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1. Analiza exhaustivamente la definición de propiedad.

La propiedad es, en primer lugar, un poder jurídico que recae sobre un


bien o un conjunto de bienes ya sean corporales (cosas) e incorporales
(derechos) y posee cuatro atributos: usar (servirse del bien), disfrutar
(percibir los frutos del bien), disponer (prescindir del bien) y reivindicar
(recuperar la propiedad que esta en posesión ilegítima). Asimismo, aparte
de los atributos o derechos de la propiedad, esta es un derecho real por
excelencia, es erga omnes, puede ejercer la oponibilidad ante la persona
que sea; es un derecho absoluto porque confiere al titular todas las
facultades sobre el bien; es un derecho exclusivo ya que le pertenece a
solo una persona y en el caso de la propiedad, varios son titulares pero el
derecho sigue siendo uno; y por último, es un derecho perpetuo porque
no se extingue por el solo no uso y para que lo pierda es necesario que
otro lo adquiera por prescripción, esto lo dice el artículo 927 que en primer
término sanciona la imprescriptibilidad de la acción reivindicatoria, y en
segundo, manifiesta que la acción no procede contra quien adquirió el
bien por prescripción.

2. Explica cuáles son las consecuencias del ejercicio abusivo del


derecho de propiedad.

Son dos las consecuencias: exigir que se restituya al estado anterior o


que adopten las medidas del caso, sin perjuicio de la indemnización por
los daños irrogados. En primer lugar, el ejercicio del derecho de propiedad
llega a ser abusivo cuando tiene como consecuencia un daño excesivo,
anormal, exorbitante, desproporcionado, en detrimento de terceros, con
relación a cierta norma de tolerancia que es la medida ordinaria de los
inconvenientes que cada uno puede soportar de otro en la vida social. Por
lo tanto, el propietario que ha abusado de las facultades que le de su
derecho a la propiedad tiene el deber de restituir el bien al estado en que
se encontraba antes que se cause el daño o tomar medidas para intentar,
lo mayor posible, que quede sin algún daño; y, a parte de ello, una
indemnización para el propietario afectado.

3. Realiza algunas precisiones sobre las restricciones legales de la


propiedad

En el artículo 925 se pueden identificar 3 restricciones legales: Por


necesidad pública, por interés público y por utilidad social, y que estas no
pueden modificarse ni suprimirse por acto jurídico. El interés público es
un concepto constitucional que legitima el recorte de la libertad de los
particulares y de ciertos derechos como el de la propiedad, y garantiza,
precisamente por su deliberado carácter de concepto jurídico
indeterminado, que el Estado no ha podido echar mano de técnicas
menos restrictivas que las que impone. Respecto a la necesidad publica
y utilidad social son dos conceptos que abarcaría el Estado frente a una
determinada necesidad que genere una limitación a la propiedad a favor
de los demás ciudadanos, por lo tanto, la discrecionalidad del Estado para
configurarse en estos tiene que ser lo más objetiva posible.

4. Explica las restricciones convencionales de la propiedad

El tema central en cuanto al contenido de la restricción radica en que esta


no debe ser contraria a ley, ni generar efectos que esta no permite.
Respecto de esto último, debe tenerse en cuenta que la restricción no
puede suponer una prohibición de ejercer los atributos del derecho de
propiedad, ni directa ni indirectamente. La restricción, para ser válida, solo
puede significar el establecimiento de límites (como por ejemplo, la
aplicación de un ómnibus entregado en usufructo al transporte de
escolares y no a transporte público) o del cumplimiento de determinadas
condiciones como requisito previo al ejercicio del derecho de propiedad.
Esto supone que la restricción no puede consistir en ningún caso en
hechos cuya ejecución dependa de la exclusiva voluntad de una de las
partes o de un tercero, ya que si así fuera, estaríamos expuestos a la
negativa y, por ende, se estaría en una situación que importe la
prohibición (limitación absoluta) del ejercicio de los atributos del derecho
de propiedad.
Por otro lado, respecto a la eficacia material de esta norma, se tiene que
la información que se brinda al tercero mediante la publicidad registral
implica también una protección para las partes, ya que estando inscrita la
restricción, un tercero no podrá alegar que no tenía conocimiento de las
restricciones impuestas al ejercicio del derecho de la propiedad.

