos contradictorios.

562 Una exhaustiva descripción de Jos conflictos entre estas dos pos iciones
que provocan las acciones de clase en los Estados Unidos puede verse en CoFF¡,;•:,
John (Jr.), Class Wars , "Columbia Law Review", vol. 95, p. 1343 (1995).
LA LEGITIMACIÓN PROCES AL 133

No obstante ello, resulta difícil establecer la conveniencia


de adoptar este sistema, pues las diferencias de variado orden
que existen entre nosotros y los Estados Unidos exigen una
reflexión serena antes de iniciar cualquier intento. Por ello
creo que una ley que estableciera el sistema requeriría un es-
tudio detenido, no sólo de los aspectos jurídicos sino también
de otros no menos importantes.
Hemos visto, por ejemplo , que el sistema impact a por igual
entre los tribunales y los abogados. La jurisprudencia de los
tribunales norteamericanos nos dice clarament e que una de
las primeras cuestiones que el juez verifica ante s de disponer
el trámite de la acción de clase es si el o los representantes
de la clase están en condiciones operativas de llevar adelante
el proceso. De modo que es necesario montar una organización
profesional a estos efectos, para que la acción de clase no fra-
case . Paralelamente , el juez que interviene deja de desempeñar
el papel que le asignan tradicionalmente nuestras leyes pro-
cesales, para convertirse en el administrador de un sistema
complejo que le exige adoptar decisiones no necesariamente
jurídicas, para lo cual la estructur a de nuestros tribunales no
está preparada.
Pues bien, sin pretender agotar con lo que dejo dicho una
cuestión tan compleja y en buena medida desconocida para
nosotros, me permito decir -como primera conclusión- que razo-
nes de seguridad jurídica imponen en forma imperativa en-
contrar una solución al problema de la legitimación colectiva
a gran escala. Hace poco tiempo GoRDILLO se quejaba - y con
razón- de la gran repetición de fallos que existe sobre temas
similares o iguales 56a. Es evidente que las class actions brindan
una respuesta que, si no es la mejor, constituye por lo menos un
sistema ya probado con muchas décadas de existencia y que
no ha sido reemplazado todavía por otro mejor.
Por supuesto que nuestro país no está en condiciones de
adoptar las acciones de clase todavía, y sería en consecuencia
sumamente desaconsejable que lo hiciera sin haber estudiado
antes su adaptación a nuestro medio. Caso contrario, repeti-
ríamos experiencias que sólo han servido para frustrar los ins-

663 G ORDILLO , Agu stín, Los fallos repetitivos como merma eh justicia: cómo
evi tarlos en el derecho act ual , Rev. "Régi men de la Administración Pública", n•
227 , agosto de 1997, ps. 5 a 9.
134 CONTROL DE CONST!TUCJONALlDAD

titutos traídos desde lejos . De modo tal que -como segunda


conclusión- me parece que deberíamos iniciar esta tarea , y si
los resultados fueran positivos, podría iniciarse una práctica
de las acciones de clase limitada a ciertos supuestos, evitando
caer -al menos inicialmente- en los puntos más conflictivos
que son, inevitablemente, los que tienen que ver con los re-
clamos patrimoniales.

~ 83. Personas individuales

a) LA JURISPRUDENCIA. - Una última -pero no menos


importante- forma de legitimación procesal colectiva, también
surgida del artículo 43 de la Constitución, se da cuando un
individuo, enarbolando un derecho propio pero compartido con
otros muchos (derecho de incidencia colectiva o difuso) , pro-
mueve una acción cuyos alcances -de hecho- pueden ser gene-
rales. Estamos aquí ante uno de los frutos más controvertidos
de la legitimación colectiva de cara a los principios tradicio-
nales, ya que la acción de uno solo inevitablemente tendrá
efectos sobre un número indeterminado de personas que no
han tomado intervención en la causa. Voy a reseñar, entonces,
un grupo de fallos que se encaminan por esta tendencia, seña-
lando desde ya que en la doctrina uno de sus más profundos y
entusiastas estudiosos es Agustín GORDILLO , quien ha dedicado
una obra en particular 564 , una buena parte de su Tratado r;65
y una gran cantidad de notas 566 a esia temática.
Antes de la reforma constitucional de 1994, la cuestión
en general era resuelta en contra de la legitimación del
accionante individual. Salvo casos muy singulares corno
"Ekmekdjian c/Sofovich" 567 , o el célebre caso de las toninas ove-

ó64 GORDILI.O, Agustín, La defensa del usuario y del administrado, 3u ed.,


Fundación de Derecho Administra tivo, Buenos Aires , 1998.
565 GoRIJILI.O, Agustín, Tratado de derP.cho admin istrativo, 4" ed., Fundación
de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 2000, t. 2, ca p. III .
566 Las leemos habitualmente en el Suplemento Mensual de Derecho Ad-
ministr at ivo de La Ley, y están recopiladas en GORDILLO, Agustín , Cien notas de
Agustín, Fundación de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1999.
567 Fallos, 315:1492 (1992). El actor planteó una acción de amparo tendiente
a obligar a Gerardo Sofovich a que en el curso de su programa televisivo se leyera
una carta documento por medio de la cual pretendía replicar al escritor Dalmiro
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 1::\5
568
ras , donde fue reconocida legitimación individual en un plan-
t~o de naturaleza ecológica con alcances generales 569 , el indi-
VIduo no accedía a los estrados judiciales en defensa de los
intereses colectivos, aun cuando también pudiera estar afectado
en forma directa. Menciono, por ejemplo, los casos "Lorenzo
c/Nación Argenti.n a" 570 y "Zaratiegui c/Nación Argentina" 57 1,
pl~nteados por clUdadanos que impugnaban el tratado de lí-
mites firmado con Chile 572 , donde la Corte rechaza la legiti-
mación de los actores y sostiene además la ausencia de caso
judiciaP 7 a, o bien el caso de la privatización de Aerolíneas Ar-

Sáenz, quien había vertido opiniones sobre la Virgen María y ,Jesucristo, que,
según Ekmekdjian, resu ltaban agraviantes. La Corte - finalm ente- hi zo lugar
a l amparo, y al referi•·se a la legitimación del actor sostuvo que le aLribuía la
representación de todo aquellos que pudieran haberse sentido ofendidos por las
expresiones de Dalmiro Sáenz. Dijo la Corte: "Ejercido este derecho de responder
a los di chos del ofensor, su efecto reparador alcan za, sin duda , al conj unto de
quienes pudi eron sentirse con igua l intensidad ofendid os por el mismo agravio,
en las condiciones que el legislador establezca -o el juez, frente a la omisión de l
legislador, estime prudente considerar- a los efectos de evitar que el d.,recho
que aquí se reconoce se co nvierta en un multipli cador de respuestas interminables
(. .. ) A dif'erencia de quien ejerce la rectificación o r espuesta en defensa de un
dorecho propio y exclusivo, en los casos como el presentP , r¡u iC'n ''"plica asume
una suerte de r epresentación culectiva, que lleva a cabo nn virtud de una prefe-
rencia temporal , previo reclamo al órgano emisor de la ofensa, 4uitm podrá ex-
cepcionarse de cumplir con otras pretensiones de igual o semejante naturaleza
Rimpl emente con la acreditación de la difusión de la respuesta reparadora", Fallos,
315:1517-1518. Pa ra una exp licación y comentario de este caso, véase B ARRA, Ro-
dolfo C., La legitimación para accionar en la reciente jurisprudencia de la Corte ,
RD, t. 151 , p. ~01; B IANCIII , Alberto B., Un fallo sobre derecho de réplica que pone
en mora al Congreso , ED. t. 148, p. 339.
óHH Ju z. Cont. Adm. Fed. n9 2, "KatLan c!Poder Ejecutivo Nacional", 10/5/83,
ED , t.. 105. p . 245: LL , t. lY H!~ - D, p . 568.
5 69 Como puede recordarse, el caso provocó posiciones encontradas entre
MARIF. NHOFF, que criti có fuertemente el fallo , y CANO (MAJHENHUFF, Miguel S., Del-
fines o toni nas y acción popular, ED, t. 105, 244; CANo, Guil lermo, Un hito en
la historia del derecho ambiental, LL , t. 1983-D , p. 568).
fi?o Fallos, 307:2384 (1985).
571 Fallos , 311:2580 (1988).
r,n Tratado de P az y Amistad con la República de Chil e, aprobado por ley
2:-1.17 2.
573 En eJ primero de estos casos el procurador, Dr. Juan O. Gauna, propicia
el rechazo de la acción, por no tener el actor un interés directo ya que el "interés
personal de ciudadano tácitamente merituado no resulta apto para la obtención
de amparo judicial por la vía intentada". La Corte, en el consid. 2", alude a que
la acción entablada no puede prosperar, "pues no se da una causa o caso contencioso
que permita el ejercicio del Poder Judicial conferido a los tribunales nacionales
cuando se procura la declaración general y directa de inconstitucionalidad de
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

g entinas "74' donde Moisés Fontela no obtuvo el rec?ndocld'mie~~~


. . · 1 d 575 ni como c1u a ano .
de su legitimación m c~mo 1eg¡s a o~• sn "G 'l z Bergez" 578
Igual suerte corrieron Gascón Cottl , onza e
y "Polino" 57Y cuando pretendieron impugnar la re.forma cons-
titucional de Buenos Aires en 1989 5"0 , los dos pnmeros, Y la
81
de la Nación en 1994 el tercero. En el primer caso fi la Corte,
en voto muy dividido y con muy diferentes argumentos, entre
los que figura la ausencia de legitimación , ~el actor,. rec~~~ó
la acción 582 , en un fallo que mereció la cntlca doctrmana ·

las normas o actos de otros poderes". l>:n "Zaratiegui", la Corte llega a la misma
conclusión (consid. 39 , Fallos, 311 :2583).
574 "José Roberto Dromi", Fallos , 313 :863 (1990).
575 Véase supra, § 74. .
576 Sobre el particular, la Corte dijo; "La condición de ciudadano que esgrime
el actor al deducir esta acción de amparo, no es apta - en el orden federal- para
autorizar la intervención de los jueces a fin de ejercer su jurisdicción. Ello, por
cuanto dicho carácter es de una generalidad tal que no permite, en el caso, tener
por configurado el interés concreto, inmediato y sustancial que lleva a considerar
a la presente como una 'causa', 'caso' o 'controversia', único supuesto en que la
mentada función puede ser ejercida", Fallos, 313 :873.
577 "Alfredo Gascón Cotti", Fallos , 313 :594 (1990).
578 "Pablo González Bergez", Fallos, 313:588 (1990).
579 "Polino c/Estado Nacional", Fallos , 317 ;335 (1994).
580 Esta reforma había sido dispuesta por ley 10.859; no obstante, la reforma

de la Constitución de Buenos Aires fue consumada más tarde en 1994, mediante


la convocatoria formulada por la ley 11.488 (BO, 17 al 2111/94).
581
Había sido planteado con fundamento en que la ley de convocatoria no
había respetado el procedimiento establecido al efecto en la Constitución vigente.
5 2
" Una escasa mayoría, integrada en este caso por los jueces Petracchi,
Barra Y .N azareno, ~onfirma el fallo de la Suprema Corte provincial, que se había
pron.unc1ado desestunando la acción por falta de legitimación procesal del actor
~os/u~ces L~vene (h.) Y Oyhanarte, en voto separado, sostienen la incompetenci~
Pt.:tec:~e~~~e ·s~:::rc~·~r;a~ro~~~;e;:;;o ~slu9;~~. ~:~:~:':e~:~~~oc:~·d
1 uc10n santa.esrna en 1921 Al
cei tlaanCdoonel
· · . S·
Corte norteam . . egan , asmusmo, Invocando jurisprudencia de la
encana que se trata d · .
l O• ). Sólo con caráct~r subsidia . ~una cuestión política no justiciable (consid.
timación del actor para promov:loj dcen, c~rrespo~de aludir a la falta de legi-
tiende que el recurso extraordin; · ~ d e:an a .<consld. 6 9). El juez Belluscio en-
la Cort~ provincial ha r esuelto, sinr~rbi~r:n:e; ~echazado p~es, según su criterio,
loca~ . a.¡eno a la instancia extraordinaria p a ,_una cuestión atmente al derecho
1,el Juez Fayt sostiene que el actor t .d o\ultJmo, el extenso voto disidente
ormulado. Para ello alude a que lauvo e:ec o Y legitimación para el planteo
luego que el actor estaba legitimad cuesti:,n debatida no es política, Y alega
5.H3 BmAHT CAMPOS, Gennán J o pa.ra e ectuar tal planteo.
ED, dia~o del 1/8/90; PADILLA, Mi., Ell c'/:r,dadano elector: un convidado de piedra
a la JUSttcta , LL , t. 1990-E, p . 71. gue ., Una negactón d el derecho de acces;
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 137

En el tercer caso, tampoco fue reconocida legitimación al actor,


585
ni en su calidad de legislador 584 ni en la de ciudadano • In-
cluso, luego de producida la reforma constitucional, la Corte,
en "Ravaglia c/Santa Fe" 586 , decidido en octubre de 1994, re-
chazó, por falta de legitimación de los actores, una acción de-
clarativa cuyo objeto era la declaración de inconstitucionalidad
del art. 64 de la Constitución santafesina, que prohíbe la ree-
lección inmediata del gobernador y vicegobernador.
El primer caso exitoso surgido luego de la reforma de 1994
-integrante de lo que ahora es una larga lista- fue "Schroder"~x , 7

donde un vecino d~ una localidad de la provincia de Buenos


Aires en la cual se intentaba instalar una planta de tratamiento
de residuos peligrosos fue considerado como afectado directo
en materia ambiental, y logró detener el emprendimiento, sin
haber logrado probar ni siquiera mínimamente en qué y cómo
estaba afectado 588 • A partir de este caso, podemos computar
una serie en la cual personas individuales -en su exclusiva
condición de ciudadanos- han obtenido decisiones favorables

584 Véase supra, § 74.


5R6 Sobre el particular la Corte dijo: "La existencia de un interés particular
del demandante en el derecho que alega, exigido por la doctrina constitucional
federal para la exis~encia de caso en justicia, no aparece como un requisito ten-
diente a eludir cuestiones de repercusión pública. Al respecto, cabe observar que
la atribución de declarar la invalidez constitucional de los actos de los o~ros poderes
reconocido a los tribunales federales ha sido equilibrada pmúendo como límite
infranqueable la necesidad de uu caso concreto -en el sentido antes definido-
pura que aquélla sea puesta en juego. Poi' ~u~ modalidades y consecuencias, el
~is tema de control constitucional en la esfera federal excluye, pues, el control
genérico o abstracto, o la acción popular. La exclusión de tales modalidades impide
que la aclividad del tribunal se dilate hasta adquirir las características del poder
legislativo, y dentro de la marcha del proceso constitucional, subordine la eficacia
final de un pronunciamiento al consenso que encuentre en el pueblo" (Fallos .
aJ7:342-343J.
5RR Fal/.os, 317:1224 (1 994).
~87 CNCont. Adro. Fed., Sala III, "Schroder c!Estado Nacional-Secretaría de
Recursos Naturales", 8/9/94, LL, t . 1994-E, p. 449.
68" Un caso que involucraba derechos de incidencia colectiva fue tratado

como si hubiera un único "afectado", cuando sus efectos se iban a proyectar ne-
cesariamente sobre toda la comunidad que Schroder, de hecho, representó. Coin-
cido así con el comentario que hizo KAUt'MAN de este fallo (KAUFMAN Gustavo A.
Una aplicación apresurada y superficial de los artlculos 41 y 43 de la Constitución'
LL, sección "Actualidad", diario del 6/12/94). Otros, en cambio, elogian el fallo;
CARNOTA, Walter F., Un buen inicio para el amparo ambiental constitucionalizado
ED, t. 160, p . 344. '
138 CON'I'ROL DE CONS'I'I'I'IíC:IO NALIDAD

en acciones de efectos colectivos. En algunas ocasiones han


actuado en forma individual, y en otras lo han hecho junta-
mente con otros aforados colectivos como el Defensor del Pueblo
y las asociaciones de usuarios y consumidores. En el caso de
actuación conjunta, me refiero , por ejemplo, a los casos ''Yous-
sefian c/Secretaría de Comunicaciones" 089 , "Monner Sans c/Po-
der Ejecutivo Naciona1" ~ 90 y "Defensor del Pueblo c/Estado Na-

s ~s CNCont. Adm. Fed ., Sala IV, 23/6/98, LL , t. 1998-D, p. 717. En lo ati-


nente a la legitimación de Martín Youssefian, el1'ribunal dijo: "Que, en lo que se
refiere a la legitimación de Martín Youssefian, cabe destacar que , en lo que aquí
interesa, éste inició la presente acción en su calidad de us uario del servicio básico
telefónico. La parte demandada afirma que su contraria carece de legitimación
al no haber probado el perjuicio que sufriría en el mencionado carácter de usuario
de dicho servicio. Sin embargo, no resulta irrazonable sostener que como vecino
de esta Capital y usuario - al menos- de la telefonía pública, el actor podría
verse afectado por la decisión atinente a la prórroga de la exclusividad en la
presentación del aludido servicio, en el caso de que ella se adoptara con desco-
nocimiento de las normas constitucionales. En efecto, la circunstancia de no ha-
berse previsto la posibilidad de intervención de los usuarios -garantizada en el
art. 42 de la Constitución nacional- basta para reconocerle un interés s uficien-
temente concreto, directo e inmediato, merecedor de tute la judicial en los términos
del a1·t. 2º de la ley 27". (co nsid . XXIV, en p. 717).
:;~o Juz. Con t . Adm. Fed., n" 1, 30/10/97, LL , t . 1998-D, p. 219. En lo atinente
a la legitimación de Monner Sans, el Tribunal dijo: "Que el afeclado a que se
refiere la segunda parte del citado art. 43 de la Constitución nacional, no es ~ólo
agraviado en un derecho subjetivo. Es que si ello fuera así, se trataría entonces
de una inexplicable repetición del legislador constituyente, pues este afectado
ya disponía de la legitimación y la vía contemplada en el primer pán·afo de la
norma. Dada lo mismo, en consecuencia, si esa palabra no hubiera sido consig-
nada en este se¡;,'U ndo párrafo de la norma, y es sabido que restar sig nificado y
eficacia a s us términos, no es una pauta de hermenéutica admisible tratándose
de la ConHtiludón nacional. Que tampoco constituye ad ecuado fundamento para
una inte rpretación de ese tenor, la remisión que pudiera efectuarse a la norma
del art. 52 de la ley 16.986 •n cuanto se la pretende referida a las personas
afectadas como las incididas en un derecho subj etivo- pues se trata en verdad
de ~na palabra indulgente que puede abarcar a quienes revisten diversos tipos
de mterés. Por ello, cuando, como en el caso, es empleada en relación con los
derechos de inciden.cia colectiva, parece más apropiado interpretar que está alu-
diendo a tod~s los mtegrantes del colectivo que carecen de un interés subjetivo
que los habihtarla para promover el amparo previsto en el primer párrafo del
art. 4~. Es que biCn puede ocurrir que no exista persona al¡:una que ostente un
mteres de este t1po. Y en tal caso, es al cabo de eHta exégesis cuando la norma
adqutere verdad~ro . signi.ficado y eficacia , pues la consagración constitucional de
los derechos de mc1denc1a colectiva, encuentra así adecuado correlato en el en-
sanchamwnto de la base de legitimados. De tal forma , su protección no sólo queda
reservada ~1 defe~sor del pueblo y a las asociaciones que propendan a esos fines y
se encuentten deb1darnente reg¡stradas -como sostienen quienes propugnan un cri-
LA LEGITIMACIÓ PROCESAL 139

cional"óHt caso este último donde el Defensor promovió la acción


junto con Adriana Manetti.
Entre los casos de actuación individual, uno de los más
célebres ha sido "Labatón c/Estado Nacional", donde la actora
- una abogada discapacitada que debía desplazarse en silla de
ruedas- logró que la justicia contenciosoadministrativa federal ,
tanto en primera 592 como en segunda in stancia 59 ~ , obligara al
Poder Judicial de la Nación a construir en los edificios de los
tribunales nacionales rampas de acceso para personas con di-
ficultades motrices. En "Dalbón c/Gobiemo de la Ci udad de
Buenos Aires" 5Y4 se condenó a la demandada a regularizar la
situación de los carteles publicitarios emplazados a los costados
de la avenida Lugones (entre las avenidas General Paz y Do-
rrego) y, en consecuencia, retirar todos los que fueran clan-
destinos o violaran las normas vigentes. En ''Viceconte c/Mi-
nisterio de Salud y Acción Social" 595 , se trataba de un amparo
iniciado para que el Estado Nacional ejecutara todas las me-
didas necesarias para fabricar la vacuna en contra de la fiebre
hemorrágica argentina ("mal de los rastrojos") e implementara
una campaña para restablecer el ecosistema. Al revocar la sen-
tencia de primera instancia, la Sala IV de la Cámara en lo
Contencioso Administrativo hizo lugar al amparo, en una sen-
tencia de vastas proporciones 596 •

terio angosto-, sino, asimismo, y en forma concurrente, a todos quienes compartan


o copa rticipen del mismo derecho o interés colectivo" (consid . 5°, en p. 222).
591 CNCont. Adm. Fed., Sala lll, 416/96, LL , t . 1996-C. p. 405.
592 Juz. Cont. Adro. Fed., n• 6, 6/9/96, LL, t . 1998-F, p. 346.
593 CNCont. Adm. Fed. , Sala V, 2Ml/96, LL , t. 1998-F, p. 352.
6Y4 Juz. Nac. Civ. nu 54, 219/97 , LL , t. 1997-F, p. 291.
695 CNCont. Adm. Fed., Sala IV, 216/98, LL, t . 1998-F. p. 102.
~»6 Los alcances de esLa sentencia pueden medirse con la lectura de su parte
dispositiva: "Por todo lo expuesto, corresponde hacer lugar, en parte, a la acción
de amparo impetrada y, en consecuencia, ordenar: a) al Estado Nacional - Mi -
ni sterio de Salud y Acción Social- que cumpla estrictamente y sin demoras con
el cronograma cuya copia se encuentra agregada a fs . 359, responsabilizando en
forma personal a los Ministros de Salud y Acción Social y de Economía y Obras
y Servicios Públicos en sus respectivas áreas de competencia y obligando asimismo,
a los organismos a su cargo al cumplimiento de los plazos legales y reglamentarios;
b) poner esta sentencia en conocimiento del Presidente de la Nación Y del Jefe
de GabineLe de Ministros, mediante oficio de estilo; e) encomendar al Defen~or
del Pueblo de la Nación el seguimiento y control del cumphm1ento del refendo
cronograma , sin que obste a ello el derecho que le asiste a la actora en tal sentid~ ;
y d) sin perjuicio de lo precedentemente dispuesto, la demandada deberá , dentl 0
140 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Una significativa colaboración a la legitimación colectiva


de las personas individuales ha prestado Beltrán Gambier con
la promoción de dos amparos también exitosos. En el primero
de ellos 59 1, planteado en su condición de vecino de la Ciudad de
Buenos Aires y ciudadano argentino, impugnó una resolución
del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos que
dejaba sin efecto la restricción al dominio impuesta en la ley
14.800, que obliga a construir un ambiente teatral en el edificio
que se levante donde antes hubo un teatro 598 • El Tribunal de
primera instancia hizo lugar al amparo -y por ende reconoció
legitimación al actor- y en Cámara el recurso del Estado na-
cional fue rechazado por motivos formales . Por medio del se-
gundo amparo 599 , Gambier detuvo una campaña televisiva orga-
nizada por el gobierno nacional hacia el final de la presidencia
de Carlos Menem, para exaltar la figura de este último. La
impugnación apuntaba a que la campaña, que en definitiva
se sufragaría con fondos públicos 600 , no estaba enderezada al
interés general. En la misma línea de estos dos casos, también
fue exit.oso el amparo promovido por una afiliada del Instituto
Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados
(PAMI) 00 \ con el objeto de que se declarara la nulidad de una
norma general de contratación de servicios aplicada por la de-
mandada 602 •

del plazo de lO días de quedar notificada de la presente, informar al tribunal


acerca del cumplimiento del cronograma referido en el punto (a)" (CNCont. Adm.
Fed., Sala ll, LL , t . 1998-F, p. 105).
0 9 7 CNCont. Adm. Fed., Sala ll , "Gambier c/Ministerio de Economía y Obras

y Servicios Públicos", 18/6/98 (Causa 25.841197).


598 El caso se refería en particular a la demolición del teatro Odeón, el

cual, junto con el hotel Roi y el ex restaurante Royal Keller, conformaba un con-
junto edilicio ubicado en Corrientes y Esmeralda que había sido declarado mo-
numento nacional en 1985.
599 CNCont. Adm. Fed., Sala 11, "Gambier c/Poder Ejecutivo Nacional", Sala
Il, 19/8/99, LL , t . 1999-E, p. 624.
600
La agencia Télam (de propiedad del Estado Nacional) había distribuido
el spot t~levisivo para ser difundido en cinco canales de aire, quienes se cobrarían
el espacw empleado mediante una compensación con multa~ impuestas por el
Coouté Federal de Radiodifusión (COMFER).
601
CNCont. Adm. Fed., Sala I, "Tore!lo c/INSSJP", 212100, LL, t. 2000-B,
274, con nota de GAM!IIER, Beltrán, Civismo y amparo. Derecho de los ciudadanos
a la utgeneta del principio de legalidad .
602
. Juz. Cont. Adm. Fed. n 2 1, Cláusula 14.1 del Pliego de Bases y Condi-
Ciones del Contrato de Gerenciamiento del Servicio de Salud.
LA LEGITIMACIÓ PROCESAL
141
Por último el am
fensa de los e '
CUA e
·laro .
d d 'd
e UCl o por la Asociación de De-
onsurru ores Y Usuarios de la Argentina (ADE-
) n contra de la ley 25.063 y el decreto 1517/98 . l d
con 1 1· · - d , Vlncu a os
a ap 1cac10n e 1 NA a la medicina prepaga so.1 d1·0 •
que el t 'b 1d · . . ' Pie para
. n una e pnmera mstanCia interviniente se pronun-
Ciara a favor de.l r~c?nocimiento de la legitimación colectiva
de las personas md1V1duales, sin perjuicio de hacerlo también
respecto de ~as" a~ociaciones y del Defensor del Pueblo. Dice
es~a sentencia rruentras esa misma norma [el art. 43] en su
pnmer párrafo, al legitimar activamente a toda persona ~íctima
de_ ~n acto lesivo, presupone el daño a un derecho subjetivo
clasico, en su segundo párrafo indica concretamente a los su-
jetos investidos de legitimación para accionar en función de
un interés de tipo colectivo. Consecuentemente, tanto los de-
rechos involucrados en los arts. 41 y 42 de la Constitución na-
cional, y todo cuanto admita ser conceptualizado entre los de-
rechos de incidencia colectiva en general, confiere legitimación
para accionar al afectado (cualquier integrante del colectivo
que no ha sido incidido en un derecho subjetivo), al defensor
del pueblo y a las asociaciones que propendan a esos fines y
que estén registradas de acuerdo con la ley" 604 (el destacado
me pertenece).
En contra de esta tendencia, puede mencionarse el caso
"Terragno" 605 , ya citado en relación con la legitimación de los le-
gisladores 606, adonde me remito para la explicación de los he-
chos. En lo atinente a la legitimación de Terragno como usuario
del servicio de correos, el Tribunal dijo " . .. la posibilidad de
obtener la tutela judicial, se relaciona con la existencia de un
interés que pueda darle apoyo. Es dqctrina corriente que di-
cho interés se da cuando la situación de hecho es tal que el
actor, sin la declaración legal requerida sufrirá un daño, de
modo que la intervención de los magistrados se presenta como
un medio necesario para evitarlo. Ausente tal interés concreto
y sustancial en cabeza del accionante, no hay caso o contro-
versia que determine la intervención de la jurisdicción de los
tribunales federales. Por ello, no se da una causa o caso con-

603 "ADECUA d Poder Ejecutivo Nacional", 1813/99, LL , t. 1999-C, p. 192.


r.o4 LL t 1999-C, p. 201.
605 CNC~nt. Adm. Fed., Sala ll, 3/6/97 , causa 4.737/97.
606 Supra, § 74.
142 C ONTROL DE CONSTITUC IO NAL IDAD

tencioso que permita el ejercicio del poder judicial conferido


a los tribunales nacionales, cuando se procura la declaración
general y directa de inconstitucionalidad de las normas o actos
de otros poderes. En tal sentido, la determinación judicial de
constitucionalidad de normas o actos , sólo resulta viable como
faz de una controversia particular y destinada a dilucidar in-
tereses jurídicos contrapuestos. Ello garantiza la preservación
del principio de división de poderes, el que adquiere particular
relevancia frente a la presunción de validez que debe recono-
cerse a los actos de las autoridades legítimamente constituidas.
( . . .) en el sub -lite y respecto del co-actor mencionado, no se
verifica la existencia de caso judicial que tenga por finalidad
la tutela de los intereses propios alegados por las partes, ello
en tanto el interés personal del usuario sólo tendría adecuado
resguardo con una declaración genérica de inconstitucionalidad
cuyos efectos se proyecten erga omnes , con una sentencia que
trascienda los límites de la causa excediendo el ámbito de ac-
tuación que la Constitución reserva al Poder Judicial" 607 •
Tampoco tuvieron éxito como personas individuales los le-
gisladores que, en "Gómez Diez c/Poder Ejecutivo Nacional" 606,
y en "Garré c/Poder Ejecutivo Nacional" 60 ~, plantearon, respec-
tivamente, una acción de inconstitucionalidad y un amparo en
ese doble carácter 6 10 •

b) MI OPINIÓN. - El análisis de la legitimación colectiva


del "afectado" individual en el marco del art. 43 exige distinguir
dos situaciones muy diferentes. Si bien se trata siempre de
una persona ~ue es portadora de un derecho subjetivo y propio,
pero compartldo con otros muchos, ello puede generar dos clases
de supuestos: a) que la decisión judicial pueda ser individual
Y tenga efectos solamente respecto del accionante o b) que
la decisión judicial - por la naturaleza del planteo~ sea indi-

607
. El Art . N , Secc. 4, de la Constitución norteamericana dice: "Los Es tados
Umdos garantizará n a cada estado de esta Unión una forma r epublicana d e 0 _
~~ e~~o, Y_Pr~tcge¡·.á ~ a ca da u?o de ellos de toda in vas ión; y, cua ndo lo solicil: re
. t mat a e¡psl~tJ va o el EJ ecutivo (si no se pudier e co nvocar la Cámara ), ¡0
P' o egerá n tamb1 cn de toda vwlencia interna"
60
R Fallos, 322 :528 (1999 ). ·
609
Fallos, 323:1432 (2000).
610 Me he r eferido a estos dos fa llos supra , § 74.
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 143

visible y tenga efectos sobre toda una "clase de personas" en el


sentido arriba estudiado 611 • En el primer grupo están compren-
didos casos como "Youssefian" (de haber actuado sin la con-
currencia de otros legitimados colectivos) y en el segundo entran
"Schroder", "Labatón", los dos "Gambier", "Dalbón", etcétera.
En relación con el primer grupo, no tengo duda alguna
de que el art. 43 otorga una amplia cobertura procesal a quienes
litigan por un derecho propio, aun cuando éste sea difuso o
de incidencia colectiva. En definitiva, la sentencia que se dicte
tendrá efectos solamente respecto del accionante. Los demás,
en todo caso, podrán invocarla si resulta favorable , pero no
estarán obligados por ella si la acción hubiera sido rechazada.
No estoy de acuerdo, por el contrario, con la legitimación co-
lectiva de las personas individuales cuando lo decidido tiene
efectos colectivos, esto es, sobre toda una clase de personas
que no ha estado en juicio. Ello tiene profundos efectos dis-
torsivos sobre el funcionamiento del Poder Judicial y sobre los
derechos e intereses de terceros que no están en juicio y que
quizás ni se han enterado de su existencia.
En primer lugar, me parece obvio que si el art. 43 ha pre-
visto determinados aforados colectivos (Defensor del Pueblo,
asociaciones que propenden a la defensa de los derechos de
incidencia colectiva) es porque pretende que actúen precisa-
mente en aquellos casos donde la decisión tiene - de hecho-
incidencia colectiva. De lo contrario, habría legitimado sim-
plemente a cualquier persona para que en defensa de sus de-
rechos y de los de cualquiera de su "clase", obtenga una decisión
de alcances colectivos.
En segundo lugar, si la representación colectiva del De-
fensor del Pueblo y de las asociaciones -tal como se la ha
estado practicando hasta ahora- facilita de algún modo la con-
tradicción entre fallos de alcance general, este riesgo se poten-
cia cuando se otorga legitimación colectiva con efectos colectivos
a personas individuales. Ello genera una suerte de esquizofre-
nia judicial, pues permite la producción de decisiones de alcance
general, potencialmente contradictorias. La contradicción en-
tre fallos de alcance individual es normal y constituye un dato
de un sistema judicial difuso, sin que por ello éste se resienta.

611 Supra, §§ 76 y siguientes.


144 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Lo malo es cuando dos jueces resuelven al mismo tiempo, en


sentido contrario, cuestiones de alcance general, pues de esa
manera las mismas personas están alcanzadas contemporánea-
mente por diferentes decisiones. Es como si dos legislat~ras
con competencia sobre la misma jurisdicción dictaran al rrusmo
tiempo normas en sentido contrario. La población al~anzada
por ellas no sólo estaría seriamente desconcertada, smo que
además se vería en conflicto con el cumplimiento de las leyes
vigentes. También existe un segundo riesgo: el de la mala de-
fensa colectiva de los intereses por parte de quien promueve
la acción. Puede ocurrir que quien promueve la acción en re-
presentación de la clase a la que pertenece no la defienda ade-
cuadamente y resulte perdedor en un proceso que otro podría
haber ganado. En este caso ¿la sentencia contraria también
extiende sus efectos negativos al universo alcanzado por ella
o solamente son los efectos beneficiosos los que se propalan
colectivamente? Si Schroder, Labatón, Gambier o Dalbón hu-
bieran perdido su caso por una razón de fondo, los que no
fueron parte en el proceso podrían sostener -con todo derecho-
que aquél no los alcanza. ¿Pero no podrían sostener al mismo
tiempo los accionados, con igual énfasis, que esas sentencias
los benefician y por ende invocarlas urbi et orbi contra cualquier
otro que pretendiera iniciar un proceso semejante hasta obtener
una decisión favorable? La respuesta no es simple, y ninguno
de los fallos aquí analizados se ha detenido a pensarla. Tal
vez porque optaron por hacer lugar a las acciones respectivas.
Por último, coincido con MIHURA ESTRADA en que es muy
difícil hablar de legitimación colectiva en materia impositiva.
Tal como sostiene este autor, en materia tributaria sustantiva
la obligación hacia el Fisco es un hecho sustantivo en el cual la
acció~ debería estar dada por el interés patrimonial de cada
contnbuye~t~ ? responsable, principio que, sin embargo, admite
alguna fleXIb1hdad en lo relativo a impuestos indirectos y obli-
gaciones formales 612 •
En ~íntesis, tengo para mí que el segundo párrafo del art.
43 perm1te ~~ afectado individu~l defender un derecho propio,
aun cuando este se halle compartido colectivamente. No le otor-
612
. MrH URA ESTitADA, Ricardo, Acción de amparo y medidas cautelares po
ne~c~ rAeseutada en las "I Jornadas Nacionales de Derecho Tributario" 'u n·:
1
versr a ustral, nov1embre de 2001 , actualmente en prensa. '
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL
145
ga, en cambio, legitimación a
la decisión perseguida habrá fe
ra en~bl~ la acción, cuando
colectivos. Para lograr ese fin ~ner me_VIta_~lemente alcances
dos aforados especiales· el D ti ConshtuciOn ha establecido
·
Clones "que propenden a· esos efi ensor
, del Puebl o y 1as asocia-
.
en estos casos debería opta ~es). De modo ~al que el juez
decisorio exclusivamente ar po~. a tratar de CirCunscribir SU
b) en caso contrario 1) . acci~nante, si ello fuera posible;
dicionante de la pros'ecuc::P~~er e, c~~o carga procesal con-
clase de personas en el s t. d a ac~wn, la formación de una
como tercero al D~fensor d:~ ~ o b~rnba estudiado, o 2) citar
indicados más arriba 613. ue 0 con los alcances también

§ 84. Conclusiones

Tal vez la Pr;imera Y más sensata -si puede haberla- de


t~das las concl_u~wnes en esta materia es que todo Jo que se
d~~a se~~ prOVISIOnal. Irremediablemente provisional. La Ie-
gltunacwn, tal como dije al comienzo, es un fenómeno difícil
Y expone, sus estudiosos a una dura prueba. De ello dan buena
cuenta los autores norteamericanos citados en el curso de este
capítulo. Si ello es cierto en la legitimación individual, resulta
patético en la colectiva, donde toda la noción clásica de] caso
judicial cruje y se resquebraja. La legitimación colectiva, al
igual que el amparo que generalmente la cobija procesalmente,
están todavía en una suerte de pubertad, con sus incertidum-
bres naturales y sus crecimientos desparejos.
En lo que a la legitimación colectiva se refiere, podríamos
decir que hasta ahora contamos con dos elementos : a) un ex-
preso reconocimiento constitucional de su existencia, y b) una
jurisprudencia que sin avanzar demasiado en la sistematiza-
ción de los conceptos, ha estado guiada en general por el deseo
de hacerla triunfar en la práctica, apoyada para ello por el
fogoneo de la doctrina 614 • Lo que resta es la sistematización.

Al 3 Supra, § 72.
tn4 G01WILLO , uno de los autores que apuntalan con mayor énfasis la legi -
timación colectiva, en sus "Conclusiones para el año 2000" dice: "La tendencia
jurispi'Udencial es así unívoca, indetenible, justa, eficaz, innovadora, eficazmente
preventiva de la corrupción en una de sus manifestaciones; correctora oportuna
146 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Hasta ahora nadie se ha tomado el trabajo de explicar por


qué, cuándo y cómo cualquiera de los aforados colectivos ar~ba
estudiados está legitimado para obrar procesalmente. Ha s1do
suficiente sostener que la Constitución los habilita. Tengo para
mí, sin embargo, que ello es sólo el comienzo, pero la cuestión
no puede agotarse allí. Es más compleja de lo que P~~ece .
Si bien en ocasión del tratamiento de cada uno de los leg:¡tlma-
dos he querido dar mi opinión, voy a tratar ahora de resumirla
en un pensamiento de orden general.
Para ello debemos tener en cuenta, en un primer orden
de consideraciones, las características y las limitaciones propias
de los tribunales. En efecto, cuando un tribunal decide en un
caso individual algo que posee repercusión general, actúa -de
hecho- como una legislatura. Pero al mismo tiempo debe tener
en cuenta que carece por lo menos de tres condiciones esenciales
con que cuentan las legislaturas: a) el monopolio de la decisión;
b) la capacidad de elegir el momento de tomarla, y e) la am-
plitud fáctica de una toma de decisión legislativa.
En punto a lo primero, con excepción de la Corte Suprema
-y los tribunales superiores locales dentro de su jurisdicción-
ningún otro tribunal ostenta una condición típica en las le-
gislaturas: el poder de decir algo sin que ello pueda ser co-
rregido o cambiado por otro órgano de similar naturaleza. Los
mismo sucede con la potestad reglamentaria de los órganos de
la Administración, pues dentro de la esfera de su competencia
Lambién actúan monopólicamente. Tenemos entonces que los
órganos legislativos son concentrados, en tanto que los judi-
ciales son difusos. Esta dispersión en la toma de decisión cons-
pira naturalmente en contra de la capacidad de tomar deci-
siones de alcance general, ya que cualquiera de ellas puede
e~trar en fran~a contradicción con otra similar dictada por otro
tnbu~al el m1smo día. De allí que resulta imperativo para
un t~bunal, frente a un caso de alcances colectivos, imponer
al acc10nante que precise con el mayor detalle posible el alcance

de la ilegalidad administrativa o inconslitucionalidad legislativa. Un verdadero


Y :esonante progreso social en materia de tutela judicial efectiva, pronta y cum-
plida . . Debemos felicitar, con humildad y de lodo corazón, al Poder Judicial que
ha temdo !.a s cuahd~des humanas e intelectuales necesarias para dar una brillante
nuev~ ~ágm~ a la historia argentina". (Tratado . .. , 4v ed., Fundación de Derecho
AdmmJstratJvo, Buenos Aires , 2000, t. 2, cap . III, § 6.11 , p. 33) .
LA LECITIMAClÓN PROCESAL 147

del universo de representados, con el objetivo de evitar la pro-


ducción de decisiones de alcance general contradictorias. En
segundo lugar, no es menos cierto que los tribunales carecen
de la capacidad de elegir el momento en que habrán de tomar
estas decisiones . Ello -en cierto modo- lo hacen las partes
cuando promueven las acciones. Esta limitación no es menor,
ya que una decisión general siempre debe estar orientada al
interés general y para ello resulta esencial poder elegir el mo-
mento en que se la dicta y la capacidad de derogarla cuando
se lo crea conveniente, posibilidad de la que carecen los tri-
bunales. Por último , cuando una legislatura decide, no está
circunscripLa por las ataduras y limitaciones propias de un
caso judicial. Por el contrario, los jueces siempre actúan en
el marco de un caso, es decir que conocen determinados hechos
y no todos, y además están limitados por los planteas de las
partes. De lo dicho se sigue que una decisión general de un
trihunal, por muy amplia que sea la legitimación de quien pro-
voca el caso, dependerá siempre de factores ajenos al tribunal
que éste no puede controlar. Todo ello, como mínimo, debe in-
ducir a la prudencia en el obrar.
En un segundo orden de ideas, debe ser analizada la in-
terpretación que corresponde hacer de las normas constitucio-
n::lles habilitantes de la legitimación colectiva. Si bien es cierto
que allí se establecen principios generales, no lo es menos que
éstos no son absolutos. En otras palabras, ningún principio,
derecho o garantía constitucional es absoluto, y los arts. 43
y 86 no constituyen una excepción a la regla. Ello supone que
los jueces no pueden darse por satisfechos para reconocer la
legitimación del Defensor del Pueblo, de una asociación o de
un particular, con la simple invocación de estas normas, como
si se tratara de una cuestión dogmática. Por el contrario, en-
tiendo que estas disposiciones constitucionales funcionan como
normas de habilitación de una legitimación que debe ser exa-
minada caso por caso.
En síntesis, con los derechos de incidencia colectiva o in-
tereses difusos ha ocurrido algo singular. Hasta hace poco no
se permitía su planteo o defensa en sede judicial, pues existía
la creencia de que un sujeto singular no podía arrogarse la
defensa de todos , aun cuando se reconociera que el derecho
colectivo estaba integrado por la suma de los derechos indi-
viduales de todos los que hacían de él un derecho de incidencia
LA LEGITIMACIÓN PROCESAL 147

del universo de representados, con el objetivo de evitar la pro-


ducción de decisiones de alcance general contradictorias. En
segundo lugar, no es menos cierto que los tribunales carecen
de la capacidad de elegir el momento en que habrán de tomar
estas decisiones. Ello -en cierto modo- lo hacen las partes
cuando promueven las acciones. Esta limitación no es menor
ya que una decisión general siempre debe estar orientada aÍ
interés general y para ello resulta esencial poder elegir el mo-
mento en que se la dicta y la capacidad de derogarla cuando
se lo crea conveniente, posibilidad de la que carecen los tri-
b_unales .. Por último, cuando una legislatura decide, no está
crrcunscnpta por las ataduras y limitaciones propias de un
caso judicial. Por el contrario, los jueces siempre actúan en
el marco de un caso, es decir que conocen determinados hechos
y no todos, y además están limitados por los planteos de las
partes . De lo dicho se sigue que una decisión general de un
tribunal, por muy amplia que sea la legitimación de quien pro-
voca el caso, dependerá siempre de factores ajenos al tribunal
que éste no puede controlar. Todo ello, como mínimo, debe in-
ducir a la prudencia en el obrar.
En un segundo orden de ideas, debe ser analizada la in-
terpretación que corresponde hacer de las normas constitucio-
nales habilitantes de la legitimación colectiva. Si bien es cierto
que allí se establecen principios generales, no lo es menos que
éstos no son absolutos. En otras palabras, ningún principio,
derecho o garantía constitucional es absoluto, y los arts. 43
y 86 no constituyen una excepción a la regla. Ello supone que
los jueces no pueden darse por satisfechos para reconocer la
legitimación del Defensor del Pueblo, de una asociación o de
un particular, con la simple invocación de estas normas, como
si se tratara de una cuestión dogmática. Por el contrario, en-
tiendo que estas disposiciones constitucionales funcionan como
normas de habilitación de una legitimaci ón que debe ser exa-
minada caso por caso.
En síntesis, con los derechos de incidencia colectiva o in-
tereses difusos ha ocurrido algo singular. Hasta hace poco no
se permitía su planteo o defensa en sede judicial, pues existía
la creencia de que un sujeto singular no podia arrogarse la
de fensa de todos, aun cuando se reconociera que el derecho
colectivo estaba integrado por la suma de los derechos indi-
viduales de todos los que hacían de él un derecho de incidencia
148 C oNTROL D E c o Nl>'Tl TUGIONALIDAD

colectiva. La evolución posterior, y la reforma constitucional


en particular, produjeron grandes cambios en dos órdenes. Por
un lado permitieron la aparición de legitimados colectivos es-
pecíficos (Defensor del Pueblo, asociaciones de usuarios) y por
el otro concedieron la legitimación colectiva incluso a personas
individuales, de manera que uno solo de los titulares de un
derecho subjetivo colectivamente compartido pudiera ejercer la
representación del resto. Así, los otrora excluidos absolutamen-
te de la legitimación la poseen ahora de manera absoluta.
Tengo para mí que la verdad en esta materia pasa por
un punto intermedio. Lo que hizo la Constitución fue acabar
definitivamente con una barrera procesal edificada sobre la
base del criterio tradicional del caso judicial. Pero no por ello
ha otorgado mágica y automáticamente legitimación al Defen-
sor del Pueblo, a las asociaciones o a los particulares en forma
absoluta. De lo contrario, el requisito de la legitimación corre
el riesgo de transformarse en la ausencia de legitimación, lo
que conduce a la acción popular. Creo, en consecuencia, que
la tarea que corresponde hacer a la jurisprudencia es ir de-
finiendo y sistematizando los requisitos de habilitación de la
legitimación de cada uno de los aforados colectivos teniendo
en cuenta especialmente que la decisión general qu~ ello pro-
d_uzca se tomará dentro de los inevitables límites (y limita-
CIOnes) de un caso judicial.
CAPi'rULO V

LOS ACTOS NO JUSTICIABLES

Away wilh t he hurrah of masses, nnd let us have


the conside rate vote of single rncn (EMERSON, The con·
duct of life).

§ 85. Planteo. Las "cuestiones políticas":


una noción confusa

La Corte Suprema argentina -siguiendo muy de cerca las


aguas jw·isprudenciales de la norteamericana- ha excluido del
ámbito de su control una serie de actos más o menos identi-
ficados y genéricamente denominados "cuestiones políticas no
justiciables" (political questions). Existen así cierta clase o ca-
tegoría de decisiones que exceden el ámbito del caso judicial, y
por ende quedan fuera de la revisión judicial. Las razones que
justifican o explican esta abstención judicial en el ejercicio del
control son de muy variada índole, y constituyen probablemente
uno de los terrenos más sinuosos y confusos del derecho cons-
titucional, donde se advierte además un alto grado de discre-
cionalidad judicial en la elección de lo que ingresará por el
umbral de los tribunales y lo que quedará fuera de ellos.
Es así como las cuestiones políticas no justiciables cons-
tituyen, paradójicamente, una noción que no resulta difícil com-
prender, pero en cambio es complicado explicar. Casi todos es-
tamos dispuestos a admitir que, por alguna razón, ciertos actos
de los poderes políticos no pueden ser objeto de control judicial.
Pero a partir de ese mínimo consenso comienzan a asaltarnos
dudas en general no resueltas. ¿Qué fundamentos tiene? ¿Có-
mo se clasifican las cuestiones exentas del control? Son pre-
150 CONTROL DE CONS'r!TUCIONALIDAD

guntas que ni la más prolija de las reseñas jurisprudenciales


es capaz de resolver de una manera enteramente satisfactoria.
Se trata de una idea que tiene un importante ingrediente in-
tuitivo y tal vez sea ésa la razón que dificulta su explicación
racional'. Tal como lo señalan los autores en general, se trata
de una noción por demás confusa 2 • Por ello, sin haber logrado
aún superar las dificultades que esta noción presenta, es dable
decir que las cuestiones políticas, tal como las conocemos hoy,
luego de casi dos siglos de desarrollo jurisprudencia] y doc-
trinario, no constituyen en sí mismas un grupo cerrado y ho-
mogéneo de decisiones. Por el contrario, integran un listado
donde constantemente se producen altas y bajas.
Comenzaré haciendo una breve descripción del origen his-
tórico de las llamadas "cuestiones políticas", para efectuar luego
un recuento descriptivo de los actos estatales que integran esa
zona de autoexclusión judicial. En tercer término trazaré -si
esto es posible- los bosquejos de una recapitulación general
con pretensiones de alcanzar una teoría .

§ 86. Los casos fundadores de la doctrina


de las cuestiones políticas

a) EN LOS EsTADos UNIDOS. - Según expresan los au-


tores norteamericanos '\ un antecedente remoto de la abstención
1
( d _M A!RAL dice Qu e todo intento de dar una definición genéric 11 y no tautológica
es etc~r, _ defi ménd olas como meramente no justiciables) choca con el esco llo de
que o 1 os actos que cabrían en 1 ·
judici~lS~e ~a Ad~minWistración Púb~c~~~;a:~:·. ~~seen:s ~~~srel~~~bl:sr (Cpo5n5tr9·o)l
t:gu n lCC IHGIIT ' ' ' ' . ' . .
estado de dcsord Í3 nmg~ aspecto del control jurisdiccional está en tal
citando, entre ot;~s c~~~ ~~~t~n~ d_e t;sl cues~tJOnes políticas no justiciables,
00 0
Pnlitica l Qw,stion D~ctrine? "Yale ra a~o e ~~o esor Louis H EN KrN: Is There a
bién una cómica fra e de z' h . aw ourna • vul. 85, p. 597 <1976). Cita tam-
374) segú n la cual las cues~~n::lí~~PE~ (Son~e Problems o( Equity, 1950, p.
Claus en las tiendas de regalos en N "';js
d son a menos tan reales como Santa
aun cuando creamos qu e no deberíana~'\ a · ?,~~~mos saber qué hacer con ellas
deral Courts , 5lh ed. , West Publishin Scar a l 1 RIGHT, Charles A., Law of' Fe-
Igual sentido se manifiesta CHF.MERrNs:V o., Mmnes_o~~· 1994, ps. 83 Y ss .). En
twnes políticas es la más confusa d t den cuya 0 PUllon la doctrina de las cues-
e o as 1as doctnnas sobre la justiciabilidad
3 Y, " . fEs ta nota c:untin!i(J en t á . .
<Jase, por ejemplo· WE STON M 1 .11 F p l' . a P ¡¡uw s•g•uente.)
Heview", vol. 3H, ps. 296 ~ 3o3 (Ui25)~ V1 e .• o Ltlcal Questions, "Harvard Law
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 151

judicial en resolver un caso tuvo lugar en Inglaterra en 1460,


cuando el Duque de York promovió juicio para que se lo de-
clarara legítimo heredero del trono 4 • Los jueces, en tal ocasión,
dijeron que "no se atrevían a entrar en ninguna comunicación
respecto a ello, porque incumbía a los lores del Rey tener co-
nocimiento de estas materias y mediar en ellas".
En los Estados Unidos, y sin perjuicio de algún preceden-
te del siglo XVIII ~ . el primer atisbo de lo que lu ego serían las
political questions aparece en "Marbury v. Madison" 6 , y se re-

rContl!luu ción de lu nota 2.)


(Federal J urisdiclion , p. 142) y lo mismo opina Martín REniSII (Judicial R euiew
anti the Political Question , "Northwestern Law Rev:iewn, vol. 79, p. 1031, 1984).
Entre nosotros , Jorge VANOS.~! decía h ace ya varios años - y pued e ser suscri pto
hoy- que la doctrina conserva en su fonnulación las características imprecisas
y frágiles a que la condena la propia indeterminación de su nombre (Teorta cons·
titucional, cit. , t. II , p. 170).
4 El conflicto politice -con ribetes judiciales- tuvo lugar en el marco de la

célebre lucha entre las casas de York y Lancaster por el trono de Inglaterra,
conocida como la Guerra de la Rosas (Th e War o( the R oses), cuyo nombre se
debe a qu e el embl Pma de los York era una rosa roja y el de los Lancaster era
una ros a blanca . Ambas casas, de ~cendientes del rey Eduardo lll (1327-1377),
pel earon por espacio de más de treinta años entre 1453 y 1485. La pretensión
al trono de Ricardo, tercer Duqu e de York , apareció cuando el rey Enrique VI
(Lancaster) tuvo que abandonar el gobierno momentáneamente en 1453 por una
enfermedad mental. Repuesto de su enfermedad dieciocho meses después, la pre-
ten sión del Duqu e de York no cesó ha ta su muerte en 1460, en la batalla de
Wakefield. Finalmente, la casa de York logró des tronar en 146 1 a E nri4ue VI
y colocar en su lugar a Eduardo IV (1461-1483), a quien sucedieron ntros dns
reye~ York (Ricardo lli y Eduardo V). La Guerra de las Rosas finalizó en 1485
con el ascenso al t rono de Enrique VII (1485-1509), que pertenecía a la casa de
Lancaster (era descendiente de Owen Tudor y de Margarita de Valois, viuda de En-
rique V, pero se casó con Isabel de York, hija mayor de Eduardo IV, para asegurar
la unión de ambas familias). Para ello además cambió el nombre de la dinastía
que a partir de entonces se denominó 'fudor. (Ver CHUI\CHILL, Winston S., A Histo,.;
o( the English Speaking Peoples , Dodd, Mead & Co., New York, 1958, vol. I, "The
Birth of Britain", ps . 424 a 500.
!\ En "War c v. Hyltou", 3 U.S. (3 Dalias) 199 (1796), la Corte rehusó de-
terminar si se habla violado un acuerdo internacional.
6 5 U .S. (1 Cranch) 137. He analiza do en extenso este caso supra , § 4, b.
En lo que a esta cuestión se refiere , la sentencia dice: "Por la Constitución de
los Estados Unidos el Presidente está investido con algunos importantes poderes
políticos , en el ejercicio de los cuales debe usar su propia discreción, y es res-
ponsable ante su país solam ente en su carácter político y ante su propia conciencia .
Para ay udarse en el cumplimi ento de estos deberes est.á autorizado a nombrar
determinados funcionarios, los cuales actúan por su autoridad, y de conformidad
con su s órdenes. En tales casos, los actos de ellos son sus actos; y cualesquiera
sea la opinión que pueda merecer la manera en que es usada la discreción ejecutiva,

- - - - -- - - - -- - - - -
------
152 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

pitió luego en algunos casos inmediatamente posteriores, tales,


por ejemplo, en materia de reconocimiento de naciones y go-
biernos extranjeros 7 , en cuestiones sobre soberanía en una esfe-
ra determinada 8 , en materia de la garantía republicana contra
la violencia interior 9 , o para revisar facultades discrecionales
de un funcionario ejecutivo 10 • Incluso un interesante caso se
suscitó respecto de nuestro país y las Islas Malvinas. Fue "Wi-
lliams v. Suffolk Ins. Co." 11 , en el cual la demandada, una com-
pañía de seguros, había invocado como defensa para evitar el
pago del seguro la negligencia del actor por haber continuado
con la caza de focas en las Malvinas , luego de que el gobierno
de Buenos Aires lo intimara a abstenerse de esa actitud. La
Corte norteamericana rechazó esa defensa, pues si bien admitió
que antes de la "Revolución en Sud América", las Islas Malvinas
estaban adjuntas al virreinato del Río de la Plata, posterior-
mente se había producido una declaración del Presidente de
los Estados Unidos de que en las Malvinas podían dedicarse
a la caza de focas barcos de todas las naciones, lo que impedía a
la Corte pronunciarse sobre ese punto así como de cualquier
otra decisión acerca de quien ejercía allí la soberanía.

a pesar de ella, no puede existir poder alguno de controlar aquella discreción.


Los asuntos son políticos. Ellos conciernen a la Nación no a los derechos indi-
viduales •. y, e tanda confiados al Ejecutivo, la decisión de'! Ejecutivo es definitiva.
La e~actttud de esta observación puede ser percibida tomando en cuenta la ley
del Congreso que establece el departamento de Relaciones Exteriores . De acuerdo
con !.os deberes prescriptos por aquella ley, este funcionario debe actuar de con-
furmtdad con la voluntad del presidente. Es un simple órgano por el cual aquella
volunta~ es comunicad~ . Los actos de tal funcionario, en cuanto funcionario, no
puede~ ser nunca exammados por los tribunales". Un pensamiento 8 · ·1 n
tambten en "Cohen v v· · · "·"E . . illlJ ara ora
. . d'. 'ó . s · trgmta · S muy Cierto - dtce- que esta Corte no asumirá
JW:s tcct 0 s~ no debe hacerlo, pero es igualmente cierto que debe asumirla si
:~ a c:~~d~n e. La JUdtcatura no puede, como sí puede la Legislatura, evitar
1

264, 404). porque ella se acerque a los confines de la Constitución" (19 U.S.
7
"United States v Palmer" 3 Wh to 610 ( .
tarde en "Jones V. United. States" Í37 u se~o:it890) 18;g).tcntercio aplicado más
Co.", 246 U.S. 297 u 9181 . ' · · • Y e Jen v. entra! Leather
s "Foster v. Neilson" 2 Peters 253 (1829) "Will '
U.S. (13 Peters) 415 (1839). ; tam v. Suffolk Ins. Ca.", 38
9
"Martín v. Mott" 25 U S (12 Wh
cuando el Presidente actúa 0 ~ ~ tn . ~atan) 19 (1827 ). Se decidió aquí que
decidir cuándo debe ser con:ocad: laflll~tó_n del Con~eso, sus facultades para
to "Decatur v Paulding" 39 U S m( cta no son Judictalmente revisables.
n 38 u" c · p t ) ' · · 14 Peters) 497 0840).
,,,, 13 e ers 415 (1839).
Los ACTOS • 'O .JUS'nCIABU:s 153

De todos modos, según ex:pre a TRmE 12, la serie central de


casos sobre cuestiones políticas corre desde "'Luther v. Borden" 13
hasta "~aker v. C~" 14 • El primero de éstos surgió como con-
secuencla de la aplicación de la llamada "Cláusula de Garantía"
establecida en el artículo IV sección 4 de la Constitución, an~
tecedente de nuestros artículos 5 2 y 61' 15 • La legislatura del
esta,do de Rhode Island, frente a un intento de golpe de Estado,
hab1a declarado la ley marcial en todo el territorio de aquél.
Como consecuencia de la misma, un grupo de milicianos irrum-
pió en la casa de Martin Luther en busca de un hombre acusado
de traición. Luther demandó al Estado por los daños causa-
dos en su casa, argumentando asimismo que el gobierno era
ilegal y solicitando al Gobierno Federal que interviniera a tra-
vés de la Cláusula de Garantía. La Corte Suprema, por boca de
su Chief Justice, Roger Taney, desechó la petición, diciendo que
revisar la legitimidad del grupo gobernante en Rhode Island era
una cuestión política ajena a la jurisdicción del Tribunal 16 , cri-

12 American Constitutional Law, ob. cit., p. 368.


'" 48 U .S . (7 Howard) l (18411) .
" :369 U.S. H!6 (1962).
15
La Cláusula dice: "Los Estados Urudos garantizarán a cada estado de
esta Unión, una forma republicana de gobierno, y protegerán a cada uno de ellos
de loda invasi<ln; y, cuando lo solicitru·c la Cámara LegislaLiva o el Ejeculivo
(cuaudo no se pudiere convocar a la Legislatura), lo protegerán también de to·
da violencia interna". Como puede vcr~e. en la nonno nortearu.ericana la idea
de intervención federal está implícita, mientras que en la nueslra este poder es
expreso .
t G Dice la sentencia "the Constitution of the United St.ates, as far as it
h<~s providcd for an cmergAncy of this l<ind >LOd authorized the general government
lo inlerferP. in the domes tic concerns of a Sta te, has treated the subject as política!
in its nature, and placed the power in the hands of that department. The fourth
section of the fow·th article of the Constitution of the U nited S tates provides
that the Unitcd States shall guarantee to every State in the Uruon 11 republican
form of govcrnment, and shall protect each of them against invasion, and on
Lhe application of the legi lature or of the executive (when the legislature cannot
be convened) agaínst domestic violence. Under this article of the Constitution
it rests with Congress to decide what government is the established one in a
Sta te . For as the Un.ited S tates guarantee to each Sta te a republican government,
Congress must necessarily decide what government is established in the State
befare it can determine whether it is republican or not. And when the senators
and representaLives of a State are admitted into the councils of the Union , the
authority of the governmcnt under which the are a?po!nted , as we.ll as its ~e­
publican character, is recognized by the proper const1tutíonal authonty. And 1ts
decision is binding on every other department of the govern.ment. and rould not
be questioned in a judicial tribunal" (48 U.S. 1, 42). Puede verse un relato por·
154 C ONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

terio que se ha mantenido luego en muchas otras decisiones


posteriores 17 •

b) EN LA ARGENTINA. - En la Argentina, el leading case


de las cuestiones políticas es "Cullen c/Llerena"' 8 , fallado so-
bre la base del modelo jurisprudencia! norteamericano. El fa-
11o presenta , además, la primera expresión argentina sobre la
inexistencia de las cuestiones políticas 19 . Sin embargo, crono-
lógicamente, la doctrina de las cuestiones políticas en la ju-
risprudencia de la Corte 20 ya aparece esbozada en "Procurador
Fiscal de Santa Fe c!Hué" 21 , un caso de expropiación de tierras
a favor de la Empresa Ferrocarril Central Argentino ~~ . Se dis-
cutía allí solamente el valor de las fracciones de campo ex-
propiadas, pero aun así la Corte establece en un d ictum que
ello es lo único que podría ventilarse judicialmente, ya que "el
derecho del gobierno nacional para expropiar dicha área es
incontestable, pues se lo concede la ley del 27 de junio de
1855 y muy claramente también la del 12 de mayo de 1863,
que aprobó el contrato con el Sr. Wheelwright, por el cual se
comprometió a dar en propiedad a la empresa que éste re-
presenta una legua de campo a cada lado y por toda la extensión

mcnorizado de este caso en S HNAYt:RSON, Robert, The lllustrated History of the


Supre,n;e Court. of the United ~~~tes, Abrams , New York, 1986, ps. 110 a 112.
Véase mfra (§ 104) la Jun sprud encla que c1to en materia de intervención
federal.
IS Fallos, 53:420 (1893).
19
Ella se encuentra en el voto di sidente del juez Luis V Varela (Fallos
53 :435 a 475). · '
2
~ Según relata LINARES QUINTANA, la doctrina de las cuestiones políticas
~n 1a ge ntma se remonta a 1861, mediante un fallo de la Cámara de Justicia
d: ~:sn :c~~n, lnbwlal que se inh.i~ió de conocer en la causa promovida con motivo
. d tbecumenlos Que cui.IDJ.Daron con el asesinato del gobernador Jo·"" A
Vu· a soro e 1do a "l ~~ ·
.. •d que . a .caus.a presente es de carácter político y es tá fu era del
a 1<:a nce e este poder JUdicia.no, que debe llenar los ob. eto d b
recta administración de · t· · " (L J s Y e eres de una
. . JUS ICia !NARES QUINTANA Segu nd V 7} d d
Clencta del derecho constitucional Alfa B Al • o . • ata o e la
21 Fallos, 4:311, 320-321 ClÍ367) 'co: : res, 1953,. t . I1 , § 1119, p. 325).
Salvador M del Carril J . B p' as de Franc1sco de las Carreras
~2 C . ' ose arros azos Y J osé B. Gorostiaga '
omo en muchos otros asunto
BIANCH I, Alberto B. , La delegación l
5·.Pr · 0 .. · .
~J eml? 1 1a dclegac10n lcg:¡slativa (véase
p. 177) , la m ate ria expropiatoria ha :gts a~ua , Abaco: Buenos Aires, 1990, § 35,
fueron •eguidos en otros institutos. urca o rumbos JUt'tsprudenciales que luego
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 155

del camino; lo que sólo podría cumplir expropiando los terrenos


de particulares comprendidos en esa demarcación (... ) Que
esas leyes no pueden ser objetadas, ni discutida su constitu-
cionalidad ante los tribunales, por razón de error en la cla-
sificación de la utilidad pública en que se funda el derecho
de la expropiación, porque el artículo 17 de la Constitución
disponiendo en su inciso segundo que la expropiación sea au-
torizada por ley, libra a la discreción exclusiva del Congreso
el juicio sobre la utilidad pública en los casos ocurrentes; y
es notorio además que, sin la concesión de tierras, no hubiera
sido realizable la construcción del Ferro-carril Central; obra
de una conveniencia evidente para el progreso y aún para afian·
zar La paz y la tranquilidad de la República . .. " 23 (el destacado
me pertenece). Además de la constatación cronológica, el caso
citado es interesante para demostrar que el puntapié inicial de
la autorrestricción de los tribunales argentinos frente a la ac-
ción de los poderes políticos y administrativos no fue una cues-
tión precisamente política. Se trataba, simplemente, de una
materia administrativa 2 \ pero librada a la discrecionalidad del
Congreso y de la Administración e insuscep~ible, por ende, de
control judicial. Tenemos entonces que el pnmer dato .q ue n.os
proporciona la Corte para abstenerse de ~ctu.ar es la dls~recw­
nalidad en el obrar del Congreso. Este cnteno fue repetido po-
co después en "Procurador Fiscal de Santa Fe c/Señor,ans"~ ·
5

Hecha esta aclaración, analizaré "Cullen c/Llerena. . Hl~­


tóricamente, el caso surgió - bajo la convulsionada pr~s1denc1a
de Luis Sácnz Peña 26 - a raíz de la revuelta producida en la

2:1 En igual sentido: "Procurador Fiscal de Sa nt.a Fe dSeñorans". Fallos ,


6 :67 , esp . p. 72 (1868). · nes políticas
24 s1· b1·en • como lo anota la Corte, tenía por entonces
al d 1 •
proyeCCl~, llii
powa ca ICarse
· · d enc1a
por l a rnc1 ··· del fer1·ocarril en el progreso gener e p3.1S. no
de política en sí misma.
25 Fallos, 6:67-72 (1868). . p f.\ (1 892 _1895¡, luego continuada
2H La breve prestdcncta de Lms Sáenz

·
estuvo Slgna ."
e a
ha st a la finalización del mandato por s~ ~cepreside~~·
d por una serie de acontecumcntos Lur en
J:: . E ·sio Uriburu
P~~::ados por ro~
1 d h bTd d olítica del Presidente y la ausencta
.
quist.as y radtcales, qu e la fa ta e a 1 1 a . P h ta rovocar su renuncia en
de un partido propio que lo respaldara. a!:d~~::IesS:e r:fiere, además de Santa
enero de 1895. En lo que a mtervencto tam Tucumán Buenos Aires,
Fe fu eron intervenidas Sa ntiago del ~s~ro,l Ca "Pr:C:¡ncia de Luis Sáenz Peña.
San J,uis y Córdoba (ver GELLY Y <:nt:S, aros~ r entina obra colectiva dirigida
Vicepresidencia ~e José E . Unbu~ en ~~~o~~~agy Jané~, Buenos Aires. 1968).
9 3
por Roberto LeVlllter. t . IV, ps. 3 1 :d a '
156 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

provincia de Santa Fe en julio de 1893, por medi~ de la cual


fue destituido el gobernador de aquélla, Cafferata, stendo reem-
plazado por Mariano Candioti, autodesignado gobernador pro-
visionaF7. La respuesta del gobierno federal tuvo lugar con
el dictado de la ley de intervención 28 , designándose interventor
a Baldomero Llerena 29 , quien destituyó a Candioti. El repre-
sentante de este último, Joaquín Cullen, promovió entonces,
en representación de la provincia, una acción originaria ante
la Corte, reclamando la restitución del gobierno provisional eri-
gido. El primero en opinar sobre la cuestión fue el procurador
general Sabiniano Kier :10, quien propuso el rechazo de la de-
manda sobre la base de dos argumentaciones: a) la falta de
legitimación del gobierno de hecho de Candioti para invocar
la representación de la provincia ante la jurisdicción originaria
de la Corte, y b) la existencia de una cuestión política. In-
dudablemente, el primero de los argumentos resultaba sufi-
ciente para el rechazo de la demanda, ya que un gobierno sur-
gido de una revolución, que no accede al poder por medios
constitucionales, no puede arrogarse la representación legítima
de una provincia. Ello hace que el segundo de los argumentos
sea más un dictum que un holding; sin embargo, éste es el
que interesa, a los efectos del estudio llevado a cabo en este
capítulo. En el dictamen se advierte claramente la alusión a
la cuestión política como la había diseñado Marshall en "Mar-
bury", es decir, como un problema relativo a la división de
poderes, donde la intervención judicial afectaría la esfera de pri-
vacidad de los restantes 3 1 •

27
El relato de los hechos sucedidos en esta revuelta puede verse en Sor.A,
Juan V., Intervención federal en las proui11cias, Abeledo-Pen-ot, Buenos Aires, 1982,
ps. 147 a 150.
z• Ley 2950 del 18 de agosto de 1893 .
. ~ Se consumó así la intervención federal n• 54 registrada desde 1853 (conf.
2

Corms16n de Estudios Constitucionales, Materiales para la reforma constitucional


Buenos A1res, 1957, t . VI, "Intervención federal ", p. 29). '
30 Fallos , 53 :420-427.
Dice e~ Procurador: "No es materia cuestionable que las leyes contrarias
31

a la Constitución puedan ser discutidas ante el Poder Judicial, Jo mismo de la


Nactón que d~ los Estados( .. ·! Pero si esto es evidente, lo es también que para
que. el _eJerciCio de esa atribuCJón sea legítimo, ha de ofrecerse el caso concreto
del lnd¡.VJduo herido en sus derechos civiles por la ley objetada de inconstitucional
(. · .) 81 el Poder Judicial pudiera, prescindiendo de las limitaciones al caso en
causa civil , entrar al examen de las leyes, bajo su aspecto político, podría también
estudiar el ongen y formación de los otros poderes y sus procedimientos internos,
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 157

La Corte 32 no se hace cargo del primero de los argumentos


del Procurador y entra directamente al problema de la cuestión
política: "La intervención nacional en las provincias -dice- en
todos los casos en que la Constitución la permite o prescribe,
es, como queda dicho, un acto político por su naturaleza, cuya
verificación corresponde exclusivamente a los poderes políticos
de la N ación; y así está reconocido en nuestros numerosos pre-
c~dentes al respecto, sin contestación ni oposición de ningún
genero: todos los casos de intervención a las provincias han
sido resueltos y ejecutados por el poder político, esto es, por
el Congreso y el Poder Ejecutivo sin ninguna participación del
Poder Judicial" 33 .

e) "LUTHER v. BoRDEN" Y "CULLEN ciLLERENA". - Es co-


mún identificar a "Cullen c/Llerena" con "Luther v. Borden", y
a ello ha contribuido la propia Corte argentina 34 . Rn mi opi-
nión, sin embargo, esta identidad se limita a que ambos casos
se originan en el desordtm interno de un estado local, pero
no se extiende más lejos. Si analizamos lo que Luther pedía
a la Corte norteamericana y lo que Cullen demandaba de la
argentina, veremos que eran cuestiones diametralmente dis-

respecto al modo y forma de sanción de las leyes, lo que es contrario a la inde -


pend encia de los poderes coordinados . La Constitución y leyes de competencia
sólo le atribuye facultad par:~ declarar si la ley, tal cual ha sido promulgada, se
opone a alguna garantía o privilegio de la Constitución".
n El fallo de la mayoría lleva las firmas de Benjamín Paz, Octavio Oung.,,
Abcl Bazán y Juan E . Torrent.
3 ~l Fallos. 53:131. Luego agr.,ga la Corte: "El Ur. Cullen demanda ante esta
Suprema Corte precisamente una decisión igual a la denegada en términos tan
explícitos en la sentencia precedentemente citada [se refiere a "Luther v. Borden"]:
no trae a cliscusión una contienda entre partes por derechos inclividuales de par-
tir.ulares o del Estado mismo, vulnerados por la ejecución de una ley del Congreso,
y que se encuentren protegidos por la Constitución directamente; no produce un
verdadero caso judicial, en la acepción propia de este concepto jurídico; pretende
expresamente el restablecimiento del Gobierno provisorio que representa el poder
político de la Provincia y que mande suspender la intervención que se re~~a
en ella por el Poder Ejecutivo en cumplimiento de una ley; reclama una deciSIÓn
de carácter general, que comprenda todo el régimen de Gobiern_o de Santa Fe;
una sentencia de naturaleza politica y de efecto puramente polit1co, controlando
y revocando disposiciones y actos del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo de
la Nación en materia de la exclusiva competencia de d•chos poderes; lo que se
encuentra' fuera de las atribuciones de esta Corte" (íd., en ps. 433 Y 434) .
~• Ver Fallos , 53:432.
CONTROL DE CONSfiTUCIONALIDAD
158
tintas. A diferencia de Santa Fe, Rhode Island ~o estaba. in-
tervenida, y lo que se pedía era precisamente su mt:r~enc1ón.
En otras palabras, se reclamaba de la Corte una act1V1da~ p~­
sitiva· se le pedía que dictara la intervención federal, eJercl-
tando' el poder que la Constitución norteamericana establece
en la sección 4 del Arl. IV. Por el contrario, en el caso argentino
la intervención había sido dispuesta y se requería su revisión
judicial. Sobre la base de esta comprobación elemental, me
parece que, en realidad, la doctrina de las cuestiones políticas
está más sólidamente fundada en el caso argentino. En efecto,
para que pueda hablarse de cuestiones políticas, debe haber
por lo menos una apariencia de caso judicial; es decir, debe
haber un acto del gobierno que suscite un pedido de control
judicial. Tal es el acto que el tribunal declara político. Ello,
que se daba claramente en "Cullen c/Llerena", no tenía lugar
en "Luther v. Borden", donde se pedía a la Corte Suprema
que decidiera ella la intervención. La Corte de los Estados
Unidos no estaba entonces frente a la revisión de una cuestión
política, sino ante el pedido de ejercicio de una facultad que
corresponde a los poderes políticos. Por ello me parece que el
Chief Justice Taney acudió al soporte de una doctrina ya cono-
cida en esa época para sostener su fallo, cuando podían ser otros
los argumentos que fundaran el rechazo de la petición 35 .

§ 87. Los tres grandes grupos de actos


excluidos del control judicial.
La regla general del acierto
o conveniencia del criterio adoptado
por el legislador

Señala.ba al c~menzar que la jurisprudencia de la Corte


ofrece un hstado -1 nformal- de casos en los que no ha ejercido

36 En realidad, el caso "Luther" fue un ca .1 . ..


por una agrupación denominad A . . . S ~o PI oto, tmpulsado pohttcamente
chaba contra la dom · '6 a soetaclOn u rag¡sta de Rhode lsland, que !u-
en posesión del d macJ n en ese estado de una minoría colonial que estaba
Los miembros d~o l:rAeVJtan.~o el acceso de las mayorías al control del gohierno
pueblo elaboraron u soctacto~, creyen~o reaJmente que el poder pertenecía ai
el caso' ante la Justicia P;:~~~a ~~stiL~cró: Y_ creyeron que triunfarian llevando
Para ello invocaron la 'protecci~n f:~r~l ~ee~!\~~:e4spedtealr }~ts dNerecShost civiles.
. "" . . e oparon,
LosA~sNoJusn~ 159

el control constitucional. Analizaré entonce estas categorías,


agrupando en ellas tanto las decisiones norteamericanas como
las argentinas en las que se ha producido esta abstención. Sin
pretender efectuar una clasificación rigurosa, estos casos pueden
agruparse metodológicamente en tres grandes grupos: a) polí-
tica exterior; b) política interior, y e) cuestiones administrativas.
Antes de ello, me parece que es conveniente recordar la
regla general que preside esta cuestión. Con fundamento en
la separación de poderes, los jueces sostienen -eon razón- que
no les corresponde sustituir al legislador 36 • Es común leer
que "la misión más delicada que compete al Poder Judicial
es la de saberse mantener dentro de la órbita de su jurisdicción
sin menoscabar las funciones que incumben a otros poderes,
pues un avance en desmedro de las facultades de los demás
poderes revestiría la mayor gravedad para la armonía cons-
titucional" ~7 . De allí deriva inmediatamente una regla general
según la cual no es propio de la función judicial efectuar el
examen de la conveniencia, oportunidad, acierto o eficacia del
criterio adoptado por el legislador en el ámbito propio de sus
funciones . También ha dicho el Tribunal en ciertas ocasiones
que no le corresponde juzgar sobre una "política legislativa"
o sobre una "política económica". Con ello quiere señalar la
Corte que el control constitucional es un proceso de naturaleza
eminentemente jurídica, donde no ingresan consideraciones de
otro orden, tales como las económicas, y es aquí en donde se
encuentra una de las principales simientes de las llamadas
cuestiones políticas, ya que como veremos en el curso de este
capítulo, la mayoría de ellas presenta dos aspectos: el no jus-
ticiable y el justiciable. El primero se refiere, precisamente,
a lo que han decidido el Congreso o el Presidente dentro del
ámbito. de sus facultades propias, los motivos que han tenido
par~ fiJar una d~terminada política, o para elegir entre varias
o~cwi?-es , todas 1gualmente válidas, y la oportunidad y conve-
mencla de todo ello. Se trata de un ámbito generalmente dis-

si~ftembargo, co.n , u_n r~chazo refugiado detrás de la doctrina de las cuestiones


po Jeas que eVItó lrunJscuJr a la Corte en un asunto . .
interés (cfr. SHNAYEilSON Robert The Ill t d H' BJeno a ~u competencia e
36 Entre muchos , ro : . us rate " t~tory of . .. , ctt. ps. 111 y 112).
1976 (1997); "Pcia. de 1'i~rr~~:~c~=g~n~a~:;:~ Stgra ~.R.L.", Fallos, 320:1962-
37 Ente otros muchos : "Simón Herna' d "g;ntlml a ' Fallos , 321:1888 {1998).
n ez . ra os, 322:1988 (1999).
160 CONTROL DE CONSTITUCIONALlDAD

crecional, y cuya apreciación está excluida del control judicial


por la imposibilidad de generar un caso. El segundo aparece
cuando con motivo de la aplicación concreta de una de esas
decisiones se produce la afectación de un derecho subjetivo.
Lo que se juzga aquí ya no es la decisión general en sí, sino la
forma en que ésta impacta en la esfera de un individuo o de
varios. Y ello, naturalmente, puede producir un caso judicial.
La Corte Suprema ha fijado la regla arriba mencionada
en numerosos casos, que muestran la diversidad de materias
que son propias de la apreciación discrecional de los poderes
políticos, y quedan exentas del control judicial. Un lejano an-
tecedente de esta autorrestricción de los tribunales aparece
ya en "Gibbons v. Ogden" 38 , donde se discutió por primera vez
la cláusula comercial de la Constitución '19 • Allí la Corte nor-
teamericana dijo; "La sabiduría y discrecionalidad del Congreso,
su identidad con el pueblo, y la influencia que sus representados
ejercen en las elecciones, son en este caso, como en otros mu-
chos, tal por ejemplo la declaración de guerra, la única res-
tricción en la que se apoyan para resguardarse del abuso" 40 •
En la jurisprudencia de nuestra Corte esta advertencia aparece
en el antiguo caso "Caffarena c/Banco Argentino del Rosario
! Santa Fe" 4 \ en el cual se dijo: "Si los tribunales pudieran
Juzgar del m~rito intrínseco de las leyes y de su justicia en
~bstracto, sal_1endo de sus atribuciones que son ius dicere, no
~us condere, Juzgar según las leyes y no juzgar de las leyes
quedaría~ sup.er~uestos al Poder Legislativo, cuyas resolucio~
nl~s podr~an dJaname~te ~_validar a pretexto de que no eran
e as .con ~r~es a la JUSticia, viniendo a tener al fm con
las disposiCiones expresas de la Constitución q tra
la recíproca independencia de los Poderes l~ P~~econ~ag~an
portante de la sanción de las leyes, que n~cesitarían :bte=-
,
~R 22 U.S. (9 Wheaton} 1 (1824}
39 E . ·
n esencia se discutía quién era la .
el comercio en aguas inteljurisd.iccional .autondad competente para regular
con aquéllas. La Corte resolvió a ~ e~, el Congreso o los estados linderos
40 "The wisdom and the discret~vor
and the influence which th .
f; sta autondad federal.
I?D o ongress, their identity with the people
. . eir constítuents pos e t 1 . '
m many other mstances as that r 1 .s ss a e echons are in this as
o n· h ' • •or examp e of d 1 ·
n w IC thcy ha ve relied, to secure th 'f
' •
ec. anng war, the sol e restraints
:::;~ {~ ~.~.c~9 ~~~ people must often r!~ 8 ~~:y, ~~ :tu::~r~:~a;;:e t;o~;;~:
1

1
Fallos, 10:427 (187 1}.
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 161

en tal caso, la final aprobación de los jueces para adquirir su


fuerza obligatoria" 42 •
Años más tarde, al resolver el caso "Hileret y Rodríguez
c/I'ucumán " 43 , la Corte ratificó que "no corresponde a las fa-
cultades de que está investido este Tribunal, apreciar la ley
de que se trata bajo la faz económica, para declarar si debe
ó no, subsistir por haber consultado y favorecido ó no, la gran
masa de intereses industriales, comerciales, financieros y so-
ciales que se dicen afectados por Ja industria azucarera, dentro
y fuera de la Provincia, pues esta es cuestión del resorte ex-
clusivo de los Poderes Públicos de la Provincia .. ." 4 4 • Y volvió
a señalarlo en "Guardian Assurance Co. Ltd. dGobierno N a-
ciona1"45, cuando dijo que "al Poder Judicial no compete pro-
nunciarse sobre la eficacia o ineficacia de las leyes bajo su
concepto puramente económico o financiero apreciando si éstas
pueden ser benéficas o perjudiciales para el país" 46 .
Asimismo >~parece en fallos modernos tales como "Indo S.A.
c/Nación Argentina (D .G.I.)" 47 , donde se dijo: "Ya desde antiguo
tiene resuelto esta Corte que "existiendo la facultad de legislar
en el Congreso, corresponde a éste apreciar las ventajas e in-
convenientes de las leyes que dictare, siendo todo lo referente
a la discreción con que hubiere obrado el cut>rpo legislativo
ajeno al poder judicial, que no tiene misión sino para pronun-
ciarse de conformidad a lo establecido por la ley, y aun en la
hipótesis de que se arguyera o pretendiera que la ley es dura
o injusta" 48 , o "Cafés La Virginia", donde la Corte ratificó que
el acierto o error, el mérito o la conveniencia de las soluciones
legislativas no son puntos sobre los que el Poder Judicial deba
pronunciarse 4 9 •
Luego este concepto se ha repetido en forma constante a
lo largo de una extensa serie jurisprudencia!, que abarca ma-
terias completamente diversas. Así, por ejemplo, la Corte ha
dicho que no le compete juzgar sobre si le correspondía o no

42 Fallos,10:436.
43 Fallos ,
98:20 (1903) .
44 Fallos, 98:30.
4 fi Fallos,150:89 (1927 ).
4 6 Fallos, 150, ps. 105 y 106.
4 7 Fallos, 318:785 0995) .
48 Fallos , 318:792.
49 "CaféR La Virginia S .A. c/DGI", Fallos, 320:1166, 1175 (1997).
162 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

a una provincia celebrar un contrato 50 ; el acierto económico


de un impuesto 5 \ su injusticia o inconveniencia 52 , o su ine-
quidad ' \ la "bondad de un sistema fiscal para buscar los tri-
butos que necesita el erario público" o la "clasificación de los
sistemas económicos y rentísticos según su conveniencia y efi-
cacia"54; cuestiones societarias 55 ; la uniformidad o diversidad

so "Aparicio c/Salta", Fallos , 135:113 (1921) . Dijo en este caso la Corte: "Las
objeciones de fndole puramente moral, o las de mera conveniencia, sin relación
efectiva al orden legal establecido, son extrañas a las atribuciones del poder ju-
dicial, limitadas como son sus facultades de las leyes emanadas de autoridad
competenlt! a los actos ejecutados conforme a ellas o en transgresión de las mismas
(argumento del t. 23 , p. 37), sin que pueda aceptarse que baste alegar, como el
caso en que el Poder ~jecutivo y t!l Legislativo de la provincia omitieron cumplir
deberes que les incumbe como ~-uerpos tutelares del patrimonio provincial, pa-
ra que los tribunales se atribuyan la potestad de anular tales actos en ejerci-
cio de una atribución que "~ incompatible con el régimen de nues tra organiza-
ción constitucional, si no se pretende al mismo tiempo que se haya obrado en
violación de un precepLo legal en cuya virtud el acto ejecutado por aquéllos carez-
ca de validez. No es atribución legal de esta Corte en el sub iudice, examinar
el contrato para establecer si el poder ejecutivo provincial debió o no celebrarlo
y si la legislatura debió prestarle su aprobación o no. El cont1·ato ha sido cele-
brado y aprobado por los poderes de la provincia en ejercicio de facultades que
le son propias, y su eficacia ulterior sólo puede juzgarse del punto de vista de
la ley que rige las rdaciones de derecho creadas e independientemente de la
ventajas o de los perjuicios que de su cumplimiento puedan result,;;n· pru·a las
partes".
~ ~ ".Tewish Colnnizalion Association", Fallo s , 147:402 (1926) . Dijo aquí la
Corte: "La posibilidad de que tal impuesto envuelva un error económico y pue-
da dar, en deflnitiva , resultados contraproducentes , porque desvíe de la provin-
cin demandada la corriente de los capitales extranjeros, no constituye un óbi-
ce cons titucional. Tales cuestiones, que atajjen solamente a la conveniencia o
a la justicia del impuesto, son de la competencia del poder encargado de la san-
ción de la ley impositiva y están subordinadas, exclusivamente, a su discreción
y a cierto".
52
"Ramos c!Municipalidad de 13uenos Aires", Fallos, 1!il:264 (1938). Dice
la Corte en este caso: "La facultad de contralor del poder judi<:ial no autoriza a
invalidar los impuestos impugnados sobre la base de su inju~ticia o inconveniencia
o e~ razón del exceso de su monto o de las formas de percepción, mientras se:
meJantes extremos no contraríen las garantías y disposiciones de la constitución
nac10nal antes refendas".
" sa "Tianco Ítalo Argentino de San Juan c/San Juan", Fallos, 188:105 (1940).
~1 hecho de que un lillpuesto no sea equitativo - dice la Corte en este caso- no
e\fundarncnt~ para ~legar su mconstitucionalidad, si esa inequidad no llegara
~e :sc::fiqt~~~ca¡donaldcPbdteneJs, dio ~aluedenl elNcas?. no se alega , ni con-esponde juzgar
o er u tct e a acton"
~ ::Horvath c!Nación Argentinu (DGD", F~llos , 318:676 704 (1995)
4

55
Barbarella S A " F 11 3 ' ·
de la ley 19.551. . . , a os, 00:1087 (1978). Se trataba del art. 11, inc. 8'
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 163

de sistemas en materia de previsión 56 ; la conveniencia de que


la naturaleza y medida de los beneficios reconocidos a los tra-
bajadores puedan figurar en normas uniformes ~; la upresión
de las agencias de colocaciones 5 H; la amplitud de la reciprocidad
ofrecida en materia de extradición 69 ; la protección de la in-
dustria nacional 60 ; el régimen de excarcelación 61 ; la creación
o eliminación de figuras penales 62 ; la nomenclatura arancelaria
y derechos de importación 63 ; la ineficacia del régimen imple-
mentado por la Superintendencia de Seguros de la Nación 64 ;
la extensión de las asignaciones familiares li<i; el principio de
desconcentración de las universidades nacionales establecido
en la Ley de Educación Superior 66 , etcétera.

§ 88. Política exterior

La política exterior comprende a su vez dos aspectos: las


relaciones internacionales en general y los poderes de guerra
en especial.

a) LAS RELACIONES INTERNACIONALES. - La Corte nortea-


mericana ha admitido, en general, que las cuestiones relativas
a las relaciones internacionales son ajenas a la revisión de
los tribunales R7 • También lo ha establecido así la Corte ar-

ñr. "García Monteavaru clAmoroso y Pagano", Fallos , 238:60 (1957); "Esilda


Maria Pelliza", Fallos , 247:551 (1960); "Eduardo Elías Velasco", Fallos, 271:124
(1968).
57 "Mercedes Martí de Martínez c/Editorial Atlántida S.A." , Fallos , 290:245
(1974).
ss "Ramón Ríos", Fallos , 300:700 (1978).
59 "Joseph Amiel", Fallos, 303:389 (1981).
60 "Cose S.A. ", Fallos , 306:788 {1984).
6 1 "Juan Carlos Machicote", FaLlos, 300:642 (1978); "Carlos Esteban Miguel",
Fallos , 308:16::11 (1986).
62 "María Cristina Pupelis", Fallos , 314:424, 440 (1991 ).
¡;~ "Propulsora Siderúrgica S.A.", Fallos , 315:1820 (1992).
64 "San Cristóbal Sociedad Mutual de Seguros Generales", Fallos , 317 :1541
(1994).
65 "Adamini c!Poder Ejecutivo Nacional", Fallos, 323 :2409 (2000).
66 "Mon¡¡es c/UBA", Fallos, 319:3148, 3161 (1996).
67 Véas e: B EoERMAN , David J ., De(erencc or Deception, Treaty Rights as Po-
litic:al Questions , "University of Colorado Law Review", vol. 70, p. 1439 (1999).
164 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

gentina 68 • No obstante -tal como afir~a CHEME~TN.SKY 69- e~ di-


ficil establecer una línea jurisprudenc1al que distmga cuando
hay cuestión política y cuándo no, ante la ausencia de un princi-
pio claro que lo establezca, opinión que es compartida por otros
autores también 70 • En "Oetjen v. Central Leather Co." 7 \ uno de
los casos fundadores de este criterio, la Corte dijo: "La conduc-
ción de las relaciones exteriores de nuestro gobierno está en-
cargada por la Constitución al Ejecutivo y la Legislatura, los
departamentos 'políticos' del Gobierno, y la conveniencia (pro-
priety) de cuanto sea hecho en el ejercicio de este poder político
no está sujeta a la investigación o decisión judiciales" 72 • Sin
embargo, varios años después, en "Baker v. Carr", limitó esta
afirmación, al sostener que "es un error suponer que cada caso
o controversia que toque las relaciones internaciones, está fuera
del conocimiento judicial" 73 •
En materia de reconocimiento de gobiernos extranjeros,
además del caso "Oetjen", ya citado, debe considerarse "United
States v. Belmont" 7' , donde la Corte confirmó el poder del Presi-
dente para mantener relaciones diplomáticas con la Unión So-
viética, y se dijo además que el reconocimiento de gobiernos ex-
tranjeros es una cuestión política 7 ~ . Asimismo, algunos asuntos

68 "Zaratiegui c/Estado Nacional", Fallos , 311 :2580 (1988).


"" 'Federal .Jurisdicti.on , cit. , p. 155.
7° CHAMPLI N, Linda, and S<:HWARZ, Alan, Political Questions Doctrine and
Allocation of the Foreign Affai.rs Power, "Hofstra Law Review", vol. 13, p. 215
(1985).
71 246 U.S. 297, 302 (1918).
72
R., trataba aquí del reconocimiento de las autoridades que ejercit!ron el
poder en México entre 1913 y 1917 . "'l'he principie - dice la Corte- that the conduct
nf one independent governmcnt cannot be successfully <¡uestioned in the court.a
of another is us applicable to a case iuvolving thc title to property brought within
th .. custody of a court, such as we have here, as it was held t.o be to the cases
cited , in wh.ich claims for damages were based upon acts done in a foreign country,
for 1t _rests at last upon the highest considerations of international comity and
expe.dJency. 1b permit the validity of the acts of one sovereign State to be ree-
~amlll~d anu p.erhaps condemned by the courts of another would very certainly
'i.mpenl the am¡cable relations between governments, and vex the peace of nations'
(246 U.S. 303) . Anteriormente, el mismo principio había sido establecido en "Un·
derhil! v. Hernandez", 168 U.S. 250 {1897).
73 369 U.S. 186, 211 (1962).
14 301 U .S . 324 0937).

" . . · wh? is . tht! sove~eign of a territory is not a judicial question, but


76

one the. d~termmat10n of ~J:tich by the political departments conclusively bind.s


the cou1 ts, and that recognttton by these departments iR retroactive, and valida tes
165
Los ACl'OS o JUS'l'ICIABI.ES

.vos a la ratificación
elatl e interpretación de los tratados b~n
rimplicado , en ""'1erlin.Juen v.
cuestiones políticas. As1, Am es" ,s ,
la Corte dijo que es una cuestión política decidir si un tratado
igue vigente cuando uno de sus países signatarios se convierte
en parte de otro 77 • También fue declarada no justiciable en la
denuncia hecha por el presidente Carter del tratado con Tai-
wan, en "Goldwater v. Carter" 78 • La demanda fue planteada
por el senador Barry Goldwater, quien sostenía que para de-
nunciar un tratado internacional se requerían las dos terceras
partes del Senado. La Corte, con el voto del juez Rehnquist,
sostuvo que ello traía al Tribunal una disputa entre dos poderes
politicos , sobre una cuestión respecto de la cual la Constitución
no provee ningún estándar al cual sujetarse, teniendo cada
poder en disputa recursos propios para la defensa de sus pro-
pios intereses 79 .
Ha sido declarada igualmente no justiciable la calidad di-
plomática de los agentes de otros países acreditados ante los
Estados Unidos. Ello fue decidido en el caso "In re Baiz" 80 ,
en el cual se denegó carácter diplomático a un ciudadano nor-
teamericano, cónsul general de Honduras y Guatemala, quien

a ll actions aml conduct of the government so recognized from the com.mencement


of its existence (. .. ) We take judicial notice of the fact that, coincident with
the assignment set forth in the complaint, the President recognized the Soviet
governmcnt, and normal diplomatic r elations were established between that go-
vernmcnt and the government of the United States, followed by an exchange of
amhassadors. Thc e ff~ct of this was to valida te , so far as this country is concerned,
all acts of the Soviet government here involved from the commencement of its
existence. Th e recognition, establishmPnt of diplomntic relations, the assignment,
and agreements with respect thereto, were all parts of one transaction, r esulting
in an interna tional compact between the two governments. That the negotiations,
acceptance of the as sign.mcnt, and agreements and understandings in respect
thereof were within the competence uf the President may not be doubted. Go-
vernmental power over interna) affairs is distributed between the national go-
vernment and thc several states. Governmental power over externa! affairs is
not distributed , but is vested exclusively in the nationul government. And in
respect of what was done here, the Executive had authority to speak as the sale
organ of that government" (ps. 328 y 330).
7fi 184 u.s. 270 (1902).
11 Menciono tan1bién, aun cuando ello pertenece a la política interior, que
en "United States v. Sandoval", 231 U.S. 28 , 45:46 (1913), el reconocimiento de
tribus indias fue considerado ajeno a la revisión judicial.
7H 444 U .S. 996 (1979).
'" 444 U .S . en 1002-1005.
so 1a5 U.S. 403 (1890) .
166 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

estaba interinamente a cargo de la legación por ausencia


su titular. Para ello, fue decidido que cuando una persona in-
voca ante la justicia derechos y privilegios diplomáticos, el Tri-
bunal tiene derecho de atenerse a la certificación expedida por
el Ministerio de Relaciones Exteriores sobre el punto sin verse
compelido a requerir otras pruebas. En materia de límites,
cabe recordar el caso "Pearcy v. Stranaham" 8 \ en el cual se
discutía la aplicación de derechos de exportación de mercaderías
provenientes de las Isla de los Pinos, debatiéndose si la misma
pertenecía o no a los Estados Unidos. La Corte, en un fallo
bastante contradictorio 82 , sostuvo que la determinación de quién
es el soberano de iure o de facto sobre un territorio
una cuestión susceptible de apreciación judiciaL

b) LOS PODERES DE GUERRA. - Íntimamente


con el punto anterior está el del empleo de los poderes
guerra del Presidente y su posible justiciabilidad, tema
ya he abordado parcialmente más arriba, cuando hice .. ",,,,..,,.,
a la legitimación de los legisladores 83 . En los Estados
la cuestión generó un amplio debate con motivo de la
de Vietnam, respecto de la cual se presentaron
mente setenta casos resueltos por la justicia federal
mericana !!4. El planteamiento más frecuente era el de la
constitucionalidad de la guerra, debido a su falta de de
formal. Muchos de estos casos fueron decididos por los tn
les federale:s inferiores y la Corte Suprema luego denegó
certiorari. Tenemos así "Mora v. McNamara" 85 • "McArthur
'{'(' d" Bli ; "'ve
el1uor 7
1ve1 v. N1Xon"
' 87 '
; "Simmons v. United States"

81
205 U.S. 257 (1907) .
82
. a sostener que la determinación dt! si la Isla de los Pinos era o
. Pese
Lernlono de los Estados Unidos implicaba una cuestión política el fallo se
troduJO en la cueslión, lo que provocó la disidencia de fundame~tos de dos
los JUeces.
A~ Véase s upra , § 74 .
84
. En general, puede verse F1. HER, Louis, PresiderLtial War Powers,
vers1ty Prcss of Kansas, 1995. En particular, el capftu lo VI se ocupa de la
de V1etnam (ps. 114 y ss.).
85 389 U .S. 934 (1967).

ss 393 U.S. 1002 (1968).


R1 396 U.S. 1042 (1970).
88
406 F.2d 456, 460 (5° Circuito) , certiorari denegado, 395 U.S. 982 (1969L
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 167

-Massachusetts v. Laird" 89 ; "Orlando v. Laird" , Sarnoff v. Con-


nally" 91; "Atlee v. Richardson" 92 ; "Da Casta v. Laird" 93 ; "Holtz-
man v. Schlesinger" 94 . Doctrinariamente, ello ha generado una
serie de artículos escritos por ELY con tono crítico 95 .
Antes de estos casos la Corte había sostenido -con motivo
del armisticio con el que finalizó la Primera Guerra Mnndial-
que la determinación de cuándo aquélla comienza o termina
e asunto de las ramas políticas del Gobierno. Ello fue analiza-
do en "Commercial Trust Co. of New Jersey v. Miller" 96 , donde
el punto en discusión era si la declaración oficial de finalización
de la guerra, efectuada a través de una resolución del Congreso
a probada por el Presidente en julio de 1921, impedía la a plica-
ción de la Ley de Comercio con el Enemigo (Trading with the
Enemy Act). Más recientemente, también se plantearon casos
j udiciales vinculados con las actividades militares del Presiden-
te en países sudamericanos 97 y en la Guerra del Golfo 98 , dene-
gándose allí también la posibilidad de una intervención judicial,
99
por estar presente una cuestión polít ica no justiciable • Otras

89 400 u.s. 886 (1970).


oo 443 F.2d 1039 , 1043 ( 2 2 Circuito), certiorari denegado , 404 U .S. 869 (1971) .
n1 457 F.2d 809, 810 (9º Circuito) , certiorari denegado , 409 U.S . 929 (1972) .
sz 411. U .S . 911 (19731 .
Y:l 471 F.2d 1146, 1147 (2 2 Circuito), certiorari denegado, 416 U .S . 936 (1973 ).
94 484 F.2d 1307 , 1309 (3 2 Circuito), certiorari denegado, 416 U .S. 936 (1973) .
gr. 8LY, .Tohn H., The American War in Indoch ina , "Part 1: The (Troubled)
Constitutionality of the War Th ey Told Us About", "Stanford Law Review", vol.
42, p. 877 (1990) , y The American War in lndochina , "Part ll: The Uncon s titu-
tinn ality of lhe Wnr 'rhey Didn't Tell Us About" , "Stanford Law Review", vol. 42,
p. 1093 (1990) . Véa se también: H E NKlN , Louis, Vi etnnm in th P. Courts ofthe Un ited
$ tates : l'ulitical Question s , "American Journal of lnternational La w", vol. 63 , p.
284 <19n~l >.
9G 262 U.S . 51 (1923).
"Crockelt v. Rea gan", 720 F.2d 1355 (O.C . Circ. 1983), certiorari Jeneg acln ,
97
467 U .S. 125 1 l1981); "Sánchez E spinoza v. Reagan". 770 F.2d 202 (n .C . C irc.
1985); "Lowry v. R<:tt¡;an", 6 76 Federal Supplement ~:33 (D.D.C . 1!)87 ). Sin em-
bargo fue declarada jus ticiable una demanda de un ciudadano norteamericano
cuya propiedad , en Honduras , había sidu tomada por el Gobi O?rno corno cnmpo
d~ e n trenamie~to., _rnilita.r, en
el cas o ""Ramírcz de Arellano v. We inbe rger", 745
F.2d 1500 (D .C. C1rc. 1984).
9 A ,"Ange v. Bus h", 752 Foderul Supplement 509 (U .D.C. 1990); "Dellum ~

v. Bush , 752 FedAral Suppl cment 1141 (D. D .C. 1990) .


.»~ Tambi én este conflicto y sus casos judiciales han moti vado la preocu pación
doc~rmana . Véase , por ejemplo, SiDA K , Gregory, 1b Declare War "Duke Law Jour-
nal , vol. 41 , ps. 27, 39-43 (1991). '
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
168
actividades militares del Presidente también han sido consi-
deradas no justiciables 100 • •
En la Argentina, los poderes de guerra del Presidente fue~on
analizados en el conocido precedente "Merck Química Argentma
c/Gobierno Nacional" 101 • Este fallo en el cual han sido anali-
zadas numerosas cuestiones, entre ellas la del comportamiento
de la llamada "propiedad enemiga" 102 , pese a sus equ vo,ca4::Io--
nes , posee rango de leading. Se analizan en él las
del Presidente durante un conflicto armado y, peligrosamente
se colocan tales competencias incluso por encima de lo
cripto por la Constitución: " . .. no cabe discusión alguna
bre la existencia y preexistencia de tales poderes de
-dice la Corte-, por cuanto los principios rectores de que
informados en mira a la salvaguardia de la integridad e
dependencia nacional o salud y bienestar económico-social
significa uno de los objetos primarios de toda sociedad ci
son forzosamente anteriores y, llegado el caso, aun mismo
periores a la propia Constitución 103 (. •• ) Que por lo tanto
es del resorte del Poder Judicial juzgar y resolver sobre aq
necesidades , los medios escogidos y la oportunidad en que
dieron o debieron ser realizados, desde el momento que el
elusivo poder autorizado para determinar sobre la
o razonabilidad bélica de esas y otras medidas adoptadas
el curso del estado de guerra, es el mismo órgano de
asistido de aquellas atribuciones insusceptibles de ser
ca das como judiciales" 104 • Como puede verse, la doctrina
fallo otorga poderes al Presidente más allá de cualquier
jurídica y excluye el control judicial, no sólo sobre los
sino sobre los medios empleados.

100 Así en "Cranston v. Reagan", 611 Federal Supplement 247 (D.D.C. 1


donde fu e rechazada una acción entablada para detener la transferencia de
terial nuclea¡· a Suecia y Noruega .
un Fallos, 211 :162 (9/6/1948).
102 Sobre la propiedad enemiga antes y después del fallo, me remito a
obras, respectivamente: AnROGUÉ, Carlos, La propiedad enemiga y la Constitu-
ción nacional, Depalma, Buenos Aires, 1946, y DüRNHOFER, Eduardo, La con(•
cación de la "propiedad enemiga". Su inconstitucionalidad, Alfa, Buenos Ai
1957.
10~ Fallos, 211:196.
104 Fallos, 211:211.
Los ACI'OS NO JUSTICIABLES 169

§ 89. Política interior. Pode-re.


del Gobierno nacional

Las cuestiones atinentes a la política interior son cuan-


titativamente las más numerosas y pueden ser divididas en
tres grupos: a) poderes del gobierno nacional, b) régimen fe-
de ral, y e) cuestiones electorales y partidos políticos .
El primer grupo comprende: 1) los poderes políticos de emer-
gencia, entre ellos la declaración del estado de sitio y el uso
de las fuerzas armadas en el orden interno; 2) la reforma cons-
titucional; 3) el proceso de sanción de las leyes; 4) juicio político
y procesos de enjuiciamiento nacionales y locales; 5) conflictos
internos de las climaras legislativas; 6) veto presidencial; 7)
acefalía presidencial; B) indulto y amnistía; 9) gobiernos de
facto , y 10) previsiones legislativas en el orden presupuestario.
El segundo grupo comprende: 1) garantfa federal e inter-
vención federal ; 2) conflictos entre poderes de una misma pro-
vincia y 3) límites interprovinciales.

§ 90. Poderes poUticos de emergencia

a) DECLARACIÓN DEL ESTADO DE SITIO. - Dentro de las


cuestiones políticas no justiciables, la declaración del estado
de sitio es probablemente una de las más t í picas. Se trata de
una decisión en la cual el Congreso y el Preside nte 10" poseen
un grado de apreciación exclusiva, muy difícil de ser sometida
a la revisión judicial. En efecto, determinar si la conmoción
interior o el ataque exterior justifican la restricción de las ga-
rantías Y derechos constitucionales que permite el art. 23 es
del exclusivo resorte de aquéllos y así lo ha reconocido la Corte
Suprema. De todos modos, a partir de la década de 1960 la
jurisprudencia ha tenido una evolución muy significativa hacia

105
Hecordemos que el estado de sitio es declarado por el Congreso en caso
de conmoctón mtenor. Además, debe ratificarlo cuando -mediando esta misma
causal- ha stdo declarado por el Poder Ejecutivo durante su receso (art. 75, inc. 29).
A su ve:< es declarado por el Presidente, con acuerdo del Senado en caso de
ataque exterior (art. 99, inc. 16). '
CoNTROL DE coNS'TI'TUCIONAL!DAD
170
· d' · b 'lidad de muchas decisiones que , antiguamente, que-
l aJUlCla 1 d .. 1o6 S'fu e-
daban fuera del control por el Poder Ju 1c1a1 . 1 er~ n.
cesario condensar, en una sola frase, el ~roblerna de la J~Stl­
ciabilidad del estado de sitio, podría dec1rse que los motlV
que tuvieron en cuenta los poderes políticos para su declar
no son revisables judicialmente, pero sí lo s~n aquellas _u1•:::w.ua~a
administrativas dictadas en su consecuencia. Y esta J 107
dencia, si bien fue delineada a partir de "Antonio Sofía"
las particularidades que luego introdujo la Ley de Hábeas
pus de 1984- estaba ya presente en antiguos precedente~
"Leandro N. Ale m" 10 , donde la Corte sostuvo que un i<:::~;l<>•a~·­
nacional no podía ser arrestado por el Poder Ejecutivo, ni
bajo el estado de sitio, pues ello violaba sus garantías de
rnunidad parlamentaria 109 •
No obstante ello, en un comienzo las facultades pre
ciales ejercidas durante el estado de sitio fueron pr.act;lC~imeQ.oi
te irrevisables judicialmente. Esta línea jurisprudencia}
desde viejos fallos como "Fermin Rodríguez" 110 hasta
nes más cercanas producidas en la década de 1950, tales
"Rubens Iscaro"m, o "Jorge Antonio" 112 . La jurisprudencia
este período, apoyada por la doctrina 113 , señalaba
"Que la apreciación de las circunstancias que hagan neces
la declaración del estado de sitio o su manLenimiento, así
el lugar o los lugares de la república en que debe
esa medida, es facultad exclusiva del Congreso o del
Ejecutivo, en su caso, como es también la apreciación de las
cunstancias y motivos determinantes de las medidas por
adoptadas en virtud del estado de sitio 114 . El estado de
106
Un examen de los diferentes períodos históricos sobre el estado de
a la par que un exha ustivo análisis de toda la temática sobre el mismo
hall arse_ en GRE~ORINI CwsEI-LAS, Eduardo L., Estado de sitio y la arm~n!a
la relac1ón mdw1duo-Estado , Depalma, Buenos Aires, 1987.
107 Fallos, 243:504 ( 1959).
108 Fallos, 54:432 (1893).
109 Fallos, 54:454-460.
11 0 Fallos, 41\:17, 2::1-24 (1892).
111 Fallos, 2::l 6:632 (1956).
112 Fallos , 236:657 (1956).

§ 3 Vé
,11p. ;se Go NZ ALEZ e ALDERON, Juan A., Derecho constitucional, cit. , t. 11,
747 30
E~;re otros: "José Gumermo Bertotto", Fallos, 160:104 (1931)· "H
114
·
Pue{rr~~ón , Fallos, 170:246 (1934); "Asociación Constitucional y Liberta';~
gen ma · Fallos, 195:439 (1943); "Alfredo Dratman", Fallos , 196:584 (1943). -
Los ACTOS NO JUSTICIAB
171

por consiguiente, tenía la virtualidad de suspender ?1 há~~as


corpus si la persona había sido arrestada y puesta a disposlcrón
de 1 Poder Ejecut.i vo m . .
A parlir de 1959, en "Antonio Sofía 116 la Corte emprendió
el camino del control judicial de razonabilidad obre las me-
didas dispuestas por el Poder Ejecutivo, durante el estado de
sitio "cuando ellas sean clara y manifiestamente irrazonables,
es decir cuando impliquen medios que no guarden relación al-
guna con los fines del artículo 23". Agregó luego el fallo que
"al ejercer el control de razonabilidad de los actos ejecutados
en virtud del artículo 23, los jueces deben referirlo a la causa
constitucional e inmediata del estado de sitio -situación de
conmoción interior- y no a los motivos concretos que el legis-
lador h aya mencionado como sus factores iniciales" 117 • Luego
de este caso, la jurisprudencia de la Corte confirmó en nu-
merosos precedentes inmediatament.e posteriores el principio
de la irrevisabilidad de la declaración del estado de sitio, pero
exigió que las medidas de ejecución del mismo fueran razo-
nables nM. De iudus modos, este pri m:ipio innovador sobrevivió,
en esta primera época, más como una expresión de deseos que
como efectivo dato de la realidad, ya que en todos estos casos
las acciones fueron , en definitiva, rechazadas 119 • El control ju-

11 5 Con f. LINA!!t:s QUINTANA, Segundo, Tratado dP. la ciencia del derecho cons-
titucional, e d . cit., t . V, § 3365, p . 4 71.
116 El caso se suscitó con motivo de la negativa de la Policía Federal para
autorizar un aclo público que pretendía realizar la llamada Liga Argentina por
los Derechos del Hombre, destinado a analizar la situación de los derechos hu-
manos en el Paraguay.
117 Fallos, 243 :515 y 516.
l\ 8 Así pur ejemplo: "Diarios Norte y Voz P.,runista" Fallos 244:/i9 (195!:1)·
"Bernardo Edelmau", Fa.llos , 246:205 (1960) ; "Luis Trossi",'Fallos, '247:528 (1960):
: Guillet·mo Almeyra", Fallos, 249:522 (1961); "Azul y Blanco", Fallos, 250:832 (1961);
Rodolfo Sauze Almagro", Fallos, 252:244 (1962); "Movimiento Popular Argentino",
Fallos , 253 :44 (1962); '·Pedro J . Bellman", Fallos, 256:359 (1963).
11 9 Un elocuente testimonio del "self-restraint" de la Corte en este periodo

es el consid. !:1º de la sentencia recaída en autoR "Sindicato Argentino de Músicos",


Fallos , 248:800 (1960). "Que ese alcance específico de la noción de razonabilidad
- dice la Corte- precisa ser reiterado y refirmado, a fm de que su e mpleo no
derive en extralimitación de las facult.ades judiciales, lo qu e a<:o ntecería, inevi-
tablemente, si los magistrados, en los casos a ellos sometidos, ejercieran la potest.ad
-que les está vedada- de apreL'iar las circunstancias y motivos concretos que
fundan cada una de las medidas adoptadas en vu'lud del estado de sitio. Porque
tal extensión de atribucion e s traería , entre otras, la sensible consecuencia de que
los jueces, excediendo la esfera que es propia de la actividad judicial. asumirían
172 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

dicial seguía siendo más teórico que real, como hizo notar la
doctrina 120 • Incluso, el tan conocido caso "Primera Plana" 12\
en el que se planteó acción de amparo con el decreto que había
dispuesto la clausura del periódico y el secuestro de una de
sus ediciones, fue tribuna adecuada para recordar la vigencia
del control de razonabilidad, pese a que el amparo fue, final-
mente, rechazado 122 •
Apenas en "Daniel Mallo" 123 , referido a la prohibición de
exhibir la película Ni vencedores ni vencidos, encontramos una
acción de amparo exitosa, donde el control de razonabilidad
fue algo más que una pieza de retórica judicial 124 , y permitió
la efectiva vigencia del derecho afectado. Otro importante fallo
es "Carlos M. Zamorano" 12\ en el cual se planteó un hábeas
corpus <:ontra la detención de este último. En este caso -en
el cual la Corte, insatisfecha con la respuesta dada en el trámite
de la acción por el Ministerio del Interior, ordena el libramien-
to de un nuevo oficio 126 a esa dependencia- , el control cons-
titucional adquiere una dimensión más amplia 127 • No nos en-

la función consistente en decidir, ante cada supuesto individual, la pertinencia


de los actos de ejecución que el estado de sitio requiere, sustrayéndola a los órganos
polfticos del Estado. Y va de suyo que los miembros del Poder Judicial, despro-
vistos de información suficiente e incluso de contacto inmediato con la realidad
concreta del país - de un país en estado de conmoción, por hipótesis legal- no
están capacitados para ejercer esa función, cuyo desempeño, por lo demás, im-
plicaría desconocimiento del deslinde de competencias establecido por la Ley Fun-
dam ental" (p. 815).
12o BrnAHT CAMPOS, Germán J ., La Corte Suprema , el tribunal de las ga-
rantfa s constitucio11ales, Allende & Brea, Buenos Aires, 1982, p . lfl::l.
m Fallos , 276:72 (1970).
1 22 Vot ó en disidencia parcial el juez Risolía, para quien la clausura del

periódico era arbitraria, pero no así el secuestro de la edición.


12a Fallos , 282:392 ( 1972).
121 A diferencia de los casos anteriores de restricción a la libertad de prensa
o de expresión , la Corte dispuso -como medida de prueba- la exhibición privada
de la pclfcula (ver consid. 9°).
125 Fallos , 298:441 (1977).
1 26 Esta modalidad ya había sido inaugurada ese mismo año en "Pérez de

Smith", Fallos , 297 :338 (1977).


127 Si bien el fallo se maneja dentro de una básica ortodoxia constitucional,

en tanto sostiene que la declaración del estado de sitio por las causales del art.
23 no es s usceptible de revisión judicial en cuanto política, que el juicio prudencial
del Congreso y del Ejecutivo es necesario y final para implementar los objetivos de
la Constitución, admite, sin embargo, un ensanchamiento de las facultades del
Poder Judicial en la investigación de los hechos que rodean una detención, para
verificar si la misma es legítima.
Los Acros NO JUSTICIABUJS 173

contramos ya con un escuálido control de razonabilidad, como


el de los casos "Sofia" y los posteriore . En ez de presentar
a un Poder Judicial acorralado por su autorrestricxión, la Corte
afirma que "está sujeta al control jurisidiccional la aplicación
concreta de los poderes de excepción del Presidente sobre las
libertades constitucionales, control que, lejos de retraerse en
la emergencia, debe desarrollarse hasta donde convergen sus
competencias y los valores de la sociedad argentina confiados a
u custodia". Agrega además que el control de constitucionali-
dad "debe determinar a lo menos la pertinencia entre las ra-
zones de la detención y las causas del estado de sitio" 128 • El
caso "Jacobo Timerman" 129 presenta también un hábeas corpus
favorable a un individuo arrestado y permitió a la Corte es-
ta blecer con claridad los alcances del control jurisdiccional 130
y el caso "Celia Machado" 18 1 ofrece también un precedente en
que, ul igual que en "Zamorano» , la Corte exige la profundi-
zación de la investigación sobre el paradero de una persona.
Por último, en "Benito Moya" 1 32 , la Corte volvió a ejercer este
control de razonabilidad, reiterando conceptos d e las causas
ya citadas"'".
En 1984 el control judicial sobre el estado de sitio tuvo
un vuelco legislativo de importancia. Ese año fue sancionada
la Ley de Hábeas Corpus 23.098 '"4 , conforme el proyecto del
senador Fernando de la Rúa. En su art. 4 , inc. 2Q, recibió con -
s agración l eg:¡slativa el principio de razonabilid ad'"", pero ade-
12
" Con"id . 5° y 6", Fallos, 298 :444 y 445
12
° Fallos , 300:8 16 (1978). ·
i:liUtéti carn eUte el fallo e
lau • ) 1
el P oder Ej ecutivo está ~bli a do xpresa. ~ que e c~ntrol es .excepcional; b) que
cada caR" c_•oncre to a fin deg ue ~!r~porcionar u.na mformaetón s uficie nte sobre
esfera del ór fi q JUeces pued»n res petar s tn controversia la
un doble asp~ac~~ el s)pleacf 'lc~_ent.c políltico; e) qu e el control d e razonabilidad a barca
< ""· re ac10n entre a gar tí afi t.ad
interna, y 2) la verificación de si el acto ~n a ~e a Y el estado de conmoción
ción con los fine~ erse ·d .. _ e a utondad guarda adecuada propor-
300:819 Y 820). P . gu, os meJhante la declaraetón del estad o de sitio (Fallos ,
131
Fallos, 302:77 2 (1980).
1 32
' Fallos, 303:696 ( 19Rll.
1 1
":- En el mi s ·t'd "H
P
ól't S 1 . y . mo "se n ' o: oraclO E. Spadoni", Fallos, 305:204 <1983)· "Hi-
1 o o an ngoyen , Fallos , 305:269 (1983 ). '
1
~' BO , 24/ 10/ 84.
E s t a n orma establece: "~rt. 4 2 : Cuando sea limitada la libertad de urw
1 11
"
p ers?na en utrtud de la declarac¡on preu ista en el articulo 23 de la Constit c·ó
Nactanal, el procedimiento de hábeas corpus, podrá tender a comprobar, ~n¡ e~
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
174
d , ara el examen del estado de
más y más importante .to aVIa p art 4~ inc 1º se dispuso que
sitio' como cuestión política, ened~ ve~ifi'car ~demás "la legiti-
el jue7. del hábeas c~:pus pu do de sitio". Esta norma que,
midad de la declaracton del es:e motivo de disputas en el re-
en el momento de ser tr.atada.' d dablemente importantes du-
cinto legislativo 136 ' ocasion~, U:
u ltades del juez interviniente
das acerca del alcance de 1as t a~u de sitio. La doctrina, a su
en esta ac.ción , dura~te e. esef s~ndero. SAOÜÉS, por ejemplo,
turno, ha Intentado espeJard t ·..... ~r en este caso la tarea
. l . ez no pue e sus hUi
sostiene que e JU "d t sólo puede controlar dos as-
d l Congreso o del Presl en e, y . h .do
e t . ) la formalidad de la declaración, esto es, Sl a Sl
t~t:d~ apor autoridad competente, y b) el co~trol de razona-
bilidad de la misma, es decir si las razo.n~s 1nvocadas por el
poder político para decretar el estado de slt10 encua~ra~ dentro
de los ¡;usos de conmoción interior o ataque exter10r Ia7 . Tam-
bién LOIÁCONO, colaborador en la redacción del proyecto de la
ley, ha dicho que el control judicial es de carácter formal Y
no puede extenderse a la oportunidad del dictado del estado
de sitio ~~~. Así es que la doctrina no ha aprovechado el texto de
la ley 23 .098 para eliminar la declaración del estado de sitio
del catálogo de cuestiones políticas no justiciables. Tampoco
lo ha hecho la Corte, como veremos enseguida.
La jurisprudencia sobre esta materia se reduce a un so-
lo caso, ya que el estado de sitio fue declarado en dos opor-
tunidades en los últimos años. La primera de ellas en 1985,
y la segunda, en diciembre de 2001, sobre el final del gobier-
no de De la Rúa. En este último caso no se produjeron pre-
cedentes jurisprudenciales. Por ello la Corte ha tenido una
sola oportunidad para analizar el control judicial sobre el estado
de sitio bajo la ley 23.098 en el caso "Jorge H. Granada" 139 ,

caso concreto (. . . ) 2: La correlación entre la orden de pri vación de la libertad y


la situación qu e d ió origen a la declaración de estado de sitio".
1 ~6 Se oponía a su inclusión el senador Eduardo Menem , por entender que se
trataba de una norma confusa, que podía alterar el criterio clásico de la no jus-
ticiabilidad de esta cuestión y la defendía el senador De la Rúa , autor del proyecto,
sosteniendo que el control establecido sólo se r efería a las formalidades de la
declaración. Para más detalles sobre el debate, véase SAr.üt.s, Néstor P., Hábeas
corpus , 3° ed ., Astrea, Buenos Aires, 1998, Cap. IX.
t:J7 Hábeas corpus , ob. cit., ps. 243 y siguientes.
1as Lot ÁCONo, Virgilio, La ley "De la Rúa" de hábeas corpus, ED , t. 111, p. 863.
t 39 Fallos , 307 :2284 (1985).
Los ACTOS NO JUS'nCIABLES 175

nacido -como todos recordamos- de una detención claramente


viciada en su origen 140 • En punto al alcance del co~trol cons-
titucional del art. 42 , la Corte entiende que el leg¡slador no
ha querido en modo alguno apartarse del criterio clásico de
la no judiciabilidad de la declaración en sí. o cabe entender
-dice- que haya sido intención del legislador apartarse de la
reiterada jurisprudencia del tribunal, que ha reconocido como
facultades privativas de los poderes legislativo y ejecutivo las
referentes a apreciar las circunstancias de hecho que tornan
aconsejable la adopción de tal recurso (. .. ) El juicio de legi-
timidad a que remite el art. 4º de la citada ley 23.098 no ha
de versar, pues, sobre las características de la situación en
la cual se proclama el estado de sitio, sino sobre otros elementos
que son realmente referibles al concepto de legitimidad" 141 • En
lo que a la cuestión de fondo hace, encontramos en el voto
de la mayoría 14\ que rechaza el hábeas corpus, un desdibujado
control de razonabilidad. En efecto, si bien la Corte admite
que ese control de razonabilidad existe en los términos fijados
en el precedente "Timerman", y que ha sido ratificado por el
art. 4º, inc. 2º de la ley 23 .098, no profundiza, en cambio, la
investigación de hecho para determinar si el acto de autoridad
guarda proporción con los fines perseguidos mediante la decla-
ración de estado de sitio. Alude, en definitiva, a que la de-
tención del actor no estuvo exenta de motivación asertiva entre
las causas del arresto y las causas del estado de sitio 143 • El
voto disidente del juez Belluscio entiende que se ha imposi-
bilitado el control de razonabilidad, en la medida que el informe
brindado por el Ministerio del Interior es insuficiente para de-
terminar las causas de arresto de Granada y ordena, por tanto,

140
La detención de Granada y otras 11 personas se originó en el decr. 2049
del ~1 de octubre de 1985, sin que, previamente, se hubiera decretado el estado
de SJtJO. El mismo fue declarado cuatro días después, por decreto 2069/85.
14
1 Fallos , 307:2305, 2306 y 2307 .
112
La mayoría del Tribunal estuvo integrada por los jueces Caballero, Bac-
qué, Petracchi Y Fayt, este último con una disidencia de fundamentos . En contra
votó el JUez Re!lusc10.
14a L .d
• 1:1 I ea general que preside el fallo -aun cuando no dicha expresamente-
es que
f d.el control de razonabilidad es una medida excepet'onal que no es necesano ·
pro .un ¡zar en casos de estado de sitio clásico, es decir en aquellos su uestos
~:. ~~~~=~·~~o~e~~~;:,m;~~:~3~~~~ada de las garantías constitucionales (ve/consid.
176 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

oficiar al Presidente de la N ación para que se amplíe la in-


formación en ese sentido.
Como vemos , tanto la doctrina como la juris_p rudencia han
intentado tender en derredor de la norma arriba comentada
una barrera que impide al juez del hábeas corpus llegar al
extremo de cuestionar el dictado mismo del todo el estado de
sitio, salvo en sus aspectos meramente formales. Que~~ a _sal-
vo, por supuesto, el análisis de razon~ilida? y de l~g¡tlm1dad
de las detenciones que se produzcan 1 • BaJO esta mterpreta-
ción la situación existente antes de la sanción de la ley 23.098
no ha cambiado nada, o en todo caso ha cambiado muy poco.
El control de razonabilidad ya existía, y el control formal sobre
la legitimidad de la declaración de estado de siLio podía efec-
tuarse sin ley que lo habilitara expresamente. Nadie puede
poner en dudas, por ejemplo, que el estado de sitio, decretado
por el Presidente, en caso de conmoción interior, estando reu-
nidas las cámaras legislativas en sesiones ordinarias, consti-
tuye un acto ilegítimo, controlable por los jueces, haya una
ley que lo habilite expresamente o no. En cuanto al control
de razonabilidad, me parece saludable que haya sido consa-
grado legislativamente, aun cuando la primera vez que la Corte
debió emplearlo, no lo hizo.

b) DECLARACIÓN DF. LA LEY MARCIAL Y EMPLEO DE LAS FUER-


ZAS ARMADAS EN EL ORDEN INTERNO. - La Constitución no
prevé otros institutos para conjurar una emergencia política
que el estado de sitio y la intervención federal en las provincias.
No obstante ello, la historia argentina registra el empleo de
otros, tales como la ley marcial '45 , cuya constitucionalidad es
146
discutible y que ha sido empleada reiteradamente bajo los
144
En punto a esto último debe r ecordarse que, a juicio de la Corte, las
faculta des otorgadas en el artículo 23 son privativas y exclusivas del Presidente
Y por end e no puedt>o ser del.,gadas en otros funcionarios : "Héctor Audano", Fallos'
247 :3ó5-359 (1956); "José Miguel Zárate", Fallos , 247 :708-711 (1960); "Luis Me:
rino", Fallos , 252:90-91 (1962).
14
~ Se entiende por ley marcial el sometimiento de civiles a los t ribunales
mililares, baj o la ley militar. .
140
En general se la admite - tal como lo ha hecho la jurisprudencia de la
Cor·te nortcamcn cana- cuand o, con motivo de la emergencia (guerra, catás trofe ,
Los ACI'OS NO JUSTlCIABU!S 177

gobiernos de facto 147 • No me voy a referir al empleo de las


Fuerzas Armadas en el orden interno durante gobiernos,
sino a su empleo con motivo de la ley marcial decretada en
gobiernos de iure. El caso tuvo lugar bajo la convulsionada
presidencia de Arturo Frondizi 148 , cuando se dictó el llamado
"Plan Conintes" 149 • Con motivo de la aplicación del Plan, tres
individuos fueron condenados a pena de prisión por un juz-
gado militar y apelaron ante la Corte por recurso extraordi-
nario lfio. En uno de sus considerandos, el Tribunal dijo que
"el acierto con que los poderes políticos aprecian las circuns-
tancias que se requieren para la validez del empleo auxiliar
de las fuerzas armadas no puede ser revisado por los tribu-
nales de justicia en forma que constituya una libre reconsi-
deración de las facultades privativas de aquéllos" 151 •

etc.), no existen los tribunales civiles. Así quedó establecido en el caso "Ex parte
Milligan", 71 U.S. (4 Wallace) 2 (1866), producido luego de la Guerra Civil, donde
la Corte dijo: "La ley marcial nunca puede existir donde los tribunales están
abiertos y en ejercicio debido y no obstruido de su jurisdicción" (p. 127). Esta
misma doctrina fue luego ratificada en "Duncan v. Kahanamoku", 327 U.S. 304
(1946), cuando la ley marcial fue implantada en Hawaii, luego del ataque japonés
a las bases norteamericanas en Pearl Harbour en 1941.
147 El primero en hacerlo fue el gobierno provisional de 1930, por medio
de un bando que fue aplicado, entre otros, al conocido delincuente Salvador De-
giovanni. También fue implantada en 1943, luego del golpe de Estado, por el
decr. 1 del 4 de junio. Desde un punto de vista histórico, puede verse POTASH,
Robert A., El ejército y la política en la Argentina 1928-1945, 24 ed., Sudamericana,
Buenos Aires, 1980, ps. 92 y siguientes.
148 Arturo Frondizi (1908-1995) llegó a la Presidencia de la Nación en 1958,
como primer pn~sidente de iure luego de la revolución de 1955. Su mandato estuvo
permanentemente jaqueado por la resistencia armada de grupos pcronistas, por
entonces proscriptos de la vida política, y por los constantes "planteas" militares,
que terminaron derribándolo en marzo de 1962. Una extensa biografía de Frondizi
puede hallarse en la obra colectiva Arturo Frondizi. Historia y problemática de
un estadista , du;gida por Roberto G. Pisarello Virasoro y Emilia E. Menotti, De-
palma, Buenos Aires, 1984-1994.
149 El Plan, cuyas siglas correspondían a "Conmoción Interior del Estado",
fue establecido originariamente por el decr. (secreto) 9880/58 y puesto en marcha
por medio de los decrs . 2628160 y 2639/60, Juego ratificados por ley 15.293 (BO ,
12/8/60).
t 50 "){odrlguez, Ruggero y Tambascio", Fallos, 254:11~ (1962). . .
151 Fallos 254:136. Para un análisis general de la JunsprudenCJa ~obre tn·
bunales milita;es véase: BmART CAMPOS, Germán J ., Los tribunales mill_ta~es Y
la ConstitLLción , Ediar, Buenos Aires, 1985; VANOSSI, Jorge R., El somett.mLento
de los civiles a los tribunales militares, ED, t. 93, p. 937 .
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
178

§ 9 1. J uicio político y J?rocesos


de e njuiciam iento nacwn ales
y locales

a) J UICIO POLÍTICO. - Hasta hace dos décadas, tanto en


los Estados Unidos como en la Argentina, el juicio político no
había sido extensamente practicado, de modo tal que no existían
antecedentes jurisprudenciales sobre su eventual revisión ju-
dicial '"" · En los últimos años, por el contrario, aquél ha des-
pertado de su letargo para convertirse en un instrumento bas-
tante usual. Los norteamericanos no sólo han vuelto a sentar
en el banquillo al mismísimo Presidente -aun cuando result6
absuelto, al igual que su predecesor Andrew Johnson 153- , sino
que la Corte Suprema tuvo oportunidad de pronunciarse sobre
la revisión judicial solicitada por un magistrado federal que
resultó destituido 164 • En la Argentina se ha con vertido en mo-

152 En los Estados Unidos, desde 179R hAstt~ 1986 el Senado dictó se11tencaa
como tribunal del juicio político en once oportunidades, produciendo la
de cuatro jueces federales de diRtrito: John Pickering (1804); West H.
(1862); Robert W. Archibald (1913); y Halsted L. Ritter (1936). Entre los enjuicia-
dos estuvo el presidente And!'ew Johnson en 1868, pero fue absuelto (Cfr., Gui/M
to CongrP.SS, Congressional Quarlerly, Washington D.C., 1991 , p. 300). En la~
gentina, los juicios políticos llevados a cabo entre 1862 y 1976 también fueroa
escaso~ . Sólo hubo cuatro pedidos de juicio respecto de funcionarios políti
que fueron rechazados, y cuarenta y seis pedidos de juicio a magistrados judiciales..
De estos últimos resultaron removidos nueve magistrados, pero tres de ellos fueroa
los jueces de la Corte Suprema Alfredo Sagarna, Benito N azar Anchorena y Fran-
cisco Ramos Mejía, destituidos por el célebre juicio de 1947. Los seis restan
fueron magistrados de primera instancia: M. Aurrecoechea (1899); L. Ponce y
Gómez 0911); V. Arroyo (1919); R. de Allende (1921); J . A. de Oro (1925) y D.
Klappenbach (1960). Ver MoLlNELLI , Guillermo; PALAN7.A, Valeria, y SIN, Gisela.
Co,~gre8o, presidencia y justicia en la Argentina, CEDI, Fundación Gobierno y
Soc1edad~ Buenos Aires, 1999, cuadro 2.271 en p. 512, y cuadro 4.16, en ps. 672
a 674. Bn adelante: MOLJNELLI·PALANZA-SIN.
153
Sobre el impeachment al presidente Clinton puede verse Gt:RHARDT Mi-
chael J ., Symposwm: lmpeachm.ent De{anged and Other lnstitutional Ramifioo·
twns o~ the Clmton Scand~ls, "Mary1and Law Review", vol. 60, p. 59 (2001).
1
. . Es el caso del ex Juez Walter N!Xon, destituido en 1989, al cual me re-
~enré cnsegmda.
9
Pero además fueron removidos otros dos jueces: Harry E Clair-
orned (lt 86C! Y Alcee L. Hastings (1989), últimos juicios políticos hasta. el del
Pl'es> en .,. 1mlon en 1999.
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 179

neda corriente desde 1983 155 , lo que ha generado varios casos


don_d~, la. Co~t.e Suprema explica los alcance que otorga a la
rev1s1on JUdlctal de la sentencia del Senado.
En lo~ Estados Unidos, elleading case actualmente es "N'-
~on v. Umted States" 156 • Walter Nixon, ex juez federa1 1s1 fu~
~ uzgado por haber realizado falsas declaraciones ante un ' an
Jurado federal y condenado a prisión Iñs pero se nego' a ~
y de d 1 · ·- ' renunciar
s . e. ~ , pns~o~ _Permanecía cobrando sus sueldos, y por ello
se 1e JnlClO el JUICIO político. Durante su transcurso el S
do, de conformidad con la Regla de Procedimiento XI' di ena-
que una . ., d ' spuso
co~~I~n e s~nadores recopilara testimonios y otras
pruebas . A JUICIO de_N~on ello era contrario al Art. I, 3, cláu-
sul~ 6, de la Constitución, según la cual "el Senado tendrá
la_ facultad exclusiva de juzgar todos los juicios políticos". Se-
gun la argumentación del enjuiciado, la Regla XI , al permitir
que una comisión reciba la prueba e informe acerca de ella
al Senado en pleno, viola la atribución exclusiva del Senado
de "juzgar" en todos los juicios políticos, porque impide que
el plenario del cuerpo participe en las audiencias (euidentiary
hearings) . La Corte confirmó las decisiones de los tribunales
inferiores y consecuentemente rechazó el planteo de Nixon. A
través del voto del Chief Justice Rehnquist, la Corte interpretó
la palabra "exclusiva" (sole) de la cláusula constitucional en
j uego de una manera completamente diferente a la de Nixon.
Según el Tribunal, sole significa que lo decidido por el Senado
no puede ser judicialmente revisable 159 •

155 Entre 1983 y 1998 hubo 57 pedidos de juicio político en contra de fun-
cionarios políticos y 338 despachos de la Comisión de Juicio PoHtico de la Cámara
de Diputados rtJferidos a magistrados judiciales, de los cuales fueron desestimados
317 . Ver Mot.rNELLl·P ALANZA-SrN, cit., cuadro 2.272, en p. 513, y cuadro 4.17, en
p. 675. A su vez, es inleresantc el análisis de los juicios políticos a jueces y su
desenlace en los últimos años, donde el trabajo de MOLJNELU provee un claro
panorama (ver cuadro 4.18). De todos modos , tengamos presente que este recuento
se ha hecho a diciembre de 1998.
1r;ij 506 U.S. 224 (1993).

lfi7 Había sido Presidente del Tribunal del Distrito Sur de Mississippi.
158 La investigación del gran jurado se originó en que Nixon había aceptado
una dádiva a cambio de pedirle a un fiscal de distrito que detuviera el proce-
sami ento del hijo de un comerciante de Mississippi.
Ifi9 Dijo la Corte : "A controversy is nonjusticiable -i.e., involves a political
questiou- where there is a l.extually demonstrable constitutional com.mitment of
the issue lo a coordinate political departmeul; or a lack of judicially discovera-
ble and manageable standards for resolving it ... (Baker v. Carr. 369 U.S. 186,
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
180
En la Argentina, hasta el juicio político en el cual :esultó
destituido el juez Nicosia 160 , la Corte Suprema no tema pre-

217 -1962). But the courts must, in ihe first instance, interpret the text in question
and determine whether and to what extent the issue is textually com.mllted. See
ibid.· Powell v. McCormack, 395 U.S. 486, 519 (1969). As the discussion that
follo~s makes clear the concept of a textual commitment to a coordina te political
deparlment is not 'completely separate from the concept of a lack of judicially
discoverable and manageable standards for resolving it; the lack of judicially ma-
nageable standards may slrengthen the conclusion that there is a textually de-
monstrable commitment to a coordinate branch.
"ln this case, we must examine Art. I, § 3, el. 6, to determine the scope of
authorily conferred upon the Senate by the Frarners regarding iropeachment. lt
provides:
"The Sena te shall ha ve the sole Power to try all Impeachments. When sitting
for that Purpose, ihey shall be on Oath or Afirrmalion. Wben thc President of
the United States is tried, the Chief Justice shall preside: And no P erson shall
be convicted without the Concurrence of two thirds of lhe Members prescnt.
"The langnagc and structw·e of this Clause are revealing. The firsi sentence
is a grant of authority to the Senate, and the word 'sole' indicates that this aut-
hority i• reposcd in the Senate and nowhere else. The nt!xt two sentences specify
r"quirements to which the Senate proceedings shall conform: the Senate shall
be on oath or affirmation, a two-thirds vote is required to convict, and when
the President is tried the Chief Justice shall preside.
"Petitioner argucs that the word 'try' in the first sentence imposes by im-
plication an additional requirement on the Scnate in that the proceedings must
be in the nature of a judicial tria!. From there petitioner goes on to argue that
this limitation prccludes the Senate from dele¡::ating to a select committee the
task of hearing the testimony of witne~ses, as was don e pursuant to Sena te Rule
XL 'LT)ry' means nwre than simply 'vote on' or 'review' or 'judge.' In 1787 and
today, trying a case means hearing the evidence, not scanning a cold record.
Brief for Pctitioner 25. Petitioner concludes from this that courts roay review
whether or not the Senate 'tried' him before convicting him.
"There are severa] difficulties with this position which lead us ultimately
to reject it. The word 'try' both in 1787 and later, has considerably broader mea-
nings than those to which petitioner would limit it. Older d.ictionaries define
lry as '[t]o t!Xarnin"' or '[t)o examine as a judge'. See 2 S. Johnson , A Dictionary
o( the English Language (1785). In more modero usage the ierm has various
meanings . For ~xample, try can mean 'to examine or investigate judicially', 'to
co nduct the tria! of' or 'to put to the test by experiment, investigation, or trial'.
Webster's Third New In ternational Dicticnary 2457 (1971). Petitioner submits
that 'iry' as contained in T. Sheridan, DicticMry o( the English Language (1796),
means 'to examine as a judge; to bring befare a judicial tribunal'. Based on the
variety of definitions, however, we cannot say that the Framers uscd the word
:try' as an . implied limitation on the method by which the Sena te might proceed
m trymg tmpeachments. 'As a rule the Constitution speaks in general terms,
leavmg Congress to deal with subsidiary matters of detail as the public interests
rEsta nota continúa en /.a pdgina siguiente.)
160
Alberto Osear Nicosia, designado juez en lo civil en 1984 fue dl:lstituido
el dfa 19/1 V92 por fallo unánime del Senado. '
Los ACI'OS 'O JUSTICIABLES 181

cedentes relativos a \a revisión judicial de la sentencia pro-


ducida por e\ Senado de la N ación 161 • En este caso 162 -primero
en el cual el Tribunal sentó un criterio jurisprudencia! sobre
el punto- fue aplicado el mismo criterio revisor que ya se venía
manifestando en relación con \os enjuiciamiento políticos ha-
bidos en sede provincial a partir del precedente "Magín Suárez",
de 1987, al que haré referencia más adelante. La Corte tuvo
oportunidad de establecer aquf dos cuestiones: el carácter de
tribunal de justicia del Senado, a los efectos del recurso ex-
traordinario, y los alcances de su actuación. En cuanto a lo
primero estableció que el Senado, cuando juzga en el juicio

IC01ttinuación de la nota 169.)


and changing conditions may require .. .' "Dillon v. Gloss•. 256 U . S . 368, 376
(1 921).
"The conclusion that the use of the word 'try' in the first sentence of the
Impeachment Trial Clause lacks sufficient precision to afford any ju<licially ma-
nageable standard of review of the Senate's actions is fortified by the existence
of the three very specific requirements that the Constitution does impose on lhe
Sena te when trying impeachments: the members must be under oath, a two-thirds
vote is required to convict, and the Chief Justice presides when the Presidcnt
is tricd. These limitations are quite precise, and their nature suggests that the
Framers did uut intend to impose additionallimitations on the form ofthe Senate
proceedings by the use of the word 't.ry' in the first sentence.
"Petitioner devotes only two pages in his brief to negating the significance
of the word 'sol e' in the first sentence of Clause 6. As noted a hove, that sentence
provides that '[tlhe Senate shall luwe the sole Power to try all lmpeachments'.
We think that the word 'sole' is of considerable significance. lndecd, the word
'sole' appears only oue other time in the Constitution -with respect to the House
of Representa ti ves' 'sale Power of lmpeachment'-. Art. I, § 2, el. 5 (empb asis ad-
ded). The common sense meaning of thc word 'sole' is that the Senate alone
shall have authority to determine whether an in<lividual should be acquitted. or
convicted. The dictionary definition bears this out. 'Sole' is defined as 'havmg
no companion', 'solitary', 'being the only one'. and 'functioning (. .. ) inde~endent.ly
and without assistance or interference'. Webst er's Third New l nternat10'!-al Dte-
tl.onary 2168 (1971) . lf the courts may r eview the nctions of the Senatc 1n order
d ffi ·a1 ' L · difficult to ~e e
Lo determine whether tha~ bod~ 'tried' an impeachcd otl Cland 1~~hout assistanc..
how th e Senate would be funct10rung (. .. ) mde pen en Y
or inttJrfercnce' ". . .b al de e~uicinmiento de magis-
161 Existían precedtmtes refendos a tn ~~r esues consideró que aquellos no
trados en los que la Corte se abstuvo de entent .b ' ?ones de tipo politico atinentes
· l' · · que eJercen a n uc1 ·b 1
son tribun ales d e JUS tela, sm 0 . d no constituyen, por ello, un tn una
a la responsabilidad de los ma¡pstra os y órganos de tipo administratwo
en el sentido del art. 14 de la l c.y 48, m son tam:;:.~~as por vía extraordinaria ~ Me
cuyas decisiones sean suscept1bleCs de bse~l r~~guin" Fallos , 277 :23 (1970), Y José
. 1 a "Dougald amp e '
refiero, por eJem~ 0 ' 267 ·22 (1967) .
Manuel Campos ' Fa llos, . ·. " Fallos 316:2940 (1993).
162 • Alberto Osear 100518 • '
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
182
político, se comporta como un auténtico tribunal de justicia
-sin perjuicio de la naturaleza política del proceso- y,. por _ende,
su sentencia puede ser revisada por la vía extraordmana del
arl. 14 de la ley 48 163 • En lo segundo, haciendo expre~m re-
ferencia a los precedentes originados en enjuiciamientos pro-
vinciales, dijo que los enjuiciamientos políticos son justiciables
cuando se ha verificado en ellos una real violación a la defensa
en juicio 164 •

lG3 " .•. es necesario y oportuno esclarecer - dice la Corte- el tema en lo


tocante al Senado de la Naci<ln; esto es, desarrollar las bases a partir de las
cuales, a los efectos de la admisibilidad del recw·so extraordinario respecto de
las resoluciones relativas al juicio politice nacional, aquél configura un órgano
equiparable a un tribunal de justicia. Esto es así , en primer lugar, pues, como
lo prescribe la r.onstitución nacional, corresponde al Senado 'juzgar' en 'juicio
público' a los 'acusados' por la Cámara de Diputados, culminando el proceso me-
diante su 'fallo' (ru"ts . Gl y 52 de la Constitución nacional) . Asimismo, los miem-
bros del s.,uado debcu 'prestar juramento para este acto' (a rt. 51 cit.), que co
en el de 'administrar justicia con imparcialidad y rectitud conforme a la
titución y a las leyes de la Nación' (Reglamento de la Cámara de Senadores
la Nación -sancionado el 10 de agosto de 1867 , y sus modificaciones-, art.
De ahí que el citado Reglamento -y sin perjuicio de las normas relativas
acusación, defensa, términos, producción de pruebas, etc.- haya establecido
a) el Senado se constituye en 'tribunal' (arl. 2~) ; h) está ~ujeto, en ·
aspectos , a la 'Ley de Procedimientos del 14 de septiembre de 1863' (art.
puede dictar 'resoluciones interlocutorias' (art. 22). etc. Sfgucse de ello que,
quiera fuese el contenido que pueda dársele al llamado aspecto 'político' del
juiciamienlo previsto en el art. 45 cit. y eones., no cabe duda alguna de que
trata de un proceso orientado a administrar justicia , esto es, a dar a cada
su derecho , sea a la Cámara de Diputados, en cuanto le asista el de obtener
remoción del magistrado, sea a éste en cuanto le asista el de permanecer en
funciones-. Ese juicio, RSimi•mo, se encuentra reglamentado por expresas norm
de procedimiento -que prevén un acusador y una acusación, un acusado y Sll.
defensa, el ofrecimiento y producción de pruebas, la formulación de alegatos, etc.-
y, a su término, es dictada una decisión 'fallo' por parte de un óq~tmo 'Senado"
constituido en 'tribunal'. Nada hay, por ende, desde el punto de vista sustancial.
que obste a que el Senado de la Nación constituido en 'tribunal', sea equiparado
a 'tribunal de justicia', a los rwes del recurso extraordinario". Fallos, 316:2951-52.
164 • ... la Corte ha reconocido la justiciabilidad de los enjuiciamientos po-

líticos cuando se alega que en éstos se ha producido una real violación del derechD
de defensa en juicio. Pero, cabe acotarlo, la aplicación e interpretación de dicho
derecho deben ser llevadas a cabo a la luz de la naturaleza del 'juicio' de que
se trate. No entrafla ello, desde luego, negación alguna de que tan elevada con-
sagración constitucional (art. 18 cit.) exhiba requisitos esenciales, cuya inexis-
tencia importarla la del propio derecho. Antes bien, a lo que se apunta es a
que los mencionados requisitos pueden ser salvaguardados de muy diversa ma-
nera , Y a que la apreciación de ese tema no puede soslayar los caracteres del
proceso y la materia con los que se los vincule. De ahí que se imponga en el
Los Acros No JUSTICIABLES
183
, Se prod~jo luego el caso planteado por Gerardo W. Ro-
dn~;6z, magistrado a cargo del Juzgado Federal n º 2 de Men-
doza · ~o se trataba aquí de un supuesto de destitución, sino
que .se obJetaban por via de una acción de amparo diversas
med1das adoptadas por la Comisión de Juicio Político de la Cá-
mara de Diputados. Al confirmar el rechazo de esta acción la
Cor.te esencialmente sostuvo: 1) ni siquiera la resolución ~úe
dec1de el sometimiento a juicio político es revisable judicial-
mente, pues se trata de una decisión propia del Senado, y 2)
solamente una decisión definitiva o equiparable a tal producida
por el Senado podría ser susceptible de revisión judicial.
El tercer caso de esta serie es el del ex juez Francisco
M. Trovato, que tuvo dos secuencias en la Corte Suprema. La
primera 166 se produjo cuando fue impugnada - por vía de am-
paro- la decisión del Senado de suspenderlo en el ejercicio
del cargo sin goce de haberes. La Corte declaró inadmisible
el recurso extraordinario deducido en contra del rechazo de
la acción, con fundamento en que la vía procesal indicada para
recurrir las decisiones del Senado en el juicio político es el
recurso extraordinario, dado que se trata de un auténtico tri-
bunal de justicia. La segunda intervención de la Corte 167 tuvo
lugar con ocasión del recurso extraordinario deducido por Tro-
vato en contra de su destitución 168 . La sentencia de la Corte
reproduce aquí lo establecido en "Nicosia" y dice ". .. la revisión
ejercida a través del recurso extraordinario del art. 14 de la
ley 48 no constituye una potestad jurisdiccional que autorice
a sustituir el criterio del Senado por el de esta Corte en cuanto a

sub examine un criterio de revisión que, dada la especificidad del juicio político,
debe ser francamente riguroso. Sólo patentes violaciones a aspectos esenciales
del derecho de defensa podrían tener acogida ante estos estrados, Y siempre Y
cuando sea acreditado por el recurrente no sólo ello, sino también que la reparación
del perj uicio es conducente para variar la suerte del proceso (Fallos , ~76:3~4;
291:259; 292:157, entre muchos otros). Preservadas formalmente las eJOgenetas
para que tal derecho pueda ser considerado bajo resguardo en el juici.o político,
sólo la demostración por parte del interesado de que aquellas formalidades re-
su ltan aparentes y encubren un real desconocimiento de dichos requisitos, ha-
bilitaría esta instancia". (Fallos, 316:2955).
165 "Rodríguez c/Estado Nacional", Fall.Ds , 318:219 (1995).
166 "Trovato c/Cámara de Senadores de la Nación", Fallos, 320:1931 (1997).
167 "Tx·ovato c/Cá mara de Senadores de la Nación", Fallos, 321:2339 (1998)_
168 Véase PALAZZO, Eugenio L., Ampliación del control de la Corte en la re·
moción de magistrados , ED, t. 181, P- 1059.
184 CoNTROL DE CONSTITUC IO NALIDAD

lo sustancial del enjuiciamiento. Así como la Constitución, se-


gún su anterior redacción, deposita en las manos del Senado la
valoración de la conducta del magistrado (arts. 51 , 52 y eones.)
pone en las de esta Corte, caso mediante, el control de que
el proceso respectivo se haya ajustado a la garantía consagrada
en el art. 18 de la Constitución nacional. El juez Trovato, como
surge de las piezas examinadas, fue imputado por cargos bien
definidos ; notificado en legal forma , efectuó su descargo, y eva-
luada su conducta como magistrado, fue destituido por mal
desempeño en sus funciones. En estas condiciones y ausente
la demostración en forma nítida, inequívoca y concluyente de la
lesión a las reglas del debido proceso, no existe motivo para
variar la suerte de la causa" 169 •

b) JURADO DE ENJUICIAMIENTO DE MAGISTRADOS. - Has-


ta la reforma constitucional de 1994, la responsabilidad política
de los funcionarios públicos est aba monopoli zada por el Con-
greso, a través del juicio político. Todos los funcionarios pú-
blicos de alto rango eran políticamente responsables ante el
órgano legislativo. Curiosamente, los únicos que estaban exen-
tos de dicho juzgamiento eran los propios legisladores, que su-
maban así -de hecho- un privilegio más a los muchos que la
Constitución les confiere 170 • La reforma de 1994 desdobló esta
competencia al crear el Consejo de la Magistratura (art. 114)
y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (art . 115), cu-
yas funciones han sido reglamentadas en las leyes 24.937 y
24.939 171 . Es así como el mapa de la respon sabilidad política
en nuestro país ha quedado así luego de la r eforma: a) están
sometidos al juicio político del Congreso de la Nación, conforme
el art. 53 : 1) el Presidente de la Nación; 2) el Vicepresidente;
3) el Jefe de Gabinete de Ministros· 4) los ministros del Poder
Ejecut~vo y 5) .los jueces de la Co;te Suprema de Justicia, y
b ) estan somet idos al Consejo de la Magistratura y al Jurado

169
Fallos, 321:2344.
170
. En s u primera ver sión de 1853, la Constitución preveía el juicio político
a los mtembros de. las cám aras legislativas, según lo establecía el entonces art
41 , per o esta prevts1ón fue eliminada con la reforma de 1860 en 1 t 45 ·
-salvo la inclusión del J efe de Gabinet e en tr e los posi bles enjui:ia~:s:._ ·;e q~=
man temdo m a lterado en el art. 53, surgido de la reforma de 1994 '
17 1 BO, 6/1/98. .
Los ACI'OS No rusnCIABU:S 185

de Enjuiciamiento de Magistrados los jueces de los tribunales


inferiores de la Nación. Cada uno de estos 6rgan ba reempla-
zado, respectivamente, a la Cámara de Diputado en 1a función
de acusar (art. 114, inc. 511) y al Senado en la de juzgar (art.
115). De ello pueden extraerse tres conclusiones: a ) la reforma
mantuvo el privilegio de la irresponsabilidad política de los
legisladores, que continúan sometidos a los eventuales procesos
internos de desafuero (art. 70), pero les quitó el monopolio de-
tentado hasta el momento al crear ~n rango constitucional-
dos órganos ubicados en el Poder Judicial para la acusación
y el juzgamiento de los magistrados judiciales· b) el único tri-
bunal que sigue sujeto al juicio de responsabilidad del Congreso
es la Corte Suprema, lo que ratifica su carácter polftico; e) la
labor que en el futuro realice el Congreso en este terreno podría
llegar a ser más magra aún de lo que tradicionalmente ha
sido, en la medida en que desde 1862 hasta la fecha, el juicio
político -tal como he señalado en el punto anterior- sólo fue
efectivo para la destitución de magistrados judiciales inferiores,
con excepción de la que sufrieron tres jueces de la Corte Su-
prema en el juicio político de 1947.
Desde su instalación en marzo de 1999, el Jurado de En-
juiciamiento ha producido hasta el presente dos decisiones 172
que perfilan su papel institucional. Ellas son la recaida en el
caso del ex juez federal de Santa Fe, Víctor Hermes Brusa 173 ,
que fue destituido, y la del juez federal de Córdoba, Ricardo
Bustos Fierro¡¡\ que resultó absuelto. En ambas, el Jurado
de Enjuiciamiento ha examinado detenidamente sus funciones
y su perfil institucional, el cual está sentado sobre cinco bases:
1) etapas en las que se divide el proceso de remoción de ma-
gistrados; según lo explica la sentencia en "Brusa" este proceso
se divide en: 1) acusación del plenario del Consejo; n) traslado
al magistrado; Ill) apertura a prueba; IV) sustanciación del de-

172 No puede ocultarse que ya empiezan a escucharse criticas acerca del


elevado costo de u funcionamiento en comparación con la escasa labor que de·
sarrolla. Véase, por ejemplo, la nota publicada en "Clarín" del 4/4/01, p. 18.
173 Fallos , 323 :3, JE-30 (2000). Pueden verse los comentarios de PADILLA,
Miguel M. , La inauguración del jurado de enjuiciamiento: el caso "Brusa ", F.D,
23/5/00, y ÜALW, Orlando, La primera resolución del jurado de enjuiciamiento
de magistrados, ED, 26/6100, ps . 13 y siguientes.
174 Fallos , 323 :3, JE-108 (2000).
186 C oNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

bate oral; v) informes orales de las partes, y VI) el fa~~ • ;


17 5

2) naturaleza del proceso de remoción: se trata de un JUl~lO


de responsabilidad política con sujeción a las reglas del. d~b1do
proceso 176 ; 3) el contenido del enjuiciamiento: está dehmltado
por I) los hechos objeto de la acusación y u) las causales taxa-
177
tivamenle enumeradas en el artículo 53 de la Constitución ;
4) el error judicial : la mera comisión de un error en el ejercicio
de la función no configura en sí misma la causal de mal de-
sempeño 17" ; 5) sistema de valoración de las pruebas : las pruebas
deben ser valoradas con un criterio de razonabilidad y justicia
con miras a la protección de los intereses públicos.
Los casos "Brusa" y "Bustos Fierro" han permitido al Ju-
rado de Enjuiciamiento establecer las bases de s u misión cons-
Lilucional. La primera decisión institucional que aquél debía
adoptar era la referida a la naturaleza de su misión. Aquí
podía apartarse del órgano que lo precedía en el ejercicio de
la función , es decir el Senado de la N ación , o bien continuar
con la línea de este órgano legislativo . Ha preferido esto úl-
timo, al defmir su rol estableciendo que "se trata de un juicio
de responsabilidad política, con sujeción a las reglas del debido
proceso legal" 179 • De ello se sigue que, según esta interpreta-
ción, la reforma de 1994 no ha eliminado el juicio polílico a
los magistrados judiciales; en todo caso, lo ha mudado de sede,
permitiendo que se ventile ante una instancia que también
tiene rango con stitucional, pero que no está monopolizada por
el Congreso. Al mismo tiempo , ha incorporado la doctrina de
la Corte Suprema que obliga a respetar el debido proceso en la
instancia del juzgamiento político. De modo, pues, que en cuan-
to a los alcances de su actuación, en los dos fallos mencionados
el ,Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados se ha mantenido
dentro de la doctrina constitucional cl ásica .
Ello permite suponer que cuando un magistrado recurra
alguna decisió~ proveniente del Jurado de Enjuiciamiento, ya
sea la que decida su destitución o bien alguna previa a ésta
la Corte aplicará seguramente los principios establecidos e~

17 5 Consid. 1°.
176
Caso "13rusa", consid. 32 ; caso "Bustos Fierro", consid. 2•.
177 Caso "Brusa", consid. 42.
1 78 Caso "Bustos Fierro", consid. 20.
179 Caso "Brusa", consid. 32.
Los ACI'OS NO JUSTICIABLES 187

los casos "Nicosia", "Rodríguez" y "Trovato , arriba estudiados.


Es decir, establecerá probablemente que el Jurado de Enjui-
ciamiento es un tribunal de justicia a los efecto del recurso
extraordinario y que sus decisiones sólo son revisables por esta
vfa procesal en la medida en que se hubiera afectado el derecho
al debido proceso .

e) ENJUICIAMIENTO POLÍTICO EN SEDE PROVINCIAL. - Es


preciso analizar ahora lo atinente al juicio político provincial 180 •
La historia jurisprudencia} sobre este punto reconoce dos pe-
ríodos. El primero estuvo signado por una ah tención total de
la Corte para intervenir. El segundo, nacido a mediados de la
década de 1980, le ha permitido entrar al análisis de juicios
politicos provinciales cuando existiera violación al derecho de
defensa del acusado. 'l'al como dije más arriba , esta segunda
tendencia, in»inuada primero en la revisión judicial de cru;os
de enjuicianl.iento provincial, fue trasladada luego, a partir del
precedente "Nicosia", a los casos originados P.n juicio» polfticos
del Congreso.
La tesis tradicional de la Corte arranca con el caso "Joaqu(n
Castellanos"'"' · Este último, gobernador de Slllta, había sido
destituido por decisión del Senado de su provincia e interpuso
contra esta decisión un recurso extraordinario federal. El re-
curso fue r·cchazado, empleándose parn ello dos argumentos:
a.) que el recurso extraordinario sólo procede contra decisiones
del poder judicial 182 , y b) que la Corte no es competente pa.:a
entender en asuntos relativos a conflictos de poderes provin-
ciales ' 83 • Conw vemos, no existe en el fallo mención expresa
a la naturaleza política de la decisión, aun cui:Uldo dicho ar-

180
Obviamente, al referirme al juicio político local, aludo también a los
jurados de enjuiciamiento de magistrados provinciales, ya que han sido objeto
de igual tratamiento a estos efectos por la Corte Suprema.
18 1 Fallos , 136:147 ( 1922).
18~ Consid. 3°.
!83 Consid . 5°; recordemos que , de acuerdo con la redacción del art. 97 ori-
ginal de la Constitución, la justicia federal era competente para entender en con-
f1lctos de Jos poderes provinciales. La Reforma de 1860 eliminó de este artículo
(hoy art. 100) esa previs ión, en aras de fortalecer el federalismo, que se verla
afectado con la intromisión de los poderes federales en asuntos internos de las
provincias.
188 CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

gumento aparece en el dictamen del Procurador General 184 •


te criterio fue seguido en numerosos casos posteriores ~. 18

último episodio de esta serie jurisprudencia] fue el caso "C


Graffigna Latino" 186 , donde la Corte renunció a intervenir
la revisión de lo decidido en un jurado de enjuiciamiento
vincial en razón de existir un conflicto de poderes e
La garantía federal del artículo 5Q 187 •
No obstante, este mismo juicio político a los jueces del
perior Tribunal de San Juan, en una instancia ulterior, permitió
un cambio jurisprudencia! importante al año siguiente, en 1987
cuando la Corte resolvió el caso "Luis Magfn Suárez" 18 R, cuya
trascendencia jurídica dio mucho que hablar a la doctrina 189 y
que fue luego reproducido en numerosos pronunciamientos pos-
teriores, los que también han suscitado interés doctrinario 1 •
El pronunciamiento es largo, meduloso y presenta varias al-
ternativas que merecen ser destacadas. Luego de un dictamen.
del Ministerio Público 191 que había propiciado el rechazo del

184 El dictamen del Procurador, José Nicolás Matienzo, aludió además a


que se planteaba una cuestión política no justiciable.
185 "Fiscal General de Jujuy", Fallos, 193:495 (1942); "Pedro Amaya Gómez·,
Fallos , 238:58 (1957); "Eugenio Kewel"; Fallns. 260:ñ4 (1964); "Felipe B. Lizondo•,
Fallos , 263:15 (1965); "!:toque González", Fallos, 264 :7 (1966) , donde encontramos
una de las tantas disidencias de Boffi Boggeru , en la cual se anti cipa a la doctrina
actual de la Corte, estableciéndose que "también el juicio político se atenga a
las declaraciones derechos y garantías categóricamente establecidos por ella" na
Constitución] (en p. 12); "Fernando Mántaras Rodríguez", Fallos, 268:553 (1967);
"Oiver P. Legal", Fallos , 270:240 (1968); "Raúl Antonio Martas", Fallos , 271:165
(1968); "Carlos Santiago de Coulon", Fallos , 301:1226 (1979) ; "Raúl Pedro Cami-
nos", Fallos, 302:254 (1980); "Carlos A. Tubio Torrecillas", Fallos, 302:934 (1980);
"Rubén Hugo Marín", Fallos, 304:351 (1982); etc. , en los cual se reprodujeron
los argumentos dados en "Joaquín Castellanos", agregándose en algunos de ellos
- los menos- que se trataba , además, de decisiones de naturaleza política.
186 Fallos , 308:961 (1986).
1 7
8 Me referiré a la interpretación de este artículo infra, § 103.
188 Fallos , 310:2845 (1985).
. 8 BLOART CAMPO~ , Germán J. , Compatibilidad de las institucione.~ pro-
1 9
.
vm~Ulles con la Constituci6n federal, ED, t . 119, p. 130; íd. , Una cuesti6n no ju-
dLctable que ha desaparecido: el enjuiciamiento político, ED, t. 128, p. 465;
SAG ~ÉS, Néstor P., El recurso extraordinario federal y lajudiciabilidad de la sen·
tencta legtslattva pronunciada en el juicio político, LL, t . 1987-D, p. 444, y Qy.
HANAR'l'E , ,Julio, La Corte Suprema y el juicio poletico a jueces provinciales, ED,
t . 128, p . 456.
190
BIDART CA.'IIl>OS, Germán J ., La revisión judicial de las decisiones desti·
tutorías en el enjuiciamiento de magistrados , LL, t . 1996-D, p. 785.
19 1
Fallos, 310:2858-2875.
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 189

recurso extraordinario 192 , el pronunciamient-O de la Corte re-


vela la existencia de tres posiciones: el juez Caballero (Pre-
sidente) 193 propicia el rechazo del recurso extraordinario, con
fundamento en la doctrina tradicional; los jueces Belluscio y
Fayt 1 ~ 4 , que también propician igual resultado, pero con ar-
gumentos diferentes, y los jueces Petraccbi y Bacqué 19r> , que
admiten la procedencia del remedio federal. Sin embargo, con
excepción del primero, los cuatro jueces re tante coinciden en
que este último es formalmente procedente en la medida
en que, si bien se debatían cuestiones atinentes al ordenamiento
jurídico local, existía una cuestión federal atinente a la garantía
de la defensa en juicio, lo que permitía abrir la instancia ex-
traordinaria. En síntesis, cuatro de lo entonce cinco jueces
de la Corte optaron por la apertura del recurso extraordinario
en un caso de juicio poütico provincial, cuando se adujeron
gravámenes contra la decisión, fundados en la garantía del
derecho de defensa, por violación a la garantía del juez natural
(art. 18). La Corte ha repetido esta jurisprudencia en varios
casos siguientes 196 .

d) SíNTESIS. - De lo dicho hasta aquí pueden extraerse


cuatro reglas generales que regulan la cuestión:
a) El Senado de la Nación, y el Jurado de Enjuiciamiento
de Magistrados, cuando actúan como tribunal del juicio político,
son un tribunal de justicia.

192 El dictamen del procurador general, Juan O. Gauna, se remite a la tesis


tradicional del caso "Castellanos". Si bien abunda en extensas y eruditas citas
histórico-jurídicas , el centro de su opinión está alojado, básicamente, en el capítulo
V. Allf se pregunta: ¿puede la Corte Suprema de Justicia de la Nación intervenir,
en su carácter de Supremo Tribunal Judicial de la Nación, a fin de solucionar
conflictos entre poderes provinciales? Su respuesta es negativa en atención a la
modificación introducida en el art. 100 (97 original) por la reforma de 1860 (Fallos,
310:2861 -63).
193 Fallos, 310:2889 .
194 Fallo~ . 310:2875.
19o Fallos, 310:2894.
19Q "Remigio J. Carol", Fallos, 311:881 (1988) ; "José María Cantos", Fallos ,
312:253 (1989); "Carlos J . Viola", Fallos, 313:114 (1990); "Juan Carlos Caballero
Vidal", Fallos, 315:761 (1992); "A.T.E. San Juan", Fallos , 317 :874 (1994) ; "Luis
Minod", F'allos , 318:908 (1995); "Juan C. Nellar", Fallos, 319:705 (1996).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
190

b) Corresponde en consecuencia que sus decisiones se~


exclusivamente impugnadas por medio del recurso extraordi-
nario, no siendo admisible otra vía. .
e) La sentencia final -o equipar~ble a tal- producida en
el juicio poUlico es judicialmenle revtsable sólo cuando s_e ha
producido alguna violación al derecho de de,fe~sa .. ~un asi,
da la naturaleza de este proceso, la revision JUdicial debe ha-
cerse con un criterio estricto.
d) Los enjuiciamientos políticos en sede provincial e
regidos por las mismas reglas.

e) EVALUACIÓN. - En lo personal coincido, en líneas ge-


nerales, con lo decidido por la Corte Suprema argentina en
los fallos arriba citados. Como es frecuente en el terreno de
las cuestiones políticas, es preciso distinguir aquí el
de lo justiciable del de lo no justiciable. Tengo para mí que
es justiciable ni la decisión de someter a un individuo al ·
político, ni tampoco lo son las razones políticas que pueden
eventualmente llevar a su destitución. Caso contrario, se de
naturaliza todo el sentido del proceso establecido por la
titución.
Es evidente que el juicio político -hasta por su propio nom-
bre- suscita una cuestión que debe ser apreciada, "pol
mente", por un tribunal político. Si la Constitución
querido que el juicio fuera "judicial", lo habría encomendado
tal vez, en atención a la jerarquía de los enjuiciados, a la Co
Suprema en instancia originaria, tal como han previsto alguna
vez ciertas constituciones sudamericanas 197 • Ello revela que el
propósito de la Constitución ha sido que los parámetros de
apreciación, en este muy especial proceso, sean políticos y di
crecionales. Esto se ve confirmado, por la amplitud de las cau-
sales del juicio político, previstas en el art. 45, "mal desempeño",
"delito en el ejercicio de la función", "crímenes comunes", las
cuales indican que la apreciación de los hechos no es propia
de un tribunal de justicia. De modo tal que, si se admitiera
un recurso extraordinario ante la Corte para revisar la apre-
ciación que se ha tenido de ellas, el juicio ya no seria político.

19? illANCHi , Alberto B. , Competencia originaria de la Corte Suprema de Jus-


ticia de la Nación, cit., cap. II.
191

Creo entonces que la decisión del Senado. aun comportándose


éste como un tribunal de justicia, no es suscep - e-romo regla-
de recurso extraordinario. El Senado y el Jurado de Enjui-
ciamiento tienen la misión de juzgar el comportamiento político
de los funcionarios acusados por la Cámara de Diputados y
el Consejo de la Magistratura y si, aun no encontrando en
ellos la comisión de un delito, creyeran que ha habido "mal
desempeño" en el ejercicio de sus funciones, pueden igualmente
destituirlos. Para ello poseen una facultad discrecional, ajena
al conocimiento de la Corte. Si ha habido arbitrariedad en
esta decisión, no es la Corte el órgano competente para in-
vestigarla. Será el electorado el que juzgará, a su vez, a esos
senadores, en el próximo comicio. En e te sentido, la evenlual
arbitrariedad del Senado es más remediable aún que la arbi-
trariedad de la propia Corte, que, orgullosamente, sostiene que
no es susceptible de remedio su propia arbitrariedad t 98 •
Hasta aquí, el principio general . Pero puede ocurrir, sin
embargo, que el Senado o el Jurado de Enjuiciamiento, fuera
de la decisión de fondo, incurran en faltas procesales que afec-
ten la garantía de defensa del acusado, o en infracciones for-
males que violenten las reglas constitucionales. Esto último
sucedería, por ejemplo, si no son respetadas las mayorías pre-
vistas en los arts. 53 y 59, o se enjuiciara a quien no está
específicamente designado en la Constitución, pues ello afec-
taría la competencia del Senado o del Jurado de Enjuiciamiento.
Entonces, la cuestión ya no es política. Se da un supuesto
en el que, típicamente, debe intervenir la Corte y reparar el
error inexcusable en el que haya incurrido la sentencia . En
este caso, su fallo no tendrá otro efecto que devolver las ac-
tuaciones para que se produzca nuevo pronunciamiento, con-
forme a las pautas allí indicadas.
Dentro de la doctrina norteamericana la cuestión está en
debate . Herbert W ECHSLER 199 apoyaba la tesis establecida por
la Corte, que además fue la sostenida por los constitucionalistas
clásicos 200 • En cambio, constitucionalistas más modernos como

!98 "EdifJCio Tagle 2818 S .C.A. rlMCBA", Fallos , 301 :596 (1979).
t99 WF.CH::!LE R,Herberl , Toward Neutral Principles of Constitutional Law,
"Harvard Law Revicw", vol. 73, p . 1, 8 (1959).
200 SToRv dice, por ejemplo: "Como las faltas que se propone reprimir el
juicio político, son de una naturaleza política, era natural también su pone~ que
serían fr ecuentemen te exageradas por el espíritu de partido, que las tranHtac10nes
192 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

BERGER 2o1y GERHARDT 202 se inclinan por la atenuación del princi-


pio y propician la revisión judicial en casos de ab_uso del _Senado
0 de decisiones inconstitucionales . En la doctnna nacwnal el
debate también es parecido, estando enfrentados los autores
clásicos con los modernos. BTBLSA entendia que la decisión del
204
Senado es irrecurrible 203 , pero actualmente BIDART CAMPOS
MAIRAL 2o5 y 8AuüÉs 206 propician un criterio más favorable al

serían a menudo dictadas por el resentimiento de las facciones, lo mismo que


si Jo fueran por el sentimiento de bien publico. Se debla temer que, en el caso
de condena, el castigo estuviese fuera de proporción con la ofensa, y sin embargo.
la naturaleza de estas ofensas hacía imposible establecer ninguna escala de pro-
porción, en que se pudi.,ra determinar con exactitud la gravedad de la falta , '1
la extensión del cn~tigo; se debía puc~ , A este resp.,ct.u , dejar al Senado la mayor
latitud. No obstante, si toda tentativa era inútil en cuanto a graduar los delito.
y las penas, por otra parte entregarse a la discreción absoluta del alto tribunal.
no era sin peligros. Para evitar este doble iucunveniente, la convención pensó
que valía más limitar el poder del Senado al solo derecho de pronunciar la des-
titución del acusado y la pérdida de su capacidad política, quitándole así toda
tentación de sacrificar a los odios políticos o a las exigencias populares, funcic.-
narios inocentes. La historia nos muestra la injusticia con que fre:cuente1nentAt "
se ha ejercido este derecho de acusación política, y su enseñanza está a vec•
trazada con caracteres sangrientos. Lord Strafford, en tiempos de Carlos l , y
Lord Stafford, ambos acusados ante el Parlamento, fueron condenados a la pena
capital, y ambos fu eron considerados como víctimas sacrificados a las facciones.
más bien que como culpables" (. .. ) Era un acto de sabiduria, de sana
y aun de ju~ticia, el separar en estas especies de procesos, lo que era político
de lo que era puramente civil ; remitirse por lo uno al poder político del Gobierno.,
y para lo otro al Poder Judicial ordinario; confiar al Senado el juicio y la con-
denación política, y al jurado el juicio y la condenación civil" (Co mentarios cit..
t. I, §§ 397 y 398, p . 299). '
201 B>mGEH, Raoul, lmpeachment: The Constitutional Problems Harvard Uni-
versity Press, Massachusetts, 1973, ps. 103 a 121. '
~ 02 G~RHAROT , Michael J ., The Federal lmpeachment Process, A Constitutio-
nal and Hz storzcal Analysis, 2nd ed., The University of Chicago Press Chicago
2000, ps. 118-146. ' '
203
Bn~ LSA, Rafael , Derecho constitucional, 3ª ed., Depalma, Buenos Aires.
1959, p . 608.
204
BlDART CAMPOS ya lo sostenía desde su Derecho constitucional del poder
oh. cit. t. I, ps. 386 y 387. '
205
_ Control judicial ... , ob. cit., t. 1, ps. 552 y 553. Este autor hace hincapié
también en la revisión judicial del juicio político cuando se somete a funciona-
nos_q_u~ ya han renunciado. Coincido con esta opinión. No caben dudas de que la
pos1b1hdad de promover el juicio político a quien ya ha cesado en su cargo abre
una senda pehgrosa para las persecuciones políticas entre funcionarios de distin-
tas adiiUrustracJOnes, especialmente una vez que han cambiado las mayorías en el
(E~;ta nota continUa en la pdgina sigu.iente...J
206
Recurso Extraordinario, 3' ed. , cit., t. I, § 193, p. 467 .
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 193

control judicial. La sentencia del Senado será recurrible, según


esta doctrina, cuando el fallo sea manifiestamente arbitrario
por violación del debido proceso del acusado, o por no haberse
respetado las mayorías constitucionalmente exigidas.
Por último, no quisiera cerrar este punto sin hacer una
reflexión sobre lo que a mi juicio es el verdadero alcance que
ruvieron en su momento los casos "Graffigna Latino" y "Magín
uárcz" en la doctrina de las cuestiones polfticas respecto de la
tesis tradicional sostenida en "Castellanos", ya que ello suscitó
en su momento una polémica entre BIDART CAMPOS y ÜYHANARTE.
El primero señaló el fin de una cuestión no judiciable 207 , mien-
tras que el segundo advertía que el fallo nada modifica de la
tesis tradicionaP 08 , sin perjuicio de reconocer alguna flexibiliza-
ción de la misma al conceder la Corte una apertura del recurso
extraordinario cuando media agravio a la defensa en juicio 209 •
Para dilucidar esta cuestión, debe analizarse cuál era re-
almente la doctrina tradicional. Según mi criterio, la tesis de
"Castellanos" no permitía sostener que el enjuiciamiento po-
lítico en sede provincial fuera una cuestión política. Antes bien,
como vimos, la Corte fundó allí su abstención en dos argu-
mentos: a) que el recurso extraordinario sólo procede contra

IContínucwión de la nntn. 205.)


Co ngreso luego de producida una elección. Es evidente que el espíritu de la C:ons-
tituóú n, al instituir el juicio político, fue analizar la conducta y eventualmenlu
castigar a quien se encuentra en el ejercicio de RUS funciones . Pero en modo
alguno la Constitución ha establ~do un juicio retrospectivo. Si la sanción prin-
cipal qu e el Senado aplica es la destitución, no hay manera de sostener que pueda
e njuician;~ a qui e n ya ha ces ado c.n sus funciones . El ex funcionario es un ciu-
dadano que está sometido, lisa y llanamente, al juicio de los tribunales ordinarios.
Así lo ha sostenido también LINARI::S QUINTANA (Tratado ... , 2" ed., t . lX, § 7933 ,
ps. 463 y 464). Véase especialmente la nota 734 , donde se efectúa una proliju
resena de antecedentes doctrinarios sobre este particular.
207 " . . . es rúcil comprend"r -apunta- que la Corte e~tá ensanchando de ma-
nera feli z el cumpo de lajud.iciAbilidad, siu '!llC en la apertura influya la n>•Luraleza
'polilica' de la cuestión , ni su envoltura en el derecho local" (trabajo citado supra,
en nota !8'1).
20• " . . . quiero dejar señalado de entrada -dice- que el fallo que comento

no modifica la po~ición tradicional de la Curte Suprema en el sentido d e que


tales cuestiones, en orden a la decisión que impliquen , se hallun detraídas al
control de constitucionalidad" (trab!ljo citado supra , en nota 187).
209 Pero , aun así, concluye severame nte: "Que en los juicios políticos na-
cional~s o provinciales, el control judicial destinado a verificar el respeto al derecho
de defensa no se convierta en una forma de penett·ar en el ámbito de lo que
debe seguir siendo no justiciable" (cita del último párrafo del articulo).
194 CONTROL DE CONSTITUCIONALTDAD

decisiones del poder judicial 210 , y b) que la Corte no es coro


petente para entender en asuntos relativos a conflictos de_
deres provinciales 211 • Por ello, creo que en "Graffigna Latmo
no se modificó la doctrina de "Castellanos", en punto a la
sencia de una cuestión política en estricto sentido, sino
se dio condición de tribunal de justicia al órgano de
miento político provincial, naturaleza ésta que antes no
atribuía, y se abrió el recurso extraordinario por estar
una cuestión federal. De tal suerte, sin esa cuestión
la decisión seguirá siendo insusceptible de remedio federal,
como ocurre con el juicio político federal. En síntesis, el
político en sede provincial nunca fue una cuestión
política. Podía serlo, pero la Corte tenia otros motivos
importantes para abstenerse de intervenir que el de la na
raleza política de la cuestión.

§ 92. Nombramiento de magistrados

Veamos ahora la inversa de lo anterior, es decir, el d.H.;'<:tlllllll


del control judicial sobre el proceso de nombramiento
magistrados federales. Hasta la reforma de 1994, el nom
miento de magistrados en el orden nacional fue un típico
discrecional de naturaleza compleja en el cual intervenía
Presidente, que elegía al candidato, enviaba su pliego al
y si é:ste otorgaba el acuerdo, aquél producía el
(ex art. 86, inc. 5º). No existía injerencia judicial alguna
la selección del candidato o en su nombramiento 212 •
En la actualidad el proceso es igual en lo que se refiere
los jueces de la Corte Suprema, salvo que el Senado debe
tar acuerdo con dos tercios de sus miembros presentes (art.
inc. 4º, 1"' párr.), y en lo que concierne ;¡ los jueces la sele
se hace a t.ravés del Consejo de la Magistratura, según lo q

2 10Consid . 3°.
211 Co nsid. 5•.
212 Solamente pod.rfa haber habido alguna en caso de que no se r es peta
los mínimos requisit.os establecidos en los arts. 4°, 5° y 69 del decr. ley 1285/
pero de hecho no hubo casos judiciales que pusi eran en práctica esta posibilidad.
que de todos modos hubiera chocado con un problema de legitimación del accio-
nantc .
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 195

prescribe el artículo 114 y su norma reglamentaria 11 • Como


puede apreciarse, ha habido algunos cambio importantes. En
primer lugar, el acuerdo del Senado, en el nombramiento de los
j ueces de la Corte Suprema, debe otorgarse con una mayo-
ría agravada, que de no respetarse podría generar un caso ju-
diciaF14. A su vez, el nombramiento de los jueces inferiores
tiene como antecedente un proceso reglado que finaliza con
la elevación al Poder Ejecutivo de una terna vinculante, según
establecen los arts. 99, inc. 42 , 22 párr., y 114. Ello quiere decir
que el Presidente tiene libertad restringida para elegir entre
esos tres candidatos, pero no puede apartarse de ello , ni tam-
poco puede rechazar toda la terna. Debe elegir al menos uno.
El procedimiento hasta aquí, como vemo , e reglado, y por
ello judicialmente controlable. Adquiere discrecionalidad, en
cambio, en el momento del acuerdo del Senado. Este órgano
debe proceder teniendo en cuenta la idoneidad de los candidatos
(art. 99, inc. 4 2 , 22 párr.) pero, a diferencia del Presidente, que
está obligado por la terna propuesta por el Consejo, el Senado
podría rechazar el acuerdo solicitado por el Presidente, tanto
del primero de los postulantes como de los otros dos que c~n­
forman la terna , en caso de que el Presidente decidiera env1ar
estos pliegos. En este caso, la decisión del Senado no es re-
visable judicialmente, pues su criterio sobre la idone1dad del
candidato no es materia justiciable m .
Hasta el presente no se han formulado planteos judiciales,
ya que la tarea del Consejo de la ~agistratura es lenta con
relación a los nombramientos produc1dos, que son muy escasos,
y más lento es aún el envío de los pliegos al Se~~do ' • Puede
2 6

computarse, en cambio, la decisió~ de la Ju~t1c1a en lo Con-


tencioso Administrativo y Tributano de la Cmdad de Buenos

213 Leyes 24.937 Y 24.939 (BO , 6/1198). . 1 s actos su-


2 14 Suurc el particular véase infra, § 116, donde menc10no que o_ .
1
puestamente discrecionales tienen u~ frllrw cuando la norma constituetona ex1ge
al~ún requisito especifico para su eJerClCIO. . d idoneidad del Consejo de la
215 Tampoco está obligado por el crlteno e . d 1 5 más idóneos entre
Magistratura. Este órgano ha formulado una se 1eccl 6n e o ero ello no sig·
los postulantes en el concurso llevado ant"!~:~:~d~!~~!~ ~~~ad! por el Senado.
nifica que con ello se satls~agan los está d . . d 2001 sobre 113 cargos vacantes
"'6 Sil~ una estadlsttca del mes e JUIDO e • 1 6 22 al
en la justicia federal, el Consejo desde su creacdió~ aproból 27. tembrnaams y¡·enetoev Véase
· 9 li y se pro UJO un so o no r ·
Presidente; éste enV16 apenas p elgdiarios,. "L N "ón" del 316101 1' sección, p. 12.
el artículo de Adrián VENTURA en e o a aCl • •
196 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Aires en el caso "Spisso" 217 , que es útil para el análisis


alguna solución. Rodolfo Spisso había sido elegido por el C
sejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires
integrar la Cámara en lo Contencioso Administrativo y
butario, y su pliego fue remitido a la Legislatura. Antes
que se celebrara la audiencia pública prevista en el art. 1
de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, se
en el cuerpo legislativo una denuncia formulada contra el
Spisso por irregularidades en el ejercicio de su profesión.
terado de ella, Spisso presentó sendos descargos ante
y ante el Consejo de la Magistratura. La Legislatura,
mente, decidió no prestar el acuerdo. Esta decisión fue
pugnada por medio de una acción de amparo, que tuvo favor
acogida, aunque con las siguientes particularidades. La j
ticia no ordenó a la Legislatura producir el acuerdo, pero
tendió que el derecho de defensa del actor no había sido
ficientemente resguardado; en consecuencia anuló el
del pliego y ordenó a la demandada considerarlo nuev"'-wt~::u...
permitiendo al actor el ejercicio de su derecho de defensa.
poco se hizo lugar a la pretensión del actor de que se lo
siderara automáticamente designado, habida cuenta de la
lidad del rechazo del pliego.
Estamos, como puede verse, ante un supuesto análogo
del juicio político. No se discute ni se revisa el criterio de
Legislatura para evaluar al candidato, pero el caso
un elemento regladc;>: el trámite otorgado a la denuncia
pasos procesales dados por el órgano legislativo en
del derecho de defensa del denunciado, los que fueron
derados insuficientes.

§ 93. La re forma const itucional

Al igual que nuestra Constitución, la de los Estados U


prevé también un procedimiento para su reforma 2 18 •

m CCont. Adm. y Trib., Cdad.Bs.As., Sala I, "Spisso c/GCBA", 8/5/01 ,


n• l.
218 El mismo está registrado en el artículo V, qut< dice: "El Congreso
pondrá enmiendas a esta Constitución cuando dos tercios de ambaR Cámaras
LOS ACTOS NO JUSTICIABLE.$ 197

conocer entonces si los jueces pueden controlar este proceso,


o si ello es una cuestión ajena a su poder de revisión. En
un caso inicial, "Hollingsworth v. Virginia" 219 , la Corte sostuvo
que el Presidente no podía vetar las enmiendas aprobadas por
el Congreso, ya que el poder de veto estaba sólo reservado a
las leyes. También se atisba un cierto control judicial sobre
el proceso constitucional en "Leser v. Garnett" 220 , donde se dijo
que la sola certificación de un estado de que había ratificado
un proyecto de enmienda era suficiente para tenerlo en cuenta
a los efectos de lograr la mayoría para impulsar el proceso
de enmienda. Asimismo, en "Dillon v. Gloss" 221 , fue declarado
constitucional el plazo creado por el Congreso para la ratifi-
cación de las enmiendas constitucionales. Pero en "Coleman
v. Miller" 22 ~, la Corte, mediante el voto del juez Black, rechazó
una demanda promovida por dos senadores estaduales que pre-
tendieron se declarara inconstitucional la ratificación de las
enmiendas decimooctava y decimonovena, por haber expirado
el plazo para hacerlo. Sostuvo el tribunal que el Congreso tenía
el control exclusivo y completo del proceso de reforma el que
no estaba sujeto a revisión judicial. El proce o de reforma cons-
titucional -dice la Corte- es íntegramente político, desde que
se lo sometP. hasta que una enmienda pasa a formar parte
de la Constitución y no está sujeto a control judicial en ninguna
pat·te 2t' . Igual criterio ha sostenido alguna vez la justicia fe-
deral del ~::stado de Idaho "'"'. Doctrinariamente, la cuestión se
iliscute . TR1BE sostiene que el proceso de reforma constitucional

t:nn•id"ren necesQJ·io , o cuando dos tercios de las legislaturas estaduales convoquen


a una convención para proponer enmiendas lo cual en cualquier caso será válido
a todos los efectos como partOl dr. esta Constitución , cuando haya sido ratificado
p<H' las le~islaturas de los tres cuartos de los e stado~ o por trc~ cuartos d e las
convenciones convocadas H ese fin , ya que uno y otro modo de rati.ficamón puede n
ser propuestos por el Congreso. Ninguna enmienda que afecte en modo a lguno
las cláusulas primera y cuarta de la sección novena del primer Articulo , podrá
ser introducida antes de 1808 y ningún est.ado podrá ser privado sin su consen-
timient o de su igualdad electoral en el Senado".
t19 3 U .S. (3 Dallas) 378 (1798).
220 258 u .s. 130 (1922).
221 256 u.s. 368 (1921).
222 307 u.s. 433 (1939).

~n 307 U .S. 457-459 . r' ederal Supplement 1107 (Tribunal


224 "Stat.e of ldaho v. Freeman·, 529
de Distrito de ldaho, 1981).
CoNTROL DE coNSTITUCiONALIDAD
198
no debe ser revisado judicialmente, pues constituye el úni
mecanismo existente que penrute modificar la interpret
judicial de la Constituc1ón 22 ~ . DELLINCER , por el contrario ,
tiene que los tribunales deben asegurar que el proceso de
forma se lleve a cabo en la forma en que lo prescribe la Co
6
titución
La "Corte

Suprema argentina, antes del caso "Fayt",
bía dicho en "Soria de Guerrero c/Bodegas y 22Viñedos
S.A." 227 -con disidencia del juez Boffi Boggero A_ que los
no tenían poder de revisión sobre el proceso de reforma
tilucional" 2 " . No obstante, aclaró que tal principio sólo
ría, en caso de demost.rarse la falta de concurrencia de
requisitos mínimos e indispensables que condicionan la
de una lcy'2 ~ 0 • Luego de este caso, "Gascón Cotti" n\
Bergcz""12 y "Pohno" 2 aa no pudieron lograr que la Corte.,."'""'"..,.
los procesos de reforma constitucional en la Provincia de
Aires y en la Nación, pero estos intentos fracasaron por
d~ legitimación en los actores, según sostuvo el Tribuna
Stn embargo, la cuestión tuvo un vuelco asombroso en
c/Estado Nacional" 235 , pues al anular una cláusula de la C
ti.tuc~ón - incorporada en la reforma de 1994- la Corte, de
eJerctó control sobre tal proceso de reforma. No explicaré
los hechos de este caso, pues ya lo hice más arriba al
a los efectos del control Y en particular el eventual efecto
ga omnes de algunas sentencias 23n . No ob t t d b
que el art. 99, inc. 4 º en su tercer párrafo :x~;ae~nen~evo

225 Tm DE, Laurence L Consti . .


Massachusetts , 1985 ps
2 23
2' tutiOnal Chotees , Harvard University
22r. D . ._ ' · Y · T
~LLINUF~ R Walter The L ,
the A mendment Pr~cess "H, degL¡ Lmacy o(Constitutional Change·
2' , arvar aw Re . " l 9 .
27 Fallos, 256:556 ( 1963 ) Vlew • vo · 7, p . 386 (1 983).
~~H Fallos, 256:559-562 ·
. 229 Se trataba de un c~so en que la Cor te debía decidir s i el artícul
~~nctConado
bts de la Constitución había sido
reglamento interno de la Conve de conformidad con la s norma:
230 Fallos, 256:559 nci n onstJtuyen te de 1957.
~a l "Alfredo Gas · ·
2:i~ "Pablo G ~Ion Cotti·•, Fallos , 3 13:594 (1990)
:13 "Poli n o onza
eJE t "' ll os, 313:588 (1990)
dez Berg. ez •' ,,a ·
.2" Me remito s a¡ o Nacwnal" . . ' L' 11
ra os, 317:335 ·
(1994)
2 4
e · a a exphcactón d ·
un ~~~~vFv~a11~ls~~~~~~~l~e gg~c~-timaci~ne~~~~c~iO:a ~a;~~sl!~:~ts~~:: ::Jr~d<§J4,_
ease supra, § 50. u es.
198 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

no debe ser revisado judicialmente, pues constituye


mecanismo existente que permite modificar la interpretación
judicial de la Constitución 225 . DELLINGER, por el contrario, so
tiene que los tribunales deben asegurar que el proceso de re-
forma se lleve a cabo en la forma en que lo prescribe la Con
titución 2 "" .
La Corte Suprema argentina, antes del caso "Fayt", ha-
bía dicho en "Soria de Guerrero c/Bodegas y Viñedos Pulen
S.A." 227 -eon disidencia del juez Boffi Boggero 228- que los juec
no tenían poder de revisión sobre el proceso de reforma con
titucional 22Y. No obstante, aclaró que tal principio sólo cede-
ría, en caso de demostrarse la falta de concurrencia de 1
requisitos núnimos e indispensables que condicionan la
de una ley 200 . Luego de este caso, "Gascón Cotti" ~ , 2 1

Bergez" 232 y "Polino" 2o:J no pudieron lograr que la Corte revi


los procesos de reforma constitucional en la Provincia de
Aires y en la Nación, pero estos intentos fracasaron por
de legitimación en los actores, según sostuvo el Tribunal
Sin embargo, la cuestión tuvo un vuelco asombroso en "Fa
c/Estado Nacional" 2:JS, pues al anular una cláusula de la
titución -incorporada en la reforma de 1994-la Corte, de
ejerció control sobre tal proceso de reforma. No explicaré
los hechos de este caso, pues ya lo hice más arriba al referí
a los efectos del control y en particular el eventual efecto er-
ga omnes de algunas sentencias 236 • No obstante, debo
que el art. 99, inc. 4º en su tercer párrafo exigía un nuevo nom-

22G 'l'ruuE , Launmce L. , Constitutional Choices , Harvard University Pre-


Massachusetts , 1985, ps . 22 y 2~ .
22
6 U F. LLI NGER , Waltcr, The Legitimacy of Constitutional Change: Rcthinki
the Amendment Process , "Harvard Law Review", vol. 97 , p. 386 (1983).
227 Fallos, 256:556 ( 1963).
2 28 Fallos, 256:559-562.
22
V Se trataba de un caso en que la Corte debía decidir si el artículo 1
bis de la Constitución habla sido sancionado de conformidad con las normas d
reglamento interno de la Convención Constituyente de 1957.
2~o Fallos , 256:559.
2
31 "Alfredo Gascón Cotti", Fallos, 313 :594 (1990).
m "Pablo González Bcrgez", Fallos , 313:588 (1990).
2
a3 "Polino c/Estado Nacional", Fallos, 317 :335 (l994).
. Me re mito. ~ la explicación de e tos dos casos efectuada supra (§ 741.
234

con mot1vo del anális1s de la legitimación colectiva de las pel'sonas individual


235 Fallos, 322:1616 (1999).
2:<6 Véase supra, §50.
Los ACTOS NO JUSTICIABLE
199

bramiento precedido de igual acuerdo para t.oc;ios lo _jueces fede-


rales que hubieran alcanzado los setenta y cmco anos de edad.
egún estableció la Corte, dicha cláusula es ~ula pues no e7~a­
ba habilitada por la ley 24.309, de convocatona a la ConvenCion .

§ 94. El proceso de formación y sanción


de las leyes

Hasta 1998 la Corte Suprema declinaba controlar el proceso


de sanción de las leyes. Sostenía que sólo conocía las leyes
una vez que ellas existían como tales. De tal suerte, si se
observaban anomalías en la formación de la ley, ello era con-
iderado un asunto interno del Congreso y ajeno al control
judicial. En los Estados Unidos, ésta era también la jurispru-
dencia tradicional ~ 7 , pero fue modificada en 1990 en el caso
"United States v. Muñoz-Flores" 238 , en el cual se impugnaba
la constitucionalidad de una ley que había creado una multa por
la comisión de delitos menores, en violación de la cláusula de
origen (origination clause) establecida en el Art. 1, secc. 7 239 •
El representante del gobierno arguyó que la cuestión debatida
era política, agregando que la Cámara de Representantes poseía
resortes suficientes para proteger sus intereses en casos como el
presente. La Corte, sin embargo, conducida por el voto del juez
Thurgood Marshall, entendió que ello no era así, pues el hecho
de que la Cámara tuviese tales poderes de autodefensa no impe-
día la acción de los tribunales para defender la Constitución 240 .

237 Me refiero al caso "Ficld v. Clark", 143 U.S. 649 (1892), en el cual fue
dest:stimada una demanda en la cual se invocaba que una sección de una ley, au-
tenticada por el speaker (pre idente) de la Cámara y firmada por el Poder Eje-
cutivo , había sido omitida respecto de la versión final del texto en las sebioncs
legislativas. La Corte dijo qut: el control judicial era inneces~o . ~rque _el_ Con-
greso podía prott:ger sus propios intereses a doptando una leg¡slactón adtc10nal.
2~8 495 u.s. 385 (1990).
2~~ Esta cláusula, antecedente de nuestro art. 52 (ex 44) , establece que todas
las leyes que produzcan rentas se originarán en la Cámara de Representantes
(Diputados).
••u En lo atinente al fondo del problema, la Corte, sin embargo, no declaró
inconstitucional la ley, pues entendió que la misma no estaba incluida dentro
de las previstas en el Art. 1, secc. 7, en la medida en que no recolectaba rentas
para la Nación, sino que establecia un fondo para compensar a las víctimas de
los deli tos cometidos .
Los ACTOS NO J USTICIABLES 199

bramiento precedido de igual acuerdo para todos los jueces fede-


rales que hubieran alcanzado los setenta y cinco años de edad.
Según estableció la Corte, dicha cláusula es ~ula, pues no e~~a­
ba habilitada por la ley 24.309, de convoc9.tOI'l9. !l. la Ce>ñvéñcion.

§ 94. El proceso de formación y sanción


de las leyes

Hasta 1998 la Corte Suprema declinaba controlar el proceso


de sanción de las leyes. Sostenía que sólo conocía las leyes
una vez que ellas existían como tales. De tal suerte, si se
observaban anomalías en la formación de la ley, ello era con-
siderado un asunto interno del Congreso y ajeno al control
judicial. En los Estados Unidos, ésta era también la jurispru-
dencia tradicional m , pero fue modificada en 1990 en el caso
"United States v. Muñoz-Flores" 238 , en el cual se impugnaba
la constitucionalidad de una ley que había creado una multa por
la comisión de delitos menores, en violación de la cláusula de
origen (origination clause) establecida en el Art. I, secc. 7 ~ • 39

El representante del gobierno arguyó que la cuestión debatida


era política, agregando que la Cámara de Representantes poseía
resortes suficientes para proteger sus intereses en casos como el
presente . La Corte, sin embargo, conducida por el voto del juez
Thurgood Marshall , entendió que ello no era así, pues el h echo
de que la Cámara tuviese tales poderes de autodefensa no impe-
día la acción de los tribunales para defender la Constitución~•o.

2~7 Me ref1ero al caso "Field v. Clark", 143 U.S. 649 (1892), en el cual fu e
desestimada una demanda en la cual se invocaba que una sección de una ley, au-
tenticada por el speaker (presidente) de la Cámara y firmada por el Poder EJe-
cutivo habfa sido omiLida respecto de la versión final del te~ en las se~t~nes
legi s l~tivas. La Corte dijo que el control judicial er~ ionecelsa':'~· P.o;:~~:ion:~­
greso podía proteger sus propios intereses adoptan o una egts ac1 ·
238 495 U.S . 385 (1990).
2 (ex 44 ¡ establece que todas
239 Esta cláusula, antecedente de nuest~o art. l; Cámar~ de Representantes
las leyes que produzcan rentas se ongmaran en
(Diputados). 1 l e0 rte sin embargo no declaró
240 En lo atinente al fondo del prob ema, ~ ' t b lll. cl~ida dentro
t dió que la mtsma no es a a
inconstitucional la l ey, pues en en
de las previstas en el Art. I , secc._7' en~
la
:e
para la Nación , sino que establecla un on o par
dida en que no recolectaba rentas
a compensar a las v1ctimas de

los delitos comet1dos.


CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
200
En lo que hace a la jurisprudencia nacional, la
fue establecida inicialmente en "Compañía Azucarera
cumán" 241 caso que nos ilustra sobre el
na S ·A · cfl'u ' l al'd d
miento clásico de la Corte . Se cuesti?naba a v 1 .ez e
ley que establecía un aumento en el Impuesto de nego,
la base de que el proceso de formación de la mi.s~~ en
cámaras de la legislatura provincial había estado VI~Iado,
que mientras algunos legisladores habí~n si?o co~pehdos
ir a votar otros en cambio, habían visto 1mped1do el
al recinto ~ 42 • L; Corte se abstuvo de verificar la validez
la ley en este aspecto, señalando que "Ésta es pues, una
esencialmente política, por su íntima estructura, por los
tecedentes que la fundamentan, por su índole y modali
constitutivas; con tales caracteres se ha planteado, pese a
denominación de causa civil que se le da mediante una
vación subsiguiente de la cuestión fundamental relativa a
formalidades y procedimientos de organización de una
de la legislatura en determinada sesión de la misma. Y
a estos conflictos de los intereses y atribuciones de la
expresada, no alcanzan las facultades jurisdiccionales de
Corte Suprema" 24 ~.
Más tarde , en "Petrus S.A. c/Nación Argentina" 24 \ la
manifestó igual criterio. La actora impugnaba allí la
tucionalidad de una ley impositiva, pues la misma no
ingresado por la Cámara de Diputados para su tratamiento
el Congreso, como lo dispone el art. 53 de la
El planteo fue rechazado sobre la base de que "el Poder
si bien tiene facultades para declarar la inconstitucio
de las leyes, no las tiene para resolver sobre la forma
ellas han llegado a ser aprobadas por el Congreso. Conoce
pecto a las leyes sólo una vez que ellas existen como
es decir, cuando son promulgadas o puestas en vigencia.
confrontarlas con la Constitución nacional en los casos en
sean argüidas de contrarias o repugnantes a la misma,

241 Fallos, 141 :271 (1924).


4
" 2 Fallos, 141:271, ~sp . p. 278 .
243
Este mismo criterio fue luego r~producido en "Compañía Azucarera
cepción ci'I'ucumán", Fallos, I43:131 (19 25).
244Fallos, 210:855 (1948).
245
Como vemos, se trataba del mismo caso resuelto por la Corte no
mericana en "Muñoz Flores", citado en nota 238.
LOS ACTOS NO J USTICIABLES 201

no le corresponde estudiar el proceso interno de su examen


y votación, o sea la forma como han sido sancionadas, para
establecer si las Cámaras Legislativas cumplieron o no con
las exigencias constitucionales pues ello importaría quebrantar
el equilibrio de los poderes y una violación de la independencia
de que goza el Poder Legislativo".
Este criterio cambió en diciembre de 1998 cuando la Corte
Suprema, con firma de los ministros Nazareno, Moliné O'Con-
nor, Belluscio, López, Boggiano y Vázquez 246 , resolvió "Nobleza
Piccardo S.A. c/Estado Nacional-DGI" 247 , caso en el cual la sen-
cillez de la sentencia no debe hacernos perder de vista la tras-
cendencia de lo decidido. Esta trascendencia surge -en lo que
aquí interesa- del cambio de jurisprudencia tradicional pro-
ducida con este fallo . Los hechos del caso ya han sido ana-
lizados en el curso de esta obra y alli me remito 248 ; basta decir
entonces que la Corte abandonó el criterio sustentado hasta ese
momento, y declaró la inconstitucionalidad de una ley cuyo pro-
ceso de sanción no había respetado el mecanismo previsto en la
Constitución. No obstante ello, poco después, en "Famyl c/Esta-
do Nacional" 249 , caso en el cual me detendré más adelante 250 , la
Corte ha intentado relativizar el cambio producido en este fallo
al decir que ". .. lo relativo al proceso de formación y sanción
de las leyes, al constituir una atribución propia de los dos
poderes constitucionalmente encargados de ello (el Congreso
y el Poder Ejecutivo, según lo establecen los arts. 77 a 84 de la
Constitución nacional) resulta, por regla general, ajeno a las fa-
cultades jurisdiccionales de los tribunales [citas omitidas]. Em-
pero, es doctrina de esta Corte que tal criterio reconoce ex-
cepción en los supuestos -como el suscitado en el sub examine-
en que se ha demostrado fehacientemente la falta de concu-
rrencia de los requisitos mínimos e indispensables que condi-
cionan la creación de la ley" 251 •

246 Votaron en disidencia los ministros Bossert y Petracchi, por entender


que el recurso ordinario presentado por la demandada no reunía los requisitos
necesarios para ser considerado procedente.
2 47 Fallos, 321:3487 (1998).
248 Véase supra, § 48, cuando me refiero a los efectos del control constitu-
cional.
2•• Fallos , 323:2256 (2000).
2~0 Véase infra, § 96, donde analizo el vet.o y la promulgación parcial como
cuestiones políticas.
25 1 Fallos , 323 :2279.
202 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

La problemática de este caso trae al ruedo judicial la


tión de las dos clases de inconstitucionalidad dentro de
ley: a) de fondo, y b) de forma , antes analizadas 252 • Es
como una ley puede ser contraria a la Constitución
se aparta o agravia alguno de sus principios o derechos
conocidos en ella; o porque, al ser sancionada, no se r<>,,n,•T<>1"ftt
los mecanismos y procedimientos previstos. Ciertamente,
inconstitucional es lo uno como lo otro. Sin embargo,
el presente la Corte se autoexcluía de ejercer control de
titucionalidad en el segundo de estos supuestos , invocando
existencia de una cuestión política.
No es la primera vez que me ocupo de esta cuestión,
reconozco que no es un tema fácil. O, mejor dicho , es
y teóricamente fácil si no se miden las consecuencias que
el Tribunal esto tiene. Cuando analicé este problema por
mera vez , entendí errónea la abstención del tribunal, y
que se trataba de un caso justiciable pues, según mi ,....,.r" ....
tan inconstitucional era una ley por defectos de fondo
por defectos de forma . En definitiva, una ley sancionada
violación al mecanismo que la Constitución prevé puede
bién agraviar derechos constitucionales y agravia, además,
proceso político democrático, pues es susceptible de alterar
mayorías dispuestas mediante voto popular 25 a. En la
oportunidad, con ocasión de la primera edición de esta obra,
flexioné en torno de las consecuencias que la declaración de
constitucionalidad formal de la ley puede acarrear sobre
En efecto, cuando una ley es declarada
por razones de fondo, su vigencia se mantiene, pues en
nitiva el juez no hace más que abstenerse de aplicar la
en el caso en concreto. Por el contrario, cuando se
la inconstitucionalidad de una ley por defectos de forma,
efectos de la decisión poseen una onda expansiva mucho
amplia. La validez de la norma no se juzga ya en
de la situación particular en que el litigante se encuentra
ella, sino que está en juego su validez en forma objetiva

2
25 Lugar citado en nota precedente.
263
. . DI ANC HI , Alberto B . , Competencia originaria de la Corte Suprema de
t1.cta de la Nact6n , c1t., § 90, ps. 294 y siguientes
254
. BI ANC HI, Alberto B., Control de constituci;nalidad 1" ed. Ábaco
Aues, 1992, § 43 , p . ::126. ' ' '
202 CONTROL DE CON~TITUC!ONALIDAD

La problemática de este caso trae al ruedo judicial la


tión de las dos clases de inconstitucionalidad dentro de
ley: a) de fondo, y b) de forma, antes ana l1za . d as 252 . E s
como una ley puede ser contraria a la Constitución
se aparta o agravia alguno de sus principios o derechos
conocidos en ella; o porque, al ser sancionada, no se
los mecanismos y procedimientos previstos. Ciertamente,
inconstitucional es lo uno como lo otro. Sin embargo,
el presente la Corte se autoexcluía de ejercer control de
tüucionalidad en el segundo de estos supuestos, invocando
existencia de una cuestión política.
N o es la primera vez que me ocupo de esta cuestión,
reconozco que no es un tema fácil. O, mejor dicho, es ·
y teóricamente fácil si no se miden las consecuencias que
el Tribunal esto tiene. Cuando analicé este problema por
mera vez, entendí errónea la abstención del tribunal, y
que se trataba de un caso justiciable pues, según mi
tan inconstitucional era una ley por defectos de fondo
por defectos de forma . En definitiva, una ley sancionada
violación al mecanismo que la Constitución prevé puede
bién agraviar derechos constitucionales y agravia, además,
proceso político democrático, pues es susceptible de alterar
mayorías dispuestas mediante voto popular 253 . En la
oportunidad, con ocasión de la primera edición de esta obra,
flexioné en torno de las consecuencias que la declaración de
constitucionalidad formal de la ley puede acarrear sobre
En efecto, cuando una ley es declarada inc
P?~ razo~es de fondo , su vigencia se mantiene, pues en
mtlva el Juez no hace más que abstenerse de aplicar la
en el caso en concreto. Por el contrario cuando se
la inconstitucionalidad de una ley por d~fectos de forma
efect~s de la de~isión poseen una onda expansiva mucho '
ampha: La. ;ahdez. de la norma no se juzga ya en
de la s~tuacwn particular en que el litigante se encuentra
ella, smo que está en juego su validez en forma objetiva
25
~ LugM citado en nota precedente
~ 53 B!ANC HI, Alberto B Co t · · · · .
ticia de la Na .6 't § 9., mpe ene¡~ ongmana de la Corte Suprema de
Cl n, el ·• O, ps. 294 y srgurentes.
19~21AN§C4H31, Alb3e2rto6 B. , Control de constitucionalidad , 1ª ed.
254
Aires Ábaco
' 1 'p. . ' '
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 203

absoluta. N os enfrentamos entonces con una inconstituciona-


lidad lindante con la nulidad misma de la ley, de modo tal
que declararla prácticamente implica la derogación de aquélla.
Es así como el juez estaría decidiendo, con su fallo, la suerte
de la ley para el futw·o. El problema, como vemos, tiene un
impacto muy diferente sobre la división de poderes, según lo
analicemos desde el ángulo de la inconstitucionalidad formal
o desde la inconstitucionalidad de fondo.
Hasta el presente la Corte había preferido el self restraint .
Se había abstenido de ejercer este control constitucional de
efectos intensos que deriva virtualmente en la nulidad de la
ley. Con el fallo aquí analizado, ha dado un paso importante
y se ha impuesto el deber de ejercerlo. Sin lugar a dudas,
esta posición es más sostenible jurídicamente que la anterior,
pero implica un compromiso político mucho mayor para el Tri-
bunal, pues supone introducirse en el manejo de los asuntos
internos del Congreso. Pensemos, si no , en las repercusiones
que hubiera tenido esta nueva doctrina en el caso "Polino c/Es-
tado Nacional" 2M , donde lo que estaba en juego era nada menos
que la validez de la ley que había declarado la necesidad de
reformar la Constitución nacional ~ 5 ".
Ciertamente, los alcances de este nuevo rumbo jurispru-
dencia! pueden ser limitados pero también potenciados. Los
votos de los jueces Boggiano y Fayt, en el caso "Polino", nos
brindan buenos ejemplos de ambas posibilidades. Para pro-
ducir el primer efecto hay que recurrir a la tesis del voto del
juez Boggiano. La ley en su condición de tal permanece vi-
gente, y sólo se expurg~ de ella su parte estrictamente nula.
Si esta última -como ocurría en el caso de la ley 24.309- es

255 Fallos, 317 :335 (1994).


256 Los actores -como ya hemos visto anteriormenLe, supra, § 74- sosLenían
que con la sanción de la ley 24.309 se había violado el art. 71 de la Constitución.
El voto de la mayoría , integrado por los jueces Levene, Belluscio, Petracchi y
Bossert, n o le reconoce legitimación a los actores. En votos separados, lo jueces
Nazareno y Moliné O'Connor entienden que se trata de un a cuestión poliLica; y
los jueces FayL y Boggiano, por el contrario, en votos también individuales, en-
tiend en que debe hacerse lugar al planteo formulado. Discrepan, s in embargo,
en los alcances ele la decisión. Del voto del juez Fayt parece desprenderse que
la nu 1idad de la ley 24.309 es completa, mientras que en el voto del juez Hoggiano
es claro que la misma se limita al término del mandato de los s cnadore~ (Px
art. 48), ya que fue en este punLo donde no hubo acu erdo entre las dos Cámaras
legisla tivas en el momento de sA ncionar la ley 24.309.
204 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

reducida, el problema requiere apena~ de una cirugía menor.


