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Apatía

Si se intensifica mucho, la ausencia de motivación puede causar


problemas físicos y psicológicos.
La mayoría de nosotros hemos estado alguna vez desmotivados, sin ganas
de hacer nada a pesar de tener que hacerlo. A pesar de que sí actuamos y
llevamos a cabo lo que tengamos que hacer, lo hacemos con un muy poco
nivel de motivación, sin ilusión ni interés, casi como si fuésemos robots.

Esta clase de experiencias cotidianas son ejemplos de uno de los


sentimientos más desagradables: la apatía. En este artículo veremos
cuáles son exactamente sus bases psicológicas y las causas por las que
puede surgir.

Concepto de apatía
La apatía es una condición o estado de falta de motivación o de interés
por los diferentes aspectos de la vida, generalmente asociada a un estado
de malestar o desesperanza. Existe una indiferencia tanto a nivel cognitivo
como afectivo a la mayoría de estímulos, y las ganas de actuar brillan por
su ausencia.

Por otro lado, las principales características de este síntoma son el


aplanamiento o embotamiento afectivo, la falta de perseverancia y la
reducción de pensamientos y conductas autogeneradas.

Así, no solo se pierde la iniciativa en mayor o menor grado, sino que la


vinculación de los sucesos con las emociones sucede a un nivel mucho
menor. Ello puede provocar que la persona disminuya su rendimiento y
nivel de esfuerzo de cara a realizar diferentes tipos de conducta, cosa que
a su vez retroalimenta la desmotivación del sujeto. Cuando la apatía se da
a un grado máximo en el que no nos deja actuar con normalidad,
dificultando tomar decisiones o imposibilitando el empezar o continuar la
realización de tareas, puede llegar a denominarse abulia.

La apatía puede encontrarse de forma primaria como síndrome sin que


exista necesariamente un trastorno asociado. Sin embargo, por norma
general es considerado un síntoma indicativo de otros trastornos tanto
mentales como físicos.

Posibles causas de la apatía


La apatía puede tener una gran cantidad de diferentes causas, tanto
biológicas como ambientales.

Causas biológicas
A nivel cerebral, se ha manifestado la existencia de una correlación entre
la presencia de apatía y alteraciones de la conexión entre lóbulo frontal y
ganglios basales, cosa que explica la dificultad a la hora conectar emoción
y pensamiento, así como la reducción en la iniciativa conductual. Otra
asociación destacable con la apatía se da en la presencia de lesiones en el
prefrontal dorsolateral y las áreas asociativas.
Estas lesiones pueden explicar la aparición de apatía en diversos
trastornos tanto físicos como psíquicos, tales como las demencias.

Otra posible causa puede encontrarse en el consumo de sustancias con


efectos psicoactivos, las cuales al modificar la transmisión de
neurotransmisores puede alterar el funcionamiento habitual del cerebro.
Por ejemplo, el consumo excesivo de cannabis puede llegar a provocar el
conocido como síndrome amotivacional, caracterizado por la presencia de
apatía, disminución de la memoria, y reducción del impulso y la actividad
auto dirigido. Algo semejante ocurre con los antipsicóticos típicos, que al
reducir la actividad dopaminérgica de todo el cerebro provocan que no
circule suficiente dopamina por la vía meso cortical cosa que puede
provocar el aumento o generación de síntomas negativos como alogia y
apatía.

Causas ambientales
A nivel ambiental, la apatía se ha encontrado en personas sometidas a un
estrés constante o ante la exposición a estimulación aversiva. La ausencia
de un reforzamiento positivo suficiente también puede terminar por
generar el deterioro en la capacidad de interesarse por el medio. La
existencia de actitudes de indefensión y de esquemas de pensamiento
depresógeno, con una visión negativa del sí mismo, del mundo y del
futuro, también contribuye a desgastar el estado de ánimo y la motivación
de la persona, provocando apatía e incluso abulia.

Otro elemento vinculado a la apatía es la tendencia a generarse metas


difícilmente alcanzables, que exceden la propia capacidad para llevarlas a
cabo y que suelen llevar a la frustración.

