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Las cosas que no pertenecen a nadie, como las piedras, conchas u otras
análogas que se hallen en el mar o en los ríos o en sus playas u orillas,
se adquieren por las personas que las aprehenda, salvo las previsiones
de las leyes y reglamentos. es posible establecer como requisito para que
opere la aprehensión, la existencia de un bien que sea susceptible de ser
comercializado y sobre el cual no exista un derecho de dominio específico.
La aprehensión no se refiere en modo alguno a los inmuebles, aun cuando
se trate de terrenos baldíos. Asimismo, tampoco puede referirse a los
muebles que aparentemente no tienen dueño, pues estos pertenecen al
Estado. Respecto a la capacidad, un niño o un incapaz pueden
aprehender una cosa y hacerse dueños de ella. Esta posición compartida
parte de considerar que la aprehensión no es un acto jurídico en sentido
estricto, de ahí que cualquier persona pueda llevarla a cabo,
independientemente de su condición.
Los animales de caza y peces se adquieren por quien los coge, pero basta
que hayan caído en las trampas o redes, o que, heridos, sean perseguidos
sin interrupción. La legislación que regula estos supuestos de caza y
pesca a nivel administrativo, nacional e internacional, se caracteriza por
una fuerte intervención del Estado, hasta el punto que la caza y la pesca
solo pueden realizarse respecto de las especies que reglamentaria mente
se determinen, así como en los lugares y épocas que establezca la
autoridad del sector; debiendo agregarse que la regulación de estas
actividades se hará atendiendo a garantizar la conservación, el
aprovechamiento sostenible y el fomento de las especies objeto de caza
o pesca.
Las reglas sobre este tema han sido desplazados por la avasallante
normatividad administrativa, pues como se puede advertir, la caza de
animales salvajes estará regida de manera preferente por las normas
impartidas por el Estado a través de la entidad correspondiente. Conforme
hemos indicado, el carácter residual del Código Civil en esta materia es
incontestable. De otro lado, el artículo bajo comentario, en atención al
principio de lealtad de caza, establece que un animal perseguido por un
cazador no puede ser cazado por otro. Finalmente, este artículo propone
una asignación eficiente de titularidades, habida cuenta que asigna el
producto de la caza o pesca a quien se esforzó por atrapar el animal, sea
que lo haya cogido o simplemente que haya quedado atrapado en
trampas o redes, salvo el supuesto regulado por el artículo 931.
Los artículos 934 y 935 son aplicables solo cuando no sean opuestos a
las normas que regulan el patrimonio cultural de la Nación. Con relación
a los bienes culturales muebles (que es el caso que nos interesa), la Ley
N° 24047 no establece exclusividad alguna en favor del Estado. Esto
guarda correspondencia con el artículo 14 de la misma norma que dice
que dentro del país, los bienes culturales pueden ser objeto de
transferencia de propiedad, reconociéndose así la posibilidad de su
dominio privado.