Si por el contrario se opta por la tes1s sustentada en el voto
de'l juez Fayt, no c~ben dudas de que se potencian los efectos
de 1a declaración judicial de nulidad.
Decidir cuál de las dos tesis es correcta no es un proble~a
dogmático sino de hecho. En efecto, si nos atenemos al. pnn-
cipio de conservación de la ley, según el cual deben reahzarse
todos los esfuerzos hermenéuticos posibles para mantener su
validez, la primera tesis es más correcta. No tiene sentido que
los jueces anulen todos los esfuerzos legislativos que supone
dar a luz una norma, si sólo está en juego una pequeña parte
de ella escindible del resto. Pero ¿qué ocurre si esa parte es
sustancial y la ley queda privada de sentido en caso de ser
aquélla anulada? Volvemos aquí al problema que presenta el
veto parcial. Por ello, y como regla general, me parece pre-
ferible "conservar" la ley, en la medida en que la nulidad que
la afecta lo haga posible. De lo contrario habrá que anularla
por completo, pues se corre el peligro de que el escrutinio ju-
dicial devuelva al mundo jurídico un ser normativo amorfo,
cuya presencia puede causar más disturbios que beneficios.

§ 95. Conflictos internos de las cámaras


legislativas

Se encuentra muy vinculado con el punto anterior el de


los eventuales conflictos internos de las Cámaras del Congreso
y su posible judiciabilidad. En efecto, la admisión o no de los
nuevos legisladores por sus pares, las sanciones que el cuerpo
pueda aplicar a algunos de ellos, etc., son todos asuntos que
ofrecen dudas acerca de su revisabilidad por los tribunales.
En los Estados Unidos, la Corte Suprema ha interpretado
esta cuestión en "Powell v. McCormack" 257 , con sentido parcial-
mente favorable a la judiciabilidad. Se debatía si era revisable
por los tribunales la decisión de la Cámara de Representantes,
que había impedido acceder a su banca a un legislador debido
a su conducta irregular 258 • La Corte, según el voto de su Chief

257 395 u.s. 486 (1969).


258 Se trataba de Adam Clayton Powell Jr., quien había sido elegido diputado
por el distrito de Harlem en New York. para el 909 Congreso en 1966. En 1967,
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 205

Justice Warren 259 , entendió que sólo estaba impedida de revisar


aquellas decisiones en las que se juzgaban los requisitos exi-
gidos para los legisladores en el Art. I , secc. 2, de la Consti-
tución, es decir la edad, ciudadanía y residencia, pero que el
Art. I, secc. 5 2 G0 , en tanto prevé que cada Cámara es juez de
las elecciones, escrutinios y calificaciones de sus miembros, no
es obstáculo para revisar judicialmente aquellas decisiones en
las que se hicieran mérito de otras circunstancias 261 • En un
sentido muy parecido fue decidido "Roudebush v. Hartke" 262 ,
caso en el cual un candidato a senador, que había perdido la
elección, pidió un recuento de votos . Ello fue impugnado ju-
dicialmente por el vencedor y la Corte entendió que tenía atri-
buciones para ordenar el recuento, aun cuando sostuvo también
que sólo la Cámara respectiva podía decir cual de los dos can-
didatos era el elegido.
La Corte Suprema argentina ha establecido en forma uni-
forme que tales atribuciones son privativas de las Cámaras
del Congreso, cuyo ejercicio final y defmitivo no debe ser re-
visado judicialmente. Así lo ha dicho, por ejemplo, en "Junta
Electoral Nacional-Entre Ríos" 26 " y en "Unión Cívica Radical
c/Campos" 264 • En fecha más reciente ha confirmado esta ten-
dencia en un pronunciamiento ocurrido con motivo de la in-
corporación de dos senadores del Chaco . El caso tuvo lugar
en "Chaco c/Senado de la Nación" 265 , acción declarativa pro-
movida por el gobernador de esa provincia, con el objeto de
que se declarara la nulidad de una resolución del Senado, que
al hacer lugar a una impugnación del Partido Justicialista de-

una investigación practicada por una comisión de la Cámar a de Represent antes


(Dipu ta dos ) determinó que Powell había cometido a lgunas irregularidades tales
como presentar , para su reintegro, uouchers de viaje falsos, o h aber hecho pagos
ilegales a s u muj er con fondos estatales.
2~9 El juez Douglas pronunció un voto concurren te , en tanto que su colega
Stewart lo hi zo en di sid encia, por entender que el caso había devenido a bstr acto
pur ha ber tr·anscurrido el período de nominación de Powe\1.
260 Antecedente inmediato del artículo 64 (ex 56) de nuestra Consti tución .
26 1 La Corte devolvió así el caso al tribuna l de di strito de orige n, el cual
h abía considera do la cuestión como no jus ticiable, para que dictara n ueva sentencia
sobre el punto.
2R2 405 U .S. 15 (197 2).
263 Fallos, 256:208 (1 963 ).
264 Fallos , 285:14 7 ( 1973).
2 6~ Fallos, 321 :3236 (1998).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
206

sestimó los pliegos de dos sena~ores y dispuso l; ¿· .¿· d~¡1


de otros dos. Al rechazar la acción, la Corte, e,~ a o 1~ l.
5 otos a 4 2titi y muy criticado267, sostuvo que ... las ~bJ~l;.Lul.•-
q:e sobre ese accionar del Senado de la Nación pud1eran
mularse, remiten al modo en qu~ ha ej;rcitado sus fac~l
constitucionales privativas , ámb1to pacdic~ente exclmdo
control jurisdiccional. Se trata, en defimt1Va, de un e
propio y exclusivo de ese órgano que compone. uno. de lo~,...,..,..,._
politicos del Estado, en el que goza de ampha d1screcl0uauu•...
funcional" 2RR. Igual criterio fue aplicado en "Tomasella
c/Congreso de la N ación" 269 y en "S'1mon , H ernan, dez "27o .
Se observa en este punto una disparidad de criterio
lo resuelto en los casos de juicio político y del proceso de sanc.1011
de una ley. Mientras en estos dos últimos la Corte ha real
un esfuerzo por ampliar el campo de la revisión judicial,
este terreno , por el contrario, no lo ha hecho, lo que no
coherente, pues el rrúsmo ámbito abierto a la juu.l,.•auu,.... _
en aquéllos también existe aquí. Como en los casos
hay aquí un ámbito de reserva del Congreso que debe
excluido de la revisión judicial, pero no es menos cierto
también existen cuestiones revisables por los jueces. Si
cada Cámara es el juez de las elecciones, derechos y
de sus miembros en cuanto a su validez (art. 64), ese
no constituye un acto discrecional ni está fundado en la
elusiva voluntad de las Cámaras. En otras palabras, no
de de una apreciación política, sino reglada. En tal e
es justiciable si la cuestión es planteada por parte legitim

2 66 Votaron en mayoría los jueces Nazareno (Presidente), Moliné


Boggiano, López y Vázquez. En minoría votaron los jueces Petracchi, Bossert,
Fayt y lleliuscio.
267 llAC:QUI::, Jorge , El Senado, los senadores y la Corte Suprema, "Rev. del
Colegio Público de Abogados de la Capital Federal", n• 19, diciembre de 199
PADILLA, Miguel M., Una grave lesión al federalismo constitucional, ED, t. 180,
p. 426.
2R8 Fallos, 321:3250.
269 Fallos, 322:2370. La sentencia fu e dictada el 24/ll/98, pero figura pu-
blicada con las de 1999, con motivo del fallo recaído en autos "Partido J usticialista
Distrito de Corrientes", Fallos , 322:2370 (1999), que hace referencia a aquélla.
°
27
Fallos, 322:1988 (1999). En este caso se trataba de un amparo promovido
con el objeto de impedir la incorporación al Senado de los legisladores de Cata-
marca. Una evaluación general de todos estos casos puede verse en SAGü t:t>, Néstor
P. , Novedades sobre las cuestiones políticas no justiciables, ED, t. 184, p . 1075.
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 207

Me parece, en consecuencia, que si con ocasión de formular


dicho juicio cualquiera de las Cámaras incurriere en una evi-
dente violación a las normas vigentes, tal que resulte incor-
porado quien no ha sido debidamente elegido, o por el contrario,
se vede el acceso a la Cámara a un legislador surgido de una
elección lega~~ente practicada, no encuentro motivos para que
el Pode~ Judicial se abstenga de intervenir. Al mismo tiempo,
en lo atmente a la remoción de un legislador existen cuestiones
no revisables y otras que sí lo son. No es revisable el criterio
empleado por una cámara legislativa para calificar la "inha-
bilidad moral" de uno de sus miembros, pero sí lo es el cómputo
de la mayoría de dos tercios necesarios para decidir la remoción
(art. 66) 271 •

§ 96. Veto presidencial

De acuerdo con los arts. 80 y 81 de la Constitución, el


Presidente puede vetar (desechar) en todo o en parte una ley
sancionada por el Congreso. Una vez más, se presenta aquí
una cuestión que en parte es justiciable y en parte no. La
decisión política de vetar y las razones del Presidente para
hacerlo no son controlables por la justicia. Recordemos que
el veto no importa en absoluto un control constitucional sobre
la ley. La misma puede ser perfectamente constitucional, y
no obstante , resultar vetada porque no conviene a la política
del Presidente m . La justiciabilidad de la cuestión aparece con
el llamado "veto parcial" que antes de la reforma de 1994 ya
había merecido tratamiento jurisprudencia! y luego de ella se
encuentra incorporado en el artículo 80. El tema habfa sido
tratado parcialmente en "Giulitta c/Estado Nacional"m, pero
fue objeto de un mejor tratamiento en "Colella c/Fevre y Basset
S.A." 27 \ caso en el cual fue declarada inexistente la ley 16.881
(sobre contrato de trabajo) pues su articulado, en definitiva,

27 1 Conf. MAlltAL , Héctor, Control judicial . .. , t . 1, p. 533 .


2 72 No es más que uno de los tantos resortes de los controles recíprocos y
equilibrios entre los poderes. De igual manera, una ley declarada inconstitucional
por un tribunal previamente ha sido promulgada.
273 Fallos, 189:156 (1941).
274 Fallos , 268:352 (1967).
208 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

luego del veto constituía apenas un remanente


artículos de un proyecto original de sesenta y dos, que era.
según la Corte, "un todo inescindible" m . Entendió el tribunal
que al proceder así el Poder Ejecutivo había invadido la e
legislativa, promulgando una ley no querida por el Congreso.
En tales condiciones, la promulgación parcial fue considerada
inválida.
Así, el veto parcial puede estar seguido de la promulgación
parcial de la parte no vetada. En este caso corresponde exa-
mlnar si la parte remanente de la ley refleja adecuadamente
la voluntad del Congreso, si el Presidente ha alterado -por
sustracción- el espíritu de aquella, o si la parte promulgada
es susceptible de tener autonomía normativa suficiente, tal co-
mo indica el art. 80. Esta tarea corresponde a los jueces. Lue-
go de la reforma de 1994, esta problemática ha sido abordada
por la Corte en varias oportunidades 276 • Un caso significativo
es "Famyl c/Estado Nacional" 277 , donde la actora planteó un
amparo en contra de la parte no vetada y parcialmente pro-
mulgada de la ley 25.063 que había dispuesto la aplicación
de una alícuota reducida del IVA a la medicina prepaga 278 • La
Corte entendió que la parte promulgada de la ley no cumplía
adecuadamente con los requisitos impuestos por el art. 80 y
declaró la inconstitucionalidad del decreto que había dispuesto
la promulgación 279 •

275 Fallos , 268:363.


276 "Ser·vicio Nacional de Parques Nacionales c/Franzini", Fallos, 318:445
(1995); "'Bustos c/Servicios Especiales San Antonio S.A.", Fallos, 319:1479 (1996).
277 Fallos , 323:2256 (2000). Véase G~LLI, María A., La promulgación parcial

de leyes: complejidades jurídicas de un instrumento polttico, LL, t. 2000-E, p. 628;


BAJJE NI, Gregorio , "Sanción y promulgación parcial de leyes", en la obra colectiva
bajo su dirección , Nuevas perspectivas en el derecho constitucional, cil. ps. 19 y 43.
27
8 El caso fue bastante curioso y demuestra cómo el Presidente puede al-
terar el contenido de una ley con escasos cambios materiales. El Congreso, al
sancionar la ley, dispuso que los servicios de medicina prepaga que se hallaban
exentos del IVA fueran gravados con una alícuota del 10,5 % en lugar del 21 %
que corresponde como regla general. El Presidente mantuvo el criterio legisla·
tJVo de extender el IVA a estos servicios, pero vetó la disposición que contenía
la alícuota reducida. Con ello, en la práctica, impuso una alícuota del 21 %.
270
Tal como en su momento lo puso de manifiesto el dictamen de la Pro-
curación General , la objeción constitucional , en ca~os como éste no debe estar
la
diri~ida al vet~ e.n sf.sino a la promulgación parcial que permitió configuración
d1stmta a la ongmanamente sancionada (véase el cap. X de este dictamen Fallos
323:2272). • '
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 209

§ 97. Acefalía presidencial

También se ha entendido que no corresponde investigar


judicialmente las causas de la acefalía presidencial. En "Luis
M. Pitto" 2RO, el actor requería que la Corte restituyera en su
cargo al depuesto presidente Arturo Frondizi. Sostuvo el Tri-
bunal que el juramento prestado por el Dr. José María Guido
era jurídico y pertinente 281 : la "acefalía de la República" (en
rigor debió haberse dicho del Poder Ejecutivo) se configura ante
la falta de Presidente y Vicepresidente de la Nación, "sin que
incumba a la Corte Suprema pronunciarse acerca de las causas
determinantes de esa falta" 282 •

§ 98. El poder del perdón: indulto


y amnistía

He aquí dos institutos parecidos pero diferentes. Ambos


tienden a un mismo o similar propósito, que consiste en aliviar
o suprimir las penas impuestas por los tribunales en aras de
la pacificación social, o bien como medio de reparar los errores
que puedan haber cometido aquéllos 283 . Pero mientras la am-
nistía corresponde al Congreso 284 , el indulto o la conmutación
de penas es una atribución presidenciaF8fi. De ello se deduce,

28o Fallos , 252:177 ( 1962).


281 En realidad M discutible que lo fuera, pues se babfa hecho una aplicación
de la ley 252 a nn caso no previsto por tolla , esto es, la destituciúu de un presidente
constitucional por un golpe militar.
282 Fallos , 252:178.
ZR:i Seüalaba Joaquín V. GONZÁLEZ que el indulto se funda en la posible im·
perfección de la justicia y en que después de dictado su fallo pueden descubrirse
cin.:unstancias desconocidas anteriormente que cambien la gravedad del crimen.
Reconoce -dice- en la justicia un principio de piedad, no escrito en las leyes,
para quitar·les lo que tienen de inexorable o riguroso (Manual de la Constitución
argentina, en Obras completas, ob. cit., t . III, p . 475).
284 Art. 75: "Corresponde al Congreso: (. . .) inc. 20 (. . .) conceder amnistías
generales".
2H5 Art. 99: "El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones,
(... ) inc. 5. Puede indultar n conmutar las penas por delitos sujeto~ a jurisdicción
federal, previo informe del tribunal correspondiente, excepto en los casos de acu-
sación por la Cámara de Diputados".
CoNTROL DE CONS'I'ITUCIONALIDAD

210 b -teóri-
. . t 'a es general y a arca
además, que mie~tras l.a a~:~nado de supuestos, el indulto
camente- a un numer~ mde individual. Pero, probablemen~,
en cambio, es personaliza~ol e e la amnistía borra el delito
la diferencia más sustancJt. s~a l{: elimina solamente la pena
~ismo2s~, en ta~to ~e eE~:s~e punto, la Constitución arge~-
'::',~u:::~:~?.~rr:~:Pr~r;'~;";:::ó!•~,i~•;~~~:;~ ~z~~-::~:
~:~~r~sidente2R7, se lo interpreta con mayor am~~!tud que entre
nosotros tB>l y ha sido dictado en forma general , a~n cuando
no excluye la concurrente facultad del Congreso de d1ctar leyes
de amnistía general 290 •
En la Argentina, el indulto presidencial fue emple~do ~a­
rias veces 291 y existe una vieja polémica sobre su aphcactón
a personas con procesos judiciales abiertos 292 . En punto a la

zas La palabra, etimológicamente, proviene de "amnesia", esdecir, de "olvido


(conf. Go NZÁL~Z CALilF.RON, Juan A., Derecho constitucional, ob. c1t., t. 111, p. 203).
~R1 El articulo II, Sección 2°, dice "El Presidente(. .. ) tendrá facultad para
decretar suspensión de sentencia y para conceder indultos por delitos contra
Estados Unidos, salvo en los casos de juicio político (impP.achment)".
~HM En los Estados Unidos es clásico el caso "ex parte Garland", 71 U.S.
(4 Wallace), 333 (1866), en donde fue establecido que el indulto puede ser dado
por el Presidente durante la tramitación del proceso o luego de finalizado el juicio
y restablece todos los derechos civiles del inctividuo. Esta amplitud se advierte
también en "ex parte Grossman", 267 U.S. 87, 120 (1925), caso en el cual Ull
individuo hahía sido condenado por rebeldía contra un mandato judicial que le
prohibía la venta de licores. La Corte sostuvo que el indulto abarcaba también
esta clase de penas. Asimismo, en "United States v. Klein", 80 U.S. (13 Wallace),
128, 14 7 ( 1871), se le atribuyó al Presidente la posibilidad de perdonar clases
de delitos con carácter de amnistía general. El perdón puede ser otorgado también
en forma absoluta o condicional ("Schick v. Reed", 419 U.S. 256, 266 - 1974-).
~R9 Cabe recordar, por ejemplo, el indulto dado el 24 de enero de 1977, a
favor de todos los que hubieran violado la Ley de Servicio Militar Selectivo durante
la guerra de Vietnam (Federal Register, vol. 42, p. 4391).
290 "Brown v. Walker", 161 U.S. 591, 601 (1896).
291
Fue famoso el indulto del presidente Perón a favor de Ricardo Balbín
(decr. n• 1 del 2/1/51 ; BO, 8/1/51), y en fecha más reciente el presidente Menem
indultó a los oficiales y ex comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas a lo
jefes de organizaciones paramilitares como Mario E. Firmenich, y a civiÍes in-
volucrados en ctiversas causas, tales por ejemplo, el ex Ministro de Economía
José A. Martínez de Hoz, o los dirigentes justicialistas Norma Kennedy y Duilio
Drunella (decrs. 1002/89, 1003/89 y 1004/89 y 2741 a 2746 de 1990).
~ ~ La jurisprudencia de la Corte ha sido zigzagueante en este punto pues
9

mientras en "Simón Luengo", Fallos, 6:227 0868), estuvo en contra del i~dulto
a procesados , en "José lbáñez", Fallos , 136:244 (1922), cambió de criterio, para
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 211

naturaleza de la decisión , Joaquín V GoNZÁLEZ entendía que


si bien se trata de una facultad discrecional del Poder Eje-
cutivo, reconoce limitaciones constitucionales, admitiendo asi-
mismo que la ley puede fijar ciertas formas para limitar su
ejercicio sin alterar su esencia, y remarcando que no es una fa-
cultad judicial del Presidente 293 • BIELSA 294 y BIDART CAMPOS 295
coinciden también en la naturaleza política del indulto.
En lo atinente a la revisión judicial, creo que es preciso
distinguir entre la amnistía y el indulto. La amnistía supone

retornar a la tesis inicial en "Hipólito lrigoyen", Fallos, 165:199 (1932). Más re-
cientemente, en "Santiago Ornar Riveros", Fallos , 313:1392 (1990), si bien el Tri-
bunal se limitó a declarar la ausencia de legitimación de los accionantes, una
disidencia de fund amentos de los jueces Petracchi y Oyhanarte sostuvo que el
iru.Jullu puede ser concedido tanto a procesados como a condenados, criterio que
lue~u futJ ~ustenido por la mayotia de la Corte en " Mercc dc ~ A4uinu", Fullu~.
315:2421 (1992). Doctrinariamente, GuNZÁLf:Z CALU¡,;HON sostenía con énfasis que
sólo puede existir indulto una vez dictada sentencia fmne de condena <Derecho
constitucional . . . , oh. cit., t. III , p. 382), opinión que ilJDAR'I' CAMPOS (Manual ele
la constitución reformada , Ediar, Buenos Aires, 1997, t. 111, p. 276) y César E.
RoMERO <Derecho constitucional . . ., ob. cit. , t . II, p. 244) comparten. Luego de los
indultos del presid~nte Menem esta polémica se ha r eavivado. A favor del indulto
véase LAZZARINI , José L. , Indulto presidencial durante el proceso, LL , t. 1989-D,
p. 1116; SANTANA, Jorge L., La facultad presidencial de indultar, LL , t . 1989-D,
p. 1198, y LozANo, Luis F., ¿Pued e un Presidente indultar a un procP.Rado ?, Ll.,
"Actualidad", diario del 28/12/89. En contra del indulto, ÜTf:lZA, Eduardo, El in -
dulto , ED , diario del 2/J0/89, e lBARLUCÍA, Emilio A., l nconstitucionalidad de los
decretos de indulto 1002 189, 1003 189 y 1004 189, ED , diario del 14111189. Per-
sonalmente, coincido con GoNZÁLEZ CALU~; HúN y Jos otros autores citados en que
el indulto es una facultad presidencial qu e sólo puede tener lugar una vez ter-
minado el proceso judicial pendiente. Son varias las razones que me llevan a
pensar de tal manera. En primer lugar, el artículo 109 de la Constitución prohíbe
al Presidente "arrogarse el conocimiento tk causas judiciales p endientes". l!:s muy
claro para mí que si el Presidente indulta a una persona sujeta a proceso judicial,
interfiere en un expediente que tramita ante la Justicia y respecto del cual ésta
no se ha pronunciado todavía. El indulto provoca , así , un connicto de poderes.
Asimismo, y en lo que al procesado se refiere, éste puede pretender que el Poder
Judicial se expida y, eventualmente, lo absuelva, pues recordemos que el indulto
sólo implica el perdón de la pena y el procesado puede querer que el órgano
jurisdiccional determine que su conducta no ha sido delictiva, cuestión ésta que
siempre quedará en duda con el perdón anticipado. Por último, desde el punto
de vista de la lógica , si el indulto perdona "penas", debo recordar que no hay
pena ha sta tanto el Poder .Judicial se haya pronunciado en forma definitiva y
la condena t:~lt1 firme.
93
" ' GONZALI::z, Joaquín V., Manual de la Constitución argentina en Obras
completas , Buenos Aires, 1935, t. 111, ~ 552, p. 477. '
2 1
9 Derecho constitucional, § 267, p. 651.
295
Manual de la Constitución reformada, cit., l. TJT, p_ 277.
212 C ONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

el ejercicio de un poder enteramente discrecional que ~o está


sujeto a limitación constitucional alguna, lo qu~ la ex1me _del
control de los jueces. El indulto, por el contrario, está sujeto
a ciertos requisitos establecidos por la propia Constitución (art.
99 , inc. 52 ), cuya violación puede dar lugar a una impugnación
judicial. Se requiere un informe del Tribunal que impuso la
condena, y sólo puede indultarse a los condenados por la justicia
federal y siempre que no procedan de casos de juicio político.
Por ende, me parece que el indulto será judicialmente revisable
si fueran violados algunos de estos requisitos. Ello, sin per-
juicio de que siempre queda reservado a la discrecionalidad
del Presidente la decisión misma de indultar y las razones
que lo animan para ello. Ningún tribunal puede revisar las
causas que se han tenido en mira a tal efecto, pues ellas per-
tenecen a la esfera reservada del Poder Ejecutivo.

§ 99. Gobiernos de facto

La Corte, a lo largo de su bien conocida doctrina sobre


los gobiernos de facto, ha rehusado ejercitar control alguno
sobre la decisión política de interrumpir el orden constitucional.
En general se ha limitado, con energías decrecientes a partir de
1948, a revisar los actos individuales llevados a cabo por los go-
biernos militares. En el primer caso que registra la jurispru-
dencia 29 \ planteado durante la presidencia de Mitre como go-
bernante de facto 297 , se cuestionaba la anulación de unos pagos
efectuados a favor de la Aduana de Rosario 298 • Al analizar la
validez de esta decisión, dijo la Corte : "Que el gobernador de
Buenos Aires, y general en jefe de su ejército, fue autoridad
competente para conocer y decidir en esa clase de asuntos,
por ser quien ejercía provisoriamente todos los poderes nacio-

t!ffi"Martínez c/Otero", Fallos , 2:141 (1862).


297 Lu ego de la derrota de las fuerzas nacionales en P avón ( 17 de septiemb~
de 1861 ), Mit re se convierte en el primer presid ente ar gentino de !'acto, título
que luego r evalidarla por elección del Congreso, as umiendo constit ucionalmente
el 12 de octubre de 1862.
29
R Manuel Olero había efectuado pagos a favor de la Aduana de Rosario.
para abonar derechos de importación. Estos pagos luego fueron declarados nulos
por Mitre, como gobernador de Buenos Aires en poses ión de todas las fu erza
del país.
213
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES

nales, después de la Batalla de Pavón, con el , derecho de la


revolución triunfante y asentida por los pueblos . Co~o se v;,
la Corte acudió a una frase genérica, muy poco prec1sa Y e
escaso contenido jurídico.
Varias décadas después, la Acordada de fecha 1~ de sep-
tiembre de 1930 299 -emitida por el Tribunal con _motivo de .la
comunicación enviada por el general José F. Unburu, notifi-
cando que se había hecho cargo de la Presiden~i.a por desti-
tución del presidente Hipólito Yrigoyen- fue la p1edra angular
de todo el sistema posterior y quedó sentada allí la tesis oficial
del Tribunal, que desemboca finalmente en la aceptación total
de los gobiernos de facto luego de la Revolución de 1955, en
la que los tres poderes fueron destituidos 300 y se ejerció, además,
poder constituyente 30 1 • En dicha Acordada puede leerse : "Que
el gobierno provisional que acaba de constituirse en el país, es,
pues, un gobierno de facto, cuyo título no puede ser judicialmen-
te discutido con éxito por las personas en cuanto ejercita la fun-
ción administrativa y política derivada de su posesión de la
fuerza como resorte de orden y de seguridad social" 30 2 • Asi-
mismo, y por una razón elemental de seguridad jurídica, se han
considerado válidas en general las leyes dictadas bajo los go-
biernos de facto, las que rigen mientras no sean derogadas a03 •

§ 100. Previsiones legislativas en el orden


presupuestario

Un caso singular de abstención se dio en "Indo S.A. c/Fisco


Nacional"~ 04 ,
donde la actora reclamaba la devolución de im-

299 Fallos, 15!!:290.


aoo Record~mo s que , en los movimientos de 1930 y 1943, la Corte Suprema
no habla sido destituida.
~ 01 Esta aceptación progresiva se verifica a partir de casos como "Enrique
Arlandini", Fallos , 208:185 (1947); "Egidio Ziella", Fallos , 209 :26 (1947) y "Juan
Domingo Perón", Fallos, 238:76 (1957), entre otros.
2
30 Más adelante, la Corte repetirla esto mismo en su Acordada del 7 de
junio de 1943 (Fallos , 196:5) emitida como consecuencia del derrocamiento del
presidente Ramón S. Castillo.
aoa "Console de Ulla c/Universidad de Duenos Aires", Fa llos, 313:1483-1486
~1990); "Godoy c!Universidad Nacional de La Plata", Fallos, 313:1621 , 1630 (]990);
Gagg1ano c/Santa Fe", Faltos, 314:1477-1486 (1991).
304 Fallos , 318:785 (1995).
CON'fROL UE CONS'I'lTUC lONALJl)AD
214 l 'd
·vo del ahorro obligatorio es~ab ecl o
portes abonados con motl l entencia que parclalmente
por ley 23 .256. La Corte re~?ca ans remisión a lo decidido en
babia hecho .lugar a _la a~~~~n , e~~ además agregó que "la pre-
"Horvath c/Ftsco Nacwnal . , P. , d los importes depositados
vi.sión legislativa de la restituclOt~ne~te reglamentación- queda
en las cuentas estatales ly
la perli y
discrecionales facultades
comprendida ~esntdreold~o~gsr~:p c:syo ejercicio no es revisabl~
que son prop1a ' - 1' 1 pos1
l Poder Judicial toda vez que -como se sena o- a
~f~d:d de afectación de derechos con~titucion~le~ queda ex-
cluida por la necesaria sujeción del prev10 requenmiento e~tat:
de los depósitos al valladar infranqueab~e que. S~3~~nen as -
mitaciones constitucionales del poder tnbutar10 ·

§ 101. Régimen federal

GARANTÍA FEDERAL E INTERVENCIÓN FEDERAL.


da "garantía federal" prevista en la llamada Cláusula de
rantía de la Constitución norteamericana y en los arts. 5º
6º de la Constitución argentina es un clásico de las Cuo:;;<>c!.uu.ca:
políticas, y dado que ha permitido el nacimiento de la
creo que es justo honrarlos con la primera mención dentro
las cuestiones políticas atinentes al régimen federal. De
modos una aclaración inicial es necesaria, ya que la d.lJU.'-'a.•.;IviiL:
de las normas argentinas en este punto ofrece puntos de
cordancia y también de discordancia con los precedentes
teamericanos. En primer lugar debo recordar que las
constitucionales que en la Argentina consagran la
garantía federal son más complejas que las norte
En los Estados Unidos rige solamente la sección 4 del art. N.
arriba transcripta 307 , y la jurisprudencia derivada del leadin.g
case "Luther v. Borden" es uniforme , como veremos enseguida,
mientras que en la Constitución nacional los arts. 5º, 6º y 75
inc. 31 308 , donde solamente el segundo de ellos tiene como an-

:¡os Fallos, 318:676 (1995). Véase supra , § 23, e (cap. Il).


306 Fallos. 318:791.
~07 Supra, nota 15.
aoa Esta última norma, incorporada en la reforma de 1994, ha despejado
una antigua disputa constitucional en torno a la autoridad competente para de-
cretar la intervención federal , nacida del art. 69 , que alude vagamente al gobierno
Los ACTOS NO JUSTICIABLES
215

tecedente aquella cláusula norteame~can~~· además_de un


texto diferente ofrecen una interpretaCión Junsprudenc1al más
compleja.
Para simplificar esta cuestión, debemos tener en cuenta
que tanto la cláusula norteamericana co~o las disposiciones ?e
los arts. 5Yy 6º de la Constitución argentma conforman un sis-
tema que puede dar lugar a dos tipos de situaciones: a) U?
particular que impugna una disposición loe~ por ser ~?ntrana
a la cláusula de garantía federal , y b) la rmpugnac10n de la
ley o decreto que dispone la intervención federal. La distinción
entre ambas situaciones es clara: en el primer caso se impugna
una ley local, en el segundo se impugna una decisión del Go-
bierno federal. En los Estados Unidos sólo se ha dado la pri-
mera situación y la Corte ha resuelto uniformemente que no
le corresponde intervenir en tales casos. La segunda situación
no ha tenido lugar allí, pues el gobierno federal nunca ha in-
tervenido en los estados desplazando a sus autoridades. En
la Argentina, por el contrario, los casos de garantía federal
con fundamento en el art. 5º han tenido una jurisprudencia
cambiante . En una primera época la Corte se abstuvo de in-
tervenir para determinar si las provincias garantizaban con
sus normas la forma republicana de gobierno y lo demás es-
tablecido en aquella norma, pero luego produjo un cambio im-
portante con el precedente "Rivademar", al que luego haré refe-
rencia. Asimismo, en materia de intervención federal siempre
se ha abstenido de entender, pero lo curioso es que el leading
case de esta abstención, "Cullen c/Llerena", se apoya en "Luther
v. Borden", que corresponde en realidad a la primera de las
situaciones mencionadas y no a la segunda. Es decir que la

federal, sin e,~pecificar a qué poder corresponde disponer la intervención. Si bien


la Cor:e, en . Alejandro Orfila", Fallos , 154:192-199 (1928), reconoció que era un
pod..,r 1mplíc1to del Congreso y la doctrina constitucional clásica no t enía dudas
de ~~~~ (GONZAI.f:z, Joa~uín V., Manual de la Constitución argentina , cit., § 732,
p. 6::JO, GONZALEZ CALDF.RÓN, Juan A., Derecho constitucional cit. t . III § 1698
p. !~4; BI EL..'>A, Rafae\ Derecho constitucional,§ 364, p . 826; L~AR~ QurN'~ANA Se:
gu o, Tratado ·· ·• 2 ed., t. 7, § 6090, p. 439; BIDART CAMPOS Germán J De;echo
cDvns t¡tuhcwnabl, t. I, p . 509), lo cierto es que la práctica políttca era bie~' di~tinta
e 11ec o, so re un total de cie to t · ·
ducidas entre 1862 1998 In cuaren a y tres mtervcnciones federales pro·
Y , oc 1enta y nueve tuV1eron lugar por decreto ( nf
MOl.iNF.LLl · PA.LA NZA·STN , cit. cuadro 2255 497) co .
309
V-'ase S ECO YI L LALHA José A ;..:· t d l C .
palma , Buenos Aires 1943 , 140 ., en. es e a onstttuciór¡ argentina , De-
' , ps. y 141.
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
216
Corte argentina, para justificar ~u abstención en los casos
intervención federal -donde se JUzgaba la
de decisiones del gobierno federal-, ha empleado la
dencia norteamericana de abstención respecto de leyes w~;a11.,..
Asimismo, esta jurisprudencia no ha sido tenida en cuenta
abstenerse de actuar ante leyes locales.
Como resultado de ello, pese a que aparentemente .
las aguas de la jurisprudencia norteameric~a, en. real~dad
contradecimos abiertamente, y ello se exphca meJOr Sl
damos la diferencia apuntada más arriba entre "Cullen
rena" y "Luther v. Borden". Los casos argentinos, ,.,.,UJ... u•. .
las aguas de "Cullen c/Llerena" 310 , corresponden a planteas
inconstitucionalidad de una intervención federal ya prod ·
Por el contrario, los casos norteamericanos a los que sigue
jurisprudencia nacida a partir de "Cullen c/Llerena" tienen
gen en la invocación de la Cláusula de Garantía, con el
de impugnar la constitucionalidad de leyes o actos de los
tados. Como puede verse, en realidad los casos
canos y los argentinos, aun cuando éstos invoquen la
de aquéllos , son diferentes en los hechos que los producen
opuestos en los resultados que ofrecen para el sistema ,,..,,..,,.,.L
En la Argentina, la doctrina de las cuestiones políticas
cadas a la intervención federal ha beneficiado al gobierno
deral, que se ha vi.sto así liberado de las impugnaciones
alizadas en contra del acto de intervención federal o de
poderes ejercidos por el interventor federal. En los E
Unidos, por el contrario, la jurisprudencia en torno a la
sula de Garantía ha permitido a los estados liberarse de
revisión de aquellas leyes locales que fueron impugnadas
la Cláusula de Garantía, beneficio que no han tenido las pro-
vincias argentinas . En síntesis, la jurisprudencia argentina ha
sido mucho más centralizante que la de los Estados Unidos.

§ 102. La garantía federal


en los Estados Unidos

Con fundamen.to en "Lut?er v. Borden", la Corte Suprema


de los Estados Umdos ha evltado intervenir en numerosas si-

~lO Supra § 86, c.


LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 217

tuaciones vinculadas con la aplicación de la Cláusula de Garan-


tía inserta en la sección 4t del Artículo IV. De hecho, no existen
casos en los que se hayan revisado decisiones estatales bajo la
invocación de esta Cláusula 311 • Ello ha provocado la crítica de
algún sector de la doctrina por la excesiva deferencia que la
Corte dispensa a los estados con esta abstención 312 . Algunos
de los casos que ilustran esta serie son: "Texas v. White" 313 ,
"Minor v. Happersett" 31\ "Forsyth v. City ofHammond" 315 , "Taylor
v. Beckham" 316 , "Attorney General ex rel. Kies v. Lowrey" 317 ,
"Pacific States Telephone & Telegraph Co. v. Oregon" 31 8, "Kier-
nan v. City of Portland" 819 , "Marshall v. Dye" 320 , "State of Ohio

311 Un estudio en detalle puede verse en BoNFrELD, Arthur E., The Guarantee
Clause of Article N , section 4: A Study in Constitutional Desuetude , "Minnesota
Law Review", vol. 46, p. 513 (1962).
a 12 La crítica ha sido formulada por CHEMERINSKY, según quien: "The Gua-
rantee Clause is in many ways unique among the areas where the Court has
applied the political question doctrine (. . .) First, it is virtually the only area
where the defcrcnce imposed by the poliLical question doctrine is Lo ~ laL" go·
vernments and not to another branch of the federal government (. . .) Although
such deference to states in matters of constitutional law is generally quite ques-
tionable, it is especially objectionable given the existence of a provision co=an-
ding the 'United States shall guarantee'. Second, of all the areas where the po-
lítica! question doctrine has been applied, the Guarantee Clause is the most clearly
connected with individual rights. As such, it is very much the judicial role to
interpret and enforce the provision (. .. ) Third , more than in any other area ,
applying the política! question doctrine to the Guarantee Clause nullifies a cons-
titutional provision. When the Court holds that a challenge to the impeachment
process or the method approving a constitutional amendment or a forcign policy
decision is a political question, those constitutional provisions still are given eiTect.
But the Court's consistcnt rcfusal throughout this century to hear Guarantee
Clause cases has robbed that constitutional provision of any significance" (CHE.
MERINSKY, Erwin, Guarar1teeing a Republican Form of Gouemment: Cases Under
the Guarantee Clause Should be Justiciable , "Colorado Law Review" , vol. 65, p.
849, 879 - 1994- ).
3 13 74 U.S. (7 Wallace) 700 (1869).
314 88 U.S. (21 Wallace) 162 (1875).
315 166 u.s. 506 (1897).
3 16 178 u.s. 548 (1900).
3 17 199 U.S. 233 (1905).
~JH 223 U.S. 118 (1912). Se cuestionaba aquí una ley impositiva de Oregon,
establecida por medio de una iniciativa popular. La compañía, demandada por
incumplimiento de las obligaciones fiscales impuestas por dicha ley, sostuvo que
el mecanismo por medio del cual esta ley había sido sancionada era contrario a
la Jorma republicana de gobierno, pero l11 Corte dijo que sólo competía a l Congreso
y no a los tribunales determinar tales cuestiones.
3 19 223 u.s. 151 (1912).
a2o 231 U .S. 250 (1913).
218 CONTROL DE CONSTITUCIUNALIDAD

ex rel. Davis v. Hildebrant" 321 , "Mountain Timber Co. v. Was-


hington" 322 "State of Ohio ex rel. Bryant v. Akron Metropolitan
'
Park District"m . .
y "H1ghland Farms Da1ry v. gnew
A " 324
.

§ 103. La garantía federal


en la Argentina

a) LA JURISPRUDENCIA. - De acuerdo con el art. 5º de la


Constitución, el gobierno federal garantiza a cada provincia
el goce y ejercicio de sus instituciones, en la medida en que
sus constituciones sean sancionadas con respeto al sistema re-
presentativo y republicano, de acuerdo con los principios, de-
claraciones y garantías de la Constitución nacional, y asegu-
rando su administración de justicia, su régimen municipal y
la educación primaria. Al interpretar esta norma, la Corte Su-
prema ha establecido en reiteradas ocasiones que no es tarea
judicial determinar si en una provincia se cumple con la obli-
gación de establecer un sistema republicano de gobierno, pues
ello sólo puede ser apreciado por los poderes políticos. Así lo
señaló en "Costes c/Prado" 325 , donde se dijo que la compatibi-
lidad de las instituciones provinciales con lo dispuesto en el
art. 5º de la Constitución nacional envuelve una cuestión de
naturaleza política y está como tal vedada a los tribunales
de justicia. También, en "Banco Español del Río de la Plata
c/Municipalidad de Tucumán" 3 " 6 , se dijo que la garantía del
art. 5 2 no sustenta el planteo de inconstitucionalidad deducido
en contra de un impuesto establecido por ley provincial y no
por ordenanza municipal.
_ En igual sentido fueron decididos "Roberto M. Pasant" 327 y
"Tillard c/Córdo?a" 32~ - En este último caso, fue rechazado un
recurs? extr~ordmano donde se pretendía que la Corte determi-
nara Sl un tnbunal provincial había desempeñado correctamen-

:m 241 u.s. 565 (1916)


n~ 243 U.S. 219 (1917).
323 281 u.s. 74 ( 1930).
' 300 u.s. 608 (19:17).
32 1
3 5
~ Fallos , 187:79, 85 (1940)
:l26 Fallos , 237:221 (1957) ·
327 Fallos, 253:454 (1962).
32
R Fallos , 261:103 (1965):
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 219

te su tarea, según las normas que re~~ la administr.ación de


justicia en tal jurisdicción. Igual cnteno fue. puntualizado en
"Sánchez Ceschi c/Buenos Aires" 329 , al requenrse que con base
en el art. 5Q se dijera si los jueces de la provincia de Buenos
Aires estaban amparados por la garantía de inamovilidad de
que gozan los jueces nacionales. El mismo fundamento puede
hallarse en "Anny May Stevenson c/Consejo Nacional de Edu-
cación" 330, en "Empresas Eléctricas de Bahía Blanca c/Muni-
cipalidad de Bahía Blanca" 33 1 y en "Instituto Quimioterápico
Argentino S.A. c/Municipalidad de la Matanza" 332 •
También se invocó la cláusula del art. 52 , para rechazar
un pedido de revisión de lo decidido por un jurado de enjui-
ciamiento en la provincia de San Juan en el caso "Carlos Graf-
figna Latino" ~ 33 , ante un caso que presentaba un conflicto de
poderes locales, pero que precedió, como vimos, a un cambio
de parecer en la Corte en relación con la revisión de lo decidido
en el juicio político 3 a4 . Por otra parte, con fundamento en esta
serie jurisprudencia!, la Corte dijo en "Partido Justicialista de
la Provincia de Santa Fe c/Santa Fe" 335 que no podía revisar
si es constitucional el art. 64 de la Constitución de Santa Fe,
que prohíbe la reelección del gobernador y vicegobernador de
esa provincia 336 •

329 Fallos , 215 :157 (1949).


330 l<'allos , 211:682 ( 1948).
33 1 Fallos, 212:105 (1948).
:m Fallos , 239:219 (1957).
33:J Fallos , 308:961 (1986).
~ ~4 Véase supra, § 91.
:m Fallos, 317 :1195 (1994).
33G Al explicar los fundamentos de su abstención el Tribunal, con cita de
Joaquín V. GoNZÁLEZ, señaló: " . . . las competencias reservadas por cada una de
las provincia~ para el ej ercicio de su poder constituyente bajo el condicionamiento
de resguardar el sistema representativo republicano, de acuerdo con los principios,
declaracion es y garantías de la Constitución Nacional (art. 5 9) exigen una ade·
cuación de las instituciones locales a los mencionados requerimientos que (debe
cond~cir a que lus constituciones de la provincia sean, en lo esencial de gobierno,
semejan~cs .a la naciOnal, que confirmen y sancionen sus 'principios, declaraciones
Y.garant1as Y que lo modelen se.gún el tipo genérico que ella crea. Pero no exige,
ru P';lede e:og¡ r que sean idéntiCas, una copia literal o mecánica , ni una repro·
ducc¡ón mas o menos exacta e igual de aquélla. Porque la Constitución de una
ProV1nc1a es el código que condensa, ordena y da fuerza imperativa a todo el
de_re.cho .natural que la comunidad social posee para gobernarse , a toda la suma
ungma na de sobera1úa rnherente, no cedida para los propósitos más amplios y
extensos de fundar la Nación. Luego, dentro del molde jurídico del código de
220 CONTROL DE CO STITUCIONALIDAD

Por el contrario, en materia de régimen municipal, la Corte,


apartándose de esta línea abstencionista, ha establecido reglas
generales aplicables para todas las provincias , relativas a la
naturaleza jurídica de los municipios. U na primera serie ju-
risprudencia!, que arranca en 1911 337 , calificó a los municipios
provinciales como entidades autárquicas 338 , criterio que fue mo-
dificado radicalmente en 1989, cuando la Corte, en "Rivademar
c/Municipalidad de Rosario" 339 , declaró la autonomía plena de
los municipios provinciales, dándoles una jerarquía casi equi-
valente a la de las provincias 340 .
Intervino también en cuestiones electorales provinciales en
el conflicto suscitado en la provincia de Corrientes a fines de
1991, donde se produjo un empate en el colegio electoral. Al
tomar intervención en el caso la Corte dijo que "las particulares
circunstancias del conflicto que dio origen a la presente causa
obligan a examinar, en primer término, lo dispuesto en el art.
105 de la Constitución nacional en cuanto establece que las
provincias eligen a sus gobernadores sin intervención del Go-
bierno Federal. Dicha cláusula se halla dirigida, indudable-
mente, a prevenir toda injerencia del poder central sobre un
asunto de tanta trascendencia política, como es, en cuanto aquí
interesa, el concerniente a la elección de las máximas auto-
ridades de la Administración provincial. Sin embargo, tal pro-
hibición no debe ser entendida con un alcance absoluto; frente
a ella y con igual rango se erige la cláusula que otorga com-
petencia a esta Corte para conocer de todas las causas que
versen sobre puntos regidos por la Constitución (art. 100) . La

derechos y poderes de ésta , cabe la más grande variedad, t oda la que pueda
nacer de la divers idad de. caracteres fisicos sociales e históricos de cada regi ón
o Provmc1a, o de sus particulares anhelos o aptitudes colectivas" (GONZÁLJ::Z, Joa-
quín V., Manual de la Constitución argentina, ps. 648 y 649, Fallos, 311 :465)",
Fallos , 317 , en p. l206.
;~: "Municipalidad de La Plata dFerrocarril Sud", Fallos, 114:282 (1911).
. . Ello fue ac.e ptado, además, por la doctrina domina nte en el derecho ad-
=~s~r~tJVo a~g~ntmo, du:ante largo tiempo. Así, por ejemplo, BIELSA Rafael
~rtnc.lpLOS de regtmen mumcipal, a• ed., Abeledo-Perrot. Buenos Aires 1962 p aa'
octnna que mantuvo MARIENHOFF, criticando el caso "Rivademar" (MARrE,NH.OFF•
Migu~l 339
S., La supuesta autonom{a municipal , LL t. 1990-B p 1012) '
Fallos, 312:326 ( 1989). ' ' · ·
34
°C Para una explicación Y análisis crítico del fallo , véase DI ANCH I Alberto
B ., L a orte 8 uprema ha extendido ta d ' '
LL , t. 1989-C, p. 47. car e autonomta a las municipalidades,
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 221

necesaria compatibilidad entre tales normas permite concluir


que las provincias conservan toda la autonomía política que
exige su ::>istema institucional, pero no impide la intervención
del Tribunal en los supuestos que se verifique un evidente me-
noscabo del derecho federal en debate (doctrina de Fallos ,
285:410 , consid. 10), o, como ocurre en el sub lite, un ostensible
apartamiento del inequívoco sentido que corresponde atribuir
a las normas de derecho público local aplicables (. .. ) desde
esta perspectiva y con particular incidencia sobre el caso de
autos, la Corte tiene la delicada misión de -por un lado- no
interferir en las autonomías provinciales y -por el otro- evitar
que las arbitrarias decisiones de poder jurisdiccional local, le-
sionen instituciones fundamentales de los ordenamientos pro-
vinciales que hacen al sistema representativo y republicano
que las provincias se han obligado a asegurar (art. 5º de la -···'
.
,
Constitución nacional)" 341 •

b) MI OPINIÓN. - Para analizar esta cuestión debemos


partir del eje central del sistema federal establecido en el art.
121, inspirado por la Décima Enmienda de la Constitución de
los Estados Unidos ~ 42 , pese a que se citen otras fuentes 343 • Se-

341 "Electores y Apoderados de los P artidos Justicinliota, Unión C!vica Ra-


rucal y Democracia Cristiana" , Fallos , 314:1915, 1926 (1991).
3 42 La Décima Enmienda de la Constitución norteamericana establece: "Los
poderes no delegados a los Estados Unidos por la Constitución, ni prohibidos
por ésta a los estados, están r eservados a los estados, respectivamente o al pueblo".
a1a E s curioso qu e la exhaustiva obra de SECO VILLALBA sobre las fuentes
de la Constitución argentina arriba citada no reconozca como fuente del art. 121
(ex 104) a la Décima Enmienda, cuando es claro que ambas normas dicen prá c-
ticamente lo mismo. Se citan en cambio como fuentes la Constitución de Venezuela
de 1811 y el Proyecto de Constitución Suiza de 1832 (ps. 226 y 227). Recordemos
además que José B. Gorostiaga, miembro informante de la Consti tución en el
Congreso de 1853, expresamente dijo que su proyecto estaba vaciado en el molde
de la Constitución de los Estados Unidos , "único modelo de verdadera Federación
que existe en el mundo" (sesión del 20 de abril de 1853), repitiendo luego el
mismo concepto en la sesión del 29 de noviembre de 1853, estando ya el Congreso
en trabajo legislativo. Véase Asambleas constituyentes argentinas. recopilación
de Emilio Ravignani, Buenos Aires, 1937, t. N , ps. 468 y 621. Asimismo el Con-
greso Constituyente, en una minuta de declaración sancionada el 3 de mayo,
expresó que "la federación será bien entendida si se comprende como en los Estados
Unidos del Norte, única federación modelo que existe en el mundo civilizado,
puesto que la Helvética es artificial y permanentemente anárquica" (Asambleas
constituyentes , cit. , t. IV, p. 539). Por último , el artículo en cuestión, que en el
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
222
, ta norma "Las provincias conservan todo el poder no
~g:~o por es;a Constitución al Gobierno federr:-l Y e~ que
ex resamente se hayan reservado por p?-ctos es~ecLa 1es a mo-
m:nto de su incorporación"' 344 • Ello qmere decrr que las, p:o-
vincias pueden regular sus instituc~ones de derecho pubhco
en forma autónoma de la Nación, teruendo com~ techo la Cons-
titución nacional. ¿Cuál es, entonces, el ámb1to de esta au-
tonomía y cuándo pueden los jueces determinar si una provincia
o municipio han excedido sus facultades? En otras palabras,
¿hasta dónde se extiende la garantía federal y cuándo cesa?
Para encontrar una respuesta a estas preguntas debemos
partir de una distinción sencilla pero elemental. No es lo mis-
mo el enjuiciamiento general del sistema local en cuestión que
la eventual colisión puntual entre una norma provincial y una
norma federal. A los tribunales les está vedado lo primero, en
tanto que pueden actuar en el segundo supuesto. De hecho,
éste constituye una típica cuestión federal prevista en el art.
14 de la ley 48. Veamos.
Según el artículo 52 , la garantía del gobierno federal fun-
ciona cuando las provincias satisfacen cuatro requisitos básicos:
a) establecer un gobierno bajo el sistema representativo re-
publicano que respete los derechos y garantías establecidos en
1~ ~onstitución nacional; b) asegurar la administración de jus-
tlcJa; e) asegurar el régimen municipal, y d) asegurar la edu-
cación primaria. Se. trata, como vemos, de disposiciones muy
generale.s que pernuten a las provincias moverse dentro de
~n ~mp?o mar~en de discrecionalidad en la organización de sus
instituciOnes, sm que estén obligadas a reproducir exactamente
as fede~ales. Por ello, la mera existencia de estos cuatro pun-
~o~ cardmalefis .de la organización institucional de las provincias
e e ser su c1ente para el fun · . d
deral y la forma CI~n~ento e la garantía fe-
de . . en que cada provmcia determina la existencia
bun:~:~s r{¿~sltot es un~ c~estión política vedada a los tri-
. ue as provmcias delegaron al Gobierno federal

t~xto de 1853 era el 101, fue a robad . . .,


sm que haya rastro al"''"o enp 1 o ~m discus,on en la sesión del 30 de abril
Vru.A (A ,_ as sesiones de las f t · . ,
LBA sambleas constituyentes cit t IV uen es tndJCadas por SF.co
3 44
Para un estudio de ¡0 ' h ., · ' p. 535 ).
remito a BiA NC fU, Alberto B La:~ e ~amado "delegación constituyente" me
Siguientes. ·· egac<ón legtslatwa . .. , cit., cap. v, ps. lllS Y
Los ACTOS NO JUSTICIABLES
223

es la organización de la arquitectura superior, el diseño en


grandes líneas del proyecto institucional del país, Y se reser-
varon la forma y modo en que desarrollarían el detalle de tal
proyecto en el ámbito de sus institu~io.n~s locales.'
No podría entonces un tribunal enJWClar a un sistema loc~l
en forma general, salvo que éste fuera groseramente contrario
a la Constitución nacional. Si la violación a los principios de
la Constitución nacional fuera muy grotesca -y por tanto poco
probable-, si se estableciera por ejemplo una constitución mo-
nárquica, o fueran desconocidos el derecho de propiedad, la
independencia del poder judicial o los municipios, podría plan-
tearse judicialmente la inconstitucionalidad de tales sistemas.
Si bien nos encontraríamos, indudablemente, con una decisión
politica del gobierno provincial, ya que la elección de un sistema
u otro de gobierno no puede ser sino política, es evidente que
tal decisión afectaría, sustancialmente, derechos amparados por
la Constitución nacional y dejaría de funcionar en ese supues-
to la garantía federal. Por el contrario, cuando la discordancia
entre el régimen de la Constitución federal y una constitución
provincial es leve, aquella garantía funciona y los tribunales
no pueden enjuiciar el sistema en su conjunto. Por ejemplo,
hay constituciones provinciales que no aseguran el bicameralis-
mo en sus legislaturas 345 , o no establecen el régimen municipal
autárquico 346 y no autónomo. En este caso, tales decisiones
políticas están exentas de la autoridad de los magistrados y
fuera de los poderes delegados al gobierno nacional, según el
artículo 121.
Diferente es el caso cuando estamos ante la colisión puntual
entre una norma provincial y una federal o nacional. Ya no
se trata aquí de juzgar una decisión política sino de verificar
si -bajo la cláusula de supremacía del art. 31- una norma pro-
vincial contraría una de rango superior. El problema, en este
supuesto, se desarrolla dentro del ámbito típico del control cons-
titucional y genera además -como dije- una cuestión federal

:1 45 Entre otras : La Rioja (an. 84); Misiones (art. 82); Neuquén (art. 71); lUo
Negro (art. 122); San Juan (art. 131). Incluso, parece ser que la tendencia qu e
se insinúa luego del plebiscito llevado a cabo en Córdoba en julio de 2001 es la
unicameralidad.
346 Así lo hace todavía la Constitución de Buenos Aires, luego de la r eforma
de 1994, en contra de lo que es hoy dominante en el espectro provincial.
224 CoNTROL DE CON STITUCIONALIDAD

habilitante del recurso extraordinario, conforme lo dispuesto


por el artículo 14 de la ley 48.

§ 104. La intervención federal

En la Argentina, la doctrina establecida en "Cullen c/Lle-


rena" fue seguida inmediatamente en "Lobos c/Donovan" a47 , con
motivo de la intervención federal a San Luis , y en "Compañía
Azucarera 'fucumana S.A. c!l'ucumán" 348 • También es clásico
el caso "Alejandro Orfila" 34 9 , originado con la intervención a
Mendoza con motivo de la puesta en comisión de los jueces
locales y su reemplazo por nuevos magistrados, dispuesta por
la intervención 350 • Orfila , ex gobernador de la Provincia, arres-
tado por uno de los jueces designados por la intervención, in-
terpuso un hábeas corpus, el cual, al ser rechazado por la Corte
Suprema, le permitió a ésta ratificar su teoría de la no in-
tromisión judicial en asuntos relativos a las intervenciones fe-
derales. "Esta Corte -dijo- como lo ha declarado en fallos an-
teriores, no se encuentra, pues, autorizada para examinar los
hechos que han conducido a la decisión contenida en la ley,
porque saldría de la órbita que le está delimitada por la carta
fundamental e invadiría el campo propio de los otros poderes
del E stado" 351 • Con igual criterio fue resuelto también el caso
"Samuel Siganevich" 352 , donde se dijo que "notoriamente se ha-
llan al margen de la potestad jurisdiccional de esta Corte, las
cuestiones de orden político que la defensa ha pla nteado y que
surgen de la validez o invalidez de la Constitución de Santa
Fe de 1921 y del pronunciamiento que importa la intervención
nacional que desconoció dicho estatuto (. . .) Si según la tesis
de la defensa la Corte pudiera examinar la validez de la Cons-

347 Fallos , 54:180 (1893).


348 Fallos , 14 1:271 (1924).
a49 Fallos , 154:192 (1929).
aliO El fa llo motivó, en su momen to, la enérgica crítica doctrinaria de G oN.
~EZ CAL~ERúN, quien lo eligió, precisamente, como tema de su confer encia de
m corporac1ón a la Academia Nacional de D erecho y Ciencia• Sociales de Buenos
Aires .<G~NZÁLt:Z CALnt:RON, J u an A., Las bases necesarias y permanentes de la
Constttuc¡ón , Buenos Aires, 1929).
35t Fallos, 154:200.
352 Fallos , 177:390 (1937).
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 225

titución santafecina de 1921 y de las instituciones, poderes Y


autoridades creadas a su amparo, podría examinar, lógicamen-
te la intervención federal que la desconoció, porque su función
es' la de juzgar y no la de acatar simplemente. Es decir la
Corte, se colocaría frente a los poderes políticos del estado,
en el terreno político, desnaturalizando su carácter" :l5;j.

§ 105. Conflictos entre poderes


de una misma provincia

Bien es sabido que originariamente la Constitución de


1853, en su art. 97, atribuyó a la justicia federal el conocimiento
de causas que versaran sobre conflictos entre los diferentes
poderes públicos de una provincia. Posteriormente, la Reforma
de 1860 eliminó esta disposición, por ser contraria al sistema
federal de gobierno 354 , en el art. 100 (sustituto del 97) . A partir
de ese momento, la jurisprudencia de la Corte Suprema se
ha abstenido de intervenir en causas de tal naturaleza. Ello
fue especialmente visible en asuntos relativos al juicio político
en sede provincial s55 , pero fuera de estos supuestos, la Corte
también se ha abstenido de intervenir en otra clase de conflictos
internos provinciales. Así, por ejemplo, se ha decidido que son
ajenos al conocimiento de la Corte el conflicto entre el inten-
dente y el Concejo Deliberante 356 ; entre una Cámara de Di-
putados provincial y la provincia respectiva a67 ; un caso en el
cual la Corte local se negó a tomar juramento a magistrados
designados por el Gobernador 358 ; el conflicto entre el Superior

a5:1 Consid. 5 2• Este mismo criterio fue luego reiterado en "Cernadas c!Santa
Fe", Fallos, 184:639 (1939).
3 64 La cuestión fue debatida en la 7• sesión ordinaria de la Convención lle-
vada a cabo en Buenos Aires , para examinar la Constitución federal, el día 7
de mayo de 1860. El miembro informante, Dalmacio Vélez Sársfield , dijo allí:
"Es lo [el art. 97 en dicha parte] destruye complelamenle el sistema federal, porque
un poder estraño (sic) el poder nacional judicial, viene a entrometerse en las
cuestiones interiores de los poderes públicos de ttna provincia . .. " (cfr. R eforma
Constitucional de 1860, textos y documento~ fundamentale s , Universidad Nacional
de La Plata , La Plata, 1961 , p. 252).
355 Véase supra § 91, c.
""H "Seraim M11ncini", Fallos, 245:532 (19!)9); "Héctor Raúl Carabajal", Fa ·
llos i!9I:::I!l4 (1975).
' sú7 "Cámara de Diputados de Cala ma r·ca c/Catamarca", Fallos , 264:375 (1966).
35H "Provincia de Corrientes ", Fallos , 283 :143 (1972 ).
226 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Tribunal de una provincia y el Tribunal de Enjuiciamiento de


Magistrados, etcétera.
¿Nos encontramos entonces ante una cuestión política?
Creo que no. El conflicto entre dos poderes provinciales es
una cuestión perfectamente justiciable, a punto tal que la ma-
yoría de las constituciones provinciales establecen que corres-
ponde entender en estos casos a las cortes provinciales en ju-
risdicción originaria 359 • Por ende, con la reforma de 1860 se
suprimió (enhorabuena) una competencia de la justicia federal,
por ser contraria al sistema federal de gobierno, pero en modo
alguno ello la convirtió en una cuestión política 360 • Se trata
entonces de una materia eliminada del conocimiento de los
tribunales federales, donde además es de estricta aplicación
el derecho local , y sólo es revisable ante la Corte Suprema
-por vía extraordinaria- en casos de arbitrariedad o gravedad
institucional 'lGI _

§ 106. Límites interprovinciales

De acuerdo con el artículo 75, inc. 15 de la Constitución,


corresponde al Congreso "fijar los [límitesj de las provincias"
Y es discutible si esa atribución es totalmente discrecional 0
puede ser susceptible de revisión judicial. La Corte ha sentado
un principio divisorio de sus competencias atribuciones y de
las del Co_ngreso en esta materia según el cual la Constitución
ha confe_nd_o a este último la facultad de fijar los límites de
las_ ProvmcJ~s, ~o. que no es excluyente de la jurisdicción con-
fenda a la JUsticia federal por los arts. 116 ll7 127
~~tender en cuestiones suscitadas entre provincias ~obre ·l:~:e~
a que pretenden poseer, siempre que ello no implique la fi-
35 fl Véase s b ·
• 0 re este particular, BtANCH! Alb . B . .
de la Corte Suprema de Justicia de l N . : . ei to ., Competencw onginaria
360 Conf. MAlRAI Héctor . . a . acLOn , cap. V!, punto 125.
361 El caso se pl~ ntcó co~ ;f~~~%~tl!ctal . . .. ob. cit., t. [, ps. 553 y 554.
de Morón Y el Concejo Delibera t . d o suscitado en 1989 entre el intendente
cargo. El probl ema susci taba , e~;~~::m ucto del cual aq~ él fu e destituido de su
deres locales , ajeno por principio a la ·u en~c, L~na cuestwn de conflicto entre po·
caso fedet·aJ estuvo dado por J . d liJ ns ICCión de la Corte Suprema pero el
. ·· a m e enstón ;'uríd " d ¡ · '
cotporacwn fue ordenada ("Rouss 10 t c/C . tc~ e Intendente, cuya rein-
313:1596 - 19!:10-). · e onceJo Deliberante de Morón", faltos,
Los ACTOS NO JUSTICIABLES
227

· · , d ¡ ·nu·tes Este criterio fue empleado, por ejemplo, en


Jac10n e 1 · b »oij~.
"C - c/Gorchs" 362 • "Provincias de Santa Fe y Córdo a ,
arcano ' . , 364 " . , 365 • f .
"Pereyra Iraola c/Buenos Aires ; JuJUY c/Salta , , Y ue re
cardado asimismo por el Procurador General Ramon Lascano,
en "Río Negro c/Neuquén" 366 .
¿Debe deducirse de ello que se trata de una atribución in-
susceptible de revisión judicial? En absoluto. Tal como sostuvo
en su momento el procurador general Eduardo Marquardt, en
"Oddone c/Formosa" 36 7, la función que en este caso ejerce el
Congreso no es política sino jurisdiccional. Cuando el Congreso
establece los límites de una provincia, está ejerciendo una atri-
bución que la Constitución le fija directamente 368 , pero no puede
hacerlo discrecionalmente, sin ajustarse a pautas regl adas y
objetivas 3"». Se trata de una decisión que debe tener una causa,
un fundamento jurídico. De tal modo, la fijaci ón arbitraria de
un límite concede a la provincia afectada una acción judicial que
tramitará ante la Corte Suprema, en la medida en que es un
típico caso de competencia originaria de aquélla (art. 117).

§ 107. Cuestiones electorales


y partidos políticos

Una mencwn especial corresponde hacer respecto de las


cuestiones electorales. Por la relevancia en esta cuestión del
caso "Baker v. Carr", me referiré separadamente a la juris·
prudencia anterior y posterior.

:i62 Fallos , 98:107 (1903).


~r.3 Fallos, 114:425 (1911).
364 Fallos, 133:372 ( 1921).
365 Fallos, 228:264 (1954).
366 Fallos, 267:352 ( 1967 ).
:J67 Fallos, 285:240-245 (1973).
3ij8 Nótese que, en este punto, la Constitución argentina se ha apartado
de la norteamericana, que no establece esa atribución a favor del Congreso.
3ijH H a di cho GoNZALEZ CALIJERÓN que "El poder del Congreso para fijar los
límites de las provi ncias no significa un poder absoluto para imponer su propio
criterio sin consideración a los fundamentos hist.óricos y jurídicos con que las
parteR interesadas puedan cohontlstar sus pretensione . Las provincias (.. . ) no
pueden ser tratadas por el Congreso con desconocimiento de su carácter, de esos
derechos y de s us tradiciones históricas" (Derecho constitucional argentino, ob.
cit. t. UI, p . 194).
228 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

a) LA JURISPRUDENCIA ANTERIOR A "BAKER v. CARR". -


Tal como ya señalé más arriba, en los Estados Unidos los asun-
tos de naturaleza electoral no eran admitidos como casos ju-
diciales :170. Tampoco lo eran en la Argentina, donde las cues-
tiones electorales fueron, hasta comienzos de la década de 1960,
consideradas políticas. Entre los primeros casos que ilustran
esta corriente se encuentra "Unión Cívica Radical-Junta Reor-
ganizadora Nacional" 31 1, en el cual el apoderado de dicho par-
tido había solicitado al juez letrado de La Pampa la declaración
de nulidad del padrón electoral. El caso fue rechazado por el
magistrado interviniente e interpuesto recurso extraordinario
la Corte, invocando precedentes anteriores a72 , sostuvo que "las
cuestiones de la naturaleza de la que contempla el pronun-
ciamiento apelado, no son susceptibles de traerse al conoci-
miento del Tribunal ni aun por la vía del artículo 14 de la
ley 48". Con cita expresa de este caso fue resuelto más tarde
"Salomón Deiver"=. Deiver había impugnado el padrón elec-
toral, en el cual no se lo había incluido por haber estado con-
denado penalmente. Al rechazar el recurso extraordinario la
Corte ~ostuvo 9-ue. ~a atribución por ley de funciones políticas
a .mag¡st~ados JUdiciales no altera la naturaleza de las mismas
ru autonza a considerarlas corno de índole judicial ni como
emanadas de un tribunal de justicia" 374 •
En casos posteriores, esta doctrina fue objeto de más de-
sarrollo. Hasta ese momento, el Tribunal se había limitad
~ti~ch~zar el rec~so extraordinario, invocando la materia po~
la c~nsi~e:a~:eas::~~ · pero no . decía ~xac.tamente por qué se
gunos casos poste~o~e~~=í ~~~.r ex~licactón se intentó en al-
('I'rotzkista)" ~7s y "P t ' dD . Partid~ Obrero Revolucionario
qu e "e ll o es ast,. ar 1 o emocrata-Dlstrito San Juan" m d"
porque el mencionad , lJO
se otorga respecto de las d . . o recurso extraordinario
manentes del poder judici:~Islonesl p~opi~s. de los órganos per-
, en e eJercicio de sus funciones
370 v ·
an easc ~upra, § 2:.!.
Fallos, 189:155 (1941)
aH F ll .
373 .a os, 128:314 Y 148:215.
· Fallos, 208:125 (19 47 )
~ 74 Fallos , 208:127. ·
3 75 ''Iturr ·
as pe c/ Uruón Cívica Rad · al d
~~~ Fallus , 237 :386 (1957). lC el Pueblo", Fallos, 240:11 (1958).
Fallos, 238:283 (19 57 ).
Los ACTOS NO JUSTICIABLEs 229

específicas, en los términos del artículo 14 de la ley 48 y 62


de la ley 4055 (.. .) Que las cuestiones electorales referentes
al procedimiento previsto por las leyes en el orden nacional
o estadual para la constitución de los poderes políticos, como
momento que son de la organización de otros poderes, no son
propias del ejercicio regular de la función judicial, sino estric-
tamente políticas. Pueden debatirse, y en el orden nacional
efectivamente se han debatido, ante organismos nacionales y la
jurisprudencia de esta Corte les ha reconocido tal carácter aun
sometidas a decisión de tribunales judiciales inferiores" 378 • Es-
ta línea jurisprudencia} fue seguida con fidelidad y sin mayores
variantes en varios casos de la década de 1960. Tal, por ejem-
plo, "Partido Socialista-Comité Ejecutivo Nacional" m , donde se
dijo que los conflictos partidarios internos y los interpartidarios
son ajenos al conocimiento de la Corte, "cuando se trata de
cuestiones indisolublemente ligadas a la actividad política y
electoral, las que, por su naturaleza, resultan extrañas a las
esfera de acción jurisdiccional de aquella y reclaman su abs-
tención como poder" 380 . Igual criterio se advierte en "Partido
Unión Popular" ~ 8 \ en otro homónimo 382 , y también en "Unión
Cívica Radical Intransigente de la Pcia. de Bs. As." 383 . salvo
cuando se advirtió una manifiesta violación al derecho de de-
fensa en juicio. Como excepción dentro de este período se re-

:178 Fallos , 23R:287 .


n» Fallos , 248:61 (1960). El caso se había suscitado como consecuencia de
la división en dos fracciones del Partido Socialista. Ambas reclamaban el derecho
al uou del nombre original.
3HO En este fallo , Boffi Boggero anotó una de sus célebres disidencias con
el criterio de la Corte, dcjHndo a salvo su opinión en el sentido de qu e "una cosa
significo la política en sí misma y una otra es el derecho político que regula
jurídicamente la vida d., aquella; y una es, en consecuencia la política en materia
de elecciones y una muy diferente es el derecho electoral que regula. Que cuando
las transgresiones de los poderes políticos afecten la materia sometida a la com-
petencia jurisdiccional de esta Corte, se impone la sustanciación de las causas
respectivas para decididir en consecuencia, sin que esos poderes del Estado puedan
legítimamente alegar que se trata del ejercicio de facultades privativas" (Fallos,
248:61 , esp. p. 67).
~81 Fallos, 252:54 (1962).
aa2 "Partido Unión Popular", Fallos, 256:47 (1963). Aqul se debatía la ofi-
cialización de las listas de electores para presidente, vicepresidente y senadores
por la Capital, y se registra también una disidencia de Boffi Boggero, incrementada
y fortalecida con el reciente "Baker v. Carr", al que se le dedican varias consi-
deraciones.
aso Fallos , 257 :155 (1963).
CoNTROL DE coNsriTUCIONALIDAD
230
. tra "Unión Cívica Radical Bloquista" a84 , donde el derecho
gdls d f'ensa de una de las partes estaba seriamente afectado
e e · 'l85
por una grosera nulidad de la sentenc1a · ·

b) EL CASO ''BAKER v. CARR". - Fue en "Baker v._ Carr" 386


donde la Corte de los Estados Unidos modificó su~tru:c~al~?nte
el criterio imperante hasta ese entances sobre la n.o Judiciabthdad
de las cuestiones electorales. Ya he efectuado preVJ.a~cnte el an~­
lisis de este caso y allí me remita 3117 , pero dada su 1mportanc1a
y el interés que siempre ha de pertado en la Ar gentma . 388 , va1e
la pena transcribirlo parcialmente. Tomaré para ello algunos
párrafos de la traducción de MILLER, GELLl y CAYUS0 389 , que
pueden ser confrontados con el texto en inglés.
"Sostenemos que este cuestionamiento a una distribución
de distritos electorales no configura una cuestión política no
justiciable (. .. ) Por supuesta que el mero hecho de que el
pleito intente proteger un derecho político no implica una cues-
tión política. Semejante objeción es 'poco más que un juego
de palabras'. Por el contrario, se argumenta que los casos de
distribución , cualesquiera ean los términos de la demanda
no comprometen un derecho constitucional federal, excepto ei
que garantiza una forma republicana de gobierno, y que las
~e~andas basadas en esa cláusula presentan cuestiones po-
hticas que no son justiciables. Sostenemos que la presente de-
manda no descansa en la cláusula de garantía, ni la involucra,
184
' Fallos , 244:164 (195!l).
85
" Apelada una sentencia de · · .
de alzada fue tomada dw-ante la C P.nme;;: .u;stancta, la decisión del tribunal
de la Cámara, contraviniéndose ex r~:ta JU cta. por uno solo de los tres jueces
de orga~izaci ón de los tribunales ~ede~~:spostctones de las leyes 1893 y 13.998,
una dectstón en materia electoral revocó .el La Corte~ pe~e a que se trataba de
ducctón de uno nuevo ajustad j p:onunctannento y ordenó la pro-
a~G 369 U.S. 186 (1962) o a as normas Vtgentes.
387 \1 .
, véas e supra, § 22.
188
L . La sentencta ha sido objeto de v . .
1~;~ M.. 9Tres centenarios de la Corte Sup:= ~orr:,entanos; véase Bopp¡ BoooEno
. ' p . 6 , HoRVATH Pabl V e ustlcta , Ptzarro Buc A'. '
~u~ticiabilidad de la; cuest~¿:es ~~l, Jozfe R., El fallo "Bake; u. C~~~" ~~~
~ sus antecedentes.
0
a as, ' t. 114, p. 982, donde se anal · .
·189 MILLER J h I Za e 1
y d , onat an M . Gt:LLJ M rf A
po er político , As trea, Bue~~s Aire~ 1~8; t .,Iy C,wuso, Su~ana, Con.~titución
' • · , p s . 173 y siguientes.
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 231

y que, por lo tanto, su justiciabilidad no está impedida por


nuestras decisiones en casos que sí involucran esa cláusula 300
(. .. ) Pero como parece haber alguna duda sobre por qué esos
casos presentaron cuestiones políticas y específicamente acerca
de si este caso de distribución se asemeja a aquéllos, consi-
deramos necesario primero delinear los contornos de la doctrina
de la 'cuestión política'. Nuestro estudio revela que en los casos
basados en la cláusula de garantía y en aquéllos acerca de
'cuestiones políticas', es la relación entre la justicia y las ramas
de igual importancia del gobierno federal y no la relación de
la justicia federal con los Estados lo que da lugar a una 'cuestión
política' 39 1 (. . • ) Un modo natural de comenzar el análisis de
este asunto es advertir si hay en este csso alguna de las ca-
racterísticas comunes a la figura de 'cuestión política' que he-
mos identificado antes como típicas de esta clase de cuestiones.
Debemos afirmar que no encontramos ninguna. El tema aquí
es el de la compatibilidad entre un acto estadual y el texto
de la Constitución federal. No hay aquí ninguna atribución
conferida a un poder político gubernamental del mismo nivel
que esta Corte. Tampoco vemos que se ponga en tela de juicio
la posición del gobierno en el exterior o que se cree un grave
disturbio interno por el hecho de que esta Corte decida acerca
de la constitucionalidad de un acto del Estado de Tennessec.

~90 "Wc hold that this challenge to an apportionment pre ents no nonjus-
liciable 'political question' (. .. ) Of course, the mere fact that lhe suil seeks pro-
Lection of 11 political right does not mean it presents a political question. Such
an objection 'is little more than a play upon words'. RRther, it is argued that
apporlionment cases , whatevcr the actual wording of the complaint, can involve
nu federal consLitutional riglü except one resting on the guaranty of a republican
f'orm of govcrnment, and that complaints based on that clause have been held
to present política! que tions which are nonjusticiable. We hold that the claim
pleaded here neither rests upon nor implicates the Guaranty Clause, and thaL
its justiciability is therefore not foreclosed by our decisions of cases involving
that clause" (::!69 U.S. en p. 209).
391 "But beca use there appears to be some uncertainly as to why those cases
did present political questions, and specifically as to whether this apportionment
case is like those cases, we deem it necessary firsl to consider the contours of
the 'political queslion ' doctrine. 'l'hat review reveals that, in Lhe Guaranly Clause
cases and in the other 'política! question' cases, it is the relationship between
the judiciary and the coordinate branches of the Federal Government, and nol
the federa] judiciary's relationship to the Sta tes, which gives rise to the 'political
question" ' (369 U.S., p. 210).
232 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Tampoco necesitan los apelantes, para tener éxito en su de-


manda, pedir a la Corte que emprenda una política para la
cual faltan pautas judicialmente manejables. Los estándares
jurídicos provenientes de la cláusula de igual protección son
conocidos y dicha cláusula ha estado abierta a las Cortes desde
la sanción de la Decimocuarta Enmienda, para determinar, si
corresponde según los hechos en particular, si la discriminación
refleja alguna política determinada, o es, por el contrario, una
acción simplemente caprichosa y arbitraria. Este caso, en un
sentido, involucra la distribución del poder político dentro de
un Estado, y los apelantes podrían haber reclamado bajo la
cláusula de garantía. Por supuesto, como hemos visto, cual-
quier reclamo sustentado en esta cláusula sería inútil. Pero
el hecho de que un reclamo semejante no hubiera tenido éxito.
no significa que los apelantes no sean escuchados en su reclamo
a igual protección, a la cual de hecho tienden 392 (... ) Con-
cluimos que la n.egativa a la igual protección que se alega pre-
senta una :uesbón constitucional justiciable sobre la que los
apelante.s t1enen derecho a un juicio y a una sentencia. El
de~echo mv~cado cae dentro de la órbita de la protección judicial
baJo la Decimocuarta Enmienda"a9a.

terist::: :~ nhatur~ beg~nning is to note whether any of the common charac-


We find non e~ T we ave . een able to identify and label descriptively are presenl
Constitution . .J:ee hqucstwn here .Is the consistency of state action with the Federal
· ave no questwn deCided orto b d ·d d b . .
of governmcnt coequaJ with thi C N e ect e . Y a pohttcal brancb
government abroad or grave dists bourt. ohr do we risk embarrassment of our
• ur ance at ame if we t k · · "'
~s to the constitutionality of her action here chall d a e Issue Wit1I •ennessee
m arder to succeed in this action kt enge · Nor need the appellants
for which judicialty manageable' ::Snd:~;so:rt ~o en.ter u pon policy determina ti o~
the Equal Protection Clause are well d e ackmg. Jud 1 ~1 al standards under
open to courts since the enactment of th:v;loped and familiar, and it has been
~~ on tho particular facts they must that a o~rt~enth ~endment to determine,
Slmply arbitrary and capricious acti~n. Thisdiscummatwn reflects no policy, but
allocatwn of pohttcal power within a St case does, tn one sense, involve the
have added a claim under the G ate, ~nd the appellants rnight conceivably
~ny reliance on that clausc wou~arbaen~e~ ·1 la;~e . Of coursc, as we have seen
uaranty Clause could not have u 1 e. ut because any reliance on th~
~.'i ~~~-~~ ~eard on the equal prost~~~~:::~a.!:n d;~ ~ot f:llow that appellants
7
~93 " . e m act they tender" (269
We conclude that the co l . '
te.c tion presenta justiciable consti~~oam¡s allegation~ of a denial of equal pro-
aJe entttled to a tria! and d . . na cause of act 10 n u pon which
judicial protection under the e;.:surteion. Thhe right asserted is within th:p~~chlantsf
ent Amcndment" (269 u .. S 237). 0
LOS ACTOS NO JUSTI CIABLES 233

e) LA JURISPRUDENCIA POSTERIOR. - La doctrina de este


fallo cundió inmediatamente, generando una onda expansiva de
casos en los que la Corte declaró inconstitucionales aquellas le-
yes que pudieran ser violatorias de los derechos electorales. El
primero de ellos, luego de "Baker", fue "Gray v. Sanders" 394 ,
en el cual se declaró inconstitucional una ley de Georgia para
elecciones primarias, impugnada por mala distribución de los
distritos electorales. También en Georgia, al año siguiente, fue
declarada inconstitucional la ley de división distrital para el
Congreso, que acordaba a algunos candidatos el doble de re-
presentación que pa ra otros 995 • Lo mismo ocurrió en Alabama,
con el caso "Reynolds v. Sim" 396 • En este estado, la ley de dis-
tribución distrital no se modificaba desde 1901, pese a que
la Constitución local exigía su modificación cada diez años.
También en 1964 fue declarada inconstitucional una ley de
Colorado, viciada de igual forma 397 , corriendo igual suerte las
leyes de Maryland 398 , Virginia 399 y Delaware 4110 , en casos de-
cididos ese mismo día. También fueron declaradas inconsti-
tucionales una ley de Texas que prohibía votar a los militares
en actividad 40 ', y la ley de educación de New York que exigía,
para votar en elecciones escolares de distrito, ser propietario
o inquilino o ser padre o guardián de niños que asistieran a
las escuelas públicas 402 • En 1968 fue declarada inconstit ucional
una ley de Ohio, que exigía a los candidatos presidenciales
de los nuevos partidos, en las elecciones primarias, la presen -
tación de una petición firmada por el 15 % de electores cali-
ficados , tomado sobre la anterior elección para gobemador ~ . 40

Igual suerte corrió una disposición de California que exigía


el pago de un porcentaje del sueldo para la inscripción como

a~4 372 U.S. 368 (1963).


395 "Wesberry v. Sander R", 376 U.~ . 1 (1 964).
a96 :>.77 U.S. 533 (1964).
397 "Lucas v. Forty Fourth Gen Assembly", ?.77 U .S. 713 (1964).
:<Y8 "Maryhmd Comm. for Faire Rep. v. Tawes", 377 U.S. 656 (1964).
39~ "Davis v. Mann", 377 U. S . 678 (1964). Dos años más tarde también fue
declara da inconstitucional un a ley de Virgin ia que 'exigia el pago de un impuesto
de u $s 1,50 para votar, en "Harp er v. Virginia Board of Eleclions", 383 U .S. 663
(1966).
o~oo "Roman v. Sincock", 377 U.S. 69 5 (1964).
401 "Carrington v. Rash", 380 U.S. 89 (1965).
40~ "Kra mcr v. Union Free School District", 395 U.S. 89 (1969).
403 "William~ v. Rodhes", 393 U. S. 23 (1 968).
-- ..., ......... . . . -- ---·----- ----
candidato en una boleta electoral404' y tam?ién fue declar~da
inconstitucional la ley de lllinois que prohibía vo~ar en e ec-
.
c10nes pn' man'as de un partido • si una persona hab1a. votado
. , en
elecciones primarias de otro partido dentro de los ~emtltres me-
· ·~ Un nuevo caso de gerrymandenng planteado
ses ant enores . . "D ·
con legisladores republicanos de Ind1ana fue r~sue to en a~s
1
v. Bandemer" 406, bajo los postulados de "Baker . Estos .~on sol~
algunos de los numerosf~im~s casos en que, luego d~o7 Baker '
la Corte declaró inconstituciOnales leyes elector~les . .
También en la Argentina, poco a poco, empezo ~ advertirse
una t endencia hacia el control judicial en matena electoral.
Ya a comienzos de la década de 1960, el fallo recaído en "Partido
Obrero'" 08 , pese a que pretende enmarcarse en los cánones tra-
dicionales, anuncia esta tendencia que luego se haría constante,
lo que constituye una excepción dentro de la jurisprudencia del
Tribunal en ese período 409 • El Partido Obrero había demandado
el reconocimiento de su personería política, la que se le había
denegado , con base en el decreto ley 19.044/56, por propiciar
ideas contrarias al Estado democrático. Apelada la sentencia,
la Corte abundó en consideraciones de todo tipo para confir-
marla, pero en sustancia sostuvo que "cuando se trata de agru-
paciones políticas cuya actuación se traduce en peligro cierto
y real para la subsistencia del estado democrático, al legislador
410
le es permitido valerse también de medios prohlbitivos" • Asi-

404 "Lubin v. Panish", 415 U.S. 709 (1974).


405 "Kusper v. Pontikes", 414 U.S. 51 (1973).
4 06 478 u.s. 109 (1986) .
' 07 P~ra un _ e studio detallado de estos casos, me remito a L oCKHA!lT, W. B.;
~ISAPR, Y. CI!OPER,, J . H. , Y SHH'FRIN, S . H., Constitucional Rights and Liberties
est ub~slnng, MI.Illlesota, 1986, ps. 982 y siguientes . '
40 A Joallos, 253:133 (1962).
409 B._•en es sabido que, por entonces, la Corte practicaba la doctrina de la
~ut~rrestnCCión (self-rest raint) , predicada en el Tribunal de los Estados Unidos
e~ e com1en~os del s1glo por el juez Oliver W. Holmes y seguida luego entre
Ot1os , P,?r F ehx Frankfurter,_ disid ente junto con Harlan, precisamente , en :'Baker
v. Carr · En este caso, S I b1en la Corte no declaró inconstitucional ninguna le
p~es, por el contrano, apoyó las disposiciones del decr. ley 19 044/56 ·
hizo algunas "d · ·
b. y
, sm em argo
d . cons1 c~ac1ones que le hacían abandonar en buena medida la d t .·
e 1a cuestiones políticas en materia electoral oc !lOa
410 F ll
a os, 253:157 · Thdo el fall o es en sí. mismo un dictum, ya que si ex-
~~::~~e;::a 1:'e~C::~r :'¡c~e~;~:e:e~asu ~prudennficia tradic~onal, le bastaba in-
l d s· . or ano y co lrmar asl el pronunciamiento"
a pe a o. m . embargo, qu1so dar_un paso adelante y hacer pública su condena
a una detenrunada 1deologia política, pretendiendo t.al vez tomar debida distancia
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 235

mismo, dentro de esta jurisprudencia, por momentos errática,


la Corte, años más tarde , en la causa "Partido Socialista-Orden
Nacional" 411 , donde se discutía el uso del nombre "Partido Socia-
lista" por una división del mismo, entró a resolver el fondo
de la cuestión, sin invocar la doctrina de las cuestiones políticas,
tal como sí lo había hecho antes en la ya mencionada causa
suscitada por el mismo partido , resuelta en 1960. También, re-
ferida a una rama de esta misma agrupación política, el Partido
Socialista de los Trabajadores, la Corte, sin derogar· expresa-
mente su doctrina tradicional, entró al fondo de la cuestión
atinente al nombre del partido en un distrito provincial 412 •
La tendencia al abandono de la doctrina clásica se observa
también en "Partido Intransigente"m, sentencia donde , en con-
tra de lo resuelto en la instancia anterior, se permitió a dicha
agrupación partidaria oficializar listas de candidatos a legis-
ladores nacionales. Más profunda aún es la decisión recaída
en "Frente Justicialista de Liberaci6n" 414 , donde la Corte, en
definitiva, dirimió, lisa y llanamente, una elección provincial.
En efecto, luego de los comicios del 11 de marzo de 1973, se
planteó si la elección del gobernador de Santiago del Estero
y demás candidatos era legítima, ya que para nominar al can-
didato del Frente Justicialista de Liberación, el Tribunal Electo-
ral local prescindió de las disposiciones de la ley federal 19.905,
por considerarla inconstitucional. Era obvio que , al menos for-
malmente , se presentaba un caso federal típico, donde la de-
cisión era recurrible por vía extraordinaria ante la Corte Supre-
ma. Ésta lo entendió así y, pese a la naturaleza eminentemente
política de la decisión , entró al fondo de la decisión revocando
la sentencia del tribunal electoral local. Empleando un criterio
que hubiera deleitado a Boffi lloggero, sostuvo que "no cabe
concluir 'a priori' que una determinada cuestión queda sus-
traída a la esfera del Poder J·udicial por el simple hecho de
que involucre temas de índole 'política', de acu erdo con el signi-
ficado que en el lenguaje común se asigna al término,' cuando la
decisión adoptada suscita una controversia de naturaleza es-

de ·ella y evitar cua lqui er sos pecha que pudiera surgir de un pronunciamiento
indü·ecto.
m Fallos, 285:138 (1973).
41~ Fallos, 287:31 (1973).
m Fallos, 284:446 (1972).
414 Fallos. 285:410 (1973).
236 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

trictamente jurídica, que exige un pronunciamiento que le pon-


ga fin a través de la solución que en derecho corresponda" 41 " .
Es evidente que el considerando citado y la sentencia en
su conjunto son suficientes no sólo para producir un abandono
de las cuestiones políticas en materia electoral, sino para pro-
ducir incluso un abandono total de la doctrina, en cualquiera
de sus campos. El fundamento empleado es, precisamente, el
que han esgrimido los críticos más enérgicos de aquélla, tales
como BO FFI BOGGERO o BJDART CAMPOS 416 • A partir de este mo-
mento, puede decirse que la Corte ha seguido interviniendo,
en materia electoral, sin reparo alguno, a través de muy va-
riadas formas. Así lo hizo para decidir conflictos de compe-
tencia entre di versos tribunales electorales 417 , para reconocer
el derecho al uso de un nombre por un partido político 418 , para
dirimir un conflicto entre las siglas de dos partidos 419 , para con-
firmar el rechazo de un pedido de suspensión de elecciones
internas de un partido 420 , para interpretar el derecho público
provincial en materia de empleo de cocientes electorales 421 o
para declarar la constitucionalidad del monopolio dado por ley
a las partidos políticos en la nominación de los candidatos 422 •
También ha intervenido en cuestiones electorales en el marco
del conflicto correntino suscitado a fmes de 1991 423 .

§ 108. Cuestiones de ''política


administrativa"

del Este ~er~er grupo de casos congrega una serie de aspectos


maneJo mterno de la Administración en los que la Corte
6
"' Fallos , 21:!5:417.
416 Véase infra, § 115.
417
"J unta Electoral de la Pcia d . . " .
41M "Partido Uru" C . . . e Buenos AJres ' Fallos 305·926 (l 983)
on nst1ana De át' • .,. ' · ·
. 41 ~ "Unión del Centro Democráti:~~. lea , ral.los , 305:1262 (l98a).
la disputa entre la Unión Cn'st' D ' ~Llos, 306.2048 (1984). Se trataba de
mna emocrát1ca y¡ u · · d 1 e
por el empleo de Jag siglas "U C D " a DJon e entro Democrático
420 "Partido Demócrata Pro. . , . res;;elta en favor de la primera .
421 "Unión Cf . R di al greststa, Fallos, 307:1774 (1985)
VIca a e de la Pcia d B . " ·
::~ ~~tonio J . ~íos", Fallos , SlO :S ~ { ~;~~~Aires ·Fallos, 308:1745 0986).
1
. éase el caso Electores A d ·
CíVIca Radical y Democracia Cri~ti:: "er:,dolls de los Partidos Justicialista, Unión
a • ra os, 314 :1915 (1991).
Los ACTos NO JUSTICIABLES 237

ha declinado intervenir. Ellos son, entre otros: a) la expro-


piación; b) el régimen interno de las universidades; e) el ré-
gimen de la función pública; d) la calificación de la huelga;
e) el régimen tarifaría, y f) los conflictos interadministrativos.
Se advierte aquí, como criterio general, que la Corte se abstiene
de intervenir cuando enfrenta cuestiones vinculadas con una
determinada "política administrativa" no justiciable. Así como
detrae el control judicial ante casos en los que el planteo exige
revisar la política legislativa o económica del Congreso, también
lo hace cuando tiene ante sí una decisión propia de la Admi-
nistración que trasunta el ejercicio de alguna política admi-
nistrativa.

a) EXPROPIACIÓN. - Mencionar a la expropiación dentro


de las facultades de la Administración requiere una aclaración
inicial, pues la declaración de utilidad pública -como principio-
es una atribución legislativa. Sin embargo, es bien sabido que
en numerosas ocasiones la calificación legislativa es genérica;
esto es, abarca grandes zonas indeterminadas donde se hace
una reserva de inmuebles para obras o planes futuros 4 2 \ y
luego la autoridad administrativa determina cuáles son los in-
muebles que serán expropiados y cuáles no . Recordemos, inclu-
so, que ello trajo aparejado algunos planteas de inconstitucio-
nalidad de las leyes que disponían esta afectación genérica • t 5 •
Por ello me parece que, en la práctica, esta clase de decisiones
son más frecuentes en el campo de la Administración que del

4 24 Es lo que se denomina expropiación diferida , r egulada en el orden na-


cional por la Ley de Expropiaciones 21.499 , en el artículo 34.
4 25 Alegaban los propietarios que la expropiación era ilegítima pues la ca-
lificación del bien no había sido dispuesta por ley del Congreso sino por vía ad -
ministrativa. Si bien en un antiguo fallo la Corte exigió que para la ampliación
de una obra pública se obtuviese una nueva ley, "F.C. Buenos Aires al Pacífico
c:/La Inmobiliaria", Fallos, 82:284 (1899) , posteriormente admitió la constitucio-
nalidad de las leyes que declaraban en forma genérica lu utilidad pública y en-
comendaban a la autoridad admini~trativa la confección de los planos de la obra.
Esta doctrina fu e nplicada reiteradamente en materia de ferrocarriles en "Fe-
rrocarril del Oeste d Garbarini", Fallos , 105:80 (1906); "Ferrocarril Buenos Aires
al Pacífico dJoaquín del Río", Fallos , 119:5 (1914) ; "Ferrocarril Gran Oeste Ar-
gentino c!Vidal Hermanos", Fallos, 120:332 (1915); "Ferrocarriles del Estado dVi-
dal", Fallos, 150:54 (1928) y posteriormente, también , en obras viales , en "Di-
rección Nacion al de Vialidad c/Badaracco y Bottaro", Fallos, 183:88 (1939).
CONTROL DE CONS'l'l'I'UClONALIDAD
238
Congreso y en consecuencia -con las salvedades del caso- me-
recen ser consideradas en este punto. . .
- le' más arriba m que fue un caso de expropiaCión
Ya sena · ·, d 1
1 d. 0 origen a la doctrina de la autorrestncc10n e os
~ri:-~al:s federales ante causas no justiciables. En es.ta ma-
teria, la jurisprudencia de la con:e .ha sido constante y re~terada
a1 excluir del ámbito de lo justiciable las razo~es t~mdas en
cuenta por el Congreso para determinar la cahficac~ón ~e ~
bien como de utilidad pública a los efectos exprop1atonos .
Existen tan sólo dos excepciones. La primera de ellas 428 es el
conocido caso "Municipalidad de la Capital c/Elortondo" , al
cual puede considerarse hoy una pieza histórica que n~ cons-
tituye hoy un antecedente registrable m. La segunda, sm per-
juicio de algunas manifestaciones anteriores 430 , se hizo presente
con toda claridad en "Fisco Nacional c/Ferrario'"at . E l caso tuvo

426 Véase supra , § 86. b.


42i Cito como meros ejemplos "Nación Argentina c/Iu¡:e nio y Refinería San
Martín del Tabacal" , Fallos , 209:390, 401 (1917); "Corporación de Transportes
de la Ciudad de Buenos A;res", Fallos, 210:1153 (1948).
128 Fallos, 33:162 (1888) .
•z9 En este caso, si bien la Corte no derogó expresamente el prindpio general,
no es menos cierto que el mismo fue inlerpretado de una manera tan amplia
que bien valía su derogación. "La atribución deferida a aquel cuerpo (Congreso)
-decía la Corte- por el artículo 17 para calificar la utilidad pública y definir los
casos de expropiación por razón de ella, no puede entenderse ilimitada ni con
un alcance tal que lo autorice a disponer arbitrariamente de la propiedad de
una persona para darla a otra, ni a incorporarla tampoco , aun abonando el justo
valor que pueda ella Lener. al domiruo público, fu era de los caso~ y de la. formas
eslrictamente fijadas por la lP.tra de la Constitución o por los principios funda-
menlales sobre que ella r~posa " (ver ps. 185 a 186). EvidenLemente, el caso de
la Sra. de Elortondo era el contemplado en la egunda excepción anotada por la
Corte, pues RU propiedad había sido afectada al ensanche de la Avenida de Mayo.
En disidencia, el juez Zovalía decía que la revisión judicial de la calificación de
utilidad pública ·~s alterar el texto conslitucional y olvidar los principios más
elementales d~ la administración de justicia" (p. 201). Años después de este fallo,
la Corte Suprema todavía vacilaba en la aplicación del principio nacido en el
caso "Hue" o de la solución alcanzada en "Elortondo". Así, por ejemplo, en "Gibbs
c/Mendoza", Fallos , 93:219 (1901), se rechazó la acción de inconstitucionalidad
pl~n teada por el expropiado, pero el fundamenlo empleado fue que el terreno
obJeto de la expropiación estaba íntegramente abarcado por la obra pública lo que
no con?guraba un supuesto igual al examinado en el caso "Elortondo" (~. 224).
•ao En "'fucumán cfl!nión Cañeros Azucareros", Fallos , 204:310 (1946) , la
Corte an_ahz? la leg'ltimacJón de un decreto del inlerventor federal en Tucumán
que hab1a dispuesto la expropiación de un ingenio para establecer si contaba
con la debida autorización del gobierno nacional.
431 Fallos , 251:246 (1961).
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 239

lugar como consecuencia de un típico caso de despojo, donde


la autoridad pública, bajo la forma aparente de un juicio ex-
propiatorio, le quitó su propiedad a un particular para dársela
a otro m . La Corte, al confirmar la sentencia de la instancia
anterior, que había rechazado la acción expropiato;ia, dijo: "es
conveniente recordar que ninguna expropiación debe ser prac-
ticada, por claro imperativo constitucional (art. 17), si no res-
ponde a una causa de utilidad pública, calificada por ley. Y
cualquiera fuese la opinión sobre las facultades de los jueces
para t:xaminar si dicha causa concurre, maieria en que cada
uno de los infrascriptos se remite a opiniones vertidas con an-
terioridad, es indiscutible que esas facultades existen en causas
de gravedad o arbitrariedad extremas. Así acontece, verbigra-
cia, cuando resulta claro que el Estado so color de un ejercicio
del poder expropiatorio, lo que realmente hace es quitar a una
persona la cosa de la que es propietaria para dársela a otra,
en su exclusivo provecho patrimonial , como dádiva, es decir
sin beneficio público alguno" 433 •

b) RÉGIMEN INTERNO DE LA8 UNIVERSIDADES, - Jurídica-


m.ente, las universidades nacionales son entidades autárqui-
cas e integran la Administración Pública. Sin embargo, están
alcanzadas por el principio de la llamada autonomía univer-
sitaria 4 " \ que posee rango constitucional luego de la reforma

132 Jorge Ferrario, corredor de automovilismo, había logrado, junto con otros
colegas, introducir al país un automóvil de fabricación extr anjera en el año 1953.
P ese a que varios de ellos obtuvieron la documentación necesaria para legali-
zar dicha inlroducción -autorizada provisoriamente- a Ferrario no le fue otorga-
da. Por el contrario, el Poder Ejecutivo le promovió juicio de expropiación del
vehículo. Iniciada la dt~ruanda, fue Lomada pusesiúu iruuediaLa dt~ aqutH, d cual
además fue vendido a otro particular, por petición expresa del ayudante del Pre-
sidente de la Nación al Ministro de Comercio (consid 1", 22 y 32 , Fallos, 251:246,
en p. 25~).
<33 Fallos, 251:246, en. p. 254. El fallo lleva las flrmas de los jueces Villegas
Basavilbaso, Aráoz de Lamadrid, Boffi Boggero y Oyhanarte.
434 Véase, sobre este particular, CASSAGNE, Juan C., Acerca del sentido y
alcanr.P. de la antonomla universitaria, ED , t . 124, p. 870. Dice este autor, con
razón, invocando numerosos precedentes doctrinarios , que las universidades son,
legalmente, enLes autárquicos y que gozan de autonomfa no en el sentido propio
del término, sino como equivalente de su capacidad de autodeterminación aca-
démica {p. 872). Esta categoría ha sido reconocida Lambién por la Corle, al decir
que la Universidad de Buenos Aires es una persona de derecho público dotada
CoNTROL DE CONSTLTUCLONALIDAD
240
, b' erto de la injerencia
de 19944:1ij. Tal autonorma 1as pone a cu 1 . , 1d
d 1 d administrador en dos campos: el cientlfico y e e
e pbo. er . terno43G Aun así y con anterioridad a la reforma
su go 1erno 1fi · • · · · d 1
t'tucional de 1994, la Corte sostenía el prtnclpw e a ar
~~~~~a universitaria y para ello habí,a elaborad~, una reg a
repetida en numerosas ocasiones, segun la cual . las resol~-
.
cwnes · qu e d1' ctan las universidades en el orden mterno,
. . · dls-
· linario administrativo y docente no son, como prlnclplo, sus-
~:;ptibles 'de revisión judicial". Esta jurisprudencia parecería
haber nacido en el caso "Pedro Bergés" 1, en la cual la Cort~
43

desechó una demanda de nulidad promovida contra la


versidad de Buenos Aires por un profesor cuya cátedra habla
uu:-
sido suprimida. . .
Esta inmunidad de control judicial les ha perrrutldo a las
universidades adoptar decisiones tales como separación y sus-

de autarquía administrativa y económica financiera ("Morante c!UBA", Fallos ,


300:1138 -1978-). La Cámara en lo Contencioso Admi.llistrativo también h a dis-
tinguido oportunamente entr e la autonomía y la autarquía de las universidades
nacionales, ~eñ alando que éstas gozan de autonomía respecto de su s asuntos aca-
démicos, pero no asi en relación con Jos temas de carácter económico o financiero
pa ra los cuales están dotadas de autarquía; cfr. CNCont. Adm. Fed., Sala IV, "UBA
c/Jefe de Gabinete", 9/5/00, Causa n• 45.697/99 .
435 Artículo 75, inc. 19, párrafo 3. Esta norma además ha consagrado el
principio de la llamada gratuidad de la enseñanza universitaria, el que ha dado
motivo a diversos pronunciamientos que cito infra, § 126, d, 2.
4an Cabe recordar que antes d e la reforma constitucion al la Universidad
de Buenos Aires intentó despojarse de todo control que en el orden admirustrativo
pudiera ejercer sobre ella el Ministerio de Educación. A tal efecto fue dictada
una resolución disponiendo que sus decisiones no eran recurribles por vía de al-
zada, lo que motivó el dictado del decreto 1111/90, por medi o del cual el Poder
Ejecutivo restableció la vigencia de tal recurso. La cuestión generó una acción
judicial entablada por la UBA, que finalmente fu e zanjada por la Corte Suprema
a favor del Poder Ejeculivo, "Universidad de Buenos Aires c/Poder Ejecutivo Na-
cional'', Fallos , 314:570 (1991).
Véase: BLANCHI , Alberto B., El uiejo problema de la autonomta uniue•·sitaria
en un fallo de la Corte Suprema con balcones a la polémica (Un "holding" que
parece "obiter" y un "obiter" que parece «holding"), en "Rev. de Derecho Adminis-
trativo". n9 6, ps. 13l a 140, Depalma, Buenos Aires, l991. Luego de la reforma
constitucional fue sancionada la ley 24.521 de Educación Superior (130, 10/8/95),
cuyo art. 32 estab lece un recurso judicial directo contra las decis iones definitivas
de la UBA. Sobre el particular, puede verse SACRISTÁN, Estela B., Determinación
de la legitimación actiua del Ministerio de Cultura y Educación en el marco de
la Ley de Enseñanza Superior, LL , t. 1996-D, p. 89. Más adelante, § 126 , d, 2,
me ocuparé con más detalle de esta cuestión.
4~ 7 Fallus , 166:264 ( 1932).
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 241

pensión de profesores 438 , negativas a participar en concursos


440
universitarios ~ 39 o impugnaciones formuladas en los mismoS ,
ingreso de alumnos a una facultad o expulsión de los mismos 442 ,
441

designaciones de profesores efectuadas por concurso 443 , rendi-


ción de exámenes 444 , cesantías de directores o autoridades de es-
tablecimientos educacionales dependientes de las universidades 445 ,
forma en que se integran los jurados de los concursos 446 , etc.,
sin que el Poder Judicial se encuentre habilitado para revi-
sarlas, salvo supuestos de arbitrariedad 447 , o bien cuando no
se hayan respetado los derechos y garantías constitucionales
de los interesados 448 • La razón de esta abstención de control
ha sido explicada en alguno de estos precedentes, generalmente
muy parcos, diciéndose que "ni la designación de los profesores
universitarios, ni el régimen de selección de los mismos, aun
comprensivo de la exclusión de los impugnados por razón de
episodios que afecten la jerarquía y dignidad universitarias,
constituyen cuestiones reservadas a los jueces en el orden re-
gular de sus instituciones. Se trata de juicios sobre condiciones
a apreciar por los poderes a quienes tales designaciones in-
cumben, sin otra consecuencia que la prescindencia del can-
didato en cuestión para el nombramiento a efectuar" 449 •
Un caso digno de mención anterior a la reforma consti-
tucional de 1994 es "Orias c/Universidad Nacional de Río Cuar-
to" •M, donde el actor había logrado en sede de un tribunal
federal inferior la anulación de dos resoluciones que interrum-
pían el trámite de un concurso y la continuación del mismo .
La Corte mantuvo la nulidad de las resoluciones universitarias,

438 "Santiago Godoy", Fallos , 172:396 (1935); "Ramón de la Fuente", Fallos,


177 :169 (1937) ; "Ángel PelufTo", Fallos, 238:183 (1957); "Raúl Martínez Moreno",
Fallos , 252:241 (1962).
439 "Sa lva dor Dana Montaño", Fallos, 235:337 (1956).
440 "Germ á n Fernandez Guizzetti", Fallos, 244:380 (1959).

H I "Pedro Liporace", Fallos, 299 :185 (1977).


442 "Francisco Livi eri", Fallos , 247 :674 (1960).
44 3 "Domingo Sabaté", Fallos, 283 :189 (1972).
444 "Catalina Ana Romano", Fallos, 301:236 (1979).
44 5 "Rodolfo Barraco Aguirre", Fallos , 302:1503 (1980).
446 "Wenceslao Tejerina", Fallos, 307 :2106 (1985).
w "Ra úl Martínez Moreno", Fallos , 252:241 (1962).
44 8 "Juan Carlos Buonocore", Fallos, 288:44 (1974); "Miguel Ferrer Deheza",
Fallos , 295:726 (1976).
449 "S,lvador Duna Montaño", Fallos, 239:13 (1957).
460 Fallu~. 317:40 (1994).
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
242
. anto ordenaba la continuación e
pero revocó la sentencla l enr:~rma constitucional de 1994, la t1
del concurso. Lue_go de a ·t 1. n "Menvielle Sánchez rfUni- (

~~;!~d~~ rde:~t~~~~,~~~ ;:~: ~ee pretendía la nulidad de un


concurso docente 452 • • •
Evidentemente, no nos encontramos aquí con dec1s10nes
de naturaleza discrecional, como son las que, e~ general, _han
sido examinadas anteriormente. Por el contrariO, las umver-
sidades en esta materia toman decisiones ajustadas ~ reglas
de orden académico. Lo que impide el ejerci_cio ampho de la
revisión judicial en estos supuestos es, precisamente, la na-
turaleza técnico-científica de la cuestión. Por ello es que lo
único que un tribunal judicial puede revisar es la cuestión
jurídica del problema, que se presenta normalmente cuando
'1, la decisión es arbitraria y como tal ha violado alguna de las
(
garantías constitucionales del interesado; por ejemplo, su de-
recho de defensa.

e) RÉGIMEN DE LA FUNCIÓN PúBLICA. - El empleado pú-


blico goza de estabilidad, según el artículo 14 bis, de donde
se deduce que no podría perder su empleo sin una justa causa
debidamente comprobada. La Corte, sin embargo, ha interpre-
tado que dicha estabilidad no es absoluta, sino relativa 4 ~ 3 • Ello
habilita a la Administración para tomar decisiones de alcance
general -que trasunten una determinada política administra-
tiva- cuyo efecto sea la pérdida del empleo de los agentes al-
canzados por aquéllas. Así, puede decidirse la supresión de
un órgano o ente, su fusión con otro, la privatización de una
empresa estatal, etc. Todas estas medidas -que están previstas
genéricamente en el régimen legal de la función pública 454 -
conllevan por lo general una racionalización del personal, y

••• Fallos, 315:724 (1992).


452 Luego de la reforma de 1994 que dio rango constitucional a la autonomía
académica y científica de las universidades, se produjo un interesante debate,
que alcanzó los estrados judiciales, sobre los alcances de aquélla entre el gobierno
del presidente Menem y las universidades nacionales. Los casos que surgieron
de esta disputa están mencionados infra, § 126, d, 2.
453 "Aurelio Brasesco", Fallos, 266:159, 161:62 (1966). Puede ampliarse en
MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de derecho administratiuu , 4 • ed., Abt!ledo-Perrot,
Buenos Aires, 1994, t . lll-B, §§ 982-987, ps. 290 a 302.
454 Ley 25.164 (BO, 8/10/99), arts . 11 , 12 y 13.
243
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES

en la medida en que proceden de una determinada política,


no son judicialmente revisables c~mo ~ales. De tal sue:te, la
Corte tiene dicho en jurisprudencia re1ter~da que lo at~nente
a la política administrativa y a la ponderación ~e. las apt1~udes
personales de los agentes no es matena JUStlc~able. Cl~r~a­
mente como en toda cuestión no justiciable, ello t1ene un hmite
dado ~or la arbitrariedad en el proceder adm~nistr~tivo . De
modo que la abstención judicial cesa ante la ex1stenc1a de una
medida disciplinaria encubierta, una grave descalificación del
agente o el desvío de poder. Como digo , la Corte ha elaborado
un vasto cuerpo de jurisprudencia sobre el particular; no obs-
tante , es necesario advertir que la mayoría de estos fallos se
han originado en medidas de racionalización del personal ad-
ministrativo adoptadas durante gobiernos de facto , que hicieron
extenso uso de la llamada " prescindibilidad" ~5 • 4

También en materia de ascensos del personal militar o


policial, la Corte ha establecido que no son revisables judi-
cialmente la¡s decisiones de las juntas de calificaciones. Una
antigua jurisprudencia sostenía que las decisiones de los Tri-
bunales de Honor militares eran insusceptibles de recurso ex-
traordinario, pues ello obligaba a la Corte a interpretar leyes
y reglamentos militares, invadiendo la compet encia constitu-
cional del Presidente como Comandante en J efe de las Fuerzas
Armadas (art. 99 , inc. 12, ex 86 , inc. 15). Así fue establecido
en "Francisco Fasola Castaño" 456 , doctrina luego r eiterada en
"Ubaldo Estrada" 457 • Esta jurisprudencia luego ha sido invo-
cada en tiempos más recientes, para determinar la irrevisabi-
lidad en sede judicial de lo decidido en materia de promociones
y ascensos por los órganos militares "por est ar (estas decisiones)

4M La jw ·is prudencia indicada aparece por ejemplo en: "González c/Nación


Argentina", Fallos, 299:93 (1977); "Dachary c/Nación Argentina", 300:509 (197R);
"O rife c/U ni versidad Nacional de La Plata", 30 1:215 (1979); "Leloutre c/Nación
Argentin a'' , J 01 :484 (197 9 ); "Eisenschlas c/ENTel", 301:807 (1979); "Beatriz A.
~ucli ", Fallos, 301 :524 (197 9 ); "Fernández c/Empresa Ferrocarriles Argen tinos",
/<allo s, 302:192 (1980); "Alessandro c/Caja de Subsidios Familiare para el P er-
sonal de la lndustiia", Fallos, 302:68:3 (1980); "Martinet c/Banco Hi potecario Na-
cional", Fallos, :303:502 (1981); "Sánchez c/Universidad de Buenos Air es", Fallos,
303: 1060 (198 1); "Abramovich c/Univer sidad de Buenos Aires", Fallos , 303 :1880
(1981); "Ávalos c/Nación Argentina", Fallos, 304:805 (1982); "Coronel elLa P ampa" ,
Fallos, 304:1443 (1 982); "Vilche c/Nación Argentina", Fallos , 304:1891 (191:!2).
4/\6 F'allos, 175:166 ( 19a6l.
457 Fallos, 186:344 (1940).
244 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

reservadas a otras autoridades en ejercicio de atribuciones pri-


vativas"458, jurisprudencia que se ha repetido luego de la reins-
talación de las autoridades democráticas en 1983 159, aun cuando
el control debe ejercerse ante casos de manifiesta o grosera
irrazonabilidad 460 •

d) HUELGA. - La Corte también ha detraído su conoci-


miento cuando se trata de revisar la calificación de la huelga
efectuada por las autoridades administrativas competentes. La
doctrina remonta al caso "David Hogg & Cía. S.A." 46 \ suscitado
como consecuencia de un conflicto laboral en el City Hotel,
en el cual se sostuvo que "es manifiesto que las cuestiones
referentes a la solución de un conflicto colectivo de trabajo,
adoptadas por la autoridad administrativa, no constituyen cues-
tiones judiciales. No ha sido ni es función propia de los jueces
ordinarios la solución de tal tipo de problemas" 462 • Este criterio
fue reiterado en varios casos posteriores. Así, en "Sindicato
de Obreros y Empleados Vitivinícolas c/Corces y Cía." 463 , rei-
terando lo expresado en causas anteriores 464 , se dijo que no
incumbe a los jueces, en el ejercicio regular de sus atribuciones,
conocer en materia de huelgas para encauzar el curso de su
desarrollo. Las medidas que en tales supuestos y en el campo
de la regulación del orden laboral pueda tomar la Adminis-
tración no son susceptibles de apelación directa ante la Corte,
sin perjuicio de lo que pueda ser objeto de pronunciamiento

458 "León Lifchif', Fallos, 250:393 (196ll; "Agustín Cattaneo", Fallos, 261:12
(1965); "Lestanguet c/Nación Argentina", Fallos, 302 :1584 (1980).
409 "Gabetta c/Nación Argentina", Fallos , 312:156 (1989). Véase BIA NCH I , Al-
berto B., El control judicial sobre la llamada zona interna de la Administración,
LL, t. 1989-C, p. 481.
4 60 Así lo puntualiza en "Gabetta" el dictamen de In Procuración General
(Fallos, 312:169).
461 Fallos , 242:353 (1958).
4 62 Sin embargo, la Corte hizo una salvedad a puntando que, por vía de una

decisión administrativa, no se puede reabrir una ca usa fenecida con autoridad


de cosa juzgada , ni tampoco sustituir al juez de la causa por el árbitro del conflicto
colectivo, pues con ello se detraen de la administración de justicia casos judiciales
concretos y propios de ella (Fallos , 242:363).
463 Fallos, 251:526 (1961).
4 6 4 "F d .. Ob reros y E mpleados Vitivinícolas y Afines c/Bodegas y Viñe-
. e ~racron
1~;6~).zu S.A. , Fallos, 250:544 (1961}; "Beneduce c/Casa Auguste", Fallos, 251 :472
Los ACTOS NO J USTI CIABLES 245

en juicio contencioso adecuado posterior. De todos modos esta


abstención no ha sido absoluta, ya que luego, en "Rodríguez
de Bouza c/Cía. de Seguros La Comercial e Industrial de Ave-
llaneda" 465, se afirmó que "serias razones de seguridad jurídica,
obligan a limitar la revisión judicial de la declaración admi-
nistrativa a los supuestos en que su falta de fundamentos o
su arbitrariedad sea manifiesta porque es inexcusable que la
gestión que incumbe a la administración, irrevisable en lo con-
cerniente al encauzamiento de los conflictos colectivos, tenga
un mínimo de eficacia permanente" 466 •
Sintetizando la jurisprudencia arriba citada, la Corte se
ha abstenido de revisar una determinación administrativa so-
bre la huelga en aquellos casos en que se le requería una de-
cisión colectiva, a efectos de encauzar el curso del desarrollo
del conflicto. Sin embargo, este principio reconoce algunas ex-
cepciones: a) cuando la decisión administrativa sustraiga de
los jueces naturales de la causa un conflicto individual, b) cuan-
do la decisión administrativa se produzca sin fundamento al-
guno y con manifiesta arbitrariedad, y e) cuando se suscite
lisa y llanamente un conflicto laboral individual susceptible
de ser resuelto por las vías judiciales ordinarias 46 7 .

e) FIJACIÓN DE TARIFAS. - Se ha establecido también que


la fijación o aprobación de una tarifa por la prestación de un
serv1c10 público no es materia revisable por los jueces. Así lo
ha. dicho la Corte en "Entre Ríos c/Secretaría de Energía" 4 6S,
deJando a salvo que puede revisarse el procedimiento seguido
Y las bases normativas que deben ser tenidas en cuenta 469.
46
~ Fallos, 255:29 (1963).
466
En igu a l scnt1'd "B d c/C
"Aro d F . o: c?-e uce asa Aug us te", Fallos , 251:472, 485 (1961) ·
(1 96 ~)a e ernandez c/Carrucerfas Estancias Galli S.R.L.", Fallos, 25 4 : ,
51 5
5
467
Véase: "Asociación de y · · t d e .
Fallos, 257:1."l6 (19 63 ¡, !ajan es e omercw c/Brornberg y Cía. S.A.",
::: Fallos , 323:1825, 1837 (2000).
En este caso se trataba de u
fn;;c Rfos Y e l Ente l'rovincinl Regula~ ;~paro Epromovido por la provincia d e
a ccrctada de Encrgf d 1 o e a nergía contr a 1 6
reconociera a las em a e a Nación y cualquier cü . . a re~ . l/92 de
Me rcad o Eléctrico M~resas de los Paises interconectad~POsJc~n concordante que
ta l reconocimiento s~ Yhr bta. Las actoras sostenían s car cter de agentes del
• a fa Producido un aumento e~ur co~o consecuencia d e
a tanfa de en e r,;ña .
Los AC'l'OS NO JUS'l'H":TARJ.F.s 245

en juicio contencioso adecuado posterior. De todos modos esta


abstención no ha sido absoluta, ya que luego, en "Rodríguez
de llouza c/Cía. de Seguros La Comercial e Industrial de Ave-
llaneda" •~\ se afirmó que "serias razones de seguridad jurídica,
obligan a limitar la revisión judicial de la declaración admi-
nistrativa a los supuestos en que su falta de fundamentos o
su arbitrariedad sea manifiesta porque es inexcusable que la
gestión que incumbe a la administración, irrevisable en lo con-
cerniente al encauzamiento de los conflictos colectivos, tenga
un mínimo de eficacia permanente" 466 .
Sintetizando la jurisprudencia arriba citada, la Corte se
ha abstenido de revisar una determinación administrativa so-
bre la huelga en aquellos casos en que se le requería una de-
cisión colectiva, a efectos de encauzar el curso del desarrollo
del conflicto. Sin embargo, este principio reconoce algunas ex-
cepciones: a) cuando la decisión administ.rat.iva sust.raiga de
los jueces naturales de la causa un conflicto individual, b) cuan-
do la decisión administrativa se produzca sin fundamento al-
guno y con manifiesta arbitrariedad, y e) cuando se suscite
lisa y llanamente un conflicto laboral individual susceptible
de ser resuelto por las vías judiciales ordinarias 46 7 •

e) FIJACIÓN DE TARIFAS. - Se ha establecido también que


la fijación o aprobación de una tarifa por la prestación de un
servicio público no es materia revisable por los jueces. Así lo
ha dicho la Corte en "Entre Ríos c/Secretaría de Energía" 468 ,
dejando a salvo que puede revisarse el procedimiento seguido
y las bases normativas que deben ser tenidas en cuenta 469 ,

46& Fullus, 255:29 (1963).


4 66 En igual sentido: "Beneduce c/Casa Auguste", Fallos . 251 ;472, 485 (1961);
"Amoza de Fernández c/Carnicerías Estancias Galli S.R.L.", Fallos , 254:51, 55
(1962).
467 Véase; "Asociación de Viajantes de Comercio c/Bromberg y Cía. S.A.",
Fallos , 257:136 (1963).
468 Fallos, 323 :1825, 1837 (2000).
46
U En este caso se trataba de un amparo promovido por la provincia de
Entre Ríos y el Ente Provincial Regulador de la Energía contra la res . 61/92 de
la Secretaría de Energía de la Nación y <:ualquier disposición concordante que
reconociera a las empresas de los paises interconectados carácter de agentes del
Mercado Eléctrico Mayorista. Las actoras sostenían que, como consecuencia de
tul reconocimiento, se había producido un aumento en la t.arífa de energía.
CoNTROL DE coNsri TUCIONAL! DAD
246
'IVOS _ Tampoco son de
f) CONFLICTOS INTERADMINISTRA'I ' . .
incumbencia del Poder Judicial los lla_m ados conflictos mte-
radministrativos, esto es, los que se susc1tan entre dos P~.~~onas
públicas. Así lo dispone en primer ~ugar la ley 19.983 , qu~
atribuye competencia en esta matena -:-cuando se trata de re
clamaciones pecuniarias- a la Procuración del Tesoro de la N:-
ción 0 al Poder Ejecutivo, según el monto de que se trate (art. 1-)
y ello está confirmado por la jurisprudencia de la Cámara _en
lo Contencioso Administrativo Federal, al rechazar una acción
d e la Universidad de Buenos Aires contra la J efatura de Ga-
binete 471 . También lo ha sostenido el mismo Tribunal con re-
lación a un conflicto de competencia suscitado entre la Admi-
nistración General de Puertos y el Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires •"' .

§ 109. Decisiones administrativas


de los tribunales

Un punto controvertido es la justiciabilidad de la actividad


administrativa de los tribunales. Bien es sabido que ésta puede
traducirse en resoluciones de carácter general (acordadas) que
son verdaderos reglamentos administrativos, a través de los
cuales la Corte ha llegado a ejercer incluso control de cons-
titucionalidad '"', o en actos de carácter individual. Sobre el
particular existe, en primer lugar, una corriente jurisprudencia}
de la Corte según la cual las resoluciones de los tribunales
nacionales o provinciales respecto de sus agentes no constituyen
materia justiciable a los efectos del recurso extraordinario 414 •
Dentro de este mismo espíritu se ha decidido que es inadmisible
la acción de amparo promovida ante un tribunal federal de
470
BO, 5/ 12/7 2.
4 71
CNCont. A d.rn F d S 1 N " .
9/5/00, LL , t. 200 1-B, ~- 4;3~· a a ' UBA c/J efe de Gabmetc de Ministros",
m CNCont Adm F d S ¡ .
A 368 V . . . e ., a a I, "Telemetnx S.A. c/AGP" 30/5/00 LL t 2001-
, p. · er especialmente el consid N ' ' ' ·
473 Véase supr a, § 31. · ·
4 74
Así lo estableció la Corte · . .
ten egro c!Tucumá n" F ll 299· en vanos pronuoc¡am¡entos tales como "Mon·
(1980): "Ca rlos S G affios, " F.l 3l8 (1977); "Abraham Casbal'i cn", Fallos 302:856
· ra gna , a los, 303: 1673 (1981). '
Los ACTOS NO JUSTICIABLES
247

rimera instancia por funcionarios de la Corte Suprema so-


~etidos a sumario administrativo•7ó. No obstante ello, la C_orte
luego morigeró este criterio, señalando que la regla de la Irre-
visabj lidad no puede tener carácter absoluto cuando se encuen-
tra controvertido de modo manifiesto el derecho de defensa
en juicio del afectado por la medida 476 . La ?ámara en ~o. Con-
tencioso Administrativo, por su lado, tamb1en ha admitido_ la
revisión judicial 417 • La doctrina nacional se ha ocupa~o reite-
radamente de la cuestión 478 , y por mi parte he adhendo a la
tesis de la justiciabilidad 419 .

§ 110. Decisiones internas de la Iglesia


Católica

Por último, también ha resuelto la Corte que no son justi-


ciables las decisiones internas adoptadas por la Iglesia Católica.
Bien es sabido que la Iglesia Católica posee en nuestro ordena-
miento una posición jurídica singular. Ello se manifiesta a tra-
vés de su enclave constitucional ante el Estado nacional 4ij 0 , y

475 "Carlos Eduardo Guardia", Fallos, 307 :1779 (1985). Una crónica de es-
te caso difícil relatada por una de sus protagoni stas puede verse en CoRBA-
CHO DE ABELSON , Susana, La Corte Suprema de Justicia , Docencia, Buenos Aires,
1994.
476 "Rodríguez Varela c/Corte Suprema de Justicia de la Nación", Fallos ,
315 :2990, 2994 (1992). En el caso se trataba de un secretario letrado de la Corte
dejado cesante sin sumario previo.
4 7
7 CNCont. Adm. Fed. , Sala III, "Nicali c/Corte Suprema de Justicia de la
Nación", 1117/00, causa n 9 11.654100; Sala IV, "Siracusa c/Corte Suprema de Jus-
tici a de la Nación", 3115/00, Causa n 9 26.561198.
478
GREC<":o, Carlos M., Impugnación judicial contra actos administrativos
del Poder Judicial, LL , l. 1984-D, p. 141; H UTCHINSON, Tomás, La función admi-
nistrativa del Poder Judicial y su revisión jurisdiccional , ED, t. 84, p . 483.
47
~ BIANC: H!, Alberto B ., Justiciabilidad de las acordadas de la Corte Suprema
de Justicia, ED , t . 119 , p . 181.
480
Si bien la reforma constitucional de 1994 eliminó el requisito de per-
tenecer a la comunión católica apostólica y romana para ser Presidente o Vice-
presidente de _la Nación, que establecía el antiguo art. 76 (actualme nte 89), y
elnrunólas antiguas di sposiciones constitucionles sobre el Patronato, para adaptar
el t~xt_o a lo que su_rge del Con~ordato de 1966 con la Santa Sede, la Igles ia
Catolica posee todav¡a un tratallllento diferenciado r especto de las otras iglesias
Y religiOnes ante la Constitución Nacional, lo que se advi erte en Jos arts 2~ y
75, me. 22. · •
CoNTROL DE coNS'l'ITUCIONALIDAD
248
. , l le 'slación civil en la medida en que
se re~eJ.a ademas en a tatgJ.al de carácter público expresamente
es la un1ca persona no es
reconocida como tal (art. 33, Cód. Civil). ~llo le asegura,. por
ejemplo, una especial protección de sus blenes ante medldas
481
de ejecución patrimonial • • • , . d
¿Qué ocurre entonces cuando una_ dec1s1on mtern~ , e 1a
Iglesia Católica es judicialmente cuest10nada? La cuest10n !~~
analizada en "Rybar c/García y O?isJ>a~o d_e Mar del ~lata , ,
donde un sacerdote sancionado d1sc1plinar1amente baJO el ?o-
digo de Derecho Canónico impugnó judicialmente la s~nctón
impuesta. La Corte, por mayoría 483 , sostuvo que no co?sti~uyen
cuestión justiciable que habilite el recurso extraordmano las
sanciones impuestas por la Iglesia Católica en el ámbito de
su competencia.

§ 111. En busca de una teoría

Has ta ahora me he limitado a describir, siguiendo algún


orden explicativo, los diferentes casos o grupos de casos en
los cuales aparece la abstención a revisar judicialmente alguna
decisión tomada por el Congreso o el Presidente. Me pregunto
entonces si es posible , a partir de estos antecedentes juris-
prudenciales , extraer de ellos una teoría, o por lo menos una
clasificación, que permita el estudio discretamente metodológico
de la cuestión. La tarea no es fácil , pues hasta ahora sólo
se ha logrado consenso doctrinario para reconocer que la cues-
tión es confusa. Comenzaré entonces exponiendo los diferentes
criterios y clasificaciones que se han esbozado hasta el mo-
mento, y fmalmente intentaré efectuar mi aporte personal.

48
~ En "Lastr a d Obispado de Venado Tuerto", Fallos, 314: 1324 (1991), la
~orte dispuso que la sede de un obispado es inembargable, imprescriptible e ina-
lie nable Y que "toda interferencia jurisdiccional sobre su disponibilida d sólo pue-
de decretarse o reconocerse en la República de conforrrudad con el ordena miento
canónico en virtud de sus disposiciones aplicables a las que reenvía el derecho
argentino" (p. 1326).
482 Fallos, 315:1294 (1992) .
483
. Votaron ~n forma separada, pero concordante , los j ueces Na zareno , Be-
Uu cJo Y Pctracclu por u n lado y Barra y Boggiano por el otro. Los rest a ntes
Jueces (Levene, Moli né O'Connor y Fayt) votaron por el rechazo discreciona l del
recurso, con fundamento en el art. 280 del Código P roce~a l.
Los ACTos No JUSTICIABLES 249

§ 112. Las seis categorías del juez Brennan


y su influencia en la doctrina
norteamericana

Comenzaré por las seis categorías de cuestiones políticas


descriptas por el juez Brennan en su voto en "Baker v. Carr" 484 ,
ya que constituye uno de los hitos más importantes en la ju-
risprudencia norteamericana 485 • Según expresaba Brennan, en
la superficie de cualquier caso donde se sostenga que existe
una cuestión política se hallan, visiblemente 486 : 1) una asig-
nación constitucional del asunto -textualmente acreditable- a
un departamento político coordinado m, o 2) una ausencia de
estándares judicialmente verificables y manejables para resol-
verlo468, o 3) la imposibilidad de decidirlo sin la determinación
inicial de una política de naturaleza claramente discrecional
y no judicial 489 , o 4) la imposibilidad de que un tribunal resuelva
en forma independiente, sin incurrir en una falta de respeto
hacia las ramas coordinadas del gobierno 490 , o 5) una necesidad
inusual de adherir sin reservas a una decisión política ya to-
mada 49\ o 6) una eventual confusión frente a múltiples pro-
nunciamientos de los diversos departamentos sobre una misma
cuestión ~.49

484 369 u.s. 217.


485 La Corte Suprema las repitió treinta anos después de "Baker" en "Nixon
v. United S tates", 506 U.S. 224 ( 1993), y Laurence TRIBE señala que continúan sien-
do el estándar que gobierna esta cuestión (American Constitutional Law, cit.,
p. :36n).
<86 "Prominent on the su rface of any case held to in vol ve a political question
is found".
487 "A tcxtually demonstrable constitutional commitment of the issue to a
coordinate polibcal department".
4H8 "A lack of jud.icially discoverable and manageable standards for resol-

~W . . .
489 "The impossibility of decid.ing without an inítíal policy determmabon
of a kind clcarly for non judicial discretion". .
490 "Or the ímpossibility of a court's undertaking independent resolut10n
without expressing lack of the respect due coordinate branches of governme~t".
491 "An unusual need for unquestioníng adherence to a pohttcal dects1on
already made". . .
492 "The potcntiality of embarrassment from multifanous pronouncements
by vat;ous departments on one question".
250 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

§ 113. Los tres criterios sobre el papel


del Poder Judicial ante los poderes
políticos. Relación con las seis
categorías anteriores

Según señala Laurence TRrnE•s-J, pueden identificarse tres


teorías -o criterios- sobre el rol de los tribunales en relación
con los poderes polfticos. Ellos son: el criterio clásico, el pru-
dencial y el funcional.

a) CRITERIO CLÁSICO. - El primero de ellos aparece di-


rectamente en "Marbury v. Madison", donde dice "De acuerdo
con la Constitución de los Estados Unidos, el Presidente está
investido de ciertos e importantes poderes, en cuyo ejercicio
debe usar su propia discreción y es responsable sólo ante su
país en su carácter político y ante su propia conciencia . Para
auxiliado en el ejercicio de estas atribuciones está autorizado
a designar ciertos funcionarios, que actúan según su autoridad
y de conformidad con sus órdenes. En estos casos, los actos
de estos funcionarios son los del Presidente y cualquiera sea
la opinión que se tenga sobre la forma en que la discrecionalidad
sea ejercida, ella existe y puede existir, si.n poder que la con-
trole. Los sujetos son políticos. Ellos respetan la Nación, no
los derechos individuales y teniendo la confianza del Ejecutivo,
la decisión de éste es final (. .. ) Los actos de tal funcionario
nunca pueden ser examinados por un tribunal (. .. ) La con-
clusión de este razonamiento es que donde las cabezas de los
departamentos ejecutivos (ministerios] son los agentes de con-
fianza del presidente para ejecutar sus órdenes o mejor dicho
para actuar en aquellos casos en que el Presidente tiene fa-
cultades discrecionales dadas por la Constitución o por la ley,
nada puede ser más perfectamente claro que sus actos son
examinables sólo políticamente" 494 •

4R~ American Constitutiunal Law , ob. cit., p. 366.


494 "By the Constitution of the United Sta tes , the Pre~idenL is invested with
certaitl important political powcrs, in the exercisc of which he is to use his own
discretion, and is accountable only to his country in his political charactcr ond
Los ACTOS NO JUSTIClA.BLES 251

El fundamento de las cuestiones políticas según este primer


criterio, que también aparece en "Baker v. Carr" 49 \ es senci -
llamente la separación de poderes, y la necesidad de evitar que
el Poder Judicial se ocupe de asuntos que no son de su coro-
LO::i A\..il'U:> NU oJU<:).llV&.rU>.LJL~

El fundamento de las cuestiones políticas según este primer


495
criterio, que también aparece en "Baker v. Carr" , e_s senci-
llamente la separación de poderes, y la necesidad de eVItar que
el Poder Judicial se ocupe de asuntos que no son de su com-
petencia 496. La autorrestricción judicial tiene como finalidad
preservar la integridad de la competencia de los poderes po-
líticos. Este es el criterio que aparece en los fallos fundadores
de las cuestiones políticas en la Corte Suprema argentina 4 ~ 7 , al
menos en lo literal de los fundamentos dados 498 ; ha estado pre-
sente en algunos de nuestros autores 499 y también ha recibido

to his own conscience. To aid him in the performance of these duties, he is aut-
hori zed to appoint certain officers, who act by his authority and in conformity
with his ordcrs. In such cases, lheir acts are his acts; and whatever opinion
may be enLe rLained of the manner in which executive discretion may be used,
still there exists , and can exist, no power to control that discretion. The sub.iects
are política!. 'l'hey respect the nation , not individual rights , and, being entrusted
to thc Executive, the dedsion of the Executive is conclusive (. .. ) The acts of
such an officer, as an officer, can never be examinable by the Courts (. .. ) The
conclusion fi·om this reasoning is that, where the heads of departments are the
political or conftdential agents of the Executive, merely to execute the will of
the President, or rather to act in cases in which the Executive possesses a cons-
tituti onal or legal discretion, nothing can be more perfectly clear than that their
acts are only politically examinable" (5 U .S. en ps. 165:166).
195 Según expresa el voto del juez Brennan: "La no judiciabilidad de una
cuesüón política e~ primariamente una función de la ~epa r·ación de poderes" (369
U.S . 186, 210 - 1962-).
496 Este criter·io está representado en la primera de las categorías enunciadas
en "Baker v. Uarr" por el juez Brennan: una asignación constitucional del asunt.o
- textualmente acreditable- a un departamento político coordinado (conf. TRIRE,
Laurence, American Constitutional Law, cit. p. 366, nº 6).
497 Decía la Corte en "Cullen c/Llerena": "Es una regla elemental de nuestro
derecho público, que cada uno de los altos poderes que forman el gobierno de
la Nación, aplica e interpreta la Constitución por sí mismo cuando ejercita fa-
cultades que ella les confiere respectivamente" (Fallos, 53:420, 434 -1883-). Asi-
mi smo, en "Orfila" señaló: "Esta Corte como lo ha declarado en fallos anteriores ,
no se encuentra pues autorizada para examinar los hechos que han conducido
a la decisión contenida en la ley, porque saldría de la órbita que le está delimitada
por la Carta Fundamental e invadiría el campo propio de los otros poderes del
Estado", Fallos , 154:192, 200 (1929).
498 Aun cuando creo que , como bien lo señalan los autores que ciLo más

abajo en las notas siguientes, las intenciones no expresadas han sido muy otras,
respondiendo generalmente a un criterio de autopreservación frente al eventual
y real avance de los poderes políticos.
499 LrNAJlES QuLNTANA sostiene que la doctrina de las cuestiones politicas es
una consecuencia lógica de la aplicación del principio de la división de los poderes
(Tratado ... , 2~ ed. , cit. , t . TTI, § 2257 , p . 433). César Enrique ROMERO opinaba
asimismo que los problemas de tipo político son ajenos al poder judicial; ellos
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
252
críticas 5oo. Se trata de facultades que proceden de la raíz c~ns­
titucional de los poderes políticos 501 • En los Estados 03Umdos
lo expusieron en su momento WESTON 502 y WECHSLER¡; , pero
los constitucionalistas más modernos lo critican . De acuerdo
con CHEMERINSKY 504 , nos encontramos aquí con una definición
muy estrecha de lo que es una cuestión política, en contraste
con otras definiciones actuales, aun cuando las mismas siguen
invocando "Marbury v. Madison" y supone un análisis mera-
mente lineal de la Constitución y de las competencias que ella
reparte. De tal suerte, hay cuestiones que caen dentro de la
jurisdicción de los tribunales y hay otras que están fuera de
ella. Se trata de un criterio de interpretación absolutamente
objetivo. También ha recibido la crítica de Louis HENKlN, para
quien no existen porciones de la Constitución respecto de las
cuales los jueces deben ser ciegos 505 •

b) CRITERIO PRUDENCIAL. - El segundo criterio, mencio-


nado por Alcxander BICKEL cuando se refiere a lo que él llama
las "virtudes pasivas" de la Corte 506 , parte de la idea de que
los jueces poseen facultades para autoinhibirse de declarar la
inconstitucionalidad de una ley, cuando ello pudiera compro-
meter su propia independencia. Estamos, evidentemente ante
un criterio casi inverso al anterior, donde el análisis ~o es
objeti~o , sino que responde en todo caso a la prudencia en el
maneJo de los poderes jurisdiccionales. La Corte, aun sabiendo
que puede declarar la inconstitucionalidad de una norma, se

pertenecen a las ramas legis~tiv~ y ejecutiva dentro del sistema ar·gentino


norte~encan? <J?erecho con.st•tuc¡onal , cit., t. I, p. 334). y
BIDAR r CAMros, Germán J., El derecho constitucional del poder Ediar
B uenos A1res, 19 67, t. Il, p . 388. ' '
d 1 501 d M~ pa:ece que ~on ejemplos típicos de este primer criterio la declaración
s~p::.~§o ~ :.~~o , g la mtervención federa l a una provincia. Véa se estos casos
90 14
~ 02 W &.<>TON, Melville F., Political Questians "Harvard Law Rcvi " 1 3a
p. 296 ( 1925). • · ew , vo . o,
503 W EC I!SLE R Herbert 11 d N . .
"Harvanl Law Rcv'· e " · ¡ • owar eutra 1 Pnnctples of Constitutional Law
().4 1 ": • .vo · 73 , p. 1, esp. p. 7 (1959) . '
5
Mfi Federal Junsdtctwn, oh. cit., p. 143.

nal", vol. ~~~~S9~o~~~7~~. There a Political Question Doctrine?, "Yale Law Jour-
606 The Least Dangerous Branch , ob. cit., ps. 127 y •iguientes.
Los ACTos NO JUSTICIABLES 253
autoinhibe para evitar el choque con los poderes políticos ó07 •
No se trata ya de evitar una invasión de las competencias
del Congreso o del Presidente, sino que la Corte, con la mira
puesta en su autoprotección, se abstiene de ingresar en un
terreno que es propio M~ .
La doctrina no se ha mostrado favorable a este criterio.
En opinión de Gerald GUNTHER, le ha permitido a la Corte ser
100 % principista en un 20 % de las ocasiones ' 00 . En la Argen-
tina, BIDAHT CAMPOS y VANOSSI también encuentran en la pru-
dencia de los tribunales una fuente de abstención criticable 510 .

e) CRITERIO FUNCIONAL. - En tercer lugar, aparece, como


crítica a los dos anteriores, el criterio funcional , expu esto por
Fritz W. 8 CHARPF 511 • Se basa en que las cuestiones políticas
nacen como consecuencia de que el Poder Judicial no puede,
dentro de los límites de un "caso judici al", resolver algunos
planteos que exceden esos límites 512 • La limitación de los tri-

507 Véase BrRK EY , Scott, Gordon v. Texas and the Prudential Approach to
Political Questions, "California Law Review", vol. 87, p. 1265 (1999).
5 08 Este criterio está prese nte en las tres últimas categorías seña la das por
el juez Brennan en "Baker v. Carr": la imposibilidad de que un tribunal resue lva
en forma indep endi ente, sin incurrir en una falta de respeto hacia las ramas
coordinadas del gobierno; una necesidad inusual de adherir sin reservas a una
decisión política ya tomada, y una eventual con f\l sión fr ente a múltiples pronun-
ciamientos de los di versos departamentos sobre una misma cuestión (conf. TH!Bt::,
Laurence, American Constitutional Law , cit., p. 366, n• 6).
50~ GUNTHER, Gerald, The Subtle Vices of the "Passive Virtues ". A Comment
on Principie and Expediency in Ju dicial Review, "Columbia Law Review", vol.
64, p. 1 (1964).
r. 1o Segú n el primero, "a nuestro juicio (. . . ) las cuestiones políticas han na-
cido como consecuencia de una actitud de abstención por parte de la judicatura;
Jos tribunales no han querido entrar a conocer de determinadas casos, en Jos
cuale" un pronunciamiento adverso al gobierno podía "er incuuveniente o fata l"
(Derecho constitucional , ed. 1966, t . 1, p. 800). V ANOSS!, por su lado, con cita de
Gordon Post, sostien e que bajo el rótulo de las cuestiones políticas no justiciables
se encubre una categoría práctica y oportunista de actos que varía en su contenido
segú n el momento y la s drcunstancias del quehacer estatal (Teor(a constitucional,
cit., t. 11, p. 168).
fill S c HARP~· . Fritz W., Judicial Reuiew and the Political Question , ''Yale Law
Journal", vol. 75 , p. 566 (1966).
512 Este criterio corresponde a las categorías 2 y 3 enun ciadas por el juez
Hrenna n en "Baker v. Carr": una ausencia de estándares judicialmente verificables
y manejables para resolverlo, y la imposibilidad de decidirlo sin la determinación
inicial de una política de naturaleza claramente discrecional y no judicial ('I'RIDE,
Laurcncc, American Constitu.tional Law , p. 366 , n 2 6).
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
254
cional· no son aptos por natur~eza
bunales es entonces, f~ t d~cisiones o planteos. Segun el
para el control sobre cler .as t ueden darse por diversos
autor citado , estos imp~~~a~\idicial de obtener el acceso
moLivos , entre ellos la lcu J 'dad de uniformidad en la
. " . , relevante a necesl , .
a lmonnaclOn ' abilidad de los poderes pohtlcos
decisión o la mayor respons . · o1a
cuando determinan si deciden o no cierto asunto .

~ 114. El llamado "acto de gobierno"


en el derecho continental europeo.
Su recepción en la doctrina
administrativista argentina

Si bien la doctrina de las cuestiones políticas es típicamente


norteamericana, no ha de creerse que solamente en los Estados
Unidos existen actos excluidos del control judicial. En Europa
continental el caso ha sido parecido. Como ocurre en muchas
otros institutos jurídicos, a un lado y otro del Atlántico se ob-
servan realidades equivalentes que han merecido sistematiza-
ciones diferentes, pero cuyas diferencias suelen ser más ter-
minológicas que sustanciales. Lo que en los Estados Unidos
ha recibido el nombre de political questions , en Francia fue
llamado "acto de gobierno" (acte de gouuernement) , noción que
luego fue adoptada en España e Italia y recibida -como ve-
remos- por la doctrina administrativista argentina. Así, puede
observarse que en este punto en nuestro país conviven dos
doctrinas diferentes, ordenadas a un mismo fin.

a) EL "ACTE DE GOUVERNEMENT" EN F'RANCIA 5 14 • - Si lo


consideramos desde un punto de vista cronológico, el Consejo
de Estado francés 5 15 comenzó a trabajar la noción del acto de

5 13 Artículo citado. p. 582.


~ 1 4 Los casos resueltos por el Consejo de Estado (CE) fueron consultados
en Les grands arréts de la jurisprudence administratiue, 11~ ed., preparada por
M. Lon~ •. P. Wcil, G. Briab,ant, P. Delvolvé y B. Genevois, Dalloz, Paris, 1996.
Las. deCJstooes del ?onsejo .co~stitucional (CC) fu eron consultadas en Les grandes
dé~1~wns du Conse1l Constitutwnnel, ~ ed., preparada por Louis Favorcau y Loic
Philtp, Dalloz, Paris, 1997.
615
Una noción de las funciones del Consejo de Estado francés puede ver-
se en VINCI::NT, J ean; GUINCHARD, Serge; MoNTAGNIEll, Gabriel, y VARINAilD, An-
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 255

gobierno casi en paralelo con la elaboración de la doctrina de las


cuestiones políticas por parte de la Corte Suprema de los Es-
tados Unidos 516 . La primera ocasión tuvo lugar con el célebre
caso "Lafitte" ~ '\ resuelto por dicho Tribunal luego de la res-
tauración borbónica, donde aparece la doctrina del "móvil po-
lítico" 518. Años después , esta doctrina fue invocada nuevamente
durante el Segundo Imperio en el caso "Duc d'Aumale", resuelto
en 1867 519 . Ya bajo la Tercera República 520 , y habiéndose pro-
ducido una importante modificación en la jurisdicción del Con-
sejo de Estado 52 ', la doctrina del móvil político fue limitada

d.l'é, La justice et ses institu.tions (préci$), 4~ ed., Dalloz, Paris, 1996, p. 421 y
siguientes.
ót6 El desarrollo histórico de la noción del acto de gobierno puede verse en
DEnBASCH , Charles, Y R!C!'t, Jean Claude, Contentieu:r Admini~tratif (précis), 7"
ed., Dalloz, Paris, 1999, ps. 62 y ss.; FAVURt;;AU, Louis, L'Acte de Gouuernement,
acte proui.soirement et accidentellement injusticiable, "Revue Fran.,aise de Droit
Admini stratif', 1987, p. 544, y con gran amplitud en la clásica obra de AUilY, J .
M. , et DRAGO, R. , Traité de contentieux administra ti(, 2• ed. , L.G.D.J., Paris, 1975,
t . I, § 67, p. 91. Entre las obras generales que se ocupan del tema: DE LAURADf:RE,
VENr:ZlA y GAUOEMET, Droit administrati(, cit., t . 1, § 909 y ss., p. 654; RtVF:llO,
Jean , y WALINE, Jean. Droit administratif (précis), 16• éd., Dalloz, Paris, 1996,
§ 155, p. 1421; CHAPUS, René, Droit administratif général, 14tl ed ., Montchrestien,
Paris, 2000, t. 1, § 1152, p. 927.
5t7 1/5/ 1822, Rec. 1821-1825.202. El Consejo de Estado rechazó el recurso
del banquero Laflitte, que exigía la liquidación de los pagos atrasados de una
renta cedida por la princesa Borghese, miembro de la familia Bonaparte, alegando
que "el reclamo del señor Laflitte se refiere a una cuestión política, cuya decisión
pertenece exclu sivamente al gobierno".
r.1a Tal como explicó Du cz en su momento, con la restauración de la casa de
ilorbón en Francia, el Consejo de Estado de creación napoleónica temía ver dismi-
nuidas sus funciones o amenazada incluso su subsistencia. Por ello, en este caso
comprometido, prefirió evitar una decisión qu e fuera favorable a quienes estu-
viL•ron vinculados con el régimen bonapartista (cit. por GORniLLO, TI-atado ... ,
4" ed ., Fundación de Derecho Administrativo, Buenos Aires , 2000, t. 2, cap. VIII,
§ 6, p. 7) .
519 Bajo el Segundo Imperio, el embargo de un libro escrito por el Duque
d'Aumale (pretendiente a l trono y exiliado) y la negativa de restituir los ejemplares
embargados fueron con. iderados como "actos polfticos que, por su naturaleza, no
son susceptibles de ser diferidos por abuso de poder a nuestro Consejo de Estado
por v(a contenciosa". C.E ., "Duc d'Aumale et Michel Lévy", 9/5/ 18fi7 , Rec. 472.
52n T.a Tercera República Francesa nace en 1870, luego de ser derrotadas
en la batalla de Seuán las fuerzas del emperador Napoleón lll por las tropas
pru sianas. Se extiende hasta la sanción de la Constitución de 1946, que da na-
cimiento a la IV República , que finaliza a su vez en 1958, con la aprobación de
la Constilnción actualmente vigente.
5~1 Por medio de la ley del 24 de mayo de 1872 se pasó del sistema de
la justir.e retenue (justicia retenida), que sólo otorgaba al Consejo de Estado fun-
CoNTROL DE coNS'l'ITUCIONALIDAD
256
. , 1' ada en el caso "Prince
Y dio pie a la del :'a~to de goblieCrno '.ap J~ Estado en 1875 s•s, y
Napoleon" m, decidido por e onse)o

. . d . tice déléguée (justicia delegada) , que le


ciones consult1vas, al s1stema e 1a J~S n facultades para decidir en forma
atribuyó funciones de tnbuna1 contenciOsO co . . . ·r
"t t 1
definitiva (cfr. DE LAUBADERE, VENEZIA y GAUDnlET, Drmt admr.ntstratr. • CJ ·• · •
§ 432 , p. 308). "d d · d 1 de
s22 El prfncipc Napoleón José Bonaparte habf~ s1 o es1gna o ge?era
división en 1853 por Napoleón lll. de quien era sobrwo. El Anuano M~htar; que
fue nuevamente publicado en 1873, luego de la caida del Impeno, no mclllla su
nombre en la lista de generales. El príncipe le preguntó al Ministro de Guerra
si se trataba de un descuido o de una omisión voluntaria. El ministro le respondió
que su nombre no había sido incluido en el Anuario porqu e su designación, irre-
gular en cuanto a los documentos , "está ligada a condiciones particulares de un
régimen político hoy en día inexistente y, por lo tanto, dicha designación caduca
necesariamente". Esta decisión que recha7.aba el restablecimiento de su nombre
en la lista de generales fue apelada ante el Consejo de Estado. El Ministro de
Guerra opuso al recurso el carácter político de la medida impugnada, que, en
su opinión, constituía un acto de gobierno que escapaba al control jurisdiccional
del Consejo de Estado. El commissaire du gouuernement David se oponía a esta
tesis, presentando de esta forma la teoría de los actos de gobierno: "En efecto,
de acuerdo con la jurisprudencia del Consejo, es norma que , al igual que los
actos legislativos, los actos de gobierno no pueden dar lugar a ningún recurso
contencioso, dado que deciden sobre los derechos individuales. Pero si los actos
calificados, en el idioma del derecho, como actos de gobierno son de naturaleza
discrecional, la esfera a la qutl pertenece esta calificación podría extenderse ar-
bitrariamente según el capricho de los gobernantes; está naturalmente limitada
a aquellos objetos por los que la ley ha juzgado necesario confiarle a 1 Gobierno
los poderes generales a los que dicha ley ha virtualmente subordinado el derecho
personal de los ciudadanos en pos del interés superior del Estado. Tales son los
poderes discrecionales que el Gobierno posee en Francia, ya se trate de leyes
constitucionales, cuando existen, para reglamentar y llevar a cabo convenios di-
plomáticos , o se _trate de leyes de policia (. .. ) De lo cual se deduce que "para
presentar el caracter excepctonal que lo coloque por fu era y por encima de todo
control jurisdiccional, no basta con que un acto, emanado del Gobierno o de uno
de. sus r epresentantes, haya •i~o deliberado en consejo de ministros o haya sido
d1ctado P?r un mterés políttco . (cfr. Les grands arrets de la. jurisprudence ad-
mmtstratwe, 1_10 ed ., Dalloz, Pans, 1996, p. 16). Al examinar el recurso el Conse·o

:n
de Estado aplica en su decisión esta teoría implfcitamente '
1~/2/ 1875 : Rec. 155, concl. David. Puede vérsel~ transcripto en Les
J

~;~~std arret~ · · ·• Clt. en not.aanterior. Según mi traducción , esta sentencia dice:


. . eran ° que para solic1tar la anulación del fallo que rechazó el restable
~~:to 1 fes~ nom~e en la lista de generales de división publicada en el Anuari~
d r, e prmc~pe. apoleón José Bonaparte se basa en el hecho de que el grado
r. e -~eneral de d!VlSt~n que el Emperador, actuando en virtud de los poderes con-
en~ 0 ~dpor el arL. 6 del senadoconsulto del 7 de noviembre de 1852 le habla
con. er1 o por decreto del 9 de marzo de 1854 era un ad
garan~izado por el art. ] 2 de la ley del 19 de may¿ de 1834r) ' ·
o ~~~ le h~~(a Sl~O
que SI el art. 6• del senadoconsulto del 7 de noviembre. d~ . 1!!5~ ol~o~sJ fer~n o
Emperador el derecho de fijar los títulos y la condición de los miemb~~se~: :~
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES

confirmada poco después por el Tribunal de Conili en re.


lación con una expulsión de jesuitas 624 • El avance fue en su
momento importante, pues del mero móvil político del acto
como hecho que impedía su revisión judicial, se pasó a la na-
turaleza del acto 525 • No obstante, y pese a los muchos esfuerzos
doctrinarios por defmir esta noción, nunca hubo consenso, y
en nuestros días los autores franceses se contentan -al igual
que los norteamericanos- con su sola descripción.
En la actualidad, la lista de los actos de gobierno ya no
comprende más que dos series de medidas : a) los actos vin-
culados a las relaciones del Gobierno con el Parlamento y b)
aquellos que tienen que ver directamente con las relaciones
de Francia con las potencias extranjeras o los organismos in-
ternacionales.
En punto a los primeros, el Consejo de Estado no entiende
en los siguientes casos: 1) las decisiones tomadas por el Eje-
cutivo en el marco de su participación en la función legislativa,
tales como la negativa a presentar en el Parlamento un proyecto
de ley 526 , la negativa a llevar a cabo las diligencias necesarias
para su pronta adopción 627 , la negativa del Primer Ministro

familia y de r egular los derechos y obligaciones de éstos , dicho artículo establecía


a l mi smo tiempo que el Emperador tenía plena autoridad sobre todos los miembros
de su familia; que las situaciones que pudjeran acontecer a los príncipes de la
famili a imperial en virtud del art. 6" del senadoconsulto del 7 de noviembre de
ltl5:.! estaban, por lo t.anto, siempre sujetas a la voluntad del Emperador; que ,
en consecuencia, la situación acontecida al príncipe Napoleón José Bonaparte por
el decreto del 9 de marzo de 1854 no constituía el grado cuya propiedad definitiva
e in·e vocab le - que sólo podría quitarse en casos especialmente determinados-
está gar ant i1.ada por el art. 19 de la ley del 19 de mayo de 1834, y que le confiere
al oficial que lo ostent.a el derecho de figurar en el escalafón publicado anualmente
en el Anuario Militar; que, en e"t"" co ndi ciones, el príncipe Napoleón José Bo-
n a pa rte no tiene fundamento para quejarse de que su nombre haya dejado de
figurar en el listado del Estado Mayor General del Ejército".
ó2 4 '!'.C. : "Marguigny", 5/11/1880, Rec. 800, concl. Ronjat.
" 2 ' El fin polftico será luego, con frecuencia , motivo de anu lación por des-
viación de poder o error de derecho , no debiendo la administración tomar deci-
siones , como regla general, en función de consideraciones de ese tipo . F ue así
como, en 1954, el funcionario de gobierno Letourneur y el Consejo de Estado
debieron reafirmar categóricamente que un candidato no puede ser excl uido de
un concurso para acceder a la función pública en razón de sus ideas política s
("Barel", 2ti/5/ U154 , Rec. 308).
6~U C.K: "Rouché", 18/7/1930, Rec. 771; "Tallagrand", 29/ 1111968, Rec. 607.
5~7 C.E.: "Société l'Alfa" , 2517/1947 , Rec. 344.
258 CONTROL DE CONI)'TITUCIONALIDAD

a tomar la iniciativa de una revisión constitucional m Y el de-


creto de promulgación de una ley 529 ; 2) las decisiones del Presi-
dente de la República que afecten las relaciones entre los pode-
res constitucionales y el ejercicio de la función legislativa, tales,
por ejemplo, la decisión de recurrir a los poderes excepcionales
previstos por el artículo 16 de la Constitución de 1958 530 , el d~
creto por el que se somete un proyecto de ley a referéndum 531 ,
el decreto para la disolución de la Asamblea NacionaP 32 , la
institución de una comisión encargada de formular las pro-
puestas de revisión de la Constitución 533 , y 3) las decisiones
gubernamentales previas a una decisión del Parlamento, pu-
diendo este último ejercer entonces un control sobre esas de-
cisiones 534. En esta última categoría podían incluirse, hasta
1958, las decisiones administrativas previas a las elecciones
parlamentarias fi 35 • Luego de la vigencia de la Constitución de
1958, el contencioso de las elecciones parlamentarias y el con-
trol de la regularidad de la elección del Presidente de la Re-
pública están confiados al Consejo Constitucional. La incom-
petencia del Consejo de Estado en estas materias ya no se
justifica en lo sucesivo por la noción de acto de gobierno, sino
por la interpretación de las competencias constitucionales 636 •
La actitud del Consejo de Estado se establece con mayor cla-

52H C.E.: "Allain", 26/211992, Rec. 659.


52
9C.E .: "Desreumeaux", 3/11/1933, Rec. 993.
53
0 C.B.: "Rubin de Servens", 213/1962, Rec. 143.
1
53 C.E.: "Brocas", 19/10/1962, Rec. 553.
532 C.E. : "Allain", 20/211989, Rec. 60.
533
531 C.E.: "Syndicat des justiciables, Bidalou eL Meyet" 3/12/1993 Rec 339
C.E ..: "Georger et 1'eivasRigamany", 27/6/1958, R"~· 403. Se trataba d~
la cotwocatona a una ~samblea encargada de pronunciarse so bre 0 ¡ destino de
]un ten:_tono, que es prehmmar obligatoria para la votación de una ley que autoriza
a rat!ltcactón de un tratado.
d úM ~lado que estas asambleas se constituian - por medio de la verificación
0: 1 trP~. eres- en1JUeces de la regularidad de la~ elecciones y de los actos ad-
05

en ~:to: ~~-s que es son reservad?s, el Consejo de Estado se negó a entender


d to tmos, ya que eran constderados acto de gobierno Así por e;emplo
e1 ocre por el que se convocaba 1 1 · ¡ · ' ' '
parlamentaria (C E "H ' h . " 8 6/os co cgtOs e ecLor ales para una elección
. b . . · · usc owttz • 81 1951, Rec. 320) y los decretos que or a-
mza au el regtmen de las elecciones (C F "'"'··· : • 2/ lJ / 195 R • g
536 El e . . "· llXlel ' 1, ec. 512).
de r . . onseJo de Estado se negó de esta forma a entender en una dema nda
R ec. elw8)tegt ~ de garantía Y de g¡¡stos de propagand a (C .E . "Rebcuf' ll/ 1/1963
, ast como del decreto d to · d ' '
diputados (C.E . "Delmas" 3/6119e8lconRvoca na e electores para la elección de
, , ec. 244).
LOS ACTOS NO JUSTlClA'BLES 259

ridad en materia de referéndum. Si bien la regularidad de


las operaciones en sí está controlada por el Consejo Consti-
tucional, las operaciones previas siguen siendo actos adminis-
trativos que competen al control del juez administrativo hasta
tanto el resultado no haya sido anunciado. Pero la justicia
administrativa no ha de manifestar opinión sobre los actos pre-
liminares de un referéndum que tiene el carácter de frrme "37 •
En cuanto a los actos vinculados a las relaciones del go-
bierno con un estado extranjero o un organismo internacional,
se ha establecido tradicionalmente que el conjunto de la ac-
tividad diplomática de Francia escapa al control de los tribu-
nales. La jurisprudencia, no obstante, ha atenuado significa-
tivamente el alcance de esta orientación y los límites del acto
de gobierno en esta materia son bastante delicados de deter-
minar. Constituyen actos de gobierno el conjunto de actos liga-
dos directamente con las relaciones internacionales de Francia,
taJes como la protección de las personas y los bienes fr·anceses
en el exterior li~ 8 ; la negativa a someter un litigio a la Corte
Internacional de Justicia 5 a9 ; la medida destinada a expropiar
bienes del enemigo en tiempos de guerra 54"; la orden de in-
ted'erir las emisiones de una radio extranjera r,41 ; el ejercicio
del derecho de requisa (droit d'angarie) 542 ; la creación de una
zona de 8eguridad en aguas internacionales durante ensayos
nucleares 543 ; la decisión de reanudar ensayos nucleares previos
a la celebración de una convención internacional que los pro-
hibiría "44 .
Entre los actos que están fuera del control jurisdiccional,
debe hacerse una mención especial a los tratados y acuerdos

537 Así por ejemplo, la admisión de un partido político a la campaña oficial


(C.E. "Le Reg:roupt!ment National", 27/10/ 1961 , l{ec. 594); el dP.creto que organi-
za la campana o el escrutinio (C.E . "Brocas", 19/ l0/ 1962, Rec. 553, y "Meyet",
10/9/1992, Rec. 328) .
~38 C.E.: "Dame Cramencel", 2/3/1966, Rec. 157; "Société des 'l'ransports en
Commun de la Région d'H anol", 28/6/1967 , Rec. 279.
s3~ C.E.: "Gény", 9/6/1952, Rec. 19.
s4o C.E .: "Sohr", 12111/1949, Rec. 473 .
ó41 T.C.: "Radiodiffusion Fran9aise", 2/2/1950, Rec. 652.
542 C.IL "Myrtoon SLeumship Co.", 22/11/1957, Rec. 632.
M:< C. B.: "Paris de Bollardillrc", 1117/1975, Rec. 423 .
544 C.E .: "Assodation Greenpeace France", 29/9/1995, A.J . 1995.684, chr. Stahl
et Ch a uvaux , R.D .P. 1966.256, concl. Sa nson , J.C.P. 1996.Il .22.582, note Moreau;
R.F.D .A. 1996.383, noLe Ruzié).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
260
internacionales. El Consejo de Estado se nieg~- a verificar la
legalidad de los actos relativos a la elaborac1_~n, . 1~ fi:ma o
la ratificación de dichos acuerdos 545 • Una soluc10n 1dent1c~ va-
le para los actos de cumplimiento_ de tratados .q ue son tnse-
parables de las relaciones interna_GI?nales o co"?s1derados ~omo
Lales, por ejemplo: el voto del IIUillStro frances al ConseJO de
las Comunidades Europeas 546 ; la decisión de suspender el cum-
plimiento de un tratado M7 ; la decisión de suspender la coope-
ración científica y técnica con lrak, durante la Guerra del Golfo,
junto con la prohibición de que los estudiantes iraquíes se ~s­
cribieran en las universidades 548 • La teoría del acto de gobier-
no conlleva, no obstante, una limitación doble. Por un lado,
los tratados internacionales constituyen, a partir de 1946 y
de acuerdo con la Constitución, una fuente de legalidad na-
cional. Los demandantes tienen por tanto derecho a invocar
su violación por un acto administrativo por el mismo motivo
que la violación de una ley 549 . La justicia administrativa, en
consecuencia, debe ejercer un control sobre las modalidades
de introducción de un tratado en el orden jurídico interno s.'iO.
De igual modo, en caso de suspensión de un tratado, debe ve-
rificarse la existencia de una decisión tomada en este sentido
por parte de una autoridad competente en materia de relaciones
internacionales y de su oponibilidad 551 • Asimismo, según lo de-
cidido en el caso "G.I.S.T.I.", ya citado 552 , el Consejo de Estado
estimó que el juez administrativo tenía en principio compe-
tencia para interpretar por cuenta propia un tratado sin estar
obligado a una remisión prejudicial al Ministro de Relaciones

545 C.E .: "Société des Étains et Wolfram du Tonkin", 1/6/1951 , Rec. 312; "Tautin
et Mérienne", 29/10/ 1954, Rcc. 566; "Société Ind.ichinoise d'Électricité", 2317/1961,
Rec. 519.
ñ 4 6 C .E .: "Association Les Verts", 23/11/1984, Rcc. 382.
547 C.E. : "l'réfet de la Gironde c/Mahmedi", 18/12/1992, l{ec. 446.

~•A C.E.: "G.I.S.T.l.". 23/9/1992, Rec. 346.


54 9 C.E. : "Dame Kirkwood", 30/5/1952, Rec. 291; "Nicolo", 20/10/1989, Rec. 190.
550
Así, debe controlarse, por ejemplo, la existencia de un acto de ratificación
o de aprobación y verificación de la regularidad de la publicación; C.E.: "Villa",
16/11/1956, Rec. 433; "Société Navigator", 1317/1965, Rec. 423; y la remisión al
Mm~stro de Relaciones Exteriores ante una impugnación grave respecto del aca-
tamiento de la exigencia de reciprocidad de acuerdo con el art. 55 de la Consti-
tución de 1958 (C.E.: "Rekhou", 29/5/19!H , «ec. 220).
~ 5 .1 C:E.: "Préfet de la Gironde c/Mahmedi", 18/12/1992, Rec. 446.
" 52 Vease nota 545.
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 261

Exteriores, tal como lo exigía la jurisprudencia anterior 55:l. Es-


ta nueva solución no es aplicable, empero, al Tratado de Roma,
para el cual la competencia prejudicial de la Corte de Justicia
de las Comunidades Europeas fue establecida por el art. 177 de
dicho Tratado sM.
Por otro lado, desde antes de la Constitución de 1946, la
justicia administrativa aceptó entender en medidas desvincula-
das de las relaciones diplomáticas o de las convenciones in-
ternacionales, es decir, que pueden considerarse independien-
temente de sus orígenes o de su incidencia internacional ~ • 55

De esta manera, los decretos de extradición son, a partir de


1937, actos susceptibles de ser atacados por abuso de poder 556 ,
y el juez administrativo controla desde 1977 la calificación ju-
rídica de los hechos que los han motivado 557 • El Consejo de
Estado, de igual modo, decidió que los pedidos de extradición
dirigidos por el gobierno francés a un gobierno extranjero no
constituyen actos de gobierno 558 • De una manera aún más au-
daz, admitió su competencia para entender en la legalidad de
una decisión del gobierno francés por la que rechaza un pedido
de extradición formulado por un estado extranjero 559 . La ten-
dencia subyacente de la jurisprudencia es, por lo tanto, admitir
cada vez con mayor amplitud que un acto o maniobras puedan
desvincularse de las relaciones internacionales. Así por ejem-
plo: el uso de la responsabilidad del Estado en razón de una
eventual insuficiencia de medidas tomadas para asegurar la
protección de los miembros de una misión diplomática 560 ; la des-
trucción por parte de la marina nacional de un navio aban-
donado en alta mar 56 \ la decisión tomada por los poderes pú-

553 C.E .: "Karl et Toto Samé", 317/1931, Rec. 727.


C>54 C.E .: "Ministre de l'intérieur dCohn-Bendit", 22/12/1978, Rec. 524.
565 C.E.: "Dame Caraco", 5/V1926, Rec. 12fi; "Société Ranc , Tiburce et Cic.",
7/12/ 1945, Rec. 247; "Epoux Deltel", 16/1211955, Rec. 592; "Vo Thanh Nghia",
22/1211978, Rec. 523; T.C.: "Compagnie Fran9aise des Pétroles (Algérie)", 17/11/1975.
Rec. 799 .
556 C.E .: "Decerf'', 2815/1937, Rec. 534; "Dame Kirkwood", 30/5/1952, Rec. 291.
557 C.E. : "Astudillo Calleja", 24/6/1977, Rec. 290; "Croissant", 7/7/1978, Rec .
292; "Bereciartua-Echarri", 1/4/1988, Rec. 135.
ñfiA C.E .: "Legras", 21/7/1972, Rec. 554.
56~ C.E .: "Royaume-Uni de Grande-Bretagne et d'lrlande du Nord et gou-
vcrneur de la colonie royale de Hong Kong", 15/10/1993, Rec. 267 .
660 C.E .: "ConsorLs Yener" , Scct. 29/4/1987, Rec. 152.
561 C.E.: "Société Nachfolger Navigation", 23/10/1987, Rec. 319 .
262 CONTROL DE CON STITUCIONALIDAD

blicos en torno al emplazamiento del laboratorio europeo de


radiación "Synchrotron" 562 ; la distribución entre las instituci?'"
nes bancarias y la compañia francesa de seguros de comerc1o
exterior del precio de la cesión de créditos vinculados a la cons-
trucción de una papelera en un país extranjero 5 ~a.
Tradicionahnente, la inmunidad de jurisdicción que carac-
teriza al acto de gobierno se referia tanto a lo contencioso de
la legalidad como a lo contencioso de la indemnización. No
se podía impugnar delante del juez la regularidad de la de-
cisión, como tampoco exigir reparación por sus consecuencias
perjudiciales. No obstante, a partir de este último punto de
vista la jurisprudencia del Consejo de Estado 564 abrió una pers-
pectiva interesante, al admitir que los daños causados por una
convención internacional regularmente introducida en el orden
jurfdico interno podían dar lugar a una indemnización fundada
en el principio de igualdad frente a las cargas públicas.
En la actualidad la noción de acto de gobierno no ha sido
totalmente abandonada por el Consejo de Estado, pero cier-
tamente está en retroceso. Recibe una fuerte crítica de la doc-
trina 56 \ y se encuentra además en pugna con los arts. 6Y y 13
de la Convención Europea de Derechos Humanos 566 , que im-
ponen una revisión judicial de todos los actos de la Administra-
ción 567 • Por otro lado, algunos actos no revisados por el Consejo
de Estado son ahora objeto de control por el Consejo Consti-
tucional. Así, después que el 3 de junio de 1981 el Consejo de
Estado consideró que no debía resolver sobre la legalidad del
decreto de convocatoria del cuerpo electoral para la elección
de diputado s 568 , el Consejo Constitucional reconoció su coro-

56 2 C.E .: "Ministre chargé du plan el de l'aménagernent du territoire c/Com-


munauté ut'b<~inc de Strasbourg", 8/lll98R, Rec. 2.
56 " T.C .: "Préfet de Paris et COFACE c/Compagnie financiare C.l.C.",
2112/19!H , Rec. 478.
564
C.E. : "Cumpagnie Générale d'Énergie Radioélectrique", 30/:3/1966, Rec. 257.
5 6 5 FAVOREAU, Louis , L'acte de Gouuernement , cit. , p. ñ44.
5tiG En particular, el artículo 13 establece: ''Derecho a un recurso ef'ectiuo -
Thda persona cuyos derechos y libertades reconocido~ en el presente Convenio
hayan sido violados, tiene derecho a la concesión de un recurso efectivo ante
un a instancia nacional , incluso cuando la v1olación haya sido cometida por per-
sonas que actúen en el ejercicio de sus funciones judiciales".
567
Véase: A RRAHMI, R., Les incide11s de la C.E.D.H. sur le contentieux ad-
ministratif frant;a.is, "Revue Fran,aise de Droit Administratif', t. 1990, p. 1053.
&uM Caso "Oelmas", citado en noLa 536.
Los AC'l'OS NO JUSTICIABLES 263

petencia para juzgar la regularidad de dicho acto ~ 69 • De i?ual


modo, el Consejo Constitucional ha considerado la regularidad
del decreto por el cual el Presidente de la República solicita
una nueva deliberación de una ley 570 . No obstante, la compe-
tencia del Consejo Constitucional no se extiende al decreto de
disolución de la Asamblea NacionaP 7 \ al examen contencioso
del decreto que determina someter un proyecto de ley a re-
feréndum m , o a la anulación de un acto preparatorio para la
elección de un diputado, si no es susceptible de viciar el de-
sarrollo general de las operaciones electorales m .

b) ESPAÑA. ABANDONO ACTUAL DEL ACTO DE GOBillRNO .


En España, el acto de gobierno estaba previsto en el inciso
b del art. 2Y de la Ley de Jurisdicción Contencioso-Adminis-
trativa de 1956 57 4, pero esta norma, que se hallaba en pugna con
la Constitución de 1978 575 , tal como señalan G ARcíA DE ENTERRÍA
y FERNÁNDEZ 576 , fue derogada por la ley 29/1998 del 13 de julio,
que regula actualmente la jurisdicción contencioso-administra-
tiva 577. El art. 22 , inc . a de esta nueva ley dice: "El orden juris-
diccional contencioso-administrativo conocerá de las cuestiones
que se susciten en relación con: a) la protección jurisdiccional
de lo!> derechos fundamentales , los elementos reglados y la de-
terminación de las indemnizaciones que fueran procedentes,

5~9 C.C.: "Dclmas", 11/6/1981, Rec. 97 .


~7 0 C.C.: "Evolution de la Nouvelle-Cáledonie", 23/8/1985, Rec. 70.
571 C.C.: "Minvielle", 4/6/ 1988, Rec. 79.
~72 C.C .: "Diémert et Rannel", 25/10/1981!, Rec. 183.
~n C.C.: "Bayeurte", 8/6/1995, Rec. 213.
574 Decía esta norma: "No corresponderán a la jurisdicción contencioso-ad-

ministrativa: (. .. ) b) Las cuestiones que se susciten en relación con los act.os


políticos del Gobierno, como son los que afectan a la defensa del territorio nacional,
relacioneR internacionales, seguridad interior del Estado y mando y organización
mili tar, sin perjuicio de las indemnizaciones que fu eren procedentes, cuya deter-
minación si corresponde a la jurisdicción contencioso-administrativa".
575 E l a rticu lo 24 garanti za el derecho de todas las personas a la tutela
judicial efectiva "sin que en ningún caso pueda pr·oducirse indefensión", y los
arts. 103. 1 y 106.1 establecen el sometimiento de la Administración a la justicia
sin reservas .
576 GARCÍA ot: ENTEHHIA, Edua rdo, y FF.RNÁNDt:Z, Tomás R. , Curso de derecho
administrativo, ob. cit., 7ª ed., 2000, t. Il, p. 597 .
577 Una sintética explicación del sistema hoy dtJrogado puede ver se en GoN.
ZÁLE:Z P ÉRF.7., Jesús, Actos administrativos y actos políticos o de gobierno, "Revista
de Derec ho Administrativo", n••· 1 y 2, Buenos Aires, Depalma, 1989, ps. 15 y 25.
264 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

todo ello en relación con los actos del Gobierno o de los


sejos de Gobierno de las Comunidades Autónomas, r·rLrLL,,u.,_
ra fuese la naturaleza de dichos actos" (el destacado
tenece).
Los fundamentos del cambio legislativo están
explicados por la Exposición de Motivos de la ley, cuya
cripción -en las partes pertinentes- es suficiente para <>nr_,.,,,..
el sentido de esta legislación 578 .

s7H Dice la Exposición de Motivos sobre este particular: "Como el resto


ordenamiento, también el régimen legal de la Jurisdicción L;omtenctO•SO··aCimlDl.8'11111
tiva debe adecuarse por entero a la letra y al espíritu de la Constitución
reforma compagina las medidas que garantizan la plenitud material de
judicial en el orden contencioso-administrativo y el criterio favorable al
las acciones y recursos y a la defensa de las partes, sin concesión alguna a
ciones formalistas, con las que tienen por finalidad agilizar la resolución de
tigios (. .. ) También era imprescindible confirmar en ésta la sujeción al
ciamitmto de la jurisdicción contencioso-administrativa de actos y diispc,si<:ioJ_.
emanados de otros órganos públicos que no forman parte de la
cuando dichos actos y disposiciones tienen, por su contenido Y efectos,
leza administrativa (... ) Lo que justifica la existencia de la propia
contencioso-administrativa es asegurar, en beneficio de los interesados y del in~
rés general, el exacto sometimiento de la Administración al derecho en todas lu
actuaciones que realiza en su condición de poder público y en uso de las prerro-
gativas que como tal le corresponde (. . .) La nueva ley somete a control de la
jurisdicción la actividad de la Administración pública de cualquier clase que est6
suj eta al derecho administrativo, articulando para ello las acciones procesales
oportunas(. .. ) la ley no recoge ya, entre sus exclusiones, la relativa a los llamad011
actos políticos del Gobierno, a que se refería la ley de 1956. Sobre este último
aspecto conviene hacer alguna precisión. La ley parte del principio de sometimien-
to pleno de los poderes públicos al ordenamiento jurídico, verdadera cláusula regia
del Estado de derecho. Semejante principio es incompatible con el reconocimiento
de cualquier categoría genérica de actos de autoridad -llámense actos políticos,
de Gobierno, o de dirección política- excluida per se del control jurisdiccional.
Sería ciertamente un contrasentido que una ley que pretende adecuar el régimen
legal de la jurisdicción contencioso-administrativa a la letra y al espíritu de la
Constitución, llevase a cabo la introducción de toda una esfera de actuación gu-
bernamental inmune al derecho. En realidad, el propio concepto de 'acto político'
se ha lla hoy en franca retirada en el derecho público europeo. Los intentos en-
caminados a mantenerlo, ya sea delimitando genéricamente un ámbito en la ac-
tuación del poder ejecutivo regido sólo por el derecho constitucional, y exento
del control de la jurisdicción contencioso-administrativa, ya sea estableciendo una
!Jsta de supuestos excluidos del control judicial, resultan inadmisibles en un Es-
tado de ~erecho . Por el contrario, y por si alguna duda pudiera caber al respecto,
la ley senala -en_té~nos positivos- una serie de aspectos sobre los que en todo
caso s1empre sera postble el control judicial, por amplia que sea la discrecionalidad
de la resolución gubernamental: los derechos fundamentales, los elementos re-
glados del acto. y la determinación de las indemnizaciones procedentes".
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 265

e) ITALIA. EL "ATTO POLITICO". - También el derecho


administrativo italiano ha desarrollado una noción similar, que
allí ha recibido el nombre de "acto político" (atto politico) y
se encuentra legislada en el artículo 31 del Decreto Real (Regio
Decreto) del 24 de junio de 1924 579 . De acuerdo con esta norma,
el recurso ante el Consejo de Estado en sede jurisdiccional
no procede cuando se tratare de "actos emanados del gobierno
en el ejercicio del poder político" 580 • Según explica VIRGA, en
la definición de acto político concurren dos requisitos: uno sub-
jetivo y otro objetivo. En primer lugar, el acto debe emanar
de un órgano del Gobierno, y en segundo lugar, debe tratarse del
ejercicio de una función política. Se reconoce el carácter de acto
político, entre otros, a los de naturaleza constitucional, a los
actos de guerra y a los de autotutela internacional 581 .

§ 115. La teoría en la Argentina

a) DOS FUENTES DISTINTAS PARA UN SOLO DERECHO PÚBLI-


CO. En la Argentina también se ha acusado recibo de la
teoría del acto de gobierno elaborada por el Consejo de Estado
francés , aun cuando ello constituye una expresión doctrinaria
que no ha tenido recepción judicial, ya que la jurisprudencia
de la Corte, como hemos visto, se ha inclinado por la doctrina
norteamericana de las political questions. Asiinismo, en el or-
den normativo la cuestión no aparece en la legislación que
organiza el contencioso-administrativo nacionaP 82 , pero sí se
advierte, en cambio, en algunas legislaciones provinciales in-
fluidas por e] derecho continental europeo 583 .

579 Este decreto aprobó el texto único de las leyes de organización del Consejo
de Estado.
5HO "11 ricorso al Consiglio di Stato in sede giuri diziona le non e a =esso
se trattassi di atti o provedimenti emanati da! Governo nell esercizi o del potere
politico". El texto de la norma ha sido tomado del Codice delle Legge Amminis-
tratiue, a cura di Luigi Tramontano, Hoepli , Milano, 1998, p. 400.
ss t VtHGA, Pietro, Diritto amministrativo, s• ed. , Giuffr~. Mj Jano , 1999, vol.
2, ps. 290 y 291.
5H2 Leyes 3952 de Demandas contra la Nación y 19.549 de Procedimiento
Admini s trativo , esp . cap IV.
le gi~ l ación provin cial p uede ver se en: Drr·:7.,
68:! Un n ná li sis d e conjunto d e la
Manuel M., Derec ho procesa l administrativo (con la colabor ación de Tomás
266 CONTROL DE CONSTTTl lC IONALIDAD

La noc10n francesa del acto de gobierno ha sido expuesta


en general y sin mayores variantes por nuestra doctrina ad-
ministrativista clásica 684 , y ha recibido una enérgica crítica de
GoRDILL0 58" . También fue receptada críticamente por MAR
HOFF, quien en aras de alcanzar una mayor justiciabiliad
desdobló en dos nociones: la del acto de gobierno y la del acte
institucionaP86 , propuesta que ha sido favorablemente mencio-
nada en la doctrina constitucional por LINARES QuiNTANA 587 •
acto de gobiemo, según MARIENHOFF, no constituye una ...... ""'.K'"-·
ría específica, sino simplemente una noción conceptual de
actividad del órgano ejecutivo del Estado. Jurídicamente,
to de gobierno y acto administrativo quedan asimilados 588 ;
embargo, los primeros trasuntan decisiones que tienen
dades superiores o trascendentes para el "funcionamiento"
589
Estado , pero siguen siendo justiciables 590 . El acto .. · .....J ...r"
cion~l, en cambio, tiene que ver con la organización y """"'"' ..-¡ 1

~enc.Ja ~el Estado y está exento de control judicial. Son


~st~tucwnales, a su juicio: la intervención federal a una
vmc~a, la declaración de estado de sitio, el nombramiento
magrstrados de la Corte Suprema, la declaración de
etcétera. Se trata de decisiones que no influyen en forma

H u-rcHJNSON), Plus Ultra, Buenos Aires 1983 ps 122 M


Co t l · d ' · [ d Y SS ., Y en
fl ro . JU teta e la Administración, ' t. I, p.• 560. · AIRAL
'
5114
AHt:AÑARAz, Manuel J Trat do d ¡ . .
presión), Lex, La Plata 1988 ., 180a B e o contencioso administrativo
ed R! Aten eo B 'A. ' p. ' IELSA, Rafael , Derecho administrativo
·• ' • ucnos J.res 1947 t ¡ s 176 D '
administrativo, Tea, Buenos Áires 9 l Eil' P · Y ss.; IEz , Manuel M., El acle
ministrativn 2• ed Plus UlL B ' ~ap . XVII , ps. 509 Y ss.; íd., Derecho ad.
CANAS!, José: Derecho admini;;;ati~:n~ep~~s, ~76 , L. IAI~ cap. XV, ps. 393 y .;
y siguientes. ' a , uenos •res, 1981, t . II, ps . 3
585 Véase infra, § 115 c.
586 7l
. ·atado . .. , cit., L.' ll caps IV V 4, d
s1derar justiciables a muchos' t · Y ' e ·• 1!:193. Esto le permitió con-
. . ac os que 1a Corte S ¡
ast,. por eJemplo, la calificación de utilidad ' bl' uprmna exc uía del control;
gobterno (Tratado .. . , 5, ed 1992 t IV pu lea, que cons1deraba un acto de
587 Tratado de l . ·~ • · , § 1306, p. 185).
§ 2303, p. 460. a ctencta del derecho constitucional, cit. , 2~ ed., 1978, t . liT,
588
Tratado 't
58~ Tr t d ... , c¡ ., 4• ed., 1993, t . II, § 558 P 699
· · a a 0 · · ., t. Il, p. 700. Dentro d t ' · ·
de<.'lsrones como el indulto presidencial la e es.~ concepto, MARTENHO~'F engloba
de enLrada de extranjeros las m d' d ' d expulswn de extranjeros, la prohibición
extranjeros , la celebració~ de tr:~das a ~tada~ durante una guerra respecto de
590 Tratado . . . t II §§ 576 o5s77m rnaCJonales (§ 570, ps. 718 y ss.)
' · ' Y , ps. 741 a 760. ·
Los AC'ros NO JUSTICIABLES 267

recta en la esfera jurídica de ningún particular. CASSAGNE 591 ,


siguiendo parcialmente a MARLENHOFF, sostiene que la tesis del
acto institucional aparece como una consecuencia obligada de
la necesidad de independizarla de la teoría del acto de gobierno
de la doctrina y jurisprudencia francesas, que responde a un
sistema histórico distinto y se aplica en un sistema de contralor
r adicalmente opuesto al vigente en nuestro país.
En síntesis, el panorama del derecho argentino en este
punto no está exento de cierta confusión. Hemos tomado dos
fuentes diferentes para aludir a un mismo objeto, los actos
no ju sticiables 592 • La jurisprudencia de la Corte Suprema y
la doctrina constitucional se refieren a las cuestiones políticas
en sentido norteamericano. En el ámbito del derecho admi-
nistrativo se ha adoptado en cambio la doctrina del acto de
gobierno, con la variante introducida por MARIENHOFF sobre el
acto institucional ~ 93 .

b) LA CLASIFICACIÓN DE LAS CUESTIONES POLÍTICAS SEGÚN


MAIRAL. - Un esfuerzo por clasificar las cuestiones políticas
digno de expresa mención es el de Héctor A. MAIRAL 59 \ quien
encuentra cinco clases diferentes: falsas, indeterminables por
ausencia de pruebas, dudosas, agotadas y verdaderas. Las pri-
meras proceden directa y exclusivamente de la Constitución
y están fundadas, consecuentemente, en una norma cuya am-
plitud impide por sí el control judicial. Se trata de cuestiones
políticas que se fundan en la división de poderes y por ende

~9 1 CASSACNE, Juan C., Derecho administrativo, cit., t. I, p. 71.


592 Ciertamente, cada vez que se verifica este fenóm eno de la diversidad
de fuentes aparecen similares dificultades. Lo mismo puede decirse, entre otros
casos, de las facultades reglamentarias del Presidente, donde la Constitución es-
pañola de Cádiz de 1812 fue la fuente del ru·t. 99, inc. 29 (ex 86, inc. 29) generando
con ello la confusión e ntre reglamentos ejecutivos y delegados a la que me he
referido en otras oportunidades (véase B!ANCHJ , Alberto B., Horizontes de la de-
legación legislativa luego de la reforma de la Constitución . "Revista de Derecho
Administrativo", Depalrua, Buenos Aires, 1994, n• 17, ps. 379 a 430).
59~ Una expresión doctrinaria más reciente en busca de una síntesis puede
verse en BARKAZA , Javier l., y SCHAFRJK, Fabiana, Los actos de gobierno y los actos
institucionales, Rev. "Régimen de la Administración Pública", vol. 237, junio de
1998, p. 20.
594 Contml judicial ... , cit., t . I, ps. 510 y siguientes.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
268
. tal es el Tribunal se
f 1 ue se las mvoque como es, pu . . 595
es a sot q ante una auténtica imposibilidad de mtervemr .
encuen ra · d prue-
Las cuestiones políticas indeterminables ?or a~sencla ~ das
ba son aquellas en las que , siendo susceptlbles . e ser eva u_a (y
Tribunal éste carece de la información necesana
~~r l:Sn mecanism~s idóneos para procurársela) requerid~ p~:a
596 Las dudosas se dan cuando la Constltucton
reso1ver e1 caso .
no impone al Presidente o al Congreso una forma expre~~ para
actuar, pero ésta surge de una razonable _interpre~acwn del
texto. No obstante ello, la Corte prefiere no mte;;emr Y o~orga
el beneficio de la duda a los poderes politicos . CuestiOnes
políticas agotadas son aquellas en las que la intervenció~ del
órgano político agota (impide) la posibilidad de intervemr al
Poder Judicial. Ello tendría lugar en el caso del juicio político
del Presidente de la Nación, ya que al intervenir en este proceso
el Presidente de la Corte, ésta quedaría luego con un número
698
par para decidir, lo que obstaculizaría su intervención • Por
último, hay cuestiones políticas verdaderas cuando el Tribunal
no tiene excusa jurfdica alguna para evitar un pronunciamiento
de fondo . Si lo hace es porque, o bien teme el desconocimien-
to de la decisión por parte de los poderes políticos, provocán-
dose así un conflicto de poderes, o por las graves consecuencias
que se derivarían del acatamiento de la decisión 599 •

590 Asi , por ejemplo, cuando el Congreso decreta el e~tado de sitio por "con·
moción interior" (art. 75, inc. 29) ; o bien si el Presidente convoca a sesion es ex-
traordi nari as "cuando un grave interés de orden o de progreso lo requiera" (art.
99, inc. 9"). En este caso - sostiene este a utor- la cuestión pol:ítica se da por au-
sencia de un standard juridico (es decir, independi ente de apreciaciones de opor-
tunidad) para evaluar el acto impugnado y, simul táneamente , por la trascendencia
y repercusión políticas de dicho acto (Control ... , t . 1, p. 513).
0 9 6 Tal, por ejem pl o, el caso de una decisión tomada en m ateria diplomática ,

sobre la base de datos obtenidos por los servicios secretos. E n este caso, también
existe un matiz poütico dado por la necesidad de que un Tribunal Re abst enga
de obstruir la marcha de las relaciones internacionales del Estado, a la par que
se evita mostra1· ante el exterior un frente des unificado entre los diferentes órganos
de una misma n ación (Control ... , t . I, p. 514).
597 Se daria este caso si el Presidente abrogara un tratado in ternacional
sin intervención del Congreso. La Constitución no la exige expresamente, pero
serfa razonable su poner que es necesaria, pues el Congreso ha intervenido en
la celebración del tratado (art. 75, inc. 22); cfr. Control . . . , t . I, p. 515. ·
598 Control . . . , t. 1, ps . 518 y 519.
599 Control . . . , t . I, p . 519.
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 269

e) LA DOCTRINA DE LA JUDICIABILIDAD PLENA: BOFFI BOG·


GERO, BmART CAMPos, GoRDILLO. - La jurisprudencia de la
Corte en materia de cuestiones políticas ha recibido la crítica
de aquellos autores que postulan una judiciabilidad plena y
no retaceada. Desde el Tribunal la hicieron, en su momento,
Luis V. Varela y Luis M. Boffi Boggero. El primero en su di-
sidencia en "Cullen c/Llerena" 600 , aunque luego se retractó 601 ,
y el segundo a través de muchas disidencias registradas es-
pecialmente en materia electoral 602 . Doctrinariamente, su cri-
terio está registrado en un artículo que resume estas disiden-
cias: "Al juez -dice- no pueden repugnarle los conflictos si los
ve, cumpliendo con su deber, a través del prisma normativo.
Para él la cuestión es tan jurídica como cualquier otra. No
debe impresionarse porque el contenido sea político. Ello no
transformará al juez en militante de esa área, como tampoco
el contenido económico de una reivindicación lo ha de erigir
en economista o el de una acción mediante la que se reclame
un derecho artístico lo colocará como escultor o poeta" 60 s.
Germán J. BIDART CAMPOS ha sostenido una tesis similar
desde la década de 1960: "las cuestiones políticas -decia en
su primera obra integral de derecho constitucional- han nacido
como consecuencia de una actitud de abstención por parte de
la judicatura; los tribunales no han querido entrar a conocer
de determinados casos en los cuales un pronunciamiento ad-
verso al gobierno podía ser inconveniente o fatal" 604 • La in-
vocación a la prudencia, un poco farisaicamente utilizada cuan-
do se echa mano de la cuestión política, es nada más que un
expediente cómodo que deja sin resguardos importantes sec-
tores de la constitucionalidad 605 • "No compartimos pues - agre-
gaba- la distinción que nuestra jurisprudencia ha introducido

tiOO Véase su extenso voto disidente en Fallos , 53:435 a 475.


601 Según dice GONZÁLEZ CALDERÓN (Derecho constitucional argentino , cit.,
l. liT, § 1702, p . 578), el autor del primer Código en lo Conte nciOso Adrrumstrat1vo
argentino se retractó años después de su opinión inicial en "Plan de Reformas
a la Constitución de Buenos Aires" (t. 1, p. 109, y p. 321 , nota 2).
602 Véase supra , § 107.
so~ BoF~- , Bor.GEilO, Lui s M., Nuevamente sobre las llamadas "cuestiones po-
líticas", LL , t. 156 , p. 1143 , esp. p. 1150. .
604 BWART CAMPOS, Germá n J ., Derecho constitucional , Ediar, Buenos A1res,
1968, t. l. p . 800.
oo5 Ídem, p. 802.
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
270

en el concepto de causas, dividiéndolas en políticas Y. ju~~i­


ciables; y ello porque el art. 100 (actual 116) de la Co~s~1tuc10n
atribuye a la Corte la competencia de conocer y dectdrr todas
las causas que versen sobre la Constitución. Sus~rae.rle .algu-
nas causas -las denominadas políticas- implica d1smmurr esa
competencia, en contra de la propia Constitución" 606 . Actual-
mente este autor mantiene su clásica crítica. Sostiene que los
jueces solamente pueden abstenerse de actuar "cuando las com-
petencias no están subordinadas por la constitución a deter-
minados requisitos o causas". Cuando la competencia es "de
ejercicio discrecional y prudencial, dentro de un margen muy
amplio de arbitrio para el órgano a quien esas competencias
corresponden (. .. ) el ejercicio de esa competencia no llega a le-
sionar la constitución y, por ende, no alcanza a configurar cuestión
constitucional" 607 . En su opinión, esto tiene lugar con la decla-
ración de guerra, que no se halla subordinada a ningún requi-
sito. En cambio, la intervención federal o la declaración del
estado de sitio sí constituyen causas judiciales, pues la Cons-
titución fija para su procedencia determinados requisitos 608 •
En la doctrina administrativista, Agustín GORDILLO se ha
pronunciado enérgicamente en contra de la teoría francesa del
acto de gobierno y todos sus equivalentes en el derecho com-
parado. Considera que se trata de una noción contraria a los
arts. 18 y 116 de la Constitución y le ha dedicado a esta crítica
todo un capítulo de su Tratado 609 , concluyendo en que "en el
derecho argentino no existen ni teóricamente ni prácticamente
los actos de gobierno: porque todos los actos del Poder Ejecutivo
están sujetos a revisión judicial en virtud de los artículos 18
y 116 de la Constitución y de hecho los tribunales ejercen su
jurisdicción sobre ellos" 610 .

606 Ídem. p. 803 .


607
. Bm~T CAMI'OS, Germá n J. , Tratado elemental de derecho constitucional,
Clt. , t. l-A, § 52, p. 426.
6001
Tambi én EKt.1 EKD.J~N ha postulado una t esis favorable a la judiciabilidad
plena (EKMEKDJIA N, Miguel A., Temas para la reforma de la Con stitución nacional
L L , t. 155, p. 1260, esp . p . 1269 y 1270). '
6 09 Go A
HDI LLO , gustín, Tratado . . ., cit. , 4" ed ., 2000 , t . 2 , cap . VIII .
6 l o TI t d
·a a 0 · : ., t .. 2, cap. VUI, § 24, p . 34. Agrega luego: "Porque todos los
actos del Pod_er EJecutivo están sujetos no sólo a la Constitución sino también
a !a legislac10n, de acuerdo a nuestro sistema constitucional , porque de hecho
ex1sten vanadas leyes que se aplican directa o indirectamente y han sido decla-
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 271

d) EL TEMOR POR LA SACRALIZACIÓN DE LOS JUECES: ÜYHA·


NARTE. - La contracara de los autores arriba citados está en-
carnada por ÜYHANARTE, quien a lo largo de varios trabajos
y sentencias como juez de la Corte dejó en claro sus temores
respecto del gobierno de los jueces. Fuera del trabajo ya citado
más arriba 611 , dijo en otra ocasión que "La tesis de que el de-
siderátum político es que a través de la justiciabilidad sin li-
mitaciones, la decisión final ante problemas como los prein-
dicados sea adoptada por los ministros de la Corte Suprema,
parece ser la consecuencia de una especie de sacralización de
los jueces; algo así como una forma de idealización ingenua
que deja de lado el hecho obvio de que se trata de hombres
de carne y hueso, que tienen las mismas limitaciones, debi-
lidades y apasionamientos que los demás" 612 .

e) RECONOCIMIENTO DE LAS CUESTIONES POLÍTICAS CON AVAN·


CE HACIA LA JUDICIABILIDAD: IIARo. - Una posición interme-
dia dotada de sensible realismo fue expuesta a comienzos de
la década de 1990 por Ricardo HAR0 613 . Su mención me parece
importante, pues los años transcurridos desde entonces le han
ido dando la razón. Si bien reconocía la existencia de las cues-
tiones políticas, propiciaba al mismo tiempo un avance prudente
pero vigoroso de la justiciabilidad. Sostenía además que , más
que de cuestiones políticas, debía hablarse de aspectos políticos
de las atribuciones de los poderes políticos, señalando con ello
que no hay facultades completamente extraídas o excluidas del
control judicial , sino que en todo caso lo están ciertas porciones
de elias 614 • Tal como señalaré en el punto siguiente, la juris-

radas constitucionales; porque los derechos de incidencia colectiva constitucional


abren la j urisdicción sin distinción ni exclusión".
611 Poder político y cambio estructural en la Argentina , p. 77 ; véase supra,
§ 18, c. .
612 ÜYHANARTE, Julio, "Cuestiones no justiciables", en Temas de casación Y
recursos extraordinarios, obra en honor al Dr. Augusto M. Morello, PlaLense, La
Plata, 1982, ps. 143 a 154, esp. p. 153 .
613 RARO Ricardo Las cuestiones p oltticas: ¿prudencia o evasión judicial?,
"Anales del C i~cuenten~rio", Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales
de Córdoba, 1991, ps. 139 a 168.
Gt4 ''Más que hablar de cuestiones políticas -dice- debemos hacerlo de as-
pectos políticos de las atribuciones ejercidas por los poderes políticos . Siempre
quedará un ámbito para el arbitrio politico, ya sea a mvel del P. E. como del
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
272
prudencia de los últimos años nos indica -en _co~:r:cidencia con
esta postura- una lenta pero progresiva amphacwn del campo
de la judiciabilidad.

§ 116. Mi opinión

a) UNA PRIMERA DISTINCIÓN PARA INTERPRETAR LOS ALCAN·


CES DEL ARTÍCULO 116 DE LA CONSTITUCIÓN. - Ya me he re-
ferido en el curso de este trabajo al concepto de "caso judicial",
en sentido amplio 61 5 • Hemos visto que los tribunales actúan
cuando hay un caso judicial (en sentido estricto), planteado
por quien tiene capacidad procesal para ello. P~r? lo cie~to
es que sólo lo hacen si existe además un tercer reqws1to refendo
específicamente a la materia de lo que habrá de decidirse. En
efecto, si bien la mayoría de los actos emanados del Congreso
o de la Administración son judicialmente controlables, no todos
quedan dentro del alcance de la potestad revisora de los tri-
bunales. Ello -según me parece- está claramente establecido
por la Constitución en el art. 116, donde dice que "Corresponde
a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación
el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre
puntos regidos por la Constitución y por las leyes de la Nación".
El término "todas" puede inducirnos a interpretar que no exis-
ten actos excluidos del control 616 . Sin embargo, debemos re-
parar en que el artículo dice "todas las causas", lo que quiere
decir, a mi entender, que la Corte y los tribunales intervendrán
en la medida en que haya causa judicial.
Es aquí en donde cobra relevancia la distinción efectuada
al c?rnienzo del capítulo III entre "caso judicial", en sentido
estncto, y "caso judicial", en sentido amplio, y la pregunta que
aparece es a cuál de los dos está aludiendo la Constitución

P. L., porque la discrecionalidad y la übertad, hacen a su concepción ontológica,


Y P?r ende, a _los aspectos esenciales que hacen a lo político, de la pura di scr ecio-
nahdad, ámb1to en el cual no podrá penetrar el P. J ., porque si lo hiciera estaría
desnaturahzan~o la fu~ción judicial que es secundum legem, a la vez q'ue frus-
trando la func10n prop1amente política que es secundum arbitrium" ; cfr. ps . 167
y 168.
6 15 Véase supra, § 19.
S IG De hecho , como vimos, existen autores que así lo interpretan.
Los ACTOS NO .IIISTICIABLES 273

en el artículo 116 cuando dice "todas las causas". Si lo en-


tendemos en un sentido absolutamente restringido, los jueces
no podrían eximirse de actuar en la medida en que exista una
controversia. Ahora bien, ello nos llevaría a olvidar la exis-
tencia del segundo de los requisitos ya estudiados: la legitima-
ción. Asimismo, si nos quedáramos en este estadio, toda con-
troversia planteada por parte legitimada debería ser justiciable.
Pero sabemos que ello aún no ha sido suficiente para sus-
citar la intervención de un tribunaL Existe un tercer requisito
- sin dudas el más controvertido de todos-, que es el de la na-
turaleza del acto objeto de control. Hay actos que por su natu-
raleza pueden ser controlados y otros que no . En síntesis, hay
causa judicial en el sentido (amplio) del art. 116, cuando están
presentes estos tres requisitos de la justiciabilidad. Y la gran
dificultad aparece cuando tenemos que determinar cuáles son
las cuestiones que por su naturaleza no son susceptibles de
apreciación judiciaL
Dicho de otro modo, en los párrafos que siguen intentaré
determinar si verdaderamente existen cuestiones que por su
propia naturaleza están exentas de control judicial.

b) UNA DISTINCIÓN INEVITABLE Y UNA CLASIFICACIÓN POSI-


BLE. - En la dilucidación de los actos que han estado o están
exentos del control judicial debe considerarse, en primer lugar,
la existencia de un grupo muy heterogéneo de decisiones que
los poderes políticos adoptan en un marco de completa libertad
con relación al control judicial. Éstas comprenden un rango
muy variado y tanto se refieren a cuestiones de la más alta
organización del Estado, de sus relaciones exteriores, o de su
política interna, como a asuntos meramente administrativos
y de neto corte municipaL Su sola, y por cierto muy incompleta
enumeración, nos pone ante la evidencia de la cantidad in-
nominada de asuntos que los tribunales, como regla general,
no pueden controlar. Veamos.
En el marco de la política exterior, pueden computarse
la celebración o no de un tratado; la integración del país en
un mercado común; la creación de una embajada; el recono-
cimiento de un estado extranjero ; la ruptura de relaciones di-
plomáticas con un Estado, la determinación del nivel de en-
deudamiento externo; la declaración o el cese de la guerra.
C ONTROL DE CONSTITUC IONALIDAD
274

En el comercio exterior: favorecer determinadas importa.cio~es


con tal o cual Estado; incentivar ~a e~port~ció~ de deter~~~o':..
productos, etcétera. En la política I~t~nor: ~~:-t:ri~· deter-
vención constituyente; crear o supn~rd ~etar una a~istía;
minar el monto del presupuesto anua ' e . t 'bunales y
crear nuevos sitios en la Corte Suprem~ , crear n .. crear
distribuir su competencia; fijar un nuevo s:Jn~ m~n~t~rc~~l oral
una nueva provincia; establecer un proce .nuen .o JU .
0
escrito· crear universidades o bancos oficiales; mtervemr una
provinci~; declarar el estad~ de siti~ ; ~dultar ; prestar el se.n~~o
acuerdo para una designación; decidir la apertur.a de un JUlClO
político; crear figuras delictivas y fijarles pe~ahdades.. En el
orden de la Administración Pública: fijar los fenados naciOnales;
fijar el horario oficial; establecer el trazado de las rutas Y vías
ferroviarias ; suprimir o fusionar órganos administrativos; de-
clarar a una actividad como servicio público; fijar la fecha de
convocatoria a elecciones; privatizar un servicio público; esta-
blecer un determinado régimen tarifario . En el orden provin-
cial: celebrar un acuerdo regional; determinar las condiciones
para que un municipio sea autónomo. En el orden municipal:
disponer sobre la traza y sentido de circulación de las calles,
el recorrido del transporte público; extender el recorrido de
una línea de subterráneos; organizar la colocación de señales
en la vía pública; elegir el color de los taxis , etcétera.
Como puede verse, no es la importancia del asunto o su
trascendencia institucional lo que excluye el control judicial.
Es la naturaleza del asunto lo que impide a los jueces controlar
las razones que han tenido los poderes políticos para adoptar
determinadas decisiones. Las cuestiones indicadas son políti-
cas por naturaleza en la medida en que la toma de decisión
depende de una apreciación de la realidad -de su conveniencia
Y opo.r tunidad- por parte del Congreso o del Presidente, que
los tnbunales no pueden revisar. Esta imposibilidad puede ser
de derecho o de hecho. En el primer caso la abstención se
funda en la. separ~ción de poderes, ya que de ser ejercido el
control, lo.s JUeces mvadirían una área privativa del Congreso
0
el. Presidente. Son los casos que se ubican en el criterio
clásico de la Corte de los Estados Unidos 617 • Si la imposibilidad
617
Véase supra, § 11 3, a.
Los ACTOS NO JUSTlClABLES 275

fuera de hecho, el tribunal se hallaría ante las cuestiones po-


líticas funcionales que menciona Fritz W. SCHARPF en los Esta-
dos Unidos 618 • Es lo que ocurre en muchos casos con el control
sobre la emergencia económica, al cual me referiré específi-
camente más abajo 619 . Pero sea que la imposibilidad se pro-
duzca por una cuestión de hecho o de derecho, estamos ante
una cuestión política fundada en la naturaleza del acto objeto
de control.
Las cuestiones políticas por naturaleza presentan dos ex-
cepciones. La primera de ellas aparece cuando existen ciertos
aspectos formales de la decisión que pueden ser justiciables
si la Constitución o la ley los establecen. Tomemos, por ejem-
plo, el caso de la convocatoria a la reforma constitucional, que
es de gran utilidad para encontrar las diferentes faceta~; de
este problema . Bien es sabido que la ley 24.309 °20 de convo-
catoria a la Convención no respetó el proceso de formación y
sanción de las leyes, ya que el Senado introdujo reformas al
proyecto emanado de la Cámara de Diputados, y sin que se
produjera el reenvío a esta última, el Poder Ejecutivo promulgó
la ley. Tal era el planteo formulado en el caso "Polino" 621 • Así,
una decisión típicamente política, como la convocatoria a una
convención constituyente, tenía un costado justiciable : el control
sobre el proceso de formación de las leyes, que podía consi-
derarse justiciable bajo lo dispuesto posteriormente en "Nobleza
Piccardo" ~~. No obstante, la cuestión finalmente fue no jus-
6

ticiable por ausencia de legitimación de los actores 62 '1. El in-


dulto ofrece también un buen ejemplo. El Presidente tiene la
facultad exclusiva de indultar (art. 99 , inc. 5Q), pero la Cons-
titución somete su decisión al cumplimiento de ciertos requi-
sitos. Si los mismos se cumplen, la decisión es irrevisable ju-
dicialmente , pero si no se cumplen lo es. Por ejemplo, podría
~:>er justiciable un indulto otorgado a favor de una persona que
fue destituida por juicio político. La amnistía, por el contrario
(art. 75 , inc. 20) , no está sujeta a requisitos específicos, salvo

61R Véase supra , § 113, c.


