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Dice Michel Houellebecq en su libro Plataforma: “Se ha vuelto muy raro encontrar
mujeres que sientan placer y tengan ganas de darlo. Seducir a una mujer que uno no
conoce y follar con ella se ha convertido, sobre todo, en una fuente de humillaciones y de
problemas. Cuando uno considera las fastidiosas conversaciones que hay que soportar
para llevarse a una tía a la cama, que en la mayoría de los casos resultará ser una amante
decepcionante, que te joderá con sus problemas, que te hablará de los tíos con los que ha
follado antes (dándote, de paso, la impresión de que tú no acabas de estar a la altura), y
encima habrá que pasar con ella por cojones el resto de la noche, se entiende que los
hombres quieran ahorrarse problemas a cambio de una pequeña suma”.
Para esta autora, este discurso de la excelencia, “… no se produce sin disenso: tiene como
paralelo continuado una literatura misógina, por lo común clerical pero también
laica, que, a su vez, viene de remotos orígenes. Ambos, el discurso de la excelencia y
el misógino, compiten hasta el Barroco en forma casi ritualizada. Uno exalta las
virtudes y cualidades femeninas y da de ellas ejemplos. Otro se ensaña en los defectos
y estupidez pretendidamente ingénitos del sexo femenino con una plantilla de origen
que habría de remitirse a los Padres de la Iglesia o incluso a Aristóteles. Filóginos y
misóginos repiten los mismos ejemplos y argumentos sin jamás llegar a acuerdo, -ni
quizá pretenderlo- en una disputa tan ritualizada como la de Don Carnal y Doña
cuaresma. Unos y otros no ponen tampoco en duda el marco común: que las mujeres
han de estar bajo la autoridad masculina, sino que discrepen en lo que toca al respeto
que haya de acordárseles. Ya viene malparido desde ahí el amor romántico, porque
la coloca a la mujer como objeto de admiración pero también de deseo, porque
exalta su belleza, gracia, etc. pero no su valor como sujeto social.(el destacado es
mío).
A lo largo de estas páginas trata de demostrar desde diferentes vertientes, cómo esa
concepción romántica del amor ha sido siempre perjudicial para la mujer, a pesar de
ser ella quien compró la idea y la defendió. Concepción armada por el hombre, a través
del orden patriarcal, para su conveniencia, para dominar a la mujer desde otra arista, la
afectiva-emocional.
Dice Rousseau refiriéndose al papel del hombre y la mujer en la sociedad: “El uno debe ser
activo y fuerte, el otro pasivo y débil. Es indispensable que el uno quiera y pueda y es
suficiente con que el otro oponga poca resistencia. Establecido este principio, se
deduce que el destino especial de la mujer consiste en agradar al hombre… el mérito
del varón consiste en su poder, y sólo por ser fuerte agrada".
Varcárcel afirma que el feminismo tiene su nacimiento en la Ilustración y es un hijo no
querido de esta. Rousseau representa los fundamentos aberrantes del patriarcado
moderno. Aunque otros autores fijan otras fechas de nacimiento, ya que a lo largo de la
historia pueden rastrearse constantes luchas ejercidas por la mujer para liberarse de la
opresión masculina. Por supuesto que es en la modernidad más tardía donde esos
movimientos se multiplican y donde la voz femenina comienza a ser escuchada,
difundida y expandida.
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En el ADN del varón: deben ser los protectores y proveedores de la familia (mujer).
Lo importante para él: lo que es—lo que hace---cuánto gana. Además: sobresalir, ser el
número uno (el mejor macho de la manada, y si las hembras mamíferas (en el ritual de
pelea de los machos) lo eligen, también las mujeres suelen elegir o por lo menos
buscar- al más lindo, simpático, deportivo, intelectual-es decir que descolle, que
sobresalga por algo- para asegurar un buen futuro para su cría. ADEMÁS: Ser el
número uno
En el ADN de la mujer: ser madre (maternidad a todo nivel, incluso con el mismo hombre
que tiene a su lado) Ser CUIDADORA
Aunque en la actualidad se acepta que las mujeres estudien, trabajen, o hagan política,
siempre está latente que eso está bien, mientras lo hagan femeninamente por los otros:
la familia, el cónyuge, los hijos, la sociedad y la patria. Esta idea de “servicio”, o la
idea de debilidad femenina, son algunos de los tantísimos conceptos “machistas” que
habitan el preconsciente de los individuos en múltiples sociedades que pueblan el
mundo. Y tal vez sea lo más difícil de modificar.
oscar@decristoforis.com.ar