desarrollo del arte contemporáneo., y despues de 1945 se requirió un gran esfuerzo para enlazar con las posiciones ganadas. Las cosas siguieron otros derroteros en Latinoamérica, donde el estilo internacional evolucionó sin trabas en un sentido amplio y encontró una entusiasta acogida. El preludio de esa ambiciosa modernidad de posguerra fue la sede de la ONU en Nueva York, a la que siguieron los edificios de Mies que marcaron durante décadas la construcción de rascacielos en todo el mundo. Worl Trade Center de Minoru Yamasaki, 1970 Ayuntamiento de Saynatsalo de Alvar Aalto, 1949 En Europa se desarrolló una segunda Modernidad Clásica, la arquitectura orgánica, artífice del concepto de que el exterior de una construcción debe desarrollarse a partir de su aprovechamiento interno. El santuario de Romchamp, obra de Le Corbusier, materializa singularmente esta idea, al igual que el ayuntamiento de Alvar Aalto y la Filarmónica de Berlín dan testimonio de este fructífero proceso desde el ámbito de la arquitectura expresionista. Romchamp de Le Corbusier, 1950 Interior de Romchamp de Le Corbusier Filarmónica de Berlín de Hans Scharoum, 1960 Grande Arche, Johan von Spreckelsen, 1989 La década de 1970 acarreó el fin provisional de la modernidad clásica. Debido en especial a la vertiginosa evolución tecnológica, se alternaron corrientes vanguardistas y conservadoras, como la arquitectura High Tech y la posmodernidad, que muestra sin disimulo detalles historicistas. La ingeniería se emancipó de nuevo para convertirse en una disciplina precursora, gracias principalmente a los puentes de Santiago Calatrava. En la década de 1980 el deconstructivismo, con sus formas eruptivas y su vivaz configuración cromática, aportó une elemento poético a la arquitectura, que parece seguir influyendo en las construcciones del nuevo milenio.
Puente del Alamillo de Santiago Calatrava, 1987
Chicago
Chicago fue y sigue siendo la metrópoli de los rascacielos. Allí fue
donde se dieron los pasos fundamentales para el desarrollo técnico y estilístico de la construcción de edificios de gran altura. A finales del siglo XX Sullivan, así como la empresa Holabird & Roche, llevaron a cabo un trabajo pionero en la evolución del esqueleto de hierro y el empleo de materiales ignífugos. Hacia 1930 Mies van Der Rohe introduce el Estilo Internacional en Chicago y junto con SOM que desarrolla novedosas estructuras realizan los edificios más famosos de la posguerra. Se realizaron con un esqueleto de acero y se revistieron con cubiertas de hormigón. Seagram Building de Mies van der Rohe, 1954 Thyssen Building de Helmut Hentrich, 1957 Skyline de Chicago Arquitectura escultórica
Desde principios del siglo XX se exigió claridad escultórica a
las obras arquitectónicas. La creaciones de Le Corbusier y Mies van der Rohe demostraron que la arquitectura orgánica no estaba reñida con el funcionalismo. Tanto las tendencias escultórico expresivas como la racional tecnológica gozaron de aceptación en la modernidad clásica y estuvieron de actualidad hasta la posguerra. El progreso técnico y la experimentación con nuevos materiales tuvieron un papel decisivo en la configuración artística de las obras arquitectónicas. El perfeccionamiento de hormigón pretensado y de su encofrado permitió la curvatura de las fachadas y los tejados voladizos de los años 50 y 70. El santuario en Romchamp de Le Corbusier representó una revolución. En esta época se erigió asimismo el Museo Guggenheim de Nueva York, de Frank Lloyd Wright. El espacio de exposición está concebido como una rampa que asciende en espiral, articulada teatralmente también en el exterior. Con un proyecto muy original el danés Jorn Utzon ganó el certamen para la construcción de la Ópera de Sídney. Guggenheim Museum de Frank Lloyd Wright, 1946 Interior del Museo Guggenheim, 1946 Interior del Museo Guggenheim Ópera de Sidney de Jorn Utzon, 1957 Vista e interior de la Ópera de Sidney Cubiertas de hormigón que se elevan hasta los 60 metros y producen el efecto de velas hinchadas cubren las salas dedicadas a conciertos y representaciones teatrales, situadas en la planta del zócalo. Objeto de múltiples enfrentamientos y resultado de una construcción muy larga y onerosa, la ópera de Sídney acabó por convertirse en símbolo de Australia moderna. Aeropuerto John F. Kennedy de Eero Saarinen, 1956 Otro edificio audaz fue la antigua terminal de la TWA en el aeropuerto John F. Kennedy. Macizos contrafuertes en forma de Y soportan cubiertas abovedadas de hormigón, similares a las alas de un pájaro. El edificio futurista se convierte por su forma en alegoría del viaje moderno. Símbolo de la exposición Universal de 1958, el Atomium de Heysel, en Bruselas, es una escultura de 102 metros de altura, que reproduce una molécula de hierro. Atomium de André Waterkeyn, 1958 Arquitectura High Tech
A comienzos de la década de 1970 la arquitectura
experimentó una profunda revolución que supuso el distanciamiento de la modernidad clásica. Bajo el impulso de la acelerada evolución tecnológica, los arquitectos empezaron a experimentar con nuevos materiales y formas constructivas y a ofrecer la visión de las entrañas del edificio. Obra pionera de esta corriente, denominada high Tech fue el Centro Pompidou de París. Centro Georges Pompidou de Rogers y Piano, 1971 Centro Georges Pompidou de Rogers y Piano, 1971 Situado en el corazón de la ciudad, este museo y centro de exposiciones muestra casi con exhibicionismo sus instalaciones técnicas incluidas tuberías de la calefacción, escalera y ascensores y gracias a ello el espacio interior dispone de una gran superficie para exponer. En Alemania Gunter Behnish y Frei Otto crearon en 1972para los juegos Olímpicos de Múnich una cubierta de carpas que se cuenta entre las obras maestras de la arquitectura del siglo XX; esbeltos pilares tensan una red de acero vaporosa y ondulada revestida de una membrana de metacrilato. Estadio Olímpico de Günter Behnisch y Frei Otto, 1972 Estadio Olímpico de Günter Behnisch y Frei Otto, 1972 Hong Kong & Shanghai Bank, 1983 Posmodernidad