0 19 Véase infra , § 116, c.
s2o no, 31112/93 .
r.21 "Polino c/Estad o Nacional", Fallos, 317:3 35 (1994).

622 Fallos, 321:3487 (1998). Ver s upra , § 48.


62o Ver supra, § 74, b .
276
CoNTROL oE coNSflTUCIONALIDAD

el del respeto al proceso de formación Y. ,sanción de las le~~s.


Lo mismo puede decirse de la declarac10n de estado de sitiO.
Los jueces no pueden revisar el criterio sobre los alcances de
la conmoción interior valorada por el Congreso para decretarlo ,
pero sí podrían decretar la inconstitucionalidad de un estado de
sitio declarado por el Presidente, invocando conmoción interior,
si el Congreso se encontrara reunido 624 • El acuerdo prestado
por el Senado es un típioo acto discrecional, pero en el caso
de los jueces de la Corte uprema debe contar con la mayoría de
dos tercios de sus miemb - pre entes (art. 75, inc. 4º). Final-
mente, para no abundar en más ejemplos, pues los hay de
sobra, tomemos el caso del juicio político. Nadie puede oponer-
se a la formación y tramitación de un proceso de enjuiciamiento
político. PePo al mismo tiempo se ha reconocido la justicia-
blidad de la decisión en 1 aspectos vinculados con la defensa
en juicio 62 ~.
La segunda excepción que debe ser anotada se presenta
cuando la decisión del Congreso o del Presidente, aun siendo
discrecional , es manifiestamente irrazonable. Así, por ejemplo,
la ley 24.012 impuso el denominado "cupo femenino" en el Có-
digo Electoral Nacional y lo fijó en el 30 %. Evidentemente,
el Congreso no estaba sujeto a ningún requisito específico para
establecer esta alícuota re ervada como piso para las candi-
daturas femeninas, pero que hubiera pasado de haber sido irra-
zonable por alto o por bajo el porcentaje elegido. ¿Podrían los
jueces controlar un cupo fijado en un piso tan bajo como el
5 % o en un techo tan alto como el 85 %? Parecería que sí.
Lo mismo podría decirse de cualquier otra decisión que siendo
política en su esencia puede provocar un caso judicial si el
legislador incurre en un exceso manifiestamente irrazonable.
Pensemos en un acto típicamente discrecional del Congreso,
como es la creación de tipos penales y la fijación de las penas
máxima y mínima que les corresponden 62 7 • Esta actividad, de

6~4 No obstante, en este caso podría acudirse a un decreto de necesidad Y


urgencia , lo que salvaría -al menos formalme nte- la inconstitucionalidad.
625 Ver supra, § 91.
626 Art. 60, ley 19.945, o. por decr. 2135/83 con la modificación de la ley
24.444.
R27 Esto ha sido reconocido por la Corte. En "María Cristina
Pupelis", Fallos, 314:424 19911. el 'Ihbu nal dijo "Que en virtud de la faculta d
que le otorga el art.. f)1 mr- U labora 75, inc. 12) de la Cunsti Lución nacion11l ,
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
276

el del respeto al proceso de formación ~ , sanción de las le~~s .


Lo mismo puede decirse de la dec~ara.c10n de estado de s1t1o.
Los jueces no pueden revisar el cnteno sobre los alcances de
la conmoción interior valorada por el Congreso para decretado,
pero sí podrían decretar la inconstitucionalidad de ~ e~tado. de
sitio declarado por el Presidente, invocando conmoc1ón mtenor,
si el Congreso se encontrara reunido 6 ~ 4 • El acuerdo prestado
por el Senado es un típico acto discrecional, pero en el caso
de los jueces de la Corte Suprema debe contar con la mayoría de
dos tercios de sus miembros presentes (art. 75, inc. 4 2 ). Final-
mente, para no abundar en más ejemplos, pues los hay de
sobra, tomemos el caso del juicio político. Nadie puede oponer-
se a la formación y tramitación de un proceso de enjuiciamiento
político. PeFo al mismo tiempo se ha reconocido la justicia-
blidad de la decisión en los aspectos vinculados con la defensa
en juicio 625 .
La segunda excepción que debe ser anotada se presenta
cuando la decisión del Congreso o del Presidente, aun siendo
discrecional, es manifiestamente irrazonable. Así, por ejemplo,
la ley 24.012 impuso el denominado "cupo femenino" en el Có-
digo Electoral N acional 626 y lo fijó en el 30 %. Evidentemente,
el Congreso no estaba sujeto a ningún requisito específico para
establecer esta alícuota reservada como piso para las candi-
daturas femeninas, pero que hubiera pasado de haber sido irra-
zonable por alto o por bajo el porcentaje elegido. ¿Podrían los
jueces controlar un cupo fijado en un piso tan bajo como el
5 % o en un techo tan alto como el 85 %? Parecería que sí.
Lo mismo podría decirse de cualquier otra decisión que siendo
política en su esencia puede provocar un caso judicial si el
legislador incurre en un exceso manifiestamente irrazonable.
Pensemos en un acto típicamente discrecional del Congreso,
como es la creación de tipos penales y la fijación de las penas
máxima y mínima que les corresponden 627 • Esta actividad, de

&2 • No obstante , en este caso podría acudirse a un decreto de necesidad y


urgencia , lo que salvaría - al menos formalmente- la inconstitucionalidad.
625 Ver s upra, § 91.
626
Art. 60 , ley 19.945, t. o. por decr. 2135/83 con la modificación de la ley
24.444.
2
6 7 Esto ha sido expresamente reconocido por la Corte. En "Maria Cristina
Pupelis", Fallos, 314:424 (1991), el Tribunal elijo "Que en virtud de la facultad
que le otorga el art. 67 inc. ll [ahora 75, inc. 12] de la Constitución naciuual,
LoS ACTOS NO JUSTICIABLES
277

suyo sustraída al conocimiento de los jueces, podría ser jus-


ticiable si para un delito menor se fijara una pena ~u~ elevada,
0
viceversa; si la descripción de la conducta dehctlva ~e.ra
de tal vaguedad que entrara en contradic.ció~ con el reqmslto
constitucional de la tipicidad 628 . Como cnteno general acerca
de esta cuestión la Corte ha dicho, refiriéndose a la garantía de
igualdad, que "... las disposiciones que el legislad~r adopta
para la organización de las instituciones ~u~da.n libradas a
su razonable criterio. De tal manera las d1stmc10nes que es-
tablezca entre supuestos que estime distintos son valederas
en tanto no sean arbitrarias" 629 •
Como vemos, muchos actos de los poderes políticos tienen
-como el dios Jano- dos caras: una no justiciable y otra justi-
ciable. Sin embargo, en numerosos casos -en particular, cuan-
do se trata de la primera de las excepciones anotada- resultan
no justiciables, aun cuando teóricamente podrían serlo. Ello
se debe a la falta de personas procesalmente habilitadas para
plantearlos, lo que depende claramente del criterio del tribunal

resulta propio del Poder Legislativo declarar la criminalidad de los actos , desin·
criminar otros e imponer penas, y asimismo y en su consecuencia aumentar o
disminuir la escala penal en los casos en que lo estime pertinente; de tal suerte
que el único juicio que corresponde emitir a Jos tribunales es el referente a la
constitucionalidad de las leyes, a fln de discernir si media restricción de los prin·
cipios consagrados en la Carta Fundamental; sin inmiscuirse en el examen de
la conveniencia, oportunidad, acierto o eficacia del criterio adoptado por el le-
gislador en el ámbito propio de sus funciones" (consid. 52, p. 440).
A2R "La tipicidad , como exigencia de que el acto se subordine al tipo legal
-decía JJMÉNJ>¿ ut A::;uA-, es patrimonio de Jos regímenes liberales. La separación
de los caracteres del delito defiende la libertad humana de modo eficacísimo .
Por eso seria erróneo hacer, como quisieron los sistemas autoritarios de Alemania
y de ltalia (en ésta tardíamente), un todo indisoluble con todas y cada una de
las características de la infracción, presidido de una parte por la volunta d criminal
y de otra por el resultado lesivo de la comunidad o del pueblo. Ello supone poner
en manos de los jueces la libertad de los ciudadanos, ya que se volatilizan los
pt;ncipios objetivos en la determinación de los actos contrarios a las normas, y
someter a los individuos a una concepción que anula la personalidad en beneficio
de vagos e imprecisos conceptos de comunidad de pueblo y de raza. Es indis·
pensable el mantenimiento de la tipicidad, de la antijuricidad objetiva y de la
culpabilidad, como caracteres funcionales, que si bien forman a la postre el todo
conceptual llamado delito , son capaces de ser distinguidos separadamente, ya
que cada uno posee función propia en la diversidad armónica del conjunto" (JTMENEZ
DE AsúA , Luis, Tratado de derecho penal, Losada, Buenos Aires, 1951, t. III, §
1197 . p . 681).
629 "Bozzano c/Estado Nacional", Fallos, 318:1256, 1260 (1995).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
278
extensión de la legitimación la que , tal como se
acerca de la . h ·d pliando progre-
ha visto en el capítulo antenor, se a 1 o .a m lít ' {un-
recen las cuestwnes po LCas
sivamente. En este c~so apa d 1 "P l'no" oal donde la
· l o~o Tal por eJemplo la e caso o1 ,
~~~: e:st~ba a~te una decisión de naturaleza ~olítica (el ll~­
mado a una convención constituyente), pero SUJeta al cumph-
miento de delerminados requisitos formale s (los que la Cons-
titución impone en el proceso de formación de las leyes), ~ero
que funcionalmente no tuvo un sujeto legitimado que pud1era
configurar el caso.
Al lado de este primer grupo de cuestiones políticas existe
un segundo grupo que tradicionalmente ha estado fuera del
control judicial, no obstante poseer una indudable naturaleza
justiciable . Ellas son, en su mayoría, las decisiones tomadas
en el ámbito de la Administración. Así, por ejemplo, la cali-
ficación de la huelga, el régimen interno de las universidades,
salvo en cuestiones estrictamente técnicas o científicas, el con-
trol sobre ciertas decisiones en materia de empleo público o
sobre el régimen de ascenso de los miembros de las fuerzas
armadas de seguridad, etc. Lo mismo podría decirse del control
sobre las decisiones administrativas del Poder Judicial o las
de la Iglesia Católica. En muchos de estos casos nos encon-
tramos frente a una controversia real , planteada por una per-
sona legitimada , y la decisión no ha sido tomada en un marco
discrecional sino reglamentado, de modo que no existe razón
valedera alguna para que los jueces se abstengan de intervenir.
Son las cuestiones políticas de conveniencia juclicial. En este
segundo grupo también se utiliza a la división de poderes como
limitante de la actividad judicial, aun cuando la intervención
de los jueces no invadiría una zona privativa de otro poder.
El resguardo de la división de poderes en este caso es (al menos
en teoría) prudencial, en el sentido de BICKEL 6 32 . Los tribunales
quieren mantenerse alejados de los poderes políticos como pren-
da de autopreservación y con ella de la clivisión de poderes.

630 Si bien utilizo aquí la misma denominación que Fritz W. ScHARPF en el


derecho norteamericano (véase supra, § 113, e) el fundam ento es diferente , ya
que la falta de funci onalidad aquí está motivada exclusivamente por la ausencia
de legitimación.
G ~ l "Polino c/Estado Nacional", Fallos , 317:335 (1994).
632 Véase supra, § 113. b.
Los ACTOS NO JUSTiCIABLES 279

Dentro de este segundo grupo militaban, en su momento, las


cuestiones electorales 6aa, y el proceso de formación y sanción
de las leyes, hasta que fueron dadas de baja, como reconoci-
miento de su justiciabilidad.
Por último, hay ciertas cuestiones que están retraídas del
control judicial , pues una ley así lo establece. Un caso típico
es el de los conflictos interadministrativos donde, por voluntad
de la ley 19.983, esiá vedada la intervención judicial. Cier-
tamente, no puede negarse que el fundamento de esta dispo-
sición puede hallarse en la división de poderes y en el intento
por no trasladar a la justicia un conmcto interno de la Ad-
ministración sin proyección a los administrados.
Tenemos así que las cuestiones políticas pueden estar crea-
das por la propia Constitución, por el Congreso o por los jueces.
Las primeras, a su vez, poseen dos excepciones cuya extensión
también depende en buena medida de la voluntad de los jueces.
Una primera excepción, fundada en la pos ibilidad de controlar
ciertos aspectos formales de la decisión, está limitada en su
aplicación por la mayor o menor extensión con que los jueces
interpreten la legitimación. La segunda excepción, fundada en
la irrazonahilidad manifiesta de la decisión política, también
depende de un criterio de apreciación judicial subjetiva que
determine el umbral de lo irrazonable .
Se sigue de lo dicho que existen cuestiones que por su
propia naturaleza están exentas de control judicial. Son aque-
llas incluidas en el primer grupo y no sujetas a ninguna de
las excepciones apuntadas. La abstención judicial en este caso

633 Ciertamente no t.odas las cuestiones vinculadas con la materia elect.oral


son justiciables. Algunas de ellas pueden entrar dentro tlel primer grupo antes
rn .. nc:ion ado. Así, por ejemplo, si una nueva ley electoral decidiera cambiar el
sis tema actual (Código Electoral Nacional , ley 19.945, con la~ modificaciones de
las leyes 22.487 , 23510, 24.012, 24.444), que establece la elección de los diputados
mediante el sistema D'Hont con listas cerradas, y se estableciera el sist ema de
CÍl'CWlSClipción uninominal, tal decisión no podría ser justiciable. De hecho, sería
des eable que ocurriera, dada la distor sión del régimen electoral que el sistema
de lista cerrada o bloqueada presenta. Una explicación de nuestro sistema elec-
toral puede verse en JACK.Iscn, Carlota, y F ERRF.IRA R uBIO, Delia M. , "E l sistema
electoral en la Argentina", en Sistemas electorales y sus consecuencias poUticas
(compiladora Carlot a Jackischl, Ciedla-i<tmdación Konrad Adenauer, Buenos Ai-
res, 1997, ps. 135 a 164. Una fuerte crítica al sistema D'Hont, véase en VERA
VILLALosos, Enrique, E l poder de nuestro uoto, Planeta, Buenos Aires, 1994, ps.
104 y sigui entes.
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
280
ano (e inevitable) objeto de que
es legítima, p~es responde al s a exclusiva de los poderes po-
los jueces no mvadan una zon
lítico~~s cuestiones políticas crea~as por l~ v~l':lntad di~c~oc!~~
nal de los jueces no tienen por nura un prmclplO"tan ?r o , .
mente constitucional, y revelan la presencia del móvll yohtlco
de las cuestiones políticas". Sin embargo, no me atrevena a for-
mular una condena absoluta de ellas, en la medida en que
el criterio prudencial utilizado sea auténtico y pueda compro-
barse que existe una honesta intención de preservar - al menos
por omisión- la división de poderes en un momento en_ que
una decisión adversa pudiera resultar nefasta para la ¡nde-
pendencia futura del Tribunal. .
Ello me permite afirmar que tanto en las cuestiones po-
líticas creadas por la Constitución como en las creadas por
los jueces está presente la separación de poderes, bien que
con propósitos diferentes. Mientras en las primeras se intenta
preservar la autonomía de los poderes políticos, en las segundas
el objetivo es preservar la del Poder Judicial 634 •

C) UN CASO SINGliLA.R: LA EMERGENCIA ECONÓMICA COMO CUES-


TIÓN POLÍTICA ENCUBIERTA. - Examinaré ahora un caso sin-
gular: el de la emergencia económica. La cuestión en nuestro
país tiene importancia en la medida en que la Argentina tiene
una larga trayectoria en este terreno, y además las dos últimas
décadas han transcurrido bajo el signo de aquélla 6~ 5 • Normal-
mente, y salvo lo decidido en el caso "Rodríguez", vinculado
con la privatización de los aeropuertos en 1997 636 , donde la
Corte manifestó que el control del decreto 842197 debía hacerlo

6 3 4 Se comprueba así que el Poder Judicial tanto puede intentar afirmar

su independencia por vía de acción ejerciendo el control de constitucionalidad


como puede intentar preservarla por omisión, invocando una cuestión política.
6 3 5 De hecho, en el momento de escribir estas lineas est.án vigentes las leyes

25.344 (80, 2111 1100) y 25.453 <BO, 3117/01). Acerca de la primera, véase CANOSA,
Armando N., Las reforn;as al régimen de juicios contra el Estado y la ley de
emer~encia económica , Abaco, _Buenos Aires, 2001; CRIVELLI, Julio C., La emer-
gencw. económtca permanente, Abaco, Buenos Aires, 2001. En torno a la segunda :
B IANCHJ, Alberto B., De la responsabilidad del Estado en la época de Rozas: la
ley 25.453, Adla, boletín n• 20, agosto de 2001 , p. 122.
636 H e a na li zado este caso supra , § 59, con motivo del control sobre los de-
cretos de necesidad y urgencia .
Los Acros NO JUSTICIABLES 281

el Congreso según el mecanismo previsto en el art. 99, inc.


3Q, el Tribunal, formalmente hablando, no ha evadido el control
sobre las medidas de emergencia dictadas en el campo eco-
nómico. Así, los fallos producidos con motivo de la impugnación
de tales decisiones parecen enfrentar seriamente el análisis de
ellas, lo que permite suponer en un análisis inicial, que no
constituyen una cuestión política. A diferencia del estado de
sitio político, que sí ha sido considerado una cuestión no jus-
ticiable 637, el estado de sitio económico 638 nunca fue dado de alta
en tal categoría. Por ello, si nos detenemos en la lectura de las
sentencias más típicas de esta serie jurisprudencia!, tales como
"Ercolano c/Lanteri de Renshaw" 639 , "Avico c/De la Pesa" 640 , "ln-
chauspe c/Junta Nacional de Carnes" 641 , "Russo c/Delle Donne" 64' ,
"Cine Callao" 643 , "Fernández Orquín c/Ripoll" 64 \ y "Peralta c/Es-
tado Nacional" 646 , inspiradas directa o indirectamente en los
fallos de la Corte norteamericana, fundadores de la tolerancia
hacia la intervención estatal en materia económica 646 , veremos
que en ninguno de ellos la Corte ha renunciado a ejercer el
control con invocación de la doctrina de las cuestiones políticas.
Sin embargo, no pueden pasar inadvertidos dos fenómenos
que se repiten sistemáticamente en todos estos casos. En pri-
mer lugar, la Corte ha sido muy tolerante de todas las medidas
de emergencia adoptadas en las últimas ocho décadas 647 , y en

637 Véase infra, § 91, a.


638 Las medidas de restricción de la propiedad indiyjdual han sido por mo-
mentos tan fuertes que he aludido al estado de sitio económico ( BrANCHr , Alberto
B., El estado de sitio económico, "Reyjsta del Colegio de Abogados de Buenos
Aires", t . 50, mayo de 1990, ps. 13 a 44).
639 Fallos , 136:161 (1922).
640 Fallos , 172:21 (1934).
641 Fallos, 199:483 (1944).
642 Fallos, 243;467 (1959).
643 Fallos, 247 :121 (1960).
644 Fallos , 264:416 ( 1966).
645 Fallos. 313:1513 (1990).
6 41; "Munn v. lllinois", 94 U.S. 113 (1877); "Noble State Bank v. Haskell",
219 U.S. 104 (1911); "Block v. Hirsh", 256 U.S. 135 (1921); "Home Building and
Loan Association v. Blaisdell", 290 U.S. 398 (1934); "Nebbia v. People of State
of New York"; 291 U.S. 502 (1934) y "West Coast Hotel v. Parrish", 300 U .S.
379 (1937).
647 Sería injusto sostener que la Corte ha tolerado todas las leyes o decretos
de necesidad y urgencia dictados , ya que existen algunos casos aislados en los
que tales disposiciones normativas han sido declaradas inconstitucionales, pero
ciertamente la tendencia general ha sido favorable a su constitucionalidad. Como
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
282
particular de las que han afectado las relaciones pa~ri~oniales
entre particulares, o entre éstos y el Estado, restnng¡.e.ndo el
derecho de propiedad individual. En segundo lugar, en runguno
de estos fallos se advierte un análisis profundo de la razona-
bilidad de las medidas. Por el contrario, la Corte ha aceptado
dogmáticamente la existencia de la emergencia, tal ~o.mo fue
presentada en cada opor~~nidad P?,r los pod.e.res poh,~l~Os.
Así, por ejemplo, en Ercolano , se alud10 a las Clrcuns-
tancias muy especiales en que por la dedicación de la propiedad
privada a objetos de intenso interés público y por las condi-
ciones en que ella es explotada, justifican y hacen necesario
la intervención del Estado en los precios, en protección de in-
tereses vitales de la comunidad" 648 , y se agregó luego que "No
es de resorte del poder judicial decidir del acierto de los otros
poderes públicos en la elección del medio empleado para con-
jurar esa situación crítica, ni de las consecuencias de orden
económico que puedan derivar de la aplicación de la ley. Le
incumbe únicamente pronunciarse acerca de los poderes consti-
tucionales del Congreso para establecer la restricción al derecho
de usar y disponer de la propiedad que encierra la ley im-
pugnada , teniendo para ello en cuenta la naturaleza, las causas
determinantes y la extensión de la medida restrictiva" 649 • En
"Avico" se invoca: "La coincidencia en el sentir de los grandes
poderes de Estado Legislativo y Ejecutivo, y los hechos recor-
dados, además de muchos otros que pueden invocarse llevan
al convencimiento de que había en realidad un estado d~ emer-
gencia producido por fenómenos económicos, tan grave 0 más
que el q.ue puede cre.arse por un contraste de la naturaleza,
Y que h1en p~do dec1rse que ese estado tiene los caracteres
del cas~ fortuito , capaz por su propio imperio, en principio,
de mod1fi?ar la~ relaciones contractuales creadas al abrigo d
la normalidad" 6oo N d . . e
· o menos ogmatlca fue la sentencia recafda

excepción en lo~ últimos tiempos señalo "v·d Cl b D .


de Cinematografía" Fallos 318·ll54 1 ' e.o u reams cllnstltuto Nacional
nal", Fallos 322: 1726 (l9 9'9 ¡ y. "R' ( .995dl; 'Ven-occht c!Poder Ejecutivo Nacio-
1
( 2 000), que •fueron anali zados, supraIS O§ ta e 0 campo c/R · " F tl
59 OJ!I S • a .os, 323:1934
648 Fallos, 136:172. ' ·
49
" Fallos . 136:177 .
650 Fallos , 17'2:77 y 78. y sigue diciend 1 f 11 ...
0
es tan hondo y ha cambiado lan b . e a 0 · Ese desastre económico
ruscamente el valor de la propiedad y de todos
283
Los ACTOS NO JUSTICIABLES

1 agremiación obligatoria
en ".Inchauspe": "en el presente caso, una a imnosición arbitraria
de los gana deros
no aparece como
.
~"'
o el medio de salvaguar ar
d
o caprichosa del legis~~édorlo~;e c~:os los habitantes del pais
sus interese~ ynatcal.monall nafectados por la crisis de la ganadería
y la econom1a • . d ' s'ble
) En nombre de un remoto interés pnva o. ~o sena ~o 1
~e~~ar los ojos ante el interés público y el pos1t1vo de nullar~s
de ganaderos empeñados en la defensa de la ley tachada e
651
inconstitucionalidad" · " • • , •
En "Cine Callao" la Corte admite que El anáhs1s del mento
0 eficacia de los medios arbitrados para alcanzar los fines pro-
puestos, la cuestión de saber si debieron elegirse los de la l~y
14.~~6 u otros procedimientos, son ajenos a la competencia
de esta Corte, a la que sólo incumbe pronunciarse acerca de
la razonabilidad de los medios elegidos por el Congreso, es de-
cir, que sólo debe examinar si son o no proporcionados a los fmes
que el legislador se propuso conseguir y, en consecuencia, deci-
dir si es o no admisible la consiguiente restricción de los de-
rechos individuales afectados. Pues, como se afirmó en Fallos ,
171:348 y se recordó en Fallos , 199:482, el tribunal nunca ha
entendido que pueda sustituir su criterio de conveniencia o
eficacia económica o social al del Congreso de la N ación, para
pronunciarse sobre la validez constitucional de las leyes , sea
de las que regulan trabajos, comercios o industrias con fines
de policía, sea de las que establecen impuestos o tasas" 662 •
Iguales deficiencias presenta "Peralta", en particular cuan-
do la Corte se ocupa del control de razonabilidad con la su-

los productos de la agricultura y ganadería, y consiguientemente el precio del


arrendamiento de los campos y casas, que si el Congreso no se hubiera resuelto
a establecer la moratoria y especialmente la rebaja del interés de los préstamos
hipotecarios, los acreedores hipotecarios que percibieron durante año~ su capital
en una moneda extraordinariamente valorizada dentro del país , por la emergencia,
adquirirían en realidad un valor de compra muy superior al que dieron en préstamo
(. .. ) En consecuencia podemo• afirmar que la gravedad y extensión de la crisis
económica justifican ampliamente la ley impugnada; que todas sus disposiciones
se proponen salvaguardar en lo posible un fin legítimo, como es el interés público
comprometido en esta grave emergencia y que los medios empleados, la moratoria
para el pago del capital por tres años, y del pago de los intereses por seis meses
vencidos, así como el seis por ciento en la tasa del interés, son justos y razonables,
como r~glamentación o regulación de los derechos contractuales".
ASJ Fallos , 199:'183 (cunsid. 9 º ).
6~~ Fallos, 247:131-132.
284 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

perficialidad con que tradicionalmente ha sido ~bordado~ - El


53

esquema empleado por la sentencia es muy sencrllo: el Tnbunal


parte de la noción clásica sobre razonabilidad establecida por
él en numerosos precedentes, según la cual las leyes son ra-
zonables cuando guardan una debida proporción entre los fmes
que persiguen y los medios instrumentados a tal fin sM, criterio
que cuenta con el aval de los tribunales inferiores 655 y de la
doctrina s;;s , y dice que los medios arbitrados por el decr. 36/90
para sofocar la emergencia no son irrazonables. "Sustancial-
mente -dice la Corte- aquel decreto ordenó que las imposicio-
nes que excediesen de determinada cantidad fuesen abonadas
con los títulos de la deuda pública denominada bonos externos
serie 1989" 65 7 , lo que representa tan sólo "una fuerte repro-
gramación de vencimientos, mas no necesariamente una quita
como podría suponerse en un primer como no menos superficial
análisis de la cuestión" 6fi8 •
De lo dicho se sigue que la emergencia económica, si bien
formalmente considerada, no ha sido una cuestión política, la
Corte Suprema -de hecho- nunca ha penetrado ni analizado
en profundidad sus verdaderas causas, ni la razonabilidad entre
ellas y las me<lidas adoptadas. En realidad, ha h echo un acto
de fe ante lo decidido por el poder político y ha optado en
general por convalidarlo. Es difícil determinar si la ausencia
de control se origina en una imposibilidad real y auténtica
(cuestión política constitucional o natural) o en una decisión
típicamente política, pero en cu alquier caso se ha comportado
como si estuviera ante un supuesto excluido del control. En

6 5 3 Véase supra , § 90, a, donde me r efiero al control de razonabilidad de


las medidas dictadas bajo el estado de sitio.
654 Sei'ialo a simple título de ejemplo el caso "Juan Roberto Azar" , Fallos,
299:428 (1 977), donde en el consid. 52 se enumeran gran cantidad de preceden-
tes en este mismo sentido. Véase también "Rozzano c/Estado Nacional", Faltos,
318:1256, 1259 (1995).
655 CNCont. Adm. Fed., Sala IV, "Marcer cl'l'ribunal de Disciplina d el
CPACF", 1317/00, causa n2 45.693.
656 Entre otros, véase: LlNARF.S Q uiNTANA, Segundo V., Tratado de i nterpr·~ ­
taci6n constitucional , Abeledo-Perrot, Buenos Aires , 1998, cap. XXI; P AD!LI.A, Mi-
guel M., Lecciones sobre derechos humanos y garanUas , 2• ed., Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1993, t. ll, p. 108.
657 Fallos, 313 :1553, consid. 51.
668 Fallos, 3la:l553 , consid. 52.
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 285

consecuencia, puede decirse que la emergencia económica es


en la práctica una cuestión política encubierta.

d) SÍNTESIS. UNA DOCTRINA QUE SE REPLIEGA. - De lo


dicho hasta aquí encuentro que hay cinco clases de cuestiones
políticas: a) cuestiones natural o constitucionalmente políticas;
b) cuestiones funcionalmente políticas; e) cuestiones que el Con-
greso dice que son políticas; d) cuestiones que los jueces dicen
que son políticas, y e) cuestiones políticas encubiertas.
Fuera de ello y como conclusión final del capítulo, creo que
vale la pena seiíalar tres cuestiones . En primer lugar, la abs-
tención de los tribunales a resolver casos políticamente com-
prometidos, cuidando con ello su propia integridad, es un hecho
histórico verificable en regímenes políticos tan diferentes como
el de los Estados Unidos y Francia. Ello indica que no es tal
o cual sisLema el que las produce, sino que están en la na-
turaleza de las relaciones entre la judicatura y los otros poderes .
En segundo lugar, también se observa qu e al lado de este
aspecto académicamente criticable, las cuestiones políticas tie-
nen un fundamento constitucionalmente aceptable. Es preciso
admitir la existencia de actos o decisiones de los poderes po-
líticos que por su naturaleza misma no son justiciables. No
constituyen una causa judicial en los términos del artículo 116.
En tercer lugar, me atrevo a sostener -aun cuando en este
terreno no pueden afirmarse tendencias definitivas- que la ex-
periencia de los últimos treinta anos indica un repliegue o re-
troceso de las cuestiones políticas. Este fenómeno , que en la
Argentina tiene hitos jurisprudenciales muy concretos, se ob-
serva también en Europa continental, donde España ha aban-
donado la noción del acto de gobierno y Francia lo mantiene,
pero con limitaciones . Entre nosotros , desde la justiciabilidad
de las cuestiones electorales hasta el caso "Fayt" también se
ha producido un avance sensible en igual sentido. En el camino
se han revisado decisiones emanadas de juicios políticos, se
ha controlado el proceso de formación y sanción de las leyes
y el veto parcial del Presidente. Al mismo tie~po.' el ensan-
chamiento de la base de la legitimación ha contnbmdo a llevar
ante los tribunales causas que otrora quedaban sin revisión
judicial alguna. Todo ello marca -enhorabuena- una tendencia
hacia una mayor justiciabilidad.
CAPITULO VI

TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL


Y SU PERSPECTIVA HISTÓRICA

Sólo existen dos grandes corrientes en la hi~toria de


la humanidad: la vileza, que crea los conservadores
.Y la envidia, que produce los revolu cionarios (JULEH
DE GoNCOURT, Joumal).

A) LA CORTE SUPREMA Y SUS PODERES

§ 117. Planteo. Desarrollo


de este capítulo

Al comenzar este libro dije que el control de constitucio-


nalidad constituye la columna vertebral del mundo de la Cons-
titución y si bien es la Corte Suprema, con su autoridad en la
materia, la que lo afirma, lo cierto es que hasta el presente
sólo me he detenido en el análisis procesal de estos problemas,
pero nada he probado todavía en relación con tal afirmación y
el énfasis puesto en ella. Tal es la finalidad del presente capítu-
lo, donde intentaré hacerlo describiendo las tendencias jurí-
dico-políticas del control y su influencia en el proceso de cambio
de un modelo constitucional a otro en un marco histórico.
Aun cuando esto sea una perogrullada, me atrevo a re-
cordar que el control constitucional no es un acto jurídicamente
puro - si los hay- y por ello, creo, cualquier estudio sobre la
materia resultaría incompleto, si se circunscribiera solamente
a verificar los aspectos formales de la cuestión, desatendiendo
aquellos que hacen al rumbo sustancial de la jurisprudencia.
Los jueces y en particular la Corte como poder del Estado go-
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
288
biernan y el gobierno de los jueces -en el buen sentido ~el
términ~- está profundamente influido por las tendenciaS
que tiene el control. Tales tendencias respond~n a numero-
sos factores morales, políticos, económicos y soc.Iales, que ha-
cen del control un fenómeno complejo, insusceptlble de. ser en-
chalecado en un reduccionismo meramente procesal, SI lo .que
se pretende es abarcar su verdadera esencia. ~or ello tle.ne
sus límites estudiar un fallo despojado de las crrcunstanc1as
históricas de su época, de quiénes fueron los ju~ces que lo
suscribieron, de cuáles eran sus creencias, de qUiénes lnflu-
yeron en su nombramiento, de lo que la sociedad o los poderes
políticos les reclamaban en el momento de dictarse la senten-
cia, y de cuáles eran los compromisos y limitaciones que cada
uno de ellos poseía al poner su firma en el pronunciamiento.
"Las profecías acerca de lo que los tribunales harán de hecho
y nada más pretencioso, es lo que yo entiendo por derecho"
-sostenía HOLMES 1 , quien estaba convencido además de que la
vida del derecho no ha sido lógica, sino experiencia 2- . Podemos
estar de acuerdo con HOLMES, o podemos desechar sus afir-
maciones, por exudar un anglosajonismo ajeno a las abstrac-
ciones a las que nos tiene acostumbrados el inefable raciona-
lismo jurídico. Pero lo que no debemos es desconocer que el
derecho es un fenómeno social, y como tal es complejo. No
está preparado para la estrechez filosófica de la Teoría

1 H OLMES, Oliver W., The Path o{ Law, "Harvard Law Review", vol. 10, p.
457 , reproducido en Collected Legal Papers , Harcourt, Brace and Howe, New York,
1920, ps. 167 a 202, esp. p. 173.
. 2 Decfa HOLMES: "The life of the law has not been logic: it has been expe·

~en~e: The felt necessities of the time, the prevalent moral and political theories,
mtmbo~s of public pohcy, avowed or unconscious , even the prejudices which judges
share wlt~ the1r fellowmen, have had a good deal more to do than the syllogism
m detern:unmg the rules by which men s hould be governed. The law embodics
the story of a nations development through many centuries , and it cannot be
dealt with as if it contained only the axioms and corollaries of a book of mat·
hematics. ln order to know what it is, we must know what it h as been, and
what it te~ds to become. We must alternately consult history and existing theories
of leg¡slabon. But the most difficult labor will be to understand the combination
o~ the ~wo into new products at every stage. The substance of the law at any
¡pven tune pretty nearly corresponds, so far as it goes, with what is then un ·
derstood to be convenient; but its form and machinery, and the degree to which
it ~s able to work out desired results, depend very much upon its past" (HOLMES,
Ohver W., The Common Law, edited by Mark DeWolfe Howe, Little, Brown and
Co., Boston, 1963, p. 5).
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL
289

pura 3 ni para la limitación intelectual de los primeros comen-


tarist~s del Code Napoleon 4 . No es éste un estudio de filosofía
del derecho ni menos aún soy un experto en ese terreno, de
modo que n~ me aventuraré a penetrar en sus com~lejos mea~­
dros . Sólo intento advertir al lector acerca de la 1mportanc1a
-no excluyente- de la historia jurisprudencia} en el desarrollo
de los procesos constitucionales, como medjo de estar alerta
sobre lo que puede ocurrir y obrar en consecuencia.
Con tal motivo voy a recorrer aquí tres pasos. En primer
lugar, voy a describir el rol institucional de la Corte Suprema,
ya que se trata del Tribunal que en mayor medida ejerce el
control constitucional y lo emplea como medio de producir, o
bien acompañar los cambios. Como segundo paso, describiré
las herramientas que la Corte utiliza como vehículo procesal
de su tarea, ya que ello permitirá tener una idea apr·oximada de
la libertad de maniobra (discrecionalidad) que posee. En tercer
término haré un recorrido histórico del constitucionalismo
- proporcional a las dimensiones que esta obra me permite-
con el objeto de brindar al lector un marco general a los
cambios que en su curso ha generado el control de consti-
tucionalidad según las tendencias políticas, jurídicas y eco-
nómicas de cada época, cambios que por otro lado fueron
en general acompañados por la Corte Suprema. Creo que
esta trilogía de cuestiones permite conocer el perfil institu-
cional del Tribunal que produce el control constitucional, las
herramientas de que se vale para ello y el curso histórico
en el cual se han aplicado.

" K ELSEN 4uería "liberar a la ciencia jurídica de todos los elementos que
le son extraños" (Teor[a pura . . . , cit., p. 15), pero con ello olvidaba que el der e-
cho no es el fruto de una abstracción y qu e no puede ser aplicado por igu al a
todos los pueblos o comunidades con desprecio o indiferencia por su historia y
su cultura.
4 Según decía Demolombc: "mi divisa , mi profesión de fe , es ta mbi én ¡los
textos antes que nada! Publico un curso de Códi go de Napoleón; mi objeto es,
por tanto, interpretar·, explicar el Código de Napoleón mismo. considerado corno
ley viva, como ley a plicable y obligatoria; y mi s preferencias por el método dog-
mático no me impedirán el tomar por fundamento siempre los artículos mismos
de la ley" . Más decisivas son tod avía las palabras atribuidas a Bugnet: "No co-
nozco el derecho civil, no enseño más que el Código de Napoleón" (ci tados por
GENY, Francisco, Método de interpretación y fuent es en derecho pri uado positiuo ,
Reus, Madrid, 1925, p. 27).
290 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

§ 118. Función institucional


de la Corte Suprema

a) PLANTEO. - Nadie puede cuestionar a esta altura que


el rol de la Corte Suprema constituye un universo mucho más
vasto que el que ofrece su función como tribunal de justicia,
observada desde la estrechez de las normas procesales. Aso-
marse tan sólo al comportamiento de la Corte implica tomar
contacto inmediatamente con una realidad polifacética que por
su t r ascendencia merece una meditación detenida. No en vano
ha dicho Paul FREUND que entender a la Corte es un asunto
que obliga a los abogados a convertirse en filósofos 5 • Veamos
ent onces cuáles son las múltiples caras que conforman el papel
inst itucional del Tribunal.
Para comenzar el análisis del enclave institucional que la
Constitución y la dinámica de la vida política han configurado
para la Corte Suprema, tengamos en cuenta que así como en
los Estados Unidos se ha dicho que la historia de ese país
ha sido escrita no sólo en los salones del Congreso, en las
oficinas del Poder Ejecutivo y en los campos de batalla, sino
también en gran medida en los despachos de la Corte 6 , entre
nosotros Vicente Gallo, con igual convicción, afirmaba que mu-
chas de las páginas de nuestra historia encuentran su verda-
dero sentido en los fallos del Tribunal \ dando razón con ello
a lo que había anticipado Bartolomé Mitre casi ochenta años
ant es , al despedir los restos de Francisco de las Carreras 8 •
Obviament e, no es esta la ocasión para evocar siquiera su-

5
F I{EU ND, Paul A., On Understanding the S upreme Court , Greenwood Press,
Connecticut, 1977 , p. 7.
6 W ARR EN , Charles , Th e Supreme Court in United S ta tes History , Little
Brown & Co., Bo•ton, 1926, vol. l. , p. l.
7
Prólogo a la obra de Pf; nEz, Felipe S. , Tratado sobre la jurisprudencia de
la Corte Suprema , Ideas, Buenos Aires, 1941.
8
"Pero era necesario - decfa Mitr e- complementar esa Constitución; era ne-
cesario consolidar a la par del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo que son
siempre las primeras manifes taciones de la vitalidad política, el supremo Poder
Judicial que imper a sobre las pasiones, que corrige sus extravíos, que garante
la paz de los pueblos y de los ciudadanos y qu e gobierna a todos en nombre
de la razón con la fu erza invencibl e de la ley" (citado por VANUl:Sl:Sl , Teor(a Cons-
titucional , t. ll, p. 142, n • 2).
196 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Aires en el caso "Spisso" 217 , que es útil para el análisis


alguna solución. Rodolfo Spisso había sido elegido por el C
sejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires
integrar la Cámara en lo Contencioso Administrativo y
butario, y su pliego fue remitido a la Legislatura. Antes
que se celebrara la audiencia pública prevista en el art. 1
de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, se
en el cuerpo legislativo una denuncia formulada contra el
Spisso por irregularidades en el ejercicio de su profesión.
terado de ella, Spisso presentó sendos descargos ante
y ante el Consejo de la Magistratura. La Legislatura,
mente, decidió no prestar el acuerdo. Esta decisión fue
pugnada por medio de una acción de amparo, que tuvo favor
acogida, aunque con las siguientes particularidades. La j
ticia no ordenó a la Legislatura producir el acuerdo, pero
tendió que el derecho de defensa del actor no había sido
ficientemente resguardado; en consecuencia anuló el
del pliego y ordenó a la demandada considerarlo nuev"'-wt~::u...
permitiendo al actor el ejercicio de su derecho de defensa.
poco se hizo lugar a la pretensión del actor de que se lo
siderara automáticamente designado, habida cuenta de la
lidad del rechazo del pliego.
Estamos, como puede verse, ante un supuesto análogo
del juicio político. No se discute ni se revisa el criterio de
Legislatura para evaluar al candidato, pero el caso
un elemento regladc;>: el trámite otorgado a la denuncia
pasos procesales dados por el órgano legislativo en
del derecho de defensa del denunciado, los que fueron
derados insuficientes.

§ 93. La re forma const itucional

Al igual que nuestra Constitución, la de los Estados U


prevé también un procedimiento para su reforma 2 18 •

m CCont. Adm. y Trib., Cdad.Bs.As., Sala I, "Spisso c/GCBA", 8/5/01 ,


n• l.
218 El mismo está registrado en el artículo V, qut< dice: "El Congreso
pondrá enmiendas a esta Constitución cuando dos tercios de ambaR Cámaras
LOS ACTOS NO JUSTICIABLE.$ 197

conocer entonces si los jueces pueden controlar este proceso,


o si ello es una cuestión ajena a su poder de revisión. En
un caso inicial, "Hollingsworth v. Virginia" 219 , la Corte sostuvo
que el Presidente no podía vetar las enmiendas aprobadas por
el Congreso, ya que el poder de veto estaba sólo reservado a
las leyes. También se atisba un cierto control judicial sobre
el proceso constitucional en "Leser v. Garnett" 220 , donde se dijo
que la sola certificación de un estado de que había ratificado
un proyecto de enmienda era suficiente para tenerlo en cuenta
a los efectos de lograr la mayoría para impulsar el proceso
de enmienda. Asimismo, en "Dillon v. Gloss" 221 , fue declarado
constitucional el plazo creado por el Congreso para la ratifi-
cación de las enmiendas constitucionales. Pero en "Coleman
v. Miller" 22 ~, la Corte, mediante el voto del juez Black, rechazó
una demanda promovida por dos senadores estaduales que pre-
tendieron se declarara inconstitucional la ratificación de las
enmiendas decimooctava y decimonovena, por haber expirado
el plazo para hacerlo. Sostuvo el tribunal que el Congreso tenía
el control exclusivo y completo del proceso de reforma el que
no estaba sujeto a revisión judicial. El proce o de reforma cons-
titucional -dice la Corte- es íntegramente político, desde que
se lo sometP. hasta que una enmienda pasa a formar parte
de la Constitución y no está sujeto a control judicial en ninguna
pat·te 2t' . Igual criterio ha sostenido alguna vez la justicia fe-
deral del ~::stado de Idaho "'"'. Doctrinariamente, la cuestión se
iliscute . TR1BE sostiene que el proceso de reforma constitucional

t:nn•id"ren necesQJ·io , o cuando dos tercios de las legislaturas estaduales convoquen


a una convención para proponer enmiendas lo cual en cualquier caso será válido
a todos los efectos como partOl dr. esta Constitución , cuando haya sido ratificado
p<H' las le~islaturas de los tres cuartos de los e stado~ o por trc~ cuartos d e las
convenciones convocadas H ese fin , ya que uno y otro modo de rati.ficamón puede n
ser propuestos por el Congreso. Ninguna enmienda que afecte en modo a lguno
las cláusulas primera y cuarta de la sección novena del primer Articulo , podrá
ser introducida antes de 1808 y ningún est.ado podrá ser privado sin su consen-
timient o de su igualdad electoral en el Senado".
t19 3 U .S. (3 Dallas) 378 (1798).
220 258 u .s. 130 (1922).
221 256 u.s. 368 (1921).
222 307 u.s. 433 (1939).

~n 307 U .S. 457-459 . r' ederal Supplement 1107 (Tribunal


224 "Stat.e of ldaho v. Freeman·, 529
de Distrito de ldaho, 1981).
CoNTROL DE coNSTITUCiONALIDAD
198
no debe ser revisado judicialmente, pues constituye el úni
mecanismo existente que penrute modificar la interpret
judicial de la Constituc1ón 22 ~ . DELLINCER , por el contrario ,
tiene que los tribunales deben asegurar que el proceso de
forma se lleve a cabo en la forma en que lo prescribe la Co
6
titución
La "Corte

Suprema argentina, antes del caso "Fayt",
bía dicho en "Soria de Guerrero c/Bodegas y 22Viñedos
S.A." 227 -con disidencia del juez Boffi Boggero A_ que los
no tenían poder de revisión sobre el proceso de reforma
tilucional" 2 " . No obstante, aclaró que tal principio sólo
ría, en caso de demost.rarse la falta de concurrencia de
requisitos mínimos e indispensables que condicionan la
de una lcy'2 ~ 0 • Luego de este caso, "Gascón Cotti" n\
Bergcz""12 y "Pohno" 2 aa no pudieron lograr que la Corte.,."'""'"..,.
los procesos de reforma constitucional en la Provincia de
Aires y en la Nación, pero estos intentos fracasaron por
d~ legitimación en los actores, según sostuvo el Tribuna
Stn embargo, la cuestión tuvo un vuelco asombroso en
c/Estado Nacional" 235 , pues al anular una cláusula de la C
ti.tuc~ón - incorporada en la reforma de 1994- la Corte, de
eJerctó control sobre tal proceso de reforma. No explicaré
los hechos de este caso, pues ya lo hice más arriba al
a los efectos del control Y en particular el eventual efecto
ga omnes de algunas sentencias 23n . No ob t t d b
que el art. 99, inc. 4 º en su tercer párrafo :x~;ae~nen~evo

225 Tm DE, Laurence L Consti . .


Massachusetts , 1985 ps
2 23
2' tutiOnal Chotees , Harvard University
22r. D . ._ ' · Y · T
~LLINUF~ R Walter The L ,
the A mendment Pr~cess "H, degL¡ Lmacy o(Constitutional Change·
2' , arvar aw Re . " l 9 .
27 Fallos, 256:556 ( 1963 ) Vlew • vo · 7, p . 386 (1 983).
~~H Fallos, 256:559-562 ·
. 229 Se trataba de un c~so en que la Cor te debía decidir s i el artícul
~~nctConado
bts de la Constitución había sido
reglamento interno de la Conve de conformidad con la s norma:
230 Fallos, 256:559 nci n onstJtuyen te de 1957.
~a l "Alfredo Gas · ·
2:i~ "Pablo G ~Ion Cotti·•, Fallos , 3 13:594 (1990)
:13 "Poli n o onza
eJE t "' ll os, 313:588 (1990)
dez Berg. ez •' ,,a ·
.2" Me remito s a¡ o Nacwnal" . . ' L' 11
ra os, 317:335 ·
(1994)
2 4
e · a a exphcactón d ·
un ~~~~vFv~a11~ls~~~~~~~l~e gg~c~-timaci~ne~~~~c~iO:a ~a;~~sl!~:~ts~~:: ::Jr~d<§J4,_
ease supra, § 50. u es.
198 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

no debe ser revisado judicialmente, pues constituye


mecanismo existente que permite modificar la interpretación
judicial de la Constitución 225 . DELLINGER, por el contrario, so
tiene que los tribunales deben asegurar que el proceso de re-
forma se lleve a cabo en la forma en que lo prescribe la Con
titución 2 "" .
La Corte Suprema argentina, antes del caso "Fayt", ha-
bía dicho en "Soria de Guerrero c/Bodegas y Viñedos Pulen
S.A." 227 -eon disidencia del juez Boffi Boggero 228- que los juec
no tenían poder de revisión sobre el proceso de reforma con
titucional 22Y. No obstante, aclaró que tal principio sólo cede-
ría, en caso de demostrarse la falta de concurrencia de 1
requisitos núnimos e indispensables que condicionan la
de una ley 200 . Luego de este caso, "Gascón Cotti" ~ , 2 1

Bergez" 232 y "Polino" 2o:J no pudieron lograr que la Corte revi


los procesos de reforma constitucional en la Provincia de
Aires y en la Nación, pero estos intentos fracasaron por
de legitimación en los actores, según sostuvo el Tribunal
Sin embargo, la cuestión tuvo un vuelco asombroso en "Fa
c/Estado Nacional" 2:JS, pues al anular una cláusula de la
titución -incorporada en la reforma de 1994-la Corte, de
ejerció control sobre tal proceso de reforma. No explicaré
los hechos de este caso, pues ya lo hice más arriba al referí
a los efectos del control y en particular el eventual efecto er-
ga omnes de algunas sentencias 236 • No obstante, debo
que el art. 99, inc. 4º en su tercer párrafo exigía un nuevo nom-

22G 'l'ruuE , Launmce L. , Constitutional Choices , Harvard University Pre-


Massachusetts , 1985, ps . 22 y 2~ .
22
6 U F. LLI NGER , Waltcr, The Legitimacy of Constitutional Change: Rcthinki
the Amendment Process , "Harvard Law Review", vol. 97 , p. 386 (1983).
227 Fallos, 256:556 ( 1963).
2 28 Fallos, 256:559-562.
22
V Se trataba de un caso en que la Corte debía decidir si el artículo 1
bis de la Constitución habla sido sancionado de conformidad con las normas d
reglamento interno de la Convención Constituyente de 1957.
2~o Fallos , 256:559.
2
31 "Alfredo Gascón Cotti", Fallos, 313 :594 (1990).
m "Pablo González Bcrgez", Fallos , 313:588 (1990).
2
a3 "Polino c/Estado Nacional", Fallos, 317 :335 (l994).
. Me re mito. ~ la explicación de e tos dos casos efectuada supra (§ 741.
234

con mot1vo del anális1s de la legitimación colectiva de las pel'sonas individual


235 Fallos, 322:1616 (1999).
2:<6 Véase supra, §50.
Los ACTOS NO JUSTICIABLE
199

bramiento precedido de igual acuerdo para t.oc;ios lo _jueces fede-


rales que hubieran alcanzado los setenta y cmco anos de edad.
egún estableció la Corte, dicha cláusula es ~ula pues no e7~a­
ba habilitada por la ley 24.309, de convocatona a la ConvenCion .

§ 94. El proceso de formación y sanción


de las leyes

Hasta 1998 la Corte Suprema declinaba controlar el proceso


de sanción de las leyes. Sostenía que sólo conocía las leyes
una vez que ellas existían como tales. De tal suerte, si se
observaban anomalías en la formación de la ley, ello era con-
iderado un asunto interno del Congreso y ajeno al control
judicial. En los Estados Unidos, ésta era también la jurispru-
dencia tradicional ~ 7 , pero fue modificada en 1990 en el caso
"United States v. Muñoz-Flores" 238 , en el cual se impugnaba
la constitucionalidad de una ley que había creado una multa por
la comisión de delitos menores, en violación de la cláusula de
origen (origination clause) establecida en el Art. 1, secc. 7 239 •
El representante del gobierno arguyó que la cuestión debatida
era política, agregando que la Cámara de Representantes poseía
resortes suficientes para proteger sus intereses en casos como el
presente. La Corte, sin embargo, conducida por el voto del juez
Thurgood Marshall, entendió que ello no era así, pues el hecho
de que la Cámara tuviese tales poderes de autodefensa no impe-
día la acción de los tribunales para defender la Constitución 240 .

237 Me refiero al caso "Ficld v. Clark", 143 U.S. 649 (1892), en el cual fue
dest:stimada una demanda en la cual se invocaba que una sección de una ley, au-
tenticada por el speaker (pre idente) de la Cámara y firmada por el Poder Eje-
cutivo , había sido omitida respecto de la versión final del texto en las sebioncs
legislativas. La Corte dijo qut: el control judicial era inneces~o . ~rque _el_ Con-
greso podía prott:ger sus propios intereses a doptando una leg¡slactón adtc10nal.
2~8 495 u.s. 385 (1990).
2~~ Esta cláusula, antecedente de nuestro art. 52 (ex 44) , establece que todas
las leyes que produzcan rentas se originarán en la Cámara de Representantes
(Diputados).
••u En lo atinente al fondo del problema, la Corte, sin embargo, no declaró
inconstitucional la ley, pues entendió que la misma no estaba incluida dentro
de las previstas en el Art. 1, secc. 7, en la medida en que no recolectaba rentas
para la Nación, sino que establecia un fondo para compensar a las víctimas de
los deli tos cometidos .
Los ACTOS NO J USTICIABLES 199

bramiento precedido de igual acuerdo para todos los jueces fede-


rales que hubieran alcanzado los setenta y cinco años de edad.
Según estableció la Corte, dicha cláusula es ~ula, pues no e~~a­
ba habilitada por la ley 24.309, de convoc9.tOI'l9. !l. la Ce>ñvéñcion.

§ 94. El proceso de formación y sanción


de las leyes

Hasta 1998 la Corte Suprema declinaba controlar el proceso


de sanción de las leyes. Sostenía que sólo conocía las leyes
una vez que ellas existían como tales. De tal suerte, si se
observaban anomalías en la formación de la ley, ello era con-
siderado un asunto interno del Congreso y ajeno al control
judicial. En los Estados Unidos, ésta era también la jurispru-
dencia tradicional m , pero fue modificada en 1990 en el caso
"United States v. Muñoz-Flores" 238 , en el cual se impugnaba
la constitucionalidad de una ley que había creado una multa por
la comisión de delitos menores, en violación de la cláusula de
origen (origination clause) establecida en el Art. I, secc. 7 ~ • 39

El representante del gobierno arguyó que la cuestión debatida


era política, agregando que la Cámara de Representantes poseía
resortes suficientes para proteger sus intereses en casos como el
presente . La Corte, sin embargo, conducida por el voto del juez
Thurgood Marshall , entendió que ello no era así, pues el h echo
de que la Cámara tuviese tales poderes de autodefensa no impe-
día la acción de los tribunales para defender la Constitución~•o.

2~7 Me ref1ero al caso "Field v. Clark", 143 U.S. 649 (1892), en el cual fu e
desestimada una demanda en la cual se invocaba que una sección de una ley, au-
tenticada por el speaker (presidente) de la Cámara y firmada por el Poder EJe-
cutivo habfa sido omiLida respecto de la versión final del te~ en las se~t~nes
legi s l~tivas. La Corte dijo que el control judicial er~ ionecelsa':'~· P.o;:~~:ion:~­
greso podía proteger sus propios intereses adoptan o una egts ac1 ·
238 495 U.S . 385 (1990).
2 (ex 44 ¡ establece que todas
239 Esta cláusula, antecedente de nuest~o art. l; Cámar~ de Representantes
las leyes que produzcan rentas se ongmaran en
(Diputados). 1 l e0 rte sin embargo no declaró
240 En lo atinente al fondo del prob ema, ~ ' t b lll. cl~ida dentro
t dió que la mtsma no es a a
inconstitucional la l ey, pues en en
de las previstas en el Art. I , secc._7' en~
la
:e
para la Nación , sino que establecla un on o par
dida en que no recolectaba rentas
a compensar a las v1ctimas de

los delitos comet1dos.


CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
200
En lo que hace a la jurisprudencia nacional, la
fue establecida inicialmente en "Compañía Azucarera
cumán" 241 caso que nos ilustra sobre el
na S ·A · cfl'u ' l al'd d
miento clásico de la Corte . Se cuesti?naba a v 1 .ez e
ley que establecía un aumento en el Impuesto de nego,
la base de que el proceso de formación de la mi.s~~ en
cámaras de la legislatura provincial había estado VI~Iado,
que mientras algunos legisladores habí~n si?o co~pehdos
ir a votar otros en cambio, habían visto 1mped1do el
al recinto ~ 42 • L; Corte se abstuvo de verificar la validez
la ley en este aspecto, señalando que "Ésta es pues, una
esencialmente política, por su íntima estructura, por los
tecedentes que la fundamentan, por su índole y modali
constitutivas; con tales caracteres se ha planteado, pese a
denominación de causa civil que se le da mediante una
vación subsiguiente de la cuestión fundamental relativa a
formalidades y procedimientos de organización de una
de la legislatura en determinada sesión de la misma. Y
a estos conflictos de los intereses y atribuciones de la
expresada, no alcanzan las facultades jurisdiccionales de
Corte Suprema" 24 ~.
Más tarde , en "Petrus S.A. c/Nación Argentina" 24 \ la
manifestó igual criterio. La actora impugnaba allí la
tucionalidad de una ley impositiva, pues la misma no
ingresado por la Cámara de Diputados para su tratamiento
el Congreso, como lo dispone el art. 53 de la
El planteo fue rechazado sobre la base de que "el Poder
si bien tiene facultades para declarar la inconstitucio
de las leyes, no las tiene para resolver sobre la forma
ellas han llegado a ser aprobadas por el Congreso. Conoce
pecto a las leyes sólo una vez que ellas existen como
es decir, cuando son promulgadas o puestas en vigencia.
confrontarlas con la Constitución nacional en los casos en
sean argüidas de contrarias o repugnantes a la misma,

241 Fallos, 141 :271 (1924).


4
" 2 Fallos, 141:271, ~sp . p. 278 .
243
Este mismo criterio fue luego r~producido en "Compañía Azucarera
cepción ci'I'ucumán", Fallos, I43:131 (19 25).
244Fallos, 210:855 (1948).
245
Como vemos, se trataba del mismo caso resuelto por la Corte no
mericana en "Muñoz Flores", citado en nota 238.
LOS ACTOS NO J USTICIABLES 201

no le corresponde estudiar el proceso interno de su examen


y votación, o sea la forma como han sido sancionadas, para
establecer si las Cámaras Legislativas cumplieron o no con
las exigencias constitucionales pues ello importaría quebrantar
el equilibrio de los poderes y una violación de la independencia
de que goza el Poder Legislativo".
Este criterio cambió en diciembre de 1998 cuando la Corte
Suprema, con firma de los ministros Nazareno, Moliné O'Con-
nor, Belluscio, López, Boggiano y Vázquez 246 , resolvió "Nobleza
Piccardo S.A. c/Estado Nacional-DGI" 247 , caso en el cual la sen-
cillez de la sentencia no debe hacernos perder de vista la tras-
cendencia de lo decidido. Esta trascendencia surge -en lo que
aquí interesa- del cambio de jurisprudencia tradicional pro-
ducida con este fallo . Los hechos del caso ya han sido ana-
lizados en el curso de esta obra y alli me remito 248 ; basta decir
entonces que la Corte abandonó el criterio sustentado hasta ese
momento, y declaró la inconstitucionalidad de una ley cuyo pro-
ceso de sanción no había respetado el mecanismo previsto en la
Constitución. No obstante ello, poco después, en "Famyl c/Esta-
do Nacional" 249 , caso en el cual me detendré más adelante 250 , la
Corte ha intentado relativizar el cambio producido en este fallo
al decir que ". .. lo relativo al proceso de formación y sanción
de las leyes, al constituir una atribución propia de los dos
poderes constitucionalmente encargados de ello (el Congreso
y el Poder Ejecutivo, según lo establecen los arts. 77 a 84 de la
Constitución nacional) resulta, por regla general, ajeno a las fa-
cultades jurisdiccionales de los tribunales [citas omitidas]. Em-
pero, es doctrina de esta Corte que tal criterio reconoce ex-
cepción en los supuestos -como el suscitado en el sub examine-
en que se ha demostrado fehacientemente la falta de concu-
rrencia de los requisitos mínimos e indispensables que condi-
cionan la creación de la ley" 251 •

246 Votaron en disidencia los ministros Bossert y Petracchi, por entender


que el recurso ordinario presentado por la demandada no reunía los requisitos
necesarios para ser considerado procedente.
2 47 Fallos, 321:3487 (1998).
248 Véase supra, § 48, cuando me refiero a los efectos del control constitu-
cional.
2•• Fallos , 323:2256 (2000).
2~0 Véase infra, § 96, donde analizo el vet.o y la promulgación parcial como
cuestiones políticas.
25 1 Fallos , 323 :2279.
202 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

La problemática de este caso trae al ruedo judicial la


tión de las dos clases de inconstitucionalidad dentro de
ley: a) de fondo, y b) de forma , antes analizadas 252 • Es
como una ley puede ser contraria a la Constitución
se aparta o agravia alguno de sus principios o derechos
conocidos en ella; o porque, al ser sancionada, no se r<>,,n,•T<>1"ftt
los mecanismos y procedimientos previstos. Ciertamente,
inconstitucional es lo uno como lo otro. Sin embargo,
el presente la Corte se autoexcluía de ejercer control de
titucionalidad en el segundo de estos supuestos , invocando
existencia de una cuestión política.
No es la primera vez que me ocupo de esta cuestión,
reconozco que no es un tema fácil. O, mejor dicho , es
y teóricamente fácil si no se miden las consecuencias que
el Tribunal esto tiene. Cuando analicé este problema por
mera vez , entendí errónea la abstención del tribunal, y
que se trataba de un caso justiciable pues, según mi ,....,.r" ....
tan inconstitucional era una ley por defectos de fondo
por defectos de forma . En definitiva, una ley sancionada
violación al mecanismo que la Constitución prevé puede
bién agraviar derechos constitucionales y agravia, además,
proceso político democrático, pues es susceptible de alterar
mayorías dispuestas mediante voto popular 25 a. En la
oportunidad, con ocasión de la primera edición de esta obra,
flexioné en torno de las consecuencias que la declaración de
constitucionalidad formal de la ley puede acarrear sobre
En efecto, cuando una ley es declarada
por razones de fondo, su vigencia se mantiene, pues en
nitiva el juez no hace más que abstenerse de aplicar la
en el caso en concreto. Por el contrario, cuando se
la inconstitucionalidad de una ley por defectos de forma,
efectos de la decisión poseen una onda expansiva mucho
amplia. La validez de la norma no se juzga ya en
de la situación particular en que el litigante se encuentra
ella, sino que está en juego su validez en forma objetiva

2
25 Lugar citado en nota precedente.
263
. . DI ANC HI , Alberto B . , Competencia originaria de la Corte Suprema de
t1.cta de la Nact6n , c1t., § 90, ps. 294 y siguientes
254
. BI ANC HI, Alberto B., Control de constituci;nalidad 1" ed. Ábaco
Aues, 1992, § 43 , p . ::126. ' ' '
202 CONTROL DE CON~TITUC!ONALIDAD

La problemática de este caso trae al ruedo judicial la


tión de las dos clases de inconstitucionalidad dentro de
ley: a) de fondo, y b) de forma, antes ana l1za . d as 252 . E s
como una ley puede ser contraria a la Constitución
se aparta o agravia alguno de sus principios o derechos
conocidos en ella; o porque, al ser sancionada, no se
los mecanismos y procedimientos previstos. Ciertamente,
inconstitucional es lo uno como lo otro. Sin embargo,
el presente la Corte se autoexcluía de ejercer control de
tüucionalidad en el segundo de estos supuestos, invocando
existencia de una cuestión política.
N o es la primera vez que me ocupo de esta cuestión,
reconozco que no es un tema fácil. O, mejor dicho, es ·
y teóricamente fácil si no se miden las consecuencias que
el Tribunal esto tiene. Cuando analicé este problema por
mera vez, entendí errónea la abstención del tribunal, y
que se trataba de un caso justiciable pues, según mi
tan inconstitucional era una ley por defectos de fondo
por defectos de forma . En definitiva, una ley sancionada
violación al mecanismo que la Constitución prevé puede
bién agraviar derechos constitucionales y agravia, además,
proceso político democrático, pues es susceptible de alterar
mayorías dispuestas mediante voto popular 253 . En la
oportunidad, con ocasión de la primera edición de esta obra,
flexioné en torno de las consecuencias que la declaración de
constitucionalidad formal de la ley puede acarrear sobre
En efecto, cuando una ley es declarada inc
P?~ razo~es de fondo , su vigencia se mantiene, pues en
mtlva el Juez no hace más que abstenerse de aplicar la
en el caso en concreto. Por el contrario cuando se
la inconstitucionalidad de una ley por d~fectos de forma
efect~s de la de~isión poseen una onda expansiva mucho '
ampha: La. ;ahdez. de la norma no se juzga ya en
de la s~tuacwn particular en que el litigante se encuentra
ella, smo que está en juego su validez en forma objetiva
25
~ LugM citado en nota precedente
~ 53 B!ANC HI, Alberto B Co t · · · · .
ticia de la Na .6 't § 9., mpe ene¡~ ongmana de la Corte Suprema de
Cl n, el ·• O, ps. 294 y srgurentes.
19~21AN§C4H31, Alb3e2rto6 B. , Control de constitucionalidad , 1ª ed.
254
Aires Ábaco
' 1 'p. . ' '
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 203

absoluta. N os enfrentamos entonces con una inconstituciona-


lidad lindante con la nulidad misma de la ley, de modo tal
que declararla prácticamente implica la derogación de aquélla.
Es así como el juez estaría decidiendo, con su fallo, la suerte
de la ley para el futw·o. El problema, como vemos, tiene un
impacto muy diferente sobre la división de poderes, según lo
analicemos desde el ángulo de la inconstitucionalidad formal
o desde la inconstitucionalidad de fondo.
Hasta el presente la Corte había preferido el self restraint .
Se había abstenido de ejercer este control constitucional de
efectos intensos que deriva virtualmente en la nulidad de la
ley. Con el fallo aquí analizado, ha dado un paso importante
y se ha impuesto el deber de ejercerlo. Sin lugar a dudas,
esta posición es más sostenible jurídicamente que la anterior,
pero implica un compromiso político mucho mayor para el Tri-
bunal, pues supone introducirse en el manejo de los asuntos
internos del Congreso. Pensemos, si no , en las repercusiones
que hubiera tenido esta nueva doctrina en el caso "Polino c/Es-
tado Nacional" 2M , donde lo que estaba en juego era nada menos
que la validez de la ley que había declarado la necesidad de
reformar la Constitución nacional ~ 5 ".
Ciertamente, los alcances de este nuevo rumbo jurispru-
dencia! pueden ser limitados pero también potenciados. Los
votos de los jueces Boggiano y Fayt, en el caso "Polino", nos
brindan buenos ejemplos de ambas posibilidades. Para pro-
ducir el primer efecto hay que recurrir a la tesis del voto del
juez Boggiano. La ley en su condición de tal permanece vi-
gente, y sólo se expurg~ de ella su parte estrictamente nula.
Si esta última -como ocurría en el caso de la ley 24.309- es

255 Fallos, 317 :335 (1994).


256 Los actores -como ya hemos visto anteriormenLe, supra, § 74- sosLenían
que con la sanción de la ley 24.309 se había violado el art. 71 de la Constitución.
El voto de la mayoría , integrado por los jueces Levene, Belluscio, Petracchi y
Bossert, n o le reconoce legitimación a los actores. En votos separados, lo jueces
Nazareno y Moliné O'Connor entienden que se trata de un a cuestión poliLica; y
los jueces FayL y Boggiano, por el contrario, en votos también individuales, en-
tiend en que debe hacerse lugar al planteo formulado. Discrepan, s in embargo,
en los alcances ele la decisión. Del voto del juez Fayt parece desprenderse que
la nu 1idad de la ley 24.309 es completa, mientras que en el voto del juez Hoggiano
es claro que la misma se limita al término del mandato de los s cnadore~ (Px
art. 48), ya que fue en este punLo donde no hubo acu erdo entre las dos Cámaras
legisla tivas en el momento de sA ncionar la ley 24.309.
204 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

reducida, el problema requiere apena~ de una cirugía menor.


Si por el contrario se opta por la tes1s sustentada en el voto
de'l juez Fayt, no c~ben dudas de que se potencian los efectos
de 1a declaración judicial de nulidad.
Decidir cuál de las dos tesis es correcta no es un proble~a
dogmático sino de hecho. En efecto, si nos atenemos al. pnn-
cipio de conservación de la ley, según el cual deben reahzarse
todos los esfuerzos hermenéuticos posibles para mantener su
validez, la primera tesis es más correcta. No tiene sentido que
los jueces anulen todos los esfuerzos legislativos que supone
dar a luz una norma, si sólo está en juego una pequeña parte
de ella escindible del resto. Pero ¿qué ocurre si esa parte es
sustancial y la ley queda privada de sentido en caso de ser
aquélla anulada? Volvemos aquí al problema que presenta el
veto parcial. Por ello, y como regla general, me parece pre-
ferible "conservar" la ley, en la medida en que la nulidad que
la afecta lo haga posible. De lo contrario habrá que anularla
por completo, pues se corre el peligro de que el escrutinio ju-
dicial devuelva al mundo jurídico un ser normativo amorfo,
cuya presencia puede causar más disturbios que beneficios.

§ 95. Conflictos internos de las cámaras


legislativas

Se encuentra muy vinculado con el punto anterior el de


los eventuales conflictos internos de las Cámaras del Congreso
y su posible judiciabilidad. En efecto, la admisión o no de los
nuevos legisladores por sus pares, las sanciones que el cuerpo
pueda aplicar a algunos de ellos, etc., son todos asuntos que
ofrecen dudas acerca de su revisabilidad por los tribunales.
En los Estados Unidos, la Corte Suprema ha interpretado
esta cuestión en "Powell v. McCormack" 257 , con sentido parcial-
mente favorable a la judiciabilidad. Se debatía si era revisable
por los tribunales la decisión de la Cámara de Representantes,
que había impedido acceder a su banca a un legislador debido
a su conducta irregular 258 • La Corte, según el voto de su Chief

257 395 u.s. 486 (1969).


258 Se trataba de Adam Clayton Powell Jr., quien había sido elegido diputado
por el distrito de Harlem en New York. para el 909 Congreso en 1966. En 1967,
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 205

Justice Warren 259 , entendió que sólo estaba impedida de revisar


aquellas decisiones en las que se juzgaban los requisitos exi-
gidos para los legisladores en el Art. I , secc. 2, de la Consti-
tución, es decir la edad, ciudadanía y residencia, pero que el
Art. I, secc. 5 2 G0 , en tanto prevé que cada Cámara es juez de
las elecciones, escrutinios y calificaciones de sus miembros, no
es obstáculo para revisar judicialmente aquellas decisiones en
las que se hicieran mérito de otras circunstancias 261 • En un
sentido muy parecido fue decidido "Roudebush v. Hartke" 262 ,
caso en el cual un candidato a senador, que había perdido la
elección, pidió un recuento de votos . Ello fue impugnado ju-
dicialmente por el vencedor y la Corte entendió que tenía atri-
buciones para ordenar el recuento, aun cuando sostuvo también
que sólo la Cámara respectiva podía decir cual de los dos can-
didatos era el elegido.
La Corte Suprema argentina ha establecido en forma uni-
forme que tales atribuciones son privativas de las Cámaras
del Congreso, cuyo ejercicio final y defmitivo no debe ser re-
visado judicialmente. Así lo ha dicho, por ejemplo, en "Junta
Electoral Nacional-Entre Ríos" 26 " y en "Unión Cívica Radical
c/Campos" 264 • En fecha más reciente ha confirmado esta ten-
dencia en un pronunciamiento ocurrido con motivo de la in-
corporación de dos senadores del Chaco . El caso tuvo lugar
en "Chaco c/Senado de la Nación" 265 , acción declarativa pro-
movida por el gobernador de esa provincia, con el objeto de
que se declarara la nulidad de una resolución del Senado, que
al hacer lugar a una impugnación del Partido Justicialista de-

una investigación practicada por una comisión de la Cámar a de Represent antes


(Dipu ta dos ) determinó que Powell había cometido a lgunas irregularidades tales
como presentar , para su reintegro, uouchers de viaje falsos, o h aber hecho pagos
ilegales a s u muj er con fondos estatales.
2~9 El juez Douglas pronunció un voto concurren te , en tanto que su colega
Stewart lo hi zo en di sid encia, por entender que el caso había devenido a bstr acto
pur ha ber tr·anscurrido el período de nominación de Powe\1.
260 Antecedente inmediato del artículo 64 (ex 56) de nuestra Consti tución .
26 1 La Corte devolvió así el caso al tribuna l de di strito de orige n, el cual
h abía considera do la cuestión como no jus ticiable, para que dictara n ueva sentencia
sobre el punto.
2R2 405 U .S. 15 (197 2).
263 Fallos, 256:208 (1 963 ).
264 Fallos , 285:14 7 ( 1973).
2 6~ Fallos, 321 :3236 (1998).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
206

sestimó los pliegos de dos sena~ores y dispuso l; ¿· .¿· d~¡1


de otros dos. Al rechazar la acción, la Corte, e,~ a o 1~ l.
5 otos a 4 2titi y muy criticado267, sostuvo que ... las ~bJ~l;.Lul.•-
q:e sobre ese accionar del Senado de la Nación pud1eran
mularse, remiten al modo en qu~ ha ej;rcitado sus fac~l
constitucionales privativas , ámb1to pacdic~ente exclmdo
control jurisdiccional. Se trata, en defimt1Va, de un e
propio y exclusivo de ese órgano que compone. uno. de lo~,...,..,..,._
politicos del Estado, en el que goza de ampha d1screcl0uauu•...
funcional" 2RR. Igual criterio fue aplicado en "Tomasella
c/Congreso de la N ación" 269 y en "S'1mon , H ernan, dez "27o .
Se observa en este punto una disparidad de criterio
lo resuelto en los casos de juicio político y del proceso de sanc.1011
de una ley. Mientras en estos dos últimos la Corte ha real
un esfuerzo por ampliar el campo de la revisión judicial,
este terreno , por el contrario, no lo ha hecho, lo que no
coherente, pues el rrúsmo ámbito abierto a la juu.l,.•auu,.... _
en aquéllos también existe aquí. Como en los casos
hay aquí un ámbito de reserva del Congreso que debe
excluido de la revisión judicial, pero no es menos cierto
también existen cuestiones revisables por los jueces. Si
cada Cámara es el juez de las elecciones, derechos y
de sus miembros en cuanto a su validez (art. 64), ese
no constituye un acto discrecional ni está fundado en la
elusiva voluntad de las Cámaras. En otras palabras, no
de de una apreciación política, sino reglada. En tal e
es justiciable si la cuestión es planteada por parte legitim

2 66 Votaron en mayoría los jueces Nazareno (Presidente), Moliné


Boggiano, López y Vázquez. En minoría votaron los jueces Petracchi, Bossert,
Fayt y lleliuscio.
267 llAC:QUI::, Jorge , El Senado, los senadores y la Corte Suprema, "Rev. del
Colegio Público de Abogados de la Capital Federal", n• 19, diciembre de 199
PADILLA, Miguel M., Una grave lesión al federalismo constitucional, ED, t. 180,
p. 426.
2R8 Fallos, 321:3250.
269 Fallos, 322:2370. La sentencia fu e dictada el 24/ll/98, pero figura pu-
blicada con las de 1999, con motivo del fallo recaído en autos "Partido J usticialista
Distrito de Corrientes", Fallos , 322:2370 (1999), que hace referencia a aquélla.
°
27
Fallos, 322:1988 (1999). En este caso se trataba de un amparo promovido
con el objeto de impedir la incorporación al Senado de los legisladores de Cata-
marca. Una evaluación general de todos estos casos puede verse en SAGü t:t>, Néstor
P. , Novedades sobre las cuestiones políticas no justiciables, ED, t. 184, p . 1075.
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 207

Me parece, en consecuencia, que si con ocasión de formular


dicho juicio cualquiera de las Cámaras incurriere en una evi-
dente violación a las normas vigentes, tal que resulte incor-
porado quien no ha sido debidamente elegido, o por el contrario,
se vede el acceso a la Cámara a un legislador surgido de una
elección lega~~ente practicada, no encuentro motivos para que
el Pode~ Judicial se abstenga de intervenir. Al mismo tiempo,
en lo atmente a la remoción de un legislador existen cuestiones
no revisables y otras que sí lo son. No es revisable el criterio
empleado por una cámara legislativa para calificar la "inha-
bilidad moral" de uno de sus miembros, pero sí lo es el cómputo
de la mayoría de dos tercios necesarios para decidir la remoción
(art. 66) 271 •

§ 96. Veto presidencial

De acuerdo con los arts. 80 y 81 de la Constitución, el


Presidente puede vetar (desechar) en todo o en parte una ley
sancionada por el Congreso. Una vez más, se presenta aquí
una cuestión que en parte es justiciable y en parte no. La
decisión política de vetar y las razones del Presidente para
hacerlo no son controlables por la justicia. Recordemos que
el veto no importa en absoluto un control constitucional sobre
la ley. La misma puede ser perfectamente constitucional, y
no obstante , resultar vetada porque no conviene a la política
del Presidente m . La justiciabilidad de la cuestión aparece con
el llamado "veto parcial" que antes de la reforma de 1994 ya
había merecido tratamiento jurisprudencia! y luego de ella se
encuentra incorporado en el artículo 80. El tema habfa sido
tratado parcialmente en "Giulitta c/Estado Nacional"m, pero
fue objeto de un mejor tratamiento en "Colella c/Fevre y Basset
S.A." 27 \ caso en el cual fue declarada inexistente la ley 16.881
(sobre contrato de trabajo) pues su articulado, en definitiva,

27 1 Conf. MAlltAL , Héctor, Control judicial . .. , t . 1, p. 533 .


2 72 No es más que uno de los tantos resortes de los controles recíprocos y
equilibrios entre los poderes. De igual manera, una ley declarada inconstitucional
por un tribunal previamente ha sido promulgada.
273 Fallos, 189:156 (1941).
274 Fallos , 268:352 (1967).
208 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

luego del veto constituía apenas un remanente


artículos de un proyecto original de sesenta y dos, que era.
según la Corte, "un todo inescindible" m . Entendió el tribunal
que al proceder así el Poder Ejecutivo había invadido la e
legislativa, promulgando una ley no querida por el Congreso.
En tales condiciones, la promulgación parcial fue considerada
inválida.
Así, el veto parcial puede estar seguido de la promulgación
parcial de la parte no vetada. En este caso corresponde exa-
mlnar si la parte remanente de la ley refleja adecuadamente
la voluntad del Congreso, si el Presidente ha alterado -por
sustracción- el espíritu de aquella, o si la parte promulgada
es susceptible de tener autonomía normativa suficiente, tal co-
mo indica el art. 80. Esta tarea corresponde a los jueces. Lue-
go de la reforma de 1994, esta problemática ha sido abordada
por la Corte en varias oportunidades 276 • Un caso significativo
es "Famyl c/Estado Nacional" 277 , donde la actora planteó un
amparo en contra de la parte no vetada y parcialmente pro-
mulgada de la ley 25.063 que había dispuesto la aplicación
de una alícuota reducida del IVA a la medicina prepaga 278 • La
Corte entendió que la parte promulgada de la ley no cumplía
adecuadamente con los requisitos impuestos por el art. 80 y
declaró la inconstitucionalidad del decreto que había dispuesto
la promulgación 279 •

275 Fallos , 268:363.


276 "Ser·vicio Nacional de Parques Nacionales c/Franzini", Fallos, 318:445
(1995); "'Bustos c/Servicios Especiales San Antonio S.A.", Fallos, 319:1479 (1996).
277 Fallos , 323:2256 (2000). Véase G~LLI, María A., La promulgación parcial

de leyes: complejidades jurídicas de un instrumento polttico, LL, t. 2000-E, p. 628;


BAJJE NI, Gregorio , "Sanción y promulgación parcial de leyes", en la obra colectiva
bajo su dirección , Nuevas perspectivas en el derecho constitucional, cil. ps. 19 y 43.
27
8 El caso fue bastante curioso y demuestra cómo el Presidente puede al-
terar el contenido de una ley con escasos cambios materiales. El Congreso, al
sancionar la ley, dispuso que los servicios de medicina prepaga que se hallaban
exentos del IVA fueran gravados con una alícuota del 10,5 % en lugar del 21 %
que corresponde como regla general. El Presidente mantuvo el criterio legisla·
tJVo de extender el IVA a estos servicios, pero vetó la disposición que contenía
la alícuota reducida. Con ello, en la práctica, impuso una alícuota del 21 %.
270
Tal como en su momento lo puso de manifiesto el dictamen de la Pro-
curación General , la objeción constitucional , en ca~os como éste no debe estar
la
diri~ida al vet~ e.n sf.sino a la promulgación parcial que permitió configuración
d1stmta a la ongmanamente sancionada (véase el cap. X de este dictamen Fallos
323:2272). • '
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 209

§ 97. Acefalía presidencial

También se ha entendido que no corresponde investigar


judicialmente las causas de la acefalía presidencial. En "Luis
M. Pitto" 2RO, el actor requería que la Corte restituyera en su
cargo al depuesto presidente Arturo Frondizi. Sostuvo el Tri-
bunal que el juramento prestado por el Dr. José María Guido
era jurídico y pertinente 281 : la "acefalía de la República" (en
rigor debió haberse dicho del Poder Ejecutivo) se configura ante
la falta de Presidente y Vicepresidente de la Nación, "sin que
incumba a la Corte Suprema pronunciarse acerca de las causas
determinantes de esa falta" 282 •

§ 98. El poder del perdón: indulto


y amnistía

He aquí dos institutos parecidos pero diferentes. Ambos


tienden a un mismo o similar propósito, que consiste en aliviar
o suprimir las penas impuestas por los tribunales en aras de
la pacificación social, o bien como medio de reparar los errores
que puedan haber cometido aquéllos 283 . Pero mientras la am-
nistía corresponde al Congreso 284 , el indulto o la conmutación
de penas es una atribución presidenciaF8fi. De ello se deduce,

28o Fallos , 252:177 ( 1962).


281 En realidad M discutible que lo fuera, pues se babfa hecho una aplicación
de la ley 252 a nn caso no previsto por tolla , esto es, la destituciúu de un presidente
constitucional por un golpe militar.
282 Fallos , 252:178.
ZR:i Seüalaba Joaquín V. GONZÁLEZ que el indulto se funda en la posible im·
perfección de la justicia y en que después de dictado su fallo pueden descubrirse
cin.:unstancias desconocidas anteriormente que cambien la gravedad del crimen.
Reconoce -dice- en la justicia un principio de piedad, no escrito en las leyes,
para quitar·les lo que tienen de inexorable o riguroso (Manual de la Constitución
argentina, en Obras completas, ob. cit., t . III, p . 475).
284 Art. 75: "Corresponde al Congreso: (. . .) inc. 20 (. . .) conceder amnistías
generales".
2H5 Art. 99: "El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones,
(... ) inc. 5. Puede indultar n conmutar las penas por delitos sujeto~ a jurisdicción
federal, previo informe del tribunal correspondiente, excepto en los casos de acu-
sación por la Cámara de Diputados".
CoNTROL DE CONS'I'ITUCIONALIDAD

210 b -teóri-
. . t 'a es general y a arca
además, que mie~tras l.a a~:~nado de supuestos, el indulto
camente- a un numer~ mde individual. Pero, probablemen~,
en cambio, es personaliza~ol e e la amnistía borra el delito
la diferencia más sustancJt. s~a l{: elimina solamente la pena
~ismo2s~, en ta~to ~e eE~:s~e punto, la Constitución arge~-
'::',~u:::~:~?.~rr:~:Pr~r;'~;";:::ó!•~,i~•;~~~:;~ ~z~~-::~:
~:~~r~sidente2R7, se lo interpreta con mayor am~~!tud que entre
nosotros tB>l y ha sido dictado en forma general , a~n cuando
no excluye la concurrente facultad del Congreso de d1ctar leyes
de amnistía general 290 •
En la Argentina, el indulto presidencial fue emple~do ~a­
rias veces 291 y existe una vieja polémica sobre su aphcactón
a personas con procesos judiciales abiertos 292 . En punto a la

zas La palabra, etimológicamente, proviene de "amnesia", esdecir, de "olvido


(conf. Go NZÁL~Z CALilF.RON, Juan A., Derecho constitucional, ob. c1t., t. 111, p. 203).
~R1 El articulo II, Sección 2°, dice "El Presidente(. .. ) tendrá facultad para
decretar suspensión de sentencia y para conceder indultos por delitos contra
Estados Unidos, salvo en los casos de juicio político (impP.achment)".
~HM En los Estados Unidos es clásico el caso "ex parte Garland", 71 U.S.
(4 Wallace), 333 (1866), en donde fue establecido que el indulto puede ser dado
por el Presidente durante la tramitación del proceso o luego de finalizado el juicio
y restablece todos los derechos civiles del inctividuo. Esta amplitud se advierte
también en "ex parte Grossman", 267 U.S. 87, 120 (1925), caso en el cual Ull
individuo hahía sido condenado por rebeldía contra un mandato judicial que le
prohibía la venta de licores. La Corte sostuvo que el indulto abarcaba también
esta clase de penas. Asimismo, en "United States v. Klein", 80 U.S. (13 Wallace),
128, 14 7 ( 1871), se le atribuyó al Presidente la posibilidad de perdonar clases
de delitos con carácter de amnistía general. El perdón puede ser otorgado también
en forma absoluta o condicional ("Schick v. Reed", 419 U.S. 256, 266 - 1974-).
~R9 Cabe recordar, por ejemplo, el indulto dado el 24 de enero de 1977, a
favor de todos los que hubieran violado la Ley de Servicio Militar Selectivo durante
la guerra de Vietnam (Federal Register, vol. 42, p. 4391).
290 "Brown v. Walker", 161 U.S. 591, 601 (1896).
291
Fue famoso el indulto del presidente Perón a favor de Ricardo Balbín
(decr. n• 1 del 2/1/51 ; BO, 8/1/51), y en fecha más reciente el presidente Menem
indultó a los oficiales y ex comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas a lo
jefes de organizaciones paramilitares como Mario E. Firmenich, y a civiÍes in-
volucrados en ctiversas causas, tales por ejemplo, el ex Ministro de Economía
José A. Martínez de Hoz, o los dirigentes justicialistas Norma Kennedy y Duilio
Drunella (decrs. 1002/89, 1003/89 y 1004/89 y 2741 a 2746 de 1990).
~ ~ La jurisprudencia de la Corte ha sido zigzagueante en este punto pues
9

mientras en "Simón Luengo", Fallos, 6:227 0868), estuvo en contra del i~dulto
a procesados , en "José lbáñez", Fallos , 136:244 (1922), cambió de criterio, para
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 211

naturaleza de la decisión , Joaquín V GoNZÁLEZ entendía que


si bien se trata de una facultad discrecional del Poder Eje-
cutivo, reconoce limitaciones constitucionales, admitiendo asi-
mismo que la ley puede fijar ciertas formas para limitar su
ejercicio sin alterar su esencia, y remarcando que no es una fa-
cultad judicial del Presidente 293 • BIELSA 294 y BIDART CAMPOS 295
coinciden también en la naturaleza política del indulto.
En lo atinente a la revisión judicial, creo que es preciso
distinguir entre la amnistía y el indulto. La amnistía supone

retornar a la tesis inicial en "Hipólito lrigoyen", Fallos, 165:199 (1932). Más re-
cientemente, en "Santiago Ornar Riveros", Fallos , 313:1392 (1990), si bien el Tri-
bunal se limitó a declarar la ausencia de legitimación de los accionantes, una
disidencia de fund amentos de los jueces Petracchi y Oyhanarte sostuvo que el
iru.Jullu puede ser concedido tanto a procesados como a condenados, criterio que
lue~u futJ ~ustenido por la mayotia de la Corte en " Mercc dc ~ A4uinu", Fullu~.
315:2421 (1992). Doctrinariamente, GuNZÁLf:Z CALU¡,;HON sostenía con énfasis que
sólo puede existir indulto una vez dictada sentencia fmne de condena <Derecho
constitucional . . . , oh. cit., t. III , p. 382), opinión que ilJDAR'I' CAMPOS (Manual ele
la constitución reformada , Ediar, Buenos Aires, 1997, t. 111, p. 276) y César E.
RoMERO <Derecho constitucional . . ., ob. cit. , t . II, p. 244) comparten. Luego de los
indultos del presid~nte Menem esta polémica se ha r eavivado. A favor del indulto
véase LAZZARINI , José L. , Indulto presidencial durante el proceso, LL , t. 1989-D,
p. 1116; SANTANA, Jorge L., La facultad presidencial de indultar, LL , t . 1989-D,
p. 1198, y LozANo, Luis F., ¿Pued e un Presidente indultar a un procP.Rado ?, Ll.,
"Actualidad", diario del 28/12/89. En contra del indulto, ÜTf:lZA, Eduardo, El in -
dulto , ED , diario del 2/J0/89, e lBARLUCÍA, Emilio A., l nconstitucionalidad de los
decretos de indulto 1002 189, 1003 189 y 1004 189, ED , diario del 14111189. Per-
sonalmente, coincido con GoNZÁLEZ CALU~; HúN y Jos otros autores citados en que
el indulto es una facultad presidencial qu e sólo puede tener lugar una vez ter-
minado el proceso judicial pendiente. Son varias las razones que me llevan a
pensar de tal manera. En primer lugar, el artículo 109 de la Constitución prohíbe
al Presidente "arrogarse el conocimiento tk causas judiciales p endientes". l!:s muy
claro para mí que si el Presidente indulta a una persona sujeta a proceso judicial,
interfiere en un expediente que tramita ante la Justicia y respecto del cual ésta
no se ha pronunciado todavía. El indulto provoca , así , un connicto de poderes.
Asimismo, y en lo que al procesado se refiere, éste puede pretender que el Poder
Judicial se expida y, eventualmente, lo absuelva, pues recordemos que el indulto
sólo implica el perdón de la pena y el procesado puede querer que el órgano
jurisdiccional determine que su conducta no ha sido delictiva, cuestión ésta que
siempre quedará en duda con el perdón anticipado. Por último, desde el punto
de vista de la lógica , si el indulto perdona "penas", debo recordar que no hay
pena ha sta tanto el Poder .Judicial se haya pronunciado en forma definitiva y
la condena t:~lt1 firme.
93
" ' GONZALI::z, Joaquín V., Manual de la Constitución argentina en Obras
completas , Buenos Aires, 1935, t. 111, ~ 552, p. 477. '
2 1
9 Derecho constitucional, § 267, p. 651.
295
Manual de la Constitución reformada, cit., l. TJT, p_ 277.
212 C ONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

el ejercicio de un poder enteramente discrecional que ~o está


sujeto a limitación constitucional alguna, lo qu~ la ex1me _del
control de los jueces. El indulto, por el contrario, está sujeto
a ciertos requisitos establecidos por la propia Constitución (art.
99 , inc. 52 ), cuya violación puede dar lugar a una impugnación
judicial. Se requiere un informe del Tribunal que impuso la
condena, y sólo puede indultarse a los condenados por la justicia
federal y siempre que no procedan de casos de juicio político.
Por ende, me parece que el indulto será judicialmente revisable
si fueran violados algunos de estos requisitos. Ello, sin per-
juicio de que siempre queda reservado a la discrecionalidad
del Presidente la decisión misma de indultar y las razones
que lo animan para ello. Ningún tribunal puede revisar las
causas que se han tenido en mira a tal efecto, pues ellas per-
tenecen a la esfera reservada del Poder Ejecutivo.

§ 99. Gobiernos de facto

La Corte, a lo largo de su bien conocida doctrina sobre


los gobiernos de facto, ha rehusado ejercitar control alguno
sobre la decisión política de interrumpir el orden constitucional.
En general se ha limitado, con energías decrecientes a partir de
1948, a revisar los actos individuales llevados a cabo por los go-
biernos militares. En el primer caso que registra la jurispru-
dencia 29 \ planteado durante la presidencia de Mitre como go-
bernante de facto 297 , se cuestionaba la anulación de unos pagos
efectuados a favor de la Aduana de Rosario 298 • Al analizar la
validez de esta decisión, dijo la Corte : "Que el gobernador de
Buenos Aires, y general en jefe de su ejército, fue autoridad
competente para conocer y decidir en esa clase de asuntos,
por ser quien ejercía provisoriamente todos los poderes nacio-

t!ffi"Martínez c/Otero", Fallos , 2:141 (1862).


297 Lu ego de la derrota de las fuerzas nacionales en P avón ( 17 de septiemb~
de 1861 ), Mit re se convierte en el primer presid ente ar gentino de !'acto, título
que luego r evalidarla por elección del Congreso, as umiendo constit ucionalmente
el 12 de octubre de 1862.
29
R Manuel Olero había efectuado pagos a favor de la Aduana de Rosario.
para abonar derechos de importación. Estos pagos luego fueron declarados nulos
por Mitre, como gobernador de Buenos Aires en poses ión de todas las fu erza
del país.
213
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES

nales, después de la Batalla de Pavón, con el , derecho de la


revolución triunfante y asentida por los pueblos . Co~o se v;,
la Corte acudió a una frase genérica, muy poco prec1sa Y e
escaso contenido jurídico.
Varias décadas después, la Acordada de fecha 1~ de sep-
tiembre de 1930 299 -emitida por el Tribunal con _motivo de .la
comunicación enviada por el general José F. Unburu, notifi-
cando que se había hecho cargo de la Presiden~i.a por desti-
tución del presidente Hipólito Yrigoyen- fue la p1edra angular
de todo el sistema posterior y quedó sentada allí la tesis oficial
del Tribunal, que desemboca finalmente en la aceptación total
de los gobiernos de facto luego de la Revolución de 1955, en
la que los tres poderes fueron destituidos 300 y se ejerció, además,
poder constituyente 30 1 • En dicha Acordada puede leerse : "Que
el gobierno provisional que acaba de constituirse en el país, es,
pues, un gobierno de facto, cuyo título no puede ser judicialmen-
te discutido con éxito por las personas en cuanto ejercita la fun-
ción administrativa y política derivada de su posesión de la
fuerza como resorte de orden y de seguridad social" 30 2 • Asi-
mismo, y por una razón elemental de seguridad jurídica, se han
considerado válidas en general las leyes dictadas bajo los go-
biernos de facto, las que rigen mientras no sean derogadas a03 •

§ 100. Previsiones legislativas en el orden


presupuestario

Un caso singular de abstención se dio en "Indo S.A. c/Fisco


Nacional"~ 04 ,
donde la actora reclamaba la devolución de im-

299 Fallos, 15!!:290.


aoo Record~mo s que , en los movimientos de 1930 y 1943, la Corte Suprema
no habla sido destituida.
~ 01 Esta aceptación progresiva se verifica a partir de casos como "Enrique
Arlandini", Fallos , 208:185 (1947); "Egidio Ziella", Fallos , 209 :26 (1947) y "Juan
Domingo Perón", Fallos, 238:76 (1957), entre otros.
2
30 Más adelante, la Corte repetirla esto mismo en su Acordada del 7 de
junio de 1943 (Fallos , 196:5) emitida como consecuencia del derrocamiento del
presidente Ramón S. Castillo.
aoa "Console de Ulla c/Universidad de Duenos Aires", Fa llos, 313:1483-1486
~1990); "Godoy c!Universidad Nacional de La Plata", Fallos, 313:1621 , 1630 (]990);
Gagg1ano c/Santa Fe", Faltos, 314:1477-1486 (1991).
304 Fallos , 318:785 (1995).
CON'fROL UE CONS'I'lTUC lONALJl)AD
214 l 'd
·vo del ahorro obligatorio es~ab ecl o
portes abonados con motl l entencia que parclalmente
por ley 23 .256. La Corte re~?ca ans remisión a lo decidido en
babia hecho .lugar a _la a~~~~n , e~~ además agregó que "la pre-
"Horvath c/Ftsco Nacwnal . , P. , d los importes depositados
vi.sión legislativa de la restituclOt~ne~te reglamentación- queda
en las cuentas estatales ly
la perli y
discrecionales facultades
comprendida ~esntdreold~o~gsr~:p c:syo ejercicio no es revisabl~
que son prop1a ' - 1' 1 pos1
l Poder Judicial toda vez que -como se sena o- a
~f~d:d de afectación de derechos con~titucion~le~ queda ex-
cluida por la necesaria sujeción del prev10 requenmiento e~tat:
de los depósitos al valladar infranqueab~e que. S~3~~nen as -
mitaciones constitucionales del poder tnbutar10 ·

§ 101. Régimen federal

GARANTÍA FEDERAL E INTERVENCIÓN FEDERAL.


da "garantía federal" prevista en la llamada Cláusula de
rantía de la Constitución norteamericana y en los arts. 5º
6º de la Constitución argentina es un clásico de las Cuo:;;<>c!.uu.ca:
políticas, y dado que ha permitido el nacimiento de la
creo que es justo honrarlos con la primera mención dentro
las cuestiones políticas atinentes al régimen federal. De
modos una aclaración inicial es necesaria, ya que la d.lJU.'-'a.•.;IviiL:
de las normas argentinas en este punto ofrece puntos de
cordancia y también de discordancia con los precedentes
teamericanos. En primer lugar debo recordar que las
constitucionales que en la Argentina consagran la
garantía federal son más complejas que las norte
En los Estados Unidos rige solamente la sección 4 del art. N.
arriba transcripta 307 , y la jurisprudencia derivada del leadin.g
case "Luther v. Borden" es uniforme , como veremos enseguida,
mientras que en la Constitución nacional los arts. 5º, 6º y 75
inc. 31 308 , donde solamente el segundo de ellos tiene como an-

:¡os Fallos, 318:676 (1995). Véase supra , § 23, e (cap. Il).


306 Fallos. 318:791.
~07 Supra, nota 15.
aoa Esta última norma, incorporada en la reforma de 1994, ha despejado
una antigua disputa constitucional en torno a la autoridad competente para de-
cretar la intervención federal , nacida del art. 69 , que alude vagamente al gobierno
Los ACTOS NO JUSTICIABLES
215

tecedente aquella cláusula norteame~can~~· además_de un


texto diferente ofrecen una interpretaCión Junsprudenc1al más
compleja.
Para simplificar esta cuestión, debemos tener en cuenta
que tanto la cláusula norteamericana co~o las disposiciones ?e
los arts. 5Yy 6º de la Constitución argentma conforman un sis-
tema que puede dar lugar a dos tipos de situaciones: a) U?
particular que impugna una disposición loe~ por ser ~?ntrana
a la cláusula de garantía federal , y b) la rmpugnac10n de la
ley o decreto que dispone la intervención federal. La distinción
entre ambas situaciones es clara: en el primer caso se impugna
una ley local, en el segundo se impugna una decisión del Go-
bierno federal. En los Estados Unidos sólo se ha dado la pri-
mera situación y la Corte ha resuelto uniformemente que no
le corresponde intervenir en tales casos. La segunda situación
no ha tenido lugar allí, pues el gobierno federal nunca ha in-
tervenido en los estados desplazando a sus autoridades. En
la Argentina, por el contrario, los casos de garantía federal
con fundamento en el art. 5º han tenido una jurisprudencia
cambiante . En una primera época la Corte se abstuvo de in-
tervenir para determinar si las provincias garantizaban con
sus normas la forma republicana de gobierno y lo demás es-
tablecido en aquella norma, pero luego produjo un cambio im-
portante con el precedente "Rivademar", al que luego haré refe-
rencia. Asimismo, en materia de intervención federal siempre
se ha abstenido de entender, pero lo curioso es que el leading
case de esta abstención, "Cullen c/Llerena", se apoya en "Luther
v. Borden", que corresponde en realidad a la primera de las
situaciones mencionadas y no a la segunda. Es decir que la

federal, sin e,~pecificar a qué poder corresponde disponer la intervención. Si bien


la Cor:e, en . Alejandro Orfila", Fallos , 154:192-199 (1928), reconoció que era un
pod..,r 1mplíc1to del Congreso y la doctrina constitucional clásica no t enía dudas
de ~~~~ (GONZAI.f:z, Joa~uín V., Manual de la Constitución argentina , cit., § 732,
p. 6::JO, GONZALEZ CALDF.RÓN, Juan A., Derecho constitucional cit. t . III § 1698
p. !~4; BI EL..'>A, Rafae\ Derecho constitucional,§ 364, p . 826; L~AR~ QurN'~ANA Se:
gu o, Tratado ·· ·• 2 ed., t. 7, § 6090, p. 439; BIDART CAMPOS Germán J De;echo
cDvns t¡tuhcwnabl, t. I, p . 509), lo cierto es que la práctica políttca era bie~' di~tinta
e 11ec o, so re un total de cie to t · ·
ducidas entre 1862 1998 In cuaren a y tres mtervcnciones federales pro·
Y , oc 1enta y nueve tuV1eron lugar por decreto ( nf
MOl.iNF.LLl · PA.LA NZA·STN , cit. cuadro 2255 497) co .
309
V-'ase S ECO YI L LALHA José A ;..:· t d l C .
palma , Buenos Aires 1943 , 140 ., en. es e a onstttuciór¡ argentina , De-
' , ps. y 141.
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
216
Corte argentina, para justificar ~u abstención en los casos
intervención federal -donde se JUzgaba la
de decisiones del gobierno federal-, ha empleado la
dencia norteamericana de abstención respecto de leyes w~;a11.,..
Asimismo, esta jurisprudencia no ha sido tenida en cuenta
abstenerse de actuar ante leyes locales.
Como resultado de ello, pese a que aparentemente .
las aguas de la jurisprudencia norteameric~a, en. real~dad
contradecimos abiertamente, y ello se exphca meJOr Sl
damos la diferencia apuntada más arriba entre "Cullen
rena" y "Luther v. Borden". Los casos argentinos, ,.,.,UJ... u•. .
las aguas de "Cullen c/Llerena" 310 , corresponden a planteas
inconstitucionalidad de una intervención federal ya prod ·
Por el contrario, los casos norteamericanos a los que sigue
jurisprudencia nacida a partir de "Cullen c/Llerena" tienen
gen en la invocación de la Cláusula de Garantía, con el
de impugnar la constitucionalidad de leyes o actos de los
tados. Como puede verse, en realidad los casos
canos y los argentinos, aun cuando éstos invoquen la
de aquéllos , son diferentes en los hechos que los producen
opuestos en los resultados que ofrecen para el sistema ,,..,,..,,.,.L
En la Argentina, la doctrina de las cuestiones políticas
cadas a la intervención federal ha beneficiado al gobierno
deral, que se ha vi.sto así liberado de las impugnaciones
alizadas en contra del acto de intervención federal o de
poderes ejercidos por el interventor federal. En los E
Unidos, por el contrario, la jurisprudencia en torno a la
sula de Garantía ha permitido a los estados liberarse de
revisión de aquellas leyes locales que fueron impugnadas
la Cláusula de Garantía, beneficio que no han tenido las pro-
vincias argentinas . En síntesis, la jurisprudencia argentina ha
sido mucho más centralizante que la de los Estados Unidos.

§ 102. La garantía federal


en los Estados Unidos

Con fundamen.to en "Lut?er v. Borden", la Corte Suprema


de los Estados Umdos ha evltado intervenir en numerosas si-

~lO Supra § 86, c.


LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 217

tuaciones vinculadas con la aplicación de la Cláusula de Garan-


tía inserta en la sección 4t del Artículo IV. De hecho, no existen
casos en los que se hayan revisado decisiones estatales bajo la
invocación de esta Cláusula 311 • Ello ha provocado la crítica de
algún sector de la doctrina por la excesiva deferencia que la
Corte dispensa a los estados con esta abstención 312 . Algunos
de los casos que ilustran esta serie son: "Texas v. White" 313 ,
"Minor v. Happersett" 31\ "Forsyth v. City ofHammond" 315 , "Taylor
v. Beckham" 316 , "Attorney General ex rel. Kies v. Lowrey" 317 ,
"Pacific States Telephone & Telegraph Co. v. Oregon" 31 8, "Kier-
nan v. City of Portland" 819 , "Marshall v. Dye" 320 , "State of Ohio

311 Un estudio en detalle puede verse en BoNFrELD, Arthur E., The Guarantee
Clause of Article N , section 4: A Study in Constitutional Desuetude , "Minnesota
Law Review", vol. 46, p. 513 (1962).
a 12 La crítica ha sido formulada por CHEMERINSKY, según quien: "The Gua-
rantee Clause is in many ways unique among the areas where the Court has
applied the political question doctrine (. . .) First, it is virtually the only area
where the defcrcnce imposed by the poliLical question doctrine is Lo ~ laL" go·
vernments and not to another branch of the federal government (. . .) Although
such deference to states in matters of constitutional law is generally quite ques-
tionable, it is especially objectionable given the existence of a provision co=an-
ding the 'United States shall guarantee'. Second, of all the areas where the po-
lítica! question doctrine has been applied, the Guarantee Clause is the most clearly
connected with individual rights. As such, it is very much the judicial role to
interpret and enforce the provision (. .. ) Third , more than in any other area ,
applying the política! question doctrine to the Guarantee Clause nullifies a cons-
titutional provision. When the Court holds that a challenge to the impeachment
process or the method approving a constitutional amendment or a forcign policy
decision is a political question, those constitutional provisions still are given eiTect.
But the Court's consistcnt rcfusal throughout this century to hear Guarantee
Clause cases has robbed that constitutional provision of any significance" (CHE.
MERINSKY, Erwin, Guarar1teeing a Republican Form of Gouemment: Cases Under
the Guarantee Clause Should be Justiciable , "Colorado Law Review" , vol. 65, p.
849, 879 - 1994- ).
3 13 74 U.S. (7 Wallace) 700 (1869).
314 88 U.S. (21 Wallace) 162 (1875).
315 166 u.s. 506 (1897).
3 16 178 u.s. 548 (1900).
3 17 199 U.S. 233 (1905).
~JH 223 U.S. 118 (1912). Se cuestionaba aquí una ley impositiva de Oregon,
establecida por medio de una iniciativa popular. La compañía, demandada por
incumplimiento de las obligaciones fiscales impuestas por dicha ley, sostuvo que
el mecanismo por medio del cual esta ley había sido sancionada era contrario a
la Jorma republicana de gobierno, pero l11 Corte dijo que sólo competía a l Congreso
y no a los tribunales determinar tales cuestiones.
3 19 223 u.s. 151 (1912).
a2o 231 U .S. 250 (1913).
218 CONTROL DE CONSTITUCIUNALIDAD

ex rel. Davis v. Hildebrant" 321 , "Mountain Timber Co. v. Was-


hington" 322 "State of Ohio ex rel. Bryant v. Akron Metropolitan
'
Park District"m . .
y "H1ghland Farms Da1ry v. gnew
A " 324
.

§ 103. La garantía federal


en la Argentina

a) LA JURISPRUDENCIA. - De acuerdo con el art. 5º de la


Constitución, el gobierno federal garantiza a cada provincia
el goce y ejercicio de sus instituciones, en la medida en que
sus constituciones sean sancionadas con respeto al sistema re-
presentativo y republicano, de acuerdo con los principios, de-
claraciones y garantías de la Constitución nacional, y asegu-
rando su administración de justicia, su régimen municipal y
la educación primaria. Al interpretar esta norma, la Corte Su-
prema ha establecido en reiteradas ocasiones que no es tarea
judicial determinar si en una provincia se cumple con la obli-
gación de establecer un sistema republicano de gobierno, pues
ello sólo puede ser apreciado por los poderes políticos. Así lo
señaló en "Costes c/Prado" 325 , donde se dijo que la compatibi-
lidad de las instituciones provinciales con lo dispuesto en el
art. 5º de la Constitución nacional envuelve una cuestión de
naturaleza política y está como tal vedada a los tribunales
de justicia. También, en "Banco Español del Río de la Plata
c/Municipalidad de Tucumán" 3 " 6 , se dijo que la garantía del
art. 5 2 no sustenta el planteo de inconstitucionalidad deducido
en contra de un impuesto establecido por ley provincial y no
por ordenanza municipal.
_ En igual sentido fueron decididos "Roberto M. Pasant" 327 y
"Tillard c/Córdo?a" 32~ - En este último caso, fue rechazado un
recurs? extr~ordmano donde se pretendía que la Corte determi-
nara Sl un tnbunal provincial había desempeñado correctamen-

:m 241 u.s. 565 (1916)


n~ 243 U.S. 219 (1917).
323 281 u.s. 74 ( 1930).
' 300 u.s. 608 (19:17).
32 1
3 5
~ Fallos , 187:79, 85 (1940)
:l26 Fallos , 237:221 (1957) ·
327 Fallos, 253:454 (1962).
32
R Fallos , 261:103 (1965):
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 219

te su tarea, según las normas que re~~ la administr.ación de


justicia en tal jurisdicción. Igual cnteno fue. puntualizado en
"Sánchez Ceschi c/Buenos Aires" 329 , al requenrse que con base
en el art. 5Q se dijera si los jueces de la provincia de Buenos
Aires estaban amparados por la garantía de inamovilidad de
que gozan los jueces nacionales. El mismo fundamento puede
hallarse en "Anny May Stevenson c/Consejo Nacional de Edu-
cación" 330, en "Empresas Eléctricas de Bahía Blanca c/Muni-
cipalidad de Bahía Blanca" 33 1 y en "Instituto Quimioterápico
Argentino S.A. c/Municipalidad de la Matanza" 332 •
También se invocó la cláusula del art. 52 , para rechazar
un pedido de revisión de lo decidido por un jurado de enjui-
ciamiento en la provincia de San Juan en el caso "Carlos Graf-
figna Latino" ~ 33 , ante un caso que presentaba un conflicto de
poderes locales, pero que precedió, como vimos, a un cambio
de parecer en la Corte en relación con la revisión de lo decidido
en el juicio político 3 a4 . Por otra parte, con fundamento en esta
serie jurisprudencia!, la Corte dijo en "Partido Justicialista de
la Provincia de Santa Fe c/Santa Fe" 335 que no podía revisar
si es constitucional el art. 64 de la Constitución de Santa Fe,
que prohíbe la reelección del gobernador y vicegobernador de
esa provincia 336 •

329 Fallos , 215 :157 (1949).


330 l<'allos , 211:682 ( 1948).
33 1 Fallos, 212:105 (1948).
:m Fallos , 239:219 (1957).
33:J Fallos , 308:961 (1986).
~ ~4 Véase supra, § 91.
:m Fallos, 317 :1195 (1994).
33G Al explicar los fundamentos de su abstención el Tribunal, con cita de
Joaquín V. GoNZÁLEZ, señaló: " . . . las competencias reservadas por cada una de
las provincia~ para el ej ercicio de su poder constituyente bajo el condicionamiento
de resguardar el sistema representativo republicano, de acuerdo con los principios,
declaracion es y garantías de la Constitución Nacional (art. 5 9) exigen una ade·
cuación de las instituciones locales a los mencionados requerimientos que (debe
cond~cir a que lus constituciones de la provincia sean, en lo esencial de gobierno,
semejan~cs .a la naciOnal, que confirmen y sancionen sus 'principios, declaraciones
Y.garant1as Y que lo modelen se.gún el tipo genérico que ella crea. Pero no exige,
ru P';lede e:og¡ r que sean idéntiCas, una copia literal o mecánica , ni una repro·
ducc¡ón mas o menos exacta e igual de aquélla. Porque la Constitución de una
ProV1nc1a es el código que condensa, ordena y da fuerza imperativa a todo el
de_re.cho .natural que la comunidad social posee para gobernarse , a toda la suma
ungma na de sobera1úa rnherente, no cedida para los propósitos más amplios y
extensos de fundar la Nación. Luego, dentro del molde jurídico del código de
220 CONTROL DE CO STITUCIONALIDAD

Por el contrario, en materia de régimen municipal, la Corte,


apartándose de esta línea abstencionista, ha establecido reglas
generales aplicables para todas las provincias , relativas a la
naturaleza jurídica de los municipios. U na primera serie ju-
risprudencia!, que arranca en 1911 337 , calificó a los municipios
provinciales como entidades autárquicas 338 , criterio que fue mo-
dificado radicalmente en 1989, cuando la Corte, en "Rivademar
c/Municipalidad de Rosario" 339 , declaró la autonomía plena de
los municipios provinciales, dándoles una jerarquía casi equi-
valente a la de las provincias 340 .
Intervino también en cuestiones electorales provinciales en
el conflicto suscitado en la provincia de Corrientes a fines de
1991, donde se produjo un empate en el colegio electoral. Al
tomar intervención en el caso la Corte dijo que "las particulares
circunstancias del conflicto que dio origen a la presente causa
obligan a examinar, en primer término, lo dispuesto en el art.
105 de la Constitución nacional en cuanto establece que las
provincias eligen a sus gobernadores sin intervención del Go-
bierno Federal. Dicha cláusula se halla dirigida, indudable-
mente, a prevenir toda injerencia del poder central sobre un
asunto de tanta trascendencia política, como es, en cuanto aquí
interesa, el concerniente a la elección de las máximas auto-
ridades de la Administración provincial. Sin embargo, tal pro-
hibición no debe ser entendida con un alcance absoluto; frente
a ella y con igual rango se erige la cláusula que otorga com-
petencia a esta Corte para conocer de todas las causas que
versen sobre puntos regidos por la Constitución (art. 100) . La

derechos y poderes de ésta , cabe la más grande variedad, t oda la que pueda
nacer de la divers idad de. caracteres fisicos sociales e históricos de cada regi ón
o Provmc1a, o de sus particulares anhelos o aptitudes colectivas" (GONZÁLJ::Z, Joa-
quín V., Manual de la Constitución argentina, ps. 648 y 649, Fallos, 311 :465)",
Fallos , 317 , en p. l206.
;~: "Municipalidad de La Plata dFerrocarril Sud", Fallos, 114:282 (1911).
. . Ello fue ac.e ptado, además, por la doctrina domina nte en el derecho ad-
=~s~r~tJVo a~g~ntmo, du:ante largo tiempo. Así, por ejemplo, BIELSA Rafael
~rtnc.lpLOS de regtmen mumcipal, a• ed., Abeledo-Perrot. Buenos Aires 1962 p aa'
octnna que mantuvo MARIENHOFF, criticando el caso "Rivademar" (MARrE,NH.OFF•
Migu~l 339
S., La supuesta autonom{a municipal , LL t. 1990-B p 1012) '
Fallos, 312:326 ( 1989). ' ' · ·
34
°C Para una explicación Y análisis crítico del fallo , véase DI ANCH I Alberto
B ., L a orte 8 uprema ha extendido ta d ' '
LL , t. 1989-C, p. 47. car e autonomta a las municipalidades,
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 221

necesaria compatibilidad entre tales normas permite concluir


que las provincias conservan toda la autonomía política que
exige su ::>istema institucional, pero no impide la intervención
del Tribunal en los supuestos que se verifique un evidente me-
noscabo del derecho federal en debate (doctrina de Fallos ,
285:410 , consid. 10), o, como ocurre en el sub lite, un ostensible
apartamiento del inequívoco sentido que corresponde atribuir
a las normas de derecho público local aplicables (. .. ) desde
esta perspectiva y con particular incidencia sobre el caso de
autos, la Corte tiene la delicada misión de -por un lado- no
interferir en las autonomías provinciales y -por el otro- evitar
que las arbitrarias decisiones de poder jurisdiccional local, le-
sionen instituciones fundamentales de los ordenamientos pro-
vinciales que hacen al sistema representativo y republicano
que las provincias se han obligado a asegurar (art. 5º de la -···'
.
,
Constitución nacional)" 341 •

b) MI OPINIÓN. - Para analizar esta cuestión debemos


partir del eje central del sistema federal establecido en el art.
121, inspirado por la Décima Enmienda de la Constitución de
los Estados Unidos ~ 42 , pese a que se citen otras fuentes 343 • Se-

341 "Electores y Apoderados de los P artidos Justicinliota, Unión C!vica Ra-


rucal y Democracia Cristiana" , Fallos , 314:1915, 1926 (1991).
3 42 La Décima Enmienda de la Constitución norteamericana establece: "Los
poderes no delegados a los Estados Unidos por la Constitución, ni prohibidos
por ésta a los estados, están r eservados a los estados, respectivamente o al pueblo".
a1a E s curioso qu e la exhaustiva obra de SECO VILLALBA sobre las fuentes
de la Constitución argentina arriba citada no reconozca como fuente del art. 121
(ex 104) a la Décima Enmienda, cuando es claro que ambas normas dicen prá c-
ticamente lo mismo. Se citan en cambio como fuentes la Constitución de Venezuela
de 1811 y el Proyecto de Constitución Suiza de 1832 (ps. 226 y 227). Recordemos
además que José B. Gorostiaga, miembro informante de la Consti tución en el
Congreso de 1853, expresamente dijo que su proyecto estaba vaciado en el molde
de la Constitución de los Estados Unidos , "único modelo de verdadera Federación
que existe en el mundo" (sesión del 20 de abril de 1853), repitiendo luego el
mismo concepto en la sesión del 29 de noviembre de 1853, estando ya el Congreso
en trabajo legislativo. Véase Asambleas constituyentes argentinas. recopilación
de Emilio Ravignani, Buenos Aires, 1937, t. N , ps. 468 y 621. Asimismo el Con-
greso Constituyente, en una minuta de declaración sancionada el 3 de mayo,
expresó que "la federación será bien entendida si se comprende como en los Estados
Unidos del Norte, única federación modelo que existe en el mundo civilizado,
puesto que la Helvética es artificial y permanentemente anárquica" (Asambleas
constituyentes , cit. , t. IV, p. 539). Por último , el artículo en cuestión, que en el
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
222
, ta norma "Las provincias conservan todo el poder no
~g:~o por es;a Constitución al Gobierno federr:-l Y e~ que
ex resamente se hayan reservado por p?-ctos es~ecLa 1es a mo-
m:nto de su incorporación"' 344 • Ello qmere decrr que las, p:o-
vincias pueden regular sus instituc~ones de derecho pubhco
en forma autónoma de la Nación, teruendo com~ techo la Cons-
titución nacional. ¿Cuál es, entonces, el ámb1to de esta au-
tonomía y cuándo pueden los jueces determinar si una provincia
o municipio han excedido sus facultades? En otras palabras,
¿hasta dónde se extiende la garantía federal y cuándo cesa?
Para encontrar una respuesta a estas preguntas debemos
partir de una distinción sencilla pero elemental. No es lo mis-
mo el enjuiciamiento general del sistema local en cuestión que
la eventual colisión puntual entre una norma provincial y una
norma federal. A los tribunales les está vedado lo primero, en
tanto que pueden actuar en el segundo supuesto. De hecho,
éste constituye una típica cuestión federal prevista en el art.
14 de la ley 48. Veamos.
Según el artículo 52 , la garantía del gobierno federal fun-
ciona cuando las provincias satisfacen cuatro requisitos básicos:
a) establecer un gobierno bajo el sistema representativo re-
publicano que respete los derechos y garantías establecidos en
1~ ~onstitución nacional; b) asegurar la administración de jus-
tlcJa; e) asegurar el régimen municipal, y d) asegurar la edu-
cación primaria. Se. trata, como vemos, de disposiciones muy
generale.s que pernuten a las provincias moverse dentro de
~n ~mp?o mar~en de discrecionalidad en la organización de sus
instituciOnes, sm que estén obligadas a reproducir exactamente
as fede~ales. Por ello, la mera existencia de estos cuatro pun-
~o~ cardmalefis .de la organización institucional de las provincias
e e ser su c1ente para el fun · . d
deral y la forma CI~n~ento e la garantía fe-
de . . en que cada provmcia determina la existencia
bun:~:~s r{¿~sltot es un~ c~estión política vedada a los tri-
. ue as provmcias delegaron al Gobierno federal

t~xto de 1853 era el 101, fue a robad . . .,


sm que haya rastro al"''"o enp 1 o ~m discus,on en la sesión del 30 de abril
Vru.A (A ,_ as sesiones de las f t · . ,
LBA sambleas constituyentes cit t IV uen es tndJCadas por SF.co
3 44
Para un estudio de ¡0 ' h ., · ' p. 535 ).
remito a BiA NC fU, Alberto B La:~ e ~amado "delegación constituyente" me
Siguientes. ·· egac<ón legtslatwa . .. , cit., cap. v, ps. lllS Y
Los ACTOS NO JUSTICIABLES
223

es la organización de la arquitectura superior, el diseño en


grandes líneas del proyecto institucional del país, Y se reser-
varon la forma y modo en que desarrollarían el detalle de tal
proyecto en el ámbito de sus institu~io.n~s locales.'
No podría entonces un tribunal enJWClar a un sistema loc~l
en forma general, salvo que éste fuera groseramente contrario
a la Constitución nacional. Si la violación a los principios de
la Constitución nacional fuera muy grotesca -y por tanto poco
probable-, si se estableciera por ejemplo una constitución mo-
nárquica, o fueran desconocidos el derecho de propiedad, la
independencia del poder judicial o los municipios, podría plan-
tearse judicialmente la inconstitucionalidad de tales sistemas.
Si bien nos encontraríamos, indudablemente, con una decisión
politica del gobierno provincial, ya que la elección de un sistema
u otro de gobierno no puede ser sino política, es evidente que
tal decisión afectaría, sustancialmente, derechos amparados por
la Constitución nacional y dejaría de funcionar en ese supues-
to la garantía federal. Por el contrario, cuando la discordancia
entre el régimen de la Constitución federal y una constitución
provincial es leve, aquella garantía funciona y los tribunales
no pueden enjuiciar el sistema en su conjunto. Por ejemplo,
hay constituciones provinciales que no aseguran el bicameralis-
mo en sus legislaturas 345 , o no establecen el régimen municipal
autárquico 346 y no autónomo. En este caso, tales decisiones
políticas están exentas de la autoridad de los magistrados y
fuera de los poderes delegados al gobierno nacional, según el
artículo 121.
Diferente es el caso cuando estamos ante la colisión puntual
entre una norma provincial y una federal o nacional. Ya no
se trata aquí de juzgar una decisión política sino de verificar
si -bajo la cláusula de supremacía del art. 31- una norma pro-
vincial contraría una de rango superior. El problema, en este
supuesto, se desarrolla dentro del ámbito típico del control cons-
titucional y genera además -como dije- una cuestión federal

:1 45 Entre otras : La Rioja (an. 84); Misiones (art. 82); Neuquén (art. 71); lUo
Negro (art. 122); San Juan (art. 131). Incluso, parece ser que la tendencia qu e
se insinúa luego del plebiscito llevado a cabo en Córdoba en julio de 2001 es la
unicameralidad.
346 Así lo hace todavía la Constitución de Buenos Aires, luego de la r eforma
de 1994, en contra de lo que es hoy dominante en el espectro provincial.
224 CoNTROL DE CON STITUCIONALIDAD

habilitante del recurso extraordinario, conforme lo dispuesto


por el artículo 14 de la ley 48.

§ 104. La intervención federal

En la Argentina, la doctrina establecida en "Cullen c/Lle-


rena" fue seguida inmediatamente en "Lobos c/Donovan" a47 , con
motivo de la intervención federal a San Luis , y en "Compañía
Azucarera 'fucumana S.A. c!l'ucumán" 348 • También es clásico
el caso "Alejandro Orfila" 34 9 , originado con la intervención a
Mendoza con motivo de la puesta en comisión de los jueces
locales y su reemplazo por nuevos magistrados, dispuesta por
la intervención 350 • Orfila , ex gobernador de la Provincia, arres-
tado por uno de los jueces designados por la intervención, in-
terpuso un hábeas corpus, el cual, al ser rechazado por la Corte
Suprema, le permitió a ésta ratificar su teoría de la no in-
tromisión judicial en asuntos relativos a las intervenciones fe-
derales. "Esta Corte -dijo- como lo ha declarado en fallos an-
teriores, no se encuentra, pues, autorizada para examinar los
hechos que han conducido a la decisión contenida en la ley,
porque saldría de la órbita que le está delimitada por la carta
fundamental e invadiría el campo propio de los otros poderes
del E stado" 351 • Con igual criterio fue resuelto también el caso
"Samuel Siganevich" 352 , donde se dijo que "notoriamente se ha-
llan al margen de la potestad jurisdiccional de esta Corte, las
cuestiones de orden político que la defensa ha pla nteado y que
surgen de la validez o invalidez de la Constitución de Santa
Fe de 1921 y del pronunciamiento que importa la intervención
nacional que desconoció dicho estatuto (. . .) Si según la tesis
de la defensa la Corte pudiera examinar la validez de la Cons-

347 Fallos , 54:180 (1893).


348 Fallos , 14 1:271 (1924).
a49 Fallos , 154:192 (1929).
aliO El fa llo motivó, en su momen to, la enérgica crítica doctrinaria de G oN.
~EZ CAL~ERúN, quien lo eligió, precisamente, como tema de su confer encia de
m corporac1ón a la Academia Nacional de D erecho y Ciencia• Sociales de Buenos
Aires .<G~NZÁLt:Z CALnt:RON, J u an A., Las bases necesarias y permanentes de la
Constttuc¡ón , Buenos Aires, 1929).
35t Fallos, 154:200.
352 Fallos , 177:390 (1937).
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 225

titución santafecina de 1921 y de las instituciones, poderes Y


autoridades creadas a su amparo, podría examinar, lógicamen-
te la intervención federal que la desconoció, porque su función
es' la de juzgar y no la de acatar simplemente. Es decir la
Corte, se colocaría frente a los poderes políticos del estado,
en el terreno político, desnaturalizando su carácter" :l5;j.

§ 105. Conflictos entre poderes


de una misma provincia

Bien es sabido que originariamente la Constitución de


1853, en su art. 97, atribuyó a la justicia federal el conocimiento
de causas que versaran sobre conflictos entre los diferentes
poderes públicos de una provincia. Posteriormente, la Reforma
de 1860 eliminó esta disposición, por ser contraria al sistema
federal de gobierno 354 , en el art. 100 (sustituto del 97) . A partir
de ese momento, la jurisprudencia de la Corte Suprema se
ha abstenido de intervenir en causas de tal naturaleza. Ello
fue especialmente visible en asuntos relativos al juicio político
en sede provincial s55 , pero fuera de estos supuestos, la Corte
también se ha abstenido de intervenir en otra clase de conflictos
internos provinciales. Así, por ejemplo, se ha decidido que son
ajenos al conocimiento de la Corte el conflicto entre el inten-
dente y el Concejo Deliberante 356 ; entre una Cámara de Di-
putados provincial y la provincia respectiva a67 ; un caso en el
cual la Corte local se negó a tomar juramento a magistrados
designados por el Gobernador 358 ; el conflicto entre el Superior

a5:1 Consid. 5 2• Este mismo criterio fue luego reiterado en "Cernadas c!Santa
Fe", Fallos, 184:639 (1939).
3 64 La cuestión fue debatida en la 7• sesión ordinaria de la Convención lle-
vada a cabo en Buenos Aires , para examinar la Constitución federal, el día 7
de mayo de 1860. El miembro informante, Dalmacio Vélez Sársfield , dijo allí:
"Es lo [el art. 97 en dicha parte] destruye complelamenle el sistema federal, porque
un poder estraño (sic) el poder nacional judicial, viene a entrometerse en las
cuestiones interiores de los poderes públicos de ttna provincia . .. " (cfr. R eforma
Constitucional de 1860, textos y documento~ fundamentale s , Universidad Nacional
de La Plata , La Plata, 1961 , p. 252).
355 Véase supra § 91, c.
""H "Seraim M11ncini", Fallos, 245:532 (19!)9); "Héctor Raúl Carabajal", Fa ·
llos i!9I:::I!l4 (1975).
' sú7 "Cámara de Diputados de Cala ma r·ca c/Catamarca", Fallos , 264:375 (1966).
35H "Provincia de Corrientes ", Fallos , 283 :143 (1972 ).
226 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Tribunal de una provincia y el Tribunal de Enjuiciamiento de


Magistrados, etcétera.
¿Nos encontramos entonces ante una cuestión política?
Creo que no. El conflicto entre dos poderes provinciales es
una cuestión perfectamente justiciable, a punto tal que la ma-
yoría de las constituciones provinciales establecen que corres-
ponde entender en estos casos a las cortes provinciales en ju-
risdicción originaria 359 • Por ende, con la reforma de 1860 se
suprimió (enhorabuena) una competencia de la justicia federal,
por ser contraria al sistema federal de gobierno, pero en modo
alguno ello la convirtió en una cuestión política 360 • Se trata
entonces de una materia eliminada del conocimiento de los
tribunales federales, donde además es de estricta aplicación
el derecho local , y sólo es revisable ante la Corte Suprema
-por vía extraordinaria- en casos de arbitrariedad o gravedad
institucional 'lGI _

§ 106. Límites interprovinciales

De acuerdo con el artículo 75, inc. 15 de la Constitución,


corresponde al Congreso "fijar los [límitesj de las provincias"
Y es discutible si esa atribución es totalmente discrecional 0
puede ser susceptible de revisión judicial. La Corte ha sentado
un principio divisorio de sus competencias atribuciones y de
las del Co_ngreso en esta materia según el cual la Constitución
ha confe_nd_o a este último la facultad de fijar los límites de
las_ ProvmcJ~s, ~o. que no es excluyente de la jurisdicción con-
fenda a la JUsticia federal por los arts. 116 ll7 127
~~tender en cuestiones suscitadas entre provincias ~obre ·l:~:e~
a que pretenden poseer, siempre que ello no implique la fi-
35 fl Véase s b ·
• 0 re este particular, BtANCH! Alb . B . .
de la Corte Suprema de Justicia de l N . : . ei to ., Competencw onginaria
360 Conf. MAlRAI Héctor . . a . acLOn , cap. V!, punto 125.
361 El caso se pl~ ntcó co~ ;f~~~%~tl!ctal . . .. ob. cit., t. [, ps. 553 y 554.
de Morón Y el Concejo Delibera t . d o suscitado en 1989 entre el intendente
cargo. El probl ema susci taba , e~;~~::m ucto del cual aq~ él fu e destituido de su
deres locales , ajeno por principio a la ·u en~c, L~na cuestwn de conflicto entre po·
caso fedet·aJ estuvo dado por J . d liJ ns ICCión de la Corte Suprema pero el
. ·· a m e enstón ;'uríd " d ¡ · '
cotporacwn fue ordenada ("Rouss 10 t c/C . tc~ e Intendente, cuya rein-
313:1596 - 19!:10-). · e onceJo Deliberante de Morón", faltos,
Los ACTOS NO JUSTICIABLES
227

· · , d ¡ ·nu·tes Este criterio fue empleado, por ejemplo, en


Jac10n e 1 · b »oij~.
"C - c/Gorchs" 362 • "Provincias de Santa Fe y Córdo a ,
arcano ' . , 364 " . , 365 • f .
"Pereyra Iraola c/Buenos Aires ; JuJUY c/Salta , , Y ue re
cardado asimismo por el Procurador General Ramon Lascano,
en "Río Negro c/Neuquén" 366 .
¿Debe deducirse de ello que se trata de una atribución in-
susceptible de revisión judicial? En absoluto. Tal como sostuvo
en su momento el procurador general Eduardo Marquardt, en
"Oddone c/Formosa" 36 7, la función que en este caso ejerce el
Congreso no es política sino jurisdiccional. Cuando el Congreso
establece los límites de una provincia, está ejerciendo una atri-
bución que la Constitución le fija directamente 368 , pero no puede
hacerlo discrecionalmente, sin ajustarse a pautas regl adas y
objetivas 3"». Se trata de una decisión que debe tener una causa,
un fundamento jurídico. De tal modo, la fijaci ón arbitraria de
un límite concede a la provincia afectada una acción judicial que
tramitará ante la Corte Suprema, en la medida en que es un
típico caso de competencia originaria de aquélla (art. 117).

§ 107. Cuestiones electorales


y partidos políticos

Una mencwn especial corresponde hacer respecto de las


cuestiones electorales. Por la relevancia en esta cuestión del
caso "Baker v. Carr", me referiré separadamente a la juris·
prudencia anterior y posterior.

:i62 Fallos , 98:107 (1903).


~r.3 Fallos, 114:425 (1911).
364 Fallos, 133:372 ( 1921).
365 Fallos, 228:264 (1954).
366 Fallos, 267:352 ( 1967 ).
:J67 Fallos, 285:240-245 (1973).
3ij8 Nótese que, en este punto, la Constitución argentina se ha apartado
de la norteamericana, que no establece esa atribución a favor del Congreso.
3ijH H a di cho GoNZALEZ CALIJERÓN que "El poder del Congreso para fijar los
límites de las provi ncias no significa un poder absoluto para imponer su propio
criterio sin consideración a los fundamentos hist.óricos y jurídicos con que las
parteR interesadas puedan cohontlstar sus pretensione . Las provincias (.. . ) no
pueden ser tratadas por el Congreso con desconocimiento de su carácter, de esos
derechos y de s us tradiciones históricas" (Derecho constitucional argentino, ob.
cit. t. UI, p . 194).
228 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

a) LA JURISPRUDENCIA ANTERIOR A "BAKER v. CARR". -


Tal como ya señalé más arriba, en los Estados Unidos los asun-
tos de naturaleza electoral no eran admitidos como casos ju-
diciales :170. Tampoco lo eran en la Argentina, donde las cues-
tiones electorales fueron, hasta comienzos de la década de 1960,
consideradas políticas. Entre los primeros casos que ilustran
esta corriente se encuentra "Unión Cívica Radical-Junta Reor-
ganizadora Nacional" 31 1, en el cual el apoderado de dicho par-
tido había solicitado al juez letrado de La Pampa la declaración
de nulidad del padrón electoral. El caso fue rechazado por el
magistrado interviniente e interpuesto recurso extraordinario
la Corte, invocando precedentes anteriores a72 , sostuvo que "las
cuestiones de la naturaleza de la que contempla el pronun-
ciamiento apelado, no son susceptibles de traerse al conoci-
miento del Tribunal ni aun por la vía del artículo 14 de la
ley 48". Con cita expresa de este caso fue resuelto más tarde
"Salomón Deiver"=. Deiver había impugnado el padrón elec-
toral, en el cual no se lo había incluido por haber estado con-
denado penalmente. Al rechazar el recurso extraordinario la
Corte ~ostuvo 9-ue. ~a atribución por ley de funciones políticas
a .mag¡st~ados JUdiciales no altera la naturaleza de las mismas
ru autonza a considerarlas corno de índole judicial ni como
emanadas de un tribunal de justicia" 374 •
En casos posteriores, esta doctrina fue objeto de más de-
sarrollo. Hasta ese momento, el Tribunal se había limitad
~ti~ch~zar el rec~so extraordinario, invocando la materia po~
la c~nsi~e:a~:eas::~~ · pero no . decía ~xac.tamente por qué se
gunos casos poste~o~e~~=í ~~~.r ex~licactón se intentó en al-
('I'rotzkista)" ~7s y "P t ' dD . Partid~ Obrero Revolucionario
qu e "e ll o es ast,. ar 1 o emocrata-Dlstrito San Juan" m d"
porque el mencionad , lJO
se otorga respecto de las d . . o recurso extraordinario
manentes del poder judici:~Islonesl p~opi~s. de los órganos per-
, en e eJercicio de sus funciones
370 v ·
an easc ~upra, § 2:.!.
Fallos, 189:155 (1941)
aH F ll .
373 .a os, 128:314 Y 148:215.
· Fallos, 208:125 (19 47 )
~ 74 Fallos , 208:127. ·
3 75 ''Iturr ·
as pe c/ Uruón Cívica Rad · al d
~~~ Fallus , 237 :386 (1957). lC el Pueblo", Fallos, 240:11 (1958).
Fallos, 238:283 (19 57 ).
Los ACTOS NO JUSTICIABLEs 229

específicas, en los términos del artículo 14 de la ley 48 y 62


de la ley 4055 (.. .) Que las cuestiones electorales referentes
al procedimiento previsto por las leyes en el orden nacional
o estadual para la constitución de los poderes políticos, como
momento que son de la organización de otros poderes, no son
propias del ejercicio regular de la función judicial, sino estric-
tamente políticas. Pueden debatirse, y en el orden nacional
efectivamente se han debatido, ante organismos nacionales y la
jurisprudencia de esta Corte les ha reconocido tal carácter aun
sometidas a decisión de tribunales judiciales inferiores" 378 • Es-
ta línea jurisprudencia} fue seguida con fidelidad y sin mayores
variantes en varios casos de la década de 1960. Tal, por ejem-
plo, "Partido Socialista-Comité Ejecutivo Nacional" m , donde se
dijo que los conflictos partidarios internos y los interpartidarios
son ajenos al conocimiento de la Corte, "cuando se trata de
cuestiones indisolublemente ligadas a la actividad política y
electoral, las que, por su naturaleza, resultan extrañas a las
esfera de acción jurisdiccional de aquella y reclaman su abs-
tención como poder" 380 . Igual criterio se advierte en "Partido
Unión Popular" ~ 8 \ en otro homónimo 382 , y también en "Unión
Cívica Radical Intransigente de la Pcia. de Bs. As." 383 . salvo
cuando se advirtió una manifiesta violación al derecho de de-
fensa en juicio. Como excepción dentro de este período se re-

:178 Fallos , 23R:287 .


n» Fallos , 248:61 (1960). El caso se había suscitado como consecuencia de
la división en dos fracciones del Partido Socialista. Ambas reclamaban el derecho
al uou del nombre original.
3HO En este fallo , Boffi Boggero anotó una de sus célebres disidencias con
el criterio de la Corte, dcjHndo a salvo su opinión en el sentido de qu e "una cosa
significo la política en sí misma y una otra es el derecho político que regula
jurídicamente la vida d., aquella; y una es, en consecuencia la política en materia
de elecciones y una muy diferente es el derecho electoral que regula. Que cuando
las transgresiones de los poderes políticos afecten la materia sometida a la com-
petencia jurisdiccional de esta Corte, se impone la sustanciación de las causas
respectivas para decididir en consecuencia, sin que esos poderes del Estado puedan
legítimamente alegar que se trata del ejercicio de facultades privativas" (Fallos,
248:61 , esp. p. 67).
~81 Fallos, 252:54 (1962).
aa2 "Partido Unión Popular", Fallos, 256:47 (1963). Aqul se debatía la ofi-
cialización de las listas de electores para presidente, vicepresidente y senadores
por la Capital, y se registra también una disidencia de Boffi Boggero, incrementada
y fortalecida con el reciente "Baker v. Carr", al que se le dedican varias consi-
deraciones.
aso Fallos , 257 :155 (1963).
CoNTROL DE coNsriTUCIONALIDAD
230
. tra "Unión Cívica Radical Bloquista" a84 , donde el derecho
gdls d f'ensa de una de las partes estaba seriamente afectado
e e · 'l85
por una grosera nulidad de la sentenc1a · ·

b) EL CASO ''BAKER v. CARR". - Fue en "Baker v._ Carr" 386


donde la Corte de los Estados Unidos modificó su~tru:c~al~?nte
el criterio imperante hasta ese entances sobre la n.o Judiciabthdad
de las cuestiones electorales. Ya he efectuado preVJ.a~cnte el an~­
lisis de este caso y allí me remita 3117 , pero dada su 1mportanc1a
y el interés que siempre ha de pertado en la Ar gentma . 388 , va1e
la pena transcribirlo parcialmente. Tomaré para ello algunos
párrafos de la traducción de MILLER, GELLl y CAYUS0 389 , que
pueden ser confrontados con el texto en inglés.
"Sostenemos que este cuestionamiento a una distribución
de distritos electorales no configura una cuestión política no
justiciable (. .. ) Por supuesta que el mero hecho de que el
pleito intente proteger un derecho político no implica una cues-
tión política. Semejante objeción es 'poco más que un juego
de palabras'. Por el contrario, se argumenta que los casos de
distribución , cualesquiera ean los términos de la demanda
no comprometen un derecho constitucional federal, excepto ei
que garantiza una forma republicana de gobierno, y que las
~e~andas basadas en esa cláusula presentan cuestiones po-
hticas que no son justiciables. Sostenemos que la presente de-
manda no descansa en la cláusula de garantía, ni la involucra,
184
' Fallos , 244:164 (195!l).
85
" Apelada una sentencia de · · .
de alzada fue tomada dw-ante la C P.nme;;: .u;stancta, la decisión del tribunal
de la Cámara, contraviniéndose ex r~:ta JU cta. por uno solo de los tres jueces
de orga~izaci ón de los tribunales ~ede~~:spostctones de las leyes 1893 y 13.998,
una dectstón en materia electoral revocó .el La Corte~ pe~e a que se trataba de
ducctón de uno nuevo ajustad j p:onunctannento y ordenó la pro-
a~G 369 U.S. 186 (1962) o a as normas Vtgentes.
387 \1 .
, véas e supra, § 22.
188
L . La sentencta ha sido objeto de v . .
1~;~ M.. 9Tres centenarios de la Corte Sup:= ~orr:,entanos; véase Bopp¡ BoooEno
. ' p . 6 , HoRVATH Pabl V e ustlcta , Ptzarro Buc A'. '
~u~ticiabilidad de la; cuest~¿:es ~~l, Jozfe R., El fallo "Bake; u. C~~~" ~~~
~ sus antecedentes.
0
a as, ' t. 114, p. 982, donde se anal · .
·189 MILLER J h I Za e 1
y d , onat an M . Gt:LLJ M rf A
po er político , As trea, Bue~~s Aire~ 1~8; t .,Iy C,wuso, Su~ana, Con.~titución
' • · , p s . 173 y siguientes.
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 231

y que, por lo tanto, su justiciabilidad no está impedida por


nuestras decisiones en casos que sí involucran esa cláusula 300
(. .. ) Pero como parece haber alguna duda sobre por qué esos
casos presentaron cuestiones políticas y específicamente acerca
de si este caso de distribución se asemeja a aquéllos, consi-
deramos necesario primero delinear los contornos de la doctrina
de la 'cuestión política'. Nuestro estudio revela que en los casos
basados en la cláusula de garantía y en aquéllos acerca de
'cuestiones políticas', es la relación entre la justicia y las ramas
de igual importancia del gobierno federal y no la relación de
la justicia federal con los Estados lo que da lugar a una 'cuestión
política' 39 1 (. . • ) Un modo natural de comenzar el análisis de
este asunto es advertir si hay en este csso alguna de las ca-
racterísticas comunes a la figura de 'cuestión política' que he-
mos identificado antes como típicas de esta clase de cuestiones.
Debemos afirmar que no encontramos ninguna. El tema aquí
es el de la compatibilidad entre un acto estadual y el texto
de la Constitución federal. No hay aquí ninguna atribución
conferida a un poder político gubernamental del mismo nivel
que esta Corte. Tampoco vemos que se ponga en tela de juicio
la posición del gobierno en el exterior o que se cree un grave
disturbio interno por el hecho de que esta Corte decida acerca
de la constitucionalidad de un acto del Estado de Tennessec.

~90 "Wc hold that this challenge to an apportionment pre ents no nonjus-
liciable 'political question' (. .. ) Of course, the mere fact that lhe suil seeks pro-
Lection of 11 political right does not mean it presents a political question. Such
an objection 'is little more than a play upon words'. RRther, it is argued that
apporlionment cases , whatevcr the actual wording of the complaint, can involve
nu federal consLitutional riglü except one resting on the guaranty of a republican
f'orm of govcrnment, and that complaints based on that clause have been held
to present política! que tions which are nonjusticiable. We hold that the claim
pleaded here neither rests upon nor implicates the Guaranty Clause, and thaL
its justiciability is therefore not foreclosed by our decisions of cases involving
that clause" (::!69 U.S. en p. 209).
391 "But beca use there appears to be some uncertainly as to why those cases
did present political questions, and specifically as to whether this apportionment
case is like those cases, we deem it necessary firsl to consider the contours of
the 'political queslion ' doctrine. 'l'hat review reveals that, in Lhe Guaranly Clause
cases and in the other 'política! question' cases, it is the relationship between
the judiciary and the coordinate branches of the Federal Government, and nol
the federa] judiciary's relationship to the Sta tes, which gives rise to the 'political
question" ' (369 U.S., p. 210).
232 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Tampoco necesitan los apelantes, para tener éxito en su de-


manda, pedir a la Corte que emprenda una política para la
cual faltan pautas judicialmente manejables. Los estándares
jurídicos provenientes de la cláusula de igual protección son
conocidos y dicha cláusula ha estado abierta a las Cortes desde
la sanción de la Decimocuarta Enmienda, para determinar, si
corresponde según los hechos en particular, si la discriminación
refleja alguna política determinada, o es, por el contrario, una
acción simplemente caprichosa y arbitraria. Este caso, en un
sentido, involucra la distribución del poder político dentro de
un Estado, y los apelantes podrían haber reclamado bajo la
cláusula de garantía. Por supuesto, como hemos visto, cual-
quier reclamo sustentado en esta cláusula sería inútil. Pero
el hecho de que un reclamo semejante no hubiera tenido éxito.
no significa que los apelantes no sean escuchados en su reclamo
a igual protección, a la cual de hecho tienden 392 (... ) Con-
cluimos que la n.egativa a la igual protección que se alega pre-
senta una :uesbón constitucional justiciable sobre la que los
apelante.s t1enen derecho a un juicio y a una sentencia. El
de~echo mv~cado cae dentro de la órbita de la protección judicial
baJo la Decimocuarta Enmienda"a9a.

terist::: :~ nhatur~ beg~nning is to note whether any of the common charac-


We find non e~ T we ave . een able to identify and label descriptively are presenl
Constitution . .J:ee hqucstwn here .Is the consistency of state action with the Federal
· ave no questwn deCided orto b d ·d d b . .
of governmcnt coequaJ with thi C N e ect e . Y a pohttcal brancb
government abroad or grave dists bourt. ohr do we risk embarrassment of our
• ur ance at ame if we t k · · "'
~s to the constitutionality of her action here chall d a e Issue Wit1I •ennessee
m arder to succeed in this action kt enge · Nor need the appellants
for which judicialty manageable' ::Snd:~;so:rt ~o en.ter u pon policy determina ti o~
the Equal Protection Clause are well d e ackmg. Jud 1 ~1 al standards under
open to courts since the enactment of th:v;loped and familiar, and it has been
~~ on tho particular facts they must that a o~rt~enth ~endment to determine,
Slmply arbitrary and capricious acti~n. Thisdiscummatwn reflects no policy, but
allocatwn of pohttcal power within a St case does, tn one sense, involve the
have added a claim under the G ate, ~nd the appellants rnight conceivably
~ny reliance on that clausc wou~arbaen~e~ ·1 la;~e . Of coursc, as we have seen
uaranty Clause could not have u 1 e. ut because any reliance on th~
~.'i ~~~-~~ ~eard on the equal prost~~~~:::~a.!:n d;~ ~ot f:llow that appellants
7
~93 " . e m act they tender" (269
We conclude that the co l . '
te.c tion presenta justiciable consti~~oam¡s allegation~ of a denial of equal pro-
aJe entttled to a tria! and d . . na cause of act 10 n u pon which
judicial protection under the e;.:surteion. Thhe right asserted is within th:p~~chlantsf
ent Amcndment" (269 u .. S 237). 0
LOS ACTOS NO JUSTI CIABLES 233

e) LA JURISPRUDENCIA POSTERIOR. - La doctrina de este


fallo cundió inmediatamente, generando una onda expansiva de
casos en los que la Corte declaró inconstitucionales aquellas le-
yes que pudieran ser violatorias de los derechos electorales. El
primero de ellos, luego de "Baker", fue "Gray v. Sanders" 394 ,
en el cual se declaró inconstitucional una ley de Georgia para
elecciones primarias, impugnada por mala distribución de los
distritos electorales. También en Georgia, al año siguiente, fue
declarada inconstitucional la ley de división distrital para el
Congreso, que acordaba a algunos candidatos el doble de re-
presentación que pa ra otros 995 • Lo mismo ocurrió en Alabama,
con el caso "Reynolds v. Sim" 396 • En este estado, la ley de dis-
tribución distrital no se modificaba desde 1901, pese a que
la Constitución local exigía su modificación cada diez años.
También en 1964 fue declarada inconstitucional una ley de
Colorado, viciada de igual forma 397 , corriendo igual suerte las
leyes de Maryland 398 , Virginia 399 y Delaware 4110 , en casos de-
cididos ese mismo día. También fueron declaradas inconsti-
tucionales una ley de Texas que prohibía votar a los militares
en actividad 40 ', y la ley de educación de New York que exigía,
para votar en elecciones escolares de distrito, ser propietario
o inquilino o ser padre o guardián de niños que asistieran a
las escuelas públicas 402 • En 1968 fue declarada inconstit ucional
una ley de Ohio, que exigía a los candidatos presidenciales
de los nuevos partidos, en las elecciones primarias, la presen -
tación de una petición firmada por el 15 % de electores cali-
ficados , tomado sobre la anterior elección para gobemador ~ . 40

Igual suerte corrió una disposición de California que exigía


el pago de un porcentaje del sueldo para la inscripción como

a~4 372 U.S. 368 (1963).


395 "Wesberry v. Sander R", 376 U.~ . 1 (1 964).
a96 :>.77 U.S. 533 (1964).
397 "Lucas v. Forty Fourth Gen Assembly", ?.77 U .S. 713 (1964).
:<Y8 "Maryhmd Comm. for Faire Rep. v. Tawes", 377 U.S. 656 (1964).
39~ "Davis v. Mann", 377 U. S . 678 (1964). Dos años más tarde también fue
declara da inconstitucional un a ley de Virgin ia que 'exigia el pago de un impuesto
de u $s 1,50 para votar, en "Harp er v. Virginia Board of Eleclions", 383 U .S. 663
(1966).
o~oo "Roman v. Sincock", 377 U.S. 69 5 (1964).
401 "Carrington v. Rash", 380 U.S. 89 (1965).
40~ "Kra mcr v. Union Free School District", 395 U.S. 89 (1969).
403 "William~ v. Rodhes", 393 U. S. 23 (1 968).
-- ..., ......... . . . -- ---·----- ----
candidato en una boleta electoral404' y tam?ién fue declar~da
inconstitucional la ley de lllinois que prohibía vo~ar en e ec-
.
c10nes pn' man'as de un partido • si una persona hab1a. votado
. , en
elecciones primarias de otro partido dentro de los ~emtltres me-
· ·~ Un nuevo caso de gerrymandenng planteado
ses ant enores . . "D ·
con legisladores republicanos de Ind1ana fue r~sue to en a~s
1
v. Bandemer" 406, bajo los postulados de "Baker . Estos .~on sol~
algunos de los numerosf~im~s casos en que, luego d~o7 Baker '
la Corte declaró inconstituciOnales leyes elector~les . .
También en la Argentina, poco a poco, empezo ~ advertirse
una t endencia hacia el control judicial en matena electoral.
Ya a comienzos de la década de 1960, el fallo recaído en "Partido
Obrero'" 08 , pese a que pretende enmarcarse en los cánones tra-
dicionales, anuncia esta tendencia que luego se haría constante,
lo que constituye una excepción dentro de la jurisprudencia del
Tribunal en ese período 409 • El Partido Obrero había demandado
el reconocimiento de su personería política, la que se le había
denegado , con base en el decreto ley 19.044/56, por propiciar
ideas contrarias al Estado democrático. Apelada la sentencia,
la Corte abundó en consideraciones de todo tipo para confir-
marla, pero en sustancia sostuvo que "cuando se trata de agru-
paciones políticas cuya actuación se traduce en peligro cierto
y real para la subsistencia del estado democrático, al legislador
410
le es permitido valerse también de medios prohlbitivos" • Asi-

404 "Lubin v. Panish", 415 U.S. 709 (1974).


405 "Kusper v. Pontikes", 414 U.S. 51 (1973).
4 06 478 u.s. 109 (1986) .
' 07 P~ra un _ e studio detallado de estos casos, me remito a L oCKHA!lT, W. B.;
~ISAPR, Y. CI!OPER,, J . H. , Y SHH'FRIN, S . H., Constitucional Rights and Liberties
est ub~slnng, MI.Illlesota, 1986, ps. 982 y siguientes . '
40 A Joallos, 253:133 (1962).
409 B._•en es sabido que, por entonces, la Corte practicaba la doctrina de la
~ut~rrestnCCión (self-rest raint) , predicada en el Tribunal de los Estados Unidos
e~ e com1en~os del s1glo por el juez Oliver W. Holmes y seguida luego entre
Ot1os , P,?r F ehx Frankfurter,_ disid ente junto con Harlan, precisamente , en :'Baker
v. Carr · En este caso, S I b1en la Corte no declaró inconstitucional ninguna le
p~es, por el contrano, apoyó las disposiciones del decr. ley 19 044/56 ·
hizo algunas "d · ·
b. y
, sm em argo
d . cons1 c~ac1ones que le hacían abandonar en buena medida la d t .·
e 1a cuestiones políticas en materia electoral oc !lOa
410 F ll
a os, 253:157 · Thdo el fall o es en sí. mismo un dictum, ya que si ex-
~~::~~e;::a 1:'e~C::~r :'¡c~e~;~:e:e~asu ~prudennficia tradic~onal, le bastaba in-
l d s· . or ano y co lrmar asl el pronunciamiento"
a pe a o. m . embargo, qu1so dar_un paso adelante y hacer pública su condena
a una detenrunada 1deologia política, pretendiendo t.al vez tomar debida distancia
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 235

mismo, dentro de esta jurisprudencia, por momentos errática,


la Corte, años más tarde , en la causa "Partido Socialista-Orden
Nacional" 411 , donde se discutía el uso del nombre "Partido Socia-
lista" por una división del mismo, entró a resolver el fondo
de la cuestión, sin invocar la doctrina de las cuestiones políticas,
tal como sí lo había hecho antes en la ya mencionada causa
suscitada por el mismo partido , resuelta en 1960. También, re-
ferida a una rama de esta misma agrupación política, el Partido
Socialista de los Trabajadores, la Corte, sin derogar· expresa-
mente su doctrina tradicional, entró al fondo de la cuestión
atinente al nombre del partido en un distrito provincial 412 •
La tendencia al abandono de la doctrina clásica se observa
también en "Partido Intransigente"m, sentencia donde , en con-
tra de lo resuelto en la instancia anterior, se permitió a dicha
agrupación partidaria oficializar listas de candidatos a legis-
ladores nacionales. Más profunda aún es la decisión recaída
en "Frente Justicialista de Liberaci6n" 414 , donde la Corte, en
definitiva, dirimió, lisa y llanamente, una elección provincial.
En efecto, luego de los comicios del 11 de marzo de 1973, se
planteó si la elección del gobernador de Santiago del Estero
y demás candidatos era legítima, ya que para nominar al can-
didato del Frente Justicialista de Liberación, el Tribunal Electo-
ral local prescindió de las disposiciones de la ley federal 19.905,
por considerarla inconstitucional. Era obvio que , al menos for-
malmente , se presentaba un caso federal típico, donde la de-
cisión era recurrible por vía extraordinaria ante la Corte Supre-
ma. Ésta lo entendió así y, pese a la naturaleza eminentemente
política de la decisión , entró al fondo de la decisión revocando
la sentencia del tribunal electoral local. Empleando un criterio
que hubiera deleitado a Boffi lloggero, sostuvo que "no cabe
concluir 'a priori' que una determinada cuestión queda sus-
traída a la esfera del Poder J·udicial por el simple hecho de
que involucre temas de índole 'política', de acu erdo con el signi-
ficado que en el lenguaje común se asigna al término,' cuando la
decisión adoptada suscita una controversia de naturaleza es-

de ·ella y evitar cua lqui er sos pecha que pudiera surgir de un pronunciamiento
indü·ecto.
m Fallos, 285:138 (1973).
41~ Fallos, 287:31 (1973).
m Fallos, 284:446 (1972).
414 Fallos. 285:410 (1973).
236 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

trictamente jurídica, que exige un pronunciamiento que le pon-


ga fin a través de la solución que en derecho corresponda" 41 " .
Es evidente que el considerando citado y la sentencia en
su conjunto son suficientes no sólo para producir un abandono
de las cuestiones políticas en materia electoral, sino para pro-
ducir incluso un abandono total de la doctrina, en cualquiera
de sus campos. El fundamento empleado es, precisamente, el
que han esgrimido los críticos más enérgicos de aquélla, tales
como BO FFI BOGGERO o BJDART CAMPOS 416 • A partir de este mo-
mento, puede decirse que la Corte ha seguido interviniendo,
en materia electoral, sin reparo alguno, a través de muy va-
riadas formas. Así lo hizo para decidir conflictos de compe-
tencia entre di versos tribunales electorales 417 , para reconocer
el derecho al uso de un nombre por un partido político 418 , para
dirimir un conflicto entre las siglas de dos partidos 419 , para con-
firmar el rechazo de un pedido de suspensión de elecciones
internas de un partido 420 , para interpretar el derecho público
provincial en materia de empleo de cocientes electorales 421 o
para declarar la constitucionalidad del monopolio dado por ley
a las partidos políticos en la nominación de los candidatos 422 •
También ha intervenido en cuestiones electorales en el marco
del conflicto correntino suscitado a fmes de 1991 423 .

§ 108. Cuestiones de ''política


administrativa"

del Este ~er~er grupo de casos congrega una serie de aspectos


maneJo mterno de la Administración en los que la Corte
6
"' Fallos , 21:!5:417.
416 Véase infra, § 115.
417
"J unta Electoral de la Pcia d . . " .
41M "Partido Uru" C . . . e Buenos AJres ' Fallos 305·926 (l 983)
on nst1ana De át' • .,. ' · ·
. 41 ~ "Unión del Centro Democráti:~~. lea , ral.los , 305:1262 (l98a).
la disputa entre la Unión Cn'st' D ' ~Llos, 306.2048 (1984). Se trataba de
mna emocrát1ca y¡ u · · d 1 e
por el empleo de Jag siglas "U C D " a DJon e entro Democrático
420 "Partido Demócrata Pro. . , . res;;elta en favor de la primera .
421 "Unión Cf . R di al greststa, Fallos, 307:1774 (1985)
VIca a e de la Pcia d B . " ·
::~ ~~tonio J . ~íos", Fallos , SlO :S ~ { ~;~~~Aires ·Fallos, 308:1745 0986).
1
. éase el caso Electores A d ·
CíVIca Radical y Democracia Cri~ti:: "er:,dolls de los Partidos Justicialista, Unión
a • ra os, 314 :1915 (1991).
Los ACTos NO JUSTICIABLES 237

ha declinado intervenir. Ellos son, entre otros: a) la expro-


piación; b) el régimen interno de las universidades; e) el ré-
gimen de la función pública; d) la calificación de la huelga;
e) el régimen tarifaría, y f) los conflictos interadministrativos.
Se advierte aquí, como criterio general, que la Corte se abstiene
de intervenir cuando enfrenta cuestiones vinculadas con una
determinada "política administrativa" no justiciable. Así como
detrae el control judicial ante casos en los que el planteo exige
revisar la política legislativa o económica del Congreso, también
lo hace cuando tiene ante sí una decisión propia de la Admi-
nistración que trasunta el ejercicio de alguna política admi-
nistrativa.

a) EXPROPIACIÓN. - Mencionar a la expropiación dentro


de las facultades de la Administración requiere una aclaración
inicial, pues la declaración de utilidad pública -como principio-
es una atribución legislativa. Sin embargo, es bien sabido que
en numerosas ocasiones la calificación legislativa es genérica;
esto es, abarca grandes zonas indeterminadas donde se hace
una reserva de inmuebles para obras o planes futuros 4 2 \ y
luego la autoridad administrativa determina cuáles son los in-
muebles que serán expropiados y cuáles no . Recordemos, inclu-
so, que ello trajo aparejado algunos planteas de inconstitucio-
nalidad de las leyes que disponían esta afectación genérica • t 5 •
Por ello me parece que, en la práctica, esta clase de decisiones
son más frecuentes en el campo de la Administración que del

4 24 Es lo que se denomina expropiación diferida , r egulada en el orden na-


cional por la Ley de Expropiaciones 21.499 , en el artículo 34.
4 25 Alegaban los propietarios que la expropiación era ilegítima pues la ca-
lificación del bien no había sido dispuesta por ley del Congreso sino por vía ad -
ministrativa. Si bien en un antiguo fallo la Corte exigió que para la ampliación
de una obra pública se obtuviese una nueva ley, "F.C. Buenos Aires al Pacífico
c:/La Inmobiliaria", Fallos, 82:284 (1899) , posteriormente admitió la constitucio-
nalidad de las leyes que declaraban en forma genérica lu utilidad pública y en-
comendaban a la autoridad admini~trativa la confección de los planos de la obra.
Esta doctrina fu e nplicada reiteradamente en materia de ferrocarriles en "Fe-
rrocarril del Oeste d Garbarini", Fallos , 105:80 (1906); "Ferrocarril Buenos Aires
al Pacífico dJoaquín del Río", Fallos , 119:5 (1914) ; "Ferrocarril Gran Oeste Ar-
gentino c!Vidal Hermanos", Fallos, 120:332 (1915); "Ferrocarriles del Estado dVi-
dal", Fallos, 150:54 (1928) y posteriormente, también , en obras viales , en "Di-
rección Nacion al de Vialidad c/Badaracco y Bottaro", Fallos, 183:88 (1939).
CONTROL DE CONS'l'l'I'UClONALIDAD
238
Congreso y en consecuencia -con las salvedades del caso- me-
recen ser consideradas en este punto. . .
- le' más arriba m que fue un caso de expropiaCión
Ya sena · ·, d 1
1 d. 0 origen a la doctrina de la autorrestncc10n e os
~ri:-~al:s federales ante causas no justiciables. En es.ta ma-
teria, la jurisprudencia de la con:e .ha sido constante y re~terada
a1 excluir del ámbito de lo justiciable las razo~es t~mdas en
cuenta por el Congreso para determinar la cahficac~ón ~e ~
bien como de utilidad pública a los efectos exprop1atonos .
Existen tan sólo dos excepciones. La primera de ellas 428 es el
conocido caso "Municipalidad de la Capital c/Elortondo" , al
cual puede considerarse hoy una pieza histórica que n~ cons-
tituye hoy un antecedente registrable m. La segunda, sm per-
juicio de algunas manifestaciones anteriores 430 , se hizo presente
con toda claridad en "Fisco Nacional c/Ferrario'"at . E l caso tuvo

426 Véase supra , § 86. b.


42i Cito como meros ejemplos "Nación Argentina c/Iu¡:e nio y Refinería San
Martín del Tabacal" , Fallos , 209:390, 401 (1917); "Corporación de Transportes
de la Ciudad de Buenos A;res", Fallos, 210:1153 (1948).
128 Fallos, 33:162 (1888) .
•z9 En este caso, si bien la Corte no derogó expresamente el prindpio general,
no es menos cierto que el mismo fue inlerpretado de una manera tan amplia
que bien valía su derogación. "La atribución deferida a aquel cuerpo (Congreso)
-decía la Corte- por el artículo 17 para calificar la utilidad pública y definir los
casos de expropiación por razón de ella, no puede entenderse ilimitada ni con
un alcance tal que lo autorice a disponer arbitrariamente de la propiedad de
una persona para darla a otra, ni a incorporarla tampoco , aun abonando el justo
valor que pueda ella Lener. al domiruo público, fu era de los caso~ y de la. formas
eslrictamente fijadas por la lP.tra de la Constitución o por los principios funda-
menlales sobre que ella r~posa " (ver ps. 185 a 186). EvidenLemente, el caso de
la Sra. de Elortondo era el contemplado en la egunda excepción anotada por la
Corte, pues RU propiedad había sido afectada al ensanche de la Avenida de Mayo.
En disidencia, el juez Zovalía decía que la revisión judicial de la calificación de
utilidad pública ·~s alterar el texto conslitucional y olvidar los principios más
elementales d~ la administración de justicia" (p. 201). Años después de este fallo,
la Corte Suprema todavía vacilaba en la aplicación del principio nacido en el
caso "Hue" o de la solución alcanzada en "Elortondo". Así, por ejemplo, en "Gibbs
c/Mendoza", Fallos , 93:219 (1901), se rechazó la acción de inconstitucionalidad
pl~n teada por el expropiado, pero el fundamenlo empleado fue que el terreno
obJeto de la expropiación estaba íntegramente abarcado por la obra pública lo que
no con?guraba un supuesto igual al examinado en el caso "Elortondo" (~. 224).
•ao En "'fucumán cfl!nión Cañeros Azucareros", Fallos , 204:310 (1946) , la
Corte an_ahz? la leg'ltimacJón de un decreto del inlerventor federal en Tucumán
que hab1a dispuesto la expropiación de un ingenio para establecer si contaba
con la debida autorización del gobierno nacional.
431 Fallos , 251:246 (1961).
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 239

lugar como consecuencia de un típico caso de despojo, donde


la autoridad pública, bajo la forma aparente de un juicio ex-
propiatorio, le quitó su propiedad a un particular para dársela
a otro m . La Corte, al confirmar la sentencia de la instancia
anterior, que había rechazado la acción expropiato;ia, dijo: "es
conveniente recordar que ninguna expropiación debe ser prac-
ticada, por claro imperativo constitucional (art. 17), si no res-
ponde a una causa de utilidad pública, calificada por ley. Y
cualquiera fuese la opinión sobre las facultades de los jueces
para t:xaminar si dicha causa concurre, maieria en que cada
uno de los infrascriptos se remite a opiniones vertidas con an-
terioridad, es indiscutible que esas facultades existen en causas
de gravedad o arbitrariedad extremas. Así acontece, verbigra-
cia, cuando resulta claro que el Estado so color de un ejercicio
del poder expropiatorio, lo que realmente hace es quitar a una
persona la cosa de la que es propietaria para dársela a otra,
en su exclusivo provecho patrimonial , como dádiva, es decir
sin beneficio público alguno" 433 •

b) RÉGIMEN INTERNO DE LA8 UNIVERSIDADES, - Jurídica-


m.ente, las universidades nacionales son entidades autárqui-
cas e integran la Administración Pública. Sin embargo, están
alcanzadas por el principio de la llamada autonomía univer-
sitaria 4 " \ que posee rango constitucional luego de la reforma

