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4 de marzo de 1983
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30 de marzo de 1979
Camaradas:
La presente reunión de discusiones sobre los principios generales del
trabajo teórico del Partido ya lleva algún tiempo. Ahora, cuando va a tocar a
su fin, me permito, por encargo del Comité Central del Partido, presentar ante
todos ustedes algunas observaciones.
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pués de la III Sesión Plenaria del Comité Central, todos los asistentes, libres
de trabas mentales, han expresado francamente sus ideas y planteado no
pocos problemas dignos de atención y estudio. Mirada en su conjunto, la
reunión ha sido un éxito. En la reunión de trabajo del Comité Central, hablé
de la necesidad de emancipar la mente, poner en juego la inteligencia, actuar
en función de la realidad y mirar unidos hacia adelante. En la actualidad,
debemos seguir aplicando sin vacilación esta orientación. Y lo importante es
dar un paso adelante en su divulgación y aplicación, partiendo de la realidad y
en estrecha relación con la actual situación y con nuestras tareas.
Debemos saber apreciar en todo su justo valor y bajo todos sus aspectos
la situación creada a partir del aplastamiento de la “banda de los cuatro”,
sobre todo desde la III Sesión Plenaria del Comité Central. En los dos años y
medio transcurridos desde que fue aplastada esa banda, hemos liquidado en
lo fundamental sus fuerzas políticas contrarrevolucionarias y reajustado y
completado los cuerpos dirigentes en los distintos niveles. Ya se encuentra en
lo fundamental en manos de cuadros dignos de la confianza del pueblo el
poder de dirección del Partido, del gobierno y del ejército, cuyo trabajo ha re-
tornado en lo esencial al orden normal. Se trata de un éxito muy grande, que
tanto esfuerzo nos ha costado. Nos hemos librado del caos promovido
durante diez años por Lin Biao y la “banda de los cuatro” y hemos creado una
situación política de estabilidad y unidad, lo cual constituye una condición y
una garantía indispensables para nuestra modernización socialista. Cada uno
de los aquí presentes, todos los militantes de nuestro Partido, especialmente
los que tenemos responsabilidades de dirección, debemos valorar en alto
grado y salvaguardar esta situación política. Por supuesto, la estabilidad y la
unidad deben regirse por principios. A través de la denuncia y la crítica a Lin
Biao y la “banda de los cuatro”, sobre todo mediante la discusión sobre los
problemas ideológicos y teóricos que se llevó a cabo en la reunión de trabajo
del Comité Central y en su III Sesión Plenaria, ambas celebradas en el
invierno pasado, podemos afirmar que, en lo referente al rumbo ideológico y
político, hemos vuelto en lo fundamental al acertado camino del
marxismo-leninismo y del pensamiento de Mao Zedong, camino por el cual
seguiremos marchando siempre hacia adelante. Hemos mejorado la situación
de la economía nacional y restaurado rápidamente la producción en las
diversas ramas. La situación política y económica arriba mencionada permite
ahora a todo el Partido trasladar, a partir de este año, el centro de gravedad
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de su vida, así como su decisión de que China debía mantenerse a! lado del
Tercer Mundo, fortalecer su unidad con los países que lo componen, ganarse
a los países del Segundo Mundo para la lucha conjunta contra el
hegemonismo y establecer relaciones diplomáticas normales con los EE.UU. y
el Japón. Este principio en materia de estrategia internacional ha
desempeñado un papel inapreciable en agrupar a los pueblos del mundo en
su lucha antihegemonista, cambiar la correlación de las fuerzas políticas del
mundo entero, frustrar el descabellado designio del hegemonismo soviético
de aislarnos en la palestra internacional, mejorar el ambiente mundial que
nos rodea y aumentar el prestigio internacional de nuestro país.
