PROSTITUCIÓN DE ALTO NIVEL: ¿PROSTITUIRSE PARA GOZAR LA

FEMINIDAD?

SANDRA ROCIO MALDONADO ROBAYO

JOHN JAMES GÓMEZ

ASESOR DE TRABAJO DE GRADO:

Artículo presentado como trabajo de grado para optar

al título de especialista en psicología clínica con orientación psicoanalítica

UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA CALI

FACULTAD DE PSICOLOGÍA
ESPECIALIZACIÓN EN PSICOLOGÍA CLÍNICA
CON ORIENTACIÓN PSICOANALÍTICA
2013
 Prostitución de Alto Nivel: ¿Prostituirse para Gozar la Feminidad?

Por: Sandra Rocío Maldonado

RESUMEN

Freud plantea que la sexualidad femenina se define principalmente antes de la castración

edípica, estos estadios o momentos que atraviesa la feminidad darán lugar a las diferentes
formas que elige la mujer para gozar cuando alcanza su madurez sexual. El goce femenino
pareciera ser incluso para Freud un camino insondable, Belle de Jour, la famosa película de
Luis Buñuel se convierte en un caso paradigmático, donde una mujer elige la prostitución
como un camino posible para hallar su placer sexual, y no un beneficio económico, del que
se encuentra totalmente desligada. Este artículo de reflexión intenta hacer una mirada
crítica partiendo de estos referentes psicoanalíticos y filmográficos expuestos, para
contemplar el resonado fenómeno de la prostitución prepago en nuestro país.

Palabras clave: sexualidad femenina –placer sexual - conductas riesgosas- prostitución -

pre-pago.

Introducción goce y aspectos relacionados con la histeria.