132 Jorge Ferrario, corredor de automovilismo, había logrado, junto con otros
colegas, introducir al país un automóvil de fabricación extr anjera en el año 1953.
P ese a que varios de ellos obtuvieron la documentación necesaria para legali-
zar dicha inlroducción -autorizada provisoriamente- a Ferrario no le fue otorga-
da. Por el contrario, el Poder Ejecutivo le promovió juicio de expropiación del
vehículo. Iniciada la dt~ruanda, fue Lomada pusesiúu iruuediaLa dt~ aqutH, d cual
además fue vendido a otro particular, por petición expresa del ayudante del Pre-
sidente de la Nación al Ministro de Comercio (consid 1", 22 y 32 , Fallos, 251:246,
en p. 25~).
<33 Fallos, 251:246, en. p. 254. El fallo lleva las flrmas de los jueces Villegas
Basavilbaso, Aráoz de Lamadrid, Boffi Boggero y Oyhanarte.
434 Véase, sobre este particular, CASSAGNE, Juan C., Acerca del sentido y
alcanr.P. de la antonomla universitaria, ED , t . 124, p. 870. Dice este autor, con
razón, invocando numerosos precedentes doctrinarios , que las universidades son,
legalmente, enLes autárquicos y que gozan de autonomfa no en el sentido propio
del término, sino como equivalente de su capacidad de autodeterminación aca-
démica {p. 872). Esta categoría ha sido reconocida Lambién por la Corle, al decir
que la Universidad de Buenos Aires es una persona de derecho público dotada
CoNTROL DE CONSTLTUCLONALIDAD
240
, b' erto de la injerencia
de 19944:1ij. Tal autonorma 1as pone a cu 1 . , 1d
d 1 d administrador en dos campos: el cientlfico y e e
e pbo. er . terno43G Aun así y con anterioridad a la reforma
su go 1erno 1fi · • · · · d 1
t'tucional de 1994, la Corte sostenía el prtnclpw e a ar
~~~~~a universitaria y para ello habí,a elaborad~, una reg a
repetida en numerosas ocasiones, segun la cual . las resol~-
.
cwnes · qu e d1' ctan las universidades en el orden mterno,
. . · dls-
· linario administrativo y docente no son, como prlnclplo, sus-
~:;ptibles 'de revisión judicial". Esta jurisprudencia parecería
haber nacido en el caso "Pedro Bergés" 1, en la cual la Cort~
43

desechó una demanda de nulidad promovida contra la


versidad de Buenos Aires por un profesor cuya cátedra habla
uu:-
sido suprimida. . .
Esta inmunidad de control judicial les ha perrrutldo a las
universidades adoptar decisiones tales como separación y sus-

de autarquía administrativa y económica financiera ("Morante c!UBA", Fallos ,


300:1138 -1978-). La Cámara en lo Contencioso Admi.llistrativo también h a dis-
tinguido oportunamente entr e la autonomía y la autarquía de las universidades
nacionales, ~eñ alando que éstas gozan de autonomía respecto de su s asuntos aca-
démicos, pero no asi en relación con Jos temas de carácter económico o financiero
pa ra los cuales están dotadas de autarquía; cfr. CNCont. Adm. Fed., Sala IV, "UBA
c/Jefe de Gabinete", 9/5/00, Causa n• 45.697/99 .
435 Artículo 75, inc. 19, párrafo 3. Esta norma además ha consagrado el
principio de la llamada gratuidad de la enseñanza universitaria, el que ha dado
motivo a diversos pronunciamientos que cito infra, § 126, d, 2.
4an Cabe recordar que antes d e la reforma constitucion al la Universidad
de Buenos Aires intentó despojarse de todo control que en el orden admirustrativo
pudiera ejercer sobre ella el Ministerio de Educación. A tal efecto fue dictada
una resolución disponiendo que sus decisiones no eran recurribles por vía de al-
zada, lo que motivó el dictado del decreto 1111/90, por medi o del cual el Poder
Ejecutivo restableció la vigencia de tal recurso. La cuestión generó una acción
judicial entablada por la UBA, que finalmente fu e zanjada por la Corte Suprema
a favor del Poder Ejeculivo, "Universidad de Buenos Aires c/Poder Ejecutivo Na-
cional'', Fallos , 314:570 (1991).
Véase: BLANCHI , Alberto B., El uiejo problema de la autonomta uniue•·sitaria
en un fallo de la Corte Suprema con balcones a la polémica (Un "holding" que
parece "obiter" y un "obiter" que parece «holding"), en "Rev. de Derecho Adminis-
trativo". n9 6, ps. 13l a 140, Depalma, Buenos Aires, l991. Luego de la reforma
constitucional fue sancionada la ley 24.521 de Educación Superior (130, 10/8/95),
cuyo art. 32 estab lece un recurso judicial directo contra las decis iones definitivas
de la UBA. Sobre el particular, puede verse SACRISTÁN, Estela B., Determinación
de la legitimación actiua del Ministerio de Cultura y Educación en el marco de
la Ley de Enseñanza Superior, LL , t. 1996-D, p. 89. Más adelante, § 126 , d, 2,
me ocuparé con más detalle de esta cuestión.
4~ 7 Fallus , 166:264 ( 1932).
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 241

pensión de profesores 438 , negativas a participar en concursos


440
universitarios ~ 39 o impugnaciones formuladas en los mismoS ,
ingreso de alumnos a una facultad o expulsión de los mismos 442 ,
441

designaciones de profesores efectuadas por concurso 443 , rendi-


ción de exámenes 444 , cesantías de directores o autoridades de es-
tablecimientos educacionales dependientes de las universidades 445 ,
forma en que se integran los jurados de los concursos 446 , etc.,
sin que el Poder Judicial se encuentre habilitado para revi-
sarlas, salvo supuestos de arbitrariedad 447 , o bien cuando no
se hayan respetado los derechos y garantías constitucionales
de los interesados 448 • La razón de esta abstención de control
ha sido explicada en alguno de estos precedentes, generalmente
muy parcos, diciéndose que "ni la designación de los profesores
universitarios, ni el régimen de selección de los mismos, aun
comprensivo de la exclusión de los impugnados por razón de
episodios que afecten la jerarquía y dignidad universitarias,
constituyen cuestiones reservadas a los jueces en el orden re-
gular de sus instituciones. Se trata de juicios sobre condiciones
a apreciar por los poderes a quienes tales designaciones in-
cumben, sin otra consecuencia que la prescindencia del can-
didato en cuestión para el nombramiento a efectuar" 449 •
Un caso digno de mención anterior a la reforma consti-
tucional de 1994 es "Orias c/Universidad Nacional de Río Cuar-
to" •M, donde el actor había logrado en sede de un tribunal
federal inferior la anulación de dos resoluciones que interrum-
pían el trámite de un concurso y la continuación del mismo .
La Corte mantuvo la nulidad de las resoluciones universitarias,

438 "Santiago Godoy", Fallos , 172:396 (1935); "Ramón de la Fuente", Fallos,


177 :169 (1937) ; "Ángel PelufTo", Fallos, 238:183 (1957); "Raúl Martínez Moreno",
Fallos , 252:241 (1962).
439 "Sa lva dor Dana Montaño", Fallos, 235:337 (1956).
440 "Germ á n Fernandez Guizzetti", Fallos, 244:380 (1959).

H I "Pedro Liporace", Fallos, 299 :185 (1977).


442 "Francisco Livi eri", Fallos , 247 :674 (1960).
44 3 "Domingo Sabaté", Fallos, 283 :189 (1972).
444 "Catalina Ana Romano", Fallos, 301:236 (1979).
44 5 "Rodolfo Barraco Aguirre", Fallos , 302:1503 (1980).
446 "Wenceslao Tejerina", Fallos, 307 :2106 (1985).
w "Ra úl Martínez Moreno", Fallos , 252:241 (1962).
44 8 "Juan Carlos Buonocore", Fallos, 288:44 (1974); "Miguel Ferrer Deheza",
Fallos , 295:726 (1976).
449 "S,lvador Duna Montaño", Fallos, 239:13 (1957).
460 Fallu~. 317:40 (1994).
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
242
. anto ordenaba la continuación e
pero revocó la sentencla l enr:~rma constitucional de 1994, la t1
del concurso. Lue_go de a ·t 1. n "Menvielle Sánchez rfUni- (

~~;!~d~~ rde:~t~~~~,~~~ ;:~: ~ee pretendía la nulidad de un


concurso docente 452 • • •
Evidentemente, no nos encontramos aquí con dec1s10nes
de naturaleza discrecional, como son las que, e~ general, _han
sido examinadas anteriormente. Por el contrariO, las umver-
sidades en esta materia toman decisiones ajustadas ~ reglas
de orden académico. Lo que impide el ejerci_cio ampho de la
revisión judicial en estos supuestos es, precisamente, la na-
turaleza técnico-científica de la cuestión. Por ello es que lo
único que un tribunal judicial puede revisar es la cuestión
jurídica del problema, que se presenta normalmente cuando
'1, la decisión es arbitraria y como tal ha violado alguna de las
(
garantías constitucionales del interesado; por ejemplo, su de-
recho de defensa.

e) RÉGIMEN DE LA FUNCIÓN PúBLICA. - El empleado pú-


blico goza de estabilidad, según el artículo 14 bis, de donde
se deduce que no podría perder su empleo sin una justa causa
debidamente comprobada. La Corte, sin embargo, ha interpre-
tado que dicha estabilidad no es absoluta, sino relativa 4 ~ 3 • Ello
habilita a la Administración para tomar decisiones de alcance
general -que trasunten una determinada política administra-
tiva- cuyo efecto sea la pérdida del empleo de los agentes al-
canzados por aquéllas. Así, puede decidirse la supresión de
un órgano o ente, su fusión con otro, la privatización de una
empresa estatal, etc. Todas estas medidas -que están previstas
genéricamente en el régimen legal de la función pública 454 -
conllevan por lo general una racionalización del personal, y

••• Fallos, 315:724 (1992).


452 Luego de la reforma de 1994 que dio rango constitucional a la autonomía
académica y científica de las universidades, se produjo un interesante debate,
que alcanzó los estrados judiciales, sobre los alcances de aquélla entre el gobierno
del presidente Menem y las universidades nacionales. Los casos que surgieron
de esta disputa están mencionados infra, § 126, d, 2.
453 "Aurelio Brasesco", Fallos, 266:159, 161:62 (1966). Puede ampliarse en
MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de derecho administratiuu , 4 • ed., Abt!ledo-Perrot,
Buenos Aires, 1994, t . lll-B, §§ 982-987, ps. 290 a 302.
454 Ley 25.164 (BO, 8/10/99), arts . 11 , 12 y 13.
243
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES

en la medida en que proceden de una determinada política,


no son judicialmente revisables c~mo ~ales. De tal sue:te, la
Corte tiene dicho en jurisprudencia re1ter~da que lo at~nente
a la política administrativa y a la ponderación ~e. las apt1~udes
personales de los agentes no es matena JUStlc~able. Cl~r~a­
mente como en toda cuestión no justiciable, ello t1ene un hmite
dado ~or la arbitrariedad en el proceder adm~nistr~tivo . De
modo que la abstención judicial cesa ante la ex1stenc1a de una
medida disciplinaria encubierta, una grave descalificación del
agente o el desvío de poder. Como digo , la Corte ha elaborado
un vasto cuerpo de jurisprudencia sobre el particular; no obs-
tante , es necesario advertir que la mayoría de estos fallos se
han originado en medidas de racionalización del personal ad-
ministrativo adoptadas durante gobiernos de facto , que hicieron
extenso uso de la llamada " prescindibilidad" ~5 • 4

También en materia de ascensos del personal militar o


policial, la Corte ha establecido que no son revisables judi-
cialmente la¡s decisiones de las juntas de calificaciones. Una
antigua jurisprudencia sostenía que las decisiones de los Tri-
bunales de Honor militares eran insusceptibles de recurso ex-
traordinario, pues ello obligaba a la Corte a interpretar leyes
y reglamentos militares, invadiendo la compet encia constitu-
cional del Presidente como Comandante en J efe de las Fuerzas
Armadas (art. 99 , inc. 12, ex 86 , inc. 15). Así fue establecido
en "Francisco Fasola Castaño" 456 , doctrina luego r eiterada en
"Ubaldo Estrada" 457 • Esta jurisprudencia luego ha sido invo-
cada en tiempos más recientes, para determinar la irrevisabi-
lidad en sede judicial de lo decidido en materia de promociones
y ascensos por los órganos militares "por est ar (estas decisiones)

4M La jw ·is prudencia indicada aparece por ejemplo en: "González c/Nación


Argentina", Fallos, 299:93 (1977); "Dachary c/Nación Argentina", 300:509 (197R);
"O rife c/U ni versidad Nacional de La Plata", 30 1:215 (1979); "Leloutre c/Nación
Argentin a'' , J 01 :484 (197 9 ); "Eisenschlas c/ENTel", 301:807 (1979); "Beatriz A.
~ucli ", Fallos, 301 :524 (197 9 ); "Fernández c/Empresa Ferrocarriles Argen tinos",
/<allo s, 302:192 (1980); "Alessandro c/Caja de Subsidios Familiare para el P er-
sonal de la lndustiia", Fallos, 302:68:3 (1980); "Martinet c/Banco Hi potecario Na-
cional", Fallos, :303:502 (1981); "Sánchez c/Universidad de Buenos Air es", Fallos,
303: 1060 (198 1); "Abramovich c/Univer sidad de Buenos Aires", Fallos , 303 :1880
(1981); "Ávalos c/Nación Argentina", Fallos, 304:805 (1982); "Coronel elLa P ampa" ,
Fallos, 304:1443 (1 982); "Vilche c/Nación Argentina", Fallos , 304:1891 (191:!2).
4/\6 F'allos, 175:166 ( 19a6l.
457 Fallos, 186:344 (1940).
244 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

reservadas a otras autoridades en ejercicio de atribuciones pri-


vativas"458, jurisprudencia que se ha repetido luego de la reins-
talación de las autoridades democráticas en 1983 159, aun cuando
el control debe ejercerse ante casos de manifiesta o grosera
irrazonabilidad 460 •

d) HUELGA. - La Corte también ha detraído su conoci-


miento cuando se trata de revisar la calificación de la huelga
efectuada por las autoridades administrativas competentes. La
doctrina remonta al caso "David Hogg & Cía. S.A." 46 \ suscitado
como consecuencia de un conflicto laboral en el City Hotel,
en el cual se sostuvo que "es manifiesto que las cuestiones
referentes a la solución de un conflicto colectivo de trabajo,
adoptadas por la autoridad administrativa, no constituyen cues-
tiones judiciales. No ha sido ni es función propia de los jueces
ordinarios la solución de tal tipo de problemas" 462 • Este criterio
fue reiterado en varios casos posteriores. Así, en "Sindicato
de Obreros y Empleados Vitivinícolas c/Corces y Cía." 463 , rei-
terando lo expresado en causas anteriores 464 , se dijo que no
incumbe a los jueces, en el ejercicio regular de sus atribuciones,
conocer en materia de huelgas para encauzar el curso de su
desarrollo. Las medidas que en tales supuestos y en el campo
de la regulación del orden laboral pueda tomar la Adminis-
tración no son susceptibles de apelación directa ante la Corte,
sin perjuicio de lo que pueda ser objeto de pronunciamiento

458 "León Lifchif', Fallos, 250:393 (196ll; "Agustín Cattaneo", Fallos, 261:12
(1965); "Lestanguet c/Nación Argentina", Fallos, 302 :1584 (1980).
409 "Gabetta c/Nación Argentina", Fallos , 312:156 (1989). Véase BIA NCH I , Al-
berto B., El control judicial sobre la llamada zona interna de la Administración,
LL, t. 1989-C, p. 481.
4 60 Así lo puntualiza en "Gabetta" el dictamen de In Procuración General
(Fallos, 312:169).
461 Fallos , 242:353 (1958).
4 62 Sin embargo, la Corte hizo una salvedad a puntando que, por vía de una

decisión administrativa, no se puede reabrir una ca usa fenecida con autoridad


de cosa juzgada , ni tampoco sustituir al juez de la causa por el árbitro del conflicto
colectivo, pues con ello se detraen de la administración de justicia casos judiciales
concretos y propios de ella (Fallos , 242:363).
463 Fallos, 251:526 (1961).
4 6 4 "F d .. Ob reros y E mpleados Vitivinícolas y Afines c/Bodegas y Viñe-
. e ~racron
1~;6~).zu S.A. , Fallos, 250:544 (1961}; "Beneduce c/Casa Auguste", Fallos, 251 :472
Los ACTOS NO J USTI CIABLES 245

en juicio contencioso adecuado posterior. De todos modos esta


abstención no ha sido absoluta, ya que luego, en "Rodríguez
de Bouza c/Cía. de Seguros La Comercial e Industrial de Ave-
llaneda" 465, se afirmó que "serias razones de seguridad jurídica,
obligan a limitar la revisión judicial de la declaración admi-
nistrativa a los supuestos en que su falta de fundamentos o
su arbitrariedad sea manifiesta porque es inexcusable que la
gestión que incumbe a la administración, irrevisable en lo con-
cerniente al encauzamiento de los conflictos colectivos, tenga
un mínimo de eficacia permanente" 466 •
Sintetizando la jurisprudencia arriba citada, la Corte se
ha abstenido de revisar una determinación administrativa so-
bre la huelga en aquellos casos en que se le requería una de-
cisión colectiva, a efectos de encauzar el curso del desarrollo
del conflicto. Sin embargo, este principio reconoce algunas ex-
cepciones: a) cuando la decisión administrativa sustraiga de
los jueces naturales de la causa un conflicto individual, b) cuan-
do la decisión administrativa se produzca sin fundamento al-
guno y con manifiesta arbitrariedad, y e) cuando se suscite
lisa y llanamente un conflicto laboral individual susceptible
de ser resuelto por las vías judiciales ordinarias 46 7 .

e) FIJACIÓN DE TARIFAS. - Se ha establecido también que


la fijación o aprobación de una tarifa por la prestación de un
serv1c10 público no es materia revisable por los jueces. Así lo
ha. dicho la Corte en "Entre Ríos c/Secretaría de Energía" 4 6S,
deJando a salvo que puede revisarse el procedimiento seguido
Y las bases normativas que deben ser tenidas en cuenta 469.
46
~ Fallos, 255:29 (1963).
466
En igu a l scnt1'd "B d c/C
"Aro d F . o: c?-e uce asa Aug us te", Fallos , 251:472, 485 (1961) ·
(1 96 ~)a e ernandez c/Carrucerfas Estancias Galli S.R.L.", Fallos, 25 4 : ,
51 5
5
467
Véase: "Asociación de y · · t d e .
Fallos, 257:1."l6 (19 63 ¡, !ajan es e omercw c/Brornberg y Cía. S.A.",
::: Fallos , 323:1825, 1837 (2000).
En este caso se trataba de u
fn;;c Rfos Y e l Ente l'rovincinl Regula~ ;~paro Epromovido por la provincia d e
a ccrctada de Encrgf d 1 o e a nergía contr a 1 6
reconociera a las em a e a Nación y cualquier cü . . a re~ . l/92 de
Me rcad o Eléctrico M~resas de los Paises interconectad~POsJc~n concordante que
ta l reconocimiento s~ Yhr bta. Las actoras sostenían s car cter de agentes del
• a fa Producido un aumento e~ur co~o consecuencia d e
a tanfa de en e r,;ña .
Los AC'l'OS NO JUS'l'H":TARJ.F.s 245

en juicio contencioso adecuado posterior. De todos modos esta


abstención no ha sido absoluta, ya que luego, en "Rodríguez
de llouza c/Cía. de Seguros La Comercial e Industrial de Ave-
llaneda" •~\ se afirmó que "serias razones de seguridad jurídica,
obligan a limitar la revisión judicial de la declaración admi-
nistrativa a los supuestos en que su falta de fundamentos o
su arbitrariedad sea manifiesta porque es inexcusable que la
gestión que incumbe a la administración, irrevisable en lo con-
cerniente al encauzamiento de los conflictos colectivos, tenga
un mínimo de eficacia permanente" 466 .
Sintetizando la jurisprudencia arriba citada, la Corte se
ha abstenido de revisar una determinación administrativa so-
bre la huelga en aquellos casos en que se le requería una de-
cisión colectiva, a efectos de encauzar el curso del desarrollo
del conflicto. Sin embargo, este principio reconoce algunas ex-
cepciones: a) cuando la decisión administ.rat.iva sust.raiga de
los jueces naturales de la causa un conflicto individual, b) cuan-
do la decisión administrativa se produzca sin fundamento al-
guno y con manifiesta arbitrariedad, y e) cuando se suscite
lisa y llanamente un conflicto laboral individual susceptible
de ser resuelto por las vías judiciales ordinarias 46 7 •

e) FIJACIÓN DE TARIFAS. - Se ha establecido también que


la fijación o aprobación de una tarifa por la prestación de un
servicio público no es materia revisable por los jueces. Así lo
ha dicho la Corte en "Entre Ríos c/Secretaría de Energía" 468 ,
dejando a salvo que puede revisarse el procedimiento seguido
y las bases normativas que deben ser tenidas en cuenta 469 ,

46& Fullus, 255:29 (1963).


4 66 En igual sentido: "Beneduce c/Casa Auguste", Fallos . 251 ;472, 485 (1961);
"Amoza de Fernández c/Carnicerías Estancias Galli S.R.L.", Fallos , 254:51, 55
(1962).
467 Véase; "Asociación de Viajantes de Comercio c/Bromberg y Cía. S.A.",
Fallos , 257:136 (1963).
468 Fallos, 323 :1825, 1837 (2000).
46
U En este caso se trataba de un amparo promovido por la provincia de
Entre Ríos y el Ente Provincial Regulador de la Energía contra la res . 61/92 de
la Secretaría de Energía de la Nación y <:ualquier disposición concordante que
reconociera a las empresas de los paises interconectados carácter de agentes del
Mercado Eléctrico Mayorista. Las actoras sostenían que, como consecuencia de
tul reconocimiento, se había producido un aumento en la t.arífa de energía.
CoNTROL DE coNsri TUCIONAL! DAD
246
'IVOS _ Tampoco son de
f) CONFLICTOS INTERADMINISTRA'I ' . .
incumbencia del Poder Judicial los lla_m ados conflictos mte-
radministrativos, esto es, los que se susc1tan entre dos P~.~~onas
públicas. Así lo dispone en primer ~ugar la ley 19.983 , qu~
atribuye competencia en esta matena -:-cuando se trata de re
clamaciones pecuniarias- a la Procuración del Tesoro de la N:-
ción 0 al Poder Ejecutivo, según el monto de que se trate (art. 1-)
y ello está confirmado por la jurisprudencia de la Cámara _en
lo Contencioso Administrativo Federal, al rechazar una acción
d e la Universidad de Buenos Aires contra la J efatura de Ga-
binete 471 . También lo ha sostenido el mismo Tribunal con re-
lación a un conflicto de competencia suscitado entre la Admi-
nistración General de Puertos y el Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires •"' .

§ 109. Decisiones administrativas


de los tribunales

Un punto controvertido es la justiciabilidad de la actividad


administrativa de los tribunales. Bien es sabido que ésta puede
traducirse en resoluciones de carácter general (acordadas) que
son verdaderos reglamentos administrativos, a través de los
cuales la Corte ha llegado a ejercer incluso control de cons-
titucionalidad '"', o en actos de carácter individual. Sobre el
particular existe, en primer lugar, una corriente jurisprudencia}
de la Corte según la cual las resoluciones de los tribunales
nacionales o provinciales respecto de sus agentes no constituyen
materia justiciable a los efectos del recurso extraordinario 414 •
Dentro de este mismo espíritu se ha decidido que es inadmisible
la acción de amparo promovida ante un tribunal federal de
470
BO, 5/ 12/7 2.
4 71
CNCont. A d.rn F d S 1 N " .
9/5/00, LL , t. 200 1-B, ~- 4;3~· a a ' UBA c/J efe de Gabmetc de Ministros",
m CNCont Adm F d S ¡ .
A 368 V . . . e ., a a I, "Telemetnx S.A. c/AGP" 30/5/00 LL t 2001-
, p. · er especialmente el consid N ' ' ' ·
473 Véase supr a, § 31. · ·
4 74
Así lo estableció la Corte · . .
ten egro c!Tucumá n" F ll 299· en vanos pronuoc¡am¡entos tales como "Mon·
(1980): "Ca rlos S G affios, " F.l 3l8 (1977); "Abraham Casbal'i cn", Fallos 302:856
· ra gna , a los, 303: 1673 (1981). '
Los ACTOS NO JUSTICIABLES
247

rimera instancia por funcionarios de la Corte Suprema so-


~etidos a sumario administrativo•7ó. No obstante ello, la C_orte
luego morigeró este criterio, señalando que la regla de la Irre-
visabj lidad no puede tener carácter absoluto cuando se encuen-
tra controvertido de modo manifiesto el derecho de defensa
en juicio del afectado por la medida 476 . La ?ámara en ~o. Con-
tencioso Administrativo, por su lado, tamb1en ha admitido_ la
revisión judicial 417 • La doctrina nacional se ha ocupa~o reite-
radamente de la cuestión 478 , y por mi parte he adhendo a la
tesis de la justiciabilidad 419 .

§ 110. Decisiones internas de la Iglesia


Católica

Por último, también ha resuelto la Corte que no son justi-


ciables las decisiones internas adoptadas por la Iglesia Católica.
Bien es sabido que la Iglesia Católica posee en nuestro ordena-
miento una posición jurídica singular. Ello se manifiesta a tra-
vés de su enclave constitucional ante el Estado nacional 4ij 0 , y

475 "Carlos Eduardo Guardia", Fallos, 307 :1779 (1985). Una crónica de es-
te caso difícil relatada por una de sus protagoni stas puede verse en CoRBA-
CHO DE ABELSON , Susana, La Corte Suprema de Justicia , Docencia, Buenos Aires,
1994.
476 "Rodríguez Varela c/Corte Suprema de Justicia de la Nación", Fallos ,
315 :2990, 2994 (1992). En el caso se trataba de un secretario letrado de la Corte
dejado cesante sin sumario previo.
4 7
7 CNCont. Adm. Fed. , Sala III, "Nicali c/Corte Suprema de Justicia de la
Nación", 1117/00, causa n 9 11.654100; Sala IV, "Siracusa c/Corte Suprema de Jus-
tici a de la Nación", 3115/00, Causa n 9 26.561198.
478
GREC<":o, Carlos M., Impugnación judicial contra actos administrativos
del Poder Judicial, LL , l. 1984-D, p. 141; H UTCHINSON, Tomás, La función admi-
nistrativa del Poder Judicial y su revisión jurisdiccional , ED, t. 84, p . 483.
47
~ BIANC: H!, Alberto B ., Justiciabilidad de las acordadas de la Corte Suprema
de Justicia, ED , t . 119 , p . 181.
480
Si bien la reforma constitucional de 1994 eliminó el requisito de per-
tenecer a la comunión católica apostólica y romana para ser Presidente o Vice-
presidente de _la Nación, que establecía el antiguo art. 76 (actualme nte 89), y
elnrunólas antiguas di sposiciones constitucionles sobre el Patronato, para adaptar
el t~xt_o a lo que su_rge del Con~ordato de 1966 con la Santa Sede, la Igles ia
Catolica posee todav¡a un tratallllento diferenciado r especto de las otras iglesias
Y religiOnes ante la Constitución Nacional, lo que se advi erte en Jos arts 2~ y
75, me. 22. · •
CoNTROL DE coNS'l'ITUCIONALIDAD
248
. , l le 'slación civil en la medida en que
se re~eJ.a ademas en a tatgJ.al de carácter público expresamente
es la un1ca persona no es
reconocida como tal (art. 33, Cód. Civil). ~llo le asegura,. por
ejemplo, una especial protección de sus blenes ante medldas
481
de ejecución patrimonial • • • , . d
¿Qué ocurre entonces cuando una_ dec1s1on mtern~ , e 1a
Iglesia Católica es judicialmente cuest10nada? La cuest10n !~~
analizada en "Rybar c/García y O?isJ>a~o d_e Mar del ~lata , ,
donde un sacerdote sancionado d1sc1plinar1amente baJO el ?o-
digo de Derecho Canónico impugnó judicialmente la s~nctón
impuesta. La Corte, por mayoría 483 , sostuvo que no co?sti~uyen
cuestión justiciable que habilite el recurso extraordmano las
sanciones impuestas por la Iglesia Católica en el ámbito de
su competencia.

§ 111. En busca de una teoría

Has ta ahora me he limitado a describir, siguiendo algún


orden explicativo, los diferentes casos o grupos de casos en
los cuales aparece la abstención a revisar judicialmente alguna
decisión tomada por el Congreso o el Presidente. Me pregunto
entonces si es posible , a partir de estos antecedentes juris-
prudenciales , extraer de ellos una teoría, o por lo menos una
clasificación, que permita el estudio discretamente metodológico
de la cuestión. La tarea no es fácil , pues hasta ahora sólo
se ha logrado consenso doctrinario para reconocer que la cues-
tión es confusa. Comenzaré entonces exponiendo los diferentes
criterios y clasificaciones que se han esbozado hasta el mo-
mento, y fmalmente intentaré efectuar mi aporte personal.

48
~ En "Lastr a d Obispado de Venado Tuerto", Fallos, 314: 1324 (1991), la
~orte dispuso que la sede de un obispado es inembargable, imprescriptible e ina-
lie nable Y que "toda interferencia jurisdiccional sobre su disponibilida d sólo pue-
de decretarse o reconocerse en la República de conforrrudad con el ordena miento
canónico en virtud de sus disposiciones aplicables a las que reenvía el derecho
argentino" (p. 1326).
482 Fallos, 315:1294 (1992) .
483
. Votaron ~n forma separada, pero concordante , los j ueces Na zareno , Be-
Uu cJo Y Pctracclu por u n lado y Barra y Boggiano por el otro. Los rest a ntes
Jueces (Levene, Moli né O'Connor y Fayt) votaron por el rechazo discreciona l del
recurso, con fundamento en el art. 280 del Código P roce~a l.
Los ACTos No JUSTICIABLES 249

§ 112. Las seis categorías del juez Brennan


y su influencia en la doctrina
norteamericana

Comenzaré por las seis categorías de cuestiones políticas


descriptas por el juez Brennan en su voto en "Baker v. Carr" 484 ,
ya que constituye uno de los hitos más importantes en la ju-
risprudencia norteamericana 485 • Según expresaba Brennan, en
la superficie de cualquier caso donde se sostenga que existe
una cuestión política se hallan, visiblemente 486 : 1) una asig-
nación constitucional del asunto -textualmente acreditable- a
un departamento político coordinado m, o 2) una ausencia de
estándares judicialmente verificables y manejables para resol-
verlo468, o 3) la imposibilidad de decidirlo sin la determinación
inicial de una política de naturaleza claramente discrecional
y no judicial 489 , o 4) la imposibilidad de que un tribunal resuelva
en forma independiente, sin incurrir en una falta de respeto
hacia las ramas coordinadas del gobierno 490 , o 5) una necesidad
inusual de adherir sin reservas a una decisión política ya to-
mada 49\ o 6) una eventual confusión frente a múltiples pro-
nunciamientos de los diversos departamentos sobre una misma
cuestión ~.49

484 369 u.s. 217.


485 La Corte Suprema las repitió treinta anos después de "Baker" en "Nixon
v. United S tates", 506 U.S. 224 ( 1993), y Laurence TRIBE señala que continúan sien-
do el estándar que gobierna esta cuestión (American Constitutional Law, cit.,
p. :36n).
<86 "Prominent on the su rface of any case held to in vol ve a political question
is found".
487 "A tcxtually demonstrable constitutional commitment of the issue to a
coordinate polibcal department".
4H8 "A lack of jud.icially discoverable and manageable standards for resol-

~W . . .
489 "The impossibility of decid.ing without an inítíal policy determmabon
of a kind clcarly for non judicial discretion". .
490 "Or the ímpossibility of a court's undertaking independent resolut10n
without expressing lack of the respect due coordinate branches of governme~t".
491 "An unusual need for unquestioníng adherence to a pohttcal dects1on
already made". . .
492 "The potcntiality of embarrassment from multifanous pronouncements
by vat;ous departments on one question".
250 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

§ 113. Los tres criterios sobre el papel


del Poder Judicial ante los poderes
políticos. Relación con las seis
categorías anteriores

Según señala Laurence TRrnE•s-J, pueden identificarse tres


teorías -o criterios- sobre el rol de los tribunales en relación
con los poderes polfticos. Ellos son: el criterio clásico, el pru-
dencial y el funcional.

a) CRITERIO CLÁSICO. - El primero de ellos aparece di-


rectamente en "Marbury v. Madison", donde dice "De acuerdo
con la Constitución de los Estados Unidos, el Presidente está
investido de ciertos e importantes poderes, en cuyo ejercicio
debe usar su propia discreción y es responsable sólo ante su
país en su carácter político y ante su propia conciencia . Para
auxiliado en el ejercicio de estas atribuciones está autorizado
a designar ciertos funcionarios, que actúan según su autoridad
y de conformidad con sus órdenes. En estos casos, los actos
de estos funcionarios son los del Presidente y cualquiera sea
la opinión que se tenga sobre la forma en que la discrecionalidad
sea ejercida, ella existe y puede existir, si.n poder que la con-
trole. Los sujetos son políticos. Ellos respetan la Nación, no
los derechos individuales y teniendo la confianza del Ejecutivo,
la decisión de éste es final (. .. ) Los actos de tal funcionario
nunca pueden ser examinados por un tribunal (. .. ) La con-
clusión de este razonamiento es que donde las cabezas de los
departamentos ejecutivos (ministerios] son los agentes de con-
fianza del presidente para ejecutar sus órdenes o mejor dicho
para actuar en aquellos casos en que el Presidente tiene fa-
cultades discrecionales dadas por la Constitución o por la ley,
nada puede ser más perfectamente claro que sus actos son
examinables sólo políticamente" 494 •

4R~ American Constitutiunal Law , ob. cit., p. 366.


494 "By the Constitution of the United Sta tes , the Pre~idenL is invested with
certaitl important political powcrs, in the exercisc of which he is to use his own
discretion, and is accountable only to his country in his political charactcr ond
Los ACTOS NO JUSTIClA.BLES 251

El fundamento de las cuestiones políticas según este primer


criterio, que también aparece en "Baker v. Carr" 49 \ es senci -
llamente la separación de poderes, y la necesidad de evitar que
el Poder Judicial se ocupe de asuntos que no son de su coro-
LO::i A\..il'U:> NU oJU<:).llV&.rU>.LJL~

El fundamento de las cuestiones políticas según este primer


495
criterio, que también aparece en "Baker v. Carr" , e_s senci-
llamente la separación de poderes, y la necesidad de eVItar que
el Poder Judicial se ocupe de asuntos que no son de su com-
petencia 496. La autorrestricción judicial tiene como finalidad
preservar la integridad de la competencia de los poderes po-
líticos. Este es el criterio que aparece en los fallos fundadores
de las cuestiones políticas en la Corte Suprema argentina 4 ~ 7 , al
menos en lo literal de los fundamentos dados 498 ; ha estado pre-
sente en algunos de nuestros autores 499 y también ha recibido

to his own conscience. To aid him in the performance of these duties, he is aut-
hori zed to appoint certain officers, who act by his authority and in conformity
with his ordcrs. In such cases, lheir acts are his acts; and whatever opinion
may be enLe rLained of the manner in which executive discretion may be used,
still there exists , and can exist, no power to control that discretion. The sub.iects
are política!. 'l'hey respect the nation , not individual rights , and, being entrusted
to thc Executive, the dedsion of the Executive is conclusive (. .. ) The acts of
such an officer, as an officer, can never be examinable by the Courts (. .. ) The
conclusion fi·om this reasoning is that, where the heads of departments are the
political or conftdential agents of the Executive, merely to execute the will of
the President, or rather to act in cases in which the Executive possesses a cons-
tituti onal or legal discretion, nothing can be more perfectly clear than that their
acts are only politically examinable" (5 U .S. en ps. 165:166).
195 Según expresa el voto del juez Brennan: "La no judiciabilidad de una
cuesüón política e~ primariamente una función de la ~epa r·ación de poderes" (369
U.S . 186, 210 - 1962-).
496 Este criter·io está representado en la primera de las categorías enunciadas
en "Baker v. Uarr" por el juez Brennan: una asignación constitucional del asunt.o
- textualmente acreditable- a un departamento político coordinado (conf. TRIRE,
Laurence, American Constitutional Law, cit. p. 366, nº 6).
497 Decía la Corte en "Cullen c/Llerena": "Es una regla elemental de nuestro
derecho público, que cada uno de los altos poderes que forman el gobierno de
la Nación, aplica e interpreta la Constitución por sí mismo cuando ejercita fa-
cultades que ella les confiere respectivamente" (Fallos, 53:420, 434 -1883-). Asi-
mi smo, en "Orfila" señaló: "Esta Corte como lo ha declarado en fallos anteriores ,
no se encuentra pues autorizada para examinar los hechos que han conducido
a la decisión contenida en la ley, porque saldría de la órbita que le está delimitada
por la Carta Fundamental e invadiría el campo propio de los otros poderes del
Estado", Fallos , 154:192, 200 (1929).
498 Aun cuando creo que , como bien lo señalan los autores que ciLo más

abajo en las notas siguientes, las intenciones no expresadas han sido muy otras,
respondiendo generalmente a un criterio de autopreservación frente al eventual
y real avance de los poderes políticos.
499 LrNAJlES QuLNTANA sostiene que la doctrina de las cuestiones politicas es
una consecuencia lógica de la aplicación del principio de la división de los poderes
(Tratado ... , 2~ ed. , cit. , t . TTI, § 2257 , p . 433). César Enrique ROMERO opinaba
asimismo que los problemas de tipo político son ajenos al poder judicial; ellos
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
252
críticas 5oo. Se trata de facultades que proceden de la raíz c~ns­
titucional de los poderes políticos 501 • En los Estados 03Umdos
lo expusieron en su momento WESTON 502 y WECHSLER¡; , pero
los constitucionalistas más modernos lo critican . De acuerdo
con CHEMERINSKY 504 , nos encontramos aquí con una definición
muy estrecha de lo que es una cuestión política, en contraste
con otras definiciones actuales, aun cuando las mismas siguen
invocando "Marbury v. Madison" y supone un análisis mera-
mente lineal de la Constitución y de las competencias que ella
reparte. De tal suerte, hay cuestiones que caen dentro de la
jurisdicción de los tribunales y hay otras que están fuera de
ella. Se trata de un criterio de interpretación absolutamente
objetivo. También ha recibido la crítica de Louis HENKlN, para
quien no existen porciones de la Constitución respecto de las
cuales los jueces deben ser ciegos 505 •

b) CRITERIO PRUDENCIAL. - El segundo criterio, mencio-


nado por Alcxander BICKEL cuando se refiere a lo que él llama
las "virtudes pasivas" de la Corte 506 , parte de la idea de que
los jueces poseen facultades para autoinhibirse de declarar la
inconstitucionalidad de una ley, cuando ello pudiera compro-
meter su propia independencia. Estamos, evidentemente ante
un criterio casi inverso al anterior, donde el análisis ~o es
objeti~o , sino que responde en todo caso a la prudencia en el
maneJo de los poderes jurisdiccionales. La Corte, aun sabiendo
que puede declarar la inconstitucionalidad de una norma, se

pertenecen a las ramas legis~tiv~ y ejecutiva dentro del sistema ar·gentino


norte~encan? <J?erecho con.st•tuc¡onal , cit., t. I, p. 334). y
BIDAR r CAMros, Germán J., El derecho constitucional del poder Ediar
B uenos A1res, 19 67, t. Il, p . 388. ' '
d 1 501 d M~ pa:ece que ~on ejemplos típicos de este primer criterio la declaración
s~p::.~§o ~ :.~~o , g la mtervención federa l a una provincia. Véa se estos casos
90 14
~ 02 W &.<>TON, Melville F., Political Questians "Harvard Law Rcvi " 1 3a
p. 296 ( 1925). • · ew , vo . o,
503 W EC I!SLE R Herbert 11 d N . .
"Harvanl Law Rcv'· e " · ¡ • owar eutra 1 Pnnctples of Constitutional Law
().4 1 ": • .vo · 73 , p. 1, esp. p. 7 (1959) . '
5
Mfi Federal Junsdtctwn, oh. cit., p. 143.

nal", vol. ~~~~S9~o~~~7~~. There a Political Question Doctrine?, "Yale Law Jour-
606 The Least Dangerous Branch , ob. cit., ps. 127 y •iguientes.
Los ACTos NO JUSTICIABLES 253
autoinhibe para evitar el choque con los poderes políticos ó07 •
No se trata ya de evitar una invasión de las competencias
del Congreso o del Presidente, sino que la Corte, con la mira
puesta en su autoprotección, se abstiene de ingresar en un
terreno que es propio M~ .
La doctrina no se ha mostrado favorable a este criterio.
En opinión de Gerald GUNTHER, le ha permitido a la Corte ser
100 % principista en un 20 % de las ocasiones ' 00 . En la Argen-
tina, BIDAHT CAMPOS y VANOSSI también encuentran en la pru-
dencia de los tribunales una fuente de abstención criticable 510 .

e) CRITERIO FUNCIONAL. - En tercer lugar, aparece, como


crítica a los dos anteriores, el criterio funcional , expu esto por
Fritz W. 8 CHARPF 511 • Se basa en que las cuestiones políticas
nacen como consecuencia de que el Poder Judicial no puede,
dentro de los límites de un "caso judici al", resolver algunos
planteos que exceden esos límites 512 • La limitación de los tri-

507 Véase BrRK EY , Scott, Gordon v. Texas and the Prudential Approach to
Political Questions, "California Law Review", vol. 87, p. 1265 (1999).
5 08 Este criterio está prese nte en las tres últimas categorías seña la das por
el juez Brennan en "Baker v. Carr": la imposibilidad de que un tribunal resue lva
en forma indep endi ente, sin incurrir en una falta de respeto hacia las ramas
coordinadas del gobierno; una necesidad inusual de adherir sin reservas a una
decisión política ya tomada, y una eventual con f\l sión fr ente a múltiples pronun-
ciamientos de los di versos departamentos sobre una misma cuestión (conf. TH!Bt::,
Laurence, American Constitutional Law , cit., p. 366, n• 6).
50~ GUNTHER, Gerald, The Subtle Vices of the "Passive Virtues ". A Comment
on Principie and Expediency in Ju dicial Review, "Columbia Law Review", vol.
64, p. 1 (1964).
r. 1o Segú n el primero, "a nuestro juicio (. . . ) las cuestiones políticas han na-
cido como consecuencia de una actitud de abstención por parte de la judicatura;
Jos tribunales no han querido entrar a conocer de determinadas casos, en Jos
cuale" un pronunciamiento adverso al gobierno podía "er incuuveniente o fata l"
(Derecho constitucional , ed. 1966, t . 1, p. 800). V ANOSS!, por su lado, con cita de
Gordon Post, sostien e que bajo el rótulo de las cuestiones políticas no justiciables
se encubre una categoría práctica y oportunista de actos que varía en su contenido
segú n el momento y la s drcunstancias del quehacer estatal (Teor(a constitucional,
cit., t. 11, p. 168).
fill S c HARP~· . Fritz W., Judicial Reuiew and the Political Question , ''Yale Law
Journal", vol. 75 , p. 566 (1966).
512 Este criterio corresponde a las categorías 2 y 3 enun ciadas por el juez
Hrenna n en "Baker v. Carr": una ausencia de estándares judicialmente verificables
y manejables para resolverlo, y la imposibilidad de decidirlo sin la determinación
inicial de una política de naturaleza claramente discrecional y no judicial ('I'RIDE,
Laurcncc, American Constitu.tional Law , p. 366 , n 2 6).
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
254
cional· no son aptos por natur~eza
bunales es entonces, f~ t d~cisiones o planteos. Segun el
para el control sobre cler .as t ueden darse por diversos
autor citado , estos imp~~~a~\idicial de obtener el acceso
moLivos , entre ellos la lcu J 'dad de uniformidad en la
. " . , relevante a necesl , .
a lmonnaclOn ' abilidad de los poderes pohtlcos
decisión o la mayor respons . · o1a
cuando determinan si deciden o no cierto asunto .

~ 114. El llamado "acto de gobierno"


en el derecho continental europeo.
Su recepción en la doctrina
administrativista argentina

Si bien la doctrina de las cuestiones políticas es típicamente


norteamericana, no ha de creerse que solamente en los Estados
Unidos existen actos excluidos del control judicial. En Europa
continental el caso ha sido parecido. Como ocurre en muchas
otros institutos jurídicos, a un lado y otro del Atlántico se ob-
servan realidades equivalentes que han merecido sistematiza-
ciones diferentes, pero cuyas diferencias suelen ser más ter-
minológicas que sustanciales. Lo que en los Estados Unidos
ha recibido el nombre de political questions , en Francia fue
llamado "acto de gobierno" (acte de gouuernement) , noción que
luego fue adoptada en España e Italia y recibida -como ve-
remos- por la doctrina administrativista argentina. Así, puede
observarse que en este punto en nuestro país conviven dos
doctrinas diferentes, ordenadas a un mismo fin.

a) EL "ACTE DE GOUVERNEMENT" EN F'RANCIA 5 14 • - Si lo


consideramos desde un punto de vista cronológico, el Consejo
de Estado francés 5 15 comenzó a trabajar la noción del acto de

5 13 Artículo citado. p. 582.


~ 1 4 Los casos resueltos por el Consejo de Estado (CE) fueron consultados
en Les grands arréts de la jurisprudence administratiue, 11~ ed., preparada por
M. Lon~ •. P. Wcil, G. Briab,ant, P. Delvolvé y B. Genevois, Dalloz, Paris, 1996.
Las. deCJstooes del ?onsejo .co~stitucional (CC) fu eron consultadas en Les grandes
dé~1~wns du Conse1l Constitutwnnel, ~ ed., preparada por Louis Favorcau y Loic
Philtp, Dalloz, Paris, 1997.
615
Una noción de las funciones del Consejo de Estado francés puede ver-
se en VINCI::NT, J ean; GUINCHARD, Serge; MoNTAGNIEll, Gabriel, y VARINAilD, An-
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 255

gobierno casi en paralelo con la elaboración de la doctrina de las


cuestiones políticas por parte de la Corte Suprema de los Es-
tados Unidos 516 . La primera ocasión tuvo lugar con el célebre
caso "Lafitte" ~ '\ resuelto por dicho Tribunal luego de la res-
tauración borbónica, donde aparece la doctrina del "móvil po-
lítico" 518. Años después , esta doctrina fue invocada nuevamente
durante el Segundo Imperio en el caso "Duc d'Aumale", resuelto
en 1867 519 . Ya bajo la Tercera República 520 , y habiéndose pro-
ducido una importante modificación en la jurisdicción del Con-
sejo de Estado 52 ', la doctrina del móvil político fue limitada

d.l'é, La justice et ses institu.tions (préci$), 4~ ed., Dalloz, Paris, 1996, p. 421 y
siguientes.
ót6 El desarrollo histórico de la noción del acto de gobierno puede verse en
DEnBASCH , Charles, Y R!C!'t, Jean Claude, Contentieu:r Admini~tratif (précis), 7"
ed., Dalloz, Paris, 1999, ps. 62 y ss.; FAVURt;;AU, Louis, L'Acte de Gouuernement,
acte proui.soirement et accidentellement injusticiable, "Revue Fran.,aise de Droit
Admini stratif', 1987, p. 544, y con gran amplitud en la clásica obra de AUilY, J .
M. , et DRAGO, R. , Traité de contentieux administra ti(, 2• ed. , L.G.D.J., Paris, 1975,
t . I, § 67, p. 91. Entre las obras generales que se ocupan del tema: DE LAURADf:RE,
VENr:ZlA y GAUOEMET, Droit administrati(, cit., t . 1, § 909 y ss., p. 654; RtVF:llO,
Jean , y WALINE, Jean. Droit administratif (précis), 16• éd., Dalloz, Paris, 1996,
§ 155, p. 1421; CHAPUS, René, Droit administratif général, 14tl ed ., Montchrestien,
Paris, 2000, t. 1, § 1152, p. 927.
5t7 1/5/ 1822, Rec. 1821-1825.202. El Consejo de Estado rechazó el recurso
del banquero Laflitte, que exigía la liquidación de los pagos atrasados de una
renta cedida por la princesa Borghese, miembro de la familia Bonaparte, alegando
que "el reclamo del señor Laflitte se refiere a una cuestión política, cuya decisión
pertenece exclu sivamente al gobierno".
r.1a Tal como explicó Du cz en su momento, con la restauración de la casa de
ilorbón en Francia, el Consejo de Estado de creación napoleónica temía ver dismi-
nuidas sus funciones o amenazada incluso su subsistencia. Por ello, en este caso
comprometido, prefirió evitar una decisión qu e fuera favorable a quienes estu-
viL•ron vinculados con el régimen bonapartista (cit. por GORniLLO, TI-atado ... ,
4" ed ., Fundación de Derecho Administrativo, Buenos Aires , 2000, t. 2, cap. VIII,
§ 6, p. 7) .
519 Bajo el Segundo Imperio, el embargo de un libro escrito por el Duque
d'Aumale (pretendiente a l trono y exiliado) y la negativa de restituir los ejemplares
embargados fueron con. iderados como "actos polfticos que, por su naturaleza, no
son susceptibles de ser diferidos por abuso de poder a nuestro Consejo de Estado
por v(a contenciosa". C.E ., "Duc d'Aumale et Michel Lévy", 9/5/ 18fi7 , Rec. 472.
52n T.a Tercera República Francesa nace en 1870, luego de ser derrotadas
en la batalla de Seuán las fuerzas del emperador Napoleón lll por las tropas
pru sianas. Se extiende hasta la sanción de la Constitución de 1946, que da na-
cimiento a la IV República , que finaliza a su vez en 1958, con la aprobación de
la Constilnción actualmente vigente.
5~1 Por medio de la ley del 24 de mayo de 1872 se pasó del sistema de
la justir.e retenue (justicia retenida), que sólo otorgaba al Consejo de Estado fun-
CoNTROL DE coNS'l'ITUCIONALIDAD
256
. , 1' ada en el caso "Prince
Y dio pie a la del :'a~to de goblieCrno '.ap J~ Estado en 1875 s•s, y
Napoleon" m, decidido por e onse)o

. . d . tice déléguée (justicia delegada) , que le


ciones consult1vas, al s1stema e 1a J~S n facultades para decidir en forma
atribuyó funciones de tnbuna1 contenciOsO co . . . ·r
"t t 1
definitiva (cfr. DE LAUBADERE, VENEZIA y GAUDnlET, Drmt admr.ntstratr. • CJ ·• · •
§ 432 , p. 308). "d d · d 1 de
s22 El prfncipc Napoleón José Bonaparte habf~ s1 o es1gna o ge?era
división en 1853 por Napoleón lll. de quien era sobrwo. El Anuano M~htar; que
fue nuevamente publicado en 1873, luego de la caida del Impeno, no mclllla su
nombre en la lista de generales. El príncipe le preguntó al Ministro de Guerra
si se trataba de un descuido o de una omisión voluntaria. El ministro le respondió
que su nombre no había sido incluido en el Anuario porqu e su designación, irre-
gular en cuanto a los documentos , "está ligada a condiciones particulares de un
régimen político hoy en día inexistente y, por lo tanto, dicha designación caduca
necesariamente". Esta decisión que recha7.aba el restablecimiento de su nombre
en la lista de generales fue apelada ante el Consejo de Estado. El Ministro de
Guerra opuso al recurso el carácter político de la medida impugnada, que, en
su opinión, constituía un acto de gobierno que escapaba al control jurisdiccional
del Consejo de Estado. El commissaire du gouuernement David se oponía a esta
tesis, presentando de esta forma la teoría de los actos de gobierno: "En efecto,
de acuerdo con la jurisprudencia del Consejo, es norma que , al igual que los
actos legislativos, los actos de gobierno no pueden dar lugar a ningún recurso
contencioso, dado que deciden sobre los derechos individuales. Pero si los actos
calificados, en el idioma del derecho, como actos de gobierno son de naturaleza
discrecional, la esfera a la qutl pertenece esta calificación podría extenderse ar-
bitrariamente según el capricho de los gobernantes; está naturalmente limitada
a aquellos objetos por los que la ley ha juzgado necesario confiarle a 1 Gobierno
los poderes generales a los que dicha ley ha virtualmente subordinado el derecho
personal de los ciudadanos en pos del interés superior del Estado. Tales son los
poderes discrecionales que el Gobierno posee en Francia, ya se trate de leyes
constitucionales, cuando existen, para reglamentar y llevar a cabo convenios di-
plomáticos , o se _trate de leyes de policia (. .. ) De lo cual se deduce que "para
presentar el caracter excepctonal que lo coloque por fu era y por encima de todo
control jurisdiccional, no basta con que un acto, emanado del Gobierno o de uno
de. sus r epresentantes, haya •i~o deliberado en consejo de ministros o haya sido
d1ctado P?r un mterés políttco . (cfr. Les grands arrets de la. jurisprudence ad-
mmtstratwe, 1_10 ed ., Dalloz, Pans, 1996, p. 16). Al examinar el recurso el Conse·o

:n
de Estado aplica en su decisión esta teoría implfcitamente '
1~/2/ 1875 : Rec. 155, concl. David. Puede vérsel~ transcripto en Les
J

~;~~std arret~ · · ·• Clt. en not.aanterior. Según mi traducción , esta sentencia dice:


. . eran ° que para solic1tar la anulación del fallo que rechazó el restable
~~:to 1 fes~ nom~e en la lista de generales de división publicada en el Anuari~
d r, e prmc~pe. apoleón José Bonaparte se basa en el hecho de que el grado
r. e -~eneral de d!VlSt~n que el Emperador, actuando en virtud de los poderes con-
en~ 0 ~dpor el arL. 6 del senadoconsulto del 7 de noviembre de 1852 le habla
con. er1 o por decreto del 9 de marzo de 1854 era un ad
garan~izado por el art. ] 2 de la ley del 19 de may¿ de 1834r) ' ·
o ~~~ le h~~(a Sl~O
que SI el art. 6• del senadoconsulto del 7 de noviembre. d~ . 1!!5~ ol~o~sJ fer~n o
Emperador el derecho de fijar los títulos y la condición de los miemb~~se~: :~
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES

confirmada poco después por el Tribunal de Conili en re.


lación con una expulsión de jesuitas 624 • El avance fue en su
momento importante, pues del mero móvil político del acto
como hecho que impedía su revisión judicial, se pasó a la na-
turaleza del acto 525 • No obstante, y pese a los muchos esfuerzos
doctrinarios por defmir esta noción, nunca hubo consenso, y
en nuestros días los autores franceses se contentan -al igual
que los norteamericanos- con su sola descripción.
En la actualidad, la lista de los actos de gobierno ya no
comprende más que dos series de medidas : a) los actos vin-
culados a las relaciones del Gobierno con el Parlamento y b)
aquellos que tienen que ver directamente con las relaciones
de Francia con las potencias extranjeras o los organismos in-
ternacionales.
En punto a los primeros, el Consejo de Estado no entiende
en los siguientes casos: 1) las decisiones tomadas por el Eje-
cutivo en el marco de su participación en la función legislativa,
tales como la negativa a presentar en el Parlamento un proyecto
de ley 526 , la negativa a llevar a cabo las diligencias necesarias
para su pronta adopción 627 , la negativa del Primer Ministro

familia y de r egular los derechos y obligaciones de éstos , dicho artículo establecía


a l mi smo tiempo que el Emperador tenía plena autoridad sobre todos los miembros
de su familia; que las situaciones que pudjeran acontecer a los príncipes de la
famili a imperial en virtud del art. 6" del senadoconsulto del 7 de noviembre de
ltl5:.! estaban, por lo t.anto, siempre sujetas a la voluntad del Emperador; que ,
en consecuencia, la situación acontecida al príncipe Napoleón José Bonaparte por
el decreto del 9 de marzo de 1854 no constituía el grado cuya propiedad definitiva
e in·e vocab le - que sólo podría quitarse en casos especialmente determinados-
está gar ant i1.ada por el art. 19 de la ley del 19 de mayo de 1834, y que le confiere
al oficial que lo ostent.a el derecho de figurar en el escalafón publicado anualmente
en el Anuario Militar; que, en e"t"" co ndi ciones, el príncipe Napoleón José Bo-
n a pa rte no tiene fundamento para quejarse de que su nombre haya dejado de
figurar en el listado del Estado Mayor General del Ejército".
ó2 4 '!'.C. : "Marguigny", 5/11/1880, Rec. 800, concl. Ronjat.
" 2 ' El fin polftico será luego, con frecuencia , motivo de anu lación por des-
viación de poder o error de derecho , no debiendo la administración tomar deci-
siones , como regla general, en función de consideraciones de ese tipo . F ue así
como, en 1954, el funcionario de gobierno Letourneur y el Consejo de Estado
debieron reafirmar categóricamente que un candidato no puede ser excl uido de
un concurso para acceder a la función pública en razón de sus ideas política s
("Barel", 2ti/5/ U154 , Rec. 308).
6~U C.K: "Rouché", 18/7/1930, Rec. 771; "Tallagrand", 29/ 1111968, Rec. 607.
5~7 C.E.: "Société l'Alfa" , 2517/1947 , Rec. 344.
258 CONTROL DE CONI)'TITUCIONALIDAD

a tomar la iniciativa de una revisión constitucional m Y el de-


creto de promulgación de una ley 529 ; 2) las decisiones del Presi-
dente de la República que afecten las relaciones entre los pode-
res constitucionales y el ejercicio de la función legislativa, tales,
por ejemplo, la decisión de recurrir a los poderes excepcionales
previstos por el artículo 16 de la Constitución de 1958 530 , el d~
creto por el que se somete un proyecto de ley a referéndum 531 ,
el decreto para la disolución de la Asamblea NacionaP 32 , la
institución de una comisión encargada de formular las pro-
puestas de revisión de la Constitución 533 , y 3) las decisiones
gubernamentales previas a una decisión del Parlamento, pu-
diendo este último ejercer entonces un control sobre esas de-
cisiones 534. En esta última categoría podían incluirse, hasta
1958, las decisiones administrativas previas a las elecciones
parlamentarias fi 35 • Luego de la vigencia de la Constitución de
1958, el contencioso de las elecciones parlamentarias y el con-
trol de la regularidad de la elección del Presidente de la Re-
pública están confiados al Consejo Constitucional. La incom-
petencia del Consejo de Estado en estas materias ya no se
justifica en lo sucesivo por la noción de acto de gobierno, sino
por la interpretación de las competencias constitucionales 636 •
La actitud del Consejo de Estado se establece con mayor cla-

52H C.E.: "Allain", 26/211992, Rec. 659.


52
9C.E .: "Desreumeaux", 3/11/1933, Rec. 993.
53
0 C.B.: "Rubin de Servens", 213/1962, Rec. 143.
1
53 C.E.: "Brocas", 19/10/1962, Rec. 553.
532 C.E. : "Allain", 20/211989, Rec. 60.
533
531 C.E.: "Syndicat des justiciables, Bidalou eL Meyet" 3/12/1993 Rec 339
C.E ..: "Georger et 1'eivasRigamany", 27/6/1958, R"~· 403. Se trataba d~
la cotwocatona a una ~samblea encargada de pronunciarse so bre 0 ¡ destino de
]un ten:_tono, que es prehmmar obligatoria para la votación de una ley que autoriza
a rat!ltcactón de un tratado.
d úM ~lado que estas asambleas se constituian - por medio de la verificación
0: 1 trP~. eres- en1JUeces de la regularidad de la~ elecciones y de los actos ad-
05

en ~:to: ~~-s que es son reservad?s, el Consejo de Estado se negó a entender


d to tmos, ya que eran constderados acto de gobierno Así por e;emplo
e1 ocre por el que se convocaba 1 1 · ¡ · ' ' '
parlamentaria (C E "H ' h . " 8 6/os co cgtOs e ecLor ales para una elección
. b . . · · usc owttz • 81 1951, Rec. 320) y los decretos que or a-
mza au el regtmen de las elecciones (C F "'"'··· : • 2/ lJ / 195 R • g
536 El e . . "· llXlel ' 1, ec. 512).
de r . . onseJo de Estado se negó de esta forma a entender en una dema nda
R ec. elw8)tegt ~ de garantía Y de g¡¡stos de propagand a (C .E . "Rebcuf' ll/ 1/1963
, ast como del decreto d to · d ' '
diputados (C.E . "Delmas" 3/6119e8lconRvoca na e electores para la elección de
, , ec. 244).
LOS ACTOS NO JUSTlClA'BLES 259

ridad en materia de referéndum. Si bien la regularidad de


las operaciones en sí está controlada por el Consejo Consti-
tucional, las operaciones previas siguen siendo actos adminis-
trativos que competen al control del juez administrativo hasta
tanto el resultado no haya sido anunciado. Pero la justicia
administrativa no ha de manifestar opinión sobre los actos pre-
liminares de un referéndum que tiene el carácter de frrme "37 •
En cuanto a los actos vinculados a las relaciones del go-
bierno con un estado extranjero o un organismo internacional,
se ha establecido tradicionalmente que el conjunto de la ac-
tividad diplomática de Francia escapa al control de los tribu-
nales. La jurisprudencia, no obstante, ha atenuado significa-
tivamente el alcance de esta orientación y los límites del acto
de gobierno en esta materia son bastante delicados de deter-
minar. Constituyen actos de gobierno el conjunto de actos liga-
dos directamente con las relaciones internacionales de Francia,
taJes como la protección de las personas y los bienes fr·anceses
en el exterior li~ 8 ; la negativa a someter un litigio a la Corte
Internacional de Justicia 5 a9 ; la medida destinada a expropiar
bienes del enemigo en tiempos de guerra 54"; la orden de in-
ted'erir las emisiones de una radio extranjera r,41 ; el ejercicio
del derecho de requisa (droit d'angarie) 542 ; la creación de una
zona de 8eguridad en aguas internacionales durante ensayos
nucleares 543 ; la decisión de reanudar ensayos nucleares previos
a la celebración de una convención internacional que los pro-
hibiría "44 .
Entre los actos que están fuera del control jurisdiccional,
debe hacerse una mención especial a los tratados y acuerdos

537 Así por ejemplo, la admisión de un partido político a la campaña oficial


(C.E. "Le Reg:roupt!ment National", 27/10/ 1961 , l{ec. 594); el dP.creto que organi-
za la campana o el escrutinio (C.E . "Brocas", 19/ l0/ 1962, Rec. 553, y "Meyet",
10/9/1992, Rec. 328) .
~38 C.E.: "Dame Cramencel", 2/3/1966, Rec. 157; "Société des 'l'ransports en
Commun de la Région d'H anol", 28/6/1967 , Rec. 279.
s3~ C.E.: "Gény", 9/6/1952, Rec. 19.
s4o C.E .: "Sohr", 12111/1949, Rec. 473 .
ó41 T.C.: "Radiodiffusion Fran9aise", 2/2/1950, Rec. 652.
542 C.IL "Myrtoon SLeumship Co.", 22/11/1957, Rec. 632.
M:< C. B.: "Paris de Bollardillrc", 1117/1975, Rec. 423 .
544 C.E .: "Assodation Greenpeace France", 29/9/1995, A.J . 1995.684, chr. Stahl
et Ch a uvaux , R.D .P. 1966.256, concl. Sa nson , J.C.P. 1996.Il .22.582, note Moreau;
R.F.D .A. 1996.383, noLe Ruzié).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
260
internacionales. El Consejo de Estado se nieg~- a verificar la
legalidad de los actos relativos a la elaborac1_~n, . 1~ fi:ma o
la ratificación de dichos acuerdos 545 • Una soluc10n 1dent1c~ va-
le para los actos de cumplimiento_ de tratados .q ue son tnse-
parables de las relaciones interna_GI?nales o co"?s1derados ~omo
Lales, por ejemplo: el voto del IIUillStro frances al ConseJO de
las Comunidades Europeas 546 ; la decisión de suspender el cum-
plimiento de un tratado M7 ; la decisión de suspender la coope-
ración científica y técnica con lrak, durante la Guerra del Golfo,
junto con la prohibición de que los estudiantes iraquíes se ~s­
cribieran en las universidades 548 • La teoría del acto de gobier-
no conlleva, no obstante, una limitación doble. Por un lado,
los tratados internacionales constituyen, a partir de 1946 y
de acuerdo con la Constitución, una fuente de legalidad na-
cional. Los demandantes tienen por tanto derecho a invocar
su violación por un acto administrativo por el mismo motivo
que la violación de una ley 549 . La justicia administrativa, en
consecuencia, debe ejercer un control sobre las modalidades
de introducción de un tratado en el orden jurídico interno s.'iO.
De igual modo, en caso de suspensión de un tratado, debe ve-
rificarse la existencia de una decisión tomada en este sentido
por parte de una autoridad competente en materia de relaciones
internacionales y de su oponibilidad 551 • Asimismo, según lo de-
cidido en el caso "G.I.S.T.I.", ya citado 552 , el Consejo de Estado
estimó que el juez administrativo tenía en principio compe-
tencia para interpretar por cuenta propia un tratado sin estar
obligado a una remisión prejudicial al Ministro de Relaciones

545 C.E .: "Société des Étains et Wolfram du Tonkin", 1/6/1951 , Rec. 312; "Tautin
et Mérienne", 29/10/ 1954, Rcc. 566; "Société Ind.ichinoise d'Électricité", 2317/1961,
Rec. 519.
ñ 4 6 C .E .: "Association Les Verts", 23/11/1984, Rcc. 382.
547 C.E. : "l'réfet de la Gironde c/Mahmedi", 18/12/1992, l{ec. 446.

~•A C.E.: "G.I.S.T.l.". 23/9/1992, Rec. 346.


54 9 C.E. : "Dame Kirkwood", 30/5/1952, Rec. 291; "Nicolo", 20/10/1989, Rec. 190.
550
Así, debe controlarse, por ejemplo, la existencia de un acto de ratificación
o de aprobación y verificación de la regularidad de la publicación; C.E.: "Villa",
16/11/1956, Rec. 433; "Société Navigator", 1317/1965, Rec. 423; y la remisión al
Mm~stro de Relaciones Exteriores ante una impugnación grave respecto del aca-
tamiento de la exigencia de reciprocidad de acuerdo con el art. 55 de la Consti-
tución de 1958 (C.E.: "Rekhou", 29/5/19!H , «ec. 220).
~ 5 .1 C:E.: "Préfet de la Gironde c/Mahmedi", 18/12/1992, Rec. 446.
" 52 Vease nota 545.
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 261

Exteriores, tal como lo exigía la jurisprudencia anterior 55:l. Es-


ta nueva solución no es aplicable, empero, al Tratado de Roma,
para el cual la competencia prejudicial de la Corte de Justicia
de las Comunidades Europeas fue establecida por el art. 177 de
dicho Tratado sM.
Por otro lado, desde antes de la Constitución de 1946, la
justicia administrativa aceptó entender en medidas desvincula-
das de las relaciones diplomáticas o de las convenciones in-
ternacionales, es decir, que pueden considerarse independien-
temente de sus orígenes o de su incidencia internacional ~ • 55

De esta manera, los decretos de extradición son, a partir de


1937, actos susceptibles de ser atacados por abuso de poder 556 ,
y el juez administrativo controla desde 1977 la calificación ju-
rídica de los hechos que los han motivado 557 • El Consejo de
Estado, de igual modo, decidió que los pedidos de extradición
dirigidos por el gobierno francés a un gobierno extranjero no
constituyen actos de gobierno 558 • De una manera aún más au-
daz, admitió su competencia para entender en la legalidad de
una decisión del gobierno francés por la que rechaza un pedido
de extradición formulado por un estado extranjero 559 . La ten-
dencia subyacente de la jurisprudencia es, por lo tanto, admitir
cada vez con mayor amplitud que un acto o maniobras puedan
desvincularse de las relaciones internacionales. Así por ejem-
plo: el uso de la responsabilidad del Estado en razón de una
eventual insuficiencia de medidas tomadas para asegurar la
protección de los miembros de una misión diplomática 560 ; la des-
trucción por parte de la marina nacional de un navio aban-
donado en alta mar 56 \ la decisión tomada por los poderes pú-

553 C.E .: "Karl et Toto Samé", 317/1931, Rec. 727.


C>54 C.E .: "Ministre de l'intérieur dCohn-Bendit", 22/12/1978, Rec. 524.
565 C.E.: "Dame Caraco", 5/V1926, Rec. 12fi; "Société Ranc , Tiburce et Cic.",
7/12/ 1945, Rec. 247; "Epoux Deltel", 16/1211955, Rec. 592; "Vo Thanh Nghia",
22/1211978, Rec. 523; T.C.: "Compagnie Fran9aise des Pétroles (Algérie)", 17/11/1975.
Rec. 799 .
556 C.E .: "Decerf'', 2815/1937, Rec. 534; "Dame Kirkwood", 30/5/1952, Rec. 291.
557 C.E. : "Astudillo Calleja", 24/6/1977, Rec. 290; "Croissant", 7/7/1978, Rec .
292; "Bereciartua-Echarri", 1/4/1988, Rec. 135.
ñfiA C.E .: "Legras", 21/7/1972, Rec. 554.
56~ C.E .: "Royaume-Uni de Grande-Bretagne et d'lrlande du Nord et gou-
vcrneur de la colonie royale de Hong Kong", 15/10/1993, Rec. 267 .
660 C.E .: "ConsorLs Yener" , Scct. 29/4/1987, Rec. 152.
561 C.E.: "Société Nachfolger Navigation", 23/10/1987, Rec. 319 .
262 CONTROL DE CON STITUCIONALIDAD

blicos en torno al emplazamiento del laboratorio europeo de


radiación "Synchrotron" 562 ; la distribución entre las instituci?'"
nes bancarias y la compañia francesa de seguros de comerc1o
exterior del precio de la cesión de créditos vinculados a la cons-
trucción de una papelera en un país extranjero 5 ~a.
Tradicionahnente, la inmunidad de jurisdicción que carac-
teriza al acto de gobierno se referia tanto a lo contencioso de
la legalidad como a lo contencioso de la indemnización. No
se podía impugnar delante del juez la regularidad de la de-
cisión, como tampoco exigir reparación por sus consecuencias
perjudiciales. No obstante, a partir de este último punto de
vista la jurisprudencia del Consejo de Estado 564 abrió una pers-
pectiva interesante, al admitir que los daños causados por una
convención internacional regularmente introducida en el orden
jurfdico interno podían dar lugar a una indemnización fundada
en el principio de igualdad frente a las cargas públicas.
En la actualidad la noción de acto de gobierno no ha sido
totalmente abandonada por el Consejo de Estado, pero cier-
tamente está en retroceso. Recibe una fuerte crítica de la doc-
trina 56 \ y se encuentra además en pugna con los arts. 6Y y 13
de la Convención Europea de Derechos Humanos 566 , que im-
ponen una revisión judicial de todos los actos de la Administra-
ción 567 • Por otro lado, algunos actos no revisados por el Consejo
de Estado son ahora objeto de control por el Consejo Consti-
tucional. Así, después que el 3 de junio de 1981 el Consejo de
Estado consideró que no debía resolver sobre la legalidad del
decreto de convocatoria del cuerpo electoral para la elección
de diputado s 568 , el Consejo Constitucional reconoció su coro-

56 2 C.E .: "Ministre chargé du plan el de l'aménagernent du territoire c/Com-


munauté ut'b<~inc de Strasbourg", 8/lll98R, Rec. 2.
56 " T.C .: "Préfet de Paris et COFACE c/Compagnie financiare C.l.C.",
2112/19!H , Rec. 478.
564
C.E. : "Cumpagnie Générale d'Énergie Radioélectrique", 30/:3/1966, Rec. 257.
5 6 5 FAVOREAU, Louis , L'acte de Gouuernement , cit. , p. ñ44.
5tiG En particular, el artículo 13 establece: ''Derecho a un recurso ef'ectiuo -
Thda persona cuyos derechos y libertades reconocido~ en el presente Convenio
hayan sido violados, tiene derecho a la concesión de un recurso efectivo ante
un a instancia nacional , incluso cuando la v1olación haya sido cometida por per-
sonas que actúen en el ejercicio de sus funciones judiciales".
567
Véase: A RRAHMI, R., Les incide11s de la C.E.D.H. sur le contentieux ad-
ministratif frant;a.is, "Revue Fran,aise de Droit Administratif', t. 1990, p. 1053.
&uM Caso "Oelmas", citado en noLa 536.
Los AC'l'OS NO JUSTICIABLES 263

petencia para juzgar la regularidad de dicho acto ~ 69 • De i?ual


modo, el Consejo Constitucional ha considerado la regularidad
del decreto por el cual el Presidente de la República solicita
una nueva deliberación de una ley 570 . No obstante, la compe-
tencia del Consejo Constitucional no se extiende al decreto de
disolución de la Asamblea NacionaP 7 \ al examen contencioso
del decreto que determina someter un proyecto de ley a re-
feréndum m , o a la anulación de un acto preparatorio para la
elección de un diputado, si no es susceptible de viciar el de-
sarrollo general de las operaciones electorales m .

b) ESPAÑA. ABANDONO ACTUAL DEL ACTO DE GOBillRNO .


En España, el acto de gobierno estaba previsto en el inciso
b del art. 2Y de la Ley de Jurisdicción Contencioso-Adminis-
trativa de 1956 57 4, pero esta norma, que se hallaba en pugna con
la Constitución de 1978 575 , tal como señalan G ARcíA DE ENTERRÍA
y FERNÁNDEZ 576 , fue derogada por la ley 29/1998 del 13 de julio,
que regula actualmente la jurisdicción contencioso-administra-
tiva 577. El art. 22 , inc . a de esta nueva ley dice: "El orden juris-
diccional contencioso-administrativo conocerá de las cuestiones
que se susciten en relación con: a) la protección jurisdiccional
de lo!> derechos fundamentales , los elementos reglados y la de-
terminación de las indemnizaciones que fueran procedentes,

5~9 C.C.: "Dclmas", 11/6/1981, Rec. 97 .


~7 0 C.C.: "Evolution de la Nouvelle-Cáledonie", 23/8/1985, Rec. 70.
571 C.C.: "Minvielle", 4/6/ 1988, Rec. 79.
~72 C.C .: "Diémert et Rannel", 25/10/1981!, Rec. 183.
~n C.C.: "Bayeurte", 8/6/1995, Rec. 213.
574 Decía esta norma: "No corresponderán a la jurisdicción contencioso-ad-

ministrativa: (. .. ) b) Las cuestiones que se susciten en relación con los act.os


políticos del Gobierno, como son los que afectan a la defensa del territorio nacional,
relacioneR internacionales, seguridad interior del Estado y mando y organización
mili tar, sin perjuicio de las indemnizaciones que fu eren procedentes, cuya deter-
minación si corresponde a la jurisdicción contencioso-administrativa".
575 E l a rticu lo 24 garanti za el derecho de todas las personas a la tutela
judicial efectiva "sin que en ningún caso pueda pr·oducirse indefensión", y los
arts. 103. 1 y 106.1 establecen el sometimiento de la Administración a la justicia
sin reservas .
576 GARCÍA ot: ENTEHHIA, Edua rdo, y FF.RNÁNDt:Z, Tomás R. , Curso de derecho
administrativo, ob. cit., 7ª ed., 2000, t. Il, p. 597 .
577 Una sintética explicación del sistema hoy dtJrogado puede ver se en GoN.
ZÁLE:Z P ÉRF.7., Jesús, Actos administrativos y actos políticos o de gobierno, "Revista
de Derec ho Administrativo", n••· 1 y 2, Buenos Aires, Depalma, 1989, ps. 15 y 25.
264 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

todo ello en relación con los actos del Gobierno o de los


sejos de Gobierno de las Comunidades Autónomas, r·rLrLL,,u.,_
ra fuese la naturaleza de dichos actos" (el destacado
tenece).
Los fundamentos del cambio legislativo están
explicados por la Exposición de Motivos de la ley, cuya
cripción -en las partes pertinentes- es suficiente para <>nr_,.,,,..
el sentido de esta legislación 578 .

s7H Dice la Exposición de Motivos sobre este particular: "Como el resto


ordenamiento, también el régimen legal de la Jurisdicción L;omtenctO•SO··aCimlDl.8'11111
tiva debe adecuarse por entero a la letra y al espíritu de la Constitución
reforma compagina las medidas que garantizan la plenitud material de
judicial en el orden contencioso-administrativo y el criterio favorable al
las acciones y recursos y a la defensa de las partes, sin concesión alguna a
ciones formalistas, con las que tienen por finalidad agilizar la resolución de
tigios (. .. ) También era imprescindible confirmar en ésta la sujeción al
ciamitmto de la jurisdicción contencioso-administrativa de actos y diispc,si<:ioJ_.
emanados de otros órganos públicos que no forman parte de la
cuando dichos actos y disposiciones tienen, por su contenido Y efectos,
leza administrativa (... ) Lo que justifica la existencia de la propia
contencioso-administrativa es asegurar, en beneficio de los interesados y del in~
rés general, el exacto sometimiento de la Administración al derecho en todas lu
actuaciones que realiza en su condición de poder público y en uso de las prerro-
gativas que como tal le corresponde (. . .) La nueva ley somete a control de la
jurisdicción la actividad de la Administración pública de cualquier clase que est6
suj eta al derecho administrativo, articulando para ello las acciones procesales
oportunas(. .. ) la ley no recoge ya, entre sus exclusiones, la relativa a los llamad011
actos políticos del Gobierno, a que se refería la ley de 1956. Sobre este último
aspecto conviene hacer alguna precisión. La ley parte del principio de sometimien-
to pleno de los poderes públicos al ordenamiento jurídico, verdadera cláusula regia
del Estado de derecho. Semejante principio es incompatible con el reconocimiento
de cualquier categoría genérica de actos de autoridad -llámense actos políticos,
de Gobierno, o de dirección política- excluida per se del control jurisdiccional.
Sería ciertamente un contrasentido que una ley que pretende adecuar el régimen
legal de la jurisdicción contencioso-administrativa a la letra y al espíritu de la
Constitución, llevase a cabo la introducción de toda una esfera de actuación gu-
bernamental inmune al derecho. En realidad, el propio concepto de 'acto político'
se ha lla hoy en franca retirada en el derecho público europeo. Los intentos en-
caminados a mantenerlo, ya sea delimitando genéricamente un ámbito en la ac-
tuación del poder ejecutivo regido sólo por el derecho constitucional, y exento
del control de la jurisdicción contencioso-administrativa, ya sea estableciendo una
!Jsta de supuestos excluidos del control judicial, resultan inadmisibles en un Es-
tado de ~erecho . Por el contrario, y por si alguna duda pudiera caber al respecto,
la ley senala -en_té~nos positivos- una serie de aspectos sobre los que en todo
caso s1empre sera postble el control judicial, por amplia que sea la discrecionalidad
de la resolución gubernamental: los derechos fundamentales, los elementos re-
glados del acto. y la determinación de las indemnizaciones procedentes".
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 265

e) ITALIA. EL "ATTO POLITICO". - También el derecho


administrativo italiano ha desarrollado una noción similar, que
allí ha recibido el nombre de "acto político" (atto politico) y
se encuentra legislada en el artículo 31 del Decreto Real (Regio
Decreto) del 24 de junio de 1924 579 . De acuerdo con esta norma,
el recurso ante el Consejo de Estado en sede jurisdiccional
no procede cuando se tratare de "actos emanados del gobierno
en el ejercicio del poder político" 580 • Según explica VIRGA, en
la definición de acto político concurren dos requisitos: uno sub-
jetivo y otro objetivo. En primer lugar, el acto debe emanar
de un órgano del Gobierno, y en segundo lugar, debe tratarse del
ejercicio de una función política. Se reconoce el carácter de acto
político, entre otros, a los de naturaleza constitucional, a los
actos de guerra y a los de autotutela internacional 581 .

§ 115. La teoría en la Argentina

a) DOS FUENTES DISTINTAS PARA UN SOLO DERECHO PÚBLI-


CO. En la Argentina también se ha acusado recibo de la
teoría del acto de gobierno elaborada por el Consejo de Estado
francés , aun cuando ello constituye una expresión doctrinaria
que no ha tenido recepción judicial, ya que la jurisprudencia
de la Corte, como hemos visto, se ha inclinado por la doctrina
norteamericana de las political questions. Asiinismo, en el or-
den normativo la cuestión no aparece en la legislación que
organiza el contencioso-administrativo nacionaP 82 , pero sí se
advierte, en cambio, en algunas legislaciones provinciales in-
fluidas por e] derecho continental europeo 583 .

579 Este decreto aprobó el texto único de las leyes de organización del Consejo
de Estado.
5HO "11 ricorso al Consiglio di Stato in sede giuri diziona le non e a =esso
se trattassi di atti o provedimenti emanati da! Governo nell esercizi o del potere
politico". El texto de la norma ha sido tomado del Codice delle Legge Amminis-
tratiue, a cura di Luigi Tramontano, Hoepli , Milano, 1998, p. 400.
ss t VtHGA, Pietro, Diritto amministrativo, s• ed. , Giuffr~. Mj Jano , 1999, vol.
2, ps. 290 y 291.
5H2 Leyes 3952 de Demandas contra la Nación y 19.549 de Procedimiento
Admini s trativo , esp . cap IV.
le gi~ l ación provin cial p uede ver se en: Drr·:7.,
68:! Un n ná li sis d e conjunto d e la
Manuel M., Derec ho procesa l administrativo (con la colabor ación de Tomás
266 CONTROL DE CONSTTTl lC IONALIDAD

La noc10n francesa del acto de gobierno ha sido expuesta


en general y sin mayores variantes por nuestra doctrina ad-
ministrativista clásica 684 , y ha recibido una enérgica crítica de
GoRDILL0 58" . También fue receptada críticamente por MAR
HOFF, quien en aras de alcanzar una mayor justiciabiliad
desdobló en dos nociones: la del acto de gobierno y la del acte
institucionaP86 , propuesta que ha sido favorablemente mencio-
nada en la doctrina constitucional por LINARES QuiNTANA 587 •
acto de gobiemo, según MARIENHOFF, no constituye una ...... ""'.K'"-·
ría específica, sino simplemente una noción conceptual de
actividad del órgano ejecutivo del Estado. Jurídicamente,
to de gobierno y acto administrativo quedan asimilados 588 ;
embargo, los primeros trasuntan decisiones que tienen
dades superiores o trascendentes para el "funcionamiento"
589
Estado , pero siguen siendo justiciables 590 . El acto .. · .....J ...r"
cion~l, en cambio, tiene que ver con la organización y """"'"' ..-¡ 1

~enc.Ja ~el Estado y está exento de control judicial. Son


~st~tucwnales, a su juicio: la intervención federal a una
vmc~a, la declaración de estado de sitio, el nombramiento
magrstrados de la Corte Suprema, la declaración de
etcétera. Se trata de decisiones que no influyen en forma

H u-rcHJNSON), Plus Ultra, Buenos Aires 1983 ps 122 M


Co t l · d ' · [ d Y SS ., Y en
fl ro . JU teta e la Administración, ' t. I, p.• 560. · AIRAL
'
5114
AHt:AÑARAz, Manuel J Trat do d ¡ . .
presión), Lex, La Plata 1988 ., 180a B e o contencioso administrativo
ed R! Aten eo B 'A. ' p. ' IELSA, Rafael , Derecho administrativo
·• ' • ucnos J.res 1947 t ¡ s 176 D '
administrativo, Tea, Buenos Áires 9 l Eil' P · Y ss.; IEz , Manuel M., El acle
ministrativn 2• ed Plus UlL B ' ~ap . XVII , ps. 509 Y ss.; íd., Derecho ad.
CANAS!, José: Derecho admini;;;ati~:n~ep~~s, ~76 , L. IAI~ cap. XV, ps. 393 y .;
y siguientes. ' a , uenos •res, 1981, t . II, ps . 3
585 Véase infra, § 115 c.
586 7l
. ·atado . .. , cit., L.' ll caps IV V 4, d
s1derar justiciables a muchos' t · Y ' e ·• 1!:193. Esto le permitió con-
. . ac os que 1a Corte S ¡
ast,. por eJemplo, la calificación de utilidad ' bl' uprmna exc uía del control;
gobterno (Tratado .. . , 5, ed 1992 t IV pu lea, que cons1deraba un acto de
587 Tratado de l . ·~ • · , § 1306, p. 185).
§ 2303, p. 460. a ctencta del derecho constitucional, cit. , 2~ ed., 1978, t . liT,
588
Tratado 't
58~ Tr t d ... , c¡ ., 4• ed., 1993, t . II, § 558 P 699
· · a a 0 · · ., t. Il, p. 700. Dentro d t ' · ·
de<.'lsrones como el indulto presidencial la e es.~ concepto, MARTENHO~'F engloba
de enLrada de extranjeros las m d' d ' d expulswn de extranjeros, la prohibición
extranjeros , la celebració~ de tr:~das a ~tada~ durante una guerra respecto de
590 Tratado . . . t II §§ 576 o5s77m rnaCJonales (§ 570, ps. 718 y ss.)
' · ' Y , ps. 741 a 760. ·
Los AC'ros NO JUSTICIABLES 267

recta en la esfera jurídica de ningún particular. CASSAGNE 591 ,


siguiendo parcialmente a MARLENHOFF, sostiene que la tesis del
acto institucional aparece como una consecuencia obligada de
la necesidad de independizarla de la teoría del acto de gobierno
de la doctrina y jurisprudencia francesas, que responde a un
sistema histórico distinto y se aplica en un sistema de contralor
r adicalmente opuesto al vigente en nuestro país.
En síntesis, el panorama del derecho argentino en este
punto no está exento de cierta confusión. Hemos tomado dos
fuentes diferentes para aludir a un mismo objeto, los actos
no ju sticiables 592 • La jurisprudencia de la Corte Suprema y
la doctrina constitucional se refieren a las cuestiones políticas
en sentido norteamericano. En el ámbito del derecho admi-
nistrativo se ha adoptado en cambio la doctrina del acto de
gobierno, con la variante introducida por MARIENHOFF sobre el
acto institucional ~ 93 .

b) LA CLASIFICACIÓN DE LAS CUESTIONES POLÍTICAS SEGÚN


MAIRAL. - Un esfuerzo por clasificar las cuestiones políticas
digno de expresa mención es el de Héctor A. MAIRAL 59 \ quien
encuentra cinco clases diferentes: falsas, indeterminables por
ausencia de pruebas, dudosas, agotadas y verdaderas. Las pri-
meras proceden directa y exclusivamente de la Constitución
y están fundadas, consecuentemente, en una norma cuya am-
plitud impide por sí el control judicial. Se trata de cuestiones
políticas que se fundan en la división de poderes y por ende

~9 1 CASSACNE, Juan C., Derecho administrativo, cit., t. I, p. 71.


592 Ciertamente, cada vez que se verifica este fenóm eno de la diversidad
de fuentes aparecen similares dificultades. Lo mismo puede decirse, entre otros
casos, de las facultades reglamentarias del Presidente, donde la Constitución es-
pañola de Cádiz de 1812 fue la fuente del ru·t. 99, inc. 29 (ex 86, inc. 29) generando
con ello la confusión e ntre reglamentos ejecutivos y delegados a la que me he
referido en otras oportunidades (véase B!ANCHJ , Alberto B., Horizontes de la de-
legación legislativa luego de la reforma de la Constitución . "Revista de Derecho
Administrativo", Depalrua, Buenos Aires, 1994, n• 17, ps. 379 a 430).
59~ Una expresión doctrinaria más reciente en busca de una síntesis puede
verse en BARKAZA , Javier l., y SCHAFRJK, Fabiana, Los actos de gobierno y los actos
institucionales, Rev. "Régimen de la Administración Pública", vol. 237, junio de
1998, p. 20.
594 Contml judicial ... , cit., t . I, ps. 510 y siguientes.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
268
. tal es el Tribunal se
f 1 ue se las mvoque como es, pu . . 595
es a sot q ante una auténtica imposibilidad de mtervemr .
encuen ra · d prue-
Las cuestiones políticas indeterminables ?or a~sencla ~ das
ba son aquellas en las que , siendo susceptlbles . e ser eva u_a (y
Tribunal éste carece de la información necesana
~~r l:Sn mecanism~s idóneos para procurársela) requerid~ p~:a
596 Las dudosas se dan cuando la Constltucton
reso1ver e1 caso .
no impone al Presidente o al Congreso una forma expre~~ para
actuar, pero ésta surge de una razonable _interpre~acwn del
texto. No obstante ello, la Corte prefiere no mte;;emr Y o~orga
el beneficio de la duda a los poderes politicos . CuestiOnes
políticas agotadas son aquellas en las que la intervenció~ del
órgano político agota (impide) la posibilidad de intervemr al
Poder Judicial. Ello tendría lugar en el caso del juicio político
del Presidente de la Nación, ya que al intervenir en este proceso
el Presidente de la Corte, ésta quedaría luego con un número
698
par para decidir, lo que obstaculizaría su intervención • Por
último, hay cuestiones políticas verdaderas cuando el Tribunal
no tiene excusa jurfdica alguna para evitar un pronunciamiento
de fondo . Si lo hace es porque, o bien teme el desconocimien-
to de la decisión por parte de los poderes políticos, provocán-
dose así un conflicto de poderes, o por las graves consecuencias
que se derivarían del acatamiento de la decisión 599 •

590 Asi , por ejemplo, cuando el Congreso decreta el e~tado de sitio por "con·
moción interior" (art. 75, inc. 29) ; o bien si el Presidente convoca a sesion es ex-
traordi nari as "cuando un grave interés de orden o de progreso lo requiera" (art.
99, inc. 9"). En este caso - sostiene este a utor- la cuestión pol:ítica se da por au-
sencia de un standard juridico (es decir, independi ente de apreciaciones de opor-
tunidad) para evaluar el acto impugnado y, simul táneamente , por la trascendencia
y repercusión políticas de dicho acto (Control ... , t . 1, p. 513).
0 9 6 Tal, por ejem pl o, el caso de una decisión tomada en m ateria diplomática ,

sobre la base de datos obtenidos por los servicios secretos. E n este caso, también
existe un matiz poütico dado por la necesidad de que un Tribunal Re abst enga
de obstruir la marcha de las relaciones internacionales del Estado, a la par que
se evita mostra1· ante el exterior un frente des unificado entre los diferentes órganos
de una misma n ación (Control ... , t . I, p. 514).
597 Se daria este caso si el Presidente abrogara un tratado in ternacional
sin intervención del Congreso. La Constitución no la exige expresamente, pero
serfa razonable su poner que es necesaria, pues el Congreso ha intervenido en
la celebración del tratado (art. 75, inc. 22); cfr. Control . . . , t . I, p. 515. ·
598 Control . . . , t. 1, ps . 518 y 519.
599 Control . . . , t . I, p . 519.
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 269

e) LA DOCTRINA DE LA JUDICIABILIDAD PLENA: BOFFI BOG·


GERO, BmART CAMPos, GoRDILLO. - La jurisprudencia de la
Corte en materia de cuestiones políticas ha recibido la crítica
de aquellos autores que postulan una judiciabilidad plena y
no retaceada. Desde el Tribunal la hicieron, en su momento,
Luis V. Varela y Luis M. Boffi Boggero. El primero en su di-
sidencia en "Cullen c/Llerena" 600 , aunque luego se retractó 601 ,
y el segundo a través de muchas disidencias registradas es-
pecialmente en materia electoral 602 . Doctrinariamente, su cri-
terio está registrado en un artículo que resume estas disiden-
cias: "Al juez -dice- no pueden repugnarle los conflictos si los
ve, cumpliendo con su deber, a través del prisma normativo.
Para él la cuestión es tan jurídica como cualquier otra. No
debe impresionarse porque el contenido sea político. Ello no
transformará al juez en militante de esa área, como tampoco
el contenido económico de una reivindicación lo ha de erigir
en economista o el de una acción mediante la que se reclame
un derecho artístico lo colocará como escultor o poeta" 60 s.
Germán J. BIDART CAMPOS ha sostenido una tesis similar
desde la década de 1960: "las cuestiones políticas -decia en
su primera obra integral de derecho constitucional- han nacido
como consecuencia de una actitud de abstención por parte de
la judicatura; los tribunales no han querido entrar a conocer
de determinados casos en los cuales un pronunciamiento ad-
verso al gobierno podía ser inconveniente o fatal" 604 • La in-
vocación a la prudencia, un poco farisaicamente utilizada cuan-
do se echa mano de la cuestión política, es nada más que un
expediente cómodo que deja sin resguardos importantes sec-
tores de la constitucionalidad 605 • "No compartimos pues - agre-
gaba- la distinción que nuestra jurisprudencia ha introducido

tiOO Véase su extenso voto disidente en Fallos , 53:435 a 475.


601 Según dice GONZÁLEZ CALDERÓN (Derecho constitucional argentino , cit.,
l. liT, § 1702, p . 578), el autor del primer Código en lo Conte nciOso Adrrumstrat1vo
argentino se retractó años después de su opinión inicial en "Plan de Reformas
a la Constitución de Buenos Aires" (t. 1, p. 109, y p. 321 , nota 2).
602 Véase supra , § 107.
so~ BoF~- , Bor.GEilO, Lui s M., Nuevamente sobre las llamadas "cuestiones po-
líticas", LL , t. 156 , p. 1143 , esp. p. 1150. .
604 BWART CAMPOS, Germá n J ., Derecho constitucional , Ediar, Buenos A1res,
1968, t. l. p . 800.
oo5 Ídem, p. 802.
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
270

en el concepto de causas, dividiéndolas en políticas Y. ju~~i­


ciables; y ello porque el art. 100 (actual 116) de la Co~s~1tuc10n
atribuye a la Corte la competencia de conocer y dectdrr todas
las causas que versen sobre la Constitución. Sus~rae.rle .algu-
nas causas -las denominadas políticas- implica d1smmurr esa
competencia, en contra de la propia Constitución" 606 . Actual-
mente este autor mantiene su clásica crítica. Sostiene que los
jueces solamente pueden abstenerse de actuar "cuando las com-
petencias no están subordinadas por la constitución a deter-
minados requisitos o causas". Cuando la competencia es "de
ejercicio discrecional y prudencial, dentro de un margen muy
amplio de arbitrio para el órgano a quien esas competencias
corresponden (. .. ) el ejercicio de esa competencia no llega a le-
sionar la constitución y, por ende, no alcanza a configurar cuestión
constitucional" 607 . En su opinión, esto tiene lugar con la decla-
ración de guerra, que no se halla subordinada a ningún requi-
sito. En cambio, la intervención federal o la declaración del
estado de sitio sí constituyen causas judiciales, pues la Cons-
titución fija para su procedencia determinados requisitos 608 •
En la doctrina administrativista, Agustín GORDILLO se ha
pronunciado enérgicamente en contra de la teoría francesa del
acto de gobierno y todos sus equivalentes en el derecho com-
parado. Considera que se trata de una noción contraria a los
arts. 18 y 116 de la Constitución y le ha dedicado a esta crítica
todo un capítulo de su Tratado 609 , concluyendo en que "en el
derecho argentino no existen ni teóricamente ni prácticamente
los actos de gobierno: porque todos los actos del Poder Ejecutivo
están sujetos a revisión judicial en virtud de los artículos 18
y 116 de la Constitución y de hecho los tribunales ejercen su
jurisdicción sobre ellos" 610 .

606 Ídem. p. 803 .


607
. Bm~T CAMI'OS, Germá n J. , Tratado elemental de derecho constitucional,
Clt. , t. l-A, § 52, p. 426.
6001
Tambi én EKt.1 EKD.J~N ha postulado una t esis favorable a la judiciabilidad
plena (EKMEKDJIA N, Miguel A., Temas para la reforma de la Con stitución nacional
L L , t. 155, p. 1260, esp . p . 1269 y 1270). '
6 09 Go A
HDI LLO , gustín, Tratado . . ., cit. , 4" ed ., 2000 , t . 2 , cap . VIII .
6 l o TI t d
·a a 0 · : ., t .. 2, cap. VUI, § 24, p . 34. Agrega luego: "Porque todos los
actos del Pod_er EJecutivo están sujetos no sólo a la Constitución sino también
a !a legislac10n, de acuerdo a nuestro sistema constitucional , porque de hecho
ex1sten vanadas leyes que se aplican directa o indirectamente y han sido decla-
LOS ACTOS NO JUSTICIABLES 271

d) EL TEMOR POR LA SACRALIZACIÓN DE LOS JUECES: ÜYHA·


NARTE. - La contracara de los autores arriba citados está en-
carnada por ÜYHANARTE, quien a lo largo de varios trabajos
y sentencias como juez de la Corte dejó en claro sus temores
respecto del gobierno de los jueces. Fuera del trabajo ya citado
más arriba 611 , dijo en otra ocasión que "La tesis de que el de-
siderátum político es que a través de la justiciabilidad sin li-
mitaciones, la decisión final ante problemas como los prein-
dicados sea adoptada por los ministros de la Corte Suprema,
parece ser la consecuencia de una especie de sacralización de
los jueces; algo así como una forma de idealización ingenua
que deja de lado el hecho obvio de que se trata de hombres
de carne y hueso, que tienen las mismas limitaciones, debi-
lidades y apasionamientos que los demás" 612 .

e) RECONOCIMIENTO DE LAS CUESTIONES POLÍTICAS CON AVAN·


CE HACIA LA JUDICIABILIDAD: IIARo. - Una posición interme-
dia dotada de sensible realismo fue expuesta a comienzos de
la década de 1990 por Ricardo HAR0 613 . Su mención me parece
importante, pues los años transcurridos desde entonces le han
ido dando la razón. Si bien reconocía la existencia de las cues-
tiones políticas, propiciaba al mismo tiempo un avance prudente
pero vigoroso de la justiciabilidad. Sostenía además que , más
que de cuestiones políticas, debía hablarse de aspectos políticos
de las atribuciones de los poderes políticos, señalando con ello
que no hay facultades completamente extraídas o excluidas del
control judicial , sino que en todo caso lo están ciertas porciones
de elias 614 • Tal como señalaré en el punto siguiente, la juris-

radas constitucionales; porque los derechos de incidencia colectiva constitucional


abren la j urisdicción sin distinción ni exclusión".
611 Poder político y cambio estructural en la Argentina , p. 77 ; véase supra,
§ 18, c. .
612 ÜYHANARTE, Julio, "Cuestiones no justiciables", en Temas de casación Y
recursos extraordinarios, obra en honor al Dr. Augusto M. Morello, PlaLense, La
Plata, 1982, ps. 143 a 154, esp. p. 153 .
613 RARO Ricardo Las cuestiones p oltticas: ¿prudencia o evasión judicial?,
"Anales del C i~cuenten~rio", Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales
de Córdoba, 1991, ps. 139 a 168.
Gt4 ''Más que hablar de cuestiones políticas -dice- debemos hacerlo de as-
pectos políticos de las atribuciones ejercidas por los poderes políticos . Siempre
quedará un ámbito para el arbitrio politico, ya sea a mvel del P. E. como del
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
272
prudencia de los últimos años nos indica -en _co~:r:cidencia con
esta postura- una lenta pero progresiva amphacwn del campo
de la judiciabilidad.

§ 116. Mi opinión

a) UNA PRIMERA DISTINCIÓN PARA INTERPRETAR LOS ALCAN·


CES DEL ARTÍCULO 116 DE LA CONSTITUCIÓN. - Ya me he re-
ferido en el curso de este trabajo al concepto de "caso judicial",
en sentido amplio 61 5 • Hemos visto que los tribunales actúan
cuando hay un caso judicial (en sentido estricto), planteado
por quien tiene capacidad procesal para ello. P~r? lo cie~to
es que sólo lo hacen si existe además un tercer reqws1to refendo
específicamente a la materia de lo que habrá de decidirse. En
efecto, si bien la mayoría de los actos emanados del Congreso
o de la Administración son judicialmente controlables, no todos
quedan dentro del alcance de la potestad revisora de los tri-
bunales. Ello -según me parece- está claramente establecido
por la Constitución en el art. 116, donde dice que "Corresponde
a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación
el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre
puntos regidos por la Constitución y por las leyes de la Nación".
El término "todas" puede inducirnos a interpretar que no exis-
ten actos excluidos del control 616 . Sin embargo, debemos re-
parar en que el artículo dice "todas las causas", lo que quiere
decir, a mi entender, que la Corte y los tribunales intervendrán
en la medida en que haya causa judicial.
Es aquí en donde cobra relevancia la distinción efectuada
al c?rnienzo del capítulo III entre "caso judicial", en sentido
estncto, y "caso judicial", en sentido amplio, y la pregunta que
aparece es a cuál de los dos está aludiendo la Constitución

P. L., porque la discrecionalidad y la übertad, hacen a su concepción ontológica,


Y P?r ende, a _los aspectos esenciales que hacen a lo político, de la pura di scr ecio-
nahdad, ámb1to en el cual no podrá penetrar el P. J ., porque si lo hiciera estaría
desnaturahzan~o la fu~ción judicial que es secundum legem, a la vez q'ue frus-
trando la func10n prop1amente política que es secundum arbitrium" ; cfr. ps . 167
y 168.
6 15 Véase supra, § 19.
S IG De hecho , como vimos, existen autores que así lo interpretan.
Los ACTOS NO .IIISTICIABLES 273

en el artículo 116 cuando dice "todas las causas". Si lo en-


tendemos en un sentido absolutamente restringido, los jueces
no podrían eximirse de actuar en la medida en que exista una
controversia. Ahora bien, ello nos llevaría a olvidar la exis-
tencia del segundo de los requisitos ya estudiados: la legitima-
ción. Asimismo, si nos quedáramos en este estadio, toda con-
troversia planteada por parte legitimada debería ser justiciable.
Pero sabemos que ello aún no ha sido suficiente para sus-
citar la intervención de un tribunaL Existe un tercer requisito
- sin dudas el más controvertido de todos-, que es el de la na-
turaleza del acto objeto de control. Hay actos que por su natu-
raleza pueden ser controlados y otros que no . En síntesis, hay
causa judicial en el sentido (amplio) del art. 116, cuando están
presentes estos tres requisitos de la justiciabilidad. Y la gran
dificultad aparece cuando tenemos que determinar cuáles son
las cuestiones que por su naturaleza no son susceptibles de
apreciación judiciaL
Dicho de otro modo, en los párrafos que siguen intentaré
determinar si verdaderamente existen cuestiones que por su
propia naturaleza están exentas de control judicial.

b) UNA DISTINCIÓN INEVITABLE Y UNA CLASIFICACIÓN POSI-


BLE. - En la dilucidación de los actos que han estado o están
exentos del control judicial debe considerarse, en primer lugar,
la existencia de un grupo muy heterogéneo de decisiones que
los poderes políticos adoptan en un marco de completa libertad
con relación al control judicial. Éstas comprenden un rango
muy variado y tanto se refieren a cuestiones de la más alta
organización del Estado, de sus relaciones exteriores, o de su
política interna, como a asuntos meramente administrativos
y de neto corte municipaL Su sola, y por cierto muy incompleta
enumeración, nos pone ante la evidencia de la cantidad in-
nominada de asuntos que los tribunales, como regla general,
no pueden controlar. Veamos.
En el marco de la política exterior, pueden computarse
la celebración o no de un tratado; la integración del país en
un mercado común; la creación de una embajada; el recono-
cimiento de un estado extranjero ; la ruptura de relaciones di-
plomáticas con un Estado, la determinación del nivel de en-
deudamiento externo; la declaración o el cese de la guerra.
C ONTROL DE CONSTITUC IONALIDAD
274

En el comercio exterior: favorecer determinadas importa.cio~es


con tal o cual Estado; incentivar ~a e~port~ció~ de deter~~~o':..
productos, etcétera. En la política I~t~nor: ~~:-t:ri~· deter-
vención constituyente; crear o supn~rd ~etar una a~istía;
minar el monto del presupuesto anua ' e . t 'bunales y
crear nuevos sitios en la Corte Suprem~ , crear n .. crear
distribuir su competencia; fijar un nuevo s:Jn~ m~n~t~rc~~l oral
una nueva provincia; establecer un proce .nuen .o JU .
0
escrito· crear universidades o bancos oficiales; mtervemr una
provinci~; declarar el estad~ de siti~ ; ~dultar ; prestar el se.n~~o
acuerdo para una designación; decidir la apertur.a de un JUlClO
político; crear figuras delictivas y fijarles pe~ahdades.. En el
orden de la Administración Pública: fijar los fenados naciOnales;
fijar el horario oficial; establecer el trazado de las rutas Y vías
ferroviarias ; suprimir o fusionar órganos administrativos; de-
clarar a una actividad como servicio público; fijar la fecha de
convocatoria a elecciones; privatizar un servicio público; esta-
blecer un determinado régimen tarifario . En el orden provin-
cial: celebrar un acuerdo regional; determinar las condiciones
para que un municipio sea autónomo. En el orden municipal:
disponer sobre la traza y sentido de circulación de las calles,
el recorrido del transporte público; extender el recorrido de
una línea de subterráneos; organizar la colocación de señales
en la vía pública; elegir el color de los taxis , etcétera.
Como puede verse, no es la importancia del asunto o su
trascendencia institucional lo que excluye el control judicial.
Es la naturaleza del asunto lo que impide a los jueces controlar
las razones que han tenido los poderes políticos para adoptar
determinadas decisiones. Las cuestiones indicadas son políti-
cas por naturaleza en la medida en que la toma de decisión
depende de una apreciación de la realidad -de su conveniencia
Y opo.r tunidad- por parte del Congreso o del Presidente, que
los tnbunales no pueden revisar. Esta imposibilidad puede ser
de derecho o de hecho. En el primer caso la abstención se
funda en la. separ~ción de poderes, ya que de ser ejercido el
control, lo.s JUeces mvadirían una área privativa del Congreso
0
el. Presidente. Son los casos que se ubican en el criterio
clásico de la Corte de los Estados Unidos 617 • Si la imposibilidad
617
Véase supra, § 11 3, a.
Los ACTOS NO JUSTlClABLES 275

fuera de hecho, el tribunal se hallaría ante las cuestiones po-


líticas funcionales que menciona Fritz W. SCHARPF en los Esta-
dos Unidos 618 • Es lo que ocurre en muchos casos con el control
sobre la emergencia económica, al cual me referiré específi-
camente más abajo 619 . Pero sea que la imposibilidad se pro-
duzca por una cuestión de hecho o de derecho, estamos ante
una cuestión política fundada en la naturaleza del acto objeto
de control.
Las cuestiones políticas por naturaleza presentan dos ex-
cepciones. La primera de ellas aparece cuando existen ciertos
aspectos formales de la decisión que pueden ser justiciables
si la Constitución o la ley los establecen. Tomemos, por ejem-
plo, el caso de la convocatoria a la reforma constitucional, que
es de gran utilidad para encontrar las diferentes faceta~; de
este problema . Bien es sabido que la ley 24.309 °20 de convo-
catoria a la Convención no respetó el proceso de formación y
sanción de las leyes, ya que el Senado introdujo reformas al
proyecto emanado de la Cámara de Diputados, y sin que se
produjera el reenvío a esta última, el Poder Ejecutivo promulgó
la ley. Tal era el planteo formulado en el caso "Polino" 621 • Así,
una decisión típicamente política, como la convocatoria a una
convención constituyente, tenía un costado justiciable : el control
sobre el proceso de formación de las leyes, que podía consi-
derarse justiciable bajo lo dispuesto posteriormente en "Nobleza
Piccardo" ~~. No obstante, la cuestión finalmente fue no jus-
6

ticiable por ausencia de legitimación de los actores 62 '1. El in-


dulto ofrece también un buen ejemplo. El Presidente tiene la
facultad exclusiva de indultar (art. 99 , inc. 5Q), pero la Cons-
titución somete su decisión al cumplimiento de ciertos requi-
sitos. Si los mismos se cumplen, la decisión es irrevisable ju-
dicialmente , pero si no se cumplen lo es. Por ejemplo, podría
~:>er justiciable un indulto otorgado a favor de una persona que
fue destituida por juicio político. La amnistía, por el contrario
(art. 75 , inc. 20) , no está sujeta a requisitos específicos, salvo

61R Véase supra , § 113, c.


0 19 Véase infra , § 116, c.
s2o no, 31112/93 .
r.21 "Polino c/Estad o Nacional", Fallos, 317:3 35 (1994).

622 Fallos, 321:3487 (1998). Ver s upra , § 48.


62o Ver supra, § 74, b .
276
CoNTROL oE coNSflTUCIONALIDAD

el del respeto al proceso de formación Y. ,sanción de las le~~s.


Lo mismo puede decirse de la declarac10n de estado de sitiO.
Los jueces no pueden revisar el criterio sobre los alcances de
la conmoción interior valorada por el Congreso para decretarlo ,
pero sí podrían decretar la inconstitucionalidad de un estado de
sitio declarado por el Presidente, invocando conmoción interior,
si el Congreso se encontrara reunido 624 • El acuerdo prestado
por el Senado es un típioo acto discrecional, pero en el caso
de los jueces de la Corte uprema debe contar con la mayoría de
dos tercios de sus miemb - pre entes (art. 75, inc. 4º). Final-
mente, para no abundar en más ejemplos, pues los hay de
sobra, tomemos el caso del juicio político. Nadie puede oponer-
se a la formación y tramitación de un proceso de enjuiciamiento
político. PePo al mismo tiempo se ha reconocido la justicia-
blidad de la decisión en 1 aspectos vinculados con la defensa
en juicio 62 ~.
La segunda excepción que debe ser anotada se presenta
cuando la decisión del Congreso o del Presidente, aun siendo
discrecional , es manifiestamente irrazonable. Así, por ejemplo,
la ley 24.012 impuso el denominado "cupo femenino" en el Có-
digo Electoral Nacional y lo fijó en el 30 %. Evidentemente,
el Congreso no estaba sujeto a ningún requisito específico para
establecer esta alícuota re ervada como piso para las candi-
daturas femeninas, pero que hubiera pasado de haber sido irra-
zonable por alto o por bajo el porcentaje elegido. ¿Podrían los
jueces controlar un cupo fijado en un piso tan bajo como el
5 % o en un techo tan alto como el 85 %? Parecería que sí.
Lo mismo podría decirse de cualquier otra decisión que siendo
política en su esencia puede provocar un caso judicial si el
legislador incurre en un exceso manifiestamente irrazonable.
Pensemos en un acto típicamente discrecional del Congreso,
como es la creación de tipos penales y la fijación de las penas
máxima y mínima que les corresponden 62 7 • Esta actividad, de

6~4 No obstante, en este caso podría acudirse a un decreto de necesidad Y


urgencia , lo que salvaría -al menos formalme nte- la inconstitucionalidad.
625 Ver supra, § 91.
626 Art. 60, ley 19.945, o. por decr. 2135/83 con la modificación de la ley
24.444.
R27 Esto ha sido reconocido por la Corte. En "María Cristina
Pupelis", Fallos, 314:424 19911. el 'Ihbu nal dijo "Que en virtud de la faculta d
que le otorga el art.. f)1 mr- U labora 75, inc. 12) de la Cunsti Lución nacion11l ,
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
276

el del respeto al proceso de formación ~ , sanción de las le~~s .


Lo mismo puede decirse de la dec~ara.c10n de estado de s1t1o.
Los jueces no pueden revisar el cnteno sobre los alcances de
la conmoción interior valorada por el Congreso para decretado,
pero sí podrían decretar la inconstitucionalidad de ~ e~tado. de
sitio declarado por el Presidente, invocando conmoc1ón mtenor,
si el Congreso se encontrara reunido 6 ~ 4 • El acuerdo prestado
por el Senado es un típico acto discrecional, pero en el caso
de los jueces de la Corte Suprema debe contar con la mayoría de
dos tercios de sus miembros presentes (art. 75, inc. 4 2 ). Final-
mente, para no abundar en más ejemplos, pues los hay de
sobra, tomemos el caso del juicio político. Nadie puede oponer-
se a la formación y tramitación de un proceso de enjuiciamiento
político. PeFo al mismo tiempo se ha reconocido la justicia-
blidad de la decisión en los aspectos vinculados con la defensa
en juicio 625 .
La segunda excepción que debe ser anotada se presenta
cuando la decisión del Congreso o del Presidente, aun siendo
discrecional, es manifiestamente irrazonable. Así, por ejemplo,
la ley 24.012 impuso el denominado "cupo femenino" en el Có-
digo Electoral N acional 626 y lo fijó en el 30 %. Evidentemente,
el Congreso no estaba sujeto a ningún requisito específico para
establecer esta alícuota reservada como piso para las candi-
daturas femeninas, pero que hubiera pasado de haber sido irra-
zonable por alto o por bajo el porcentaje elegido. ¿Podrían los
jueces controlar un cupo fijado en un piso tan bajo como el
5 % o en un techo tan alto como el 85 %? Parecería que sí.
Lo mismo podría decirse de cualquier otra decisión que siendo
política en su esencia puede provocar un caso judicial si el
legislador incurre en un exceso manifiestamente irrazonable.
Pensemos en un acto típicamente discrecional del Congreso,
como es la creación de tipos penales y la fijación de las penas
máxima y mínima que les corresponden 627 • Esta actividad, de

&2 • No obstante , en este caso podría acudirse a un decreto de necesidad y


urgencia , lo que salvaría - al menos formalmente- la inconstitucionalidad.
625 Ver s upra, § 91.
626
Art. 60 , ley 19.945, t. o. por decr. 2135/83 con la modificación de la ley
24.444.
2
6 7 Esto ha sido expresamente reconocido por la Corte. En "Maria Cristina
Pupelis", Fallos, 314:424 (1991), el Tribunal elijo "Que en virtud de la facultad
que le otorga el art. 67 inc. ll [ahora 75, inc. 12] de la Constitución naciuual,
LoS ACTOS NO JUSTICIABLES
277

suyo sustraída al conocimiento de los jueces, podría ser jus-


ticiable si para un delito menor se fijara una pena ~u~ elevada,
0
viceversa; si la descripción de la conducta dehctlva ~e.ra
de tal vaguedad que entrara en contradic.ció~ con el reqmslto
constitucional de la tipicidad 628 . Como cnteno general acerca
de esta cuestión la Corte ha dicho, refiriéndose a la garantía de
igualdad, que "... las disposiciones que el legislad~r adopta
para la organización de las instituciones ~u~da.n libradas a
su razonable criterio. De tal manera las d1stmc10nes que es-
tablezca entre supuestos que estime distintos son valederas
en tanto no sean arbitrarias" 629 •
Como vemos, muchos actos de los poderes políticos tienen
-como el dios Jano- dos caras: una no justiciable y otra justi-
ciable. Sin embargo, en numerosos casos -en particular, cuan-
do se trata de la primera de las excepciones anotada- resultan
no justiciables, aun cuando teóricamente podrían serlo. Ello
se debe a la falta de personas procesalmente habilitadas para
plantearlos, lo que depende claramente del criterio del tribunal

resulta propio del Poder Legislativo declarar la criminalidad de los actos , desin·
criminar otros e imponer penas, y asimismo y en su consecuencia aumentar o
disminuir la escala penal en los casos en que lo estime pertinente; de tal suerte
que el único juicio que corresponde emitir a Jos tribunales es el referente a la
constitucionalidad de las leyes, a fln de discernir si media restricción de los prin·
cipios consagrados en la Carta Fundamental; sin inmiscuirse en el examen de
la conveniencia, oportunidad, acierto o eficacia del criterio adoptado por el le-
gislador en el ámbito propio de sus funciones" (consid. 52, p. 440).
A2R "La tipicidad , como exigencia de que el acto se subordine al tipo legal
-decía JJMÉNJ>¿ ut A::;uA-, es patrimonio de Jos regímenes liberales. La separación
de los caracteres del delito defiende la libertad humana de modo eficacísimo .
Por eso seria erróneo hacer, como quisieron los sistemas autoritarios de Alemania
y de ltalia (en ésta tardíamente), un todo indisoluble con todas y cada una de
las características de la infracción, presidido de una parte por la volunta d criminal
y de otra por el resultado lesivo de la comunidad o del pueblo. Ello supone poner
en manos de los jueces la libertad de los ciudadanos, ya que se volatilizan los
pt;ncipios objetivos en la determinación de los actos contrarios a las normas, y
someter a los individuos a una concepción que anula la personalidad en beneficio
de vagos e imprecisos conceptos de comunidad de pueblo y de raza. Es indis·
pensable el mantenimiento de la tipicidad, de la antijuricidad objetiva y de la
culpabilidad, como caracteres funcionales, que si bien forman a la postre el todo
conceptual llamado delito , son capaces de ser distinguidos separadamente, ya
que cada uno posee función propia en la diversidad armónica del conjunto" (JTMENEZ
DE AsúA , Luis, Tratado de derecho penal, Losada, Buenos Aires, 1951, t. III, §
1197 . p . 681).
629 "Bozzano c/Estado Nacional", Fallos, 318:1256, 1260 (1995).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
278
extensión de la legitimación la que , tal como se
acerca de la . h ·d pliando progre-
ha visto en el capítulo antenor, se a 1 o .a m lít ' {un-
recen las cuestwnes po LCas
sivamente. En este c~so apa d 1 "P l'no" oal donde la
· l o~o Tal por eJemplo la e caso o1 ,
~~~: e:st~ba a~te una decisión de naturaleza ~olítica (el ll~­
mado a una convención constituyente), pero SUJeta al cumph-
miento de delerminados requisitos formale s (los que la Cons-
titución impone en el proceso de formación de las leyes), ~ero
que funcionalmente no tuvo un sujeto legitimado que pud1era
configurar el caso.
Al lado de este primer grupo de cuestiones políticas existe
un segundo grupo que tradicionalmente ha estado fuera del
control judicial, no obstante poseer una indudable naturaleza
justiciable . Ellas son, en su mayoría, las decisiones tomadas
en el ámbito de la Administración. Así, por ejemplo, la cali-
ficación de la huelga, el régimen interno de las universidades,
salvo en cuestiones estrictamente técnicas o científicas, el con-
trol sobre ciertas decisiones en materia de empleo público o
sobre el régimen de ascenso de los miembros de las fuerzas
armadas de seguridad, etc. Lo mismo podría decirse del control
sobre las decisiones administrativas del Poder Judicial o las
de la Iglesia Católica. En muchos de estos casos nos encon-
tramos frente a una controversia real , planteada por una per-
sona legitimada , y la decisión no ha sido tomada en un marco
discrecional sino reglamentado, de modo que no existe razón
valedera alguna para que los jueces se abstengan de intervenir.
Son las cuestiones políticas de conveniencia juclicial. En este
segundo grupo también se utiliza a la división de poderes como
limitante de la actividad judicial, aun cuando la intervención
de los jueces no invadiría una zona privativa de otro poder.
El resguardo de la división de poderes en este caso es (al menos
en teoría) prudencial, en el sentido de BICKEL 6 32 . Los tribunales
quieren mantenerse alejados de los poderes políticos como pren-
da de autopreservación y con ella de la clivisión de poderes.

630 Si bien utilizo aquí la misma denominación que Fritz W. ScHARPF en el


derecho norteamericano (véase supra, § 113, e) el fundam ento es diferente , ya
que la falta de funci onalidad aquí está motivada exclusivamente por la ausencia
de legitimación.
G ~ l "Polino c/Estado Nacional", Fallos , 317:335 (1994).
632 Véase supra, § 113. b.
Los ACTOS NO JUSTiCIABLES 279

Dentro de este segundo grupo militaban, en su momento, las


cuestiones electorales 6aa, y el proceso de formación y sanción
de las leyes, hasta que fueron dadas de baja, como reconoci-
miento de su justiciabilidad.
Por último, hay ciertas cuestiones que están retraídas del
control judicial , pues una ley así lo establece. Un caso típico
es el de los conflictos interadministrativos donde, por voluntad
de la ley 19.983, esiá vedada la intervención judicial. Cier-
tamente, no puede negarse que el fundamento de esta dispo-
sición puede hallarse en la división de poderes y en el intento
por no trasladar a la justicia un conmcto interno de la Ad-
ministración sin proyección a los administrados.
Tenemos así que las cuestiones políticas pueden estar crea-
das por la propia Constitución, por el Congreso o por los jueces.
Las primeras, a su vez, poseen dos excepciones cuya extensión
también depende en buena medida de la voluntad de los jueces.
Una primera excepción, fundada en la pos ibilidad de controlar
ciertos aspectos formales de la decisión, está limitada en su
aplicación por la mayor o menor extensión con que los jueces
interpreten la legitimación. La segunda excepción, fundada en
la irrazonahilidad manifiesta de la decisión política, también
depende de un criterio de apreciación judicial subjetiva que
determine el umbral de lo irrazonable .
Se sigue de lo dicho que existen cuestiones que por su
propia naturaleza están exentas de control judicial. Son aque-
llas incluidas en el primer grupo y no sujetas a ninguna de
las excepciones apuntadas. La abstención judicial en este caso

633 Ciertamente no t.odas las cuestiones vinculadas con la materia elect.oral


son justiciables. Algunas de ellas pueden entrar dentro tlel primer grupo antes
rn .. nc:ion ado. Así, por ejemplo, si una nueva ley electoral decidiera cambiar el
sis tema actual (Código Electoral Nacional , ley 19.945, con la~ modificaciones de
las leyes 22.487 , 23510, 24.012, 24.444), que establece la elección de los diputados
mediante el sistema D'Hont con listas cerradas, y se estableciera el sist ema de
CÍl'CWlSClipción uninominal, tal decisión no podría ser justiciable. De hecho, sería
des eable que ocurriera, dada la distor sión del régimen electoral que el sistema
de lista cerrada o bloqueada presenta. Una explicación de nuestro sistema elec-
toral puede verse en JACK.Iscn, Carlota, y F ERRF.IRA R uBIO, Delia M. , "E l sistema
electoral en la Argentina", en Sistemas electorales y sus consecuencias poUticas
(compiladora Carlot a Jackischl, Ciedla-i<tmdación Konrad Adenauer, Buenos Ai-
res, 1997, ps. 135 a 164. Una fuerte crítica al sistema D'Hont, véase en VERA
VILLALosos, Enrique, E l poder de nuestro uoto, Planeta, Buenos Aires, 1994, ps.
104 y sigui entes.
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
280
ano (e inevitable) objeto de que
es legítima, p~es responde al s a exclusiva de los poderes po-
los jueces no mvadan una zon
lítico~~s cuestiones políticas crea~as por l~ v~l':lntad di~c~oc!~~
nal de los jueces no tienen por nura un prmclplO"tan ?r o , .
mente constitucional, y revelan la presencia del móvll yohtlco
de las cuestiones políticas". Sin embargo, no me atrevena a for-
mular una condena absoluta de ellas, en la medida en que
el criterio prudencial utilizado sea auténtico y pueda compro-
barse que existe una honesta intención de preservar - al menos
por omisión- la división de poderes en un momento en_ que
una decisión adversa pudiera resultar nefasta para la ¡nde-
pendencia futura del Tribunal. .
Ello me permite afirmar que tanto en las cuestiones po-
líticas creadas por la Constitución como en las creadas por
los jueces está presente la separación de poderes, bien que
con propósitos diferentes. Mientras en las primeras se intenta
preservar la autonomía de los poderes políticos, en las segundas
el objetivo es preservar la del Poder Judicial 634 •

C) UN CASO SINGliLA.R: LA EMERGENCIA ECONÓMICA COMO CUES-


TIÓN POLÍTICA ENCUBIERTA. - Examinaré ahora un caso sin-
gular: el de la emergencia económica. La cuestión en nuestro
país tiene importancia en la medida en que la Argentina tiene
una larga trayectoria en este terreno, y además las dos últimas
décadas han transcurrido bajo el signo de aquélla 6~ 5 • Normal-
mente, y salvo lo decidido en el caso "Rodríguez", vinculado
con la privatización de los aeropuertos en 1997 636 , donde la
Corte manifestó que el control del decreto 842197 debía hacerlo

6 3 4 Se comprueba así que el Poder Judicial tanto puede intentar afirmar

su independencia por vía de acción ejerciendo el control de constitucionalidad


como puede intentar preservarla por omisión, invocando una cuestión política.
6 3 5 De hecho, en el momento de escribir estas lineas est.án vigentes las leyes

25.344 (80, 2111 1100) y 25.453 <BO, 3117/01). Acerca de la primera, véase CANOSA,
Armando N., Las reforn;as al régimen de juicios contra el Estado y la ley de
emer~encia económica , Abaco, _Buenos Aires, 2001; CRIVELLI, Julio C., La emer-
gencw. económtca permanente, Abaco, Buenos Aires, 2001. En torno a la segunda :
B IANCHJ, Alberto B., De la responsabilidad del Estado en la época de Rozas: la
ley 25.453, Adla, boletín n• 20, agosto de 2001 , p. 122.
636 H e a na li zado este caso supra , § 59, con motivo del control sobre los de-
cretos de necesidad y urgencia .
Los Acros NO JUSTICIABLES 281

el Congreso según el mecanismo previsto en el art. 99, inc.


3Q, el Tribunal, formalmente hablando, no ha evadido el control
sobre las medidas de emergencia dictadas en el campo eco-
nómico. Así, los fallos producidos con motivo de la impugnación
de tales decisiones parecen enfrentar seriamente el análisis de
ellas, lo que permite suponer en un análisis inicial, que no
constituyen una cuestión política. A diferencia del estado de
sitio político, que sí ha sido considerado una cuestión no jus-
ticiable 637, el estado de sitio económico 638 nunca fue dado de alta
en tal categoría. Por ello, si nos detenemos en la lectura de las
sentencias más típicas de esta serie jurisprudencia!, tales como
"Ercolano c/Lanteri de Renshaw" 639 , "Avico c/De la Pesa" 640 , "ln-
chauspe c/Junta Nacional de Carnes" 641 , "Russo c/Delle Donne" 64' ,
"Cine Callao" 643 , "Fernández Orquín c/Ripoll" 64 \ y "Peralta c/Es-
tado Nacional" 646 , inspiradas directa o indirectamente en los
fallos de la Corte norteamericana, fundadores de la tolerancia
hacia la intervención estatal en materia económica 646 , veremos
que en ninguno de ellos la Corte ha renunciado a ejercer el
control con invocación de la doctrina de las cuestiones políticas.
Sin embargo, no pueden pasar inadvertidos dos fenómenos
que se repiten sistemáticamente en todos estos casos. En pri-
mer lugar, la Corte ha sido muy tolerante de todas las medidas
de emergencia adoptadas en las últimas ocho décadas 647 , y en

637 Véase infra, § 91, a.


638 Las medidas de restricción de la propiedad indiyjdual han sido por mo-
mentos tan fuertes que he aludido al estado de sitio económico ( BrANCHr , Alberto
B., El estado de sitio económico, "Reyjsta del Colegio de Abogados de Buenos
Aires", t . 50, mayo de 1990, ps. 13 a 44).
639 Fallos , 136:161 (1922).
640 Fallos , 172:21 (1934).
641 Fallos, 199:483 (1944).
642 Fallos, 243;467 (1959).
643 Fallos, 247 :121 (1960).
644 Fallos , 264:416 ( 1966).
645 Fallos. 313:1513 (1990).
6 41; "Munn v. lllinois", 94 U.S. 113 (1877); "Noble State Bank v. Haskell",
219 U.S. 104 (1911); "Block v. Hirsh", 256 U.S. 135 (1921); "Home Building and
Loan Association v. Blaisdell", 290 U.S. 398 (1934); "Nebbia v. People of State
of New York"; 291 U.S. 502 (1934) y "West Coast Hotel v. Parrish", 300 U .S.
379 (1937).
647 Sería injusto sostener que la Corte ha tolerado todas las leyes o decretos
de necesidad y urgencia dictados , ya que existen algunos casos aislados en los
que tales disposiciones normativas han sido declaradas inconstitucionales, pero
ciertamente la tendencia general ha sido favorable a su constitucionalidad. Como
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
282
particular de las que han afectado las relaciones pa~ri~oniales
entre particulares, o entre éstos y el Estado, restnng¡.e.ndo el
derecho de propiedad individual. En segundo lugar, en runguno
de estos fallos se advierte un análisis profundo de la razona-
bilidad de las medidas. Por el contrario, la Corte ha aceptado
dogmáticamente la existencia de la emergencia, tal ~o.mo fue
presentada en cada opor~~nidad P?,r los pod.e.res poh,~l~Os.
Así, por ejemplo, en Ercolano , se alud10 a las Clrcuns-
tancias muy especiales en que por la dedicación de la propiedad
privada a objetos de intenso interés público y por las condi-
ciones en que ella es explotada, justifican y hacen necesario
la intervención del Estado en los precios, en protección de in-
tereses vitales de la comunidad" 648 , y se agregó luego que "No
es de resorte del poder judicial decidir del acierto de los otros
poderes públicos en la elección del medio empleado para con-
jurar esa situación crítica, ni de las consecuencias de orden
económico que puedan derivar de la aplicación de la ley. Le
incumbe únicamente pronunciarse acerca de los poderes consti-
tucionales del Congreso para establecer la restricción al derecho
de usar y disponer de la propiedad que encierra la ley im-
pugnada , teniendo para ello en cuenta la naturaleza, las causas
determinantes y la extensión de la medida restrictiva" 649 • En
"Avico" se invoca: "La coincidencia en el sentir de los grandes
poderes de Estado Legislativo y Ejecutivo, y los hechos recor-
dados, además de muchos otros que pueden invocarse llevan
al convencimiento de que había en realidad un estado d~ emer-
gencia producido por fenómenos económicos, tan grave 0 más
que el q.ue puede cre.arse por un contraste de la naturaleza,
Y que h1en p~do dec1rse que ese estado tiene los caracteres
del cas~ fortuito , capaz por su propio imperio, en principio,
de mod1fi?ar la~ relaciones contractuales creadas al abrigo d
la normalidad" 6oo N d . . e
· o menos ogmatlca fue la sentencia recafda

excepción en lo~ últimos tiempos señalo "v·d Cl b D .


de Cinematografía" Fallos 318·ll54 1 ' e.o u reams cllnstltuto Nacional
nal", Fallos 322: 1726 (l9 9'9 ¡ y. "R' ( .995dl; 'Ven-occht c!Poder Ejecutivo Nacio-
1
( 2 000), que •fueron anali zados, supraIS O§ ta e 0 campo c/R · " F tl
59 OJ!I S • a .os, 323:1934
648 Fallos, 136:172. ' ·
49
" Fallos . 136:177 .
650 Fallos , 17'2:77 y 78. y sigue diciend 1 f 11 ...
0
es tan hondo y ha cambiado lan b . e a 0 · Ese desastre económico
ruscamente el valor de la propiedad y de todos
283
Los ACTOS NO JUSTICIABLES

1 agremiación obligatoria
en ".Inchauspe": "en el presente caso, una a imnosición arbitraria
de los gana deros
no aparece como
.
~"'
o el medio de salvaguar ar
d
o caprichosa del legis~~édorlo~;e c~:os los habitantes del pais
sus interese~ ynatcal.monall nafectados por la crisis de la ganadería
y la econom1a • . d ' s'ble
) En nombre de un remoto interés pnva o. ~o sena ~o 1
~e~~ar los ojos ante el interés público y el pos1t1vo de nullar~s
de ganaderos empeñados en la defensa de la ley tachada e
651
inconstitucionalidad" · " • • , •
En "Cine Callao" la Corte admite que El anáhs1s del mento
0 eficacia de los medios arbitrados para alcanzar los fines pro-
puestos, la cuestión de saber si debieron elegirse los de la l~y
14.~~6 u otros procedimientos, son ajenos a la competencia
de esta Corte, a la que sólo incumbe pronunciarse acerca de
la razonabilidad de los medios elegidos por el Congreso, es de-
cir, que sólo debe examinar si son o no proporcionados a los fmes
que el legislador se propuso conseguir y, en consecuencia, deci-
dir si es o no admisible la consiguiente restricción de los de-
rechos individuales afectados. Pues, como se afirmó en Fallos ,
171:348 y se recordó en Fallos , 199:482, el tribunal nunca ha
entendido que pueda sustituir su criterio de conveniencia o
eficacia económica o social al del Congreso de la N ación, para
pronunciarse sobre la validez constitucional de las leyes , sea
de las que regulan trabajos, comercios o industrias con fines
de policía, sea de las que establecen impuestos o tasas" 662 •
Iguales deficiencias presenta "Peralta", en particular cuan-
do la Corte se ocupa del control de razonabilidad con la su-

los productos de la agricultura y ganadería, y consiguientemente el precio del


arrendamiento de los campos y casas, que si el Congreso no se hubiera resuelto
a establecer la moratoria y especialmente la rebaja del interés de los préstamos
hipotecarios, los acreedores hipotecarios que percibieron durante año~ su capital
en una moneda extraordinariamente valorizada dentro del país , por la emergencia,
adquirirían en realidad un valor de compra muy superior al que dieron en préstamo
(. .. ) En consecuencia podemo• afirmar que la gravedad y extensión de la crisis
económica justifican ampliamente la ley impugnada; que todas sus disposiciones
se proponen salvaguardar en lo posible un fin legítimo, como es el interés público
comprometido en esta grave emergencia y que los medios empleados, la moratoria
para el pago del capital por tres años, y del pago de los intereses por seis meses
vencidos, así como el seis por ciento en la tasa del interés, son justos y razonables,
como r~glamentación o regulación de los derechos contractuales".
ASJ Fallos , 199:'183 (cunsid. 9 º ).
6~~ Fallos, 247:131-132.
284 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

perficialidad con que tradicionalmente ha sido ~bordado~ - El


53

esquema empleado por la sentencia es muy sencrllo: el Tnbunal


parte de la noción clásica sobre razonabilidad establecida por
él en numerosos precedentes, según la cual las leyes son ra-
zonables cuando guardan una debida proporción entre los fmes
que persiguen y los medios instrumentados a tal fin sM, criterio
que cuenta con el aval de los tribunales inferiores 655 y de la
doctrina s;;s , y dice que los medios arbitrados por el decr. 36/90
para sofocar la emergencia no son irrazonables. "Sustancial-
mente -dice la Corte- aquel decreto ordenó que las imposicio-
nes que excediesen de determinada cantidad fuesen abonadas
con los títulos de la deuda pública denominada bonos externos
serie 1989" 65 7 , lo que representa tan sólo "una fuerte repro-
gramación de vencimientos, mas no necesariamente una quita
como podría suponerse en un primer como no menos superficial
análisis de la cuestión" 6fi8 •
De lo dicho se sigue que la emergencia económica, si bien
formalmente considerada, no ha sido una cuestión política, la
Corte Suprema -de hecho- nunca ha penetrado ni analizado
en profundidad sus verdaderas causas, ni la razonabilidad entre
ellas y las me<lidas adoptadas. En realidad, ha h echo un acto
de fe ante lo decidido por el poder político y ha optado en
general por convalidarlo. Es difícil determinar si la ausencia
de control se origina en una imposibilidad real y auténtica
(cuestión política constitucional o natural) o en una decisión
típicamente política, pero en cu alquier caso se ha comportado
como si estuviera ante un supuesto excluido del control. En

6 5 3 Véase supra , § 90, a, donde me r efiero al control de razonabilidad de


las medidas dictadas bajo el estado de sitio.
654 Sei'ialo a simple título de ejemplo el caso "Juan Roberto Azar" , Fallos,
299:428 (1 977), donde en el consid. 52 se enumeran gran cantidad de preceden-
tes en este mismo sentido. Véase también "Rozzano c/Estado Nacional", Faltos,
318:1256, 1259 (1995).
655 CNCont. Adm. Fed., Sala IV, "Marcer cl'l'ribunal de Disciplina d el
CPACF", 1317/00, causa n2 45.693.
656 Entre otros, véase: LlNARF.S Q uiNTANA, Segundo V., Tratado de i nterpr·~ ­
taci6n constitucional , Abeledo-Perrot, Buenos Aires , 1998, cap. XXI; P AD!LI.A, Mi-
guel M., Lecciones sobre derechos humanos y garanUas , 2• ed., Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1993, t. ll, p. 108.
657 Fallos, 313 :1553, consid. 51.
668 Fallos, 3la:l553 , consid. 52.
Los ACTOS NO JUSTICIABLES 285

consecuencia, puede decirse que la emergencia económica es


en la práctica una cuestión política encubierta.

d) SÍNTESIS. UNA DOCTRINA QUE SE REPLIEGA. - De lo


dicho hasta aquí encuentro que hay cinco clases de cuestiones
políticas: a) cuestiones natural o constitucionalmente políticas;
b) cuestiones funcionalmente políticas; e) cuestiones que el Con-
greso dice que son políticas; d) cuestiones que los jueces dicen
que son políticas, y e) cuestiones políticas encubiertas.
Fuera de ello y como conclusión final del capítulo, creo que
vale la pena seiíalar tres cuestiones . En primer lugar, la abs-
tención de los tribunales a resolver casos políticamente com-
prometidos, cuidando con ello su propia integridad, es un hecho
histórico verificable en regímenes políticos tan diferentes como
el de los Estados Unidos y Francia. Ello indica que no es tal
o cual sisLema el que las produce, sino que están en la na-
turaleza de las relaciones entre la judicatura y los otros poderes .
En segundo lugar, también se observa qu e al lado de este
aspecto académicamente criticable, las cuestiones políticas tie-
nen un fundamento constitucionalmente aceptable. Es preciso
admitir la existencia de actos o decisiones de los poderes po-
líticos que por su naturaleza misma no son justiciables. No
constituyen una causa judicial en los términos del artículo 116.
En tercer lugar, me atrevo a sostener -aun cuando en este
terreno no pueden afirmarse tendencias definitivas- que la ex-
periencia de los últimos treinta anos indica un repliegue o re-
troceso de las cuestiones políticas. Este fenómeno , que en la
Argentina tiene hitos jurisprudenciales muy concretos, se ob-
serva también en Europa continental, donde España ha aban-
donado la noción del acto de gobierno y Francia lo mantiene,
pero con limitaciones . Entre nosotros , desde la justiciabilidad
de las cuestiones electorales hasta el caso "Fayt" también se
ha producido un avance sensible en igual sentido. En el camino
se han revisado decisiones emanadas de juicios políticos, se
ha controlado el proceso de formación y sanción de las leyes
y el veto parcial del Presidente. Al mismo tie~po.' el ensan-
chamiento de la base de la legitimación ha contnbmdo a llevar
ante los tribunales causas que otrora quedaban sin revisión
judicial alguna. Todo ello marca -enhorabuena- una tendencia
hacia una mayor justiciabilidad.
CAPITULO VI

TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL


Y SU PERSPECTIVA HISTÓRICA

Sólo existen dos grandes corrientes en la hi~toria de


la humanidad: la vileza, que crea los conservadores
.Y la envidia, que produce los revolu cionarios (JULEH
DE GoNCOURT, Joumal).

A) LA CORTE SUPREMA Y SUS PODERES

§ 117. Planteo. Desarrollo


de este capítulo

Al comenzar este libro dije que el control de constitucio-


nalidad constituye la columna vertebral del mundo de la Cons-
titución y si bien es la Corte Suprema, con su autoridad en la
materia, la que lo afirma, lo cierto es que hasta el presente
sólo me he detenido en el análisis procesal de estos problemas,
pero nada he probado todavía en relación con tal afirmación y
el énfasis puesto en ella. Tal es la finalidad del presente capítu-
lo, donde intentaré hacerlo describiendo las tendencias jurí-
dico-políticas del control y su influencia en el proceso de cambio
de un modelo constitucional a otro en un marco histórico.
Aun cuando esto sea una perogrullada, me atrevo a re-
cordar que el control constitucional no es un acto jurídicamente
puro - si los hay- y por ello, creo, cualquier estudio sobre la
materia resultaría incompleto, si se circunscribiera solamente
a verificar los aspectos formales de la cuestión, desatendiendo
aquellos que hacen al rumbo sustancial de la jurisprudencia.
Los jueces y en particular la Corte como poder del Estado go-
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
288
biernan y el gobierno de los jueces -en el buen sentido ~el
términ~- está profundamente influido por las tendenciaS
que tiene el control. Tales tendencias respond~n a numero-
sos factores morales, políticos, económicos y soc.Iales, que ha-
cen del control un fenómeno complejo, insusceptlble de. ser en-
chalecado en un reduccionismo meramente procesal, SI lo .que
se pretende es abarcar su verdadera esencia. ~or ello tle.ne
sus límites estudiar un fallo despojado de las crrcunstanc1as
históricas de su época, de quiénes fueron los ju~ces que lo
suscribieron, de cuáles eran sus creencias, de qUiénes lnflu-
yeron en su nombramiento, de lo que la sociedad o los poderes
políticos les reclamaban en el momento de dictarse la senten-
cia, y de cuáles eran los compromisos y limitaciones que cada
uno de ellos poseía al poner su firma en el pronunciamiento.
"Las profecías acerca de lo que los tribunales harán de hecho
y nada más pretencioso, es lo que yo entiendo por derecho"
-sostenía HOLMES 1 , quien estaba convencido además de que la
vida del derecho no ha sido lógica, sino experiencia 2- . Podemos
estar de acuerdo con HOLMES, o podemos desechar sus afir-
maciones, por exudar un anglosajonismo ajeno a las abstrac-
ciones a las que nos tiene acostumbrados el inefable raciona-
lismo jurídico. Pero lo que no debemos es desconocer que el
derecho es un fenómeno social, y como tal es complejo. No
está preparado para la estrechez filosófica de la Teoría

1 H OLMES, Oliver W., The Path o{ Law, "Harvard Law Review", vol. 10, p.
457 , reproducido en Collected Legal Papers , Harcourt, Brace and Howe, New York,
1920, ps. 167 a 202, esp. p. 173.
. 2 Decfa HOLMES: "The life of the law has not been logic: it has been expe·

~en~e: The felt necessities of the time, the prevalent moral and political theories,
mtmbo~s of public pohcy, avowed or unconscious , even the prejudices which judges
share wlt~ the1r fellowmen, have had a good deal more to do than the syllogism
m detern:unmg the rules by which men s hould be governed. The law embodics
the story of a nations development through many centuries , and it cannot be
dealt with as if it contained only the axioms and corollaries of a book of mat·
hematics. ln order to know what it is, we must know what it h as been, and
what it te~ds to become. We must alternately consult history and existing theories
of leg¡slabon. But the most difficult labor will be to understand the combination
o~ the ~wo into new products at every stage. The substance of the law at any
¡pven tune pretty nearly corresponds, so far as it goes, with what is then un ·
derstood to be convenient; but its form and machinery, and the degree to which
it ~s able to work out desired results, depend very much upon its past" (HOLMES,
Ohver W., The Common Law, edited by Mark DeWolfe Howe, Little, Brown and
Co., Boston, 1963, p. 5).
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL
289

pura 3 ni para la limitación intelectual de los primeros comen-


tarist~s del Code Napoleon 4 . No es éste un estudio de filosofía
del derecho ni menos aún soy un experto en ese terreno, de
modo que n~ me aventuraré a penetrar en sus com~lejos mea~­
dros . Sólo intento advertir al lector acerca de la 1mportanc1a
-no excluyente- de la historia jurisprudencia} en el desarrollo
de los procesos constitucionales, como medjo de estar alerta
sobre lo que puede ocurrir y obrar en consecuencia.
Con tal motivo voy a recorrer aquí tres pasos. En primer
lugar, voy a describir el rol institucional de la Corte Suprema,
ya que se trata del Tribunal que en mayor medida ejerce el
control constitucional y lo emplea como medio de producir, o
bien acompañar los cambios. Como segundo paso, describiré
las herramientas que la Corte utiliza como vehículo procesal
de su tarea, ya que ello permitirá tener una idea apr·oximada de
la libertad de maniobra (discrecionalidad) que posee. En tercer
término haré un recorrido histórico del constitucionalismo
- proporcional a las dimensiones que esta obra me permite-
con el objeto de brindar al lector un marco general a los
cambios que en su curso ha generado el control de consti-
tucionalidad según las tendencias políticas, jurídicas y eco-
nómicas de cada época, cambios que por otro lado fueron
en general acompañados por la Corte Suprema. Creo que
esta trilogía de cuestiones permite conocer el perfil institu-
cional del Tribunal que produce el control constitucional, las
herramientas de que se vale para ello y el curso histórico
en el cual se han aplicado.

" K ELSEN 4uería "liberar a la ciencia jurídica de todos los elementos que
le son extraños" (Teor[a pura . . . , cit., p. 15), pero con ello olvidaba que el der e-
cho no es el fruto de una abstracción y qu e no puede ser aplicado por igu al a
todos los pueblos o comunidades con desprecio o indiferencia por su historia y
su cultura.
4 Según decía Demolombc: "mi divisa , mi profesión de fe , es ta mbi én ¡los
textos antes que nada! Publico un curso de Códi go de Napoleón; mi objeto es,
por tanto, interpretar·, explicar el Código de Napoleón mismo. considerado corno
ley viva, como ley a plicable y obligatoria; y mi s preferencias por el método dog-
mático no me impedirán el tomar por fundamento siempre los artículos mismos
de la ley" . Más decisivas son tod avía las palabras atribuidas a Bugnet: "No co-
nozco el derecho civil, no enseño más que el Código de Napoleón" (ci tados por
GENY, Francisco, Método de interpretación y fuent es en derecho pri uado positiuo ,
Reus, Madrid, 1925, p. 27).
290 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

§ 118. Función institucional


de la Corte Suprema

a) PLANTEO. - Nadie puede cuestionar a esta altura que


el rol de la Corte Suprema constituye un universo mucho más
vasto que el que ofrece su función como tribunal de justicia,
observada desde la estrechez de las normas procesales. Aso-
marse tan sólo al comportamiento de la Corte implica tomar
contacto inmediatamente con una realidad polifacética que por
su t r ascendencia merece una meditación detenida. No en vano
ha dicho Paul FREUND que entender a la Corte es un asunto
que obliga a los abogados a convertirse en filósofos 5 • Veamos
ent onces cuáles son las múltiples caras que conforman el papel
inst itucional del Tribunal.
Para comenzar el análisis del enclave institucional que la
Constitución y la dinámica de la vida política han configurado
para la Corte Suprema, tengamos en cuenta que así como en
los Estados Unidos se ha dicho que la historia de ese país
ha sido escrita no sólo en los salones del Congreso, en las
oficinas del Poder Ejecutivo y en los campos de batalla, sino
también en gran medida en los despachos de la Corte 6 , entre
nosotros Vicente Gallo, con igual convicción, afirmaba que mu-
chas de las páginas de nuestra historia encuentran su verda-
dero sentido en los fallos del Tribunal \ dando razón con ello
a lo que había anticipado Bartolomé Mitre casi ochenta años
ant es , al despedir los restos de Francisco de las Carreras 8 •
Obviament e, no es esta la ocasión para evocar siquiera su-

5
F I{EU ND, Paul A., On Understanding the S upreme Court , Greenwood Press,
Connecticut, 1977 , p. 7.
6 W ARR EN , Charles , Th e Supreme Court in United S ta tes History , Little
Brown & Co., Bo•ton, 1926, vol. l. , p. l.
7
Prólogo a la obra de Pf; nEz, Felipe S. , Tratado sobre la jurisprudencia de
la Corte Suprema , Ideas, Buenos Aires, 1941.
8
"Pero era necesario - decfa Mitr e- complementar esa Constitución; era ne-
cesario consolidar a la par del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo que son
siempre las primeras manifes taciones de la vitalidad política, el supremo Poder
Judicial que imper a sobre las pasiones, que corrige sus extravíos, que garante
la paz de los pueblos y de los ciudadanos y qu e gobierna a todos en nombre
de la razón con la fu erza invencibl e de la ley" (citado por VANUl:Sl:Sl , Teor(a Cons-
titucional , t. ll, p. 142, n • 2).
TENDF.NClAS JURÍDICO-POLíTICAS DEL CONTROL 291

mariamente la historia del Tribunal, pero tengamos presente


al menos - a modo de muy evidentes ejemplos- que así como en
los Estados Unidos un fallo encendió la Guerra CiviP, otro fue
causa de la renuncia de un presidente 10 , y un tercero permitió
diri.rrllr una elección presidencial virtualmente empatada 11 • Asi-
mismo, decisiones de nuestra Corte como convalidar lo actuado
por el presidente Mitre como gobernante de facto "con el de-
recho de la revolución triunfante y asentida por los pueblos" 1 ~;
aprobar la destitución de presidentes de iure por gobiernos mi-
litares '3 o tomar juramento al presidente Guido 14 han incidi-
do fuertemente en el rumbo de los acontecimientos políticos
del país.
Una segunda cuestión a tener en cuenta es que el rol que
desempeña la Corte Suprema dentro del contexto institucional
del país no siempre es debidamente entendido en su integridad .
Así, eR frecuente cr·eer -con marcada equivocación- que la tarea
de la Corte está lejos del ciudadano y que éste sólo se verá
alcanzado eventualmente por una de sus decisiones si es parte
litigante en un proceso que ha llegado hasta sus estrados. Con
ello se olvida que las sentencias de la Corte, por su trascen-
dencia institucional, importan y alcanzan -directa o indirec-
tamente- a todos pues, en realidad, no se trata de decisiones
cuyo valor intrínseco esté concentrado en el tecnicismo legal
empleado sino en las políticas que fijan.

9 Mo refiero al célebre caso "Dred Scott v. Sandford", 60 U.S. (19 Howard)


393 (1856) . Véanse los hechos del caso infra , nota 310.
10 "United Sl.at.es v. Nixon", -118 U.S. 683 (1974). Cuando un juez de di strito
le ordena a l presidente Nixon que entregue las cintas grabadas en el edificio
Wa~e rga te , aquél apela la decisión, pero dice además que no entregará las cintas.
Se le reclama a la Corte Suprema entonces que intervenga pcr , a/tum (certiorari
beforeju.dgemen.t) y al hacer lugar provoca la renuncia de Nixon. Un relato de este
caso efectuad o por un o de sus protagonistas puede verse en: Cox, Archibald, The
Role of thc Supreme Court in American. Govemment, Oxford University Press, 1976.
1l "Bush v. GorP.", 121 S.Ct. 525 (2000).
12 "Ra ldom ero Martínez c/Otcro", Fallos , 2:141 (1865).
1
~ Acordadas del 10 de septiembre de 1930, Fallos , 158:290, y del 7 de junio
de 1943, Fallos , 196:5.
14 Derrocado el presidente Frondizi en marzo de 1962, la Corte hizo una

aplicación de la ley de acefalía 252 a un caso no específicamente previsto en


ella -precisamtlnte, el derrocamiento del Presidente por w1 golpe militar- y tomó
juramento al senador José María Guido como Presidente de la Nación, salvando
así parte de la legalidad constitucional quebrad a.
292 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Esto es tan cierto como que uno de los más influyentes


constitucionalistas norteamericanos de la actualidad, Laurence
H. TRIBE, ha dedicado una obra entera a demostrar cómo im-
pacta en la sociedad estadounidense la designación de los jueces
de la Corte. Desde la primera hoja de su libro, dice TRIBE
que aquellos que han sido elegidos para ocupar la Corte Su-
prema de los Estados Unidos hacen algo más que fljar su rumbo
como institución: ejercen un poderoso, no siempre advertido
y rara vez comprendido impacto en cada aspecto de la vida
de los norteamericanos. Más adelante, con igual convicción,
expresa que la elección de los jueces de la Corte afecta la vida
de los habitantes de los Estados Unidos no solamente cuando el
Tribunal es considerado en su totalidad, sino también cuando
está en juego la cobertura de una o dos vacantes u;.
Si bien las reflexiones del profesor de Harvard no están
dirigidas a la Argentina, no es menos cierto que muchas de
~nas son inmediatamente aplicables en nuestro medio. Si fuera
necesario reforzar esta afirmación con algún ejemplo cercano
en el tiempo, me permito traer a la memoria de los lectores
el caso "YPF c/Corrientes" 16, donde la Corte, al fijar como apli-
cable en el proceso una determinada tasa de interés -pasiva-
para el pago de obligaciones en mora, en la práctica convirtió
en regla general su aplicación y motivó con ello sendos plenarios
de la Cámara Civil' 7 y de la Cámara Comercial 18 .

b) PoDER DEL ESTADO. - Lo primero que debernos tener


en claro, cuando nos aproximamos al estudio de la Corte, es
que se trata de un poder del Estado. Sobre este tema es poco
lo que puedo agregar a lo que ya se ha escrito en forma abun-
dante 19 , pero creo que reconocerlo constituye un punto de par-

15 'l'ntsF., Laure nce H., God Saue This Honorable Court-How the Choice o{
Supreme Court Justiccs Shapes Our History , Random House, New York, 1985,
ps. 3 y 31.
l G Fallos , 315:158 (1992).
17
La Cámara Nacional de Apt!laciones en lo Civil adopló e l critel'io d e la
tasa pasiva en "Vázquez c/Bilbao", 2/8/93, LL, t. 1993-E, p . 126.
18
La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial adoptó la tasa activa
en "La Ra zón S.A. s/quicbra", 27/10/94, LL , t . 1994-E, p. 413.
IU Véase por ejemplo: V ANOS:SI, Jorge R., Teoría constitucional, cit .. t. 11, p . 95;
lltDAHT CAMPOS, Germán J., La Corte Suprema. El tribwwl de garantías consti-
lUC!Onales, Allende & Brea, Buenos Aires, 1982, p. 16; CAVAGNA MAilTIN;;z, Mariano;
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 293

tida indispensable para entender que la Corte a través de sus


fallos no sólo decide en el sentido judicial del término, sino
que además gobierna, entendiéndose por ello la fijación de po-
líticas que emanan de la interpretación, aplicación o invali-
dación de los múltiples actos de gobierno (leyes, reglamentos,
etc.) que le son sometidos a su escrutinio constitucional.
Es así como la doctrina, tanto en la Argentina como en
los gstados Unidos, ha reconocido -no sin alguna antigua disi-
dencia 20- a la Corle Suprema como una institución política .
Germán J. BIDAR'l' CAMPos 21 sostenía hace ya tres décadas que
la Corte "al compartir el gobierno comparte la política" y tanto
Alberto A. 8POTA 22 como Jorge VANOSSI 23 , entre otros, admiten
sin ambages la naturaleza esencialmente política de la justicia
federal. Paralela y concordantemente, Lawrence BAUM, en los
Estados Unidos, dice que pretender que los tribunales sean
apolítit:os o no políticos es un contrasentido; como parte del
gobierno, sostiene, los tribunales son instituciones políticas por
definición 14 • Y no podría ser de otro modo, ya que tanto el
nombramiento como la remoción de sus jueces es efectuado
por órganos políticos.

BlELSA, Rafael A., y GKA!'lA, E . R. , El poder judicial de la Nación, u.na propuesta


de reconversión, La Ley, Buenos Aires, 1994. También en México la doctrina ha
expresado una opinión similru· sobre la Suprema Corte de ese país. Véase CAllRILI.O
ft.OR F.f;, Antonio, La justicia federal y la admin ist ración pública, 2~ ed ., Porrúa,
México, 1973, p. 229.
20 Rafael R!El..SA, por ejemplo, negaba a la Corte su carácter político. Los
que hablan del carácter político del alto tribunal - decía- no pueden explicar ju-
rídicamente en qu é consiste ese carácter, y cómo se revela o se manü'iesta él en
las decisiones de la Corte Suprema; y menos podrían explicar de qué principio
constitucional surge tan extraña competencia. Se trata sin duda de frases im-
p,·esionantes , pero sin mucho sentido ni certeza ( BI F.l~A. Rafael, La proter:ción
constituciona.l y el recurso extraordinario. Jurisdicción de la Corte Suprema, 2•
ed., Depalma, Buenos Aires, 1958, p. 44).
21 BmART CAMPOs, Germán J. , El derecho constitucional del poder, Ediar,
Buenos Aires, 1967, t. Il, p. 222.
22 A juicio del querido maestro, "el recw·so extraordinario es un recurso
de esencia política, presentado y proveído jurídicamente. Pero la esencia del re·
curso, su finalidad o telos, esto es su objetivo, es típicamente político" (SPUTA,
Alberto A., La Corte Suprema de Justicia de la Nación como parte d el poder
pnlítico del E stado , LL, t. 1990-B, p. 979, esp. p. 983).
23 Teoría constitucional, cit., t. Il, p. 84.
24 B AuM , Lawrence, The Supreme Court, 4" ed., Congressional Quarterly,
Washington, 1992, p. 2.
294 COJ\' TROL UE CONSTITUCIONALIDAD

Tal como ella misma se ha definido , la Corte es cabeza


de poder y órgano supremo de la organización judiciaF 5 • Esta
función , por otra parte, emana directamente de la letra de la
Constitución, que en su art. 108 establece que "El poder judicial
de la Nación será ejercido por una Corte Suprema de Justicia
y por los demás tribunales inferiores que el Congreso esta-
bleciere en el territorio de la Nación". La Corte es entonces
un poder del Estado en el mismo y lato sentido en que lo
son el Ejecutivo y el Legislativo, y posee desde el punto de
vista formal la misma jerarquía que los restant es, tal como lo
ha ratificado el tribunal en diversos pronuncíamientos 26 • Asi-
mismo, dentro de esta misma línea ha dicho en el caso "Fisco
Nacional c/Manuel Ocampo", que "[la Corte] representa en la
esfera de su s atribuciones la soberanía nacional" 27 •

e) JEFATURA DE LA JusTICIA FEDERAL. - N o hay dudas


-en segundo lugar- de que la Corte ejerce la jefatura de la
Justicia Federal y en tal carácter ha dicho, por ejemplo, que
no incumbe aisladamente a cada uno de los Tribunales la repre-
sentación pública, expresa o tácita del Poder Judicial para la
defensa de s u independencia frente a las intromisiones de otro
poder. La unidad y el orden indispensables del Poder Judicial,
así como la significación jerárquica de la Corte Suprema, ex-
cluyen dicha representación particular cuando se invocan in-
tr~rrri siones que afectan a la Constitución del poder judicial
e Importan un atentado a su independencia 28 •
En concordancia con esta doctrina, la Corte ha admitido
qu.e le a~ i ste n facultades implícitas para preservar la autonomía
e 1ntegndad de lu~:; lribunales de la N ación, frente a posibles

6
" Entre otros muchos casos , véa se: "Alfredo Mas i" Fallos 256·114
116 <1 963 ), "Horac10 J. Venini" Fallos 286 ·17 ( 1973) · "D
' · ' R · ' en p.
Fi ll 0 306 7' ' • · , om1ngo . Aramayo"
a ~~ " : 2, en P· 73 0984) y .:'F élix Dufourq", Fallos, 306:174, en p. 176 (1984):
Fallos, 2~~~~ ~~~1umdeguy ' Fallos, 137:47 (19 22); "Vázquez c'Casabianca",
7
~ Fallos , 12: 134 (18 72), en p . 155 .
8
" Fallos . 241:23 (1958) El hl .
Justicia manifestó a la Cá m~ra J~~io~~~a dse ~us¡• w porque el Sub~e~retario de
rreccional de la Ca p,·t al . b e pe ac10nes en lo Cnmmal y Co-
. · · que 1os rm em r os de la · .
diC!ones de jubil arse debían pres entar 8 . mtRma que estuVIeran en con -
expresión debía se r con tes Lada ant ~ s ~nunc¡ as . La Cor te entendi ó que dicha
Cámara. e e Inlstel'JO por ella Y no por la propia
TENDENCIAS JURIDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 295

avances de otros poderes ~9 , teniendo asimismo las facultades


necesarias para salvaguardar la función judicial de la Nación,
ejercida en el ámbito específico de su competencia 30 ; reiteró
asimismo en otra oportunidad que tiene, en su condición de
órgano supremo y cabeza del Poder Judicial, las atribuciones
necesarias para salvaguardar la investidura do los jueces de
la N ación en el ejercicio de sus funciones y en la medida que
lo requiera el resguardo de su garantía constitucional frente
a la acción de los otros poderes del gobierno a\ todo ello en
mérito a su deber de velar por el ordenado y normal desen-
volvimiento de la administración de justicia 32 •

d) SiNrESIS DE LA RAMA JUDICIAL DE GOBIERNO. - Si bien


lo que podríamos llamar la rama judicial de gobierno o, si se
quiere, la función judicial de gobierno, está dividida en nuestro
país -como en todo estado federal- en la justicia federal y la
justicia local, tampoco cabe duda de que la síntesis final de
esa función le cabe a la Corte Suprema.
En efecto, esa es una de las competencias que expresamente
delegaron las provincias en la N ación cuando sancionaron la
Constitución y crearon los órganos del gobierno federal, uno de
los cuales es, naturalmente, la Corte. Es así que si bien el res-
peto a las autonomías locales exige que la Corte no intervenga
en asuntos propios del derecho local de las provincias, sí, en
cambio, le cabe intervención por vía de apelación extraordinaria
en todos aquellos asuntos fallados por tribunales de provin-
cia en los que se encuentre presente alguna cuestión federal.
No en vano la Corte también ha dicho, en el ya citado
caso "Fisco Nacional c!Manuel Ocampo", que ella es el "tribunal
en último resorte para todos los asuntos contenciosos en que
se le ha dado jurisdicción como pertenecientes al Poder Judicial
de la Nación" 3~ .

"Y "Jorge Díaz García", Fallos, 259:11 (1964); "Felipe D. Li zondo", Fallos,
263 :15 (1965).
ao "Alfredo Masi", Fallos , 256:114 (1963 ).
3 1 "Horacio J. Venini", Falloo , 286:17 (197::!).
~ ~ "César Enrique Romero", Fallos , 286:235 (1973)· "Aldo L. Montesano Re-
bón", Fallos , 288:342 (1974); "Ana Pérez de Smith", Pc;llos , 300:1282 (1978) .
33
Fallos , 12:134 (1872), en p. 155, doctrina repetida en casos más recientes
~omo "Bodegas Y Viñedos Amadeo Marañón cll.N.V.", Fallos, 297: 381 (1977) y
Bneba, Rodolfo J . s/amparo", Fallos, 306:2070 (1984).
296 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Por ello en la Corte se da una característica de la que


car ecen los restantes poderes: ella puede modificar lo que los
tribunales locales hayan decidido, si es contrario a la Cons-
titución actividad que no puede ser desplegada por los otros
poderes' en sus respectivas esferas, ya que una ley nacional
no podría derogar una provincial ni tampoco podría el Poder
Ejecutivo Nacional derogar un acto de un gobernador de pro-
vincia. De tal suerte, la Corte produce con su control de cons-
titucionalidad ejercido sobre los fallos de tribunales inferiores
lo que puede considerarse como síntesis de la función judicial
de gobierno.
Es indudable que se trata de una función singular dentro
del si stema federal que a la vez es propia de éste, pues alguien
debe hacer valer en última instancia la supremacía que es-
tablece el art. 31. Por ello hace muchos años GONZÁLE Z CAL-
DERóN, en un artículo periodístico 3 \ dijo que al declarar la in-
constitucionalidad de una ley locaP 5 la Corte ejercía una suerte
de "intervención judicial". Aun cuando la expresión empleada
no sea del todo feliz , ya que poco tiene que ver con la inter-
vención política del artículo 6º -y tal vez por ello haya generado
una airada crítica de BIF.LSA 36- lo cierto es que pone de ma-
nifiesto la síntesis a la que aludo en este párrafo .
Finalmente es válido señalar también un rasgo -si se quie-
r e, de orden procesal- que hace también a esta síntesis. La
Corte es el tribunal que resuelve los conflictos de competencia
suscitados entre aquellos que carecen de un superior común,
de acuerdo con lo previsto en el inc. 7º del art. 24 del decr.
ley 1285/58. Naturalmente que esta función es completamente
ajena a su cometido institucional y a esta altura debería te-
ner o~ra vía procesal de solución, en la medida en que recarga
al Tribunal de tareas menores y alarga substancialmente los
pr ocesos.

34
GONZÁLEZ CALDF.llÓN, Ju an A. , La interuenciónjndicial d e la Corte S uprema
en las frouin cias , diario "La Prensa", 4 de octubre de 1927 (cit. por BtELSA, L a
protecczón constitncional . . . , p. 133 ).
35
Se trataba del caso "Viñu ales c/Pcia . de J uj uy", Fallos , 14 9:187 (1 9 27),
e~ ~o_nde se declaró la inconstitucionalidad de una norm a de esa provincia, que
aJ ulcJo d e la Co•·te, so color de una emisión de bonos de tesorer ía hab ía a utorizado
en realidad la emisión de papel moneda. '
3B La protección constitucional ... , cit., p. 133.
TENDENCIAS JUR1DICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 297

e) INTÉRPRETE FINAL DE LA CONSTITUCIÓN. - Desde 1864,


cuando resolvió el célebre caso "Benjamín Calvete" 37 , la Corte
no ha dejado de sostener su misión constitucional de interpretar
la Constitución en forma final y definitiva. Este rol, que se
atribuyó la Corte de los Estados Unidos en "Marbury v. Ma-
dison" 'J8, y que ha sido ratificado por ese tribunaP9 y por el
nuestro 40 en numerosos fallos posteriores, fue utilizado además
en aquel país como arma eficaz para imponer la fuerza de lo
decidido en un caso controvertido, cuando las autoridades loca-
les se negaban a reconocer la autoridad de la Corte 41 .
Este rol de la Corte es además uno de los más caracte-
rísticos de todos, y es el que le ha permitido cumplir dos tareas:
en primer lugar ha dado, lenta y paulatinamente, forma y con-
tenido a las cláusulas constitucionales que requerían integra-
ción. Todos sabemos que una Constitución recién sancionada
es poco más que un simple papel cargado de expresiones de
deseos y buenas intenciones; con su interpretación, la Corte
Suprema ha ido convirtiendo en realidad ese programa de go-
bierno inicial. En segundo lugar, como intérprete definitivo de
la Constitución, la Corte se ha convertido en el principal la-
boratorio de derecho constitucional que posee el país. Ha dicho
VANOSSI -y adhiero firmemente a su postura- que la colección
de Fallos es el más grande monumento del derecho constitu-
cional argentino, pues los fallos de la Corte son el derecho
viviente de nuestro país 42 •

n "Benjamín Calvete", Fallos, 1:310. 348 (1864).


SS 5 U .S. (1 Cranch) 137 ( 1803). Allí dijo además la Corte que la tarea de
los Lribunales consiste en decir qué es la ley.
39 Así lo hizo -entre otros- en "Baker v. Carr", 369 U.S. 186 (1962), a través
del voto del .Tu.stice Brennan, y en "Powell v. McCormack", :195 U.S. 486 (1969),
con el voto del Chief Justice Warren .
40 "Adhemar R. Moreno", Fallos , 246:237-247 (1960).
41 Cuando la Corte resolvió el famo so problema de la segr egación racial
en las escuelas públicas en "Brown v. Board of F::ducation", 347 U.S. 483 (1954)
-completado por medio de un segundo fallo , 349 U.S. 294 (1955)- las auLoridades
de Arkansas se negaron a reconocer la vigencia del fall o sob re ellas, argumentando
que no habían sido parte en dicho caso. Esta negalivu produjo el caso "Coopcr
v. Aaron", 358 U.S. 1 (1958), donde fue necesario que la Corte invocara "Marbury v.
Madi son", precedente que la e1ige en quien "dice lo que la ley es" para obligar
a los poderes locales a respetar el fallo (véase GUNTHER, Gerald , Con.slitutional
Law , 12" ed., New York, The Foundation Prcss, 1991 , p. 26).
42 Teor(a constitucional, cit., t . Il, p. 97 .
298 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

f) TRmUNAL DE GARANTÍAS CONSTITUCIONALES. - La Cor-


te ha dicho en reiteradísimas ocasiones que ella es el supremo
custodio de las garantías constitucionales y en ese carácter
tiene el deber inexcusable de asegurar que todo individuo pueda
hacer uso del derecho de apelar ante ella por recurso extraor-
dinario cuando estime conculcados los derechos que la Cons-
titución le reconoce 43 .
Esta es una de las funciones más visibles y fáciles de de-
tectar de la Corte, al lado de otras aquí enumeradas sobre
las que puede existir alguna duda. Constituye una derivación
directa del control constitucional que ejerce, y si bien -como
en el caso del control- no es el único tribunal que tiene la
misión de garantizar el ejercicio de los derechos y garantías
que la Constitución reconoce a los individuos, ya que en re-
alidad ello es del resorte de todos los jueces de la Nación, su
jerarquía como primer y más alto tribunal de la Nación le
confiere a sus pronunciamientos en la materia un significado
especial. Sus fallos en general, y particularmente en materia
de derechos constitucionales, tienen fuerza paradigmática y es
común que, luego de fijada una doctrina por la Corte Suprema,
sea luego seguida por los restantes órganos judiciales del país.
Es razonable sostener así que una doctrina sobre derechos cons-
titucionales no posee carta plena de ciudadanía en el país hasta
que no es reconocida por un fallo de la Corte.
La misión de garantizar la efectiva vigencia de los derechos
constitucionales se ha hecho patente en numerosas ocasiones
cuyo análisis, siquiera sumario, excedería las proporciones y
objetivos de este trabajo. Pero aun así, y en tren de citar casos
por todos conocidos, vale la pena recordar que incluso en su-
puestos de grave crisis institucional y de compromiso para la
efectividad de las garantías constitucionales como han sido los
gobiernos de facto, la Corte ha hecho especial hincapié en el
respeto de los derechos individuales. Así, por ejemplo, dijo en
la Acordada del 10 de septiembre de 1930 que " . . . si norma-
lizada la situación en el desenvolvimiento de la acción del go-
bierno de facto , los funcionarios que lo integran desconocieran
las garantías individuales o las de la propiedad u otras de
las aseguradas por la Constitución, la administración de justicia

43
"Roberto C . Rodríguez", Fallos, 279:40-47 (1971); "Ana M . Pérez de Smith",
Fallos , 297 :338, 340 (1977).
TE NDENCIAS JURÍDICO-POIJTICAS DEL CONTROL 299

encargada de hacer cumplir ésta las restablecerla en las mismas


condiciones y con el mismo alcance que lo habría hecho con
el Poder Ejecutivo de derecho" 44 • Tampoco puede olvidarse que
bajo el gobierno militar de 1976-1983 y ante el acuciante pro-
blema de los detenidos-desaparecidos por causas políticas, la
Corte recurrió a sus poderes implícitos para "encarecerle [al
Poder Ejecutivo] intensifique por medio de los organismos que
correspondan, la investigación sobre el paradero y la situación
de las personas cuya desaparición se denuncia judicialmente
y que no se encuentran registradas como deteni das" 46 .

g) CREACIÓN DEL DERECHO. - Decir que los jueces crean


derecho hubiera sido en nuestro país hace algunas décadas
una cuestión objeto de controversia, pues hemos vivido suma-
mente influidos por la concepción judicial heredada de MoN-
TESQUIEU, para quien el juez era nada más que un ser inanimado
que pronunciaba las palabras de la ley 46 .
Sin embargo, esta opinión -que acusaba la impronta re-
cibida de aquellos comentaristas del Código de Napoleón, que ,
como Bugnet, decían que no enseñaban el derecho civil sino
solamente aquel Código• 7- está hoy superada. A nadie puede
caberle duda alguna de que los jueces, dentro del ámbito en
el que les toca actuar, crean derecho. Está cabalmente demos-
trado hoy que no solamente crean derecho los jueces del com-
mon law bajo la regla del stare decisis, sino también los jueces
de los sistemas de derecho escrito o civil la w, que, en lugar de
estar obligados por sus propios precedentes, lo están por las
normas legales.
Este fenómeno , que es propio de cualquier tribunal, adquie-
re una mayor intensidad cuando analizamos el comportamie.nto
de la Corte Suprema. La Corte Suprema crea derecho e ms-
tituciones y la prueba más acabada de ello - entre muchas-
es la incorporación de la acción de amparo en el sistema fede~al
en 1957 48 • Con ello la Corte se anticipó diez años a la leg-¡s-
lación y casi cuarenta a la Constitución. Tampoco puede ocul-

44 Fallos. 158:290 (1930), en p. 291.


•s "Ana M. Pérez de Smith", Fallos , 297 :341.
46 MoNTESQU IEU, El esplritu rl.e las leyes, Libro XI, Cap. VI.
47 Cfr. Gt:NY, Francisco, ob . cit.en nota 4, p . 27.
48 "Ángel Siri", Fallos, 239:459 (1957).
300 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

tarse que instituciones típicamente constitucionales como el es-


tado de sitio o la intervención federal, que jamás fueron re-
guladas por una ley del Congreso, han estado regidas ente-
ramente por el derecho que crea la Corte Suprema. Y así,
por ejemplo, en materia de interpretación de las facultades
presidenciales en torno al art. 23, la Corte ha entendido tanto
que el Poder Ejecutivo podía fijar el lugar de destino de quien
optaba por salir del país 49 como que no podía 50 • O bien, en
otro terreno, ha dicho tanto que el indulto puede ser otorgado
a favor de procesados 5 1 como que no puede serlo "2 • Todos estos
ejemplos muestran una clara creación de normas jurídicas por
vía judicial.
Por último, y para no seguir abundando innecesariamen-
te, reparemos en lo siguiente: la Corte Suprema fue autori-
zada en 1990 - por ley 23.774 63 - a rechazar en forma discre-
cional los recursos extraordinarios. Esta modalidad procesal,
introducida formalmente en el texto del artículo 280 del Có-
digo de Procedimientos y que se asegura al llamado writ of
certiorari instituido definitivamente en los Estados Unidos en
1925M, venía siendo aplicada de hecho por la Corte desde tiem-
po atrás, tal como intenté demostrarlo en su momento en un
trabajo doctrinario 55 . Pues bien, ahora que existe, la Corte ade-
más de aplicarla para el rechazo del recurso extraordinario
(cerliorari negativo), lo emplea también para su admisión (cer-
tiorari positivo) 56 •

4 9 "Marcelo T. de Alvear" , Fallos , 167::n4 (1933).


so "Rodríguez Araya" , Fallos, 200:253 (1944).
5 1 "J osé Ibáñez", Palios , 136:244 (1922).
5 2 "Simón Luengo", Fallos, 6:227 (1868) e "Hipólito Irigoyen", Fallos , 165:199
(1932).
53 BO, 16/4/90; Adla, t. 1990-B, p. 1256.
M Sobre este tema véase: BIANCHI, Alberto B. , Jurisdicción y procedimiento
en la Corte Suprema de los Estados Unidos , Ábaco, Buenos Air~s , 1994, ps. 117
a 122.
55 BIANCHl, Alberto B. , El writ of certiorari en nuestra Corte Suprema (La
"cuestión federal suficiente" como concepto jurídico indeterminado) , ED, t. 125,
p . 857.
56 Acerca de esta modalidad de empleo del artículo 280, me remito a BIAN-
CHJ, Alberto B ., y LEGARRE , Santiago, El certiorari en acción (Hacia un control
de constitucionalidad basado e11 la trascendencia) , LL, t. 1993-C, p . 841. Allí di-
jimos: "A pesar de que la norma (art. 280) no prevé lo que podría llamarse un
'certiorari positivo', diversos fallos han ensayado una interpretación también mu-
TENDENCIAS JURíDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 301

h) PODER CONSTITUYENTE. - Una cuestión aparentemen-


te más ardua es si la Corte tiene poder constituyente. Formal-
mente no lo tiene, es obvio, pues la Constitución se lo atribuye
a un órgano especial de gobierno: la convención reformadora.
Sin embargo, todos sabemos que, de hecho, la Corte también

tativa -mucho más, podría decirse, que la estudiada en el punto anterior- que
se ha desarrollado en dos direcciones. Por un lado, se ha entendido que el artículo
280 sirve como sustento normativo para que la Corte pueda prescindir de obs-
táculos formales -v. gr.: falta de interposición oportuna de la cuestión federal-
que le impedirían la consideración de un recurso en el que se plantean cuestiones
trascendl,ntes. Así, en el voto en disidencia de los jueces Petracchi y Moliné O'
Connor en "Ek.mekcljian c/Sofovich", Causa E.64.XXIII, del 7 de julio de 1992,
se dijo que el art. 280 ' no debe ser entendido como un medio que sólo consienta
la desestimación de los recursos que no superen sus estándares. Si , como ha
quenado asontado, aquél couslituyc una herramienta de selección dirigida a que
la Corte posea un marco adjetivo que le haga posible un acabado y concentrado
desarrollo t.le su papel institucional, deberá reconocerse, al unísono, que esa dis-
posición también habilita a considerar admisibles las apelaciones que entrañen
claramente cuestiones de trascendencia, no obstante la inobservancia de deter-
minados recaudos formales, a efectos de que el rito de los procedimientos no se
vue lva un elemento frustratorio de la eficiencia con que dicho rol debe desen-
volverse'. Por otra parte, se afrrmó - con cita de un sinnúmero de precedentes
de la Corte- que esta interpretación era adecuada a la consolidada tradición ju-
risprudencia! tendiente a no impedir el esclarecimiento de n'! levantes temas cons-
titucionales por los eventuales óbices procesales que puedan obstaculizarlos. En el
caso, se obvió la falta de fundamentación autónoma del recurso de queja. En
segundo Jugar, existe otro matiz interpretativo en torno del art. 280. Que también
significa una aplicación positiva de él -no para rechazar cuestiones, sino para
r esolverlas-, aunque en un sentido muy diverso del primero. El mismo matiz
señalado aparece en los consids. 22 y 39 del fallo recaído en autos 'López, Antonio
M. c/Explotación Pesquera de la Patagonia S.A.' (L.44.XXN. 'López, Antonio M.
c/Explotació n Pesquera de IR Patagonia S.A. slaccidente-aeción civil', del 10 de
junio de 1992) suscripto por los jueces Lcvene (h.), Cavagna Martínez, Barra,
Fayt y Boggiano, los que transcribimos: 22 ) Que el recurso extraordinario es for-
malmente procedente toda vez que remite a la interprP.tl'lc.i6n de la ley 23.928
y su reglamentación. Las normas de la ley citada, en tanto establecen el valor
de la moneda y vedan -a partir del 12 de abri l de 1991- el cómp11to de la ac-
tualización monetaria, tienen indudable carácter federal, desde que han sido dic-
tadas por el Congreso en uso de atribuciones previstas en el art. 67, inc. 10 de
la Constitución nacional (. .. ) 32 ) Que la determinación de la tasa reviste signi-
ficativa trascendencia para el desarrollo del crédito y la seguridad jurídica y co-
ITespondc, en consecuencia que esta Corte resuelva el fondo del asunto en uso
de la facultad que le confiere el art. 16 de la ley 48, a fin de poner un necesario
quietus en la evolución de las encontradas tendencias jurisprudenciales que cons-
piran contra la requt!rida certeza del tráfico en la materia (art. 280, Cód. Proce-
sal)". La tendencia hacia el certiorari positivo fue confrrmada eu el caso "Serra
c/MCRA", LL, t. 1995-A, p. 397 , con comentario del autor, ¿1iene funrlurnentos
constitucionales el a,~?otamiento de la instancia administrativa?
302 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

ejerce el poder constituyente. Existe una célebre y muy repe-


tida frase de Charles Evans Hughes 57 -que reproduce un con-
cepto de Jefferson antes mencionado 58- según la cual "Vivimos
bajo una Constitución pero la Constitución es lo que los jueces
dicen que es"M. Por su agudeza ha servido de epígrafe para
libros norteamericanos 60 y argentinos 61 y pone de manifiesto
algo real: en muchas ocasiones la Corte, al fijar el alcance y
sentido de las cláusulas constitucionales, se comporta de hecho
como una convención constituyente. Esto ha generado -como
bien es sabido- la dura reacción de los doctrinarios franceses,
que en las primeras décadas del siglo xx criticaban el enorme
poder de la judicatura federal norteamericana -que se resistía
a aplicar la nueva legislación social- bajo lo que se denominó
el "gobierno de los jueces" 62 •
La Constitución, como norma base del ordenamiento
jurídico-político, posee cláusulas abiertas con fórmulas muy ge-
nerales que requieren inevitablemente la interpretación cons-
titucional. Pero ocurre muchas veces que interpretar la Consti-
tución es hacerle decir lo que la Corte quiere que diga. En
ello hay mucho de ideológico y hasta de emocional, tal como
lo ha reconocido William O'Douglas 63 • Tal vez algunos de los
sensores principales para detectar hasta qué punto la Corte,
al interpretar la Constitución, la crea, sean el derecho de pro-
piedad y la igualdad ante la ley.
La propiedad en sentido constitucional, tutelada pór el ar-
tículo 17 bajo el solemne rótulo de "inviolable", es un "derecho

57 Véanse sus referencias personales infra, nota 458.


os Véase su pra § 17, a.
SY Se admite generalmente que fue dicho por Hughes en un discurso en
Palmira, New York, siendo gobernador de ese estado (citado por PuSEY, Merlo
J .. Charles Euans Hugh es, Macmillan, New York, 1951 , p. 204).
&o En los Estados Unidos puede verse en BATES, Ernest S., The Story of
the Suprerne Court, Bobbs-Merrill, lndianapolis , 1936.
61 En la Argentina ha despertado el interés de LJNARF.S QUINTANA, Segundo

V., La Constitución interpretada , Depalma, Buenos Aires, 1960.


6 2 Véase: LAMBEHT, Edouard, Le gouuernernent des juges et la lutte contre
la legislation sociale aux États-Unis , Maree! Giard, Paris , 1921.
63 William Orville Douglas fue juez de la Corte norteamericana entre 1939
y 1975. En s u libro The Court Year·s 1939-1975, publicado en 1980 (el afio de
su muerte), rccu.,rda que Hughes una vez le había dicho que en el nivel cons-
titucional lo emocionn 1 constituye el 90 por ciento de cualquier decisión, mientras
que el 10 por ciento restante está destinado a justificar esa predilección. Douglas
cuenta que finalmente estuvo de acuerdo en ello (p. 8). ·
TF.NDENCIAS JURfDICO-POLlTICAS DEL CONTROL 303

fuelle" que se estira y acorta hasta los límites más insospe-


c~ados por. vo.luntad de los jueces. Todos sabemos que la pro-
piedad es mv10lable; ahora bien, a qué clase de inviolabilidad
se refiere la Corte en cada caso constituye un misterio: ¿se
trata de la que tuvo en mente el Tribunal en "Hileret c/Ro-
dríguez"6\ cuando declaró la inconstitucionalidad de una ley
que imponía un gravamen mínimo a los excedentes de la pro-
ducción de caña de azúcar; la que definió en ampHos términos
en "Bourdié c/Municipalidad de la Capital" 65 , o la que surge
de la larga serie jurisprudencia! integrada por los fallos sobre
emergencia económica?
Con igual énfasis, el artículo 16 establece que "Todos sus
habitantes [los de la Nación Argentina] son iguales ante La
ley" . Sin embargo, un breve repaso de la jurisprudencia de
la Corte en torno al art. 16 nos enseña -con toda lógica- que
sólo puede haber igualdad entre iguales, lo que conduce ne-
cesariamente a determinar quiénes y en qué caso están en
condiciones de igualdad.
Para empezar, la Corte ha elaborado una fórmula genérica
sobre la igualdad en estos términos: "La garantía de la igualdad
no impone una rígida igualdad, ni impide que el legislador
contemple en forma diversa situaciones que considera diferen-
tes, en tanto no establezca distinciones irrazonables e inspi-
radas en fines de ilegítima persecución o indebido privilegio
de personas o de grupos de personas" üü.
Este criterio general le ha permitido a la Corte respaldar
la constitucionalidad de numerosas desigualdades cuya reco-
pilación ha efectuado Miguel M. PADILLA "7, la que sigo a con-
tinuación y que es sumamente útil para verificar cómo también
"la igualdad es lo que la Corte dice que es".
1) La existencia de regímenes jubilatorios diferenciales 68 .

ij4 Fallos, 98:20 (1903).


65 Fallos, 145:307 (1925).
66 Fallos , 216:41 (1950); 218:595 (1950) ; 221:728 (1951); 246:70 (1960);
257 :127 (1963): 258:315 (1964); 261:205 (1965); 263:460 (1965); 267:123 y 247
(1!:)67); 285:155 (1973); 286:166 y 187 (1973); 288:224 (1974) ; 293:26 (1975);
295:455 (1976); 304:390 (1982); 305:823 (1983); 306:1844 (1984); 307:582 y 1121
(1985); 315:135, 222 y 839 (1992) y muchos otros.
67 PAniLLA, Miguel M., Lecciones sobre derechos humanos y garantías, 29
ed. , Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993, ps. 192 a 195.
SR Fallos , :.!94:83 (1976), caso "Camarotta": "La garantía de la igualdad no
resulta lesionada por la existencia de regfmenes diferentes en las distintas Cajas
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
304
.
2) La exigencia de requ isitos ét1cos para el acceso a la
función pública 69 · •
3) La existencia de categorías distinta~ de. ~ontn~uyent_es,
aun fundadas en razones de conveniencia, JUS~tcia social. Y b~en
común, ajenas a la simple medida de la capacidad contnbutlva
de los afectados 70 . • , d
4) El otorgamiento del beneficio de la excarcelac10n o 71e
la condena condicional para ciertos delitos y no para otros· •
5) La existencia de fallos contradictorios, has~a de _un ~s­
mo tribunal, con relación a una misma o parec1da s1tuac1ón
jurídica 72 . •
6) La diferencia entre regímenes legales sucesivos sobre
una misma materia 73 •
7) El establecimiento de un régimen de despido más fa-
74
vorable para determinadas actividades •

de Pr.,visión. Lo atinente a la uniformidad o divers idad de sistemas en esa ma-


teria cons~i~uye una cuestión de política legislativa cuya desve~taJa o _ac1~1't? es
ajena al examen judicial, en tanto no se demuestre la eJOstencta de dtscnmma-
ciones por motivos de hostilidad o injusto privilegio".
G9 Fallos, 278:287 (1970), caso "Fernández de Palacios": "El requisito de la
idoneidad para la admi•ibilidad en los empleos públicos es susceptible de ser
reglamentado. En tal sentido, no puede reputarse discriminación odiosa o arbi-
traria que el Estado exija de sus servidores que no profesen ideologías contrarias
a los principios básicos de la Constitución nacional" (en p. 288).
70 Fallos, 210:500 (1948), caso "Banco Hio de la Plata S.A.": "El art. 16 de
la Constitución nacional no impide que la legislación contemple de manera di s ~inta
situaciones que estime diferentes, con tal que el criterio de distinción no sea
arbitrario, no responda a un propósito de ho st ilida d a personas o grupos de per-
sonas determi nadas o importe indebido favor o privilegio personal o de grupo.
El crit..rio de distinción en ma~e¡-ia impositiva no debe, impr~scindiblemente, re-
ferirse a consideraciones económicas, siendo válidas las categorías fundadas en
razones de conveniencia y justicia social y de bien común. ajenas a la simple
medida de la capacidad contributiva de los contribuyentes" (en p. 501).
71 Fallos , 264:301 (1966), caso "Romano y otros": "No es objetable, con fun-
damenLo en el p6ncipio d., la igualda d, que las condenas en ma~eria de contra-
bando no sean susceptibles de ejemción condicional. Ello obedece a la peligrosidad
del delito y la gravedad de los daños que ocasiona" (p. 302).

72
fi'allu~. 301:917 (1979), caso "Carrera": "No cabe alegar violación de la
1gualdad con fundamento en que la sentencia apelada no se ajusta a la doctrina
establectda en otras, aunque emanen del mismo tribunal" (p. 918).
73
. _ Fallo.<, 304:390 (1982), caso "Aráoz": "La difereuda existente entre la
s1tuac1ones anterwres y posteriores a la sanción de un nuevo régimen legal, no
configuran agraVIos a la garantía de la igualdad, porque de lo eont~ario toda
mod1ficac16n legislativa importaría desconocerla". ·
74
. Fallos, 289:197 (1974), caso "Val de Anido": "El establecimiento de un
rég7men de indemnización por el despido arbitrario para determinada categoría
TENDENCIAS JURÍDICO-POL!TICAS DEL CONTROL 305

8) La presunción legal de pobreza establecida en una ley


provincial en favor del trabajador 75 •
9) La imposición a los empleadores, por la ley provincial,
de una contribución con destino al establecimiento de servicios
de salud pública sin gravar a los demás sectores sociales 76 •
1 0) La discriminación practicada por una ley entre los deu-
dores a un organismo previsional demandados judicialmente,
y a los que se les aplica la actualización del crédito, y los
deudores no demandados 77 •
11) La distinción entre los procedimientos empleados para
la determinación y ajuste de los haberes previsionales, según
que el beneficiario hubiese o no desempeñado tareas compren-
didas en convenciones colectivas de trabajo 78 •
Otro ejemplo concreto del poder constituyente de la Corte,
referido en este caso a los límites de sus atribuciones, lo en-
contramos nada menos que en materia de competencia origina-
ria. Bien es sabido que la competencia originaria del Tribunal,
cuyo "rango constitucional" aquél se ha encargado de subrayar
en numerosas ocasiones 79 como legado del célebre "Marbury

de trllhajadorcs -en el caso, los bancarios- superior al n~t;¡imen común de los


empleados de comercio, no es descalificable, por si, con base constitucional".
75 Fallos , 290:322 (1974), caso "Lt!desma": "Tal presunción legal relativa de
pobreza no se halla en colisión con las disposiciones de la ley nacional 14.443,
que disponen proporciones embargables de los sueldos y salarios (ru-t. 6°)" (p. 325).
76 Fallos, 273:241 (1969), caso "S.A. Cfa. Swi.fl de La Plata c/Pcia . de Tu-
cumán": "La ley 2::174 de Tucumán, en tanto impone a los empleadores una con-
tribución con destino al sostenimiento de servicios de salud pública, sin gravar
a los demás sectores sociales, no es contraria a la igualdad. Lo que la ley declara
imponible es una manifestación de la capacidad económica del contribuyente y
no es arbitrario que lo haya elegido como objeto de tributación" (p. 242).
7 7 Fallos , 300:564 (1978), caso "Dirección Nac. de Recaudación Previsional
elLa Flor S.A.": "Distinguir las deudas pendientes de cobro judicial dtl aquellas
no demandadas en esa forma (. .. ) cuenta con suficiente base objetiva, sin que
el agravio a la igualdad encutlntre tampoco sustento en la posible arbitrarilldad
de la actora en el conlralor de obligaciones como las de autos , ya que (. .. ) para
que exista desmedro de la igualdad es menester que la desigualdad resulte del
texto mitimo de la ley aplicada y no de la interpretación que le haya dado la
autoridad encargada de hacerla cumplir" (p. 567).
78 Fallo~. 294:119 (1976), caso "Caminos": "No viola la garantía de la igual-
dad la cir·ctmstancia de que se hubieran adoptado procedimientos distintos para
la determinación y reajuste de los haberes previsionales, según que el afiliado
hubiese desempeñado tareas comprendidas o no en las convenciones colectivas
de trabajo" (p. 121).
79 Véase BTANCHI , Alberto B., Competencia originaria de la Corte Suprema
de Justi cia, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1989, ps. 143 y 144.
CONTROL DE CONS1'1TUCIONALmAJJ
306
. 1 t 117 de la Constitución
v Madison" ll<l está establecida en e ar · 'b 'd
(~x art. 101)., Esta norma no prevé que ~n las causas a.t n Ul as
a la competencia originaria pueda suse1~arse un confl1cto entre
una provincia y sus propios vecinos. 81~ ~mbargo la Corte ha
"interpretado" la Constitución y ha a~m1t1do que, en aquellas
causas en las que se dispute una cuestión federal, cede l~ regla
de la distinta vecindad exigida en otros supuestos. As1 lo ha
sostenido desde antiguos pronunciamientos ~> que encontraron
su consagración definitiva en "Nougués Hnos. c/Pcia. de Tu-
cumán" 82, y que se reproducen hasta el presenteR-1 con la crítica
de BmART CAMPOS, que encuentra en esta tendencia una am-
pliación de la jurisdicción del Tribunal no permitida por la
Constitución 84 .
En los Estados Unidos existen también abundantes ejem-
plos del poder constituyente de la Corte. Uno de ellos es el
caso de las enmiendas adoptadas luego de la Guerra Civil,
en lo que se conoce como el "Período de la Reconstrucción" ij 5 •
Finalizado el conflicto, y como medio de asegurar los derechos
de los negros obtenidos por la vktoria de las fuerzas norteñas,
el Congreso sancionó, y fueron luego aprobadas, las enmien-
das decimotercera, decimocuarta y decimoquinta . La primera
de ellas "" abolía completamente la esclavitud, salvo como pena
por crímenes debidamente comprobados judicialmente; la se-
gunda Y? extendía la ciudadanía a todas las personas nacidas
en los Estados Unidos, con la obvia intención de eliminar cual-
quier vestigio posible de otro "Dred Scott", y la tercera 88 ga-
rantizaba el derecho a votar de todo ciudadano si.n que pudiera
ser limitado o denegado por razones de raza, color o una previa

80 5 U.S. (1 Cranch) 137 (1803).