5. ¿En qué consiste la acción reivindicatoria? ¿Cuál es su diferencia


con los derechos personales?

La reivindicación es la acción real por excelencia que ejercita una persona


para reclamar la restitución de un bien (cosa) del que pretende ser
propietario; es el poder de persecución y de restitución de un bien que se
encuentra en posesión de un tercero ilegítimamente. Existen requisitos
necesarios para la procedencia de esta acción, entre los que podemos
mencionar:
a) Que el demandante o titular del derecho tenga legítimo derecho de
propiedad
sobre el bien que pretende reivindicar.
b) Que el legítimo propietario o titular esté privado de la posesión del bien.
c) Que se trate de un bien inmueble determinado, preciso e identificable.

Respecto a la diferencia con los derechos personales, los derechos reales


dejan expedito a su titular para invocar una acción real que le hará
reivindicar el bien contra aquella persona que lo tenga en su poder; en
cambio, los derechos personales solo se dirigen contra el obligado, quien
deberá cancelar su obligación.

6. Resume el comentario acerca de la expropiación realizada por el


autor
La expropiación es un derecho del Estado con base constitucional y una
limitación conocida por todo propietario. Para nuestro ordenamiento la
expropiación es la transferencia forzosa del derecho de propiedad
privada, autorizada por ley expresa del Congreso a favor del Estado,
previo pago del justiprecio y del eventual perjuicio. siendo la expropiación
un acto unilateral por el cual el Estado priva de la propiedad de un bien a
su titular, se ha previsto que tal acto se revista de un conjunto de
exigencias sustanciales que impidan que el propietario se vea expuesto a
la arbitrariedad del Estado. En ese sentido apunta la exigencia del
conjunto de requisitos reseñado líneas arriba. De ahí que la expropiación
no pueda ser un acto expeditivo, y más bien deba ser calificado de un
proceso, en el sentido que debe cumplir varias etapas y recabar varios
requisitos. La necesidad pública es la causa y fin de la expropiación, y
quien califica dicha necesidad es el Congreso. Que el juicio sobre
necesidad pública pertenece al Congreso no quiere decir que resulte
desprovisto de controles. Solo el Congreso califica, pero como la
calificación requiere ineludiblemente la realidad de la "necesidad pública",
el acto no puede ser arbitrario.

7. ¿En qué consiste la apropiación de bienes libres?

Las cosas que no pertenecen a nadie, como las piedras, conchas u otras
análogas que se hallen en el mar o en los ríos o en sus playas u orillas,
se adquieren por las personas que las aprehenda, salvo las previsiones
de las leyes y reglamentos. es posible establecer como requisito para que
opere la aprehensión, la existencia de un bien que sea susceptible de ser
comercializado y sobre el cual no exista un derecho de dominio específico.
La aprehensión no se refiere en modo alguno a los inmuebles, aun cuando
se trate de terrenos baldíos. Asimismo, tampoco puede referirse a los
muebles que aparentemente no tienen dueño, pues estos pertenecen al
Estado. Respecto a la capacidad, un niño o un incapaz pueden
aprehender una cosa y hacerse dueños de ella. Esta posición compartida
parte de considerar que la aprehensión no es un acto jurídico en sentido
estricto, de ahí que cualquier persona pueda llevarla a cabo,
independientemente de su condición.

8. Analiza los diversos supuestos en que procede la apropiación por


caza y pesca.

Los animales de caza y peces se adquieren por quien los coge, pero basta
que hayan caído en las trampas o redes, o que, heridos, sean perseguidos
sin interrupción. La legislación que regula estos supuestos de caza y
pesca a nivel administrativo, nacional e internacional, se caracteriza por
una fuerte intervención del Estado, hasta el punto que la caza y la pesca
solo pueden realizarse respecto de las especies que reglamentaria mente
se determinen, así como en los lugares y épocas que establezca la
autoridad del sector; debiendo agregarse que la regulación de estas
actividades se hará atendiendo a garantizar la conservación, el
aprovechamiento sostenible y el fomento de las especies objeto de caza
o pesca.