Algunos trastornos asociados


Como hemos visto, la apatía es un síntoma frecuente de diferentes
trastornos tanto orgánicos como psicológicos. A continuación veremos
algunos.
1. Depresión

Uno de los trastornos en los que más frecuentemente puede verse la


abulia es la depresión, en la que se presentan diferentes sesgos cognitivos
que hacen al sujeto ver el mundo, su propio futuro y a sí mismos de una
manera hostil y negativa. La desesperación y malestar generados pueden
conllevar sentimientos de apatía, siendo de hecho uno de los síntomas
comunes que pueden ayudar a realizar el diagnóstico.

2. Demencia
En este tipo de trastornos la apatía tiene una etiología claramente
orgánica, siendo generada por la degeneración de las estructuras
cerebrales o vías anteriormente mencionadas.

3. Ansiedad, estrés y vivencias negativas o traumáticas


El desgaste causado por la vivencia continuada de un estado de tensión
puede generar la presencia de apatía, sea ésta vinculada o bien a un
aspecto concreto de la realidad o bien a nivel general. Situaciones de las
que no podemos escapar y que generan desesperanza y sensación de falta
de control suelen generar cierto estado apático si se mantienen a lo largo
del tiempo.

4. Anemias
La ausencia en el organismo de diferentes nutrientes tales como vitaminas
o glucosa puede generar alteraciones cognitivas y conductuales,
incluyendo la apatía. Dicha anemia puede provenir de una mala
alimentación o de alteraciones metabólicas.

5. Infecciones y enfermedades graves


Diferentes infecciones y enfermedades pueden generar estados de apatía
en los sujetos que las padecen, tanto por causas orgánicas como la
degeneración de estructuras cerebrales como por el hecho de que
padecerlas puede suponer un duro golpe a nivel psicológico que acaba
generando apatía. Ejemplos de ello son el cáncer o la infección por VIH.

Tratamiento
La apatía es un síntoma cuyo tratamiento dependerá en gran medida de
los aspectos o trastornos que lo causen. Sin embargo a nivel general se
pueden establecer diferentes estrategias.

En terapia psicológica
En terapia, el sujeto apático se beneficiará por norma general de aquellas
estrategias que le ayuden a generarse objetivos plausibles y que sean
realizables, al principio con cierta facilidad y con el tiempo requiriendo
progresivamente algo más de esfuerzo. La reestructuración cognitiva
también puede ser efectiva de cara modificar las posibles creencias
disfuncionales que puedan estar afectando a la visión del sujeto respecto
al mundo y respecto a sí mismo, así como terapias como la de autocontrol
de Rehm, de cara a que se puedan fijar metas realistas y alcanzables. En
general aumentar la autoestima y la realización de tareas agradables
también resulta de gran utilidad.

Cambios en el estilo de vida


Dado que el estrés y las vivencias negativas pueden ser otras de la causas
de la apatía, la gestión del tiempo también resulta esencial. Por este
motivo se hace necesario contribuir a realizarse horarios concretos que
dejen lugar a espacios de relajación, así como la realización de diferentes
ejercicios y técnicas que la faciliten.

Un estilo de vida saludable resulta de gran ayuda a la hora de mejorar la


sintomatología. El control de la alimentación puede permitir suplir
diferentes déficits que pueden ayudar a generar la apatía. Del mismo
modo, el ejercicio físico es conocido por ayudar a generar endorfinas de
manera que su realización puede resultar útil tanto en este aspecto como
a la hora de rebajar el nivel de ansiedad y frustración que pueden hallarse
detrás de algunos casos.

También el apoyo social y el reforzamiento de la iniciativa por parte de


otros suponen una gran ayuda de cara a superar estados de apatía,
especialmente ante trastornos como la depresión. El uso de sustancias
psicoactivas, especialmente de tipo depresor, puede tener efectos
perjudiciales y ayudar a mantener e incluso generar la apatía. De este
modo se debe disminuir y controlar el consumo de este tipo de sustancias.