81
"Mendoza Hnos. c/Pcia. de San Luis", Fallos, 1:485 (1865).
82 Fallos, 97:177 (1903).
AJ Véase la serie juris prudencia! que cito en Competencia originaria. . 't
ps. 271 a 279. ., Cl ·•
84
Bt oAUT CAMPOS, Germán J ., Tratado elemental de derecho constitucional,
2" ed., Ediar, Buenos Aires, t. Il, p. 610.
~~ El más exhaustivo análisis histórico do este periodo en los Estados Unidos
lo . ha efectuado FAJRMAN, Charles, "Reconstn1ction and Reunion 1864-1888" en
~~~sthiory of the Supreme Court-The Oliver Wendell Holmes Devise Macmillan 'Pu-
18 ~g Co. Inc:, New York , 1974, vols. VI y VII. '
A Fue ratificada el 6 de diciembre de 1865.
7
Ratificada el 9 de julio de 1866
"
8
Ratificada el 3 de febrero de ui7o.
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
306
v. Madison"I!O, está establecida en el art. 117 de la Const.itu~ión
(ex art. 101). Esta norma no prevé que .en las causas a.tnbmdas
a la competencia originaria pueda suscüarse un confhcto entre
una provincia y sus propios vecinos. Sin embargo la Corte ha
"interpretado" la Constitución y ha admitido que, en aquellas
causas en las que se dispute una cuestión federal, cede la regla
de la distinta vecindad exigida en otros supuestos. Así lo ha
sostenido desde antiguos pronunciamientos 8 ' que encontraron
su consagración definitiva en "Nougués Hnos. c/Pcia. de Tu-
cumán"8~ , y que se reproducen hasta el presente 83 con la crítica
de BIDART CAMPOS, que encuentra en esta tendencia una am-
pliación de la jurisdicción del Tribunal no permitida por la
Constitución 84 .
En los Estados Unidos existen también abundantes ejem-
plos del poder constituyente de la Corte. Uno de ellos es el
caso de las enmiendas adoptadas luego de la Guerra Civil,
en lo que se conoce como el "Período de la Reconstrucción" 85 .
Finalizado el conflicto, y como medio de asegurar los derechos
de los negros obtenidos por la victoria de las fuerzas norteñas,
el Congreso sancionó, y fueron luego aprobadas, las enmien-
das decimotercera, decimocuarta y decimoquinta. La primera
de ellas &; abolía completamente la esclavitud, salvo como pena
por crímenes debidamente comprobados judicialmente; la se-
gunda s; extendía la ciudadanía a todas las personas nacidas
en los Estados Unidos, con la obvia intención de eliminar cual-
quier vestigio posible de otro "Dred Scott", y la tercera ~~ ga-
rantizaba el derecho a votar de todo ciudadano sin que pudiera
ser limitado o denegado por razones de raza, color o una previa

80 5 U.S. (1 Cranch) 137 (1803).


8t "Mendoz a Hnos. c/Pcia. de San Luis" , Fallos, 1:485 (1865).
82 Fallos, 97 :177 (1903).
83 Véase la serie jurisprudencia] qu e cito en Competencia originaria . .. , cit.,
ps. 271 a 279.
84 BI UART CAMPUS, Germán J., Tratado elemental de derecho constitucional ,
2" ed. , Ediar, Buenos Aires, t. 11, p. 610.
85 El más exhau stivo análisis histórico de este período e n los Estados Unidos
lo ha efectu ado FAlltMAN, Charles, "Reconstruction and Reunion 1864-1888" en
History of the Supreme Court-The 0/iuer Wendell Holmes Deuise, Macmillan 'pu.
blishing Ca. Inc., New York, 1974, vols. VI y VII.
86 Fue ratificada el 6 de diciembre de 1865.
87 Ratificada el 9 de julio de 1866.
as Ratificada el 3 de febrero de 1870.
TE NDENCIAS J URfD ICO-POLITICAS DEL CONTROL 307

situación de servidumbre. Con la Decimocuarta Enmienda, que


es la que más interesa a estos efectos, se intentaba obligar
a los estados a cumplir con el debido proceso legal (d ue process
oflaw) que hasta ese momento sólo obligaba al gobierno federal
por virtud de la Quinta Enmienda y extender de manera uni-
forme a todo el país el bill of rights de las diez primeras en-
miendas.
La Corte, sin embargo, interpretó en un sentido totalmente
opuesto las enmiendas, aprovechándolas en favor del laissez -
faire y de la propiedad privada, en lugar de concederles el
sentido social que habían intentado tener. El primer grupo
de casos resuelto por la Corte fue el de los llamados "Mata-
deros de Louisiana" 89 , en el cual se discutía la validez de una
ley de ese estado que había otorgado a una corporación privada
el uso monopólico de dichos establecimientos. La CorLe falló
a favor del monopolio con la fuerte disidencia del Justice Field,
seguida por tres jueces más. Posteriormente, a partir de "Santa
Clara County v. Southern Pacific Railroad" 00 , quedó en claro
que las corporaciones (sociedades comerciales) eran personas
protegidas por la Decimocuarta Enmienda s•, lo que tampoco
intentaban garantizar los autores de la Enmienda 92 • Pero el ca-
so más típico del desinterés de la Corte por cumplir con el ob-
jetivo central de las enmiendas de la posguerra es "Plessy v.
F e rgus on"~a , del cual surgió la doctrina de "separados pero igua-
les". Se discutía allí el problema de la igualdad entre negros
y blancos referido a una ley de Louisiana -objetada en su cons-
titucionalidad bajo la Decimocuarta Enmienda- que obligaba

sn "Sla ughter-House Cases", 83 U.S. 36 (1873).


90 118 U.S. 394 ( 1~~6) .
9 1 Recuet·da ScHWAH'l•t qu e si bien la Corte no hizo en este c:~ s o un pro-
nunciamiento sobr e el tema, el Chie( J ustice Waite dij o enfáticamente dura n te
el alegato oral a uno de los letrados intervinientes que no existían dudas acerca
de la protección de la Enm ie nda XIV a favor de las corporaciones, en tendidas éstas
como "personas". A partir de allí, este punto jamás volvió a discutirse (SCHWAH'J'Z,
Bernard , A History o( the S upreme Court , Oxford Uni versity Press, 199:::1, ps. 168
a 170 ).
92 El sentido de ello - explica S CHWARTZ- es que una de las mayores preo-
cupaciones de la Corte luego de la guerra no fu e la protección de los derechos
de los nu evos ciuda da nos (los negros) , sino la protecci ón del comercio, evita ndo
que la r egul ación de a quél llegara a quedar en ma nos de los eslados qu e pudieran
ponerl e limitaci ones en su propio beneficio (ob. ci t., p . 169 ).
93 163 U.S. 537 (1896).
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
308

a que hubiera en los ferrocarriles vagone.s separa~os ~ara c:da


raza La Corte sobre la base del menc10nado cnteno de ~e­
par~dos pero i~ales", sostuvo que ~o era violatoria.del d~b1do
proceso legal establecido en la Decimocuarta Enmienda .

i) EsTABLECIMIENTO DE POLÍTICAS. - No caben dudas de


que la Corte es una permanente e in~vitable crea~ora d~ po-
líticas y esto ha sido uno de los motwos de cuest10nam1ento
permanente a su legitimación para hacerlo. Vivimos . e.n una
democracia -dicen SEGAL y SPAETH, retomando este VIeJo pro-
blema 95- pero dentro de esa democracia otorgamos a nueve
miembros de la Corte Suprema, no elegidos por el pueblo Y
virtualmente inamovibles, amplia discreción para determinar,
por ejemplo, si el aborto debe ser permitido, si las penas ca-
pitales pueden ser impuestas o si la homosexualidad debe ser
penalmente castigada 9 De todos modos, y tal como estos mis-
ij .

mos autores lo reconocen, que un tribunal de apelación y en


particular la Corte Suprema fije políticas es un hecho natural
e inevitable "7 •
Uno de los ejemplos más evidentes del deseo de la Cor-
te norteamericana de fijar una política fue el caso "Roe v.
Wade" 98 , que legitimó el aborto. Cuando la actora -que actuaba
bajo el seudónimo de Jane Roe- promovió la demanda en 1970,
se encontraba embarazada, pero en el momento de decidirse
en 1973 la petición de certiorari en la Corte ya había dado
a luz, lo que convertía al caso en abstracto . Sin embargo, la

9 4 Pese a estar imbuido de un espíritu claramente discriminatorio, este cri-


terio perduró hasta 1954, cuando la garantía de igualdad entre blancos y negros
se hizo plena cu "Brown v. Board ofEducation" (347 U.S. 483 - 1954-), que prohibió
la segregación rucia! en las escuelas públicas.
95 En los Estados Unidos el problema de la legitimación de los jueces para
ejercer el control de constitucionalidad ha ocupado un ampHo espacio doctrinario
poblado de discu siones y teorías. Se trata de lo que los norteamericanos ll aman
la "dificu ltad antimayoritaria"; esto es, que los jueces , al no ser elegidos por la
mayoría del electorado, no pu eden revisar las leyes y reglamentos dictados por
los representantes de esa mayoría: el Congreso y el Presidente. Una ampHa ex-
plicación de este problema puede verse en TRIBE, Laurence H., American Cons·
titutional Law. 2• ed ., The Fo undation Press, New York, 1988, ps. 61 y siguientes.
96 SF.GAL, Jeffrey A., and SPAETII, Harold J., The Supreme Court and the
Altitudinal Model , Cambridge University Press, 1993, p. l.
97 SEUAL, Jeffrey A., and SrAETH, Harold J ., ob. cit., ps. 4 y 5.
98 410 U.S. 113 (1973).
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL
309

Corte -a través del voto mayoritario del juez Blac~un- so~teó


el problema, sosteniendo que si la regla que prohtbe anahzar
los casos abstractos se aplicara rígidamente al problema del
aborto, todos estos casos quedarían sin resolver, por cuanto
el período de embarazo no es lo suficientemente p:olo.ngado
como para superar el tiempo que demanda la tram1tac1ón de
todo el proceso.
En la Corte argentina, los ejemplos de fijación de políticas
también abundan a tal extremo que es auténticamente difícil
concretar una síntesis. Pero, en grandes líneas, puede decirse que:
1) la Corte eligió en "Sojo" 99 el modelo de control de cons-
titucionalidad que ejercería de allí en más, con los alcances
y limitaciones diseñados en otros pronunciamientos 100 ;
2) dio carta blanca a las intervenciones federales al de-
clararlas fuera de dicho control desde "Cullen c!Llerena" 101;
3) fortificó la centralización del país al convalidar los go-
biernos de facto 102 y cambió cuantas veces quiso su criterio
sobre los establecimientos de utilidad nacionaP 03 ;
4) otorgó autonomía a las municipalidades luego de setenta
años ininterrumpidos de considerarlas autárquicas 104 ;
5) penalizó 105 , despenalizó 10fi y volvió a penalizar 107 la te-
nencia de estupefacientes para consumo personal ;
6) convalidó prácticamente todas las medidas de restric-
ción de los derechos económicos en casos de emergencia 108 ;
7) al mismo tiempo protegió la integridad del derecho de
propiedad ante el impacto inflacionario 109 ;

99 "Eduardo Sojo", Fallos , 32:120 (1887).


H>O "Ganadera Los Lagos c/Gobierno Nacional", Fallos , 190:142 (1941).
101 Fa.llos , 53:420 (1883).
1o2 Dien es sabido que los gobiernos de facto, especialmente desde 1955,
no sólo han intervenido militarmente al gobierno nacional sino también a todM
lus gobiernos provinciales .
103 Véase l.l lANCHJ, Alberto B., Los estableci mientos de utilidad nacional en
las provincias y el sistema federal de gohierno, ED , t. 136, p. 468.
104 "Rivademar c/Municipalidad de Rosario" , Fallos, 312:326 (1989).
105 "Colav ini", Fallos, 300:2fi4 (1978).
106 "Bazterrica y Ca palbo", Fallos , 308:1392 (1986).
101 "Montulvo" , Fallos, 313:1333 (1990).
108 Véase: BtANCHl, Alberto B ., Dinámica del Estado de Derecho, Ábaco , Bue-
nos Aires , 1996.
wu "l>cia . de Santa Fe c/N icchi", Fallos, 268:112 (1967); "Vieytes de l<'er-
n ández" , Fallos, 295:973 (1 976).
CoNTROL DE CONSTlTUCIONALIDAD
310
8) prolegió firmemente la política de pri:'atizaciones inau-
gurada en 1989 con el uso de una herrarmenta procesal no-
vedosa 110 ; • •
9) se anticipó al Congreso en el dictado de la ley de d1Vorc10
vincular 111 ; • • •
10) intervino en materia económica, al fiJar cntenos sobre
tasas de interés 112 ;
11) ha determinado permanentemente el ámbito de exten-
sión de la libertad de expresión 113 ;
12) ha establecido la línea demarcatoria entre las com-
petencias federales y provinciales, y
13) es la que determina, en última instancia, cuándo, en
cada caso, están comprometidas las instituciones básicas de
la Nación 114 , o las instituciones fundamentales del país"" o las
bases mismas del Estado 116 , para admitir o rechazar el recurso
extraordinario por gravedad institucional.

j) CASACIÓN FEDERAL. - En alguna oportunidad aislada,


la Corte ha dicho que tiene a su cargo el ejercicio de la casación
federa 111 7 y esto ha sido reiterado por OYB.ANARTE 118 • Sin em-
bargo, creo que esta cuestión exige alguna explicación en torno
a lo que debe entenderse pot· casación, a fin de verificar si
efectivamente puede atribuirse al Tribunal su ejercicio.
La casación (del latín cassare: "anular"), que es de neto
origen francés (cassation) u~, se expandió a otros países tam-

HO "José Roberto Dromi'', Fallos, 313:863 (1990).


11 1 "Scjean c/Zaks de Scjean", Fallos, 308::.!2()8 (1986).
112 "YPF c/Pcia. de Corrientes", Fallos, 315:158 (1992).
11
~ Véase la prolija reseña de fallos que aparecen listados en FAYT, Cal'los
S. , La Corte Suprema y sus 198 sentencias sobre comunicación y periodismo, La
Ley, Buenos Aires, 2001 .
. , 114 "La Rinconada S.A. dNación Argentina", Fallos, 289:36 (1974); "Corpo-
rac10n Argentma de Productores de Carne", Fallos , 292:229 (1975); "Astilleros
Tarrab S .A. c/Minoz?.i", Fallos, 307:973 (1985).
1 15 "Borgward Argentina S.A.", Fallos , 238:391 (1957).
116 "Cabrera c/Canalc S.A.", Fallos, ;j06:250 (1984).
117 "Adela Méndez de Basombrio", Fallos , 256:372 (1963).
llH ÜYHA NARTE, .Julio, Jiistoria del Poder Judicial, Rev. "Todo es Historia",
n• 61, mayo de 1972, p. 88.
11 9 Tal como señala H!T'l'EllS, existe un levo germen embrionario de la ca-
sación en Roma, pero el instituto propiamente dicho tiene nacimiento en la Francia
revolucionaria, en su desconfianza hacia los jueces del ancier¡ régime y en la doc·
TENDENCIAS JURÍDICO-POLITICAS DEL CONTROL 311

bién ajenos al modelo constitucional que la Argentina ha se-


guido 12o; sin embargo, ello no ha impedido que enraizara en
nuestras leyes procesales provinciales y por tal motivo nos es
familiar y ha sido exhaustivamente estudiada 121 • Como vía pro-
cesal, tiene -según explica claramente HITI'ERS- dos funciones
primordiales: a) controlar la correcta aplicación del derecho,
y b) uniformar la aplicación de aquéP 22 .
Pues bien, a mi juicio, la función uniformadora -típica en
la casación- no es propia de la Corte Suprema, la que, por
lo demás, se ha encargado de aclarar en numerosas ocasiones
que sus fallos carecen de fuerza vinculante 123 • Lo que puede
llevar a confusión acerca de la obligatoriedad de sus pronun-
ciamientos es una frase que el Tribunal repite usualmente,
según la cual tanto las partes como los tribunales inferiores
deben leal acatamiento a sus fallos 12\ pero con ello se está
refiriendo a la obligatoriedad de las reglas jurídicas individua-
les sentadas en la decisión de un caso en concreto respecto
de las partes involucradas en aquél y de las tribunales infe-
riores intervinientes en dicho caso.
Por ello, en sentido estricto -y tal como ya ha sido apuntado
por MORELLO 125- no creo que la Corte tenga una función es-
pecíficamente casatoria, aun cuando de hecho, como ya dije

trina de la omnipotencia legislativa predicada por Rousseau y Montesquieu. Así,


el ubje.tivo d e la ca"nción y dtJI órgano político creado para ejercerla ('!hbun.a.l
de Cassation) era revocar aquellos fallos que se consideraban dictados contra la
ley para que luego fueran reenviados a otro magistrado (HriTERS, Juan C., Téc·
nica de los recursos extraordinarios y de la casación, Platense, La Plata, 1991,
ps. 9 a 11).
12 0 El instituto fue adoptado lu.,go con sus particularidades en Alemania,
España e Italia.
m Además del trabajo de HriTERS arriba citado puede verse, entre las obras
más recientes, M01u;LLO , Augusto M., La casación. Un modelo intermedio eficiente,
Platense, La Plata, 1992.
t 22 'llk nica de lus recursos . . . , cit. , ps. 115 y siguicutt!S.
123 "El Hogar Obrero c/García", Fallos , 262:101 (1965); "Rosmarin c!Hiriart",
Fallos, 263:145 (1965); "Loray c/Construcciones Vitub SRL", Fallos, 261:13 (1966);
"Alfredo A. Giorgi", Fallos, 307:671 (1985).
124 "David Klappenbach", Fallos, 245:429 (1959) ; "Velázqucz c/Vallejo
Sáenz", Fallos , 255 :119 (1963); "Banco Popular de la Plata", Fallos , 264:443 (1966);
"Ferrum c/CAPEA", Fallos, 293 :531 (1975).
1 2~ MoRELLO, AugusLo M., Suprema Corte de Buenos Aires versus Corte Su-
prema de Justicia de la Nación (Acerca de la obligatoriedad general de la juris -
prudencia del 'lhbunal Federal), en ED, diario del 28/7/93.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
312
más arriba sus fallos posean fuerza paradigmática y su doc-
trina en ge~eral sea acatada no solo P?r ~os tribunales federales
inferiores sino también por los provmc1ales.

k) TRIBUNAL ARBITRAL EN DISPUTAS LIMÍTROFES ~N~RE PRO·


VINCIAS. - La delimitación de los límites interprovmc1ales es,
en primer lugar, una tarea que corresponde ~. ~ongreso (art.
75, inc. 15), pero también puede dar lugar a htlgws. entre p:o-
vincias. En este segundo caso -cuestiones posesonas, deshn-
des, etc.- le corresponde intervenir a l a Corte en instancia
originaria, tal como lo establecen los arts. 117 y 127 de la Cons-
titución 126 . Sin embargo, la Corte no sólo ha actuado en estos
supuestos como tribunal de justicia, sino que alguna vez - ya
muy remota- lo ha hecho además como tribunal arbitral. Es
el caso del arbitraje producido el 18 de marzo de 1882 en el
conflicto suscitado entre Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe 127 •

1) OTROS. - Ciertamente, la Corte puede ejercer otras


muchas tareas que no enumero aquí. En primer lugar ejerce
el cont.rol constüucional, pero obviamente no hago aquí ninguna
referencia, pues todo este libro se ocupa de él. También se
ha erigido en guardiana del proceso político, competencia que he
analizado anteriormente 128 y posee poderes implícitos que han
sido objeto de consideración previa 129 •

§ 119. El recurso extraordinario como herramienta


procesal de la Corte Suprema. Su progresivo
uso discrecional

a) PLANTEo. - Veamos ahora con qué instrumentos cuen-


ta la Corte para ejercer el control constitucional y producir
o no producir los cambios. Sobre este particular creo no equi-
vocarme si afirmo que la Corte Suprema ha estado luchando

126 Véase BIANCHI, Alberto B ., Competencia originaria . .. , cit., ps. 311 y si-
guientes.
m Fallos , 24:62 (1882).
128 Véase supra, § 23, c.
12» Véase supra, § 14.
T ENDE NCIAS JU RÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 313

-eonsciente o inconscientemente- desde el fondo de su historia


por la obtención de una jurisdicción discrecional. Movida por
las circunstancias y también por su propia naturaleza de tri-
bunal y poder del Estado 13" , la Corte no ha dejado de inclinarse
permanentemente hacia ese rumbo 131 • En esto se parece no-
tablemente a su par de los Estados Unidos, bien que con al-
gunas diferencias, tanto en el obrar como en los resultados.
Así, si bien ambos tribunales han obtenido finalmente un al-
tísimo grado de discrecionalización en su actividad, no menos
cierto es que el camino empleado por cada uno, los objetivos
perseguidos y, por ende, los resultados obtenidos, son diferentes.
En punto a lo primero, la Corte norteamericana logró discre-
cionalizar su jurisdicción sobre la base de textos legales que
fueron pautando su actividad 132 , mientras que la nuestra lo
ha hecho principalmente sobre la base de una impronta ju-
risprudencia!. En cuanto a lo segundo, la discrecionalización
de la jurisdicción en los Estados Unidos ha perseguido clara-
mente la reducción de la carga de trabajo del Tribunal, objetivo
que se ha logrado notablemente 133 • En nuestro país, por el
contrario, la búsqueda de la discrecionalización no ha estado
guiada siempre y necesariamente por ese objetivo y, consecuen-

130 Véase supra, § 23, a.


I :il Acerca de diversas funciones de la Corte Suprema y su coordinación
con ot ros poder es, pu ede ver se: VÁZQUEZ , Adolfo R. , La Corte S up rema de ,Justi ·
cia de la N ación y su pa rticipación en com isión con otros poderes , LL , t. 1996-C,
p. 904.
1:1~ Sobr e este tema, veáse BIANCHI, Alberto B., J urisdicción y procedimien·
tos en la Corte S uprema de los E stados Unidos , Ábaco, Buenos Aires, 1994, ps.
111 a 123.
133 Pa ra Ltwer una idea de los volúmenes de trabajo que ma neja la Corte
en los Es tados Unid os , reparemos en que en el período 1992-1993 sólo fueron
resueltos por el fondo (disposed of by written opinion ) 110 casos y que de 6.996
que te nía acumulados en 1994 sólo resolvió 95. Ello supone un incremento del
rechazo discrecional. si se t iene en cuent a que en 1980, sobre 4.174 casos , fueron
,·esucltos 159. Son varios los trabajos que pueden ser consultados acerca de la
reducción de la car ga de trabajo de la Corte en Jos Estados Unidos . E specifi ca-
mente se ocupa n del problema C ASPE I<, Gerhurd, und Pu~N t;H, Richard A., The
Workload of the Sup reme Court, American Bar Foundaliun , Chicago, 1976, pero
las cifras que a parecen allí han va riado y tienen una utilidad histórica. Entre
ellos: S'T'ER N, Rohert; (1R;:ssMAN, Eugene; SHAP!RO, Stephen , and GELLER, Kenneth;
S uprP.m P. Court Practice , 7<h ed., The Bureau of National AfTair s Inc. , Washi ngton
O.C., ) 993, ps. 2~ a 38; HART and WECHSLER's, The FP.dP.ral Courts , p. 57 ; CHE·
Ml>lUNi:H<Y, Erwin, Federal Jurisdiction , cit. , ps. 571 y siguienLes .
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
314
temente la reducción de tareas d e l a or e
e t no es un logro
cll d h
134
u e da exhibirse • .
que ~e t:dose m~do~ insisto, hoy existe un alto grado de eJerÓ
1
cicio de poderes discrecionales en la Corte . Lo que comenz
t ' "damente hace aproximadamente seis décadas como un pe-
~:lño nicho se ha expandido al presente, a punto tal ~ue pa-
recería que la otrora regla se ha c~nvertido en excep~1ó~. E~
objetivo que persigo con este estud1o es ento~c~s el s1gmente.
1) señalar cuáles son las etapas en que se d1V1de este ascen-
so paulatino de la jurisdicción discrecion~.l Y. el papel ~ue h~
desempeñado en ello el recurso extraordmano; 2) . anal1zar _s1
puede considerarse hoy que por su cantidad y cahd~~ la dls-
cr ecionalidad se ha convertido en la regla de actuacwn de la
Corte . En otras palabras, si los asunt.os en los que el tribu-
nal actúa en forma obligatoria han dejado de tener el peso
necesario como para inclinar la balanza en favor de la regla
de la discrecionalidad, y 3) determinar en qué consiste en la
actualidad el recurso extraordinario y cuál es su papel en el
control de constitucionalidad y en el rol institucional de la
Corte .
La discrecionalización de la jurisdicción de la Corte puede
ser válidamente analizada a través de siete cuestiones que han
incidido notablemente en el manejo del recurso extraordinario.
Ellas son: 1) la doctrina de las cuestiones políticas ; 2) la doc-
trina de la arbitrariedad de las sentencias; 3) la doctrina de
la gravedad institucional; 4) la reforma del artículo 280 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y uso del cer-
tiorari; 5) el empleo del recurso per saltum ; 6) el empleo del
llamado certiorari "de admisión", y 7) la flexibilidad del con-
cepto "sentencia definitiva". Veamos entonces cómo el empleo
de cada una de estas herramientas procesales ha influido en
la manera en que la Corte actúa y decide.

134 En 1991 la Corte ar g.,ntína tenía 8.4J5 causas en tr á mite; en 1997 ese
total ascendía a 54.662 como consecu encia del recurso ordinario est ablecido contra
las sent encias de la Cámara de Seguridad Social. por ley 24.463 (cifras según
M OLI NELL l, Guillermo ; P ALANZA, Valeria , y SIN , Gis ela, Cong reso, presidencia y jus-
ti cia en la Argentina , CEDl-Fundación Gobierno y Sociedad , Buenos Aires, 1999,
cuadro 4.44, p. 710). Asimismo, al día 31/12/00 tra mitaba n en la Co~:te 16.608
ex-pedientes sin contar los previsiunales, que ascendían a la can tidad de 18.851.
(Fuo;nte: Secretru·ía Letrada de Estadíst icas del Tribunal).
TENDENClAS JURÍD!CO-POL!TICAS DEL CONTROL 315

b) LA DOCTRINA DE LAS CUESTIONES POLÍTICAS. REMisiÓN. -


Es indudable que la admisión de la doctrina de las cuestiones
políticas ya estudiadas en el capítulo IV ha incidido en el in-
cremento de la discrecionalidad de la Corte Suprema. Allí, en
el momento de formular una posible clasificación de las cues-
tiones polfticas 135 , dije que las hay de tres clases: a) cuestiones
natural o constitucionalmente políticas; b) cuestiones funcio-
nalmente políticas, y e) cuestiones que los jueces dicen que
son políticas. Quizás pueda admitirse que las primeras son
inevitables, y por ende no inciden en la discrecionalidad del
Tribunal, pero sí lo hacen las del tercer grupo, ya que es allí
donde la Corte elige discrecionalmente la razón de su absten-
ción. Me remito , en consecuencia, a lo dicho en el capitulo
IV, sin perjuicio de reiterar aquí que la doctrina ha contribuido
a la discreción en el obrar de la Corte fundamental mente por
dos razones : 1) se trata de una de las nociones más inasibles
y confusas de todo el derecho constitucional y 2) la Corte, sin
duda, aprovechando esta circunstancia, ha hecho uso de ella
sin mayor preocupación por la ortodoxia jurídica.

e) LA DOCTRINA DE LA ARBITRARIEDAD DE LAS SENTENCIAS. -


No caben dudas de que la primera manifestación de la dis-
crecionalización del uso del recurso extraordinario se debe al
empleo de la doctrina de la arbitrariedad, que permitió a la
Corte iniciar el camino del abandono progresivo de las limi-
taciones procesales impuestas por el artículo 14 de la ley 48
y avanzar hacia el ensanchamiento de la cuestión federal.
Como bien fue difundido en uno de los estudios seminales
acerca de esta doctrina 136, la misma tiene un origen remoto
en el caso "Rey c/Rocha" 137 , donde la Corte hizo una primera
alusión a "los casos extraordinarios de sentencias arbitrarias,
desprovistas de todo apoyo legal, fundadas tan sólo en la vo-
luntad de los jueces" 138 . Sin embargo, y tal como lo ha señalado

135 Véase sup ra , § 116, b.


136 IM A7.,Esteban, Arbitrariedad y recurso extraordinario, LL , t. 67, p. 741,
reproducido luego en La esencia de la cosa juzgada y otros ensayos, Arayú, Bue nos
Aires, 1954, ps . 77 a 107.
137 Fallos, 112:384 (1909).
J~H Fallos, 112:386.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
316
Genaro CARRIÓ 13 9, pasarían muchos años antes de que el die tu m
de este caso se convirtiera en holding 140 • Ello tuvo lugru;, tan
sólo hacia fines de la década de 1930, cuando la Cor~e, en Sto-
rani de Boidanich e/Ansaldi" 141 revocó un a sentenc1a que p~e­
tendía desconocer el contenido de un pronunciamiento antenor
firme doctrina que se consolidó luego en la década siguiente
en c;sos tales como "OSN c/Municipalidad de San Isidro" 142 ,
"Carlozzi c!Tornese Ballesteros" 14 a, "Municipalidad de Buenos
Aires c/Cía. Primitiva de Gas" 144 y "Foschetto c/Struhl" 146 • A
partir de allí comienza, en las décadas siguientes y en especial
en las de 1970 y 1980, la explosión de la doctrina de la ar-
bitrariedad, que abarcó ampliamente el mayor número de causas
en trámite ante la Corte Suprema 146 y concitó el interés de nu-
merosísimos trabajos de doctrina 147 •
Pues bien, ¿de qué manera ha influido la doctrina de las
sentencias arbitrarias en la discrecionalización de la jurisdic-
13
9 CARIUO, Genaro, El recurso extraordinario por sentencia arbitraria, 3!
ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires , 1983, p. 28.
140
Los anglosajones dividen los argumentos en que se fundan las sente ncias
en holding y obiter dicta, también llamado dictum. Los primeros Ron aquellos
en los que s~ sostien e el fallo; los segundos sou los expresados "a mayor abun-
damiento". Para una ampliación de este tema, véase M!LI.ER, Jonathan; GELLI,
María A., y CAYUSO, Susana G., Constitución y poder político, Astrea, Buenos Aires,
1987. t . 1, p . 15.
141 Fallos , 184:137 (1939).
142 Fallos, 205:648 (1946).
143 Fallos, 207:72 (1947).
144 Fallos, 211:958 (1948).
145 Fallos, 219:392 (1951).
146 Al día 31/12/00 en la Corte tramitan, t.al como dij e más arriba (nota
134), 16.608 expedientes, sin contar los previsionales. De esa cantidad, 8.017
(48 %) correspondían a recursos de queja por arbitrariedad (fuente: Secretaría
Letrada de Estadísticas del Tribunal).
1 4 7 Sería inútil tratar de citarlos a todos; por ello me voy a limitar a men-
cionar tan sólo aquellos que con justicia pueden ser considerados pioneros: LINARBS,
Juan F., El recurso extraordinario dictado contra normas no federales, en "Revista
del Colegio de Abogados de Buenos Aires", t . 27 , n••· 3 y 4 ; STROHM, Erik, Sentencias
inconstitucionales, JA , t. 1954-lll, Sección "Doctrina", p. 12; FIORIN1, Hartolomé,
Sentencias arbitrarias y sentencias inconstitucionales, LL, L. 88, p. 921 ; DASSF.N,
.Julio, Algunas con.oidemciones sobre las s~ntencias arbitrarias, JA , t . 1962-11, p.
27;j; CAIHUO, Genaro, Sentencia arbitraria, en "Revista Jurídica de Buenos Aires" ,
1965 , I y II , ps. 9 y ss.; BtoAfl'l' CAMPOS, Germán J ., El derecho a la jurisdicción en
laArgentina , ED , t. 11, p. 954 (esp. punto 2); V ANOSSI, Jorge R. , Aspectos del recurso
extraordinario de inconstitucionalidad, Abelcdo-Perrot, Buenos Aires, 1966, caps.
2 al 7 y 13 , y La sentencia arbitraria: un acto de lesión constitucional (la arbi-
trariedad como inconstitucionalidad), ED, t. 91, p . 105.
TENDENCIAS JURIDICO-POLITICAS DEL CON'l'ROL 317

c1on apelada de la Corte? Es fácil de explicar. Tengamos pre-


sente en primer lugar que, como bien ha dicho VANOSSI, la
apertura y flexibilización que esta doctrina produce tiene el
consecuente resultado de tornar más inciertas aún las reglas
o pautas de administración y procedencia del recurso extraor-
dinario 148 • En efecto, lo que bajo la estricta aplicación del art.
14 de la ley 48 estaba concretamente reglamentado en cuanto
a los alcances y dimensiones de la cuestión federal, comenzó a
desdibujarse cuando la Corte decidió entrar a conocer en temas
de hecho, prueba y derecho común.
Aclaro, por si hubiera alguna duda al respecto , que no
interesa a estos efectos que la cuestión de las sentencias ar-
bitrarias se halle dentro o fuera del art. 14 citado 149 o que sea
correcto el encuadre de aquéllas como un agravio a la defensa
en juicio, que lo es ciertamente 150 • En otras palabras, apunto
a que aun dentro del art. 14 - pues es allí donde creo que debe
ubicarse esta particular especie de cuestión federal- con las
sentencias arbitrarias se vio notablemente ampliado el ámbito
de discrecionalidad del recurso extraordinario.
En segundo lugar, no podemos olvidar que ya el propio
concepto de arbitrariedad es vago y difícil de apreciar o con-
ceptuali.zar. Decir que algo es arbitrario o no depende en buena
medida de un juicio teñido de subjetividad, la que abre, na-
turalmente, un importante campo a la discrecionalidad. En
el mejor de los casos, lo arbitrario es -para ponerlo en términos
habituales en la doctrina administrativista- un concepto ju-
rídico indeterminado 15 1• Es interesante recordar en este punto

148 VANOSSl, Jorge R., La sentencia a.rbitraria, cit., p. 107 .


149 Ver CARRil\ Genaro, El recurso extraordinario , ciL., ps. 34 a 40.
1so Así lo sostuve en un artículo publicado hace ya varios años (BIANCHI,
Alberto B., El recurso extraordinario por sentencia arbitraria, ED , t. 99, p. 835),
y lo sigo creyendo.
15 1 Los conceptos jurídicos indeterminados nacieron en la doctrina alemana,
como intento por ¡·educir la discrecionalidad en el obrar administrativo. Se afirma
que son indeterminados, pues la medida de su aplicación en cada caso no está
dada por la ley. Así se dice, por ejemplo, que la calificación de utilidad pública
a los efectos de la expropiación es un concepto jurídico indeterminado, pues hay
utilidad pública o no la hay, pero la ley no deftne expresamente cuándo la hay.
Lo mismo puede decirse de lo arbitrario y de la arbitrariedad. Es difícil establecer
cuándo hay arbitrariedad, pero existe o no existe en un caso determinado y esto
no depende de la voluntad del juzgador, ni de su discrecionalidad. Esta doctrina
ha sido difundida en la Argentina por conducto de los administrativistas españoles
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CON'l'ROL 317

c10n apelada de la Corte? Es fácil de explicar. Tengamos pre-


sente en primer lugar que, como bien ha dicho VANOSSI, la
apertura y flexibilización que esta doctrina produce tiene el
consecuente resultado de tornar más inciertas aún las reglas
o pautas de administración y procedencia del recurso extraor-
dinario 14H. En efecto, lo que bajo la estricta aplicación del art.
14 de la ley 48 estaba concretamente reglamentado en cuanto
a los alcances y dimensiones de la cuestión federal, comenzó a
desdibujarse cuando la Corte decidió entrar a conocer en temas
de hecho, prueba y derecho común.
Aclaro, por si hubiera alguna duda al respecto, que no
interesa a estos efectos que la cuestión de las sentencias ar-
bitrarias se halle dentro o fuera del art. 14 citado 149 o que sea
correcto el encuadre de aquéllas como un agravio a la defensa
en juicio, que lo es ciertamente 160 • En otras palabras, apunto
a que aun dentro del art. 14 -pues es allí donde creo que debe
ubicarse esta particular especie de cuestión federal- con las
sentencias arbitrarias se vio notablemente ampliado el ámbito
de discrecionalidad del recurso extraordinario.
En segundo lugar, no podemos olvidar que ya el propio
concepto de arbitrariedad es vago y difícil de apreciar o con-
ceptualizar. Decir que algo es arbitrario o no depende en buena
medida de un juicio teñido de subjetividad, la que abre, na-
turalmente, un importante campo a la discrecionalidad. En
el mejor de los casos, lo arbitrario es -para ponerlo en términos
habituales en la doctrina administrativista- un concepto ju-
rídico indeterminado 151 • Es interesante recordar en este punto

11 8 VANOSSI , Jorge R., La sentencia arbitraria, cit., p. 107.


149 Ver CARRTO, Genaro, El recurso extraordinario, cit., ps. 34 a 40.
1
~0 Así lo sostuve en un artículo publicado hace ya varios años (BIANCHI,
Alberto B., El recurso extraordinario por sentencia arbitraria, ED, t. 99, p. R:lfi) ,
y lo sigo creyendo.
151 Los conceptos juddicos indeterminados nacieron en la doctrina alemana,
como intento por reducir la discredonalidad en el obrar administrativo. Se afirma
que son indeterminados , pues la medida de su aplicación en cada caso no está
dada por la ley. Así se dice, por ejemplo, que la calificación de utilidad pública
a los efectos de la expropiación es un concepto jurídico indeterminado, pues hay
utilidad pública o no la hay, pero la ley no define expresamt:nte cuándo la hay.
Lo mismo puede decirse de lo arbitrario y de la arbitrariedad . Es difícil establecer
cuándo hay arbitrariedad, pero existe o no existe en un caso determinado y esto
no depende de la voluntad del juzgador, ni de su discrecionalidad . Esta doctrina
ha sido difundida en la Arg-entina por conducto de los administra ti vistas españoles
318 CoNTROL u¡,; uoNh"''ITUCIONALIDAD

las reflexiones que hace CARRIÓ al comienzo de su trabajo ya


citado 152 acerca de las dificultades que se presentan para obte-
ner un concepto univoco de sentencia arbitraria. Dice este au-
tor que para poder llegar a un resultado válido en este terreno
seria necesario definir primero qué es la arbitrariedad y ello,
en definitiva, no parece posible, a la luz de las enormes di-
ficultades que ha tenido la doctrina en lograr consenso. Y no
hay nada más cierto que esto. Tanto los autores anteriores
a CARRI Ó citados por él, como los posteriores, han hecho es-
fuerzos intelectuales loables para obtener una conceptualiza-
ción 15a y sin embargo el resultado, más allá de los aciertos
individuales que pueda haber, no ofrece un concepto unívoco
de arbitrariedad ni de sentencia arbitraria.
Finalmente CARRTÓ menciona algo que constituye el fiel
testimonio de la discrecionalidad con que la Corte actúa en
el tratamiento de un recurso extraordinario por arbitrariedad.
Dice que ante la imposibilidad de extraer de la jurisprudencia
del Tribunal un concepto unívoco o unitario de arbitrariedad,
es posible admitir que "sentencia arbitraria" es aquella decisión
que la Corte llama arbitraria 15 ~. Y si bien reconoce que esto
ha generado una sensación de desaliento generalizada, no me-
nos cierto es -a mi entender- que no debemos culpar a la
Corte por ello. 'I'anto la obra de CA.RRIO como las que le han
seguido describen -con mayor o menor acierto y profundidad-
lo que la Corte entiende en cada caso por sentencia arbitraria,
pero en modo alguno ello permite hacer una teoría general
del problema. Toda la doctrina sobre las sentencias arbitrarias

y es pecialmente por medio del ya clásico trabajo de GA.ltciA u•: E NTt;RRfA , Eduardo,
La lucha contra las inmunidades d~l poder, cuya 3" edición de 1983 (Civitas,
Madrid) he consul tado en este lrahAjo. Entre nu<Jstros juristas puede verse, entre
otros, GnECco, Carlos , La doctrina de los conceptos jurídicos indeterminados y
la fiscalización de la actividad administrativa , LL , t. 1980-D, p. 1306, y GAMBLER,
Beltrán, El concepto "oferta más conveniente" en el procedimiento licitatorio (La
doctrina de los conceptos jurídicos indeterminados y el control judicial). LL , L.
1988-D, p. 744. De mi autoría, véase El wril of certiorari en nuestra Corte Su-
prema (La "cuestión federal suficiente" como concepto jurídico indeterminado) , ED,
t . 125, p. 857.
152 El recurso extraordinario por sentencia arbitraria, ps. 43 a 45.
153 Una muy prolij a y exhaustiva reseña de la doctrina -e:Oste~üe hasta
ese momento- puede verse en: VANUSSI, Jorge R. , La sentencta arbttrana. · ., c1t.
en nota 147. .
ló4 El recurso extraordinario . .. , c1t., p. 44.
T EN DENCIAS JURÍDICO-POLITICAS DEL CONTROL 319

es esencialmente descriptiva y va caso por caso, sin haber po-


dido levantar la mira y englobar el problema en una teoría
general. Han pasado más de cuarenta años desde que la doc-
trina comenzó a ocuparse del problema con rigor científico y
los avances son verdaderamente escasos. Una vez más: hay
sentencia arbitraria donde la Corte dice que la hay.
Lo que he dicho hasta aquí merece un alto para formular
dos reflexiones. En primer lugar, no debemos -como ya dije-
echarle la culpa a la Corte por ello, pues la doctrina de las
sentencias arbitrarias no constituye en modo alguno un apar-
tamiento constitucional 155 . La Corte no ha ensombrecido el ám-
bito de las sentencias arbitrarias con el propósito de obtener
algún rédito de ello. Por el contrario, estoy convencido de que
la arbitrariedad, y, consecuentemente, lo que puede entenderse
por sentencia arbitraria, son en sí mismos conceptos subjetivos
que dependen en enorme medida del umbral de sensibilidad
personal de cada juzgador en cada caso en concreto. En se-
gundo lugar, hay que mencionar que el uso de la sentencia
arbitraria encierra una paradoja. Por un lado la Corte usa
poderes discrecionales no para disminuir su tarea sino para
aumentarla, lo que supone una diferencia importante con el
uso de poderes discrecionales por parte de la Corte de los Es-
tados Unidos . Por otro lado, en aras de corregir los errores
de una mala administración de justicia y lograr hacerla más
reglada y ajustada a derecho, emplea una herramienta dis-
crecional. En otras palabras, toda sentencia arbitraria cons-
tituye un acto de discrecionalidad que es corregido con una
nueva discrecionali.dad. En el ámbito de la administración de
justicia, esto es paradójico.
En síntesis, cuando la Corte se inició hace ya muchas dé-
cadas en el tratamiento de las sentencias arbitrarias, introdujo
en la cuestión federal un elemento que habría de transformar
sustancialmente el recurso extraordinario, tanto en lo cuali-
tativo como en lo cuantitativo. En cuanto a lo primero, míen-

155 Concuerdo asf con Jo que Jorge R. VANOSSI señalaba hace treinta años:
"En todos estos casos (de arbitrariedad de sentencias) la Corte hlzo uso de su
competencia extraordinaria con la finalidad tuitiva de asegurar la defensa en
juicio como categoría fundamental de nuestro ordenamiento jurídico. No buscó
otro sustento ni se Jo podía encontrar. No se ha apartado de los can-iles cons-
litucional cs" <Aspectos del recurso extraordinario de inconstitucionalidad, citado
en nota 147, p. 35).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
320
tras la Corte se acercaba al tratamiento de cuestiones de suyo
ajenas a su competencia, como el aná~isis de los hechos. Y la
prueba, lo hacía al mismo tiempo mumda de una herram1enta
que le permitía abordar ese cometido sin reglas fijas, legales
o jurisprudenciales. Descendía al terreno natural de los tri-
bunales ordinarios, pero sin las rigideces de aquéllos. Curio-
samente, mientras por un lado cobraba poco a poco la forma
de una tercera instancia revisora de aspectos no federales, por
el otro adquiría una característica propia de un tribunal su-
premo: la discrecionalidad de su obrar. Con ello el recurso ex-
traordinario clásico, moldeado en el viejo writ of error de la
Judiciary Act de 1789 156, pasaba a tener una nueva modalidad
que le permitiría trabajar con mayor libertad de acción. Pero
esta libertad, lejos de ser empleada para reducir la carga de
trabajo, fue la causa principal de su incremento. En lo cuan-
titativo, la cantidad de recursos extraordinarios creció nota-
blemente, al amparo de las nuevas posibilidades procesales.
Aunque suene exagerado, creo que es correcto decir que a partir
del empleo y aceptación masiva del recurso extraordinario por
sentencia arbitraria ya prácticamente no existieron procesos
judiciales ni materias que no pudieran ser llevados ante la
instancia extraordinaria. Bastaba tan sólo que en cualquier
punto del universo de acciones y procesos exislente se produjera
una arbitrariedad para que ello, ipso iure, abriera las puer-
tas de la Corte Suprema con la llave del artículo 18 de la
Constitución.

d) LA DOCTRINA DE LA GRAVEDAD INSTITUCIONAL. - Hacia


fines de la década de 1950, la doctrina de la arbitrariedad
había obtenido ya carta de ciudadanía dentro del recurso extra-
ordinario y poseía también un bagaje doctri~ario de impor-
tancia tal como lo señalé en el punto antenor. Fue e~ ese
mome~to cuando la Corte avanzó significativamente .Y dw ~
segundo -y trascendental- paso en su derrotero hac1a la ~1-S­
crecionalización de su jurisdicción. Hasta entonce~, la cuestl~~
federal -llave ese?cial de apertura ~~ la di~s:~í~l~loe;t~a~~ 11~
naria- se compoma de 1) los contem os e
t ·d·nariu me remito a lo
1 1·ac1· 6n de nuestro recurso ex ra01 1
156 Acerca de l a ñl
que diré más abajo en nota 267.
TENDENCiAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 321

ley 48, y 2) la arbitrariedad de las sentencias. Un tercer ele-


mento se agregaría a estos dos: la gravedad institucional. Pero
a diferencia del anterior, éste acarreaba un contenido que ex-
cedería holgadamente el mero acrecentamiento de la cuestión
federal. Veamos .
El uso de la noción de gravedad institucional tomó cuerpo
a partir de 1960, pero tiene un origen mucho más remoto.
Según la prolija recopilación jurisprudencia! de BARRANCOS Y
VED lA 157 , puede detectarse la apertura del recurso extraordi-
nario, siendo éste formalmente improcedente, en casos tan an-
tiguos como "Fiscal de la Provincia de San Juan c/José Sar-
miento", de 1903 158 . Allí el tribunal, con firma de los jueces
Bermejo, Bunge, del Solar y Daract, abrió un recurso extraor-
dinario interpuesto por el Banco Hipotecario Nacional pese a
existir sentencia definitiva 159 -lo que el fallo expresamente ad-
mite- sobre la base de que aquélla había sido contraria al
interés de la entidad oficial en puntos regidos por leyes na-
cionales especiales invocadas en el pleito . A partir de este pre-
cedente, son varios los casos en los que sin estar presente el
requisito de sentencia defmitiva, la Corte optó por abrirlos in-
vocando para ello diferentes causales - en general la irrepa-
rabilidad del daño- especialmente cuando se trataba de juicio
de apremio 160 . Muchos años después del caso citado, en 1954,
en "Municipalidad de Tucumán c/Instituto de Previsión Social
de Tucumán" 161 , la Corte sostuvo que, si bien en juicios de
apremio no correspondía el recurso extraordinario, éste era pro-
cedente si mediaban ra:wnes institucionales suficientes. Quie-
re decir que, en la primera mitad de este siglo, si bien la Cor-
te no llegó a elaborar definidarnente la noción de gravedad
institucional, sí en cambio admitió en muchas oportunidades

t ó7 BARHANros v VEUIA, Fernando N., R ecurso extraordinario y gravedad ins·


titucional, 2D ed., Abel edo-Perrot, Buenos Aires , 1991, ps. 40 y siguientes.
158 Fallos, 98:309 (1903).
159 Según surge del relato de la causa, el representante del Banco había
inlt>rpuesto tardíamente el recurso de apelación y contra la denegatoria del mismo
interpuso r ecurso extraordinario <Fallos, 98:310).
!HU Véase por ejemplo: "Shary c/Municipalidad de Rosario", Fallos, 103:373
(1906) ; "M unicipalidad de La Banda c/Ferrocarril Central Argentino", Fallos,
182:293 (1938); "Provi ncia de Buenos Aires c/Cía. Unión Telefónica del Río de
la Plata", Fallos , 210:396 (1948).
161 Fallos, 228:539 (1954).
CONTROL DE CONSTITUC IONALIDAD
322
er recurso extraordinario cuando mediaban circunstancias que
permitían remover los requisitos procesales de apertura del
recurso.
En 1959 162 -dentro de lo que CARRIÓ ha calificado como
la prehistoria de la gravedad institucional 163 - el diputado López
Serrot presentó en el Congreso un proyecto que propiciaba agre-
gar en el artículo 14 de la ley 48 un cuarto inciso en estos
términos: "Pero la apelación sólo será otorgada cuando resulte
de los autos que la consideración de los agravios en que el
recurso se funde tenga alcance institucional que exceda el mero
interés personal del apelante". Si bien el proyecto caducó, pues
no fue tratado por el Congreso dentro del plazo legal, es men-
cionable por dos motivos: a) demuestra que , ya hace casi cua-
renta años, la noción de la gravedad institucional estaba tan
presente como para gestar un proyecto legislativo que hubiera
dado amplio margen de di screcionalida d a la Corte, y b) porque
su redacción no ha perdido vigencia y bien podría hoy incor-
porarse a un texto legal.
De todos modos, la consagración del concepto -como bien
sabemos- vino finalmente por vía jurisprudencia! en el célebre
caso "Jorge Antonio" 164 • Las circunstancias históricas del fallo
-inevitables para su cabal comprensión- son bien conocidas y
por eso he de omitir su consideración en detalle 16 ~ . Pero se tra-
taba -en pocas palabras- de un recurso extraordinar~o que de
no haber mediado tales circunstancias históricas hubiera sido
seguramente desestimado. En efecto: a) la sentencia recurrida
no era definitiva; b) no existía gravamen irreparable para el

162 Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 23 de sep-


tiembre de 1959, ps. 3305 y 3;j06.
!ti:< CARRIO, Genaro , "Nuevas frouteras del recurso extraordinario", en Temas
de casa ción y recurso extraordinario, cit., ps. 2ll a 227, esp. ps. 214 y 215.
16.1 Fallo s, 248:189 (1960).
165 Jorge Antonio había sido inlerdiclo luego del derrocamienLo del presi-
dente Juan D. Perón en 1955. En 1959, sus apoderados solicitaron la devolución
de parte de sus bienes (seis aulornóviles y dos embarcaciones) en calidad de de-
pósito. En primera instancia (Fallos, 248:191) el pedido fue denegado y la Cámara
de Apelaciones revocó esta decisión por auto del 20 de mayo de 1960 (p. 192).
Contra esta decisión , el apoderado de la Comisión Liquidadora Decreto 8124/57
interpu so recurso de nulidad y ape lación, "mencionando" en ese escrito (así lo
dice el fallo de la Corte en p. 194) el inc. 3" del art. 14 de la ley 44. Ante la
denegatoria de esta petición, la recurrente presentó una queja que motivó la aper-
tura y resolu ció n del recurso por parte de la Corte.
TENOENCIAS JüRÍDICO-POLÍT!CAS DEL CONTROL 323

apelante; e) la personería del apelante era dudosa y d) el recurso


adolecía de defectuosa redacción y, estrictamente mirado como
recurso extraordinario, nunca había sido presentado ' 66 • La Corte ,
a su turno, si bien sólo debía resolver un problema de per-
sonería planteado directamente en una queja sin recurso ex-
traordinario previo, obvió este problema y sin más entró de
lleno al fondo del asunto 167 • En virtud de ello la sentencia
-que, como otras tantas en la historia de la Corte, no pudo
superar los condicionamientos de su momento- merece ser con-
siderada como una de las piedras angulares del resquebraja-
miento de los ápices procesales del recurso extraordinario y
del empleo por parte del Tribunal de poderes discrecionales.
Constituye sin dudas un hito a partir del cual el recurso ex-
traordinario cobró una nueva forma que ya se mostraba to-
talmente despojada de la (¿pesada?) carga procesal impuesta
por el legislador de 1863, en su imitación del writ of error
de la sección 25 de la Judic iary Act de 1789 16 ~ .
La sola lectura de algunos de sus párrafos es suficiente
para evaluar la nueva dimensión que el recurso extraordinario
habría de tener de allí en más. De los escasos cinco consi-
derandos del fallo, el 3Y y el 4Q son los que cuentan , especial-
mente el primero de ellos. En él, la Corte hace dos afirmaciones
importantes que cito en orden inverso a1 que aparecen en la
sentencia: a) la existe ncia de gravedad institucional puede jus-
tificar la superación de los ápices procesales frustratorios del
control constitucional de esta Corte, y b) el recurso extraor-

166 En efecto, contra el a uto de fech a 20 de mayo de 1960, por medio del
cual se hizo lugar al pedido de Jorge Antonio, la Comis ión Liquidadora interpuso
un rE'rurso de nulid ad y apelAción que no era e•Lrictamente . el tecurso e>drao r-
dinario sa lvo por la mención del art. 14, inc. 32 • Esa presentactó n fue desest1m ada
por la Cámar¡¡ Federal mediante el auto de fecha 2f> de jul:o d~ 1960 (p~. 192
a 194), invocándose au~encia de personería en la recurrente . Contra esta dectslÓll ,
la Comisión -sin plantear previamente el recurso extraordin a rio, lo cua l hubter a
sido procesa lml'nLe lo correcto- in terpuso queja ante la Corte. C?mo puede_ verse,
nunca existió eslrictamcnte un recurso extraordinario que debtó haber stdo m-
terpu esto , e n todo caso, contra la única sent encia deflnitiva dictada , que era la
que rechazab a la per soner ía de la Comi sión. . .· .
tG7 P a ra e nlender tanto esta cuestión como la exphcada e n nota ? ntcuo•
es con venien te le.,r el dictamen del procurador, Dr. Lascano (p. 194 ). Alll se pro-
picia el r eehazo de la queja por no h aber mcdi~do previamente recur so ~xtra~r­
dina rio y se aclara además que el objeto de la queJa era la cuesttón de la pcrson~na.
168 Sobre el modelado de nuestro recurso extraordinario en el wnt of error
norteamericano véase infra, nota 267 .
CONTROL DE CONSTlTUCIONALLUAD
324
dinario se satisface cabalmente cuando están en juego proble-
69
mas de gravedad institucional' - d
La primera afirmación puede ser, i~terpretada en , os sen-
tidos. Desde un punto de vista de mmima, ~~le tan s_olo co~o
la enunciación de un principio que , en defimt1va, no t1ene ~as
entidad que su similar sobre arbitrariedad de las sentenc1as.
La existencia de arbitrariedad también permite la remoción
de ciertos ápices procesales que podrían frustrar el control cons-
titucional. Desde un punto de vista de máxima, tiene entidad
para arrasar por completo reglas del recurso extraordinario:
la presencia de la gravedad institucional hace desaparecer cual-
quier obstáculo procesal frustratorio del recurso. La segunda
afumación es más trascendente todavía. Supone un viraje com-
pleto, ya que la función esencial de la Corte es la de resolver
recursos extraordinarios portadores de gravedad institucional
Quiere decir que esta nueva "llave" del recurso extraordinario
pasa a ser más importante aún que la misma cuestión federal
pues permite la satisfacción cabal de la función jurisdiccional
de la Corte. Si unimos la primera afirmación con la segunda
tenemos como resultado que, desde 1960, los arts. 14, 15 y 16
de 1~ ley 48 son una pieza procesal de segunda categoría, re-
movible cuando se torna frustratoria de la cabal misión del
n~cur~o extraordinario. A partir de 1960 el recurso extraor-
dmarw estaba preparado para romper los moldes de su ley
creado_ra , :charse a _v?~ar libre de sus ataduras procesales y
cumplir as1 con su ffilSJOn más trascendente. Tal es el mensaje
que este fallo ha dejado.
era t~f los hecho~, l_a tan encu~brada gravedad institucional no
. ' pues~~ hm1taba -segun surge del considerando 4 2110_ a
; mterp:etacwn de los alcances del art. 10 del decr. ley 5148/55
d ero lo Cierto es_ que el cas_o "Jorge Antonio" permitió la apertur~
S~ tn
s:co J~nsprudencial de proporciones casi inmanejables.
1 a a~ lt~an~dad puede ser descripta pero no definida, la a-
rdad mstltuciO~al no puede ser ni definida ni descripta. ~or
o_ pronto, no existe una manera u ni forme de designar el fe-
nomeno. De acuerdo con las reseñas efectuadas por SAHAB 171

169 Fallos , 248:195.


170 Ídem, p. 196.
171
. SAHAB , Ricardo J. , El recurso extraordinario por gravedad institur.iona/,
Ediar, Buenos Aires, 1978, ps. 37 y as.
T ¡,;NUENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CO!'iTROL 325

y SAGÜÉS 172 , además de gravedad instituci~nal ~bié~ se ~~~


ha llamado en otras ocasiones trascendenc1a constltucwnal ;
grave trascendencia institucional 17\ notorio interés institucio-
nal 175; cuestión institucional seria 176 ; situación que se proyecta
sobre la buena marcha de las instituciones 177 ; cuestión institu-
cional de suficiente importancia que autoriza el recurso ex-
traordinario 178 , interés institucional de orden superior 179 , et-
cétera.
Pero, más allá de la denominación, que es en todo caso
una cuestión convencional, lo más importante son las funciones
que la gravedad institucional tiene en el mecanismo del recurso
extraordinario. SAGÜÉS 180 dice que esas funciones son cuatro :
a) moderar los recaudos de admisibilidad, lo que se observa
especialmente en: 1) sentencias interlocutorias; 2) juicios eje-
cutivos y de apremio, y 3) recursos que presentan deficiencias
formales de interposición; b) crear una nueva causal de pro-
cedencia. En estos casos se observa que la presencia de la
gravedad institucional sustituye a la cuestión federal propia-
mente dicha; e) suspender la ejecución de las sentencias re-
curridas, y d) seleccionar las causas a resolver por la Corte.
En este caso, el autor citado se refiere a aquellos casos en
que la Corte aplica el mecanismo discrecional de rechazo del
recurso extraordinario previsto en el artículo 280 del Código
de Procedimientos. Sobre este tema y sus semejanzas y dife-
rencias con la gravedad institucional volveré más abajo 181 .
La sola mención de estas cuatro funciones de la gravedad
institucional, y especialmente las dos primeras, permiten -como
es obvio- dar una idea de la amplitud de espectro de acción
que aquélla tiene . La sola presencia de la gravedad institu-
cional permite : a) morigerar los requisitos formales del recurso ,

17
~ SA<;OF:s, Néstor P. , Recurso extraordinario, 3! ed. , Buenos Aires, Astrea,
t. 2, p. 368.
7
1 " "Partido Justicialista", Fallos, 263:267 (1965).
1 74 Ver dictamen del Procurador en el caso "Norma Mirta Penjerek", Fallos ,
257: 132 (1963).
175 "Bravo c!YPF", Fallos , 253:406 (1962).
l7G "Banco Hipotecario Nacional c/Herzinjak", Fallos , 250:431 (1961) .
177 "Hil ario de Pablo", Fallos, 300:417 (1978).
17R "Camilo Moz1.atti", Fallos , 300:1102 (1978).
1 79 "Osvaldo A. Cacciatore", Fallos, 311:593 (1988).

LHO Recurso extraordinario , cit., t . 2, ps. 364 y siguien tes .


!Rl Infra, g.
326 CONTROL DE CON STlTUC: lONALIDAD

esto es, la sentencia definitiva y el superior tribunal de la


causa, y b) sustituir la cuestión federal. Así, la gravedad ins-
titucional ha permitido en la práctica que ya no sean necesarios
ninguno de los tres requisitos esenciales del recurso extraor-
dinario.
Ahora bien, lo más interesante es que la gravedad insti-
tucional ha reemplazado a todos los requisitos del recurso ex-
traordinario, pero nadie sabe exactamente qué es la gravedad
institucional. O dicho de otro modo, todos tenemos una idea
más o menos vaga e imprecisa acerca de que existe gravedad
institucional cuando los intereses en juego exceden el ámbito
de las partes y se proyectan fuera de ellas 18". Pero el problema
es hacia dónde se proyectan esos intereses y cómo impactan
para que haya gravedad institucional. Eso no está claro. Se
ha dicho que existe gravedad institucional cuando están com-
prometidas las instituciones básicas de la Nación IRa , o las ins-
tituciones fundamentales del país 184 o las bases mismas del
Estado ' 8 ~ . También se ha dicho que hay gravedad institucional
cuando se trata de la dei.Jida preservación de los principio
básicos de la Constitución nacional en casos que conmueven a
la sociedad entera !Rfi' cuando está afectada la buena marcha de
las instituciones 187 o cuando se trata de un conflicto que afecta
a la conciencia de la comunidad 188 • Por último, también existe
gravedad institucional cuando se trata de medidas generales
que inciden en actividades ligadas al bienestar común 189 , cuan-
do lo resuelto pueda afectar la expedita prestación de los ser-
vicios públicos 190 , cuando puede perturbarse el normal desem-
peño de la actividad educativa del Estado 1 ~ \ cuando se trata

1Rl Así lo ha señn la do la Curte en un caso inmedi ato ante1;or a "J orge Anto-
nio". Me refiero a "Caja de Prev isión Social c/Mcdi caJ S.R.L. ". Fallo< , 247:601 (1960).
183 "La Rinconada S.A. c!Nación Argentina", Fallos , 289:36 (1974); "Corpo-
r ación Argentina de ProducLor es de Carne", Fallos, 292:229 (1975) ; "Pcia. de Co-
rrientes c/Boo", Fallos , 307:973 (1985).
181 "Borgward Argentina S.A. ", Fallos, 23i!::391 (1957).
185 "Hernández c/Nación Argentina", Fallos , 306:250 (1984).
186 "Norma Mirta Penjerek", Fallos, 257:132 (1963).
187 "Hil a rio de Pablo", Fallo s, 300:417 , es p. 420 y 421 (1978).
1 "Camilo Mozzatti", Fallos , 300:1102, esp. 1110 (1978).
I A9 ''Cavic c/Navarro", Fallos, 298:732, es p. 73! 0977) . .
100 "Caja de Previsión Social c/MedJcal S.R.L . , Fallos, 247.601 , esp .

(1960~~~ "Municipalidad de Laprida c/UUA", Fallos, 308:647 , esp . 651 (1986).


TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL COJI.'TROL 327

del deslinde de competencias provinciales o nacionales 192 , cuan-


do se altera la real significación económica de una deuda y se
violenta la garantía constitucional de la propiedad 193 , cuando
se hallan comprometidas normas sobre seguridad social con-
tenidas en el artículo 14 bis de la Constitución 194 , cuando el
exceso incurrido por un magistrado al reconocer una legiti-
mación inexistente se traduce en "tma interferencia en los ne-
gocios públicos de evidente importancia y repercusión política
y económica H' 5 .
Como puede verse, el universo de la gravedad institucio-
nal es poco menos que inmanejable en términos metodológicos.
Querer clasi!icar y ordenar la gravedad institucional es tan
difícil o imposible como contar la abejas de una colmena en
pleno movimiento . Zcchariah CHAFEE , en los Estados Unidos,
decía con ironía que las cuestiones políticas no justiciables son
tan reales como Santa Claus en las tiendas de regalos en Na-
vidad 196 y algo de ese claroscuro entre realidad y ficción en-
vuelve también a la gravedad institucional. Por ello es que
se han suscitado críticas tan fuertes como la de CARHIÓ 197 , en

\92 "Rodríguez Elízaldc cll3anco Provincial de Salta" , Fallos, 310:295, esp.


301 (1987).
193 "Vaccaro c/Paramio", Fallos, 310:302, esp. 308 (1987).
1~4 "Serb>iO Mac Kcy ZPrnik", Fallos , 311:2242 (1988).
195 "José Roberto Dromi", Fallos, 313:R63 (1990).
lOA SomP Problems of Equity (p. 374), citado supra, § 76, a.
111 7 Decía esll' autor hace más de una década: "Primero: A diferencia de lo

que ocurre en el t·ecurso ext.raordinario por sente ncia arbitraria que debe consi-
derarse que es fruto de un a interpretación válida de la ley 48 (un caso de 'cuestión
f'e dcr,.l ' que remite el art. 14, iuc. 3° de ella), el recurso extraordinario por gravedad
institucional, no constituye una interpretación válida de dicha ley sino una dis·
torsión del texto de ella ( . .. ) Segundo: Al admitir como fundamento s uficiente
del recurso extraordinario la presencia del 'Interés Instituciomll' o de 'Gravedad
Institucional' la Corte ha asignado un papel central a un estándar peligrosamente
vago, estándar cuya falta de precisión permite que se lo us e para encubrir cualquier
tipo de di screpancia valorativa (de naturaleza social, política moral, religi osa, eco-
nómica etc.) con el contenido ele una decisión sobre cuya validez la Corte tiene
la palabra definitiva. 'l'ei·cero: Si las cosas son asf, la conjeturada admisión del
'recurso extraordinario por gravedad institucional' deja completamente indefinidas
las fronteras del recurso extraordinario, fronteras que hasta ahora, y pese a la ad·
misión del recw·so extraordinario por sentencia arbitraria , estaban aceptablemen-
te determinadas. Cuarto: Que ese estándar vago , impreciso, de contenido mutable,
no creaba riesgos muy grandes de inseguridad jurídica en la interpretación or-
todoxa del holding de Jorge Antonio , toda vez que alli dicha paula desempeñaba
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
328
contra de un concepto qu e se presenta ciertamdent~ ~;~á~c~
ante una mente ávida por poner orden en el erec o . . a
como ha señalado con acierto Alberto A. SPOTA, es una cuestión
199
típicamente política •
En mi opinión, y sin perjuicio de volve~ sobre esto ~ás
adelante, la gravedad institucional me susc1~a una re~eXlón
similar a la de las cuestiones políticas: no es ru buena m mala.
En realidad ha resultado inevitable . Que sea buena O mala
depende de cómo la emplee la Corte, pero es inevitab:e. por
naturaleza. Así como un tribunal no puede -por much1s1mos
e indefinidos motivos- fallar en cuestiones no justiciables, la
Corte como máximo tribunal de la N ación, tampoco podría
' .
en ciertas ocasiones sustraerse al conocimiento de cuestiOnes
de gravedad institucional y sí lo hiciera, encerrándose en los
moldes rígidos del recurso extraordinario, incurriría quizás en
exceso ritual manifiesto. Hay ciertos temas tan importantes
o trascendentes que claman por la atención de la Corte con
indiferencia de las fronteras procesales del recurso extraordi-
nario. Naturalmente que dar este paso supone ingresar en un
mundo donde la ausencia de andariveles precisos impone una
mayor dosis de prudencia en el obrar.

e) REFORMA DEL ARTÍCULO 2 80 DEL CóDIGO PROCESAL CI·


VIL Y COMERCIAL DE LA N ACIÓN Y USO DEL "CERTIORARI". -
Ya me he referido anteriormente a los efectos del art. 280,
CPCCN, y al requisito de la trascendencia en el recurso ex-

el papel menor de dar fundamento excepcional a la dispensa de recaudos formales


en casos en que había una cuestión federal. Erigido, en cambio en vía a utónoma
de acceso a la jurisdicción extraordinaria de la Corte, la adopción de ese es tá ndar
puede traer muchos más dolores de cabeza que beneficios" (Nuevas fronteras del
recurso extraordinario , cit. en nota 163, esp. ps. 226 y 227).
19
8 SAHAB dice que se trata de un escapismo político con traj e jurídico (El
recurso PJ:traordinario . .. , cit. p. 35).
199 "Los fueros políticos del recurso extraordinari o -dice el citado profesor-
entibiados ahora por el recurso d e arbitrariedad que mira más aparenLemen te
a lo jurídico que a Jo político, se ve compensada con una nueva causal típicamente
política, que habilita en nues tros tiempos al recurso extraordinario. Me refiero
al recurso extraordinario por gravedad institucional" (SPOTA, Alberto A. , La Corte
Suprema de la Nación como parte del poder político del Estado, LL , t. 1990-B,
p. 979, esp . 983) .
329
TENnF.NCIAS JURÍDICO-POLITICAS DEL CONTROL

traordinario, de modo que para el análisis de esta norma me


0
remito a lo dicho alH2° • ál. ·
En lo que aquí interesa y ante.s de entrar en el an lSlS
del impacto de la reforma introduc1da por la ley ~3 ·g'!tev~:
la pena señalar brevemente el tratam1ento que a o ,
dado al art. 280 201. En "Rodríguez c_JRo?-rlgu.ez de Schreyer :
citado•o• fue planteada la inconst1tuc10nahdad de esta nor
:a, lo que ' fue rechazado por el Tribunal. Si bie~ el voto de
la mayoría optó por una solución de corte .pro~esa! mvocB?do la
introducción tardía del planteo, el voto mmontano suscnto por
los jueces Barra, Belluscio y Boggiano reviste interés, pues en-
tra al fondo del problema. Transcribo el considerando 3º, pues
allí está, además, la simiente del certiorari de admisión que
la Corte consagró poco después 203 : "Que la desestimación de
un recurso extraordinario por la sola invocación de una norma
procesal y sin dar fundamento alguno, no conculca los derechos
constitucionales invocados por la recurrente (arts. 14, 16, 17,
18, 28 y 31, Const. nac.). El art. 101 de la Constitución na-
cional prevé el ejercicio de la jurisdicción apelada por la Corte
Suprema según las reglas y excepciones que prescriba el Con-
greso y no se observa irrazonabilidad en la reglamentación le-
gislativa que comporta la norma cuestionada. Por el contrario
la norma permite al tribunal ejercer con mayor eficacia su obli-
gación de hacer justicia por la vía del control de constitucio-
nalidad. El cabal desempeño de esta alta misión toma impera-
tivo desatender los planteas de cuestiones aun federales, carentes
de trascendencia. Asimismo el art. 280 del código citado per-
mite a esta Corte ejercer su jurisdicción extraordinaria en caso
de trascendencia, aun cuando existiera algún obstáculo formal
para acceder a la misma. La resolución de temas de notable
repercusión institucional no puede quedar vedada al tribunal
por incumplimiento de requisitos formales por parte de los in-
teresados en casos cuya gravedad precisamente excede los he-
chos y las personas directamente involucradas" (el destacado
me pertenece).

~oo Véase supra, §51.


~01 El tratamiento en extenso de esta cuestión puede verse en LEGARRF., San-
tiago , Rl req uisito de la trascendencia en el recurso extraordinario, Abeledo-Perrot,
Bu enos Aires, 1994.
2u~ LL , t . 1993-C, p. 175.
2 03 "Serra c/MCBA", LL , t . 1995-A, p. 401 , con nota del autor.
330 CONTROL D~~ CONSTITUCIONALIDAD

El considerando transcripto merece tres comentarios. En


primer lugar, es obvio que, aunque haya sido una .expresión
minoritaria, traduce el pensamiento general del 'l'nbunal en
cuanto a la constitucionalidad del art. 280. Es probable que
si se llegara a plantear oportunamente la cuestión y el tribunal
tuviera que resolverla optaría por una solución igual; de lo
contrario no aplicaría a diario este artículo. En esto coincido
con LEGARRE 20"1. No parece razonable especular aquí con la rí-
gida aplicación de la regla jurisprudencia! que prohíbe el control
constitucional de oficio y sostener que la Corte no ha entrado
en el análisis constitucional del artículo porque nadie se lo
ha requerido oportunamente . En segundo lugar, es menciona-
ble también que , aun cuando el artículo 280 autoriza a la Corte
a rechazar en caso de ausencia de trascendencia, este voto lo
• hace imperativo: "el cabal desempeño de esta alta misión torna
imperativo desatender los planteos de cuestiones aun federales
carentes de trascendencia". Por último, como ya dije , anticipa
el certiorari de admisión: "el art. 280 del código citado permite
a el>ta Corte ejercer su jurisdicción extraordinaria en caso de
trascendencia, aun cuando existiera algún obstáculo formal pa-
ra acceder a la misma.". Ya veremos, al hablar del certiorari
positivo, q~e la. Corte ha empleado el art. 280 no sólo para
r~chazar discrccwnalmente, sino también para admitir discre-
CIOnalmente Clos destacados me pertenecen) .
Veamos e?-tonces qué aporte ha realizado la ley 23.774 a
los poderes discrecionales de la Corte. Para entender mejor
este problema e~plearé otra clasificación de las cuestiones fe-
deral~s . Antes h1ce una distinción basada en la intensidad de
las .nusmas ; ahora , analicémoslas según el grado de discrecio-
nahd~? que permiten a la Corte. En este caso la clasificación
tamb1en ofrece tres categorías de menor a mayor: a) cuestiones
fede~ales. propiamente .dichas, que otorgan un bajo grado de dis-
crec~onalidad; b) cuestwnes federales por arbitrariedad de sen-
tencia con un grado relativo de discrecionalidad, y e) cuestiones
fede~ales. por gravedad institucional, con un alto grado de dis-
crecwnahdad. La Corte, hasta 1990, había avanzado en estos
tres c~mpos ~ se ~abía comportado como una bomba aspirante;
es decrr, hab1a ab1erto el recurso extraordinario hasta el límite
204
Ob. cit. en nota 201, p. 17.
TE NDENCIAS JURIDICO·POL(TICAS DEL Cm\TROL 331

de obviar el cumplimiento de sus requisito e enciales. Tenía


una gran fuerza para avanzar, para acaparar. Sin embargo,
poseía escasa fuerza para desestimar, para deshacerse de aque-
llos recursos que no tenía interés en tomar. Para ello debía
fundar sus fallos. Si bien había empleado un mecanismo dis-
crecional, el mismo estaba limitado a las cuestiones federales
insustanciales, generalmente relativas a la arbitrariedad de
las sentencias . Pero nunca podría haberlo hecho ante un plan-
teo federal propiamente dicho. La reforma del artículo 280 tra-
jo ante sus estrados la otra cara de la moneda. A partir de
1990, la Corte es una bomba aspirante e impelente y puede
ejercer ambas operaciones con igual intensidad. Puede avanzar
hasta los confmes procesales que desee de la mano de la gra-
vedad institucional y puede retraerse todo lo que desea, aun
ante la clara presencia de una cuestión federal , si no hay tras-
cendencia.

f) EMPLEO DEL RECURSO EXTRAORDINARIO ''pER SALTUM". -


Poco después de la reforma de la ley 23.774, la Corte estrenó
una nueva modalidad de recurso extraordinario que permitió
remover el último ápice procesal que quedaba todavía subsis-
tente en el recurso extraordinario. Utilizó lo que en los Estados
Unidos se llama certiorari beforejudgement 20\ es decir, resolvió
el recurso sin que se hubiera producido sentencia del tribunal
superior de la causa. Quedó inaugurado a partir de allí el
uso del llamado recurso extraordinario per saltum o por salto de
instancia. Como todos recordamos, ello tuvo lugar en el recurso
extraordinario interpuesto por el entonces ministro de Obras
y Servicios Públicos, José Roberto Dromi, en los autos "Moisés
Fontela c/Estado Nacional" 206 • El recurso fue promovido contra
la sentencia de primera instancia que había hecho lugar a la
acción de amparo interpuesta a efectos de modificar aspectos
societarios de la privatización de Aerolíneas Argentinas.
La Corte prendió una vez más los motores de su bomba
aspirante para acoger favorablemente el planteo del Estado
·~ . Court's Extraordinar-y Pow e r to
205 and M.o.RSHALl.. The Suprcm• o A eals cit. supra. Ul AN<.: Ht ,
L!NUGRF.N.
Gmnt Certiorari Bc(ore ,Judgement t n the C~~-~o fpc:~altu'ro en la Corte de los
Alherto, El certiorari before JUdgemeut o re
Estados Unidos , ED , t. 149, p. 787.
~Ofi Fallos, :313:863 ( 1990).
332 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

nacional, y acudiendo a la gravedad institucional profundizó


un poco más una doctrina que, a mi juicio, ya estaba P.r~parada
para resistir este nuevo ablandamiento de los reqUisltos ~el
recurso extraordinario: "cuando las cuestiones federales -d1ce
la Corte- exhiban inequívocas y extraordinarias circunstan-
cias de gravedad y demuestren con total evidencia que la ne-
cesidad de su definitiva solución expedita es requisito para
la efectiva y adecuada tutela del interés general, las impor-
tantes razones que fundan la citada exigencia del tribunal su-
perior deben armonizarse con los requerimientos antes enun-
ciados, para que el marco normativo que procura la eficiencia
del Tribunal no conspire contra la eficacia de su servicio de
justicia al que, en rigor, debe tributar todo ordenamiento pro-
cesal" 207.
Posteriormente, la Corte intervino per saltum en tres oca-
siones más. La primera de ellas tuvo lugar en un célebre caso
de tráfico de drogas para evitar la liberación de un grupo de
personas vinculadas a esa causa que había sido dispuesta por
el magistrado de primera instancia 208 ; luego lo ha hecho en
un amparo sindicaP09 , en el caso "Unión Obrera Metalúrgica
c!Estado Nacional" 2 10 • Este último caso presenta la singulari-
dad de que si bien el recurso per saltum fue formalmente re-
chazado, en la práctica se hizo lugar al mismo pero por vía
de superintendencia ' 11 , aduciéndose que el magistrado de pri-
mera instancia había actuado con exceso de jurisdicción, siendo
en consecuencia nulo todo lo decidido por aquél, y por último,
igual solución se alcanzó en el caso "Jorge Rodríguez" "'\ vin-
culado con la privatización de los aeropuertos, al cual he aludido
ya varias veces 213 •
Mucho se ha escrito 214 y se escribirá probablemente acerca
del recurso per saltum, que se presenta desde el punto de vista

201 Consid. 52 , 22 párrafo, Fallos, 313:869.


208 Recurso deducido por María Graciela Reiriz y Eduardo Casal en los autos
"Alonso, Jorge", (Fallos , 317:1690 - 1994-).
209 Regido por el artículo 47 de la ley 23.551. . LL t
HO Fallos , 319:371 (1996), con nota de Germán J . BIDART CAMPOS ( , ·

1996-D, p . 250l.
2 11 Véase el consid. 9".
m Fallos , 320:2851 (1997).
213 Véase supra §§ 72 Y 74: b . sobre el particular cito solamente
214 Entre los mu;hos 'Y va\HlOSOS tra Da.JO~ecurso extraordinario por saLto de
los d e largo ahento: CttEO BAY , oracto .,
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 333

teórico y práctico como una herramienta por demás atrayente .


Y por cierto que lo es. Todos quienes inician un pleito están
dispuestos a transitar el duro canúno que ello implica; están dis-
puestos a someterse a las reglas procesales que en ocasiones
resultan tediosas. ¿Quién no desearía ver su juicio terminado
rápidamente con la sola invocación del per saltum? A su vez,
desde lo teórico, y en particular como aporte a los poderes
discrecionales de la Corte, creo que son varias las reflexiones
que esto merece.
15
La primera y más sencilla es que, luego del caso "Dromi ~ ",
la Corte ha dejado de lado el último de los requisitos del recurso
extraordinario que quedaba por superar. Con la eliminación
del superior tribunal de la causa, el último de los ápices pro-
cesales frustratorios subsistentes ha sido removido. La segun-
da reflexión es si verdaderamente el caso "Dromi" constituye
un hito en verdad r evolucionario o si el tribunal se ha limitado
a aplicar lisa y llanamente la doctrina de la gravedad insti-
tucional. Sobre este particular creo que puede decirse, en pri-
mer lugar, que la doctrina de la gravedad institucional tenia
el potencial suficiente para provocar en algún momento un
decisorio como "Dromi". Faltaba la circunstancia que pusiera
en movimiento este último resorte. Pero, en segundo lugar,
no puede negarse que hasta ese momento la Corte no pareció
estar dispuesta a dar el salto de instancia. De hecho, algún
sector· minodtario de la Corte ya lo venía propiciando 216 , aun
antes del aumento de los miembros del Tribunal, pero ello no
había tenido acogida mayoritaria. La presencia de las Cámaras
de Apelaciones todavía inhibía -como principio-la intervención
directa de la Corte. Este principio fue r emovido en el caso
"Dromi", y ello lo convierte en un hito trascendente.
La tercera reflexión que deseo apuntar tiene que ver con
la perspectiva que ofrece el per saltum . O dicho en forma más
sencilla, hasta dónde puede éste llegar. Y aquí entra en juego
la fundamentación del caso "Dromi". Voy entonces a re pro-

instancia, Astrea, Buenos Aires, 1990; CARH IO, Alej andro, y GARAY, Alberto F., La
jurisdicción "pe•· saltum" de la Corte Suprema, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1991.
215 Fallos, 313:863 (19901.
216 "Scache1i de López", Fallos , 310:2214 (1987), y "Margarita Belén", Fallos,
3ll :1762 (1988) .
334 CONTROL DE CONS'l'!TUClONALIDAD

ducir nuevamente el considerando antes transcripto: "Cuando


las cuestiones federales -dice la Corte- exhiban inequívocas
y extraordinarias circunstancias de gravedad, ~ .demuest~en
con total evidencia que la necesidad de su defimtlVa soluc16n
expedita es requisito para la efectiva y adecuada tutel~ del
interés general, las importantes razones que fundan la cüada
exigencia del tribunal superior deben armonizarse con los re-
querimientos antes enunciados para que el marco normativo
que procura la eficiencia del tribunal no conspire contra la
eficiencia de su servicio de justicia al que , en rigor, debe tributar
todo ordenamiento procesal".
Me pregunto a partir de esta afirmación: ¿qué pasaría si
el marco normativo que procura la eficiencia del Tribunal cons·
-

pirara contra la eficiencia de su servicio de justicia y fuera
necesario no ya saltar la instancia de la Cámara de Apelaciones
sino también cualquier otra instancia en aras de procurar la
efectiva y adecuada tutela del interés general? O, dicho de otro
modo, ¿esta fundamentación permite también al Tribunal in-
tervenir directamente aun antes del fallo de primera instancia?
En la práctica ello dependerá de lo que diga la Corte si el
caso se presenta. Y en teoría vale la pena tener en mente
que la fundamentación expuesta parece no poner límites al
Tribunal, el cual, de la mano de esta fundamentación, en el
futuro podría no detenerse en pruritos procesales -ni aun los
de primera instancia- si fuera preciso tutelar el interés general.
De modo tal que, así como sirvió para fundar el salto de la
instancia procesal de la Cámara, podría viabilizar también el
de primera instancia. Naturalmente que ello tiene en el plano
teórico dos obstáculos: a) no hay sentencia de qué agraviarse,
y b) se produciría consecuentemente una ampliación de la juris-
dicción originaria. Vale la pena recordar que en los Estados
Unidos -fuente donde ha abrevado la Corte para éste y otros
muchos asuntos- ello no está permitido ni en el plano legis-
lativo 217 ni en el jurisprudencialm.

217 La r egla 11 de Procedimiento ante 1a Corte Suprema en tos Estado


Unidos establece expresamente que el certiorari befare judgement sóto puede ser
rEsta n.ota continlia en la págin..a siguient
2 lB
La Corte ha interpretado que ello ampliaria su jurisdicción originaria
en "Wheeler Lumber Bridge & Supply Co. v. United States", 281 U.S. 572, 576
(Esta nota con.tinda en la página .'~iguiente.J
TENDENCIAS JURIDI CO-POL!TICAS DEL CO.iTROL
335
, g) , E:'1PLEO DEL "CERTIORARI DE ADMISIÓN". - Lle am
asi al ultimo de los pasos dados por la Corte en este der::ote os
Se trata de la aplicación del artículo 280 del Código Proces:~:
no ya para. rechazar el . , recurso sino para admitir} o, 1o que su-
¡.one una mterpre~ac10n extensiva de la regla de discreciona-
ld~d. Esta modalidad ya estaba insinuada, como vimos más
;;rnb~, en el voto de los jueces Barra, Belluscio y Boggiano en
~odnguez c/Rodríguez de Schreyer" 2 19 y estuvo presente tam-
bién en otros votos de diferentes integrantes del Tribunal 22o
producidos a lo largo de 1993, lo que pennitía advertir la exis-
tencia de una mayoría informal en favor de su aplicación.
Tal mayoría finalmente se hizo presente a fines de aquel
año en el caso "Serra c/MCBA" 22 \ en el cual el tribunal , con
la firma de los jueces Boggiano (Presidente), Barra, Cavagna
Martínez, Fayt, Levene y Nazareno, h izo aplicación del cer-
tiorari de admisión y entró a considerar un recurso extraor-
dinario sin sentencia definitiva 222 • El consid. 4Q, que funda esta
aplicación del artículo 280, dice: "Que, sin embargo, existe méri-
to suficiente para habilitar esta instancia a la luz de la inter-
pretación dada en su oportunidad a los alcances de la reforma
introducida al art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación. La finalidad más significativa del nuevo texto
es la de destacar el emplazamiento que esta Corte posee en

(Continuación de la nota 217.)


concedido en un caso "pe nding in a United States Court of Appeals", esto es,
ante una Cámara Federal de Apelaciones. Véanse las Reglas de Procedimiento
de la Corte Suprema de los Estados Unidos, según su versión hasta marzo de
2001 , e n Federal Civil Judicial Procedure and Hules, West Group , Minncsota,
2001, ps. 528 a 550, es p. p. 531.
(Continu.atión de la ttota 2 18.)
(1930); "United States v. Rice", 327 U .S. 742, 747 (1946); "Civil Aeronautic Board
v. American Air 1'ransport", 344 U.S. 4, 5 (1952).
219 Fallos, 316:64 (1993).
220 Véase por ejemplo: a) el voto del juez Fayt en "Prunello", Fallos, 315:490
(1992), es p. ps. 492 a 495; b) el de los jueces Moliné O'Connor y Petracchi en
"Ekmekdji an c/Sofovich", Fallos, 315:1492 (1992) , es p. p. 1523 ; e) el voto del juez
Cavagna Martín ez en "Pazos cfi'rejo", causa P.178.XXXIV, sent encia del 11/3/93
(no publicada en Fallos), y d) el voto de los jueces Cavagna Martínez y Moliné
O'Connor en "Cornes c/Massuh S.A.", Fallos, 316:1967 (1993) .
221 Fallos , 316:2454 (1993).
222 Se trataba de una excepción de prescripción opuesta por la demandada ,
que al no h a ber prosperado en las instancias anteriores permitía la continuación
normal del pleito.
TENDENCIAS JURfDICO-POLfTICAS DEL CONTROL 335

g) EMPLEO DEL "CERTIORARI DE ADMISIÓN". - Llegamos


así al último de los pasos dados por la Corte en este derrotero .
Se trata de la aplicación del artículo 280 del Código Procesal,
no ya para rechazar el recurso sino para admitirlo, lo que su-
pone una interpretación extensiva de la regla de discreciona-
lidad. Esta modalidad ya estaba insinuada, como vimos más
arriba, en el voto de los jueces Barra, Belluscio y Boggiano en
"Rodríguez c!Rodriguez de Schreyer" 219 y estuvo presente tam-
bién en otros votos de diferentes integrantes del Tribunal 220
producidos a lo largo de 1993, lo que permitía advertir la exis-
tencia de una mayoría informal en favor de su aplicación.
Tal mayoría finalmente se hizo presente a fines de aquel
año en el caso "Serra c/MCBA" 221 , en el cual el tribunal, con
la firma de los jueces Boggiano (Presidente), Barra, Cavagna
Martínez, Fayt, Levene y Nazareno, hizo aplicación del cer-
tiorari de admisión y entró a considerar un recurso extraor-
dinario sin sentencia definitiva 222 • El consid . 42 , que funda esia
aplicación del artículo 280, dice : "Que, sin embargo, existe méri-
to suficiente para habilitar esta instancia a la luz de la inter-
pretación dada en su oportunidad a los alcances de la reforma
introducida al art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación. La finalidad más significativa del nuevo texto
es la de destacar el emplazamiento que esta Corte posee en

(Continuación de la nota 217.)


concedido en un caso "pending in a United States Court of Appeals", esto es,
ante una Cámara Federal de Apelaciones. Véanse las Reglas de Procedimiento
de la Corte Suprema de los Estados Unidos, según s u versión ha sta marzo de
2001 , en Federal Ciuil .Judicial Procedure and Rules, West Group , Minncsota,
2001 , ps. 528 a 550, esp. p. 531.
(Continuación de la 110ta 218.)
(1930); "Unitcd Stntes v. Rice", 327 U .S . 742, 747 (1946); "Civil Acronautic Board
v. American Air Transport", 344 U.S. 4, 5 (1952).
m Fallos, 316:64 (1993).
220 Véase por ejemplo: a) el voto del juez Fayt en "Prunello" , Fallos, 315:490
(1992), esp . ps. 4!J2 a 495; b) el de los jueces Moliné O'Connor y Petracchi en
"Ekmekdjian c/Sofovich", Fallos, 315:1492 (1992), es p. p. 1523; e) el voto del juez
Cavagna Ma rtínez en "Pazos ctrrejo", causa P.l78.XX:X1V, sentencia del 11/3/93
(no publicada en Fallos) , y d) el voto d e los jueces Cavagna Martinez y Moliné
O'Connor en "Cornes c/Massuh S.A.", Fallos, 316:1967 (1993).
221 Fallos , 316:2454 (1993).
222 Se trataba de una excepción de prescripción opuesta por la demandada,
que al no haber prospera do en las instancias anteriores permitía la continuación
normal del pleito.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
336
el orden de las instituciones que gobiernan a la Nación posi-
bilitando que -de una manera realista- su labor pueda ~on­
centrarse en aquellas cuestiones vinculadas con la ~ustodia Y
salvaguarda de la supremacía de la Constitución nac10nal. ~o­
metido éste que , desde temprana hora, ~l ~ribu~al ha recon~c1do
como el más propio de su elevado m1msteno (Fallos, 1.340,
del 17 de octubre de 1864). La reforma tiende, pues, a reforzar
el criterio de especialidad que orienta a las funciones de este
Tribunal, al hacerle posible ahondar en los graves problemas
constitucionales y federales que se encuentran entrañablemente
ligados a su naturaleza institucional".
A partir de "Serra c/MCBA", la Corte puede emplear el
mecanismo discrecional del recurso extraordinario, tanto para
rechazar como para admitir, y cabe formular, entonces, dos
-. preguntas: a) si ésta es una aplicación correcta del artículo
280, y b) si era necesario emplear el artículo 280 para ello.
En punto a lo primero, me caben serias dudas de que el artículo
280 haya sido diseñado por e1 legislador como mecanismo de
admisión del recurso extraordinario. La norma en cuestión es
clara cuando dice que "La Corte (. . .) podrá rechazar el recurso
extraordinario" (el destacado me pertenece). Nada dice acerca
de que podrá "admitir" el recurso extraordinario. Sin embargo,
y voy con esto a la segunda pregunta planteada, creo que,
para admitir discrecionalmente el recurso extraordinario no era
necesario acudir al artículo 280. Desde la creación de la doc-
trina de la gravedad institucional esto era posible. Pero, claro,
esto debía ocurrir solamente en aquellos casos supuestamente
extraordinarios en los que se hallaba presente la gravedad ins-
titucional. Por el contrario, con la invocación del artículo 280,
la Corte obtiene dos efectos: a) logra un marco legal para su
actividad, y b) puede utilizar con mayor frecuencia el meca-
nismo de admisión, ya que en lugar de tener que justificar
la gravedad institucional, la cual supuestamente se da en casos
muy extraordinarios, puede acudir a la trascendencia, que pa-
rece más rutinaria . De hecho, en el caso "Serra" no había gt·a-
vedad institucional alguna, pero sí podía haber trascendencia ,
entendida en este caso como "los graves problemas constitu-
cionales y federales que se encuentran entrañablemente ligados
a su naturaleza institucional".
¿Ha habido entonces un avance real en mate~a de e~p~~o
de poderes discrecionales con el uso del certwran de adrms10n
TENDENCIAS JURlDICO-POLlTICAS DEL CO.:TROL 337

a partir del caso "Serra"? La respuesta a esta pregunta de-


pende fundamentalmente de lo que entendamos por gravedad
institucional y por trascendencia. Si son lo mismo, no ha ha-
bido avance alguno. Por el contrario, si fueran diferentes puede
haber habido algún incremento. En efecto, la Corte, con mucha
anterioridad a la reforma de 1990, utilizaba discrecionalmente
su mecanismo de admisión en presencia de la gravedad ins-
titucional, de modo que si no hay diferencia alguna entre aqué-
lla y la trascendencia, el único cambio computable es que ahora
la Corte se siente respaldada por una norma legal para admitir
recursos en forma discrecional. Podría sostenerse , en cambio,
que existe una diferencia entre un concepto y otro 223 , y en este
caso el avance en los poderes discrecionales dependerá de que
la trascendencia sea un concepto menos restringido que la gra-
vedad institucional. Pero evidentemente, y tal como lo he ma-
nifestado más arriba, en el estado actual de la jurisprudencia
del Tribunal no es posible establecer esta diferencia. Tal vez
un desarrollo futuro permita distinguir mejor esta cuestión y
evaluar si ha habido o no un avance . Por el momento, y mien-
tras no exista distingo alguno entre gravedad institucional y
trascendencia, el mismo no es sustancial. En tal caso, el cam-
bio es cuantitativo en la medida en que la invocación del ar-
tículo 280 y la legitimidad que ello otorga puede facilitar un
uso más frecuente del mecanismo de admisión.

h) FLEXIBILIDAD DEL CONCEPTO "SENTENCIA DEFINITIVA". -


Por último, no puedo dejar de computar la flexibilidad que
ha ido adquiriendo con el correr del tiempo el concepto de "sen-
tencia definitiva" a los efectos del recurso extraordinario . Ello
también influye ~otablemente en las facultades discrecionales
del Tribunal, según intentaré demostrar. . .
El artículo 14 de la ley 48, al detenninar los reqUlsltos
de admisión del recurso extraordinario, establece.: " ... ~ól.o . po­
drá apelarse ante la Corte Suprema de l~s sentencws ~eft'!'ttw~~
pronunciadas por los tribunales superwres de provmcta · · · ·
A su vez, el art. 6º de la ley 4055 reza: "La Corte Supre':"a
conocerá por último en grado de apelación de las sentencws

223 Véase PALACIO, Lino E., El recurso extraordinario federal , Abeledo-Perrot,


Buenos Aires , 1992, p. 204.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
338
definitivas pronunciadas por las cámaras fed~rales de apela-
ción . por las cámaras de apelación de la ~apttal; por lo~ su-
peri~res tribunales de provincia y por los tnbunales superwres
militares ... ". . . ,
Ahora bien, a partir de la noción de "sentencia defimtlva ,
entendida como aquella que finaliza el expediente con una de-
cisión sobre el fondo de la cuestión litigiosa en debate y tiene
la virtualidad fundamental de agotar la jurisdicción del tribunal
que la dicta, o bien como la regla juridica individual deter-
minante de la conducta que han de seguir las partes ligadas
al proceso en torno al objeto de la contienda judicial que aquélla
ha dirimido 2t 4 , la Corte ha ido elaborando una excepción, el
concepto de sentencia equiparable -por sus efectos- a defini-
tiva. Así, a través de una larga serie jurisprudencia!, la Corte
Suprema -en el marco procesal del recurso extraordinario- ha
definido a la sentencia definitiva y ha ido estableciendo cuáles
son aquellas que por sus efectos se le equiparan. De ello surge
que sentencia definitiva es aquella que: a) dirime o pone fin al
pleito , b) hace imposible su continuación, e) priva al interesado
de otros medios legales para obtener la tutela de sus derechos,
d) impide el replanteo de la cuestión en otro juicio, o e) causa
un gravamen de 1) imposible, 2) insuficiente , o 3) tardía re-
paración ulterior.
Es claro enton~es que si bien existen ciertas reglas gene-
rales .q.u e nos permtten detectar la presencia de una sentencia
defimtJva, es la castústica de la jurisprudencia de la Corte
Suprema el factor determinante en este análisis, pues se trata
~e . una cuestión dotada de un alto grado de apreciación sub-
JetiVa, como lo demuestran las disidencias constantes que se
anotan en los fallos del Tribunal que analizan este requisito
de admisión del recurso.

224 Sobre el concepto de sentencia definitiva, pued e verse: ALSINA, Hugo,

Tratado teórico práctico de derecho procesal ci vil y comercial, 2Qed. , Edi ar, Buenos
Aires, 1961 , t . rv, p. 57; P ALAC IO, Lino E ., Derecho procesal civil , Abelcdo-Perrot,
Buenos Aires, 1986, t. V, ps. 10 y 420; COLUMHO , Carlos J., Cód igo de Procedimiento
Civil y Comercial de la Capital, anotado y comentado, Abeledo-P errot, Bueno.s
Aires, 1964, p . 480; FASSI, Santiago C., y YM ~z . César D. , Códtgo Procesal Cwtl
y Comercial , comentado, anotado y concordado, 3' ed., AstrtJa , Buenos A1~e~, 1988,
t . l ' p. 766 .' F FNOCHlt:TTO Carlos E. y ARA~l , Roland , Códtgo Procesal Cw1l Y Co·
. ' ' B Ai 1993
mercial de la Nación , comentado y concordado, 2ª ed., Astrea , u enos r es, •
t. I, p. 608, entre otras obras.
TENDENCIAS JURfDJCO-POLfTICAS DEL CO!'I;"TROL 339

La definición jurisprudencia! arriba anotada -fruto de la


combinación de muchos pronunciamientos 2~- nos aproxima al
tema, co~o todas las de su género, pero en buena medida,
al despeJar algunas dudas, nos crea otras muchas, especial-
meJ~te en. punt? a lo que ha de interpretarse por un gravamen
de 1mpos1ble, msuficiente o tardía reparación. Sin embargo,
de ella surge una primera regla básica sobre la cual descansa
esencialmente todo el andamiaje del recurso extraordinario en
torno a la sentencia definitiva. Esta regla podría ser enunciada
así: "para que el recurso extraordinario sea procedente es ne-
cesario que la decisión recurrida tenga tal entidad que impi-
da su replanteo idóneo y efectivo en una instancia ordinaria
posterior".
A modo de mero ejemplo, pues ya he abordado esta cuestión
en otro trabajo ~ 26 , y con el objeto de apreciar el grado de dis-
crecionalidad con que actúa la Corte en este terreno, veamos
algunos ejemplos de sentencias que han sido consideradas equi-
parables a definitivas y otras que no.

22ñ Entre otros muchos véase: "Arzobispado de Buenos Aires c/AsLoul ", Fa-
llos , 187:628 (1940); "Yezzi c!Frigorffico Anglo S.A.", Fallos, 191:362 (1941); "María
Julia Martinez de Hoz", Fallos, 234:52 (1956); "Otto S. Bemberg", Fallos, 242:460
(195R); "Benjamín Sivak", Fallo.~, 245:204 (1959); "Silvano Santandm·", Fallos,
254:282 (1962); "Felipe E. Gazzera", Fallos, 257 :187 (1963); "Nación Argent~na
c/Granadns", Fallos, 266:47 (1966); "Aurora Pérez", Fallos, 271:406 (1968); "An-
gel Mattei", Fallo s, 272:188 (1968); "Cerdeira dOxhídrica Argentina S.A.", Fallos ,
276:257 (1970); "Manzoratte c/Pcia. de Buenos Aires", Fallos, 280:228 (1971); "Ja-
cobo Belozercovsky", Fallos , 292:202 (1975); "Fontana c/Llorentc y Cia. S.R.L.",
Fallos , 293 :439 (1975); "González c/Riuland", ídem, p. 534; "Ferrocarriles Argen-
tinos dGandini", id P. m , p. 701; "Ríos c/Sinclicato de Trabajadores de Correos y Te-
lecomunicaciones", Fallos , 294:313 (1976); "Tagliarini dSur S.A.", Fallos, 295:152
(1976)· "Sindicato Argentino de Docentes Parliculares", ídem, p. 8:38; "Roman von
Breve;n", Fallos, 300:1004 (1978); "Gerardo c/Banco de Entre Ríos" , Fallos ,
302:252 (1980); "Burger King Corp. c/Facilven S.A.", Fallos, 303:633 (1981); "Greco
Hnos. S.A.", ídem, p. 802; "Madariaga Anchorena dNación Argentina", ídem, p.
1040; "Vicente Montañana e Hijos S.R.L.", ídem, p. 1104; "Manzoni de Corti c/Roger
Tagliabu e (Suc.)" , Fallos , 304:429 (1982); "OSN c/Galvnlisi", Fallos , 305:1962
(1983); "Martin de Brunt c/Paparas", ídem, p. 1979; "MCBA dClub Atlético Vélez
Sársfield", Fallos, 306:865 (1984); "Jorge Rafael Videla", ídem, p. 2101; "Pelesson
de Lastra dMCBA", Fallos, 308:135 (1986); "MolLedo dMunicipalidad de Pi.namar",
íd. , p . 1832; "Budano c!Facultad de Arquitectura", Fallos , 310:1045 (1987); "Pen-
salle S.A. c/Nación Argentina", Fallos, 312:2150 (1989), "Luis Alberto Oddone",
ídem , p. 2348; "Administración Nacional de Aduanas", Fallos, 316:2063 (1993);
"Celina Ferri c/B.H.N.", Fallos, 317:363 (1994).
226 BIA NC HI , Alberto B. , La sentencia definitiva ante el recurso extraordinario,
Ábaco , Buenos Aires , 1998.
340 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

La Corte ha dicho que tiene entidad de sentencia definitiva


la resolución que: .
1) suspende el pago de prestaciones jubilatorias Y pnva
a los recurrentes de sus medios de subsistencia, causándoles
un agravio de insusceptible reparación ulterior 227 ;
2) revocó una medida disciplinaria de cesantía, en tanto
sus términos excluyen la posibilidad de imponer tal sanción
3) da preferencia a una ley provincial sobre el Código Civil.
y decide no dar curso a la demanda sobre reivindicación de
un inmueble, en razón de que el título de propiedad presentado
por la actora no se halla inscripto en el Registro de la Propiedad
de la Provincia 2 ~ 9 ;
4) convierte la sanción de multa impuesta a una sociedad
anónima en arresto personal del presidente de aquélla 230 ;
5) declara la inconstitucionalidad de una norma 2 ~ 1 por con-
dicionar la apertura de la vía de revisión judicial al pago previo
de la multa cuestionada ~ 32 ;
6) prescinde del régimen establecido por la ley para la
revisión judicial de los fallos de la justicia militar, y dispone
la obligada intervención de un tribunal administrativo que re-
sulta incompetente para el asunto, originando un dispendio
jurisdiccional inútil en perjuicio de la celeridad que debe pro-
curarse en los procesos de índole criminal 233 ;
7) no hizo lugar al pedido de rehabilitación del beneficio
de pensión, si la posible reparación del gravamen a través de
la reapertura del juicio, computando la edad de la apelante
y su comprobada incapacidad actual, resultaría insuficiente por
tardia 234 ;
8) rechaza la queja por denegación del recurso local de
inaplicabilidad de ley y deja flrme la sentencia de Cámara

227 "Moreno c/Caja Nacional de Previsión", Fallos, 305:307 (1983).


228 "Juan Carlos Sambucctti", Fallos, 314:1251 (1991).
2:l9 "Susso c/Sociedad Compagno", Fallos, 180:21 (1938).
230 "Pampa Editora S.A.", Fallos , 265:281 (1966).
281
El art. 11 , primer párrafo, del decr. ley 18.695170.
23
2 "Adelphia S.A.I.C.", Fallos , 288:287 (1974). El tribunal a quo había en-
tendido que dicha norma restringía irrazonablemente la garantía de la defensa
en juicio y la Corte determinó que tal decisión suponía la inaplicabilidad de la
norma impugnada, de manera tal que obstaba a la inmediata cjecutoriedad del
acto administrativo.
2 3a "Florencia Ibal'ra", Fallos, 308:1960 (1986).
2 4
3 "María Nilda Bailante", Fallos, 311:103 (1988).
TENDENCIAS JURIDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL
341

en cuanto ~o había hecho lugar al incidente de disminución


de cuota alrment~ria,. sin ~eparar en los alcances de cosa juz-
gada del pronunc1arruento unpugnado y de la imposibilidad de
una nueva decisión sobre las circunstancias de hecho al mo-
mento de promoverse el incidente ""5 ;
9) declara improcedente un recurso deducido contra un fa-
llo del Tribunal Fiscal si se demuestra que la posibilidad de
imponer sanciones a los actores se vería frustrada por la pres-
cripción de la acción penal 236 ;
10) no hace lugar al cuestionamiento de la propia juris-
dicción del órgano judicial interviniente 237 ;
11) rechaza el planteo de un embajador relativo a un even-
tual menoscabo a su inmunidad de jurisdicción, ya que resulta
de imposible reparación a través de un ulterior juicio ordi-
nario 238;
12) objeta un nombre partidario, pues si quedara firme
afectaría de un modo insusceptible de reparación posterior el
derecho de la actora al nombre que distingue y caracteriza
su personalidad partidaria 239 ;
13) aplica el decreto ley 4497/57, que exige el previo pago
de la multa impuesta por infracción a la ley 12.372, para con-
ceder un recurso 240 , y
14) resuelve no dar curso a las actuaciones por no existir
la conformidad expresa del Estado extranjero para ser sometido
a juicio, pues priva a los actores de la jurisdicción de los tri-
bunales argentinos para hacer valer sus derechos y, por con-
siguiente, de obtener el eventual acceso a la instancia federal
por agravios de naturaleza consiitucional 2 '11 •
Por el contrario, carece de la condición de sentencia de-
finitiva definitiva la resolución que:
1) dispone que la Caja creada por la ley 11.110 no puede ,
sin juicio previo, suspender el pago de la jubilación ya acordada
al recurrente 242 ;

23ó "Horacio Francisco Curcio", Fallos , 311 :1446 (1988).


236 "Eduardo Loussinian S.A. dA.N .A.", Fallos, 305:54 (1983).
237 "Agust!n Ernesto Tiscornia", Fallos , 310:1623 (1987).
238 "Albatros Caraván S .A. c/Dager", Fallos, 312:7!>9 ( l9R9) .
239 "Partido Unión Cristiana Democrática", Fallos, 305:1262 (1983).
240 "Livorno S.A. c/Dirección de Vinos", Fallos, 247 :181 (1960).
241 "Manauta c/Embajada de la Federación Rusa", Fallos, 317 :1880 (1994).
242 "Carozzo dCaja de Jubilaciones", Fallos, 181:34 (1938).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
342
2) determina que sólo mediante q~er~lla del ele~tor o ~iu­
dadano inscripto en el registro del d1stnto puede_ ms~r-mrse
un proceso para investigar supuestos delitos de V1olac10n de
urnas en el Correo ••\
3) confirma la improcedencia decretada por el Tribunal
Fiscal de un recurso deducido contra una decisión de la Ad-
ministración Nacional de Aduanas" 44 ;
4) declara extemporánea la demanda sobre cobro de in-
tereses por mora correspondientes a los certificados provisio-
nales de obra percibidos, en razón de hallarse pendiente de
resolución ante dicho tribunal el litigio entre las mismas partes
relativo al certificado final de reajuste 245 ;
5) anula la decisión de la Dirección Nacional de Salud Pú-
blica y Asistencia Social, por la cual se deja sin efecto la ins-
cripción, en la matrícula profesional para ejercer la medicina,
de un título expedido en el extranjero ~ 4 6 , y
6) dictada por la Cámara Nacional Electoral, dispuso la
reapertura de urnas y un nu evo escrutinio, ya que sólo ordena
una medida preliminar para decidir posteriormente lo que co-
rresponda 217 .
Consideremos ahora algunas reglas adicionales que ayudan
a comprender mejor el punto que estoy señalando.
1) La invocación de la arbitrariedad, de la gravedad insti-
tucional o del desconocimiento de garantías constitucionales
no autori:ta a prescindir del requisito de sentencia definitiva 248 •

243 "Ángel Da niel Cardozo", PaliaN, 180:275 (1!1:38); "Arzuaga c/HclTera", Fa-
llos , 183:29 (UJ39) .
244 "Refinerías de Maíz S.A.", Fallos, 307:1016 (1985).
24 5 "l.T.A.C. S .A. c/Pcia. de Buenos Aires", Fallos , 253:356 {1962).

246 "Sergejew c/Nación Argentina", Fallos, 244 :182 (1959).


2 47 "Jun ta El ectoral Nacional", Fallos , 313 :358 (1990).
24 E sto h a sido señalado por la Corte hasta el harta zgo . Ver, entre otros
muchos casos, los siguientes: "Municipalidad de 'fucumán c/Cía. Eléctrica del Nor-
ten, Fallos, 184:21 (1939); "Otto S. Bemberg", Fallo~ . 242:460 (1958); "Udaquiola
Holmberg c/Saguier de Silva Riestra" , Fallos, 244:536 (1959); "Jaromir Kudrnac",
Fallos , 246:58 (1960) ; "Grandí c/BHN", Fallos, 247 :634 (1960); "Heredia c/Cía.
Sudamericana BTB S .A.", Fallos , 24!\:402 (1960); "MCBA c!Muzl.,ra Mooney", Fa·
llos , 249:469 (1961); "Páez elE m presa de Tran"portes de Santa !<' e", Fallos , 250:473
(1961); "l .T.A.C. S.A. c/PciA . de Buenos Aires", Fallos , 253:356 (1962); "Nación
Arg.,ntina c/ Bracamonte", Fallos, 254:12 (1962); "Isaac F. Rojas", Fallos, 256:474
(1963); "Establecimiento Lovaglio S.R.L. c/Pcia. de Salta", Fallos, 262:215 (1965);
"Ranieri c/Cía . GP. neral de Fósforos Sudamericana S.A.", Fallos, 267:484 (1967);
TENDENCIAS JURIDICO-POLÍTICAS DEL CO:-ITROL 343

Tampoco lo autoriza la circunstancia de no haberse observado


la jurisprudencia de la Corte 249 •
2) Las cuestiones federales resueltas por autos no defini-
tivos durante la tramitación del proceso no habilitan el recurso
extraordinario, pues son susceptibles de ser conocidas por la
Corte en ocasión del remedio federal que quepa deducir contra
la sentencia definitiva 250 •
3) Corresponde equiparar a sentencia definitiva aquellas
que originan agravios tales que en la oportunidad procesal
en que se los invoca exhiben prima facie entidad bastante para
conducir a un resultado diverso del juicio, por lo que de ser

"Agente Marftimo del Buque Tahama dCa pitán y Armadores del l:luque Islas
Malvinas", Palios, 275 :18 (1969); "Ingenio Hío Grande S.A . c/Naci?n Argentina",
Fallos, 276:366 (1970); "Nicolás Giménez'', Fallos , 283:248 (1972); "Angel Ma¡¡¡.¡io",
Fallos, 286:240 (l97:i): "Urosso c/Nunmori", Fallos , 288:97 (1974); "Ald o L. Dorio",
Fallos, 291:160 (Hl75); "Sindicato de Trabajadores Municipales de Avellaneda",
Fallo8, 292:3:H (1975); "Asociación del Personal de Dirección de Ferrocarriles Ar-
gentinos c/Nación Argentina", Fallos, 293:459 (1975); "Díaz de Rruni c/Bruni",
Fallo s, 294::{57 (1976 ); "Pelado Viejo S.A. c/Nación Argentina", Fallos , 295:701
(1976); "Pedro Julián Paneth", íd., p. 704; "Ferrari c!Bertetta", Fallos, 296:552
(1976); "Bessio c/Nación Argentina", Fallos, 298:47 (1977); "Roclunan de Blitman
c/Gryncwaig", íd ., p. 85; "Roa c!BCRA", íd., p. ll::l ; "Fiscalía Nacional de Inves-
tigaciones Administrativas", íd., p. 408; "Mercado de Abasto de La Plata c/Pcia.
de Buenos Aires", Fallos, 301:859 (1979); "Sandra T. Gianelli", Fallos, 302:345
(1980); "López c/Municipalidad de Catamarca", íd., p. 417; "Lamar S.R.L. c/A.N.A.",
Fallos, 304:749 (1982); "1'ransportes Río de la Plata", íd ., p. 1621; "Toublanc c/Lu-
cifora", íd., p. 1717; "Emilio E. Massera", Fallos. 305:1159 (1983); "Martín de Brunt
c/Paparas", íd ., p. 1979; "Juan José Lombardo", Fallos, 306:224 (1984); "Monner
Sans c/Llaber", íd., p. 299; "Cesio elLa Gran Muñeca S.A.", íd., p. 1679; "Venendal
S.R.L. elLa Botica de los Sabores S.R.L.", Fallos , 307 :109 (198!'i); "Selim Saademo",
Fallos, 308:1202 (1986); "D.G.!. c/Sánchez Granel", íd ., p. 1230; "Santaella c/Na-
ción Argentina", íd. , p. 2068; "José López Rega", Fallos, 311:252 (1988); "Ricardo
R. Balestra", íd. , p. 565; "Ross c/Nación Argentina", íd. , p. 1232: "Cabral c/MCBA",
íd., p. 2701; "Femaudo Pruna l:lertot", Fallos , 312:311 (1989); "Pedro Luis Bonis",
íd., p. 1891; "Gassman dPcia. de Buenos Aires", Fallos, 313 :227 (1990); "Osvaldo
A. Cacciatore", Fallos , 314:657 (1991); "Francisco Ríos Seoane", Fallos, 315:859
(1992); "Video Cable Comunicaciones c/Instituto Nacional de Cinematografía ", Fa-
llos , 316:766 (1993).
24 9 "Gertrudis J:<'ix", Fallos, 228:328 (1954).
250
"David Krasilowsky", Fallos , 244:279 (1959); "Nación Argentina c/Tamet
S.A.", Fallo~. 259:65 (1964); "La Holanda Americana Cía. de Seguros S.A.", Fallos,
296:576 (1976); "Roa dBCRA", Fallos, 298:113 (1977); "Sanguinetti c/Nación Ar-
gentina", Fallus, 300:1136 (1::178); "Madari aga Anchorena c/Nación Argentina", Fa -
llos , 303:1040 (1981); "J;loroquímica S .A.",Fallos, 304:153 (1982); "Mario José Fran-
co", Fallos, 305:1745 (1983); "Vicente Cuenze", Fallos, 308:723 (1986); "Dolores
Manubcns'', Fallos, 311:667 (1988); "l:apata Timberlake c/Stehlin", íd. , p. 2247 .
TENDENCIAS JU1ÚDICO-POL!TJCAS DEL CO:O.IROL 343

Tampoco lo autoriza la circunstancia de no haberse observado


la jurisprudencia de la Corte 249 •
2) Las cuestiones federales resueltas por autos no defini-
tivos durante la tramitación del proceso no habilitan el recurso
extraordinario, pues son susceptibles de ser conocidas por la
Corte en ocasión del remedio federal que quepa deducir contra
la sentencia definitiva 250 •
3) Corresponde equiparar a sentencia definitiva aquellas
que originan agravios tales que en la oportunidad procesal
en que se los invoca exhiben prima facie entidad bastante para
conducir a un resultado diverso del juicio, por lo que de ser

"Agente Marítimo del Buque Tahama c/Capitán y Armadores del Buque Islas
Malvinas", Fallos, 275:18 (1969); "Ingenio Río Grande S.A . c/Nación Argentina",
Fallos, 276:366 (1970); "Nicolás Giménez", Fallos, 283:248 (1972); "Ángel Maggio",
Fallos, 286:240 (1973); "Grosso c/Nunnari", Fallos, 288:97 (1974); "Aldo L. Borio",
Fallos , 291:160 (1975); "Sindicato de Trabajadores Municipales de Avellaneda",
Fallos, 292:331 (1975); "Asociación del Personal de Dirección de Ferrocarriles Ar-
gentinos c/Nación Argentina", Fallos , 293 :459 (1975); "Díaz de Bruni c/B runi",
Fallos, 2Y4:357 (1976); "Pelado Viejo S.A. c/Nación Argentina", Fallos, 295:701
(1976); "Pedro Julián Paneth", íd., p. 704; "Ferrari c!Bertetta", Fallos, 296:552
(1976); "Bessio c/Nación Argentina", Fallos , 298:47 (1977); "Rochman de Blitman
c/Gryncwaig", íd., p. 85; "Roa c!BCRA", íd., p. 113; "fiscalía Nacional de Inves-
tigaciones Administrativas", íd., p. 408; "Mercado de Abasto de La Plata c/Pcia.
de Buenos Aires", Fallos, 301:859 (1979); "Sandra l. Gianelli", Fallos , 302:345
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cifora", íd., p. 1717; "Emilio E. Massera", Fallos, 305:1159 (1983) · "Mal'lín de Brunt
c/Paparas", íd., p. 1979; "Juan José Lombardo", Fallos , 306:2Ú (1984); "Monner
Sans c!Llaher", íd. , p. 299; "Cesio elLa Gran Muiíeca S.A.", íd .. p. 1679; "Venendal
S.R.l.. elLa Kotica de los Sabores S.R.L.", Fallos , 307:109 (1985)· "Selirn Saademo"
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9
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gentin~"· Fallo~, 300~1136 (197,8);~~:da r~!~~ !~~~~:~~:~~!~:::~~ ~~~~~ ~~~
2 1

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co . l<allos , 305:1745 (1983)· "Vicente Cuenze" F zz 3 . '
Frn
a -
Manubens" Fallos 311 ·66 7 '( 1988¡. "Z ' T.' a os, 08.723 (1986); "Dolores
' ' · • apala unberlake c/Stehlin", íd., p. 224 7.
344 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

mantenidas se generarían consecuencias de insuficiente o im-


posible reparación 251 •
4) El criterio para arribar a la calificación de sentencia
definitiva, a los efectos del recurso ordinario de apelación 252 •
es más estricto que el admitido en el ámbito del recurso ex-
traordinario '":¡.
5 ) Procede el recurso extraordinario contra toda decisión
-aun las no definitivas- que desconozca los efectos de la cosa
juzgada, atento el carácter constitucional de ésta 251 •
6) Es improcedente el recurso extraordinario respecto de
sentencias incompletas 255 •
7) E s inadmisible el recurso extraordinario que no se dirige
contra una sentencia definitiva o equiparable a taP 56 , pero la
sola circunstancia de que el agravio sea irreparable no resulta
suficiente para habilitar la instancia extraordinaria, pues se
requiere que se halle involucrada en el caso alguna cuestión
de naturaleza federal o que el agravio se funde en la arbi-
trariedad de la sentencia 257 •
De lo dicho se tiene que, a los efectos de la apelación ex-
traordinaria, puede obtenerse una sentencia equiparable a defi-

2~1 "Clodomiro Chazarreta", Fallos, 303:R57 (1981); "Aída Rodríguez de Di-


napoli", Fallos , 306:1312 (1984); "Santos c!Valentini", Fallos , 307:282 (1985);
"MCBA cll:tchevarne", íd., p. 1179; "Paladini c/Banco Comercial de La Plata", Fa-
llos, 310:276 (1987); "Ferná ndez Propato elLa Fraternidad", id., p. 937.
252 Art. 24, inc. 6º, ap . a, del decr. ley 1285/58.
Z53 "Cía. Swift de La Plata S.A.", Fallos, 310:1856 (19!:!7); "Consorcio Dam-
nificados de Promobra c/B.H.N .", Fallos , 311:2034 (1988); "Instituto de Servicios
Sociales Banca1ios c!Banco de Crédito Provincial S.A.", Fallos , 312:745 (1989);
"Ranco del Chaco c!BCRA", Fallos, 315:47 (1992). Por ello se ha dicho que el
auto de sobreseimiento definitivo no es la sentencia definitiva "n el proceso ordina-
rio mencionado en el art. 26, segun da parte, del decr. ley 1285/fiS, "Oliva Paz c/Co-
n ·eas Moya", Fallos, 243:13 (1959); "Meschini c/Banco Hipotecario Nacio na l", Fa·
llos, 317:777 (1994), LL, t. 1995-A, p. 304; "Celina Ferri", JA , t. 1994-IV, p. 234.
2
1>4 "Osear Juan Plaza", Fallos, 308:84 (1986); "Acindar S.A. e/Administración
Nacional de Aduanas", Fallos , 311:651 (1988); "Ca pon Bonell S.A. c/Papcl Prensa
S.A.", fd., p. 681. De todos modos, se ha dicho - bien que en un fallo varias décadas
anterior- que si el rechazo de la defensa de cosa juzgada no term in a el juicio,
ni produce agravio 4ue no ~ea subsanable en las instancias ordinarias, no procede
el recurso extr aordinario ("Gardey c/Gardey", Fallos, 215 :111 -194R-l .
2~5 Tal por ejemp lo es la decisión que declarA la procedencia del pago de
los gravámenes de se llos y de justicia, sin especificar su monto ni el período a
que corresponden, "Antonio S. Latorre c/Colombo y Cia.", Fallos , 252:236 (1962).
En igual criterio, "Francisco Ríos Seoane", Fallo~ . 315:859 (1992).
2 56 "Cabrera c/Jo'errocarriles Argentinos", Fallos, 314:184 (1991).
257 "Jorge Omar Gundin", Fallos, 314:451(1991).
TENDENCIAS JURÍDICO-POLITICAS DEL CONTROL 345

nitiva en cualquier etapa del proceso, siempre y cuando se


dé alguno de los requisitos arriba mencionados. Puede haber
entonces resoluciones de tal naturaleza que sean tanto ante-
riores como posteriores a la definitiva propiamente dicha. Y
puede haberlas también en procesos que de ordinario no ge-
neran cosa juzgada material; así, por ejemplo, los procedimien-
tos ejecutivos. En otras palabras, en cualquier proceso, con
independencia de su naturaleza y con prescindencia de la etapa
en que se encuentre la causa, puede generarse , en teoría, una
resolución equiparable a definitiva y como tal, habilitante del
recurso extraordinario. Tal como ha dicho la Corte, si bien
las cuestiones de índole procesal que no resuelven el fondo
de la cuestión controvertida no son impugnables por la vía
del recurso extraordinario, cabe equipararlas a un pronuncia-
miento definitivo cuando concurre un supuesto de privación
de justicia que afecte en forma directa el derecho de defensa
en juicio 258 , o bien cuando el derecho de defensa en juicio com-
prometido exige una consideración inmediata, en tanto cons-
tituye el recurso extraordinario la única oportunidad para su
adecuada tutela 259 . Todo ello le otorga a la Corte una amplia
posibilidad de apertura del recurso extraordinario.

i) CoNCLUSIONES. - Con el objeto de seguir un orden me-


todológico, formularé las conclusiones en el orden propuesto
al comienzo.
La primera de las cuestiones a analizar era si puede con-
siderarse en la actualidad que, por su cantidad y calidad, la
discrecionalidad se ha convertido en la regla de actuación de
la Corte. Para responder este primer interrogante creo que
es necesario: 1) hacer un balance del alcance de los poderes
discrecionales del Tribunal, y 2) verificar la gravitación cua-
litativa y cuantitativa del recurso extraordinario en la juris-
dicción de la Corte, pues es naturalmente en el marco procesal
de este último donde aquéllos son ejercidos.
En punto a lo primero, la conclusión evidente es que, tanto
para admitir como para rechazar el recurso extraordinario, la

2G8 "El Tambolar c/Fisco Nacional" , Fallos , 316:1930 (1993).


259 "Consultores Asociados S.A. c/Munici palidad de Cip olletti", Fallos,
317 :826 (1994).
346 CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Corte está dotada hoy de amplios poderes discrecionales. En


esto ha superado en alguna medida a su similar de los Estados
Unidos. En efecto, la Corte norteamericana está facultad~ tam-
bién para rechazar discrecionalmente el_ w;it of certioran. _Co-
mo bien sabemos, la Regla 11 de procedlllliento ante e~e Tri_hu-
nal establece que "(l)a revisión por vía del writ _of ce:t~~r?-n,no
es una cuestión de derecho, sino de discrecionahdad JUdicial .
Aun así, tiene algunas limitaciones para admitir un writ o(
certiorari cuando no están dados los requisitos del mismo. En
primer lugar, desde el punto de vista de la calidad de la sen-
tencia recurrida, la Corte sólo está autorizada a revisar senten-
cias no definitivas si provienen de cortes federales "61 , pero no
cuando se trata de decisiones de tribunales estatales 262 • En
segundo término, desde el punto de vista del tribunal que emite
la sentencia, se observa una limitación similar. La Regla 10 de
procedimiento ante la Corte Suprema sólo prevé que el cer-
tiorari before judgement sea planteado en un caso ante una
Cort.e de Circuito (U.S. Court of Appeals), pero no está previsto
que este mecanismo pueda utilizarse en los casos pendientes
ante tribunales locales, donde rige la regla del "highest court
of a state" (superior tribunal del estado) 26".
La Corte Suprema argentina, por el contrario, ha logrado
remover todos los ápices procesales del recurso extraordinario
tanto para rechazarlo como para admitirlo. En punt.o al re-
chazo, existe el artículo 280, que , como vimos, también se aplica
para la admisión. Pero aun sin este uso "discrecional" de la
norma, la Corte había logrado, mucho antes de su vigencia,
diseñar un sistema de admisión que prácticamente no poseía
fronteras procesales. Con la sentencia arbitraria había ensan-
chado ampliamente la cuestión federal, extendiéndola a la re-
visión del derecho común y de los hechos. Esto se amplió más
aún con la gravedad institucional, la cual, a su vez, removió
la necesidad de la sentencia definitiva y anticipó la eliminación

260
Véanse estas reglas en Federal Civil Judicial Procedure and Rules , cit.,
esp. p. 531.
261
. Véase la Sección 1254 dd Título 28 del Uniled Statcs Codc en el lugar
e1tado en nota anterior, en p. 825.
~: Sección 1257 d~l cuerpo .normativo citado en nota anterior, en p. 813.
Secc~ón 1~57 . Ti t. 28, USC . En los Estados Unidos no existe la rigidez
sobre el supenor tr1bunal de la causa impuest.a aquí pol' los casos "Strada" Fall 0 s
308:490 (1986) Y "Di Mascio" , Fallos, 311:2478 (1988). ' '
TENDEN CIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CO~'TROL 347

del superior tribunal de la causa, lo que finalmente quedó con-


s~grado con ~l ~ecw:so per saltum. Y todo ello ha tenido lugar
sm que se d1stwgwera la calidad federal o local del tribunal
de origen.
Desde el punto de vista de la incidencia del recurso ex-
~raordinario en la Corte, el análisis debe comprender: a) su
Importancia institucional, y b) la carga material o cuantitativa
que aquél representa en la tarea del Tribunal. En punto a
lo primero, es evidente que la Corte Suprema l:ll:> tal y se ma-
nifiesta como tal a través del recurso extraordinario, que cons-
tituye la vía procesal por excelencia del control de constitu-
cionalidad. Si bien la Corte no limita su función de intérprete
final y guardiana de la Constitución solamente a los casos en
que conoce por vía extraordinaria, sí, en cambio , es cierto que
esta función es típica de este recurso . En punto a lo segundo,
las estadísticas revelan que la mayoría de los casos llegan a
la Corte por vía extraordinaria, ya sea a través de recursos
concedidos o por vía de la queja. Si tomamos, por ejemplo ,
guarismos de hace más de una década elaborados por el FO-
RES 2A\ tenemos que en el mes de agosto de 1984 el recurso
extraordinario por cuestión federal propiamente dicha ocupaba
el 6.9% de los casos y el recurso extraordinario por arbitra-
riedad de sentencia el 69,3%, lo que, en suma, representaba
para este recurso un Lotal de 76,2 % de la tarea del Tribunal.
A su vez, si nos atenemos a estadísticas más recientes , ob-
servamos que en 1993 , del total de causas en trámite ante
la Corte, el 92 % de ellas correspondía a recursos extraordi-
narios (16,5 % de recursos extraordinarios y 75 ,5 % de quejas
por recursos denegados)2 65 •
En suma , y en función de lo demostrado hasta aquí, no
creo de scabellado sostener que, tanto desde el punto de vista
cuantitativo como cualitativo, la discrecionalidad se ha con-
vertido en la regla de actuación de la Corte Suprema. Es obvio
que existen áreas en las cuales el obrar es reglado, tales como

2fi4 Véase el estudi o r ealizado para el FORES por los doctor es Horacio Lynch
y Silvana Sta nga , titul ado Reformas en la Corte S uprema (Jnuestigación sobre
la s condiciones de tmbajo, cu mplimiento de s u labor y propuestas pa ra su reor·
ga.nización), l:luenos Aires, abril de 1987 , ps. 1 a 3.
265 E stas cifras figuran en la obra de CAVAGNA M ARTfNEZ, B IELSA y GRANA
citad a supra en nota 19 , ps. 177 y 178.
348 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

la jurisdicción originaria, las competencias o los recursos ordi-


narios. Pero todos ellos son cuantitativamente · · ·
y cualitativamente secundarios.
En segundo lugar me había propuesto analizar en qué
siste en la actualidad el recurso extraordinario, y cuál es
papel en el control de constitucionalidad y en el rol
de la Corte.
Y lo primero que debemos tener presente en este
es que ya no estamos más ante el recurso extraordinario
de los arts. 14, 15 y 16 de la ley 48. En los Estados Uni
el antiguo writ of error legislado en la sección 25 de la
Act de 1789 -de donde fue tomado básicamente lo que uu;:.u •...-
llamamos recurso extraordinario 267 , usando una
que la ley no emplea 2Ra_ ya no existe. Fue
reemplazado por el writ of certiorari en 1925 269 . Esta
que los norteamericanos hicieron por ley, aquí fue hecha
vía jurisprudencia!, sin derogación de las viejas reglas

266 En 1993, la competencia originaria del 'l'ribunal ocupó el 5,5% de


asuntos, las cuestiones de competencia el 2% y el recurso ordinario el 0,5%
VAGNA MARTINEZ, BI ElliA y GAAÑA, oh. cit., p. 177).
267 La Judiciary Act sancionada en los Estados Unidos el 24 de ~"!'""""'•
de 1789 (1 U.S. Statutes, 73) fue una de las fuente s inspiradoras de
48. En particular y en lo que aqu( interesa, la Sección 25 de aquélla, que
sobre el llamado writ of error, fue prácticamente volcada en los arts.
16 de nuestra ley, convirtiéndose así en lo que posteriormente se denominó
extraordinario" (acerca de esta denominación, véase la nota siguiente).
sido reconocido por nuestra Corte Suprema en "Banco de la Nación 'u'"'" ....
c/Gianelli", Fallos, 101:70, 79 (1904) y está asimismo reconocido por nuestros
tares. Entre ellos, puede verse EsPIL, Felipe, La Suprema Corte federal y
risdicción extraordinaria, Coni Hnos., Buenos Aires, 1915, p. 11 , y SAG O~;s,
tor P., Recurso extraordinario, cit. en nota 172, t. 1, p. 237 y siguientes.
268 La Corte, en el caso "Galán c/Gobierno de la Nación", Fallos, 213
(1949), explicó que "si bien ni en la Constitución anterior, ni en las leyes
cedentemente citadas -48 y 4055- figura la expresión 'recurso ext;rac>rdinal1i.o
la Constitución actual (la de 1949) no lo define , una inveterada
y la doctrina pertinente sin excepciones la emplean para denominar al que ex-
cepcionalmente se acuerde ante esta Corte para asegurar la primacía de la Cona-
titución y determinar la inteligencia de los tratados , las leyes federales y lu
comisiones ejercidas en nombre de la autoridad nacional" (p. 317).
2 69 Si bien el writ of certiorari se origina en la Euarts Act de 1891, su uso
se extendió notablemente en 1925 con la sanción de la Judiciary Act de ese año,
denominada el Bill de los jueces (Judge's Bill) impulsada por el entonces presidente
de la Corte, William Taft, con el propósito de aligerar la carga de trabajo del
Tribunal (véase: BLANCHI, Alberto B., Jurisdicción y procedimientos . .. , cit., p .
118 y siguientes.
TENDEN CIAS JURIDICO-POLITICAS DEL CONTROL 349

sales del "recurso de apelación", establecido en la ley 48, Y


como tal no~ cuesta entender y admitir que ha tenido lugar.
Pero ello es un hecho. No podemos pretender que el recurso
extraordinario sigue gobernado por lo que dice la ley 48 cuand_o
solamente una ínfima parte de todos los "recursos extraordi-
narios" que se presentan están ubicados técnicamente allí. En
consecuencia, podemos continuar usando convencionalmente la
denominación "recurso extraordinario", en la medida en que ello
no nos impida advertir que los cambios producidos en su estruc-
tura procesal desde 1863 hasta la fecha nos ponen ante una
criatura procesal de proporciones completamente diferentes.
Como tal, su rol en el control de constitucional es com-
pletamente diferente. Lo que bajo las reglas de la rígida or-
todoxia procesal de la ley 48 suponía básicamente un acto de
comprobación de la legalidad constitucional de normas y actos
de gobierno, se ha transformado en una múltiple gama de ac-
tividades que le permiten a la Corte decidir con entera libertad
si entra o no en el análisis de la Constitución cuando éste le
es requerido, pero no solamente para extender un certificado
de validez constitucional o de defunción de tal o cual norma,
sino -y principalmente- para poder desarrollar su misión ins-
titucional como poder del Estado, fijar políticas, ejercer una
función educadora, y ser sin dudas uno de los árbitros prin-
cipales de la comunidad que gobierna . Esto último es de gran
importancia . El rol de la Corte Suprema como árbitro de los
diferentes intereses que cohabitan en una sociedad fue pun-
tualizado por el Chief Justice Earl Warren en 1968 270 , y supone
la necesidad de equilibrar los derechos de las mayorías y mi-
norías. Es que a partir del uso de poderes discrecionales -lo
que le permite ampliar o restringir su jurisdicción a voluntad-
la Corte pasa a tener una flexibilidad similar a la que poseen
los restantes poderes. No actúa de oficio y sigue sujeta, claro
está, a la regla del caso, pero puede, si quiere -como ocurre en
los Estados Unidos-, decidir menos de 150 casos por año 271 ,
elegir el número ideal de sentencias que puede dictar y concen-
trar así su interés y sus esfuerzos solamente en aquellos asun-

270 "The Philadelphia lnquirer ", 4/10/1968, cit. por ABRAHAM , Henry H ., The
Judiciary. Th e Suprem e Court in the Gouernmental Process, 10th ed., New York
Univer sity Press, New York, 1996, p. 97 .
271 Véanse las cifras que he consignado en nota 133.
350 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

tos de verdadera trascendencia nacional. De allí que


ABRAliAM le reconozca su función como ~rof~~o~~2 en un
manente seminario nacional de la Const1tuc10n ·
El Congreso de la Nación no le otorgó hasta 1990
iguales a la Corte Suprema. Pero ell a no tuvo incon
en atribuírselos merced a los poderes implícitos que el
posee m . De tal suerte, la Corte argentina, si quisiera,
aplicar rígidamente la regla de la trascendencia y elegir
mente aquel pequeño número de casos. No hace falta
reforma legislativa ni es preciso modificar la
hoy existente para que la Corte argentina resuelva 200
por año o el número que ella quiera. Sin embargo, hasta
presente, ha preferido en la práctica seguir conduciendo el
curso extraordinario por carriles más tradicionales y
bajo una síntesis que combina el antiguo writ of error con
actual certiorari . Pero no caben dudas de que tiene todos
elementos legales y jurisprudenciales para volcarse de
hacia este último si lo desea. Ha preparado el terreno
para este emprendimiento a lo largo de los últimos
años . Hacerlo o no depende solamente de su voluntad;
vez más , de sus poderes discrecionales .

B) E L CONTROL CONSTITUCIONAL Y SUS


TENDENCIAS HISTÓRICAS

§ 120. Una síntesis histórica

Ubicada la Corte Suprema en su enclave institucional


descriptos sus poderes discrecionales, me ocuparé ahora '
relato histórico del constitucionalismo con el ánimo de
el papel que al control constitucional le ha cabido en este
sarrollo.

a) PREHISTORIA E HISTORIA DEL CONSTITUCIONALISMO.


PERÍODOS. - El desarrollo histórico del derecho consti

272 ABIUIHAM, Henry H .. The Judiciary, cit. en nota 27 0, p. 96.


273 Véase supra § 14.
TENDENCIAS JURfniCO-POLITICAS DEL COh"TROL 351

nal tal como lo conocemos y lo practicamos hoy en día, tiene


ind~dablemente una prehistoria y una historia . La primera
-que se desarrolla preponderantemente en Inglaterra- corre
desde la sanción de la Carta Magna, el más antiguo de los do-
cumentos constitucionales todavía vigentes, y llega hasta 1689,
cuando la Gloriosa Revolución desalojó del trono a Jacobo II
para colocar en él a su hija y a su yerno, quienes ciñieron
conjuntamente la corona como Guillermo III y María II. Des-
pojados del poder divino por la Revolución, gobernaron como
monarcas constitucionales, todo lo cual fue debidamente jus-
tificado por John Locke en sus célebres estudios 271 • Este hito
revolucionario, sumado a los ocurridos en los Estados Unidos
y Francia en la segunda mitad del siglo XVI!I, da comienzo a
la historia del derecho constitucional, la que puede ser dividida
en cuatro etapas: a) formativa; b) de la libre empresa; e) de
la preocupación social, y d) del derecho constitucional inter-
nacional.
La primera corre a lo largo de unos cien años, desde fmes
del siglo XVl!l hasta aproximadamente 1870, y nos ofrece un
derecho constitucional preocupado básicamente por el objetivo
de poner las bases del estado sobre el modelo de la Constitución.
Es la etapa formativa del derecho constitucional. La segunda,
que se inicia aproximadamente al comienzo de la década de
1870, se extiende a lo largo de prácticamente cincuenta años,
hasta 1930, y está marcada -en su esencia- por el libre juego
del mercado y el triunfo de la propiedad individual entendida
como un derecho casi absoluto. Puede ser considerada la eta-
pa del derecho constitucional de la libre empresa. La tercera
arranca en 1930, y gobierna también por espacio de cincuenta
años, hasta comienzos de la década de 1980. Es la etapa de
lo que podríamos llamar de manera muy generalizada la preo-
cupación social del derecho constitucional, que por supuesto
excede en mucho las fronteras de la mera protección de los
derechos laborales o de la seguridad social. La cuarta etapa
que actualmente transitamos nos ofrece los desafíos de un mun-
do política y econórrlicamente globalizado, en el cual el derecho
constitucional experimenta la necesidad de acomodarse a las
exigencias comunitarias . Nos encontramos entonces con la con-

~ 74 Ya me he ,·cfe rido a esLa cuestión supra, § 3, e.


352 CONTROL DE CON STITUCIONALIDAD

solidación de lo que podria denominarse el derecho constitu·


cional internacional.
Sin perjuicio de lo dicho, no está de más recordar
todo intento por dividir un período de la historia en eta
tiene una finalidad meramente metodológica, no científica.
toda división que se formule es convencional y no supone
encontrado etapas que son perfecta y nítidamente
entre sí. Es probable, en consecuencia, que en cada una
liemos elementos de las otras, al menos de las más ru;!U·llll<- .

b) LOS SIETE MODELOS CONSTITUCIONALES DE 'fRIBE.


Antes de comenzar este análisis, quiero mencionar en
palabras los siete modelos históricos a través de los
Laurence H . TRlBE 275 describe el desarrollo constitucional
los Estados Unidos. Si bien se trata de una división
ficamente norteamericana, veremos que tiene ciertas -.v'""........._
cias con la más sencilla división en cuatro etapas que nr.nn.n'""•
para todo el derecho constitucional.
El modelo I, denominado "de la separación de
corre esencialmente en el período comprendido entre la
del Chief Justice Marshall y la Guerra Civil (1801-1865) y
hoy importantes influencias. Es la era del predominio de
ideas liberales de Locke y Montesquieu, donde se creía
todo el poder derivaba del pueblo y debía ser ejercido sólo
preservar sus libertades individuales. Ello se logra :>uJ.GUJ.u::a&UI!I
merced a la contención del poder a su morigeración y la
de lograrlo es dividiéndolo, horizontal y verticalmente . Lo
trario es la tiranía . Adicionalmente, esta división del
debía estar acompañada de un Bill of Rights , que fue
nado en 1791 , con las diez primeras enmiendas de la
titución , para prevenir los abusos del gobierno federal. No
logró, sin embargo, pese a la insistencia de Madison ante

275 Lauren ce H . T1UDF. tiene a su cargo la cátedra de derecho COI:tStltUClOII•


en l a Universidad d e Harvard (Ralph S . 'I'yler, Jr., Professor of L.onst.¡ ¡;u iOUJ:. _
Law ), y fue considera do en 1985 por la revi st a "Time" uno de los diez
juristas de los Est ados Unidos. Une a su vida académica una activi dad pro•fesioa ..
destacada como abogado, defendiendo casos en la Corte Suprem a , a nte
trado s ha tenido éxitos de importancia. Una de sus últimas intervenciones
lugar como abogado de Al Gore en su di sputa judicial por la presidencia
George W. Bush, "Bush v. Gore", 121 S.Ct. 525 (2000).
TENDENCIAS JUR.iDICO-POLITICAS DEL CONTROL 353

Senado, sancionar un estatuto ~imilar an prov•mc;.s,.. r~,.,1 roa•~


de los estados, lo que apenas tuvo Jugar con Ja Decimocuarta
Enmienda en 1868 27 6 •
Las bases del modelo II comienzan a echarse luego de la
Guerra Civil. Es el modelo de las limitaciones implícitas del
gobierno en la regulación de los derechos individuales, espe-
cialmente la libertad contractual y la propiedad. Los problemas
centrales que se presentan en este período son, por un lado, que
los estados no invadan la esfera individual y, por el otro, que el
277
gobierno federal no afecte la autonomía de los estados • El
acta de nacimiento de este período son los llamados Slaugh-
terhouse cases, o casos de los mataderos de Louisiana, de
1873 m. En ellos se estableció que la legislación de Louisiana,
que fijaba actividades monopólicas privadas sobre los mata-
deros, no era inconstitucional 279 • Como puede verse, se trata
de una época de primacía de la libertad contractual individual.
El fallo que mejor caracteriza al período es, sin dudas, "Lochner
v. New York" 280 , al que me referiré con algún detalle más
abajo 28 1 •
El modelo II se agota en la década de 1930, con la gran
depresión económica que sobrevino luego de la quiebra de la
Bolsa de Nueva York en 1929 2 H2 • Su acta de defunción puede
hallarse en varios casos resueltos por la Corte entre 1934 y
1937. Así por ejemplo, en contraste con la libertad contractual
absoluta reinante en el período anterior, fue declarada cons-
titucional la ley de moratorias hipotecarias de Minnesota 28",
la ley de precios máximos para la leche de New York 284 y la
ley de salarios mínimos para mujeres del estado de Washing-
t on ~ 5 . E ste cam b'10, que Holmes ya proponía desde comienzos
2

276American Constitutional Law, ob. cit., ps. 6 a 9.


American Constitutional Law, ob. cit. , ps . 10 a 12.
27 7
278 83 U.S. 36 (1873 ).
279 Se garantizaba a una corporación privada un monopolio sobre la actividad

por el término de 25 años.


2RO 198 U.S. 45 (1905).
2 ~ 1 Véa se infra § 124.
282 Sus detalles y análisis puede verse en GALllRAITH, J oh.n K. , The Great
Crash 1929. He consultado la edición de Penguin Books, Londres, 1992.
283 "Home Building and Loan Association v. Blaisdell", 290 U.S. 398 (1934).
~84 "Nebbia v. New York", 291 U.S. 502 (1934).
285 "West Coast Hotel v. Parrish", 300 U.S. 379 (1937 ).
'l'F.NDENCIAS J UR!DICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 353

Senado, sancionar un estatuto similar en prevención del poder


de los estados, lo que apenas tuvo lugar con la Decimocuarta
Enmienda en 1868 276 •
Las bases del modelo II comienzan a echarse luego de la
Guerra Civil. Es el modelo de las limitaciones implícitas del
gobierno en la regulación de los derechos individuales, espe-
cialmente la libertad contractual y la propiedad. Los problemas
centrales que se presentan en este periodo son, por un lado, que
los estados no invadan la esfera individual y, por el otro, que el
gobierno federal no afecte la autonomia de los estados 277 • El
acta de nacimiento de este periodo son los llamados Slaugh-
terhouse cases, o casos de los mataderos de Louisiana, de
1873 278 • En ellos se estableció que la legislación de Louisiana,
que fijaba actividades monopólicas privadas sobre los mata-
deros, no era inconstitucional 279 . Como puede verse, se trata
de una época de primacía de la libertad contractual individual.
El fallo que mejor caracteriza al período es, sin dudas, "Lochner
v. New York" 280 , al que me referiré con algún detalle más
abajo "81 •
El modelo II se agota en la década de 1930, con la gran
depresión económica que sobrevino luego de la quiebra de la
Bolsa de Nueva York en 1929 282 . Su acta de defunción puede
hallarse en varios casos resueltos por la Corte entre 1934 y
1937. Así por ejemplo, en contraste con la libertad contractual
absoluta reinante en el período anterior, fue declarada cons-
titucional la ley de moratorias hipotecarias de Minnesota 283 ,
la ley de precios máximos para la leche de New York"114 y la
ley de salarios mínimos para mujeres del estado de Washing-
ton 28 G. Este cambio, que Holmes ya proponía desde comienzos

276 Americar¡ Constitutional Law , ob. cit., ps. 6 a 9.


277 American Constitutional La w, ob. cit., ps. 10 a 12.
m sa u.s. 36 (1873).
279 Se garantizaba a una corporación privada un monopolio sobre la actividad
por el t érmino d e ~5 años.
280 198 u.s.45 (1905).
281 Véase infra § 124.
282 Sus dt:talles y análisis puede verse en G AI.BRAJTH, John K , The Great
Cra sh 1929. H e consultado la edición de P enguin Books, Lond!·es, 1992.
28:J "Home Building and Loan Association v. Blaisdell", 290 U .S. 398 (1934).
28~ "Nebhi a v. New York", 291 U.S. 502 (1 9:J4) .
286 "Wesl Co~st H otel v. Parrish", 300 U.S. ::179 (1937).
CUNTIWL DE CONSTITUG!ONALlDAD
354
del siglo x_x 28G , se corporizÓ COn el iropul_so dado a la e~~!:~~;
cuatro de sus jueces: Hughes, Brandels, Cardozo y ..
Nacieron así los modelos III y IV, que TIUBE llama, resp.ectl-
te de las expectativas establecidas (settled expectatwns)
va:eefa r~gularidad gubernamentaFss. Ambos se presentan:~­
~o un resabio del segundo modelo, Y pretende~ la protecc10~
de los derechos individuales frente a la opres1ón de las ma
yorías . Por medio del primero se pretende proteger aqu.ellos
derechos que nacen de la propiedad y del contr~to. Ex1sten
allí expectativas establecidas, y por lo tanto las m1~r_nas deben
ser respetadas, al menos otorgando una co~p~~sacwn adecua-
da. El propósito del segundo es la proscnpc10n de las leyes
ex post-facto, de los bill of attainder t89 , especialmente cuando
estaban dirigidos a una clase determinada de personas Y la
consagración del debido proceso legal adjetivo.
Sin embargo, la respuesta más enfática al modelo segundo
de la era "Lochner" nació a partir de 1938, cuando comenzó
a tomar cuerpo el modelo V, llamado de las "libertades (o de-
rechos) preferidas" (prefe rred rights). Se trata de un grupo de
derechos que no sólo merecen una mayor protección por parte
del gobierno, sino que además sólo admiten una mínima in-
tromisión de aquél en su regulación. Son derechos personales
sin contenido económico, tales, por ejemplo, la libertad de ex-
presión y asociación, la libertad religiosa, el derecho a la pri-
vacidad, los derechos de la participación política, etc. Para-
lelamente nació el modelo VI, que es de la igualdad (equal
protection), de manera tal que esas libertades preferidas no
se extiendan a unos pocos o a grupos determinado::;, sino a
todos por igual. Por último, aparece el modelo VII, que TR!BE
llama de la "justicia estructural". Este modelo se basa en las
experiencias de los seis anteriores, pero con un propósito or-
denador de los mismos. Su fmalidad es evitar las generali-
zaciones de los que le precedieron y formular criterios que per-

28
6 Más adcl,? nte analizaré su dis idencia, acompat1ada por los jueces Harlan,
Day Y WllJLe , en Lochncr v. New York", ci~ado supra, nota 280.
"R 7 American Constitutional Law , cit., p. 1358.
2
8M American Constitutional Law cit. p. 14.

. . ~"~ Ley o mandato legislativo pot: medio del cual se impone la pena ca ita!
~m JUlclo prcv10 (Bla ck 's Law Dictionary 7th ed W • G
p. 159) . · •
M" p
·• es, roup , =~sota, 19\:19,
'l'ENm: NCIAS JURÍDICO·POLITICAS DEL CONTROL 355

mitan detectar en cada caso en concreto qué es lo mejor para


la protección de los derechos constitucionales.

§ 123. La etapa formativa (1780-1870)

El primer siglo del constitucionalismo está caracterizado


en líneas muy generales por lo siguiente: a) en el Reino Unido,
cuna del sistema, el poder real se va morigerando sin rupturas
políticas hasta establecer las bases de la monarquía const.itu-
cional que hoy conocemos; b) en los Estados Unidos comienza
la evolución hacia la creación del régimen constitucional más
avanzado del siglo XX; e) en Europa continental, el intento por
establecer un sistema constiLucional lucha con los atavismos
de la monarquía absoluta reinstalada en el Congreso de Viena,
lo que Slembra una serie de revoluciones y marchas y con-
tramarchas, y d) en Latinoamérica, España pierde sus colonias
y las jóvenes repúblicas comienzan a luchar por establecer un
sistema político modelado en el de los Estados Unidos.
No podria abarcar dentro de los límites de este trabajo
la descripción de todos estos fenómenos. Por ello me voy a
limitar a lo ocurrido en nuestro país y en los Estados Unidos,
su modelo constitucional, dejando de la do las experiencias in-
glesa 2 G11 , francesa 291 y española 292 para alguna oportunidad ul-
terior, no sin reconocer la influencia que el derecho público
de estos países ha tenido en la formación del nuestro.

a) EsTADOS UNIDOS. - La vida constitucional de los Es-


tados Unidos nace en las últimas etapas del período colonial

2~0 Ya h e relatado en forma muy breve IR parte formativa de la historia


conRLitucional de InglateJTa supra, § 3. ARimismo pueden verse: B URTON AOAMS,
Genrge, Constitutionalllistory of England, 2nd ed., Jonathan Cape; London, 1948;
MAt'l'LANil, Fr~d eric W., Constitutional ll ístory of England , Cambndge Umvcrs1ty
Press, London, 19nl.
291 La historia constitucional de Francia puede verse en MORABITO, Maree!,
llistoire constitutionnelle et politique de la Francc (17il9 ·1958), 5• éd. (en colla-
boration avec D. Bourmaud), Montchrestien, Paris , 1998; D UHAMEL, Olivier, H is-
toire constitutionnelle de la Francc, Seuil, Paris, 1995. .,
"H2 La historia constitucional espniiola puede verse en F'ERNÁNDF.Z S~(;~oo,
Francisco, La.s constituciones h istóricas españolns (un análisis htstónco Jundzco),
4" ed., Civitas, Madrid , 1992.
356 CONTROL DE CON¡,"TITUCIONAL!DA.U

con la adopción de la primera declaración de derechos esta-


blecida por Virginia en la Convención reunida en Williamsburg
entre el 6 de mayo y el 29 de junio de 1776. Luego vino la
Declaración de la Independencia, el 4 de julio de 1776, que
fue el paso culminante de una larga serie que tendió a la se-
paración entre las colonias norteamericanas e Inglaterra . La
Declaración, elocuentemente formulada por Thomas Jefferson,
fue una justificación de la revolución en un lenguaje similar,
pero más perfeccionado, que aquél ya usado por el mismo Jef-
ferson y otros colonos revolucionarios en muchas ocasiones. Es-
tablecía la doctrina de que los hombres poseían derechos ina-
lienables y los gobiernos derivaban sus justos poderes del
consentimiento de los gobernados 293 .
El25 de mayo de 1787 se reunió en Filadelfia la Convención
que daría nacimiento a la Constitución, que inicialmente contó
con no pocas críticas. Varios grupos de intereses se opusieron
a la adopción de la Constitución, y su oposición tuvo di versas
formas 294 . La nueva Constitución fue criticada en todos sus
puntos. Existían pocos argumentos en las convenciones esta-
tales en contra de la debilidad del nuevo gobierno federal para
cumplir sus funciones, pero mucho se decía de los peligros que
resultarían del ejercicio de su poder. Se terrúa que la presi-
dencia fuera un paso hacia la monarquía, particularmente en
vista del hecho de que la Constitución no contenía disposición
alguna que impidiera la reelección de la misma persona, período

29a Al año ~ igui enLe, el 15 de noviembre de 1777, el Congreso voló la acep-


tación de un documento de compromiso que fue denominado "Artículos de Con-
federación y Unión Perpetua". Creaba una confederación denominada Estados
Unidos de América. Disponía que cada estado retendría su soberanía, libertad ,
independencia y todo el poder, jurisdicción y derecho no delegado expresamente
a l gobierno de la Unión de los Estados Unidos; y caracterizaba a la Unión como
una Liga de Amistad. Los Artículos de la Confederación no tuvieron aplicación
hasta 1781, cuando la guerra de la revolución llegaba a su fm. Las legislaturas
de los estados demoraron su ratificación debido a una controversia sobre tierras
occidentales reclamadas por varios estados. Se afirmaba que dichas tierras debían
pertenecer a la confederación y no a los estados. Los eslados reclamantes, fi-
nalmente, cedieron en favor de los Estados Unidos, dejando libre el camino hacia
el proct:so de ratificación, que fue completado por la acción de Maryland.
"~4 En primer lugar se oponían los pequeños propietarios económicamente
prósperos , que no habían tenido representación en la Convención Constituyente, y
que integraban los círganos de ratificación de la Constitución en los estados. En
segundo lugar, los propios estados: su deseo de conservar una mayor independencia
que la otorgada por la nueva Constitución proporcionó una fuerte oposición.
TEN DENCIAS JURÍDICO-POLÍ'l'ICAS DEL CON'l'ROL 357

tras período. Se temía también que el Congreso, investido de


una amplia autoridad, se convirtiera en el instrumento de un
poder arbitrario. La Constitución fue criticada asimismo por
no contener una declaración de derecho similar a las que fi-
guraban en la mayoría de las constituciones de los estados,
y ninguna cláusula que estipulara que los estados se reser-
varían todos aquellos poderes no otorgados específicamente al
gobierno federal.
Como respuesta a este movimiento, tres juristas notables
tomaron a su cargo la defensa de la Constitución. Alexander
Hamilton, James Madison y John Jay respondieron de manera
sistemática a estas críticas en auxilio de la Constitución a tra-
vés de una serie de artículos, publicados por primera vez en
Nueva York. En ellos exponían los defectos de los Artículos
de la Confederación y la necesidad de un cambio fundamental
en el gobierno, y explicaban en detalle la Constitución. Los
artículos fueron reimpresos para su conocimiento en otros es-
tados y recopilados en un volumen llamado El federalista. Ese
libro, que apareció luego en muchas ediciones, fue y sigue sien-
do una de las obras sobresalientes de la ciencia política re-
dactadas en los Estados Unidos 295 •
La instalación del gobierno bajo los postulados de la Cons-
titución de 1787 fue acompañada, obviamente, también por la
instalación de la Corte Suprema. La historia de la Corte en
los Estados Unidos tiene , sin embargo, un origen opaco que
en nada permitía imaginar el rol que luego desempeñaría. Ini-
ció sus tareas en la ciudad de New York ~Hs el 1º de febrero
de 1790, presidida por el Chief Justice John Jay. El día de
su inauguración sólo estaban presentes tres de lo~ jueces .nom-
brados por el presidente Washington: Jay, Cushmg y W1lson; 297
los restantes, Rutledge y Blair, llegaron al día siguiente ; el
sexto miembro , Iredell , fue designado tan sólo el 8 de febre~o
de ese año. Durante su primer año de vida no tuvo trabaJO

29~ Véase supra , § 4, b, su in11uencia en "Marbury". .


296 New York era , por entonces, la capital del país. La Corte fu e ub1cada
en el edificio del Royal Exchange, al pie de la calle Bro~d. Fue luego trasladada
a Fil adelfia en 1791, cuando est a ciudad fue tcrnporanamente capital, Y luego,
en 1801 se instaló en el Distrito de Columbia. .
· 291 ' Conf. W ARREN , Charles, The Supreme Court in United States Ht story ,
Little Brown and Co., Bos ton , 1926, L. I , p . 46.
358 CUNTHOL DE CONST ITUCIONA LIDAD

judicial. El primer período de sus sesiones duró 10 días y sólo


estuvo dedicado a la admisión de abogados que litigarían ante
sus estrados. El segundo, en agosto de 1790, que sólo duró dos
días, insumió las mismas tareas 298 • En realidad, hasta 1793,
la Corte no falló prácticamente ningún caso importante. Ese
año decidió "Chisholm v. Georgia" ~99 , donde fue admitido que
un estado podía ser demandado por un ciudadano aoo _
La Corte sólo adquirió poder político y prestigio institu-
cional cuando John Marshall llegó a su presidencia en 1801.
Fue la combinación del empeño y la convicción federalista 301
de Marshall, acompañados del talento jurídico de Joseph Story,
lo que hizo del Tribunal un elemento decisivo en la consoli-
dación de la estructura gubernamental impuesta por los cons-
tituyentes de 1787. Ello puede apreciarse a través de una serie
de leading cases de la época donde el control constitucional tuvo
un rol central. Me refiero a "Martin v. Hunter's Lessee"a0~,
"Cohens v. Virginia" 303 ; "Me Culloch v. Maryland" 30 \ "Gibbons
v. Ogden" 305 , y "Brown v. Maryland" 306 , todos ellos ya analizados
en el curso de este trabajo 307 • 'fuvo gran influencia también
en esta época, aunque en forma negativa, el caso "Dred Scott

298 Conf. B ATES, Ernest. S., Th e Story of the Supreme Court , Bobbs-Merryl
Co ., Indianapolis, 1936, p. 47.
299 2 U.S. (2 Dalias) 419 (1793).
300 El caso produjo tal conmoción qu e inmediatamente fue adoptada la En-
mi enda 11 (Febrero de 1795), qu e prohíbe estas dema nd as. ''The Judicial Power
uf the United States - dice- shall not be constru cd to extend to a ny suit in law
or equity, commenced or prosccuted aga inst one of the United Stales by citizens
of another ·s tate, or by citizens or subjecls of any foreign State". Para un estud10
completo del caso y la Enmienda , véase ÜRTH , J olm V., Th e Judi cial Power of
th e United Stales-The Eleuenth Amendment in American History, Oxford Uni-
versity Press, 1987.
3 0 1 Recordemos que en los Estados Unidos la denominación "federalista"

no es equiva lente a la nuestra. Aquí la divi sión entre feder ales y unitarios señala
la divergencia entre quie nes querían un gobierno descentralizado con reconoci-
miento de las autonomías provinciales y los que rechazaban esa posibilidad. En
los Estados Unidos , los federalista s era n quienes deseaban la cr eación de un go-
bierno federal por encima de los gobi ernos locales. Como vemos, si bien no son
compl etamente opuestas, ambas nociones están muy di s tanciadas.
302 14 U.S. (1 Wheatou) 304 (1816).
aoa 19 U.S. (6 Wheaton) 264 (1821).
ao4 17 U.S. (4 Wheaton) 316 (1819)
aos 22 U.S. (9 Wheaton) 1 (1824). ·
aol) 2 ~ U.S. (12 Wheaton) 419 , 443 (1827) .
307
Vcase supra § 4, b, 3.
TENDENCIAS J URÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 359

v. Sanford" 30M, donde un errado ejercicio del control de cons-


titucionalidad sobre el llamado "Compromiso de Missouri" a09 ,
permitió que triunfara la propiedad del amo antes que la liber-
tad del esclavo 310 , desencadenando con ello la Guerra Civil 311 •

aoR GO U.S. (19 Howard) 393 (1856).


:109 El llamad o Acuerdo (Compromiso) de Missouri (Missouri Compromise),
ado plado t!n 1820, nació como un intento de restringir geográficam ente la oscla-
viturl . Por aquell" época la esclavitud se esta ba extendiendo progresivamente
hucia los nuevos territorios situados al oeste del río Mississippi adquiridos en
la llamada "compra de Loui~iana" (Louisiana Purchase), efectuada bajo la pre-
sidencia dt! Jefferson en 1803 (acerca de esta compra territorial. véase: BnowN,
Everett S .. The Constitlllional History of the Louisiana Purchase , 1803:1812, Ber-
keley, University of California Press, 1920). Consecuentemente, alguno~ miem -
bros del Congreso intentaban ponerle freno , generando con ello la resistencia de
otros . Uno de los puntos centrales de la controversia tuvo lu gar en el momento
de reconocer a Missouri la condición de estado, yn que durante t!l debate de la
ley rtlspectiva e n el Congreso, .James Tallmndge, un dipuLado por Nueva York ,
propuso prohibir la esclavitud en el futuro estado y otorgar la libertad a todos
los hijos de esclavos nacidos luego del reconocimiento de aquél , manteniéndolos
en servidumbre hasta los 25 uiios. La cuestión suscitó un arduo debate del cual
surgió fwalmente el Acuerdo de Missouri - insLrumentado t!n varias leyes-, el
que r esolvió la cuestión en los ten;torios adquiridos en la Louisiana PurchasP.
Allí se acordó que Maine seria un territorio libre de esclavitud. Missouri fue
aceptado como estado sin la Enmienda Tallmadge, y se prohibió la introducción
de e~clavos en los territorios ubicados al norte de la frontera sur de ese nuevo
estado. El Acuerdo fue complementado por un proceso infonnal de incorporación
en paridacl de estados libt·es de esclavitud y de estados esclavistas. Un t!Stud.io
del Acuerdo de Missouri puede verse en MOORE , Glover, The Missouri Controuersy,
1819-1R21, University of Keutucky Press, Lex.ington, 195:t
a10 "Dred Scott" habitualmente es seiialado como uno de los casos má s te-
rribles de la historia jurisprudencia! norteamericana. Dred Scott era un esclavo
residente en Missouri que pidió a John F. A. Sanford. su amo. ser libor,.do. Fun-
daba su pedido "n que antes de ser adquirido por Sanford, su amo anterior (John
Emerson) lo hahía tra. ladado a Illinois , donde no existía la esclavitud , lo que
bajn el llamado Compromi~o de Missouri le permitía ser libre. La Corte - liderada
por el voto del Chief Ju ~tice Roger Tancy, un viejo esclavista sureño- denegó la
petición sobre la hase de la incompetencia de la justicia federal para entender
en la cauHn, ya que no siendo Scott un ciudadano, no se daba el requisito de la
"diferente ciudadanía" como fuente de la jurisdicción federal. Recordemos que
en los EstadoH U nidos hay dos órdenes de ciudadanía, la fed eral y la estatal;
por ende, St! llama diversidad de ciudadanía --diuersity o{ citizenship- a lo que
nosotros denominamos "distinLa vecindad" entre ciudadanos de diferentes pro-
vincias. En ambos caso· , y más allá del nombre , lo que cuenta es el domicilio
ptlrmunente del accionRnte. No obstante habtlr rechazado la demanda por vía
de e~te argumento técnico-procesal, la Corte se Lomó la libertad, además , de de-
clarar inconstitucional obiter dictum el Acuerdo de Missouri (60 U.S. en p . 452).
an Un esLudio de este caso y sus implicancias puede verse en F~: HRENllA
CHER, Don ~~ .: The Drcd Scott Case: Its Significance in American Law and Politics,
Oxford University Press, New York , 1978. Véase también : History of the Supreme
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
360

Se sigue del estudio de estos casos que ya sea co~o eleme.nto


de integración del Estado 0 como fuente de s~ disgregación,
el control constitucional ha estado presente VIvamente ~n el
comienzo del desarrollo institucional de los Est~dos Umd~s.
Durante este periodo, la libertad de expresión, protegida
por la Primera Enmienda, no alcanzó los e~trados de la ?orte
Suprema. El test más importante que eXIste para la mter-
pretación de esta enmienda es el de la sanción, en 1798, de
las leyes sobre extranjeros 312 y sobre sedición 31 " . La primera
de ellas permitía al Presidente la expulsión de aquellos ex-
tranjeros considerados peligrosos para la paz y la seguridad
de los Estados Unidos 314 y la segunda -origen histórico de la
Ley de Sedición, que debe buscarse en el conflicto bélico sus-
citado entre Francia e Inglaterra en la década de 1790 315- pro-

Court of the United Stotes, cit., vol. V (1974), "The Taney Period" (1836-64), by
Carl B. Swisher, cap. XXIV, p. 592.
a12 1 Statutes al Large, 570.
313 1 Stalutes at Large, 596.
314 Una previsión similar fue la de nuestra ley 4144 de Expulsión de Ex-
tranjeros, sancionada en 1902 bajo el gobierno del presidente Julio Roca y tan
criticada por Carlos SÁNCHEZ VlAMONTE (Biografía de una ley antiargentina, la
ley 4144, Nuevas Ediciones Argentinas, Buenos Aires, 1956). Su constituciona-
lidad fue admitida por la Corte Suprema en varios casos, especialmente en "Simón
Scheimberg", Fallos, 164:344 (1932), conocido como el caso "Deportados en el
Transporte Chaco".
a15 Francia había ayuda do a las colonias nortea mericanas en su lucha contra
Inglaterra por obtener la independencia, pero los acontecimientos ocurridos en
aq uel país luego de la caída de la monarquía, junto con los sucesos que desem-
bocaron en el terror desatado por el bando jacobino, hicieron que el sector con-
servador (federalista) de la joven república estadounidense se volcara en fav or
de la antigua metrópoli, mientras que los liberales (republicanos), liderados por
JefferRon, inclinaron sus preferencias por los franceses . Cuando finalmente se
desató la guetTa , los Estados Unidos proclamaron su neutralidad, pero en el tra-
tado suscripto con Inglaterra por Jay en 1794, fu e admitido qu e Inglaterra cap-
turara los buques neutrales que transportaban mercaderías a Franda. Como con-
secuencia de ello, en 1796 barcos de guerra franceses atacaron naves comerciales
norteamericanas en viadas a Inglaterra. El inci dente se agr avó en 1798 cuando
el ministro de relaciones exteriores francés, Talleyrand, rehusó recibir una misión
diplomática estadounidense enviada a París para mejorar las relaciones. A partir
de a llí, las diferencias entre federalistas y republicanos se hicieron más profundas.
Los primeros veía n a los segu ndos como detenla dores de la ideología regicida
de los franceses , de modo que bajo la impronta del presidente Adarns - qui en
poseía la mayoría en ambas cámaras legislativas- comenzó a prepararse la ley
de r epresión de la sedición, la que fue promulgada fin almente el 14 de julio de
1798. Curwsamente, la ley protegía al Presidente y a las Cámaras del Co ngreso,
TENOF.NCIAS JURÍDI CO-POL!TICAS DEL CO!o.'TROL 361

hibía la publicación de cualquier escrito falso , malicioso o es-


candaloso en contra del gobierno de los Estados Unidos, de
las Cámaras del Congreso o del Presidente, con el propósito
de difamarlos o de causarles desprecio o descrédito 316 .
La ley fue puesta inmediatamente en ejecución por un po-
der judicial cuyos miembros habían sido designados en su to-
talidad por la administración de Adams. Bajo su imperio fue-
ron incriminados catorce editores de publicaciones favorables
al Partido Republicano de Jefferson 317 , mediante el impulso da-
do por Timothy Pickering, secretario de Estado de Adams. El
primero de los casos fue llevado, sin embargo, en contra de
Mathew Lyon, un representante del estado de Vermont. Lyon
fue acusado de sedición por escribir una carta -publicada en
el "Vermont Journal"- en la que decía que no sería el "humilde
defensor" de un Ejecutivo empeñado en la toma continua del
poder, con una ilimitada sed de ridícula ostentación, estúpida
adulación y egoísta avaricia. Llevado a juicio, el proceso fue
presidido por el juez Paterson, de la Corte Suprema:ltS, quien
indicó al jurado que sólo debía decidir si la intención del acu-
sado había sido provocar el odio, el descrédito y el desprecio
del Presidente y del gobierno y, en caso afirmativo, emitir un
veredicto de culpabilidad. El jurado impuso a Lyon una pena
de cuatro meses de prisión y una multa de mil dólares. Otra
víctima de la ley de sedición fue David Brown, un orador erran-
te -casi vagabundo- de Massachusetts, quien denunciaba al

ma s no al vicepresidente, que era Jefferson . Además estaba destinada, en virtud


de una de su s disposiciones , a expirar en 1801, cuando debía finalizar el mandato
de Adams. Los orígenes históricos de esta ley pueden ver~e en: LEWIS, Anthony,
Mak e No Law. The Sullivan Case and the First Amendment, Vintage Books, Ran-
dom Housc, New York, 1992, cap. 2, ps . 56 a 66.
:116 La ley cao;tigaba a todo aquel que "escribier a, imprimiera, pronunciara
o publicara (. . .) cualquier escrito o escritos falsos, escandalosos o maliciosos en
contra del gobierno de los Estados Unidos, o en contra del Presidente de los
l<~st ado s Unid o~. con la intención de difamar a dicho gobierno, a cualquiera de
las cámaras del Congreso o a dicho Presidente, o de inspirar hacia ellos, o hacia
cualquiera de ellos, el desprecio o el descrédito; .. ."
3 l7 Entre ellas los diarios "Aurora", de Filadelfia ; "Independent Chronícle"
de Bosto n; "Argus" y "Time Piece", de New York; "American" de Baltimore; "Exa-
a miner", de Riclunond, y "Bee", de Connecticul (conf. LEWIS, Make No Law . .. ,
n cit., p. 63).
3 16
Y Recordemos que por aquella época los jueces de la Corte Suprema tenían
e como tarea adicional ocupar regularmente los tribunales de las instancias infe-
l, riores, práctica esta que se prolongó, bien que muy espaciada, hasta el siglo x.x.
362 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

gobierno por la especulación con las tierras y ~e. ?ronunciaba


en contra de las leyes de extranjeros y de sed1c1on. Acu~ado
de sedición fue condenado - en un juicio presidido por el Juez
Samuel Ch~se, también de la Corte Suprema- a dieciocho meses
de prisión y a pagar una multa de cuatrocie~tos ochenta dó-
lares. Cuando cumplió su condena no tenía dmero para pagar
la multa, de modo que fue retenido en prisión hasta 1801,
en que , estando ya Jefferson en la Presidencia, indultó a todas
las víctimas de la Ley de Sedición 319 .
En 1801 , año en que Adams finalizaba su mandato, expiró
la vigencia de la Ley de Sedición. La victoria obtenida por
Jefferson en las elecciones del año anterior tuvo mucho que
ver con el repudio generalizado contra esta legislación represiva
de la libertad de prensa. Se convirtió así en un desastre político
que hizo perder al Partido Federalista no sólo la presidencia,
sino la mayoría en el Congreso. Si bien la constitucionalidad
de la ley nunca llegó a ser cuestionada ante la Corte Suprema,
dado que perdió vigencia antes de que un caso que la invo-
lucrara alcanzara los est.rados de aquélla , lo cierto es que tres
de sus nueve jueces -Paterson, Chase y también Bushrod Was-
hington- presidieron juicios en los que se aplicaron condenas
por sedición, lo que indica que podría haber sido declarada
constitucional. Finalmente, y más allá de las contingencias del
momento, la Ley de Sedición dejó como saldo el fortalecimiento
de la libertad de expresión . De hecho, el Congreso se tomaría
más de un siglo hasta volver a sancionar una norma semejante,
esto es, la Ley de Sedición de mayo de 1918 ato.

b) ARGENTINA. - La historia constitucional argentina en


la etapa que estoy considerando tiene tres períodos bien de-
finidos: a) el primero corre desde la Revolución de Mayo hasta
el fr~caso ~e la Constitución de 1826 y la caída del gobierno
d~ RIVadav1a; está caracterizado por la existencia de un sin-
?-umero de esfuerzos estériles por imponer una constitución
1deal en un país que no estaba preparado para recibirla· b) el
segundo corre a lo largo del gobierno de Rosas y finaliz'a con
el Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos, principal antecedente
3 19
L EWIS, Anthony, Make no Law .. ., cit., p . 64
320 Véase infra § 124. ·
TE NDENCIAS JURÍOICO-POLfTICAS DEL COST ROL 363

de la Constitución de 1853. Es el escenario del gobierno per-


sonal de Rosas y de los caudillos provinciales, de la firma del
Pacto Federal de 1831, y del florecimiento intelectual de la
Generación de 1837. Finaliza coñ el Pronunciamiento de Ur-
quiza, la derrota de Rosas en Caseros y el Acuerdo de San
Nicolás. Sobre el final de este período brilla la figura de Al-
berdi, como oráculo principal del movimiento constitucional al
servicio de la causa de Urquiza; e) el tercero arranca con la
sanción de la Constitución de 1853 y se extiende, como veremos,
hasta la primera presidencia de Julio A. Roca.
En punto a las influencias que recibió el movimiento cons-
titucional argentino a lo largo de estos setenta años , es preciso
destacar que desde la Revolución de Mayo 321 hasta la sanción
de la Constitución de 1853, los diversos esfuerzos constitucio-
nales tuvieron orígenes intelectuales muy diferentes. Es in-
negable que hay en esta primera etapa una miscelánea integra-
da por la influencia de la Revolución Francesa, la Constitución
de Cádiz de 1812 y por algunos elementos del constituciona-
lismo de los Estados Unidos, representado por el proyecto de
Constitución de Mariano Moreno 322 -figura central de nuestro

3 2 1 Sin dudas, la Revol ución de Mayo presenta los origcnes del constitu-
cion alismo argentino, pues se gestaron en ella los primeros documentos de nuestra
historia i nst itucioaal (Véase R AVCI:S, Federico, La Revolución de Mayo como origen
constitucional argentino , Abeledo-Perrot, Buenos Aires , 1960).
322 Mariano Monmo , "el hombre de Mayo" o ".,! •ilma o numen de la revo-
lución", nació en l:lucnos Aires en 1778, hijo de Manuel Moreno. funcionario es pañol
del gobierno del virreinato, y de Ana Maria Valle. Estudió en la Escuela del
Rey y en el Colegio de San Cad os. lngresó luego en la Academia Carolin a, de
la Universidad de Chuqui saca, bajo la conducción del canónigo Tct'l'nzns, donde
abrazó las ideas de la ilustración. Se graduó con una tesis rememorativa de la
sublevación de Tupac Amaru, donde co ndenó la s prácticas cspnñolas de exigir
servicios personales a los indios. Volvió a Buenos Aires alrededor de 1805, Y
muy pronto se comprometió en asuntos de interés público. En un principio se
mo ~ tró inclinado a unirse al grupo liberal es pañol, y fmalmente se alineó con
el grupo conducido por Martín de Álzaga. En 1809 redactó uno de sus más famosos
escritos , cuando se dirigió al virrey Cisn erns en un memorial que defendía los
intereses de los hacendados ea contra del monopoli o comercial es pañ ol. Su RPpre-
sentación de los hacendados , donde proponía la a pertura del Río de la Plata al
libre comercio durante un periodo de dos años , implicó para Moreno el apoyo
criollo con la caída del rey Fernando VII, debida a la invasión napoleónica. Ya
on el gobi <>rn o de lA ,Junta s urgida de la Revolu ción de Mayo - durAnte los siete
meses en los que fue su secretario- actuó r á pida y firmemente para mantener
a todo el virreinato leal al gobierno patrio en Buenos Aires , establecer una ew-
nomía san a y libre y elaborar una constitución que pudiera organizar legalmente
364 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

constitucionalismo inicial 323- que están tomados casi literal-


mente de la constitución norteamericana 3 ~ 4 . Sobre el final de
la segunda etapa es clave la personalidad de Alberdi y su pro-
yecto de Constitución 325 , que finalmente no fue enteramente

instituciones para preservar las libertades personales, políticas y económicas de


una nueva sociedad. Fundó y fue editor de la "Gazet.a de Buenos Ayres", estableció
una oficina de censos y una escuela militar y planificó la formación de una bi-
blioteca pública nacional; reabrió Maldonado. Ensenada y Patagones (Río Negro)
como puertos, liberando el comercio y las explotaciones mineras de las antiguas
rcstl'icciones; equipó y envió ejércitos a diversas partes del virreinato, especial-
mente al Alto Perú, para luchar contra Jos realistas; persuadió a la Junta de
que le permitiera obrar firmemente en la represión de la conspiración de Córdoba;
ganó el respeto de Lord Strangford, patentizado en la buena voluntad de los
ingleses hacia el gobierno de Buenos Aires; llevó a cabo las negociaciones con el
Vaticano, con el propósito de definir la cuestión del patronato eclesiástico bajo
la nueva situación. Su relación con Saavedra se resintió cuando los delegados
provinciales fueron incorporados a la junta en diciembre de 1810. Por tal motivo
resignó su cargo y aceptó una misión diplomática en Río de Janeiro y Londres.
Mw·ió en viaje a esta última ciudad en 1811. Los escritos ele Moreno han sido
publicados por su hermano Manuel Moreno: Arengas y escritos (Londres, 1836);
editados luego por Norberto Piñero (Escritos de Mariano Moreno, Buenos Aires,
1896) y por Ricardo Levene (1949). Manuel Moreno escribió la primera biografla
de su hermano: Vida y memorias de Mariano Moreno (Londres , 1812), y Ricardo
Levene hizo un profundo estudio en dos volúmenes: Ensayo histórico sobre la
Revolución de Mayo y Mariano Moreno , Buenos Aires, 1949. Su vida también ha
cautivado a una historiadora inglesa: GARwooo, Ellen, The Undying Flame: Ma-
riano Moreno of Buenos Aires, American Studies Center, Washington D.C., 1986.
323 La personalidad de Moreno como constitucionalista está reflejada en LI-
NARES QUINTANA, Segundo V., El esp(ritu de la Constitución, Ad-Hoc, Buenos Aires,
1993, caps. ti, III, IV y V.
324 El proyecto está reproducido en SANMARTINO DE DROMI, María L. , Docu-
mentos constitucionales argentinos, Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1994, p. 1859.
:125 Juan Bautista Alberdi nació en Tucumán en 1810 y murió en París en
1884. Huérfano a los diez años , hizo su primer viaje a Buenos Aires a la edad
de quince años; estudió en el Colegio de Ciencias Morales y se graduó de abogado
en la Universidad de Córdoba. Se exilió en Montevideo (]838-43), evitando la
persecución rosista , y viajó por Europa entre 1843 y 1844, donde fue atraído por
las recientes teorfas de Augusto Comte; procurando luego aplicar estas ideas a
los problemas argentinos, llegó a ser uno de lo~ máij influyentes precursores del
positivismo. Su carrera pública fue breve: representó a la Confederación Argen-
tina ante Francia e Italia entre 1854 y 1861 y se desempeñó durante un período
como diputado por Tucumán al Congreso Nacional desde 1878 a 1881. Escritor
prollfico, sus trabajos publicados llenan veinticuatro volúmenes , incluyendo poe-
mas , cuentos e incluso un manual para el aprendizaje del piano, pero su fama
reside sin dudas en sus ensayos políticos y jurídicos . De su prolífica labor, su
más famosa obra es Bases y puntos de partida para la organización política de
la República Argentina, cuya primera versión publicó apresuradamente para que
sirviera como guía para la Constitución de 1853. Se han escrito numerosa~ bio-
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍ'l'ICAS DEl. CO:-ITROL 365

seguido por el Congreso Constituyente de 1853. A impulsos


de la influencia de Gorostiaga a26 , el Congreso Constituyente
se volcó en general por el modelo norteamericano 327 , lo que
generó la célebre polémica entre Alberdi y Sarmiento 3211 , tam-
bién fogoso admirador de la república norteamericana. No me-
nos trascendente fue la polifacética personalidad de Bartolomé
Mitre '129 , cuya influencia se hizo notar en la Convención re-

grafías sobre Alberdi. Cito por lodas: MAYER, Jorge M., Alberdi y su tiempo, 2ª
ed. , Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociale de Buenos Aires.
326
Acerca de la influencia de Gorosliaga en la redacción de la Constitución
v_éase VANOi;SI, :Jorge R., La influencia de José Benjam(n Gorostiaga en la Cons:
ti lUCión argentwa y en su jurisprudmcia , Pannedille, Buenos Aires, 1970.
327
En punto a la influencia del constitucionalismo norteamericano todavia
e~ decisiva la tesis de PAUILLA, Alberto G., La Constitución de Estado~ Unidos
como precedente argentino, Jesús Mcnéndez, Buenos Aire , 1921. Puede verse
también VANoSSl, Jorge R. , La influencia de la Constituciófl de los Estados Unidos
dP Nortl'an; érica er1 la Constitución de la República Argentina , "Rev. Jurídica de
San J stdro , n°' 10-11. 1976, ps. 73 a 148.
J2M Con relación a las ideas constitucionales de Sarmiento véase P ÉREZ Gullr
HOU, Dardo, Sarmteflto Y la Constitución, Instituto Argentino de Estudios Cons-
titUciOnales y Políticos, Mendoza, 19 9.
~ H Ba~"tulomó Mitre (1821- 1906) fue Presidente de la Nación (1862-1868) ,
2

senador nacwnal, d1plomático, historiador del movimiento de la independencia.


fundador del diario "La Nación" y figura dominante en la vida pública argenLina
ciesde ln decada de 1H50 hasta su muerte, en 1906. Nació en Buenos Aires e
inició sus estudios en Carmen de Patagones, recibiendo instrucción de su padre,
pero de hecho fue un autodidacta, excepto por cierta instrucción en inglés y francés
recibida en estuelas de Buenos Aires y en la Academia Militar, desde la cual
pasó a ser oficial de artillería en la milicia d e Fructuoso Rivero. Luchó por primera
vez en la sangrienta batalla de Cagancha (1839) contra las fu.,rzas invasoras de
Rosas al mando de Echagüc, y apenas logró escapar con vida de la desasLrosa
derrota de Anoyo Grande (1842). De alli en adelante se unió a los ex~iados
argentinos antirrosistas. Perteneció a la Asociación de Mayo y fue gran adnurador
de Echcverría· publicó su primer libro de poemas y colaboró frecuentemente en
diver sos periódicos, especialmente "El Iniciador", editado por Miguel Cané Y An·
drés Lamas· se unió a este último para fundar el Instituto Histórico y Geográftco
del Urugua~ (1843) y más tarde fundó un centro científico similar ~n Buenos
Aires. Se casó con Dclftna M . L . Vedia, y durante sus años de extlio v1v1ó en
el Uruguay, Perú, Bolivia y Chile. Después de Caseros, asumió el l~der?zgo de
la oposición al reconocimiento por Buenos Aires del Acuerdo de San N¡colas .. Fue
Ministro de Guerra de Buenos Aires en 1855 y en 1857 publicó la pnmera ed1c1ón
de su Historia de Relgrano. En Cepeda, el 23 de octubre de 1859, en su condición
de minisb·o de Guerra y Marina y de general en jefe d., los ejércitos de Buenos
Aires , fue derrotado por Urquiza, lo que permitió el ingreso de Buenos Aires en
la Confederación luego de la reforma constitucional de 1860. No obstante tomó
revancha en Pavón. el 17 de septiembre de 1861, lo que produjo la caí~a del
presidente Santiago Derqui. Asumió así como primer presidente de fado Y d1spuso
366 CONTROL DE CONS'f i'T'UCIONALIDI\D

formadora de 1860, anticipada por una fuerte polémica con


Juan Francisco Segui 3:l0 , seguida de la que mantuvo años des-
pués -nada menos- con Vélez Sarsfield, a propósito de la cons-
trucción del puerto de Buenos Aires, proyectada bajo la pre-
sidencia de Sarmiento en 1869 "31 .
En la Argentina, la historia inicial de la Corte Suprema
tiene , al igual que en Eslados Unidos, un origen deslucido.
Por decreto del 6 de agosto de 1854, se designaron sus primeros
miembros, que de acuerdo con el texto del entonces artículo 91
debían ser nueve, con más los dos fiscales que dicho artículo
prevería. Las personas designadas fueron: Gabriel Ocampo, Jo-
sé Roque Funes, Francisco Delgado, Martín Zapata, Facundo
Zuviría, Bernabé López, José Benito Graña, Nicanor Molinas
y Baldomero García. Como fiscales fueron designados Ramón
Ferreyra y Pío Tedín. Como día de inauguración formal de

el llamado a elecciones presidenciales, donde obtuvo el triunfo, lo que le purmitió


asumir de iure el 12 de octubre de 1862, con Marcos Paz como vicepresidente.
Como presidente, Mitre instituyó a Buenos Aires capital provisional de la Nación
y logró la explotación nacional de las vías de aguas y puet'tos. Su atención se
centró, primordialmente, en la pacificación interna. A tal fin concentró sus pro-
pósitos en la consolidación de las bases, ya establecidas, tanto por la ConfedP.t"ación
como por Buenos Aires, en los años que sucediet"on a Caseros, incentivando la
inmigración, la agTicultura y el comercio, alentando la construcción de vias férreas
y estableciendo y subvencionando üneas de navegación. En 1870 fundó el diario
"La Nación", y luego fue senador nacional por Buenos Aires. En lf\74 se postuló
nuevamente para la Presidencia de la Nación, pero fue derrotado por Nicolás
Avellaneda. J<:n 1889 fue uno de los fundadores de la Unión Cívica y volvió a
ser senador nacional en 1894. Murió en Buenos Aires. el IR de enero do 1906.
La public¡¡ción de las obms completas fue ordenada por el Congreso en 1936 y
ese mismo año se publicó el primer volumen. Sus escritos históricos más im-
portantes son: Historia de Belgrano y de la independencia argentina (1° edición,
2 vols. , 1859; 4" edición, a vols., 1fl!l7); y su Historia de San MurUn y de la
Emancipación Sudamericana (3 vols., 1877/1890), que fue traducida a l inglés por
WiUiam Pil1ing (Londres, 1893).
330 Mitr·e, como porteño, criticó fuertemente algunos puntos de la Consti-
tución recién sancionada y le correspondió a Seguí la defensa de su texto. Los ar-
tículos escritos pot' Mitre en el diario "El N¡¡cional", de Buenos Aires, y por Seguí
en "El Nacional Argentino", de Paraná, pueden verse en Juan Francisco Sega{·
Bartolomé Mitre. Polémica sobre la Constitución, estudio preliminar de Néstor
T. Auza, Instituto Histórico de la Organización Nacional , Buenos Aires. 1982.
3 31 Mitre se oponía férreamenle a l proyecto, defendiendo con ello lo s inte-
reses de la Pt'ovincia de Buenos Aires, en tanto que le tocó a Vélez Sársfi.,ld,
como ministro del Poder Ejecutivo, defender la tesis del gobierno federal. Véase
V11 .1"EGAS ilASAVLLnAso, Benjamín, u, debate parlamentario histórico: Mitre uersus
Vélez Sárs(ield, 2" cd., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1959.
TENDENCIAS JURIOICO-POLiTICAS DEL CONTROL 367

la actividad del Tribunal fue señalado el 27 de octubre de ese


año , 1854, pero no todos los flamantes jueces acudieron a su
cita, estando solamente en la ciudad de Paraná para el evento
los doctores .Funes, Graña y Molinas. Los r estantes habían
quedado retenidos en Buenos Aires, producto de las ocupaciones
que su carácter de hombres públicos les imponía . No caben
dudas de que el comienzo de nuestra Corte Suprema estuvo
desprovisto del brillo que el momento exigía. Los años pos-
teriores, especialmente los que sobrevinieron a la organización
definitiva y hasta varias décadas después, permitieron conso-
lidar el prestigio de la Corte, pero es indudable qu e sus pri-
meros pasos fueron vacilantes y carentes de pres encia insti-
tucional. Incluso muchos de los designados en primer término
no llegaron nunca a ocupar efectivamente su puesto y, como
señala Clodomiro ZAvALiA, así pasaron los años vacíos y des-
lucidos para el Alto Tribunal de la Confederación 332 , hasta que
el 30 de octubre de 1860, el presidente San tiago Derqui, viendo
la reforma que ese año se había introducido en la Constitución,
dejó sin efecto los nombramientos.
A partir del 1º de octubre de 1860, fecha en que se sancio-
naron las reformas constit.ucionales que la Provincia de Buenos
Aires exigió como prenda de unión con el resto de la Confe-
deración, el antiguo artículo 91 de la Constitución pasó a ser el
actual 108, los miembros de la Corte dejaron de ser nueve y
la determinación de su número fue librada a la decisión del Con-
greso. Fue así como en 1862 se sancionó la ley 27 , que dispuso
que la Corte se integraría con cinco miembros y un Procurador
General. Las designaciones dispuestas por e l decreto de ft::cha
18 de octubre de 1862 firmado por el presidente Bartolomé
Mitre recayeron en los doctores Valentín Alsina, Francisco de
las Carreras Salvador María del Carril, Francisco Delgado Y
José Barros Pazos. Como Procurador fue nombrado Francisco
Pico. La Corte Suprema así constituida prestó juramento ante
el presidente Mitre el día 15 de enero de 1863, pese a lo cual
tardó varios meses en comenzar a funcionar realmente, _ya que
tan sólo el 11 de octubre de ese año dictó su reglam:to dnlt~~l
y el 15 de octubre produjo su primer fallo , por me. o eo
rechazó el recurso extraordinario interpuesto por Miguel tero,

. e S
Jn Z.AVALIA Clodomiro , Historta d e la orte ' upre
ma dP ,Justicia de la RP·
pública Argenti~a , P eu ser, Bue nos Aires , 1920, p . 51.
368 CONTROL DE CONSl'ITUCIONALIDAD

por tratarse de la interpretación hecha por tribunales de pro-


vincia del derecho común.
Desde el punto de vista político, el país emergía al comienzo
de este período del largo gobierno personal de Juan Manuel de
Rosas ; había que unificarlo y darle vigencia real a sus nuevas
instituciones. La tarea no fue fácil en un principio. Durante
la presidencia de Mitre el gobierno nacional consigue afirmarse
y realizar una obra constructiva que, proporcionándole fuerza y
autoridad, le permite unificar definitivamente el país y forjar
la conciencia histórica de los argentinos. No ocurre lo mismo
en muchas provincias donde estalla la rebelión una y otra vez
y reina una gran inestabilidad gubernamental. Excepción he-
cha de la de Entre Ríos, Buenos Aires, Santiago del Estero
y Jujuy, en las demás provincias la inestabilidad durante la
década de 1860 es casi crónica. Ello ocurre, especialmente, por
causa de las insurrecciones de Peñaloza, Videla, Varela y San
Luengo, quienes , levantando bandera de rebeldía contra Mitre
y Buenos Aires, llevan la confusión al interior del país al tratar
de resucitar la división fratricida entre federales y unitarios.
Mitre tuvo que intervenir seis provincias (Catamarca, La Rioja,
Mendoza, Corrientes, Santa Fe y dos veces Córdoba) y no pudo
impedir que, en la mayoría de ellas, una agitación política hi-
ciera imperar una grave inestabilidad gubernamental. En gran
parte, esa inestabilidad se debió al fraccionamiento del Partido
Liberal, y a que los liberales, divididos en grupos antagónicos,
se combatieron sin tregua. El grupo liberal dueño del poder
trataba sin miramientos a sus adversarios, correligionarios o
no, provocando , por explicables reacciones, un estado de lucha
y convulsión endémica. Las insurrecciones, pues, y los gobier-
nos se sucedieron en la mayoría de las provincias sin acertar
a estabilizar su vida política. Para comprender la grave si-
tuación de las provincias durante la presidencia de Mitre, basta
recordar que, al decir del entonces senador nacional por Santa
Fe, Nicasio Oroño, "entre los años 1862-1868, concurrieron en
ella 117 revoluciones, y murieron 4.728 ciudadanos en 91 com-
bates" 33~ . Refiriéndose a esta primera época, dice Sarmiento:
"La Corte Suprema, no obstante su incansable actividad no
alcanza en l 869 a despachar los centenares de causas crimi-

3 3
. ~ R oMERO CARHANZA, A.; R o nn1GUEZ V AilELA, A., y VENTURA, E. , Hi storia po-
littca de la Argentma, Pannedille, Buenos Aires, 1975, t. 111, ps. 41 a 43.
TE NDENCiAS JURÍDICO-POLITICAS DEL COl'<"TROL 369

nales por insurrección sedición y traición que le vienen en ape-


lación de San Juan , Mendoza, Catamarca, La Rioja y San Luis,
a consecuencia de los movimientos de 1866, en que fueron en-
vueltas ciudades enteras porque coadyuvaron directa o indi-
rectamente en la revuelta" 334 • Como consecuencia de ello, y
por su propia falta de antecedentes como tribunal la jurispru-
dencia de la Corte Suprema en este período posee un prag-
matismo propio de un pais incipiente, más preocupado por mo-
dificar la realidad que por la adhesión a tal o cual doctrina.
Esto último llegaría en la etapa siguiente. En lo jurídico, este
periodo presenta un tribunal despojado en general de principios
teóricos y afincado en la necesidad de imponer la vigencia de
la Constitución.
No obstante ello, es justo reconocer que en estos años fun-
dacionales y bajo el lúcido comando de José Benjamín Go-
rostiaga 335 , la Corte sentó las primeras interpretaciones de la

3~4 Cit. por ZAVALIA , Clodomiro, Historia d e la Corte Suprema , cit., p. l48.
335 Cada una de las épocas de la Corte está identificada con alguno de sus
integrantes , que se ha destacado por la influencia de su personalidad, por su
labor pública o por su erudición. El símbolo de esta prúnera época, su lider in-
telectual, es , indudableme nte, José Benjamín Gorostiaga. Gorosliaga había na-
cido en S11ntiago del Estero, el 26 de marzo de 1823, hijo de don Pedro Pabl o
Gorostiaga y de doña María Femanda Frías Araujo. En 1 38 comenzó a educarse
en el Colegio de los Jes uitas, donde luego, en 1844, dictó clases de filosofía. Des-
pués de la caída de Rosas, el gobernador Vicente López y Planes lo nombró Mirllstro
d., Hacienda, por decreto del 25 de junio de 1852. Defendió el Acuerdo de San
Nicolás durante lo~ debate~ de juni.o en la Legislatura, permaneciendo en el mi-
nist erio hastn el 23 de julio. Con la renuncia de López pasó a ocupar el Consejo
de Estado, asesor de Urquiza, desde el 25 del mismo mes hasta el 4 de septiembre,
en que fu e des ignado asesor de gobierno y auditor de guerra y de marina. Estas
tareas las alternó con las de miembro de la Comisión redactora del Código de
Comerdo. El 9 de agosto de 1852, a los 29 años, ·fu e electo constituyente por
su provincia, con el presbítero Benjamín Lavaysse, ante In Con vención que debía
reunirse en San~a Fe. lncoq>orado el lB de noviembre , permaneció en el Congreso
hast a el fin de sus deliberaciones. Fue miembro informante de la Comisión de
Negocios ConsLitucion ales, y en ella def.,ndió el proyecto de Constil.ución, siendo
su principal r edador. Era un profundo conocedor del derecho público norteame-
ricano , en lo que a estructur11 federal se refiere. Se registran más de cuarenta
inLervenciones suyas en el debate particular de la ConsLitución. Fue autor del
Informe que acompañaba y explicaba el texto constitucional. En su carácter de
legis lador, firmó los tra~ados de libre navegación con Inglaterra, Francia y Es Lados
Unid os, el 10 de julio de 1853, junto con del Ca1Til , en nombre de Urquiza. Ter -
minado el Congreso Constituyente, Gorostiaga volvió a ocupar la cartera de Ha -
cienda por breve tiempo, y luego resultó electo diputado nacional al Congreso
federal por la provincia de Santiago del Estero, formand o parte del núcleo más
370 CüN 'I'KUL UE CONSTITUCIONALIDAD

Constitución, muchas de las cuales fueron el comienzo de fron-


dosos senderos jurisprudenciales. Así, por ejemplo, estableció

distinguido de los hombres de Paraná. En 1854 se lo comisionó para la unif'ur-


mación de las monedas en las provincias. Urqtúza lo nombró ministro del Interior
desde marzo a noviembre del citado año, en que se alejó de Paraná para radicarse
en Buenos Aires. En 1858, con los doctores Manuel R. García y José Domíngue7.,
redactó la primera revista de jurisprudencia, "El Foro", pero poco después renunció
al cargo. Fue un hombre de amplia cultura general, formada a través de lecturas
abrevadas en las obras de autores clásicos del derecho público europeo y americano:
Story, Hamilton , Tocqueville, Stuart, Mill, Grimkc, Rossi , etc. Otra vez consti-
tuyente nacional , en 1860, integró la comisión encargada de examinar las reformas
propuestas por Buenos Aires. No tuvo tanta intervención en los debates como
en 1853. Después de Pavón , fue elegido diputado nacional, también por· Santiago
del Estero, e n 1862, durante dos años, ocupando la vicepresidencia de la Cámara.
Formó pati;P de las Comisiones de Hacienda y de Negocios ConstiLu<:ionales y
pa•·ticipó en los más importantes debates. En 1865 formuló, con Alberto Larroque
y Juan María Gutiérrcz, un "plan de organización ¡¡eneral de la instrucción pú-
blica", como miembro de la comisión encargada de proyectar el plan de instmcción
general y univer~itaria para el país. En sus comienzos actuó Amudeo Jacques,
quien antes de morir dejó un trabajo cuyos lineamientos fueron seguidos de cerca
por Gorostiaga y los demás miembros . Convencional Constituyente de la provincia
de nuenos Aires, de 1870 a 1873, se abocó a la reforma de la Constitución que
esa provincia se había dado en 1854, al poco tiempo de separarse de la Confe-
deración. Intervino en la cuestión electoral y en los temas financieros hasta que
presentó la renuncia el 14 de septiembre de 1872, por la imposibilidad de seguir
asistiendo. Sin embargo, dejó un importante proyecto sobre Bases del sistema
electoral, suscripto con los convencionales Rufino de Elizaldc, Bernardo de lrigoyen
y Luis V. Varela . Fue designado juez de la Corte Suprema por el presidente
Mitre, el 10 de junio de 1865, en reemplazo de Valentín Alsina, que no había
aceptado. Permaneció en el cargo hasta el12 de octubre de 1868. Al año siguiente
fue vresidente del naneo de la Provincia de Buenos Aires . Fue nuevamente de-
signado juez de la Corte Suprema, nombrado por el presidente Sarmiento, de
quien no era partidario, el 9 de agosto de 11-\71. El 19 de diciembre de 1877
sustituyó al doctor Barros Pazos en la presidencia del Tribunal. Durante la crisis
de 1880 intcnLú mediar -en su carácter de presidente de la Corte- entre las
f~erzas combatientes. El general Roca no se avino a resignar su eventual can-
didatura , Y fracasó la mediación. En 1886, fue proclamado candidato a la Pre-
s1denc1a de la Hepública en contraposición a Miguel .Juárez Celman impuesto
por su cu~ado, el generalHoca, con el apoyo de todos los resortes ofici;les Mitre
~ ~1 ptrlt~o católico propiciaron su candidatura, pero Uorostiaga no ac~ptó en
e •ru .' va a postula_ci~n. A mediados de 1887, abandonó la Corte Su rema· el
21 de Ju_lio firmó la última sentencia. En el mismo mes de su retiro el PC '
sanc10no la ley que le acordó la · b'l . , l . • ongreso
país y la C t d ' 1 JU 1 aC1on por OS vahosos servicios prestados al
• or e lSpuso co ocar su retrato en la S ¡ d A
de Derecho también ¡0 habla b d d . a a e cuerdos. La Facultad
con Estrada, Mitre, Rawson ~o~c:~t; ~e~ ¡~co ho~rario, distinción compartida
1
en la Unión Cívica 0 sea con 1 e. pez. n los sucesos de 1890 actuó
con Mitre, lrigoyen', Lópe~ Y Co~~rev~luctonarws. Integró la Junta Consultiva
aceptó formar parte del gabinet • y . uego un~ de los clubes parroquiales. No
e, lll con Juarez Celman ni con Pellcgrini.
TENDENCIAS JURlDICO-POLÍTICAS DEL CO!'v"TROL 371

su pos1c1on institucional como poder del Estado 336 interpre-


tó el articulo 32 en relación con la extensión de la jurisdic-
ción federal sobre la libertad de prensa sr., trazó las primeras
líneas de la separación de poderes 338, justificó el primer gobier-
no de facto 3:19 , deslindó competencias en materia de poder de
policía 340 , estableció las ha es del control constitucional 34 \ de-
sarrolló los primeros lineamiento de la doctrina del juez na-
turaP42, comenzó el desarrollo de la doctrina de las cuestiones
politicas 34 \ impuso el principio de la demandabilidad de las
provincias a« apartándose de la Decimoprimera Enmienda de
la Constituci6n norteamericana :J-46, estableció la inmunidad ju-
risdiccional de las autoridades provinciales respecto de la justi-
cia fedcraP 46 , aplicó la doctrina de los poderes implícitos 347 , exi-
mió a las entidades nacionales de los impuestos provinciales 3 48 ,
etcétera.

Dedicado a la vide familiar y al campo, pasó sus últimos años hasta que falle-
ció en Buenos Aires, el 3 de octubre de 1891, a lo~ 69 años de edad. La biogra-
fía de Gorostiaga puede Vl.'rse en la tesis doctoral de Jorge R. VANOSSt ya cita-
da y en ZUVII!IA, Jo~Á M., Los constituyentes dl' 1853, Lajouane, Bu.,no~ Aires,
1889, p. 103; llHAVO, Domingo A., José Benjamln Gorostiaga , Santiago del Estero,
1964.
336 En "Fisco Nacional dOcampo", Fallos, 12:134-155 (1872), dijo que ella
es el "tribunal en último resorte para todos los asuntos contenciosos en que se
lo ha dado jurisdicción como pertenecientes al Poder Judicial de la Nación", doc-
trina repetida muchas veces. Tales, por ejemplo, "Bodegas y Viñedos Amadeo
Maraftón d i.N .V. ", Fallos , 297 :381 (1977) y "Rodolfo J. Brieba ", Fallos, 306:2070
( 1984).
aa? "Fiscal Gent>ral de la Nación dArgerich", Fallos, 1:130-132 (1864) ; "H•m-
jamin Calvete", Falles, 1:340, 348 (1864).
3:1~ "Ríos , Gómez y Ríos", Fallos, 1:32-36 (1863).
3:19 "Ba ldomero Martínez dOtero", Fallos, 2:127 (1865).
340 "Empresa Plaza de Thros", Fallos, 7:150-152 (1869).
34 1 "CaiTarena c/Banco Argentino del Rosario de Santa Fe", Fallos, 10:127,
436 (1871).
342 "Severo Chumbita", Fallos, 17:22-38 (1875).
3·W "Santa Fe c/Hu e", Fallos, 4:311-320 (1867).
1 •11 "Av egnu c!Ducnos Aires", Fallos , 14:425 (1874).
a<5 Ya me he referido previamente a esta cuestión cuando hice referencia
al caso "Chisholm v. Gilorgia", 2 U.S. (2 LJallas), 419 (1793).
31G "Procurador Fiscal dGobernador de San Luis", Fallos, 9 :ñ:i7-543
(1870).
a47 "Lino de la Tone", Fallos, 19:231 , 238 (1877).
34R "Fisca l General de la Provincia de Buenos Aires dBanco Nacional", Fa-
llos, 18:340 (1876).
374 CoNTROL DE coNSTITUCIONALlDAD

cuando se emplea en los artículos 14 y 17 de la Constitución


o en otras disposiciones de ese estatuto comprende como lo
ha dicho esta Corte todos los intereses apreciables que el hom-
bre puede poseer fuera de sí mismo , fuera de su vida y su
libertad".
En la Argentina esta etapa comienza con la llegada de
.Julio A. Roca a la presidencia de la Nación, momento en que
comienza un predominio político que sólo terminaría con su
muerte en 1914 354 • Es la etapa de lo que Natalio B oTANA ha
llamado el "orden conservador" 355 , dominada por un estadista
pragmá tico e inteligente, dotado de una astucia política que
no volwría a repetirse hasta la llegada de Juan D. Perón.
Su comie~zo_ coincide asimismo con la derrota de Carlos Tejedor
Y la cons1gmente federalización de la ciudad de Buenos Aires.
E s aquí donde la nación comienza su consolidación económica
una vez acallado los desórdenes internos de la época anterior:
E s un lapso en el cual el país, bajo la consigna "paz y admi-
nistración" , al amparo de la estabilidad política recién inte-

aM Roca había nacido en Thcumán el 17 de julio de 1843. Sus padt·es fueron


el coronel Hudecindo Roca y doña Agustina Paz y Figueroa. Ex a lumno del Colegio
de Concepción del Uruguay, donde fue condiscípulo de Eduardo Wilde y de Onésimo
Leguizamón, si ntió desde joven la vocació n militar. In corporado al ejército de
la Confedt!ración, combatió en Cepeda y en Pavón, sit!ndo su baterfa la última
en retil·arse del campo de la segunda de esas bata llas. Ya teniente, Roca toma
pa rte en las batalla de Lomas Blancas y Lus Playas. En mayo de 1865, cuando
Fra ncisco Solano López declara la guetTa a nu estro país, Roca marcha al frente.
Participa en las acciones de Uruguayana, Yatay, Tuyutí-Curá. Boquerón y Curu -
paytí. Al concluir la guerra del Paraguay revista como teniente c_9r onel. Suble-
vado López Jordán , erá Roca quien contribuya a su derrota en Naembé, mere-
ciendo el ascenso al grado de coronel. Jefe de la frontera de Río Cuarto -desde
donde influye en la política nacional con miras a la presidencia de la República-,
Nicolás Avellaneda lo comisiona para sofocar el alzamiento del coronel Arredondo.
La segunda batalla de Santa Rosa es su nueva victoria, por la cual recibe los
despachos de general de la Nación. A la muerte de Adolfo Alsina, qu e se de-
sempeñaba como Ministro de Guerra del presidente Avellaneda, el general Roca
pasa a sucederlo. Es entonces cuando realiza su triunfal Campa !la del Desierto,
desalojand o al indio del sur argenti no, aftanzando la soberanía nacional en la
Patagonia y consigu.iendo veinte mil leguas de tierra para el país. Aquella em-
presa, que parecía obra de siglos, queda realizada por el joven gener al tucumano
en noventa días. No es sorprendente, pues, que al acercarse a su fin el mandato
de Nicolás Avellaneda, Roca se insinúe como uno de los más probables candidatos
a continuar la tarea de progre o y de unidad nacional realizada por aquél.
355 B oTANA, Natalio R., El orden conservador. La po/{tica argentina entre
1880 y 1916, Sudamericana, Buenos Aires. 1985.
CoNTROL DE CONSflTUC ION ALIDAD
374
cuando se emplea en los artículos 14 y 17 de la Constitución
en otras disposiciones de ese estatuto comprende como lo
0
ha dicho esta Corte todos los intereses apreciables que el hom-
bre puede poseer fuera de si mismo, fuera de su vida y su
libertad".
En la Argentina esta etapa comienza con la llegada de
Julio A. Roca a la presidencia de la Nación, momento en que
comienza un predominio político que sólo terminaría con su
muerte en 1914 a54 • Es la etapa de lo que Natalio ilOTANA ha
llamado el "orden conservador~ , dominada por un estadista
pragmático e inteligente dotado de una astucia política que
no volvería a repetirse h la llegada de Juan D. Perón.
Su comienzo coincide asimismo con la derrota de Carlos Tejedor
y la consiguiente feder · ' n de la ciudad de Buenos Aires.
Es aquí donde la nación a su consoli.dación económica,
una vez acallados los desórdene internos de la época anterior.
Es un lapso en el cual el ·- bajo la consigna "paz y admi-
nistración", al amparo de 1a estabilidad política recién inte-
TENDENCiAS JURÍDlCO·POLÍTICAS DEL CO!I.'TROL
375
rrumpida en 1930, creció hasta ubicarse en la fecha del Cen-
tenario de la Revolución de Mayo entre las primeras economías
del planeta 366 .
Este57 período ve florecer también la llamada "Generación
del 80" " - El derecho constitucional fue enseñado inicialmente
a partir
08
de los Comentarios de Story traducidos por Nicolás
Calvo ' ; se60
emplearon los apuntes del colombiano Florentino
GONZÁLEZ" , el Curso de José Manuel DE ESTRADA 360 -cuya fe-
cunda vida en el campo docente fue truncada por el autori-
361
tarismo de Roca - y el Manual de La Constitución argentina
6
:15 Un estudio del desarrollo económico de la Argentina en estos años puede
verse en CouTf:s CoNo<., Roberto, El progreso argentino 1880-1914 , Sudamericana,
Bueno• Aires, 1979.
3fi7 Integrada por los nacidos hacia la cuarta década del siglo: José Manuel
Estrada, Iguacio Pirovano, Amancio Alcorta, Leandro Alem , ,Juan José Romero,
Miguel Goyena, en 1842; Julio Roca , Eugenio Carubaceres , Tristán Achával Ro-
dríguez , en 1843; Eduardo Wilde , Miguel Juárez Celman, Norberto Quirno Costa,
en 1844; Donifacio Lastra, en 1845; Aristóbulo del Valle, en 1847; Carlos Pelle¡,'I'ini,
Mariano Demaría, José Antonio Terry y José Maria Rosa en 1848; Lucio Vicente
López , en 1848; Adolfo Saldías , en 1849; Miguel Cané y Roque Sácnz Pena en
1851 ; Virgilio Tedín e Hipólito Yrigoyen en 1852, y tantos otros que se destaca-
r on en la política, las letras, el foro , las ciencias y la milicia . que tuvieron la
responsabilidad de formar la primera generación educada por el liberalismo Lriun -
fante.
3~8 Citado supra, § 5, a. . . .
369 GONZÁLEZ, Florentino, Lecciones de derecho constttuctonal, J . Bernhe1m,
Buenos Aires , 1869. . . . .
360 EsTRADA, José Manuel de , Curso de derecho const!tucwnal , Atanas1o Mru-
tínez, Buenos Aires, 1927. . . .
361 José Manu el de Estrada nació en Buenos A1res el 13 de Juho de 1842.
Casi adolescente empezó a descollar entre los jóvenes de la época, ganando u~
c~rtamen con u~a composición sobre el descubrimiento_de A.m Crica , Y no paso
mucho tiempo cuando ya pudieron apreciarse sus cond1C1ones d1dáct1cas enh un
cw·so sobre hi storia argentina dictado en la escuela que hoy lleva su_ ~om re.
Estas conferencias acampanadas de lecturas públicas ak,mzaron gran_;x1to; En
187:'! Prn catedrático en el Colegio Nacional, de H.istona e InstniCCJon . Cwlca,
' · esta última cuya ensenanza
materia - e' ) 1naugurara
· en e l País · En 1876. • sm
. tener
título universitario, se lo nombró para la cátedra de Derecho Co~st1tucwna.1 en
la Universidad de Buenos Aires. Pa1-tidario del grupo católico hberal , cs~nbló
un trab~; 0 sobre la Iglesia y el Estado, en el cual propugna su se p acrac1 n , Y
defendió....,la ptu·eza del sufra¡po,
· llegando a renunctar· a ~~ nat banca
p en eás onweso
1 tarde el
cuando se enteró de que la elección había SI~~~~~:~~ e:n a~ntl~~e:::l acérrimo,
imperativo de • u femente reli¡postdad lo co 1 formas democráticas . Desde
si bien conservó siempre la fe Y el respeto po~ caa~onstante de su ideario político
entonces dedicó sus talentos yen~gla a latré~ da lo cual le valió ser destituido
y religioso. Prolongó es~ prédlCRa asta ;~8~ caF::dÓ y presidió la Asociación Ca-
por el gobierno del pres1dente oca en ·
376 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

de Joaquín V. quien, con agudeza int~lectual pues-


GONZÁLEZ 362 ,
ta al servicio de la vida pública, marcó una huella Imperecedera
en nuestra materia 363 . Se fundó en esta época la Cátedra de

tólica donde pudo ejercitar su verbo en numerosos y brillantes discursos . Desde


muy Joven también colaboró en "Las Novedades", "El Correo del Domingo", "La
Revista de Bueno Aires" y otros periódicos. Luego lo hizo en "La Nación Ar-
gentina". Fue fundador de la "Revista Argentina" y asimismo, en colaboración
con su amigo Pedro Goyena y otros distinguidos católicos, sacó "La Unión" con
el principal objeto de defender la enseñanza religiosa a raíz del congreso peda-
gógico de 1882. En 1 ocupó una banca en la Cámara de Diputados de la
Nación, destacándose por su defensa de los fueros de la Igles1a en contra de la
ley del matrimonio civil Murió en Asunción el 17 de septiembre de 1894, siendo
ministro argentino en el Paraguay.
~62 Fue publicado en 1 97 como texto de Instrucción Cívica en los estable-
cimientos de enseñanza secundaria y ocupa el tercer tomo de sus Obras completas,
publicadas por el Co~ de la Nación en 1935.
:isa Joaquín Víctor Gcmzález nació en Nonogasta, departamento de Chilecito
(La Rioja) , el 6 de roano 1863. hijo de Joaquín González y de Zoraida Dávila.
Cursó el bachillerato en Colegio Monserrat de Córdoba. A los 18 años se inició
en ol pe.-iodismo locaJ y ea la ..uta literaria con colaboraciones e n los diarios "El
lntt:rior", ·'El Progreso• y 1..a Revista de Córdoba" . En 1884 ingresó en la en-
señanza, dictando las c::átedra5 de bist<>ria, geografía y francés en la Escuela Nor-
mal de Córdoba. En 1 u título de doctor en jurisprudencia en la
mencionada universidad c:uo - doctoral Estudios sobre la Revolución, y ese
rrusmo año fue elegido · aacional por La Rioja , cua ndo aún no tenía la
edad constitucional requ Desempeñó su mandato hasta el 30 de abril de
1888. Nombrado miembro , · n de estudios para la reforma de la Cons-
titución, en 1887, redactó ción con Rafael lgarzá bal el PI'Oyecto de
Constitución para la Proaúaeia M lA Rioja. El 25 de mayo de dicho año, dio a
conocer un valioso artículo La revolución de la independencia argentina.
Poco después, ingresó al - La Prensa, y fue designado primer profesor de
la cátedra de Derecho de En 1 88 reingresó a la Cámara de Diputados,
y publicó su obra inmortal L4 tradicwn naciorwl, evocación legendaria que ~e
vincula con el pais~e . el f'olldore, la historia y la sociología. En 1889 fue elegido
gobernador de su provincia, cargo que desempeñó hasta 1891. Volvió a ser electo
diputado nacional para el periodo 1 92-1896. En 1893 escribió Mis montañas,
Y en 1897 el Manual ck la Constitución argentina. E130 de enero de 1898, Córdoba
lo eligió convencional para la reforma de la Constitución nacional, y nuevamente
representó a su provincia en el Congreso por cuarta vez de 11:!98 a 1901. En
1900 publicó su obra Legislad6n ck minas, sobre la base de sus lecciones dictadas
en la Facultad de Derecho. En e e año, aparecieron también Patria, dedicado
a los que en la Argentina e consagran a la enseñanza y a la educación de la
juventud, e H istorias, conjunto ameno de narraciones locales. Renunció a su banca
en 1901, llamado por el presidente Roca para hacerse cargo del Ministerio del
Interior, y luego el de Ju ticia e Instrucción Pública. Interinamente desempeiíó
el de Relaciones Exteriores por fallecimiento de so titular, Amancio Alcortn. Le
correspondió, en esa oportunidad. la solución del delicado entredicho motivado
por la cu estión de límites con Chile. En 1902 redactó un proyecto de reforma
electoral (luego convertido en ley 4161), por medio del cual se estableció el sistema
TENDENCIAS JUR{DICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 377

Derecho Constitucional en la Universidad de Buenos Aires, cu-


ya historia relata con brío Alberto G. PADILLA 364 , destacándose
en ella luego de Estrada -su fundador- Lucio V. López, Aris-
tóbulo del Valle, Manuel Augusto Montes de Oca y Juan A.
González Calderón, quien estuvo al frente de ella desde 1915
hasta 194 7, ejerciendo una poderosa influencia merced a su
extensa obra :165 • No menos importantes en esta época fueron
Clodomiro Zavalía 366 y José Nicolás Matienzo 367 • Junto con el

de circunscripción uninominal que permitió la entrada al Congreso del primer


diputado socialista, Alfredo L. Palacios. El sucesor de Julio Roca en la presidencia ,
Manuel Quintana , lo designó titular de la cartera de Justicia e Instrucción Pública.
y en desempeño de ese cargo fundó, el 15 de septiembre de 1905, la Universidad
Nacional de La Plata. A raíz del fallecimiento del presidente Quintana, renunció
al ministerio, pero el sucesor de aquél, José Figueroa Alcorta, lo designó rector
de la Universidad de La Plata siendo confirmado por el Senado para el período
1906-1909. El 24 de marzo de 1906, la Real Academia de la Lengua Espanola
lo nombró miembro correspondlente de ella. Fue senador nacional en dos períodos,
de 1907 a 1916, y desde e8e año al de su muerte, en 1923. Se lo reeligió en la
Universidad durante tres períodos consecutivos y reglamentarios por la Asam-
blea Universitaria, desde 1909 a 1912, de 1912 a 1915 y de 1915 a 1918. En
la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de La Plata, dictó las cátedras
de Derecho Constitucional Argentino y de Derecho Internacional Público e Historia
Diplomática Argentina . En 1910, al cdebrarst! el centenario de la Revolución
de Mayo, escribió El juicio del siglo o cien años de historia argentina y en 1913
recibió el título de académico honorario de la Facultad de Derecho de Córdoba.
Falleció t!D su ca~a de Belgrano, el 21 de diciembre de 192~. a los 60 años.
364 PADILLA, Alberto G., Lecciones sobre la Constitución , 2ª ed., Abeledo-Pe-
rrot, Buenos Aires, 1965 , cap. VIII, ps. 99 y siguientes.
3ijG C:on González Calderón, el derecho constitucional en la Argentina tuvo
un vuelco importante. Los autores hasta ese momento no lo habían tratado en
forma completamente sistemática y en general hacían referencias de tipo histórico.
La obra de González Calderón acusa una fuerte influencia del derecho nortea-
mericano y analiza con detalle las sentencias de la Corte de los Estados Unidos
y de nuestro país. Su obra principal, varias veces citada a lo largo de este libro,
es Derecho constitucional arge11tino, historia, teoría :y jurisprudencia , cuya primera
edición data de 1917 y llegó hasta la tercera en 1930. Fue también diputado
nacional y juez de la Cámara Federal de Apelaciones de la Capital Federal. Lo
sucedió en la cátedra Alberto G. Padilla.
366 Nació en Tucumán en 1883 y murió en Buenos Aires en 1959. Fue juez
federal , decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y
publicó una serie de obras sobre derecho federal, algunas de las cuales están
citadas en este libro. Destaco en particular su Derecho federal, que alcanzó la
tercera edición en 1941. Un pel'!il de su vida puede verse en: SILVA IJE LA RIESTRA ,
Juan Académicos de derecho y hombres de gobiemo, Academia. Nacional de De·
rech~ y Ciencias Sociales de Buenos Aires, 1969, ps. 227 y siguientes.
:Jij7 Nació en Tucumán en 1860 y falleció en 1936. Se graduó de abogado
en 1882. Fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
378 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

progreso económico, la era de Roca trajo al país la influencia


intelectual del positivismo liberal reinante en Europa. Y en
lo que a la Corte se refiere e produce un vuelco decidido hacia
la jurisprudencia constitucional norteamericana. Por último,
y aunque sea un dato de la arquitectura y no del derecho,
su relación con éste es directa. Durante este período fue cons-
truido el Palacio de Tribunales, sobre la base de un proyecto
elaborado en 1891 por el arquitecto francés Norberto Maillart,
quien luego fue director de la obra. Su construcción, dispuesta
por ley 4087, fue iniciada en 1904 bajo la presidencia de Julio
A. Roca 368 y se habilitó en 1910.
En los Estados Unid el arquetipo de este pensamien-
to quedó reflejado jurisp:rudencial mente en "Lochner v. New
York" 369 , caso en el cual declaró inconstitucional una ley
de ese estado que limitaba a nta horas semanales la jornada
de trabajo en las panade - ~ En el, al igual que en otros de
su época, la Corte analiza l medios empleados por el legislador
para llegar a los fines estos. Sostiene a su vez que el
único objetivo del gobi es la protección de los derechos
individuales; de tal uerte. cualquier ley que les imponga res-
tricciones con la finalidad de redistribuir recursos está fuera
de los límites de la autoridad estatal. Dentro de este fallo
no puedo dejar de mencionar la conocida disidencia de Holmes'
quien ha sido redactor de fallo marcadamente opuestos allais~
~ez fair~ . HolmeS 370 empleó una frase que se ha hecho célebre :
la Decimocuarta Enmienda no estatuye la Estática social de
Herbert Spe~cer" 8_71 • Quería decir con ello que el Estado no
puede estar mactwo frente a ciertas necesidades socialesm.

Buenos Aires, Procura dor General d la N 'ó M' · d


del presi dente Alvear y senador o; s acl n,. lru sLro el Interior del gobierno
cuando falleci ó. Escribió El .P u provtncJa natal , cargo que desempeñaba
00
gentina, publicado en Bueno g AireU!rlto representatwo federa./ en la República Ar-
E spaña (1917), y Lecciones de de hen 1910 y má s Lard e en Francia (191::!) y en
1926. rec o conslttucwnal , La Facultad, Buenos Aires,
368
La historia de la constru ·ó d ¡ di!i .
nos Aires nos cuenta" o 19 • hect nd e e •c•o puede verse en la revista "Bue-
.1 .9 , n , •e rero e 1991
· ti 198 U .S . 45 (1905). .
370
Disidente en el fallo junto con Harlan, White y Day.
37 1
198 U.S. 45 en p. 90.
~ Herb~rt Spencer escribió su obra Estática social en 1851 , ocho años antes
72

de la r~:ltcaciOn del Q~¡g~n de las especies de Darwin, pero sus ideas se vincula n
con e arwm1smo soc1al · Spencer partía de la idea de que la intervención del
TENDENCIAS JURÍDJCO-POLfTJCAS DEL CONTROL 379

De hecho, Charles WARREN, en su Historia de la Corte Suprema,


hizo notar que los enemigos de la solución en "Lochner" eran
tantos como sus adherentes m .
Entre nosotros, el caso que mejor ejemplifica el período
es "Hileret y Rodríguez cffucumán" 374 • Se discutía allí la va-
lidez de una ley de esa provincia, sancionada en 1902, por
medio de la cual se creaba un impuesto a la producción de
azúcar. Se fijaba un cupo máximo de producción, pagándose
un centavo por cada kilo fabricado dentro del cupo. Luego,
por cada kilo producido fuera del límite máximo, se abonaban
40 centavos. Este impuesto estaba destinado a indemnizar a
los plantadores de caña que no habían podido vender el pro-
ducto de su cosecha y se habían quedado con la caña en pie.
La Corte 37 ' , al declarar inconstitucional a la ley, sostiene que
"es evidente que si una ley de carácter reglamentario no puede
ni debe constitucionalmente alterar el derecho que está llamada
a reglamentar, es porque debe conservar incólume y en su in-
tegridad ese derecho, lo que vale decir que no debe ni puede
degradarlo y mucho menos extinguirlo en todo o en parte; nin-
gún otro que éste puede ser el alcance que los constituyentes
han querido dar al artículo constitucional de que se trata".
Hacia el final del fallo aparece una frase que se ha hecho cé-
lebre ~76 y que muestra claramente el espíritu de la época. "Si
fuese aceptable -dice la Cort.e- la reglamentación impuesta
al azúcar, podría hacerse extensiva a toda la actividad indus-
trial, y la vida económica de la Nación, con las libertades que
la fomentan, quedaría confiscada en manos de legisladores o
congresos que usurparían por ingeniosos reglamentos, todos
los derechos individuales. Los gobiernos se considerarían facul-

EsLado en favor de los débiles , los pobres, los des heredados. conLr·ibuye a la de-
gradación de la especie humana. La ley de la natural eza es. según su criterio,
permitir piad osamente que és tos mueran, dejand o su lugar a los más apLos.
373 WAitllEN, Ch., 1'he Supreme Court .. .. ob. cit., t. 11 , p. 713 , noLa l. Aquí
cita el autor los numerosos artículos que fueron esLTitos , Lanto a favor como en
contra de este polémico fallo .
m Fallos, 98:24 (1903).
375 El fallo lleva las firmas de los jueces A. Bazán, O. Bunge, N. González
del Solar, M. Daract y A. Bermejo.
376 Años más tarde , el presidente de la Corte, Antoni o Bermejo, la repro-
duciría en su di si dencia en "E rcolano c/Lanteri de Renshaw" (Fallos, 136:161,
último considerando, p. 193).
380 CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

tados para fijar al viñatero la cantidad de uva que le es lícito


producir; al agricultor la de cereales; al ganadero la de sus
productos; y así hasta caer en un comunismo de Estado en
que los gobiernos serían los regentes de la industria y del co-
377
mercio, y los árbitros del capital y de la propiedad p1ivada" •
No menos significativa es la cita del siempre presente Coo-
ley, efectuada por José Nicolás Matienzo como Procurador Ge-
neral en el caso Griet Hnos. c/Tucumán" 378 : "Por importante,
dice Cooley, que sea para la comunidad que los ciudadanos
particulares prosperen en sus empresas individua~es, no es de
incumbencia del gobierno ayudarlos con sus medws. Los Es-
tados ilustrados al paso que dan a sus ciudadanos toda la
protección necesaria. han de dejar a cada hombre depender
de sus propios esfuerz para su éxito y prosperidad en los
negocios, en la creencia de que procediendo así su propia in-
dustria será más ciertamente favorecida y su pros peridad y
felicidad más probab eJnente asegurada" 379 • N o obstante ello,
el impuesto provincia) al azúcar, cuya constitucionalidad se dis-
cutía en este caso fue convalidado. Tampoco puede omitirse
el caso "Viñedo y Bodegas Arizu c/Mendoza"'l80 , en el cual,
ap licando un concepto civilista de la locación de servicios, se
declaró la inconstituciooalidad de una ley que fijaba salarios
mínimos en la provincia de Mendoza 3" 1 .

an Fallos , 98:51.
37H Fallos. 137:212 (1922).
m Fallos , 137 en p. 213.
aRO Fallos, 156:20 (1929).
38! Dice la Corte: "Que la facultad conferid a al Congreso de la Nación por
el art. 67 , inc. 11, revi te lo caracteres de un poder exclusivo de la Nación, y
así resulla, con toda evidencia, no sólo de los términos expresos en que la de-
legación ha sido acordada por aquel artículo, y de los antecedenles y razones
que la determinaron claramente expresados al adoplarse el principio, sino también
de la prohibición formulada por el art. 108 a l as Provincias de ejercitarlo d espu és
de dictados por la Nación lo códigos comunes. Que la jurisprudencia de esta
Corte ha señalado en reiterados fallos el carácter de exclusividad correspondiente
a ese poder, al declarar que todas las leyes que estatuyen sobre las relaciones
pri vada s de los habitantes de la República son del dominio de la legislación civil
o comercial y están comprendidas entre las facultades de dictar los códigos fun -
damental e~ qu~_la Constitución nacional atribuye exclusivamente al Congreso,
a c~ya leg!slac!On ~eben conformarse las Provincias, no obstante cualquier dis·
pos1c1ón en contrano que contengan sus constituciones o leyes locales (Fallos , t.
147 , p . 29; t . 149, p. 54). Que si este poder de legislar, en materia de derecho
pnvado, es exclusivo del Congreso, evidentemente no puede ser compartido en
TBNDE NCIAS JUIÚDICO-POLITICAS DEL CONTROL 381

En Estados Unidos, la doctrina dellaissez {aire está vigente


desde la interpretación que hizo la Corte de la Decimocuarta
Enmienda en los ya citados casos de los mataderos de Louisiana
(Slaughterhouse cases) de 1873 382, seguida de la que tuvo lugar
en "Loan Association v. Topeka" 383 -también por el voto del
juez Miller- en la que se declaró la invalidez de un impuesto
municipal, destinado a sufragar la emisión de bonos para asis-
tir a la industria privada a84 • Evidentemente, ambas decisiones,
propiciadas por el mismo juez, parecen contradictorias frente
a un análisis superficial, pues en la primera se protege a una
corporación privada, mientras que en la segunda se le quitan
recursos. Pero ello no es así, ya que en ambos casos subyace
el mismo pensamiento: no puede el gobierno limitar la esfera
de actividad de unos particulares en beneficio de otros, ni aun
considerada la ciudadanía como beneficiaria del sistema 385 • Es-
ta línea se consagra con "Coppage v. State of Kansas"3M6, donde
la Corte declaró la invalidez de una ley estatal que prohibía
los contratos yellow dog aR1 , ya que una disposición de esa na-

su ejercicio por las autonomías provinciales , correspondiendo solRment.c a aquél


apreciar lo s v~ntajas o inconvenientes de las instituciones que haya sa nciona do,
dejándolas s ubsistentes o promoviendo su reforma. Y esta consecuencia no im-
porta cerrar la puerta a las iniciativas legi slativas que el progreso del pais puede
hacer n ecesarias , en las diferentes ramas del derecho privado e n relación a las
Provincin s , put!s tant.o los representantes del pueb lo de las mismas, como los
de su soberanía, tienen amplias facultades para presentar aquéllas ante el pro-
pio cuerpo que posee la facultad y del cual forman parte integrante" (Fallos, 156:35
y 36).
38~ 83 u.s. 36 (1873).
aBa 87 U.S. (20 Wallace) 655 (1874).
31l4 Contrasta esta decisión con la adoptada pocos años a ntes en "Gelpck e
v. City of nubuqu e'' , 68 U.S. 175 (1864), en la cual la Corte admitió la valide?.
de bonos municipales emitidos por lowa para el s ustento económico de los fe-
rrocarril es. Los mismos habían sido declarados inconstitucionales por la Corte
local, pero la Corlc Suprema, con el voto del juez Swayne y la disidencia de
Miller, revocó la sentencia estatal.
as5 Conf. TRJRF., Laurence, American Constitutional Law , 3rd ed .. cit., p. 1340.
:lRG 236 U .S. 1 (1915). .
aH7 Se lla ma contr atos yP.llow dog a aquellos que en sus cláusulas obhgaban
a los trabajadores , como condición de la obtención de un empleo, a a.bste':erse
·
de pertenecer o 1nlegrar · d 1catos
s1n " · ··
o asocaac1ones gt·em t"ules · Una exphcacum
. de
la evolución juris prudencia! en torno n es tos contratos puede verse en C u sHMAN,
Barry Doctrinal Synergies and Liberal Dilemmas: '/'he Case of the Yellow-Dog
Cnntr~ct, "Supreme Court Review", The University of Chicago Press , 1992, ps.
235 a 29:t
382 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

inión del juez Pitney, redactor del fallo-:- im-


turaleza -en op . . 1 libertad contractual del trabaJador
plicaba una restd~c~~~e:e: un buen empleo, debía poder re-
quien, en aras h fi rmar parte de un sindicato. Otros
nunctar da s~sd~:~c cfta~o o ejemplifican bien la tendencia del
casos, ~o e~sí tenemos . gr. aquellos en que fueron decla-
momen -
radas inconstitucionales • le es de sa1ano . nummo
, · ·388 , de precios
. .
390
, •
mmimos , 389 de relacione laborales o de formas
- estandan-
- d d be
zadas de la producción 391 • Dentro de ~s~e ~~~o peno o e
considerarse también "Allgeyer v. Lou1s1ana , donde fue _d~­
clarada inconstitucional una ley de ese estado que prohtbia
celebrar contratos de marítimo con empresas que ~o
hubieran obtenido autorización para realizar actos de comercto
en el estado.
De todos modo este período no es ab olutamente unifor-
me y aparecen así caso como "Munn v. Illinois" 39 \ radicado
dentro de un célebre grupo de sentencias, usualmente llamadas
"casos de
94
los granjero - l.gronger cases), fallados entre 1870
y Ul80 a • El mismo 'tó como consecuencia del dictado
de una ley de illinois que di ponía la fijación de precios má-
ximos para el almacenaj de granos en Chicago, considerada
contraria a la Decimocuarta Enmienda. La Corte, conducida
por su Chief Justice Waite, ostuvo la constitucionalidad de
la ley alegando que lo elevadores terminales de granos eran
de interés público y ello autorizaba a la legislatura la fijación de
precios máximos a u arbitrio. También puede anotarse, co-
mo excepción importante a la doctrina dominante, "Muller v.
O~cgo-~" ~ , en ~onde admitió la validez de una ley de li-
95

mitacwn de la JOrnada laboral para mujeres.

('
•Ons t:JBR "Adk:iC'ns
ruct10n Children'
o.",v. 269 Hospital",
U.S. 385 0926). 261 U.S. 525 (1923); "Connally v. General
3H9 ''Will' S dard .
3110 " Jams v._ tan Oil Co. of Louisiana", 278 U.S. 235 (1929).
clond~~ 9~e mcoBns~~cionaJ
Wolff Pack:ing _Co. v. Coun of lndust. R.,ltns.", :l62 U.S . 5::!2 (192:-J)
"dJP.cla3ró una ley que imponía el arbitraje obligatorio. '
. .~ 165
39 ay u.s.urns
578 OAUJg Corp. v. Bryan"' 264 U.S. 504 0924) .
(1 97).
393
94 u.s. 113 (1877).
394
'Jbdos ellos se referían 8 la validez d
inspiradas en una de Iilinois reguiab e un grupo de _leyes estatales que,
las tarifas más accesibles a ,lo W:. e 1 comercto ferrov¡ano tendiendo a hacer
duetos. agncu tores que deseaban transportar sus pro-
395 208 u.s. 412 (1908).
382 CONTROL DE CONS'fl'l'UCIONALIDAD

turaleza -en opinión del juez Pitney, redactor del fallo- im-
plicaba una restricción a la libertad contractual del trabajador
quien , en aras de obtener un buen empleo, debía poder re-
nunciar a su derecho a formar parle de un sindicato. Otros
casos, además del citado eje mplifican bien la tendencia del
momento . Así tenemos v. gr. aquellos en que fueron decla-
radas inconstitucionales leyes de salario minimo 3H8 , de precios
mínimos ~ 89 , de relacione laborales ~\!() o de formas estandari-
zadas de la producción 1• Dentro de este mismo período debe
considerarse también ..Allgeyer v. Louisiana"""", donde fue de-
clarada inconstitucional una ley de ese estado que prohibía
celebrar contratos de seguro marítimo con empresas que no
hubieran obtenido autorización para realizar actos de comercio
en el estado.
De todos modos este período no es absolutamente unifor-
me y aparecen así ~sos como Munn v. Illinois'>:~ :J , radicado
9

dentro de un célebre grupo de sentencias, u s ualmente llamadas


"casos de los granjeros" (granger cases) , fallad~s entre . 1870
y 1880 3 9 4 • El mismo se suscitó como consecuenc1a del .d1ctad_o
de una ley de lllinois que disponía la fijac1ón de prec1os ma-
ximos para el almacenaje de granos en Chicago, considerada
contraria a la Decimocuarta Enmienda. La Corte, conducida
'1 por su Chief Justice Waite, sostuvo la constitucionalidad de
la ley alegando que los elevadore:s terminales de granos eran
de inte r és público y ello autorizaba a la leg islatura la fijación de
precios máximos a su arbitrio . También puede anotarse, co-
mo excepción importante a la doctrina dominante, "Muller v .
O~ego.~" \ en ~onde se admitió la validez de una ley de li-
39

nutacwn de la JOrnada laboral para mujeres.

388
".Adkins v. Childrcm's Hospital ", 261 U .S. 525 (1923); "Connally v. General
Construchon Co.". 269 U.S. 385 (1926).
as9 "W'Ili
"<JO " I ams v.. Standard Oil Co. of Louisia na", 278 U. S. 235 (1929).
· W~IIT P~cking .co .. v. Court of lndust. Reltns.", 262 U.S. 522 (1923),
dond e ;e "declaró Inconsh~ucwnal una ley que imponia el arbitraje obligatorio.
19
· , J ay Burns Bakmg Corp. v. Bryan", 264 U .S. 504 (1924)
392 165 u. s. 578 0 897). .
39
" 94 U. S . 113 (1877 ).
394 Thdos ellos se referían a la validez de d
inspiradas en una de nlinois re ula b· un g.ru~o . e leyes ~statales que ,
las tari fa s má s accesibles a ' losga . ~te 1comerciO len ovia no tendiendo a hacer
du etos. gncu ores qu e desea ba n transporta r sus pro-
395 208 u.s. 412 (1908).
TENDENCIAS JURÍDICO-POUTICAS DEL CONTROL 383

Asimismo, no puedo omitir señalar los casos "Noble State


Bank v. Haskell" 396 y "Block v. Hirsh" 397 • En el primero se dis-
cutía la validez de una ley de Oklahoma, que obligaba a los
banqueros privados a constituir un depósito de garantía tomado
de una retención del cinco por ciento de sus depósitos """· Rol-
mes comienza su argumentación en favor de la validez de la
ley, diciendo que el poder de policía se extiende a todas las ne-
cesidades públicas, con cita de "Camficld v. United States" 399 ,
agregando luego que es válida la ley : "cuando la ventaja mutua
es compensación suficiente, una ulterior ventaja pública puede
justificar un apoderamiento comparativamente insignificante
de propiedad privada para lo que , en su propósito inmediato
parecería ser uso privado". Por su lado, "Block v. Hirsh", tam-
bién decidido por Holmes 400 , analiza el problema de la validez
de una ley de locaciones del Distrito de Columbia, que auto-
rizaba al inquilino a permanecer en la vivienda luego de vencido
el contrato. A su vez, la ley delegaba en una comisión la re-
gulación de la relación entre el inquilino y el propietru·io. Rol-
mes entendió que la ley era constitucional, siendo a su juicio de
"poca importancia" que el derecho de la posesión del propietario
no fuera juzgado por jurados 401 • También debe ser mencionado
"Barbicr v. Connolly" 402, donde fue declarada constitucional una
ordenanza de San Francisco que prohibía el trabajo nocturno
en las lavanderías. Paralelamente , sin embargo, fue estable-
cido en un grupo de casos que una ley que obligaba a llevar
pal:lajeros por ferrocarril sin compensación era confiscatoria 103 ,
y de igual man era , si bien se declaró constitucional una ley

396 219 u.s. 104 (l!Jll).


~ 97 256 U.S. lilfi (192U.
=~~~ r;¡ propósito de la ley era -como bien lo destaca la ~tm~encia- obligar
a las entidades financiet·as a tener un fondo de garanlía 4ue pen:nHiera devolver
n Jos inversores sus depósitos frente a una evenlual insolvencia de algún banco.
El banco demandanle soste nía que era solvenle y 4uc no necesitaba del fondo
de garantía esta blecido, agregando que sufría una expropiación sin compensación
alguna .
399 167 U.S. 5Hl (1897).
4 00 Cun la disidencia del Chief Justice White, de Van Devanter y Me Rey -
nold s.
4 0 1 En igual sentido fueron juzgadas leyes de New York en: "Marcus Brown

Holdin g Co. v. Feldman" (256 U.S. 170 - 1921- ), y "Edgar A. Levy Leasing Co.
v. Sil•gel" (258 U.S. 242 - 1922- ).
40~ 113 u.s. '67 ' 31 (1885).
403 "Railroad Commission Cases", 116 U.S. 307 (1886).
382 C ONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

turaleza -en opinión del juez Pitney, redactor del fallo- im-
plicaba una restricción a la libertad contractual del trabajador
quien, en aras de obtener un buen empleo, debía poder re-
nunciar a su derecho a formar parte de un sindicato. Otros
casos, además del citado ejemplifican bien la tendencia del
momento. Así tenemo v. gr. , aquellos en que fueron decla-
radas inconstitucionale leyes de salario minimo 388 , de precios
mínimos 389 , de relaciones laborales 390 o de formas estandari-
zadas de la producción . Dentro de este mismo período debe
considerarse también Allgeyer v. Louisiana" 3 ~\ donde fue de-
clarada inconstitucional una ley de ese estado que prohibía
celebrar contratos de marítimo con empresas que no
hubieran obtenido auto · "ón para realizar actos de comercio
en el estado.
De todos modos, e ~ periodo no es absolutamente unifor-
me y aparecen así casos como "Munn v. Illinois" 39:1, radicado
dentro de un célebre gru d sentencias, usualmente llamadas
"casos de los granjero - er cases), fallados entre 1870
y 1880 m . El mismo - · ó como consecuencia del dictado
de una ley de Illinois que di ponía la fijación de precios má-
ximos para el almacenaje de granos en Chicago, considerada
contraria a la Decimocuarta Enmienda. La Corte, conducida
por su Chief Justice Waite, sostuvo la constitucionalidad de
la ley alegando que los elevadores terminales de granos eran
de interés público y ello autorizaba a la legislatura la fijación de
precios máximos a su arbitrio. También puede anotarse, co-
mo excepción importante a la doctrina dominante, "Muller v.
Oregon" 395 , en donde se admitió la validez de una ley de li-
mitación de la jornada laboral para mujeres.

aaa "Adkins v. Children's Hospital", 261 U .S. 525 (1923); "Connally v. General
Constm ction Co.". 269 U .S. 385 (1926).
ass "Williams v. Standard Oil Co. of Louisiana", 278 U.S. 235 (1929).
3!XI "Wo\JT Packing Co. v. Court of Indust. Rcltns .", 262 U.S. 522 (1923),
donde se declaró inconstitucional una ley que imponía el arbitraje obligatorio.
~ 9 t "Jay Durns Baking Corp. v. Bryan", 264 U .S . 504 (Hl24).
39< 165 u.s. 578 (1897).
393 94 u.s. 113 (1877).
3 9 4 Tudos ellos se referían a la validez de un grupo de leyes estatales que,

inspiradas en una de lllinois, regulaban el comercio ferroviario tendiendo a hacer


las tarifas más accesible a los agricultores que deseaban transportar sus pro-
ductos.
395 208 u.s. 412 (1908).
TENDENCIAS JURÍDICO-POLITICAS DEL CONTROL 383

Asimismo , no puedo omitir señalar los casos "Noble St~te


Bank v. Haskell"""" y "Block v. Hirsh"""7 • En el primero se dis-
cutía la validez de una ley de Oklahoma, que obligaba a los
banqueros privados a constituir un depósito de garantía tomado
de una retención del cinco por ciento de sus depósitos ~ 98 • Rol-
mes comienza su argumentación en favor de la validez de la
ley, diciendo que el poder de policía se extiende a todas las ne-
cesidades públicas, con cita de "Camfield v. United States"·l99 ,
agregando luego que es válida la ley: "cuando la ventaja mutua
es compensación suficiente, una ulterior ventaja pública puede
justificar un apoderamiento comparativamente insignificante
de propiedad privada para lo que , en su propósito inmediato
parecería ser uso privado". Por su lado, "Block v. Rirsh" , tam-
bién decidido por Rolmes 100 , analiza el problema de la validez
de una ley de locaciones del Distrito de Columbia, que auto-
rizaba al inquilino a permanecer en la vivienda luego de vencido
el contrato. A su vez, la ley delegaba en una comisión la re-
gulación de la relación entre el inquilino y el propietario. Rol-
mes entendió que la ley era constitucional, siendo a su juicio de
"poca importancia" que el derecho de la posesión del propietario
no fuera juzgado por jurados 401 • También debe ser mencionado
"Barbier v. Connolly" 402 , donde fue declarada constitucional una
ordenanza de San Francisco que prohibía el trabajo nocturno
en las lavanderías. Paralelamente , sin embargo, fue estable-
cido en un grupo de casos que una ley que obligaba a llevar
pasajeros por ferrocarril sin compensación era confiscatoria 403 ,
y de igual manera , si bien se declaró constitucional una ley

~96 219 U.S. 104 (1911).


:m 256 U.S. 135 (1921).
3
9~ El propós ito de la ley era -como bien lo destaca la sentencia- obligar
a las entidades fw ancieras a tener un fondo de ga ra ntía que permitiera devolver
a los inversores sus depósitos frente a una eventual insolvencia de algú n banco.
El ba nco demandante sostenía que era solvente y que no necesitaba del fondo
de garantía establecido, agrega ndo que sufría una expropiación sin compensació n
alguna.
3D9 167 U.S. 518 (1897).
4 00 Con la disidencia del Chief Justice White, de Van Devantcr y Me Rcy-
nold s.
401 En igual sentido fueron juzgadas leyes de New York en: "Marcus Brown

Holding Co. v. Fcldman" (256 U.S. 170 -1921- ), y "Edgar A. Levy Leasing Co.
v. Siegel" (25R U .S. 242 -1922-).
4o2 1.13 U.S . 27, 31 (1885).
403 "Ra ilroa d Comm ission Cases", 116 U.S. 307 (1886).
384 CONTROL DE CONSTITUC IONALIDAD

de Kansas que prohibía la manufactura y venta de bebidas


alcohólicas, estableció que el Tribunal tenía competencia para
examinar la razonabilidad de tales medidas legislativas e in-
validar aquellas en las que no estuviera demostrada la relación
de proporción entre la prohibición y la salud pública, la moral
o la seguridad 404 • Apareoen también los casos antimonopolio.
Entre ellos uno de los más famosos fue "Standard Oil Co. v. Uni-
ted States" 405 , donde la Corte de los Estados Unidos, por prime-
ra vez en su historia, hizo aplicación de la Sherman Act (Ley
Antimonopolio) y ordenó al gigante del petróleo norteamericano
dominado por su creador, John D. Rockefeller, dividir a la com-
pañía en numerosas partes- . Este fue uno de los primeros
grandes golpes de la juri prudencia al capitalismo sin límites
y marca el comienzo de un nuevo estado constitucional 407 •
Tampoco la Argentina vio pasar este período sin excep-
ciones al criterio mayoritario, existiendo fallos que se han hecho
célebres por la aceptación constitucional de leyes restrictivas
de la propiedad y de la libertad contractual. Entre ellos cabe
señalar principalmente a "Empresa Plaza de Toros c/Buenos
Aires"•o•: donde. ~e admitió la validez de una ley provincial
que, hab1~ prohib1do l.~ corridas de toros, declarando que no
podia obhgarse a admitir la construcción de un establecimiento
f e~os efec~os, ni ~un invocando la cláusula constitucional de
d:;lbertad I~dustn~ o comercial. En igual sentido, cabe recor-
el conOCJ.do caso Saladeristas de Barracas rfBuenos Aires"•09
en el cual fue rechazada una demanda de aquéllos en la '
~e. r.e clamaba a la Provincia la compensación por d~ños y ie~~
JUlC~os por la susp~nsión de las tareas de faena de ganado
deb1do ~ .la necesana protección de la salud pública frente ~
una actiVIdad que la comprometía 41 o· Años desp ues, f ue' resue 1to

404
405
"Mugler v. Kansas", 123 U.S. 623. 661 (1887)
221 u .s. 1 (1911). .
406 La historia de este caso a asi .
preme Court of the United State P •t onafte puede verse en History of the Su·
ponsible Government" by Ale sd, CJB.: kvo . IX (1984), "The Judiciary and Res-
407 A ' xan er 1c el and Benno C S hm .d
cerca de los comienzos de la !u . . · e 1 t, ps . 96 a 113.
puede verse BiAN t:HJ, Alberto B L cha a?tunonopólica e_n los E~tados Unidos
2001, t. I, § 7, p. 47. ., a regulac~on económica , Abaco, Buenos Aires
40
H Fallos , 7:152 ( 1870) '
' 10 ~ Fallos , 31:274 (1887)
410 L ·
d os saladeros arrojaban desperdicio .
e allí que la Corte sostu vo enfáti s .al no , contaminand o las aguas,
camente QUe nmguno puede tener un derecho
TENDENCIAS JURIDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 385

"Ercolano c!Lanteri de Renshaw" 4 11 , donde se declaró la validez


constitucional de una ley que congelaba el precio de las loca-
ciones 412 •
La figura que más se destacó en la Corte Suprema durante
este período fue Antonio Bermejo, su presidente entre 1905 y
1929 m . Durante estos cincuenta años la Corte estableció ade-

adquirido de comprometer la salud pública, y esparcir en la vecindad la muerte


y el duelo" (cons·id 32) , agregando luego que "la propiedad está sujeta a las res-
tricciones y limitaciones exigidas por el interés público o por el interés privado"
(cons id. 6").
411 Fallos , 136:170 (1922).
41
~ Una de las manifestaciones de la crisis econom1ca que sobrevino a la
Primera Guerra Mundial fue la escasez de vivienda. Ello provocó el alza de los
precios de las locaciones, que se convirtieron en inac~esibles para personas de
pocos recursos . Como respuesta a este problema, el Congreso sancionó la ley
11.157, por medio de la cual se congelaban los alquileres por dos afios a los precios
de 1920. Ello motivó la reacción de los propietarios, que reclamaron la incons-
tituciona lidad de la ley por violatoria del derecho de propiedad y la libertad de
cotllratar. La Corte -fallando a favor de la constitucionalidad de la lt:y- sostiene
que el derecho de propiedad, al igual que cualquier otro, no es absoluto , y existen,
dice , "circunstancias muy especiales en que por la dedicación de la propiedad
privada a objetos de intenso interés público y por las condiciones en que ell a es
explotada, justifican y hacen necesario la intervención del E stado en los precios,
en protección de intereses vitales de la comunidad. Cuando por la naturaleza
del negocio, por las condiciones físicas en que se desenvuelve o por otJ·a circuns-
tancia semejante, no fuere posible la acción eficiente del regulador común, es
decir la competencia, el propietario se hallaría en aptitud de imponer a la sociedad
verdaderas exacciones bajo el nombre de precios. Cuando mayor sea el interés
del público por aquello que constiluye el objeto del monopolio, más fuerte puede
ser la opresión económica y más sensibles y perniciosos sus efectos, pudiendo
llegar al caso de qu e la prosperidad y el bienestar esencial de un país o una
región se encuentren a merced de la avidez o del capricho de los que detentan
los !'a ctores de un servicio de vital necesidad. Llegándose a ese punto exlremo,
la protección de los intereses económicos, constituye para el Estado una ob ligación
de carácter primat;o y tan ineludible como lo es la defensa de la seguridad, de
la salud y de la moralidad".
413 Bermejo llegó al Tribunal en 1903, designado por el presidente Julio
A. Roca, y falleció en ejercicio de sus funciones como presidente de la Corte en
1929. Había nacido en Chivilcoy el 2 de febrero de 1853 y fue alumno del Colegio
Nacional de Buenos Aires . Discípulo de Amadeo Jacques , a los 17 años era pro-
fesor de matemáticas y filosofía . Ingresó a la Facultad de Derecho de Buenos
Air es donde se graduó de doctor en jurisprudencia en 1876, con una tes1s sobre
Cuestión de límites entre la República Argentina y Chile , que concitó enorme in-
terés. Tres años después, publicó La cuestió" chilena y el arbitraje (1879). Tuvo
mucha actividad política en el campo rnitrista. En 1895 se lo des1gnó para ocupar
e l ministerio de Justicia e Instrucción Pública en la presidencia de José Evansto
Uriburu , que desempeñó , con una interrupción de :arios días , hasta el _23 ~e
julio de 1897, en que renunció. Durante s u actuac1ón al frente del Mm•ste1ao
386 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

más, a través de un grupo importante de sentencias, las bases


esenciales de lo que en el futuro sería su cuerpo jurisprudencia!.
La lectura de estos pronunciamientos deja entrever en nume-
rosas ocasiones la influencia recibida de la Corte Suprema de
los Estados Unido y de dos constitucionalistas norteamer·icanos
muy célebres entonces: Thomas Cooley••• y Westel Woodbury
Willoughbym, autores de sendos trabajos citados permanen-
temente por el Tribunal 416 • La Corte, en este período, fijó los
límites del estado de sitio 417 ; hizo aplicación del hábeas corpus'118 ;
protegió el medio ambiente 4 ' 9 ; protegió la inviolabilidad de los
papeles privado · e tableció las bases de la delegación le-
gislativa 121 ; protegió el principio de legalidad en materia im-
positiva 422; eximió de imp uestos provinciales a los ferrocarriles

reali zó una gran obra. fundando la Escuela Industrial, la Escuela de Comercio


de Bellas Artes, y colaboró en la instalación de la Facult.ad
lémñ.no de su gestión mini sL~Jrial , fue elegi do diputado
pn5e:Clii.Ddo proyecLos sobre cu es tiones vinculadas con la ins-
régimen de pension es conocida por "ley Bermejo".
de nuest.ro país, intervino en el Congreso P a na-
riendo el campeón del arbitraje oblig-atorio, y presidió
{;na excelente sem blanza de la vida de Anlonio Berm ejo
J., La uida pública y sus protagonistas, Córdoba,
también las palab ras de Eduardo BuHsn en Pri-
1925), Acade mia Nacional de Derecho y Ciencias
~ Aires, 1981, p. 19.
Cooley (1824-1898) dominó el escenario del der echo
U - durante varias décadas, especialmenLe desde
Cc:zstim1iaoal Lirnitations en 1868. Fue j uez de la Corte
el primer directorio de la Interstate Commerce
.,....,...,...,._Bernard, Sorne Makers of American Law, Ajoy Law
y siguientes.
Política en la universidad John Hopkins y a de-
~Jente escribió: The American Constitutional
Umted States: Its Place and lnflueru;e in our
of the State; Rights and Duties o{ American

·rutional Limitations, ya citado previamente


sq;;:mca. ,... obra más citada es The Constituliunal Law

420
421
422
TENDENCIAS JURIDICO-POLITICAS DEL CONTROL 387

como medio de impulsar la cláusula de progreso 423 ; se opuso


a la doctrina de la supremacía legislativa 424 ; sentó las bases
de la defensa en juicio en materia penal 425 ; estableció la na-
turaleza jurídica de los municipios 426 ; reguló el poder impositivo
de las provincias 427 ; dio pie a la doctrina del sometimiento vo-
luntario a un determinado régimen jurídico m , que tuvo y tiene
importantes efectos en materia de legitimación para requerir el
control 429 • Corresponden asimismo a estos a ños , en materia de
control judicial y cuestiones políticas no justiciables, los casos
fundadores de cada instituto. Menciono, por ejemplo, "E duardo
Sojo" •ao, "Municipalidad c/Elortondo" 431 y "Cullen c/Llerena"m,
ya analizados en el curso del presente 433 •
Durante esta época la libertad de expresión tuvo escasa
intervención en el mundo constitucional. La que hoy es consi-
derada la más majestuosa de las libertades constitucionales •~-,
en aquella época todavía tenía escaso desarrollo. Prueba de
ello lo constituyen los casos de condenas criminales aplicadas
bajo la Ley de Espionaje (junio de 1917) 435 y la Ley de Sedición
(mayo de 1918) 4'¡ 6 . Uno de ellos, "Abrams v. United States" 43 \
se suscitó como consecuencia de la condena impuesta a un grupo
de opositores al envío de tropas norteamericanas al frente du-
rante la Primera Guerra Mundial. Los mismos había n distri-
buido unos panfletos que contenían críticas al presidente Woodrow
Wilson e incitaban a la huelga en las fábricas de armamentos.
La mayoría del Tribunal sostuvo que la publicación de dichos
panfletos en tiempos de guerra no estaba protegida por la Pri-

4n "Ferrocarril Central Argentino c/Santa F e", Fallos, 68:227 (1897).


424 "Horta c/Harguindeguy", Fallos, 137:47 ( 1922).
425 "Núñez c/Rocca de Ominelli" , Fallos, 125:10 (1916)_
426 "Municipalidad de La Plata c/Ferrocarril del Sud", Fallo s, 114:282 (]911).
427 "Griet Hnos. cfl'ucumán", Fallos, 137:212 (1922).
428 "The South American Stores Gath & Chaves c/13uenos Aires", Fallos,
149:137 (1927).
429 Véase supra, § 66.
4:JO Fallos, 3:!: 120 (1887).
·1:11 Fallos, 33:162 ( 1888).
432 Palios. fi3:420 (1893) .
4J3 Véase supra, § B. e y § 86, e, res pectivamente.
434 ' r ltlnE, Laurence H ., American Constitutional Law, 2nd ed .. The Foun-
dation Pre~s. New York , 1988, p. 785.
435 40 Sta tutes at Large 217 .
436 40 Statutes at Largc 553.
m 250 U.S. 616 (19 19).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
388
mera Enmienda, mientras que Holmes, s~guido por Br~ndeis ,
voto, en d'1s1·d enc1·a 43s · En el mismo sentldo fueron resueltos
· d
otros casos, v. gr., "Schenck v· United States""'";
4
. "Debs Uv. SUmte
"442
States"440; "Schaefer v. nited States" H; "P1erce v. · . ·

§ 125. La era de la problemática social


y el int~ncionismo estatal
(1 930-1980)

a) ESTADOS U. - l. DERECHOS CIVILES V. DERE·


CHOS ECONÓMICO • La tercera etapa, que podría ser llamada
del desarrollo social tkl derech o constitucional, comienza en
los Estados Unidos -para fijarle una fecha cierta- luego de
la caída de la Bolsa de ~ew York en 1929, cuyo efectos econó-
micos devastador ~ provocarían un giro copernicano en la ac-
titud del Estado hacia la economía, con un fuerte e inevitable
impacto en la concepción clásica del derecho constitucional 44 3 •
En este etapa el derecho constitucional abandona a la pro-
piedad individual como centro de sus preocupaciones y se dirige
hacia otros ámbi La depresión de los años 30 obligó a la

438 En su disi Holmes sostuvo: "La persecución fundada en la ex·


presión de opiniones mr parece perfectamente lógica. Si no tienes dudas acerca
de tus postulado o w poder y quieres con toda tu alma un cierto resu ltado,
naturalment.c expresas deseo de ley y desplazas a la oposición. Permitir
que la oposición e expn!R parece indicar que piensas qu e la palabra es impotente,
como cuando un hombre dice que ha convertido un circulo en cuadrado, o que
no ansías de corazón un resultado, o que dudas de tu poder o de tus postulados.
Empero, cuando 1 bomb se hayan dado cuenta de que el tiempo ha desba·
ratado muchas creencias belicosas, llegarán a creer, no ya en bases mismas de
su propia conducta, sino en que el bien último deseado se alcanza mejor por
medio del libre intercambio de ideas; que la mejor prueba de la verdad es que
el pen~a~iento llegue a ser aceptado en la competencia del mercado, y esa verdad
es la uruca base sobre la cual pueden ser cumplidos, de modo segu,·o, los deseos
de aquéllo . E a. bajo cualquier punto de vista, es la doctri na de nuestra Cons·
titución . Con iste en un experimento, al igual que toda la vida consiste en un
experimento".
439
249 U.S . 47 (1919).
440 249 u.s. 2ll (1919).
411 251 u.s. 466 (1920).
442 252 U.S . 239 (1920).
44a Analizo con cierto detalle la crisis de 1929 e n BIAN< ' Hl. Alberto n. , La
regulación económi.ca , ci , especialmente en § 16.
TENDENCIAS JURÍDICO·POLÍTICAS DEL CO~TROL 389

adopción de medidas de emergencia, que rebasaron sus fron-


teras. La crisis trajo el New Deal del presidente Franklin D.
Roosevelt 4 4 \ y con él una nueva corriente jurisprudencia! que
marcada su perfil para los siguientes cincuenta años. La era
del no intervencionismo declinó rápidamente, con sentencias
como las de los casos "Home Building and Loan Association
v. Blaisdell" 445 , "Nebbia v. New York" 446 y "West Coast Hotel v.
Parrish" 447 •

4 44 Véase la obra cilada en nota antedor en § 17.


445 290 U.S. 398 ( l 934). Conducido por el voto del Chief Justice Charles
Hughcs, este fallo resuelve el planteo de inconstitucionalidad en contra de una
ley dictada C'n 1933 por el estado de Minnesota que había dispue•to una morato1ia
hipote~aria. La ley se impugnaba con base en el artfculo 1, sección 10, es decir
la cláusula contractual de la constitución norteamericana, en cuanto permitía la
prórroga del plazo del rescate de las fincas vendidas en ejecuciones hipotecadas,
por el término que los tribunales estimaran equitativo, siempre que no excediera
del 1~ de mayo de 1935. Ello, naturalmente, provocaba una intervención estatal
en la esfera de una contratación pdvada. La Corte Suprema de Miunesnta había
ente ndido válido el acogimiento efectuado por los esposos Blaisdell a la moratoria
(E.~ta nota contin1.ía en lfl. pdgi na sit(u ir:ntf'.J
14 6 291 U.S. 502 (1934). Se discutía aquí la constitucionalidad de una ley
de New York , por medio de la cual se creaba una comisión (Milk Control Uoard)
autorizada para fijar el precio mínimo que debía pagarse a los granjeros pro-
ductores de leche y los que debían cobrar los intermediarios, según fueran co-
merciantes minoristas o mayoristas. La sentencia, conducida por el voto del Jus·
tice Rob erls, fundó la constitucionalidad de la ley diciendo , entre sus párrafos
más salientes: "B¡¡jo nuestra forma de gobierno, el uso de la propiedad y lu ce-
lebración de los contratos son normalmente asuntos de interés privado y no público.
La regla general e> que ambos deben estar libres de la inj erencia gubernativa.
Pero ni los derechos de propiedad ni los derechos contractuales son absolutos
('Munn v. Illinois', 94 U.S. 113), porque el gobierno no puede existir si el ciudadano
puede usar a voluntad de su propiedad en detrimento de sus conciudadanos o
ejercer su voluntad de contratar con perjuicio de ellos . Tan fundamental como
el derecho individual es el derecho de la comunidad (o público) para regularlo
en el interés común".
447 300 U.S. 379 (1937). Nuevamente aquí un voto de Hughes, si bien con
una numerosa disidencia (votaron en contra Suthcrland, Van Devunter, Me Rey-
nolds y Butlerl, declaró la validez de una ley sancionada en 1913 en el estado
de Washington referida al salado mínimo que debía abonarse a mujeres y menores
(Minimun Wages for Women Act). Elsie Pardsh y su maddo, empleados del West
Coast Hotel, demandaron el pago de las diferencias salarial es que por aplicación
de la susodicha ley les correspondía. La ley fue considerada válida por la Corte,
señalándose entre otras consideraciones que no violaba en modo alguno ni la
libertad de contratar ni la Enmienda XIV de la Constitución. "La libertad que
se protege - dice la Corte- es la libertad en una sociedad organizada que requiere
de la protección de la ley contra los males que amenazan la salud, la seguridad,
la moral y el bienestar del pueblo" .
C ONTROL DE CONSTITUC ION ALIDAD
390
Al mismo tiempo y como parte de este fenómeno , se produjo
la llamada "Revolución Constitucional" por medio de la cual la
Corte concentró su atención sobre las leyes restrictivas de dere-18
chos individuales. La nrisma -según señalan los autores •' -
tiene acta de nacimiento en la célebre nota de pie de página
nQ4 del fallo recaído en "United S tates v. Carolene Products" ,
elaborada por el Justic.e Stone -" 9 : "Debe h aber una presunción
de constitucionalidad más estrecha cuando la ley incurre ma-
nifiestamente en una prohibición constitucional específica con-
tenida en las primeras diez enmiendas, las que son igualmente
específicas cuando se la consider a contenidas dentro de la De-
TENDENCIAS JUR(DICO-POLÍT!CAS DEL CONTROL 391

cimocuarta Enmienda" 450 • Según DuCAT 451 , esta decisión fue


formulada tajantemente en 1945 en "Thomas v. Collins" 452 ,
cuando fue declarada inconstitucional una ley de Texas que
obligaba a los sindicalistas a registrarse en el estado, some-
tiendo sus actividades al otorgamiento de una licencia previa.
Asimismo, fue establecido posteriormente que ningún estado
puede privar a sus ciudadanos de los privilegios y protecciones
que brinda el bill of rights 453 • Ello se manifestó, además, en
casos como "Olsen v. State of Nebraska" 45\ "Lincoln Federal
Labor Union v. ex rel. Western Reference & Bond Northwestern
Iron Metal Co." 455 y "Ferguson v. Skrupa"' 56 •
El cambio fundamental se produjo con la profunda reno-
vación de la Corte durante la extensa presidencia de Franklin
D. Roosevelt 457 • Cuando éste llegó al poder en 1933, luego de
varias administraciones republicanas, la Corte estaba presidida
por Charles Evans Hughes, un conservador moderado 458 , quien

4 50 "There may be narrower scope for uperation uf the prcsumption of cons-


litutionality wh en legislation ap pears on its faceto be within a speci!ic prohibiti un
of the Co nstitution , such as those of the first ten Amendments , which are deem ed
equally specific when held to be emb•·aced witltin the Fourteenth". En otras pa-
labras, lo que la Corte quería senalar era que todos los derechos protegidos en
el Bill of Rights contenidos en las primeras diez enmiendas y volcados a hora
dentro de la Enmienda 14 no podían ser afectados por la legis lación, ni aun en
un grado mínimo. Cuando ésta se oponía a ellos, el examen judicial de su validez
debía ser muy estricto, debido a que la presunción de constitucionalidad de aquélla,
cuando limi ta tales derechos , posee un escaso margen de amp litud. Un análisis
de este caso puede ver~e en MtLLER, GeofTrey P. , 'l'he True Story of CarolP.ne Pro·
ducts, "The Supreme Court Review", The University of Chicago Press, 1987, ps.
397 a 428.
4 51 DucAT, Cruig R., Constitutional In terpretation , 6th ed. , West Publishing
Co., Minn eapolis , 1996, p. 121.
462 328 U.S. 516 (1945).
4!13 "Ad amsoa v. California". 332 U.S. 46, 74-75 (1947).
4 54 31::! u.s. 236 (1941).
465 335 u.s. 525 (1949).
4!"•fi 372 U.S . 726 (1963) .
4 ~7 Una breve biografía de Franklin Dela no Roosevelt puede verse en BIAN·
nu, Alher·to B., La regulación económica, Ábaco , Buenos Aires , 2001, § 17, p. 83,
notas 9 a 13.
458 Charl es Evans Hughes integró la Corte en dos períodos diferentes: entre
1910 y 1916 como juez y entre 1930 y 1941 como Chief Justice (Presidente). Fue
un jurista y potftico que gozó de gran prestigio público. Le disputó sin éxito la
candidatura a Woodrow Wilson ea la elección presidencial de 1916. Antes de
ello había sido gobernador de Nueva York (1904-1907) y luego fue secretario de
estado del presidente Harding (1921-1925). Antes de ser nominado por segu nda
CoNTROL DE CONSTITUCIONALLDAD
392
lidiaba con dos grupos severamen_t~ enfrentados en _el seno de~
Tr'bunal. En el ala derechista militaban los denommados hor
se:nen (jinetes), es decir McReynolds 459 , ~utler , Van Deva~­
460

ter·16' y Sutherland 4 " 2 , francamente opositores a~ nuevo Presi-


dente . El otro sector -progresista- estaba mtegra~o por
Brandeis~63, Cardozo 16' y Stone 465 , quienes se hallaban dispues-

vez en la Corte Suprema, •e desempeñó como juez de la Corte Internacional de


Justicia (l928-I930).
45~ James Clark McReynolds fue designado juez de la Corte en 1914 por
el presidente Wilson, y se retiró en 1941. Todo su desempeño en la Corte está
marcado por una posición manifiestamente contraria a la legislación social e in-
tervencionista del E lado. Fue uno de los más duros opositores al New Deal.
Se hizo famoso también por su acérrimo antisemitismo, el que lo llevó a con-
frontar permanentemente con sus colegas Brandeis y Cardozo, de origen ju-
dío. No obstante se lo recuerda también por sus obras de caridad, ya que en
su madurez se hiw cargo de trece niños víctimas de los bombardeos alemanes
en Inglaterra.
460
Pien:e Buller fue juez de la Corte en el período 1923-1939. Falleció sien-
do miembro del Tribunal. Fue otro acérrimo enemigo de la regulación estatal
de la economía y votó invariablemente en contra del New Deal .
4 6 1 Willis van Devanter fue juez de la Corte entre 1910 y 1937. En su

vida profesional se desempeñó como abogado de empresas ferroviarias y luego


fue designado juez de la Corte de Apelaciones del Octavo Circuito. Republicano
por convicción politica. se opuso también tenazmente al New Deal.
462 Gcorge utherland integró la Corte entre 1922 y 19:i8. Antes de ello
l había sido diputado J nador. Su adscripción al credo conservador quedó de
manifiesto en diversas c:ausas anteriores al New Deal y se hizo más evidente
con el programa de -erno de Roosevelt, al que combatió decididamente.
463 Una semblanD de su actuación pública puede leerse supra (cap. 1, no-
ta 200).
4 64 Bel\iamin 'ath.an Cardozo ocupó un lugar en la Corte Suprema por un

breve periodo (1932-1 ), luego de una larga y fecunda labor como juez en los
tribunales de ew York., donde adquirió gran reputación nacional. Se desempeñó
también como profesor en la Universidad de Yale . De todos los jueces de la Corte
fue el que más adhe 'ón demostró al New Deal , quedando como único disidente
e n el caso ""Panam.a R..e.ñning Co." (ver infru, nota 468) en el cua l fue declarada
la inconstitucionalidad de la National Industry Recovery Act.
466 Harlan Fiske Stone ingresó al Tribunal en 1925 y en 1941 fue de-
signado Chief Justice por Roosevelt, posición que ocupó hasta su fallecimiento
en 1946. Viejo amigo del presidente Coolidge, fue su Attorney General en 1924
y luego miembro de la Corte. Su can-era anterior a la Corte estuvo dividida
t-ntre su ex.ilosa práctica como abogado en Sullivan & Cromwell y sus clases
como profesor en la Universidad de Columbia. Su carrera es curiosa. Llegó a
la Co•"ie de la mano de un presidente republicano y ostentando una dilatada
act.ivic!Hcl como abogado al servicio de importantes firmas de Wall Street. No
obstante, en el Tribunal fue un defensor del programa de gobierno de Roosevelt,
de quien supo obtener confianza suficiente como para ser designado al frente de
aquél.
TENDENCIAS JURIDICO·POLÍTICAS DEL CONTROL 393

tos a apoyar las medidas de intervención económica del New


Dea[466.
En el medio de estas dos tendencias estaba el noveno de
los miembros, Roberts 467 , que, junto con Hughes, intentaba
equilibrar las posiciones. Si bien inicialmente se produjeron ca-
sos como "Nebbia", "Home Building'' y "West Coast Hotel", arriba
mencionados , en los que la Corte acompañó las decisiones del
Presidente, luego la Corte se opuso fuertemente a la política
presidencial en "Panama Refining Co. v. Ryan" 468 y "A.L.A. Sche-
chter Poultry Corp . v. United States" 469 , declarando inconsti-
tucional una de las leyes centrales del New Deal . Ello determi-
nó a Roosevelt a provocar cambios en el Tribunal de los "nueve
ancianos" (the nine old men), como se decía despectivamente a
esa Corte. Fue así como envió al Congreso un proyecto de
reformas conocido como el Court Packing Plan ("plan para em-
paquetar a la Corte") 470 , que de haber sido aprobado le habría
permitido a Roosevelt colocar allí seis nuevos jueces, elevando
los miembros del tribunal a quince . Con ello el Presidente se
aseguraba una cómoda mayoría. El proyecto finalmente fraca-
só en el Senado, pero el cambio de mentalidad en la Corte es-
taba producido.
A partir de alli, paradójicamente, comenzaron a producirse
recambios en los miembros de la Corte, que dieron a Roosevelt
la oportunidad de nombrar en años posteriores a ocho jueces

466 Véase BIA NCH I, Alberto B ., La regulación económica, § 1R, ps. 107 y si-
guientes.
~67 El paso de Owen J osephus Roberts por la Corte Suprema se extiende
por 15 años (1930-1945) que han quedado m arcados por su si nuoso manejo de
las posiciones dentro del Tribunal, ya que tanto enfre ntó al New Deal alinead o
con lo s horsemen como se volcó a favor de aquél cuando a rreciaron las críticas
contra la Corte como consecuencia de su actitud hostil hacia el programa de go-
bierno de Roosevelt.
468 293 U.S. 388 (1935).
46u 295 U.S . 495 (1935).
470 Si bien preten día ser un sistema integral de reform as de la justicia fe-
deral , era claro que estaba dirigido directame nte a la Corte. En lo esencia l, per-
mitía la des ignación de un nu evo juez fed eral por cada uno de los CXlslentes
que habían esta do en el cargo por espado de diez anos o más, y no se hub1eran
retirado dentro d~ los seis meses de haber cumplido setenta años. D1cho nuevo
juez sería des ignado e u el tribunal dond e el septuagenario se desempeñara. Puede
verse el texto completo de este proyecto de ley y sus documentos anexos en Wnvr,
Elder, Cuide to the U.S. Supreme Court, znd ed ., Congressional Quarterly, Was-
hington D.C., l 990, ps. 957 a 975 .
394 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

en el Tribunal 47 1 y elevar a Hru·lan F. Slone a Chief Justice,


siendo, después de Washington, el Presidente que más nom-
bramientos ha efectuado hasta el presente.
Así, a partir de 1938 comenzaron a incorporarse a la cláu-
sula del debido proceso de la Decimocuarta Enmienda los dife-
rentes derechos contenidos en el bill of rights. Tales por ejemplo,
los de la Primera Enmienda, como el de reunión (assembly) 472 ,
de petición 473 , de libre ejercicio del culto religioso 474 , de no impo-
sición de un culto determinado 475 , los derechos de la Cuarta
Enmienda en contra de registros e inspecciones arbitrariasm,
y de eliminación de la prueba incorporada ilegalmente a un
proceso criminal 477 , lo derechos emanados de la Quinta En-
mienda contra la auto-incriminación 478 y el doble juzga miento
por el mismo delito 479 los derechos de la Sexta Enmienda a
la asistencia letrada 480, a un juicio rápido 181 y público 48 ' cele-
brado ante un jurado 483 , a la posibilidad de confrontar o carear
testigos 484 y a poder obligar de manera compulsiva a declarar
a los testigos de descargo en favor del acusado 4 "'\ también,
el derecho a no ser sometido a castigos crueles o inusuales,
contenido en la Enmienda Octava 486 .
Un nuevo impulso liberal se experimentó con la llegada
al Tribunal del Chief Justice Earl Warren en 1953 487 , que fue

471 En la era de Roosevelt llegaron al Tribunal Hugo Lafayette Black (1937-


1971), Stanley Reed (1938-1957), Felix Frank.furter (1939-1962), William O. Dou-
glas (1939-1975), Frank Murphy (1940-1949), James F. Byrnes (1941-1942), Robert
H . Jackson (1941-1954), y Wilcy B . Rutledge (1943-1949 ).
472 "De Jonge v. Oregon", 299 U.S. 353 (1937).
473 "H ague v. ClO", 307 U .S. 496 (1939).
474 "Cantwell v. Connecticut", 310 U.S. 296 (1940).
475 "Everson v. Board of Educat.ion", 330 U.S. 1 (1947).
4i6 "Wolf v. Colorado", 338 U .S . 25 (1949).
•11 "Mapp v. Ohio", 367 U.S. 643 (1961).
478 "Malloy v. Hogan", 378 U.S. 1 (1964).
479 "Benton v. Maryland", 395 U.S. 784 (1969).
480 "Gideon v. Wainwright", 372 U.S. 335 (1963).
481 "Klopfer v. North Carolina", 386 U .S. 213 (1967).
482 "In re Oliver", 333 U.S. 257 (1948).
4 8:J "Duncan v. Louisiana", 391 U.S. 145 (1968).
484 "Pointer v. Texas", 380 U.S. 400 (1965).
4 85 "Washington v. Texas", 388 U.S. 14 (1967).
486 "Robinson v. California", 370 U.S. 660 (1962).
487
Earl Warren (1891-1974), hijo de inmigrantes escandinavos tuvo una
activa vida política en su estado natal, California, donde luego de ocup~r diversos
cargos des de 1919 llegó a ser gobernador (1943-1953). Fue luego presidente de
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 395

fructífera en materia de progreso de los derechos individuales.


Los casos más célebres de su época son, sin duda, "Brown v.
Board of Education" 488 , referido a la igualdad total entre negros
y blancos, y "Baker v. Carr" 489 • El primero acabó con la doctrina
de "Plessy v. Ferguson" 490 de "iguales pero separados" (separate
but equal), al declarar la inconstitucionalidad de la segregación
racial en las escuelas públicas, que impedía el acceso de niños
negros en escuelas exclusivas para blancos, en las que se con-
centraba la mayoría del presupuesto para educación. El se-
gundo, ya analizado antcriormente 491 , desterró las cuestiones
electorales del campo de las cuestiones políticas y permitió efec-
tuar una mejor distribución distrital (reapportionment).
Asimismo, fueron incorporados los derechos no enumerados
de la Enmienda Novena 492 • El voto disidente del juez Harlan
en "Poe v. Ullman" 4 9 ' establece claramente que la enumeración
de derechos efectuada en las Enmiendas Primera a Octava no
implica la eliminación de otras libertades no específicamente
establecidas allí 494 , lo cual -bueno es recordarlo- en el derecho

la Corte Suprema norteamllricana, desde su nominación por el presidente Ein-


senhowur, el 30 de septiembre de 1953 (reemplazando al ChiP( Justice Frederick
M. Vin•on) , hasta su retiro, el 23 de junio de 1969. Murió el 9 de julio de 1974
(dalus extraídos de la obra The Supreme Courl at Work, Congressional Quar'terly
lnc., Washington D.C ., 1990, p. 197). La época que estuvo al frente del1'ribunal
ha sido caracterizada como la de mayor "activismo" judicial de la Corte de los
Estados Unidos, donde ésta, conducida lúcidamente por un presidente enérgico,
sin grandes dotes de jurista pero enormemente pragmático, logró profundas in-
novacion"s en la vida del país, eu favor de una mayor igualdad social. Tal ve1.
el último r epresentante de esta época haya sido el juez William Joseph Brennan,
quien renunció a su silla en la Corte en julio de 1990 , luego de una prolongada
actuación en el Tribunal desde octubre de 1956. De lados los estudios efectuados
sobre este período dll la Corte norteamericana, posiblemente 1:!1 más acabado sea
el de Sr.HWAilTZ, Bernard, Super Chief: Earl Warren and his Supreme Couri·A
Judit:ia.l Biography, New York University Press, New York, 198::1.
488 347 U.S. 483 (1954) .
489 369 U.S. 186 (1962).
490 163 U.S. 537 (1896).
491 Véase supra, § 22.
492 Antecedente inmediato de nuestro artículo 33, sobre derechos implícitos.
493 367 u.s. 497. 543 (1961).
494 "Thc full scope of the liberty -dice- guaranteed by the Due Proc<!ss Clause
cannot be found in or limited by the precise terms of the specific guarantees
elsewhere provided in t.he Constilution. This liberty is not a series of isolated
points pickcd up in terms of the taking of property, the freedom of speech, press
and religion; the right to kcep and bear arms; the freedom froro um·easonable
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
396

constitucional argentino posee hondas raíces • Esta ~e~dencia


495

había comenzado ya antes de 1937 , con el reconoc1m1ent~ a


la enseñanza de idiomas extranjeros' 96 , y el ~ereci:o a, enVlar
a los niños a escuelas priva das 4 y 7 , pero se mtens1fico poste-
riormente , con el reconocimiento del derecho . a P~~cre~f
498
Y
la prohibición de exámenes corporales compu lswos , · Sm en:-
b argo , comenzó a visualizarse "más. claramente aun a partir
de 1965 cuando se afirmó en Gnswold v. eonnect'1cu t"soo e1
derecho 'a la privacidad (right of privacy) y quedó confirmada
en 1973 , en el célebre caso "Roe v. Wade" 501 , la legitimidad

searches and seizures; and so on. lt is a rational continuum which, broadly spea-
king, includes a freedom from all substantial arbitrary impositions and purpo-
selcss restrainLs (. .. ) and which also recognizes , (. .. ) that certain interests require
particularly careful scrutiny of the states need asserted to justify their abrid-
gement".
Con ello, la Corte norteamericana daba la razón , finalmente, a Madison,
en su disputa con Hamilton, quien se había opuesto a la enumeración expresa
de los derechos , por com•iderar que ello podría s uponer la supresión de los que
no fueran objet.o de mención expresa. Asimismo, aventaba los temores que sobre
la misma exp•·esaba STORYcuando decía: "Esta máxima (la de la Enmienda Novena)
bien comprendida es verdadera y sabia, pero se ha abu ado singularmente de
ell a para sostener las más extrañas y las más perniciosas herejías políticas" {S'T'OHY,
Joseph , Comentario sobre la Constituci6r¡ de los Estados Unidos, versión castellana
de la 3" edición norteamericana de Nicolás A. Calvo, Librería de Mayo. Buenos
Aires. lHH1. t. IJ, p. 427) .
<95 Acerca del artículo 33, nuestra doctrina ha señalado desde antiguo que
"sirve a la vez para fijar la interpretación de la Constitución, afirmando sus prin-
cipios fundamentales, contra los que quisiesen suponer que la letra autoriza la
restricción de ciertas libertades, o la suposición de que no es constitucional , ni
tiene valor legal, lo que no está expresamente dicho en la Constitución: inter-
pretación que pervierte el espíritu y falsea los fin es a que ella responde" (V>:IJIA,
Agustín de, Constitución argentina, Coni I·Inos. , Buenos Aires, 1907, p. 47); en
igual sentido, GONZÁLEZ CALDERÓN, Juan A., Derecho constitucional argentino, oh .
ci L t . I , ps. 404 a 407.
<96 "Meyer v. State of Nebraska", 262 U.S. 390 (1923).
497 "Pit>rcc v. Society of Sist.ers of the Holy N ames of J es us and Mary'', 268
U.S . 510 ( 1925).
498 "Skinner v. State of Oklahoma ex rel. Williamson", 316 U .S. 535 (1942).
•Y~ "Rochin v. California", 342 U.S. 165 (1952).
;;oo 381 U.S. 479 (1965), caso en que se declaró inconstitucional una ley de
ese estado que prohibía el uso de anticonceptivos. Este fallo fue confirmado lue-
go en "Carey v. Population Services International", 431 U.S. 678 (1977), donde
se declararon inconstitucionales restricciones impuestas por el estado de N ew
York para la venta de anticonceptivos. Tales restricciones prohibían la venta de
aquéllos a menores de 16 y la venta a mayores de esa edad que no fuera hecha
por un farm acéuLico.
Ml 410 U.S. 113 (1973).
TENDENCIAS JURiDJCO·POLíTICAS DEL CO ITROL 397

constitucional del aborto. Ésta continúa siendo, aunque con


muchos vaivenes, la sentencia clave para esta temática 502- , de-
cidida por medio del voto del Justice Blackmun con mayoría
de 7 a 2 503 .
Otros muchos derechos personales han ingresado también a
estas libertades preferidas: el derecho al matrimonio 50 \ el de-
recho a vivir juntos de todos los miembros de una familia 50fi
el derecho a decidir el internamiento de los hijos en instituto~
506
mentales , el derecho a la educación familiar privada de los
0
hijos ¡; \ el derecho de los encargados de la educación de menores
a no ser despedidos del trabajo por embarazo, alegando el nocivo

502
Se trataba de un caso planteado en marzo de 1970 po1· una mujer soltera
Y entonces embarazada --Jane Roe- residente en el estado de Texas cuya legis-
lación le impedía abortar. Luego de efectuar una extensa reseña histórica del
aborto en lnglaten-a y los Estados Unidos, el voto de Blackmun concluye que el
der·ccho de un<t mujer a abortar se basa en el derecho a la privacidad, o, dicho
de otro modo , el unp edimento legal a abortar es violatorio de la privacidad de
la mujer, a quien se le puede infligir un daño flsico y mental si se le impone la
carga de continuar con un embarazo y tener un lUjo que no desea. El problema
de la existencia en el embrión de la persona humana fue resuelto estableciéndose
que la Constitución sólo protege a las personas que han nacido, ya que no existe
protección constitucional para el feto, agregando que no era de competencia de
la justicia resolver en qué momento se produce el comienzo de la vida humana,
especialmente cuando los expertos de todas las disciplinas no se habían puesto
de acuerdo en eslt> punto. No obstante, la legalización del aborto no fue absoluta.
La Corte intentó hacer un balance entre el compelling interest (inter és apremiante
o imper~tivo) de lu mujer abortante y el dt>l Estado en proteger la vida de un
futuro ciudadano. Para ello acudió a la tesis de la viabilid:1d (uiability ) entendida
como la posibilidad del feto de tener vida fuera del seno materno , y determinó
-con la misma ausencia de autoridad científica que había acusado para establecer
en qué momento comienza la vida humana- que el embara zo debía dividirse en
tres trimestres. Durante el primero -época de total ausencia de viabilidad- es-
tableció un deno!cho pleno de la mujer a abortar sin que el Esta do pudiera exigir
otra limitación que no fuera la intervención de un médico debidamente habilitado.
E n el segundo trimestre - con una viabilidad más clara- el Estado, si bien uo
puede prohibirlo, sí puede poner limites al aborto que sean razonables. en functón
de la salud maternal. En el tercer trimestre el Estado puede prohibtr el aborto
siempre y cuando el embarazo no comprometa la salud de la madre.
50~ Votaron en disidencia los jueces Rehnquist y White y concurrieron, pero
con votos separados, el entonces Presidente (Chief Justice) Burger y los jueces
Stcwart y Douglas.
!\ll4 "Zablocki v. Redhail", 434 U.S. 374 (1978).
sos "Moore v. City of East Cleveland", 431 U.S. 494 (1977) .
50il "I'arham v. J.R.", 442 U.S.584 (1979) .
507 "Wis consi n v. Yoder", 406 U.S. 205 (1972), donde se declaró inconstitu-
cional la penalización de la inasistencia de los alumnos a una escue la si los padres
la promovían por motivos religiosos .
398 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

efecto que ello pudiera tener sobre los alumnos 508 , el derecho
a la planificación sexual no integrada de la familia 509 , etcétera.

2. LA UBERTAD DE EXPRESIÓN. En lo referente a la pro-


tección de la libertad de expresión, los casos son innumerables
y reflejan una evolución hacia la más amplia protección de
este derecho. Así, por ejemplo, en "West Virginia Board of Edu-
cation v. Bamette" 510 debía analizarse la sanción impuesta por
un consejo escolar a un alumno, testigo de Jehová, que se había
negado a saludar la bandera. La opinión mayoritaria del Tri-
bunal redactada por el juez Jackson centró la cuestión no en
la libertad religio a sino en la libertad de expresión. "La cues-
tión - dijo- no está centrada en la posesión personal de una
religión particular, o de la sinceridad con que ella es sostenida
(. .. ) El verdadero propósito del Bill of Rights fue apartar cier-
tos asuntos de las vicisitudes de las controversias políticas,
colocándolos más allá del alcance de las mayorías y estable-
cerlos como principio aplicables por los Tribunales (. .. ) Los
derechos de la Primera Enmienda son susceptibles de restric-
ción solamente cuando es necesario evitar un daño grave e
inminente a lo intereses que el Estado legalmente debe pro-
teger (. .. ) Si existe una estrella fija en nuestra constelación
constitucional es que nadie puede prescribir cuál es la ortodoxia
en política, nacionalismo, religión u otras materias opinables
o forzar a los ciudadanos a confesar a través de palabras o
actos su fe (. .. ) Aquello que comienzan a eliminar coerciti-
vamente la disidencia se encontrarán en poco tiempo exter-
minando a los disidentes. La unificación compulsiva de las
opiniones obtiene tan sólo la unanimidad del cementerio" 5 11 •
Más recientemente, la Corte empleó los mismo argumentos
en "Wooley v. Maynard" 512 , en el cual un matrimonio perte-
necienle a los Testigos de Jehová impugnó la constitucionalidad
de una ley de New Hampshire que obligaba a colocar en las
patentes de los autos la leyenda "Vivir libre o morir"; no hacerlo
constituía un delito leve. La Corte, a través del Chief Justice

sos "Cleveland Board of Education v. La Fleur", 414 U.S. 632 (1974) .


r.oa "E isenstadt v. Baird", 405 U.S. 438 (1972).
s1u 319 U.S. 624 (194.'3).
úll Votaron en disidencia los Ju stices Frankfurter, Roberts y Reed.
r.1~ 430 U .S. 705 (1977).
TE NDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 399

Burger, dijo: "Aquí, como en Barnette, nos encontramos con


una medida estatal que obliga a un individuo a ser un ins-
trumento en el fomento de una pública adherencia a un punto
de vista ideológico que él encuentra inaceptable. La ley obliga
a que el individuo emplee su propiedad privada como pancarta
móvil para publicitar el mensaje del Estado y caso contrario
ser sancionado. Ello no está justificado por interés estatal algu-
no. La libertad de expresión de la Primera Enmienda contempla
tanto el derecho de hablar libremente como el de guardar si-
lencio. Alnbos derechos son complementarios del concepto más
amplio de la libertad de pensamiento".
Este período asimismo tuvo un capítulo importante vin-
culado con el llamado lenguaje simbólico. Muchas conductas,
algunas reprochables de por sí -tales como la quema de la
bandera- o bien inofensivas -como dormir en un parque pú-
blico- han sido consideradas lenguaje expresivo o simbólico y
gozan de la protección a la libertad de expresión que ampara
la Primera Enmienda. El primer caso, "Stromberg v. People
of State of California" 5 ' 3 , tuvo lugar cuando la Corte declaró
la inconstitucionalidad de una prohibición decretada contra el
despliegue de una bandera roja como símbolo o emblema de
protesta contra el gobierno organizado. Dijo en tal sentido que
la ley cercenaba la oportunidad de ejercer libremente la li-
bertad de discusión. Años más tarde se produjo "Brown v. Loui-
siana"51\ suscitado como consecuencia de una protesta de un
grupo de ciudadanos negros en una biblioteca pública de Loui-
siana. En dicha biblioteca, los negros tenían prohibido el ac-
ceso. Un grupo de cinco de ellos se presentó solicitando un
libro y ante la negativa a entregárselo y el requerimiento de
que abandonaran el lugar, se produjo una "sentada" de los
negros en señal de protesta. Los manifestantes fueron desa-
lojados por la policía y condenados -bajo las previsiones de
una ley de Louisiana- por quebrantamiento de la paz. La Cor-
te, con ajustada mayoría de cinco a cuatro, revocó la condena,
sosteniendo que la conducta de los convictos estaba protegida
por las Enmiendas Primera y Catorce 515 •

m 283 U.S. 359 (1931).


5 14 383 u.s. 131 (J 966).
5 15 De todos modos , la Corte norteamericana no ha extendido la protección
con"t.it.ucional a todas las demostraciones públicas de protesta. Así en "Adderley
400 CONTROL DE CONSTITUCIONALiflAD

Uno de los casos más célebres en esta materia es "United


States v. O'Brien" 516. El caso se suscitó cuando David O'Brien
quemó públicamente su credencial d~l Selecti~e ~ervice, en se-
ñal de protesta contra la guerra de Vtetnam. O B~ten Y sus com-
pañeros fueron acusados por violación a 1~ Secctón 462 b 3 de
la Unive rsal Military 'Irain ing and Sermce Act de 1948, que
prohibía toda mutilación voluntaria de tales documento,s. .La
Corte, por el voto del Chief Justice Warren, condenó a O Bne~
por violación de dicha ley 517 • Otr? caso en el qu~ fue anah-
zado el lenguaje simbólico fue "Tinker v. Des ~01nes Scho?l
District"s 1s. En este caso, a diferencia del ant.enor, prevalectó
el derecho de los apelantes. El caso se produjo cuando un grupo
de estudiantes se colocó brazaletes negros en señal de protesta
contra la guerra de Vietnam. Las autoridades del colegio los
int-imaron a que se los quitaran y frente a la negativa fueron
su spendidos hasta tanto regresaran sin ellos. En las instancias
de los tribunales federales inferiores, la medida adoptada con-
tra los estudiantes fue admitida, aun en contra de jurispru -
dencia anterior de las Cortes de Distrito 519 • La Corte, en su
opinión mayoritaria, conducida por el juez Fortas, revocó estas
decisiones y sostuvo que el uso de los brazaletes no implica-
ba una conducta que potencial o efectivamente quebrantara
el orden.

v. Fl ot'ida", 385 U.S. 39 (1966), un grupo de 32 estudiantes de la U nivers idad


de Florida fueron cond enados, según u na ley de Florida, por ingresar ilegalme nLc
en la cárcel del condado, como señal de protes ta contra el arresto de otros es-
tud iantes ocurrida el día anterior y contra el sistema de segregación racial en
las cárceles. Lu ego de ser in tima dos a abandonar la cárcel, fu eron arresta dos.
La Corte sostu vo que el estado de Florida ha bía act uado dentro de sus pre\ri siones
legales y que poseía derecho a desaloj ar la cárcel para preserva rla de otr os usos
que los legalmen te establecidos.
fi l~ 391 u.s. 367 (1968).
5 17 Dijo la Corte "We think it clear th at a government regula tion is sufli -
cic ntly justified if it is within the constitution a l power of the Govemment; if it
furthers an important or s ubstancial governmental inter est; if the gove¡·nmental
resLr icLion is unrelated to t he s uppression of free exp ression; if th e incidental
restriction on a lleged First Amendment freedoms is no greater t ha n is essen tial
to t h e fu rth crance of t.ha L iuW rest".
6 18 393 u .s. 503 (1969) .
5 19
. E n "Burnside v. Byars", 363 F.2d 744 (1966), el Qu in to Circuito h a bía
p:olub tdo a las a utoridades escolar es pon er en vigencia u n a disposición que im-
pidiera el u Ro de "botones de la lib erLad" ({reedom buttons ).
TENDENCIAS JURiD!CO-POLITICAS DEL CONTROL 401

Un caso más difícil fue "Street v. New York" 520, relacionado


con la quema de la bandera. Street, un ciudadano negro, es-
cuchó por la radio que James Meredith, líder en la lucha por
los derechos civiles de los negros, había sido asesinado. In-
mediatamente tomó una bandera y ya en la calle le prendió
fuego y la arrojó al pavimento, gritando: "No necesitamos nin-
guna bandera maldita"; "esta es mi bandera, yo la quemé. Si
dejaron que eso le ocurriera a Meredith no necesitamos la ban-
dera norteamericana". Street fue condenado por una disposi-
ción del estado de Nueva York, que tipificaba como delito leve
el mutilar públicamente cualquier bandera de los Estados Uni-
dos o proferir palabras insultantes contra ella. La Corte, en
un fallo de 5 votos contra 4, absolvió a Street. Con igual criterio
fue resuelto "Spence v. Washington" 521 • Spence había sido con-
denado, conforme las previsiones de una ley del estado de Wash-
ington 5 '", por colocar en ambos lados de una bandera de su
propiedad, luego desplegada en la ventana de su departamento
en la Universidad, símbolos de la paz hechos con una cinta,
como señal de protesta contra la invasión a Camboya y contra
la matanza ocurrida en la Universidad de Kent State. La Cor-
te, con el voto disidente del entonces Chief Justice Burger Y
de los justices Rehnquist y White, revocó la condena del tri-
bunal local. Para ello sostuvo que la actitud de Spence, pro-
tegida por la Primera Enmienda, no había quebrantado la paz
en absoluto.
Durante este período, la Corte desarrolló también la doc-
trina de la real malicia (actual malice), nacida como modo de
brindar una mayor protección a la libertad de expresión, Y
en particular al periodismo. Según esta doctrina, cuando una
publicación ofende a una figura pública, ésta sólo puede obtener
la condena de su presunto agresor si logra demostrar que los
datos o la información publicados son falsos y que fueron uti-
lizados a sabiendas de ello o con desprecio negligente por su
autenticidad. Sin la concurrencia de estos dos extremos no

o2o 394 U.R . 576 (1969).


s 21 418 U.S . 405 (1974).
522 Esta ley, llamada del "uso impropio", prohíbe colocar en las banderas,
emblemas y otros símbolos nacionales o estatales dibujos, figuras , palabras o an~m­
cios. No se trata de la ley que también en el mismo estado prohíbe la profanación
(desecration) de la bandera.
402 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

hay condena. La Corte Suprema estrenó la doctrina en el caso


"New York Times Co. v. Sullivan" 523 , vinculado con la lucha
por la igualdad de blancos y negros de comienzos de la década
de 1960. Martín Luther King había sido arrestado por la po-
licía del estado de Alabama y sus partidarios publicaron en
el "New York Times" una solicitada en su apoyo, en la que
criticaron duramente el accionar de la policía. Los oficiales
afectados plantearon una demanda contra el diario señalando
que la solicitada incurría en inexactitudes y obtuvieron una
condena económica en los tribunales locales. La Corte, por el
voto del juez Brennan, revocó la sentencia con fundamento en
la real malicia 524 • Esta doctrina ha sido aplicada posteriormen-
te en casos tales como "Curtis Publishing Co. v. Butts" 525 ; "Ro-
senbloom v. Metromedia, Inc." 526 ; "Gertz v. Robert Welch, Inc." 527 ;
"Hustler Magazine v. Falwell" 528 , y "Masson v. New Yorker Ma-
gazine, Inc." 529 , entre otros muchos.

3. SiNTESIS. En síntesis, hacia finales de la década de


1930, el control de constitucionalidad cambió sustancialmente
de rumbo. En lo atinente a la libertad patrimonial y contrac-
tual se debilitó, intensificándose para proteger en los Estados
Unidos los derechos civiles. La Corte no ha vuelto a declarar
inconstitucional ninguna ley al respecto 630 , a punto tal que au-
tores como Gunther se han preguntado si el mismo ha sido
abandonado 53 1. De tal suerte, la Corte norteamericana cons-
truyó a partir de esa época un doble standard de constitu-
cionalidad. Por un lado, los derechos económicos, y por el otro
las llamadas libertades fundamentales (v. gr., libertad de ex-

6 23 376 U.S. 254 (1964).


Dij~ Bn;nnan : "Th~ constitutional guarantees require , wc think, a federal
524

rule that pt ohtbtts a public official from recovcring dama¡¡es for a defamatory
falschood rel~tong to his official conducl unless he preves that the statement
w~s madc w1th "actual malice" -that is, with knowledge that it was false or
recklcss dtsregard of whether it was false or not-" (376 U S 279-280)
w1th 525
388 U .S . 130 (1967). . . ·
526
403 U.S. 29 (1971).
527
628
418 u.s. 32::J (1974).
485 U.S. 46 (1988).
529
501 U .S. 496 (1991 ).
"~ 0 Un solo fallo decl 6 · t'
457 0957) fu ar tncon~ Itucional una ley: "Morcy v. Doud", 354 U.S.
6~' G YN" e. re;ocado luego e~ N.ew Orleans v. Dukes", 427 U.S. 297 (]976)
U lHErt- ULLIVAN, Con.shtutwn.al Law, Cit, p. 47R. .
TEKDENCIAS JURID!CO · POLIT!CAS DEL CONTROL 403
presión, de reunión, de religión, de privacidad) . Con relación
a ~o~ prim~ros, sólo una grosera inconstitucionalidad puede per-
mitir al Tnbunal invalidar la ley. Por el contrario, con relación
a las segundas, es el Estado el que debe justificar la existencia
de un interés especial en la restricción de las mismas. Como
vemos, la presWlción de constitucionalidad de las leyes juega
de manera distinta en un caso y en otro. En lo atinente a
las libertades fundamentales, cede sólo frente a casos de segu-
ridad nacionaP'J2 , intereses rnilitares 638 o a los efectos de ase-
gurar el censo a los fmes electorales 534 •

b) ARGENTINA. - l. LA DECADENCIA E INESTABILIDAD INS·


TITUCTONALES. Si bien el comienzo de esta tercera etapa también
coincide en los Estados Unidos y la Argentina y está claramente
delimitada en ambos países por los mismos problemas de arran-
que, nadie puede negar que los norteamericanos y nosotros
en este período hemos transitado por rumbos económicos, polí-
ticos y jurídicos completamente diferentes. Los Estados Unidos
lograron convertit·se en el país más poderoso de la Tierra. El li-
derazgo que Inglaterra perdió rápidamente luego de la Primera
Guerra Mundial fue continuado por sus herederos, los nortea-
mericanos, que lograron establecer fmalmente lo que Raymond
ARON ha llamado lúcidamente la "República Imperial" 535 • El gi-
gantismo de los Estados Unidos en lo externo estuvo acom-
pañado, como vimos, de un enorme esfuerzo por democratizar
la vida interna del país y lograr imponer poco a poco un equi-
librio político y económico entre los diferentes grupos que cons-
tituyen su heterogénea población. Así, de la concentración casi
total del poder político y económico en manos de una minoría

G32 "Toyosaburo Korematsu v. United Statcs", 323 U.S. 214 (1944), donde
se justificó la internación de ciudadanos norteamericanos de origen japonés en
campos de concentración al comenzar la Segunda Guerra Mundial.
saa "Rostker v. Goldberg", 453 U.S. 57 (1981), que admitió la constitucio·
nalidad de la Military S electiue Seruice Act , la cual permitía la discriminación
en razón de los sexos, posibilitando la registración de los varones y no de las
mujeres.
5a4 "Marston v. Lewis", 410 U.S. 679 (1973) .
535 ARON, Raymond, La républiqz¿e impériale. Les États Unis dans le monde
(1945-1972) , Calmann-Levy, 1973. Puede verse la versión española (Alianza, Ma-
drid, 1976).
TENUENCIAS JURIDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 403

presión, de reunión, de religión, de privacidad). Con relación


a los primeros, sólo una grosera inconstitucionalidad puede per-
mitir al Tribunal invalidar la ley. Por el contrario, con relación
a las segundas, es el Estado el que debe justificar la existencia
de un interés especial en la restricción de las mismas . Como
vemos, la presunción de constitucionalidad de las leyes juega
de manera distinta en un caso y en otro. En lo atinente a
las libertades fundamentales, cede sólo frente a casos de segu-
ridad nacionaP32 , intereses militares 533 o a los efectos de ase-
gw·ar el censo a los fines electorales sa•.

h) ARGEN'l'INA. - l. LA DECADENCIA E INESTABILIDAD INS-


TITUCIONALES. Si bien el comienzo de esta tercera etapa también
coincide en los Estados Unidos y la Argentina y está claramente
delimitada en ambos países por los mismos problemas de arran-
que, nadie puede negar que los norteamericanos y nosotros
en este período hemos transitado por rumbos económicos, polí-
ticos y jurídicos completamente diferentes. Los Estados Unidos
lograron convertirse en el país más poderoso de la Tierra. El li-
derazgo que Inglaterra perdió rápidamente luego de la Primera
Guerra Mundial fue continuado por sus herederos, los nortea-
mericanos, que lograron establecer finalmente lo que Raymond
ARON ha llamado lúcidamente la "República Imperial" 535 • El gi-
gantismo de los Estados Unidos en lo externo estuvo acom-
pañado, como vimos, de un enorme esfuerzo por democratizar
la vida interna del país y lograr imponer poco a poco un equi-
librio político y económico entre los diferentes grupos que cons-
tituyen su heterogénea población. Así, de la concentración casi
total del poder político y económico en manos de una minoría

sa2 "Toyosaburo Korematsu v. United States", 323 U.S. 214 (1944), dond e
se justificó la internación de ciudadanos norteamericanos de origen japonés en
campos de concentración al comenzar la Segunda Guerra M~d1al . . .
m "Ruslker v. Goldberg", 45a U.S. 57 (1981), que adm•l•ó la constitu~IO ­
nalidad de la Mili tary Selectiue Seruice Act, la cual permitía la discnmmac16n
en razón el e Jos sexos, posibilitando la registración de Jos varones Y no de las
mujt!res.
5~4 "Marston v. Lewis", 410 U.S. 679 (1973).
5~~ ARON, Raymond, La république impériale. Le~ ~tats Unis dans le monde
(1945-1972) , Calmann-Levy, 1973. Puede verse la verswn espaftola (Ahanza, Ma-
drid , 1976).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
404
blanca de origen anglosajón s:•s que p:edominab~_ hasta la ~écada
de 1950, se fue produciendo una mcorporac10n p~ulatm~. de
los restantes estamentos sociales y minorías a la vida pohbca ,
cultural y económica.
En la Argentina los cincuenta años que van de 1930 a
1980 fueron , en cambio, el escenario de una permanente tur-
bulencia política y del decaimiento de nuest.r~ 7conomía. Por
lo pronto , 1930 significa para nosotros el liDClO del uso del
golpe de estado como instrumento político sistemát~co. Dcsd~
el 6 de septiembre, fecha del derrocamiento del presidente Yn-
goyen, ya no hubo paz institucional. Se recobraría tan sólo
en 1983 con la finalización del último gobierno de facto. Lo
que hasta ese momento había sido una sucesión razonablemente
ordenada de mandatarios, se convirtió en un tumultuoso cambio
y recambio de presidentes de iure derrocados por funcionarios
de facto que a su vez entregaban - como podían- el poder a
nuevos presidentes de iure que serían rápidamente volteados
por una nueva intervención militar. Solamente dos presidentes
pudieron terminar su mandato constitucional en estos cincuen-
ta años: Agustín P. Justo (1932-1938) y Juan D. Perón (1946-
1952), que fue derrocado durante su segundo mandato en 1955.
Si tomamos el mandato constitucional de seis años, establecido
por la Constitución de 1853, es fácil sacar cuentas de que en
un período de cincuenta y tres años debían sucederse 8 o 9
presidentes. Pues bien, entre 1930 y 1983 en la Argentina hubo
24 , de l.os cuales 13 fueron de facto 507 • Ello determinó que la
presenc1a de las Fuerzas Armadas -en particular del Ejército-
en la política fuera decisiva: sobre 24 mandatarios 14 fueron
generales -retirados o en actividad-, incluyendo a' Agustín P.
5 36
: Usualmente designada con la sigla WASP (white-anglo-snxon-protestant)
Los presidentes de iure fueron Ilipólito Yrigoyen (1928-1930); Agustí~
507

P. Justo (1932-1938): Roberto M. Ortiz ( 1938-1940); Ramón S. Castillo (1940-1943)·


Juan DoiiD ngo Perón (1946-1955 y 1973-1974); Arturo Frondizi (1958-1962)· Artur~
r
~· ~lh~(1963-1966); Héctor Cámpora (1973); Raúl Lastiri (1!!73)· Mari~ Estela
"~ a~eja~~~i~ ¡e~~o:~~ ~~a~~ ~it~~~e~~n:~, P~csidentc provi~ional durante
9

facto Jfu~;on ,)lo! s(· é Félix Uriburu (1930-1931); Ped;~ P.J~~~~o~z~~~:;~els~~:n)·L~sdedle


m lt'O . r arre 1944-1946)· Ed d A L · ' -
0955-1958); José María Guid:~~9~2-.lsZ~r~' 095c5J; ¡Pedroo Eug~mio Aramburu
Roberto M Le · . ( . ' uan aros ngama (1966-1970);
1
R. Videla (197~~~~~~ J~~2;;;;q~ );v1~~~a~l~; ~~stín ~anusse (1971 -1973); Jorge
Y Reynaldo 1:1. Bignone 0982-19S3).
1 ' eopo do F. Galtlen (1981-1982)
TE NDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 405

Justo y Juan D. Perón, únicos presidentes constitucionales que


completaron sus períodos. El fenómeno -reproducido , por lo
demás , a lo largo de toda América Latina- despertó en la Ar-
38
gentina el interés de historiadores y politólogos extranjeros ~ •
El Congreso era cerrado con cada intervención militar, se
producía el reemplazo de todos los gobernadores de provincia,
el país quedaba sumido en el estado de sitio y la Corte Suprema
o bien convalidaba jurídicamente el golpe de estado como en
1930 53 » y 1943 540 , o era removida íntegramente y se designaban
nuevos jueces, como ocurrió en 1955, 1966 y 1976. Reinstalado
un gobierno constitucional éste procedía a la designación de
una nueva Corte Suprema. El único caso en que no hubo una
interrupción total fue en 1962 al ser derrocado el presidente
Arturo Frondizi, cuando merced a una aplicación sui géneris
de la Ley de Acefalía entonces vigente 541 se salvó parcialmente
la legalidad constitucional 542 • Si a ello agregamos la renovación
casi total que produjo el juicio político de 1947, podemos com-
prender fácilmente que la ineslabilidad no dejó resquicio del
mapa institucional por abarcar. Excede en mucho los límites
de este trabajo internarme en los meandros históricos de este
proceso, de modo que remito a los estudios generales 54 a, sin
perjuicio de recordar también algunos trabajos de la época que
recopilaron los escritos presentados por los defensores de los
jueces acusados y que constituyen una buena crónica de lo

53H Fu <!ron muy difundidos en nuestro país en las décadas de 1970 y 1980
los estudios de los profesores Potas h y Rouquié escritos en los Estados Unidos
y Francia: Po'l'ASH, Robert A., El ejército y la política en la Argentina (1928-1945)
y l!Jl ejército y la poUtica en la Argentina (1945-1 962) , Sudamericana, Buenos
Aires, 1971 y 1981 , res pectivamente; RoUQUIÉ, Alain , Poder militar y sociedad
en la Argentina , vol. l (hasta 1943) y vol. 11 , (1943-1973 ), Emecé, Buenos Aires ,
19Rl y 1982.
53H Acordada de fecha 10 de septiembre de 1930, Fallos, 158:290.
540 Acordada del 7 de junio de 194::1 , Fallos, 196:5.
541 Regía entonces la ley 252, sancionada en 1868 bajo la presidencia de
Mitre micnl~as éste se encontraba en la Guerra del Paraguay, actualmente reem-
plazada por la ley 20.972, sancionada en 1975 bajo la presidencia de María E.
Ma.rtínez de Perón.
542 La Corte Suprema le tomó juramento como Presidente de la Nación al
Dr. José María Guido, vicepresidente provisiona l del Senado. El relato de estos
acontecimientos por parte de quien los vivió en forma personal e intensa pueden
verse en ÜYHANAnTE , Julio , H istoria del Poder Judicial , cil. , esp. P· 11 ~-
643 P~LLET L ASTRA. A1·turo, H istoria poUtica de la Corte Suprema (1930-1990) ,
Ad-Hoc, Buenos Aires, 2001 , cap. III.
CON'l'ROL DE CONSTITUCIONALIDAD
406
1do5"" . Sin querer tomar partido a favor de quienes ad-
acon tec . ·d 546 1 · rt s
miraban 545 0 criticaban a los jueces destüm os , o c1e o e
que este proceso, al cual sólo sobrevivió Tomás D. Casares,
marca el primer tramo de la decadencia institucio~al ~e la
Corte Suprema. Derrocado Perón en 1955, la R~voluc1ó~ Llb:r-
tadora se tomó revancha, destituyó a todos los JUeces (mcl~T~O
Casares), y ya nada pudo detener esta práct~ca que se¡~U1na
repitiéndose rftmicamente con cada nuevo gobierno. Haciendo
un simple recuento, la Corte sufrió seis renovaciones totales
desde 1947 hasta 1983.
En suma, el esfuerzo del período anterior, signado por el
acercamiento a las potencias europeas, se interrumpe en esta
etapa para dar lugar a la progresiva latinoamericanización de

r. 44 F:ntre ellos los de Alfredo Palacios , defensor de Antonio Sag~rna , y de Ma-


dano Drago, defensor de Benito N azar Anchorena (PALA< 'IOO, Alfredo L., La Corte
Suprema ante el tribunal ckl Senado, Jus, Buenos Aires , 1947, y DKAGO, Mariano
J .. )!,'/.juicio político como instrumento de opresión, El Ateneo, Buenos Aires , 1947).
r.45 Derrocado el gobierno peronista en 1955, GONZÁLF.Z CALOEHÚN escribió
un >tpasionado trabajo de critica al régim en depuesto, entre cuyos temas aparece
el del juicio político de 1947. Decía: "La C-orte Suprema de la Nación, hasta me-
diados de 194 7, estaba integrada por jueces capaces y adornados con características
innegables de alta moral y dignidad personal. Su versación en materias jurídicas
la habían demos trado en las sentencias dadas sobre las diversas ramas del derecho,
público y pt'ivado" ( . .. ) "El juicio político entablado y s u~tanciado a mediados
de 1!)47 , a la CorLe Suprema es la más grande arremetida que la dictadura haya
hecho contra las in tit uciones democráticas y republicanas legadas al país por
las ¡;eneraciones precedentes , orientadas por el espíritu tutelar de mayo de 1810
y por los ilu tres cons tituyentes del 53. Fue un atropello inaudito a los fueros
de la justicia, el golpe de gracia dado a l a libertad civil , la exhibición descarada de
la omnipotencia de la fuerza material de un gobernante desorbitado, el allana-
miento de los derechos humanos , el gesto impúdico del régimen totalitario que
uo admite control alguno de su absolutismo" (GoNZÁLEZ CALDEKON, ,Juan A., No
hay justicia sin libertad , Zavalía, Buenos Aires, 1956, ps . 129 a 131).
6<6 En otro encendido alegato, que sucumbe también a la pasión contem-
poránea, GoNZÁLF.Z RounA expresaba: "La Corte destituida en 1947 no había sido
el guardián celoso de la Constitución ni del derecho . Ejercía una suerte de dic-
tadura doctrinaria que no se apoyaba en el saber ni en la verdadera rectitud.
El espíritu que inspiraba sus fallos era ora reaccionario. ora casuístico, ora político.
En los casos ?e que se trata este libro, la falta de honestidad intelectual -pecado
contra el espJntu que cuando es consciente no cabe perdonar- resultó manifiesta
Un 'l'ribu nal digno de ese nombre no se marcha de feria cuando la vida institucionai
de la Nación es tá en peligro. Ese solo hecho hubiera bastado para condenarlo.
Al ~s~eculur c.on los plazos y las vacaciones judiciales para sostener a todo trance la
po~tc<ón polít1ca adoptada, perdió automáticamente toda autoridad. Perdió tam-
b~en el respeto de los .ciudadanos" (GoNzALEZ RouRA, Octavio, El "affaire» de la
Corte Suprema argenttna , Rosso, Buenos Aires, 1950, p . 21).
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 407

nuestra vida política y económica. Los resultados están a la


vista y son seguidos atentamente por los observadores inter-
nacionales. Paul O'Neill, secretario del Tesoro de los Estados
Unidos, sin preocuparse demasiado por la diplomacia, decía
a "The Economist", en julio de 2001, que los argentinos "Han
entrado y salido de crisis desde hace setenta años. No tienen
una sola industria de exportación que valga la pena mencionar.
A ellos les gusta así. Nadie los obligó a ser lo que son" 547 •
Compartamos o no estas antipáticas afirmaciones, hay algunos
resultados de nuestra economía que nos obligan a reflexionar
:sobre su exactitud.
Alguien podrá objetar a esta altura de mi análisis algo
que es -en principio- dificil de refutar. Los cincuenta años que
estoy considerando como un periodo único son en realidad mu-
chos períodos diferentes. Y no dudo en reconocer que esta ob-
servación tiene mucho de cierto. No es lo mismo la década
de 1930 liderada en lo constitucional por el conservadorismo de
GONZÁLEZ CALDERóN , que la década de 1945-1955, signada por
la reforma constitucional de 1949 y la influencia jurídica de
Arturo Enrique SAMPAY, su autor intelectuaP 48 , que impuso el

547 Véase Ilo w the Bug Can Spread, en el diario "The Economist". 1917/01.
518 Acerca de la Constitución de 1949, SAMPAY ha escrito: "El ciclo oligárquico
abierto con el derrocami ento de Yrigoyen el 6 de septiembre de 1930, se cierra
con el alzamiento militar del 4 de junio de 1943, cuyo programa era instalar las
industrias pcsttdas como medio para obten"r la independencia económica, y ~e
remacha dicho cierre del ciclo oligárquico con la insurgencia popular del 17 de
octubre do 1945 dirigida a defender el prog-re ~o de la justicia social que se había
a lcanzado en esa época gracias a la política realizada desde la Sect·eta!'ia dtJ Tra-
h~tjo del gobierno nacional por el entonces coronel Juan Domingo Parón. Este
triunfo de los sectores populares allanó el camino para imponer la reforma cons-
titucional del 11 de marzo de 1949" (. . .) "La llamada Constitución de 1949 se
proponía hac.:er efectivo el gobierno de los sectores populares y liberar al país
del imperialismo, estatizando el manejo de los recursos financieros , de los recursos
nnturales y de los principales bienes de producci<\n, con la finalidad de ordenar
planificadamente para conseguir un desarrollo autónomo y armónico de la eco-
nomía, que concediera bieneslar moderno a todos y a cada uno de los miembros
de la comunidad. Apuntaba, pues, a consumar en la Argentina la revolución social
requerida por el mundo contemporáneo. La reforma constitucional de 1949 no
organizó adecuadamente el predominio y el ejercicio del poder político por los
actores populares, debido, primero, a la confianza que los sectores populares triun-
fantes tenían en la conducción carismática del general Perón, y en segundo , al
celoso cuidado que el propio general Perón ponía para que se formara paralela-
mente al gobierno legal un coadyuvante poder real de esos sectores populares,
a fm dtJ conservar el carácter pluriclasista de su movimiento, por lo que el nuevo
408 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

abandono de los Estados Unidos como meca constitucional para


buscar en la filosofía aristotélico-tomista un cauce filosófico
diferente, y que encontraría en Tomás D. Casares un fiel ex-
ponente en la Corte 549 • Su ideario, por lo demás, está fuer-
temente teñido de estatismo 550 • Esta década se diferencia ade-
más de las dos siguientes (1955-1975), donde, bajo el impulso
intelectual de juristas y hombres públicos como Alberto G. Pa-

régimen iba a durar hast.a que la oligarquía cautivara a los oficiales de las fuerzas
armadas; porque es rigurosamente exacto , lo que expresa Aristóteles, que el que
tiene en su poder las armas decide la permanencia o no del régimen político.
Tal era , entonces, el talón de Aquiles de la mentada reforma, la cual, precisamente
como Aquiles , fue muerta por el enemigo en la flor de la juventud a causa de
tener vulnerable nada menos que su soporte. ~~fectivamente, de nuevo ganaron
el predominio político los antagonistas de los sectores populares , y éstos, como
era natural que sucediera, restablecieron íntegramente la Constitución de 1853";
cfr. SAMPAY , Arturo E., "La evolución constitucional argentina" en Las constitu-
ciones de la Argentina (1810-1 972), Eudeba, Buenos Aires , 1975, ps. 71 y 72.
549 Un resumen de la tarea de 'lbmás D. Casares en la Corte puede verse
en PEAKSON, Marcelo, lrnroducción a las enseñanzasjurldicas del Dr. Casares como
mini:;tro de la Corte, Rev_ "Universitas", año 10, nv 39 , marzo de 1976.
5fi0 Su ideario poütico fue resumido de la siguiente manera: 1) transformar
los latifundios en propiedad de empresas de bien püblico y en es pecial de coo-
perativas integrada por lo trabajadores de la tierra; 2) expropiar los monopolios
capitalistas poseedores de medios de producción y distribución; 3) estatizar y coo-
perativizar la función de recoger y administrar el ahorro social; 4) estatizar la
extracción, la industrialización y la comercialización de los materiales energéticos:
5) estatizar el comercio exterior; 6) proteger las pequeñas y medianas empresas
agrarias, industriales y comerciales, otorgándoles créditos para modernizar sus
técnicas de trabajo , y crear cooperativas de producción y de distribución en las
cuales dichas empresas se integren formando comlllfo'jos de alta productividad;
7l reali?.ar la reforma urbana para que cada habitante de las ciudades disponga
de hogar higi énico y decoroso , a cuyo efecto el Estado financiará la co nstrucción
de vi vicudas por cooperali vas y la compra por los inquilinos de las casas que
habitan , 8) instituu· la asistencia médica gratuita para el pueblo y transformar
en propiedad de cooperativas a las fábricas de productos medicinales pertene-
cientes a los monopolios; 9) utilizar pla.nificadamenle todos los recursos sociales
destinados a la educación - los del Estado federal , provincias , municipios e ills-
titutos privados- a fm de obtener de inmediato que en todas las regiones del
país sus habitantes completen los estudios primarios, y también obtener, en breve
plazo, que como mínimo cursen estudios secundarios; 10) fundar universidades
y modernizar las que haya , en las distintas regiones del país, orientando la for-
mación profesional y las investigaciones científico-técnicas a las necesidades so-
cioeconómicas de las respectivas regiones; 11) transformar a las Academias en
entidades del Estado y asignarles como función las investigaciones científicas de
alto nivel; 12) realizar una política internacional orientada a obtener apoyos para
promover el desarrollo económico autónomo del país (véase la obra citada en nota
548, ps. 76 y 77).
TENDENCIAS JURÍDICO-POLITICAS DEL CONTROL 409

dilla 551 y de destacados profesores como Carlos Sánchez Via-


monte 552 o Segundo V. Linares Quintana llli 3 (sin dejar de men-

5 1
~ Cuando Alberto G. Padilla cumplió 80 años en 1979 se constituyó una
Comisión de Homenaje y su personalidad académica fue presentada por el Dr.
Luis Botet, su sucesor en la cátedra de Derecho Constitucional 11 en la Facultad
de Derecho de la UBA , quien lo hizo con las siguientes palabras: " . .. Recibido
de bachiller en el Colegio Nacional de Tucumán en 1914, ese mismo año aprobó
el examen de ingreso a la Facultad de Derecho de Buenos Aires . El Centro de
Estudiantes lo designó primero redactor y después director de su órgano 'La Re-
vista Jurídica ', así como orador para representarlo en el homenaj e de la Univet·-
sid ad a José Manuel f.strada y en el acto de apertura de los cursos de 1919,
siendo ésa la primera vez en que a los estudiantes se les dio intervención en
esa ceremonia anual. Recibió el título de abogado en 1920 y enseguida el de
Doctor, con la presentación de una tesis que fue recomendada al Premio Facultad.
Rl Consejo Directivo lo designó profesor suplente en la cátedra de Derecho Cons- •'
titucional en 1928, pasando a ser después Profesor Extraordinario por haber estado ' ·'
a cargo del curso en varias oportunidades. Dirigió el seminario de la asignatura
al establecerse el mismo. Restituido a la cátedra en 1955, fue designado profesor
titular por concw·so, habiolndose desempeñado como La! hatita 1970. Formó parte
de varios períodos del Consejo Directivo, desempeñándose como Vice-Decano y
Decano en ejercicio. Fue nombrado Delegado-Interventor en 1955. Integró en
varias oportunidades los jurados para la elección de profesores y en 1967 fue
Rector sustituLo de la Universidad de Butlnos Aires. Habló en actos universitarios
y de otras instituciontls y en homenajes a los profesores Lucio V. López, Joaquín
V. González, Osvaldo Magnasco, Antonio Bermejo, Luis María Drago y Manuel
Augusto Montes de Oca. En 1956 fue designado miembro de la Academia Nacional
de Derecho y Ciencias Sociales, en la que ocupa el sitial que tiene como patrono
a Félix Frías. Fue S~cretario y Presidente de eRta Academia en el periodo 1974-77 .
Perteneció al Directorio del Colegio de Abogados de Buenos Aires , cuya presidencia
ocupó por dos períodos. Ha pronunciado conferencias en las Facultades de Derecho
de Córdoba y Tucumán, en el Instituto Popular de Conferencias y en otras Ins-
tituciones. Ha colaborado en la Revista de la Facultad, en 'Jurisprudencia Argen-
tina' y en 'La Prensa'. Entre sus publicaciones sobre temas de derecho se cuentan:
La Constitución de los Estado~ Unidos como precedente argentino , Jurisprudencia
constitucional de la Corte americana , El Presidente de los EE. UU. , su función
y sus poderes, Invocación del Preámbulo, Historia externa de la Constitución, Lec-
ciones sobre la Constitución. , etc. Sobre temas históricos ha publicado: El general
Roca de ministro a presidente, El general Celedonio Gutiérrez y la poUtica de la
Conf"edera.ción, Alberdi en viaje por América y Europa, La presidencia de Ave-
llaneda , etc." (Homenaje al Dr. Alberto Gabriel Padilla , Buenos Aires , 1979).
úú 2 Carlos Sánche:<. ViamonLe fue un fecundo estudioso del derecho consti-
tucional , actividad que compa1-tió con la política, habiendo sido diputado nacional
y provincial. Entre sus obras se cuentan El hábeas corpus (1927); La cultura
frente a la universidad ( 1928); Ley marcial y estado de sitio en el derecho argentino
(1931); Democracia y socialismo (1933); Defectos sociales de la Co':'stituáón de
1853 (193;j)· Hacia un nuevo derecho cor~stitucional (1938) ; CuestiOnes m stLtu-
cionales (Labor parlamentaria) (1941); Manual de derecho constitucional (1944);
El problema contemporáneo de la li.bertad (1945) , etcéL~ra . . . .
G5:J Pocos profesores y juristas han reumdo tantos titulas Y distmc10nes a~a­
démicas como Segundo V. Linares Quintana. En su obra Tratado de mterpretactón
CoNTROL DE CONSTITUClONALlDAD
410
cionar a Rafael Bielsa y Juan Francisco Linare~ , ~ue , ~1 bie~
cultivaron preponderantemente el derecho adrrum~tratlvo hl-
. n notables aportes al derecho constitucional -sm perJUlC10
cLero . · · b
de otros muchos-) , se giró nuevamente hac1a 1os v1e~?s rum os
del constit.ucionalismo alberdiano y de la generac1?n de_l 80.
Tampoco fue igual la Corte S'_lprema baj~ 1a pres1denc~a. ~e