En resumen, todo indica que la fisonomía de nuestro país ha ex-
perimentado un cambio radical frente a cómo estaba cuando Lin Biao y la
“banda de los cuatro” hacían y deshacían a su antojo. Bajo la acertada
dirección del Comité Central del Partido, todo el Partido, todo el ejército y el
pueblo de todas las nacionalidades del país se sienten nuevamente llenos de
esperanza y de confianza en el porvenir de nuestra gran patria socialista.
Quien no aprecie todo esto en su justo valor, incurrirá en un craso error.
Por otra parte, aún afrontamos dificultades, y además algunas de ellas
son bastante graves. Sería también un craso error perder esto de vista. Antes
que nada, debemos hacer una apreciación lúcida y tener un criterio unificado
respecto a la situación de nuestra economía, devastada a lo largo de tantos
años por Lin Biao y la “banda de los cuatro”. Durante más de diez años, no
pudimos zafarnos de la grave desproporción de la economía nacional, a pesar
de que sin un desarrollo proporcionado es imposible mantener un ritmo
acelerado en forma sostenida y segura. A nuestro juicio, tanto nuestra
economía en general como nuestra agricultura, industria, construcción
básica, transporte, comercio exterior e interior y hacienda y finanzas en
particular, requieren todavía un determinado lapso de tiempo para consumar
su reajuste en su proceso de avance general, y sólo así se podrán superar sus
distintos grados de desequilibrio para alcanzar un equilibrio relativo. A
diferencia del reajuste que realizamos a comienzos de la década del 6o, el
actual se efectúa en pleno avance de nuestra causa y tiene como propósito
echar cimientos seguros para la materialización de las cuatro
modernizaciones. Pero no por ello dejan de ser necesarios algunos retrocesos
parciales, pues hay que rebajar con decisión
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las metas excesivamente elevadas, reñidas con la realidad y que son más
perjudiciales que provechosas para la economía en su conjunto, y reordenar en
un plazo límite, incluso con la suspensión de su funcionamiento, las empresas
mal administradas y gravemente deficitarias.
Sólo es posible dar dos pasos adelante después de un paso atrás. Al mismo
tiempo, para materializar de manera eficaz las cuatro modernizaciones, es
preciso solucionar concienzudamente los diversos problemas relativos a los
sistemas económicos. Se trata igualmente de un reajuste en gran escala y de
extraordinaria complejidad. Un buen trabajo de reajuste en este primer año
significará un gran progreso y un comienzo positivo para el traslado del centro
de gravedad de nuestro trabajo.
En las actuales condiciones de una desproporción en la economía, llevar
decididamente a efecto un reajuste necesario y acertado constituye un
prerrequisito para que nuestra economía se desarrolle en forma normal y
sostenida. Esto queda comprobado plenamente por las experiencias
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históricas adquiridas en los dos reajustes anteriores , el uno a raíz de la
fundación de la República Popular y el otro a principios de la década del 6o.
En consecuencia, debemos hacer saber al pueblo de todo el país que sólo
procediendo así podremos avanzar aún mejor y que debemos confiar
firmemente en el Partido y en el Gobierno y acatar resueltamente lo que
dispongan en el curso del presente reajuste. Debemos tener conciencia de
que, con relación al reajuste que se efectuó a comienzos de la década del 6o,
en el actual reajuste se nos presentan muchas condiciones ventajosas pero
también ciertas dificultades. En aquella ocasión, la dirección a los diversos
niveles era más fuerte que ahora, era más elevado el espíritu de organización
y de disciplina dentro y fuera del Partido, y no existían factores de
inestabilidad en lo político e ideológico como ocurre ahora. En la actualidad,
las lagunas creadas por los diez años de fechorías de Lin Biao y la “banda de
los cuatro” y sus nefastas influencias han dejado en diversos lugares una serie
de graves secuelas. Entre un reducido número de gente ya comienzan a
extenderse las perniciosas influencias dejadas por Lin Biao y la “banda de los
cuatro”, sobre todo las del fraccionalismo y del anarquismo, en combinación
con algunas •corrientes ideológicas de escepticismo respecto al socialismo, a
la dictadura del proletariado, a la dirección del Partido y al marxismo-
leninismo y el pensamiento de Mao Zedong. Ante las nuevas tareas
históricas, algunos de nuestros cuadros no tienen todavía la mente lo
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años con respecto al de los países más avanzados del mundo. Durante los
últimos treinta años, hemos experimentado dos altibajos en nuestra
economía y, en particular, han sido extremadamente graves las consecuencias
de la tremenda devastación infligida a la economía nacional por Lin Biao y la
“banda de los cuatro” durante los diez años que van de 1966 a 1976. Al
proceder ahora al reajuste, tenemos precisamente como objetivo seguir
eliminando estas graves consecuencias.