El presente trabajo surge a partir del interés
en el tema de la sexualidad femenina,
analizada desde los conceptos psicoanalíticos
expuestos por Freud, en el sentido de retomar
dichos planteamientos a la luz de un caso de
prostitución presentado en la película
francesa “Belle de Jour”, publicada en los
años 70. Un Filme cinematográfico, que
representa el caso de una mujer llamada
“Severine”, el cual brinda elementos y
algunos aspectos puntuales ligados a la
sexualidad femenina, y que serán objeto de
abordaje en el presente trabajo como lo son:
la sexualidad femenina, el placer sexual, el
Dichos aspectos se pueden ver reflejados y
susceptibles de análisis en fenómenos
sociales observados como la prostitución,
denominada así desde sus principios
históricos o el prepaguismo, como se le
conoce en la actualidad.
Elementos que servirán como referentes de
análisis y de comparación a partir de factores
encontrados como común denominador entre
el caso Belle de Jour (caso de prostitución) y
el denominado “prepaguismo” de la
contemporaneidad, los cuales, pese a
desarrollarse en diferentes épocas y
diferentes contextos socioculturales,
conllevan interrogantes relacionados con la
feminidad, con la sexualidad, con los rasgos
histéricos emergentes en cada uno,
implicados en la estructuración psíquica de
estas mujeres y que estarían vinculados con
sus preferencias y elecciones sexuales.
Dichas elecciones sexuales, al parecer no
están sujetas a un marco ni temporal ni
sociocultural especifico, atañen más bien a la
resultante de la estrecha relación entre la
estructuración psíquica y al despliegue sexual
por el que optan estas mujeres en sus vidas,
sucumbiendo en una búsqueda constante de
placer, o de una condición que puede ser de
extremos, es decir de un placer perdido o de
un placer desmedido, hacia un goce que
posiblemente esté anclado a dinámicas
psíquicas, quizá no concluidas, quizá no
superadas, no solucionadas, intrincadas en
un pasado infantil, del cual podrían emerger
como opción resolutiva, frente a algo perdido,
o no solucionado, como se mencionó
anteriormente, plasmado en su estructura
psíquica y manifestado a través de fijaciones
o repeticiones evidenciadas en sus conductas
sexuales.
En este orden de ideas, se analiza y se
suscitan muchas preguntas y carecía” de cierto poder, de la condición de
cuestionamientos al respecto, que no podrían
abordarse y contestarse en el presente
trabajo, éstos llevarían a la elaboración de
otros trabajos, válidos de investigación y de
análisis, son muchas las aristas que se
podrían vislumbrar al respecto con relación a
estas conceptualizaciones.
Parto de esta manera de la premisa de la
validez y de la libertad de recurrir a la
exposición de algunos de estos
planteamientos, expuestos en forma de
interrogantes, con el fin de dejarlos a la
elaboración subjetiva de quien se pueda valer
de elementos y conceptualizaciones propias,
en vías de la construcción de nuevos saberes
e hipótesis al respecto, valiéndose de
apreciaciones y fundamentaciones teóricas
desde el marco psicoanalítico.
Estos cuestionamientos giran en torno a
preguntas como: ¿qué es lo que buscan estas
histéricas, más allá del placer?¿Cómo gozan
a partir de ese encuentro repetitivo con el
otro? ¿Será que están atadas e involucradas
inconscientemente y sin poder detenerse
frente a la dependencia con estos hombres,
con aquellos hombres, de los cuales
dependen por no superar ni aceptar su propia
castración?, ¿A qué podrá corresponder esta
posible “dependencia fálica” disfrazada de
necesidad económica?, ¿qué implicaciones
tiene este juego donde el sexo está mediado
por el dinero? Donde más allá del sexo, se
opta por un acto repetitivo carente quizás de
un verdadero deseo, de un verdadero
encuentro con el otro. En qué lugar quiere
ubicar la histérica a estos hombres? ¿Acaso
en un lugar de desventaja, quizá vengarse
por lo que le fue negado?.
La envidia del pene experimentada durante el
pasaje por sus etapas infantiles, donde “ella
“tener”, donde fue puesta en el lugar de “estar
en falta”, de “estar castrada” o acaso esas
mujeres desean “castrar al otro (hombre)” por
ser éstos los que necesitan de ellas, “los que
tienen que pagar” por acceder a ese cuerpo
voluptuoso y bello?, ¿Son acaso víctimas de
su propia frigidez histérica? ¿Será que estas
mujeres gozan de tener aquello que el otro
desea y necesita?, ¿Será que su placer
sexual no está mediado sólo por la seducción
hacia el otro, sino por el reflejo de su propia
posición narcicistica? ¿Gozarán acaso de
esta escena teatral o simulacro donde entran
a participar hombres con rasgos histéricos
marcados y ambos buscan y encuentran en el
otro su propio reflejo y de su constante y
mutua búsqueda de perfección, ambos se
dan como protagonistas histéricos en esta
escena donde el homenaje al cuerpo, la
seducción y la erotomanía toman un valor
fundamental. ¿Dónde estará el verdadero
goce de estas mujeres?.
Infinitos e interminables interrogantes para un
sinfín de respuestas y posibilidades, más me
detengo en este momento para plantear y
exponer la relación existente entre la
sexualidad femenina, el placer y las
elecciones sexuales presentada en estas
mujeres con relación a la fase preedípica y el
paso por el complejo de Edipo, planteados
por Freud, como aspectos fundamentales a la
hora de hablar de la condición femenina y a
propósito de la elaboración psíquica
elaborativa de ser “mujer”. A partir de la
pregunta preedípica que se hace la niña:
¿Porqué no tengo pene? y si no lo tengo
¿cómo gozo? ¿Será posible que en estas
mujeres la no resolución edípica y la no
aceptación de la castración, emerja en la
elección de conductas sexuales que a la luz
de lo social pueden ser riesgosas, como
opción resolutiva en su vida de adultas?.
Esta no aceptación de la castración puede
reflejarse en una búsqueda de posibles
sustitutos fálicos, carentes de deseo para ella,
disociados frente a su cliente de la ternura y
de condición de representación simbólica del
amor. Esta fijación, por decirlo de esta
manera, puede llevar al acto repetitivo sin
cesar. Vinculado con su fantasma y
manifestado en síntomas o en un goce
inexplicable desde la perspectiva social y
constituyente para ellas en un acto habitual.
Dándose en la repetición de su acto diario de
encuentro con diferentes hombres que no
está delimitado por la simple elección, si no
en el desencadenamiento de una pulsión, que
brota de un cuerpo vacío que se hace
muchas preguntas pero que quizá no
encuentra respuestas, evidenciada en una
danza sexual repetitiva con el otro, que algo
le genera, con lo cual goza, pero quizá no