Roberto Repetto ~fi• que bajo Lms R. Longh1 55 5 , luego del JUlClO

constitucional (Buenos Aires, 1998) figura una reseña de su vida académica que
transcribo textualmente: "Abogado y Doctor en Derecho y Ciencias Sociales (Uni -
versidad Nacional de Buenos Air.,s). Prof.,sor Titular Emérito de Derecho Cons-
titucional de la Univet·sidad acional de Buenos Aires. Profesor Titular Emérito
de Derecho Constitucional y Derecho Público Pr-ovincial y Municipal de la Uni-
versidad Nacional de La Plata. Miembro de Número y ex Presidente de la Academia
Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires . Miembro de Número
y Presidente de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Polfticas. Miembr-o
de Número de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Miembro de
Ntímero de la Academia Argentina de la Historia. Miembro Correspondiente de
la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de Madrid. Miembro de Honor-
del Tnstituto de Estudios Políticos de Madrid. Miembro de Honor de la Acade-
mia de los Doctores de Barcelona . Miembro de Honot· del Instituto de Derecho
Político de la Unive1·sidad Nacional de Córdoba. Profesor Visitante de Ciencia Po-
lítica y Derecho Con•titucional de la Universidad de North Carolina (Chapel Hill,
N.C .. U.S.A.). Miembro Honorario del Instituto de Estudios Legislativos de la
Federación Argentina de Colegios de Abogados. Ex Directo r del Instituto de De-
recho Constitucional y Polftico de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Ex
Din~ctor del Instituto de Derecho Constitucional y Ciencia Política "Carlos Sánchez
Viamonte" de la Universidad Nacional de La Plata. Fundador, ex Presidente y
Presidente Honorario de la Asociación Argentina de Ciencia Política. F.x Miembro
del Comité Ejecutivo de la International Political Science Association. Primer
Premio Nacional de Ciencias (Historia , Filosofía, Ciencia• Sociales, Política~ y
Económicas) (1955/57). Premio de la Fundación Bunge y Born en Derecho (1981).
Premio Laurel de Plata, del Rotary Club de Fluenos Aires . Premio Konex de Pla-
tino: Humanid ades-De,·echo Constitucional (1996 ). Ex Profesor de la Escuela de
Gucn-a Naval. Miembro del Comité Consultivo de la Asociación Argentina de
Derecho Constitucional".
554 Roberto Repetto nació en Buenos Aires en 1881. Fue profesor de derecho
civil en la Universidad de Buenos Aires desde 1907. fecha en la que fue desig-
nado Juez de 1• Instancia en lo Civil. Entre 1910 y 1916 fue Juez de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil, y postRriormente, en 1932, fue designado
Mimstro de la Corte Suprema, presidiendo el Tribunal al morir J osé Figueroa
Alcorta. }{enunció en 1946 y murió en Duenos Aires en 1950. Había sido miembro
de ~a Acad~mia Nadonal de Derecho de Buenos Aires. Los datos sobre su vida
estun recogtdos de una serie de documentos recopilados en In Memoriam - Roberto
Repetto. Buenos Aires, 1981, publicación efectuada con motivo de celebrarse el
centenano de su nacimiento.
M!\ Luis R. Long-hi ingresó a la Corte Suprema 1947 1 d · · ·
político Y permaneció allí hasta 1955, cuando fue remo~~o por 1:~~~o1:!i~~~~~
T ENDENCIAS JURÍniCO-POLÍTICA DEL CONTROL 411

político de 194 7, o bajo Alfredo Orgaz desde 1955 566 • Sin em-
bargo estas diferencias -aun profundas- no son suficientes para
impedir un análisis en conjunto de toda esta época. No al-
canzan para que en una mirada en retrospectiva dejemos de
encontrar fuertes elementos unificadores que -al menos en lo
constitucional- superan las diferencias profundas.
Como es fácil de imaginar, el ambiente era poco propicio
para el desarrollo cabal del derecho constitucional. Ésta es
la más destacada de todas las características de este período:
un derecho constitucional acorralado, enflaquecido, falto de oxí-
geno cívico. A pesar de los esfuerzos doctrinarios de los muchos
y valiosos consiitucionalistas de este período , al derecho cons-
titucional argentino entre 1930 y 1983 le ocurrió lo mismo que
al español bajo el período anterior a la sanción de la Cons-
titución de 1978. La vida política es para el derecho consti-
tucional como la tierra para el árbol que hunde sus raíces en
ella en busca de nutrientes. Si la vida política está asfixiada,
lo estará también el derecho constitucional. Cinco décadas pla-
gadas de interrupciones constitucionales y situaciones de emer-
gencia económica y política consumen la mayoría de los es-
fuerzos intelectuales en la elaboración de doctrinas que las
expliquen, las critiquen o las justifiquen, con olvido o impo-
sibilidad de desarrollar otros aspectos. Por otro lado, la cons-
tante renovación de la Corte hizo que el Tribunal estuviera
peligrosamente cerca de cada presidente. Todo ello es una cons-
tante en estos cincuenta años, más allá del signo político que
los gobiernos hayan tenido.
Puede decirse, en síntesis, que la etapa aquí considerada
está caracterizada por el desarrollo hipertrófico de tres grandes
temas constitucionales: a) la justificación de los gobiernos de
facto ; b) el estado de sitio, y e) el intervencionismo estatal
en lo económico. Pero haciendo una síntesis más apretada aún,
puede decirse que las cinco décadas que transcurren entre 1930
y 1980 en la Argentina están marcadas por el derecho cons-

ese año. Junto con él fueron deBignados y también removidos Felipe S. Pérc1.,
J'u sto L. Álvarez y Rodolfo G. Valenzucla.
556 Alfredo Orga1. ll egó a la Corte designa do por el presidente Lonardi en
1955 y renunció en 1960. Juntó con él juraron Manuel Argañaraz (1955-1958),
Enriqu e V. Galli (1955-1958), Carlos H errer a (195!1-1958) y Jorge Ver a Vallejos
(1955-1956).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
412
titucional de la emergencia, que tiene como marco gen~r.al la
enorme predisposición de la Corte a con~alidar la~ d~c1s1ones
ejecutivas. Al margen de esta deformación const1t~~10n~l, .la
Corte logró, no obstante, desarrollar muchos prmClplüs JUns-
prudenciales que en lo teórico han sido valiosos, pero que dadas
las circunstancias políticas descriptas, sufrieron frecuentemen-
te un severo problema de aplicación en la práctica.

2. EL DERECHO CONSTITUCIONAL DE LA EMERGENCIA. En lo


que se refiere a la emergencia política, ya la Acordada del 10
de septiembre de 1930 ~ 7 admite que el gobierno provisional
del general Uriburu "estaba en posesión de las fuerzas militares
y policiales necesarias para asegurar la paz y el orden y pro-
teger la vida y propiedad de las personas", lo que luego la
llevó a convalidar los actos de dicho presidente enmarcados
dentro del artículo 86 de la Constitución, sin reconocerle todavía
facultades legislativas 55" , pero admitiendo la validez de la des-
titución de jueces 559 • El reconocimiento de facultades legisla-
tivas en el presidente de facto sólo tuvo lugar a partir del
golpe de Estado del 4 de junio de 1943 -el que también motivó
una acordada análoga a la de 1930 560- , en "Municipalidad c/Ma-
yer" 561. Este criterio luego fue reiterado y ampliado en varios
casos, especialmente a partir de la nueva in legración de la
Corte posterior al juicio político de 1947. Entre ellos puede ci-
tarse "Enrique Arlandini" 562 , "Martín & Cía. Ltda. c/Erazo" 563
y "Ziella c/Smiriglio Hnos." 564 • La Revolución de 1955, a su
turno, da un paso más adelante, atribuyéndose directamente
el uso de las facultades constituyentes y legislativas. En lo
que a estas últimas se refiere, la Corte prestó su asentimiento
en el caso "Lopardo Petrucci" 565 al declarar la validez del decreto
4070/56, de suspensión del divorcio vincular, para convalidar

M7 Fallos , 158:290 (1930).


658
"Autos Administración de Impuestos Internos c/Malmonge Nebreda" Fa ·
llos, 169:309 (1933). '
559 "Avellaneda Huergo", Fallos , 172:344 (1935).
°
56 Fallos , 196:5 (1943).
561 Fallos , 201 :239 (1945).
062
Fallos, 208:184 (1947).
563 Fallo.~, 208:497 ( 194 7).
664 Fallos, 209:25 (1947).
66
·~ Fallos, 243 :265 (1959).
TE NDENCIAS JURÚ>ICO-POLiTICAB DEL CONTROL 413

más tarde todo el hecho revolucionario en "Juan Domingo Pe-


rón" 566 . En este mismo período nace la doctrina de la conva-
lidación de la destitución de los jueces por el gobierno de facto
con el caso "José Maria Sagasta" 567 • Igual reconocimiento de
facultades legislativas efectuó la jurisprudencia que analizó el
período posterior al derrocamiento del presidente Frondizi en
1962. Así debe tenerse en cuenta, por ejemplo, la causa "Al-
berto Cassino" 568 . Y más profundamente aún reconoció la Corte
la actividad del gobierno m1litar de 1966, al que además de
admitirle facultades legislativas 569 le reconoció poderes revo-
lucionarios en orden a "realizar los actos necesarios para el
cumplimiento, de sus fmes " en "Ricardo Molinas" 570 . Esta doc-
trina luego se repitió con motivo del golpe militar de 1976
en la causa "César Arias" fi 71• En este último petiodo, además,
la Corte sostuvo en el caso "Jaime Lokman" que las actas ins-
titucionales y el estatuto de] proceso de reorganización nacional
(así fue denominado el movimiento militar), integraban la Cons-
titución 572 . Hay autores para los cuales la doctrina de facto
no debe computarse como un instituto de emergencia, ya que se
trata, a su juicio, de una violación al orden constitucionaP 7 ~ .
En todo caso, creo que se trata de un instituto de emergencia
inconstitucional, tal como lo es también la ley marcial a la
cual aludiré enseguida.
'l'ampoco el reconocimiento de medidas extraordinarias co-
mo el empleo de la ley marcial, esto es, la extensión de la ju-
risdicción militar a los civiles, ha estado ausente en el pensa-
mienLo de la Corte, ya sea en períodos de iure como de facto 074 •

566 Fallos , 238:76 (1957).


~r.1 Fallo~, 24 1:50 ( 1958).
668 Fallos, 270:483 (1968).
569 "Lanfranclti de E scala", Fallos, 271 :58 (1968).
570 Fallos, 270:367 (1968).
fi71 Fallos , 302:104 (1 977).
572 Fallos, 299 :142 (1977)
57:; D ALI.I\ V! A, Alberto R., Derecho constitucional económico , Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1999, p. 363 .
<>7 4 Son varios los antecedentes en los que fue aplicada la ley marcial en
nu est ro pafs: a) en 1868, en San ,Juan, se pretendió aplicarla contra unos mon-
toneros de Felipe Varela, detenidos en Salta. Procesados por el juez federal, la
Corte ratificó la comp etencia judicial y desestimó la jurisdicción militar; b) en
1869, un decreto del presidente Sarmiento facultó al general Arredondo a sujetar
a las leyes militares a los ciudadanos que resistieran las resoluciones de las au-
toridades nacionales. Con tal motivo fue sometido a un consejo de guerra el ca-
414 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

La reforma constitucional de 1949 estableció además el lla-


mado "estado de prevención" y alarma (art. 34) y por decreto
19.376/51 , del presidente Juan D. Perón, aprobado el mismo
día de su emisión por ley 14.062, se declaró el llamado "estado
de guerra interno", con efectos similares a la ley marcial, cuya
constitucionalidad fue convalidada por la Corte en "Alberto At-
tias" r.75, con disidencia del juez Casares 576 • Bajo la presidencia
de Arturo Frondizi se implantó nuevamente la ley marcial. El
primer caso relevante fue "Vicente Pucci" 577 , donde la Corte de-
negó el hábeas corpus a favor de un obrero ferroviario moviliza-
do bajo las disposiciones de la ley 13.234 578 y el decr. 10.394/58,
a quien se le había impuesto además la jurisdicción militar
con motivo de tales normas 579 , pero el caso más significativo
ha sido "Rodríguez, Ruggero y Tambascio" 580 , ya analizado más
arriba 581 . Este fallo dio pie posteriormente a una enorme can-
tidad de sentencias producidas bajo el gobierno militar de 1976-
1983, que justificaron la extensión de la jurisdicción militar
a civiles acusados de atentar contra la seguridad y el orden
públicos. Así pueden citarse, sin agotar la nómina, los casos

becilla montonero Zacarías Segura, quien fue ejecutado; e) el 6 de septiembre


de 1930, t!l gobierno de facto del gt1neral Uriburu e~tablec ió la ley marcia l por
medio de un bando militar que amenazaba el fusilamiento de los sor¡¡rendidos
in frapanti delito contra la seguridad pública o contra lo• bienc~. sin forma alguna
de proceso; d) el 5 de febrero de 1931, el gobierno de Uriburu ordcpó por decreto
medidas sobre ley marcial, previéndose la pena de muerte y prisión aplicable
por tribunales militares , por procedimiento sumario; e) el 26 de julio de 1931 ,
el comandante de la 3ª división del Ejército declaró por un bando militar el imperio
de la ley marcial en la zona do operaciones en Corri entes, ~o n motivo de un
motín; aqui, en lugar de los vicios señalados , el jefe militar asumió el poder le-
gislativo; {J el 4 de junio de 1943 fue decret~'l da por el general Rawson y levan Lada
a los cuatro días por el general Ramírcz , sin ser aplicada.
5 75 Fallos, 223:206 (19fi2). Véase también "Fiscal c/Ahualli ", Fallos , 2:.!4 :82
(l 052).
r.76 Fallos . 223:213 .
5i7 Fallos, 243:306 ( 1959).
578
. E sta ley y la 12.913 regulaban el llamado Servicio de Defensa Nacional
por mcdw del cual lo civiles debían contribuir a la defensa nacional en tiempo~
de ¡;uerra.
S?Y . La defensa de Pucci pretendía la revisión de la condena impuesta en
sede ~¡litar por via de un h_á beas corpus y la Corte sostuvo que este remedio
nodobi~ co mo recurso de revtstón de decisiones adoptadas e n otros órdenes ju-
l'lS 1CC10113. 1es.
°
58 Fallos , 254:116 (1962).
SRl Véase supra, § 90, b.
TENUENCIAS JURIDICO-POLITICAS DEL CONTROL 415

"Lanza Ybarrola" 582 , "Papetti" 583 , "Saragovi" 68 \ "Arancibia Cla-


vel" 58·\ "Weinzette1" 586 , "De la Torre" 587 y "Diessler" 688 cuyo estu-
dio fue hecho en su momento por BIDART CAMPOS y VANOSST ó89 .
A su vez la Corte ha analizado los poderes de guerra del
Presidente en el conocido precedente "Merck Química Argentina
c/Gobierno Nacional" 590 , fallo en el cual fueron abordadas nu-
merosas cuestiones, entre ellas la del comportamiento de la
llamada "propiedad enemiga" 591 • Se analizan en él las atribu-
ciones del Presidente durante un conflicto armado y se colocan
tales competencias , incluso, por encima de lo prescripto por
la Constitución: " .. . no cabe discusión alguna sobre la exis-
tencia y preexistencia de tales poderes de guerra -dice la Cor-
te-, por cuanto los principios rectores de que está informado
en mira a la salvaguardia de la integridad e independencia
nacional o salud y bienestar económico-social que significa uno
de los objetos primarios de toda sociedad civil, son forzosamente
anteriores y, llegado el caso, aún mismo superiores a la propia
Constitución 5 ~ (. •• ) Que por lo tanto no es del resorte del Poder
2

Judicial juzgar y resolver sobre aquellas necesidades, los medios


escogidos y la oportunidad en que pudieron o debieron ser re-
alizados, desde el momento que el exclusivo poder autorizado
para determinar sobre la procedencia o razonabilidad bélica
de esas y otras medidas adoptadas en el curso del estado de gue-
rra, es el mismo órgano de gobierno asistido de aquellas atri-

58~ Fallos, 295:997 (l976). En este caso, si bien fue ratilicuda la validez
de la ley marcial, por las particularidades del mismo, se declaró competente a
la justicia ordinaria.
5H3 Fallos, 301:419 ( 1979).
584 Fallos , 300:1173 (1978). . .
oM Fallos, 302:973 (1980). También aquí la Corte justifica la constJtucw-
nalidad de la ley marcial en situaciones de excepción, pero en el caso en particular
declara la competencia de los tribunales civiles.
586 Fallos, 302:1626 (1980).
5H7 Fallos , 30:1 :172 (1981).
&RH Fallos , 303:308 (1981l.
~s~ Véansc los trabajos citados en el cap. V, nota 151.
~~o Fallos, 211:162 (1!:148). ·t dos
5 91 Sobre la propiedad enemiga antes y después del fall~ me rem' o a .
. e 1 L propiedad enemiga y la ConSlltU ·

Obras ' respectivamente: ADnor.UE, · ar os,946a d L
D · NHÜFI::I\ Eduar o a con¡ts·
ción nacional, Depalma, Buenos fir;s. 1 ' '>: un l'd d Alfa B~enos Aires,
cación de La "propiedad enemiga . Su wconslltucwna 1 a , •
1957.
592 Fallos, 211:196.
416 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

buciones insusceptibles de ser calificadas como judiciales" 593 .


Como puede verse, la doctrina de este fallo otorga poderes al
Presidente más allá de cualquier norma jurídica y excluye el
control judicial, no sólo sobre los fines, sino sobre los medios
empleados. No menos importante en materia de decisiones de
emergencia fue la convalidación de la llamada Ley de Expulsión
de Extranjeros en el caso "Simón Scheimberg" ' 9 \ al que ya
he hecho referencia 595 •
En cuanto a la emergencia económica, la experiencia acu-
mulada en esta materia a lo largo del período aquí conside-
rado no es menor. En realidad, es abrumadora y ha producido
una literatura jurídica de vastos alcances. Esta serie juripru-
dencial corre en este período a través de los casos "Avico c/De
la Pesa"~Yo, "lnchauspe c/Junta Nacional de Carnes" 597 , "Russo
c/Delle Donne" 698 , "Cine Callao" 599 , por mencionar tan sólo los
más significativos, que ya he analizado cuando sostuve que
en la Argentina la emergencia económica se ha comportado
como una cuestión política encubierta, adonde me remito 600 •

3. LA PROTECCIÓN DE LA PROPIEDAD. Hasta aquí he efec-


tuado una reseña de los fallos que jalonan la doctrina de la
emergencia económica elaborada entre 1930 y 1960, lo que in-
dica la fuerte restricción que sufrió el derecho de propiedad
individual en este período. A esta serie debe agregarse "Fer-
nández Orquín c/Ripoll" 60 \ resuelto poco antes del golpe militar
de 1966, en el cual se debatía la constitucionalidad de los arts.
7~ , s~ y 11 a 14 de la ley 14.451, que disponían, entre otras
medidas de restricción de la propiedad, el congelamiento de
los arrendamientos rurales, creando a tal fin diversas catego·
rías de locadores. La Corte, precedida de un dictamen del pro-
curador Ramón Lascano 602 , que propiciaba la declaración de

~9a Fallos, 211 :211.


Ml4 Fallos , 164:344 (1932),
595 Véa se supra , nota 314.
596 Fallos, 172:21 (1934).
597
Fallos, 199:483 (1944).
59R Fallos, 243:467 (1959) .
599 Fallos ,247 :121 (1960).
600
Me r ci.Ilito a lo dicho supra § 116 e
601
Fallos, 264:416 (1966). ' ' ·
60
~ Fallos , 264:418-419.
'l'ENDENCIAS JURfDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 417

inconstitucionalidad de las normas, y mediante un fallo muy


dividido 603 , entendió que aquellas eran constitucionales, acu-
diendo para ello a criterios fundados en eminentes políticas
desarrollistas de subordinación de la propiedad individual al
interés general 604 • Esta doctrina fue expresamente deroga-
da dos años más tarde en "Muñiz Barreto de Álzaga c/Des-
tefanis"606, donde nuevamente se discutía la constitucionalidad
de la ley 14.451. Sin embargo, en esta ocasión, una Corte uná-

r.oa Votaron en di~idencia los jueces Luis M. Boffi Boggero, P edro Aberastury
y Carlos J. Zavala Rodríguez. mientras que la mayoría estuvo integrada por Aris-
tóbulo Aráoz de Lamadrid , Ricardo Colambres, Esteban Tmaz y Amílcar Mercader.
r.o• Para ello sostuvo, con múltiples citas de autores extra nj eros, entre otras
consideraciones, que "para la promoción de una política económica expansiva cons-
tituye medio apto la radicación y seguridad de trabajadores agrícolas, de tal ma-
nera que ije incremente la población campesina independiente y se m ejore también
su situación económica (consid. 12 ) (. . .) parece admisible que la reducción del
peonazgo y el aumento de los propietarios rurales y de su nive l de vida puede
favorecer el desarrollo económico agropecuario y la consolidación d e otros tipos
de industria vinculados con la producción rural y con Jos medios y elementos de
trabajo y bi enestar que ell a requiere, todo lo que es susceptible de constituir
una de las bases eficientes para el crecimiento y la expansión económica integral
(consid. 22) ( .•. ) Que t!S importante todavía señalar que esta Corte Llene deci dido
que no es acertada una interpretación estática de la Constitución nacional. Porque
ella dificulta la ordenada marcha y el adecuado progreso de la comunidad nacional
que debe acompañar y promover la Ley Fundamental - Fallo.q , 256:588 y otros-.
A lo que debe agregarse que la interpret.ación dinámica resulta imperiosa cuando
a la clásica consagración de la garantía de las libertades individuales y jurídicas
se agregan cláusulas dt! contenido social que rcqujeren la exégesiR concertada
del conjunto, como lo es el actual artículo 14 'nuevo' de la Constitución nacional
(consid. 6 9) ( . .. ) las cláusulas legales que congelan las rentas de los fundos agrí-
colas arrendados, ya sea por constituir ellos colonias de renta , ya por ser de
propiedad de sociedades anónimas , pueden estimarse respaldadas constitucional-
mente en cuanto tendientes a la proscripción de formas de explot.ación rural que
conspiran contra la expansión económica y social en razón de que dificultan la
radicación de los arrendatarios y el ulterior proceso que de ella, y de la meJora
económica que de aquéllos se espera (consid. 11) (. .. >. Que además Y .en cuanto
las leyes respectivas organizan un sistema que prop~cta la enaJena_etón d~ los
fundos en cuestión a los arrendatarios y tiende a evitar la actuacl.on. pas•va o
el ausentismo de las grandes organizaciones estableciendo un procedmuento que,
en definitiva, garanliza que aquélla no se opere en forma expoliatona (arts. ?,
8, 11 a 14 y correlativos de la hoy 14.451) cabe igualmente aseverar que la gar~nt•a
de ]a propiedad no se halla de este . modo afectada de ma~era que a.utonce a
considerarla desco nocida en su eseneta (cons1d. 12) (... ) la ctrcunstanc1a de que
Ja congelación de rentas pueda perdurar opera como incentivo legal a los fine s
de la conducta adecuada a los objetivos legítimos de la normac1ón V1gente para
este orden de cuestiones" (consid. 13).
G05 Fallos , 270:374 (1968) .
CoNTROL DE coNS'I' t'l'UCIONALlDAD
418 .' 607
, , el aval de la ProcuraclOn '
n1me Go6 , que ademas conto con t'
. . al la norma lVa e
n cuestión "os. Con este
. l
declaró inconstttu~~~n_ , d de mayor protección a a
segundo f~1lo . s~ IDlCla :r::::t~d~ bajo 1a Corte de 1966-1973.
propiedad 1nd1V1dual exp dado "Empresa Mate
Dentro de esta línea merece ser recor .
. M d S A "so9 en el cual fue cuestionada la cons-
~arangerrl.ad dedn ledsec~ i92i/66 que prohibió 1a cosecha de yer-
tltuclOna 1 a e · ' ·d t rte de
ba mate durante 1966, así com_o el rc~oVl o y ranspo , -
. artida e no estuVIese cubierta por una _gm~ es
cua~qluidcr plib trans~ ito La Corteslo declaró inconstituciOnal
pecta e re . . h '" b'
el decr. 1921/66su . Asimismo, en "Santa Fe c!N1cc 1 , caro 1an-

nO, El Tribunal por entonces est.aba integrado por F.duardo Ort~z Basualdo,
R b . ·t E Chute Marco Aurelio Risolía, Luis Carlos Cabra \ y J ose F. B1dau.
0
En
err.~ su dictamen (Fallos, 270, 375-376), el Procurador, Dr. Eduar~o Ma:-
quardt , hi zo suya la tesi de su antecesor, Hamón Lascano, en la causa Orqum
c/Ripoll", antes citada. . · · d 1 d
Gos "Siendo la ley 14.451 una de aquellas qu e se dictan en eJerciCIO e po er
de policía y que asume, además, un nít.ido car ácter de eroergen?1a, no pu ede per-
derse de vista que e te Tribunal ha declarado sohre este cap 1tulo (. .. ) que en
circunstancias excepcionales y t.ransitorias (. .. ) cuadra el ejercicio del poder de
policía del Estado en forma más enérgica que la que admiten los períodos de
sosiego y normalidad. No obstante ello (. .. ) si bien la ernergenc_ia just.ifica con
respecto a los poderes concedidos, un ejercicio pleno y a veces dtverso del ordi-
nario, en constderación a las circunstancias excepcionales que la configuran , ella
no autoriza si n embargo (. .. ) el ejercicio por el gobierno de poderes QUP la Cons-
titución no le acuerda" (cons id. 92) . Luego, el l'aUo indica que "en es te se ntido
resulta clar.. meute discriminatorio y hostil para determinadas categorías de per-
sonas la ci1·cunstancia de que, reconociendo la ley y el derecho a reajustar los
precios de los arrendamientos, ello no obstante se obligue a a lgunos a seguir
percibiendo un canon que puede res ultar no remunerativo o aún deficitario" (con-
sid. 1 2~ ). Por ello, ent.iende la Corte que "la discriminación establecida en el ar -
tículo 8" de la ley 14.451. no se confo rma ni se aviene con el principio de la
igualdad ante la ley de la Constitución nacional" (consid. 14) .
6119 Fallos, 269:393 (1967).
s1o Co n disidencia del minist.ro Chute (Fallos , 269:399 y 400).
Gll Dijo en esa ocasión que "los derechos de trabajar y comerciar libremente,
de recoge!' y transportar los frutos o productos del t rabajo y de gozar de la pro-
piedad así adquirida , resultan palmariamente r estringidos y lesionados por el
dccr. 1921 del 17 de marzo de 1966. Restt;cción y lesión doblemente injustifi cada,
si se atiend e al momento en que se decreta la medida, sin anuncio prev io que
permita obviar los perjuicio que derivan de las inversiones y obligaciones que
demanda el proceso de la producción y sin que el sacrificio que se exige a quienes
plantaron sea objeto de resarcimiento alguno en los términos del decreto que se
imp ugna en el sub lite , no obstante l as previsiones dP la Constitución nacional
a propósito de la justa y previa indemnización con que el Estado debe compensar
el des apropio de lo que toma a los particu lares por causa de ut ilidad pública"
(consid. 6'').
TEI'\IlENCIAS JURÍOICO-POLfTICAS DEL CO:'\TROL
419
dlo radicalmente su jurisprudencia anterior612 rígida t
e ada .en el secular nominalismo la Corte adriti , men e an-
fae !:~~:=~=~ió·~· expropiatori~ debía ser fijadoo aq~e f=~~=l~~
dexac· - . mi Iva, consagrando así el principio de la in-
wn? aJuste monetario sw, doctrina luego r atificad "E
tado Nacwnal c/Chacofi S.A."6J<. a en s-

~e tod.os .m.odos, el retorno a un criterio protector de la


P_:~pledad llldlV~d~al no tuvo durante este período caracteres
ng1dos o anacromcos. Ello está evidenciado, por ejemplo, en
aquellos casos en los que se debatía la constitucionalidad de
l_a ley de ~bastecimien~~ 17.724 615 . Dicha norma st" fue decla-
I a da constltucwnal en Inverlac S.A.C .l."" 17 , en el cual se sos-
tuv0 61s: "Que la ley 17.724 ha sido dictada con la finalidad
de asegurar una auténtica competencia, correctos usos comer-
ci~le.s y evi~ar la especulación, como así también dotar al poder·
pubhco del mstrumento legal que le permita vigilar los procesos
de producción y distribución de bienes y servicios de uso común
Y generalizado por parte de la población. Se trata en conse-
cuencia, de una legislación de policía federal , dictada en ejer-
cicio de las atribuciones que confiere el artículo 67 , inc. 16 de
la Constitución nacional" 619 • Igual orientación se advierte en
el caso "Rolando Pérez" 620 , en el que volvió a ser tratada la

01 2 Antes de este pronunciamiento se fij aba la ind emnización expropiatori a


a la fecha de dt!s posesión , sin admitirse actualización de la misma a la fecha
de la se ntencia deliniliva (Fallos, 241:73 ; 248:684; 250:fí0; 258:164; 25Y:293;
260:17fí; et.r.. ).
6\.J Sostuvo que "para mantener intangible el pri ncipio de la justa indem-
niz ación -decía la Corte- frente a la continuada depreciación de la monedri , el
valor del bien expropiado debe fijarse al dia de la sentencia definitiva , su pu esto
que entonces se transfiere el dominio y que el pago sigue a esa sentencia sin
apreciable dilación. Porque si así no fuese, debe incluso quedar a sa lvo el de-
r echo del expropiado a ser resarcido de la mora injustificada que lo perjudiqu e"
(consid. 79 , Fulluo, 269:112 , esp. p. 114).
¡;¡4 Fallos , 285:!:\!:l (1973).
fi1r. BO , 30/6/1968.
616 La ley disponía que los procesos de producción, comercialización y distl'i-
bución serán vigi lados a efecto~ de prevenir y evitar la fijación arbitraria de precios
y toda clase de prácticas nociva ~ r estrictivas de la libre competencia (art. 2"),
para lo cua l el Poder Ejecutivo qu edaba fa cultado incluso para "establecer o limitar
márgen es y/o porcentajes de utilidad; y/o fijar precios topes" (art. 3°, inc. b).
617 Fallos, 276:222 (1970).
GI S El fallo lleva las firmas de los ministros Chute, Risoüa, Cabra] y Bidau.
619 Consid. 5".
620 Fallos , 278:188 (1970).
420 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

ley 17.724, admitiéndose la validez, incluso, del depósito previo


de la multa para hacer viable la interposición del recurso de
apelación contra la multa impuesta.
Resulta elocuente testimonio también del concepto mode-
rado de propiedad individual tenido por la Corte en este período
el fallo de autos "C.A.V.l.C. c/Juan Maurín y Cía. S.R.L." 621 •
La ley 3019 de San Juan había creado la Corporación Agroe-
conómica, Vitícola, Industrial y Comercial (C .A.V.l.C.) como en-
te regulador de la actividad vitivinícola, con similares carac-
terísticas a las de la Junta Nacional de Carnes. Es así como
se imponía a los productores del sector una retención obligatoria
sobre el producto de sus actividades (hasta un monto máximo
del 5% de su producción anual), que los convertía en accio-
nistas de la Corporación. La Corte 6 ~ 2 , contando con un dicta-
men en igual sentido del Procurador 623 , entendió que el sistema
era constitucional. Para ello se fundó , entre otras considera-
ciones, en su anterior fallo en autos "lnchauspe c/Junta Na-
cional de Carnes" 64.A dado que la similitud de los ordenamientos
jurídicos considerados en uno y otro caso lo permitía.
La finalización del gobierno de facto iniciado en 1966 trajo
una renovación total de los miembros del Tribunal 625 • Bajo esta
nueva composición se advirtieron algunos cambios que incli-
naron al Tribunal hacia un criterio menos estricto del control
constitucional sobre las restricciones a la propiedad. Como ve-
remos, en algunos casos, los mismos fueron sustanciales. En
materia impositiva el Tribunal exhibió un criterio fiscalista ,
ya que a los efectos de la procedencia de la repetición de im-
puestos, estableció la necesidad de probar el empobrecimiento
por parte del contribuyente 626 . En "Cía. Nobleza de Tabacos

6
~1 Fallos, 27 7:147 (1970).
juece:"~~ilz f~~os~!~!od;~!:~· 5~0 :!~o~o~s~it~cion~l~dad dEel sistema voLaron los
jueces Ri•olía y Ca bJ•al. . u e y 1 au. n contra votaron los
623
Fallos , 277:150-165.
624
Fallos , 199:483 (1944).
. 625 A parlir del mes de junio d 1973 l C .
Jueces Miguel Ángel Ber~aitz com pe . , a orte quedó mtegrada por los
nesto Corvalán N anclares H'éct oM residente, y por Manuel Aráuz Castex Er-
Gcuera! fue Enrique Carlos • Petor h'asnatta y Agu st·ID D'1az B'1a1et. Procurador
'
lit6 D b racc l.
e e aclarase que, según los fall . . .
del cm pobrecimient.o sólo r egía para socieos. que citare seguidamente, el criterio
pero no para personas individuales. . dades comerciales con fme s de lucro,
TENDENCIAS JURíDICO-POLÍTICAS DEL CO.iTROI.

S ·A ·" 627 f ue rec h azada la demanda de repetición del imnn-,..


a l~s venias de la. actora, "ya que la misma no procede
razon de <:t~e la accwnan~e no ha acreditado, como presup
de su ~c~10n, haber sufndo un correlativo y proporcional
pobrecimienlo derivado de la obligación fiscal a consecuencia
del pago efectuado. En efecto: de la prueba rendida no
q~e la ~ctora haya sido quien, en definitiva soportó la carga
t:1butana -extremo éste que, tratándose de sociedades comer-
Ciales o con fines lucrativos, no es inferible del solo hecho de
los pagos y por su única virtud-" 628 • Esta posición fue mau-
tenida luego en "Vialco S.A. c/Río Negro" 62 9 .
De igual manera, la Corte ejerció una escasa revisión ele
la eventual confiscatoriedad de las multas administrativas. Ea
"Córdoba del Tucumán S.A." 630 se impugnaba la constitu~
nalidad de la multa aplicada por infracción a la ley 17.163
de 1967 sobre producción y comercialización del azúcar. La
Corte, al confirmar la sentencia del juzgado en lo Penal Eco-
nómico, sostuvo que "en materia de sanciones patrimoniales
no cabe alegación de confiscatoriedad por causa de su monto.
Y ello porque se trata de sanciones intimidatorias indispen-
sables para lograr el acatamiento de las leyes que de otra ma-
nera sería impunemente burladas, y porque , además, se incurre
voluntariamente en los hechos que trae aparejada su imposi-
ción así como también por ser regla establecida por la jurispru-
den~ia de esta Corte que no existe agravio a la Constitución na-
cional cuando la transgresión a la misma que se dice ocurrida es
consecuencia de un acto u omisión discrecional del interesado"
(p. 89). Con este mismo espíritu,. ~e convalidada -~amb1 é n la
multa impuesta al diario "Argent1rusches Tageblatt , en au~os
"Al Cía S A " 6 3 1 por infracción a las normas de prec1os
emann Y · · · ' . · t t ces
máximos establecidas en la ley de abastec1nn~n os e n on
· t 6:< 2 Para ello se aludió al "carácter esencialmente regu-
Vlgen e · . ·onan transgre-
lador de las normas penales-especia1es que sancl d
siones a la política económica, o social del Estado, como suce e

G27 Fallo s, 287:175 (1973).


u2H Consid. 4º.
629 Fallos , 292:604 ( 1975).
G ~O Fallos, 293:85 (1975).
u3 1 Fallos , 293 :50 (1975). OS (BO 113172 ), que sustituyó a la anterior
632 ~e trataba de la ley 19.5 ,
ley 17.724.
CoNTROL n E CON STITUC IONALID AD
422
en la especie, en que se debate una infracción adm~nistrativa al
régimen legal de abastecimientos. Y donde , al 1gual q~e ~n
otras materias afines, se trata de proteger y asegurar la ehc~c1a
del poder estatal y el estricto ~um_Plimiento de l~s medidas
de planificación económica y soctal, mherentes al m~~mo , ~omo
req uisito indispensable de una economía de expans10n ' . exltosa
" 633
y un desarrollo pleno y justo de las fuerzas. econom!,cas .
En contra de esta tendencia debe menciOnarse Ventura
cfBCRA" "~4 el cual demuestra un efectivo criterio protector de la
propiedad individual. El actor había entablado una ac~ión de
amparo contra una circular del Banco Central, po.r medio de_la
cual se había establecido que los titulares de pasaJeS al extenor
debían abonar la diferencia, en moneda nacional , resultante en-
tre el cambio vigente al momento de su emisión y pago y el que
rigiera cinco días hábiles anteriores al momento de la iniciación
del viaje. La Corte, unánimemente 63' , confirmó la sentencia
de primera instancia que había hecho lugar al amparo y anuló
la circular respectiva del Banco Central. Para ello, con citas
de casos clásicos 636 , recordó que "es jurisprudencia de esta Cor-
te , que el término propiedad empleado en los arts . 14 y 17
de la Cons titución nacional, ampara todo el patrimonio inclu-
yendo derechos r eales o personales, bienes materiales o inma-
teriales y, en general, todos los intereses apreciables que un
hombre pueda poseer, fuera de sí mismo, y de su vida y libertad;
entre ellos, los derechos emergentes de los contratos" (p . 157).
También es de recordar "Corporación Inversora Los Pinos
S.A. c!MCBA""37 , donde se reconoció la responsabilidad del Es-
tado por acto lícito 638 . Por último, fue mantenida la doctrina
sobre desvalorización monetaria del período anterior 639 .

633 Fallos , 293:62-63.


n34 Fallos , 294:152 (1976).
635 El 'l'r ibuna l estuvo integrado con los jueces Ber9aitz, Mas natta, Levene
(h .) y Ram ell a.
636
ilustr a n el considerando 11 del fallo los precedentes "Bourdi é" (Fallos ,
145:307 ) Y "Sto ra ni de Boidanovich" (Fallos, 184: 137) , de 1939 , que r emite al
primero.
637 Fallos, 293:617 (1975).
. ~3 8 La aclara era propietaria de un inmueble habilitado por la Municipa-
hd ad pura ser desti nado a hotel alojamiento por hor as . E n virtud de un acto
rEsta not(l contmlia en la páginn •iguien tc.J
6 a9Véase "Dirección Nacion al de Via lidad d Echamendi", Fallos, 290: 362
(1974); "Fernánd ez c!Barreca", Fallos, 291:268 (197 5).
CoNTROL DE CONSTlT UCIO NALIDAD
422

en la especie, en que se debate una infracción adm~nistrativa al


régimen legal de abastecimientos. Y donde, al 1gual que ~n
otras materias afines, se trata de proteger y asegurar la efic~c1a
del poder estatal y el estricto cumplimiento de l~s med1das
de planificación económica y social, inherentes al m1smo, como
requi sito indispensable de una economía de expansión exitosa
y un desarrollo pleno y justo de las fuerzas económicas" 633 •
En contra de esta tendencia debe mencionarse "Ventura
c/BCRA" GS-4 , el cual demuestra un efectivo criterio protector de la
propiedad individual. El actor había entablado una acción de
amparo contra una circular del Banco Central, por medio de la
cual se había establecido que los titulares de pasajes al exterior
debían abonar la diferencia, en moneda nacional, resultante en-
tre el cambio vigente al momento de su emisión y pago y el que
rigiera cinco días hábiles anteriores al momento de la iniciación
del viaje . La Corte, unánimemente 635 , confirmó la sentencia
de primera instancia que había hecho lugar al amparo y anuló
la circular respectiva del Banco Central. Para ello, con citas
de casos clásicos 636 , recordó que "es jurisprudencia de esta Cor-
te, que el término propiedad empleado en los arts. 14 y 17
de la Constitución nacional, ampara todo el patrimonio inclu-
yendo derechos reales o personales, bienes materiales o inma-
teriales y, en general, todos los intereses apreciables que un
hombre pueda poseer, fuera de sí mismo, y de su vida y libertad;
entre ellos, los derechos emergentes de los contratos" (p. 157).
También es de recordar "Corporación Inversora Los Pinos
S.A. c/MCBA" 637 , donde se reconoció la responsabilidad del Es-
tado por acto lícito 63 H. Por último, fue mantenida la doctrina
sobre desvalorización monetaria del periodo anterior 0" ".

633 Fallos, 293:62-63.


634 Fallos, 294: 152 (1976).
63
5 El 'T'ri.b unal estuvo integrado con los jueces B er~a i tz , Mas natta, Lcvene
(h. ) y Ramella .
636
I1 ustra n el considerando 11 del fallo los preceden tes "llourdié" (Fallos
145:307 ) Y "Stora ni de Boidanovich" (Fallos , 184 :137). de 1939, que remito
pnmer o.
ai
" 37 Fallos , 293:61 7 (1975).
6 8
. ~ La actora era propietaria de un inmu eble habilita do por la Municipa-
ltd ad para se r des ttnado a hotel alojamiento por h oras . En virtud de un acto
639
" . . . !Esta nota continúa en la páRina siguient
. " Vé~s; D1recc16n NaciOnal de Vialidad c/Echam endi" , Fallos, 290:362
(1974), Fem andez d Barreca", Fallos , 291:268 (1 975).
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL COXTROL 423

Un nuevo cambio completo en la composición de la Corte


se produjo como fruto del golpe militar de 1976 y fueron de-
signados Horacio Heredia, Adolfo R. Gabrielli, Alejandro R. Ca-
ride , Federico Videla Escalada y Abelardo Rossi. Como Pro-
curador General fue nombrado Elías P. Guastavino. La nueva
integración no trajo en este caso variantes sustantivas en el
derecho de propiedad. Si bien, en materia impositiva, "Petra-
química Argentina S.A. c/Fisco Nacional" 640 señala la superación
de la doctrina del empobrecimiento del contribuyente como re-
quisito de la acción de repetición, otras materias merecieron
similar tratamiento al que tuvieron bajo la Corte de 1973-1976.
En lo relativo a la Ley de Abastecimiento se mantuvo inicial-
mente el criterio del período anterior en autos "Julio Levit
S.A." 64 \ pero dado que el decr. 29/76 642 había dispuesto la de-
rogación de las normas que imponían precios máximos, la Corte,
en los casos de sanciones administrativas bajo el viejo régimen,
aplicó el principio de la ley penal más benigna, disponiendo
la revocación de las penalidades. Así lo hizo, por ejemplo, en
"Mario Cairo S.A. c/Ministerio de Comercio de la Nución" 64 ' 1
y otras causas similares 644 • Sin pezjuicio de ello, mantuvo las
multas no comprendidas en el decreto 29/76 645 .

!Continuación de la nota 11.'18.)


administrativo municipal posterior (decreto 22.917/67), tal habilitación fue revo-
cada. Ello motivó la promoción de una acción de dafios y perjuicios que fue re-
sistida por la Municipalidad sobre la base de que con ello se había ejercido el
podt'r de policía dentro de un ámbito propio y por razones de moralidad; que el
derecho del propietario del inmueble era pr·eeario; que la actividad ejercida era
ilícita y que e l decreto que ordenaba la revocación era de orden público. La Corte,
al revoca¡· la sentencia 4ue había rechazado la demanda, dijo "que la legitimidad
del obrar administrativo no empece el respelo ú..J úerechu úe la acLura para re-
clamar indemnización por el agravio inferido (. .. ) entr·e otros por cua n to dicha
indemnización nu es la consecuencia de un obrar ilegítimo sino que tiene por
objeto tutelar la incolumidad del patrimonio lesionado de la actora al dejar sin
electo la autorización de que era beneficiaria, en base a la garantía que consagra
el artículo 17 de la Constitución nacional" (consid. 8").
640 Fallos, 297:500 ( 1977).
641 Fallos, 296:302 (1976).
A42 Fechado el 2 de abril de 1976 CBO, 8/4/76).
643 Fallos , 295 :729 (1976).
li44 "Ford Motor Argentina S.A.", Fallos , 295:815 (1976); "Coca Cola S.A.",
Fallos , 295:874 (1976); "Piña Hnos. S.A.", Fallos, 295 :889 (1976); "Centa S.A.",
Fallos , 296:459 (1976).
645 "Madereras Industrializadas Delta S.A.", Fallos , !:!!:HJ:::l62 (1977); "Palmar
Buenos Aires S.A.'·, Fallos, 300:511 (1978); "Didakta S.A.'', Fallos, 304:1602 (1982);
"Ufito S.R.L. ". Fallos . 304:1898 (1982).
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
424
"N ' 1, Antón".,.s donde se debatía la constitucionali-
En 1co as ' · l t bl ·
dad de una ordenanza que ordenaba erradl~ar os es a ecl-
mientos destinados a la fabricación de ladri11os, la Corte en
~ nánime 647 con la opinión favorable del P~ocurad~r Ge-
ormf~·~ rechazó ia acción del propietario desaloJado, se~alan­
~~r~nt;e otras cuestiones que el :rri?unal :'ha. ~econoc1do al
poder político la facultad de restnng1r el eJerciCIO de los de-
rechos establecidos en la Constitución nacional a .fin ~e pre-
servar otros bienes también ponderados en ella, atnbuc1ón que
constituye la esencia misma de las potestades propias del poder
legislativo" 649 · • • ,
En cambio, trat ándose de relac10nes laborales, asurruo una
Posición desfavorable a la reincorporación compulsiva de per-
sonal despedido. En autos "Lms . M arce l o N azar" 650 Y "M'rt1 a
Ester Castro"s:;t, sostuvo que la reincorporación suprimía el de-
recho del empleador a la integración de su personal y la libertad
de comercio e industria. Rechazó también, por lesivo al de-
recho de propiedad, el pago de los salarios dejados de percibir
durante el período del despido, por no haberse prestado durante
su transcurso t rabajos efectivos. Por último, en ''Vieytes de
Fernández" 652 y "Valdez c/Gobiemo Nacional"~ 53 , fue establecida
de manera general la indexación de las deudas dinerarias en
mora, antes de que lo hicieran los tribunales ordinarios 654 •

4 . CoNSOUDACióN DE PRINCIPIOs JURISPRUDENCIALES. No


sería justo ni objetivo, sin embargo, limitar el análisis de este
período a la emergencia, aun cuando ella sea su rasgo domi-
nante. Ciertamente, en estos cincuenta años la Corte Suprema
estableció numerosos principios jurisprudenciales valiosos, que
todos los días son invocados por el Tribunal en sus pronun-

~·lj Fallos, 302:1579 (23/12/80).


6 7
: S~scrib en el fallo los doctores Gabrielli, Ros si, Frias, Gu ast avino y Black.
~ · 8 D1 clam en del Dr. Mario Ju sto López, Palios, 302:1579 , 1580 y 1581.
F.ntre su s fundamentos se lec que "nadie puede invocar derechos adquiridos para
oponerse a un camb1o en la política del gobierno" (con cita de Fallos, 31 :274).
6 '9 Cons•d . 2'.

°
65 Fallos, 302:3 19 (1980).
651 Fallos, 302 :1 489 (1980).
5
lj " Fallos, 295:973 (1976).
65 a Fallos, 295:937 (1976).
654
• La Cámar a Civil de la Capital Federal sólo a doptó est e criterio un afl.o
mas tard e, en el plenario "La Amis tad S.R.L. cflt•\artc", LL , t . 1977 -D , p. 1 (1977).
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 425

ciamientos actuales, por lo que no podrían dejar de ser men-


cionados 6'" .
Durante este período la Corte, al amparo de aquel principio
según el cual la interpretación de la Constitución "no puede
olvidar los antecedentes que hicieron de ella una creación viva
impregnada de realidad argentina, a fin de que dentro de su
elasticidad siga siendo el instrumento de ordenación moral y
política de la Nación" 656 , reconoció la responsabilidad del Es-
tado057; estableció el concepto de cosa juzgada adnúnistrativa 658 ;
protegió el derecho de reunión 609 ; dio nacimiento al control de
razonabilidad 660 y a la acción de amparo 66 ', y admitió el control
constitucional en esta última 66~; limitó el privilegio de la ine-
jecutabilidad de las sentencias contra el Estado 663 ; admitió la
indexación en deudas dinerarias como medio de proteger el ca-
pital en su exposición a la inflación 664 ; estableció las reglas
sobre ejercicio de funciones jurisdiccionales de la Administra-
ción "" 5 ; morigeró los requisitos procesales del recurso extraor-
dinario al desarrollar la doctrina de la arbitrariedad de la sen-
tencia y de la gravedad institucional 666 ; limitó la delegación

655 Son varios los autores que se han ocupado de la historia de la Corte
Suprema desde 1930 hasta nuestros días. Entre ellos: Orti!GA, Eduardo, La Corte
Suprema. Entre la justicia sin poUtica y la poUtica sin justicia, Platense, La Pla-
ta, J 994; CARfilÓ, Alejandro, La Corte Suprema y su independencia, Abeledo-Perrot,
1996; PELI.l::T LASTRA, Arturo, Historia política de la Corte Suprema (1930-1990).
Ad-Hoc, Buenos Aires, 2001. En relación con la actividad de la Corte durante
los gobiernos defacto, ANr.AROLA, Gerardo, "La función política de la Corte Suprema
en los gobiernos de facto", en Función política de la Corte Suprema, libro de
homenaje a Julio Oyhanarte, Alfonso Santiago (h.) y Fernando Alvarez (coords.)
Ábaco , Buenos Aires, 2000, ps. 121 a 140. A su vez, el período 1976-1983, es-
pecíficamente, está descripto por uno de los integrante del Tribunal, en defensa
de las muchas críticas que éste debió soportar: GABHI ELLl, Adolfo R. , La Corte
Suprema de Justicia y la opinión pública , Abeledo-Perrot, Bueno~ Aires, 1986.
65H "Bressani c/Mendoza", Fallos , 178:9 (1937).
li57 "Tomás Dt!voto y Cía. Ltda. S.A. c/Gobierno Nacional", Fallos, 169:111
(1933).
658 "Carmlin de Cantón c/Gobicrno Nacional", Fallos , 175:368 (1936).
tió9 "Campaña Popular en defensa de In ley 1420", Fallos , 207:251 (1947).
GGO "Antonio Sofía", Fallos, 243:504 (1959).
661 "Ángel Siri", Fallos, 239:459 (1957).
662 "Carlos .J. Oulon", Fallos. 267:215 (1967).
G6:1 "Pietranera c/Gobierno Nacional", Palios, 265:291 (1967).
664 "Santa Fe c/Nicchi", Fallo_. , 268:112 (1967).
666 "Fernández Arias c/Poggio", Fallos , 247:646 (1960).
Rli6 Me remito a lo que dije supra, § 119, e Y d.
426 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

legislativa 667 ; reconoció y aplicó sus poderes implícitos 668 ; pro-


tegió la libertad de expresión bajo el estado de sitio 669 ; consagró
la tesis defmitiva sobre los establecimientos de utilidad na-
cional 670; dio interpretación definí ti va a la aplicación de la ju-
risdicción federal sobre los delitos cometidos por medio de la
prensa 67 \ interpretó la cláusula de la igualdad en función del
respeto a la libertad de cultos 672 y protegió esta última res-
pecto de los Testigos de Jehová 673 ; protegió la colegiación obli-
gatoria 674 ; limitó la discrecionalidad administrativa en la ra-
dicación de extranjeros 675 ; protegió el derecho a una rápida
decisión judicial, tanto en causas penales 676 como civiles 677 , etc.
En lo que concierne específicamente al control constitucional,
la Corte estableció el errado principio del control a pedido de
parte 678 , al que he dedicado ya una extensa crítica 679 ; prohibió
que sea ejercido por órganos administrativos "xu; desarrolló la
doctrina del voluntario sometimiento a un régimen jurídico"81
y dio de baja las cuestiones electorales como integrantes de
las cuestiones políticas 682 •
No obstante ello, las permanentes circunstancias políticas
adversas para el desarrollo de un derecho constitucional con
auténtica vocación republicana hicieron que muchos de estos
principios tuvieran escaso arraigo en la realidad, no obstante
su solemne invocación. Un caso típico lo constituye el control

667 "Raúl Osear Mouviel", Fallos , 237:637 (1957).


06
~ "Ana M. Pérez de Smith", Fallos, 297 :338 (1977).
669
"Marcelo Sánchez Sorondo", Fallos. 270:289 (19n8); "Primera Plana", Fa·
llos, 276:92 (1970).
6
70 "Pucci c/Branifl", Fallos , 293:287 (1975). Para un análisis de este pro-
blema me remito a BIANCHI , Alberto B., Los establecimientos de utilidad nacional
en las provincias y el sistema federal de gobierno, ED, t. 136, p . 468.
671 "Ramos c/Batalla", Fallos , 278:62 (1970).
672 "Benjamín Glaser", Fallos , 265:336 (1966).
6
73 "Barros c/Consejo Nacional de Educación", Fallos, 301:151 (1979).
6 • :sán~hcz c/Caja Fo_rense d~ la Provincía del Chaco", Fallos, 286:187 (1973).
7
67
,; . Argu_.,llo c/Drrección Nactonal de Migraciones", Fallos, 268:393 (1967).
76
" Camllo Mozzatti", Fallos , 300:1102 (1978)
677
:Lucena de Llonch c!Ravier", Fallos, 265:147 (1966).
678
~anadera Los Lagos c/Gobierno Nacional", Fallos , 190:149 (1941).
6 79 Vease supra § 40.
6 0
~ "Ingenio Y Refinería San Mart(n del Tabacal c!Salta", Fallos , 269:243
(1967).
HHI Véase supra § 66.
6 2
~ Véase supra § 107 .
TENDENCIAS JURlDICO-POLÍTICAS DEL CO:-ITROL 427

de razonabilidad, cuyas vicisitudes ya he mencionado 683 • Lo


mismo cabe decir del amparo. Nació vigoroso en 1957, pero
poco después la propia Corte estaba retaceándolo 6R\ tarea que
asumió la ley 16.986 de 1966, al establecer un catálogo de
requisitos que lo asfixiaron completamente Gsa hasta su rena-
cimiento con la reforma de 1994, donde ahora compite con ins-
titutos procesales tan o más efectivos que él, como la acción
declarativa. Un problema análogo presenta la responsabilidad
del Estado en la actualidad. Jurisprudencialmcnte está reco-
nocida, pero en la práctica obtener el pago de una sentencia
de condena contra el Estado nacional o las provincias es una
tarea no exenta de trabas y dificultades 686 •

§ 126. El derecho constitucional


internacional

Consideraré ahora el último de los cuatro períodos en que


he dividido la historia del constitucionalismo. Pero dado que
todavía vivimos en él, la síntesis de su contenido no es tan
nitida, ni tampoco permite formular conclusiones cerradas o
definitivas. Me voy a limitar entonces a destacar sus perfiles
más salientes, comenzando por el fenómeno de la globalización,
que nos conduce paulatinamente a un derecho constitucional
internacional.

a) UNA NUEVA ERA EN LA CENTRALIZACIÓN DEL PODt:R PO-


LÍTICO. - La denominada "globalización", apoyada en lo téc-
nico por el crecimiento exponencial de las comunicaciones, tiene
que ver con dos fenómenos políticos centrales. En primer lugar,
el predominio universal de los Estados Unidos a partir de la
caída del muro de Berlín en 1989, que marcó el fin de la llamada

6~3 Véa se 'upra § UO. .


6 ~4 ·'Aserradero Clipper S .KL. ", Fallos , 249:221 (1961 ) y los que mto supra
§58 , nota 659 . . . ·d · .·
tiMO CARRIÓ, Genaro R., La acción de amparo y otros remed ws ext1a01 mm lOS,
Edla , n• 24, 1982 , p. 3 . d ·
6X6 Véase: BlANCHI , Alberto B., La responsabilidad del Esta o por su actt -

vidad legislativa, Ábaco, Buenos Aires, 1999, § 1, ps . 17 a 21.


C oNTROL DE c o NST tTUCI ONALIDAD
428
- ss7 el desmantelamiento de la Unió~ Soviéti_ca.
Guerra Fna Y t dividido en dos eJeS, paso a
El mundo , hasta ese momen o obierno cuyo objetivo
contemplar los destinos marcados por un g , d do tal
d " la economla e merca '
básico -declarado- era expan. lr 1 A mblea General
como señaló el presidente Clint~n ante a sa oaa
d las Naciones Unidas en septlembre de 1993 .
e Coincidente con esta centralización debe computar~e el. otr~
fenómeno de nuestra época: el auge del derech.o constlt~:10na
comunitario, como consecuencia de la p~ulatma creac10n de
aquello que desde el Tratado de Maastn~~t .de _ 1~92 e~ for-
malmente la Unión Europea, cuya expres10n Jund1ca mas re-
ciente es el Tratado de Arosterdam, del 2 de octubre de 1997,
modificatorio del primero. La Umon Europea que hoy con~­
ce mos es l a obra de más de cincuenta años en pos de la um-
ficación aduanera, monetaria y política de una gran parte de
las naciones de Europa, y constituye la respuesta jurídica al
intento por superar las guerras que han desgarrado este con-
tinente y la respuesta económica a los desafíos de la globali-
zación. Su formalización ha tenido desde el punto de vista
constitucional un impacto formidable, pues ha obligado a re-
plegar todos los antiguos conceptos de soberanía y supremacía
de ciertos órganos estatales y de sus decisiones, para acomo-
darlos a la existencia de órganos supranacionales y del derecho
que de ellos emana. Es así como todos los países miembros
de la Unión tienen un derecho constitu cional bifronte o bipolar.
Por un lado el derecho constit ucional interno, y por el otro
el que los pone en contacto con las restantes naciones de la
Unión y los hace partícipes de ella 689 •

687 En un a a guda observación , Jorge VANOSSI señala que el siglo XX ha sido


el más corto. Comien za en Sarajevo en 1914 al estallar la Primera Guerra y
termina en 1989 con el fm de la Segunda Guerra, mar cado por la caída del Muro
de Berlí n (VANOSSl, J orge R., El estado de derecho en el constit ucionalsmo social ,
3~ ed., Eudeba, Buenos Aires, 2000, p. 834).
688 "l n a new era of peril and opportunity, our overriding purpose must be
to expand a nd strengthen the world's co=unity of market-based democracies.
During the co ld war we sought to contain a threat t.o surviva l to free institutions.
Now we seek to enlarge the circle of nations t ha t Ji ve un der t hose free instit ut ions
for our dream is of a day when the opinions a nd energies of every pcr so n ¡~
the world of th.riving democr acies that coopera te with each other and live in
peace" (cit ado por K.! SSINGER, Henry, Diplomacy , Sirnon & Schuster, New York,
1994, p. 805).
689 Véase, por ejemplo, WEATHERIULL, Stephen, and BEAUMONT, P a ul , EC Law ,
2nd ed., P enguin Books, London, 1995.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
428
Guerra FríasA7 y el desmantelamiento de la Unió~ Soviética.
El mundo, hasta ese momento dividido en. dos eJes, p~só. a
contemplar los destinos marcados por un gob1erno cuyo ob)etwo
básico -declarado- era expandir la economía de mercado, tal
-aló el presidente Clinton ante la Asamblea General
como Sen . a ssR
de las Naciones Unidas en septiembre de 199 ·
Coincidente con esta centralización debe computar~e el. otro
fenómeno de nuestra época: el auge del derecho const1tuc10nal
comunitario, como consecuencia de la paulatina creación de
aquello que desde el Tratado de Maastricht de 1992 es for-
malmente la Unión Europea, cuya expresión jurídica más re-
ciente es el Tratado de Amsterdam del 2 de octubre de 1997,
modificatorio del primero. La Unión Europea que hoy cono-
cemos es la obra de más de cincuenta años en pos de la uni-
,.., ficación aduanera, monetaria y política de una gran parte de
las naciones de Europa, y constituye la respuesta jurídica al
intento por superar las guerras que han desgarrado este con-
tinente y la respuesta económica a los desafíos de la globali-
zación. Su formalización ha tenido desde el punto de vista
constitucional un impacto formidable, pues ha obligado a re-
plegar todos los antiguos conceptos de soberanía y supremacía
de ciertos órganos estatales y de sus decisiones, para acomo-
darlos a la existencia de órganos supranacionales y del derecho
que de ellos emana. Es así como todos los países miembros
de la Unión tienen un derecho constitucional bifronte o bipolar.
Por un lado el derecho constitucional interno, y por el otro
el que los pone en contacto con las restantes naciones de la
Unión y los hace partícipes de ella 689 •

687 En una aguda observación, Jorge V ANOSSI señala que el siglo XX ha sido
el más corto. Comienza en Sarajevo en 1914 al estallar la Primera Guerra y
termina en 1989 con el fm de la Segunda Guerra, marcado por la caída del Muro
de Berün (V ANOSSI, J orge R., El estado de derecho en el constitucionalsmo social
3~ ed. , Eudeba, Buenos Aires , 2000, p. 834). '
688 "In a new era of peril and opportunity, our overriding purpose must be
to expand and strengthen the world's community of markel-based democracies.
During the cold war we sought to contaín a threat to survival to free institutions.
Now we seek to enlarge thll circle of nations tha~ live under those free inslitutions
for our drerun is of a day when the opinions and energies of every person ¡¿
the world uf lhriving democracies that cooperate wilh each other and live in
peace" (citado por KlSSINGER, Henry, Diplomaey, Simon & Schuster, New York,
1994, p. 805).
ti 89 Véase, por ejemplo, WF.ATHERHILL, Stephen, and BEAUMONT Paul EC Law
2nd etl., P eng uin Books , London, 1995. ' ' '
TENDENCIAS JURÍOICO-POLÍTJCAS DEL CONTROL 429

Estamos, en consecuencia, ante hechos que marcan una


nueva etapa de la centralización en el sistema político comen-
zada hace aproximadamente qu inientos años. Si la Edad Me-
dia fue la era de la disgregación política luego de la caída del
Imperio Romano, la Edad Moderna marcó una primera centra-
lización con el lanzamiento de las naciones europeas a la con-
quista de nuevos mundos y la creación del llamado estado na-
cional y la doctrina de la soberanía, conceptualizados por Jean
Bodin 690 y puestos en práctica -entre otros- por Richelieu 691 ,
para beneficio de los reyes de Francia. Pues bien, el fmal del
siglo xx ha marcado un avance mayor hacia la tendencia cen-

690 Véase, por ejemplo, FRANKLIN, ,Julian H., Jean Bodin and the Rise of
the Ab.~oluti.~ mTheory , Cambridge, Cambridge University Press , 1973.
6 91 Armand Jean du Plessis, cardenal de Richelieu , nació en París en sep-
tiembre de 1585. '"mprendió inicialmente la carrera militar, pero para conservar
el obispado de Lu9on (cerca de La Rochela) en la familia , se volcó a la carrera
eclesiástica y a los veintidós años fue ordenado obispo. Como representante de
los Estados Generales en 1614, volvió a entrar en la vidn política y pronto obtuvo
el favor de la reina María de Medici, madre de Luis Xlll. Se convirtió en secretario
de Estado en 1616. Al año siguiente perdió el favor político y, junto con la reina
madre, fue desterrado de la corte. La reconciliación entre el rey Luis XIII y suma-
dl'e en 1622le proporcionó el capelo cardenalicio y en 1624 se convirtió en consejero
del rey. A partil' de allí comenzó una eficaz política de alianzas y ofensivas con
todas las naciones europeas tendiente a fortaltJcer el poder real. Para asegurar
las rtJlaciones amistosas con Inglaterra, acordó el matrimonio entre la hermana
de Luis Xlll, Enriqueta Maria, y el futw·o rey Carlos I de Inglaterra. Para res-
tablecer el prestigio de Francia en los asuntos europeos y limitar el crecimiento
de poder de los Habsburgo, ya establecidos en España y Austria, se alió con los
holandeses y alemanes, enemigos de aquella dinastía. Para obtener fortalezas
estratégicas en Italia y contrarrestar allí el poder de los Habsburgo, implicó a
Francia en una lucha contra Austria y España cuando se planteó la sucesión al
trono de Mantua (1628-1631). En 1631 subvencionó la invasión de Alemania por
el defensor dtJ la causa luterana , Gustavo Adolfo , rey de Suecia. Más tarde, hizo
de Francia un activo aliado de los protestantes alemanes mandando tropas fran -
cesas a luchar en la guerra de los 'I'reinta Años. Mientras tanto, al considerar
que la fuerza de los hugonotes franceses era una amenaza para el poder absoluto
del rey, siti ó su fortal eza de La Rochela, en 1628. Los hugonotes perdteron el
poder militar y político; a pesar de ello, se les aseguró la libertad religiosa. Me-
diante medidas enérgicas y eficaces consiguió eliminar el peso político de las gran-
des familias francesas , haciendo del rey un monarca absoluto y convirtiendo a
Francia en la primera potencia militar de Europa, especialmente a través de sus
¡¡ucrras con España. Llegó a apoyar la insurrección de Cataluña (1640), ocupan~o
el Rosellón (1642), así como promovió la separación de Portugal de la monarqma
hispánica (1640). F.stimuló las explotaciones y las colonizaciones francesas en
Canadá y las Indias . Patrocinador liberal de la literatura, fundó la Aca~er~na
Francesa. Murió en París, el 4 de diciembre de 1642. Véase: BELLUC, H1lan·e,
Richelieu: A Study , J.P. Lippincott, London, 1929.
CoNTROL u~:: coNSfl'l'UCIONALlDAD
430
tralizadora. Los estados nacionales. europe~s ~e han :nido e~
una an confederación, que compite econonucamen e co_n e
estad~ federal más poderoso del planeta, lo~ Esta~os ~n~dos.
Ciertamente la centralización no terrruna alh. Sl o ser-
vamos el panor~ma que ofrece el mundo de ho_y vere~os que
no e Xl'sL~ rerrión
.,. del mundo en la cual no este
· , celebrado
· l -al
enos formalmente- un acuerdo de cooperac10n reg10na , mu-
~os de los cuales preceden en su constitución a la etapa aquí
considerada. Sin perjuicio del Mercosur, al que aludiré más
adelante, y otros muchos en todo el mundo , en América vale la
pena mencionar el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte -North American Free Trade Agreement (NAFTA)- 6" 2 ;
en Asia están la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático
-Association of Southeast Asian Nations (AESAN)- 693 y la Aso-
ciación Hudasiática para la Cooperación Regional (South Asian
Association for Regional Cooperation, SAARC) 69 \ en África, la
Unión Económica y Monetaria de África Occidcntal-West Afri-
can Economy and Monetary Union (WAEMU)- 695 , la Comunidad
para el Desarrollo de África del Sur (Southern Africa Deve-
lopment Community, SADC) 696 y la Unión del Magreb Árabe
-Arab Maghreb Union (AMU)- 697 •
La concentración política ha llevado asimismo a la con-
centración de los tribunales, o mejor dicho a la creación de
tribunales con alcance internacional. La idea de una justicia
internacional no es nueva y se remonta a los primeros años
del siglo XX 698 , pero, indudablemente, la creciente necesidad de

692 Acuerdo celebrado en Texas en 1992 entre los Estados Unidos , Canadá
y México.
693 Creada por la Declaración de Bangkok de 1967 e integrada por Brunei,
Cambodia, Filipinas, Indonesia, Laos, Mala ia, Myanmar , Singapur, Tailandia y
Vietnam.
69 4 Constituida en 1985 en Banglades h e integrada por Bangladesh, Buthan,
lndia, Maldivas , Nepal, Pakistán y Sri Lanka.
695 Creada en 1994, está integrada por Benín , Burk.ina Faso, Costa de Marfil,
Malí, Níger, Senegal, Thgo y Guinea-Bissa u.
696 Creada en 1980. la integran Angola, Dotswana, la Hcpública Democrática
del Congo, Lesotho, Malawi, Mauricio, Mozambique, Naroibia, Scychelles, Sudá-
frica , Swa>.ilandia, Tanzania, Zambia y Zimbabwe.
697 Constituida en 1989 , la inteb>Tan Argelia, Libia , Maurita nia , Marruecos
y Túnez .
G9~ Ya en la Tl Conferencia de La Paz de La Haya, de 1907, los E s tados
Unidos propusieron crear un Tribunal de Justicia de carácter permane nte. La
iniciativa no prosperó, pues las grandes polencias insistían en tener allí jueces
TENDENCIAS JUR!DICO·POLITICAS DEL COXTROL 431

reprimir el genocidio y otros crímenes de lesa humanidad hizo


necesaria la instalación no ya de tribunale transitorios, como
fueron los de Nüremberg y Tokio, sino de cort-es permanentes.
Por tal motivo, muchos de ellos están específicamente pensados
para la protección de los derechos humanos, la que hoy tiene
indiscutible rango internacional 699 • Así, por ejemplo, al lado
del ya tradicional Tribunal Internacional de Justicia de las Na-
ciones Unidas creado en 1946, con sede en La Haya 700 , apa-

pe~anentes , pero los demás participantes no lo aceptaron, por considerar que


ello 1ba en contra del principio de igualdad entre los E tados. En dicha Confe-
rencia, asimismo, se proyecLó una Convención que establecía un Tribunal Inter-
nacional de Presas; pero este documento no llegó a entrar en vigor por falta de
suficiente número de ratificaciones y nunca llegó a funcionar el Tribunal. Otro
caso digno de mención fue la creación de la Corte de Justicia Centroamericana
instituida en la Conferencia de la Paz Centroamericana, reunida en Washington:
con asistencia de delegados de las repúblicas de Guatemala , Costa Rica, Honduras,
Nicaragua y El Salvador. El 20 de diciembre de 1907 se firmó la Convención
para el estableci.J:nicnto de una Corte de Justicia Centroamericana, que sr. inauguró
el 25 de mayo de 1908. La Convención no fue pror-rogada al t.érmino de los di ez
años , y el 12 de marzo de 1918, conforme a lo establecido en el arl. 17 , concluyó
esta experiencia. La Corte, a l dejar de funcionar, había conocido diez casos que
le fueron some tidos. Asimismo, en la Conferencia de Paz de Parfs, celebrada al
término de la Primera Guerra Mundial , fue elaborado el Pacto de la Sociedad
de las Naciones, donde se planteó la creación de un Tribunal Permanente de
Justicia Internacional, que quedó reflejado en el art. 14 (cfr. GAHC'IA Bw~>R, Carlos,
El sistema. permanente de justicia internacional y la CortP de La Haya, Guatemala,
1\176, ps. 10 a 17).
r;HH Acerca de la protección internacional de los derechos humanos véase,
por ejemplo: NEwMAN, Frank, and W!CISSBROll'l', David, International Human Rights,
Anderson Publishing, Cincinatti, 1990. También nuestros autores se han ocupado
de esta cuestión ya desde hace tiempo. Asf, por ejemplo, HITTF.RS, Juan C., Derecho
internacional de los derechos humanos , Ediar, Buenos Aires. 1991-1993.
700 El Tribunal Internacional de Justicia es el principal órga no judicial de
las Naciones Unidas . Su creación fue prevista en la Conferencia de Dumbarton
Onks de 1943. Un Comité de Juristas preparó el Estatuto del futuro Tribunal,
basado en el del Tribunal Permanente de Justicia Internacional de la Sociedad
de Naciones, en las reuniones que celebró en Washington entre los días 9 Y 20
de abril de 1945. Dicho Proyecto de Estatuto se adoptó solemnemente en la Con-
fercm:ia de San l<' rancisco el 6 de junio de 1945. El Tribunal, cuyos jueces fueron
designados el 5 de febrero de 1946, se reunió por primera vez el 3 de octubre
de 1946, y su Reglamento fue aprobado el 6 de mayo de 1946, con mod1ficac10ne~
introducidas en mayo de 1972 y en abril de 1978. El pnmer asunto qu~ conoc1o
el nuevo Tribunal en materia contenciosa fue el del .Estrecho de Corfu , que se
inició el 22 de mayo de 1947 ; y en materia consultwa, el dictamen del 28 de
mayo de 1948 sobre las condiciones de admisión como miembro de las NaClones
Unidas (cfr. Dt~Z DE VELA.~CU VALL>~IO, Manuel, Instttuctones de derecho mterna-
cional ptiblico, 10• ed., Tecnos, Madrid, 1996, t. 1, p. 818).
432 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

recieron el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede


en Estrasburgo, creado por la Convención Europea de Derechos
Humanos de 1950 y reformulado en 1998 mediante el Protocolo
nº 11; la Corte Interamericana de Derechos Humanos 701 ; el
Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, con sede en
Luxemburgo, previsto en el artículo 220 del Tratado de la Co-
munidad Europea; el Tribunal Internacional para el castigo de
los crímenes cometidos en la antigua Yugoslavia 702 , etcétera 7o:J.
Estos tribunales conforman lo que podría llamarse la jus-
ticia internacional formal. Sin embargo existe, y con impor-
tancia creciente, una justicia internacional informal, ejercida
principalmente por tribunales norteamericanos, adonde acuden
personas de todas las naciones en procura de una justicia que
no encuentran en sus países de origen. La justicia norteame-
ricana se está convirtiendo así en un foro mundial al cual llegan
una gran cantidad de casos cuyas decisiones tendrán efectos
fuera de las fronteras de los Estados Unidos. En otras pala-
bras, jueces nacionales están administrando justicia transna-
cionaF04. En la Argentina existe un caso bastante conocido,

701 Un análisis detenido de este tribunal puede verse en la obra de HIT'l'J•: Hs


citada en nota 699.
702 Greado por resol. 827 del 25 de mayo de 1993 del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas.
703 Existe además una gran cantidad de tribunales con competencia para
asuntos determinados . Así, por ejemplo, el Tribunal Internacional de Derecho del
Mar, con sede en Hamburgo, previsto en el Convenio de Montego Bay de 1982.
701 En el diario "Clarín" del 22/6/01 se reproduce un artículo de William
Glaberson publicado en "The New York 'rimes" , que transcribo aqui ¡JUes es Ilus-
trativo de la dimensión que está cobrando esta justicia transnacional: "El año
pasado, cinco ciudadanos chinos demanda•·on al ex primer ministro de su país,
Li Peng, en un tribunal norteamericano, por su papel durante la represión en
la Plaza de Tiananmen que dejó un saldo de cientos de civiles muertos en Beijing.
"En septiembre del año pasado, mientras estaba de visita en Naciones Uni-
das, el presidente Robert Mugabe de Zimbawe debió enfrentar un juicio civil en
el que se lo acusó de haber ordenado en su país matanzas, torturas y acciones
terroristas y se pidieron 400 millones de dólares de indemnización.
"Y en Brook.lyn un juez federal estudia los reclamos legales de canadienses
e israelíes sumados a los de los estadounidenses contra un ferrocarril francés
que transportó gente hasta los campos de concentraci6n nazi.
"Estos y muchos otros casos son un reflejo de la reciente tendencia de recurrir
cada vez má s al sistema legal estadounidense para juzgar errores y aciertos co-
metidos en el resto del planeta.
"Esta tendencia, que comenzó a mediados de los 80 y se aceleró en estos
últimos años, queda en mayor evidencia en los casos de derechos humanos. Pero
se extiende también a otras áreas de la ley, como demandas de empresas que
TENDENCIAS JURIOICO-POLfTICAS DD.. CW

promovido por José Siderman y su familia.


presario judío radicado en 'fucumán, fue

se amparan en leyes sobre fraude, valores o prácticas • - • • -


penales a terroristas ext.ranjeros detenidos en el extzmqjent..
"'El paradigma de la Guerra Fria era un Estad
una suerte de policía mundial', recordó Gregory Wallanoe.
~nternac1~nal Kaye Scholer de Nueva York, quien escribió ~
El parad1gma de estos nuevos tiempos post Guerra Fría es un
convertido en abogado mundial'.
"Algunos de los casos son básicamente simbólicos. Terminan eu ema:mt~5
fall~s civiles que nunca se cobrarán, tal vez. Pero otros desembocaron 191 KD-
saciOncs cJv•les o en 1mportantes cobros realizados gracias a biene ~
retemdos en Estados Unidos .
. "Existe de todos modos cierto resentimiento respecto de la expansión del
SIStema legal norteamericano pero como muchos de los casos están relacionados
con demandas de derechos humanos, quienes critican esta tendencia tienen di-
ficultades para despertar alguna atención sobre sus preocupaciones.
" l~n los últimos meses fueron acusados en Estados Unidos, entre otros , el
ex presidente yugoeslavo Slobodan Milosevic, la República Islámica de Irán el
pr-íncipe de Gales y la ex primera ministra británica Margarel Thatcher. '
"Esta expansión fue exp licada en estos últimos años como la consecuencia
natural de un mundo interconectado. Pero últimamente , algunos abogados y es-
tudiosos del derecho comenzaron a argumentar que todos Jos casos representan
un gran cambio que es tá transformando a los tribunales norteamericanos en ins-
tituciones con influencia internacional.
"'Lo que estamos exportando ahora , tal como hizo Gran Bretaña en el siglo
XIX, es nuestra concepción sobre la ley', aseguró Burt N euborne, profesor de De-
recho de la Universid ad de Nueva York.
"Un ejemplo del nuevo pensamiento legal es la legislación aprobada por el
Congreso norteamericano en 1996, que permitió por primera vez que los tribunales
de EE.UU. se ocupen de juicios contra países que Washington tiene incluidos
en la lista de naciones que fomentan el terrorismo. Libia, Cuba e Irán figuran
en ell a.
"En febrero , el Departamento del Tesoro autorizó la liberación de 96,7 mi-
llones de dólares en bienes cubanos congelados en Estados Unidos. El dinero
fue entregado a Jos familiares de tres pilotos de Miami cuyos aviones fueron de-
rribados por aviones caza cubanos en 1996.
"El antecedente más import.ante de esta justicia global fue un histórico fallo
de 1980 del tribunal federa l de apelaciones de Nueva York , que actualizó una
ley rara vez utilizada, de 1789, y que autoriza a los extranjeros a demandar a
otros extranjeros en EE.UU . cuando se trate de violacione~ a normas del derecho
internacional, como homicidio o tortura. .
"De todos modos , hay algunos tribunales que se ruegan a comprometerse
con asuntos extranjeros. Cortes de EE.UU. se negaron , por eJemplo, a ocuparse
de demandas en las que se acusaba al principe de Gales y a la ex pnmcra mtmstra
británica Margaret Thatcher de haber violado derechos humanos en el Norte de
Irlanda y en Libia .
"Hay paíse que ya están tratando de expandir la influencia del sistema
legal norteamericano.
promovido por José Siderman y su famili
presario judío radicado en Tucumán, fue

se amparan en leyes sobre fraude, valores o prácticas


penales a terroristas extranjeros detenidos en el extranjero.
"'El paradigma de la Guerra Fría era un Estado U c:om-en:ido en
una suerte de policía mundial' , recordó Gregory Wallance, abogado en el estudio
internacional Kay e Scholer de Nueva York, quien escribió sobre tendencia:
'El paradigma de estos nuevos tiempos post Guerra Fría es un E t.ados Unidos
convertido en abogado mundial'.
"Algunos de los casos son básicamente simbólicos. Terminan en enormes
fallos civiles que nunca se cobrarán . tal ve z. Pero otros desembocaron en acu~
saciones civiles o en importantes cobros realizados gracias a bienes extranjeros
retenidos en Estados Unidos.
"Existe de todos modos cierto resentimiento respecto de la expansión del
sistema legal norteamericano pero como muchos de los casos están relacionados
con demandas de derechos humanos, quienes critican esta tendencia tienen di-
ficultades para despertar alguna atención sobre sus preocupaciones.
"En los últimos meses fueron acusados en Estados Unidos, entre otro , el
ex presidente yugoeslavo Slobodan Milosevic, la República Islámica de Irán, el
príncipe de Gales y la ex primera ministra británica Margaret Thatcher.
"Esta expansión fue explicada en estos últimos años como la consecuencia
natural de un mundo interconectado. Pero últimamente, algunos abogados y es-
tudiosos del derecho comenzaron a argumentar que todos los casos representan
un gran cambio que está transformando a los tribunales norteamericanos en ins-
tituciones con influencia internacional.
"'Lo que estamos exportando ahora, tal como hizo Gran Bretaña en el siglo
X[)(, es nuestra concepción sobre la ley', aseguró Burt Neuborne, profesor de De-
recho de la Universidad de Nueva York.
"Un ejemplo del nuevo pensamiento legal es la legislación aprobada por el
Congreso norteamericano en 1996, que permitió por primera vez que los tribunales
de EE.UU. se ocupen de juicios contra países que Washington tiene incluidos
en la lista de naciones que fomentan el terrorismo. Libia, Cuba e Irán figuran
en ella .
"En febrero , el Departamento del Tesoro autorizó la liberación de 96,7 mi-
llones de dólares en bienes cubanos congelados en Estados Unidos. El dinero
fue entregado a los familiares de tres pilotos de Miami cuyos aviones fueron de-
rribados por aviones caza cubanos en 1996.
"El antecedente más importante de esta justicia global fue un histórico fallo
de 1980 del tribuual fed eral de apelaciones de Nueva York, que actualizó un<~
ley rara vez utilizada, de 1789, y que autoriza a los extranjeros a demandar a
otros extranjeros en EE.UU. cuando se trate de violaciones a normas del derecho
internacional, como homicidio o tortura.
"De todos modos, hay algunos tribunales que se niegan a comprometerse
con asuntos extranjeros . Cortes de EE.UU . se negaron, por ejemplo, a ocuparse
de demandas en las que se acusaba al príncipe de Gales y a la ex primera ministra
británica Margaret Thatcher de haber violado derechos humanos en el Norte de
Irlanda y en Lib ia.
"Ha y pafses que ya están tratando de expandir la influencia del sistema
lega] norteamericano.
434 CoNTROL DE coNS'l'ITUCJONALIDAD

guido por el gobierno militar a cargo del general Antonio D.


Bussi , sufriendo torturas y confiscación de sus bienes. Ante
la imposibilidad de obtener una compensación en los tribunales
argentinos, radicó una demanda ante la justicia federal nor-
teamericana, por la cual obtuvo una sentencia de condena con-
tra el Estado NacionaF 05 • No menos conocida es la actuación
internacional del juez español Baltasar Garzón, quien ha estado
muy activo en la persecución penal del ex presidente chileno
Augusto Pinochet y de los militares argentinos responsables de
la desaparición de personas durante el gobierno de 1976-1983.

b) LA REVOLUCIÓN CONSERVADORA. - El segundo aspecto


mencionable de estos últimos veinte años ha sido la llamada
"revolución conservadora" de la década 1980-1990. Hacia fines
de la década de 1970 el modelo político-económico inaugurado
en los comienzos de 1930 estaba agotado. El welfare state, a
cuyas expensas el Estado se había engrosado sin pausa por
más de cincuenta años, necesitaba una revisión. Nacido bajo
el New Deal de Franklin D. Roosevelt y aplicado luego no sólo
por presidentes demócratas como Kennedy, Johnson y Carter,
sino también por un republicano como Nixon, basado en un
Estado central y fuertemente intervencionista, un control ad-
ministrativo detallado de la economía, una justicia progresista,
laicidad en la enseñanza pública, liberalización de las costum-
bres, la redistribución de la riqueza mediante el impuesto pro-
gresivo y la seguridad social, estaba en 1980 en franco retroceso.
Lo mismo ocurría en el Reino Unido, donde una economía fuer-
temente estatizada reclamaba un camino de regreso. Fue asi
como ambos países encararon a comienzos de la década de 1980
un cambio en sus políticas. Se produjo así la llamada "revo-
lución conservadora", que condujo en Inglaterra la primera mi-

"A principios de este mes , un juez federal anunció que trataría de lograr
que Henry Kissinger, el ex secretario de Estado, prestara lest.imonio por la de-
saparición de un estadounidense en Chile cuando el dictador Augusto Pinochet
lomó el pod er en ese país en los años 70.
"Jack Goldsroith, profesor de derecho en la Universidad de Chicago, indicó
que los norteamericanos nunca consideraron las consecuencias de aplicar sus leyes
en todo el mundo: 'A EE.UU. le encanta exportar su~ valores, pero no si ello da
a otras naciones el poder para revisar lo que hacen los norteamericanos'".
705 "Siderman v. Republic of Argentina", 965 F.2d 699 (92 Circuito, 1992).
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL
435
706
nistra Margaret Thatcher , cuya obra de gobierno ella misma
h a r~la;o~do , Y. en los Estados Unidos, et ·presidente Ronald
707

Reagan , ~e ~wen se ha ocupado con admiración un francés 7U'J.


En lo. econom1co, el programa inglés consistió en el desman-
telamiento de nn~chas de sus haciendas estatales, las que pa-
saron al sector pnvado, y la reducción de los programas sociales.
E.n los Estados Unidos, Reagan dispuso un programa de go-
bierno completamente opuesto al de su predecesor ,Jimmy Car-
Ler. Estableció la reducción de impuestos, del gasto público
Y dispuso el refuerzo de la defensa nacional. En función de
ello, a partir de marzo de 1981 , el Congreso promulgó la rebaja
de impuestos más grande de la historia de Estados Unidos y
redujo el gasto al recortar partidas presupuestarias para gastos
sociales y ayudas a los estados y demás autoridades locales .
Paralelamente aumentó el presupuesto de la defensa 71 0 • Lapo-

7Uo Margaret Thatcher (1925- ), primera mujer en ocupar el cargo de


primer ministro del Reino Unido (1979- 1990), nació en GranLham y estudi ó cien-
cias químicas en la Universidad de Oxford. Después de ingresar en el Partido
Conservador, fue ele¡:ida diputada de la Cámara de los Comunes en 1959. Mi-
nistra de Educación y A~untos Científicos (1970-1974) en el gabinete de Edward
Heath, provocó una oleada de protestas al abolir la gratuidad de la leche en las
escuelas. Tras la derrota de los conservadores en 1974, se enfrentó a Heath por
el liderazgo del partido, que obtuvo en 1975. Cuatro años más tarde condujo a
los conservadores a la victoria electoral, con la promesa de sofocar la crisis de
la economía británica y de reducir el intervencionismo gubernam ental. Alentada
por el éxito de su política para las islas Malvinas en 1982, condujo al Partido
Conservador a una victut·ia arrolladora en las elecciones generales de junio de
l 983. Reelegida ~n las elecciones de junio de 1987 , se convirtió en el primer
jefe de gobierno británico del siglo xx que se ha mantenido en el cargo durante
tres mandatos consecutivos. En 1990 y debido a la polémica sobre s u política
fiscal y a s us reticencias a com prometer a Gran Bretaria en la unión monetaria
con Europa, su liderazgo fue severamente cuestionado. Dimitió en noviembre Y
la su cedió como líder· del Partido Conservador y como primer ministro su antiguo
protegido John Major.
707 'l' HATCHER. Margaret, 1'he Downing Street Years , Harper Collins, J.on-
don, 1995.
70H Ronald Reagan ocupó la Casa Blanca enLrc 1980 y 191:!8. He relatado
una muy sintética biografía en La regulación económica, Ctt. , § 37, p. L54 y nota
~U , adonde me remito.
709 SuHMAN, Guy, La réuolution conseruatrice américaine, Fayard, Paris, 1983.
1 10 En política internacional , Reagan y su secretario de Estado Alexander
Haig se alejaron ele la política de distensión con la Unión Sovié tica Y pusieron
de manifiesto una política de dureza; la isla de Granada fue Jllvadida en octubre de
1983. En América Central , Reagan respaldó a las fuer zas gubernamentales de El
Sa lvador, pero apoyó la actividad guerrillera contra el gobierno andinista en
436 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

lítica conservadora en ambos países fue continuada por los su-


cesores de Thatcher y Reagan, es decir por John Major 711 y
George Bush m, respectivamente, de modo que la misma se
extiende hasta los primeros años de la década de 1990.
Ciertamente el cambio político se hizo sentir también en
lo jurídico, y la doctrina de los profesores liberales se ha ocu-
pado de la cuestión con eminente sentido crítico 713 , Señalaba
en ella que durante el gobierno de Reagan fueron designados
368 jueces federales -más de la mitad del total de los inte-
grantes de la justicia federal- extraídos de las filas republi-
canas 714. Si bien Reagan fracasó en la nominación de algu-
nos de sus candidatos 715 , logró colocar, en cambio, importantes

Nicaragua. En abril de 1986 llevó a cabo un bombardeo aéreo sobre Libia, en


represalia por ataques terroristas contra ciudadanos estadounidenses. Suman·
dato se debilitó en 1987 debido al aumento del déficit público y comercial y a
la investigación, realizada por el Congreso, sobre la venta gubernamental de armas
a Irán para financiar a la "contra" nicaragüense. En diciembre, Reagan y Gor·
bachov firmaron un tratado para eliminar los misiles de alcance medio.
711 John Major, nacido en 1943, fue primer ministro entre 1990 y 1997.
Nació en Lond1·es, en el seno de una fa:>~ilia de clase trabajadora. Abandonó los
estudios a los 16 años y trabajó en un banco durante casi dos décadas, hasta
que fue elegido diputado para el Parlamento en 1979. Protegido de Margaret
Thatcher, ascendió rápidamente a distintos cargos ha sta ser nombrado ministro
de Asuntos Exteriores (1989) y canciller del Exchequer; fue ministro de Hacienda
(1989-1990), antes de sustituir a Thatcher como primer ministro y como líder
del Partido Conservador, en noviembre de 1990. Continuó la política de priva-
tizaciones llevada a cabo por su predecesora. Obtuvo para el Partido Conservador
una elaborada victoria en las elecciones de abril de 1992. Participó en las ne·
gociaciones para lograr el alto el fuego en Irlanda del Norte entre los grupos
paramilitares republicanos y unionistas, en agosto de 1994. En 1995 fue reelegido
lider de su partido por un estrecho margen de votos , pese a la fuerte oposición
de sus correligionarios a la Unión Europea. La propia situación de división interna
del Partido Conservador lo llevó a perder estrepitosamente las elecciones de ma·
yo de 1997 frente a l candidato laborista Tony Blair, pasando a abandonar de
inmediato el liderazgo conservador. Véase: MAJOR, John , John Major: The Au·
tobiography , Harper Collins, New York, 1999.
712 Vtíanse los datos biográficos que doy en La regulación económica, t . 1,
§ 37 , p. 156, nota 44.
713 Véanse: SCIIWARTZ, Hermano, Packing the Courts . 'J'he Conseruatiue
Campaign to Rewrite the Constitution, Charles Scribner's Sons, New York, 1988:
SCllWARTZ. Bernard , The New Right and the Constitution. Tuming Back the Legal
Clock, Northeastern University Press, Boston, 1990.
7 14 ScHWAH'l"l, Bernard , The New R ight .. . , cit., p. 222.
715 El caso más recordado es el de ltobert H. Bork para la Corte Suprema
y los de Bernard Siegan y Lino Graglia, para las Cortes de Circuito (Sr.HWAR'Ft,
13ernard, ob. cit., p. 222).
TENDENCIAS JURfDICO-POLÍTICAS DEL CO.OTROL 437

representantes de la derecha, tanto en la Corte uprema 716


como en los tribunales inferiores 717 • Fue así como las decisiones
de la Corte Suprema reflejaron el cambio. Este período puede
dividirse en dos. La primera parte, hasta 19 6 está bajo el
comando del Chief Justice Warren Burger, signado por un débil
mantenimiento de las doctrinas liberales de la era de Earl Wa-
rren 71 H. Pero con el retiro de Burger y su reemplaz.o por William
Rehnquist, lo que aseguró en la Corte el dominio del Partido
Republicano, las tendencias conservadoras se acentuaron, dan-
do lugar a la era Rehnquist del Tribunal 719 •
Un ejemplo del cambio jurisprudencia! experimentado lo
constituye la interpretación que la Corte ha hecho respecto
de la "taking clause" de la Enmienda Quinta 720 . Para comparar
la evolución habida en la Corte sobre esta materia, pueden
ser tomados cuatro casos, dos del período anterior al cambio
y dos del posterior, si bien todos muy próximos en el tiempo.
El primero es "Pruneyard Shopping Center v. Robbins" 721 , sen-

7lr; Reagan designó en primer lugar a Sandra Day O'Connor (1981) en reem·
plazo de Potter Stewart, luego a Antonin Scalia (1986), que ocupó el sillón de
Rehnquist cuando éste fue designado Chief Justicie, y en tercer lugar a Anthony
McLeod Kennedy (1988), que reemplazó al juez Powell. Durante s u presidencia,
además, se retiró el Chief Justice Warren E. Burger (1969·1986), siendo reem-
plazado por William Rehnquist (había sido designado en 1971 por el presidente
Nixon). Por su lado, el presidente Bush designó en 1990 al juez Souter, como
reemplazante de Brennan, y en 1991 a Clarence Thomas, para reemplazar a Thur-
good Marshali, acentuando más aún la tendencia conservadora en el Tribunal.
De tal suerte, al finalizar la presidencia de Bush (padre) en 1992, la Corte con·
servaba un solo representante de la vieja guardia liberal, el juez Blackmun, le-
gendario redactor del fallo "Roe v. Wade", 410 U.S. 1J ~ (1973) , que legalizó el
aborto. y un liberal moderado, Stcvens. Los restantes siete jueces pertenecían
-<:on matices- al ala conservadora.
717 Me refiero, por ejemplo, a las nominaciones de Richard Posner en la
Corte dl! Apelacionc del Séptimo Circuito en 1981, o de Alex Kozinski en la del
Noveno en 1985.
718 Para un estudio del período del Chief Justicc Burger. véase BLA.~l , Vin-
cent, The Burger Court. The Counter-Revolution That Wasn 't , Yale University
Press, 1983.
7 19 Véase: SAvAGE, David G., Thming Right. The Making of the Rehnquist
Supreme Court , John Wiley & Sons, lnc., New York , 1992; YAHIIROUGII , Tinsley
!<.:., The Rehnquist Court and the Constitution, Oxford University Pre•s, New York,
2000.
720 Antecedente inmediato de nuestro artículo 17, la Enmienda Quinta dice
en s u parle final que "tampoco podrá enajenarse la propiedad privada para darle
usos públicos, sin una compensación justa".
m 447 U.S. 74 (1980).
438 CONT RO L DE CON::lTl'I'UCIONALIDAD

tencia en la cual se discutía si el propietario ~e un shoP_ping


center se podía oponer a que un grupo de es~ud1antes reahz~~a
dentro del mismo una manifestación contrana a una resoluc10n
de las Naciones Unidas. La Corte Suprema de California en-
tendió que el propietario del establecimiento comercial no podía
oponerse a ello y esto fue confirmado por la Corte Suprema
con el voto del ahora Chief Justice Rehnquist. El segundo caso,
"Hawaii Housing Authority v. Midkiff' m, involucraba el cues-
tionamiento constitucional de una ley de Hawaii 723 , tendiente
a evitar la concentración de la propiedad privada en manos
de pocos terratenientes 724 • Para ello establecía transferencias
forzosas de la propiedad a favor de los arrendatarios de las
tierras. La Corte, de acuerdo con el voto de la jueza O'Connor,
admitió la constitucionalidad de la ley. Pero dos casos fallados
en 1987 mostraron ya la impronta republicana en el tribunal.
En el primero , "First English Evangelical Lutheran Church
of Glendale v. County of Los Angeles"m, la Corte Suprema,
con el voto del Chief Justice Rehnquist, revocó un fallo de los
tribunales de California, que había rechazado una demanda
de un propietario para que se le indemnizaran los daños oca-
sionados a su propiedad duran te el período previo a la deter-
minación definitiva de la expropiación . La falta de indemni-
zación de tal es perjuicios fue interpretada por la Corte como
un atentado contra la Enmienda Quinta. El segundo caso e
escaso voto mayoritario se debe a Scalia 7~6 es "Noll , Cuyo
J'D
l orma
. Coasta1 Commission"m Se debat ' ' , . an1 V. a-
de C ]'~ · d . la aqm SI e estado
bl ecera una
1 orrua p.o ía obligar a los propietarios costeros a esta-
serVJdumbre de (
la 0 bt ., d paso easement) como requisito para
encJOn e un permiso p 1 r ·
su casa frente a la play L arca a amp laCIÓn y refacción de
a. a orte concluyó que si el estado
72
' 467 u.s. 229 (1984)
7~3 Hawaii Land Rcfor:n Act (1 967).
7t4 H asta es a época Ha waü tenf
por ej emplo, el 75 % de la tierr ~ resto~ de propieda d feudal. E n Oa hu
G UNTI!.F.R, Y S ULLIVAN, Constitutio~a~r~"a; propJed~d de 22 terratenientes. Con/
7~5 482 U.S . 304 (1987) • Cl t ., p . ()04.
La mayoria de cinc~ a e
726
.
CT~, ef Ju sticP Rehnq uist , y los ju~~~n~~}~ tobt~vo ~fr el vuto de l j uez Scalia el
vo ar~~ lo4s8~ueUces de la minoría liber~l: Bre~~w~ yhOl'ICo nn or. En disidCJ;cia
'' .S. tl25 (1987). ' ars a , Blackmun y Steven s.
TE NDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL

pretendía el establecimiento de tal servidumbre de paso, debía


indemnizar previamente a los propietarios.
El brote conservador en materia de propiedad privada tuvo
también algunos apoyos doctrinarios aislados. Los constitucio-
nalistas norteamericanos por lo general apoyan el liberalismo
progresista de las decisiones de este período, aunque han me-
recido la crítica de la doctrina de las últimas décadas enrolada,
mayoritariamente, en la corriente del más amplio respeto a
los derechos de contenido no económico que, a la par, ha to-
lerado sin cuestionamientos la regulación estatal sin límites
de la propiedad individual. Lo que el juez Black dio en llamar
la doctrina "Allgeyer-Lochner-Adair-Coppage" 728 , ha sido así ob-
jeto de repulsa general 729 • De todos modos existe hoy una co-
rriente de pensamiento que tiende al r egreso del conservado-
rismo en materia económica - cuyas ideas serán analizadas más
abajo- y rescata algunos valores de esta época. Bernard Sit;-
GAN, uno de los más firmes representantes de esta nueva co-
rriente conservadora en los Estados Unidos, escribió ya hace
más de una década una obra dedicada a la defensa de las li-
bertades económicas, en la que tiende a rehabilitar, entre otros ,
el tan criticado "Lochner". En la era de "Lochner", "Adair" y
"Coppage" -dice- los salarios reales estaban elevándose , las
horas de trabajo decrecían y la riqueza del país se elevaba.
Hacia 1914, el ingreso nacional excedía el del Reino Unido.
Alemania, Francia, Austro-Hungría e Italia combinados y el
ingreso per cápita estaba muy por encima del de cualquier
gran nación. Entre el final de la Guerra Civil y el comienzo
de la Primera Guerra Mundial, el producto bruto nacional creció
a una tasa históricamente muy alta 700 •
Al mismo tiempo, en el terreno de los otros derechos , la
Corte de los Estados Unidos también ha mostrado un cambio
de las tendencias nacidas en los años 1960 y 1970, sin haber
abandonado completamente ese rumbo . Así, la mayoría con-
servadora se hizo notar durante este período en numerosos

728 "Linco ln Federal Labor Union v. Northwcstern Iron & Meta l Co.", 335
u.s. 525 , 535 (19-19) .
729 Entre los actuales doctrinarios puede citarse a TRI BE. Lnw·ence, AmP.rican
Con stitut ional Law, ob. cit., ps. 567 a 574.
7:JO ::llEGAN, Bernard, Economic Liberties and the Con.stitutiun, University
of Chicago Ptess, Chicago & London, 1980, p. 125.
440 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

campos. Por ejemplo, limitó el uso del hábeas corpus 731 , con
la disidencia del sector más liberal 732 • En materia de eutanasia,
en "Cruzan v. Director, Missouri Department of Health" 733 , una
mayoría conservadora 734 negó a los familiares de una persona
en estado vegetativo y sin posibilidad alguna de recuperación
el derecho a interrumpir su vida. En "Cohen v. Cowles Media
Co." 735 , mayoría conservadora mediante 7"G, hizo lugar a una de-
manda de daños entablada por un informante en contra de
una publicación que incurrió en violación a una promesa de con-
fidencialidad. También el ala conservadora de la Corte se ha
hecho notar en dos casos vinculados con la llamada affirmatiue
action, es decir en aquellos casos de medidas de gobierno ten-
dientes a proteger lo derechos de las minorías o de personas
..
'
o corporaciones afectadas por alguna debilidad. Se trata de
"City of Richmond v. J. A. Croson Co." 73 \ y "Adarand Cons-
tructors, Inc. v. Pena" 738 , donde la mayoría en ambos casos 739
sostuvo que el control judicial sobre estas medidas debe ser
estricto y debe verificarse -como requisito de constitucionali-
dad- que están ordenadas a cumplir un interés público im-
perativo. En "Bray v. Alexandria Women's Health Clinic" 740 ,
donde también se nota la divergencia entre el sector conser-

7 1
3 "Teague v. Lane", 489 U.S. 288 (1989); "Penry v. Lynaugh", 492 U.S.
302 0989). Sobre el particular, véase: HoFFMANN, Joseph L. , The Supreme Court's
New Vision of Federal Hábeas corpus for State Prisoners, "'!'he Supreme Court
Review 1989", '!'he University of Chicago Press , ps. 165 a 193.
732
En el primero de los casos citados en la nota anterior votaron en contra
los jueces Marshall y Brcnnan, 489 U.S. en p. 326. '
733 497 U.S. 261 0990) .

. n• ,Votaron en la mayoría el Chief Justice Rehnquist y los jueces White,


Sea ha, O Connor Y Kennedy. En la minoría votaron los jueces Blackmun Bren-
nan , Marshal y Stevens. '
735
501 U.S. 663 (1991).
'" Votaron el Chief J~stice Rehnquist y los jueces Whiic, Stevens, Sea-
6
¡¡
a Y Kennedy. En la mmona votaron los jueces Marshall Souter O'Connor
Blackmun. ' ' y
n 7 488 U.S. 469 (1989).
738
515 u.s. 200 (1995).
7o9 E 1 .
. t °. e pn.mero. la mayoría estuvo integrada por el Chief Justice Rehn
lJUlS . y 1os ¡ueces White O'Co K d S · · · ·
Blackmun M· h 11 n' nnor, enne y, caha, con dlsldencia de los jueces
' ars a Y rennan. En el segundo 1 Ch · f J ·
Y los jueces O'Connor Scalia Th K caso, e te usttce Rehnquist
disidencia de los juec~s Bre ~r S~mas, Y ennedy votru·on en mayor(a, con la
740 506 U .S. 266 (199iJ. ' evens, Souter y Gmsburl{.
vador mayoritario y el liberal en minoría m
de la jurisprudencia de los tribunales fed
sostuvo que las demostraciones llevadas a cabo
en cont:a de las clínicas donde se practican abor1:.os
ser mot1vo de una injunction (medida cautelar
federales.
No obstante ello, la cláusula de igualdad l'!nlnn-~.1
Ley de Derechos Civiles 74 3 fue interpretada
a favor de un negro en "Patterson v. McLean
que en "Runyon v. McCrary" 74 S, trece años an
constitucional una ley penal que incrementa 1a peaatill. .
aquellos que atacan o agreden a alguien en razón
religión, sexo u otro tipo de condición personal- .
N o fue muy feliz su jurisprudencia en materia de hh_..:M
religiosa. La interpretación de las cláusulas religio
Primera Enmienda 747 estaba bastante acotada. En erben
v. Verner" 748 , la Corte había establecido que la cláusula de la
libertad de cultos podía limitarse si existía un interés público
imperativo (compelling state interest). A su vez, una ley re-
lativa a la separación entre iglesia y Estado desde "Lemon v.
Kurtzman" 7" 9 era válida solamente si estaba promovida por un
interés secular que no tuviera como efecto primario el promover
o inhibir la religión, y no comprometiera indebidamente al Es-
tado con la religión. A comienzos de la década de 1990, sin
embargo, estos estándares jurisprudenciales han variado y se

741 En la mayoría votaron los jueces Scalia, White, Kenn.,dy, 'l'homas, Soutcr
y el Chie( Ju stice Rehnquist. En la minoría lo hicieron los jueces O'Connor, Stc-
vens y Blackmun.
742 "Volunteer Medica} Glinic, loe. v. Operation Rescuc", 948 Federal Re-
porter, 2nd Series 218 (6" Circuito, 1991); "National Organization for Women v.
Operation Res cue", 914 Federal Reporter, 2nd Series (4" Circuito, 1990); "New
York StaLe National Organization for Women v. Terry", 886 Federal Reporter,
2nd Series 1339 (2 2 Circuito, 1989), certiorari denegado en 495 U .S. 94 7 ( 1990).
743 42 use § 1981.
744 491 u.s. 164 (1989).
74~ 427 u.s. 160 (1976) .
746 "Wisconsin v. Mitchell", 508 U.S. 476 (1993).
747 La Enmienda Primera, además de la libertad de exp resión, contiene dos
cláusulas sobre libertad religiosa, la denominada Establishment Clause , que pro·
híbc al E stado adoptar religión alguna, y la Free Exercise Clause , que preserva
la libe1tad de cultos.
748 374 u.s. 398 (1963).
749 403 U.S. 602 (1971) .
442 CoNTROL DE CONST ITUC IO NALIDAD

hallan hoy más confusos, ya que la Corte, en sendos casos


resueltos en 1990 750 y 1992 75 \ los ha cambiado. En el primero
de ellos abandonó parcialmente el test del compelling interest
y en el segundo prohibió que se rezara como parte de las ce-
remonias de graduación en las escuelas públicas, molivando
la crítica doctrinaria 752 •
En materia de debido proceso en materia penal, un caso
singular fue "Arizona v. Fulminante" 763 , donde se discutía la
validez de las confesiones involuntarias de detenidos, obtenidas
por engaño o bajo alguna forma de coerción. En este terreno,
la jurisprudencia tradicional era que una confesión involuntaria
era de suyo violatoria del debido proceso ";" . Sin embargo , al
resolver "Fulminante", donde la coerción bajo la cual la con-
fesión se había obtenido era evidente, la Corte, mediante una
votación en donde las posiciones liberal y conservadora típicas
no resultaron estrictamente alineadas, cambió en parte su cri-
terio. Oreste Fulminante, acusado del homicidio de su hijastra,
una niña de once años, fue inducido por un compañero de celda,
que se hallaba trabajando para las autoridades de la prisión,
a confesar su crimen a cambio de obtener protección frente a
las agresiones físicas de otros detenidos. La confesión se pro-
dujo y Fulminante resultó condenado a la pena capital en pri-
mera instancia. La Corte Suprema de California revocó el pro-
nunciamiento y la Corte Suprema lo confirmó, pero modificó
al mismo tiempo su posición en cuanto a las confesiones in-
voluntarias, mediante un fallo con numerosos votos concurren-
tes y cruzados . Así, los jueces White, Marshall, Blackmun, Ste-
vens y Scalia admitieron la coerción en la confesión. Los jueces
Rehnquist, O'Connor, Kennedy, Scalia y Souter entendieron que
una confesión bajo coerción puede no producir daño alguno.
Finalmente, los jueces White, Marshall, Blackmun, Stevens y

750 "Employment Division Oregon Dept. of Httman Resources v. Smith", 494


u.s. 872 (1990),
751 "Lee v. Weisman", 505 U.S. 577 (1992) .
762 Véase: SHEHRY, ::>uzanna, Lee v. Weisman Paradox Redux, "The Supreme
Court Review", 1992, The University of Chicago Press, ps. 123 a 153; GREI•:NAWALT,
Kent, Quo vadis: The Status and Prospects of "Tests" Under the Religion Clauses,
"The Supreme Court Review", 1995, ps. 323 a 391.
75J 499 U .S . 279 (1991).
754 "Roge rs v. Hichmond", 365 U .S. 534 (1961); "Culombe v. Connecticut",
367 U .S. 56R, 602 (1961).
T F:N UENCIAS JUIÚDJCO-POLÍTl

Kennedy sostuvieron que en este caso la - · - -


nante no le había producido daño cut~ ....--.. • •• • -
pruebas que lo incriminaban.
El aborto , tema clave en la jurispru
los Estados Unidos, no ha dejado de estar pi'~~-~~~
de estos períodos. Desde 1973, "Roe v. Wade
numerosas pruebas judiciales de las cuales retillllllll
Así, pueden mencionarse casos como "Akron v.
for Reproductive Health "n6 y "Thornburgh v. America.JI
of Obstetricians and Gynecologists" 757 . No obstante.
composición de la Corte que había ido dejando atrás a la
guardia liberal de los años setenta, era probable que un
caso sacudiera la estabilidad judicial de la legalidad del ab_..._
En este contexto la Corte resolvió "Webster v. Reprod
Health Services" 758 , donde se cuestionaba la constituciona.__
de una ley de Missouri según la cual la vida humana come
con la concepción y prohibia la asistencia financiera estatal
o el uso de instalaciones públicas para el aborto. La Corte.
sin embargo, con una ajustada mayoría de 5 a 4 759 , falló a
favor de la constitucionalidad de la ley, pero sin derogar ex-
presamente "Roe v. Wade". En los votos de Rehnquist, White
y Kennedy se criticó fuertemente a "Roe", aun cuando no se
hizo una declaración expresa en el sentido de derogarlo, lo
que sí propuso el voto de Scalia; por el contrario, el voto de
Brennan , Blackmun y Marshall se lamentaba de la amenaza
que la doctrina de "Roe" estaba enfrentando 760 • La jueza O' Con-

755 En este terre no la Corte Suprema libró un a gran bata ll a co ntra las leyes

esta tales que limitaba n el acceso a un aborto en los término es tablecidos en


"Roe". Así, por ejemplo, el consentimiento impu esto por una ley de Missouri ,
decla rada i11constitucional en "Planned Parent.hood of Central Misso uri v. Da n-
forth", 428 U.S. 52 (1976) , a un cua ndo no decla ró inco nstituciona l la no as ignación
de recursos económicos a los hospital es pú blicos para practica r abortos dentro
de los progr a mas de bi e nestar socia l. En este se ntid o, pu eden verse t res casos:
"Ma hcr v. R oe", 4.12 U.S. 464 (1977); "Har r is v. McRae". 448 U.S. 29 7 (1980) y
"Rust v. Sullivan". 500 U.S. 173 (1991 ).
7sR 462 U.S. 416 (1983).
75 7 476 u.s. 747 (19 6).
7ó8 492 u.s. 190 (1989).
759 Vot aron por la mayoría el Chie( Ju stice Rehnquist, y los jueces Sca lia,
Kenncdy, Whit.e y O'Conn or. En la minoría votaron los jueces Brennan , T. Ma rs-
hall , Blackmun y Stevens.
7üO Dicen, con cier to a ire romántico, que ·'un vient o helado sopla" (e n contra
de "Roe"), 492 U .S. e n p. 560.
444 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

nor si bien votó en la mayoría, se abstuvo de hacer algún


'
argumento . , de "Roe "1s1 .
sobre la derogac10n .,
Desde el punto de vista de la libertad de expres10n, y en
particular en el llamado lenguaje simbólico relativo al respeto
a los símbolos patrios 762 , en "Texas v. Johnson" 763 siguió su línea
anterior 764 , con una fuerte división que no refleja exactamente
la mayoría conservadora y la mi noria liberal 765 • Otro caso digno
de mención vinculado con la conducta expresiva fue "Clark v.
Community for Creative Non-Violence" 766 • El caso se suscitó
cuando un grupo que protegía los derechos de las personas
sin techo pretendió dormir en una plaza (Lafayette Park) como
demostración pública, siéndole ello impedido por una regla-
mentación del Servicio Nacional de Parques (N ational Par k
Service) que prohíbe acampar en las plazas 767 • El grupo en-
tonces sostuvo que la reglamentación, así aplicada, era incons-
titucional, pues violaba la libertad de expresión. La Corte, con
el voto del juez White, sostuvo que la reglamentación no era
inconstitucional, revocando así la sentencia de la Corte de Ape-

76 1 Este caso sirve para aprender de la experiencia judicial norteamericana.


Salvo Scalia, que tuvo una posición expresa en favor de la derogación de "Roe",
los otros tres -Rehnquist, White y Kennedy- prefirieron no pronunciarse, no por-
que no estuvieran de acuerdo en ello, sino probablemente porque se hallaban en
minoria (respecto de este tema) , y habrán quedado a la espera de encontrar el
caso propicio para decir allí lo que la elasticidad de la mayoría permite, sin quedar
sujetos a lo que escribieron en un voto minoritario y en un caso que tal vez no
poseía las características necesarias de una declaración tan trascendente para
la sociedad norteamericana.
762 Véase el . a nálisi s de .~sta línea jurisprudencia! en DHY , Murray, Flag
BurnL~Ig and the ConstLtutwn, fhe Supreme Court Review", 1990, The University
of Ch1cago Press, ps. 69 a 103.
763 491 U.S. 397 (1991).
764
.. Véase BrANC!ii, Alberto B. , El caso "Texas u. Johnson " y el dilema de la
co/ts¡ón
p. 11.
de los derechos constitucionales • "Rev. Jurídica de Buenos Airt!s" • t . 1990-II
. •
765
Votaron en la _mayoría los jueces Brennan, Marshall , Blackmun, Scalia
Y ~ennedy. En la mmona, el Ch!e( Justice Rehnquist, y los jueces Stevens White y
OConnor. '
766
468 U.S. 2 8 (1984).
767
, L~ Comunidad para la No-Violencia Creativa (ta l el nombre de la entidad)
habm sohc1tado permiso al National Park Service para efectuar una demostración
en Lafayette Park Y el Mall, en Washington D.C. La misma consistía en erigir
grupos de carpas en uno y otro lugar, como símbolo de protesta por los que no
~lcnen ca~a Y ~uermen en las calles. El permiso les fue conferido solamente para
evantar as tl~ndas, pero no para dormir en ellas. Esta negativa fundad a en
la reglamentactón del Servicio Nacional de Parques, motivó la dem;nda judicial.
TENDENCIAS JURiDJ CO-POLfnCAS DEL CO.ITROL 445

laci?ne~ .. Si bien admitió que la petición del grupo implicaba


el eJercJClO de conducta expresiva, sostuvo también que la mis-
ma no es un derecho absoluto y que debe ejercerse razona-
blemente en los lugares y momentos correctos. Disintieron los
jueces Marshall y Brennan.
Por último, en este período la Corte ha sido muy severa y
unánime en la represión del acoso sexual, al decidir que quien lo
invoca no necesita probar daño psicológico o de otro tipo 768 •

e) EL REBROTE LffiERAL. - La revolución conservadora


iniciada. a comienz~s de la década de 1980 duró , como dije
más arnba, poco mas de una década. Finalizó en los Estados
Unidos con la llegada de William Clinton 7fi 9 a la presidencia
en 19_92, lue_go de su victoria electoral ante George Bush, y en
el Remo Urudo, con el ascenso de Tony Blair como Primer Mi-
nistro 770 • El presidente Clinton sólo pudo hacer dos designa-

76A "Harris v. For·klift Systems Inc.", 510 U.S. 17 (1993).


769 Véase los datos biográficos que doy en La regulación económica , t. I , §
38, p . 163, nota 58.
770 Anthony Charles Lynton Blair, más conocido como Tony Blair, nació en
1953 y fue elegido Primer Ministro en 1997 , poniendo fin a 18 años de gobiern os
conservadores. Se educó en colegios de Durham y de Edimburgo y después estudió
derecho en el Saint John 's College de Oxford, antes de convertirse en abogado
especia li zado en derecho sindical e industrial, en 1976. Inició s u carrera política
en 198:~ . a l ser nombrado miembro del Partido Laborista en el Parlamento por
la circunseripción electoral de Sedgefield. Pronto ll egó a los primeros puestos
del laborismo, durante los gobiernos conservadores de Margarct Thatcher. Res ultó
fa vorecido por los dos anterio res líderes laboristas, Ncil Kinnock y John Smith ,
porqu e se pensaba que su política de centro atraería al electorado británico, que
había huido de un Partido Laborista influido por los sindicatos, a parlir de las
elecciones generales de 1979. Desde 1984 has la 1987 , Blair fue el portavoz de
la oposición sobre asuntos del tesoro y economía y, en 1992, se lo designó Ministro
del Interior en la sombra (denominación del equipo formado por seudo-ministros
pertenecientes al principal partido de la oposición , en el Reino Unido). 1'ras la
muerle de John Smith en mayo de 1994 , Blair, con 41 años , se co nvirtió en el
líd er más joven que había tenido hasta entonces el laborismo. Ya en el gobierno,
el 26 de marzo de 1998 expuso ante la Cámara de lo8 Comunes su ambicioso
proy ecto de reforma del Estado de bienestar, al cual presentó como un debate
para establecer "el modelo para el siglo xxl", según el principio de lograr "tr abajo
para los que puedan trabajar" y "seguridad para aquellos qu e no pueden". En
la misma línea de reforma constituci onal, su gobierno había procedido a la des-
centralización regional, culminada en septiembre de 1997 con la aprobación de
sendos referéndum en Ga les y Escocia que permitieron la creación, dos años más
tard e, de sus respectivos parlamentos. Asimismo, se proyectó la elección directa
del Alcalde de Londres (aprobada por los ciudadanos de ésta el 7 de mayo de
446 CONTROL DE CONSTl'fUClONALIDAD

ciones en la Corte Suprema. En 1993 nombró a Ruth B. Gins-


burg -segunda mujer en la historia del 'lribunal- en reemplazo
de Byron White, y en 1994 designó a Stephen Breyer en reem-
plazo de Harry Blackmun. Estos dos nuevos jueces integran
actualmente el ala liberal de una Corte que es usual que actúe
bastante dividida entre el sector conservador liderado por el
Chief"Justice Rehnquist y una minoría que en ocasiones alcanza
a cuatro jueces, donde generalmente votan, junto con Ginsburg
y Breyer, los jueces Souter y Stevens. Así, la presidencia de
Clinton, pese a haberse extendido por dos períodos, no pu-
do quebrar la enorme influencia conservadora heredada de los
años de Reagan y Bush, quienes tuvieron el cuidado de designar
en el Tribunal jueces jóvenes, destinados a permanecer allí
mucho tiempo. No obstante , la jurisprudencia que examinaré
enseguida muestra una Corte más equilibrada, que se mueve
pendularmente entre una tendencia y otra.
Un repaso de la jurisprudencia de estos últimos años per-
mite advertir que la Corte ha restringido el derecho de aso-
ciación, sosteniendo que deriva de otros derechos y por lo tanto
sólo puede ser invocado cuando mediante una asociación se
tiende a proteger derechos tales como la libertad de expresión
o la pri vacidad 771 • Pero este mismo derecho ha dividido por
5 votos contra 4 a los sectores conservador y liberal en "Boy
Scouts of America v. Dale" 772 • Se discutía aquí si era válida
la expulsión de un homosexual declarado del cuerpo de los

1997 , en referéndum), y tal vez de otras urbe británicas. Su actilud fue decisiva
a la hora de poner fin a casi treinta aílos de conflicto en Irl anda del Norte: el
10 de abril de 1998 se firmó, en las proximidades de Belfast (en el castillo de
Stormont), después de casi dos años de negociaciones, un acuerdo de paz hi slórico
para esetern.tono que preveía la creación de una asamblea autónoma y de un con-
seJo muustenal mterfronterizo Norte-Sur (formado por miembros de dicha asam-
blea Y por el primer mirustro irlandés). El pl an de paz sellado el 10 de abril
fue obra del ex sen~dor estadourudense George Mitchell , en su calidad de principal
n egoc1ador, Y conto con. la colaboración mediadora de Bertie Ahcrn, de Blair y
del presidente estad~urudense B1ll Clinton , así como con la decisiva intervención
en las rondas negociadoras de la ministra especial británica para Irlanda del
Norte, Mo Mowlan. Asumsmo, para profundizar en su plan general de reforma
mstJtucwnal de su país, el 20 de enero de 1999 presentó su proyecto para convertir
a la Cámara de los Lores en un Senado de elección popular.
771
"City of Chicago v. Morales", 119 S. Ct. 1849 (1999); "Reno v. Ameri-
can-Arab Anti-Discrimination Community", 119 S. Ct. 936 (1999).
m 120 S. Ct. 2446 (2000).
Boy Scouts, dada la violación que
los principios de tal asociación. La
servador a m, sostuvo la validez de la deciliilla••
en el derecho de asociación.
En relación con las garantías para
en un proceso criminal, en "Minnesota . o.n•-~
personas fueron procesadas por tráfico de esbll...ili. . .
parte de la prueba fUe obtenida a partir
policía los vieron empaquetando cocaína a
del departamento en el que se hallaban.
recientemente, en "Ferguson v. City of CJ:LaJil!lliiiJIIi'~
declarado inconstitucional, bajo la Enmienda l."'l..-:la.
resultados de un test de uso de drogas lleva
hospital sobre mujeres embarazadas sean inf;on!l'l:a,....
licia, si las pacientes no habían prestado u
para ello m, pero se han considerado constitucio
tos de detención de vehículos en las autopistas
la tenencia de drogas 777 • Se ha sostenido -<:on
Jos jueces Breyer y Ginsburg 778 - que el privilegio de
Enmienda en contra de la autoincriminación sólo pro
a procesos en los Estados Unidos, pero no frente a
que podrían ser llevados a cabo en países extranjero
obstante, el privilegio en contra de la autoincriminación ba
sido reconocido también a favor de los testigos que podrían
resultar incriminados 7H0 • Con mayoría más ajustada, aun el
sector conservador de la Corte 7H1 ha interpretado restrictiva-
mente la regla de la exclusión de prueba obtenidas ilegalmente
(exclusionary rule) 7M2 , sosteniendo que no se aplica en proce-

7n Votaron los jueces Rehnquist, O'Connor, Scalia, Kennedy y Thomas.


774 525 U.R. 83 (1998).
775 121 S. Ct. 1281 (2001).
776 Votaron en la mayoria los jueces Steven , O'Connor. Souter, Ginsburg,
Breycr y Kenncdy. En disidencia lo hicieron los jueces Rehnqui st, Scalia y Thomas.
777 "City of Indianapolis v. Edmond", 121 S. Ct. 447 (2000) .
778 Los siete restantes jueces votaron en la mayoria, esto es, Rehnquist,
Stevens, O'Conuor, Scalia, Thomas, Kennedy y Souter.
779 "United Statcs v. Balsys", 524 U.S. 666 (1!:198).
7RO "Ohio v. Rei ncr", 121 S. Ct. 1252 (2001).
781 Votaron en la mayoria los jueces Thomas, Rchnquigt, O'Connor, Scalia, y

Kenncdy. En la minoría , lo hicieron los jueces Stcvens, Ginshw·g, Souter y Breycr.


7 82 Acerca de la llamada "regla de la exclusión", pueden verse Jos casos

citados por I SHAEL, Jerold H .; KAMTSAR, Yale, y LA r'Av ~. Wayne R. , Criminal Pro·
448 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

dimientos de revocación de la libertad condicional R~. Asimism?


7

se ha sostenido -en fallo muy dividido 784 - que p_uede ser utl·
lizada como evidencia en un proceso por tenencia de estupe·
facientes la confesión de haber estado anteriormente en po·
sesión de aquéllos, no pudiendo el condenado impugnar en el
Tribunal de alzada el empleo de este medio de prueba 7Rr•• No
obstante, en "Dickerson v. United States" 786 , donde se discutía
la observación de las reglas establecidas en "Miranda v. Ari·
zona" 787 sobre la lectura de los derechos en el momento de la
detención, se mantuvieron los principios elaborados por la Corte
Warren, con la estrecha disidencia de los jueces Thomas y Sea·
lia. Asimismo en "Carmell v. Texas" 788 , con una disidencia del
sector femenino y dos conservadores 789 , la Corte admitió que
una condena por delitos sexuales sobre una menor no podía
ser obtenida si el procedimiento aplicado era violatorío de la
irretroactividad de la ley (ex post {acto law) 190 •
Vinculado con el derecho a contar con un abogado defensor,
previsto en la Sexta Enmienda, la Corte, en "Texas v. Cobb" 791 ,
en un fallo con ajustado triunfo de la mayoría conservadora 792 ,
sostuvo que no hay violación de tal derecho si quien ya tiene
abogado defensor designado por un crimen confiesa ante la

cedure and the Constitution , West Group, Minnesota , 1999, ps. 55 a 81. En la
doctrina argentina: CARRió, Alejandro D., GaranUas constitucionales en el proceso
penal , 48 ed., Hammurabi, Buenos Aires , 2000, cap. VI.
7
8.~ "Pennsylvarúa Board of Probation and Parole v. Scott" 524 U.S. 357
(1998). '
7 4
. 8 Votaro_ n . en mayoría los jueces Rehnquist, O'Connor, Scalia, Thomas y
Kennedy. En diSidencia lo hicieron los jueces Souter, Stevens, Ginsburg y Breyer.
7
8~ "Ohler v. United States", 120 S. Ct. 1851 (2000).
7
86 120 S.Ct. 2326 (2000). En LL , t. 2001-A, p. 867 , se ha publicado una
traducción de un comentario a este fallo preparado por el profesor Milner S. Ball
de la Universidad de Georgia. '
78 7 384 u.s 436 (1966).
788 120 S. Ct. 1626 (2000).
789
. En minoría votaron las juezas O'Co nnor y Ginsburg, y los jueces Rehn-
qlllst y Kennedy.
790
Al condenado se le había aplicado una ley sancionada lu ego de cometidos
los crímen~s , que permitía la condena sobre la base de su solo t.estimonio. La
Corte consideró que ello violaba la Cláusula del Artículo 1, § 10, que prohíbe las
llamadas ex post {acto law (retroactividad de la ley).
79 1
121 S. Ct. 1335 (2001) .
,Votaron en mayo~a ~os jue~e.s Rehnquist, O'Connor, Scalia, Kennedy,
792
.
~caha Y rhomas. En la m1nona lo hic1eron los jueces Breyer, Souter, Stevens y
Gmsburg.
TE NDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 449

policía, sin la presencia de su letrado, otro delito relacionado


con el primero. Se trataba de un robo en una vivienda donde
además habían desaparecido dos de sus ocupantes. El detenido
por el robo había confesado su delito y designado a su abogado
defensor. Mientras gozaba de la excarcelación, le confesó a su
padre haber matado a los dos ocupantes de la vivienda. Éste
informó del hecho a la policía, que lo detuvo inmediatamente,
obteniendo la confesión de los homicidios y la localización de
los cuerpos de las víctimas, sin la presencia del abogado de-
fensor. Se adujo que la segunda confusión era inconstitucional,
pero la Corte rechazó el planteo.
En materia de libertad de expresión, en "Reno v. American
Civil Liberties Union" 793 fue declarada la inconstitucionalidad
de la denominada Ley de Decencia en las Comunicaciones (Co-
mmunications Decency Act) , que prohibía la transmisión de por-
nografía por Internet con el objeto de proteger de ella a los
niños y también se ha dado protección al lenguaje comerciaJ794 .
No obstante ello, el sector conservador 795 , junto con el juez
Breyer, ha permitido que se excluya de un programa de te-
levisión estatal a un representante de un partido minoritario,
sin que ello afecte la libertad de expresión protegida por la
Primera Enmienda, en la medida en que un programa de televi-
sión no es un foro público 796 . Asimismo, en "City of Erie v. Paps
A.M." 797 , se declaró constitucional una ordenanza municipal que
prohibía los desnudos en lugares públicos 798 y no se ha con-
siderado protegido por la libertad de expresión el contenido
de una carta enviada por un convicto a otro brindándole asis-
tencia legal 799 • Dentro de la Primera Enmienda y con relación
a la llamada Establishment Clause, la Corte sostuvo en "Mit-

793 521 U.S. 844 (1997).


7
~4
"City of Cincinnati v. Discovery Network, Jnc.", 507 U .S . 410 (1 993);
"Ibañez v. Florida Board of Accountancy", 512 U.S. 136 (1994); "Rubin v. Coors
Brewing Co.", fi14 U.S. 476 (1995); "44 Liquormat, Inc. v. Rhode Isl and", 517
u.s. 484 (1996).
79
~ En este caso, los jueces Kennedy, Rehnquist, Thomas, Scalia y O'Connor.
7~6 "Arkan sas Educational Television Commission v. Forbes", 523 U.S. 666
(1998).
797 120 S. Ct. 1382 (2000).
7
98 En la mayoría votaron los jueces O'Connor, Rehnquist, Kenncdy, Souter,
Hreyer, Thomas y ScAI;a. En disidencia lo hicieron los jueces Stevens y Ginsburg.
7f>9 "Shaw v. Murphy", 121 S . Ct. 1475 (2001).
450 CONTROL DE CONST ITUCIONALIDAD ·

chell v. Helms" 800 , con disidencia del sector liberal 80 \ que la


Ley de Mejora y Consolidación de la Educación sot que asigna
fondos para ser distribuidos en escuelas públicas y privadas
no es inconstitucional, aun cuando dichos fondos sean distri-
buidos en escuelas religiosas.
Un rebrote liberal activista se advierte en "Romer v.
Evans" 803 en el cual la Corte, en este caso con disidencia de
su sector más conservador 804 , declaró la inconstitucionalidad
de una enmienda a la Constitución del estado de Colorado por
medio de la cual se prohibía el dictado de leyes que estable-
cieran derechos de los homosexuales o lesbianas con funda-
mento en constituir una minoría. También ha variado su ac-
titud frente a la demostraciones ante las clínicas donde se
practicaban abortos 805 • En "Hill v. Colorado" 806 , con la disiden-
cia de los jueces Thomas, Scalia y Kennedy, se decretó constitu-
cional una ley de Colorado que declara inconstitucional la entre-
ga de propaganda antiabortista a menos de treinta metros de
tales clínicas. También se nota un cambio en su criterio en tor-
no a las condenas agravadas por la comisión de delitos basados
en odio racial (hate crime) en "Apprendi v. New Jersey" ~ 07 : se de-
claró inconstitucional una ley que permitía a los tribunales sin
intervención de unjury, agravar las penas de quienes delinq~ían
basados en tales circunstancias 808 • También constituye un
avance del sector liberal auxiliado por el juez Kennedy sog lo
800
120 S. Ct. 2530 (2000).
so1 I a · b
R h . ~- mayon a se o tuvo por 6 votos contra 3, con votos de los jueces Thoma
G~msnbqUlu~gst,St 'Connor,S~alia, Kennedy Y Dreyer. En disidencia votaron losjuec~
0
, evens y outer.
so1 Ed ·
803
ucatton Consolidation and lmprouement Act (1981)
517 U.S. 620 (1996). ·
Thom::. Votaron en disidencia el Chief Ju stice Rehnquist, y los jueces Scalia y
sos Véase en la etapa anterior el caso "B
Clinic", G06 U.S. 266 (19 93 ). ray v. Al exa ndria Women's Health
ijQ6 120 S . CL. 2480 (2000).
807
120 S. Ct. 2348 (2000) .
sos La mayor ía y minoría en este e
conservador voLaron mezclados E . 1 aso ~uestran que el sector liberal y el
t
Scalia, Souter, Thomas y Ginsb~·r . ~n m?yor.ta lo h~cJeron los jueces Stevens.,

j
t
Kennedy y Breyer. Es relevanteg, ue rn:nona lo htcteron O'Connor, Rehnquist,
mayoría defendiendo un princip . .b 0 ~ J~cces Thomas Y Scalia votaran en la
809 Votaron en la mayoría~~ l era , ~dos sus orígenes étnicos.
y Brcycr. os Jueces ennedy, Stevens, Souter, Ginsburg
decidido en "Legal Services Corporation •. Ve:lál~q~~r.~i:-ca,
fue declarada inconstitucional bajo la Primera ti.JIIIIIÍim. .
restricción impuesta a los abogados contra
Service Corporation para impugnar la incolnstit11Xiieeati••
leyes que otorgan beneficios sociales 811 •
En lo que al aborto se refiere, merece es¡;a::ial MAe~~aia
"Planned Parenthood of Southeastern Pennsylvania _ ' -"'-,...,.;;.=
Hacia 1992 la situación se había tornado más dificil
"Roe". Dos de sus más encendidos defensores, lo jueces Bren-
nan y Thurgood Marshall, se habían retirado de la Cone en
1990 y 1992 respectivamente, y habían sido reemplazados por
los jueces Souter y Thornas, ambos de tendencia conservadora .
Con una composición donde el último bastión de la defensa
de "Roe" quedaba a cargo de su redactor, el juez Blackmun,
llegó ante la Corte este caso vinculado con la constituci onalidad
de una ley de Pennsylvania que establecía una serie de limi-
taciones al aborto; entre ellas se exigía: a) que los médicos
analizaran con sus pacientes los riesgos del aborto y obtuvieran
de ellas su consentimiento por escrito; b) que la mujer, luego
de haber dado su consentimiento escrito, esperara 24 horas
para abortar; e) que las mujeres solteras menores de dieciocho
años obtuvieran el consentimiento de por lo menos uno de sus
padres o bien autorización judicial; d) que los médicos repor-
taran cada aborto realizado a las autoridades sanitarias. "Roe",
sin embargo, habría de sobrevivir una vez más. El fallo, con
una mayoría de 5 a 4 ij 1a, estableció que todos estos requisitos
eran constitucionales -a menos que se tornaran una carga in-
debida (undue burden) para la abortante- pero reafirmó que
los estados no podían prohibir el aborto antes de la viabilidad,
lo que constituye uno de los pilares de "Roe", aun cuando el
voto de los jueces O'Connor, Souter y Kennedy se pronunció
en contra de la división en trimestres. Solamente se declaró
inconstiLucional el requisito que exigía la prueba de la noti-
ficación al esposo previa al aborto.

s1o 121 S. Ct. 1043 (2001).


All L a L egal Services Corpor ation u~ u ua entidad crcd n con el fin d e di•-
tribuir fond os entre organizaciones no estatales , qu e se dedican a otorgar servicios
legales gratis a personas indigentes que deseen reclamar beneficios socia ll:l~.
R12 505 U.S. 833 (1992).
Mla Volaron en la mayorfa los jueces O'Connor, Kennedy y Soutcr, a quienes
adhirier·on en parte Stevens y 13lackmun.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIUAil
452
Por último, debe considerars~ el .caso . "Stenberg a\e
h t"~,. Se discutía aquí la constltucwnalldad de un d y
~~raska que prohibía la práctica del llamado aborto e
miento parcial (partial birth abortion), salvo ~n casos ~~
de vida para la madre. Recordemos que esta Intervencl n
lugar en un estado avanzado del embarazo en el cua~ el. n.J.ecnc•
extrae parcialmente el feto del seno materno Y ~o elimma.
Corte por medio del voto del Justice Breyer, qmen obtuvo
estredha mayoría de 5 votos contra 4 815 , declaró q~e l~ ley
inconstitucional. Todo ello demuestra que la constÜUCluuaucua..
del aborto en la Corte de los Estados Unidos ha superado
prueba más y constituye un principio muy arraigado ~~e
fue derogado ni aun en los tiempos de claro predomm10
la mayoría conservadora.
Asimismo, la Corte ha mantenido su condena al acoso
xual, haciendo responsables a los empleadores de su
y eliminación A\s y estableciendo también que puede darse
acoso entre personas de un mismo sexo 817 • En materia de
criminación, el sector liberal, también acompañado en este e
por el juez Kennedy 8 18 , ha interpretado que la Ley de
ricanos con Discapacidades (Americans with Disabilities
protege a personas portadoras de sida, aun cuando no
los síntomas de la enfermedad R' 9 • Se ha decidido también que
esa ley se aplica a los detenidos R20 •
En este período también se ha reforzado el sistema federal.
limitando la cláusula comercial de la Constitución A2 t, recono-
ciendo límites en el Congreso para aplicar la Enmienda Cator-
ce 822, y reforzando la inmunidad soberana de los estadosA~. No
obstante, en "Crosby v. National Foreign Trade Council" 824 , fue

su 120 S. Ct. 2597 (2000).


61 ~ Votaron también en la mayoría los jueces Ginsburg, O'Connor, Stevem

Y Souter. En la minoría votaron los jueces Rehnqui st, Scalia, Kennedy y Thomas.
Rl6 "Faragher v. City of Boca Raton", 524 U.S. 775 (1998).
81 7 "Oncale v. Sundowner Offshoer Services", 523 U.S. 75 (1998).
8! 8 Votaron además los jueces Stevens , Souter, Breyer y Ginsburg.
819 "Bragdon v. Abbott", 524 U.S. 624 (1998).
820 "P ennsylvani a Department ofCorrection• v. Yeskoy", 524 U .S. 206 ( 1998).
821 "United States v. Lopez", 514 U.S. 549 (1995).
R~ 2 "City of Boerne v. Flores", 521 U.S. 507 (1997).
8 2:1 "Idaho v. Coeur d'Alene Tribe", 521 U.S. 261 (1997); "Alden v. Maine~,
119 S.Ct. 2240 (1999); "Rimel v. Florida Board of Regents", 120 S.Ct. 631 (2000).
S24 120 S. Ct. 2288 (2000).
d~c~arada incon~titucional una ley de Mlllaacl...•liia.
h1~1a el comerciO con Birmania, ya que
Cla~sula de Supremacía, pues el comercio
tranJeras debe ser regulado de acuerdo con
greso. Un caso interesante de esta serie e '"U -
Morrison" R25, pues si bien está referido a la tXIIIJIIIell-:ia
gobierno federal y los estados, rozó directamente
de derechos civiles y provocó un fallo de 5 vo
victoria de la mayoría conservadora. Una estudian~ ........
por sus compañeros de clase promovió una acción ba"
minada Ley de Violencia contra la Mujer (Vwlence L\RUUUit
men Act) 826 , que prevé un remedio procesal contra las tic":s.iJIBII5
de la violencia en razón del sexo. La mayoría de la Corte
firmó el fallo de la instancia anterior - que había rechazado
demanda-, sosteniendo que el Congreso carecía de competencia
para dictar la citada ley. La minoría, en cambio, sostuvo que
el Congreso sí tiene facultades para dictar dicha ley derivadas
de la Decimocuarta Enmienda, y se pronunció asimismo a favor
de la ley en cuanto al fondo, habida cuenta del índice de vio-
lencia existente, el que había sido considerado al sancionarla.
Por último, una cuestión relativa a la propiedad también
ha dividido por 5 votos contra 4 a los sectores conservador y
liberal , en "Phillips v. Washington Legal Foundation" 828 • El ca-
so fue así: Texas -al igual que la mayoría de los estados y
el Distrito de Columbia- tiene establecido un sistema -conocido
con las siglas lOLTA (lnterest on Lawyers Trust Account)- me-
diante el cual el dinero que -por diversos motivos- los clientes
entregan a sus abogados se deposita en una cuenta y genera
intereses, los que son entregados a fundaciones para la ayuda
legal de personas de bajos recursos. Con tal motivo, fue em-
prendida una acción con fundamento en que dicho sistema pri-
vaba de los intereses a los dueños del capital , constituyéndose
así un taking sin compensación alguna y violatorio, por ende,
de la Quinta Enmienda. Los jueces Rebnquist, ?'~o!_lnor, Sea-
lía, Kennedy, Thomas y Souter aplic~o!_l el prmc1p10 ~e que
lo accesorio sigue la suerte de lo pnnc1pal, y determmaron

a2ñ 120 S. Ct. 1740 (2000).


8~6 Contenida en 42 USC § 13981. . d
827 Integrada por los jueces Rehnquist, O'Connor, Scalia , Thomas Y Kenne Y·
828 524 u.s. 156 (1998).
454 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

que el interés obtenido es de los dueños del dinero depositado.


Por el contrario , los jueces Ginsburg, Breyer, Stevens y Souter
votaron a favor del IOLTA.

d) LA ARGENTINA. - l. OBSERVACIÓN GENERAL. Los úl-


timos veinte años en el derecho constitucional argentino han
sido testigos de cambios fundamentales en lo político, lo eco-
nómico y lo jurídico. En punto a lo primero, a comienzos de
la década de 1980 la Argentina vivía el último de los gobiernos
militares que signaron las cinco décadas anteriores, cuya fina-
lización en diciembre de 1983 ha dado paso ya a cuatro períodos
constitucionales consecutivos H2 ~, y nada hace suponer -por el
momento- que pueda haber alguna interrupción de este tipo
en el futuro. Desde este punto de vista, la continuidad polí-
tico-constitucional se presenta firme. Iniciamos también el ca-
mino de la globalización, que ha tenido dos aspectos salientes.
Por un lado, en 1984 el gobierno argentino suscribió la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos, sometiendo a
nuestro país por primera vez a una jurisdicción internacional
para la defensa de los derechos humanos. Asimismo, con la
firma del Tratado de Asunción 8 ~ 0 , suscripto en 1990 con Brasil,
Paraguay y Uruguay, se formó el Mercosur (Mercado Común
del Sur), primer paso de una integración regional comunitaria,
que nos puso en el comienzo del camino ya recorrido en Europa
y nos enfrenta a los mismos desafíos constitucionalesm. En
lo económico, la reforma del Estado comenzada en el invierno
de 1989 ti~~ permitió sacar al país de la hiperinflación y del

A2 9 Para encontrar un récord semejante hay que remontar se hasta 1930.


cuando el general .José F. Uriburu derrocó al presidente Hipólito Ytigoyeu, fina-
lizan do as( con una serie ininterrumpida de veinte presidencias constilucionales
desde 1863.
B3o Aprobado por ley 23.981 <BO, 12/9/91). El Tratado fue luego completado
en 1995 por medio del protocolo de Ouro Preto, aprobado por ley 24.560 (BO,
13/10/95).
R8l Véase ARNAUD, Vicente G., Mercosur; Unión Europea y los procesos de in-
tegración regional, 2" ed., Abeledo·Perrot., Buenos Aires, 1999; llAHRA, Rodolfo C ..
Fuentes del ordenamiento de la integració,l. Ábaco, Buenos Aires , 1998 ; FREELA.ND
LoPEZ LECUBF., Alejandro, Manual de derecho comunitado, Ábaco, Buenos Aires, 1996.
832 La legislación que conformó este vasto programa de gobierno fue amplia,
pero vale la pena señalar al menos sus dos normas ptinci.pales, las leyes 23.696
y 23.697 (BO, 23/8/89 y 25/9/89, respectivamente).
TENDENCI AS JURÍDICO-POLíTICAS DEL CONTROL 455

eslancamiento. Por último, señalo como hito jurídico -sin des-


conocer su obvia trascendencia política- la reforma constitu-
cional de 1994, que incorporó una gran cantidad de institu-
ciones que hoy son el eje de nuestro sistema. Sería imposible
desarrollarlas en estas páginas, pero diré al menos que, más
allá de sus muchos errores y algunos aciertos, la reforma de
1994 ha sido tan trascendente para la vida nacional como lo
fue en su momento la de 1860.
En lo que hace específicamente a la enseñanza del derecho
constitucional, estos últimos veinte años han sido t estigos de
la aparición de dos ramas salidas de su tronco común. Por
un lado, el llamado derecho procesal constitucional , impulsado
desde hace veinte años ll33 , ya constituye una disciplina con au-
tonomía académica en muchas universidades . El segundo gran
desprendimiento lo constituyen los derechos humanos, a cuyo
impulso ha contribuido sensiblemente Germán J. BIDART CAM-
POS, con su pluma infatigable 834 • Otrora patrimonio exclusivo
del derecho constitucional, esa pertenencia hoy está compartida
con el derecho internacional como consecuencia de la ya men-
cionada globalización de la justicia, que en su intento por per-
seguir y castigar la violación de derechos humanos sin reco-
nocimiento de fronteras políticas, ha desbordado los límites que
hasta hace un tiempo le brindaba el derecho constitucional
clásico.

2. LA CORTE SUPREMA Y su JURISPRUDENCIA. Si bien el


desarrollo de la jurisprudencia de la Corte, tanto en este último
período como en sus anteriores, es uno de los temas centrales
de este libro, en los párrafos que siguen voy a hacer una síntesis
de los dos momentos históricos por los que ha atravesado a
Corte Suprema desde 1983 hasta 1990 y de 1990 hasta la fecha .

1. 1983-1990. Lo primero que vale la pena señalar es que


en diciembre de 1983 la Corte Suprema fue completamente re-
novada. Cesaron los jueces designados bajo el gobierno militar,

833 S AGUES, Nés lor P., Derecho procesal constitucional y j urisdicción cons-
titucional , LL , l . 1981-C, p . 865 .
834 C ito por todas s u s numeros as obra~ l a más r ecie n te : TI·atado elem ental
de derecho constitucional, Ediar, 2000-2001 , t. l, vols. A y B.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
456
y el flamante presidente Raul Alfon~ín ?-ombró a cinco ma~s­
trados tres de ellos vinculados al radtcahsmo, uno de extracctón
sociali~ta democrática, y el tercero salido de las filas del pero-
nismo. Con ello Alfonsín se aseguraba la primacía de su par-
tido en el Tribunal, pero abría puertas al pluralismo político.
Así conformaron la Corte Suprema Genaro R. Carrió (quien fue
elegido Presidente), José Severo Caballero, Augusto César Be-
lluscio, Carlos Santiago Fayt y Enrique Santiago Petracchi,
cuyos datos personales pueden encontrarse en la obra de PELLE!'
LASTRA 835 y en una investigación realizada por la fundación Po-
der Ciudadano 836 • Como Procurador General - entonces inte-
grante formal de la Corte- fue designado Juan Octavio Gauna.
Por su conformación ideológica, y como Tribunal que inau-
guraba un período inmediatamente posterior a un gobierno de
facto, la Corte en este primer período, que podemos computar
hasta su ampliación en 1990, y dentro del cual se produjeron
el reemplazo de Carrió por Jorge A. Bacqué en 1985, y el de
Gauna por Andrés D'Alessio en 1987, se· caracteriza por una
sensible orientación liberal-activista 837 de los derechos huma-
nos. Intentó así llevar a cabo una revolución interrumpida por
su ampliación en 1990.
Uno de los hitos más conocidos en este terreno fue su ra-
tificación a la condena impuesta por la Cámara en lo Criminal
y Correccional Federal a los integrantes de las tres primeras
juntas militares del Proceso 1976-1983 838 • En la misma línea
debe ubicarse el caso "Ramón Camps" 839 • Son muchos además
los fallos en los que intentó sobresalir como un tribunal pro-
tector de los derechos humanos. Entre sus primeras interven-
ciones en este sentido, cabe recordar los casos gemelos "Baz-
terrica" y "Capalbo" 840 , donde con mayoría de 3 a 2 841 cobijó

835 PELLF.T LAl>"TRA, Arturo, Historia poUtica de la Corte Suprema (1930-1990).


Ad-Hoc, Buenos Aires, 2001, ps. 406 y siguientes.
B36 Quién es quién en la justicia , prólogo de Luis Moreno Ocampo, Perfil.
Buenos Aires, 1997.
•a 7 Acerca del activismo de la Corte en este periodo: MOI\ELLO, Augusto M.,
La Corte Suprema en acción , Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1989.
8 38 Causa originariamente instruida por el Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas en cumplimiento del decreto 158/83 del PEN, Fallos, 309:1689 (1986).
839 Fallos , 310:1162 (1987).
°
84
Fallos, 308:1392 (1986).
841 Votaron en mayoría los jueces Belluscio, Petracchi y Bacqué. En minoría
lo hicieron los jueces Fayt y Caballero.
T ENDENCIAS JUJúoiCO-POLfTICAS DEL CO.OTROL
457

bajo la protección del art. 19, la tenencia de estupefacientes


~ar~a~~~a'P!tson~ ~· doctrin~ ~atificada luego en "Alejandro
84

d · . ., · Asrm1smo, admitió el hábeas corpus como medio


e reVJslOn .d~ una pena de arresto de ochenta días dispuesta
por . la Just1c1a
l' . . Municipal de Faltas - , rm
· p1'd1·0• s u rech azo tn
·
tmtne ex1g1endo que ante hábeas corpus preventivos los tri-
bu.n ales agotaran los trámites tendientes a hacer efectivo su
845
obJet0 Y confirmó el ejercicio del control constitucional en
el a~par.o ll4 6 • • En "Sejean c/Zacks de Sejean" 847 , declaró la in-
constltucwnahdad de la prohibición del divorcio vincular por
considerarla contraria a la igualdad ante la ley.
Tuvo varias decisiones importantes en la difícil relación
de la libertad de expresión con otros derechos, lo que puede
apreciarse en tres casos muy conocidos. En "Costa c/Munci-
palidad" 848 admitió la responsabilidad periodística por la di-
fusión de una noticia en la cual el actor aparecía como autor
de un delito inexistente . En "Ponzetti de Balbín c/Editorial
Atlántida" 649 fue protegida la int imidad de Ricardo Balbfn
ante la publicación de una fotografia que lo registraba inter-
nado en una sala de terapia intensiva, y en "Campillay elLa
Razón" 850 limitó la libertad de prensa ante una forma de dis-
tribuir noticias reñida con el derecho al honor, ya que se re-
produjo un despacho que daba cuenta de un proceso penal sin
indicar la fuente y sin usar el tiempo de verbo potencial. Al
mismo tiempo, rechazó el derecho de réplica en "Ekmekdjian
c/Neustadt" 85 \ y protegió la libertad de expresión en "La Prensa
S.A. " ~, cuando se intentó aplicar precios máximos a este diario
85

842 En ellos fu e ampliado, de manera significativa, el espectro de protección


de las acciones privadas mencionadas en el art. 19 de la Constitución, al declarar
inconstitucional el art. 62 de la ley 20.77 1 y desincrimina r así el uso o tenencia
de es tupefacientes para uso personal no es constitucional presu mir en a bstracto,
que la tenencia de aquellos a fecta intereses colectivos. Derogaba con ell o la doc-
trina del caso "Ariel Colavini", Fallos, 300:254 (1978).
843 Fallos, 311 :2228 (1988).
844 "Octavio Di Salvo", Fallos, 311:334 (1988).
845 "Emilio F. Cafassi", Fallos , 311:308 (1988).
846 "Arenzo n c/Nación Argentina", Fallos, 306:400 (1984).
847 Fallos, 308:2268 (1986).
848 Fallos, 310:510 (1 987).
6~9 Fallos, 306:1892 ( 1984).
R50 Fallos, 308:789 (1986).
851 Fallos, ~11 :2497 (1988).
85~ Fallos, 310:1715 (1 987).
458 C ONTROL DE CONST IT UC IONALIDAD

bajo lo previsto por la Ley de Abastecimiento • Un c~so _de


853

gran notoriedad periodística, aunque de es~aso co~te_mdo JU·


ridico, fue "Horacio Verbitsky" 8M. Este conocido penod1sta pro-
movió una denuncia por apología del delito contra un grupo
de personas que intentaban publicar en diarios de amplia cir-
culación una solicitada de apoyo al ex presidente defacto Jorge
R. Videla. En primera instancia, el juez federal en lo criminal
y correccional Martín Irurzun prohibió la solicitada, sentencia
luego revocada en Cámara -con firma de los jueces Gil Lavedra
y Arslanian R66- por considerársela un acto de censura previa
reñido con la Constitución. Apelaron por vía extraordinaria
el Fiscal de Cámara y los denunciados. Estos últimos sostenían
que, si bien la sentencia les resultaba favorable , sus conside-
randos constituían una lesión a su derecho a publicar ideas
por la prensa , pues dejaba abierta la posibilidad de que en
caso de publicarse la solicitada quedarían incursos en el delito
denunciado. La Corte 56 , que tenía muy acotada su interven-
ción pues el Procurador General había desistido del recurso
extraordinario interpuesto por el Fiscal de Cámara, sostuvo en
esencia que no existía en los restantes recurrentes (esto es,
los denunciados por Verbitsky) un gravamen actual y concreto.
En materia de garantías en el proceso penal, aplicó la regla
de la exclusión para la obtención de pruebas en "Reginald Ray-
ford" 8~7 y amplió el ejercicio del derecho de defensa al hacer
lugar a un recurso in forma pauperis 8 ~8 • Igualmente extendió
este derecho al exigir mayores garantías en la orden de alla-
namiento en casos como "Fiorentino" 859 , "Cichero"R'w, y "D'Acos-

M 3 El fallo registra la disidencia de los jueces Bacqué y Petracchi, coinci-


dentes en sostener que un diario, como empresa comercial, no puede estar ajeno
a la a plicación de norma s generales dictadas para el comercio.
sM Fallos, 312:916 (1989).
8~~ CNCiv. y Com . Fed., Sala l , 10/11/87. Ambas se ntencias pueden verse
en : MI LLEn, J onathan M.; G ELLI, María A. y Cwuso, Susana M. , Constitución y
derechos humanos, Astrea , Buenos Aires, 1991, t. 2, p. 942 y ss.
H56 Suscri ben el voto mayoritario los jueces Belluscio, Petracclu y Bacqué;
hay un voto separado muy parecido al de la mayoría del juez Caball ero y en
di sidencia votó el juez Fayt.
8~ 7 Fallos , 308 :733 (1986). En igual se ntido véanse los casos "Roque A.
Ruiz", Fallos , 310:1847 (1987), y "Alberto D. Francomano", Fallos, 310:2384 (1987).
~SR "Jorge N. fernández" , Fallos, 310:492 (1987).
859 Fallos, 306:1752 (1984).
aso Fallos, 307:440 (1985).
TENDENCIAS JURIDICO-POLITICAS DEL CONTROL 459

ta" 80 \ revocando así la doctrina del caso "Dante Gullo" 8 6 ~, y


resolvió a favor de la prohibición de declarar contra uno mismo
en "Roque Ruiz" 863 . Protegió el derecho de salir y entrar del
país en un caso de negativa a emitir un pasaporte N"• y en "Al-
fredo Portillo" 865 -con disidencia parcial del juez Caballero-
amplió libertad de conciencia frente a la obligación de prestar
servicio militar 866 • Tuvo pronunciamientos importantes en el
orden previsional. Ellos se produjeron en los casos "Antonio
Tallo" 867 y "Rolón Zappa" 868 , en los que el Tribunal determinó
que el haber mínimo jubilatorio debe representar el 82 % móvil
de la categoría en actividad. Estos fallos produjeron en el Po-
der Ejecutivo una conocida conmoción económica a la que pre-
tendió darse fin con el dictado de un decreto que establecía
la emergencia previsional 869 •
No obstante ello, en algunas de sus decisiones se nota una
inclinación por la protección del interés sustentado por el go-
bierno. Así, por ejemplo, su actuación en la defensa de los de-
rechos de los detenidos bajo el estado de sitio declarado a fines
de 1985 deja mucho que desear, ya que en "Jorge Granada" 870

861 Fallos , 310:85 (1987).


862 Fallos , 301:676 (1979).
ssa Fallos , 310:1847 (1987).
861 "Olmos c!Estado Nacional", Fallos. 307 :1430 (1985).
ar.s Fallos, 312:496 (19H!l).
~HH Se trataba de un católico, quien, invocando el quinto mandamit!ULO ("no
matarás"), aducía 4ue el servicio militar con armas violentaba sus manda~s re-
ligiosos. En primera y segunda instancia había sido condenado como mfractor
a la ley 17 .531 de st!rvicio militar, aplicándosele e~ adictonal de un año de serviCIO
excedent,e . La Corte, luego de un examen deterudo de la cue~t,,ón Y co~ la dlst-
dencia del entonces presidente José S. Caballero, concluye en que es precl80 hacer
lugar parcialmente al reclamo del actor y no hay motivo para obligarlo a prestar
el servicio militar con uso de armas (consid. 17 , Fallos , 312:515). Ello, sm em:
bargo, no lo exim e de prestar dicho servicio militar bajo ot.ras modahdade~, lll
lo exime tampoco del año adicional por ser infractor a la convocatona m1lit~.
El fallo, en su momento, despertó aplausos: BIDART CAMP0f;, Germán J .•. CJ_n bn·
liante e innovador fallo de la Corte Suprema acoge parcialmente la objectón de
conciencia para los deberes militares, ED, t . 133, p. ~6.4 ; y cr~ticas: PADILLA, M1guel,
La objeción de conciencia como eximente del serutcto rntlttar con armas , LL, t .
1989-C, p. 401.
867 Fallos, 308 :615 (1986).
868 Fallos, 308:1848 ( 1986).
HI;H Decreto 2196 del 28/11/1986, BO , 2/12/86, Adla , t . 1986-D, p. 4180.
H70 Fallos , 307 :2284 (1985\.
CONTROL DE CON!>"TITUClONALIDAD
460
-salvo la disidencia del juez Belluscio 671 - no hizo aplicación
de la doctrina de la razonabilidad, que tanto había costado
elaborar hasta entonces 672 • Lo mismo cabe decir de su magra
873
intervención en el caso "Guillermo Walter Klein" , donde un
amparo promovido por el allanamiento de un estudio jurídico
demoró dos años en ser resuelto, y finalmente fue declarado
abstracto. Y en "Olivares c/Estado Nacional" 87 \ donde un gru-
po de detenidos por el gobierno militar reclamaba una compen-
sación económica, prosperó la prescripción de la acción opuesta
por el gobierno.
Su criterio en relación con los jueces destituidos y desig-
nados por los gobiernos de facto quedó reflejada en dos deci-
siones importantes 675 • En "Domingo R. Aramayo" 876 , un juez
destituido por el gobierno militar en 1976 solicitaba ser re-
puesto en su cargo, con pago de los haberes dejados de percibir.
La Corte rechazó su petición señalando que "la propia desig-
nación de esta Corte por el Poder Ejecutivo con acuerdo del
Honorable Senado implica ratificación de las remociones de los
jueces que desempeñaban sus cargos el 24 de marzo de 1976".
Por el contrario, en "Félix E. Dufourq" 877 , se trataba de un
juez designado por el gobierno de facto que pretendía man-
tenerse en su cargo, y la Corte también rechazó su pretensión,
diciendo que "la inamovilidad de los jueces designados por el
denominado Proceso de Reorganización Nacional se encuentra
limitada por la reinstalación de los poderes constitucionales
toda vez que tales nombramientos no pueden privar al Poder
Ejecutivo y al Senado de las facultades que normalmente le
pertenecen conforme a la Constitución nacional".

87 1 No puede dejar de destacarse , sin embargo, algo paradójico. El juez di-


sidente es de origen radical , mientras que tres de los que integran la mayoría
(Petracchi, Fayt y Bacqué) no lo son. Hubo , en consecuencia, apoyo al gobierno,
no al partido.
872 Su consagración habla tenido lugar en "Jacobo Timerman", Fallos,
300:816 (1978).
87:1 Fallos , 308:1489 (1986).
871 Pallas, 311 :1490 (1988).
875 Recordemos que la jurisprudencia imperante sobre la materia era la que
surgía del caso "José M. Sagasta", Fallos, 241:50 (1958), donde la Corte estableció
que un juez de iure perdía tal condición, y consiguientemente su estabilidad, con
motivo de una designación practicada por un gobierno de facto.
876 Fallos , 306:72 (1984).
877 Fallos , 306:174 (1984).
T ENDENCIAS JUIÚDICO-POLfTICAS Da camm
En .lo que se refiere a los derechos de con -
son vanos los fallos mencionables dentro de este PErild~
chez Granel Obras de Ingeniería c/D.N.V. . manó
rumbo en el terreno de la responsabilidad
tado , a~ reco~ocerse allí el lucro cesante de~
re~ocación dlspue~ta. ~n razón del interés púhlicooOJ.Ilbratisa.a -
m~tado a la apreciacJOn discrecional del Trib al
phtud fue m · d un -
ongera a más tarde en un caso de re ponsabilid d
ext:acontrac~ual. En "Motor Once S.A. c/M.C.B.A., e ~-
c~~J~.la a(mplitud de la resp?nsabilidad por cambio en el' derecho
o ~e 1vo norma.s de segundad en las estaciones de servicio)
Y n~ fue re~onoc1do aquí el lucro cesante. Pero si fue reconocido
en ~uncalan Forestal Agropecuaria S.A. c!Buenos Aires"s"', con
m~t1vo ~e la re~ponsabilidad por obras hidráulicas que pro-
dujeron mundacwnes de campos 88" . Fue reconocida asimismo
la actualización monetaria de deudas provenientes de contratos
administrativos, en "Balpala Construcciones S.A. c/D.N.V." 883
y no tuvo objeciones constitucionales con rel ación a la Ley de
Abstecimientos y el control de precios en "Laboratorios An-
drómaco c/Estado Nacional" 8114 • Asimismo, en "C ambios TeJe-
tour S.A. c/BCRA"R85, fue convalidada una resolución del Banco

878 Fallos, 306:1409 (1984).


8 79 Se debatía allí si la demandada debía indemnizar los daños y perjuicios
y el lu cro cesante que había sufri do la empresa como consecuencia de la revocación,
por razones de oportunidad, mériLo y conveniencia, de un contrato administrativo
de obra pública. En las instancias anteriores, sólo había procedido el reclamo
por los daños y pe1juicios , pero la Corte revocó esLo~ fallos ampliando el resar-
cimiento también a las ganancias frustradas, a unque decretando un resarcinllento
prudencial que no abarcó la tota lida d de las Inismas. Véase BJANCH!, Alberto n.,
Nuevos alcances de la extensión de la responsabilidad contractual del Estado ,
ED, t. 111, p. 550.
8BO Fallos, 310:943 (1987).
8HJ Fallos , 312:2266 (1989).
HH2 He analizado estos fallos con mayor detalle en BJANCHI , Alberto B., Res·
ponsabiliclad del Estado por su actividad legislativa, Ábaco, Buenos Aires, 1999.
8Ra Fallos, 312:2373 (1989). El problema llevado a conocimiento de la jus-
ticia (al menos en lo que puede detecta rse de la sola lectura del pronunciamiento)
era si el cobro de la depreciación monetaria del capital adeudado procedía, con
base en la ley 21.392, a un cuando el acreedor, en el momento de percibir aq uél
sin el debido reajuste, no hubi era formulado reserva en tal sentido. E l comentario
de este caso puede verse en: BJANCHI , Alberto B ., El caso "Balpala Construcciones",
un decisorio importante en materia de depreciación monetaria, LL, t. 1990-C, p. 444.
ss• Fallos, 307:2345 (1985).
R85 Fallos , 310:203 (1987).
462 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Central que obligaba a las entidades autorizadas a operar en


cambios a venderle a aquél el excedente de las posiciones netas
en divisas de determinadas fechas anteriores a un tipo de cam-
bio menor al entonces vigente.
'l'ambién surgió de esta Corte el reconocimiento a la au-
tonomía de los municipios en "Rivademar c/Municipalidad de
Rosario" 886 , que cambió un viejo criterio basado en la autarquía
sostenido desde 1911 887 •
11. DESDE 1990. Con la llegada del presidente Carlos S.
Menem, la Corte sufrió un cambio importante . Desde el co-
mienzo de su mandato Menem propició su ampliación, lo que
generó el dictado de una inusual Acordada de rechazo a este
intento 8HH , acto que presagiaba la fuerte disputa interna que
sacudiría al Tribunal en los años siguientes. Finalmente, en
abril de 1990, sus tradicionales cinco sillones 889 se aumentaron
a nueve ~90 , y seis nuevos jueces fueron designados. Cuatro de
ellos cubrieron las nuevas vacantes, y dos ocuparon las pro-
ducidas en 1989 y 1990, con las renuncias de José S. Caballero
y Jorge Bacqué, respectivamente. De tal suerte, ingresaron
al Tribunal Julio C. Oyhanarte, Ricardo Levene (h.) -quien fue
elegido Presidente-, Rodolfo C. Barra, Eduardo Moliné O'Con-
nor, Julio S. Nazareno y Mariano A. Cavagna Martínez. Una
vez más, la Corte era casi completamente renovada, esta vez
sin interrupción del orden constitucional 891 •
Se inicia con ello el segundo y último período aqui con-
siderado, pues la llegada a la presidencia de Fernando de la
Rúa en diciembre de Hl99 no trajo consigo ningún cambio en

886 Fallos , 312:326 (1989).


BR 7 "Municipalidad de La Plata dFerrocarril Sud", Fallos , 114:282 (1911).
8R8 Acordada 44189, Fallos, 312:1513.
MM9 La Corte Suprema ha cambiado tres veces el número de sus jueces. Por
espacio de noventa y siete años , desd e su instalación en 1863 hasta 1960, su
número fue de cinco miembros. En 1960, bajo la presidencia de Arturo Frondizi,
fue ampliado a siete Oey 15.271). En 1966, el golpe militar del general Onganía
lo redujo a cinco nuevamente. Bajo la presidencia de Raúl Alfonsín se envió al
Congreso un proyecto para incrementar a siete el número de jueces (Mensaje
1693, diario de la Cámara de Diputados de la Nación del 5/11/87) pero el proyecto
no prosperó. Finalmente, en 1990, fue ampliado a nueve.
M90 Conforme ley 23.774 (BO, 16/4/90).
~91 Lo qu e bajo la presidencia de Juan D. Perón se habla logrado mediante
el juicio político de 1947 fue consumado, esta vez , con un acto legislativo.
TENDENCIAS JURíDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL
463
la c~mposición del Tribunal. En los más de diez años trans
curndos desde en~onces se produjeron algunos cambios ue n~
~Iteraron sustancialmente la nueva corriente que inspi;ó a la
~rte des~e entonce~ ..Julio Oyhanarte se retiró antes de cum-
P~Ir un ano de serVIcios y fue reemplazado por Antonio Bog-
g¡ano; a fines de 1993 renunciaron Barra y Cavagna Martínez
dando lugar a las designaciones de Guillermo A. F. López ;
G~stavo A Bossert, respectivamente, y a fines de 1995 se retiró
R~cardo Levene (h.), siendo designado en su lugar Adolfo R.
Vazquez. Luego de la ampliación, en la Presidencia se han
desei?peñado sucesivamente Ricardo Levene, Antonio Boggiano
Y. Juho S. Naz~reno. Menem ostenta así un récord de designa-
CIOnes en el Tribunal, ya que nombró diez jueces, de los cuales
uno solo integró la minoría opositora : Gustavo A. Bossert.
La nueva Corte Suprema surgida de la ampliación era el
fruto de varias circunstancias. La primera, obviamente, se de-
be a la personal concepción del poder de Carlos Menem, de-
mostrada a lo largo de su colorida década en la Casa Rosada,
pero tampoco debe perderse de vista que también facilitó el
profundo cambio en el 'l'ribunal la extrema debilidad política
con que el gobierno del presidente Alfonsfn entregó anticipa-
damente el poder en julio de 1989, seis meses antes de la
expiración formal de su mandato . Así, el nuevo Presidente,
a l llegar al noveno mes de mandato, cumplió con su propósito
de contar con mayoría en la Corte. El tratamiento del proyecto
de ley en el Senado contó principalmente con la oposición de
Fernando de la Rúa 892 , y en la Cámara de Diputados la sesión
tuvo pasajes tumultuosos 893 , especialmente por la escisión que
se produjo en el bloque radical 894 • Sancionada la ley, y con

892 El tratamiento de la ley tuvo lugar los días 28 y 29 de septiembre de


1989 (cfr. Diario de Sesiones, Cámara de Senadores, 2~ reunión, ps. 2604 a 2673).
893 La Cámara de Diputados trató el proyecto aprobado por la de Senadores
en las sesiones de los días 4 y 5 de abril de 1990 (cfr. Diario de Sesiones de la
Cámara de Diputados , 58' reunión , ps. 7562 a 7711 ).
89< "La Nación" del6/4/90, relata los hechos de esta manera: "El jusiicialismo
obtuvo en la madrugada de ayer un resonante triunfo polfticu, cua ndo la Cámara
de Diputados convirtió en ley el proyecto oficialista que eleva de cmco a _nueve
a los mi embros de la Corte Suprema de Justicia de la Nac1ón. La ses16n no
careció de pasajes tumultuosos , en uno de los cuales -aseguraron fuentes radi-
cales- empleados del bloque de la UCR fueron amenazados con un arma por un
desconocido que se encontraba en el recinto. El ep1sodio, ongmado en uno de
los habituales discursos y coniradiscursos de los dos bloques mayontanos, no
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
464

las seis designaciones efectuadas en un so~o acto, Carlo~ Menem


se aseguró una cómoda mayoría en el Tribun~l. ~ab1a p~esto
allí cinco hombres de su partido y un extrapart1dano. Ha:1e~do
cómputos formales, en 1990 el peronismo contaba :on se1s JUe-
ces al radicalismo le quedaba solamente Bellusc10, en tanto
qu~ Fayt y Oyhanarte prevenían de fuerzas minoritarias. Cier-
tamente, las circunstancias posteriores demostraron que la opo-
sición al gobierno estaría encarnada inicialmente por los jueces
Petracchi, Belluscio y Fayt. Boggiano, sucesor de Oyhanarte,
sumaría sus fuerzas a la mayoría, al igual que Vázquez, al
reemplazar a Levene; Bossert se integraría con la minoría y
López con la mayoría. Dados estos alineamientos, un resultado
habitual en la Corte argentina de la década de 1990 ante casos
en los que el gobierno del presidente Menem ponía especial

alcanzó a eclipsar el alarde de conducta parlamentaria desplegado por el bloque


oficialista para mantener el quórum. Por otro lado, la sesión hizo aflorar las
disidencias internas dentro del bloque de la UCR, cuya tensión fue fruto tanto
de la iniciativa en tratamiento cuanto de resquebrajamientos ajenos a la norma.
"Sin embargo, la afirmación deljusticialismo de que el aumento de miembros
del máximo tribunal de justicia -que la Cámara baja convirtió ayer en ley a las
5.28- no persigue el objetivo de contar con un tribunal adicto fue seriamente
puesta en duda durante la coronación de la reunión parlamentaria.
"Formalmente, varios diputados centristas se quejaron de la manera 'pre-
potente' con que el presidente del cuerpo puso a votación los tres artículos de
la ley, que se publica en esta misma edición.
"Los legisladores que elevaron esa queja fueron Rafael Martínez Raymonda,
Nicolás Garay y Alberto González.
"Simbólicamenle, el bloque justicialista festejó el triunfo entonando la mar-
cha peronista. En rigor, se debieron entonar varias otras marchas parlidarias,
si se tiene en cuenta el aporte de los bloques de la Ucedé, del Partido Intransigente,
de los demoprogr csistas, de los autonomistas y liberales de Corrientes y de los
representantes del MPJ, entre otro. Tal vez el presidente Carlos Menem agra·
dezca personalmente a varios de esos legisladores -incluyendo a Cristina Guzmán,
Andr6s Fescina y a los correntinos- el haber contribuido al quórum, durante una
reunión que se realizará hoy en la Casa Rosada. Pese a que forma parte de la
práctica parlamentaria acordar ciertos mecanismos con los otros bloques parla-
mentarios , lo cierto es que la principal tarea de seducción la realizó el PJ sobre
los diputados radicales. Pero el oficialismo no descuidó a la Ucedé: consiguió el
compromiso del bloque liberal de mantener número en el recinto a cambio de la
libre expresión de sus integrantes. Como se sabe, el bloque de la Ucedé terúa
una posición dividida respecto del aumento de jueces de la Corte: mientras que
cinco de sus miembros no aceptaban la modificación, seis de ellos eslaban a favor,
pero con la salvedad de que debían ser siete y no nueve los miembros del tribunal.
El PJ obtuvo el compromiso liberal a cambio de respetar a la totalidad de los
oradores de la Ucedé. Un integrante de ese bloque -Federico Zamora- tuvo el
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 465
énfasis ha sido el de 5 a 4. De todos modos, como ya veremos,
e.s te resultado está lejos de ser "automático", como periodís-
ticamente se lo ha presentado ante la sociedad.
Esta nueva Corte nacía así bajo la acusación de la de-
pendencia del poder poütico. Sobre este particular deseo hacer
dos consideraciones que tienden a moderar el reduccionismo
histórico que anida en quienes pretenden hacernos creer que
esta Corte fue la única que rindió pleitesía al Poder Ejecutivo
y que con ello se agota su obra de gobierno. En primer término ,
es necesario recordar que constituye una tradición de nuestra
Corte Suprema el acercamiento con el poder político, de modo
tal que la Corte de 1990-1999 no quebró precisamente una
ünea de prístina independencia 895 • Por el contrario, es com-
probable que bajo numerosas presidencias constitucionales (me
abstengo de considerar las de facto), desde Mitre hasta De la

dudoso privilegio de pedir el cierre del debate, Jo que obligó a muchos diputados
a guardar para mejor ocasión los apuntes preparados para el encuentro.
"La tensión interna de los diputados de la UCR fue de tan alto voltaje que
puso en peligro la continuidad del presidente del bloque. César Jaroslavsky. Sin-
téticamente, las líneas de e~a crisis pueden explicarse de la siguiente manera:
"Los diputados radicales se encontraban ante la disyuntiva de seguir el cri·
terio de opon~rse al proyecto por razone s políticas y jurídicas -tal como lo expu-
~ieron Jorge Vanossi y Melchor Cruchaga-, o dejar que el oficialismo aprobara
la norm a y no correr el riesgo de quedar 'pedaleando en el aire'.
"Esta última situación se vincula con ciertos indicios -que tenían los dipu-
tados radicales- respecto de que el tema de la Corte estuvo y está siendo tratado
por el Gobierno en las ya habituales conversaciones con Eduardo Angeloz.
Inclusive, algunos diputados radicales sospechan que Angeloz alienta la de-
signoción del Dr. Horacio Roilman como uno de los integrantes de lu Corte. El
hloque no quería oponerse frontalmente y luego ser desmentido por el ex candidato
presidencial de la UCR. Tal vez , por e o, Miguel Ángel Ortiz Pellegrini preparó
un discurso que, si bien critica la norma, asegura que le toca a Carlos Menem
aventar los malos presagios, y ello mediante la designación de los nuevos jueces.
Ortiz Pellegrini es un cordobés no angelocista, 'sino más bien audaz', como suele
autodetinirse.
"La amenaza de la renuncia n la presidencia la esgrimió Jaroslavsky, su-
perpuesto al aumento de miembros de la Corte, al enterarse de que el vicepresi-
dente primero, José Alberto Furque, había designado a Guillermo Tello Rosas
para integrar la Comisión Revisora de Cuentas de la Cámara. J aroslavsky, como
tit ular del bloque, había designado a Antonio Berhongaray para el mismo cargo.
"El enojo de Jaroslavsky hizo que Furque presentara su renuncia al cargo
en el bloqu e; la fuerza de los hechos -es decir, el quórum que el oficiali smo había
logrado- posp uso una discusión que la UCR deberá enfrentar la pró~ima semana."
89/i Sobre el particular véase B tANCHl, Alberto B., Una medLtac¡ón acerca
de la función institucional de la Corte Suprema , LL, t. 1997-B, p. 994.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
466
Rúa, la Corte ha prestado constantemente atención a los r~­
querimientos del Presidente. En segundo lugar, la obra reali-
zada por el Tribunal en estos años contiene ciertamente nu-
merosos fallos favorables a los deseos del Presidente, y negarlo
sería un acto de necedad. Pero al mismo tiempo existen mu-
chos pronunciamientos -no tan destacados por el periodismo-
que muestran la cara positiva del Tribunal.
Siguiendo esta línea de razonamiento, voy a señalar pri-
mero los fallos de la tendencia pro-gobierno, ya sea en materia
política o económica.
Entre los primeros, además de los que ya mencioné en el
capítulo II, vale la pena recordar también los vinculados con el
conflicto electoral en Corrientes suscitado en 1991, que tuvo
como desenlace la intervención a la provincia a comienzos de
1992 896 y los fallos que protegieron esta decisión 897 • En el marco
de este conflicto, además, la Corte intervino 898 o se abstuvo de
hacerl~ 899 según las conveniencias 900 . Con igual disidencia fue
conv.ahd_ada la remoción por decreto del Fiscal General de In-
vestlgacwnes Administrativas 00 \ pese a que la ley 21 383
r~gulaba el ~~cionamiento de la Fiscalía Nacional de I~ve~t~:~
cwnes_ ~dmlmstrativas, establecía el mismo procedimiento de
remocwn
b. , f que el. p revrs
· t o para e 1 Procurador General 9o2. Tam-
Ien u~ protegrda con mayoría de 7 a 2 900 la velocidad de 1
vocatona a la convención constituyente de 1994 al h a con-
lino" 904 f . rec azar en "Po-
-por a 1ta de legrtimación- el planteo de nulidad de la

R96 La intervención fue decidid d


tJn receso el Congreso. a por ecreto 24.1 de febrero de 1992, estando
Rg? "Presidente del Superior Trib . .
tes", Fallos, 315:1673 (1992)· "R05 . ~-~al! ~e Justicia de la Provincia de Corrien-
1 1 1 5
a•a "Electores y Apod ' d ; • !allos, 315:2074 (1992).
dical y D,~mocracia Cristia!:~. ~all~;o;i4a~~~~s(Justicialista, Unión Cívica Ra-
R99 Apoderados y Elector ' .. • 1991).
316:972 (1993). es de la Alianza Frente de la Esperanza" ~ ll
• E ,a~
. u el caso mencionado en 1 .
ilelluscw y Petracchi, también votó : n~tadantenor, además de los jueces Fayt
901 "Molinas c/Poder ~'jecut · n SI enCJa el juez Boggiano '
.9ot Votaron en la may;ria lo~V.~e~::;:,nal", Fallos , 314:1091 (Ill9 1).
né O C?nnor, Nazareno y Bog,:rian~ evene, Barra, Cavagna Martínez Moli-
- 90.l Votaron en la rua oría 1 . . . '
Lope~. Nazareno M lin ~, 08
JUeces Levene Petra h " B ¡
votaron los juecc~ FZyt ~ ~ Cou~or (estos dos últi~os por cscu ~oto~ lu~ci~, BosstJrt,
904 "Poli no c/Estado oggH•n~; . n a mmoría
Nacional, Fallos , 317:335 (1994).
TENDEN CIAS JURÍDlCO-POLÍT!CAS DEL CONTROL 467
905
ley 24.309 • Dentro de la temática de la Convención de 1994
debe destacarse también "Romero Feris" 906 , donde se rechazó u~
~paro iniciado con el objeto de que se ordenara al Poder Ejecu-
tivo abstenerse de convocar a la convención con las limitaciones
previstas en los arts. 52 y 62 de la ley de convocatoria 907 • N o obs-
tante, este caso fue decidido por 7 a 1 con la sola disidencia del
juez Fayt 908 • En "Mercedes Aquino" 909 cubrió con su manto de
protección los indultos presidenciales del año 1990, pero lo hizo
con una mayoría de 5 a 2, que no refleja los alineamientos na-
cidos de la ampliación de 1990 910 • Tampoco refleja exactamente
tal reparto interno de posiciones el caso "Escobar" 911 , en el cual
fue ordenada la restitución en el cargo del gobernador de San
Juan, alineado con la política del gobierno nacional 912 • Aquella
distribución entre mayoría y minoría se ve en cambio en el fallo
5 a 4 ~ 1 ;¡ del caso "Juan Octavio Gauna" 914 , vinculado con la ex-
tensión de los poderes autonómicos de la Ciudad de Buenos
Aires (bajo control del partido radical luego de 1996), en materia
electoral. Finalmente, una de sus últimas intervenciones de so-
corro al gobierno justicialista tuvo lugar en "Chaco c/Senado de
la Nación" 915 , ya analizado con motivo de las cuestiones políticas
no justiciables 916 , donde también el resultado de 5 votos contra
4n17 se ve con toda nitidez.

905 Ya m e he ocupado de este fallo supra, § 74.


906 "Romero Fcris c/Poder Ejecutivo Nacional", Fallos, 317:711 (1994).
907 Obligación de votar en forma conjunta el núcleo de coincidencias básicas
(ru1.. 5 2) y nulidad de los agregados, modificaciones y derogacion es del núcleo (arl. 6").
En la mayoría votaron los jueces Levene , Belluscio, Nazareno, Bossert
908
y Petracclti , por un lado, y los jueces Moliné O'Connor y López, en otro voto.
909 Fallos, 315:2421 (1992).
910 Votaron en la mayoría los jueces Barra, Cavagna Martinez , Nazareno,
Boggiano y Fayt (por su voto), y en la minoría los jueces Levene y Belluscio.
9 11 "A.T.E. San .Ju an" , Fallos, 317:874 (1994).
912 En la mayoría votaron los jueces Nazareno, Molin o\ O'Co nnor, Fayt Y
Lópcz. En la minoría lo hicieron los jueces Levene, Petracchi y Bossert.
913 Volaron en la mayoría los jueces Nazareno, Molio é O'Connor Y López,
a quienes se unieron con votos separados los jueces . Boggiano Y Vázquez. En
minoría votaron, por un lado , los jueces Fayt, Bellusc10 Y Bossert, en tanto que
P etracchi lo hizo con su propio voto.
914 Fallos , 320:875 (1997).
915 Fallos , 321:3236 (1998).
91G Véase sup ra § 9!i . · Q'C
917 Votaron en mayoría los jueces Nazareno (Presidente), Molmé . onnor,
Boggiano , l"ópe~ y Vázquez. En minoría votaron los jueces P etracch1, Dossert,
Fayl y Belluscio.
C oNTROL DE coNSI'ITUCI ONALIDAD
468
No qui siera cerrar esta ap~eta~a reseña s~n mencionar lo~
fallos que en el campo universltar10 h~n. ~efle]ado la lucha po
litica entablada entre gobierno y oposlc!On y la forma en que
esta rivalidad se trasladó y fue resuelta en el seno de la Corte
durante la década de 1990. Bajo el ext~nso recto~ado de ~s~ar
Shuberoff, la Universidad de Buenos Aires ~ncaro una pOSICIÓn
de confrontación con el gobierno del pres~~ente, Me~em , que
dio como frut o dos fallos dignos de mencwn . El pnmero d~
ellos se susci tó cuando la UBA intentó evadir el control admi-
nistrativo de sus actos ejercido por el Ministro de Educación
a través del recurso de alzada, generando con ello el decreto
1111/90 , que restableció dicho recurso en el ámbito universi-
tario. Este decreto fue impugnado por la UBA y la Corte con-
validó la decisión del Poder Ejecutivo 9 18 en un fallo dividido
por 5 a 3 9 19 . El segundo caso es "Monges c/UBA"n°, cuyas im-
plicancias en los efectos inter partes y erga omnes de las sen-
tencias ya he señalado n 1 • En este caso la lucha se daba entre
el rector Shuberoff y el decano de la Facultad de Medicina,
quien con el apoyo del Ministro de Educación había establecido
un curso de ingreso que, con fundamento en el art. 50 de la
Ley de Educación Superior 922 , no estaba alineado con la política
del rectorado. Asépticamente analizado, el caso no tenía tras-
cendencia política; en todo caso, su interés se restringía a la
comunidad de aspirantes a la carrera de Medicina en la UBA.
Sin embargo, el reparto de votos de la mayoría y minoría, su-
mado a lo extenso del pronunciamiento , no aconseja formular
un razonamiento tan lineal. La Corte le dio , por 5 a 4 92 \ un
ajustado triunfo al decano de la Facultad de Medicina.
En varios fallos posteriores resueltos en 1999 se ha vuelto a
reflejar esta misma disidencia interna del Tribunal. Las cues-

9 1 ~ "U n iver sidad de Buenos Aires c/Poder Ejecutivo Nacional", Fallos


314:570 (1991). •
919
, Votar on en mayoría los jueces Levene , Barra , Cavagna Martínez, Moüné
O Connor, Naza reno, y en la minoría lo hicieron los j ueces Belluscio, Fayt y Pe-
tracclu .
9 20 Fallos , 319:3148 (1996).
>l 2 t Véase supra § 50.
9~2 Ley 24.521, BO, 10/8195.
~2~ Votaron en mayoría los jueces Nazareno , Moliné O'Co nnor, Boggiano,
López y Vá•.quez (con un voto separado) y en la minoría lo hicieron los jueces
Helluscio, Fayt , Petr acchi y Bossert en cuatro votos sepa rados.
TENDENCIAS JURfDICO·POLfTICAS DEL CO.OTROL 469

tiones suscitadas en general son la inconstitucionalidad de di-


versos artículos de la Ley de Educación Superior, la resistencia
de las universidades nacionales a adecuar sus estatutos a dicha
norma, y la gratuidad relativa o absoluta de la enseñanza uni-
versitaria oficial. La mayoría en general, integrada por los jue-
ces Nazareno, Moliné O'Connor, Boggiano, López y Vázquez ,
se ha inclinado por la constitucionalidad de la ley, la adecuación
de los estatutos y la aceptación de alguna forma de arance-
lamiento, en la convicción de que ello no conspira contra la
regla de la gratuidad 924 •
En materia económica, "Peralta c/Gobierno Nacional" 925 fue
decisivo 92 6 • "YPF c/Corrientes" 927 fue un hito importante. La
Corte dispuso aquí aplicar la tasa pasiva para el pago de las
deuda en mora 928 , lo que favorecía la política de reducción de la
masa monetaria pretendida por el Ministerio de Economía H~ 9 •
También apoyó en "Prodelco c/Poder Ejecutivo Nacional" 930 -con
la firma de todos sus jueces, aun cuando siguieron razona-
mientos diferentes 931 - el rebalanceo de las tarifas telefónicas
aprobado por el decr. 92/97, tan discutido e impugnado por aso-
ciaciones de defensa del consumidor y el Defensor del Pueblo.
Igual apoyo en lo económico, pero esta vez con un ajustado

924 "Ministerio de Cultura y Educación c/Universidad Nacional de Luján",


Fallos , 322:842 (1999); "Ministerio de Cultura y Educación", Fallos, 322:875 (1999);
"Ministerio de Cultura y Educación c!Universid ad Nacional de Cuyo". Fallos ,
322:904 (1999); "Ministerio de Cultura y Educación", Fallos , 322:910 (1999); "U ni·
versidad Nacional de Córdoba c/Nación Argentina", Fallos , 322:919 (1999).
925 Fallos, 313 :1513 (1990).
926 Ya lu he analizado supra §59.
927 Fallos, 315:158 (1992).
H2M Véase especialmente los consids. 31 y 32 (Fallos , 315:176), del voto de

la mayoría. . . .
929 Votaron por la aplicación de la tasa pas•va Jos Jueces que suscnben el
voto mayoritario, es decir Lcvene, B~a, Fa~, Nazareno Y el volo separado_~el
juez Cavagna Martinez. En di idencia parcial lo hicieron los JUeces Belluscto,
Petracchi, Moliné O'Connor y Boggiano.
9 ~o Fallos, 321 :1252 (l!l!lB). . , ,
9n El voto mayoritario está suscriplo por los jueces Nazareno , Moh_n e O Con~
nor López y Vázquez. En síntesis, sostiene que la cu estión no es revtsable po1
el Poder ,Judicial. Un voto separado de los jueces Belluscio Y Bossert entt en~e
que la acción de amparo es improcedente, al igual que el voto d~l JU ez Fayt. El
voto del juez Boggiano, en linea parcialmente con el de .la mayona , se pronunc1a
por la irrevisabilidad judicial de la cuestión pero propl~H\ un contr~l JUdtctal más
intenso que el de la mayoría. El volo del juez Petracch1 se pronuncia , entre otras
cuestiones, por la falta de ilegalidad manifiesta del decreto tmpugnado.
CoNTROL u¡,; CONSTITUCIONALIDAD
470
d d 5 a 4 distribuido en función de los alineamientos
res~lta o e liación lo ró el gobierno en el célebre caso
nacldos de la amp ' g p . . , ,sa2 en el cual933 se de-
"Chocobar c/Caja Nacional de reVlsion ' .
'd', r 5 a 4 una cuestión de fuerte impacto presupuestano
c1 10 po · · 1 la Ley
vinculada con el reajuste de haberes preV1s10na es Y
de Convertibilidad 93\ sellando así la suerte de. numerosas cau-
. ·
sas prev1swna 1
es en trámite 935 · También fue 1mportante
, ·para
d' d
la política económica del gobierno en aquella epoca lo dec1 l o
en "Nación Argentina c/Arenera El Libertador" , donde se c~n­
936

validó en forma unánime el peaje como sistema de fin~nCla­


miento de obras públicas sin el requisito de la vía altematl~a .
9 37

En lo que debe considerarse una línea de apartallllento


del ejecutivo, se computan algunos casos como el del rechazo
unánime del intento reeleccionario del gobernador de Santa
Fe, Carlos Reutemann 938 , un producto de la política menemis-
ta; el rechazo -también unánime- del intento reeleccionario
del propio Carlos Menem, propiciado por Ortiz Almonacid 939 ;
la reincorporación -también unánime- de los fiscales adjuntos
de la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas des-
tituidos por el decreto 260/91 940 y la declaración de inconsti-
tucionalidad, en "Video Club Dreams c/lnstituto Nacional de
Cinematografía"•", de un decreto de necesidad y urgencia
de materia impositiva 942 •
Un capítulo interesante en la historia de la tensión entre la
Corte Suprema y el Poder Ejecutivo se ha escrito recientemente

9:J2 Fallos, 319:3241 (1996).


93 3 Votaron en la mayoría los jueces Nazareno, Moliné O'Connor, Lópcz,
Boggiano y Vázq ucz, y en la minoría los jueces FayL, Oelluscio, Petracchi y Bossert.
0~4 Ley 23 .928, BO , 28/3/91.
9:15 Me remito a lo que dije supra §50.
936 Fallos, 314:595 (1991).
937
y~ase BIANCHI, Alberto B., y Mm uRA ESTRADA, Ricardo , El peaje: de la ley
de conces~.on el~ obra pú_b hca a la Ley de Convertibilidad , LL, t . 1991-E, p. 1280.
~ 38
Parbdo Justlc1alista de la Provincia de Santa Fe", Fallos , 317:1195 (1994).
939
",Juan Carlos Ortiz Almonacid", Fallos, 322 :385 (1999).
9 40 "Solá c/Estado Nacional", Fallos , 320:2509 (1997). Véase CAS:;AüNE, Juan
C., Una sentencw trascendente de la Corte QlLe declara la nulidad de un decreto
del Poder Ejecutivo , ED, t. 178, p . 687.
941 Fallos , 318:1154 (1995).
El exten~o fallo -ya analizado supra, § 59- se integra con cinco votos
942

separad~s d,e los Jueces Fayt y López; Petracchi y Bossert; Belluscio, Boggiano
Y Molme O Connor, qmen suscribe una disidencia parcial, pero sin revocar el
fallo antenor.
T ENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 471

a partir de los acontecimientos que desencadenaron la abrupta


renuncia del presidente Fernando de la Rúa en diciembre de
2001. Antes de ello, y como una de las causas del desgaste
final de esta administración, se había sancionado el decreto
1570/01 913 , que impuso fuertes restricciones al uso y disposición
del dinero depositado en el sistema bancario 944 • Caído el gobier-
no del presidente De la Rúa y luego del breve interregno de
Adolfo Rodríguez Saá 945 , la Asamblea Legislativa eligió como
presidente a Eduardo Duhalde el 12 de enero de 2002 . Bajo su
administración se han profundizado las restricciones económi-
cas sancionadas por su predecesor 946 • Estando vigentes estas
normas, la Corte resolvió - el primer día hábil judicial de 2002
un recurso directo 947 interpuesto por el Banco de Galicia en
autos "Smith c/Estado Nacional" 94 ~. El fallo dice sucintamente:

~1:1BO , 3/12/01.
~ 44Según este decreto: 1) quedaban prohibidos los retiros en efectivo que
sup era ran los $ 250 o u$s 250 por semana (conf. art. 2", inc. a); 2) los depósitos
a la vista o a pl azo, las transferencias entre entidades ftnanciera s, las renova-
civueo;, débitos en cuenta, los libramientos o acreditaciones de cheques, uso dP.
tarjetas de crédito o débito, y en general cua lquier tipo de operatoria bancaria
que no implicara disminución de fond os en el sistema fin anciero regido por la
ley 21.526, aunque produjeran transferencias entr e en tidades financieras, eran
intangibl es en los términos previstos en la ley 25.466 (conf. art. 4''); y 3) las en-
tid ades ba ncarias no podían obstaculizar la transfer encia o di s posición de los fon-
dos entre cuentas.
945 Fue elegi do por la Asamblea Legislativa por resol. 989/01 de l día 22/12/01
y ren unció el día 29/12/01.
946 El día 6/ l /02, el Congreso de la Nación sancionó la ley 25.561. En lo
que aquf intere~a, mediante la citada ley se declaró la emergencia pública en
materia soc ial , económica, administrativa , fin a nci era y cambi aria , delegando fa cul-
tades al Poder Ejecutivo a los efectos de proceder, entre otras cosas, al reordena -
mi ento del sist,ema financi ero , bancario y del mercado de cambios (conf. art. 1 ~).
Asimismo, a través de ella se s uspendió la a plicación de la ley 25.166 hasta el
10/12/03 , con relación a los depósitos afectados por el decr. 1570/2001 (conf. art.
15). Con fet:ha 9/ 1/02, el Poder Ejecutivo de la Nación dict,ó el decr. 71/02, mo-
dificado por decr. 141/02, estableciendo en su artículo 5~ que el Mirtisterio de 1-;co-
nomía reglamentar á la oportunidad y el modo de disposición por sus titulares
de los depósitos en pesos o en divisas extranjeras respetando la moneda en que
(Esta nota c.:on.tinúa en la página sigwent~.)
947 El banco había intentado la vía r ecursiva extraordinaria que prevé el
artículo 195 bis del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación oegún la
reforma introdudda por el art. 50 del decreto 1387/01. Acerca de esta msól!ta
vía proces al véase B LANCHt , Alberto B., Per saltum por decreto de necestdad Y
urgencia (La turbulencia juridica de la emergencia y sus efectos en el recurso
extraordinario) , Rev. "Régimen de la Administración Pública", n• 279, P· 279.
948 LTJ, t. 2002-A, p. 770.
472 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

a) la limitación fijada por el decreto 1570, y las normas


dictadas en su consecuencia, carecen de razonabilidad, pues
implican una violación a los arts. 17 y 18 de la Constitución
nacional, en tanto desconoce el derecho a disponer libremente
y en su totalidad de su patrimonio 949 ;
b) las sucesivas reglamentaciones han excedido el marco
de la delegación, imponiendo condicionamientos y restricciones
a la libre disposición de la propiedad privada, en abierta con-
tradicción de las nonnas constitucionales mencionadas 950 ;
e) el Estado no puede, en virtud de una nueva ley, arre-
batar o alterar un derecho patrimonial adquirido al amparo
de la legislación anterior, ya que el principio de no retroac-
tividad deja de ser una norma infraconstitucional para con-
fundirse con la garantía de la inviolabilidad de la propiedad
reconocida por la Ley Suprema. En este sentido, la Corte se-
ñala que las normas en cuestión vulneran el patrimonio de los
ahorristas cuyos depósitos hubieran sido efectuados bajo la vi-
gencia de un régimen que garantizaba su inalterabilidad, y
más aún cuando tal garantía había sido recientemente refor-
zada por la ley 25.466 que, con carácter de orden público, con-
sagró la intangibilidad de los depósitos , y prohibió al Estado
alterar las condiciones pactadas entre los depositantes y la
entidad financiera, canjear los depósitos por diferentes activos
del Estado nacional, prorrogar su plazo, o reestructurar su ven-
cimiento.
Sin tener en cuenta la postura fijada por la Corte Suprema
respecto de la inconstitucionalidad de las normas citadas, el
Poder Ejecutivo inmediatamente dictó el decreto de necesidad
y urgencia 214/02 , de fecha 3/2/02 95 \ por medio del cual se

(Continuación de la nnta 946.)


ht~bi~sen sido impuestos por sus titulares y que se encuentren sujetos a las res-
tnccJOnes del decreto 1570/01. Asimismo. el Ministerio de Economía podrá es-
tablecer que la devolución de saldos en monedas extranjeras se efectúe en pesos
al l1po de camb10 del mercado oficial , como así también los plazos y condiciones
para ell o, cuand o entre los modos de di sposición de los fondos se ofrezcan distintas
alternativas a opción ~e los titulares. En ejercicio de las facultades otorgadas
por los decretos menciOnados, el Ministerio de Economía dictó las resols 6/02
9/02, 18/02 y 23/02. . . '
~ 49 Consid. 10, in fine.
9 5° Consid. U .
9 ~ 1 no, 412102.
473
impusieron nuevas restricciones econÓ""'~·cas
~ ~d~~~
de combatir la emergencia económica,_.
Para retomar el hilo de la jurisprudencia, diré que fuera de
los casos en los que el gobierno tenía un especial interés, nos en-
contramos -en conjunto- con un tribunal de tinte más conser-
vador que el de 1983-1989. La revolución liberal-activista en
el terreno de los derechos humanos, iniciada por la Corte de-
signada por el presidente Alfonsín, no fue continuada por los
magistrados surgidos de las designaciones de • Carl
Menem. No obstante ello, esta Corte ha tenido pro~:~w~annen
tos valiosos en este terreno que deben ser mencianllilliDS..
Uno de los casos que mejor ejemplifica el abandnn
tendencia de la Corte anterior fue "Ernesto A. on
donde con mayoría de 7 contra 2 954 , fue derogada la doctrina
establecida en "Bazterrica" y "Capalbo", con retorno expresotsS

952 En lo que aquí interesa, mediante el mentado decreto se estableció: a)


todos los depósitos en dólares estadounidenses serán convertidos a pesos a razón
de 1,40 pesos por cada dólar estadounidense . Las entidades financieras deben
cumplir con sus obligaciones devolviendo pesos a la relación indicada (conf. art.
22 ) ; b) a los depósitos se les aplicará el Coeficiente de Estabilización de Referencia
(CER) publicado por el BCRA, y una tasa de interés mínima (conf. art. 42); e)
se emitirá un bono en dólares estadounidenses con cargo a los fondos del Tesoro
Nacional , por el que podrán optar los depositantes en sustitución, que alcanzará
hasta la suma tope de u$s 30.000, y podrá ser ejercida dentro de los 90 días de
publicada la norma que reglamente la forma de emisión del bono (conf. art. 9°);
d) las entidades flnancieras deberán depositar en el BCRA todos los billetes en
dólares estadounidenses u otras monedas extranjeras que tuvieran como dispo-
nibilidades, las que serán convertidas a pesos a razón de 1,40 pesos por cada
dólar estadounidense; y e) se suspende por el plazo de 180 días la tramitación
de todos los procesos judiciales y medidas cautelares y ejecutorias en los que
se demande o accione en razón de los créditos , deudas , obligaciones, depósitos
o rcprogramaciones financieras que pudieran considerarse afectados por las dis-
posiciones contenidas en el dccr. 1570/01, por la ley 25.561, el decr. 71/02, el decr.
214/02, las resoluciones del Ministerio de Economía y del BCRA dictadas en su
consecuencia y toda otra disposición referida a dicha s materias (conf. art. 12).
Por su parte, con fecha 6/2/02, el Ministerio de Economía dictó la re~ol. 46/02,
publicada en el Boletín Oficial el 7/2/02, sustituyendo nuevamente el Anexo a
la resol. 6/02 que, como se expresó en el escrito de inicio, ya habla sido modificado
por las resols. 9/02, 18102 y 23/02 de ese mismo Ministerio.
95~ Fallos, 313:1333 (1990).
954 El voto mayoritario fue suscripto por los jueces Levene, Cavagna Mar·
tfnez, Barra, Fayt, Nazareno, Moliné O'Connor y Oyhanarte. En disidencia vo-
taron los jueces Petracchi y Belluscio.
Y55 " ••. esta Corte en su actual composición, decide retomar la doctrina
establecida a partir del citado caso Colavini, consciente de que tal variación ju -
TENDENCIAS JUIÚDICO-POLITICAS D

impusieron nuevas restricciones económi


de combatir la emergencia económica _
Para retomar el hilo de la jurisprudencia.
los casos en los que el gobierno tenía un =>J""""'.uu iaí_,fs..
contramos -en conjunto- con un tribunal
vador que el de 1983-1989. La revolución hoenlkdillil•
el terreno de los derechos humanos iniciada
sign~da por el presidente Alfonsín, 'no fue COI1 ü--a
mag¡strados surgidos de las designaciones de
Menem. No obstante ello, esta Corte ha tenido
tos valiosos en este terreno que deben ser Iru:!DI::Ia--L
Uno de los casos que mejor ejemplifica el
pn-----.
tendencia de la Corte anterior fue "Ernesto A.
donde con mayoría de 7 contra 2 "64 , fue derogada la dadll"iill.a
establecida en "Bazterrica" y "Capalbo", con retorno eliJII'"e!ID,.E'

2
9ó En lo que aquí interesa, mediante el mentado decreto se enr.Qie::ii:
todos los depósitos en dólares estadounidenses serán convertidos a a
de 1,40 pesos por cada dólar estadounidense. Las entidades financíeras
cumplir con sus obligaciones devolviendo pesos a la relación indicada (
2Q); b) a los depósitos se les aplicará el Coeficiente de Estabilización de Re!ereDcia
(CER) publicado por el BCRA, y una tasa de interés mínima (conf. a:rt. 41'); d
se emitirá un bono en dólares estadounidenses con cargo a los fondos del Tesoro
Nacional , por el que podrán optar los depositantes en sustitución, que alcanzará
hasta la suma tope de u$s 30.000, y podrá ser ejercida dentro de los 90 dias de
publicada la norma que reglamente la forma de emisión del bono (conf. art. 92);
d) las entidades fmancieras deberán depositar en el BCRA todos los billetes en
dólares estadounidenses u otras monedas extranjeras que tuvieran como dispo-
nibilidades, las que serán convertidas a pesos a razón de 1,40 pesos por cada
dólar estadounidense; y e) se suspende por el plazo de 180 días la tramitación
de todos los procesos judiciales y medidas cautelares y ejecutorias en los que
se demande o accione en razón de los créditos , deudas , obligaciones, depósitos
o reprogramaciones fmancieras que pudieran considerarse afectados por las dis-
posiciones contenidas en el decr. 1570/01, por la ley 25.561 , el decr. 71102, el decr.
214/02, las resoluciones del Ministerio de Economía y del BCRA dictadas en s u
consecuencia y toda otra disposición referida a dichas materias (conf. art. 12).
Por su parte, con fecha 6/2/02, el Ministerio de Economía dictó la resol. 46/02,
publicada en el Boletín Oficial el 7/2102, sustituyendo nuevamente el Anexo a
la resol. 6/02 que, como se expresó en el escrito de inicio, ya había sido modificado
por las resols. 9/02, 18/02 y 23/02 de ese mismo Ministerio.
953 Fallos , 313:1333 (1990).
954 El voto mayoritario fue suscriplo por los jueces Levene, Cavagna Mar-
tínez, Barra , Fayt, Nazareno, Moliné O'Connor y Oyhanarte. En disidencia vo-
taron los jueces Petracchi y Belluscio. .
Y55 " . • . esta Corte en su actual composición, decide retomar la d~ctn~a
establecida a partir del citado caso Colavini, consciente de que tal vanac1ón JU-
474 CON'l'ROL DE CONSTITUCIONALIDAD

al criterio de 1978 en "Colavini""5". Algunas afirmaciones con-


signadas en la sentencia constituyen una clara expresi?n ?el
pensamiento de la nueva Corte. En 1986, Montalvo hab1a s1do
detenido y trasladado a una dependencia policial por la pre-
sunta comisión de otra infracción. Al llegar arrojó una bolsita
con 2,7 gramos de marihuana, hecho que luego admitió al pres-
tar declaración indagatoria. Fue así condenado a un año de
condena condicional y multa, por tenencia de estupefacientes
con arreglo al art. 6º de la ley 20.771. La Corte, al confirmar
la condena, rechaza el planteo de inconstitucionalidad de dicha
norma y del artículo 14, segunda parte, de la ley 23 .737, mo-
dificatoria de la primera. Entiende que el consumo individual
de estupefacientes no puede estar amparado por el derecho a
la intimidad protegido por el artículo 19 de la Constitución.
Según su criterio, la figura penal ha sido creada no para vio-
lentar la norma constitucional, sino en protección de la salud
pública que la droga compromete , "porque lo que se quiere
proteger no es el interés particular del adicto, sino el interés
general que está por encima de él y que aquél, como suele
suceder, trata de alguna manera de resquebrajar, dado que
su conducta también constituye un medio de difusión de la
droga" o de los estupefacientes 957 • Agrega lucgo 95 R que el art. 19
protege aquellas acciones privadas que de "ningún modo" ofen-
dan al orden y la moral pública o los derechos de terceros.
La expresión "de ningún modo" es interpretada por la Corte de
manera absoluta, de forma tal que cualquier actividad que pue-
da llegar a ser perjudicial para el orden, la moral pública o los
derechos de terceros cae bajo el imperio de los magistrados 9:;9 •
Por últim~ , entiende que no es la cantidad lo que debe pon-
de:a:se, smo la n~turaleza y efectos de los estupefacientes,
maXIme que el leg¡slador no pudo dejar de tener en cuenta

risprudencial no afecta la garantía de igualdad ante la ley " (cons'd 62 v ¡¡


313:1349). ··· .1 · , ra os,

»56 Fallos, 300:254 (1978).


957 V!!.r cunsid. 72.
9 " 8 Consid. 11.
9 9
fi Los drogadictos -dice la Corte ofr .
convite a quienes no lo son al m - e~n su ejemp1o, su instigación o su
"contagiu~o de la drogadicción y ~:o: e~ mue , Sllllos S';! puestos reales. El efecto
un hecho público y notorio sea en¡ encla adconlag,w· de los drogadictos son
.
los JUeces •0 un e emento e la verdad · ld' b' .
no pueden ignorar" (consid. 11 ). JUr tea o JetJVa que
J.J:.!'.UJ:. N\J l N:i JUJUUJCU-l'ULJ'I'JCAS DEL CONTROL 4'75

que, por lo gene:al, el tenedor, para comprar la droga, oficia


de traficante y este lleva consigo cantidades pequeñas para
pasar por consumidor" 960 •
También es interesante, para verificar el retomo de ideas
conservadoras al Tribunal, el caso "Comunidad Homosexual Ar-
gentina"9A ', donde le fue denegada por una mayoria de 7 contra
2 sGz la inscripción a dicha asociación en la Inspección de Perso-
nas Jurídicas. Son varios los párrafos de esta sentencia parti-
cularmente duros con la condición homosexual. Así, por ejemplo,
el juez Belluscio alude a "personas que padecen tal desviación"
y afirma "no se advierte cuál es la perfección que puede al-
canzarse mediante el desarrollo de la homosexualidad" 9G3 • El
juez Boggiano, por su lado, manifestó que "Toda defensa social
de la homosexualidad ofende la moral pública y el bien común,
cuya tutela la Constitución impone a los poderes constituidos
y de modo eminente a esta Corte, para garantizar la dignidad
de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios,
fuente de toda razón y justicia" 964 . En la misma línea de pen-
samiento, es posible suponer que la Corte de este periodo nunca
habría declarado la inconstitucionalidad de la indisolubilidad
del matrimonio como lo hizo la del período anterior en "Sejean".
De hecho, Antonio Boggiano, a poco de producido este fallo ,
publicó un trabajo en el cual deja muy en claro cuál es su
posición frente al matrimonio. "El consentimiento matrimonial
-dice- es un acto de la voluntad irrevocable para constituir
un consorcio de toda la vida ordenado por su misma naturaleza
al bien de los cónyuges y a la educación de los hijos. Cuando
la ley niega este acto de la voluntad irrevocable abre un abismo
entre el matrimonio legal y el matrimonio natural" 96!\.
No menos señero en esta tendencia es el fallo recaído en el
caso "Portal de Belén c/Ministerio de Salud y Acción SociaP66 ,

960 Ver consid. 16.


961 Fallos , 314:1531 (1991).
9G2 Votaron en la mayoría los jueces Levene, Barra , Cavagna Martínez, Be-
lluscio, Moliné O'Connor, Hoggiano, y Nazareno. En di sidencia votaron los jueces
Fayt y Petracchi. Esta sentencia tiene a demás la particulari dad de que está in-
Legrada por nueve votos diferentes.
96a Fallos, 314:1571 y 1572.
961 Fallo~ . 314:1595.
91;5 B OGG IANU, Antonio, El divorcio en La Corte. Constitucionalidad del ma·
trimonio indisoluble, Depalma, Buenos Aires, 1987, p . 22 .
966 Sentencia del 5/3/02.
476 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

en el cual se discutía la constitucionalidad del uso de una píl-


dora de propiedades abortivas. El caso se originó con motivo
de que una asociación civil sin fines de lucro, denominada Por-
tal de Belén, había promovido una acción de amparo para que se
prohibiera la fabricación, comercialización y distribución de un
producto farmacéutico conocido internacionalmente como mor-
ning after pill ("píldora de la mañana siguiente") que, se dice,
tiene efectos abortivos. Por 5 votos contra 4, el Tribunal re-
solvió a favor del amparo. En la mayoría, por la prohibición
de la píldora, votaron los jueces Nazareno, Moliné O'Connor,
Boggiano, López y Vázquez. Los otros cuatro jueces, Belluscio,
Bossert, Fayt y Petracchi, rechazaron el recurso extraordinario
por razones de orden procesal, es decir que no se pronunciaron
sobre el fondo de la cuestión debatida.
El voto de la mayoría tiene tres partes que siguen un derro-
tero lógico. En la primera de ellas se recopilan, con detalle, una
serie de opiniones científicas según las cuales la presencia de la
vida humana tiene lugar desde la concepción. La segunda ana-
liza las propiedades y efectos de la píldora en la fecundación, lle-
gándose a la conclusión -basada en un dictamen técnico agrega-
do a la causa- de que inhibe o impide el anidamiento. A partir
de allí el Tribunal sostiene que "todo método que impida el
anidamiento debería ser considerado como abortivo". En otras
palabra.s~ una vez fecundado el óvulo, la píldora impide su im-
p~antac.IOn. La tercera parte del voto analiza las normas jurí-
dicas VJgentes en materia de protección de la vida humana 967.

en pr:e~~ra tener unf ~mensi~~ objetiva del fallo analizado tengamos presente
que hay vid~g~um · qaunea ad edg¡slalcton argentina determina, sin margen de duda'
es e e momento de la ··6 L · '
lugar, el artículo 70 del eód e · . concepc¡ n. o dtce, en primer
1
tunidad de ratificar en 1990 3 ~v~ ' rn~rm~ que el Co?greso Nacional tuvo opor-
Niño por medio de la ley 23 .849 . Q:e~ e:ta~~n~encJón sobre los Derechos del
entiende por niño todo ser hum d d ecJdo en esa oportumdad que "se
los dieciocho años de edad" E ·tano es e_e1 momento de su conc~pción y hasta
· s a norma -mtegrante de u l t d .
pasaría a tener rango constitucional 1 d n ra a o mternacional-
la misma jerarquía constitucional un du~o .e 1a ref?rma de 1994, que elevó a
a !u prot~cción de los derechos h e rmiDado numero de tratados referidos
segundo lugar con igual espín·t umanos ,_entre ellos la citada Convención En
t b' ' u, aunque sm la m · 1 ·d ·
am Jén el artículo 75. inc 23 de la e f . . lsma e an ad , deben computarse
Americana de Derechos H~manos ons . 't~cton y el artículo 4.1 de la Convención
en los artículos 85 a 88. Se sigu.e ~~reWhmo, el Código P enal reprime el aborto
cosa que una derivación inev · b o que el voto de la mayoría no e
suscriben el fallo hubieran qul:dl; P:er!til~~isl:.ción. vigente. Si los juece~ oqt::
a ubncactón y comerciali?.ación de
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS UEL CONTROL
477

En los fallos que ilustran la serie sobre garantías consti-


tucionales en el proceso penal, la Corte ha morigerado en parte
los criterios del período anterior, pero sin derogarlos comple-
tamente. Consideremos para ello los casos "Carlos Daniel To-
rres" 96R, en el cual se admitió una orden de allanamiento ex-
pedida por un tribunal incompetente en términos sumamente
vagos; "Jorge G. Yemal" 969 , en el cual la orden de allanamiento
expedida a favor de la DGI carecía de fundamentos; y "Fer-
nández Prieto" 970 , en el cual se admitió que la policía pudiera
requisar un automóvil sin orden previa. Pero al mismo tiempo,
en "Carlos A. Daray" 971 se anuló un procedimiento policial con
detención de personas, donde se descartó la posibilidad de que
los detenidos hayan actuado espontáneamente, favoreciendo la
obtención de pruebas de cargo sobre adquisición irregular de
automotores importados; y en "Vega" 972 se ratificó el criterio
expuesto en "Fiorentino" acerca de los requisitos que debe tener
el consentimiento prestado en el allanamiento sin orden ju-
dicial. Asimismo, en "José A. Martínez de Hoz" 973 se sostuvo

la píldora en cuestión, tendrían que haber declarado la inconstitucionalidad del


Código Civil, del C<idigo Penal y de normas de rango constitucional. Y para ello
deberían haber determinado que no hay vida en d momento de la concepción,
lo que exigía - nada menos- desbaratar los fundamentos filosóficos y científicos
sobre los que descansa la legislación nacional, cuya validez ni aun los más en-
cendidos abortistas han podido refutar debidamente. En efecto, la mayoría de
las tesis abortistas parte de la imposibilidad de determinar en qué momento se
hace presente la vida humana en el seno materno, aun cuando ciertamente ad-
miten que ella está allí antes del alumbramiento, empleando por ejemplo la tesis
de la viabilidad . Quiere decir que, impllcitamente, admiten la posibilidad de que
un aborto pueda segar una vida humana , lo que pretende ser compensado con
el respecto a la privacidad de la mujer durante los primeros meses del embarazo.
Véase BLANCHl, Alberto B., En contra dP.l aborto, Ábaco, Buenos Aires, 1999, cap.
ll. Es esta la postura -por ejemplo- del justice Blackmun de la Corte Suprema
de los Estados Unidos cuando, al resolver "Roe v. Wade" (410 U.S. 113 -1973-),
decía: "no necesitamos resolver la difícil cuestión de cuándo comienza la vida"
(410 U.S., en p. 159). Por cierto, no lo necesitaba, pues antes de ello se habla
encargado de establecer en su voto que , en la Constitución norteamericana, el
concepto de "persona" sólo es aplicable a los ya nacidos (410 U.S. en p. 157).
Fácil es comprender, entonces, con qué comodidad intelectual se pudo en ese caso
declarar la inconstitucionalidad del Código Penal de 'Texas, que reprimía el aborto.
9~8 Fallos, 315:1043 ( 1992).
969 Fallos, 321:510 (1998).
970 Fallos, 321:2947 (1998).
971 Fallos, 317:1985 ( 1994).
972 Fallos, 316:2464 ( 1993).
973 Fallos , 316:365 (1993).
478 CONTROL DE CONS'I'ITUC ION ALIDAD

que evitar la prescripción de la acción no constituye fundamento


válido para el auto de prisión preventiva. Es significativo en
este campo lo decidido en "Horacio D. Giroldi" 971 , donde se in-
terpretó que la doble instancia en materia penal exigida por
la Convención Americana de Derechos Humanos (art. 82 , 2.h.)
no se satisface con la apelación extraordinaria ante la Corte
Suprema, y en consecuencia fue declarada la inconstituciona-
lidad del art. 459, inc. 2º del Código Procesal Penal, en cuanto
veda el recurso de casación en razón del monto . Con ello fue
modificada la doctrina del caso "Luciano A . Jauregui" 97 \ donde
se había entendido -cuando la Convención Americana no tenía
rango constitucional- que la apelación extraordinaria satisfacía
el requisito de la doble instancia. Esta doctrina ha sido man-
tenida luego en "Carlos Álvarez" 976 y "Gorriarán Merlo" 977 • Por
último, en "Hernán J. Bramajo" 978 , "Claudia B. Acosta" 979 y "Ro-
berto Felicetii" 980 , la Corte ha considerado las recomendaciones
formuladas por la Comisión Interamericana de Derechos Hu-
manos.
Entre los terrenos más trabajados por la Corte desde 1990
está la libertad de expresión . En "Ekmekdjian c/Sofovich" 981
abandonó el criterio de la Corte anterior, sentado, como vimos,
en "Ekmekdjian c/Neustadt" 982 , y abrió el camino del derecho de
réplica también preservado en "Petric c/Diario Página/12" 9Ra en
un fallo de 8 votos contra 1, con disidencia del juez Belluscio 984 •
Ha transitado también por el sendero de la doctrina de
la real malicia, inaugurada por la Corte de los Estados Unidos
a comienzos de la década de 1960 en "New York Times v. Sulli-

n4 Fallos , 318:514, 530 (1995).


97ó Fallos,311:274 (1988).
976 Fallos ,
319:585, 591 (1996).
977 Fallos ,322:2488, 2494 (1998).
978 /:<'al/os,
319:1840 (1996).
979 Fallos, 321 :3555 (1998).
980 Sentencia del 21112/00, LL, diario del 7/3/01. Acerca de es te fallo , véase
CARN01'A, Walter, El derecho a recurrir en materia penal , LL, diari.o del 7/3/01,
y P ALACIO llE CAEHIO, Silvia B., El recurso extraordinario y la garantía de la doble
instancia en el proceso penal , LL , diario del 26/6/01.
981 Fallos, 315:1492 (1992).
HH~ Fallos, 311:2497 (1988).
983 Fallos, 321:885 (1998).
984 Acerca de es te fallo, véase GELL! , Maria A., El caso Petric, ualor agr·egado
de la recti[icaci6n o respuesta, LL , t . 1998-F, p. 53.
T ENDENCIAS JURlDJCO-POLfTICAS DEL 00.;'11!0L
479
van" 9 M . tr1 b1en
. no puede afirmarse categóricamente que nues-
tra Corte haya adoptado la doctrina norteamericana.
menos que ella figura mencionada en vari
poco conocido, "Alejandro Moreno" 987 , ya hacía menciÓn de en
Y aparece tambié~ citada en "Costa c/Muni.cipalidad ,
desde 1991, a partir del voto de los jueces Fayt y Barra en "Vago
pe;;
. ·
cJEd1c1ones L a u rraca "989 , fue citada reiteradaniente en votos
disidentes "9 0 ; también la encontramos en los votos de la ma-
yoría Y de la minoría en "Triaca elLa Razón" 99 ' , y fmalmente
la mayoría del Tribunal aplicó las reglas de la real malicia
en "Joaquín Morales Solá" 992 , para revocar una condena im-
puesta a un periodista por expresiones supuestamente difa-
matorias sobre un funcionario público = . Luego vamos a en-
contrarla citada también en "Ramos c/LR3 Radio B elgrano" ~ 94
y en "Eduardo Mencm" 99fi . Hay algunos rastros de la doctrina
también en "Gesualdi c/Cooperativa Periodistas Independientes
Limitada" 906 , donde se hizo lugar a una demanda de daño moral
entablada por una jueza civil agraviada por una publicación
inexacta que denotaba desórdenes en su Tribunal.
Deben mencionarse también otros casos, significativos tam-
bi én , dentro del área de la libertad de expresión. En "María R.
Servini de Cubría" 997 se discutió la extensión constitucional de
la censura judicial previa de un programa televisivo. La actor a ,

9R5 376 U.S. 254 (1964).


9~6 Un análisis del desarrollo de la doctrina hasta el caso "Morales Solá",
citado más abajo , puede verse en BAIJENI , Gregario, Libertad de prensa . 2ª ed.,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires , 1997, § 78, ps. 385 y siguientes.
987 Fallos, 269 :200 (1967).
988 Fallos, 310:508 (1987), consids. 10 a 14.
989 Fallos, 314:1517 (1991).
990 Por ejemplo, la disidencia de los jueces Barra , Fayt y Cavagnn Martínez
en "Manuel Eduardo Abad", Fallos, 315:632 (1992); la disidencia de los tres jueces
anteriores y de Petracchi en "Flavio A. Tavares", Fallos, 315:1699 (1992); la di-
sidencia de los jueces Fayt, Boggiano y Petracchi en "Suárez c/Cherasny", Fallos ,
318:823 (199fi).
991 Fallos, 316:2416 (1993 ).
992 Fallos , 319:!:!741 (1996).
993 Véase: BARRANCu:; y VEDIA , Fernando M., La libertad de expresión y el
deba.te de los temas de interés público , LL , t . 1996-E, p. 325.
994 Fallos, 319:3428, 3439 (1996).
995 Fallos, 321:2848, 2863 (1998).
9 96 Fallos. 319:3085 ( 1996).
997 Fallos, 315:1943 (1992).
480 CONTROL DE CONSTITUCIONALWAD

titular de un juzgado federal, solicitó una medida cautelar para


impedir la salida al aire de un programa con fundamento en que
lesionaba su intimidad 998 • En segunda instancia ~»» obtuvo la
medida, cuya procedencia era dudosa, pues estaba basada ex-
clusivamente en los dichos de la actora. La Corte en fallo uná-
nime, bien que a través de varios votos que registran diferentes
aproximaciones al problema, revocó esta decisión. En "Gutheim
elAlemann" 1000 , se dio primacía a la libertad de expresión por
sobre el derecho a la intimidad reclamado por el actor 1001 ;
en "Pérez Arriaga c/Gráfica Editorial Argentina S.A." 100 \ tam-
bién se protegió la libertad de prensa al revocar una condena
pecuniaria impuesta a dos diarios por haber reproducido un
fallo sobre la constitucionalidad de la ley 23.515 mencionando
los nombres de las partes, y en "Florencia Monzón" ¡oo:J se per-
mitió que un periodista pudiera fotocopiar una causa penal,
no siendo parte en ella. Asimismo en "Granada c/Diarios y
Noticias S.A." 1004 , se revocó una condena impuesta a una edi-
torial, con fundamento en una errónea interpretación de la
doctrina del fallo "Campillay"' 00".
Una decisión criticable a mi juicio fue la recaída en "Emi-
siones Platenses S.A." 1006 , con motivo de la distribución de la
propaganda oficial en los medios de prensa. El intendente de
La Plata había concedido espacios de publicidad oficial al diario
"El Día" y otro diario solicitó que se le otorgaran también es-

998
Los hechos y anLecedentes de este caso están relatados con detalle en
TOLLER, Fernando M. , Libertad de prensa y tutela judicial efectiua, La Ley, Buenos
Aires, 1999, ps. 153 a 165.
99
9 CNCiv. y Com. Fed., Sala II, 9/5/92, LL , t. 1992-B, p. 571; ED, t. 147,
p. 229.
1000 Fallos, 316:703 (1993).
_ 1001 . Fe~erico Gutheim demandó a Juan Alemann exigiéndole el pago de da-
nos Y perJUICios con motivo de un comentario desdoroso sobre la conducta comercial
del acto~ -en el marco de los hechos relativos a su detención a disposición del
Poder11102F.Jecubvo en 1976- que Alemann había vertido en un programa de radio
Fallos, 316:1623 (1993). ·
1003 Fallos , 317:2046 (1994).
1004 Fallos, 316:2394 (1993).
1000
La Cámara había ~puesto una condena a una editorial por re roducir
u~t despacho penodístlco con mvocación de una "alta fu ente gubernament~l" pero
es a not1c1a había s1do ratificad 1 Mi · · · '
de d 1'f d'd a por e rusteno del In tenor pocas horas después
. un 1 a , 10 que aseguraba su exactitud. Se entendió entonces que la apli
cac1 6n a este caso de la docrina "C ill " h b · -
1008 F ¡¡ amp ay a fa stdo exageradamente formalista
a os, 320 :1191 (1997). ·
TENDENClAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL
481

pacios en condiciones similares. La Corte, por mayorí~ d~ , 5


contra 3 1007 , rechaza la acción sosteniendo que la Const1tuc10n
no crea un derecho de los medios a recibir fondos guberna-
mentales y sólo impide que se establezcan sobre ella restric-
ciones ilegítimas.
No menos importante ha sido la preservación del derecho
a la información objetiva, que tuvo un reconocimiento expre-
so en "Urteaga c/Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Ar-
madas" 100A, donde el actor reclamaba a diversos órganos del Es-
tado información disponible sobre el eventual fallecimiento y
destino de los restos de su hermano desaparecido en 1976 1009 ,
doctrina luego repetida en "Mario Fernando Ganora" 1010 y en
"Palacio de Lois c/Poder Ejecutivo Nacional" 1011 • Asimismo se
nota una impronta liberal en el fallo "Tanus c/Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires", resuelto en enero de 2001 101 2, en el
cual, con disidencias de los jueces Nazareno y Boggiano 101 3,
una mujer fue autorizada a inducir su parto frente a una ges-
tación de un feto anencefálico y, por ende, sin posibilidades
de vida fuera del seno materno 1014 •
Por último, quiero señalar tres tendencias jurisprudencia-
les que se han desarrollado en estos últimos años: la conver-
sión de la acción declarativa de certeza en acción declarativa
de inconstitucionalidad 101 5 , la reducción de las cuestiones polí-
ti_cas 1016 y el moderado empleo de la legitimación colectiva pre-
VIsta en el artículo 43 de la Constitución 1017 •

1007 En mayoría votaron los jueces Nazareno, Belluscio, Boggiano, López y


Vázquez. En disidencia votaron los jueces Fayt, Petracchi y Bossert.
1008 Fallos, 321::.!767 (1996).
1009 Véase BIANCHI , Alberto B., El hábeas data como medio de protección
del derecho a la información objetiva en un valioso fall o de la Corte Suprema ,
LL , t. 1996-F, p . 297.
1010 Fallos , 322:2139 (1999).
101 1 Sentencia de fecha 13/2/01.
1012 LL . t. 2001 -A, p. 189.
1013 También voló en disidencia el juez Petracchi, pero su voto ti ene un
sentido diferente, pues se pronuncia por rechazar el recurso extr aordinario de
la demandada. .
1014 La cuestión había sido resuelta en igual se ntido por el Tribunal Supenor
de la Ciudad de Buenos Aires, LL , t. 2001-B, p. 156.
1015 Véase supra§ 57, c.
101ti Véase supra § 116, d.
101 1 Véase supra §§ 72 . 73 Y 83.
482 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

e) REFLEXIONES SOBRE ESTA ETAPA. - Aun cuando el pe-


ríodo aquí considerado está en curso todavía, los años trans-
curridos desde 1980, fecha en la cual tentativamente he fijado
el comienzo de esta última etapa, permiten cerrar su análisis
con algunas reflexiones provisorias.
Una primera indica que las barreras nacionales (políticas
y jurisdiccionales) del derecho constitucional se están borrando
para dar paso a un derecho constitucional internacional, que
se extiende a impulsos del fenómeno político-económico de la
integración regional y de la progresiva globalización de la jus-
ticia penal. Hasta hace veinte años, el derecho internacional
era una rama del derecho que podía estudiarse separada de
las ramas nacionales. Hoy ya no podemos hacerlo. Ello per-
mite superar, además, antiguas limitaciones procesales como
las de la competencia territorial y la prescripción, que no son
aplicables en la persecución de los delitos de lesa humanidad.
En lo concerniente específicamente a la jurisprudencia de
la Corte argentina y la norteamericana, existen en este período
algunas coincidencias que vale la pena recordar. Cada Tribunal
ha tenido dos épocas diferentes. En los Estados Unidos, termi-
nada la época dorada para el liberalismo activista de los años
sesenta, comenzó una progresiva inclinación hacia formas más
moderadas bajo el Chief Justice Burger, que se acentúa más aún
en la década de 1980 con las designaciones ocurridas durante
el largo período republicano Reagan-Bush,las que garantizaron
un seguro predominio conservador en la Corte hasta la llegada
del presidente Clinton, quien logró instalar un cierto equilibrio
con las designaciones de Ruth Ginsburg y Stephen Breyer. En
la Argentina se observan también estos dos periodos, pero cru-
zados con la Corte norteamericana. Cuando ésta marchaba ha-
cia el conservadorismo, la argentina estrenaba su período li-
beral, que declina -sin extinguirse totalmente- en 1990, con
la ampliación.
Así, hemos tenido en estos ya casi veinte años dos com-
posiciones distintas en la Corte Suprema, que han generado
ciertamente orientaciones muy diferentes, pero enraizadas en
algunas características típicas de nueslro Tribunal. Por lo pronto,
y pese a que se ha insistido hasta el cansancio con la sujeción
de la Corte al Poder Ejecutivo desde la ampliación, no veo
que con ello se haya quebrado una línea de independencia an-
terior. Por el contrario, la Corte tradicionalmente ha tenido
TENDENCIAS JURÍDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 483

buenos ~ídos para el Poder Ejecutivo. Tampoco ha habido un


apartamle~to del. modelo norteamericano al cual nuestra Corte
Suprema Sigue Siendo t~n fiel como lo fue en "Eduardo Sojo",
hast~ el punto ~e mencwnar como fundamento en sus fallos
doctrma~ tan aJenas a nuestras instituciones como la de la
real malicia, difícil de adaptar en nuestra legislación civil.
Tal vez 1~ característica más propia de este último período
es ~ue por pn:nera v~ z hubo en la Corte dos bloques de jueces
nítidamente diferenciados, que al igual que en la Corte de los
Estados Unidos, permiten anticipar -con un grado razonable
de aproximación- cómo se alinearán la mayoria y la minoría.
~n nuestro Tribunal ha habido siempre disidencias y algunos
JUeces se han hecho famosos por ellas. Luis M. Boffi Boggero ,
probablemente, sea el más recordado de los jueces di sidentes.
Pero no se había experimentado hasta la ampliación la exis-
tencia de dos grupos tan característicos. No obstante ello, me
permito insistir en que si bien el resultado de 5 a 4 ha sido
repetido muchas veces 101 ~, fruto de los alineamientos producidos
con la ampliación y sus secuelas en los posteriores nombra-
mientos, un examen desapasionado permite comprobar que la
mayoría, en numerosas ocasiones , se ha logrado de otra forma.
Creo que el caso más típico es el del r ebalanceo telefónico ,
presentado en sociedad como un triunfo del gobierno mene-
mista, que sin embargo obtuvo una aprobación por 9 contra O
en la Corte, aun cuando se llegara a él por diferentes caminos
argumentales. Pueden mencionarse también otros casos em-
blemáticos de la era menemista, tales como el de la privati-
zación de Aerolíneas Argentinas 1019 donde fue inaugurado el
remedio extremo del recurso p er saltum , con una mayoría de
6 a 1 1020 u la convalidación del llamado "Plan Bonex" en 1990,
con "Peralta c/Gobierno Nacional" 102 \ alcanzado con una ma-
yoría de 8 contra O1022 • Por último, algunos resultados de 5

101 ~ Véase, por ej emplo , "Chocobar "; "J or ge Rodríguez·J efe de Gabinete";
"Monges"; el caso de los sena dores del Chaco, "Ju an Octavio Ga una", etcéter a.
""" ·•J osé Roberto Dro mi", Fallos, 3 13:863 (I 990 ).
1o"o Votaron en la mayoría Jos jueces Levene, Cavagna Martínez, Barra ,
P ctracchi, Nazareno y Moliné (estos dos últimos según su voto). En disidenci a
votó el j ue1. Fayt.
10~1 Fallos, 31:i: l 513 (1990).
102" Votaron los jueces Leve ne, Cavagna Martínez, Barra , Fayt, Moliné O'
Connor, Na zareno, Oyhanarte y Bellusci o. F.stos dos últ imos suscri hieron di si-
484 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

votos contra 4 se han logrado con independencia de las posturas


de la Corte ante el gobierno. Tal es el caso de "Ekmekdjian
c/Sofovich" 1023 , donde la mayoría está suscripta por los jueces
Cavagna Martínez, Barra, Nazareno, Fayt y Boggiano, y la
minoría por los jueces Petracchi, Moliné O'Connor, Levene Y
Belluscio.
Una segunda característica de este período es la ausencia
de un líder intelectual en el Tribunal. Ha habido en ocasiones
jueces de la Corte representantes de una época por la incidencia
de sus opiniones sobre sus colegas. No ha sido éste el caso de
la Corte desde 1990, donde además de la fractura entre los
dos bloques arriba mencionados, se ha notado a veces una gran
dispersión en los fundamentos de los votos. Ello es el fruto
-a mi entender- de la inexistencia de un líder en lo intelectual
que aglutine las diferentes posiciones. Menciono, como ejem-
plos típicos de esta tendencia, los casos "Comunidad Homo-
sexual Argentina" 102\ fallado con nueve votos separados; "Ser-
vi ni de Cubría", producido con siete votos diferentes, todos
coincidentes en la solución fmal , al igual que "Urteaga" 1025 ;
"Petric", que cuenta con siete votos , al igual que "Morales
1026
Solá" ; "Horvath c/Fisco Nacional" 1027 , integrado por seis vo-
tos , etcétera.
Lo que sí me resulta muy dificil evaluar en este momento
es el aluvió~ ~egislativo de las medidas de emergencia produci-
das d,~sd~ d1c1embre de 2001, las cuales generaron, además del
c~so S~mt_h_ c/Estado Nacional" antes citado 1 02 ~, muchas deci-
swnes _Judiciales emanadas de tribunales federales inferiores
Y de tnbunales locales 1029. Por ello me excusaré en esta ocasión
de hacer tal análisis, que otros autores ya han abordado wao.

dcncias de fundamentos el primero a .


rechazand o el amparo p'or razone poyand o la med1da del gobierno y el segundo
102a s procesa 1es.
' Fallos , 315: 1492 (1992)
1024 Fallos, 314:1531 (1991) ,
1025 Fallos, 321 :2767 (1998).
1026 Fallos, 319:2741 (1996).
1027
1028
Fallos , 318:676 (1995) ·
Véa se n ota 948. ·
t n9 Muchos de ellos están re ·s .
. loao Sin petjuicio de otras confn trados en LL , _dt ario del día 20/3/02, p. 12.
Sn"th (o la razonabilidad t" bucJones mencwno: G ELL1 María A El
una apltmctón
. . cuestionablecues lo nada) LL d · . d • ..
del . . ~ d ' Iano e1 20/2/02; C JA NCJAilDO Juan
caso
prtnclpto e razonabilidad , l.L , diario del Í413/02:
TENDENCIAS JURíDICO-POLÍTICAS DEL CONTROL 485

Es evidente que en el momento de redactar estos párrafos fi-


nales, la disputa entre el Poder Ejecutivo y la Corte es un
capítulo avivado constantemente por el juicio político que está
en trámite contra todos los miembros del Tribunal ' 031 y de final
incierto. Es evidente también que nuestra historia no registra
- salvo en las instancias previas al juicio político de 194 7 y
su desarrollo- un pico de tensión tan fuerte entre el alto Tri-
bunal y el Poder Ejecutivo.
Por último, jamás se ha hablado tanto de la Corte Suprema
ni se han difundido ni conocido sus fallos como en estos últimos
años. La crítica del periodismo 1032 , en el fondo, ha contribuido
a despertar con fuerte intensidad el interés doctrinario, que se
extiende también hacia algunos observadores extranjeros 1033 •
Que se escriba a favor o en contra, en última instancia, es
anecdótico. La vida del derecho se nutre de la polémica, y sin
ella a lo único que podemos aspirar es al silencio y a la unifor-
midad de los cementerios 1034 • Como resultado de todo ello pode-
mos disfrutar de la existencia en la actualidad de estudios comple-
tos sobre la labor del Tribunal -otrora casi inexistentes- 1035
que ya sea en su faz estrictamente jurisprudencial '036 como
histórico-jurisprudencial 1037 , se suman al especial interés tam-

103 1 En el momento de escribir estas líneas los jueces del Tribunal están
contestando los cargos formulados por la Comisión de Juicio Político de la Cámar a
de Diputados.
1032 Cito por todos: VERntTSKY, Horacio, Hacer la Corte, Planeta , Buenos Ai-
res, 1993.
10aa MtLLER, Jonathan M., Eualuating the Argentine Supreme Court Under
Presidents AlfonsCn and Menem (1983- 1999). Este artículo de fut! rte tono crítico
hacia la Corte del período 1990-1999 será publicado en fecha próxima en la Revista
dt! Derecho de Southwestern University, donde el autor es profesor. Aprovecho
~8ta oportunidad para agradecerle el habenne permitido tener una versión pre-
liminar de su trabajo.
1034 "Compulsory unifi cation of opinion achieves only the unanimity of the
graveyard", voto deljustice Jackson en "West Virginia Board of Education v. Bar-
nette", 319 U.S. 624, 641 (1943).
10a6 Durante años, y salvo por la siempre fecund a labor de BIDART CAMPOS,
la Corte careció de un estudio completo y organizado de su jurisprudencia. Véase
BmART CAMPOS, Germán J., La Corte Suprema. El tribunal de las garant{as cons-
titucionale~, Allende & Brea, Buenos Aires, 1982.
1036 SANTIAGO (h.), Alfonso, La Corte Suprema y el control político. Función
política y posibles modelos institucionales , Ábaco. Buenos Aires, 1999. _
1037 Además de la obrn de PELLET LASTRA . citada supra en nota 835, vense
CARRtó Alejandro La Corte Suprema y su independencia , Abeledo-Perrol, Buenos
.
A1res, ""6 , y ()T,f:tZA
'1::1n • • ,
F:duardo
.. '
La Corte Suprema ' entre la justici.a sin poUti.ca
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
486

bién despertado por el recurso extraord~n.ario, t~nto desde


perspectiva general'oas como en el anáhs1s par~1cular de
nas de las muchas facetas de su rica y compleJa P "v'""''·~·­
procesal '039.

§ 127. Conclusiones

Con la reseña histórica descripta en los párrafos


dentes, creo haber demostrado la influencia que el control
titucional posee en el diseño de una sociedad. Cierto es
ese diseño proviene de los poderes políticos, que son los
cargados de programarlo y ponerlo en práctica. Pero ·
de esas tareas podrá considerarse completada hasta que la
te Suprema no otorgue su veredicto final. La Corte puede
ser tan poderosa (y peligrosa) como el Presidente o el
pero tiene la última palabra y ello le otorga de hecho
condición de infalibilidad de la que no gozan aquéllos 104 0 •

y la política sin justicia, Platense, 1994. Estas obras vienen a cubrir un


de och o décadas nada menos desde la hi storia de la Cor te escriLa por
(7.AVA.LlA , C ludorniro, Historia de la Corte Suprema de Justicia de la
Argentina. Jacobo Peuser, Buenos Aires, 1920).
1038 En la década de 1990 aparecieron una serie de obras ge nerales
el recurso extraordinario que han permitido conocer mejor los meandros
remedio no siempre bien conocido. SAGUF..S publicó su tercera edición
Néstnr P. , Recurso extraordinario, 31 ed ., Astrea, Buenos Aires , 1992) y "~''.,-'"'"""',.
las obras de LuGONES, Narciso (Recurso extraordinario, Depalma, 1992); B
Aires , PAI.A.CIO, Lino E. <Rec:urso extraordina rio federal. Abeledo-Perrot, 1992);,.
C1uA.STAVIN<>, Elias P. <Recurso extraordinario de inconstitucionalidad , La Ro
Buenos Aires , 1992). MoRJ::LLo también ha sumado su constante aporte (MORE
Augusto M., !.a nueva etapa del recurso extraordinario. El certiora ri , Abeledo
Perrot, Buenos Aires, 1990; íd. , Actualidad del recurso extraordinario , Abeled~
PcrroL, Buenos Aires, 1995; íd., Recurso extraordinario, 2' ed. actualizada coa
la colaboración de Ramiro Rosales Cuello, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1999•
y finalmente la clásica obra de lMA.Z y REY también ha hecho s u reaparición ea
una tercera edición ( lM AZ, Esteban, y REY, Ricardo , El recurso extraordinario, 3'
ed., Abelcdo-Perrot, Buenos Aires, 2000).
1
0o9 CRBO B,w, Horacio D., El recurso extraordinario por salto de instar1cia,
A~tro:a, Buenos Aires, 1990; CARRIÓ, Alejandro D., y GA!!AY, Alberto F., Lajurisdic-
c!on per sa!Lum de la Corte Suprema, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1991; LEGARRE,
Santiago, El requ¡sLto ck la trascendencia en el recurso extraordinario Abeledo-
P erroL, Buenos Aires, 1994. '
1040
Robert JACKSON, juez de la Corte norteamericana, dijo alguna vez: "We
are noL final because we are infallible. We are infallible only because we are
bien con el ingreso a un sistema de justicia internacional ese
poder de la Corte argentina está morigerado la realidad indica
que sus fallos son finales en la gran mayoría de t easos.
En la Argentina hemos tardado en comprender esta cue -
tión. La Corte nunca fue un obstáculo serio para el gobierno
y por lo demás, desde el juicio político de 194 7 -primer gran
golpe a su independencia- todos los presidentes, hasta Alfonsín,
pudieron nombrar a jueces confiables a su régimen, sin que
la sociedad -o en todo caso el periodismo- reclamara por ello.
Fue la astucia política de Menem -sólo comparable a la de
Roca y a la de Perón- la que hizo sonar la alarma. Menem
tenia en mente desde el inicio de su gobierno introducir mo-
dificaciones en la composición del Tribunal, y ante la imposi-
bilidad de conseguir las renuncias necesarias para producir
las vacantes deseadas , decidió ampliar el número de sus jueces.
Si bien, como ya hemos visto, su intento no era original, pues
tenía varios antecedentes lejanos y próximos, lo cierto es que su
tenacidad y la firmeza de convicción que puso lograron que
el Congreso aprobara la ley de ampliación. Fue entonces cuan-
do la sociedad argentina terminó de entender la importancia
de la Corte Suprema en un sistema político que le ha confiado
el control de constitucionalidad. Hasta ese momento los cons-
titucionalistas argentinos repetíamos con tono académico aque-
lla advertencia de Hughes antes mencionada: "vivimos bajo una
Constitución, pero la Constitución es lo que los jueces dicen
que es" 1041 , pero creo que nadie había tomado cabal conciencia
de las dimen siones que podía tener tal admonición.
Lo cierto es que con su poder de controlar los actos del
gobierno, la Corte, como intérprete final (e infalible) de la Cons-
titución, puede tanto promover el liberalismo progresista como
apoyar el conservadurismo más cerril. Pu.ede oto~g~ el sal-
voconducto a cuanta medida de emergencia restnnJa los de-
rechos individuales, o confrontar con el Presidente Y hostilizar
su labor. Está en condiciones de escuchar los reclamos del es-
tablishment económico, de la Iglesia Católica, de las asocia-

fmal" ("No somos [los jueces] finale s porque seamos infalibles, sólo somos infalibles
porque somos los finales"); citado por SHNAYI::RSON, Robert, Th e Illustraled H tstory
of the Supreme Court o( the United States, Harry N. Abrams, lnc., New York,
1986, p . 45.
1041 Véase supra. nota 59.
488 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

ciones sindicales, de las Fuerzas Armadas y de todos los


de poder habidos en la sociedad y puede admitirlo.s o
zarlos sin entrar en contradicciones evidentes, refug1ándose
la "particularidad del caso". Puede fundar sus fallos en
interpretación dinámica de la Constitución, o hundir sus
en el original intent y saldrá al cruce con énfasis activista
se refugiará en self restraint, según lo permita la
política. Tanto agranda o achica el listado de las
políticas como reconoce o desconoce la legitimación
En esta tarea, además, no tiene fronteras legislativas
limiten. No hay sector del derecho que escape a su
pues para ello se ha munido de las doctrinas de la
riedad y de la gravedad institucional, ni hay estadio nr,nr•'l'Ul••
que se resista ante la flexibilización del concepto de seJltencJ181
definitva.
En síntesis, y recordando una vez más a Robert J
"los conflictos que dividen a los jueces de la Corte
reflejan un conflicto que penetra en la sociedad" 1042 • No ca
dudas de que esta reflexión está respaldada por cientos
fallos cuyo hilo conductor remonta al fundador de la doc
del control, "Marbury v. Madison", donde el ingenio y la
biduría política de Marshall -abrevados en fuentes
confiables- le permitió encontrar una solución jurídica
cable, sin traicionar los intereses de su partido 10 43 •

1012 "C n11 · h'


h. h ; Icts w 1ch have divided the Justicies always mirror a con11ict
w lC 1Up4e3r~~é es society" {cit. por SHNAVERSON' The Illustrated History et' t p 37)
· •' ase supra § 4, b. · · ., · · ·
EPILOGO

CONCLUSIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN


DE UN SISTEMA

1. Diagnóstico

Hace poco más de una década me preguntaba si el sistema


clásico de control constitucional estaba en crisis 1 • La respuesta
a esta pregunta en términos actuales es más clara que entonces,
pero también es más compleja. Me atrevería a decir, por un
lado, que el sistema clásico sigue existiendo y es ejercido por
la Corte Suprema y los tribunales, en general diariamente.
De hecho, la jurisprudencia analizada en el capítulo IIP per-
mite llegar a esta conclusión. Pero no caben dudas de que,
paralelamente, este viejo sistema ha ido evolucionando hacia
formas nuevas, sensiblemente diferentes a las originales. Estos
síntomas aparecen además en buena parte de los caracteres
centrales del control constitucional, lo que indica la medida
de la evolución.
Un arqueo de lo clásico y lo nuevo nos permite advertir
que el control sigue siendo judicial y difuso y que no procede
de oficio, ni puede ejercerse en casos abstractos. Asimismo,
la ley declarada inconstitucional sigue vigente . Pero a medida
que avanzamos en los restantes requisitos encontraremos cam-
bios sustanciales. Uno de ellos es el del caso o controversia.
Formalmente subsiste, pero nadie puede negar que el recono-
cimiento de la acción declarativa de inconstitucionalidad cons-

1 BI AN CHI ,Alberto B .: ¿Está en cn· sts


· ¡ · l· i
e s..suma e a sco
rk control de con s·
1
titucionalidad? , LL , 1990-E, P· 0 ·89
~ Véase especialmente § 28.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
490
tituye un paso importante hacia la flexibilidad total del conc~p­
to. No se ha llegado todavía al control abstracto .que practlca
el Superior Tribunal de la Ciudad de Buenos Aires, pero la
distancia no es tan grande como parece.
En materia de legitimación, la reforma constitucional de
1994 produjo una revolución ya insinuada y que ha ~pactado
fuertemente en las concepciones tradicionales al convahdar afo-
ros colectivos otrora excluidos de los tribunales. Ello produce
además un efecto directo sobre los efectos de la sentencia. No
es lo mismo que la revisión judicial la pida un sujeto aislado
que sólo pretende una decisión individual y para su caso, que
si aquella es requerida por un legitimado colectivo que ni si-
quiera sabe los nombres y domicilios de aquellos que representa
y que en todo caso identifica como "usuarios del servicio". Cier-
tamente marchamos en forma progresiva por el sendero de los
efectos erga omnes de los pronunciamientos judiciales.
Como primera síntesis fruto de este balance me permito
decir entonces que el control constitucional, usado tradicional-
mente como una defensa pasiva, se ofrece hoy como una he-
rramienta activa, dotada además de alcances mucho más vastos
de los que hasta ahora tenía. ¿Quién hubiera pensado hace
veinte años que la Corte Suprema anularía por medio de una
acción declarativa una cláusula de la Constitución estando to-
davía su tinta fresca? Mirado este fenómeno desde el Poder
Judicial, puede decirse que se ha incrementado el poder de
los jueces, quienes cuentan ahora con herramientas más efec-
tivas para restablecer la legalidad constitucional de las que
disponían antaño.
Al mismo tiempo, si comparamos el sistema de control que
hoy poseemos con los sistemas europeos, brevemente analizados
en el capítulo primero, veremos que existe un acercamiento
de nuestro sistema judicial y clifuso con aquellos sistemas de
órg~no concentrado y control abstracto. Ello indica además que
el sistema federal se asemeja cada día más al vigente en las
provincias y en la Ciudad de Buenos Aires.
Es significativo también que todos estos cambios están
acompañados de una toma de conciencia colectiva de la función
de los tribunales y de la Corte Suprema en especial. Decía
en el capítulo anterior que uno de los efectos positivos de la
ampliación de la Corte Suprema en 1990 y de la denuncia
periodística que ello provocó fue habernos permitido compren-
CoNCLUSIONES SOBRE LA EVOLUC IÓN DE UN S ISTEMA 491

der la importancia que tiene la designación de un juez de la


Corte Suprema, pues un nuevo integrante en un tribunal di-
vidido puede inclinar la balanza en un sentido o el otro.

n. Pronóstico
Podemos preguntarnos también si la tendencia actual ha
completado su evolución, o si es razonable esperar la venida
de nuevos ciclos. Si bien anticipar el futuro es una tarea difícil,
no me parece aventurado decir que el proceso está en marcha
todavfa. Creo que razonablemente habrán de producirse pro-
fundizaciones de las tendencias actuales, ya que la reforma
de 1994, motor principal de muchos de estos cambios, nos ha
colocado en una suerte de pubertad que será sucedida por la
madurez. Por lo pronto, cuestiones como los efectos de las sen-
tencias y la legitimación colectiva ofrecen todavía un campo
en el cual faltan precisiones esenciales. No es menos cierto
que las medidas cautelares, otrora apéndice de los procesos
ordinarios, están cobrando importancia día a día y su uso co-
tidiano tiende a convertirlas en procesos dotados de plena au-
tonomía, aun cuando, como vimos, una reforma inconstitucional
introducida en el artículo 195 del Código Procesal nacional pre-
tende frenar este rumbo. Estamos, consecuentemente, transi-
tando una revolución procesal cuyos alcances no están deli-
mitados aún.

m. Valoración
En el capítulo primero examiné muy someramente los sis-
temas de control constitucional concentrado, existentes en las
naciones europeo-continentales, y tal como anticipé entonces,
voy a hacer aquí una reflexión valorativa _sob~e ambos. Tal
vez sea necesario empezar diciendo -con rms d1sculpas por la
obviedad- que ninguno de estos sistemas es perfecto Y ambos
merecen sus críLicas 3 . Las diferencias entre uno y otro se ex-

:l Por citar sólo una menciono la del convencional Zaffaroni, esbozada en


no de l a Convención 'constituyente de la Ciudad de Buenos Aires dedll99X61X.
el Se · · · d d fi d l siglo XVIII y com1enzos e ·
Dijo allí: "Los poderes JUdiCiales, es 0 m es e. . d . d m odelos
h~sta la Segunda Guerra Mundial han seguido practlcamente os gtan es
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
492
pli.can por sus antecedentes históricos y cultural~s. El s\ste:a
'udicial se originó en un pueblo que no ha temdo que uc. ar
J , . político una vez que éste fue establecido.
contra su reg¡men . . ·
En todo caso ha tenido que afianzarlo, pero sm mterrupclOnes.
Los europeo~, por el contrario, hasta la paz de la postguer:~
en 1945, se debatieron permanentemente en esa lucha p
la Constitución", interrumpida muchas veces, Y por ello han
preferido un control con fundamento, expreso en ~1 texto de la
Constitución y concentrado en un organo espec1al. Además,
la tradición anglosajona confía más en los jueces que la eu-

-quü- nacieron
- - de las dos grandes revoluciones de fines del siglo xvm: la nort~a-
mericana y la francesa. Se trata de modelos que nacen de revoluciOnes dl9·
tintas; muy diferentes. Los norteamericanos se limitaron a sacar a los mgleset
~1
~' y necesitaron ordenar sus estados federados sobre la base de una ley suprema
cuya custodia tenían que asignársela a algwen. Es decU' que neces•taron JUe-
ces que controlaran a sus legisladores . Francia, por el contrano, hizo un~ re-
volución contra un poder absoluto y particularmente contra tnbunales arbitra-
rios, que cobraban por sus servicios y se disputaban los clientes. Por lo tanto,
Francia tuvo por resultado un sistema en el que los legisladores controlaban a
los jueces. Los jueces y la Corte Suprema norteamericana controlando legisla-
dores; los legisladores franceses controlando jueces a través de su Tribunal de
Casación. Los dos modelo fueron, entonces, el norteamericano con un sistema
de designaciónp olítica, y el francés -que se extiende luego por toda Europa-
con un sistema de designación burocrática. Y los resultados de uno y de otro
no fueron buenos.
"Parece casi un sacrilegio decir que el resultado del sistema judicial nor-
teamericano no ha sido bueno porque es bastante común que todo el mundo hable
de él con admiración. Pero realmente no lo ha sido. Thvo muchos aspectos p<>-
sitivos y tiene el innegable mérito de haber sido el primero en consagrar el control
de constitucionalidad, pero no nos podemos olvid ar que es una sentencia de la
Corte Suprema de los Estados Unidos la que precipita la Guerra de Secesión; y
que fue esa misma Corte Suprema la que durante muchos años legitimó el 'ap-
partheid', el 'iguales pero separados'., No nos podemos olvidar de Sacco y Vanzetti;
no nos podemos olvidar de que recién hacia 1957 la Corte Suprema norteamericana
declaró la inconstitucionalidad de la ley de Virginia que prohibía los matrimonios
mixtos entre negros y blancos. No podemos olvidar que esa Corte Suprema declaró
la inconstitucionaüdad de ca i todas las leyes antitrust y que favoreció la cen·
tralización política y económica de los Estados Unidos en detrimento del principio
federal. No podemos olvidar que esa Corte declaró la inconstitucionalidad de las
leyes de Roosevelt que trataban de superar la crisis de 1929 y de poner en marcha
el 'New Deal'. Tampoco podemos olvidar que esa Corte Suprema encabeza un
sistema judicial que en este momento está dando por resultado un sistema penal
con más de un millón y medio de pre os, y que legitima sentencias de muerte
a niños . Esto respecto del sistema norteamericano.
"Con respecto al sistema europeo, debo decir que no le fue mejor. Esa bu·
rocracia piramidal y napoleónica que se formó y se copió por toda Europa Y no
CONCLUSIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN DE UN SISTEMA 493

ropeo-continental, y por ello no ha existido objeción en entre-


garles el control de constitucionalidad de la misma manera
en que les fue confiada la revisión de las decisiones de la Ad-
ministración. Por el contrario, en los países de Europa conti-
nental estas competencias no han sido por lo general atribuidas
a los jueces ordinarios, sino que se han creado jurisdicciones
especiales para ello.
Asimismo pueden señalarse ventajas e inconvenientes re-
cíprocos. El sistema concentrado aventaja al difuso , en cuan-
to genera reglas más claras de juego. La inconstitucionalidad
~uede decretarla un so~o órgano y una vez tomada una decisión,
esta no puede ser modificada por los jueces. El sistema difuso
por el contrario, permite la dispersión de opiniones, aunqu~

tenía poder político de control de constitucionalidad -y 51· lo teru' n t ó · t


no J0 • - 1 , . "• e ncamen ·e
eJerc¡a en a practica- se convirtió en algo similar a una carrera militar
e~ ~onde se entraba por la base y cuanto más se domesticaba al candidato m á~
~~p~dbaamae~ec ~scendía hasta ~ue, ya totalmente domesticado , viejo Y medio tonto,
g USpide Y no hacm más que reproducir lo mismo dentro de un sisten•u
de autorreprod uccJón s1n fin . Como resultado de esto fue ese si•tema burocrático
el que se puso al servicio de Hitler en Alemania, de Mu ssoli ni en Italia, del
gobierno de V1chy en Francia, de Oliveira Salazar en Portugal y de Franco en
España.
"Así llegarnos al final de la Segunda Guerra Mundial. Entonces, a la vista
de los inconvenientes de los dos sistemas puros que habían existido hasta entonces,
se ensaya en Europa un tercer sistema. Quiero decir, señora presidenta, que
estoy obviando los ensayos latinoamericanos de juntar los vicios de los dos sis-
temas, que pululan por el continente. ~: 1 ensayo europeo trató de juntar las vir-
tude~ de ambos , a través de dos instituciones: los tribuna les constitucionales,
con capacidad de declarar la inconstitucionalidad erga omnes de las leyes, que
se habfan iniciado en la entreguerra con un desgraciado fin porque habían com-
partido el des tino de las experiencias politicas en que se insertaron , es decir las
de Austria, la República Checoslovaca y la República Española, pero que resucitan
en la posguerra. Resucita en Austria el tribunal constitucional del 'Oktobervcr-
fassung' de 1921 debido a la inspiración de Kelscn, y los tribunales de Alemania,
de ltalia, y más recientemente de España, de Portugal y de Grecia. Son tribunales
que monopolizan la justicia que decide conflictos de poder, y que se separa n ní-
tidamente de la justicia técnica y del servicio de justicia cotidiano que se pone
en manos de un consejo de la magistratura, es decir, de un organismo de gobierno
plural. Este cuerpo aparece primero en Francia en la Constitución de 1946
-aunqu e allí languidece y finalmente desapar ece en 1958 con la Quinta Repú-
blica-, alca nza su mayor desarrollo en Italia con el Consejo de la Magistratura
italiano, y realmente inspira el Consejo de la Magistr~t~a ~ue adoptan:'os en
este proyecto. En esta iniciativa mantenemos la sólida d1stmcton entre eltn?~nal
que se encarga de los conflictos de poder del Estado.' de. los .part1dos políbcos,
de la justicia electoral y de la declaraL-ión de inc~n~tJtuclOnahda?,, por un lado,
y el que se encarga de la justicia técnica de serv1cto, por el otro ·
494 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

la cuestión, por lo general, será dirimida por la Corte Suprema


en forma fmal. .
Si tuviera que elegir una clara ventaja del control dif~­
so sobre el concentrado, cuando éste actúa en abstracto, di-
ría que permite un mayor acercamiento del juez con la reali-
dad a la cual la norma está dirigida. De hecho, como hemos
visto, también los sistemas concentrados tienden a este control.
Desde este punto de vista -y como propio del espíritu anglo-
sajón- destaco entonces los beneficios de un control que no
juzga a la norma en abstracto, sino en la medida de su apli-
cación a un caso. Finalmente, para eso existe el ordenamiento
jurídico. Ello permite además la subsistencia de la norma que
sigue vigente y puede ser aplicada en otros casos. Como con-
trapartida de esta ventaja, tenemos que cuando una ley es
manifiestamente inconstitucional, se sigue aplicando hasta su
derogación o bien hasta que se produce una decisión judicial
que - de hecho o de derecho- tenga efectos erga omnes.
Mirado desde el punto de vista institucional, el sistema
judicial difus? también facilita y fortalece la separación de po-
der~s. Es evidente que la función judicial despojada de la ca-
pacidad . ~e c?ntrolar la constitucionalidad de las leyes sufre
~a capttls dtmmutLO. Un juez sólo tiene plenitud en sus fun-
ciones cuando .al resolver un caso puede decidir si aplica
no el ordenannento jurídico vigente. Ello le da ante los res-0
tantes poderes ~~a presencia muy diferente, ya que ejerce el
control de la actiVIdad que realizan. Dicho de otra forma, el sis-
tem~ . de 7hecks and balances sólo se logra cuándo el Poder
Judicial tiene el poder de decidir si una ley o n 1
son constitucionales o si no lo s u reg amento
on.

rv. Una última reflexión


Mi última reflexión es que sie d .
~ lo.s ejecutores del sistema de cont~ lo los J~ec~s los creadores
mdicado intentar legislado e . 1o constituciOnal, no parece
como aquella en la que , spec¡a mente en una faz evolutiva
hasta el presente ha 'dnos enlcontramos. Desde su creación
SI o regu ado p - · .
nada parece indicar la necesidad d or VI?" JUnsprudencial y
z?nes . de orden práctico aconse. an e ca~blr este rumbo. Ra-
glslativa. Hemos visto h t ~ l adema~, esta abstención le-
as a e cansancw que la Corte Su-
CONCLUSIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN DE UN SISTEMA 495

prema tiene facultades suficientes para imponer las reglas de


juego y no parece estar dispuesta a someterse a otras que no
sean las dictadas por ella misma. Pudo crear el amparo, ha-
cerlo victorioso y al mismo tiempo provocar su caída. Pudo
sacar del ostracismo la acción declarativa y emplearla para
enrostrarle a toda la convención constituyente sus excesos al
introducir en el texto de la Constitución el art. 99, inc. 4º, tercer
párrafo.
En todo caso , si el Congreso o el Presidente quieren influir
en el sistema de control constitucional, antes que hacer un
ejercicio legislativo deben poner atención en los candidatos que
eligen para integrar la Corte Suprema y someterlos a un previo
y severo escrutinio. Con ello influirán mucho más en el control
constitucional que si le ponen cercos normativos.
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ÍNDICE DE _FALLOS, ACORDADAS
Y DICTAMENES CITADOS
El núm ero romano corresponde al tomo, los númoros
qu e están en negra indican las página•
y los que están entre paréntesis
hacen referencia a las notas .

A) R epública A rgentina

l. Corte Suprema de Ju sticia de la. Nación

a) Fallos

Abad, Manu el Eduardo, Fallos, 315 :632 (199:.:!): 11-479 (990).


Ábalos c/Pcia. de Mcndoza, Fallos, 255:262 (1963): 1-273 (17).
Ahd ala, Emilio A. , Fallos , 306:1537 , 1539 (1984): l-354 (405).
Abramovich c/Universidad de Buenos Aires, Fallos , 303:1880 (1981): TI-243
(455).
Abruza c/Nación Argentina, Fallos, :106:1047 (1984): I-455 (826).
Abud c/Buenos Aires, Fallos, 314:1186 (1991): I-404 (591-592), I-405 (593-
594).
Acevcdo, Eliseo, Fallos, 28:406 (1885): I-137 (335).
Acindar S.A. c/Administración Nacional de Aduanas, Fallos, 311:651 (1988):
Il-344 (254).
Acosta, Claudia B., Fallo.~, 321:3555 (1998): TI-478 (979).
Acosta c/Crysf S.A., Fallos, 298:147 (1977): I-322 (262).
Acuña c/Soc. Col. Arrigo Hnos., Fallos, 291 :354 (1975): I-453 (808).
Acuña Hnos. S .R.L. c/Nación Argentina, Fallos , 286:166 (1973): II-303 (66).
Adamini c/Poder Ejecutivo Nacional, Fallos, 323:2409 (2000): I-271 (il), 1-273
(14), II-163 (65).
Adclphia S.A.I.C. , Fallos , 288:287 (1974): II-340 (232).
Administración de Impuestos Internos c/Malmonge Nebreda, Fallo.s, 169:309
(1933): I-243 (332), II-412 (558).
Administración General de Obras Sanitarias de la Nación c/Santiago del
Estero, Fallos, 224:267 (1952): I-126 (307 ).
532 C O.OTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Administración Nacional de Aduanas, Fallos , :n6:2063 (1993): 11-339 (225).


Agente Ma rítimo del Buque Tahama c/Capitán y/o Armad ores del Buque
Islas Malvinas, FaUos, 275:1 (1969): II-342·343 (248).
A.G.U.E.E.R.A. c/Pcia. de Buenos Aires, Fallos, 320:690 (1997): I-405 (600),
I-408 (618 ), 1-411 (634 • l -412 (639), 1-415 (647), II-57 (214), ll-73 (271).
Agüero Olmos, Roberto M.. Fallos. 306:512 (1984): I-453 (810), I-456 (829).
Agujlar Becerra, Crescencio. Fallos. 306:949 (1984): 1-452 (798).
AguiJar, Jorge Miguel, Fallas.. 313:1497 (1990): 1-312 (212).
Alba c/Balpala Constru - Ferroviarias S.A., Fallos, 310:746, 748 (1987):
1-355 (407).
Alba c/Chcvy, Fallos , 295-- (19 6): 1-354 (405).
Albatros Caraván S.A. ~ Fallos, 312:759 (1989): Il-341 (238).
Alberti, Haydée María Carmen, Fallos , 260 :153 (1964): 1-272 (10) I-310
(201-202). '
Alejandro Bianchi y Cia. · a ción Argentina, Fallos, 248:398 (1960):
1-328 (302-303).
Alem, Leandro N ., Fallos, 54:481 (1893): II-170 (108-109), II-386 (417).
Alemann y Cía . S.A., Fallo., 293:50 (1975): II-421 (631), II-422 (633).
Alessandro c/Caja de ub · · Familiares para el P ersona l de la Industria,
Fallos, 302:683 ( 1 ): ll-243 (455).
Alimento de los And SA o'Ba.nco de la Pcia. del Neuquén, Fallos, 323:2418,
2445 (2000): 1-457 (842).
Allende c/Brown Security Service, Fallos , 308:568 (1986): 1-450 (789).
Almagro c/Nación Argentina, Fallos , 304:191 (1982): I-456 (829).
Almeyra, Guillermo. Fallos, 249:522 (1961): II-171 (118).
Alonso, Jorge F., Fallos, 31 :550 (1995): I-312 (211 ).
Alonso, Jorge, Fallos, 317:1690 (1994): l -192 (132), Il-332 (208).
Alta mura de Mascotra clfiendas israelitas Argentinas , Fallo_., 307:578 (1985):
1-455 (826), 1-456 (828).
Álvarez, Carlos, Fallos, 319:585 (1996): Il-478 (976).
Alvear, Marcelo T. de, Fallos , 167:314 (1933): I-243 (339), II-300 (49).
Amaya Gómez, Pedro, Fallos , 238:58 (1957): II- 188 (185).
Amiel, J o eph, Fallos 303:389 (1981): II-163 (59).
Amoza de Fern ández cJCarnicerías Estancias Galli S.R.L., Fallos , 254:51,
55 (1962 ): U -245 (466).
Antón, Nicolá FaUos, 302:1579 (1980): ll-424 (646 a 649).
Antonio, J orge, FaUos, 236:657 (1956): II-170 (112) .
Antonio, Jorge, Fallos, 248:189 (1960): l-357 (419), ll-322 (164-165), 11-323
(166-167), ll-324 (169-170).
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Apoderados y E lectores de la Alianza F rente de la E speranza, Fallos , 316:972
(1993): Il-466 (89S-900).
Aquino. Me rcedes, Fa.Uos, 315:2421 (1992): Il-210 , 211 (292), ll-467 (909-910).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
532
F ll 316·2063 (1993)· ll-339 (225).
Administración Nacional de Aduanas, a os: • . d . d 1 Buque
A ente MariLimo del Buque Tahama c/Cap1tán y/o Arma ores e
g Islas Malvinas, Fallos, 275:18 (1969): ll-342-343 (248).
AGuE ERA c/Pcia. de Buenos Aires, Fallos , 320:690 (1997): I-405 (600),
. . 1:408.(6Hil, l-411 (634), I-412 (639), 1-415 (647), ll-57 (214), II-73 (271).
Agüero Olmos, Roberto M., Fallos , 306:512 (1984): l-453 (810), l-456 (829).
Aguilar Becerra , Crescencio, Fallos , 306:949 (1984): l-452 (798).
AguiJar, J orge Miguel, Fallos, 313:1497 (1990): I-312 (212).
Alba c/Balpala Construcciones Ferroviarias S.A., Fallos, 310:746, 748 (1987):
l-355 (407).
Alba c/Chevy, Fallos , 295:597 (1976): l -354 (405).
Albatros Caraván S.A. c/Dager, Fallos, 312:759 (1989): II-341 (238).
Alberti, Haydéc Maria del Carmen, Fallos, 260:15:~ (1964): I-272 (10), T-310
(20 1-202).
Alejandro Bianchi y Cía . S.A. c/Nación Argentina, Fallo8 , 248:::398 (1960):
I-328 (302-303).
Alero, Leandro N ., Fallo.~. 54:481 (189::3): 11-170 (108-109), II-386 (417).
Alemann y Cía . S.A. , Fallos, 293 :50 (1975): Il-421 (631), Il-422 (633).
Alessandro c/Caja de Subsidios Familiares para el Personal de la Industria,
Fallos, 302:683 (1980): ll-243 (455).
Alimento de los Andes S.A. c/Banco de la Pcia. del Neuquén, Fa.llus, 323:2418,
2445 (~000) : 1-457 (812).
Allende c!Brown Sccurity Service, Fallo.~ . 308:56R (1986): I-450 (789).
Almagro c/Nación Argentina, Fallos, 304:191 (1982): l-456 (829).
Almeyra, Guillermo , Fallos, 249:522 (1961): Il-171 (118).
Alonso, Jorge F., Fallos , 318:550 (1995): 1-312 (211).
Alonso, Jorge, Fallos , 317:1690 (1994): I-192 (132), Il-332 (208).
Alta mura de Mascotra c/Tiendas Israelitas Argentinas, Fallos, 307:578 (1985):
1-455 (826), 1-456 (828).
Álvarez, Carlos, Fallos, 319:585 (1996): II-478 (976).
Alvcar, Marcelo T. de, Fallos, 167:314 (1933): I-243 (339), II-300 (49).
Amaya Gómez, Pedro, Fallos, 238:58 (1957): Il-188 (185).
Arniel , Joseph, Fallos, 303:389 (1981): Il-163 (59).
Amoza de Fernández c/Carnicerías Estancias Galli S.R.L. , Fallos, 254:51,
55 (1962): II-245 (466).
Antón, Nicolás, Fallos, 302:1579 (1980): Il-424 (646 a 649).
Antonio, Jorge, Fallos , 236:657 (1956): II-170 (112).
Antonio, Jorge, Fallos, 248:189 (1960): I-357 (419), Il-322 (164-165), II-323
(166-167), Il-324 (169-170).
Antorcha Cía. Argentina de Seguros c/Aerolíneas Argentinas, Fallos, 315:46
(1992): I-312 (214).
Aparicio c/Pcia . de Salta, Fallos, 135:113 (1921): II-162 (50).
Apoderados y Electores de la Alianza Frente de la Esperanza , Fallos, 316:972
(1993): Il-466 (899-900).
Aquino, Mercedes, Fallos , 315:2421 (1992): II-210 , 211 (292), II-467 (909-910).
ÍNDICE DE FALLOS , ACORDADAS Y DICT.tllE..'ffi CITADOS 533

Aramayo, Domingo R., Fallos , 306:72 (1984): l-237 (314), II-294 (25), II-460
(876).
Arancibia Clavel, Enrique, Fallos, 302:973 (1980): II -415 (585).
Aráoz c/Pcia. de Salta , Fallos , 304:390 (1982): II-303 (66).
Araujo, IIoracio Domingo, Fallos , 30:.!:583 (1980): I-456 (829).
Ardissone, José, Fallos , 255:216 (1963): II -37 (119).
Arenzon c/Nación Argentina, Fallos , 306:400 (1984): I-421 (659).
Argentino Land and Investment Co. c/Nación Argentina, Fallos , 267 :393
(1967): I-266 (443).
Argüello c/Dirección Nacional de Migraciones, Fallos, 268 :393 (1967): II-426
(675).
Arias c/Nación Argentina, Fallos, 302:104 (1977): II-413 (571).
Arias, Pedro Ricardo, Fallos, 294:50 (1976): I-453 (810).
Ariando de Zehnder c/Pcia. de Córdoba, Fallos , 305:823 (1983): II -303 (66).
Arlandini, Enrique, Fallo.~ . 208 :184 (1947): 11-213 (301), II-412 (562).
Arning, Brauss y Cía. c/Pcdro Hahn y Cía., Fallos, 69:387 (1897): I-458 (845).
Arostegui c/Dirección Nacional de Recaudación Prevü~ional , Fallos , 314:1455
(1991): I-412 (638).
Arzobispado de Buenos Aires c/Astoul, Fallos , 187:628 (1940): II -339 (225).
Arzuaga c/Hern!ra, Fallos, 183:29 (1939): II-342 (243).
Aserradero Clippcr S .R.L .. Fallos, 249:221 (1961): I-421 (659), Il-427 (684).
Asociación Argentina de Anestesiología, Fallos, 307 :1257 (1985): I-455 (824).
Asoc ia ción Benghalcnsis c/Ministerio de Salud y Acción Social Fallos
::123 :1339 (2000): II -74 (278). ' '
Asociación Civil Escuela Escocesa San Andrés c/Buenos Aires, Fallos, 310:977
(1987): I-403 (584).
Asociación Constitucional y Libertad ArgenLina, Fallos , 195:439 (1943): II -170
(114).
Asociación Cultural Barker c!Pcia . de Buenos Aires, Fallos , 316:1175 (199::l):
I-312 (216).
Asociación de Consumidores y Usuarios de la Argentina c/Nación Argentina ,
Fallos , 322:1436, (1999): I-313 (2 19).
Asociación de Viajantes de Comercio c/Brornberg y Cía. S .A., Fallos, 257:136
(1963): II -245 (467) .
Asociación del Personal Civil de Santa Fe, Fallos , 291:146 (1975): I-452 (804),
I-453 (!l08) .
Asociación del Personal de Dirección de Ferrocarriles Argen~inos c/Nación
Argentina, Fallos, 293:459 (1975): ll-342, 343 (248).
Asociación del Personal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
(INTA) c/Poder Ejecutivo Nacional, Fallos , 323:3085 (2000): I-251 (390).
Asociación Trabajadores del Estado c/P.E.N., Fallos, 320:2603 (1997): I-312
(217).
Astilleros Conumar S .R.L ., Fallos, 312:1872 (1989): I-453 (810).
Astilleros Tarrab S .A. c/Minozzi, Fallos, 307:973 (1985): II-31 0 (114) .•
A.T.E. San Juan , Fallos 317:874 (1994): ll-189 (196), II-467 (911-9 12).
534 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Athuel Electrónica S.A. c/Pcia. de Tierra del Fuego, Fallos, 320:1875 (1997):
I-412 (642).
Attias, Alberto , Fallos , 223:206 (1952): Il-414 (575-576).
Allias, Albei'Lo . Fallos , 229:335 (1952): I-245 (354).
Audano, Héctor, Fallos , 235 :355 (1956): Il-176 (144).
Ávalos c/Nación Argentina, Fallos , 304:805 (1982): II-243 (455).
Avegno c/Pcia. de Buenos Aires, 14:425 (1874): I-73 (130), I-215 (224 a 226},
I-216 (239), Il-371 (::\44).
Avellaneda Huergo, Alfredo, Fallos, 172:344 (1935): Il-412 (559).
Avico c/de la Pesa, Fallos, 172:21 (1934): I-244 (347), I-326 (275), 1-427 (685),
II-281 (640), II-282 (650), II-416 (596).
Azar, Juan Roberto, Fallos, 299:428 (1977): II-284 (654).
Azcona y Cía. c/D .G.I., Fallos, 304 :1109 (1982): I-455 (824).
Azucarera Concepción c!Tucumán, Fallos, 143 :131 (1925): II-200 (243).

Baeza c/Nación Argentina, Fallos, 306:1125 (1984): l -400 (570).


Balbi, Ángel Antonio, Fallos, 314:110 (1991): I-452 (R03), I-454 (l:ll2).
Balbuena, César, Fallos , 303:1769 (1981): I-360 (431-432).
Baldini, Gabriela Javiera, Fallos, 295:455 (1976): Il-303 (66).
I3aldomero Martínez c/Otero, Fallos, 2:127 (1865): 1-242 (331), II-291 (12),
II-371 (339).
Bolcstra, Ricardo R. , Fallos , 311:565 (1988): II-342, 343 (241:l).
Balmaceda c/Donadello Hnos., Fallos, 297 :521 (1977): I-451 (795).
Balpala Construcciones S .A. c/D.N.V. , Fallos, 312:2373 (1989): II-461 (883}.
Balza c/Estado Nacional y COMFER, Fallos, 313:701 (1990): 1-312 (209).
Bailante , María Nilda, Fallos , 311:103 (1988): Il-340 (234).
Banco Buenos Aires Building Society, Fallos, 321:993, 1003 (199H): I-331
(318).
Banco Central de la República Argentina cllnternational Electric S.C .A., Fa-
llos , 291:51\ (1975): I-453 (810).
Banco de Galicia y Buenos Aires s/solicita intervención urgente en "Smith,
Carlos A. c/PEN s/sumarísimo", LL, t . 2002-A, p. 770: II-471 (947-948),
II-472 (949-950), II-473 (952).
Banco de la Nación Argentina c/G ianelli, Fallos, 101 :70, 79 (1904): Il-348
(267).
Banco de la Nación Argentina dMartínez, Fallos , 303:1621 (1981): I-458 (850).
Banco de la Nación Argentina c/Mendoza, Fallos , 226:408 (1953): I-126 (306).
Banco de la Pcia . de Buenos Aires, Fallos, 186:170 (1940): I-227 (268).
Banco de la Pcia . del Chaco dBCRA, Fallos , 315:47(1992): II-344 (253).
Banco de Londres y América del Sud, Fallos, 300:1156 (1978): l-458 (848).
Banco de Mendoza c/Dirección General Impositiva, Fallos, 247 :325 (1960):
I-344 (365).
Banco de Río Negro y Neuquén SA. dBCRA, Fallos, 303:1776 (1981): 1-266
(443).
Banco Español del Río de la Plata dMunicipalidad de Tucumán, Fallos,
237 :221 (1957): II-218 (326).
lNDICE DE FALLOS, ACORDADAS y DICTÁMENES CITADOS
535
Banco Ítalo Argent' d S J
(53). m o e an uan c/San Juan, Fallos, 188:105 (1940): II-162

Banc~1;1f.ular de La Plata, Fallos , 264 :443 (1966): I-354 (401 -402), II-311

Banco Río do la Plata S.A. c/Pcia. de Buenos Aires Fallos 210·500 (1948)·
II-304 (70). ' ' . ' .
Baquero c/Editorial Abril S.A., Fallos , 302:702 (1980): I-454 (813).
Baracat, Anton10 Luis, Fallos, 298:321 (1977): I-453 (809).
Barbarella,S.A. , Fallos , 300:1087 (1978): I-271 (8), II-162 (55).
Barbuto c/Ragucci, Fallos , 300:429 (1978): I-457 (838).
Barc~ ~~)omisión Municipal de la Vivienda, Fallos , 317:1076 (1994): I-455
8
Barernblit de Lerner c!Univcrsidad de Buenos Airo~;, Fallos 291 :13::1 (1975)·
I-315 (230). ' .
Barraco Aguirre c/Universidad Nacional de Córdoba, Fallos , 302:1503 (1980):
II-241 (445).
Barros c/Univcrsidad Nacional de Córdoba, Fallos, 301 :151 (1979): II-426
(673)
Basterrica y Capalbo, Fallos , 308:1392 (1986): II-309 (106), II-456 (840-841),
II-473.
Bastiano c!Talavcra, Fallos , 304:148 (1982): I-450 (7R7).
Baudrix c/Gobierno de Buenos Aires, Fallos, 5:326 (1868): I-443 (772-773).
Becco, Ángel, Fallos, 190:392 (1941): 1-268 (446).
Bejarano, Silverio, Fallos , 12 :372 (1872): I-285 (74-75).
Belozercovsky, Jacobo, Fallos , 292:202 (1975): II-339 (225 ).
Bellman, Pedro J., Fallos, 256:359 (1963): Il-171 (118).
Bemberg y Elorlondo de Bemberg, Fallos , 224:810 y 845 (1952): I -244 (349).
Bemberg, Otto S., Fallos , 242:460 (1958): II-339 (225), II-342 (248).
Benasayag c/Carrizo, Fallos , 307:1948 (1985): I-354 (406).
Bcneduce c/Casa Auguste, Fallos, 251 :4 72 (1961): 1-266 (443), II-244 (464),
II-245 (466).
Bcr~aitz, Miguel Ángel y otros, Fallos , 315:1854 (1992): I-289 (97) .
Bergés c/Gobierno Nacional, Fallos, 166:264 (1932): II-240 (437).
Beristayn de Vedoya c/Buenos Aires, Fallos , 157:352 (1930): II-36 (109, 111).
Berlari c/Omega Cooperativa de Seguros, Fallos , 317:1684 (1994): I-457 (832).
Bernardello c/Dirección Nacional de Aduanas, Fallos, 287 :456 (1973): I-450
(787), I-451 (792).
Berrueta, Domingo Antonio, Fallos, 301:205 (1979): I- 191 (128).
Bcrtotto, J osé Guillermo, Fallos, 160:104 (1931): II-170 (114).
Bessio c/Nación Argentina, Fallos, 298:47 (1977): Il-342, 343 (248) .
B.H.N. c/C6rdoba, Fallos, 112:63 (1909): I-215 (228-229), I-392 (533-534).
B .H.N. c/Herzinjak, Fallos , 250:431 (1961): II-325 (176).
B.H .N. c/Pcia. de Córdoba, Fallos, 256:104 (1963): I-392 (533-534).
B.H.N. c/Quiroga, Fallos , 189:292 (1941) : I-354 (403).
Bidone c/Nación Argentina, Fallos, 316:1802 (1993): II-41 (135) .
536 CONTROL DE CONSTI'l'UCIONALIDAD

Bizet c/Banco Mercantil Argentino, Fallos , 323:400 (2000): I-452 (799) I-453
ffi100. '
Bocaccio, Eduardo Manuel, Fallos , 305:1694 (1983): I-451 (792).
Bodegas Y Viñedos Amadeo Marañón c/l.N.V., Fallo s, 297:381 (1977): I-239
(322), Il-295 (33), II-371 (336).
Bodeg" s Y Viñedos Giol c/Instituto Nacional de ViLivinicu ltura, Fallos,
310:703 (1987): I-455 (824).
Boidanich d Ansaldi , Fallos, 184:137 (1939): II-316 (14 1).
Bonati, Jorge Andrés, Fallos , 310:182 (1987): I-451 (796).
Bonelli dMunicipalidad de la Capital, Fallos , 95:290 (1902): I-285 (77).
Bonevo , Ricardo , Fallos , 155:182 (1929): I-314 (224).
Bonfante c/Junta Nacional de Carnes, Fallos, 288:325 (1974): I-272 (10).
Bonis, Pedro Luis, Fallos, 312:1891 (1989): II-342, 343 (218).
Borgward Argentina SA. , Fallos , 238:391 (1957): II-310 (115), TT-326 (184).
Borio, Aldo, Fallo s, 291 :160 (1975): II-342, 343 (248).
Boroquímica S.A., Fallos, 304:153 (1982): Il-343 (250).
Botta c/Junta Electoral de la Unión Cívica Radical, Fallos, 310:670 (1987):
I-311 (208).
Bourdié dMunicipalidad de la Capital, Fallos. 145:307 (1925): I-243 (338),
II-303 (65), II-373 (353).
Bozzano c/Nación Argentina (Estado Mayor de la Armada), Fallo8, 318:1256
(1995): I-273 (14), II-277 (629), II -284 (654).
Bramajo, Hernán J. , Fallos, 319:1840 (1996): 1-361 (439), II-478 (978).
Brasesco, Aurelio, Fallos , 266:159, 161:62 (1966 ): II-242 (453).
Braverman c/Bocazzi, Fallos, 282:15 (1972): I-327 (296).
Bravo c!YPF, Fallos, 253:406 (1962): II-325 (175).
Bravo, Mario, Fallos, 115:163 (1911): I-277 (37), I-286 (80).
Bressani c/Pcia. de Mendoza, Fallos , 178:9 (1937): l -319 (248), II-425 (656).
Brieba, Rodolfo J. , Fallos , 306:2070 (1984): I-239 (322), Il-295 (33), II-371
(336).
Briñas c/Buenos Aires, Fallos , 130:157 (1919): 1-286 (83-84).
Brizuela c/Cín. Swifl del Plata, Fallos , 296:432 (1976): I-227 (268) .
Brizuela c/Panadería Costa Azul, Fallos , 295 :47 9 (1976): I-454 (813).
Bruno Hnos. d A.N.A., Fallos , 315:923 (1992): l-272 (10-11).
Bruno, Raúl O., Fallos, 311:460 (1988): I-259, (415), I-366 (461-462).
Buchbinder dM.C.B.A. , Fallos, 303:466 (1981): I -454 (818).
Budano c/Facultad de Arquitectura, Fallos , 310:1045 (1987): II-339 (225).
Buenos Aires c/Cattaneo de Mornagh.i , Fallos , 293:253 (1975): I-452 (804).
Buenos Aires c/Cía. Unión Telefónica del Río de la Plata, Fallos , 210:396
(19411): II-321 (160).
Buenos Aires c/ENTel, Fallos, 304:1186 (1982): I-180 (ñ:t).
Buenos Aires c!Lacour, Fallos , 200:180 (1944): 1-215, 216 (230-231).
Buenos Aires c/Nación Argentina (Gendarmería Nacional), Fallos , 297:236
(1977): II-40 (129).
Buenos Aires c/SEGBA, Fallos, 305:1847 (1983): I-180 (53).
Buenos Aires c/Valbuena Medrana, Fallos, 187 :444 (1940): Il-41 (138).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 537

Buldoni c/Montenegro. Fallos , 303:1359 (1981): 1-454 (!H6).


Buonocore c/Universidad Nacional de Rosario, Fallos , 288:44 (1974): II-241
(448).
Burger King Corp. c/Facilven S .A., Fallos , 303:633: II-339 (225).
Bustos c/Servicios Especiales San Antonio S .A. , Fallos , 319:147!:1 (1996): II-
208 (276).

Caballero Vidal, Juan Carlos, Fallo.q, 315:761 (1992): II-189 (196).


Cabezas, García y Cía . c!Tucumán , Fallos , 170:158 (1934): I-324 (270-271),
II -31 (88-89).
Cabral c/MCBA, Fallos , 311 :2701 (1988): II-342, 343 (248 ).
Cabral, Victorino José , Fallos, 95:51 (1902): 1-285 (77) .
Cabrera c/Canale S .A. , Fallos, 306:250 (1984): II-310 (116).
Cabrera c/Ferrocarriles Argentinos, Fallos , !H4:184 (1991): 11-344 (256).
Cacciatore, Osvaldo A. , Fallos , 311:59:3 (1988): II -325 (179).
Cacciatore, Osvaldo A ., Fallos , 314:657 (1991): II -342, 343 (248).
Caciro c/Dalle Nogare , Fallos , 316:1706 (1993): I-455 (820) .
Cafassi , Emilio F. , Fal/tJs, 311:308 (1981'1): 11-457 (811\).
CaféH La Virginia S .A., Fallos, 317 :1282 (1994): 1-124 (~97).
Cafés La Virginia S .A. c/DGI , Fallos , 320:1166 (1997): 1-273 (14) , ll-161 (49).
Cafés, Chocolates Águila y Productos Saint Hnos. c!MCBA, Fallos , 274 :471
(1969): 1-421 (659). .
Caffarena c/Banco Argentino del Rosario de Santa Fe, Fallos , 10:427 (187 1).
1-136 (330-331), l-195 (146 -147), 1-323 (264), Il-160 (41), ll-161 (42),
li-371 (:341 ). . . , (1976)· II -423 (643) .
Cairo S.A. c/Nación ArgenEttnaj FdallosF 295~~:os c/F~rrocarril Central Ar-
Caja de Jubilaciones de mp ea os erro
gentino, Fallos , 188:9 (1940): 1-35~ (4!5~el Personal del Banco de la
Caja de Jubil aciones , Subsl.dlOS y Pe~slO~ d Sala E s piell, Fallos, :)13 :1088
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(1990): 1-457 (832 , 837). . B ' uimicos Odontólogos, Farmacéu-
Caja de Previsión Social de M éd¡cos, d lOQCórdoha , c!Mcdical S .R.L., Fallos,
· · y Obstetras e
ticos, Vetennan 05 326 (182 190). , ·
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., . . al de Previo; ión para el Perso
CaJa ~~~-~::si, Fallos. 308:1775 (19 ~l~. ;~ 2~ ~~;~~-.
8 1 5 37
II-297 (37), Il-371 (:3 ).
Calvete, Benjamín , Fallos: :~310 ~:llo:;. 306:1277 (1984): I-4~:4(~~:\1966):
Calvosu rJArenera 1guazu • . ., ,c/Catamarca, Fallos, .
Cámara de D iputados de Catamarca . 241:23
II-225 (357). . Criminal y Correcc1onal , Fallos ,
. al de ApelaciOnes en o 1
Cámara N ac10n
(1958): 11 -294 (2~{· 294:83 (1976): II-803-804 (68)Ú-425 (88!'i).
Camarott.a, Veder, Fa os, Fallos 310:203 (1987).
Cam?ios T;le~~e~~~.' :~~~S02:254 '<.\~~o~~~;-:l~sn~i~~\78).
Cammos, a 'k de Fallos, 294.
. s Sofí a Gersol •
Cammo.,
538 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Campaña Popular en Defensa de la Ley 1420, Fallos, 207:251 (1947): Il-425


(659).
Campbel\ Olguín, Dougald, Fallos, 277:23 (1970): II-181 (161).
Campillay elLa Razón, Fallos, 308:789 (1986): II-457 (850), II-480 (1005).
CampaR, José Manuel, Fallos , 267:22 (1967): II-181 (161).
Camps, Ramón, Fallos, 310:1162 (1987): 11-456 (839).
Candolo, Eugenio Miguel, Fallos, 304:1397 (1982): l-455 (825).
Cantos, José Marra, Fallos , 312:253 (1989): ll-189 (196).
Cañete c/Comesi S.A .• Fallos, 306:396 (1984): l-451 (794).
Capitán Cortes S.A.C.l.F.I., Fallos, 302:645 (1982): l-451 (792).
Capan Bonell S.A . c/Papel Prensa S.A., Fallos, 311:681 (1988): II-344 (254).
Caputo de Barbieri c/Institulo Nacional de Previsión Social de la Industria,
Comercio y Actividades Civiles, Fallos, 317:170 (1994): l-453 (810).
Carabajal , Héctor Raúl, Fallos , 291:384 (1975): Il-225 (356) .
Carbini c/ELMA S.A., Fallos, 322:1341 (1999): I-452 (799).
Cárcano c/Gorchs, Fallos , 98:107 (1903): II-227 (::!62).
Cardozo, Ángel Daniel, Fallos, 180:275 (1938): Il-342 (243).
Carie Huergo c/Jaureguiberry, Fallos , 248:840 (1960): I-327 (286).
Carlomagno c/Waldorf, Fallos, 307:888 (198fi): 1-457 (839).
Carlozzi c!TorneRe Ballesteros, Fallos, 207 :72 (1947): l-467 (923), II-316 (143).
Carman de Cantón c/Gobierno Nacional, Fallos, 175 :368 (1936): li-425 (658).
Caro! , Remigio J. , Fallos , :-111:881 (1988): Il-189 (196).
Carozzo c/Caja de Jubilaciones, Fallos, 181:34 (1938): II-341 (242).
Carrl:lra c/Blacek, Fallos , 301:917 (1979): II-304 (72)
Carvalho c/F'adcte S.A., Fallos, 317:756 (1994): 1-320 (251).
Casuñas c/Caja Forense 1• Circunscripción de Santa Fe , Fallos, 279:350
(1971): Il-38 (122).
Casares c/Sívori, Fallos, 11:257 (1872): T-323 (266) .
Casbarien, Abraham, Fallos, 302:856 (1980): IT-246 (474).
Case S.A. , Fallos , 306:7!!8 (1984): II-163 (60).
Cáseres, Martín H. , Fallos, 320:1891 ( 1997): I-361 (440, 444).
Cassino, Alberto, Fallos, 270:484 (1968): II-413 (fi68).
Castellanos, Joaquín, Fallos, 136:147 (1922): ll-187 (181 a 183), Il-188 (184),
Tl-193 , 194.
Castro c/Prieto, Fallo s, 214:177 (1949): I-344 (361).
Castro, Mirta Ester. Fallos, 302:1489 (1980): II-424 (651).
Castro, Daniel Alberto, Fallo~ . 310:1593 (1987): I-453 (810) .
Cattaneo c/Nación Argentina, Fallos, 261 :12 (1965): Il -214 (158).
Caus;a artículo 10 de la ley ~3.049, Fallos , 323:2648 (2000): I-361 (443).
Causa origint~riamt:nte instituida por el Consejo Supremo de las Fuerzas
~rmadas en cumplimiento del decreto 158/83 del Poder Ejecutivo Na-
. Clonal , Fallos, 309:1689 (1986): II-456 (838).
Cavta Y Bonapelch, Fallos, 160:101 (1930): I-450 (785 ).
C.A.V~I.i23~Juan Maurín Y Cía . S.R.L., Fallos, 277:147 (1970): II-420 (621
C.A.V.I.C. c/Maurín Navarro, Fallos, 298 :732 (1977): II-326 (189).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS y DICTÁMU.t:S CITADOS
539
Ccnta S.A. , Fallos, 296:459 (1976): U-423 (644).
Central Neuquén S .A . c!Buenos Aires, Fallos, 318:30 (1995): I-406 (606 60R)
Cerámica Pilar S.A. , Fallos , 312:255 (1989): I-452 (797). ' .
Cerámi ca San Lorenzo, Fallos, 307:1094 (1985): l-360 (433. 434) I-361 (444)
I-368. ' '
Cerdeira c/Oxhídrica Argentina S.A., Fallos, 276:257 (1970): II-339 (225).
Cernadas c/Santa Fe, Fallos , 184:639 (19:~9): II-225 (353).
Cesio c/La Gran Muñeca S.A.. Fallos , ~06:1679 (1984): II -342, 343 (248) .
Chaco c/Senado de la Nación, Fallos , 321:3236 (199R): II-205 (265), II-206
(266, 268), II-467 (915 , 917) .
Chaparr o, Ernesto Toribio, Fallos , 303: 135 (1981): l-453 (807).
Charles Hn os ., Fallos , 46:36 (1891): II-386 (420) .
Cha zarr eta, Clodomiro, Fallos, 303 :857 (1981): 11-344 (251).
Chiaparrone c/Juez de Paz, Fallos , 149:122 (1927): I-276 (~6).
Chi cago Bridge & Iron, Suc. Argentina, Fallos, 285: 322 (1973): 1-216 (2a5).
Chocobar c/Caja Nacional de Previsión para el Personal del Estado, Fallos ,
319:324 1 (1996): f-202 (170), I-320 (255), I-381 (5 11), Il-470 (932, 933),
Il-483 (1018).
Chrys ler Fevre Argentina S.A.l.C ., Fallos , 302:326 (1980): 1-450 (78 7), 1-451
(792).
Chrysofos, Alejandro Nicolás , Fallos, 312:551 (1989): I-455 (823).
Chubut c/González, Fallos, 298:383 (1977): II-39 (127).
Chumbita , Severo, Fallos, 17:22 , 38 (1875): Il-371 (342).
Cichero, Ariel, Fallos, 307:440 (1985): II-458 (860).
Cía . de Seguros El Comercio de Córdoba c/Ins tituto de Previsión Social de
la Pcia. de Córdoba, Fallos , 258:315 (1964): Il-303 (66).
Cicza c/InstiLuto de Previsión Social , Fallos , 307:630 (1985): II-47 (160).
Cinc Call ao, Fallos, 247:121 (1960): l-216 (234), 1-427 (687), Tl-281 (643),
II-283 (652), ll-416 (599).
Coa rfire S.A. , Fallos, 193:115 (1942): l -458 (847).
Coca Cola S .A. , Fallos, 295:874 (1976): Il-423 (644).
Cocchia c/Nación Argentina, Fallos, 316:2624 (1993): I-247 (376), I-271 (8),
I-388 (524 ).
Colavini, Aricl , Fallos, 300:254 (1978): II-309 (105), II-457 (842), II -473 (955),
II-474 (956 a 959), II-475 !960).
Colegio de E scribanos de la Capital Federa l, Fallos , 321:2086 (1998): ll-42
(143).
Colegio de E scribanos, Fallos , 316:356 (1993): I-455 (819).
Col egio de Martilleros y Corredores Públicos, Fallos , 306: 136 (1984): l -451
(792).
Co legio San Lucas S.R.L. c/Nación Argentina y Buenos Aires, FallVIi, 3 11:421
(1988): I-40::1 (586).
Colell a c/Fevre y Basset S.A, Fallos , 268:352 (1967): II-207 (274), II-208
(275 ).
Colombo Murúa c/de Estrada, Fallos, 310:2342 (1987): 1-404 (590) .
Columbres c/La Taberna de Landrú, Fallo s, 292:296 (1975): I-450 (786, 787).
540 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Comisión Liquidadora Decreto Ley 8124/57 c/Carrera, Fallos, 300:1029


(1978): I-310 (203).
Comodoro Rivadavia TV c/Chubut, Fallos, 317:524 (1994): II-41 (132).
Compañía Argentina de Comodoro Rivadavia Explotación de Petróleo S .A.
c/Chubut, Fallo s , 294:163 (1976): I-398 (564).
Compartía Argentina de Teléfonos c/Santiago del E s tero , Fallos, 259:157
(1~64) : I-327 (292).
Compañía Azucarera Concepción c/Tucumán, Fallos, 14R:l31 (1925): Il-200
(243).
Co mp añla Azucarera Tucumana S.A. c/Tucumán . Fallos , 141 :271 (1924): 11-
200 (241 , 242).
Compañía General de Combustibles, Fallos, 316:1533 (199R): II-37 (115).
Compañía Nobleza de Tabacos S .A., Fallos, 287:175 (1973): Il-421 (627, 628).
Compañía Sansinena de Carnes Congeladas c/Muncipalidad de hi Capital,
Fallos, 132:101: Il-46 (151).
Compañía Swift de La Plata S.A., Fallos, 310:1856 (1987): Tl-344 (253).
Compañia Swift de La Plata S.A. c/Tucumán, Fallos, 273:241 (1969): Il-305
(76), TT-344 (253).
Comun idad Homosexual Argentina, Fallos, 314:1531 (1991): Il-475 (961 a
964), II-484 (l 024).
Con arpesa S.A. c/Pcia. del Chubut, Fallos, 312:1003 (1989): 1-404 (589), 1-414
(646).
Condomí c/Caja de Acumulación del 13anco de la Provincia de Buenos Aires,
Fallos , 170:12 (1933): Il-37 (117, 118).
Con sejo P rofesional de Ingeniería, Arquitectura y Agrimensw·a tic la Pcia.
de Río Negro, Fallos, 316:842 (1993): 1-272 (10).
Console de Ulla c/Universidad de Buenos Aires, Fallos , 313:1483 (1990): 11-
213 (303).
Consorcio Damnificados de Promobra c/H.H .N ., Fallos, 311:2034 (1988): 11-
344 (253).
Consultores Asociados S.A. c/Municipalidad de Cipolletti, Fallos, 317:826
(1994): II-345 (259).
Con sumidores Libres Coop . Ltda . de Provisión de Servicios de Acción Comu-
nitaria, Fallos , 321:1352 (1998): Il-65 (241), Il-73 (273) .
Cooperativa de Trabajo Transportes Automotores de Cuyo (T.A.C .) Limit,.da
c/l' cia. de Mendoza, Fallos, 321:2501 (1998): 1-406 (604 , 605).
Cóppola, Ruhén, Fu.llos , 311:1843 (1988): l-331 (316) .
Córdoba c!Mattaldi Simón Ltda . S.A., Fallos , 205 :614 (1~46) : 1-358 (426 a
428).
Córdoba c!Propietario desconocido, Fallos , 292:416 (1975): I-453 (810) .
Córdoba del Tucumán S.A., Fallos , 293 :85 (1975): II-421 (630).
Cordón cNázquez, Fallos , 270 :74 (1968): I-273 (18).
Cornes c/Massuh S .A., Fallos , 316:1967 (1993): II-335 (220).
Coronel c/La Pampa, Fallos , 304:144;j (1982): II-243 (455).
Corporación Argentina de Productores de Carne. Fal/ns , 292 :229 (1975)· II-
310 (114), Il-326 (183). '
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁ.111ENES CITADOS 541

Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Ai res c/Sánchez, Fallos ,


210 :1153 (1948): II-238 (427).
Corporación In versora Los Pinos S.A. c/MCBA, Fallos , 293:617 (1975): 11-422
(637 , 638) .
Costa c/Mun icipalidad, Fallos, 310:508 (1987): II-457 (848), II-479 (988).
Costes ciFra do, Fallos , 187:79, 85 (1940): II-218 (325).
Covaci, Wil tlem. Fallos , 323:4 77 (2000): I-276 (36).
Crédito Automotor Argentino S.A., Fallos, 304:348 (1982): l-452 (801).
Cubas ciRt!yes, Fallos , 175:262 (1936): II-42 (140).
Cuenze , Vicente, Fallos , 308:723 (1986): II-343 (250).
Cugliani c/Pci a. de Salta, Fallos , 311:810 (1988): I-404 (587).
Cullen c/Lle rena , Fallos, 53:420 (1893): Il-154 (18, 19), II-155 , 156 (30, 31),
II-157 (32 a 34), II-158, II-215, 216, II-251 (497), II-387 (43 2).
Curcio, Horacio Francisco, Fallos, 311:1446 (1988): II-341 (235).
Cutule, Rafae l Víctor, Fallos , 303:167 (1981): l -453 (810).

D'Acosta, Miguel Ángel , Fallo~ , 310:85 (1987): II-458, 459 (861).


Dachary c/Nación Argentina, Fnllos, 300:ñ09 (1978): II-243 (455).
Dana Montaño, Salvador, Fallo~ , 235:337 (1956): II-241 (439).
Dana Montaña, Salvador, Fallos , 239:13 (1957): II-241 (449).
Daray, Carlos A. , Fallos, 317:1985 (1994): 11-477 (971) .
David Hogg & Cía. S.A., Fallos , 242:353 (1958): 11-244 (461, 462).
Decl aración de inconstitucionalidad del decreto 2071 del P. E . N .-S us p en~ i ón
de Acordadas 32 y 38/91 de la CSJN, Fallos , 314:948 (1991): l -291 ( 110
a 112).
De Coulon, Carlos Santiago, Fallos , 301:1226 (1979 ): ll -188 (1~~~-. . .
De la Fuente c/Hanco de la Ciudad de Buenos A1res, Fallos, 313.62 (1990).
I-458 (844).
De la Fuente, Ramón , Fallos , 177 :169 (1937): 11-241 (438).
De la Ri estra Guillermo A. M., Fallos , 261:278 (1965): 1-327 (293).
De la Torre, Úno, Fallos , 19:231 (1877): I-118 (271), l-173 (12 a 14), Il-371
(347) . 81)· Il 415 (587)
De la Torr~~a~~lo, :~::~:: ~~~;~~; g~63):. I-~15 (229) . .
De Llano · · · ·· 6 . 723 ( 1 976): II-4'7 (154).
De Martín c/B .H .N ., Fallos; 2~ . 7 (1978)· II -325 (177), Il-326 (187 ).
De Pablo, Hilario, Fallos , 300.41 . Í-308 (192 a 194).
De Vedia, Agustín, F a llos , 5:~.16 Ji;8~8).E"ccutivo Nacional, Fallos, 321:1187
Defensor del Pueblo de l a Nacwn o er J
(1998): ll-66 (248 y 249_). ciP d EJ·ecutivo Nacional , Fallos, 323:2519
bl de h1 Nac1ón · 0 er
Defensor del Pue 0 323·4098
(2000): II -68 (260). . cJPEN (Decreto 1517/98), Fallos, .
1 Pueblo de la Naclón
Defensor d)~ ll-69 (263), ll-70 (266). ·2605 (1997): 11-64 (240), ll-66
(2000 . blo de la Nación, Fallos, 320.
Defensor del Pue
(244). 2·73 85 (1958): l -216 (132).
Degó, F élix Antonio, Fallos , 24 . '
542 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Deiver, Salomón, Fallos, 208:125 (1947): II-228 (373, 374).


Del Río de Najle, Zulema E., Fallos , 286:290 (1973): 1-450 (787, 791).
Del Val, Ricardo (Gobernador de Santa Cruz), Fallos, 313:584 (1990): I-312
(210).
Delbene Hnos. S.A. y Sabia Ltda., Fallos, 247:52 (1960): 1-266 (443).
Delfino y Cía. , Fallos, 148:430 (1927): II-386 (421).
Delia Blanca cllndustrias Metalúrgicas Pescarmona, Fallos. 321:3123 (1998):
l-442 (764, 766 a 768).
Dell'Oglio c/B.H.N ., Fallos, 322:523 (1999): II-36 (114).
Dentone c/Nación Argentina (Estado Mayor General del Ejército), Fallos,
318:1237 (1995): 1-273 (16).
Dettori c/Santa Lucía Cristal S.A. , Fallos , 290:239 (1974): l-453 (810).
D.G.!. c/Lucila l Habel Bombal S.A., Fallo s. 310:1597 (1987): 1-455 (824).
D.G.!. c!Pnulista S.A., Fallo~;, 306:1283 (1984): TI-34 (lOfí, 106).
D.G.!. c/Sú nchez Granel, Fallos , 308:1230: Il-342, 343 (24tl).
Di Mascio, Juan Roque, Fallos , 311:2478 (1988): ll -346 (263).
Di Salvo, Octavio, Fallos , 311:::!34 (1988): 11-457 (tl44).
Di Tullio, Nilda, Fallos, 319:3071 (1996): I-457 (835).
Diario,; Norte y Voz Pero nista, Fallos , 244:59 (1959): II- t 71 (lltl).
Díaz de Bruni c/Bruni, Fallos , 294:357 (1976): Il-342, 343 (248).
Día~ García, Jorge, Fallos, 259:11 (1964): I-238 (318), 11-295 (29).
Diciani, Rodolfo Anunciado, Fallos, 303:347 (1981): 1-456 (829).
Didakta S.A., Fallos, 304:1602 (1982): II-423 (ti45).
Diessler, Alberto, Fallos, 303:308 (1981): II-415 (588).
Diorio c/Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Personal del Banco
de la Pcia. de Buenos Aires, Fallos, 307:582 (1985): 11-303 (66).
Dirección Nac. de Recaudación Previsional elLa Flor S.A., Fallos, 300:564
(1978): II-305 (77).
Dirección Nacional de Recaudación Previsional elLa Cantábrica S.A., Fallos,
307:1656 (1985): l-272 (10), I -274 (24).
Dirección Nacional de Vialidad c/Badaracco y Bottaro, Fallos, 183:88 (19::!9):
Il-237 (425).
Dirección Nacional de Vialidad c/Echamendi y Cattaneo, Fallos, 290:362
(1974): II-422 (639).
Distribuidora Química S.A. c/Subsecretaría de Pu ertos y Vías Navegables,
Fallos , 321:221 (1998): 1-275 (30), Il-40 (130, 131).
Dixon Sudamericana S.A. , Fallos, 304:154 (1982): I-453 (tl10).
Doncel de Cook c/San Juan, Fallos , 155:290 (1929): II-386 (422).
D.O .T.A. de Transporte Automotor, Fallos, 296:222 (1976): 1-457 (832).
Dovek c/Dinie y Cifen, Fallos , 294:373 (1976): l-452 (804).
Dow Química Argentina S.A., Fallos , 293:242 (1975): l -456 (831).
Dratman , Alfredo , Fallos , 196:584 (1943): II-170 (114).
Droguería Aries S.A. c/Pcia. de Santa Fe, Fallos , 322:678 (1999): l-290 (103),
I-408 (6 19), 1-409 (620).
Dromi, José Roberto, Fallos , 313:630 (1990): l-422 (722).
Í.iDJCE DE FALIJOS, ACORDADAS Y DIC'I'ÁMENRS CITADOS
543
Dromi, José Roberto, Fallos. 313:86:3 (1990): I-192 (131), I-247 (::173) li-~5
(::325-326), II-136 (574 a 576), II -310 (110), II-327 (195), II-331 ' (206),
Il-332 (207), II-333 (215), 11-483 (1019, 1020).
Dufourq, Félix E., Fallos , 306:174 (1984): I-237 (314), II-294 (25), II-460
(877).

Edclmun, Bernardo, Fallos, 246 :205 (1960): II-171 (118).


Edesur S.A. c!Buenos Aires, Fallos , 321:551 (1998): I-408 (615 u 617).
Edificio Tagle 2818 S.C.A. c!MCBA, Fallos , 301 :596 (1979): II-191 (198).
Edilora Popular Ameri~ana (Diario El Mundo) c/Gobierno Nacional, Fallns ,
289:177 (1974): I-327 (297), T-421 (659).
Egües c/Pcia. de Buenos Aires, Fallos , 321:562 (1998): I-208 (205).
E.H.l. , 322:1349 (1999): 1-271 (8).
Eisenschlas c/Entel, Fallos , 301:807 (1979): II-243 (455).
Ekmckdjian c/NeustadL, Fallos , 311:2497 (1988): II-457 (851), II -478 (892).
Ekmekdjian c/Sofovich, Fallos, 315:1492 (1992): I-124 (294), II-134 (567),
II -300, 301 (56), II-335 (220), II-478 (981), Il-484 (1023).
El Hogar· Obrero c/Garcia, Fallos, 262:101 (1965): I-357 (414), I-452 (799),
II-311 (123).
El Hogar Obrero Cooperativa de Consumo, Edificio y Crédito Ltda., Fallos ,
319:640 (1996): I-452 (799).
El Libertador S.A. c!Buenos Aires, Fallos, 321 :2517 (1998): I-406 (603).
El Mundo Cíu. de Seguros, Fallos , 254 :337 (1962): I-443 (771).
El Tambolur c/Fisco Nacional, Fallos , 316:1930 (1993): II-345 (258).
Ele~tores y Apoderados de los PartidoR .JuRticialista, Unión Cívica Radical
y Democracia Cristiana, Fallos , 314:1915 (1991): II -221 (341), 11-236
(423), II-466 (898).
Elinstall S.A.I.C. Fallos, 307 :1582 (1985): II-36 (112).
Emisiones Platenses S.A. , Fallos, 320 :1191 (1997): II-480 (1006) , II-481
(1007).
Emprel:>a dll TransporLlll:> Obispo San AlberLo S.A., Fallos , 288:224 (1974):
II -303 (66).
Empresa Mate Larangeira Mendes S .A., Fallos , 269:39::3 (1967): I-421 (flfi9),
H-418 (609 a 611), II-419 (612 y 613).
Empresa Plaza de Toro:;, Fallos, 7:150, 152 (~8~9):Il - 371 (340), II-38 4 <4 <;>:
Empresas Eléctrica~'< de Bahía Blanca c/Muntc!pahdad de Bahía Blanca, a
llos 212 ·105 (1948): II-219 (331).
E cinas 'c/BaÚester Fallos, 321:2294 (1998): I-361 (441, 444) .
n ' ' o· 985 (1997)· II-36 (113).
Entre Ríos c/Encotesa. Fallos, 32 : 1 F ll 3Z3·1825 1837 (2000): II -245
EnLre Ríos c/Secretaría de Energ¡a, a os , . •
(468, 469). . F ll 308 .214 7 (1986): 1-288 (95) .
Equipos Hidráulicos S.R.L. s/qwebr~, ;3~~Í61 cl922): I-427 (682), II-281
Ercolano c/Lanteri de Renshaw, Falos, ') Ír -385 (411).
(6 ,~9) Il-282 (648, 649), II-379 (376F, ll 262·211> (1965) : II-342 (248).
' '
Establecimientos Lovagho· SR F
. .L . c/Salta allosos ,310:2812
· ' (1987): I-403 ("85)
o .
Esta d o N ac1·onal c/Santiago del Estero, a '
544 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Estado Nacional c/Sociedad Conferencia de Señoras de San Vicente de P aul.


Fallo s, 241 :162 (1958): Il-41, 42 (138).
Esteban c/Metal Mad era S.R.L., Fallos , 302:1149 (1980): l -272 (10).
Estrada, Ubaldo, Fallos , 186:344 (1940): Il-243 (457).
Expreso Singer S.A. c/M.C.B.A., Fallos , 310:1602 (1987): l-456 (827).
Expreso Territorial Sud c!M.C .B .A., Fallos, 289:521 (1974): 1-454 (813).

Faag c/A.N.A., Fallos , 307:294 (1985): I -330 (309).


F á brica Argentina de Calderas S.R .L. c/Santa Fe, Fallos , 308:2569 (1986):
l-401 (575, 576).
Fábrica de Agua Lavandina Balcarce, Fallo.q, 212:456 (194R): I-266 (443).
Famyl S.A. c!Estado Nacional, Fallos, 323 :2256 (2000): 1-30 (3), 1-271 (5).
I-320 (257), II-33 (100, 102), II-69 (264), Il-208 (277 a 279).
Fasola Castaño, Francisco, Fallos , 175 :1 66 (1936): Il-243 (45 6).
Favicr Dubois (h .), Eduardo M ., Fallos , 319:1699 (1996): l-452 (802).
Fayt c/Nación Argentina , Fallos, 322:161fi (1999): T-365 (456), I-372 (469.
471), l -381 , l -390, l-409, 4 10 (627), II-198 (235), II-285.
F.C. Buenos AireR al Pacífico elLa Inmobiliaria, Fallos, 82:281 (1R99): TT -23T
(425).
Federación de Obreros y Empleados de la Industria del Pllpel, Cartón, Qui-
micos y Afines c/Flaihan S.A., Fallos, 244 :309 (1959): I-216 (233).
Federación Empleados !le Comercio c/Cía. Asociada de Metales y Mineral
Asometa S.R.L ., Fallos, 254:162 (1962): II -3 3 (103).
F ederación Empleados de Comercio c/Méndez, Fallos , 255 :129 (1963): II-33,
34 (104).
Federación Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines c/Bodegas y Vil'ledos
Ariw S.A., Fallos, 250:544 (1961): II -2 44 (464).
FelicetLi , Roberto , Fallos, 323:4130 (2000): II-478 (980).
Feli_ciani c!Banco de la Nación Argentina, Fallos , 284:218 (1972): II-46 (15::1).
Fer1as Bonansea S .R.L. c!Gigena, Fallos , 311:1632 (1988): I-459 (851).
Fernández , Carlos María, Fallos , 267:97 (1967): II -32 (91).
fo'c ,·"~nde~ , Ju.'·ge N. , Fallos, ::l10:492 (1H87): II-45 8 (858).
Fernandez Anas c/Poggio, Fallos , 247:646 (1960): I -266 (443) II -425 (66 )
5
Fern ándcz c/Barreca Hnos ., Fallos, 291:268 (1975): II-422 (6a9) ·
Fernández c/Empres F ·¡ Ar · ·
( 455 ). a errocarr¡ es gent1nos, Fallos , 302:192 (1980): II-243

FFcrn~dez de Palacios, Rita, Fallos, 278:287 (1970): II-ao ( )


4 69 ·
ernandez Gur tt" G
- z~e 1, . ermán, Fallos, 244:380 (1959): II-241 (4 4 0)
F ern á n d ez 0 rqum ciRipoll F ll .
II-416 (601, 602). ' a os , 264 :416 (1966): I-427 (688), II-281 (644),
Fernándcz Prieto C11 rl Alb
Fernándüz Propa~o c/L~s F terto_.dFdallos, 321:2947 (1998): II-477 (970).

Perradas Eduard D .
ri
ra erm a Soc del Perso ¡ F
comotoras, Fallos , 3l0: 9 ::l 7 ( 1987 )·
· -3 44 (251).
na
·
errov1ario de Lo-

Ferrari d Mecías ~e Bae:~t~~t:allos, 318:9?0 (1995): I-452 (799).


Ferrari c/Peiti, Fallos 199·46{7i~s, 296:552 (1976): ll-241 (448).
, . 44): II -339 (225), II-344 (253).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 545

Ferrer Deheza, Miguel, Fallos, 295:726 (1976): II-241 (448).


Ferri c!B.H.N., Fallos, 317:363 (1994): 11-339 (225), 11-344 (253).
Ferro Carril Sud c/Municipalidad de la Capital, Fallos, 134:37 (1921): II-46
(152).
Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico c/Joaquín del Río , Fallos, 119:5 (1914):
II-237 (425).
Ferrocarril Central Argentino c/Municipalidad de Rosario, Fallos, 104:73
(1906): I-180 (49).
Ferrocarril Central Argentino c/Santa Fe, Fallo.~ . 68:227 (]897): 11-387 (423).
Ferrocarril del Oeste c/Garbarini, Fallos, 105:80 (1906): II-237 (425).
Ferrocarril Gran Oeste Argentino c/Pcia. de Mendoza, Fallos , 107:179 (1907):
I -277 (37), I-286 (79).
Ferroct1rril Gran Oeste Argentino c/Vidal Hermanos, Fallos, 120:::1::!2 (1915):
II-237 (425).
Ferrocarriles Argentinos c/Gandini, Fallos, 293:701 (1975): II-339 (225).
Ferrocarriles Argentinos c/Pcia. de Buenos Aires, Fallos, 315:511 (1992): I-
227, 228 (268).
Ferrocarriles del Estado c/Vidal, Fallos, 150:354 (1928): II-237 (425).
Ferrum S.A. c/C.A.P.E.A., Fallos, 293:531 (1975): I-355 (409), ll-311 (124).
Fiamberti de Zemba, Carolina, Fallos, 183:76 (1939): I-344 (365).
Fibraca Constructora SCA c/Comisión Técnico Mixta de Salto Grande, Fallos,
316:1669 (1993): l-124 (295).
Figueiras, Manuel, Fn.llos , 287:130 (1973): I-451 (792).
Figueredo c/Villalón, Fallos, 315:369 (1992): I-453 (810).
Figueroa c/Pcia. de Buenos Aires, Fallos, 317:1R8 (1994): I-412 (641).
Filgueira de Álvarez c/Nación Argentina, Fallos, 310:2117 (1987): 11-41 (136).
Filippi c/Ezeiza de Areco, Fallos, 250:716 (1961): l-327 (287).
Financiera Aion S.A. c/Estado Nacional, Fallos, 301:729 (1979): 1-451 (794).
Fiorentino, Diego E ., Fallos, 306:1752 (1984): Il-458 (859).
Firmenich, Mario Eduardo, Fallos, 310:101 (1987): I-453 (810).
Firpo c/Nación Argentina, Fallos, 312:1484 (1989): II-458 (843).
Firpo Miró c/SanLa Fe, Fallos, 225:719 (1953): I-443 (771).
Fiscal c/Ahualli, Fallos, 224:82 (1952): Il-414 (575).
Fiscal c/Benítez, Fallos, 315:1223 (1992): 1-331 (317).
Fiscal c!Hachi, Fallos , 301:618 (1979): I-456 (829).
Fiscal de Estado de Río Negro, Fallos, 255:86 (Hl63): I-392 (532).
Fiscal de San ,Juan e/José Sarmiento, Faltos, 98:309 (190~) : II-321 (158, 159).
Fiscal General de Buenos Aires c/Bancn Nacional, Fallos, 18:340 (lH76): 11-
371 (348).
Fiscal General de Jujuy, Fallos , 193:495 (1942): Il-188 (185).
Fiscal Gtmentl de la Nación c/~gerich, .F~ll~sf,}~\3 ~;~~ ;:~;~-~:;o):
Fiscal y Querellante c/Sconficnza, Fallos: ~\,:! • •
1
F ¡¡
6

(::!::!?)

298:408 (1977):
Fiscalía Nacional de Investigaciones Admtmstral•vas, a os,
Il-342, 343 (248). Fall
08•
12 ·134 (1872): I-238 (316), I -239
· 1 cfManuel Ocampo, ·
Fisco N acwna ( ) II -295 (3 3). Il-371 (336).
(322), Il-294 27 '
546 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Fix c/Krummer, Fallos, 228:328 (1954): II-343 (249).


Fleitas c/Insaurralde , Fallos, 320:732 (1997): I-457 (832).
Flores c/Mercedes-Benz Argentina, Fallos , 303:1727 (1981): I-457 (834).
Flores c!Pcia. de Buenos Aires, Fallos , 315:2157 (1992): I-228 (268).
Fojo c/Nación Argentina, Fallos , 315:952 (1992): I-274 (27).
Fontana c/Llorente y Cía. S.R.L., Fallos , 293 :439 (1975): II-339 (225).
Ford Motor Argentina S.A., Fallos, 295:815 (1976): II-423 (644).
Foschetto c/Struhl, Fallos , 219:392 (1951): Il-316 (145).
Francioni, Manuel, Fallos, 110:391 (1908): 1-314 (227 , 228).
Franck c/Bucnos Aires, Fallos, 275:357 (1969): I-447 (783) .
Franco, Mario José, Fallos, 305:1745 (1983): II-343 (250).
Francomano, Alberto D. , Fallos, 310:2384 (1987): II-458 (857).
Franzani c/Nación Argentina, Fallos, 261:205 (1965): II-303 (66).
Frente Justicialista de Liberación , Fallos , 285:410 (1973): II-235 (414),
(415).
Frías Molina c/I.N.P.S. , Fallos, 319:1828 (1996): Il-64 (237 a 239).
Funes c/Colegio de Escribanos de Córdoba, Fallos , 271i:235 (1969): II-38
Fusco, Juan Santiago, Fallos , 285:329 (1973): Il-38 (120).

Gabetta c/Nación Argentina, Fallos, 312:156 (1989): Il-244 (459, 460).


Gabrielli c/Naci ón Argentina, Fallos, 315:2708 (1992): I-276 (36).
Gache c/Astrada , Fallo.~ . 296:693 (1976): 1-451 (794).
Gaggiamo c/Santa Fe, Fallos, 314:1477 (1991): II-213 (303).
Galán c/Nación Argentina, Fallos, 213:310 (1949): Il-348 (268) .
Galeano c/Administración Nacional de Aduanas, Fallos, 323:1421,
(2000): I-332 (320).
Gallardo c!Trenes de Buenos Aires, Fallos , 323:2590 (2000): 1-276 (36).
Gal letti c/San Juan, Fallos, 148:65 (1926): 1-125 (302).
Ganadera Los Lagos c/Gobierno Nacional, Fallos, 190:142 (1941): I-321 ,
(273, 274), 1-332 (321), I-337, 1-338, I-343, II-309 (100), Il-426
Ganora, Ma rio Fernando , Fallos, 322:2139 (1999): I-425 (678), 11-481 (1010)_
García, Al ej a ndro M., Fallos, 311:2228 (1988): II-457 (843).
García, César Alfredo, Fallos, 256:602 (1963): 1-274 (22) .
García de Machado c/Caja de Jubilaciones Pensiones y Retiros de la Pcia_
de Córdoba, Fallos , 312:1681 (1989): 1-271 (8) .
García Monteavaro clAmoroso y Pagano, Fallos , 238:60 (1957): II-163 (56).
Gardey c/Gardcy, Fallos, 215:111 (1948): II-344 (254).
Garibotto c/S .E .G.B.A., Fallos , 304:1636 (1982): 1-450 (787).
Garré c/Ciampini, Fallos , 289:78 (1974): l-458 (809).
Garré c!Poder Ejecutivo Nacional, Fallos 323:1432 (2000)· 1-277 (38) 11 87
(340), II-142 (609). ' . • -
gascón Cotti, Alfredo, Fallos, 313:594 (1990): II-136 (577 581 582)
G~squet c/Jockey . Club, Fallos , 303:1928 (1981): 1-455 (8Í4) • .
assman c/Supenor Gobierno de 1 p · ·
(19.90): II-342, 343 (248). a Cla. de Buenos Aires, Fallos, 313:227
GastaldJ c/Nación A t'
rgen ma, Fallos, 295:409 (1976): I-450 (787).
546 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Fix c!Krummer, Fallos , 228:328 (1954): 11-343 (249).


Fleitas c/Insaurralde, Fallos , 320:732 (1997): l-457 (832).
Flores c/Mercedes-Benz Argentina, Fallos , 303:1727 (1981): l-457 (834).
Flores c/Pcia. de Buenos Aires, Fallos , 315:2157 (1992): I-228 (268).
Fojo c/Nación Argentina, Fallos, 315:952 (1992): 1-274 (27).
Fontana c/Llorente y Cía. S.R.L., Fallos, 293:439 (1975): 11-339 (225).
Ford Motor Argentina S.A. , Fallos , 295 :815 (1976): Il-423 (644).
Fosche tto c/Struhl, Fallos, 219:392 (1951): 11-316 (145).
Francioni, Manuel, Fallos , 110:391 (1908): I-314 (227, 228).
Franck c!Buenos Aires, Fallos, 275 :357 (1969): 1-447 (783).
Franco, Mario José, Fallos, 305:1745 (1983): ll-343 (250).
Francomano, Alberto D ., Fallos , 310:2384 (1987): Il-458 (857).
Franzani c/Nación Argentina, Fallos, 261:205 (1965): 11-303 (66).
Frente Justicialista de Liberación, Fallos , 285 :410 (1973): II-235 (414),
(415).
Frías Molina c/I.N.P.S., Fallos, 319:1828 (1996): ll-64 (237 a 239) .
Funes c/Colegio de Escribanos de Córdoba, Fallos, 275 :235 (1969): II-38 (
Fusco, Juan Santiago, Fallos, 285 :329 (1973): ll-38 (120).

Gabetta c!Nación Argentina, Fallos , 312:156 (1989): II-244 (459, 460).


Gabrielli c/Nación Argentina, Fallos, 315:2708 (1992): I-276 (36).
Gache c/Astrada, Fallos, 296:693 (1976): 1-451 (794).
Gaggiamo c/Santa Fe, Fallos, 314:1477 (1991): II-213 (303).
Galán c/Nación Argentina, Fallos, 213 :3 10 (1949): ll-348 (268) .
Galeano c/Administración Nacional de Aduanas, Fallos, 323:142 1,
(2000): 1-332 (320).
Gallardo c!Trenes de Buenos Aires, Fallos, 323:2590 (2000): I-276 (36).
Galletti c/San Juan, Fallos , 148:65 (1926): I-125 (302).
Ganadera Los Lagos c/Gobierno Nacional, Fallos , 190:142 (1941): I-321,
(273 , 274), 1-332 (321), I-337, I-338, 1-343, ll-309 (100), II-426
Ganora, Mario Fernando, Fallos, 322:21::!9 (1999): I-425 (678), Il-481 (1010).
García, Alejandro M., Fallos, 311:2228 (1988): II-457 (843).
Garcfa, César Alfredo, Fallos, 256:602 (1963): I-274 (22).
García de Machado c/Caja de Jubilaciones Pensiones y Retiros de la Pcia.
de Córdoba, Fallos , 312:1681 (1989): I-271 (8).
García Monteavaro clAmoroso y Pagano, Fallos , 238:60 (1957): II-163 (56).
Gardey c/Gardey, Fallos, 215:111 (1948): II-344 (254).
Garibotto c/S.E.G.B.A., Fallos , 304:1636 (1982): I-450 (787) .
Garré c/Ciampini, Fallos , 289:78 (1974): I-453 (809).
Garré c/Poder Ejecutivo Nacional, Fallos , 323:1432 (2000): I-277 (38) II-87
(340), II-142 (609). '
Gascón Cotti, Alfredo, Fallos , 313:594 (1990): II-136 (577 581 582)
Gasquet c/Jockey Club, Fallos , 303:1928 (1981): I-455 (8~4) ' .
Gassm(1a9n90c/Superior Gobierno de la Pcia. de Buenos Aires Fallos 313·227
): ll-342, 343 (248). ' ' .
Gastaldi c/Nación Argentina, Fallos , 295:409 (1976): I-450 (787).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICfÁ.I\fENES CITADOS 547

Gauna, Juan Octavio, Fallos, 320:875 (1997): II-467 {913, 914), ll-483 (1018).
Gazzera, Felipe E., Fallos , 257 :187 (1963): 11-339 {225).
Geadanes, Andrés, Fallos, 208:30 (1947): 1-268 {446).
Gelpi, Laico y Cía., Fallos , 190:389 (1941): I-458 (847).
Gerardo c/Banco de la Pcia . de Entre Ríos, Fallos , 302:252 {1980): II-339
{225).
Gesualdi c/Cooperativa de Periodistas Independientes, Fallos , 319:3085
{1996): 11-479 (996).
Gewer, Adriana D., Fallos, 304:335 {1982): I-452 {804).
Gianelli, Sandra l. , Fallos, 302:345 (1980): II-342, 343 {248).
Gibbs c/Mendoza, Fallos , 93 :219 {1901): 11-238 (429).
Giffoni, Luis Vicente, Fallos, 303 :1039 (1981): II-47 (159).
Gil c/Universidad Tecnológica Nacional, Fallos , 312:245 (1989) : II-41 {137).
Gil de Giménez Colodrero c/Nación Argentina, Fallos , 316:1718 (1993): 1-272
(12).
Giménez, Nancy Gladys, Fallos, 311:185 (1988): I-455 (824).
Giménez, Nicolás, Fallos , 283:248 (1972): II-342, 343 {248).
Gioia c/Gioia de Garris, Fallos, 248:836 (1960): I-458 {848).
Giorgi, Alfredo A., Fallos , 307:671 {1985): 1-357 {418), 11-311 (123).
Giroldi, Horacio, Fallos , 318:514 {1995): 1-124 {299), ll-478 (974).
Giulitta c/Gobierno Nacional , Fallos , 189:156 (1941): II-207 (273).
Glaser, Benjamin , Fallos, 265:336 (1966): II-426 {672).
Godoy c/Universidad Nacional de La Plata, Fallos, 1621, 1630 {1990): II-213
{303).
Godoy, Santiago, Fallos, 172:396 {1935): II-241 (438).
Gomer c/Pcia. de Córdoba, Fallos, 310:142 {1987): I-401 {577), I-402 (579),
1-403, 404, 413, 415.
Gómez c/Frigorífico Swift, Fallos, 252 :219 {1962): 1-443 (771).
Gómez Diez c/Congreso de la Nación , Fallos, 322:528 (1999): I-412 {643),
I-413 (644), II-87 (339), 11-142 (608).
González Bergez, Pablo, Fallos , 313:588 (1990): 11-136 {578), l -198 {232).
González c/ANSES, Fallos, 323:555 (2000): 1-361 {442).
González c/Chubut, Fallos , 323:518 (2000): l-271 (4).
González c/Mendoza, Fallos, 316:2855 {1993): 1-412 {637).
González c/Nación Argentina, Fallos, 299:93 (1977): II-243 (455).
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Griet Hn os. c/Tucumán, Fallos, 137:212 (1922): l-228 (269), II-380 (37 , •
II-378 (427).
Grosso c/Nunnari, Fallos, 288:97 (1974): Il-342, 343 (248).
Guardi a, Ca rl os c/C .S .J .N., Fallos, 307: 1779 , 1782 (1!:185): 1-364 (402), ll-24'7
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Guardian Ass ura nce Co. Ltd . c/Gobierno Nacional, Fallos , 150:89 (1927): I-
326 (277), II-161 (45, 46). .
Cuida c/Estado Nacional, Fallos , 323: 1566 (2000): 1-248 (381), l-249 (387
a 389), 1-438 (746, 749 a 752).
Gul\o, Dante, Fallos, 301:676 (1979 ): ll-459 (862).
Gundin, J orge Ornar, Fallos, 314:451 (199 1): II-344 (257).
Gulheim c/Alemann, Fallos, 316:703 (1993): ll-480 (1000, 1001).
Guzmán c!Entre Ríos , Fallos, 279:283 (1971): II-41 , 42 (138).

Hagelin c/Nación Argentina, Fallos, 316: 3176 (1993): I-124 (296).


Halladjian, Jorge Adolfo, Fallos, 302:457 (1980): I-271 (8) .
Heredia c/Cía . Sudamericana BTB S.A., Fallos, 248:402 (1960): II-342 (248).
H ern ández c/Nación Argentina, Fallos, 306:250 (1984): II-326 (185).
Hern ández, Simón, Fallos, 322:1988 (1999): II-159 (37), II-206 (270).
Hilanderías Olmos S.A., Fallos, 301:962 (1979): I-271 (8).
Hilerct y Rodríguez c!I'ucumán, Fallos, 98 :20 (1903): I-243 (336), II-161 (43.
44), II-303 (64), ll-379 (374, 375), II-380 (377).
H .I.R.U. S.R.L. c/Federación Argentina de Trabaja dores de la Industria Ga•
tronómica , Fallos, 245 :552 (1959): l-277 (37), I-392 (531).
Horta c/Harguind eguy, Fallos , 137:47 (19 22): I-238 (3 15), l -243 (337), Il-294
(26), II-387 (424).
Horvath c/Nacitín Argentina (D.G .l.), Fallos, 318:676 (1995): I-202 (170), L-248
(380 , 383, 384), II-162 (54), Il-214 (305 , 306), II-484 (1027).
Hughes Too! Co. S.A. c/Nación Argentina, Fallos, 307:178 (19R5): Il-57 (217).

Iachemet e/Armada Arge ntina, Fallos, 316:779 (1993): l-272 (10), 1-427 (961).
Ianua S.A. cNelázquez, Fallos, 293 :374 (1975): I-453 (808), I-456 (829).
Ibáñez, J osé, Fa llos, 136:244 (1922): II-210 (292), II-300 (51).
Tbarra c/Sentcncia del Consejo de Guerra del Comando de la V Brigada,
Fallos, 308:1960 (1986): II -340 (233).
Iglesias c/Naciún Argentina, Fallos, 317:1071 (1994): I-457 (840) .
Inchuus pe c/Junla Nacio nal de Carnes, Fallos, 199:483 (1944): II-281 (641)
Il-283 (65 1), II-416 (597), 11-420 (624). '
Indo S.A . c/Nación Argentina (DGI), Fallos, 318:785 (1995): l -272 273 (1 4 )
Il-161 (47, 48), ll-213 (304). , '
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 549

Industrias Ramallo S.R.L., Fallos, 267 :123 (1967): II-303 (66).


Ingenio Río Grande S.A. c/Nación Argentina, Fallos , 276:366 (1970): II-342,
343 (248).
Ingenio y Refin er ía San Martín del Tabacal c/Salta, Fallos, 269:243 (1967):
l-259 (411), Il-426 (680).
Instituto de Servicios Sociales Bancarios c/Banco de Crédito Provincial S.A.,
Fallos, 312:745 (1989): II-344 (253).
Instituto Endocrínico Zimasa S.A. , Fallos , 177:448 (1937): I-443 (771) .
Instituto Quimioterápico Argentino S.A. c/Municipalidad de Matanza, Fallos,
239:219 (1957): II-219 (332).
Inverlac S .A.C. I. , Fallos , 276:222 (1970): Il-419 (617 a 619).
Iribarren c/Santa Fe, Fallos , 315:2956 (1992): I-405 (595), I-410 (628).
Iribarren c/Santa Fe, Fallos, 322:1253 (1999): I-409 (626), l-412 (637).
Irigoyen, Hipólito, Fallos. 165:199 (1932): Il-210, ~ 11 (292), II -300 (52).
lsasi Egües c/Nación Argentina, Fallos , 311:371 (1988): I-453 (810).
Iscaro, Rubens , Fallos. 236:632 (1956): II-170 (111).
T.T.A.C. S .A. c/Pcia. de Buenos Aires, Fallos , 253:356 (1962): ll-342 (245,
248).
Iturraspe c/Unión Cívica Radical del Pueblo, Fallos, 240:11 (19ñ8): II-228
(375).

Jaramillo c/Chumbita, Fallos, 17 :22 (1875): I-268 (446) .


Jnuregui , Luciano A. , Fallos , 311:274 (1988): U-478 (975).
Jefatura de Policía de Concordia c/B .H .N ., Fallos, 139:259 (1923): l-180 (50).
Jewish Colonization Association, Fallos , 147:402 (1926): Il-162 (51).
Jujuy c/Salta, Fallos , 228:264 (1954): II-227 (365).
J uncalán Forestal Agropecuaria S.A. c/Pcia. de Buenos Aires, Fallos , 312:2266
(1989): Il-461 (88 1).
Junta Electoral de la Pcia. de Buenos Aires, Fallos, 305:926 (1983): II-236
(417) .
Junta Electoral Nadonal-Pcia. de Entre Ríos, Fallos, 256:208 (1963): II-205
(263).
J unta Electoral Nacional , Fallos , 313:358 (1990): Il-342 (247).
Juzgado de Instrucción Militar n 2 50 de Rosario, Fallos, 306:303 (1984): I-328
(304, 305).

Kelly, Guillermo Patricio, Fallos , 242:112 (1958): I-327 (2R4).


Kewel, Eugenio, Fallos, 260 :64 (1964): II- 188 (185). .
Kieba c/Teca ri Soc. Inm. y Coro., Fallos, 247 :683 (1960): I-310 (19? ).
KJappcnbach David Fallos, 245:429 (1959): I-354 (404), Il-311 (124).
Kle in , Guill:rmo W~lter, Fallos, 308:1489 (1986 ): l-248 (370), l-313 (221,
222), I-400 (572), I-401 (574), II-460 (87:l).
Krasilowsky, David, Fallos , 244:279 (1959): 11-.343 (250).
Kudrnac Jaromir, Fallos , 246:58 (1960): ll-~42 (24~) . . F llns 292·190
Kupfers~hmidt c/Lotería de Beneficencia Nacwnal y asmos, a , ' .
(1975): I-272 (10) .
550 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

La Capital del Plata Soc. Cooperativa de Crédito Ltda. c/D i Pietro S.A., Fa-
llos 304:1724 (1982): 1-451 (794).
La Hola~do Americana Cía. de Seguros S.A. c/Capitán y/o Propietario yt
Arm ador del Buque Cap. San Agustín, Fallos, 296:576 (1976): 11-
(250).
La Rolando Sudamerica na Cía. de Seguros e/Admin istración General de Pu~
los, Fallos , 294:380 (1976): 1-456 (829, 832) .
La Nueva Metropol de T.C. e I., Fallos , 296:224 (1976): I-454 (815).
La Pl ata Remolques S.A. c/Pcia. de Buenos Aires, Fallos, 311 :1835 (19
1-404 (588) .
La Prensa S .A. , Fallos , 310:1715 (1987): 11-457 (852), II-458 (853).
La Rinconada S.A. c/Nación Argenti na, Fallos, 289:36 (1974): 11-310 (114
Il-326 (183).
La Romería S.A., Fallos, 323:2708 (2000): I-453 (808).
La Torre c/Colombo y Cia., Fallos, 252:236 (1962): 11-344 (255).
Laboratorios Andrómaco c/Nación Argentina, Fallos , 307:2345 (1985): 11-
(884).
Lamar S.R.L. c/A. N .A., Fallos, 304:749 (1982): Il-342, 343 (248).
Lamí Dozo, Basilio, Fallos, 306:911 , 918 (1984): I-287 (90).
Lanati c/Dirección Nacional de Vialidad, Fallos, 314:661 (1991): I-447 (7
Lanfranconi c/Rabufetti, Fallos , 302:189 (1980): 1-451 (793).
Lanfranchi de Escala c/Jaureguiberry, Fallos , 271 :58 (1968): II-413 (569).
Lanza Ybarrola, Fallos, 295 :997 (1976): ll-415 (582).
Lapiduz c/DGI, Fallos, 321:1043 (1998): I-208 (205).
Larralde c!Banco de la Pcia. de Buenos Aires, Fallos, 303:386 (1981) : I
(806).
Lastra c/Obispado de Venado Tuerto, Fallos, 314:1324 (1991): II-248 (481
Ledesma c/Alpesa S.A., Fallos , 290:322 (1974): II-305 (75).
Leg~za ~ación Argentina, Fallos , 264:37 (1966): I-421 (659).
Le~utzamo.n c/Wajsman, Fallos, 302:1666 (1980): 11-32 (94).
Letva c!Pcta. de_ Entre Ríos, Fallos, 315:1013 (1992): I-405 (597).
Leloutre c!Nacwn Argentina, Fallos, 301:484 (1979): Il-243 (455)
León SpacJUk . e H¡1· 08 S ·e ·A· c/D'trece¡.6n p rovmcial
. de Vialidad · p ·.
L Comentes, Fallos , 317:44 (1994): I-271 (8) y cta. de
r.:rman c/M.C .B .A., Fallos , 303:1262 (1981): 1-4SO (790)
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Levit S A F ll 29 a, a os, 302: 1584 (1980): II-244 (458)
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evy c!Mtmste ri o de Economía S . ·
. Fallos, 320:1426 (1997): 1~5;~~;~;)tendencia de Seguros de la Nación,
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~vorno S .A. c/Dirección de Vinos, Fallos , 247:181 (19BO): II-341 (240)
L1zondo, Felipe B., Fallos, 263: 15 (1965): I -238 (318), II-188 (185). ·
Lloveras dAutoplan Círculo de Ahorro para Fines Determinados Fallos
31!\:1259 (1992): I-452 (799). ' '
Lloyds Bank c!Okecki, Fallos, 318:2060 (1995): I-361 (437 444)
Lobos d Donovan , Fallos , 54:180 (1893): II-224 (347). ' .
Lokman, Jaime, Fallos , 299:142 (1977): fl-41 3 (572).
Lombardo, Juan José, Fallos , 306:224 (1984): II-342, 343 (248).
Lopardo, Miguel, Fallos, 264:206 (1966): I-273 (17).
Lopardo Petrucci de Amoroso Copello dAmoroso Copello, Fallos , 243 :265
( 1959): II-412 (565).
López d de P edro, Fallos, 248 :702 (1960): 1-327 (285).
López c/Explotaci ón Pesquera de la Patagonia S.A. , Fallos , 315:1209: Jl -300
301 rn6~ '
Lópcz dMunicipalidad de Catamarca, Fallos , 302:417 (1980): II-342 343
(248). '
López Cuesta dCaja Forense de Abogados y Procuradores de la Pcia. de
Santa F e, Fallos, 275 :256 (1969): II-38 (12 2).
López de Reyes dlnstituto Nacional de Previsión Social, Fallos, 244:548
(1959): I-265 (443).
López Rega, J osé, Fallos, 311:252 (1988): 11-342, 343 (248 ).
Loray dConstrucciones Vitub SRL, Fallo.•, 264:13 (1966): I-357 (4 16), II-311
(123).
Lorenzo dNación Argentina, Fallos , 307:2384 (1985): 1-279 (45), I-399 (567,
569), II-135 (570, 573).
Losa c/Caja de Previsión Social para Abogados de la Pcia . de Buenos Aires,
Fallo s, 316:221 (1993): 1-361 (436, 444).
Loussi nian S.A. d A .N .A ., Fallos, 305:54 (1983): II-341 (236).
Lucena de Llonch d Ravier, Fallos , 265 :147 (1966): II-426 (677).
Lu!lngo, Simón, Fallos, 6:227 (1868): II-210 (292), II-300 (52).
Luque, Jorge, Fallos , 272:67 (1968): 1·458 (849).

M. Heredia y Cía. c/Pcia. de Santa Fe, Fallos, 257 :127 (1963): Il-303 (66).
Mac Key Zern ik, Sergio, Fallos, 311:2242 (1988): Il-327 (194).
Machado, Celia, Fallos, 302:772 (1980): 11-173 (131).
Machicote, Juan Carlos, Fallos, 300:642 (1978): II-163 (61).
Mndariaga Anchorena dNación Argentina, Fallos , 303:1040 (1981): Il-339
(225 ), Il-343 (250).
Maggio, Ángel, Fallos , 286:240 (1973): II-342, 343 (248).
Magín Suárez, Luis, Fallos, 310:2845 (1 985 ): 11-181, 11-188 (188), 11-189 (192
a 195), 11-193.
Magistra S.A. , Fallos, 299:276 (1977): II-39 (128).
Ma ldonado de Gallego c/Gallego, Fallos, 252:313 (1962): 1-458 (847).
Malenky, Rubén, Fallos, 264 :364 (1966): I-221 (251), 1-272 (10), 1-343 (359).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
552
Ma ltaglialti c/ANSES, Fallos, 321:1467 (1998): l -355 (410).
Mallo Daniel, Fallos. 282:392 (1972): Il- 172 (123). .
Mana~ta c!Embajada de la Feder ación Rusa , Fallos , 317:1880 (1994). l -273
(19), Il-341 (241) .
Mancini Serafm Fallo.~. 245:532 (1959): II-225 (356).
Mangia~te c!AADI-CAPIF, Fallos , 318:141 (1995): I- 124 (298).
Ma ngo crrraha, Fallos , 144:219 (1925): I-316 (233, 234).
Mán taras Rod ríg uez . Fernando, Fallos , 268:553 (1967): II-188 (185).
Man ube ns, Dolores, Fallos, 311: 667 (1988): II-343 (250).
Man1.oni de Corti c!Roger Tagliab ue (Suc.), Fallos , 304:429 (1982): II-33•
(225).
Manzoratte c/Pcia. de Buenos Aires, Fallos , 280:228 0971): II-339 (225).
Ma rgarita Belén (Chaco), Fallos, 311:1762 (1988) : Il -333 (216).
Marín , Rubén Hugo, Fallos , 304:351 (1982): Il-188 (185).
Marílima Kcy Kar S.R.L. c/MCBA, Fallos , 311:2088 (1988): l-331 (315 ).
Martclli c/Buenos Aires , Fallos , 169:359 (1933): II-36 (111).
Martí de Martíncz c!Editoriul Allántida S.A ., Fallos, 290:245 (1974): II-163
(57).
Ma rtín & Cía . Ltda. c/Administración Gene r al de P uertos, Fallos , 257:99
(1963): I-124 (292).
Ma r tín & Cía. Ltda. c/Erazo, Fallos , 208:497 (1947): Il-412 (563).
Ma r tín de Brunt c/Paparas , Fallos , 305:1979 (1983): II-339 (225), Il-342-343
(248).
Ma r tinelli, José Antonio, Fallos, 319:6R7 (1996): l -453 (810).
Martinengo c!Banco de Intercambio Regional S .A., Fallos, 307:1121 (1985):
11-303 (66).
Ma rtinet c/B.H .N. , Fallos , 303:502 (1981): II-243 (455).
Martinez c/Corazza, Fallos , 302:328 (1980): I-452 (800).
Martínez , Baldomero c/Otero, Fallos , 2:127 (1865): II-212 (296 298) II-371
~3~. ' '
Martínez de Hoz, José A., Fallos, 316:365 (1993): II-477 (973).
Martínez Galván de Rivademar c/Municipalidad de Rosario, Fa llos, 3 12:326
~~~~;): I-122 (280), I- 128 (309), II-215, II-220 (339), II-309 (104), II-462
Mart~n ez, José Agu,;tín, Fallos, 312:826 (1989): I -455 (826)
Mart~nez MoreM , Raúl , Fallos, 252:241 (1962): II-241 (438·, 447)
MarL~nez , O~onbal, Fallos , 305:2046 (1983): l-327 (300) .
~:~~~:s·R~a~ L~is, F~llos, 319:699 , 700 (1996): l-361 (438, 444)
Marzoc~hin~c/~m::~~~~~ Fall~~· 2Ar71 : 1 6~ (1968): II- 188 (185). .
( 19 90): 1-453 (810). mpama gentma de S SA
eguros · ., Fallos, 313 :253
Masi , Alfredo , Fallos , 256:114 (19 .
87), Il-294 (25), II-295 (30) 63). I-237 (314), I-238 (319), l -287 (86,
Maspero c!MCBA, Fallos 246·7 0 .
Massera E ·¡·1 E ' · (1960): II-330 (66)
' m¡
Masso de Lenzo
°M , Fallos 305 59
M' :ll
·
(] 983): II-342 343 (248)
, ana ., Fallos , 305:1992 (1983): I-456 (82~)).
ÍNUICE DE F
ALLOS, ACORDADAS Y DlCfÁMl:i'<""ES CITADOS 553