Less is more, el lema de Mies domino durante
décadas la estética de la arquitectura moderna, hasta que en 1969 Robert Venturi contraatacó, pues abogaba por una arquitectura compleja, heterogénea e incluso contradictoria, opuesta la purismo del periodo de posguerra. Así nació su marcha triunfal, a comienzos de la década de 1970, la llamada posmodernidad, tendencia acuñada con anterioridad en el ámbito dela literatura. Piazza d´Italia de Charles Moore, 1976 AT & T Building de Philip Johnson y John Burgee, 1960 El rascacielos neoyorquino de la AT&T constituye un ejemplo clásico de este estilo articulado a la manera tradicional y provisto de frontispicio abierto que corona como si de un edificio barroco se tratara, representa el cambio hacia una arquitectura que recupera la plasticidad. El rascacielos, obra de Philip Johnson y John Burgee, abrió un encendido debate sobre la legitimación de la posmodernidad, que al menos en la práctica se decantó a su favor: surgieron por doquier edificios que volvían a jugar con elementos historicistas y cuyas formas mostraban de nuevo, tras una larga abstinencia, contenidos, símbolos y elementos figurativos. Deconstructivismo Deconstructivismo es la palabra mágica que a finales de la década de 1980 revolucionó, no solo a los arquitectos, sino también los edificios. Como si del resultado de una explosión se tratara, formas reventadas, muros oblicuos, y tejados volcados parecían asumir el cuerpo arquitectónico en un desorden etéreo. Philip Johnson, que antes había allanado el camino a la posmodernidad, fue uno de los responsables de que este movimiento lograra abrirse camino a nivel internacional, junto a Zaha Hadid, Peter Eisenman, Frank Gehry, Daniel Libeskind, Rem Koolhaas y el equipo de COOP Himmelblau. Hysolar Institut de Günter Behnich & Partner, 1987 Vitra Museum de Frank Gehry Vitra Design, cuartel de bomberos, Zaha Hadid, 1993 Multicine UFA, COOP Himmelblau, 1998 Nuevas formas y colores El cambio de milenio trajo una gran diversidad de colores y formas; las columnillas y pequeños frontispicios posmodernos habían pasado de moda y se admiraba con embeleso el reluciente coloso de Frank O Gehry había instalado en el puerto de Bilbao. El Museo Guggenheim, terminado en 1997, es una escultura gigantesca que se infla teatralmente en brillantes cuerpos metálicos. La piel escamosa del edificio se debe a miles de paneles de titanio cuyas curvaturas fueron calculadas por ordenador a partir de los bocetos de Gehry. El edificio caprichoso y expresivo, se ha convertido en lugar de peregrinación para los amantes dela arquitectura. Museo Guggenheim de Bilbao, 1993 Kurssal de San Sebastían de Rafael Moneo, 1999 El país Vasco dispone, además de una segunda joya: el Kursaal de san Sebastián, obra de Rafael Moneo, que consta de dos monumentales cubos de vidrio, descritos por el propio arquitecto como rocas varadas. La torre Agbar, de Jean Nouvel constituyó un nuevo reclamo publicitario para la vanguardista Barcelona. La piel de este edificio de oficinas en forma de bala, recubierta de aluminio y vidrio, resplandece noche y día con colores diversos. Torre Agbar de Jean Nouvel, 2005 La tecnología más avanzada y el color caracterizan también el estadio Allianz Arena de Múnich, construido con 2760 láminas hinchables de material plástico cuyo cromatismo varía de acuerdo con los colores de los equipos que juegan. La globalización de la arquitectura Hace tiempo que la globalización e ha impuesto en la arquitectura. Los rascacielos de SOM se elevan desde hace décadas en todo el mundo, los cubos blancos de Richard Meier han llegado al paisaje museístico europeo; Tadao ando exporta el ascetismo japonés a la cotidianeidad de Europa; un catalán proyecta el parlamento escocés; el británico Richard Royers construye para la Unión Europea y los suizos Herzog & de Meuron erigen el estadio Olímpico de Pekín. Pero el hecho de que se trasplanten la arquitectura, sus tipologías y sus formas estilísticas no es nuevo, los cistercienses extendieron por todas las regiones de Europa su concepto del monasterio ideal y los jesuitas tenían una organizada gerencia arquitectónica que velaba por el cumplimiento de los preceptos de la orden incluso en las lejanas colonias. Estadio olímpico de Pekín, de Herzog & de Meuron, 2008 Aeropuerto de Pekín de Norman Forter, 2008 En el siglo XIX la catedral neogótica se convirtió en todo el mundo en el emblema de la fe y cuando se impulsó la modernidad del Estilo Internacional el planeta se cubrió de construcciones racionalistas. En la actualidad todos los rincones del mundo acogen edificios de los arquitectos de renombre internacional, a menudo para menoscabo dela cultura arquitectónica local. Por ello constituye una muestra de gran sensibilidad la solución que encontraron Renzo Piano y Jean Marie Tjibaou para el centro cultural de Nouméa: una síntesis grandiosa dela tecnología más moderna con las formas milenarias de construcción. Centro Cultural de Noumeau