Intervención con psicofármacos


A nivel farmacológico pueden ser de utilidad la utilización de diferentes
fármacos ansiolíticos o antidepresivos, como los ISRS. También resultan
efectivos otros fármacos que contribuyan a mejorar la circulación de
neurotransmisores como noradrenalina y dopamina. Todo ello siempre y
cuando sea recetado por un especialista.
Dislexia
Este trastorno del aprendizaje con dificultades en la lectura aparece
durante la infancia.

Para mucha gente leer es una afición, un hobby placentero que nos induce
a relajarnos e imaginarnos historias y mundos diferentes del nuestro o
bien a reflexionar sobre los diferentes ámbitos de la vida. Es también una
forma de aprender y adquirir conocimientos, captando y dotando de su
significado a los símbolos escritos que percibimos a través de la visión, los
grafemas.

Pero leer de forma fluida no es algo que se logre fácilmente. Es necesario


un largo proceso de aprendizaje y automatización para que la lectura
pueda pasar a ser una forma de adquirir información. Y no en todos los
casos este proceso se da de forma normativa.

En algunas personas la lectura supone un proceso tremendamente


complicado, cometiendo errores frecuentes que dificultan la comprensión
de lo escrito. Muchos de estos casos de personas con dificultades en la
lectura padecen un trastorno de aprendizaje de la lectura que a su vez
puede afectar al desempeño académico y laboral: la dislexia.
La dislexia: un trastorno del aprendizaje
Las personas que padecen dislexia o trastorno del aprendizaje con
dificultades en la lectura presentan un patrón de aprendizaje con
dificultades severas en el reconocimiento de las palabras a nivel escrito.
Además de ello estos individuos suelen manifestar poca capacidad de
deletreo y ortografía, siendo frecuente que también tengan algunas
dificultades en el razonamiento matemático (discalculia).

El principal problema de los sujetos con dislexia se da en la precisión con


la que afrontan el hecho de leer, provocando la poca precisión en la
lectura de palabras. Dicha falta de precisión provoca la comisión de
errores frecuentes, siendo los más comunes la presencia de omisiones de
letras y sonidos, repeticiones y titubeos durante la lectura, traslaciones de
la posición de las letras dentro de una palabra, inserción de nuevo
sonidos, sustituciones en sonidos o palabras o uso de derivados más
frecuentes de ésta.

Además, la dislexia pocas veces aparece sola; produce muchos otros


problemas de aprendizaje relacionados especialmente con la comprensión
lectora. El hecho de que haya una muy baja velocidad lectora dificulta la
comprensión del material leído.

Dado que se trata de un problema que se da en una fase temprana del


desarrollo, los efectos de la dislexia pueden provocar un mal ajuste en el
entorno académico y laboral. También puede provocar graves problemas
de autoestima que pueden extenderse a lo largo de toda la vida Es
frecuente que el hecho de no poder leer correctamente cause que las
personas con dislexia eviten de forma activa la lectura, especialmente si
leer se vuelve aversivo debido a la insistencia en que lean correctamente.

Diagnóstico
La dislexia es un trastorno del neurodesarrollo crónico, siendo el trastorno
de aprendizaje más frecuente. Si bien los errores que se cometen en la
lectura son normales a ciertas edades, para ser diagnosticado de este
trastorno es necesario que las habilidades lectoras estén muy por debajo
de lo esperable en un individuo del mismo nivel madurativo y nivel de
inteligencia. Tiene causas neurológicas de base genética y necesita ser
tratado de cara a mejorar la actuación y capacidad de adaptación de quien
la padece.

Teoría de la doble ruta


La existencia de este trastorno y el hecho de que la habilidad de leer es
una parte importante en nuestra vida diaria han sido explorados e
investigados desde diferentes teorías. Una de las más aceptadas es la del
modelo de Morton, con su teoría de la doble vía del procesamiento de la
información lectora.