Mat~ei, Ángel, Fallos, 272:188 (1968): II-339 (225).


Máximo Daian S.A. c/R~be~to Daian S.A., Fallos, 302:656 (1980): I-453 (8 10).
Mazza, Fasce Y Antomettl c/Fisco Nacional Fallos 124·39 (1916)· I -286
(81, 82). , • o o

M>~.zza , Pró~pcr·o,
Fallos, 293:26 (1!:175): II-303 (66).
MCBA c/Cía . Primitiva de Gas, Fallos , 211:958 (1948): 11-316 (144).
MCBA c/C luh Atlético Vélez Sár~:~Cield, Fa/tus , 306:1:!65 (1984): 11-339 (225).
MCBA c/Etchevarne, Fallos, 307:1179 (1985): II-344 (251).
MCBA c/Muzlera Mooney, Fallos, 249:469 (1961): Il-342 (248).
MCBA c/Rodríguez, Fallos, 204:671 (1946): I-327 (281).
Mejail, Lucía y Cía. S.R.L. c/M.C.B.A., Fallos, 311:59 (1988): I-453 (810)
I-456 (829). '
Méndez cNentura S.A, Fallo.~ , 321:3150 (1998): II-41 (133).
Méndez Cabra! de Bullrich c/C>tmpos y Co nstruccion es S.A., Fallos, 256:327
(1963): I-310 (200).
Méndez de Basombrío, Adela, Fallos, 256:372 (1963): I-357 (420, 423), II -310
(117).
Méndez Valles c/A. M. Pescio S.C.A., Fallos , :n8:2639 (1995): l-123 (300).
Mcndoza Hn os. c/Pcia. de San Luis, Fallos, 1:485 (1865): Il-306 (81).
Menvielle Sánchez c/Universidad Nacional de Córdoba , Fallos, 3 15 :724
(1992): II -242 (451).
Mercado de Abasto de La Plata c/Fisco de la Pcia. de Buenos Aires, Fallos,
301:859 (1979): II-342, 343 (248).
Merck Química Argentina c/Nación Argentina, Fallos , 211 :162 (1948): I-177
(26), I-245 (351), I-319 (247), II -168 (101 , 103, 104), II-415 (590 a 592),
II-416 (593).
Merino c/Mendiola de Merino, Fallos , 252:90, 91 (1962): II-176 (144).
Meschini c/Banco Hipotecario Nacional, Fallos , 317:777 (1994): II -344 (253).
Messerer c/Suess S.R.L. , Fallus, ;jQ1 :991 (1979): ll-32 (92 y 93).
Miguel, Carlos Esteban, Fallos, 308:1631 (1986): Il-163 (61).
Milo c/Nación Argentina, Fallos , 267:247 (1967): II-303 (66).
Mili de Percyra c/Corricntcs, Fallos, 324:3219 (2001): l-332 (322), I-333 (325),
l-342.
Ministerio de Cultura y Educación c/Universidad Nacional de Cuyo, Fallos,
322:904 (1999): Il-469 (924).
Ministerio de Cultura y Educación c/Universidad Nacional de Luján , Fallos,
322:842 (1999): I-272 (12), II-469 (924).
MinisLerio de Cultura y Educación s/art. 34 ley 24.521 , Fallos, 321:3620,
3624 (1998): I-271 (4), I-290 (105).
Ministerio de Cultura y Educación, Fallos , 322:875 (1999): II-469 (924).
Ministt:!rio de Cultura y Educación, Fallos, 322:910 (1999): II-469 (924).
Minond, Luis, Fallos , 318:908 (1995): II-189 (196).
Miolato de Krebs c/Krebs, Fallos , 294:220 (1976): II-38 (123), II-39 (125).
Miranda de Rive ro c/Buessau S.A.l.C., Fallos, 322:232 (1999): I-450 (790).
Miranda, Luis A. , Fallos , 219:400 (1951): l- 126 (304).
Miron, Cristoff, Fallos , 294 :9 (1976): I-450 (786).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
554
Mizrahi de Tucumán S.A. c/Pcia. de Tucumán, Fallos , 295:850 (1976): 1-272
(10).
Modegraf S.C .A. c/Nación Argentina, Fallos , 312:2526 (1989): 1-455 (821).
Molas , Antonio J. , Fallos, 303:715 (1981): 1-327 (299).
Malinas c!Nación Argentina (P.E.N .), Fallos , 314:1091 (1991): Il-466 (901,
902).
Malinas, Ricardo, Fallos, 270:367 (1968): Il-413 (570).
Moltedo c/Municipalidad de Pinamar, Fallos , 308:1832 (1986): Il-339 (225).
Monges c/UBA, Fallos, 319:3148 (1996): 1-216 (236), 1-271 (8), 1-278 (14),
1-352 (396), 1-381 (508, 511), 1-386, 1-390, Il-60 (224), Il-163 (66), Il-
(920, 923), II-483 (1018).
Monner Sans c/Llabres, Fallos , 306:299 (1984): ll-342, 343 (248).
Monsegur, Enriqueta Roland de, Fallos, 169:358 (1933): Il-36 (111).
Montalvo, Ernesto A. , Fallos, 313:1333 (1990): II-309 (107), Il-473 (953, 954).
Montenegro c/Tucumán, Fallos, 299:138 (1977): ll-246 (474).
Montesano Rebón, Aldo L., Fallos , 288:342 (1974): II-239 (321), II-295 (32).
Monteverde c/López Sanabria, Fallos, 286:83 (1973): 1-453 (810).
Monti c/Swift Armour Argentina S.A., Fallos , 313:342 (1990): 1-452 (799
1-453 (810).
Monzón, Florencio, Fallos , 317:2046 (1994): II-480 (1003).
Moño Azul S.A. , Fallos, 316:687 (1993): I-275 (28), II-33 (98).
Morales c/Cánovas, Fallos, 234:335 (1956): 1-327 (283).
Mor ales Solá, Fallos, 319:2741 (1996): II-479 (986, 992), II-484 (1026).
Morante c!UBA, Fallos, 300:1138 (1978): II-239, 240 (434).
Moreno c/Caja Nacional de Previsión de la Induslria y Comercio, Fall
305:307 (1983): Il-330 (227).
Moreno, Adhemar R., Fallos, 246:237, (1960): 1-223 (257), Il-297 (40).
Moreno , Alejandro, Fallos , 269:200 (1967 ): II-479 (987).
Morixe Hnos. S.A., Fallos, 319:1524, 1529 (1996): 1-272 (9), 1-344 (360).
Motor Once S.A. c/M.C.B.A. , Fallos, 310:943 (1987): Il-461 (880).
Mouvi el, Raúl Osear, Fallos , 237:637 (1957): 1-241 (327), I-314 (225), II-
(667).
Movimiento Popular Argentino, Fallos , 253:44 (1962): II-171 (118).
Moya, Benito , Fallos, 303:696 (1981): II-173 (132).
Mozzatti, Camilo, Fallos , 300:1102 (1978): II-325 (178), Il-326 (188), II-421
(676).
Mozzi c/ANSES, Fallos , 322:206 (1999): I-453 (810).
Municipalidad de La Banda (Santiago del Estero) c/Ferrocarril Central Ar-
gentino, Fallos , 182:293 (1938): II-321 (160).
Municipalidad de la Capital c/Elortondo, Fallo s, 33:162 (1888): 1-137 (337,
338), 1-208 (204), 1-271 (3), 1-323 (267 , 268), I-324 (269), ll-238 (428,
429), Il-387 (431).
Municipalidad de la Capital c/Mayer, Fallos , 201:239 (1945): 1-290 (106),
II-412 (561).
Municipalidad de la Capital Federal c/Ferrocarril CenLral Argentino, Fallos,
126:146 (1917): 1-268 (446).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 555

Municipalidad de La Plata c/Ferrocarril del Sud, Fallos , 114:282 (1911): Il-


220 (337), Il-387 (426), ll-462 (887).
Municipalidad de Laprida c/UBA, Fallos , 308:647 (1986): 1-273 (19), 11-326
(191).
Municipalidad de Tucumán c/Cía. Eléctrica del Norte, Fallos, 184:21 (1939):
ll-342 (248). .
Municipalidad de 'l'ucumán c/lnstituto de Previsión Social de Tucumán, Fa.-
llos, 228:539 (1954): Il-321 (161).
Municipalidad de Zapala c!I'elefónica de Argentina S.A., Fallos , 320:2162,
2170 (1997): 1-180, 181 (54).
Muñiz Barreto de Álzaga c/Destefanis, Fallos , 270:374 (1968): II-417 (605),
II-418 (606, 607).
Muñoz Gutiérrez c/Alefa, Fallos, 286:205 (1973): 1-457 (833).
Murchison S.A., Fallos, 291 :268 (1975): 1-453 (807).