desea o del cual depende tanto como para
volverse en un hábito imparable y equiparable
a una opción laboral de “supervivencia”, lo
cual habría que analizar, si esta
“supervivencia” iría más allá de la justificación
de sostenibilidad económica, sino que
corresponda a la posibilidad de supervivencia
psíquica, para darse en esa posición de
fémina que le fue entregada, otorgada desde
la perspectiva biológica y fisiológica y de la
cual ni ella misma en su condición de
histérica, logra elaborar ni entender en torno a
las preguntas que se hace contantemente
desde dicha condición histérica frente a la
posibilidad de lo que significa, para ella, ser
mujer.
El presente trabajo pretenderá hacer, un
acercamiento a los fenómenos intrapsíquicos
presentes en la elección sexual y de su
naturaleza en torno a las elecciones sexuales
que optan algunas mujeres como en aquellas
involucradas en el prepaguismo actual, de
aquellas formas o conductas que dichas
mujeres eligen para acceder al placer sexual,
es decir el abordaje de la subjetividad en
estas mujeres que con una excusa consciente
que justifica el carácter de su elección –la
prostitución-, pueden obtener algo en
términos de su placer sexual, camuflado para
ellas mismas de modo inconsciente.
Componentes Teóricos
La sexualidad femenina.
Iniciaré por hablar un poco del concepto de
sexualidad, encontrado en Laplanche, que lo
plantea a nivel general como una condición
que no se reduce sólo a las actividades y el
placer dependientes del funcionamiento
genital (coito genial), sino a toda una serie de
excitaciones y de actividades, existentes
desde las etapas de la infancia, las cuales
producen placer y satisfacción y que no son
reducibles o correspondientes sólo a las
necesidades fisiológicas como el comer o el
respirar.
Laplanche (1971) refiere que:
En la experiencia y en la teoría
psicoanalítica, la palabra sexualidad no
designa solamente las actividades y el
placer dependientes del funcionamiento
del aparato genital, sino toda una serie de
excitaciones y de actividades, existentes
desde la infancia, que producen un placer
que no puede reducirse a la satisfacción
de una necesidad fisiológica fundamental
(respiración, hambre, función excretora,
etc) y que se encuentran también a título
de componentes en la forma llamada
normal del amor sexual. (pág. 421).
Para hablar de sexualidad femenina, tomaré
principalmente, las conceptualizaciones
publicadas por Freud en su escrito: La
Sexualidad Femenina (1931). Donde Freud
plantea que la sexualidad femenina se define
principalmente antes de la castración, es
decir, en la fase preedípica. En este escrito
Freud habla de la importancia de la
castración, de la condición de aceptación de
la misma, de aceptar “su inferioridad” y las
orientaciones resultantes de esa “actitud bi-
escindida, de la cual derivan tres
orientaciones para el desarrollo de la
sexualidad femenina: “Muy diversos son los
efectos del complejo de castración en la
mujer. Ella reconoce el hecho de su
castración y, así la superioridad del varón y
su propia inferioridad, pero también se
revuelve contra esa situación desagradable”.
(Freud 1931; p:370)
De esa actitud “bi-escindida” derivan tres
orientaciones de desarrollo, las cuales Freud
(1931) describió de la siguiente manera:
La primera lleva al universal extrañamiento
respecto de la sexualidad. La mujercita
aterrorizada por la comparación con el
varón, queda descontenta de su clítoris y
renuncia a su quehacer fálico. La segunda
línea, retiene la masculinidad amenazada,
la esperanza de tener alguna vez un pene
(…) y sólo un tercer desarrollo, que implica
sin duda rodeos, desemboca en la final
configuración femenina, que toma al padre
como objeto y así halla la forma femenina
del complejo de Edipo. (pág. 370).
Cito en este punto a Irene Domínguez Díaz,
en su artículo: “Freud: La sexualidad
Femenina y la Feminidad”, publicado en la
Nodvs en 2005. En él la autora plantea la
formulación de la teoría Edípica, resaltando la
importancia de la etapa preedípica como
factor fundamental para la conceptualización
de la sexualidad femenina. En este artículo
habla de las diferencias visibles desde la
concepción biológica concerniente a la falta
de pene en la niña y la envidia que siente
ésta al respecto, como por otra parte el miedo
a la castración experimentada por el niño.
Una implicación de condición pasiva en el
sexo femenino frente a otra activa en lo
masculino. Aquí se sitúa la etapa preedípica
donde la aparición de las primeras mociones
pulsionales se darían idénticamente en el
niño y en la niña, teniendo como primer objeto
la madre, por ser la encargada de los
primeros cuidados y generadora al mismo
tiempo del descubrimiento de las primeras
satisfacciones sexuales, la sexualidad infantil
en este instante es intensa fálica y
satisfactoria. Fálica en tanto que en esta fase,
previa al complejo de Edipo, los niños
descubren su sexualidad en diferentes partes
de su cuerpo y es allí donde se dan los
primeros actos masturbatorios, el niño lo
experimenta en su pene y la niña en su
clítoris, al cual da un valor equivalente al del
pene, por esta primacía de lo masculino, se
consideraría fálica.
Tomando como puntos centrales de los
escritos de Freud: La sexualidad femenina y
La feminidad (1931-1932) Freud describe la
posibilidad de que es muy factible, que en la
fase preedípica es donde se originen los
primeros traumas que desarrollarán la
neurosis en la mujer. El paso por el complejo
de Edipo, con respecto al viraje que
experimenta con respecto al padre, brindará a
la mujer tres diferentes salidas o condiciones,
por las que las mujeres pasarán a veces de
manera más temprana, algunas tardía y a
veces no alcanzada. Estas tres condiciones u
orientaciones las señaló de la siguiente
manera:
a) La suspensión de toda la vida sexual
b) La porfiada hiperinsistencia en la
virilidad
c) Los esbozos de la feminidad definitiva.
(Freud 1931).
La primera sería la negación, como
manifestación de la masculinización del
deseo, para Freud considerada o vinculada
con una posible condición de viabilidad
homosexual. La segunda la de dependencia,
donde la mujer se valdrá de falos sustitutos o
como una especie de prótesis, es decir no
tiene el falo, no es poseedora de una pero
recurrirá a todo momento de un hombre, que
en su condición del mismo si posee uno, del
cual ella se valdrá para sentirse validada o
completa por así decirlo, y la tercera la
considera por Freud, de la feminidad
definitiva, o la más “normal” denominada la de
la melancolía, es decir la de entender que no
se tiene un pene, ella acepta que carece de