La primera vía a la que el autor hace referencia es la vía directa o léxica a


través de la cual se realiza una lectura global, reconociendo las palabras
como un todo sin necesitar visualizar la palabra completa. En esta vía se
emplea básicamente la estimulación visual para obtener información.
La segunda vía que propone esta teoría, la vía fonológica, trabajaría de
forma indirecta al necesitar relacionar el estímulo visual con los sonidos
que representa y posteriormente dichos sonidos con su significado. Este
segundo proceso exige que se convierta la información de grafema a
fonema, de manera que el proceso es algo más largo. Se emplea
fundamentalmente cuando no conocemos la palabra a leer, siendo nueva
para nosotros y no teniendo referencias previas de ella.

En la dislexia una o ambas vías parecen no funcionar correctamente,


provocando los errores típicos de este trastorno. Para comprender mejor
qué ocurre durante este trastorno, vemos en primer lugar el proceso de
desarrollo típico de la capacidad de leer.

El desarrollo típico de la capacidad de leer


Como hemos dicho la capacidad de leer se adquiere a lo largo de un
prolongado proceso de aprendizaje, y a su vez afecta al resto del
desarrollo al resultar la lectura fundamental para poder seguir el proceso
formativo típico de la educación formal.

En una primera fase llamada logográfica el niño va a emplear la forma


básica de la palabra para reconocer elementos que le son familiares, sin
tener en cuenta (e incluso sin conocer) los sonidos que representa cada
letra.

Posteriormente, alrededor de los cinco años los pequeños empiezan a ser


conscientes de que las letras representan unos sonidos concretos y que
éstos quieren decir algo, apareciendo la capacidad de convertir
mentalmente los sonidos en símbolos visuales y las letras en sonidos. Esta
fase es conocida como alfabética, y en ellas los niños ya empiezan a
silabear y a separar los fonemas.
Por último, aproximadamente alrededor de los siete u ocho años se
llegaría a la fase ortográfica, en que el individuo sería capaz de analizar las
palabras a partir de su sintaxis a un nivel que con el tiempo y la práctica
acabarán siendo igual al de un adulto.

Sin embargo, las personas que sufren dislexia tienen por algún motivo
problemas en alguna parte de este proceso, no siendo capaces de
reconocer por completo la forma de la palabra, transformarla en sonido o
bien ambas cosas.

Tipos de dislexia
La dislexia en un trastorno del aprendizaje relativamente frecuente, pero
el tipo de errores cometidos puede variar en gran medida según el tipo de
ruta de acceso a la lectura que se encuentre dañada. Podemos encontrar
varios tipos de dislexia y diferentes maneras de clasificarlos pero al ser el
modelo de la doble ruta de acceso a la lectura uno de los más aceptados
las tipologías más comúnmente utilizadas son las siguientes.

1. Dislexia fonológica
En este tipo de dislexia las personas presentan un daño en la vía
fonológica, pudiendo acceder a la lectura únicamente por la vía visual. De
este modo, el lector es incapaz de asociar correctamente la palabra escrita
con su equivalente pronunciado, leyendo únicamente a partir de la forma
visual de la palabra.

Es por esto que en este tipo de dislexia suelen cometerse muchos fallos a
la hora de leer pseudopalabras (palabras inventadas), puesto que tienden
a asociar palabras de las cuales conocen la forma con otras. Es frecuente
también que hagan declinaciones de la palabra y fallan con frecuencia en
palabras con función (por ejemplo preposiciones).

2. Dislexia superficial
En la dislexia superficial el problema de lectura se da esencialmente en la
lectura de palabras irregulares. La vía de acceso a la lectura dañada sería
la léxica, teniendo que centrarse en los sonidos y fonemas propios de la
palabra para poder leer.

En este caso, quienes padecen este tipo de dislexia tienen problemas para
leer las palabras de forma global, teniendo dificultades e la hora de
asociar letra y sonido. Es frecuente que cometan errores en palabras que
suenan igual, y es común un elevado nivel de lentitud en la lectura y el
titubeo, haciendo varios intentos hasta dar con la palabra correcta.

3. Dislexia profunda
La dislexia profunda puede entenderse a partir de considerar que tanto la
vía fonológica como parte de la léxica no funcionan correctamente. La
persona lee a través de lo visual, pero al estar también esta vía dañada los
problemas son muchos mayores, pudiendo padecer errores de tipo
semántico junto a otros propios de los otros dos tipos de dislexia.