Segunda, una inmensa población con poca tierra cultivable. En la
actualidad, China cuenta con una población de más de 900 millones de
habitantes, de los cuales más del 80 por ciento son campesinos. La presencia
de una inmensa población tiene ventajas, pero también desventajas. En
condiciones de un desarrollo aún insuficiente de la producción, se presentan
serios problemas de alimentación, educación y empleo. Por tanto, debemos
fortalecer enérgicamente el trabajo de planificación familiar; pero, aun
cuando haya dejado de aumentar la población al cabo de algunos años,
seguirá existiendo el problema demográfico durante un determinado tiempo.
Nuestro extenso territorio con sus abundantes riquezas naturales es para
nosotros una ventaja, pero muchas de éstas todavía no han sido exploradas
con precisión ni están siendo explotadas y utilizadas y, por consiguiente, no
constituyen aún medios de producción reales. Poseemos un vasto territorio,
pero la superficie de tierra cultivable es reducida. No es fácil modificar el
desequilibrio entre la escasa superficie de tierra cultivable y la inmensa
población, sobre todo la campesina. Esto constituye una de las características
que debemos tomar en consideración al llevar adelante la modernización de
China.
Para llevar a cabo la modernización de tipo chino hay que partir de las
peculiaridades de China. Por ejemplo, la producción moderna sólo requiere
poca mano de obra, pero ocurre que tenemos una inmensa población.
Entonces, ¿cómo conciliar lo uno con lo otro? Si no procedemos con una
visión de conjunto, enfrentaremos durante largo tiempo el problema social
del subempleo. A este respecto, hay muchas cuestiones que requieren un
estudio conjunto de los camaradas de todo el Partido dedicados a la labor
práctica o teórica, y a buen seguro les encontraremos soluciones apropiadas.
Pero no voy a detenerme en este punto.
De lo que quiero hablar hoy es de los problemas ideológico y político. El
Comité Central sostiene que para materializar las cuatro modernizaciones en
China, debemos persistir, en el campo ideológico y político, en los cuatro
principios fundamentales, lo que constituye
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de varios años de reajuste, pero bastaron los alborotos armados por Lin Biao
y la “banda de los cuatro” para que la economía sufriera graves daños. En el
momento actual, cuando la economía china, bajo la dirección del Comité
Central del Partido y del Consejo de Estado, está marchando de nuevo por
un camino de sano desarrollo, si se deja de nuevo a alguna gente con las
manos libres para armar líos acá y allá apartando de un puntapié a los
comités del Partido, se esfumarán las cuatro modernizaciones. Lo que digo
no es ninguna muestra de alarmismo, sino una verdad objetiva corroborada
por una abundante práctica.
Cuarto, debemos persistir en el marxismo-leninismo y el pensamiento
de Mao Zedong. Uno de los aspectos centrales de nuestra lucha contra Lin
Biao y la “banda de los cuatro” fue nuestra oposición a las falsificaciones,
tergiversaciones y amputaciones que hacían con el marxismo-leninismo y el
pensamiento de Mao Zedong. El aplastamiento de la “banda de los cuatro”
nos permitió restituir al marxismo-leninismo y al pensamiento de Mao
Zedong su verdadera fisonomía científica y hacer de ellos la guía para nuestra
acción. Se trata de una gran victoria de todo el Partido y todo el pueblo. No
obstante, no piensa así una exigua minoría de gentes. O bien se oponen
abiertamente a los principios fundamentales del marxismo- leninismo, o
bien se pronuncian de palabra a favor del marxismo- leninismo pero se
oponen al pensamiento de Mao Zedong, producto de la integración de la
verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica de la revolución
china. Debemos luchar contra todas estas corrientes ideológicas erróneas.