un pene, que ese hombre que aparezca
como pareja o como hijo o como
representación simbólica de lo fálico, que es
“prestado”, “temporal”, que es una persona, a
aparte de ella, que no se dará en un lugar o
en una posición plena de seguridad o de
certeza, o para brindarse para llenarla y
generarle completud constante. En esta se
experimenta incertidumbre y melancolía de
aceptar que se está incompleta, castrada y
que esa misma aceptación de entrada es
equiparable a una sensación de cierta tristeza
por carecer de dicha certeza.
Por otra parte Freud en este mismo escrito
habla un poco de la ambivalencia femenina,
como resultante de la hostilidad
experimentada hacia la madre, de esas
características de la ligazón-madre y cómo
podría relacionarse esto con las primeras
relaciones amorosas de la adolescente:
“Repasemos toda la serie de las
motivaciones que el análisis descubre para
el extrañamiento respecto de la madre:
“omitió dotar a la niñita con el único genital
correcto, la nutrió de manera insuficiente,
la forzó a compartir con otro el amor
materno, no cumplió todas las expectativas
de amor y por último incitó primero el
quehacer sexual propio, luego lo prohibió:
tras esa ojeada panorámica, nos parece
que estos motivos son insuficientes para
justificar la final hostilidad (…) En las
primeras fases de la vida amorosa es
evidente que la ambivalencia constituye la
regla” (…) entonces la intensa ligazón de
la niña pequeña con su madre debió de
haber sido muy ambivalente”. (Freud
1931).
Por su parte, Francoisse Dolto, ha realizado
un amplio estudio frente a la sexualidad,
publicando diferentes artículos en revistas y
libros. Retomaré específicamente algunos
planteamientos de su libro: Sexualidad
femenina, donde realiza un amplio abordaje
de la sexualidad femenina, desde la niñez
hasta la vejez.
Manifiesta que se ha dado una prioridad a la
sexualidad masculina, mientras que en la
mujer se percibe como más desventajosa,
comenzando por la disparidad de los órganos.
Por otra parte señala el erotismo coma algo
propio de la mujer, refiere que se hace
necesario replantear un poco la sexualidad
femenina frente a los postulados expuestos
por Freud, donde hace una diferenciación
entre “sexualidad” y “libido” como aspectos
que deben analizarse por separado.
Con relación a la etapa de la resolución
edípica esta autora señala que ésta se
realizaría alrededor de los nueve o 10 años.
La evolución de la libido en la niña, aparte de
presentarse como una opción genital se
valdrá de pulsiones orales, anales y fálicas.
“Una cierta parte de sus pulsiones catectiza
de modo narcicista la región sexual vulvo-
vaginal, el clítoris y los senos; la joven se
preocupa entonces de toda la superficie
cutánea de su cuerpo, de su valor estético”.
(Dolto, 1996, p. 133).
Prostitución y Prepaguismo
Luna (2011) en artículo publicado en el diario
del Huila, en Marzo del 2011, titulado: “El
mercado del placer”, menciona que:
La palabra prostitución proviene del latín
prostituire (comerciar, traficar), prostituirse
quiere decir ofrecer el cuerpo para fines
sexuales, a cambio de dinero, intereses,
servicios u otros bienes”. Además de esto,
menciona que el objeto singular de este
“negocio”, se establece a través de una
relación prescrita por los servicios prestados y
por el dinero pagado, y que “probablemente,
éste es el aspecto que pone en contradicción
la sexualidad vivida en la pareja amorosa y la
relación entre la prostituta y su cliente: la
ternura y la reciprocidad del placer, que son
reemplazadas por el acuerdo de servicios
pagados”.
Luna (2011) menciona algo interesante con
respecto al matrimonio o al hecho de tener
una relación de pareja estable, la que debería
ser armoniosa:
A lo mejor, tanto el varón como la mujer
poseen historias conflictivas en su
sexualidad, que les impide vivirla con
libertad y satisfacción. Existen mujeres
frígidas, que no han legitimado un ejercicio
placentero de la sexualidad o mujeres que
se niegan a la libertad de gozar en la
intimidad compartida de los cuerpos, las
fantasías y los deseos. En este sentido, la
prostitución se transforma en una forma de
negociar sexo o placer, al que cualquier
persona puede acceder para satisfacerse,
llevando a cabo sus fantasías. Por último
el autor refiere que hay muchas maneras
de llamar a las mujeres que ejercen la
actividad de sexo a cambio de dinero, a lo
largo de la historia; “como prostitutas,
rameras, meretrices, golfas, perras, y en la
actualidad prepagos. Tomado de
http://www.diariodelhuila.com/noticia/11863
La prostitución se ve como un oficio, y como
casi todos ellos, uno que se elige con
esfuerzo y sacrificio, pero más allá de este
esfuerzo visto para los demás como
denigrante para quien lo ejerce, puede traer
consigo un goce, no accesible a la
consciencia, en toda búsqueda laboral hay
una elección que es en parte consciente e
inconsciente, mucho más cuando esta
búsqueda encierra explícitamente lo sexual,
por esto podemos pensar que aunque la
prostitución es un oficio, esto no quiere decir
que no goce, no obtiene placer sexual de sus
clientes, pero es precisamente su búsqueda
constante de sexo, la que despliega o
vislumbra el sexo sin placer, podríamos
pensar entonces que esta forma del sexo, sin
placer, puede ser equivalente a la sexualidad
histérica? corresponde analizar en el presente
trabajo, dejando aislada la premisa social de
justificación delimitada por la necesidad
económica y “la falta de oportunidades”, sino
más bien queriendo corresponder a aspectos
clínicos enmarcados y analizados a la luz de
conceptos psicoanalíticos, fuera de
juzgamientos y apreciaciones que conlleven a
una generalización causal en estas mujeres
con las características mencionadas. Se
busca dejar algunos planteamientos al
respecto y cada quien analizará y construirá
sus propias conjeturas, que invitarán y
llevarán a diferentes hipótesis causales de
dichas elecciones sexuales.
El goce en la Prostitución
Las elecciones sexuales optadas por algunas
mujeres en la actualidad, las cuales a la luz
de la mirada social, parecerían “inexplicables”
o “incomprensibles”, como lo es la elección de
ejercer el ejercicio de la prostitución o lo que
en la actualidad se conoce como
“prepaguismo”, constituyen en esencia una
vinculación con un goce, con una tendencia a
la repetición y con aspectos intrapsíquicos
más allá de la condición de necesidad
económica, puede traer consigo otro factor
menos conscientes relacionados con el placer
sexual, que permiten asumir conductas que
parecen riesgosas y moralmente discutibles.
Freud refiere el goce en los sujetos, a partir
