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SOBRE DIFERENCIAS DEL HOMBRE Y LA MUJER EN LAS PRACTICAS

SEXUALES ACTUALES-EN LOS ROLES DE PAREJA-Y EN LA CONCEPCIÓN


DEL VÍNCULO AMOROSO EN GENERAL

Lic. Oscar De Cristóforis

Dice Michel Houellebecq en su libro Plataforma: “Se ha vuelto muy raro encontrar
mujeres que sientan placer y tengan ganas de darlo. Seducir a una mujer que uno no
conoce y follar con ella se ha convertido, sobre todo, en una fuente de humillaciones y de
problemas. Cuando uno considera las fastidiosas conversaciones que hay que soportar
para llevarse a una tía a la cama, que en la mayoría de los casos resultará ser una amante
decepcionante, que te joderá con sus problemas, que te hablará de los tíos con los que ha
follado antes (dándote, de paso, la impresión de que tú no acabas de estar a la altura), y
encima habrá que pasar con ella por cojones el resto de la noche, se entiende que los
hombres quieran ahorrarse problemas a cambio de una pequeña suma”.

Lo interesante del planteo de este “provocador” escritor francés, es que de alguna


forma, tal vez muy irónicamente, plantea una diferencia, yo diría crucial, entre el hombre y
la mujer cuando asumen su práctica sexual, sostenido aún hoy, por un mito popular: más
concreto y directo el planteo en el varón, donde queda claro que el objetivo del encuentro
es coital, y el de la mujer, aquél donde prima lo relacional, la posibilidad que el encuentro
sea el inicio de un vínculo más pleno. La mujer abriéndose a “todo lo posible”, el hombre
limitado a un placer recortado en el tiempo.

Esto también podemos relacionarlo con la pornografía, que es consumida


preferentemente por el varón. La pornografía aparece históricamente como un
estímulo propio del erotismo masculino, como un accesorio directamente
vinculado a la sexualidad de los hombres. El no consumo de la pornografía por
parte de las mujeres, según el consenso de muchos autores, se debería a lo explícito de las
imágenes y a su carácter de sexo sin afecto, marcando así la duplicidad de visiones del sexo
(con o sin amor) y la adhesión al romanticismo como valor. El Woman Porn (porno
femenino) en muchos casos se enuncia como pornografía hecha por
mujeres para mujeres, es decir, adaptada al “gusto femenino”. Algunas
características consisten en suavizar las escenas que impliquen
dominación, dejar los primerísimos planos y realizar películas con
argumentos.
Como señala Carlos E. Figari (Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas -CONICET), “La construcción de la mujer “asexuada”
responde a las características de lo femenino originadas en Occidente a
partir del siglo XIX. Nancy Coot (1978) denomina passionlessness a la
ideología sexual victoriana que esencializaba lo femenino como puro y
virginal al enfatizar el aspecto espiritual frente al deseo meramente sexual,
cargándole por ende el sayo de una “superioridad moral”. A pesar de casi
siglo y medio de la supremacía de esa moralidad burguesa férrea, todavía
hoy quedan resabios que reverberan a la hora del encuentro sexual.
Parecería, y tal vez no sea lo mejor, que las mujeres en la medida que presten más atención
a su vida profesional, a sus proyectos personales, a ellas también les parecerá más
sencillo pagar por tener sexo; y se dedicarán al turismo sexual (cosa que ya viene
ocurriendo aunque en menor escala comparado con el varón). Las mujeres suelen
adaptarse a los valores masculinos; a veces les cuesta, pero pueden hacerlo; la historia
lo ha demostrado; aspecto éste, censurado por una corriente feminista que no está de
acuerdo con imitar comportamientos del varón.

Amelia Valcárcel (“La memoria colectiva y los retos del feminismo”-CEPAL


Santiago de Chile 2001) retrocede aún más en la historia, para rastrear los orígenes de las
posturas actuales de la mujer con respecto al amor y el sexo. Lega hasta el siglo XII, éoca
en que se impone el amor cortés. Señala que en aquél entorno surgió una literatura
particular que ella denomina " discurso de la excelencia de las nobles mujeres", que tenía
sus cultivadoras y cultivadores así como usos sociales inequívocos. Fundamentalmente
sirvió para proporcionar modelos de autoestima y conducta a las mujeres de las castas
nobles. Glosa a reinas, heroínas, santas y grandes damas del pasado y ofreció modelos de
feminidad que contribuyeron a la creación de cortesía en el grupo de poder.

Para esta autora, este discurso de la excelencia, “… no se produce sin disenso: tiene como
paralelo continuado una literatura misógina, por lo común clerical pero también
laica, que, a su vez, viene de remotos orígenes. Ambos, el discurso de la excelencia y
el misógino, compiten hasta el Barroco en forma casi ritualizada. Uno exalta las
virtudes y cualidades femeninas y da de ellas ejemplos. Otro se ensaña en los defectos
y estupidez pretendidamente ingénitos del sexo femenino con una plantilla de origen
que habría de remitirse a los Padres de la Iglesia o incluso a Aristóteles. Filóginos y
misóginos repiten los mismos ejemplos y argumentos sin jamás llegar a acuerdo, -ni
quizá pretenderlo- en una disputa tan ritualizada como la de Don Carnal y Doña
cuaresma. Unos y otros no ponen tampoco en duda el marco común: que las mujeres
han de estar bajo la autoridad masculina, sino que discrepen en lo que toca al respeto
que haya de acordárseles. Ya viene malparido desde ahí el amor romántico, porque
la coloca a la mujer como objeto de admiración pero también de deseo, porque
exalta su belleza, gracia, etc. pero no su valor como sujeto social.(el destacado es
mío).