Nación AFJP c/Catamarca , Fallos, 323:1206 (2000): I-409 (625), 1-411 (633).
Nación Argentina c!Arenera El Libertador, Fallos , 314:595 (1991): II-470
(936).
Nación Argentina c!Bracamonte, Fallos , 254 :12 (1962): II-342 (248).
Nación Argentina c/Chacofi S.A., Fallos, 285 :89 (1973): II-419 (614).
Nación Argentina c/Ferrario, Fallos , 251:246 (1961): Il-238 (431), Il-239 (432,
433).
Nación Argentina c/Granados, Fallos , 266:47 (1966): 11-339 (225).
Nación Argentina c/lngenio y Refinería San Martín del Tabacal, Fallos,
209:390 (1947): ll-238 (427).
Nación Argentina c/Madereras Industrializadas Delta S .A., Fallos , 299:362
(1977): Il-423 (645).
Nación Argentina c!I'amet S.A. , Fallos, 259 :65 (1964): 11-343 (250).
Nardoni c/Textil Alfa S.A. , Fallos, 302:915 (1980): 1-451 (794).
Navarrete, Osvaldo Víctor, Fallos , 312:1470 (1989): I-453 (810).
Navarro, José Luis, Fallos , 305:50 (1983): I-451 (792), I-453 (810).
Nazar, Luis Marcelo. Fallos , 302:319 (1980): Il-424 (650).
Nazer c/A nsuini, Fallos, 303:841 (1981): II-452 (804).
Nellar, Juan C., Fallos, 319:705 (1996): II-189 (196).
Newland c/Pcia. de Santiago del Estero, Fallos, 310:606 (1987): I-403 (583).
Nicosia, Alberto Osear, Fallos , 316:2940 (1993): 1-222 (254), II-180 (160),
ll-181 (162), II-182 (164), II-183.
Nobleza Piccardo S.A. c/Estado Nacional-DGI, Fallos, 321:270 (1998): I-410
(631).
Nobleza Piccardo S.A. c/Estado Nacional-DGI, Fallos, 321:3487 (1998): I-371
(468), I-390, II-201 (249, 251), II-275 (622).
Noguera Isler c/Nación Argentina , Fallos, 263 :460 (1965): II-303 (66) .
Noticias Gráficas, Fallos , 205 :545 (1946): I-327 (282).
Nougués Hnos . c/Pcia. de Tucumán, Fallos, 97 :177 (1903): II-306 (8 2).
Núñez c/Rocca de Ominelli, Fallos , 125:10 (1916): II-387 (425).
556 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Obra Social para Empleados de Comercio y Actividades Civiles c/Proceda


S.R.L., Fallos , 303:2091 (1981): I-452 (805).
Oddone c/Pcia . de Formosa, Fallos , 285:240 (1973 ): II-227 (367).
Oddone, Luis Alberto, Fallos, 312:2348 (1989): II-339 (225) .
O'Gorman , Jorge Edgardo, Fallos , 306:1844 (19M): Il-303 (66).
Ojeda c/Mendoza, Fallos , 300:4 75 (1978): I-453 (810).
Oliva Paz c/Correas Moya, Fallos , 243:13 (1959): II-344 (253).
Olivares c/E stado Nacional, Fallos, 311:1490 (1988): I-246 (366), II-460 (874).
Olmos c/Estado Nacional, Fallos , 307:1430 (1985): II-459 (864),
Olver P. Legal, Fallos, 270:240 (1968): II-188 (185).
Operto c/Comuna de Lehmann , Fallos , 323:86 (2000): I-456 (831).
Orfila , Alejandro, Fallos , 154:192 (1929): I-180 (51), Il-214, 215 (308), II-224
(349, <!51), II-251 (497).
Orias c!Universidad Nacional de Río Cuarto, Fallos , 317:40 (1994): II-241
(450).
O rife c!Universidad Nacional de La Plata, Fallos , 301:215 (1979): II-243 (455).
Ortiz Almonacid, Juan Carlos, Fallos , 322:385 (1999): II-470 (939).
OSN c/Galvalisi, Fallos , 305:1962 (1983): Il-339 (225).
OSN c/Municipalidad de San Isidro, Fallos , 205:648 (1946): li-316 (142).
Otero Monsegur c/Pueyrredón, Fallos, 296:124 (1976): l -451 (792), I-452 (805).
Outon en Dercoem S.A. c!Estado Nacional , Fallos, 304:1020 (1982): I-421
(659).
Outon, Carlos J. , Fallos, 267 :215 (1967): 1-421 (659), II-425 (662).
Oyuela , Enrique Jaime, Fallos, 252:167 (1962): I-421 (659).

Pactolo S.R.L. c/Piedrarena S .A., Fallos , 216:41 (1950): II-330 (66).


Páez c/Empresa de Transportes de Santa Fe , Fallus, 250:473 (1961): II-341
(248).
Paladini c/Banco Comercial de La Plata, Fallos, 310:276 (1987): II-344 (251)_
Palmar Buenos Aires S.A., Fallos, 300:511 (1978): Il-423 (645).
Palópoli c/Buenos Aires, Fallos, 323:19 (2000): 1-409 (624), I-411 (632).
Pampa Editora S.A., Fallos , 265:281 (1966): II-340 (230).
Paneth , Pedro Julián, Fallos, 295:704 (1976): II-342, 343 (248).
Paolucci c/l ntaschi , Fallos , 302:194 (1980): I-452 (805).
Papetti, Jorge Emilio, Fallos, 301:419 (1979): II-415 (583).
Parker Hannif'tn Argentina, Fallos, 300:522 (1978): I-453 (808).
Parpi y Cía. S.R.L., Fallos, 252 :186, 189 (1962): I-354 (405).
Parry, Adolfo , Fallos , 193:408 (1942): I-265 (443).
Partido Demócrata-Distrito San Juan, Fallos, 238:283 (1957): II-228 (377)
11-229 (378). •
Part~do Demócrata Progresista, Fallos , 307:1774 (1985): II-236 (420)
:artldo lntr~n.si~ente, Fallos, 284:446 (1972): II-235 (413) ,
arL,do Justlciabsta de la Pcia de Sant . .
_3 17:1195 (1994): 1-405 (60i) II-219 ~3~e c!Pcia. de Santa Fe, Fallos,
Partido Justicialista Fall 263 ' 5), II-470 (938).
' os, :267 0965): II-325 (173).
lNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 557

Partido Obrero Revolucionario (Trotzkista), Fallos, 237 ::~86 (1957): 11-228


(376).
Partido Obrero, Fallos, 253 :133 (1962): Il-234 (410).
Partido Provincial Uni ón Santiagueña, Fallos , 238:288 (1957): I-327 (301).
Partido Socialis ta - Comité Ejecutivo Nacional , Fallos , 248 :61 (1960): II-229
(379, 380).
Partido Socialista - Orden acional, Fallos , 285:138 (1973): II-235 (411).
Partido Socialista de los Trabajadores, Fallo s, 287:31 (1973): II-235 (412).
Partido Unión Cristiana Democrática, Fallos , 305 :1262 (1983): II-236 (418),
Il-341 (239).
Partido Unión Popular, Fallos , 252:54 (1962): II-229 (:181 ).
Partido Unión Popular, Fallos , 256:47 (1963): II-229 (382).
Pasant, Roberto M., Fallos , 253 :454 (1962): II-218 (327).
Payró, Elbio Francisco , Fallos , 300:353 (1978): Il-32 (90).
Pazos c/Trejo, causa P. 178.XXXIV, sentencia del 11/3/93: II-335 (220) .
Pcia . Corrientes c!Boo , Fallos , 307:973 (1985): II-326 (183).
Pcia. Corrientes c/Frete:;, Fallos, 296:78 (1976): I-456 (829) .
Pcia . Corrientes, Fallos , 283:143 (1972): II-225 (358).
Pcia. de Mendoza (Gobernador Dr. Roque Pérez) c/Senado de la República,
Fallos, 2:253 (1865): I-284 (72, 73).
Pcia . de Mendoza c/Nación Argentina, Fallos , 243 :176 (1959): I-277 (37), I-287
(89).
Pcia. de Mendoza c/Nación Argentina, Fallos , 298:511 (1977): l -259 (413 ,
414), 1-272 (10).
Pcia. de Tierra del Fuego c/Nación Argentina, Fallos , 321:1888 (1998): 1-273
(15), Il-37 (116), II-159 (36).
Pelado Viejo S .A. c/Nación Argentina, Fallos , 295:701 (1976): IT-342, 343
(248).
Peleo S.A. c/Sccreta ría de Recursos Naturales, Fallos, 322:2799, 2803 (1999):
I -409 (623).
Pelcsson de Lastra c/MCBA, Fallos, 308:135 (1986): ll-339 (225).
Pduffo, Ángel, Fallos , 238:183 (1957): II-241 (438).
Pelliza, Esilda María , Fallos , 247 :551 (1960): Il- 163 (56).
Penjerek, Norma Mirta, Fallos, 257 :132 (1963): ll-325 (174). IT- 32~ (186).
Pcnsalle S .A. c!Nación Argentina, Fallos , 312:2150 (1989): Il-~39 (225).
Peralta c/Caja de Retiros, Jubilaciones y Pensiones de la PolicíA F edera l,
Fallos 311·1804 (1988): I-451 (796).
Pe ralta c/G~bier~o acional , Fallos, 313:1513 (1990r¿~;4~ i3;~· ~~~ {~¡¡¿•
7
1

1 1
~-!!~ \~~~i1 ¡:;~> <~~~~ 4 (:~~. ~~:>.an~¡;~ <925), n -483 c1o21: 1022>:
- ' ' l 320 1556 (1997)· l-407 (611 a 614).
Pereyra c/Eslado Nacional, Falos,. :F ll 133·372 (1921): II-227 (364).
Pereyra Traola c/Pcia. de Buenos AirFesl,l a ;o\238. (1947): l-263 (440).
Pen:yra l rao1a c/P c1a.
· de Córdoba ' a os, ·. (l9 4 8): I -359 (430).
l ¡p · de Córdob>J. Fcollos , 212 ·160
Pereyra lrao a e c'a: ll ; 9 .65 ( 1923¡: I-344 (365) .
P ereyra lraola, Martm, Fa os, 1 .
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
558
· S A Fallos 316: 1623
P érez Arriaga c/Arte Gráfica Editorial Argentlna . ., '
(1993): ll-480 (1002). (314)
Pérez c/ENTEL, Fallos , 3~0: 1~:~lo~19:;~\;~:3tl977): ·I-191 (123-126), I -225
Pérez de SmJth, Ana Mana, ' 4 II-426 (668).

Pérez de Sm1th , Ana Maria? a11os ,


4
0 ·
1
(i
(262), l.I-172 (126), II-F29 8 < ~ ;. ;;:: ;>f3): 1_34 (14), 1-191 (124-127),
9
1-239 (321), 11-295 (32).
Pércz Aurora Fallos, 271 :406 (1968): ll-339 (225).
p . ., Roland~ Fallos 278:188 (1970): II-419 (620).
p:~:~~s (Sucesión) cfB~enos Aires, Fallos , 169:245 (1933): Il-36 (110, 111).
Perón, Juan Domingo, Fallos, 238:76 (1957): ll-213 (301), Il-413 (566).
Peso c!BCRA, Fallos , 307 :2061 (1985): I-315 (231 , 232).
PeLric cfDiari o Página 12, Fallos, 321:885 (1998): Il-478 (983, 984).
Petroquimica Argentina S.A., Fallos, 297 :500 (1977 ): Il-423 (640).
Petroquímica Comodoro Rivadavia c/Pcia. del Chubut, Fallos, 312:995 (1989):
I-311 (206, 207) .
Petrus S .A. c/Nación Argentina, Fallos, 210:855 (1948): II- 200 (244).
Peusso c/Ferreyra, Fallos , 303:1521 (1981): 1-458 (846).
Peyrú, Os valdo J ., Fallos , 310:1401 (1987): l -329 (308), 1-330, 331 (3 10 a
313).
Pietranera c/Nación Argentina, Fallos, 265:291 (1967): Il-425 (663).
Pignata c/La Alejandrina S.R.L., Fallos , 251 :279 (1961): 1-327 (288).
Pincdo, Co rina, Fallos, 263:296 (1965): I-276 (36).
Piña Hnos. S .A. , Fallos , 295:889 (1976): II-423 (644).
Pirelli Cables c/Entel (e.l .), Fallos, 322:298 (1999): II-47 (157).
Pita Oliver, H ., Fallos, 187:505 (1940): 1-450 (785).
Pitto, Luis M., Fallos , 252:177 (1962): ll-209 (280 , 282).
Plaza, Osear Juan , Fallos, 308:84 (1986): II-344 (254).
Polino c/Nación Argentina, Fallos , 317:335 (1994): 1-290 (101), l -405 (598,
599), I-408 (618), I -415 (647), II-85 (327, 328), Il-136 (579), II-137 (584,
585), II-198 (233), ll-203 (255, 256), II-275 (621), II-278 (631), II-466
(903, 904), II-467 (905).
Ponzetti de Balbín c/Editorial Atlá ntida, Fallos , 306:1892 (1984): II-457 (849).
Porcelli c/Banco Nación, Fallos , 312:555 (1989): 1-246 (369).
Portal de Belén c/Ministerio de Salud y Acción Social, sentencia del 5/3/02:
II-475 (966), Il-476 (967).
Portillo, Alfredo, Fallos, 312:496 (1989): II-459 (865, 866).
Presidente del Superior Tribunal de Justicia de la Pcia. de Corrientes, Fallos,
315:1673 (1992 ): Il-466 (897).
Primera Plana , Fallos , 276:92 (1970): II-1 72 (121, 122), II-426 (669).
Pro c/Osvaldo Y Norberto Olivieri S.A., Fallos, 295 :33 (1976): 1-453 (810).
Proc~~~~~r Fiscal c/Gobernador de San Luis, Fallos, 9:537, 543 (1870): II-371
Procurador Fiscal de Salta, Fallos , 156:318, 321 (1930): I-279 (45), 1-286,
287 (85).
y DICTÁMENES CITADOS
559
Procurador p · de
II-371 (343). e • FalkJs 4:311 (1867}: II-154, 155 (21}
Procurador Fiscal de Santa Fe - '
(23, 26). c/Senorans, Fallos , 6:67, 72 (1868): II-155
Procurador General Ramón Laseano e .
267:352 (1 967): 11-227 (366}. ' n Pela. d e R ío Negro c/Neuquén, Fallos ,
Prod~i~~:~03~e{• ~-~~~iv(~3~acionaJ,
• 93 1).
Fallos, 321 :1252 ( 1998): ll-ss c95 , 9B).

Prop~ls?ra Siderúrgica S.A., Fallos , 315:1820 (1992): II-163 (63).


Provmc¡a de Santa Fe c/Nicchi, Fallos , 268:112 (1967 ): II-309 (109), II-419
(612, 613), II-425 (664).
Provincias Córdoba y Santa Fe sobre límites, Fallos , 24:62 (1882}: II-312
(127}.
Provincias de Santa Fe y Córdoba, Fallos, 114:425 (1911): II-227 (363).
Prun.a Bertot, Fernando, Fallos, 312:3 11 (1989): II-342, 343 (248).
PuCCJ c/Braniff International, Fallos, 293 :287 (1975}: II-426 (670}.
Pucci , Vicente, Fallos, 243:306 (1959): I -245 (360) 1-423 (68 a 70) 11-414
(577, 579). ' •
Pueyrredón, Horacio, Fallos , 170:246 (1934): II-170 (114).
Pupelis, María Cristina, Fallos, 314:424 (1991}: I-272 (9, 14}, I-444 (778
779), II-163 (62), II-276 (627). '

Quaglia c/Sansoni , Fallos , 293 :463 (1975): 1-453 (810).


Quinteros, Juan L. , Fallos, 321 :958 (1998): 1-456 (830).
Quirino Arismendi c/Paloma, Ornar, Fallos, 293:323 (1975): II-303 (66).

Rabinovich c/Banco Comercial de Buenos Aires, Fallos , 293 :323 (1975): 1-450
(787), I-451 (792), l-456 (829).
Radulescu c/Nación Argentina, Fallos, 290:83 (1974): I-272 (10).
Rallin, Hugo Félix, Fallos , 314:407 (1991): I-272 (10), I-274 (25).
Ramos c/Batalla , Fallos, 278:62 (1970): II-426 (671).
Ramos c/MCBA, Fallos, 181 :264 (1938): II-162 (52).
Ranieri c/Cía. General de Fósforos Sudamericana S.A. , Fallos , 267 :484 (1967):
11-342 (248).
Rasspe Sohne c/Nación Argentina, Fallos , 249:51 (1957): I-272 (10).
Rattagan , Tomás Miguel , Fallos, 258:255 (1964): l-274 (23).
Ravaglia c/Santa Fe, Fallos , 317:1224 (1994): I-290 (102), I-405 (599), I-408
(618), I-415 (647), II-137 (586).
Rayford, Reginald, Fallos, 308:733 (1986): II-458 (857).
Refinerías de Maíz S.A., Fallos, 307:1016 (1985): II-342 (244).
Reginensi de Pérez cNalls de Pérez, Fallos, 237:337 (1957): I-344 (361).
Rey c/Rocha, Fallos , 112:384 (1909): I-467 (922), II-315 (137, 138).
Ribo c/Nación Argentina, Fallos , 311:1237 (1988): II-47 (156).
Ricci c/Autolatina Argentina S.A., Fallos , 321 :1058 (1998): l-320 (256), l-331
(319), I-455 (825).
Rico, Aldo y otros, Fallos, 319:1654 (1996): 1-289 (98).
560 CONTROL DE CONSTITUCIONAL!UAD

Río Negro c/Estado Nacional, Fallos, 322:1135 (1999): I-409 (62 1, 622), I-4U
(639).
Ríos, Antonio J ., Fallos , 310:819 (1987): II-236 (422). . .
Ríos c/SindicaLo de Trabajadores de Correos y TelecomunJcacloncs , Fallos,
294:313 (1976): ll-339 (225).
Ríos, Gómez y Ríos, Fallos , 1:32 (1863): Il-371 (338).
Ríos, Ramón, Fallos , 300:700 (1978): II-163 (58).
Ríos Seoane, Francisco, Fallos , 3 15:859 (1992): II-342, 343 (248), 11-344 (255).
Risolía de Ocampo c!Rojas, Fallos, 323:1934 (2000): I-438 (753), I-439 (758
a 761), Il-281, 282 (647).
Rivadavia Televisión S.A. c/Nación Argentina, Fallos, 316:664 (1993): I-312
(2 14).
Rivarola c/Consorcio de Propietarios Ugarteche 3236, Fallos, 323:2879 (2000):
I-457 (841).
Riveros , Santiago Ornar, Fallos , 313:1392 (1990): II-210, 211 (292) .
Roa c!BCRA, Fallos, 298:113 (1977 ): II-342, 343 (248), II-343 (250 ).
Rochman de Blitman c/Gryncwaig, Fallos, 298:85 (1977): II-342, 343 (248).
Rodríguez Araya, Agustín, Fallos, 200 :253 (1944): I -243 , 244 (340), II-300
(50).
Rodríguez c!Estado Nacional, Fallos, 318:219 (1995): 11-183 (165).
Rodríguez c!Rodríguez de Schreyer, Fallos , 316:64 (1993): 1-383 (5 16), l -453
(808), II-329 .
Rodríguez de Bouza c/Cía. de Seguros La Comercial e Industrial de Ave-
ll aneda, Fallos, 255 :29 (1963): II-245 (465).
Rodríguez de Dinapoli , Aída, Fallos, 306:1312 (1984): Il-344 (251)
Rodríguez Elizalde c/Banco Provincial de Salta, Fallos, 310:295 (1987): II-327
(192).
Rodríguez, Fermín . Fallos , 48:17, 23-24 (1892): II-170 (110).
Rodríguez, Jorge -.Jefe de Gabinete de Ministros-, Fallos, 320:2851 (1997):
1-192 (132), 1-247 (378), l-271 (6), 1-321 (258), l -428 (699), 1-434 (729
a 731), I-435 (732 a 734), 1-436 (735 a 737), I-440, II-280 (636), II-332
(213), 11-483 (1018).
Rodríguez, Roberto Candelario, Fallos, 279:40 (1971): 1-224 (260), II-298 (43).
Rodríguez, Ruggero y Tambascio, Fallos, 254:116 (1962): I-245 (358), I-317
(235, 236), II-177 (150), II-414 (580).
Rodríguez Varela c/Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos, 315:2990
(1992): Il-247 (476).
Rojas , Isaac Francisco, Fallos , 256:474 (1963): II-342 (248).
Rokuro Yamaguchi, Jorge, Fallos , 302:219 (1980): I-457 (832).
Rolón Zappa, Víctor, Fallos , 308:1848 (1986): II-459 (868).
Rol ón Zappa, Víctor, Fallos, 311:1644 (1988): I-361 (435, 444).
Romano , Catalina Ana, Fallos, 30 1:236 (1979): II-241 (444).
Rom a no, Félix Norberto, Fallos, 264:301 (1966): Il-304 (71).
Romero , César Enrique, Fallos , 286:23 5 (1973): l-239 (321), II-295 (32).
Rom ero Fcris c/Poder Ejecutivo Nacional, Fallos , 317:711 (1994): 11-467 (906,
908) .
ÍNDICE DE FALLOS. ACORDADAS y :Álii:ID."ES CITADOS 561
Roncoroni de Claisse c/Uhart, F. ll
Rosmarin c/Hiriart F llc 263 a os, 251 :455 (1961): I-327 (289).
Ross c/Na . ' .a s, :145 (1965): I-357 (415).
Rossi Cibi~~ó~~rget~ma, Fallos, 311:1232 (1988): II-343 (248).
(897). ' Jgue Angel, Fallos, 315:2074 (1992): II-312 (213, 215), II-466
Rou sselot
(361). c/Concejo D e l 1'berante d e Morón Fallos, 313:1596 (1990): II-226
Ru~i , Beatriz A., Fallos , 301:524 (1979): II-243 (355)
Rm z c!N · · Ar · ·
, I-42~cl(~~9). gcntma, Faltos, 256:386 (1963): I-392 (535), I-393 (536),
Ru~z, Antonio M., Fallos , 256:386 (1963): II-393 (536).
Ru~z, Roque A., ~allo.~. 3 10:1847 (1987): II-458 (857), ll-459 (863).
Ru¡ z Vargas c!Pc!a. de 'fucumán , Fallos , 308:134 7 (1986): I-456, 457 (832)
Russ~ ~)~lle Donne, Fallos , 243 :467 (1959): 1-427 (686), II-281 (642), II-4Hl
5
Rybar c/García Y Obispado de Mar del Plata. Fallos 315:1294 (1992)· II-248
(482, 483). ' .

S.A. Cía. Industrial Financiera e Inmobiliaria "Fome!" (en liquidación) in


re OtLo Scbastián Bemberg y Josefma Elortondo de Bemberg, FaLlos,
225:667 (1953): I-244 (349).
Saademo, Selim , Fallo s, 308:1202 (1986): II-342, 343 (248).
Sabaté, Domingo, Fallos , 283 :189 (1972): II-241 (443).
Saccone c/Menisses, Fallos , 94 :444 (1902) : I-307 (187).
SAFE Agropecuaria S.A. c/Pcia. de SanLa F e, Fallos , 286:76 (1973): 1-397
(560).
Sagasta, José María, Fallos , 241 :50 (1958): I-287 (88), II-413 (567), 11-460
(875).
Saker c/Allegrone, Fallos , 287 :327 (1973 ): I-453 (808). .
Saladeristas de Barracas c/Buenos Aires, Fallos , 31:273 (1887): II-55 (202),
Il-384 (409, 410), II-386 (419).
Salamanca, María Julia Martínez de Hoz de , Fallos, 234:52 (1956) : II-339
(225).
Sali, Riza, Fallos, 218:558 (1950): I-125 (303).
Salvo c/Mendoza, Fallos , 298:452 (1977): I-457 (833 , 836).
Samaras c/Mati, Fallos, 294:324 (1976): I-453 (809) .
Sambucetti , Juan Carlos, Fallos, 314:1251 (1991): II-340 (228).
San Cristóbal Sociedad Mutual de Seguros Generales , Fallos, 317 :1541
(1994): I-272 (14), II-163 (64).
San Luis en Compañía Azucarera 'fucumana S.A. c/'fucumán, Fallos , 141:271
(1924): It-224 (348).
San Miguel , José, Fallos, 216:606 (1950): I-245 (350).
Sanabria, Ernesto , Fallos , 317:95 (1994): I-356 (412, 413) .
Sánchez c/Caja Forense de la Provinci a del Chaco, Fallos, 286:187 (1973):
11-303 (66), II-426 (67 4).
Sánchez c/Universidad de Buenos Aires, Fallos , 303:1060 (1981): Il-243 (455).
562 CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

. ll 215•157 (1949): 11-219 (329) .


Sánchez Ceschi cJBuenos Aires~ F~ ~N V. Fallos 306:1409 (1984): II-461
Sánchez Grane l Obras de Ingemena · · ·• '

Sánc~~:~:r-;~~i~ar~:!~~~:~~ia~:0~:.2~~0~~~~~):(;~;~~~ ri~:~~ (250).


~:~a Cruz c/Nación Argentina, Fallos , 323:1849, 1854 (2000): 1-411 (635).
Santaella c!Nación Argentina, Fallos, 308:2068 : Il-342, 348 (248).
Santander, Silvano , Fallos , 254:282 (1962): ll-339 (225).
Santiago del Estero c/Nación Argentina, Fallos, 307:1379 (1985): 1-898 (565,
566), 1-404, 406 (607), 407, 409.
Santiago Graffigna Ltda ., Fallos, 223:436 (1952); l-268 (446).
Santfn c/Impuestos Internos, Fallos, 212:51 (1948): I-359 (429, 430).
Santos c/Valentini, Fallos, 307:282 (1985): Il-344 (251).
Saragovi, Horacio, Fallos, 300:1173 (1978): ll-415 (584) .
Sardi c/Mendoza, Fallos, 171:79 (1934): 1-263 (440).
Sauze Almagro, Rodolfo, Fallos, 252:244 (1962): Il-171 (118).
Scaccheri de López, María, Fallos , 310:2214 (1987): II-333 (216).
Scheimberg, Simón, Fallos, 164:344 (1932}: 1-244 (341), Il-360 (314}, II-418
(594, 595).
Schiariti c/ANSES, Fallos, 323:1861, 1865 (2000): II-33 (99).
Schvartz, Luis c/Reconstrucción de San Juan , Fallos , 255 :187 (1963): 1-357
(417}.
Segura Olivera c/Buenos Aires, Fallos, 316:3200 (1993): 1-412 (640).
Sejean c/Zacks de Sejean, Fallos, 308:2268 (1986): I-318 (242), I-319 (246,
249}, II-310 (111), II-457 (847), Il-475.
Semanario Azul y Blanco, Fallos , 250:832 (1961): 11-171 (118).
Señores Jueces de Cámara (Comisión de Informá tica}, Fallos , 317:580 (1994}:
I-452 (799).
Sergejew c/Nación Argentina, Fallos , 244 :182 (1959): 11-342 (246).
Sergio Pablo Artigue, Fallos, 317:247 (1994): I-276 (36).
Serra c/MCBA, Fallos , 316:2454 (1993): II-300, 301 (56), II-335 (221).
Servicio Nacional de Parques Nacionales c!Franzini, Fallos, 318:445 (1995}:
II-208 (276}.
Servini de Cubría , María R., Fallos, 315:1943 (1992): II-479 (997).
Shary c/Municipalidad de Rosario, Fallos, 103:373 (1906): II-321 (160).
Sierra c/Asociación Argentina de Anestesiología, Fallos 314:1404 (1991)·
1-453 (810). • .
Siganevich, Samuel , Fallos , 177:390 (1937): Il-136 (582) II-224 (352)
S~gra S .R.L., Fallos, 320:1962, 1976 (1997): I-273 (15). ' .
Silva c/Casenave Y Facchini Soc. de Hecho, Fallos , 294 :59 (1976): 1-456 (829).
S~lva de Zelaya ~Saavedra de Silva, Fallos , 218:595 (1950): II-303 (66).
Smdi~;;~)~rgentino de Docentes Particulares, Fallos , 295 : 838 (1976): II-339

S~nd~cato Argentino de Músicos, Fallos, 248:800 (1960): II-171 (119).


Smd1cato Argentino de Músicos, Fallos, 253 :229 (1962): I-266 (443)_
ÍNDICE DE FAU.OS, ACORDADAS Y DICrÁKESES CITADOS 563

Sindicato de Obreros y Empleados Viu.inícolas c/Con:es y C(a ., Fallos ,


251 :526 (1961): ll-244 (463).
Sindicato de Trabajadores de la I.ndustria de la Alimentación c/Ministerio
de Trabajo, FalkJs, 319:14,20 ( 1996): 1-260 (416).
Sindicato de Trabajadores Municipales de Avellaneda, Fallos, 292:331 (1975):
1-454 (814), 11-342, M3 (248).
Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines, Fallos. 249:569 (1961):
1-421 (659).
Siri, Ángel, Fallos, 239:459 (1957): 1-241 (326), 1-446 (781), II-57 (215), ll-299
(48), 11-425 (661).
Sivak, Benjamín, Fa.llos , 245:204 (1959): 11-339 (225).
Sluzevsky, Jorge, Fallos , 269 :225 (1967): 1-327 (295).
Soengas c/Ferrocarriles Argentinos, Fallos, 313:664 (1990): I-427 (689).
Sofía, Antonio, Fallos , 243 :504 (1959): 1-246 (363), 11-170 (107), II-171 (116,
117), 11-425 (660).
Sojo, Eduardo, Fallos , 32:120 (1887): 1-136 (332), 1-195 (148), 1-215 (226),
1-338 (355), 1-365 (457), II-309 (99), Il-387 (430), II-483.
Solá c/Fadul de Sobrino, Fallos , 308:1699 (1986): 1-456 (828).
Solá c/Podcr Ejecutivo Nacional, Fallos, 320:2509 (1997): 11-470 (940).
Solari Yrigoyen, Hipólito, Fallos, 305:269 (1983): II-173 (133).
Solari, Juan A., Fallos , 220:35 (1951): I-423 (666, 667).
Soria de Guerrero c/Bodegas y Viñedos Pulenta S.A. , Fallos , 256:556 (1963):
Il-198 (227 a 230).
Soria de Martínez, Cristina, Fallos, 303:1264 (1981): I-451 (794).
Sosa c/Neuquén, Fallos, 310:211 (1987) : 11-33 (97).
Spadoni, Horacio E ., Fallos , 305 :204 (1983): II-173 (133).
Spinofer S.A ., Fallos, 258 :227 (1964): I-421 (659).
Slegmann, Horacio Raúl, Fallos, 227:688 (1953): 1-287 (85).
Stevenson, Anny May c/Consejo Nacional de Educación , Fallos , 211:682
(1948): II-219 (310).
Strada c/ocupantes del perímetro ubicado entre las calles Deán Funes, Saa-
vedra, Barra y Cull en , Fallos , 308:490 (1986): II-346 (263).
Stora ni de Boidanovich, Victoria, Fallos, 184:137: ll-316 (141).
Suárez c/Álvarez, Fallos, 154:101 (1929): 1-268 (446).
Suárez c/Cherasny, Fallos, 318:823 (1995): II-479 (990).
Sueldo de Posl eman, Mónica, Fallos , :H0:804 (1987): 1-268 (446) .
Superintendencia de Seguros de la Nación, Fallos, 316:188 (Hl93): I-271 (7).
Susso c/Sociedad Compagno, Fallos, 180:21 (1938): II-340 (229).

Tagliarini c/Sur S.A., Fallos , 295 :152 (1976): Il-339 (225).


Talleres Metalúrgicos Ba rari S.A. c/Agua y Energía Eléctrica S.E ., Fallos,
320:101 (1997): I-216 (238), I-275 (29).
Tallo, Antonio, Fallos , 30R:615 (1986): II-459 (867).
Tavares, Flavio A., Fallos , 315:1699 (1992): 11-479 (990).
Tejerina, Wenceslao, Fallos , 307:2106 (1985): II-241 (446).
564 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Telefónica de Argentina c/Poder Ejecutivo Nacional, Fallos, 321:1338 (1998):


l-312 (218).
Temporelli de Montagna c/Consejo General de Educación de Santa Fe, Fallos,
267:150 (1967): l-327 (294).
Teltarnanti c/Aranguren (Sucesión), Fallos , 184:361 (1939): II-39 (126), II-41
(138).
The South American Stores Gath & Chaves c/Buenos Aires, Fallos, 149:137
(1927): Il-35 (107, 108), II-41.
Thompson C.S.F. S.A.C.l., Fallos, 307:1332 (1985): l -330 (309).
Tillard c/Municipalidad de Córdoba, Fallos, 261:103 (1965): II-218 (328).
Timerman , Jacobo, Fallos, 300:816 (1978): l-246 (364), 11-173 (129, 130),
Il- 175, 11-460 (872).
Tiscornia, Agustín ErnesLo, Fallos, 310:1623 (1987): 11-41 (134), II-341 (237).
Tomás Devoto y Cía. Ltda . S.A. c/Gobierno Nacional, Fallos , 169:111 (1933):
Il-425 (657).
Tomasell a Cima c/Congreso de la Nación, Fallos, 322:2370 (1998): II-206
(269).
Torres, Osear Claudio, Fallos, 315:1043 (1992): II-477 (968).
Toth, Alfredo, Fallos, 310:2693 (1987): 1-454 (811).
Toublanc c!Lucifora, Fallos, 304:1717 (1982): Il-342, 343 (248).
Transportes Rfo de la PlaLa, Fallos, 304:1621 (1982): Il-342-343 (248).
Triaca elLa Razón, Fallos , 316:2416 (1993): II-479 (991).
Trinchero. Carlos, Fallos, 262:181 (1965): I-421 (659).
Tripulantes sublevados del buque de guerra chileno La Pilcomayo, Fallos,
43:321 (1891): II-386 (418).
Trossi, Luis, Fallos, 247:528 (1960): II-171 (118).
Trovalo c/Cámara de Senadores de la Nación, Fallos, 320:1931 (1997): Il-183
(166).
Trovato c/Cámara de Senadores de la Nación, Fallos, 321:2339 (1998): II-183
(167), II-184 (169).
Thbio Torrecillas, Carlos A., Fallos , 302:934 (1980): 11-188 (185).
Tucumán c/Unión Cañeros Azucareros Monteros, Fallos, 204:310 (1946): II-
238 (4:10).
Turón de Erlebach c/Delicia, Fallos , 254:201 (1962): I-327 (291).

Udaquiola Holmberg c/Saguier de Silva Ri estra, Fallos , 244:536 (1959): II-342


(248).
Ufito S.R.L., Fallos , 304:1898 (1982): 11-423 (645).
Ugarte c/Santoro, Fallos, 307:599 (1985): 1-453 (810), 1-454 (817).
Ulla c/Caldo Miretti, Fallos, 252:328 (1962): 1-327 (290).
Unilever c/Instituto Nacional de la Propiedad Industrial, Fallos , 323:3160
(2000): I-124 (301).
Unión Cívica Radical c/Campos, Fallos, 285:147 (1973): II-205 (264).
Unión Cívica Radical Bloquista, Fallo s, 244:164 (1959): II-230 (384, 385).
U nión Cívica Radical de la Pcia. de Buenos Aires c/Resolución de la Junta
Electoral, Fallos, 308:1745 (1986): II-236 (421).
ÍNDICE DE FAU.OS, ACORDADAS Y DIC'I'ÁME!I.'ES CITADOS 565
Unión Cívica Radical lntran igente de la Pcia . de Bs. As. Fallos 257 ·155
(1963): II-229 (383). ' ' .
Un~ón C_fvica Ra~cal. Fallos, 322:1133 (1999): I-453 (808).
Umón C!vtca Radical-J"un ta Reorganizadora acional Fallos 189·155 (1941)·
II-228 (371). ' ' . • .
Unión de Fuerzas Sociales (Junta Electoral acional), Fallos 315:71 (1992)·
I-29 (2), I-227 (268). ' .
Un!ón del Ce.nt~o Democrático, Fallos , 306:2048 (1984): II-236 (419).
Umó74~~~~ovtarta c/Poder Ejecutivo Nacional, Fallos , 323:1665 (2000): I-438
Unión Obrera Metalúrgica c/Nación Argentina, Fallos , 319:371 (1996): I-192
(132), ll-332 (210, 211).
Universidad de Buenos Aires c/Poder Ejecutivo Nacional Fallo s 314·570
(1991): II-240 (436), II-468 (918, 919). ' ' .•
Universidad Naciona l de Córdoba c/Nación Argentina, Fallns, 322:919 (1999):
T-216 (237), I -272 (10), II-469 (924).
Urteaga c/Estado Mayor Conjunto de las FF.AA., Fallos , 321:2767 (1998):
I-425 (678), II-481 (1008), II-484 (1025).

Vaca Narvaja c!Pér ez, Fallos , 220:911 (1951): I-126 (304).


Vaccaro c/Paramio, Fallos, 310:302 (1987): II-327 (193).
Val de Anido c/Chaco Argentino S.A. , Fallos, 289 :197 (1974): II-304, 305 (74).
Valdez c/Cintioni, Fallos , 301:319 (1979): I-320 (250).
Valdcz c/Nación Argen Lina, Fallos , 295:937 (1976): II-424 (653).
Varela c/Alpargatas S .A., Fallos , 291 :499 (1975): I-327 (298).
Varela c/Cía. Nobleza de Tabacos S.A., Fallos, 303:5íl6 (1981): I-453 (808).
VascheLLi c!Dirección General Impositiva, Fallos , 315:222 (1992): Il-303 (66).
Vázquez c/Casabianca, Fallos, 235:662 (1956): I -238 (315), II-294 (26).
Vázquez, Héctor 0. , Fallos, 307 :1018 (1985): I-456 (829).
Vázquez, Norberto José, Fallos , 254:437 (1962): I-276 (36).
Vega c/Consorcio de Propietarios del Edificio Loma Verde, Fallos, 316:3 104
(1993): I-320 (252 , 253).
Vega c/Martíncz, Fallos , 123:82 (1916): I-268 (446) .
Vega, Fabián Alberto , Fallos , 316:2464 (1993): II-477 (972) .
Velasco, Eduardo Ellas, Fallo s, 271:124 (1968): II-163 (56).
Velázquez c/Vallejo Sáenz, Fallos , 255:119 (1963): I-354 (402), II-311 (124).
Venendal S.R.L. elLa Botica de los Sabores S.R.L., Fallos, 307:109 (1985):
II-342, 343 (24!l) .
Venini, Horacio J., Fallos, 286:17 (1973): l-237 (314), I-239 (320), II-294
(25), II-295 (31).
Ventura c/BCRA, Fallos , 294:152 (1976): II-422 (634 a 636).
Verbitsky, Horacio , Fallos , 312:916 (1989): I-289 (99), II-458 (854, 856).
Verrocchi c/A.N.A., Fallos , 322:1726 (1999): J-196 (154), 1-437 (739, 741 a
744), I-440, I-441 (762, 763), II-281, 282 (647).
Vialco S.A . c/Río Negro, Fallos , 292:604 (1975): II-421 (629).
Vianini, José, Fallos, 321:2131 (1998): I-450 (788).
566 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Vicente Montañana e Hijos S.R.L., Fallos, 303:1104: Il-339 (225).


Videla Cuello c:JLa Rioja , Fallos, 313:1638 (1990): I-427 (690).
Videla Cuello (su sucesión) c:JLa Rioja, Fallos, 318:1808 (1995): 1-355 (408).
Videla , Jorge Rafael , Fallos, 306:2101 (1984): II-339 (225).
Video Cable Comunicaciones cllnstituto Nacional de Cinematografía, Fallos,
316:766 (1993): Il-342, 343 (248).
Video Club Dreams cllnstituto Nacional de Cinematografía, Fallos , 318:1154
(1995): 1-196 (151), 1-271 (5), I-320 (257), 1-432 (718, 720), 11-281, 282
(647), 11-470 (941, 942).
Vieytes de Fernández c/Buenos Aires, Fallos , 295:973 (1976): 11-309 (109),
Il-424 (652).
Vila c/Empresa Constructora Red Caminera Argentina, Fallos , 221:728
(1951): 11-303 (66) .
Vilche c/Nación Argentina, Fallos, 304:1891 (1982): 11-243 (455).
Villanueva c!Municipalidad de la Capital, Fallos , 24:248 (1882): 1-277 (37),
I-285 (76, 77).
Viñedos y Bodegas Arizu c/Mendoza, Fallos , 156:20 (1929): Il-380 (380, 381).
Viñuales c/Pcia. de Jujuy, Fallos, 149:187 (1927): 1-240 (324), II-296 (35).
Viola, Carlos J., Fallos, 313:114 (1990): II-189 (196) .
Vitón c!Ugarte, Fallos , 103:53 (1905): I-285 (78).
Volcán Cuareta S.A., Fallos, 261 :36 (1965): 1-266 (443).
Von Brevern, Roman , Fallos , 300:1004 (1978): 11-339 (225).
Von der Heyde c/Banco Central de la República Argentina, Fallos, 315:301
(1992): 1-457 (838).

Watch Tower Bible and Tract Society c/Nación Argentina, Fallos, 299:352
(1977): 1-421 (659).
Weinzettel, Carlos 1., Fallos, 302:1626 (1980): 11-415 (586).
Western Electric Co. Inc. of Argentina c/Corporación Argentina Americana
de Films, Fallos, 193:524 (1942): 1-309 (195 a 198), I-313.

Yema!, Jorge G., Fallos , 321:510 (1998): ll-477 (969).


Yezzi c/Frigorífico Anglo S .A., Fallos, 191:362 (1941): II-339 (225).
Youssefian c!Secretaría de Comunicaciones, Fallos , 323:3083 (2000): 1-313
(220).
YPF c!Pcia . de Corrientes, Fallos, 315:158 (1992): II-292 (16), 11-310 (112)
II-469 (927 a 929). '
Yrur~i:S~mpresa Cia. Argentina de Televisión , Fallos , 30B: 171 (1981): I-457

Zaballa c/Astorga, Fallos, 11:423 (1872): 1-243 (334, 335).


Zamoran~, Carlos M., Fallos, 298:441 (1977): II- 172 (125), II-173 (128).
Z~pata Ttmberlake c/Stehlin, Fallos, 311:2247 (1988): II-343 (250)
Zarat~, J~sé Miguel, Fallos, 247:708, 711 (1960): II-176 (144). .
Zaratlegu1 c/Nación Argentina, Fallos , 311:2580 (1988): 1-351 (395) I-400
(570), ll-135 (571), ll-164 (69). '
ÍNDICE DE FALLOs
' ACORDADAS y DICTÁMENES CITADOS
567
Zeiguer c/Bernat S C.A F l'-
Ziella . . . . ., a ws, 298:55 (1977): I-456 (829)
dSmll"lgho Hnos., Fallos , 209:25 (1947): 11-213 (30li, II-412 (564).

b) Acordadas

Acordada 112000, Fallos 323·128 7 2


Acordada 20/1996 F ll ' · ( 000): I-294 (121 a 123)
3 2
Acordada 4/1984 Fa~o:\ ~~ (~ ( 1996 ): 1-2 92, 293 (114 a Í17).
A d d ' ' 0 · 9 84): I-291 (109)
cor a a 41/1998, Fallos, 321:1536 (1998): I-294 C120)
Acordada 44/1989, Fallos, 312:1513 (1989): II-462 (888i
Acordada 44/1995, Fallos, 318:1772 (1995): I-292 (113) ·
Acordada 6011996, Fallos, 319:2078 (1996): I-293 (119):
Acordada del 2 de abril de 1945, Fallos, 201 :245 (1945): I -291 (107).
Acordada del 7 de marzo de 1968, Fallos , 270:83 (1968): I-291 (108).
Acordada del 7 de junio de 1943, Fallos , 196:5: II-213 (305).
Acordada del 10 de septiembre de 1930, Fallos , 158:290 (1930): I-225 (261),
II-213 (299), II-291 (13), II-298, II-299 (44), II-405 (539).

2. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso


Administrativo Federal
Sala 1
Asociación Benghalensis c/Ministerio de Salud y Acción Social, 5/3/98, ED,
t. 178, p. 779 : 11-74 (279).
Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires dEdesur, 16/3/00, LL ,
t. 2000-C, p. 399: II-62, 63 (231).
Telemetrix S.A. dAGP, 30/5/00, LL , t. 2001-A, p. 368: II-246 (472).
Torello c/INSSJP, 2/2/00, LL , t. 2000-B, p. 274: 11-140 (601).

Sala Il
Gambier dMinisterio de Economía y Obras y Servicios Públicos, 18/6/98 (Cau-
sa 25.841/97): Il-140 (597-598).
Gambier dPoder Ejecutivo Nacional, 19/8/99, LL, t. 1999-E, p. 624: II-140
(599).
Nieva dPEN-Decreto 375/97 , 26/8/97: II-67 (253), II-86 (333).
Terragno dEstado Nacional, 3/6/97 (causa 4737/97), LL , t . 1997-F, p. 564:
ll-85 (329), II-86 (330), Il-141 (605).

Sala Ill
Adelco (Liga del Consumidor) dEstado Nacional-PEN (decreto 92/97), 15/5/98,
ED, diario del 17/7/98: II-74 (276).
Colegio Público de Abogados de la Capital Federal dDirccción Nacional de
Migraciones, 17/4/97 (causa 6128/96): 11-74 (281).
Defensor del Pueblo de la Nación dEstado Nacional (Poder Ejecutivo Na-
cional-Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos), 4/6/96,
LL, t. 1996-C, p . 405: II-68 (259).
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
568
Defensor del Pueblo de la Nación c/Poder Ejecutivo, 14/2/97, LL , t. 1997-C,
p . 836: H-61 (228), Il-66 (24 7). . . .
Defensor del Pueblo de la Nación c/Poder EJecutivo Nac10nal s/amparo,
23/9/97 , Rev. "Régimen de la Administración Pública", nº 230 , p. 132:
Il-61, 62 (228) . 9
Nicali c/Corte Suprema de Justicia de la Nación, 1117/00, causa n 11.654/00:
JT -247 (477).
Schroder c/Estado Nacional-Secretaría de Recursos Naturales, 8/9/94, LL,
t. 1994-E, p. 449: II-137 (587 , 588).

Sala IV
Asociación de Reproductores Argentinos de Cine y Video c/Telefé S .A.,
13/10/92, causa 3745/92: II-73 (269).
Cámara de Armadores de Poteros Argentinos, 9/5/00 (causa nY 41.882/99):
II-74 (277).
Consumidores Libres Coop. Ltda. c/Estado nacional , 17/10/97 , LL, t. 1997-F,
p. 273: 11-73 (273).
Defensor del Puehlo de la Nación c/Ministerio de Obras y Servicios Públicos,
7/3/00, LL, t . 2000-C, p . 162: II-6 8 (258)
Marccr c/Tribunal de Disciplina del CPACF, 13/7/00, causa n9 45.693: II-284
(655).
Siracusa c/Corte Suprema de Justicia de la Nación. 31/5/00, causanº 26.561:
Il-247 (477).
UBA c/Jcfe de Gabinete, 9/5/00, causa n 9 45 .697/99 , LL , t. 2001-B, p. 433:
Il-239 , 340 (434), TT-246 (471).
Viceconte c/Ministerio de Salud y Acción Social , 2/6/98, LL , L. 1998-F, p. 102:
II -139 (595, 596).
Youssefian c/Secretaría de Comunicaciones, 23/6/98, LL, t. 1998-D, p. 712:
II -67 (253), II-73 (274), Il- 138 (589).
Youssefian , Martín c/Secretaría de Comunicaciones, 17/10/97 , LL, t. 1997-F,
p. 270: II-52 (178).

Sala V
Consumidores Libres Coop. Ltda. c/Estado nacional , 20/10/95, LL, t. 1995-E,
p . 470: II-65 (242).
Consumidores Libres Coop. Ltda. c/Poder Ejecutivo Nacional, 9/5/97, Rev.
"Régim en de la Administración Pública", n 9230 , p. 130: Il-61 (228).
Labatón c/Estado nacional , 25/9/96, LL , t. 1998-F, p. 352: II-139 (593).

Sala de feria
Diez, Carlos c!Poder Ejecutivo Nacional, 10/1/01 LL t. 2001-B p 278· I-386
(522 ). • , ' . .

3. Cámara Nacional de Casación Penal


Sala III, Jorge R. López Vega, 1117/00, LL, t. 2001-B , p. 401: I-361 (445) .
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
568
. f 14/2/97 , LL , t. 1997-C,
Defensor de1 P ue bl 0 d e la Nación c!Poder EJcCu IVO,
p . 836: II-61 (228), Il-66 (2~7) . p d r E 'ecu tivo Nacional s/umpa ro ,
Defen so r del Pueblo de la Nación e/ o e J.ó p ' bl'ca" no 230 p . 132:
23/9/97 , Rcv. "Régime n de la AdmmlstracJ n u J • ,
II-61 , 62 (22R). ., a n2 11 654/00:
Niculi dCorte Suprema de Justicia de la NacJOn, 11/7/00, caus .
II-247 (477). L
Schroder cfEstado Nacional-Secretaría de Recursos Naturales, 8/9/94 , L ,
t . 1994-E, p. 449: Il-137 (587, 588).

Sala IV
Asociación de Reproductores Argentinos de Cine y Video c/Telcfé S.A.,
13110/92, causa 3745/92: TT -73 (269).
Cámara de Armadores de Poteros Argentinos, 9/5/00 (causa nº 41.882/99):
II-74 (277).
Consumidores Libres Coop. Ltda. c/Estado nacional, 17/10/97, LL, t . 1997-F,
p. 273: II-73 (273).
Defensor del Pueblo de la Nación c/Ministerio de Obras y Servicios Públicos,
7/3/00, LL , t. 2000-C, p. 162: Il-68 (258)
Marcer d Tribunal de Disciplina del CPACF, 1317/00, causa nQ45.693: II -284
(655).
Siracusa c/Cort.e Suprema de Justicia de la Nación, 3115/00, causa n" 26.561:
II -247 (4 77).
UBA c/J cfe de Gabinete, 9/5/00, causa n° 45.697/99, LL , t. 2001-B, p. 433:
II-239 , 340 (434), II -246 (471).
Viceconte dMinisterio de Salud y Acción Social, 2/6/98, LL , t. 1998-F, p. 102:
II-139 (595, 596).
Youssefian dSecretaría de Comunicaciones, 23/6/98, LL, t . 1998-D , p. 712;
Il-67 (253), ll-73 (274), Il-138 (589).
Youssefian , Martín c/Secretaría de Comunicaciones, 17/10/97, LL , t. 1997-F,
p. 270: II-52 (178).

Sala V
Co nsumidores Libres Coop. Ltda. c/Estado na cional, 20/10/95, LL, t. 1995-E ,
p. 4 70: Il-65 (242).
Conf<umidores Libres Coop. Ltda. d Podl!r Ejecutivo Nacional, 9/5/97, Rev.
"Régimen de la Administración P ública", n 2 230 , p. 130: II-61 (228).
Lahatón dEstado nacional, 25/9/96, LL , t. 1998-F, p. 352: 11-139 (593).
Sala de feria
Diez, Carlos d Poder Ejecutivo Nacional , 10/1101, LL, t. 2001-B, p. 27R: I-386
(522).

3 . Cámara Nacional de Casación Penal


Sala III, Jorge R. López Vega, 11/7/00, LL, l. 2001-B, p. 401: I -361 (445) .
ÍNDICE
DE FALLOS , ACORDADAS y DICTÁMENES CI TADOS
tí69

4. Cá mara Nacional d e Apelaciones


en lo Ciuil
Sala A
~:J.~ ec/1c/M'r~spóortesb22
de Septiembre, 13/10/97: I-439 (757)
ICro mn1 us C1udad d B ·
e uenos Aires, 15112197: I-439 (757).
SalaB
Benav.ent c/Calabr6, 19/5/98, LL , t. 1998-E . 12 . -
Napoh c/Puccian o, 25/ 11/98 LL t 1999 D ' p 3. I 439 (757).
p ' • · - , p . 449· I-439 (757)
avón c/Valenzuela, 7/ 10/98, LL , t. 1999-B, p . 405.: I-439 (757)·.
Sala C
Mac~eras c/Vivas, 9/ 10/97, LL , t. 1998-B, p. 90: I-439 (757).
ValleJos c/De los Constituyentes S.A ., 23/ 2/98, LL , 1998-D, p . 111: J-439 (757).
SalaD
Castillo c!Transportes Automotores Cuyo Ltda., 30/11/98, LL, t . 1999-D p.
242: I-439 (757). '
Stark c/Raffaceillino, 15/9/97, LL, t. 1999-D, p. 737 : I-439 (75 7).

Sala E
Almeida de E s tela c/Empresa Gral . Roca S.A., 9/3/99, LL, t. 1999-F, p. 55 :
I-439 (757).
Heredia c/Da Cruz Henriquez, 22/6/00, ED , t. 188, p. 486 : I-439 (757).

Sala F
Muraca c/Empresa de Trans portes El Puente S .A., 11/9/97, ED , t. 174, p.
535 : 1-439 (757 ).

Sala G
Barrientos c/Peralta, 17/2/00, LL, t . 2000-E, p. 398: 1-439 (75 7).
De Cario c/Varela S.A., 23/ 10/98, LL, t. 1999-C, p . 745 : 1-439 (757).

Sala J
Atrio de la Fuente c/Transporte Río Grande S.A., 25/9/97: 1-439 (757).

Sala. M
Báez dMicroómnibus La Vecinal, 29/10/97: I-439 (757).

5. Cámara Nacional de Apelaciones


en lo Comercial
La Razón S .A ., s/quiebra, fallo plenario, 27/10/94, LL, t . 1994-E, p . 413 : II-292
(18).
Vázquez c/Bilbao, 218/93 , fallo plenario, LL, t. 1993-E, p . 126: II-292 (17).
570 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

6. Juzgados federales
Asociación de Defensa de los Consumidores y Usuarios de la Argentina (ADE-
CUA) c/Poder Ejecutivo Nacional, Juz. Nac. Cont. Adm. Fed. n• 1, 18/3/99,
LL, t. 1999-C, p. 192: II-73 (275), Il-141 (603).
Defensor del Pueblo c/Poder Ejecutivo, Juz. Nac. Cont. Adm. Fed. n° 11, 7/2197,
II-66 (246).
Kattan c/Poder Ejecutivo Nacional, Juz. Nac. Cont. Adm. Fed. n• 2 (firme),
10/5/83, ED, t. 105, p. 245 : II-52 (178), II-135 (568).
Monner Sans c/Poder Ejecutivo Nacional, Juz . Nac. Cont. Adm. Fed. n• 1,
30/10/97, LL, t . 1998-D, p. 219: II-68 (261), Il-138 (590).
Nieva c/PEN-Decreto 375/97, Juz. Nac. Cont. Adm . Fed. n• 10, 8/7/97: l -438
(724), II-86 (332).
Nieva c/PEN-Decreto 842/97, Juz. Na c. Con t. Adm . Fed. n• 5, 24/9/97: II-87
(337).
Tognarelli c!Estado Nacional y Telecom S.A., Juz. Fed. Córdoba n° 1, 13/2/96:
II-61 (227).
Unión Industrial de Córdoba c/Poder Ejecutivo Nacional, Juz. Fed. Córdoba
n• 2, 6/2/97 : II-61 (227).

7. Juzgados Nacionales en lo Civil


Dalbón dGobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Juz. Nac. Civ. n• 54, 2/9/97,
LL, t. 1997-F, p. 291 : II-139 (594).

8. Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad


de Buenos Aires
Aguirre de Luqui dGCBA, Fallos TSJ, 1:352 (1999): I-152 (404).
Anjues dGCBA, Fallos TSJ , 1:141 (1999): l-149 (391).
Argüello dGCBA, Expte. 690/00, 19/4/01 : I-153.
Artes Visuales S.R.L. dGCBA, Fallos TSJ, 1:152 (1999): I-157 (397).
Asesores Empresarios dGCBA, Fallos TSJ, 1:117 (1999): I-149 (388).
Asociación Civil Mirando al Sur del Barrio Samoré c/GCBA, Fallos TSJ
1:271 (1999): I-150 (393). '
Asociación de Telcradiodifusoras Argentinas dGCBA s/amparo, cxpte. 334/00
28/4/00 : I-155 (415, 416), I-161 (430). '

Banque Nationale de París dGCBA, Expte. 380/00 , 16/8/00: I-150 (397)


B~rros dGCBA, Expte 201199, 9/2/00: I-150 (392) .
Bianchi dGCBA, Fallos TSJ, 1:151 (1999): I-151 .(398)
B~anch¡ dGCBA, Fallos TSJ, 1:296 (1999): I-151 (397).
~~11 dGCBA, Fallos TSJ, 1:193 (1999): l-152 (401) .
lance_ dGCBA, Fallos TSJ, 1:73 (1999): l-151 (397)
Bozzm¡ dGCBA , Fallos TSJ, 1:229 (1999): I-150 (39i).
ÍNDICE DE FALLOS , ACORDADAS y mcr·:A.MENES CITADOS 57
Caram c/Corach, Fallos TSJ 1
Caram c/Corach Fall Ts/ 1:269 (1999): 1-152 (403)
Catalán c/GCBA E'< llos TS • 1:281 0999): 1-153 (411) .
Cavallari c/GCBÁ ~ os J , 1=654 0999): 1-152 C404)
Colegio de Gradu~do:p~. A60/9~ SAO, 25/6/99: I-152 (39s).
1 :259 (1999): I-150 e(393)
rqwtactura y U r b BDJsmo
. c/GCBA, F allos TSJ
Consultores Navesur S .A. c!G.CBA, Fallos TSJ, 1:146 (1999): I-149 (388). '

Defensora del Pueblo de la Ciudad de B , .


1:44 (1999): I-149 (390). uenos Aires c!GCBA, Fallos TSJ,
Defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos A. el
1:381 (1999 ): I-150 (394), I-152 (406 a 408) rres . GCBA, Fallos TSJ,
Defensora del Pueblo de la Ciudad d B ·.
1:620 (1999): I-154 (413), 1-160 t428~.enos Aires c/GCBA, Fallos TSJ,

Defenl~~~~ ~~~ 9~~:e~~~ 5~e (~~ 4~.i~~::2 d(~~~~~nos Aires c/GCBA, Fallos TSJ,
Doy c/GCBA, Fallos TSJ, 1:134 (1999): 1-152 (400).
Ducros c/GCBA, Fallos TSJ, 1:519 (1999): 1-152 (404).

Farkas c/GCBA, Fallos TSJ, 1:5 (1999): I-149 (389).


Farkas c/GCBA, Fallos TSJ, 1:148 (1999): 1-151 (397).
Federación Argentina de Box c/GCBA, Fallos TSJ, 1:132 (199~) : I-151 (397)
Federación Argentina de Box c/GCBA, Fallos TSJ, 1:282 (1999 ): I-154 (411!).
1-160 (428). '
Financiera Nadclpa S.A. c/GCBA, Fallos TSJ, 1:235 (1999 ): I-150 (392).
Fiore c/GCBA, Fallos TSJ, 1:691 (1999): I-156 (417).
Fiore c/GCBA, sentencia del 28/4/00 : I-156 (418).
Furci c/GCBA, Fallos TSJ, 1:128 (1999): I-151 (397 ).

Corbato c/GCBA, Fallos TSJ, 1:11 (1999): 1-149 (388).

lráizoz c/GCBA, Fallos TSJ, 1:658 (1999): I-150 (395).

Jaime Bernardo Col\ S.A. c/GCBA, Fallos TSJ , 1:304 (1999): I-151 (397).

Kismer de Olmos c/GCBA, Fallos TSJ, 1:231 (1999): 1-150 (393).

Liga de Amas de Casa Usuarios y Conl':umidores de la República Argentina


c/GCBA (27/9/00), ED, diario del 18/5/01: 1-151 (397 ).
Losa c!GCBA, Fallos TSJ, 1:139 (1999): 1-151 (397), 1-152 (400l, 1-160 (427).

Manuel Tienda León S.A. c!GCBA, Expte . 383/00, 22/6/00: 1-150 (392), 1-151
(397) .
Massalín P ar t iculares c!GCBA, Fallos TSJ, 1:56 (1999): 1-150 (396), 1-156,
157.
CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
572
c!GCBA Fallos TSJ 1:641 (1999 ): I-150 (39~).
Me l0 ' • ' TSJ 1·302 (1999)· 1-151 (B97).
Midl:md Com P-rcial S.A. c!GCBA. Fallos • · ; .
Minis terio Público c/Consejo de la :Magis tratura, Fallos TSJ, 1:307 (1999).
I -153 (409).

Negro c/GCBA, Fallos TSJ, 1:290 (1999): 1-150 (393).


Niella c/GCBA, Fallos TSJ, 1:243 1999): I-150 (392) .

Ortiz Basualdo c/GCBA (y sus aam:mladBtS :iurphy c/GCBA, y López Aleonada


c/GCBA), Fallos TSJ, 1:76 ): 1-151 (398).

Palacio c/GCBA (16/ ~/00), LL, aa¡!lrlla.ento de Derecho Constitucional del


2717/01 : 1-151 (397).
Partido Ju sticialista c/GCBA._ Fi . 1:136 (1999): I-153 (411).
P az c/GCBA , Fallos TSJ, 1:23; 1-150 (393) .
P ér ez Du brez c/GCBA, Fallos 1 U 999l: I-149 (388).
Perrone c/GCDA, Fallos TSJ. l. I- 149 (388).
Piaggi c/GC DA, Expte. 248/00. 1 1-150 (392). I-151 (397).
Pi neda c/GCBA, Fallos TSJ, 1-149 (388).
Podcstá de Raimondi c/GCBA. Fi . 1:708 (1999): l -151 (397).

Ram írez c/GCBA, Fallos TSJ, ): l -152 (405).


Rodríguez c/GCBA, Fallos TSJ_ ): I- 149 (391).
Rolando c/GCBA, Fallos TSJ. t: 1-151 (397).

Sandrini c/GCBA , Fallos TSJ. 1-151 (397).


Sussman de Vcnturini c/GCBA .F. • 1:227 (1999): 1-150 (393 ).

Traballi c/GCBA, Fallos TSJ. 1-151 (397).

Vázquez Ferrciros c/GCBA, F1


Vlaicevich c/GCBA, Fallos TSJ_

Yaryura c/GCBA, Fallos T J. - 1-152 (404).

Zacarías c/GCBA, Fallos T J. ): 1-152 (401) .

Norton c/Municipalidad de Godoy Cruz, SC Mendoza, Sala 1, 18/ 10/96, LL ,


t . 1997-B, p. 92: l-447 { )_

10. Cámara Contencioso Adm in istrativa y Tributaria


de la Ciudad de Buenos Aires
Spisso c/GCBA, Sala 1, 815101, expte. n 2 1: Il-196 (217).
ÍNDICE
DE FALLOS, ACORDADAS y DICTA.\U:NES CITADOS
573

11. Tribunales de la Provincia de Buenns Aires


CCiv. Y Com . Azul , Giacchino c!Freyre 19/2/98 LLBs A s t 1998
I-439 (757). ' ' · ·• · • p. 1231:
C2QCiv. Y Com. La Plata, Maggio c/Línea 18 SRL 30/6/98 LLBs As t 1999
p. 73 : l -439 (757). • . . . .• . •
CCiv. Y Com . Quilmcs, Pereyra c/Scmeniuk, 15/6/99, LLBs.A.~ .• t . 1999, p.
721: I-439 (757 ).

1~ . Colección de Dictámenes de la Procuración


clel Tesoro de la Nación
Dictámenes , 64 :100 (1958): I-260 (417).
Dictámenes, 67:189 (1958): I-260 (417).
Dictámenes, 70:118 (1959): I-260 (417).
Dictámenes , 72:137 (1960): I-260 (417), II-47 (161).
Dictámenes , 7H:1:-l6 (1961): I-260 (417).
Dictámenes , 79:124 (1961): I-260 (417).
Dictámenes , 84:102 (1963): I-261 (422).
Dictámenes, 89:344 (1964): I -261 (423).
Dictám enes, 91 :108 (1964): l-261 (423).
Dictámenes. 87 :241 (1966): JT -47 (161).
Dictámenes , 101:82 (1967): l-261 (425 ).
Dictámenes, 157:214 (198 1): I-261 (425).
Dictámenes, 159:83 (1981): I-261 (424).
Dictámenes , 161:240 (191:!2): 1-261 (425).
Dictámenes , 165:119 (18H3): II-47 (162 ).
Dictámenes , 176:116 (1986): I-261 (423)
Dictámenes, 177 :40 (19H6): ll-47 (162).
Dictámenes , 186:140 (1988): l-261 (425).
Dictámen es , 18R:127 (1989): T-261 (424).
Dictámenes, 189:140 (1989): I-261 (425).
Dictámenes. 190:1 (19R9): I-261 (424).
Dictámen es, 192:144 (1990): T-261 (425).
Dictámenes , 193:56 (1990): II-47 (162).
Dictám enes, 236:25 (2001): l-261 (426).

B) Estados Unidos

l. Corte Suprema

Abbott Laboratories v. Gardner, 387 U.S. 136 (1967): l -297 (128), l -300 (143),
l-378 (491) .
574 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Ableman v. Booth , 62 U.S . (21 Howard) 506 (1858): I-190 (120 ).


Abram¡; v. United States, 250 U.S. 616 (1919): II-387 (437).
Adamo Wrecking v. United States. 434 U.S . 275 (1978): 1-378 (497).
Adamson v. Californi a, 332 U.S. 46, 74/75 (1917): Il-391 (453).
Adarand Constructors, lnc. v. Pena, 515 U .S . 200 (1995): II-440 (738, 739).
Adderley v. Florida, 385 U.S. 39 (1966): Il-398, 399 (515).
Adkins v. Children's Hospital, 261 U .S. 525 (1923): II-382 (388).
Aetna Life lnsurance Co . v. Haworth, 300 U .S. 227 (1937): 1-278 (40 ). I -395
(547).
Agins v. City of Tiburón, 447 U .S. 255 (1980): I-298 (134).
Akron v. Akron Center for Reproductivo Health, 462 U .S. 416 (1983): II-443
(756).
A.L.A. Schechtcr Poultry Corp . V. United s~ates, 295 u .s . 495 (1935): II-393
(469).
Alabama v. Arizona, 291 U.S. 286 (1934): 1-394 (542).
Alden v. Maine, 119 S .Ct. 2240 (1999): II-452 (823).
Allen v. McCurry, 449 U.S. 90 (1980): I-459 (855).
Allen v. Wright, 468 U.S. 737 (1984): II-17 (7}, II-21 (32), II-23 (46).
Allenbcrg Cotton Co. v. P itlman, 414 U.S. 1109 (1973): I-465 (906), I-466
(909) .
Allgeyer v. Louisiana, 165 U .S . 578 (1897): II-382 (392), II-439 (728 ).
Alma Motor v. Timken Co., 329 U .S. 129 (1946): 1-276 (33).
Amchem Products lnc. v. Windsor, 521 U .S . 591 (1997): Il-105 (406).
American Pipe and Construction Co. v. Utah, 414 U .S . 538 (1974): 11-127
(539).
American Surety Co. v. Baldwin , 287 U .S. 156 (1932): l-464 (891).
Apprendi v. New Jersey, 120 S. Ct. 2348 (2000): II-450 (807, 808).
Arizona v. Californ ia, 283 U.S . 423 (1931): I-394 (542).
Arizona v. Fulminante, 499 U.S . 279 (1991): II-442 (753).
Arkansas Educational Television Commission v. Forbes , 523 U .S. 666 (1998):
II-449 (796).
Ashwander v. Tennessee Valley Authority, 297 U .S. 288 (1936): I-100 (201
a 208), I -202 (173), 1-231 (284), I-275 (32).
Association of Data Processing Service Organizations, lnc. v. Cam p, 397 U .S .
150 (1970): Il -16 (4), II-29 (79).
Atlee v. Richardson, 411 U.S. 911 (1973): 11-167 (92).
A. T. & T. Corporation v. lowa Utilities Board , 119 S. Ct. 721 (1999): 1-297
(131).
Attorney General ex re\. Kies v. Lowery, 199 U .S. 233 (1905): II-217 (317).

Babbitt v. United Farro Workers, 442 U.S. 289 (1979): I-396 (556).
Baker en Nixon v. United States, 506 U .S. 224 (1993): II-179 (156).
Baker v. Carr, 369 U .S. 186 (1962): l -223 (256), 1-233 (294), l-234 (301),
II-20 (23). Il-153 (14), Il-164 (73), II-229 (382), II-230 (386), II-231
(390, 391), Il-234 (409), Il-249 (484), 11-251 (495), II-297 (39), Il-395
(489).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 575

Bakery & Pastry Drivers v. Wohl, 315 U.S. 769 {1942): 1-465 (906 ¡
BarbJer v. Connolly, 113 U.S. 27 (1885): II-383 (402). .
Barrows v. Jackson, 346 U.S. 249 (1953): II-27 (70)
Beck v. Washington, 369 U.S. 541 (1962): 1-462 (87G), 1-463 (888).
Ben nett v. Spear, 520 U.S . 154 (1997): 11-17 (11), II-30 (84).
Benton v. Maryland, 395 U.S. 784 (1969): II-394 (479).
Berea College v. Kcntucky, 211 U.S. 45 (1908): I-276 (33).
Block v. H irsh, 256 U.S. 135 (1921 ): I-317 (237), II -383 (397).
Blonder Tongue Laboratories v. University of Illinois Foundation , 402 U.S.
313 (1971): I-467 (920).
Blum v. Yaretsky, 457 U.S. 991 (1982): II -26 (61).
Board of School Commrs . v. J acobs, 420 U.S. 128 (1975): I-304 (170).
Bond v. Floyd, 385 U.S. 116, 128 (1966): II-79 (292J.
Boske v. Comingore, 177 U.S. 459 (1900): II-179 (41).
Botiller v. Dominguez, 130 U.S. 238 {1889): I -123 (283).
Bowe v. Scott, 233 U.S. 658 (1914): I-460 (866).
Bowsher v. Synar, 4 78 U .S. 714 (1986): Il-79 (291).
Boy Scouts of America v. Dale, 120 S. Ct. 2446 (2000): II-446 (772), TI-447
(773).
BoynLon v. Virginia, 364 U.S. 454 (1960) : I-468 (924).
Bragdon v. Abbott, 524 U.S. 624 (1998): II -452 (818 , 819).
Brn.n i!T Airways v. Nebraska Stale Boa rd , 347 U.S. 590 (1954): l -461 (872).
Braunfeld v. Brown, 366 U.S . 599 (1961): ll-26 (66) .
Bruy v. Alexandria Women's Health Clinic, 506 U.S. 266 (1993): ll-440 (740),
11-441 (741).
Brinkerhofl'-F ariss Trust Co. v. Hill, 28 1 U.S. 673 (1930): I-464 (895).
Brown v. Board of Education, 349 U.S. 294 (1955): II-297 (41).
Brown v. Board of Education of Tope k a, 34 7 U .S . 483 (1954): I-59 (79), 1-223
(258), I-235 (304), 11-75 (284), ll-129 (553), II-297 (41), Il-308 (94),
11-395 (488).
Brown v. Commonwealth of Massachusetts, 144 U.S. 573 (1892): I-463 (884).
Brown v. Louisiana, 383 U.S. 131 (1966): II-399 (514).
Brown v. Maryland, 25 U .S. (12 Wheaton) 419 (1827): l-85 (17::l), II-358 (306).
Brown v. Walker, 161 U .S. 591 (1896): II -210 (290).
Buckley v. Valeo, 424 U.S. 1 (1976): I-185 (82).
Burke v. Barnes. 479 U.S. 361 (1987): I -304 (165).
Bush v. Gore, 121 S. Ct. 525 (200 0): I-258 (409), II-291 (11). II-352 (275).

Calder v. Bull , 3 U.S . (3 Dalias) 386 (1798): I-202 (171), 1-216 (240).
Calderon v. Ashmus, 523 U .S. 740 (1998): I-397 (558).
California Ba nkers Association v. Schultz, 416 U.S. 21 (1974): 1-~98 <13 6).
C· fi ld v. United States, 167 U .S. 518 (1897): II-383 (399, 400 ·
am le 620 (1885)· II - 373 (31'\2) .
Campbell v. H olt , 115 U .S . U S 392 Ú998): ll -17 (4), ll-28 (74).
Campbell v. Loulslana, 523 US 296 (1940): Il-394 {474).
Cantwell v. Conned¡cuL, ~10 3U.S. 238 (1902): 1-460 (864).
Capital City Dlary v. Oh!O, 18
576 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Carafas v. La Vallee Fire. 391 U.S. 234 (1968): I-305 (179).


Cardinale v. Louisiana, 394 U.S. 437 (1969): I-459 (853), I-467 (915) .
Carey v. Population Services lnternational , 431 U .S. 678 (1977): ll-396 (500).
Carmell v. Texas. 120 S. Ct. 1626 (2000): II-448 (788 a 790).
Caro! v. Bcckcr, 285 U.S. 380 (1932): I-234 (297).
Carrington v. Rash , 3 O U.S . 89 (1965): IT-233 (401).
Carter v. Carter Coal Co. , 298 U.S. 238 (19::!6): I-100 (201), I-276 (33).
Cary v. Curtís, 44 U.S. 236 (1845): I-190 (114).
Central Union Tel. Co. v. Edwardsville, 269 U.S. 190 (1925): I-460 (858),
I-463 (887).
Chac Chan Ping v. nited States, 130 U.S . 581 (1889): I-123 (284).
Ch apin v. Fyc, 179 U.S. 127 (1900): 1-460 (R67).
CharleslOn Federal Savings & Loan Asso ciation, v. Alderso n, 324 U.S. 182
(194."i): I-461 ( 75). 1-465 (900), I-466 (913).
Chase e Iredcll en Calder v. Bull. 3 U .S. (3 Dallas) 386 (1798 ): T-216 (240).
Chastleton Corporation v. inclair, 264 U.S . 543 (1924): I-31 7 (238).
Cherokee Nat ion v. Sou&.hern Kansas R. Co., 135 U.S. 641 (1890): I-178 (33).
Chesapeake & Ohio R. Co. v. McDonald, 214 U.S. 191 (1909): 1-463 (889).
Chicago & Southem Airlines v. Wa terman S. Corp ., 333 U.S. 103 (1948):
I-57 (73).
Chis holm v. Georgia. 2 .S . (2 Dallas) 419 (1793): 1-73 (127), IJ-358 (299.
300), II-371 (345).
Chubb v. Washington, 293 U.S. 520 (1934): I-460 (867).
Cincinnati P.B.S. - P. Paeket Co. v. Bay, 200 U.S. 179 (1906): I-465 (906).
CIO v. McAdory, 325 U .. 472 (1945): I-463 (889).
City of Boeme v. flores, 521 U.S. 507 (1997): II-452 (822).
City of Chieago v. orales. 119 S. Ct. 1849 (1999): II-446 (771).
City of Cincinnati . Discovery Network, Inc., 507 U.S. 410 (1993): II-449
(794 ).
City of Erie v. Pap . 120 t. Ct. 1382 (2000): I-305 (173), II-449 (797 , 798).
City of Los Angeles v. Lyons, 461 U.S. 95 (19H:i): 11-24 (49, 50).
Cily of Mesqu iLe v. Aladdin' Castle, Inc., 455 U.S. 283 (1982): 1-304 (166).
City of Richmond v. JA. Cro on Co. , 488 U.S. 469 (1989): II-440 (737 , 739).
Civil Aeronautic Board v. American Air Transport, 344 U.S. 4 (1952): II-334,
335 (218).
Clark v. Community for Creative Non-Violence, 468 U.S. 288 (11:184): II-444
(766, 767).
Clarke v. Securities Industries Association, 479 U.S. 750 (1987): II-29 (81).
Clemcnts v. Fashi ng, 457 U.S. 957 (1982) : Il-26 (62).
Clcveland Boa rd of Education v. La Fleur, 414 U.S. 632 (1974 ): II-398 (508).
Clinton v. City of New York, 524 U.S. 417 (1998): II-24 (54, 55).
Coffman v. Breeze Corp., 323 U .S. 316 (1945): II-276 (33).
Cohen v. Cowl es Media Co., 501 U .S. 663 (1991): II-440 (735, 736).
Cohens v. Virginia, 19 U.S. (6 Wheaton) 264 (1821) : I-81 (157), I-82, I-177
(27 a 30), Il-151, 152 (6).
Colegrove v. Barret. 330 U.S. 804 (1947): I-234 (299).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS y DI'C'r:uc¡;:ns CliU.lllQS

Colcgrove v. Green, 328 U.S. 5 49 (1 946 ): 1_234 (


Coleman v. Alabama, 377 U.S. 129 (1964): I-465 (
Co leman v. Mill er, 307 U.S. 4::1 (1939): II-80 (294 ~~ 11-
(222, 223). a
Columbia Heights Realty Co. v. Rud olph, 217 U.S. 547 (191
Cornmercial Trust of New Jersey Co. v. Miller 262 U.S. 51 (
(96). '
Commodily Futures Trading Commission v. Schor, 478 U.S. 833 (19 6 I-
(60). .
Connall y v. General Construction Co., 269 U.S. 385 (1926): II-382 (388).
Cook v. United States. 288 U.S. 102 (1933): I-123 (288).
Coopcr v. Aaron , 358 U.S. 1 (195!:!): 1- 59 (7!:!), 1-223 (258), 11-297 (41).
Cooper v. Feder al Rese rve Bank of Richmond, 467 U.S. 867 (1 984): II-124
(517).
Coppage v. State of Kansas, 236 U.S. 1 (1915): II-381 (386), II-439.
Cox Broadcasting Corp. v. Cohn, 420 U.S. 469 (197/'í): l-464 (862).
Cramp v. Board of Public Instruction, 368 U.S. 278 (1961): I-460 (859).
Crosby v. National Foreign Trade Counci l, 120 S. Ct. 2288 (2000): II-452
(824).
Crowell v. Randell, 36 U.S. (10 Peters) 36H (1836): I-459 (852), 1-462 (876).
Crown, Cork & Sea! Co. v. Parker, 462 U.S. 345 (1983): II-127 (539).
Cruzan v. Direclor, Missouri Depar tment of Health, 497 U.S. 261 (1990):
fl -440 (73~. 734).
Culombe v. Connecticut, 367 U.S. 568 (1961): II-442 (754).
Curri n v. Wallace, 306 U.S. 1 (1939): 1-395 (548).
Curtis Publishing Co. v. Butts, 388 U.S. 130 (1967): II-402 (525).

Dames & Moorc v. Regan, 453 U.S. 654 (1981): I-186 (88), I-188 (100), I-256
(404).
Davis v. Bandemer, 478 U.S . 109 (1986): Il -234 (406).
Davis v. Mann , 377 U .S. 678 (1964): Il-233 (399).
De Jonge v. Oregon, 299 U.S. 353 (19~7): II-394 (472).
Dchs v. United States, 249 U.S . 211 (1919): II-388 (440).
Decatur v. Paulding, 39 U.S. (14 P eters) 497 (1840): II-152 (10).
Department of Commercc v. United States House of RepresentativeR, 525
U.S . 316 (1999): II-23 (45), II-24 (53), Il-83 (317), Il-84 (321 a 3~3).
Dickerson v. United Stntes, 120 S. Ct. 2326 (2000): II-448 (786).
Dillon v. Gloss, 256 U.S. 368 (1921): 11-197 (221).
District of Columbia Court of Appeals v. Feldman, 460 U.S. 462 (1983): 1-467
(915).
Dove v. United Stntes, 423 U.S. 325 (1976): I-304 (164).
Dred Scott v. Sandford, 60 U .S. (19 Howard) 393 (1856): II -291 (9), II-358,
359 (308), II-359 (310).
Duke Power Co. v. Carolina Environmental Study Group Inc., 438 U.S. 56
(1978): II-25 (60).
Duncan v. Kahanamoku, 327 U.S . 304 (1946): 1-47 (40).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS
577
Colegrove v. Green, 328 U.S. 549 (1946): I-234 (298, 300).
Coleman v. Alabama, 377 U.S. 129 (1964): I-465 (902).
Coleman v. Miller, 307 U.S. 43 (1939): II-80 (294 a 296), II-90 (348), II-197
(222, 223).
Columbia Heights Realty Co. v. Rudolph , 217 U.S. 547 (1910): I-467 (919).
Commercial Trust of New Jersey Co. v. Miller, 262 U.S. 51 (1923): II-167
(96).
CommodiLy Futures Trading Commission v. Schor, 478 U.S . 833 (1986): I -282
(60).
Connally v. General ConsLruction Co., 269 U.S. 385 (1926): II-382 (388).
Cook v. United StaLes, 288 U.S. 102 (1933): I-123 (288).
Cooper v. Aaron, 358 U .S . 1 (19fi8): I-59 (78), I-223 (258), II-297 (41).
Cooper v. Federal Reserve Bauk of Richmond , 467 U.S. 867 (1984): II-124
(517).
Coppage v. State of Kansas, 236 U.S. 1 (1915): II-381 (386). II-439.
Cox Broadcasting Corp. v. Cohn, 420 U.S. 469 (1975): I-464 (862).
Cramp v. Board uf Public InsLruction, 368 U.S . 278 (1961) : I-460 (859).
Crosby v. National Foreign Trade Council, 120 S. Ct. 2288 (2000): II-452
(824).
Crowell v. Randell , 36 U .S . (10 PeLP.rs) 368 (1836): I-459 (852), I-462 (876).
Crown, Cork & Seal Co. v. Parker, 462 U.S. 345 (1983): 11-127 (539).
Cruzan v. Director, Missouri Department of H ealth, 497 U .S. 261 (1990):
II -440 (733, 734).
Culombe v. Connecticut, 367 U.S. 568 (1961): II-442 (754).
Currin v. Wallace, 306 U.S. 1 (1939): I-395 (548).
Curtis Publ ishing Co. v. BuLts, 388 U.S. 1::!0 (1967): II-402 (525).

Dnmcs & Moore v. Regan , 453 U.S. 654 (1981): I-186 (88), I-188 (100), I-256
(404).
Davis v. B andemer, 478 U.S. 109 (1986): Il-234 (406).
Davis v. Mann, 377 U.S. 678 (1964): II-233 (399).
De Jonge v. Oregon, 299 U.S. 353 (1937): II-394 (472).
Debs v. United States, 248 U.S. 211 (1919): II-388 (440) . •
. g 39 U ·S · (14 P eten¡) 497 (1840): li-152 (10). ·
D~::calur v P au Id m , "'25
. v U nited States House of Rt:prcsentatJvt:s, u
Depu~~e~tl~f(~;9~~~~;3 Ús), II-24 (53), II-83 (317), II-84 (321 a 323).
Di ckerson v. United SLates, 120 S. Cl. 2326 (2000): II-448 (786).
Dillon v. Gloss, 256 U .S . 36~ (1921): IIF
- 1~~ (221)460 U S 462 (1!'183): I-467
District of Columbia Court of Appcals v. e roan, . .

(915). S 325 (1976)· I-304 (164).


Dove v. United StaLes, 423 U .. . 9 H d.) 393 (1856): II-291 (9), II -358,
Dred Scott v. Sandford, 60 U.S. (1, owar
359 (308), II-359 (310). . tal Study Group Inc., 4:18 U.S. 56
Duke Power Co. v. Carohna Env¡ronrnen
(1978): 11-25 (60). 327 U S 301 (1946): I -47 (40).
Dun can v. Kahanamoku, · ·
578 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Duncan v. Louisiana, 391 U.S. 145 (1968): Il-394 (483).


Dunn v. Blumstein, 405 U.S. 330 (1972): l-306 (182), Il-131 (560).
Dureley v. Mayo, 351 U.S. 277 (1956): I-461 (874).

Eakin v. Raub , 12 Sergeant & Rawle 330 (1825): 1-201 (166) .


Eddings v. Oklahoma, 455 U .S. 104 (1982): 1-460 (863), 1-464 (894).
Edelman v. California, 344 U.S. 357 (1953): 1-463 (886) .
Edgar A. Leavy Leasing Co. v. Siegel, 258 U.S. 242 (1922): II-383 (401).
Edmonson v. Lesville Concret Co., 500 U.S. 614 (1991): Il-28 (72).
Eisen v. Carlisle & Jaquelin, 417 U.S. 156 (1954): Il-116 (464), II-117 (470).
Eisenstadt v. Baird, 405 U.S. 438 (1972): II-27 (67), II-398 (509).
Ellis v. Dixon, 349 U.S. 458 (1955): I-461 (873).
Employment Division Oregon Dept. of Human Resources v. Smith, 494 U.S.
872 (1990): II-442 (750).
Equitable Lifc Assurance Society v. Brown 187 U.S. 308 (1902): I-459 (856).
Erie R. Co . v. Purdy, 185 U.S. 148 (1902): 1-462 (882).
Evangelical Lutheran Church of Glendale v. County of Los Angeles, 482 U.S.
304 (1987): II-438 (725).
Evans v. Gore, 253 U .S. 245 (1920): I-293 (118).
Everson v. Board of Education, 330 U.S. 1 (1947): II-394 (475).
Ex parte Curtís, 106 U .S. 371 (1883): I-178 (34), I-179 (41).
Ex parte Endo, 323 U.S . 283 (1944): l-256 (403).
Ex parte Garland , 71 U.S . (4 Wallace), 333 (1866): 11-210 (288).
Ex parte Grossman, 267 U.S. 87 (1925): II-210 (288).
Ex parte Milligan, 71 U.S. (4 Wallace) 2 (1866): I-47 (39), Il-176, 177 (146).
Ex parte Siebold, 100 U.S. 371 (1879): I-179 (36).
Ex parte Yarbroug, 110 U.S. 651 (1884): 1-179 (36).

Fairfax's Devisee v. Hunter's Lessee, 11 U.S. (7 Cranch) 603 (1813): 1-82


(159).
Far East Conference v. United States, 342 U.S. 570 (1952): 1-302 (153, 154).
Faragher v. City of Boca Raton, 524 U.S. 775 (1998): II-452 (8 16).
Farrar v. Churchill, 135 U.S. 609 (1890): 1-467 (919).
Federal Elcction Commission v. Akins, 524 U .S. 11 (1998): II-23 (42), II-24
(53).
Ferguson v. City of Charleston, 121 S. Cl. 1281 (2001): II-447 (775, 776,
778) .
Ferguson v. Georgia , 365 U .S. 570 (1961): I-462 (882).
Ferguson v. Skrupa, 372 U.S. 726 (1963): 11-391 (456).
Fidelity National Bank & Trust Co. v. Swope, 274 U .S. 123 (1927): I-394
(543).
Field v. Clark, 143 U .S. 649 (1892): 11-199 (237).
First National Bank of Boston v. Bellotti , 435 U.S. 765 (1978): l -306 (182).
Flast v.. Cohen, 392 U.S . 83 (1968): 1-278 (44), l-305 (176), II-17 (8), 11-20 (20).
Flemmmg v. Nestor, 363 U.S. 603 (1960): I-202 (176), I-216 (241).
Fletcher v. Peck, 10 U.S. (6 Cranch) 87 (1810): 1-81 (155), 1-273 (20).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 579

Fon Yue Ting v. United States, 149 U.S. 648 (1893): 1-123 (285).
Forbes v. State Council of Virginia, 216 U.S. 396 (1910): 1464 { 1)_
Forsyth v. Hammond , 166 U.S . 506 (1897): 11-217 (315).
Foster v. Neilson , 27 U.S. 253 (1829): I-186 (85), I-187 (92), ll-152 ( ).
Franks v. Bowman Transportation Co ., Inc., 424 U.S. 747 (1976): I-305 {lt
Franks v. Delaware, 438 U.S. 154 (1978): I-464, 465 (899).
Freeman v. Howe, 65 U.S . (24 Howard) 450 (1860): I-193 (138).
Frothingham v. Mcllon, 262 U.S. 447 (1923): II-19 (18), II-20.
Fullert.on v. Texas, 196 U.S. 192, 194 (1905): I-466 (913)

Gardner v. Toilet Goods Association, 387 U.S. 167 (1967): I-378 (492).
Garrity v. New Jersey, 385 U.S. 493 (1967): I-460 (861).
Gelpcke v. Dubuque , 68 U.S. 175 (1864): II-381 (384).
General Telephone Co. of the Southwest v. Falcon, 457 U.S. 147 (1982): II-102
(384).
Georgia v. McCollum , 505 U .S . 42 (1992): II-28 (73).
Gerstein v. Pugh, 420 U.S. 103 (197!í): I-306 (185).
Gertz v. Rohcrt Welch, Inc., 418 U.S. 323 (1974): II-402 (527).
Gihbons v. Ogden, 22 U.S. (9 Wheaton) 1 (1824): I-83 (167), I-84 (170, 172),
II-160 (38 a 40), 11-358 (305).
Gibbs v. Burke, 337 U.S. 773 (1949): 1-461 (874).
Gideon v. Wainwright, 372 U.S. 335 (1963): II-394 (480) .
Gitlow v. Unit.ed States, 268 U.S. 652 (1925): 1-231 (283).
Goldwater v. Carter, 444 U.S. 996 (1979): 11-80 (298), Il-90 (349), 11-165
(78, 79).
Gompers v. United States, 2::!::! U.S. 604 (1914): I-229, 230 (271).
GranL Bros. v. United States, 232 U .S. 647 (1914): I-467 (919).
Gray v. Sander~. 372 U.S. 368 (1963): II-233 (394).
Great Lakes Dredge & Dock Co. v. Huffman , 319 U.S. 293 (1943): 1-396
(549).
Griswold v. Connecticut, 381 U.S. 479 (1965): 11-396 (500).

Haguc v. CIO, 307 U.S. 496 (1939): Il-394 (473).


Hall v. Beals, 396 U.S. 45 (1969): l -304 (167),
Hansberry v. Lee, 311 U.S. 32 (1940): II-124 (517).
Hanso n v. Denckla, 357 U.S. 235 (1958): l -464 (891).
Harding v. lllinois, 196 U.S. 78 (1904): l-460 (864).
Harl in v. Missouri, 439 U.S. 459 (1979): I-465 (902).
Harper v. Virginia Board of ElecLions, 383 U.S. 663 (1966): 11-233 (399).
Harris v. Forklift Systems, lnc., 510 U.S. 17 (1993): II-445 (768).
Harris v. McRae, 448 U .S. 297 (1980): II;!!3 J7i5~90 (1919): I-463 (887).
Hartford Life lnsurance_ Co . v. ~~;o~,67 U S. 2.29 (1984}: 11-438 (722) .
Hawuii I;lousing Authonty ~~~) 409 (179Z): ·1-73 (126), l-281 (53).
Hayburns c.ase,f2Cl!·S: (2 t ' 177 U S 170 (1900): l -466 (913}.
H nkel v Clty o lllctnna 1, · · )
e .. . 324 U S 117 128 (1945): I-465 (906 .
Herb v. Pttcrurn, · · '
580 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Herndon v. Georgia, 295 U .S . 441 (1935): l-460 (864), l-464 (891).


Hiawassee River Power Co. v. Carolina-Tennessee Power Co., 252 U.S. 341
(1920): 1-464 (896).
Highland Fanns Dairy v. Agnew, 300 U.S. 608 (1937): Il-218 (324).
Hilton v. South Carolina Public Railways Commission , 502 U.S. 202 (1991):
I-369 (467).
Hill v. California, 401 U.S. 797, 805 (1971): 1-462 (879).
Hill v. Colorado, 120 S. Ct. 2480 (2000): II-450 (806).
Hillsborough v. Cromwell, 326 U.S. 620 (1946): 1-395 (548).
Hirabayashi v. United States, 320 U.S. 81 (1943): 1-256 (403).
Hite v. Fairfax (1796): 1-81 (153).
Hoffman La-Roche v. Sperling, 493 U.S. 165 (1989): 11-117 (469).
Hoke v. United States, 227 U.S. 308 (1913): 1-178 (34).
Holiday v. Johnson, 313 U.S. 342 (1941): l-461 (874) .
Hollingsworth v. Virginia, 3 U.S. (3 Dallas) 378 (1798): II-197 (219)
Home Building & Loan Association v. Blaisdell, 290 U.S. 398 (1934): l-230
(272), 1-244 (348), II-353 (283), 11-389 (445), 11-393.
Honeyman v. Hanan, 300 U .S . 14 (1937): I-466 (907 , 911).
Honig v. Doe, 484 U .S. 305, 339 (1988): 1-305 (176, 178).
Honig v. Students of Lhe California School for the Blind, 471 U .S. 148 (1985):
1-304 (171).
Hooper v. People of the State of California, 155 U .S. 648 (1895): l-178 (34).
Hulbert v. City of Chicago , 202 U.S . 275 (1906): 1-463 (885).
Humphrey's Executor v. United States, 295 U.S. 602 (1935): l-185 (82).
Hunt v. Washington State Apple Advertising Commission, 432 U .S. 333
(1977): 11-75 (285), 11-78.
Hurn v. Oursler, 289 U .S. 238 (1933): l-194 (43).
Hustler Magazine v. Falwell, 485 U .S. 46 (1988): II-402 (528).

Ibañez v. Florida Board of Accountancy, 512 U .S. 136 (19fl4)· II-449 (704).
Idahn v . Cocur d'Aleut: Trlbe, 521 U.S. 261 (1997): ll-452 (823).
Illinois Central R. Co. v. Kentucky, 218 U .S. 551 (1910): I-465 (901).
lllinois v. Gates, 462 U .S. 213 (1983): 1-459 (854), 1-468 (924).
In re Baiz, 135 U .S. 403 (1890): 11-165 (80).
In re Debs, 158 U.S. 564 (1895): l-184 (78, 79).
In re Nt:agle, 135 U.S. 1 (1890): I-184 (76, 77).
In re Oliver, ::!33 U.S. 257 (1948): Il-394 (482).
In re Quarles , 158 U .S . 532 (1895): 1-178 (31).
lnLernational Stcel & Iron Co. v. National SureLy Co. , 297 U .S . 657 (1961):
1-466 (908).
International Union , United Automobile Workers v. Brock, 477 U.S. 274
(1986): Il-75, 76 (286).
lnterstate CornmerctJ Commission v. Brimson, 154 U.S. 447 (1894): l-178 (31).

James Everard Breweries v. Day, 265 U.S. 545 (1924): 1-178 (32).
Jay Burns Baking Corp. v. Bryan, 264 U.S. 105 (1928): ll-382 (::191).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DicrJ.MD

,Jenkins v. Georgia, 418 U .S. 153 (1974): 1-464 (899).


John v. Paullin, 231 U .S. 583 (1913): 1-463 (889).
Johnson v. Browne, 205 U.S. 309 (1907): l -123 (287).
Jones v. United States , 137 U.S . 202 (1890): II-152 (7).
Juilliard v. Greenman, 110 U.S. 421 (1884): I-178 (32).

Kansas v. Colorado, 206 U.S. 46 (1907): I-179 (41), I-190 (122).


Katzinger Co. v. Chicago Metallic Mfg. Co., 329 U.S. 394 (1947): I-395 (548).
Keogh v. Ncely, 284 U.S. 583 (1931): 1-233 (296).
Kiernan v. City of Portland, 223 U.S. 151 (1912): II-217 (3 19).
Kimel v. Fl orida Board of Regents, 120 S.Ct. 631 (2000): 11-452 (823).
Kline v. Burke Construction Co. , 260 U.S. 226 (1922): I-190 (114, 118).
Klopfer v. North Carolina, 386 U .S. 213 (1967): II-394 (481).
Knox v. Lee , 79 U.S. (12 Wallace) 457 (1871): I-178 (31 , 35).
Koenig v. Flynn, 285 U.S. 355 (1932): I-234 (297).
Kramer v. Union Free School District, 395 U.S. 89 (1969): II-233 (402).
Krcmens v. Bartlcy, 431 U.S. 119 (1977): l -304 (165).
Krippendorf v. Hyde, 110 U.S. 276 (18H4 ): 1-194 (139).
Ku~p er v. Pontikcs, 414 U.S. 51 (1973): TI-234 (405).

Laird v. Tatum, 408 U .S. 1 (1972): II-20 (25, 27).


Lane v. Williams, 455 U.S. 624 (1982): 1-304 (163).
Lanza v. New York, 370 U .S. U.S. 139 (1962): I-465 (906).
Lee v. Weisman , 505 U.S . 577 (1992): II-442 (751).
Legal Services Corporation v. Velazquez, 121 S.Ct. 1043 (2001): II-45 1 (810,
811).
Lemon v. Kurtzman, 403 U .S. 602 (1971): 11-441 (749).
Lesser v. Garnett, 258 U.S. 130 (1922): ll-197 (220) .
Lewis v. Continental Bank Corp., 494 U.S. 472 (1990): I-282 (58).
Li Sing v. United States, 180 U.S. 486 (1901): I- 179 (40).
Lincoln Federal Labor Union v. Northwestern !ron Metal Co. , 335 U.S. 525
(1949): I-202 (174 , 175), II-391 (455), Il-439 (728).
Liner v. ,Jafco, Inc., 375 U .S. 301, 306 n.3 (1964): I-305 (174).
Liquormat, Inc. v. Rhodc lRland, 517 U .S. 484 (1996): Il-449 (7911) .
Lisenha v. People of the State of Cali fornia, 314 U.S. 219 (1941): I-466 (913) .
Loan Association v. 'l'opeka , 87 U .S. (20 Wallace) 655 (1874): II-381 (383, 384).
Lochner v. New York, 198 U .S. 45 (190fi): l-231 (281), II-353 (280), II-354,
II-378 (369 a 371), 11-439 .
Loftus v. Illinois, 334 U .S. R04 ( 1!:!48): l -466 (910).
Logan v. United States, 144 U.S. 263 (1892): I-178 (32) .
Lubin v. Panish. 415 U.S . 709 (1974): ll-234 (404).
Lucas v. Forty Fourth Gen . Assembly, 377 U.S. 713 (1964): 11-233 (397).
Lujan v. Defenders of Wild Life, 504 U .S. 555 (1992): II-17 (11), Il-22 (37),
Il-24 (52). '
Luthcr v. Borden , 4R U.S. (7 Howard) 1 (1849): l-94 (191) , Il-153 (l::l , 16),
Il-157, 158 (35), II-214, 215 .
582 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Lynumn v. Illinois, 368 U.S. 908 (1961): I-465 (906), I-466 (909).

Macaulcy v. Watcrman S.S. Corp. , 327 U.S. 540 (1916): 1-396 (549).
Maher v. Roe, 432 U.S . 464 (1977): Il-443 (755).
Malloy v. Hogan , 378 U.S. 1 (1964): II-394 (478).
Manhattan Life lns. Co. v. Cohen, 234 , U.S . 123 (1914): 1-464 (899).
Mapp v. Ohio, 367 U .S. 643 (1961): 11-394 (477).
Marbury v. Madison, 5 U.S. (1 Cranch) 137 (1803): I-58 (75), I-63 (93), I-7Z
(120), I-73, I-74 (133), I-76 (136), I-77 (140), I-81, I-87 (179), I-88 a
91 (183), 1-136 (334), 1-195 (144, 145, 149), I-200, I-204, I-222 (255),
I-223 (258), I-326 (278), I-338, l-365 (458), Il-151 (6), II-250 (494), II-297
(38 , 41), ll-306 (80).
Marcus Brown Holding Co. v. Feldman, 256 U.S. 170 (1921): li-383 (401).
Marshall v. Dye, 231 U.S. 250 (1913): II-217 (320).
Marston v. Lcwis, 410 U.S . 679 (1973): II-403 (534).
Martin v. Hunter's Lessee, 14 U.S. (1 Wheaton) 304 (1816): I-81 (156), I-83,
l-190 (121), II-358 (302).
Martin v. Mott, 25 U.S. (12 Wheaton) 19 (1827): II-152 (9).
Maryland Casualty Co. v. Pacific Coa! & Oil Co., 312 U.S. 270 (1941): I-395
(548).
Maryland Co=. for Faire Rep. v. Tawes, 377 U.S. 656 (1964): II-233 (398).
Massachusetts v. Laird, 400 U.S. 886 (1970): II-167 (89).
Masson v. Ncw Yorker Magazine, Inc., 501 U.S. 496 (1991): Il-402 (529).
Matsushita Electric Ind. Co. v. Epstein, 516 U.S. 367 (1996): Il-126 (533).
McArthur v. Clifford, 393 U.S. 1002 (1968): II-166 (86).
McCulloch v. Maryland, 17 U.S. (4 Wheaton) 316 (1819): I-83 (165), I-121
(305), I-175 (22), I-176 (25), I-197, II-358 (304).
McGoldrick v. Compagnie Générale Transatlantique, 309 U.S. 430,434 (1940):
I-467 (915).
McGowan v. Maryland, 366 U.S . 420 (1961): Il-26 (65).
McCrAin v . Daugheriy, 273 U.S. 135 (1927): I-179 (37).
Menominee Tribe of Indians v. United States, 391 U.S. 404 (1968): I-124
(290).
Mercoid Corp. v. Minneapolis-Honeywell Regulator Co. , 320 U.S. 680 (1944):
l-395 (548).
Meyer v. Nebraska, 262 U.S. 390 (1923): II-396 (496).
Michel v. Louisiana, 350 U.S. 91 (1955): I-460 (858).
Miles v. Gra.ham, 268 U.S. 501 (1925): 1-293 (118).
Miller v. Albright, fi23 U.S . 420 (1998): II-28 (75, 76).
Miller v. Cornwall R. Co. , 168 U.S. 131 (1897): I-460 (860).
Milis v. Green, 159 U.S. 651 (1895): I-305 (175).
Minnesota v. Carter, 525 U.S. 83 (1998): II-447 (774).
M~nor v. Happersett, 88 U.S. (21 Wallace) 162 (1875): II-217 (314).
M1randa v. Ari zona, 384 U.S 436 (1966): II-448 (787).
Missouri v. Holland , 252 U.S. 416 (1920): I-179 (41), I-231 (282).
Missouri v. Illinois, 180 U.S. 208 (1901): 11-46 (148).
ÍNDI CE DE FALLOS, ACOiillADAS Y DICfÁMENES CITADOS 583

Mistrctta v. United States, 488 U.S. 361 (1989): l-283 (65), 1-387, 388 (523).
Mitchell v. Helms, 120 S. Ct. 2530 (2000): Il-450 (800, 801).
Moore v. City of East Cleveland, 431 U.S. 494 (1977 ): II-397 (505 .
Moore v. New York Cotton Exchange, 270 U .S. 593 (1926): I-194 (142).
Moore v. Ogilvie, 394 U .S. 814 (1969): I-306 (182).
Mora v. McNarn a ra, 389 U.S. 934 (1967): II-166 (85).
Morey v. Doud, 354 U.S. 457 (1957): II-402 (530).
Morrison v. Olson, 487 U.S. 654 (1988): T-185 (82) , 1-282 (61).
Mountain Timber Co. v. Washingto n, 24::! U.S . 219 (191 7): Jl -218 (322).
Mugler v. Kansas, 123 U.S. 623 (1887): I-178 (34), II-384 (404).
Mullane v. Central Hanover Bank & Trus t Co., 339 U.S. 306 (1950): Il-116
(461), ll -117 (472) , II-126 (527).
Muller v. Oregon , 208 U.S. 412 (1908): ll-382 (395).
Munn v. Illinois, 94 U.S. 113 (1877): II-382 (393 , 394).
Murdock v. City of Menphis, 88 U.S. (20 Wallace) 590 (18 75): l-467 (919) .
Muskrat v. United States, 219 U .S. 346 (1911): I-282 (57).
Myers v. Bethl chcm Shipbuilding Corp. , 303 U .S. 41 (1938): l-301 (146, 147).
Myers v. United States , 272 U.S. 52 (1926): I-185 (80 , 81).

NAACP v. Alabama, 357 U.S. 449 (1958): 11-131 (558).


Nashville, Chattanooga & St. Louis Railway v. Wallace, 288 U.S. 249 (1933):
I-394, 395 (546).
National Mut. Ins. Co . v. Tidewater Transfer Co., 337 U.S. 582 (1949): I-282
(59).
Nehhia v . New York, 291 U.S. 502 (19:34): II -353 (284), 11-389 (446). II -893 .
Ncbraska Press Al;sociation v. Stuart, 427 U.S. 539 (1976): I-305 (176).
Necly v. Henkel , 180 U.S. 109 (Hl01): I-179 (38).
New Orleans v. Dukes, 427 U.S. 297 (1976): II-402 (530).
New York ex rel. Bryant v. Zimmerman, 278 U.S. 63 (1928): I-460 (863).
New York Statc Club Association v. City of Ncw York, 487 U .S. 1 (1988):
II -76 (287).
New York Ti mes v. Sullivan, 376 U.S. 254 (1964): II-402 (523 , 524), II-478,
479 (98ó).
Ncw York Times v. United Staies, 403 U.S. 713 (1971 ): I-186 (87) .
Nickcl v. Cole, 256 U.S. 222 (1921): I-463 (890).
Nis himura Ekiu v. Uniied States, 142 U.S. 651 (1892): I-179 (40).
Nixon v. United States, 506 U.S. 224 (1993): II-179 (156 a 159), II-249 (485).
Noble State Bank v. Haskell, 219 U.S. 104 (1911): I-274 (21) , II-383 (396) .
Nollan v. California Coasta l Commission, 483 U.S. 825 (1987): II -438 (726,
727).
Norman v. Reed, 502 U.S. 279 (1 992): l -306 (182).
North Carolina v. Rice, 404 U.S. 244 (1971): Il-441 (742) .
Northea stero Florida Chapter of the Associated General Contractors of Ame-
rica v. City of J acksonvi\le, 508 U .S. 656 ( 1993): l -304 (168), II-22
(38, 39) .
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS y DICl

Mistretta v. United Sta tes, 488 U.S. 361 (1989): I-283 (65), I
Mitchell v. Helms, 120 S. Ct. 2530 (2000): II-450 (800, 1)_
Moore v. City of East Cleveland, 431 U.S. 494 (1977): ll-397
Moore v. New York Cotton Exchange, 270 U.S. 593 (1926): I-194
Moore v. Ogilvie, 394 U.S. 814 (1969): I-306 (182).
Mora v. McNamara, 389 U.S. 934 (1967): IT-166 (85).
Morey v. Doud, 354 U.S. 457 (1957): II-402 (530).
Morrison v. Olson , 487 U.S . 654 (1988): I-185 (82), I-282 (6 1).
Mountain Timber Co. v. Washington, 243 U.S. 219 (1917): II-218 (322)_
Mugler v. Ka nsas, 123 U .S. 623 (1887): 1-178 (34), II-384 (404).
Mullanc v. Central Hanover Bank & Trust Co., 339 U.S. 306 (1950): Il-116
(461), II-117 (472), II-126 (527).
Mullcr v. Oregon, 208 U.S. 112 (1908): II-382 (395).
Munn v. Illinois, 94 U.S. 113 (1877): II-382 (393, 394).
Murdock v. City of Menphis, 88 U.S. (20 Wallace) 590 (1875): I-467 (919).
Muskrat v. United States, 219 U.S. 346 (1911): I-282 (57).
Myers v. Bethlehem Shipbuilding Corp., 303 U.S. 41 (1938): I-301 (146, 147).
Myers v. Uniled States, 272 U.S. 52 (1926): 1-185 (80 , 81) .

NAACP v. Alabama, 357 U.S. 449 (1958): II-131 (5fi8).


Nashville, Chattanooga & St. Louis Railway v. Wallace, 288 U .S. 249 (1933):
I-394, 395 (546 ).
National Mu t. lns. Co. v. Tidcwater Transfer Co., 337 U.S. 582 (1949): I -282
(59).
Ncbbia v. New York, 291 U.S. 502 (1934): Il-353 (284), II-389 (446), Il-393.
Nebraska Press Associaliun v. Stuart, 427 U.S. 539 (1976): I-305 (176).
Neely v. Henkel, 180 U.S. 109 (1901): I-179 (38) .
New Orleans v. Dukcs , 4:.!7 U .S. 297 (1976): TJ-402 (530).
New York ex rel. Bryant v. Zimmerman, 278 U.S. 63 (19::!8): I-460 (863).
New York Stalc Club Associa lion v. City of Ncw York, 487 U.S. 1 (1988):
II-76 (287).
New York Times v. Sullivan, 376 U.S. 254 (1964): II-402 (523 , 524), II-478,
479 (985).
New York Times v. Uniied Slalcs, 403 U.S. 713 (1971): I-186 (87 ).
Nickel v. Cole, 256 U.S. 222 (1921): I-463 (890).
Nishimura Ekiu v. United Siaies, 142 U.S. 651 (1892): I-179 (40 ).
Nixon v. Uniied Siatcs, 506 U .S. 224 (1993): II-179 (156 a 159), II-249 (485).
Noble State Bank v. Haskcll, 219 U .S. 104 (1911): l-274 (21), II-383 (396).
Nollan v. California Coastal Commission , 483 U.S. 825 (1987 ): II-438 (726,
727).
Norman v. Recd, 502 U.S. 279 (1992): I-306 (182) .
North Carolina v. Rice, 404 U.S. 244 (1971): II-441 (742).
Northeastern Florida Chapter of lhe Associatcd General Conlractors of Ame-
rica v. City of Jacksonville , 508 U.S. 656 (1993) : I-304 (168 ), ll-22
(38, 39).
584 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Northern Sccurities v. United States, 193 U .S . 197 (1904): l -178 (32), l-255
(398).
Norton v Shelby County, 118 U .S. 425 (1886): l-345 (368).

O'Malley v. Woodrough, 307 U .S. 277 (1932): I-293 (118).


Ocala Star Banner Co. v. Damron, 401 U.S. 295 (1971): l -464 (899).
Oetjen v. Central Leather Co. 246 U.S. 297 (1918): II-152 (7), Il-164 (71, 72).
Ohio Forestry Association , 1n c. v. Sierra Club, 52<1 U.S. 726 (1998): I -299
(140).
Ohio v. Reíner, 121 S. Ct. 1252 (2001): II-447 (780, 781).
Ohlcr v. Unitcd States, 120 S . Gt. 1851 (2000): II-448 (784, 785).
Old Colony Trust Co. v. Commissioner of Interna! Reve nue , 279 U.S. 716
(1929): 1-394 (544).
Olsen v. Nebraska, 313 U.S. 236 (1941): II-391 (454).
Oncale v. Sundowner Offshoer Services, ñ23 U.S. 75 (1998): li-452 (817).
Oppenheim er Fund. Inc. , v. Sanders, 437 U.S. 340 (1978): II-117 (467).
Oregon v. Kcnnedy, 456 U.S. 667 (1982): I-465 (904).
Oregon v. Mitchell, 400 U.S. 112 (1970): Il-46 (149).
Orr v. Orr, 440 U.S. 268, 274/275 (1979): I-462 (880), l-465 (899).
Osborn v. Bank of the United States, 22 U.S. (9 Wheaton) 738 (1824): I-1 93
(137).
Osborne v. Clark, 204 U.S. 565 (1907): I-465 (903).
Owen Equipment & Erection Co. v. Kroger, 437 U.S. 36.'5 (1978): l -190 (119).
Owings v. Norwood's Lessee, 10 U.S. (5 Cranch) 344 (1809): l-462 (877).
Oxley Stave Co. v. Butler County, 166 U.S. 648 (Hl97): l-460 (865).

Pacific Gas and Electric Co. v. Stale Energy Resources Conservation & De-
velopment Commission, 461 U.S. 190 (1983): 1-297 (129).
Pacific Statcs Telephone & Telegraph Co. v. Oregon, 223 U.S. 118 (l!H2):
II-217 (318).
Palmer Oil Corp. v. Amerada Corp., 34:! U.S. 390 (1952): l-459 (857).
Panama Refining Co. v. Ryan, 293 U.S. 388 (1935): II-393 (468).
Parham v. J .R. , 442 U .S. 584 (1979): II-397 (506).
Parker v. Illinois, 333 U.S. 571 (1948): l -460 (858), l-463 (889).
Pattcrson v. McLean Credit Union, 491 U.S. 164 (1989): II-441 (744).
Payne v. Tennessee, 501 U.S. 808 (1991): I-369 (467).
Payton v. ew York, 445 U.S. 573 (1980): I-465 (899).
Pearcy v. Stranaham, 205 U.S. 257 (1907): II-166 (8 1, 82).
Peck v. Find, 266 U.S. 631: I-317 (238).
Pennel v. City of San José, 485 U.S. 1 (1988): I-298 (133).
Pennsylvania Board of Probation and Parole v. Scott, 524 U.S. 357 (1998):
II-448 (783).
Pennsylvania Department of Corrections v. Yeskey, 524 U.S. 206 (1998): IT-
452 (820).
Pennsylvania R. Co. v. Illinois Brick Co., 297 U.S. 447 (1936): I-460 (858).
Pennsylvania v, Mimms, 434 U.S. 106 (1977): I-305 (179).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 585

P enry v. Lynaugh, 492 U.S. 392 (1989): II-440 (731).


P erkins v. Elg, 307 U.S. 325 (1939): l -395 (548).
Phillips Petrolcum Co. v. Shutts, 472 U.S. 797 (1985): II-125 (525).
Phillips v. Washington Legal Foundation, 524 U.S. 156 (1998): Il-453 (828).
Piedmont & Norlhern Railway Co. v. Uniterl States, 280 U.S. 469 (1930):
l -394 (542).
Pierce v. Society of Sisters of the Holy Names of Jesus and Mary, 268 U.S.
510 (1925): II-27 (68, 69), Il-396 (497).
Pierce v. United States, 252 U.S. 239 (1920): II-388 (442).
Pigeon River Improvement, Slide & Boom Co. v. Charles W. Cox, Ltd. , 291
U.S. 138 (1934): I-124 (290).
Planned P arenthood v. Cascy, 505 U.S. 833 (1992): II-451 (812 , 813).
Planned P arenthood of Central Missouri v. Danforth, 428 U.S. 52 (1976):
Il-443 (755).
Plessy v. FerguRon , 163 U.S. 537 (1896): l -59 (80), l -235 (305), II-75 (284),
Il-307 (93), Il-395 (490).
Poe v. Ullrnan , 367 U.S. 497 (1961): l-396 (555), Il-395 (493, 494) .
Pointer v. Texas, 380 U.S. 400 (1965): ll-394 (484).
Pollard v. Unitcd Stateo, 352 U.S. 354 (1957): l-461 (874).
Pollock v. Farmer's Loan & Trust Co., 157 U.S. 429 (1895): l -100 (201).
Powell v. McCormack, 395 U.S. 486 (1969): I-22::1 (256), II-79 (292), II-88,
Tl-204 (257 , 25!:!), II-205 (259), II-297 (39).
Powers v. Ohio, 499 U.~. 400 (1991): II-27 (71).
Preiscr v. Newkirk, 422 U .S. 395 (1975): I-305 (176).
Price v. Johnston, 334 U.S. 266 (1948): I-461 (874).
Prigg v. Pennsylvania. 41 U.S. fi::l9 (1842): I-177 (30).
Prize Cases, 67 U.S. 635 (1862): I-184 (75).
Processing Service Organization Inc. v. Camp, 397 U .S. 150 (1970): Il-29 (79).
Prun eyard Shopping Center v. Robbins, 447 U .S. 74 (1980): II-437 (721).
Public Service Comm . of Utah v. Wycoff Co., 344 U.S. 237 (1937): I-278 (42).

Radio Station WOW v. Johnson, 326 U.S. 120 (1945) : 1-464 (891).
Railroad Commission Cases, 116 U.S. 307 (1886): Il-383 (403).
Railway Conductors v. Penn . Railway Co. , 323 U.S. 166 (1944): I-396 (549).
Raines v. Byrd , 521 U.S. 811 (1997): II-24 (57), II-83 (316, 319, 320), II-90
(3fi0).
Ral ey v. Ohi o. 360 U.S. 423 (1959): I-464 (897).
Renne v. Geary, 501 U.S. 312 (1991): 1-297 (132), 1-396 (557), II-22 (36).
Ren o v. American-Arab anti Disuimin alion Community, 119 S. Ct. 936 (1999):
Il-446 (771).
Reno v. American Civil Liberties Union, 521 U.S. 844 (1997): I-296 (125),
I-347 (381), l-348 (384), ll-449 (793).
Reno v. Catholic Social Services, lnc., 509 U .S. 43 (1993): 1-296 (125).
Rescue Arrn y v. Municipal Courl, 331 U.S. 549 (1947): l-276 (34).
Rey nolds v. Sims, 377 U.S. 533 (1964): I-234 (303). ll-233 (396).
Rhode Island v. Massachuselts, 37 U.S. (12 Peters) 657 (183!l): I - 190 (1.16).
586 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Robinson v. California, 370 U.S. 660 (1962): II-394 (486).


Roch in v. California, 342 U.S. 165 (1952): II-396 (499).
Roe v. Wade, 410 U.S . 113 (1973): I-305 (180), II-308 (98), II-396 (501), II-397
(502, 503). II-437 (716), Il-443 (755, 760), Il-444 (761), Il-451, II-476,
477 (967).
Rogers v. Richmond, 365 U .S . 534 (1961): II-442 (754).
Roman v. Sincock, 377 U.S. 695 (1964): Il-233 (400).
Rorner v. Evans, 517 U.S. 620 (1996): II-450 (803, 804) .
Rosenbloom v. Melromedia, Inc., 403 U.S. 29 (1971): II-402 (526).
Rostker v. Goldberg, 453 U.S. 57 (1981): Il-403 (533).
Roudebush v. Hartke, 405 U.S. 15 (1972): II-205 (262).
Rubín v. Coors Brewing Co., 514 U .S. 476 (1995): Il-449 (7f:l4).
Runyon v. McCrary, 427 U.S. 160 (1976): Il-441 (745).
Rust v. Sullivan , 500 U.S. 173 (1991): II-443 (755).

Sable Communlcations v. Federal Communication Commission, 492 U.S. 115


(1989): I-347 (379).
Saltonstall v. Saltonstall, 276 U .S . 260 (1928): I-461 (875).
Sanders v. Armour Fertilizer Works, 292 U .S. 190 (1934): Il-111 (432).
Santa Clara County v. Southern P acific Railroad, 118 U.S. 394 (1886): II-307
(90).
Saunders v. Shaw, 244 U .S . 317 (1917): I-494 (898) .
Schaefer v. United States, 251 U .S. 466 (1920): IJ-388 (441).
Sche nck v. United States, 249 U .S. 47 (1919): II-388 (439).
Schick v. Reed, 419 U.S. 256, 266 (1974): II-210 (288).
Schlesinger v. Reservists Commitlee to Stop the War, 418 U.S. 208 (1974):
II-21 (28).
Shaw v. Murphy, 121 S . Ct. 1475 (2001): Il-449 (799).
Sherbert v. Verner, 374 U.S. 398 (1963): II-441 (748).
Sibron v. New York, 392 U.S. 40 (1968): I-305 (176, 179).
Sierra Club v. Morton, 405 U .S . 727 (1972): l-299 (142), II-20 (26, 27), II-23
(48), ll-75 (282).
Silber v. United States, 370 U.S. 717 (1962): I-467 (920).
Siler v. Louisville and Nashville Railroad, 213 U.S. 175 (1909): I-194 (143)
I-276 (3::!). '
Simmerman v. Nebraska, 116 U.S. 54 (1885): I-464 (891).
Simon v. Eastern Kcntucky Welfare Rights Organization, 426 U.S. 26 (1976):
II-21 (31), II-26 (63).
Singleton v. Wulff, 428 U.S. 106 (1976): ll-18 (14).
Sinkfield v. Kell y, 121 S. Ct. 446 (2000): II- 25 (58).
Skelly Oil Co. v. Phillips Petroleum Co., 339 U .S. 667 (1950): I-396 (550).
Skinner v. Oklahoma, 316 U.S. 535 (1942): II-396 (498).
Slaughterhouse Cases, 83 U.S. 36 (1873): II-307 (89) II-353 (278 279) II-381
(382). • ' •
Smiley v. Holm , 285 U.S. 355 (1932): I-234 (297).
Snyder v. Harris, 394 U.S. 332 (1969): Il- 128 (545) .
ÍNDICE DE
FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 587

Socialist Labor Party v. Gil!igan, 406 U.S. 583 (1972): I-298 (298)
Sosna v. Iowa, 419 U.S. 393 (1975): I-306 (185). ·
South v. Peters, 339 U.S. 276 (1950): 1-234 (299).
SouLhcrn P acific Te:rninal Co. v. ICC , 219 U.S. 498 (1911 ): 1-305 (180).
Spector Motor SerVIce v. McLaughlin, 323 U.S . 101 (1944 ): I-2-76 (33).
Sp e ncc v. Wu~hmgton, 418 U.S. 40:1 (1974)· Il-401 (521)
Standard Oil Co. V. United States, 221 u.s. 1 (1911): rr:384 (405).
State of Oh10 ex re!. Davis v. Hildebrant, 241 U.S . 565 (1916): Il-218 (241).
State of Oh10 ex re!. Bryant v. Akron Metropóli tan P ark District 281 U S
74 (1930): II-218 (323). ' ..
Steffel v. Thomson, 415 U.S. 45 2 (1974): I-304 (169).
Stemberg v. Carhart, 121 S. Ct. 2597 (2000): II-452 (814, 815).
S tewart v. Dunham, 115 U.S. 61 (1885): I-194 (139).
Street v. New York . 394 U.S. 576 (1969) : II-401 (520).
Stromberg v. California , 283 U.S . 359 (19:il): II-399 (5 13).
SuiLum v. Tahoe Regional Planning Agency, 520 U.S. 725 (1997): I-296 (126).
Super Tyre Engineering Co. v. McCorkle, 416 U.S. 115 (1974): 1-305 (179).
Supreme Tribe of Ben-Hur v. Caubl e, 255 U.S. 356 (1921): II-124 (516), II-128
(541).
Swafford v. Tcmpleton, 185 U.S. 487 (1902): l-179 (36).
Sweet v. Rechel, 159 U.S. 380 (1895): I-178 (34).

Taylor v. Beckham, 178 U.S. 548 (1900): II-217 (316).


Taylor v. Kentucky, 436 U.S. 478 (1978): l-461 (869).
Teague v. Lane, 489 U.S. 288 (1989): II-440 (731, 732).
Tennessee Coa!, Iron & R. Co. v. Muscoda Local n 2 123, 321 U.S. 590 (1944):
I-395 (548).
Terlinden v. Ames, 184 U.S. 270 (1902): II-165 (76).
Termini ello v. Chicago, 337 U.S. 1 (1 949): I-468 (924).
Texas & P acific Ra ilway v. Abilene Cotton Oil Co., 204 U.S. 426 (1907):
1-301 (150).
Texas v. Cobb, 121 S. Ct. 1335 (2001): II-448 (791, 792).
Texas v. Johnson, 491 U.S. 397 (1991): II-444 (763, 765).
Texas v. United States, 523 U.S. 296 (1998): I-297 (127), I-299 (141).
Texas v. Whi te, 74 U.S. (7 Wallace) 700 (1869): II-217 (313).
Thc Cherokee Tobacco, 78 U.S. 616 (1871): I-123 (281).
The Pocket Veto Case, 279 U.S. 655 (1929): II-81 (303).
The Schooner Exchange v. McFaddon, 11 U.S. (7 Cranch) 116 (1812): 1-179
(41).
Thomas v. Collins , 323 U.S . 516 (1945): II-391 (452).
Thomas v. Statc of Towa, 209 U.S. 258 (1908): I-464 (896).
Thomas v. Union Carbide Agrl. Prods. Co., 473 U.S. 568 (1985): 1-282 (60).
Thompson v. Union P.R. Co., 76 (9 Wallace) U.S. 579 (1870): I-177 (30).
Thornburgh v. American College ofObstetricians and Gynecologists, 476 U .S.
747 (1986): II-443 (757).
Tinker v. Des Moines School District, 393 U.S. 503 (1969): II-399 (518).
588 CONTROL DE CONSTITUCJONI\L!DAD

Tiverton Board of License Comm'rs. v. Pastore, 469 U.S. 238 (1985): I-304
(172).
Toilel Coods Association v. Cardner, 387 U.S. 151:! (1967) : 1-300 (144), I-378
(492).
Tomkins v. Missouri, 323 U .S . 485 (1945): 1-461 (874).
Toyosaburo Korematsu v. Unitcd Stales, 323 U.S . 214 (1944): 1-256 (403),
II-403 (532).
Trans World Airlines lnc. v. Franklin Mint Corp., 466 U.S . 243 (1984): 1-124
(290).
Tribe of Ben Hur v. Caublc, 255 U.S. 356 (1921): Il-96 (368).

Underhill v. H erna ndez, 168 U.S . 250 (1897): Il-164 (72).


Ungar v. Sarafite , 376 U.S. 575 (1964): I-464 (893).
United Air Lines v. Mahin , 410 U.S. 623 (1973): I-465 (905).
United Min e Workers v. Cibbs, 38::! U.S . 715 (1966): 1-194 (143).
United Public Workcrs of America v. Mitchell, 330 U.S. 75 (1947): 1-300
(145), I-377 (489), I-396 (552) .
United Stales and Interstate Commerce Commission v. Students Challenging
Regul atory Agency Procedures (SCRAP), 412 U.S. 669 (1973): Il-25 (59).
United States Civil Service Commission v. National Association of Letter
Carriers, 413 U .S . 548 (1973): I-396 (554).
United S tates Department of Treasury v. Calioto, 477 U.S. 556 (1986): I-304
(165).
United States ex rel. Champion Lumber Co. v. Fisher, 227 U.S. 445 (1913):
1-460 (!:!60).
United States Parole Community v. Ceraghty, 445 U.S. 388 (1980): 1-304
(162) .
United States v. Alaska Steamship Co., 253 U.S. 113 (1920): l-304 (165).
United States v. Álvarez Machaín, 504 U.S. 655 (1992): 1-257 (406, 407).
United States v. Balsys, 524 U.S. 666 (1998): Il-447 (779).
United Statcs v. Barnow, 239 U.S . 74 (1915): II-179 (41).
United States v. Belmont, 301 U.S. 324 (1937): 1-186 (8fi), I-187 (93), Il-164
(74, 75).
United States v. Bevans, 16 U.S. (3 Wh eaton) 336 (1818): 1-179 (4 1).
United States v. Butler. 297 U.S. 1 (1936): I-201 (169).
United States v. Carolene Products, 304 U.S. 144 (1938): Il-390 (449).
United States v. Classic, 313 U.S. 299 (1941): 1-179 (36).
United States v. Cruickshank, 92 U.S. 542 (1875): I-177 (30).
United Statcs v. Curtil'< s-Wright Export Corp. , 299 U .S. ::!04 (1936): I-185,
186 (83), 1-257 (405).
United States v. Fruehauf, 365 U.S. 146 (1961): 1-280 (50).
United States v. Harris, 106 U .S. 629 (1883): l-178 (34).
United States v. Kl ein, 80 U .S. (13 Wallace) 128 (1871): ll- 210 (288).
United States v. Lee Yen Tai , 185 U .S. 213 (1902): I-123 (286).
United States v. Lopez, 514 U.S. 549 (199!'i): II-452 (821).
United States v. Marigold, 50 (9 Howard) U.S. 560 (1850): 1-178 (31).
588 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Tiverton Board of Liceos~ Comm'rs. v. Pastore , 4 59 U .S . 238 (1985): 1-304


(172). . . G· d
Toilet Goods Assoc1at1on v. ar ner,
387 U S. 158 (1967): 1-300 (144), 1-378
·
(492). . . U S 485 (1945)· 1-461 (874).
Tomkins V. Mtssoun, 323 .. · d S t a23 u .s. 214 (1944): 1-256 (403),
Toyosaburo Kor~matsu v. Untte ta es,
11-403 (532) .
Tran~ World Airlines Inc. v. Franklin Mint Corp. , 466
u ·s · 243 (1984)·· 1-124
Tribe(:~.o~en Hur v. Cauble, 255 U.S. 356 (1921): II-96 (368).

Und erhill v. H ernande7., 168 U .S. 250 (1897): II-164 (72).


Ungar v. Sarafite, 376 U.S. 575 (1964): I-464 (893).
United Air Lines v. Mahin, 410 U.S . 623 (1973): 1-465 (905) . •
Unitcd Mine Workers v. Gibbs, 383 U.S. 715 (1966): 1-194 (143). ·
United Public Workers of America v. Mitchell , 330 U .S. 75 (194 7): 1-300
(145), I-377 (489), 1-396 (552). .
United States and lnterstate Commerce Commission v. Studenls Challengmg
Regulatory Agency Proc~dures (SCRAP), 412 U.S. 669 (1.97~) : Il-25 (59).
United States Civil Service Commission v. National Assoc1alwn of Letter
Carriers, 4 13 U .S. 548 (1973): 1-396 (554) .
United Statcs Dcpartment of Treasury v. Galioto, 477 U .S. 556 (1986) : I-304
(165).
United States ex re!. Champion Lumber Co. v. Fisher, 227 U.S. 445 (1913):
l-460 (860).
United States Parole Community v. Geraghty, 445 U.S. 388 (1980): l-304
(162).
United States v. Alaska Steamship Co., 253 U.S. 113 (1920): 1-304 (165).
United States v. Álvarez Machaín, 504 U.S. 655 (1992): I-257 (406, 407).
United States v. Balsys, 524 U.S. 666 (1998): IT-447 (779).
United States v. Barnow, 239 U .S. 74 (1915): 11-179 (41).
United States v. Belmont, 301 U .S. 324 (1937): I-186 (85), I-1 87 (93), II-164
(74, 75).
United States v. Bevans, 16 U.S. (3 Whcaton) 336 (1818): 1-179 (41).
United States v. Butler, 297 U .S. 1 (1936): 1-201 (169).
United States v. Carolene Products, 304 U.S. 144 (1938): 11-390 (449).
United States v. Classic, 313 U .S. 299 (1941): I-179 (36).
United S tatcs v. Cruickshank, 92 U.S . 542 (1875); 1-177 (::10).
United States v. Curtiss-Wright Export Corp ., 299 U .S. 304 (1936): I-185,
186 (83), 1-257 (405).
Un~ted States v. Fruehauf, 365 U.S. 146 (1961): 1-280 (50).
Umted States v. Harris, 106 U.S. 629 (1883): 1-178 (34).
Untled Sta tes v. Klein, ~O U .S. (13 Wallace) 128 (1871): II-210 (288).
Un~ted States v. Lee Yen Tai, 185 U.S. 213 (1902): I-123 (286).
Umted States v. Lopez, 514 U.S. 549 (1995): II-452 (821).
Umted States v. Marigold, 50 (9 Howard) U .S. 560 (lil50): 1-178 (31).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 589

United States v. Moreland, 258 U.S. 433 (1922): I-231 (285).


United St.ates v. Morrison, 120 S. Ct. 1740 (2000): II-453 (825).
United States v. Mosley, 238 U.S. ::J83 (1915): I-179 (36).
Unit.cd States v. Muñoz-Florcs, 495 U.S. 385 (1990): Il-199 (238), II-200 (245).
United States v. Nixon, 418 U.S. 683 (1974): II-291 (10).
United States v. O'Brien , 391 U.S. 367 (1968): II-399 (516, 517).
United States v. Palmer, 3 Whcaton , 610 (1818): II-152 (7).
United Stat.es v. Pink, 315 U.S. 203 (1942): I-188 (94, 95).
Unit.ed Statcs v. Ri ce, 327 U.S. 742 (1946): I-304 (163), II-334, 335 (218).
United States v. Richardson, 418 U.S. 166 (1974): II-18 (13), II-21 (29).
United States v. Salcrno, 481 U.S. 379 (1987): I-346 (374).
United States v. Sandoval , 231 U.S. 28 (1913): Il-165 (77).
Unit.ed States v. Tennessee & Coosa R. Co. , 176 U.S. 242 (1900): l-467 (919).
United States v. W. T. Grant Corporation, 345 U.S. 629 (1953): I-306 (183).
United States v. Western Pncific Railroad, 352 U.S. 59 (1956): l-302 (159).

Vac hon v. New Hampshire, 414 U.S. 471:! (1974): l -467 (917) .
Valley Forgc Christian College v. Americans United for Separation of Church
and State, lnc., 454 U.S. 464 (1982): 1-282 (59), Tl-16 (4), II-21 (33).
Van Brocklin v. Tennessee, 117 U.S. 151 (1886): 1-179 (39).
Vanee v. Terra?:as, 444 U.S. 252 (1980): I-467 (920).
Velvel v. Nixon, 396 U.S. 1042 (1970): 11-166 (87).

Ward v. Village of Monroeville, 409 U.S. 57 (1972): 1-464 (R99) .


Ware v. Hylt.on , 3 U.S. (3 Dalias) 199 (1796): I-73 (131), 1-81 (153), 11-151 (5).
Warth v. Seldin, 422 U.S. 490 (1975): 11-16 (2), Il-21 (30), 11-26 (64).
Washington v. Texas, 388 U.S . 14 (1967): ll-394 (85). . .
Washington v. Washington State Commercial Passenger F1shmg Vessel As-
sociation, 444 U.S. 816 (1979): I-124 (290).
Wayman v. Southard , 23 U.S. (10 Wheaton) 1 (1825): 1-387 (523).
Webb v Webb 451 U S 493 (1981): 1-461 (870).
Webb's .Fabul~us Pha~~acies, Inc. v. Beckwilh , 449 U .S. 155 (1980): 1-461

Webs~~~S~: Rcproductive Heallh Service, 492 U .S. 490 (1989): 1-299 (1::!8),
II-443 (758 , 759).
Weinbcrger v. Rossi, 456 U.S. 25 (1982): 1-124 (291).
Weinstein v. ~radford, 423 U .S. 14 7 (~97~-)~31~3~~i~.8ti~233 (395).
Wesberry V. Sanders, 376 uh -~0~ g~6 3~9 (1937): II-353 (285), II-389 (447),
West Coast H olel v. Parrts , · ·
Jl-393 . . U S 90 (l917): I-467 (919).
West v. Rutledge T!mber Co., ~44 . . 319 U S 624 (1943): ll-398
Wcst Virginia Board of Educatton v. Barnett.e, ..

Whe~(e~0L!;::e~5B~~!!)& Supply Co. v. United States, 281 U.S. 572 (1930):


11-334 (218) .
590 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

While River Lumbcr v. Arkansas ex rel. Applegate, 279 U.S. 692 (1929):
l -464 (896).
Whitney National Bank v. Bank of New Orleans, 379 U.S. 411 (1965): I-379
(503).
Whitney v. California, 274 U.S. 357 (1927): 1-462 (878), 1-464 (899), l -465
(906), I-467 (914).
Whitney v. Robertson, 124 U.S. 190 (1888): 1-123 (282).
Whyy, 1nc. v. Boro ugh of Glassboro, 393 U.S. 117 (1968): l-465 (902).
Wiborg v. United States, 163 U.S. 632 (1896): 1-467 (919).
Wiener v. United States, 357 U.S. 349 (1958): I-185 (82).
Wiley v. Sinkler, 179 U.S. 58 (1900): 1-179 (36).
Wilkes v. Dinsman, 53 U.S. 390 (1849): l-178 (33).
Wilson v. Cook, 327 U.S. 474 (1946): I-467 (915).
Wi\liams v. Georgia, 349 U.S. 375 (1955): l-463 (883).
Williams v. Rodhes, 393 U.S. 23 (1968): Il-233 (403).
Williams v. Standard Oil Co., 278 U .S. 235 (1929): II-382 (389).
Williams v. Su!Tolk los. Co., 38 U.S. (13 Peters) 415 (1839): II-152 (8, 11).
Willing v. Chicago Auditorium Association, 277 U.S . 274 (1928): I-394 (541).
Willner v. Committec on Character, 373 U .S. 96 (1963): l-466 (907) .
Winous. Point Shooting Club v. Caspersen, 193 U .S. 189 (1904): l-460 (867).
Wisconsin v. Milchell, 508 U.S. 476 (1993): II-441 (746) .
Wis consi n v. Yoder, 406 U .S. 205 (1972): Il-397 (507).
Wolf v. Colorado, 338 U.S. 25 (1949): Il-394 (476).
Wolfe v. North Carolina, 364 U .S. 177 (1960): l-463 (889).
Wol!T Packaging Co. v. Court of lndust. Reltns., 262 U.S. 522 (1923): II-382
(390).
Wood v. Georgia, 450 U .S. 261 (1981): l -468 (924).
Wooley v. Maynard, 430 U.S. 705 (1977): Il-398 (512).
Wright v. United States, 302 U.S. 583 (1938): ll-81 (303).
Wyoming v. Oklahoma, 502 U.S. 437 (1992): II-22 (40), ll-30 (82, 83).

Yakus v. United States, 321 U .S . 414 (1944): 1-190 (115).


Yazoo & Mississippi Valley R.R. v. Jackson Vinegar Co., 226 U.S . 217 (1912):
1-347 (477).
Youngstown Sheet & Tube Co . v. Sawyer, 343 U.S. 579 (1952): I-58 (77),
I-174 (15), l-186 (86), I-255 (400), l-256.

Zablocki v. Redhail , 434 U .S . 374 (1978): Il-397 (504).


Zahn v. lnternational Paper Co ., 414 U .S . 291 (1974): II-128 (546).
Zucht v. King , 260 U .S. 17 4 (1922): 1-459 (857).

2. Cortes de Circuito

A.H. Robins Co., 880 F.2d 709, 740 W Circuito, 1989): Il-114 (452).
Agent Orange Products Liability Litigation, 818 F.2d 145, 168-69 (2" Circuito,
1987): Il-119 (484).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 591

Air Line Stewards & Stewardesses Association, Local550 v. American Airlines


Inc., 490 F.2d 636 (7° Circuito, 1973): 11-100 (381).
Alexander v. Yale UniverRity, 631 F.2d 178 (2 2 Circuito, 1980): Il-100 (381).
Alliancc to End Repression v. Rochford, 656 F.2d 975 (1977): ll-100 (380).
Anderson v. City of Albany, 321 F.2d 649 W Circuito, 1963): II-103 (389).
Appleton Electric Co. v. Advanced United Expressway, 494 Federal Reporter,
znd Series 126 (7° Circuito, 1974): 11-118 (474), II-128 (543).
A"sure Competitive Transportation Inc. v. United States, 629 F.2d . 467, 471
(7° Circuito, 1980): I-380 (506) .

Beef Industry Antitrust Litigation, 607 F.2d 167 (5° Circuito, 1979): Il-124
(515).
Berman v. Narragansett Racing Association, 414 F.2d 311 (1" Circuito, 1969):
II-118 (475).
Bermudez v. U.S. Department of Agriculture, 490 Federal Reports, 2 11 u Series
(Circuito del D .C., 1973): 11-109 (423).
Burnside v. Byars, 363 F.2d (5º Circuito, 1966): II-400 (519).

Carpenter v. Davis, 424 F.2d 257 (5u Circuito, 1970): 11-100 (380), II-103
(391).
Carter v. Butz, 479 F.2d 1084 (32 Circuito, 1973): II- 114 (452).
City of New York v. International Pipe and Ceramics Corp, 410 F.2d 295
(2° Circuito , 1969): Il-99 (378).
Complon v. Jesup , 68 Federal Reporter, 263 (6" Circuito, 1895): I-194 (40).
Cook County College Teachers Union Local 1600 v. Byr d, 456 F.2d 882 (7°
Circuito, 1972): II -113 (449).
Corrugated Container Antit.rust Litigation, 643 F.2d 195 (5° Circuito, 1981):
II-122 (505).
Cox v. American Cast Iron Pipe Co., 784 F.2d 1546 (11 2 Circuito, 1986):
11-101 (383).
Crocke\.1. v. Reagan, 720 F.2d 1355 (Circuito del D.C. , 1983): 11-83 (312),
11-167 (97). 2
Cullen v. New York State Civil Service Commision, 566 F.2d A46 (2 Circuito,
1977): 11-104 (399).
Chateau de Ville Productions , Inc. v. Tams-Witmark Music Library, lnc., 586
F.2d (22 Circuito, 1978): ll-113 (448). 0
• .
Chicken Antitrust Litigation American Poultry, 669 F.2d 228 (5 C1rcwto,
19A2): Il-122 (506).

Da Casta v. Laird, 471 F.2d 1146, 1147 (2° Circuito , 1973): U -167 (93).
B k Sh t 433 F.2d 733 (5° Circmto, 1970): II-100 (379).
~~a:~;:~s:~:~rito~ ~f Paci!ic Islands, 876 F.2d 1401 (9° Circuito, 1989):.
ll-124 (513) .
E · t ¡ Protection Agency (EPA), 759
Eagle-Picher lndustrie_s, lnc. v. nDVU"Con~;:5; 1-378 (495).
F.2d 905 , 911 (Ctrcmto del · ·• ·
592 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Edwards v. Carter, 580 F.2d 1055 (Circuito del D.C., 1978): II-81 (306), Il-82
3 7
Eisen( ~ 6·arlisle & Jaquelin, 391 F.2d 555 (2° Circuito , 1968): Il-103 (392).
Eisen v. Carlisle & Jaquelin, 479 F.2d 1005 (2° C1rcmto, 1973): Il-116 (463),
Il-121 (497).
Elliot v. Weimberger, 564 F.2d 1219 (92 Circuito , 1977): Il-118 (477).
Environmental Defense Fund, Inc. v. Corps of Engineers of U.S. Army, 492
F. 2d 1123 (52 Circuito, 1974): Il-109 (421).
Ernst & Ernst v. U.S. District Court for Southern District of Texas, 457 F.
2d 1~99 (5° Circuito, 1972): II-104 (398).
Esplin V. Hirschi, 402 F.2d 94 no• Circuito, 1968): Il-110 (427), Il-127 (538).

Four Scasons Securities Laws Litigation, 525 F.2d 500 (10º Circuito, 1975):
Il-115 (459), 11-125 (524).
Franks v. Kroger Co. , 649 F.2d 1216 (60 Circuito, 1981): Il-122 (504).

García v. Gloor, 618 F.2d 264 (5° Circuito, 1980): II-101 (382).
General Motors Corp . Engine Interchange Litigation, 594 F.2d 1106 (7" Cir-
cuito, 1979): II-123 (512).
Gold Strike Stamp Co.v. Christensen, 436 F.2d 791 (10 2 Circuito, 1970): II-99
(378).
Goldwater v. Carter, 617 F. 2d 697 (Circuito del D.C., 1979): Il-80 (297).
Gonzalez v. Cassidy, 474 F.2d 67 (50 Circuito, 1973): Il-104 (400), II-125
(520).
Gregg v. Barrett, 771 F.2d 539, 543 -546 (Circuito del D. C. , 1985): II-83 (313).
Grisby v. North Mississippi Medica! Center, Inc. 586 F.2d 457 (5 2 Circuito,
Hl78): II-125 (522).
Guthrie v. Evans, 815 F.2d 626 (11" Circuito, 1987): II-124 (519).

Harrington v. Bush, 553 F.2d 190, 213 (Circuito del D.C., 1977): II-81 (304
305). '
Harris v. Palm Springs Alpine States, lnc., 329 F.2d 909 (9° Circuito 1964)·
II-101 (382). ' .
Hervey v. City of Little Rock, 787 F.2d 1223 (8° Circuito, 19R6): II-114 (451).
Holmes v. Continental Can Co., 706 F.2d 1144 (112 Circuito ' 1983)·. II-122
(504).

Holtz(~:)~ v. Schlesinger, 484 F.2d 1307 (2 2 Circuito, 1973): II-81 (301), II-167

Huntlelr 1v. Atchinson, T & S.F. Ry. Co., 188 F.2d 294 (7o Circuito 1951)·
- 00, 101 (381). ' .

International Pancakes Franchise Litigation 487 F2d 30" (8" e· ·t 9


II-122 (504). ' . ,, IJ:"CU! o,
1 73):
lnvestment Co. Institute v. Board of Governors of Federal Res S
551 F 2d. 1270 ffi .C. Circuit, 1977): I-380 (504). erve ystem,
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 593

Jenkins v. Raymark Industries, Inc. , 782 F.2d 468 (5° Circuito, 1986): II-114
(455).
Johnson v. General Motors Corp., 598 F.2d 432 (5° Circuito, 1979): II-118
(476).

Kainz v. Anheuse r-Busch Inc., 194 F.2d 737 (7" Circuito, 1952): II-97 (371).
Kamm v. California City Development Co. , 509 F.2d 205 (9° Circuito, 1875):
11-112 (439).
Katz v. Carte Blanche Corp., 496 F.2d 747 (::! 2 Circuito, 1974): IJ-111 (436).
Kennedy v. Sampson, 511 F.2d 430 (Circuito del D.C. , 1974): II-81 (302).
Klicker v. Northwcs l Airlines, 563 F.2d 1310 (9" Circuito, 1977): 1-302 (157).
Kyriazi v. Weste rn El cctric Co., 647 F.2d 388 (3° Circuito, 1981): 11-119 (486).

La Mar v. H . & B. Novelty & Loan Co. , 489 F.2d 461 (9º Circuito, 1973):
II-107 (413).
Larinoff v. U.S., 533 F.2d 1167 (Circuito del D .C., 1976): II-108 (416).
Lichten v. Eastern Air Lines, 189 F.2d 939 (2ª Circuito, 1951): I -302 (155).
Lynch v. Rank , 747 F.2d 528 (9° Circuito, 1984): II-103 (394).

Mader v. Arme!. 402 F.2d 15!; (6° Circuito, 1968): II-116 (462).
Marshall v. Holiday Magic Inc., 550 F.2d 1173 (9Y Circuito, 1977): TT-123
(510).
McGowan v. Faulkner Concrete Pipe Co., 659 F.2d 554 (5" Circuito, 1981):
11-82 (310), II-103 (393).
Miller v. Ackerman , 488 F. 2d 920 (8 2 Circuito, 1973): II-101 (382).
Mitchell v. Laird, 488 F.2d 611 (Circuito del D .C., 1973): II-80 (299), II-81.
Moore v. House of Representatives, 733 F.2d 946 (Circuito del D.C., 1984):
11-89 (344) .
Mungin v. Florida E asl Cost Ry. Co., 441 F.2d 728 (5" Circuito, 1971): II-113
(444), II-123 (510).

National Indus . Contractors v. OSHRC, 583 F.2d 1048 (8° Circuito, 1978):
1-378 (498)
National Organization for Women v. Operation Rescue , 914 F.2d (4° Circuito,
1990): II-441 (742).
Nelson v. Greater Gadsden Housing Aulhorily, 802 F.2d 405 (1986): II-121
(499).
New York State Na tional Organization for Women v. Terry, 886 F.2d (2° Cir-
cuito, 1989): II-441 (742).
Nix v. Grand Lodge of lnternational Association of Machinists & Aerospace
Workers, 479 F.2d 382 (5° Circuito, 1973): Il-109 (426).
Northern District of California Dalkon Shield !UD Products Liability Liti-
gation, 693 F.2d 847 (9" Circuito, 1982): II-108 (417). 0
• .

Norwalk CORE v. Norwalk Redevelopment Agency, 395 F .2d 920 (2 CJrcu•to,


1968): Il-109 (425).
594 CONTROL DE CONSTITUC!ONALllJAD

Officers for Justice v. Civil Service Commission of City & County of San
Francisco, 688 F.2d 615 (92 Circuito, 1982): Il-123 (509).
Oljato Chapter of the Navajo Tribe v. Train, 515 F.2d 654 (D.C. Circ uito
1975): I-380 (505).
Orlando v. Laird, 443 F.2d 1039, 1043 (22 Circuito, 1971): Il-167 (90).

Peck v. Find, 2 F.2d 912 (1925): I-3 17 (238).


Penson v. Terminal Transport Co., 634 F.2d 989 (5" Circuito, 1981): Il-125
(523).
Pcntland v. Dravo Corporation, 152 F.2d 851 (30 Circuito, 1945): II-97 (371).
Philadelphia Electric Co. v. Anaconda American Brass Co. 43 F.R.D. 452,
463 (1968): Il-101 (382).
Premier Electric Construction Co. v. National Electric Constructors Asso-
ciation, 814 F.2d 358 (1987): II-1 26 (531).

Ramirez de Arellano v. Weinberger, 745 F.2d 1500 (Circuito del D.C . 1984):
ll-167 (97).
Redmon v. Commerce Trust Co., 144 F.2d 140 (80 Circuito, 1944): II-104
(401).
Riegle v. Federal Open Market Committee, 656 F.2d 873 (Circui to del D.C.,
1981): Il-82 (308).
Robinson v. Lorillard Corp ., 444 F.2d 791 W Circuito, 1971): II-109 (426).

Sanchez Espinoza v. Reagan, 770 F.2d 202 (Circuito del D.C., 1985): II-167
(97).
SarnofT v. Connally, 457 F.2d 809, 810 (9° Circuito, 1972): II-167 (9 1).
Saunders v. Naval Air Rework Facility, 608 F.2d 1308 (1979): Il-126 (530).
School Asbestos Litigation, 921 F.2d 1310, 1317-18 (3 2 Circuito, 1990): Il-108
(417).
Shelton v. Pargo , Inc., 582 F.2d 1298, 1308, n. 31 (4° Circuito, 1978): II-124
(513).
Siderman v. Republic of Argentina , 956 F.2d 699 (92 Circuito, 1992): Il-434
(705).
Simmons v. United States, 406 F.2d 456, 460 W Circuito, 1969): II-166 (88).
Six Mexican Workers v. Arizona Citrus Growers, 904 F.2d 1301 (1990): Il-121
(498).
Stebbins v. Nationwide Mutual Insurance Co. , 469 F.2d 268, 270 n. 3 (40
Circuito, 1972): II-114 (450) .
Stewart v. Winter, 669 F.2d 328 (50 Circuito, 1982): II-101 (383).
Swanson ~· AI:nerican Consumer Industries, lnc. , 415 F.2d 1326, 1399 n. 9
(7 ~ Ctrcutto , 1969): II-101 (382).

Telecomm_uni~ations
Research and Action Center (TRAC) v F d 1C
mumcatwns Com · · · e era om-
(507). mission, 750 F 2d . 70 (Circuito del D.C., 1984): I-380
ÍNDICE llF: FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 595

Tuft v. McDonell Douglas Corp . 581 F.2d 1304 (80 Circuito 1978): II-100
(381~ '

Vnnd er Jagt v. O'Neill , 699 F.2d 1166 (Circuito del D.C., 1982): II-82 (304),
Voluntcer Medica! Clinic, Inc. v. Operation Rescue, 948 F.2d 218 (6° Circuito
1991): II-441 (742). '

Walter v. City of Mesquite, 858 F.2d 1071 (52 Circuito, 1988): II-124 (519).
Weight Watchers of Philadelphia, In c. v. Weight Watchers Internatio nal , Inc.
455 F.2d 770 (2° Circuito, 1972): II-123 (512).
Weinberger v. Kend1·ick, 698 F.2d 61 (2° Circuito, 1982): II-124 (515).
West Virginia v. Chas Pfizc r & Co., 440 F.2d 1079 (20 Circuito , 1971): II-115
(459), II-123 (511).
Williams v. Vukovich , 720 F.2d 909, 925 (60 Circuito, 1983): 11-122 (504).

Young v. Katz, 447 F.2d 431 (52 Circuito, 1971): II-122 (503).

Ze nith Laboratories, [n c. v. CartP.r Wallacc, lnc. S::JO F.2d 508 U!° Circuito,
1976): II-114 (4iil).

3. Cortes de Distrito

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York): Il-119 (487).
Alexander v. Avco Corp ., 380 F. Supp 1282 (Distrito Central de Tenncsscc,
1974): II-119 (481).
Allen v. Isaac, 99 F.R.D . 45 (Distrito Norte de Illinois, 1983): II-101 (382) .
Ange v. Bush, 752 F.Supp. 509 (D .D.C. 1990): II-167 (98) .
Antibiotics Antitrust Actions, 333 F.Supp 296 (Distrito Sur de New York,
1971): II-123 (511).
Ashe v. Board of Elections in the City of New York, 124 F.R.D. 45 (Distrito
Este de New York. 1989). II-100 (380).

Berland v. Marck, 48 F.R.D. 121 (Distrito Sur de New York, 1969): II-113
(44 7).
Berman v. Narraganset1; Racing Association, 48 F.R.D . 333, 338 (Distrito
de Rhode Island, 1969): II-104 (401).
Brennan v. Midwestern Unitcd Life Ins. Co ., 259 F.Supp 673 (Distrito Norte
de Indiana. 1966): U-112 (443).
Brewer v. Republic Steel Corp., 64 F.R.D. 591 (Distrito Norte de Ohio, 1974):
II-119 (482)
Brown v. Cameron-Brown Co. , 92 F.R.D. 32 (Distrito Este de Virginia, 1981):
II-110 (430).
D 615 (Distrito de South Dakota, 1974): Il-116
B uneh v. B arne tt , 62 F .R . .
(462).
596 CoNTROL DE coNSTJTUCIONALIIJAD

Carpenter v. Hall , 311 F.Supp 1099 (Distrito South Texas, 1970): Il-103 (391),
II-112 (441).
Caruso v. Celsius Insulation Resources, Inc., 101 F.R.D. 530 (Distrito Central
de Pennsylvania, 1984): ll-111 (431). . .
Class Clay, Inc. v. Northwestern Public Serv-i.ces Co., 63 F.R.D. 34 (D1stnto
de South Dakota, 1974): II-107 (415).
Collins v. Bolton, 287 F.Supp 393 (Distrito Norte de Illinois, 1968). Il-108
(416).
Cranston v. Reagan , 611 F.Supp 247 (D.D .C . 1985): ll-168 (100).
Crasto v. Esta te of Kaskels, 63 F.R.D. 18 (Distrito Este de New York, 1974):
II-111 (437).
Cusick v. N V. Nederlandsche Combinatie Voor Chemische Industrie, 317
F.Supp 1022 (Distrito Este de Pennsylvania , 1970): Il-120 (491).
Cherner v. Transitron Electronic Corp ., 221 F.Supp 48 (Distrito de Massa-
chusetts, 1963): II-125 (520).
Chevallier v. Baird Savings Association, 72 F.R.D . 140 (Distrito Este de
Pennsylvania, 1976): II-112 (443).
Christman v. American Cynamid Co., 92 F.R.D. 441 (Distrito de West Virginia,
1981): ll-101 , 102 (383).

Dale Electronics, lnc. v. R.C.L. Electronics, Inc., 53 F.R.D . 531 (Distrito de


New Hampshire): 11-101 (382).
Deckert v. Independence Shares Corp., 27 F.Supp 763 (Distrito Este de Penns-
ylvania, 1939): ll-97 (374).
Dellums v. Bush, 752 F.Supp 1141 (D.D.C. 1990): IT-167 (98).
Dolgow v. Anderson, 43 F.R.D . (Distrito Este de New York, 1968): II-103
(386), Il-121 (500) .

Elkind v. Ligget & Mycrs Inc., 66 F.R.D . ::!6 (Distrito Sur de New York,
1975): II-102 (384).
Ellison v. Rock Hill Printing and Finishing Co., 64 F.R.D . 415 (Distrito Sur
de South Carolina, 1974): 11-119 (483).
Environmental Defense Fund, Inc. v. Corps of Engineers of U.S. Army, 348
F.Supp 916 (Distrito Norte de Missisippi, 1972): II-109 (421).
Epstein v. Weiss, 50 F.R.D. 387, 392 (Distrito Este de Louisiana 1970)· II-103
(390). ' .

First American Corp ., v. Foster, 51 F.R.D . 248 (Distrito Norte de Gcorgia


1970): II-104 (402). '
Fischer v. International Tel. & Tel. Corp., 72 F.R.D . 170 (Distrito Este de
New York, 1976): ll-103 (395).

Gentry v. C. & D. Oil Co., 102 F.R.D. 490 (Distrito Oeste de Arkansas, 1984):
II-101 (382).
Gibb v. Delta Drilling Co., 104 F.R.D . 59 (Distrito Norte de Texas, 1984):
ll-106 (397).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 597
Greenman Securities Litigation, 94 F.R.D. 273 (Distrito Sud de Florida 1982):
II-107 (415 ). '
GuiJo v. Veterans' Coop. H. Association , 13 F.R .D. 11 (Distrito de Columbia
1952): II-97 (374). '

Hardy v. U.S. Steel Corp. 289 F.Supp 200 (Distrito Norte de Alabama 1967):
IT-114 (453). '
Heech v. Pittsburg Steel Co ., 40 F.Supp 243 (Distrito de Pennsylvania 1941):
II-122 (502). '
Hess v. Hughes, 500 F.Supp 1054 (DiRtrito de Maryland, 1980): II-109 (425).
Hmes v. Anderson , 439 F.Supp 12 (Distrito de Minnesotn, 1977): II-109 (419).
Hobbs v. Northeast Airlines, Inc., 50 F.R.D. 76 (Distrito Es te de Pcnnsylvani 11 ,
1970): II-112 (442).

Illinois v. Harper & Row Publishers, loe., 301 F.Supp 484, 488, nota 9 (Distrito
Nortt: dt: Illinois, 1969): II-110 (427).

Jones v. Bliziner, 536 F.Supp 1181 (Distrito Norte de Indiana, 1982): II-102
(384).

Kjeldahl v. Dlock, 579 F.Supp 1130 (Distrito de Columbia, 198~) : II-108 (416).
Klcint:r v. First National Bank of Atlanta, 97 F.R.D. 683 (Distrito Norte de
Georgia, 1983): II-110 (428).
Klinkhammer v. Richardson, 359 F.Supp 67 (Distrito de Minnesota, 1973):
II-101 (382) .
Korn v. Franchard Corp. , 50 F.R.D. 57 (Distrito Sur de New York, 1970):
II-116 (462).
Kril:;tiansen v. John Mullins & Sons, Inc. , 59 F.R.D. 99 (Di s trito Estt: de
New York, 1973): Il-110 (427).

Landau v. Chase Manhattan Bank, 367 F.Supp 992 (Distrito Sud de New
York, 1973): II-107 (414).
Leffel v. Wisconsin Interscholastic Athletic Association, 444 F.Supp (Distrito
Este de Wisconsin , 1978): Il-118 (47R).
Lopez v. Heckler, 572 F.Supp 26 (Distrito Central de California , 1983): H-109
(420).
Lowery v. Reagan, 676 F.Supp. 33 (Distrito de Columbia, 1987): 11-83 (314),
II-167 (97).
Lynch v. Spcrry Rnd. Corp. , 62 F.R.D. 78 (Distrito Sur de New York, 1973):
II-118 (474).

Mason v. Garris, 360 F.Supp 420 (Distrito Norte de Georgia, 1973): II-103
(388).
McCarthy v. Director of Selective Servicc System, 322 F.Supp 1032 (Distrito
Este de Wisconsin, 1970): II-125 (523), II-126 (fi28).
598 CONTROL OE CONSTITUCIONALlOAD

McCoy v. Salero Mortgage Co., 74 F.R.D . 8 (Distrito Este de Michigan, 1976):


II-114 (455).
Milberg v. Western Pacific R.R. Co., 51 F.R.D . 280 (Distrito Sur de New
York, 1970): Il-103 (385).
Molthan v. Temple University of Commonwelth System of Higher Education,
83 F.R.D. :168 (Distrito Este de Pennsylvania) : Il-101-102 (383).
Mudd v. Busse, 68 F.R.D . 522 (Distrito Norte de Indiana, 1975): Il-103 (391).

Neloms v. Southwestem Electric Power Co. , 72 F.R.D. 128 (Distrito Oeste


de Louisiana, 1976): II-119 (479).

Page v. Curtiss Wright Corp. , 332 F.Supp 1060 (Dis trito de New Jersey,
1971): II-114 (454).
Pasquier v. Tarr, 318 F.Supp 1350 (Distrito Este de Louisiana , 1970): Il-126
(528).
Payton v. Abbott Laboratorics, 100 F.R.D. 336 (Distrito de Massachusetts,
19!:l3): II-111 (431).
Pearson v. Easy Living Inc., 534 F.Supp 884 (Distrito Sur de Ohio, 1981):
II-125 (523).
Philadelphia Electric Co. v. Anaconda American Brass Co., 43 F.R.D. 452
(Distrito Este de Pennsylvania, 1968): II-120 (489) .
Philadelphia Electric Co., v. Anaconda American Brass Co., 42 F.R.D. 324,
326 (Distrito Este de Pennsylvania, 1967): II-124 (514).
Plummer v. Chemical Bank, 91 F.R.D. 434 (Distrito Sur de New York, 1981):
Il-122 (504) .

Raye v. Medtronic Corp., 696 F.Supp 1273 (Distrito de Minnesota, 1988):


Il-111 (431).
Renta! Car of New Hampshire Inc., v. Westinghouse Elec. Corp., 496 F.Supp
373 (Distrito de Massachusetts, 1980): 'il-104 (396).
Research Corp . v. Pfister Associated Growers, Inc., 301 F.Supp 497 (Distrito
Norte de 11linois, 1969): II-104 (403), II-128 (543).
Rodríguez v. Family Publications Service, Inc. , 57 F.R .D. 189 (Distrito Central
de California, 1972): Il-107 (414).

Schaffner v. Chemical Bank, 339 F.Supp 329 (Distrito Sud de New York,
1972): II-111 (435).
Shepard v. Wheeling, 4 Southeastern Reporter 635 (1887): 1-345 (370).
Shipley v. Pittsburg & L.E .R. Co., 70 F.Supp 870 (Distrito Oeste de Penns-
ylvania, 1947): II-97 (374)
Shivelhood v. Davis, 336 F.Supp 1111 (Distrito de Vermont, 1971): II-100
(379).
Singleton v. Drew, 485 F.Supp 1020 (Distrito Este de Wisconsin, 1980): II-108
(418).
Smith v. Vowell, 379 F.Supp 139 (Distrito Oeste de Texas, 1974), confirmado
por el 5º Circuito, 504 F.2d 759 (1974): II-109 (424).
ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 599

S tate of Idaho v. Freeman, 529 F.Supp 1107 (Distrito de Idaho, 1981). 11-197
(224) .
Slong v. Ducyrus-Erie Co., 481 F.Supp 760 (Distrito Este de Wisconsin, 1979):
11-114 (455).
Sullivan v. Chase lnvestment Services of Boston, In c., 79 F. R. D. 246 (Distrito
Norte de California, 1978): II-110 (429).

Technograph Printed Circuits, Ltd. v. Methode Electronics, Inc. , 285 F.Supp


714 (Distrito Norte de lllinois, 1968): 11-101, 102 (::183) .
Tober v. Charnita lnc., 58 F.R.D. 74 (Distrito Central de Pennsylvania, 1973):
ll-101 (383), 11-113 (444).

Van Gemert v. Bocing Co ., 259 F.Supp 125 (Distrito Sud de New York, 1966):
11-108 (416), Il-109 (422).
Vaughns v. Board of Education of Prince George's County, 355 F.Supp 1034
(Distrito de Maryland, 1972): II-11.9 (480).

Wai nwright v. Kraftco Corp., 53 F.R.D. 78 (Distrito Norte de Georg:ia, 1971):


Il-122 (503).
Walker V. City or Houston, 341 F.Supp 1124 (Distrito Sur de Texas, 1971):
II-113 (444).
Weiss v. Tenney Corp., 47 F.R.D. 283 <Distrito Sur de New York, 1969): 11-120
(490).
Wilder v. Bernstein , 499 F.Supp 980 (Distrito Sur de Ncw York, 1980): 11-102
(::184).
Williams v. Weinberger, 360 F.Supp 1349 (Distrito Norte de Georgia, 1973):
Il-100 (379).

Zerkle v. Cleveland-Cliffs !ronCo., 52 F.R.D. 151, 159 (Distrito Sur de New


York, 1971): 11-122 (502).

4 . Tribttnales locales

Daar v. Yellow Cab . Co ., 63 California Reports 724 (1967): II-121 (493).


Devidian v. Automotive Service Dealers Association, 111 California Reports
22 (1972): II-120 (495).

Johnson v. American Airlines Inc. , 203 California Reporter 638 (1984). II-125
(524).

Mountain States Telephone Co. v. District Court, 778 Pacific Rcporter, 2nd
Series (Colorado, 1989): II-117 (473).

Norris v. Clymer, 2 Pennsylvania State Reports , 277 (1845): 1-201 (167).


600 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Nottingham Partners v. D ana, 564 Atlantic Rcporter, znd Series 1089 (De-
taware, 1989), Il-1 23 (508).

State v. Lcv1. St rauss


.. & Co ., 224 California Reports 605 (1986): II-121 (493).

C) Francia

1. Consejo de Estado

Allain, 20/2/1989, Rec. 60: II-258 (532).


AJ iain 26/2/1992, Rec. 659 : II-258 (528).
Associ~ tion "Les Verts", 23/1111984, Rec. 382: II-260 (546).
Association Greenpeace France, 29/9/1995: 11-259 (544).
AsLudill o Calleja, 24/6/1977, Rec. 290 : II-261 (557).

Barel, 28/5/1954, Rec. 308: II-257 (525).


Bereciartua-Echarri, 1/4/1988, Rec. 135: II-261 (557).
Brocas, 19/10/1962, Rec. 553: II-258 (531), Il-259 (537).

Comp agnie Générale d'Énergie Radioélectrique, 30/3/1966, Rec. 257 : Il-262


(564).
Consorts Yener, Sect. 29/4/1987, Rec. 152: Il-261 (560).
Croissant, 717/1978, Rec. 292 : II-261 (557).

Dame Caraco , 5/2/1926, Rec. 125: Il-261 (555).


Dame Cramencel, 213/1966, Rec. 157: II-259 (538).
Dame Kirkwood , 30/5/1952, Rec. 291: 11-260 (549), II-261 (556).
Decerf, 28/5/1937, Rcc. 534: II-261 (556).
Dclmas, 3/6/1981, Rec. 244: II-258 (536), II-262 (568).
Desreumcaux, 3/1111933, Rec. 993 : II-258 (529).
Duc d'Aumale et Michel Lévy, 9/5/1867, Rec. 472: II-255 (519) .

Epoux Deltel , 16/1211955, Rec. 592: 11-261 (555).

Gény, 9/6/1952, Rec. 19: 11-259 (539).


Geo rger ct Teivassigamany, 27/6/1958, Rec. 403: II-258 (534).
G.I .S .T.I., 23/9/1992, Rec. 346: II-260 (548).

H irschowitz, 8/6/1951, Rec. 320: II-258 (535).

Karl et Toto Sam é, 317/1931 , Rec. 727 : II-261 (553).

Lafitte, 1/5/1822, Rec. 1821-1825.202: II-255 (517)


ÍNDICE DE FALLOS, ACORDADAS Y DICTÁMENES CITADOS 601

Legros, 21/7/1972, Rec. 554: II-261 (558).


Le Regroupement National , 27/10/1961, Rcc. 594: II-259 (537).

Meyet, 10/9/1992, Rec. 328: Il-259 (537).


Ministre chargé du plan et de l'aménagement du territoire c/Communauté
urbaine de Strasbourg, 8/1/1988, Rec. 2: II-262 (562).
Ministre de l'lntérieur c/Cohn-Bendit, 22/12/1978, Rec. 524: II-261 (554).
Myrtoon Steams hip Co., 22111/1957, Rec. 632: ll-259 (542).

Nicolo, 20/10/1989, Rec. 190: Il-260 (549).

Paris de Bollardie re, 11/7/1975, Rec. 423: II-259 (543).


Préfet de la Gironde c/Mahmcdi, 18/12/1992, Re c. 446: II-260 (54 7), II-260
(551).
Prince Napoléon , 19/2/Hi75. Rec. 155, concl. David: Il-256 (522-523).

Rebeuf, 11/1/1963, Rec. 18: II-258 (536).


Rekhou , 29/5/1981 , Rcc. 220: II-260 (550).
Rouché, 1817/1930, Rec. 771: II-257 (526).
Royaume-Uni de Grande-Bretagne et d'Irlande du Nord et gouverneur de
la colonie royale de Hong Kong, 15/10/1993, Rec . 267: II-261 (559).
Rubin de Servens, 2/3/1962, Rec. 143: II-258 (530).

Société des étains et wolfram du Tonkin, 1/6/1951, Rec. 312: II-260 (545).
Société des trans ports en commun de la région d'Hano1, 28/6/1967, Rec. 279:
II-259 (538).
Société lndichinoise d'Élcctricité, 2317/1961, Rec. 519: II-260 (545).
Société !'Alfa, 2517/1947, Rec. 344: Il-257 (527).
Société Nachfolger Navigation, 23/10/1987, Rec. 319: II-261 (561).
Société Navigator, 1317/1965, Rec. 423: II-260 (550).
Société Ranc, Tiburce et Cie., 7/12/1945, Rec. 247: 11-261 (555).
Sohr, 12/11/ 1949, Rec. 473: II-259 (540).
Syndicat des justiciables, Bidalou et Meyet, 3/12/1993 , Rec. 339: Il-258 (533).

Tallagrand, 29/1111968, Rec. 607 : II-257 (526).


Taurin et Mérienne, 29/10/1954, Rec. 566: Il-260 (545).
Tixier, 2/11/1951, Rec. 512: Il-258 (535).

Villa , 16/11/1956, Rec. 433: 11-260 (550).


Vo Thanh Nghia, 2211211978, Rec. 523: 11-261 (555).

2. Tribunal de Conflictos

Compagnie fran~aise des pétroles (Algérie), 17/11/1975: Rec. 799. II-261 (555).
Marguigny, 5/1111880, Rec. 800: II-257 (524).
602 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

Préfet de Paris et COFACE c/Compagnie Financiere C.I.C., 2/12/1991, Rec.


478: Il-262 (563).
Radiodiffusion fran~aise, 212/1950, Rec. 652. Il-259 (541).

3. Consejo Constitucional

Bayeurte, 8/6/1995, Rec. 213: II-263 (573).


Delmas, 11/6/1981, Rec. 97: ll-263 (569).
Diémert et Bannel, 25/10/1988, Rec. 183: TI-263 (572).
Evolution de la Nouvelle-Cáledonie, 23/8/ 1985, Rcc. 70: ll-263 (570).
Minvielle, 4/6/1988, Rec. 79: II-263 (571).

D) Reino Unido
Bonham, Thomas, 8 Coke Reports, 114 (Common Pleas, 1610): I -63 .
Bowman v. Middleton, 1 Bay, 252: I-71 (118).
City of London v. Wood, 12 Modern 669, (Mayor's Court 1701): I-69.
Day v. Savadge, Hobart 85 (King's Bench, 1614): l-68.
Dimes v. Grand Junction Canal Co., 3 House of Lords Cases 759 (1852):
I-69 (108).
Giddings v. Browne, 2 Hutchinson Papers 1-15: l -71 (114).
Godden v. Hales, 2 Shower 475 (King's Bench, 1686): l-69.
Lee v. Bude & Torrington Junction Ry, LR 6 Common Pleas 576 (1871):
1-69 (109).
Parish of Great Charte v. Parish of Kennington, 2 Strange 1173 (1730): I-
69 (107).
ÍNDICE ALFABÉTICO

El número romano corresponde al tomo


y los arábigos a las páginas

A ACCIONES DE CLASE (cont.):


- requisitos previos: II-98.
ABORTO : II-89, Il-3 97 , TI-443 , II- - sentencias contradictorias: II-107 .
451 , II-476. - "stare decisis": ll-107 .
ACCIÓN DE AMPARO: l-420, II-57. ACEFALÍA PRESIDENCIAL: II-209.
ACCIÓN DECLARATIVA ACORDADA (CORTE SUPREMA): I-
- caracteres principales: I-414. 290.
- de certeza: I-146, I-397. ACTIVISMO JUDICIAL : I-214 , I-
- de inconstitucionalidad: I-403. 228, I-231.
- - Ciudad de Buenos Aires: I-146 . ACTO DE GOBIERNO: Il-254.
- - Provincia de Buenos Aires: I-144. ACTO INSTITUCIONAL: II-266 .
- diferentes tipo ~: I-413. "ACTUAL MALICE": Il-401, ll-478.
- en los Estados Unidos: I-394. ACUERDOS EJECUTIVOS: I-128, I-
- importancia actual: I-390. 187, I-189.
- marco legal: I-414. ACUERDOS REGIONALES : Il-430 .
- negación como caso judicial: I-391 . ADMINISTRACIÓN PÚBLICA: I-
- nulidad de la Constitución : I-410 . 258.
ACCIÓN DIRECTA DE INCONSTI- "AFFIRMATIVE ACTION" : Il-440 .
TUCIONALIDAD: I-385, 1-415 AGRAVIO ACTUAL: I-289.
ACCIÓN POPULAR: I-154, I-417, II-54. AHORRO OBLIGATORIO: I-248 .
ACCIÓN PURA DE INCONSTITU- ALBERDI , JUAN BAUTISTA: II-
CIONALIDAD: I-417 . 364.
ACCIONES DE CLASE : II-94. "AMICUS CURIAE" : I-148.
- casos futuros: Il-105 . AMNISTÍA: II-209.
- certificación: II-11 3. "ANCILLARY JURISDICTION": I-
- conflictos de intereses: II-104. 192, I-194.
- daños y perjuicios: II-110 . ANENCEFALIA: II-481.
- dirección del proceso: II-119 . APOLOGÍA DEL DELITO : II-458.
- efectos de la se ntencia: Il-124 . ARBITRARIEDAD DE SE TENCIA:
- notificación : II-114. Il-315.
- representante de la clnse: II -10 2 , ARGUMENTO CONTRAMAYORlTA-
II-103. RlO : I -198. l-215. I-266.
604 CON'l'ROL DI!: CONSTITUCIONALIDAD

ASOCIACIONES DE CONSUMIDO- "CIVIL LAW": I-364.


RES Y USUARIOS: II-72. CLINTON , WILLIAM: II-445 .
"ATTO POLITICO": Il-265. COKE, EDWARD: l-6:1, I-71.
AUTONOMÍA MUNICIPAL: II-462 . ··COMMON LAW": l-66, I-67 , l-10::1,
AUTONOMÍA UNIVERSITARIA: JI- I-364 .
2::19. II-468 . "COMMON PLEAS", TRIBUNAL DEL:
1-43, 1-64, I-67 .
l3 COMPRA DE LOUISlANA: Il-::159 .
COMPROMISO DE MISSOURI: Il-
BENTHAM. JEREMY: I-69. 359.
BERMEJO , ANTONIO: II-385 . COMUNIDAD HOMOSEXUAL AR-
"BILL OF ATTAINDER": ll-354. GENTINA: Il-475 .
"BILL OF PEACE": Il-94. CONCEPTO JURÍDICO INDETER-
"BILL OF RIGHTS" (1689): I-43, I- MINADO : II-317.
49. CONFLICTO DE LAS CÁMARAS
"BILL OF RlCHTS" (1791): II-352. LEGISLATIVAS : II-201 .
BLACKSTONE , WILLIAM: I-65 . CONFLICTO DE PODERES: Il-92,
ll-219, II-225 .
e CONFLICTOS INTERADMINIS-
TRATIVOS: Il-245.
CARTA MAGNA: I-39, I-40 , I-42, I- CONGRESO DE LA CONFEDERA-
46, II-351. CIÓN ARGENTINA: I-208.
CASO FEDERAL, PLANTEO DEL: I- CONSEJO DE ESTADO (FRANCIA):
449. I-105 , I-106, II-254 , II-25 7.
- en l a Argen tina: l -449. CONSEJO DE LA MAGISTRATU-
- en los E stados Unidos: I-459 . RA: I-11 7, l-131 , Il-184. II-194.
CASO JUDICIAL O CONTROVER- CONSTITUCIONALISMO
SIA: I-139, l-163 , I-265 . - creación inglesa: l-38 .
- acordadas: I-290. - prehistoria e historia : II-350.
- actualidad: l -299 . CONTENCIOSO ADMINISTRATI-
- caso abstracto : I-303 . VO : l -101, I-106, I-120, I-121.
- concepto: I-276. CONTEXTO DE ADJUDICACIÓN :
- contexto fáctico: I-297. II-61.
- en la legitimaci ón colectiva: II-50. CONTROL DE CONSTITUCIONA-
- en relación con el tiempo: I-296 . LIDAD
- madurez: I-296 . - a cción declarativ a: I-390.
- opiniones con sultivas: I-280 . - "as a ppl icd to particular facts": I -
- sentido amplio y se ntido restringi- 346.
do : I-269. - Ciudad de Bue nos Aires: l -146.
CENSURA JUDICIAL: II-479 - concentrado : 1-108 , I -147 , T-163 .
CENTRALIZACIÓN DEL PODER - concepto: l-276 .
POLÍTIC O : Il-427 . - de oficio: I-320.
"CERTIORARI BEFORE JUDGE- - difuso: I-92 , l-147, I -163.
MENT": ll-331 , II-346 . - dimensión política: l-222, I-251 .
"CERTIORARI" NEGATIVO: II-300, - efectos: I-343.
II-328. - ejercido por la administración pú-
"CERTIORARI" POSITIVO (DE AD - blica: I-258.
MISIÓN): II-300 , II-330, ll-335 . - en el amparo: l -420 .
"CHAIRMAN ACT": II-384 . - en el hábeas corpus: I -4 22.
ÍNDICE ALFABÉTICO 605

- en el hábeas data : I-425. CORTE SUPREMA (cont.):


- en la acción declarativa : l -390. - jefatura de la j us ticia fed eral: II -
- en los decretos de necesidad y ur- 294.
gencia: I-427 . - obligatoriedad de sus fallos: I-356.
- e n los reglame ntos a dministrati- - poder del Estado: Il -292.
vos: I-373. - poderes implícitos: 1-189.
- c~q uP.m a clásico: I-136. - proceso político democrático: I-232.
- importanci a: I-271. - reducción de tareas : II-314.
- legitimidad de los j ueces: I-198. - "rol" institucional : II-290.
- límites: I-272. "COURT PACKING": I-254, II-393 .
- "on its fac e": I-346. "COURT OF CHANCERY'': II-94.
- poder implícito: I-173. CROMWELL, OLIVER: II-47 .
- por Acordada: I-290. CUESTIÓN FEDERAL: I-449, li-3::!0.
- por omisión: I-443. CUESTIONES ABSTRACTAS: I-28a,
- reglas generales: I-270, I-303 .
- s istema provi nci al : I-141. - exce pciones: I-303.
CONTROL DE RAZONABILIDAD : CUESTIONES ELECTORALES : II-
1-246, I-4::!2, II-171. II-172, II-173, 220, II-227 .
II-175 , II-427. CUESTIONES POLÍTICAS: I-139.
CONVENCIÓN AMERICANA DE - acordadas: II-246 .
DERECHOS HUMANOS: II-454. - acuerdo del Senado: Il -194.
CONVENCIÓ EUROPEA DE DE- - amparo: II-172.
RECHOS HUMANOS : II-262. - apreciación discrecional de los po-
COOLEY, THOMAS: I-98, II-386. deres políticos : II-160.
"CORRALITO" BANCARIO : II-47 1. - categorías de Brennan: II-249.
"CORTE COSTITUZIONALE" (ITA- - clasificación: II-27 3.
LIA): I-111. - conveniencia oportunidad o acierto
del legislador: II-159.
CORTE INTERAMERICANA DE DE-
- criterios de clasificación: Il-250 .
RECHOS HUMANOS: II-432.
- decisiones internas de las univer-
CORTE SUPREMA
sidades: II-239.
- ampliac ión: II-462 . - declarac ión de uti lidad pública: II-
- atribucio nes originarias: I-294. 238.
- carga de tarea: II-347 . - distritos electo rales (distribución):
- custodio de las garantías constitu- II-230 .
cionales: II-298. - empleo público: II- 212 .
- fij ación de políticas: II-308. encubi erta: Il-280 .
- función arbitral : II-312. expropiación: Il-154.
- fun ción casa toria: I-348, I-357 , II- formación y sa nc ión de las leyes:
310. Il-199 .
- función constituyente : II-301. fundamentos : II-2 ñl.
- fun ción creadora del derecho: II- hábeas corpus: II-173.
299 . - intervención federal : II -154.
- función política: I- 236. - junta de calificación de perso nal
- guardiana del proceso político: I- mili tar: II-243 .
242. - ley marcial : II-176.
- inestabilidad política: I-240. - límites: Il-166.
intérprete final de la Constitución: - mérito intrínseco de las leyes: 11 -
160.
II-297 .
606 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

CUESTIONES POLÍTICAS (cont.): DOCTRINA (cont.):


- noción: II-149 . - de la autorrestricción de los jueces:
- poderes de emergencia: Il-169. 1-201, I-212, I-228 .
- poderes de guerra : Il-166. - de la discrecionalidad equitativa:
- polftica administrativa: II-236. II-82 , II-90.
- reconocim ie nto de go biernos ex- - de la discrecionalidad reparadora:
tranjeros: II-164. II-82 , II -88, II-90.
- relaciones internacionales: II-163. - de la emergencia: I-247 , I-427, II-
- veto pa rcial : II-207 . 412.
- de la estricta necesidad: I-275.
D - de la incompatibilidad inconcilia-
ble : I-215 .
DEBATE HAND-WECHSLER: I-204.
- de la razo nabilidad: I-246, l-432,
DECLARACIONES DE INDULGEN- II-171, II-17 2, II-173, II-460 .
CIA: I-49.
- de la real malicia: ll-401 , Il-4 78.
DECLARACIÓN DE LOS DERE-
CHOS DEL HOMBRE Y DEL CIU- - de la separabilidad: I-345.
DADANO : 1-101. - de los actos propios: Il-48, Il-49 .
DEFENSOR DEL PUEBLO : 1-386, - del error claro y manifiesto: l-202,
II-59, II-62 . I-275 .
"DELEGATA POTESTAS NON PO- - del "overbreath": I-347.
TEST DELEGARE": 1-197. - del sometimiento voluntario a un
DELEGACIÓN LEGISLATIVA: I- régimen jurídico: II-35 .
247. "DROIT ADMINISTRATIF": 1-55 , I-
DERECHO CONSTITUCIONAL 364.
- etapa de la libre empresa: II-351. DRUG ENFORCEMENT ADMINIS-
- etapa de la preocupa ción social: Il- TRATION : I-257.
351. "DUE PROCESS OF LAW": 1-::!07 .
- etapa formati va: II-35 1, II-355.
- etapa internacional: 11-352. E
DERECHO DE PROPIEDAD: II-302,
II-307, ll-373, II-4 16, II-453. EFECTOS DEL CONTROL DE CONS-
DERECHO DE RÉPLICA: 11-478. TITUCIONALIDAD : I-164, I-343.
DERECHOS DE INCIDENCIA CO- - en la nulidad de reglame ntos: I-
LECTIVA : II-52 , II-53 , II-58 , II- 373 .
147. EFECTO "ERGA OMNES": I-159, 1-
DILEMA DE MADISON: I-229. 345 , I-351 , I-372 , I-373, 1-380, l-
DIMENSIÓN POLÍTICA DEL CON- 381, l -384, I-386, I-389, Il-142.
TROL DE CONSTITUCIONALI- EFECTOS "INTER PARTES'': II-60 .
DAD : I-222, I-251. "EL FEDERALISTA": l-74, I-104, I-
DISTRITOS ELECTORALES (DIS- 175, l-215 , II-357 .
TRIB UCIÓN): Il-230, 11-395. EMERGENCIA ECONÓMICA: I-244,
DIVISIÓN DE PODERES: II-91 . II-280, li-309 .
DIVORCIO VINCULAR: II-310 , Il- ENMIENDAS DE LA RECONS-
475 . TRUCCIÓN (ESTADOS UNIDOS):
DOCTRINA: Il-306.
- de la autopreservación del Estado: ESTABILIDAD DEL EMPLEADO PÚ-
I-245 . BLICO: II-242.
606 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

CUESTIONES POLÍTICAS (cont.): DOCTRINA (cont.):


- noción: II-149. - de la autorrestricción de los jueces:
- poderes de emergencia: ll-169. I-201, l -212, 1-228.
- poderes de guerra: II-166. - de la discrecionalidad equitativa:
- política administrativa: II-236. ll-82 , II-90 .
- reconocimiento de gobiernos ex- - de la discrecionalidad reparadora:
tranjeros: Il-164. ll-82, II-88, II-90.
- relaciones internacionales: Il-163 . - de la emergencia: I-247 , I-427 , ll-
- veto parcial: ll-207. 412.
- de la estricta necesidad: I-275.
D - de la incompatibilidad inconcilia-
ble: I-215.
DEBATE HAND-WECHSLER: I-204.
- de la razonabilidad: I-246, I-432,
DECLARACIONES DE INDULGEN-
Il-171, ll-172 , Il-173, Il-460 .
CIA : I-49.
- de la real malicia: Il-40 1, II-4 78.
DECLARACIÓN DE LOS DERE-
CHOS DEL HOMBRE Y DEL CIU- - de la separabilidad: I-::!45.
DADANO: I-101. - de los actos propios: Il -48, II-49.
DEFENSOR DEL PUEBLO : I-386, - del error claro y manifie to : l -202,
ll-59, II-62. I-275.
"DELEGATA POTESTAS NON PO- - del "overbreath": I-34 7.
TEST DELEGARE": l-197 . - del sometimiento voluntario a un
DELEGACIÓN LEGISLATIVA: I- régimen jurídico: II-35.
247 . "DROIT ADMINISTRATIF": I-55 , I-
DERECHO CONSTITUCIONAL 364.
- etapa de la libre empresa: ll-351. DRUG ENFORCEMENT ADMINIS-
- etapa de la preocupación social: ll- TRATION: l-257.
351. "DUE PRO CE SS OF LAW": I-307 .
- etapa formativa: II-351 , II-355 .
- etapa internacional: Il-352. E
DERECHO DE PROPIEDAD: II-302,
EFECTOS DEL CONTROL DE CONS-
II-307 , II-373, II-416, ll-453 .
TITUCIONALIDAD : I-164, I-343 .
DERECHO DE RÉPLICA: II-478.
DERECHOS DE INCIDENCIA CO- - en la nulidad de reglamentos: 1-
LECTIVA : Il-52, II-53 , Il-58, II- 373 .
147. EFECTO "ERGA OMNES": I-159, I-
DILEMA DE MADISON: l -229. 345, I-351, I-372, I-373, I-380, I-
DIMENSIÓN POLÍTICA DEL CON- 381 , I-384, I-386, I-389, II-142.
TROL DE CONSTITUCIONALI- EFECTOS "INTER PARTES'': II-60 .
DAD : I-222 , I-251. "EL FEDERALISTA": l -74, I-104. I-
DISTRITOS ELECTORALES (DIS- 175, l-215 , II-357.
TRIB UCIÓN): Il-230, ll-395 . EMERGENCIA ECONÓMICA: I-244,
DMSIÓN DE PODERES: II-91. II-280, Il-309 .
DIVORCIO VINCULAR: II-310, 11- ENMIENDAS DE LA RECONS-
475. TRUCCIÓN (ESTADOS UNIDOS):
DOCTRINA: II-306 .
- de la autopreservación del Estado: ESTABILIDAD DEL EMPLEADO PÚ-
I-245 . BLICO: Il-242.
ÍNDICE ALFABÉTI CO 607

ESTABLECIMIENTOS DE UTILI- GUERRA CIVIL (ESTADOS UNI-


DAD NACIONAL: ll-;j09. DOS): II-306.
ESTADO DE GUERRA: 1-245, Il-414. GUERRA DE LAS ROSAS: II-151.
ESTADO DE SITIO: I-374, II-169, II- GUERRA FRÍA: 11-428.
459.
ESTÁTICA SOCIAL: Il-378. H
ESTRADA, JOSÉ MANUEL DE: II-
375. HÁBEAS CORPUS : I-338, I-422, II-
173 .
ESTUPEFACIENTES: II-309, II-457 ,
II-473. HÁBEAS DATA: T-425.
"EVARTS ACT": Il-348 . - derecho a la información objetiva:
Il-481.
"EXCHEQUER", TRIBUNAL DEL: I-
HABER MÍNIMO JUBILATORIO:
43.
II-459.
EXPROPIACIÓN: II-154 , II-2:.!7.
HOBBES, THOMAS: 1-52.
EXPULSIÓN DE EXTRANJEROS: I-
244, II-360.
HUELGA: II-244.

F
IGLESIA CATÓLICA: II-247.
"FACIAL CHALLENGE": 1-346.
IGUALDAD ANTE LA LEY: II-303
FACULTADES DE SUPERINTEN- II-307 . '
DENCIA: I-290.
INCONSTITUCIONALIDAD
FISCALÍA NACIONAL DE INVES-
- form al: I-370, I-374, I-375, I-386.
TIGACIONES ADMINISTRATI-
VAS: II-466. - planteamiento por órganos del Es-
tado: II-45 .
FORMACIÓN Y SANCIÓN DE LAS
- por omisión: I-443.
LEYES: II-199.
"FORUM SHOP.PlNG": I-377. - sobreviniente: I-316 .
INDEXACIÓN: 11 -419, 11-473.
FRONDIZI, ARTURO : 11-405 .
INDULTO: II-209.
INSTRUMENTO DE GOBIERNO: I-
G 48.
GARANTÍAS CONSTITUCIONALES INTERÉS EN LA DECLARACIÓN
EN EL PROCESO PENAL: II-477. DE 1NCONSTITUCIONALIDAD :
GARANTÍA FEDERAL: II-214. II-31.
GENERACIÓN DE 1837: II-363. INTERPRETACIÓN CONSTITUCIO-
NAL: T- 228.
GENERACIÓN DEL 80: II-375.
INTERVENCIÓN FEDERAL: II-154,
"GERRYMANDERING": I-2:13 . II-2 14.
GLOBALIZACIÓN: II-427 . INTERVENCIONISMO ESTATAL:
'·GLORIOSA REVOLUCIÓN" (1688): II-388.
l -43, I-49. IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY:
GOBIERNO DE PACTO: II-177, Il - II-448.
212, IJ- 404, II-460. "JURA CURIA NOVIT": I-3 29 , I-3:n
GONZÁLEZ , JOAQUÍN V.: Il-37~ .
GOROSTJAGA , JOSÉ BENJAMIN: J
II-369. JEFE DE GABINETE DE MINIS-
GRAVEDAD INSTITUCIONAL: ll- TROS: 1-11 7, II-184 .
320.
608 CoNTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

JEFFERSON, THOMAS: I-200. LEGITIMACIÓN PROCESAL (cont.):


JUAN SIN TIERRA: I-40. - materia tributaria: Il-144.
"JUDICIARY ACT" (1789): I-78 , I-82, - Ministerio Público: II-92 .
I-88, I-89, II-320, ll-323, II-348. - personas individuales: II-184 .
"JUDICIARY ACT" (1925): II-348 . - requisitos constitucionales: II-23.
JUDICIABILIDAD PLENA: Il-269 . - requisitos prudencinles: II-26.
JUECES ADMINISTRATIVOS: I- LEGITIMADOS INDIVIDUALES: II-
~64.
134 .
JUEZ NATURAL DE LA CAUSA: I- LEGITIMIDAD DE LOS JUECES: I-
267 , l-268, Il-48. 198.
JUICIO POLÍTICO : II-178.
LENGUAJE EXPRESIVO: II-399, Il-
- en sede provincial: Il-187. 444.
JURADO DE ENJUICIAMIENTO
LEY DE ABASTECIMIENTO: II-419,
DE MAGISTRADOS: Il-184.
II-423 , II-458.
JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL:
I-167 , I-169-17::! , I-322. LEY MARCIAL: II - 15~ . U-176, II-
,JURISDICCIÓN MILITAR: I-245, Il- 414.
414. LEY SANTAMARÍA DE PAREDES:
JURISDICCIÓN PRIMARIA: I-300. I-108.
JUSTICIA DELEGADA: I-106 , Il- LlBER'rAD CONTRACTUAL: II-353.
256. LIBERTAD DE CONCIENCIA: II-
JUSTICIA FEDERAL, PODERES IM- 459.
PLÍCITOS : I-189. LTBERTAD DE CULTOS: Il-441.
JUSTICIABILIDAD : Il-16. LIBERTAD DE EXPRESIÓN: II-387,
JUSTO , AGUSTÍN P. : Il-404. II-398, II-449 , Il-457, Il-4 78.
LIBERTADES PREFERIDAS: II-354.
K LÍMITES INTERPROVINCIALES:
II-226.
"KING'S BENCH": I-43, I-45. LINARES QUINTANA, SEGUNDO V.:
Il-409.
L LOCKE , JOHN : I-41, I-51.
"LAISSEZ FAIRE": I-244 , II-307, II-
~81. M
"LAW LORDS" : I-351.
LEGISLADORES : Il-79. MADISON. JAMES: I-50, I-78.
LEGITIMACIÓN COLECTIVA A MAJOR, JOHN: Il-436.
GRAN ESCALA: II-54. MARSHALL, JOHN: I-79-86.
LEGITIMACIÓN PROCESAL "MASTER OF THE ROLLS": II-94.
- asociaciones de consumidores y MATIENZO , JOSÉ NICOLÁS: Il -
usuarios: II-72. 377.
- cla~es de personas: II-93. MEDIO AMBIENTE : Il-55 .
- Defensor del Pueblo: II-62. MERCOSUR: 1-130.
- doctrina del sometimiento volunta- MINISTERIO PÚBLICO: I-1:31. II-
rio: II-35. 92.
- evoluci ón en los Estados Unidos: MITRE, BARTOLOMÉ: 11-365.
II-19.
MODELOS CONSTITUCIONALES :
- fundamento constitucional: II-17. II-352.
- legisladores: II-79.
MONOTRIBUTO: II-68.
ÍNDICE ALFABÉTICO 609

MONTESQUIEU, CHARLES LOUIS PODERES INHERENTES: I-173, T-


DE SECONDAT: I-102. 186.
''MOOTNESS": I-303 . "PREINFORCEMENT REVIEW": I-
MORENO, MARIANO : II-363 . 376, I-379, 1-380.
MULTAS ADMINISTRATIVAS : II- PRINCIPIO DE ESPECIALIDAD: I-
421. 197.
MUNICIPIOS: ll-220. PRINCIPIO DE LEGALIDAD : I-37,
I-117.
N PRINCIPIO DE PRESUNCIÓN DE
LEGITIMIDAD : I-263 .
"NECESSARY ANO PROPER CLAU- PRINCIPIO NOMINALISTA: Il-419.
SE": I-174, 1-175. PRIVATIZACIÓN DE AEROLÍNEAS
NEW DEAL: II-389, II-393 . ARGENTINAS : I-247, II-135 .
NULIDAD DE LA CONSTITUCIÓN: PRIVATIZACIÓN DE AEROPUER-
li-198. TOS: II-68 , II-86 .
NULIDAD DE REGLAMENTOS: I- PROCESO AUTÓNOMO DE CONS-
373. TITUCIONALIDAD: I - 10~) .
PROCESO PENAL, GARANTÍAS
o CONSTITUCIONALES : Il-4 77.
PROCESO POLÍTICO DEMOCRÁTI-
OMISIONES CONSTITUCIONALES:
CO: 1-232.
I-448.
PROCESO PURO DE CONSTITU-
OPINIÓN CONSULTIVA: I-280. CIONALIDAD: I-160.
PROCURACIÓN DEL TESORO DE
p
LA NACIÓN : I-169, I-259, 1-385.
PACTO FEDERAL DE 1831: 11-363. PRONUNCIAMIENTO DE URQUIZA:
PADILLA, ALBERTO G.: II-409 . II-363.
"PARLAMENTO LARGO": I-48. PROPIEDAD ENEMIGA: I-245 .
PARTIDOS POLÍTICOS: II-227 .
"PENDANT JURISDICTION": I-194. Q
PERÓN, JUAN D.: II-404. QUEMA DE LA BANDERA: Il-401.
PERSONAL MILITAR: II-243 .
PESIFICACIÓN: ll-47a . R
PETICIÓN DE DERECHOS (1628):
I-43, I-44. REAGAN , RONALD: II -435 .
PLAN AUSTRAL: I-246. REBALANCEO TELEFÓNICO: Il-61 ,
PLAN CONINTES: I-245, II-177 . II-71 , Il-469.
PODER CONSTITUYENTE: Il-301. RECURSO EXTRAORDINARIO
PODER DE POLICÍA: 1-85. - caso federal : I-449.
PODERES DE GUERRA DEL PRE- - discrecionalidad: 1-382.
SIDENTE: Il-166 , Il-168, Il-415. - gravedad institucional: 1-383, II-
PODERES DISCRECIONALES: I-37 , 310, II-320 .
I-fi8 . - juicio político: Il-183.
PODERES IMPLÍCITOS : I-173 . - legitimación para interponerlo:
- de la Corte Suprema: I-189, I-238, l -458 .
I-292. - sentencia arbitraria: Il-315.
- del Congreso: I-174. - sentencia defini t iva : 11-337 .
- del Presidente: I-181. - trascendencia: 1 -~81.
610 CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

RECURSO EXTRAORDINARIO (cont.): STORY, JOSEPH: I-93.


- uso discrecional: Il-312. SUPREMACÍA DE LA CONSTITU-
RECURSO "IN FORMA PAUPERIS": CIÓN: l. 34, I-37, I-122, 1-125,1-127.
II-458 .
RECURSO "PER SALTUM": I-192, 1- T
247, 1-433 , Il-85 . ll-331, Il-471.
REFORMA CONSTITUCIONAL: Il- "TAKING CLAUSE": II-437 .
137, 11-196. TARIFAS DE SERVICIOS PÚBLI-
REGLA 23 DE PROCEDIMIENTO COS: Il-245 .
CIVIL: ll-96. TASA DE INTERÉS : Il-310.
REGLAMENTOS TEORÍA ECOLÓGICA: II-51.
- autónomos : I-130. TEORÍA PURA: I-30 .
- de necesidad y urgencia: I-130, I- THATCHER, MARGARET: II-435.
247, 1-249, I-427 , II-470. TONINAS OVERAS: II-134 .
- delegados: I-130, 1-247.
TOCQUEVILLE, ALEXIS DE: l-96.
- ejecutivos: I-130, 1-374.
TRATADOS INTERNACIONALES:
- nulidad: 1-373.
RELACIONES INTERNACIONALES: I-122-124, 1-128 .
II-163. TRIBUNAL ADMINISTRATIVO: I-
REPETTO, ROBERTO: Il-410 . 265-267.
RESIDUOS PELIGROSOS: ll-137. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
RESPONSABILIDAD DEL ESTA- - Alemania: 1-112.
DO: II-422, Il-461. - Austria: I-110 .
"REVOLUCIÓN CONSERVADORA": - Bolivia: I-115 .
II-434. - Chile: 1-115 .
REVOLUCIÓN DE MAYO : Il-362. - Colombia: 1-115.
RICHELIEU, CARDENAL DE: II-429. - Ecuador: I-115.
ROCA, JULIO A.: II-374 - España: I-3 1, 1-112, I-164, I-Hi5.
"RULE OF LA W": I-53, I-54, I-56, I- - Perú : 1-115.
369.
- Turquía: 1-113.
- Venezuela: T-115 .
S
TRIBUNAL FISCAL: I-267.
SACRALIZACIÓN DE LOS JUE- TRIBUNAL INTERNACIONAL DE
CES: II -271. JUSTICIA: Il-431.
SALARIOS PÚBLICOS ("IUS VA- TWAIN, MARK: Il-372.
RIANDI"): I-249 .
SEGUÍ, JUAN FRANCISCO: II-366. u
SEGURIDAD SOCIAl,.: I-369.
"SELF-RESTRAINT": I-140, I-229, I- UNIÓN EUROPEA: Il-428.
231. UNIVERSIDADER NACIONALES:
SENTENCIA DEFINITIVA: ll-337. II-239.
SERVICIO MILITAR: II-459.
SERVICIO PÚBLICO : II-245. V
SPENCER, HERBERT: II-378.
"STANDING": ver LEGITIMACIÓN VETO DE BOLSILLO: ll-81.
PROCESAL. VETO PRESIDENCIAL: Il-207.
"STARE DECISIS": l-60, 1-349, I-353, VÍA ADMINISTRATIVA PREVIA: I-
I-363. 300 .
ÍNDICE ALFABÉTICO 611

"WRIT OF ERROR": II-320, Il-323,


w II-348.
"WRIT OF MANDAMUS": 1-78, 1-87.
WARREN, EARL: II-391.
"WELFARE STATE": Il-431 . z
"WRlT OF CERTIORARI": 1-348, T-
358, 1-377, II-300, II-346 , Il-348 . ZAVALÍA, CLODOMIRO: II-377.
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República Argentina,
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Fecha: .0~.... 1__.Q.).. / .P.~ ...
Clasificación:.~(~). ..
Sig. Top. :..~.S.s.1:: .. h ...
Donación: ~
Compra: o
Canje: o
Dr CAPUA, SEBASTIÁN: R esponsabilidaa ae
los funcionarios municipales. Alcan-
ces civiles, penales, administrativos y po-
líticos de los intendentes, concejales y de-
más funcionarios. Prólogo de Alberto B.
Bianchi.
Los ~tlcances de la autonomía municipal y los
tipos de responsabilidad. La responsabilidad
civil . La responsabilidad penal. La responsa-
bilidad administrativa. La responsabilidad
política.
GALLEGOS FEDRIANI, PABLO0.: Las medidas
cautelares contra la A dministración
Pública. Prólogo de Juan C. Cassagne.
Principios generales. Naturaleza y caracteres.
Clasificación. Finalidad. Requisitos para su
procedencia. Aspectos procesales. La medida
cautelar y el amparo. Medida cautelar inno-
vativa. Medida autosatisfactiva. Medida cau-
telar autónoma. Medida precautelar. La me-
dida cautelar y la Administración Pública. La
suspensión del acto administrativo.
Ü YHANARTE , JULJo: Función política de
la Corte Suprema. Obra en homenaj e
al Dr. Julio Oyhanarte.
El poder político de la Corte Suprema de los
Ullidos. Origen histórico. Los mode-
loa iultitueiorualn de cone Su
te Suprema y lot CODftic:t.o. ele podera 11 pa-
pel polftico de la Corte Suprema • lu c:riiM
iDati&11cioDaln. La Corte Su.p,...., .. .,..
da del wtado CODatitudoD8l de dencbo: par-
diaoa del proceso polftico y tiibuul ele p-
raatlu CODatitucionales. La f'uaci6n polftica
ele la Corte Suprema en loa rob~ de facto.
La Corte Suprema de JUitieia y el ~
ele luDciooet dilerec:ionaln. El juicio político
1 loa juradoe de e»,iuiciamiento de mqiltn-
doa 1 ftmcionariol. ¿Retrocede el reloj jur(ctico
ele la Corte Suprema en materia de control
ele lol decreto~ de D8C81idad y urpru:ia? Aú-
Jiaia de la rucmabilidad de lu reglamenta-
cioDn de loe dereebol pei'IIOIIaln. Lu Cortes
~nalea y lo. dencboa econ6micoa y
IOCialel. La Corte Suprema y el derecho a
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