del descubrimiento de aspectos negativos en
los mismos, es como una tendencia
autoinflingida de agresión, conocido desde
este marco referencial como tendencias
masoquistas del Yo que llevan a los sujetos a
buscar y reencontrarse con la raíz o fuente
traumática. El concepto de goce en Freud
concierne a algo que va más allá del placer,
mediado por el dolor y el sufrimiento, además
asevera por otra parte que el goce está
presente en el discurso. (Braunstein, 2006).
Podría decirse que frente al fracaso infantil
experimentado en las etapas sexuales
primarias, se evidencia en la estructura
neurótica una tendencia incontenible al
narcicismo determinado por dicho fracaso, el
menor percibe la castración como una
pérdida inalcanzable, irrecuperable de lo que
puede denominarse como objeto parcial,
generados de satisfacción y placer. Es
posible que aparezca más tarde la
compulsión a la repetición como forma de
auto castigo como mecanismo que se
instaura así como resolutivo. Lo que en algún
momento fue fuente de placer y se
experimentó displacentero, por hallarlo
perdido, continuará reapareciendo como
forma de acceder a esa búsqueda constante
de ese objeto llamado perdido regrese como
recuerdo placentero. (Freud, 1920).
En el libro: “El mito de la Voluptuosidad en la
prostitución Femenina” de Héctor Gallo y
María Cecilia Salas (2001), se hace un
amplio despliegue del concepto de goce y de
prostitución, así como de la relación existente
entre éstos a la luz de la sexualidad
femenina. Específicamente en sus capítulos I
Y II: Prostitución y Voluptuosidad y
Sexualidad Femenina y prostitución: ¿un
goce excluido?.
En la introducción metodológica, Gallo (2008),
refiere con respecto al objetivo teórico de su
investigación que:
El eje teórico de esta investigación es la
concepción psicoanalítica de la sexualidad
 femenina, hecho que implica darle
supremacía al sujeto en relación con las
modalidades del goce que se ponen en
circulación dentro de la práctica de la
prostitución en las mujeres. (Pág. Xxviii).
El autor refiere que podría afirmarse que la
prostitución, de una u otra manera podría
estar mediada por el retorno del goce,
manifestado en una degradación, humillación
o maltrato en el cuerpo y en los efectos y
características de quienes participan en dicha
prostitución. (Pág.19-21).
Por otra parte que lo fundamental como punto
de su análisis no constituye en sí en el interés
por la prostitución como tal si no que prioriza
en la indagación de las formas de goce
implicadas, las cuales se dan en ese
escenario. Pues más allá de su condición
social fenomenológica, la prostitución, lleva a
dimensiones de la feminidad y el goce que
requieren para darse, un espacio al margen
de ella. Refiere que es curioso que esa
dimensión señalada es de manera difícil
considerada actualmente cuando se trata de
liderar “prácticas institucionales o de construir
discursos sociales a propósito de la
prostitución” y que “el goce es irrecuperable”.
(pág.5).
Éste retorna como una especie de plus,
evidenciado en el recurrente retorno que
presenta l prostitución a lo largo de todas las
épocas, pues se repite a lo largo de los
tiempos. Otro aspecto relevante encontrado
en este referente bibliográfico es acerca del
abordaje que hace en torno a los
significantes, “implica que la palabra de una
prostituta no se ha de escuchar por referencia
a su oficio sexual cotidiano sino a su
condición femenina”. Los significantes no
giran sólo en torno al placer allí conjugado, ni
a la degradación, ni la transgresión de la ley,
allí aflora la verdad sobre el goce, ese que se
genera en el ejercicio mismo de la práctica de
la prostitución.
Para Gallo (2001), la prostitución, desde la
perspectiva analítica de lugar donde circula
un goce, que socialmente no está aprobado,
refleja una “desobediencia al otro, prodigiosos
de los ideales”, en la prostitución, la
genitalidad buscada se desdibuja, en tanto
que da paso al dominio de la parte, donde la
pulsión sexual, se complace y el goce
adquiere un valor que trasciende la
afectividad para dar lugar al aspecto
económico. El goce desplegado en
fenómenos como la prostitución o en las
prácticas eróticas como la flagelación sexual,
se instala allí donde hay, como dice el autor,
“desórdenes” o conductas riesgosas, pues
este goce se imprime allí, se alberga o se
adhiere, e la medida que predomina la apatía,
este goce se instala en “un campo prohibido
por los aparatos vitales de regulación”. (pág.
22).
El autor cita en sus postulados a Lacan,
donde refiere que el goce está determinado
por una subjetividad que compensa algo,
haciendo la diferenciación con respecto a lo
obsceno en lo cultural, el goce viene a tapar o
llenar, donde “algo falta” y esto evidenciaría,
según el autor, en forma sintomática “que un
más de alguna cosa es indispensable”. (pág.
23).
Prostitución y Síntoma
En este punto son dos perspectivas desde las
cuales se podría abordar el síntoma en la
prostitución, como síntoma social y como
síntoma individual subjetivo, de lo que implica
ese encuentro con el otro. Como síntoma
social, podría decirse que la prostitución ha
sido un fenómeno que se remonta a tiempos
remotos, que ha ido mutando y que siempre
ha aparecido en todas las esferas sociales.
Serían muchos los discursos y análisis que se
remontarían e este punto, mas no me
detendré en el mismo, tomo como referente a
Héctor Gallo, en tanto lo que refiere en su
libro “El mito de la voluptuosidad en la
prostitución femenina”, donde habla de la
relación del síntoma social con respecto al
goce en la prostitución. El autor refiere que la
dimensión del goce que se vehiculiza en el
síntoma social de la prostitución, las mujeres
que se dedican a la prostitución, al igual que
otros sujetos e independientemente de sus
condiciones sociales, costumbres sexuales o
condiciones culturales, padecen una “falta en
ser”, donde los dos sujetos implicados en esa
dinámica: prostituta y cliente están en dicha
falta en ser y estarían obligados a elaborar
una respuesta a partir de ese encuentro que
subyace en ese encuentro con el otro. Dice el
autor que dichas respuestas, pueden ser
desde la condición del deseo, los ideales y los
síntomas. Esta es una forma entonces
particular de llenar la falta.
Otro aspecto expuesto por Gallo gira en torno
al lugar del goce y la implicación de que los
sujetos existen algo más allá del principio del
placer, lo cual se manifiesta en todo inscrito
en el orden de lo social, pero no bajo el
criterio de normalidad sino de aquello que
implique desviación. Según él, todos los seres
hablantes funcionan de acuerdo con las