Las reglas sobre este tema han sido desplazados por la avasallante
normatividad administrativa, pues como se puede advertir, la caza de
animales salvajes estará regida de manera preferente por las normas
impartidas por el Estado a través de la entidad correspondiente. Conforme
hemos indicado, el carácter residual del Código Civil en esta materia es
incontestable. De otro lado, el artículo bajo comentario, en atención al
principio de lealtad de caza, establece que un animal perseguido por un
cazador no puede ser cazado por otro. Finalmente, este artículo propone
una asignación eficiente de titularidades, habida cuenta que asigna el
producto de la caza o pesca a quien se esforzó por atrapar el animal, sea
que lo haya cogido o simplemente que haya quedado atrapado en
trampas o redes, salvo el supuesto regulado por el artículo 931.

9. Explica los diversos supuestos en los cuales puede desarrollarse la


caza y la pesca en predio ajeno.
No está permitida la caza ni la pesca en predio ajeno, sin permiso del
dueño o poseedor según el caso, salvo que se trate de terrenos no
cercados ni sembrados. Los animales cazados o pescados en
contravención a este artículo pertenecen a su titular o poseedor, según el
caso, sin perjuicio de la indemnización que corresponda. No obstante,
esta distinción, consideramos que la intención del legislador peruano, más
allá de la redacción de la norma, ha sido desincentivar la irrupción en
terrenos ajenos para efectos de caza o pesca, de modo que bastaría que
el terreno esté cercado "o" sembrado (y no ambos a la vez) para que tales
actividades no estén permitidas, salvo desde luego que se cuente con
permiso del dueño o poseedor. La reparación que menciona el precepto
"está referida a los daños ocasionados por el cazador o el pescador en la
propiedad y será exigible aun cuando el propietario del predio o quien lo
pesca haga suyas las piezas cazadas o pescadas, pues no existe razón
que justifique la compensación entre uno y otro valor.

10. ¿Cómo se procede en caso de hallazgo de un objeto perdido?


Precisa también sobre los gastos y gratificación del hallazgo.

Quien halle un objeto perdido está obligado a entregarlo a la autoridad


municipal, la cual comunicará el hallazgo mediante anuncio público. Si
transcurren tres meses y nadie lo reclama, se venderá en pública subasta
y el producto se distribuirá por mitades entre la municipalidad y quien lo
encontró, previa deducción de los gastos. Cosa perdida es aquella que se
sustrae a la posesión del titular sin su voluntad, por consiguiente, este
conserva sobre ella el derecho de propiedad y no pierde su posesión,
pues en concordancia con lo dispuesto por el artículo 904 del Código Civil,
los hechos de naturaleza pasajera solo le impiden su ejercicio mas no
conducen a su pérdida. Con relación a los gastos incurridos, reiteramos
que a pesar de que la norma no lo menciona, debemos entender por
equidad que se trata de los gastos en que pudieran haber incurrido tanto
el hallador del objeto como la municipalidad, los cuales deberán ser
razonablemente liquidados a fin de reconocer su pago. Esto pueden ser
los gastos de traslado del objeto al local municipal, de depósito, los gastos
de anuncio del hallazgo y, eventualmente, los incurridos para llevar a cabo
la subasta pública del mismo. El dueño que recobre lo perdido está
obligado al pago de los gastos y a abonar a quien lo halló la recompensa
ofrecida o, en su defecto, una adecuada a las circunstancias. Si se trata
de dinero, esa recompensa no será menor a una tercera parte de lo
recuperado.

11. ¿Qué es un tesoro? ¿Cómo regula nuestro C.C. la búsqueda de este


en terreno ajeno cercado?

El Código Civil vigente no contiene definición alguna a diferencia del


artículo 110 del Código Civil de 1936 que decía que "el tesoro es cualquier
cosa mueble de mérito oculta o enterrada de la que nadie puede probar
que es propietario". En nuestra opinión, un bien es tesoro cuando cumple
dos principales requisitos de carácter negativo: no puede ser advertido
con la vista (imposibilidad de encontrarlo) y no puede probarse el derecho
de propiedad del mismo, independientemente de la propiedad de la cosa
en la que ha sido encontrado. Nuestro código lo regula en el artículo 934
y dispone que no está permitido buscar tesoro en terreno ajeno cercado,
sembrado o edificado, salvo autorización expresa del propietario. El
tesoro hallado en contravención de este artículo pertenece íntegramente
al dueño del suelo.