Algunos camaradas se declaran partidarios solamente del “pensamiento de
Mao Zedong acertado” y no del “erróneo”. Esta afirmación es igualmente
errónea. Lo que defendemos y tomamos como guía para nuestra acción son
los principios fundamentales del marxismo-leninismo y del pensamiento de
Mao Zedong, o sea, el sistema científico conformado por estos principios.
Tanto Marx y Lenin como el camarada Mao Zedong cometieron, como era
inevitable, ciertas equivocaciones en algunas de sus tesis, pero dichas
equivocaciones no forman parte del sistema científico integrado por los
principios fundamentales del marxismo-leninismo y del pensamiento de Mao
Zedong.
Ahora quisiera hacer hincapié en el pensamiento de Mao Zedong. La
revolución antiimperialista y anti feudal de China sufrió innumerables y
trágicos fracasos. ¿Acaso no fue justamente el pensamiento de Mao Zedong
el que permitió al pueblo chino, que representaba la
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para” por los derechos humanos en China. ¿Podemos permitir un acto como
éste, que solicita descaradamente una intervención extranjera en los asuntos
internos de China? Una llamada ‘‘Asociación por el Deshielo” hizo público un
manifiesto en el que se oponía con descaro a la dictadura del proletariado,
acusándola de haber dividido a la humanidad. ¿Acaso podemos permitir
semejante “libertad de palabra”, abiertamente contraria a los principios
consagrados en la Constitución?’
En Shanghai, hubo un llamado “Foro de Debates sobre la Democracia”,
algunos de cuyos participantes calumniaron al camarada Mao Zedong, fijaron
enormes carteles con consignas contrarrevolucionarias afirmando que la
“dictadura del proletariado es la fuente de todos los males” y exigiendo
“someter a una contundente y profunda crítica al Partido Comunista de
China”. A su juicio, el capitalismo es mejor que el socialismo y, por lo tanto, a
lo que en la actualidad debe China dedicarse no es a las cuatro
modernizaciones, sino a lo que ellos llaman “reformas sociales”, o sea, a las
futesas del capitalismo. Declararon abiertamente que su misión consistía en
acabar con aquellos dirigentes calificados de “seguidores del camino
capitalista” por la “banda de los cuatro” y a quienes ésta no había logrado
eliminar. Algunos de ellos solicitaron “asilo político” en el extranjero, y otros
llegaron incluso a entrar sigilosamente en contacto con los servicios secretos
del Guomindang para tramar labores de zapa.
Es muy evidente que estos individuos tratan de sabotear por mil y un
medios el traslado del centro de gravedad de nuestro trabajo. Si
permanecemos con los ojos cerrados ante tan graves fenómenos, entonces los
organismos de nuestro Partido y gobierno a los distintos niveles se verán
hostigados por dichos individuos hasta tal punto que ya no podrán trabajar, y
en tales circunstancias, ¿cómo van a poder reflexionar sobre las cuatro
modernizaciones?