normas que valorizan el placer, pero los que
divagan o se permiten ser seducidos de lo
prohibido insistirán en gozar “a pesar de estar
prohibido”.
En cuanto al síntoma subjetivo, resultante del
encuentro con el otro, retomo a la autora
Marisa Morao (2009) en su artículo “Ser
síntoma de otro. Una respuesta a la paradoja
del lazo entre los sexos”, de la revista
Virtualia y para continuar con el párrafo
anterior con referencia a lo prohibido, refiero
puntualmente lo abducido por la autora:
En la vida erótica femenina se encuentra el
requisito de la prohibición, que Freud
equipara a la necesidad en un objeto
sexual degradado en el hombre. El
apartamiento de la sexualidad –
sustracción histérica - y el confinamiento
de la sexualidad en la fantasía -
ensoñación histérica – se atribuye al hecho
de no poder disociar la sexualidad de la
prohibición. De aquí la tendencia de
muchas mujeres de mantener secretas
relaciones perfectamente licitas o en otros
casos la importancia de la infidelidad”.
Tomado de
http://virtualia.eol.org.ar/019/template.asp?
dossier/morao.html
Para proseguir con el síntoma a nivel del
goce implícito en la prostitución y en
concordancia a lo manifestado por la autora,
quien cita a su vez a J.A. Miller, en su libro El
hueso de un análisis, refiere que: “Despeja
una respuesta a la no relación sexual en
términos de ser síntoma de otro, lo que
supone usos del cuerpo en articulación con el
partenaire - síntoma”. (Pág. 71). Miller permite
abordar el fracaso de los sexos con la formula
partenaire – síntoma, pues según él:
No hay sujeto sin síntoma y entre estos se
sitúa lo que no anda”, en este articulo la
autora habla del goce refiriendo el cuerpo
(parletre) que no se comporta salvo como
síntoma. “el termino parletre incluye al
cuerpo en términos de la sustancia
gozante. El Otro bajo esta perspectiva,
deviene un medio de goce; es decir es el
lugar del partenaire síntoma. El goce se
produce en el cuerpo del uno, a través del
cuerpo del otro y el cuerpo de otro es tanto
 el propio cuerpo como el cuerpo de
cualquier otro. (Pág. 71).
Si se analiza la prostitución y el prepaguismo
a partir de estos postulados en lo que
concierne a ese encuentro repetitivo con el
otro, donde cada quien refleja su síntoma y
presta su cuerpo como lugar donde el otro
puede así mismo desplegar su propio
síntoma, es decir, cada sujeto se presta a
través de su propio cuerpo donde se viabiliza
el goce. Citaré a continuación donde la autora
argumenta puntualmente lo dicho:
El fracaso del programa a nivel de los
sexos pone de relieve que todo lo que
concierne al goce sexual en el ser parlante
no e del orden de lo necesario, sino de la
dimensión de la contingencia; es decir, que
la elección del otro como medio de goce es
a través del encuentro (…) los cuerpos se
disponen entre si acorde a los síntomas,
se disponen los uno a los otros en función
de los síntomas (…) ser síntoma de otro
cuerpo implica que el cuerpo no es causa
de sí mismo. Tomado de
http://virtualia.eol.org.ar/019/template.asp?
dossier/morao.html
Sexualidad femenina en la histeria
Para hablar de sexualidad femenina a la luz
de la histeria constituiría un abordaje
demasiado amplio si se quisiera abarcar en
su totalidad, tocare unos aspectos muy
puntuales vinculados con la sexualidad en la
histeria. Comenzando por una frase
expresada por Nasio (1991) en su libro El
dolor de la histeria: “La vida sexual del
histérico es una paradoja, y esta paradoja es
la expresión dolorosa de un fantasma
inconsciente”. (pág. 45).
La sexualidad en la histeria se manifiesta a
partir del fantasma inconsciente el cual da el
origen a la misma histeria “El desajuste de la
sexualidad histérica se explica como la
manifestación más directa o, para decirlo con
más precisión, como la conversión somática
más inmediata de la angustia que domina en
el fantasma originario de la histeria”. (pág.
45). Esa angustia a la que se refiere el autor
se manifiesta, se transforma y se refleja por
medio de manifestaciones somáticas a través
del cuerpo.
El autor refiere:
(…)Podemos afirmar que la angustia del
fantasma se transforma en una
perturbación de la vida sexual del histérico,
en un estado de sufrimiento causado por
una erotización general e cuerpo,
erotización que se compaña
paradójicamente de una inhibición
concentrada en el nivel de la zona genital.
(pág. 46).
En este sentido, la histeria hablaría de un
cuerpo que está totalmente erotizado,
contrariamente a una zona genital que el
autor refiere “anestesiado”. Esto podría tener
alguna relación con la prostitución ya que
podía pensarse que la mujer que ejerce la
misma se da en una condición de erotomanía
pensada a través de la belleza, la
voluptuosidad y la seducción más podría
pensarse que en su genitalidad podría
coexistir una frigidez que le permite realizar
un acto repetitivo con el otro, limitado al coito
pagado y culminado al límite de orgasmo
masculino.
Lo anterior podría sustentarse a partir de lo
expuesto por Nasio donde refiere con relación
a la mujer histérica y el goce de lo abierto:
 Si pensamos en las mujeres histéricas, la
paradoja resulta complicada y oscura. En
efecto, la multiplicidad de aventuras
amorosas de ciertas mujeres contrasta con
el sufrimiento de que dan fe variados tipos
de inhibición durante el acto sexual
(frigidez, vaginismo, etc.). Ahora bien,
entre estas inhibiciones figura una, que
alcanza a la histérica en lo más profundo
de su ser de mujer. Mientras vive una
relación carnal aparentemente dichosa con
un hombre, la mujer histérica puede
rehusar a abrirse casi sin saberlo, pero
resueltamente a presencia sexual del
cuerpo del otro (…) la histérica se ofrece,
pero no se entrega; puede tener relaciones
sexuales orgásmicas, sin por ello
comprometer su ser de mujer (…) el
histérico desea estar insatisfecho porque la
insatisfacción le garantiza la inviolabilidad
fundamental de su ser.
Es decir que entre más insatisfecho más se
protege del goce que el percibe como
posibilidad de riesgo de desintegración y
posible locura según Nasio (pág. 48-49).
Para Lucien Israel, la pregunta de la histérica
está escrita en su cuerpo, vive y se alimenta
de la manifestación de sus síntomas y goza a
través del dolor y del placer, grita y sufre
frente a la imposibilidad de encontrar
respuestas, sin cesar, a partir de una
constante búsqueda de completud, ¿será que
en ese cambio constante de penes,
experimenta algo equiparable? O ¿quizá la
sustitución de estos hombres, la ubica en una
posición fálica, que desde lo simbólico le da
sentido a su existencia que tal vez pueda
percibir como vacía?.