Quien buscare tesoro sin autorización expresa del propietario está


obligado al pago de la indemnización de daños y perjuicios resultantes.
En el caso del descubrimiento fortuito de un tesoro por quien ingresó con
autorización del propietario, como aquí interviene el azar y no hay
conducta alguna que incentivar, la regla de la división por mitades
responde simplemente al justificativo (de equidad o razonabilidad) de que
la intervención de ambos fue igual de fundamental para el descubrimiento:
uno es dueño del inmueble y dio la autorización de ingreso y el otro es
quien hace visible el bien. Por tanto, lo más equitativo o razonable es
dividir lo encontrado en partes iguales.

12. ¿Cómo es la repartición del tesoro encontrado en terreno ajeno no


cercado?

El tesoro descubierto en terreno ajeno no cercado, sembrado o edificado,


se divide por partes iguales entre el que lo halla y el propietario del terreno,
salvo pacto distinto. Particularmente los doctrinarios piensan que la ley
debe darle valor a la actividad de la cual deriva el descubrimiento aun
cuando no hubo autorización, porque sin ella el tesoro quizás nunca vería
la luz y no habría beneficio social alguno. En tal sentido, el descubridor
debe recibir parte del tesoro. Si no, simplemente se reducirán al mínimo
los incentivos para que luego del descubrimiento el propietario sea
ubicado por el descubridor o para que este último se deje ubicar por el
primero. Sin embargo, este problema puede presentarse en todo
descubrimiento de tesoro, en tanto siempre se conceda algún derecho al
propietario (que el descubridor querrá retener), peor si es alto el costo de
ubicación o identificación.

Por lo demás, es conveniente también que el descubridor fortuito no


reciba todo el tesoro, de modo que no se dé total carta libre para ingresar
a predios y realizar labores (excavaciones u otras) con finalidades a veces
desconocidas. Cuando medió autorización para el ingreso, se justifica que
el dueño del suelo participe del beneficio, en tanto su conducta,
inconscientemente, también es causa (aunque no inmediata) del
descubrimiento. Lo más razonable, entonces, es que la repartición sea
siempre por mitades.
13. Comenta sobre la protección de los bienes que pertenecen al
Patrimonio Cultural de la Nación.

Los artículos 934 y 935 son aplicables solo cuando no sean opuestos a
las normas que regulan el patrimonio cultural de la Nación. Con relación
a los bienes culturales muebles (que es el caso que nos interesa), la Ley
N° 24047 no establece exclusividad alguna en favor del Estado. Esto
guarda correspondencia con el artículo 14 de la misma norma que dice
que dentro del país, los bienes culturales pueden ser objeto de
transferencia de propiedad, reconociéndose así la posibilidad de su
dominio privado.

El régimen legal es confirmado con la Constitución Política de 1993, cuyo


artículo 21 señala que "los yacimientos y restos arqueológicos,
construcciones, monumentos lugares, documentos bibliográficos y de
archivo, objetos artísticos y testimonios de valor histórico, expresamente
declarados bienes culturales, y provisionalmente los que se presumen
como tales, son patrimonio cultural de la Nación, independientemente de
su condición de propiedad privada o pública".
Con relación a los tesoros encontrados en el mar territorial, ríos o lagos
navegables, el Decreto Supremo N° 028DEMGP, Reglamento de la Ley
de Control y Vigilancia de las Actividades Marítimas, Fluviales y Lacustres,
señala que para realizar labores de rescate de naves, artefactos y otros
objetos hundidos debe obtenerse autorización expresa de la capitanía de
puerto, con conocimiento de la dirección general y de acuerdo con los
requisitos establecidos. Se prohíbe así la búsqueda no autorizada de
tesoros hundidos.

La búsqueda de tesoros en los bienes inmuebles (de dominio público o


privado) del Estado también es objeto de una regulación especial,
conforme a los artículos 105 y siguientes del Decreto Supremo N°
1542001EF, Reglamento General de Procedimientos Administrativos de
los Bienes de Propiedad Estatal. Con esta normativa se cubre finalmente
el resto de situaciones posibles de descubrimiento de tesoros, esto es,
distintas de los predios privados y del mar, ríos y lagos navegables.

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