Tratamiento y recomendaciones educativas


La dislexia es un problema que afecta a un gran número de personas, y
detectarlo y gestionarlo correctamente puede resultar fundamental de
cara a facilitar el desarrollo normativo del individuo y su ajuste en la
sociedad.

Tras el diagnóstico, que se realiza mediante procedimientos y baterías de


evaluación estandarizadas y populares como el TALE o el PROLEC en
escuelas y equipos de asesoramiento y atención psicopedagógica, el inicio
del tratamiento debe iniciarse con la mayor celeridad posible de cara a
evitar complicaciones y facilitar el desarrollo.

El tratamiento a llevar a cabo dependerá de las habilidades del paciente,


habiendo de adecuar la estrategia a aplicar según las posibilidades de cada
caso. En un primer momento habrá que identificar las áreas más
problemáticas, con el fin de ir trabajandolas poco a poco y según se vaya
mejorando introducir elementos más complicados.

Entrenamiento en lectoescritura y motivación


Una parte fundamental del tratamiento es hacer un entrenamiento en
lectoescritura, aumentando el nivel de conciencia fonológica del sujeto
poco a poco a la vez que de forma pautada se va incrementando poco a
poco el tiempo dedicado a leer en voz alta (y a poder ser a partir de textos
atractivos y adaptados para individuos con dislexia).

También resulta de gran utilidad utilizar métodos multisensoriales que


permitan relacionar la información proveniente de los diferentes sentidos,
fortaleciendo la capacidad de vinculación entre visión y audición.

Se hace esencial que el tratamiento contenga elementos que contribuyan


a motivar al niño (o adulto, si no se ha diagnosticado antes) y a aumentar
su confianza, siendo imprescindible la colaboración de familiares y
docentes para que leer no se vuelva una tortura. Se recomienda leerles en
casa para que vean la lectura como algo ameno y positivo. Debe evitarse
en lo posible criticar su desempeño, pues es frecuente que debido a ello
acaben volviéndose inseguros y evitando leer.
Autismo
El autismo se define como un conjunto de trastornos complejos del
desarrollo neurológico, caracterizado por dificultades en las relaciones
sociales, alteraciones de la capacidad de comunicación, y patrones de
conducta estereotipados, restringidos y repetitivos.

El autismo es el más conocido de los trastornos generalizados del


desarrollo (TGD), que por este motivo también se denominan trastornos
del espectro autista (TEA), y son considerados trastornos
neuropsiquiátricos que presentan una gran variedad de manifestaciones
clínicas y causas orgánicas, y afectan de forma diversa y con distinto grado
de intensidad a cada individuo; esto significa que dos personas con el
mismo diagnóstico pueden comportarse de diferente manera y tener
aptitudes distintas.
Aunque suele manifestarse antes de los 3 años, su diagnóstico puede
demorarse por esta variabilidad en su expresión clínica. Además, existe
cierto desconocimiento generalizado, social e incluso dentro de
profesionales sanitarios, lo que contribuye a una detección tardía. Puede,
además, suponer cierta estigmatización social como otros trastornos de
similar perfil.

Habitualmente es la familia quien detecta alguna anomalía que lleva a


consultar antes del segundo año de vida a su médico. En el caso del
síndrome de Asperger y otros trastornos del espectro, los síntomas
pueden pasar desapercibidos y detectarse más tardíamente.

Se considera que la incidencia de autismo a nivel mundial es de tres a seis


niños de cada 1.000, existiendo cuatro veces más probabilidades de
aparición en los varones que en las mujeres, sin distinción entre razas,
nivel socioeconómico o área geográfica.

Es muy frecuente la discapacidad intelectual; tan solo el 30% preservan un


cociente intelectual normal o incluso superior. Esto conlleva en la mayoría
de los casos a un alto nivel de dependencia social y familiar. La detección
precoz y la intervención temprana mediante un mejor conocimiento de
este trastorno van a suponer grandes beneficios para los niños afectados y
sus familias.