Iniciaré hablando de la sexualidad femenina,
recurriendo de entrada a la complejidad que
implica la misma, y el desciframiento de
algunos aspectos relacionados con la misma,
que si bien sabemos irá mucho más allá del
principio del placer planteado por Freud.
Corresponderá a dinámicas psíquicas mucho
más complejas que fueron y serán un
constante enigma, un objeto de investigación
y un interés de análisis para quienes desean
descifrar y escudriñar en los deseos y
aversiones de éstas a la luz de referentes
Caso Belle de Jour y mujeres prepagos de
la contemporaneidad
El director cinematográfico, Luis Buñuel en
los años 70, planteó la película Bella de Jour,
que tiene como protagonista a Severine, una
mujer atractiva físicamente, que pertenece a
la clase alta, casada con un médico, una
mujer que pese a su estabilidad financiera, su
aparente estabilidad matrimonial, eligió una
vida clandestina de prostitución,
involucrándose en situaciones altamente
riesgosas en el orden de lo sexual, conductas
de las cuales gozaba y esto podría ser
equiparable a fenómenos de la actualidad,
tales como fenómenos en los que se
involucran algunas mujeres como en la
prostitución y el prepaguismo.
Esta película se desarrolla en una época
donde las condiciones sexuales para la mujer
eran restringidas, en congruencia con el rol y
significado que tenía ésta en la sociedad en
aquella época, sobre todo en este contexto de
burguesía, donde la “esposa” debía
corresponder a una representación social
relacionada con la castidad, el pudor, la
virginidad.
Frente a su aparente insatisfacción y las
circunstancias a las cuales se enfrenta,
agregándose los constantes sueños y
fantasías que en contraste con su realidad se
ve impedida a ejecutar, a reprimir por la
misma presión social del momento, esto sólo
hasta que decide ejercer la prostitución
clandestinamente y comienza el despliegue
de un número de escenas sexuales
particulares con sus clientes. Pero resulta aún
más interesante indagar en las fantasías
eróticas de la protagonista, su placer sexual
particular y la búsqueda de una satisfacción,
que correspondía más allá del esquema del
matrimonio, la pareja, el esposo y más bien
rayando en lo oculto, lo impudoroso, lo
obsceno y de alguna manera lo sucio, como
se puede ver en esta película en algunas
escenas donde la protagonista se encuentra
vestida de blanco, haciendo honor quizá a la
pureza y a la virtud, pero de repente se ve
manchada o sucia por estiércol tirada incluso
a su cara por otros hombres.
En este sentido, Belle de Jour ofrece un
material rico el cual puede servirse para el
análisis de elementos teóricos psicoanalíticos
en torno a la sexualidad, más
específicamente a la búsqueda del placer
sexual y el goce, pues estaríamos viendo
que, aunque, esta película corresponde a
otra década, a otro contexto histórico, político
y socio – cultural, podríamos decir que
comparándolo con las prepagos de la
actualidad habría mucha similitud en tanto a
esa búsqueda subjetiva de placer y goce
sexual. Por un lado Severine, una mujer bella,
de clase alta, y por otro lado las mujeres
prepagos de hoy caracterizado por ejercerlo
mujeres bellas y no necesariamente de
condiciones económicas desfavorables.
Me detendré un poco más en este último,
observándose que las mujeres que se
dedican al prepaguismo, que como bien lo
mencioné antes son mujeres físicamente
atractivas, muchas de ellas con sus
necesidades básicas resueltas y plantean una
condición de la sexualidad digna de
comprender y que en ese sentido el análisis
del caso de Belle de Jour, favorezca algunos
elementos que permitan el análisis de estas
elecciones en el placer sexual que aparecen
en la actualidad analizadas desde el marco
de la prostitución sin que necesariamente lo
sean.
Aseveraciones comparativas
Hablaré en el orden de lo femenino, de las
características histéricas de sus
protagonistas, en este caso de un análisis
comparativo entre una mujer con marcados
rasgos histéricos de los años 70, Bella de
Jour y la histérica de nuestra
contemporaneidad dedicada al ejercicio del
prepaguismo. Qué relación podría
encontrarse entre una y otra, qué aspectos
relacionados con los rasgos histéricos afloran
en estas mujeres, qué podría analizarse en
estas mujeres a la luz de la construcción de
dinámicas psíquicas relacionadas con el
complejo de Edipo?, con su relación con el
cuerpo? Con su goce? A caso emerge
claramente una frigidez consentida o a caso
inconsciente? Qué relación tienen éstas con
el deseo? Y con la imposibilidad de aceptar el
fracaso?.
Serían innumerables las concepciones y
preguntas que podríamos hacernos al
respecto de esas mujeres a la luz del marco
referencial de la histeria y tomaría un estudio
mucho más minucioso, me limito a dejar de
entrada estos planteamientos que se suscitan
a partir del deseo que aflora en torno a la
temática planteada.
Inicialmente podría plantearse la hipótesis de
que ni en el caso de Severine ni en el caso de
las mujeres prepago, podría sostenerse bajo
la condición y el concepto de prostitución,
vinculado desde sus inicios con un cambio
monetario principalmente, pues mas allá de
los beneficios monetarios, los cuales pasarían
a un segundo plano en este caso, podría
plantearse que de entrada existe algo en el
orden del placer sexual, que se pone en
juego, pues se retoma como una elección
consciente pero, que a la vez de manera
inconsciente toca algunos aspectos de su
estructura psíquica presentes en algunas de
estas mujeres.
Este caso nos lleva a analizar las opciones y
formas de obtener el placer sexual, como lo
mencioné anteriormente indiscriminado, que
pensado en términos psicoanalíticos estaría
determinado por una descarga pulsional, y el
paso al acto que se da tácito e imperativo,
que tal como lo mencioné anteriormente
puede ser incomprensible para otros e
inexplicable por las condiciones implícitas en
dichas elecciones.
Sería interesante indagar posteriormente qué
encierran las búsquedas sexuales no sólo de
las mujeres si no de los jóvenes del día de
hoy, qué aspectos de la subjetividad actual
han cambiado con respecto a los cambios
sociales, porqué el lenguaje, en el que se
habla hoy gira en torno al placer sexual, a la
búsqueda de relaciones sexuales tempranas
y efímeras, qué relación tiene esto con los
medios masivos de comunicación y las redes
sociales, donde el deseo, el sexo y las
relaciones corporales más allá de lo afectivo
constituyen el modelo relacional actual. Es
más podría decirse que la palabra “relación”
ha perdido para los jóvenes representatividad
en la actualidad. Los jóvenes hoy en día viven