A lo largo de estas páginas trata de demostrar desde diferentes vertientes, cómo esa
concepción romántica del amor ha sido siempre perjudicial para la mujer, a pesar de
ser ella quien compró la idea y la defendió. Concepción armada por el hombre, a través
del orden patriarcal, para su conveniencia, para dominar a la mujer desde otra arista, la
afectiva-emocional.

Dice Rousseau refiriéndose al papel del hombre y la mujer en la sociedad: “El uno debe ser
activo y fuerte, el otro pasivo y débil. Es indispensable que el uno quiera y pueda y es
suficiente con que el otro oponga poca resistencia. Establecido este principio, se
deduce que el destino especial de la mujer consiste en agradar al hombre… el mérito
del varón consiste en su poder, y sólo por ser fuerte agrada".
Varcárcel afirma que el feminismo tiene su nacimiento en la Ilustración y es un hijo no
querido de esta. Rousseau representa los fundamentos aberrantes del patriarcado
moderno. Aunque otros autores fijan otras fechas de nacimiento, ya que a lo largo de la
historia pueden rastrearse constantes luchas ejercidas por la mujer para liberarse de la
opresión masculina. Por supuesto que es en la modernidad más tardía donde esos
movimientos se multiplican y donde la voz femenina comienza a ser escuchada,
difundida y expandida.

El ideal romántico de que la finalidad de la mujer es el amor se repite hasta el cansancio


a lo largo de todo el siglo XX, en libros, películas y series como "Sexo en Nueva York"
que, según la filósofa y ensayista Ana Hardisson, es "la quintaesencia de la ideología
patriarcal: reproduce los valores machistas hasta las últimas consecuencias". Y agrega: “Los
símbolos aparecen en toda la sociedad como una enorme tela de araña. Por ejemplo, la
publicidad está plagada de imágenes que transmiten lo que los textos racionales han dicho
que debe ser la mujer, un objeto de deseo, explotación, intercambio, pero nunca sujeto".

El amor romántico genera y promueve la desigualdad hacia la mujer, ya que "por su


naturaleza la determina a dos funciones que tienen que ver con el amor, el cuidado y el
agrado al hombre y a los hijos". La imagen social de lo que debe desear una mujer
sigue siendo todavía en muchísimas sociedades "el amor, seducir, gustar, encantar y
enamorar y lo otro es secundario", o por lo menos un agregado que enorgullece, pero
que se opaca si no logra una “pareja feliz” y una familia convencional.

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DIFRENCIAS HOMBRE/MUJER POR MANDATOS SOCIALES

En el ADN del varón: deben ser los protectores y proveedores de la familia (mujer).

Lo importante para él: lo que es—lo que hace---cuánto gana. Además: sobresalir, ser el
número uno (el mejor macho de la manada, y si las hembras mamíferas (en el ritual de
pelea de los machos) lo eligen, también las mujeres suelen elegir o por lo menos
buscar- al más lindo, simpático, deportivo, intelectual-es decir que descolle, que
sobresalga por algo- para asegurar un buen futuro para su cría. ADEMÁS: Ser el
número uno

En el ADN de la mujer: ser madre (maternidad a todo nivel, incluso con el mismo hombre
que tiene a su lado) Ser CUIDADORA

Culturalmente (con el patriarcado), el núcleo de identidad femenina* consiste en ser sujetos


sociales cuya subjetividad se construye a· partir de la dependencia y del ser a través de
las mediaciones de los otros. Cuidadoras vitales de los otros. El éxito cultural se
cierra si además las mujeres se sienten realizadas por ser y actuar de esa manera. Ese
“cautiverio en el servilismo” (lo llamaría yo), lo ha explotado el varón de forma
exagerada, dada la conveniencia del mismo.(Del mio: Lagarde y el cautiverio de las
Mujeres)
Beauvoir señalaba que “el ser para los hombres” es uno de los factores esenciales de su
condición femenina concreta.

Aunque en la actualidad se acepta que las mujeres estudien, trabajen, o hagan política,
siempre está latente que eso está bien, mientras lo hagan femeninamente por los otros:
la familia, el cónyuge, los hijos, la sociedad y la patria. Esta idea de “servicio”, o la
idea de debilidad femenina, son algunos de los tantísimos conceptos “machistas” que
habitan el preconsciente de los individuos en múltiples sociedades que pueblan el
mundo. Y tal vez sea lo más difícil de modificar.

El concepto popular sobre la diferencia varón-mujer:

Amor de mujer: tierno, compasivo, nutricio, romántico, generoso, dulce, incondicional.

Amor de hombre: 1) Otorga un lugar (novia, esposa, pareja…) de posesión- 2)


provee, da cosas, sostiene económicamente 3) protege, defiende, ataca al que la daña.

oscar@decristoforis.com.ar

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