Causas del autismo


Con frecuencia las causas del autismo son desconocidas; aunque en
muchos casos se sospecha que se debe a cambios o mutaciones en los
genes, no todos los genes involucrados en el desarrollo de esta
enfermedad han sido identificados. Las investigaciones científicas han
relacionado la aparición del autismo en el niño con las siguientes causas:

Agentes genéticos como causa del autismo: se ha demostrado que en el


trastorno autista existe una importante base genética. En estudios clínicos
desarrollados con mellizos, se ha observado que cuando se detecta el
trastorno en uno de los hermanos, existe un alto porcentaje (en torno a
un 90%) de probabilidades de que el otro hermano también lo desarrolle.
Si el estudio se ha llevado a cabo en el ámbito familiar, las estadísticas
muestran que existe un 5% de probabilidades de aparición en el neonato
en el caso de que tenga un hermano con el trastorno, que es una
probabilidad bastante superior a la que tendría en el caso de que no
existieran antecedentes documentados en su familia. Estos datos indican
claramente una carga genética ligada al trastorno autista. Las
investigaciones tienen por objeto determinar los genes involucrados en la
aparición del trastorno, y ya han establecido la relación directa entre la
inhibición del gen de la neurología NL1 y el desarrollo de autismo, aunque
se sabe que hay más genes implicados. De hecho, se establece que deben
estar presentes hasta 15-20 alteraciones genéticas a la vez para que se
exprese de manera completa el autismo. Algunas teorías, incluso, tratan
de relacionarlo con el síndrome del X frágil.

Agentes neurológicos como causa del autismo: se han constatado


alteraciones neurológicas, principalmente en las áreas que coordinan el
aprendizaje y la conducta, en aquellos pacientes diagnosticados de
trastornos del espectro autista. Particularmente, la epilepsia está
relacionada con el autismo, pues un tipo concreto, el síndrome de West,
desarrolla autismo hasta en una quinta parte de los casos y viceversa.

Agentes bioquímicos como causa del autismo: se han podido determinar


alteraciones en los niveles de ciertos neurotransmisores, principalmente
serotonina y triptófano.

Agentes infecciosos y ambientales como causa del autismo: determinadas


infecciones o exposición a ciertas sustancias durante el embarazo pueden
provocar malformaciones y alteraciones del desarrollo neuronal del feto
que, en el momento del nacimiento, pueden manifestarse con diversas
alteraciones como, por ejemplo, trastornos del espectro autista.

Otras posibles causas del autismo: se han estipulado otras razones, como
las complicaciones obstétricas durante el parto, el abuso de drogas como
la cocaína por parte de la mujer embarazada, o el uso de medicamentos
antiepilépticos, aunque su base científica no está absolutamente
demostrada.

Síntomas de autismo
Principales síntomas del autismo
Su interacción social es deficiente: suele ser detectada inicialmente por las
personas más cercanas al bebé, cuando observan que éste se muestra
indiferente a su entorno o presenta periodos prolongados de enfoque de
la atención en un objeto o persona en concreto, aislándose del resto. Esta
alteración puede aparecer desde el mismo momento del nacimiento o
desarrollarse pasado un cierto tiempo. No suelen responder a la
verbalización de su nombre y, en un gran número de ocasiones, evitan de
forma manifiesta el contacto visual con las personas de su entorno.
Carecen de empatía: los pacientes presentan dificultades para interpretar
la situación emocional de las personas de su entorno, así como de sus
pensamientos, al ser incapaz de entender las pautas sociales, como
pueden ser el tono de voz o las expresiones faciales. A esta situación se
añade que, por lo general, estas personas no centran su atención en la
cara de los demás y, por lo tanto, tampoco son capaces de ver y aprender
las pautas de conducta adecuadas.
Tienen dificultades para comunicarse (comunicación verbal y no-verbal).
Algunos individuos no llegan a desarrollar ningún tipo de lenguaje, no
hablan ni son capaces de comunicarse con expresiones o gestos; otros sí
hablan, pero la forma y el contenido de su discurso no es adecuado, y
tienden a repetir palabras o frases o a ignorar a su interlocutor.
Realizan movimientos estereotipados y repetitivos: tales como mecerse,
dar vueltas de forma compulsiva, etc. también puede ser un síntoma del
autismo. En determinados casos los sujetos incluso desarrollan conductas
auto lesivas como morderse o golpearse la cabeza. Con frecuencia tienen
problemas para asimilar cualquier cambio en su entorno, y salir de la
rutina o del ambiente conocido les produce ansiedad.
Incapacidad de auto reconocimiento: en ocasiones se autodenominan en
tercera persona, por su nombre propio, en lugar de en primera persona
con “yo” o “mi”.
Capacidad de juego social alterado: son niños que no saben, o no son
capaces, de desarrollar juegos que supongan interacción con otros niños.
Además, su capacidad imaginativa es muy limitada por lo que no pueden
participar en juegos de simulación.
Otros síntomas asociados que pueden presentar los pacientes son
ansiedad, trastornos del sueño, alteraciones gastrointestinales, crisis
violentas, retraso mental...
Los síntomas del autismo pueden variar significativamente, no sólo de una
persona a otra, sino en el mismo paciente con el transcurso del tiempo.