Es verdad que casos como éstos han sido muy reducidos y han
tropezado con el boicot de la abrumadora mayoría de la gente. No obstante,
deben llamar nuestra seria atención. Primero, estas gentes actúan
generalmente bajo el rótulo de la llamada democracia, lo que les permite
confundir fácilmente a la gente. Segundo, se aprovechan de algunos
problemas sociales dejados por Lin Biao y la “banda de los cuatro”, lo que les
permite engañar fácilmente a sectores de las masas que en la actualidad se
enfrentan a dificultades que el gobierno no está en condiciones de solucionar
por el momento. Tercero, han empezado a agruparse en diversas
organizaciones secretas o semiabier-
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tas para, por una parte, entablar contacto mutuo a escala nacional, y, por la
otra, confabularse con Taiwan y con fuerzas políticas del extranjero. Cuarto,
un cierto número de ellos conspira con algunas organizaciones del hampa así
como con algunos cómplices de la “banda de los cuatro” para extender su
labor de zapa. Quinto, esa gente trata de aprovecharse de tales o cuales
opiniones imprudentes de algunos camaradas nuestros utilizándolas como
pretextos o amuletos. Todo lo dicho más arriba demuestra que la lucha
contra ellos no es un problema simple, ni es posible resolverlo a corto plazo.
Tenemos que esforzarnos por hacer bien nuestro trabajo, distinguir a esos
contrarrevolucionarios y elementos nocivos de las víctimas de su engaño
(muchas de ellas jóvenes ingenuos) y tratar a aquéllos con el rigor que se
merezcan según la ley. Además, debemos educar a los camaradas de todo el
Partido para que agucen su vigilancia, tengan en cuenta los intereses de
conjunto y se unan como un solo hombre bajo la dirección del Comité
Central, de manera que sigan emancipando la mente, desarrollen con toda
decisión la democracia, pongan en juego todos los factores positivos y, al
mismo tiempo, se esfuercen por acabar con la confusión ideológica que se
observa entre un reducido sector de las masas, sobre todo entre los jóvenes.
Debemos poner gran empeño en dilucidar, ante el pueblo en general y
los jóvenes en particular, el problema de la democracia. A la democracia
están vinculados tanto el camino socialista, la dictadura del proletariado y la
dirección del Partido Comunista como el marxismo-leninismo y el
pensamiento de Mao Zedong. ¿Cuál es la democracia que necesita hoy día el
pueblo chino? Sólo puede ser la democracia socialista, o sea, la democracia
popular, en vez de la individualista burguesa. La democracia popular es
inseparable de la dictadura sobre el enemigo, y también del centralismo
basado en la democracia. Lo que practicamos es el centralismo democrático,
o sea, la combinación de un centralismo basado en la democracia y una de-
mocracia bajo una dirección centralizada. El centralismo democrático es un
componente inseparable del sistema socialista. Bajo este sistema, los
intereses individuales deben supeditarse a los colectivos, los de la parte a los
del todo, y los momentáneos a los de largo alcance, o sea, los intereses
sectoriales deben supeditarse a los de conjunto, y las cosas de menor peso, a
las de mayor significación. Al preconizar y aplicar estos principios, estamos
lejos de sostener que podemos descuidar los intereses individuales, los
parciales o los momentáneos, ya que, bajo el sistema socialista, son, después
de todo, idénticos los intereses
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individuales y los colectivos, los de la parte y los del todo, los momentáneos y
los de largo alcance. Debemos regular la relación mutua entre los diversos
intereses según el principio de proceder con una visión de conjunto. Si, en vez
de proceder de esta manera, perjudicamos los' intereses colectivos, los del
todo y los de largo alcance en provecho de los intereses individuales, los de la
parte y los momentáneos, entonces saldremos perdiendo por uno y otro lado.
La relación entre la democracia y el centralismo, entre los derechos y los
deberes, constituye, en último análisis, una forma de expresión política y jurí-
dica de la relación entre los diversos intereses arriba mencionados.
Precisamente por esto dijo el camarada Mao Zedong que el objetivo que nos
proponemos es crear una situación política en la que haya tanto centralismo
como democracia, tanto disciplina como libertad, tanto unidad de voluntad
como satisfacción moral individual, dinamismo y vivacidad. Esta es
justamente una situación política propia de la democracia socialista, situación
que ahora y de aquí en adelante debemos esforzarnos por crear.