crecen en un contexto “bombardeado” de
información explicita que a mi consideración
no da lugar a la fantasía, es casi como que la
fantasía es anulada o tiene un tránsito cada
vez más corto pues el pasaje al acto se hace
cada vez mas explicito y directo. En este
sentido, Gallo, en su libro: “el mito de la
voluptuosidad en la prostitución femenina”,
dice, que la identificación del sujeto con su
objeto de goce es un “acto psíquico que no
pasa por el deseo si no por la pulsión, ser
objeto del deseo del otro es diferente a ser
objeto del goce del otro”.(Gallo, 2001, pág.
21).
Ser objeto del deseo del otro conlleva a que:
La actividad sexual implicará un goce que
se capta e la dimensión de la pérdida, un
goce que en tanto tenga el amor como
mediación impedirá la violencia sobre la
carne”, en el caso de ser el objeto del
goce del otro implicaría: la no mediación
del amor: “no hay mediación del amor, por
eso el goce no pasa por la fantasía
deseante si no directamente por la
realización del fantasma sadomasoquista,
en una violencia corporal. (Gallo, 2001,
pág. 21).
¿Qué relación puede tener dichas fantasías
de la protagonista con los sueños diurnos, en
los que ella se ve como protagonista, en
escenas de flagelación, castigo corporal y
violaciones de otros hombres?. Precisamente
porque dicha fantasía puede presentarse en
varias modalidades: en fantasías que pueden
ser conscientes o en sueños diurnos que
tienen como fin la realización proyectada de
su deseo inconsciente. Hay ciertas escenas
donde Severine, tiene sueños en los que
donde ella toma una posición
sadomasoquista, donde es golpeada y
abusada por otros hombres, es decir en su
realidad onírica se despliega y se canaliza
aquello que desea y fantasea, como producto
de la construcción de su aparato psíquico, a
partir del paso por el complejo de Edipo y por
las etapas psicosexuales.
Lo anterior puede evidenciarse en Séverine,
pues sus fantasías están relacionadas con
aspectos ajenos, a los aspectos de amor con
su esposo, sus fantasías corresponden a
situaciones vinculadas con su goce,
vinculadas con situaciones sadomasoquistas
corporales, violencia sexual, situaciones que
no se dan al interior de su hogar. El pasaje al
acto de la protagonista es inmediato, pues
accede fácilmente al mundo de la prostitución
y se da diariamente a su goce.
Algunas mujeres de la contemporaneidad
acceden fácilmente a situaciones envestidas
de cierta “ligereza” con actos indiferentes de
aspectos que pueden enmarcarse dentro de
parámetros “morales o éticos” o al temor
frente a las consecuencias que puedan
conllevar sus actos o elección de “trabajo”,
sea con la pareja, con la familia, la escuela, la
sociedad, más aun con su propia corporalidad
y con su propia vida. Acceden a actos o
actividades como lo es el prepaguismo o
prostitución, que ha pasado ya no solamente
del contacto físico si no que ha dado un
cambio a lo virtual, como “sexo online”, “sexo
en la red”, fotografías, videos y toda clase de
acciones requeridas ahora se encuentran en
el “menú sexual virtual”`. Algunas aún con la
justificación disfrazada de necesidad
económica y falta de oportunidades y otras
como una condición laboral que puede ser tan
respetada como alguna otra.
En este sentido sería pertinente retomar un
poco el concepto de fantasma o fantasía; por
considerarse pertinente como punto de
contextualización en aras de la exploración de
los deseos de la protagonista (Severine), a
propósito de su actividad clandestina
denominada prostitución, como paso al acto,
a partir del surgimiento en su conformación
psíquica, de dichas fantasías, pero entonces
¿a qué atañe dicho concepto?, retomaré el
planteado por Laplanche: “escenificación
imaginaria en la que se halla presente el
sujeto y que representa, en forma más o
menos deformada por los procesos
defensivos, la realización de un deseo y, en
un último término, de un deseo inconsciente”.
(Pág. 141).
Etapas en las cuales la pediatra española,
Francoise Dolto, en su artículo llamado
“psicoanálisis y pediatría” del año 1996,
plantea que todo “instinto, pulsión biológica
primitiva: participa de un dato que caracteriza
a todas las manifestaciones de la vida: las
fases de reposo y las fases de excitación”.
(pág. 20). Las fases de reposo son aquellas
denominadas mudas, aquellas que son
silenciosas, y las de excitación que
corresponden a la aparición de las pulsiones,
y de esta manera dichas pulsiones estarán
sometidas a la compulsión de la repetición.
Así pues los instintos de conservación, los
sujetos no despliegan la energía para poder
obtener gratificación. Mientras que en los
instintos sexuales, “pueden ser diferidos y su
energía puede transformarse en beneficio de
otras actividades”.
Encontramos entonces a las mujeres
dedicadas al ejercicio del prepaguismo, de
manera directa, sin ninguna objeción
aparente, y otras mujeres que aún lo realizan
de manera clandestina, teniendo una vida
social, que podría decirse normal en el
sentido de que acceden a la universidad, se
forman académicamente, algunas incluso
pertenecen a familias de estratos
socioeconómicos altos, lo que sería indicador
de que la necesidad económica no es la
razón principal para acceder a dicha
actividad, podría decirse que su intención
estaría más bien orientada a una pulsión y a
un deseo de llevar a cabo sus constantes
fantasías.
La primera sería la negación, como
manifestación de la masculinización del
deseo, para Freud considerada o vinculada
con una posible condición de viabilidad
homosexual, la segunda la de dependencia,
donde la mujer se valdrá de falos sustitutos o
como una especie de prótesis, es decir no
tiene el falo, no es poseedora de una pero
recurrirá a todo momento de un hombre, que
en su condición del mismo si posee uno, del
cual ella se valdrá para sentirse validada o
completa por así decirlo, y la tercera la
considera por Freud, de la feminidad
definitiva, o la más “normal” denominada la de
la melancolía, es decir la de entender que no
se tiene un pene, ella acepta que carece de
un pene, que ese hombre que aparezca
como pareja o como hijo o como
representación simbólica de lo fálico, que es
“prestado”, “temporal”, que es una persona, a
aparte de ella, que no se dará en un lugar o
en una posición plena de seguridad o de
certeza, o para brindarse para llenarla y
generarle completud constante. En esta se
experimenta incertidumbre y melancolía de
aceptar que se está incompleta, castrada y
que esa misma aceptación de entrada es
equiparable a una sensación de cierta tristeza
por carecer de dicha certeza.
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