De forma clínica, se ha establecido una relación manifiesta entre la


aparición de trastorno autista en niños y un mayor riesgo de padecer
determinadas afecciones concomitantes, principalmente:

Síndrome de X frágil: es la principal causa de deficiencia mental


hereditaria y se debe a una mutación en un gen del cromosoma X. Los
afectados por esta enfermedad presentan rasgos comunes con el autismo.
Esclerosis tuberosa: su nombre se deriva del riesgo de aparición de
tumoraciones en el área cerebral. La enfermedad afecta a la piel, el
cerebro, el sistema nervioso, los riñones y el corazón.
Convulsiones epilépticas: se ha estimado que en torno al 20-30% de los
niños con espectro autista desarrollan epilepsia en la edad adulta.
Síndrome de Tourette: trastorno neurológico caracterizado por desarrollo
en el sujeto de movimientos repetitivos, estereotipados e involuntarios y
la emisión de sonidos vocales, congruentes o no, denominados tics.
Síndrome de Sotos: las personas con esta afección se caracterizan por un
excesivo crecimiento y macrocefalia, y habitualmente presentan cierto
retraso mental, dificultades en la adquisición del lenguaje, y problemas de
aprendizaje. Algunos pacientes cumplen todos los criterios del autismo.

Diagnóstico del autismo


Síntomas del autismo en el primer año (lactante)
El bebé muestra escaso interés por el entorno.
Es capaz de permanecer un tiempo prolongado en la cuna sin requerir
atención.
Ausencia de respuesta al abrazo de la madre.
Al cabo de cuatro meses de vida no muestra sonrisa social.
Pueden existir muestras de alegría no justificadas en casi ninguno de los
casos de tipo social.
No muestra interés ni respuesta ante el rostro materno.
No es capaz de diferenciar a los familiares.
Ausencia de interés social.
Indiferente al juego y carantoñas.
Llanto no justificado de tiempo prolongado.
Ausencia de respuesta ante la verbalización de su nombre.
Segundo y tercer año
Ausencia de respuestas emocionales hacia los familiares más cercanos
(padres, abuelos, hermanos, etc).
Ausencia total o falta muy intensa de comunicación verbal.
Ausencia total o falta muy marcada de contacto visual.
Desarrollo de movimientos repetitivos estereotipados (automecerse,
golpearse la cabeza, aletear las manos).
Carencia de respuesta dolorosa.
Temor ante los ruidos.
Llanto no controlable sin agente causal aparente.
Ausencia de juego con objetos.
Retraso en la adquisición de hábitos de higiene personal.
Control de esfínteres ausente o deficiente.
Síntomas del autismo en la niñez
Mismos rasgos distintivos que en etapas anteriores, pero tienden a
acentuarse en lugar de atenuarse, como en el resto de los niños.
No son capaces de vestirse solos correctamente sin supervisión externa.
No se relacionan con otros niños y no tienden al juego social ni
imaginativo, prefiriendo la soledad.
Tendencia compulsiva al orden de los objetos (alineación de las cosas). Por
lo general, el niño suele mostrar patrones de interés anormales en
intensidad y enfoque, y son muy restringidos (muestra interés anormal y
excesivo por un abanico escaso de cosas).
Comunicación de vivencias y autoexperiencias bajo o inexistente.
La comunicación verbal es escasa y defectuosa. En muchos casos de tipo
repetitivo e inusual.
Aparición de arrebatos contra sí mismo o contra el entorno, sin aparente
agente causal, y de intensidad elevada.
Síntomas del autismo en la adolescencia-adultez
En esta etapa los síntomas son similares a los del retraso mental, ya que
dependen de factores como:
Lenguaje: presentan dificultades para expresar necesidades, lo que puede
ocasionar frustración y otras alteraciones emocionales.
Hábitos de autoayuda: el sujeto tiende hacia la independencia en labores
en las que suele precisar ayuda externa para su correcta ejecución, tales
como higiene personal, alimentación, vestimenta. Solo a través del
entrenamiento precoz el sujeto podrá lograr esa independencia de
ejecución.