En el pasado, no hicimos lo suficiente en la divulgación y la aplicación de
la democracia, y nuestros sistemas institucionales adolecían de muchas
imperfecciones. Por eso, continuar haciendo esfuerzos por desarrollar la
democracia constituye un inconmovible objetivo de todo nuestro Partido de
hoy en adelante y para un largo período. Pero, al divulgar la democracia,
debemos distinguir estrictamente la democracia socialista de la burguesa y la
individualista, integrar la democracia para el pueblo con la dictadura sobre el
enemigo y la democracia con el centralismo, con la legalidad, con la disciplina
y con la dirección del Partido. En el momento actual, cuando aún afrontamos
una serie de dificultades en la vida económica y necesitamos tomar una serie
de medidas de reajuste, reordenamiento y reorganización, debemos poner
especial énfasis en divulgar el axioma de que los intereses individuales deben
supeditarse a los colectivos, los de la parte a los del todo y los momentáneos a
los de largo alcance. Sólo cuando todos, tanto dentro del Partido como fuera
de él, tanto los de arriba como los de abajo, prestemos atención a los intereses
de conjunto, podremos superar felizmente todas las dificultades y conquistar
un brillante futuro para las cuatro modernizaciones. En cambio, toda
tentativa de apartarse de los cuatro principios fundamentales con abstracta
palabrería sobre la democracia, daría origen, sin duda alguna, a un tremendo
desbordamiento del ultrademocratismo y del anarquismo, echaría a pique por
completo la situación política de estabilidad y*
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hoy. Se trata de una tarea de gran importancia, una tarea política y a la vez
teórica. De ningún modo es un trabajo que se pueda cumplir copiando con
meras variaciones superficiales los libros viejos, sino una noble y creadora
labor científica que requiere todas las energías intelectuales de los
pensadores revolucionarios. Debido a los sabotajes perpetrados por Lin Biao
y la “banda de los cuatro” en el curso de aquellos diez años, en el frente
ideológico pulularon durante largo tiempo toda clase de disparates, de modo
que la gente perdió su confianza en muchos cuadros y profesores dedicados a
la labor de educación política. La culpa no fue de los que trabajaban en el
campo de la educación política. No obstante, esto ha venido a ser motivo de
gran angustia para esos camaradas, lo mismo que para muchos padres de
familia, viejos obreros y viejos soldados. Constituye, asimismo, una
importante condición que actualmente facilita a una ínfima minoría de
elementos hostiles su labor de atizar el fuego y crear confusión. Nuestros
camaradas que trabajan en el frente ideológico y teórico han de colmar sin
demora esta laguna organizando sus fuerzas y elaborando planes
convenientes para ir escribiendo e imprimiendo lo más pronto posible una
sucesión de trabajos sustanciales como monografías, folletos, manuales y
libros de texto que estén dotados de contenido e ideas nuevos y redactados
en un lenguaje nuevo. Propongo que el Departamento de Propaganda del
Comité Central asuma la responsabilidad de dirigir dicho trabajo y que el
Partido y el Estado, al cabo de las debidas evaluaciones, adjudiquen premios
a quienes hayan escrito obras verdaderamente buenas, a fin de distinguir con
los honores merecidos un trabajo muy corriente en apariencia pero muy
arduo en realidad.
La materialización de las cuatro modernizaciones es una compleja y
pesada tarea polifacética, y la labor de quienes se dedican al trabajo
ideológico y teórico no debe limitarse, desde luego, a discutir unos cuantos
principios básicos a este respecto. Ante nosotros se presentan gran cantidad
de problemas de teoría económica, que incluyen problemas teóricos
generales y problemas teóricos de la industria, la agricultura, el comercio, la
administración y la gestión, etc. Lenin abogó en su tiempo por más economía
y menos política, opinión que, a mi juicio, sigue siendo hoy válida para la
relación proporcional entre estos dos aspectos del trabajo teórico. Pero no
creo que ya no exista en el terreno político ningún problema que necesite ser
estudiado. Durante muchos años, desatendimos el estudio de la ciencia
política, el derecho, la sociología y la política mundial, y ahora debemos
suplir
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