Pruebas para detectar el autismo


El diagnóstico del trastorno autista se compone de distintas pruebas
cognitivas y de lenguaje, así como una evaluación neurológica detallada. El
objetivo de estas pruebas, además del propio diagnóstico de la
enfermedad, es descartar que se trate de otras patologías, como los
trastornos de audición o la esquizofrenia (aunque las personas con
esquizofrenia pueden mostrar determinadas conductas de carácter similar
al autismo, por lo general sus síntomas no suelen manifestarse hasta el
final de la adolescencia o el comienzo de la edad adulta, y suelen
presentar alteraciones de percepción como alucinaciones y delirios,
inexistentes en las personas con trastornos del espectro autista).

En función del grado de afectación y las habilidades comprometidas, los


sujetos son diagnosticados de un tipo u otro de alteración del espectro
autista. Así, los niños con síntomas autistas pero con habilidades de
lenguaje bien estructuradas y desarrolladas, suelen ser diagnosticados de
Síndrome de Asperger, mientras que si reúnen un conjunto marcado de
síntomas de carácter autista, pero no los suficientes para conformar
autismo clásico, se suele realizar un diagnóstico de Trastorno generalizado
del desarrollo no especificado.

Se está trabajando para que un futuro cercano el diagnóstico pueda ser


más objetivo, basado en aspectos biológicos, mediante la identificación de
ciertos procesos metabólicos alterados que puedan detectarse mediante
un análisis de sangre.

Consecuencias del autismo


El autismo, que forma parte de un conjunto de trastornos neurológicos
“trastornos del espectro autista”, según vi por Internet, viene
acompañado de un déficit de aprendizaje.

Este trastorno neurológico se caracteriza por estos rasgos:

Dificultades para entender la ironía, el sarcasmo o las bromas. Esta es una


razón por la que los que padecen este trastorno, se lo toman todo de
forma literal, y no suelen tener en cuenta el sentido figurado.
Conductas o movimientos repetitivos.
Cuando se relacionan con alguien, no se fijan en el rostro de esa persona,
miran para otro lado.
Retraimiento, dificultades de interacción social (comprender las
emociones de los demás…).
Un tipo de leve de autismo es el “síndrome de Asperger”.
En el caso de los que parezcan “autismo severo” no tienen mucho
contacto con la realidad, no se relacionan con nadie, ni compañeros de
clase, ni la familia, en comparación de los que padecen “autismo leve”.
Se suele confundir con la esquizofrenia, debido a que los 2 trastornos
están relacionados con “desinterés o interés por tener contacto con la
realidad”, pero no creo que sea lo mismo.
Estos son los rasgos que sé acerca del “autismo” no sé si habrán más, si
quieres, puedes buscar más información y por internet o solo tener en
cuenta mi respuesta, y no sé si me habré equivocado en algo o no.

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