Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Todos los animales veneraban profundamente a su rey el león. Reconocían su porte, fuerza, fiereza y valentía y no les importaba
en absoluto que los gobernara desde hacía mucho tiempo.
Sin embargo, había algo que los molestaba mucho y era que el monarca tenía por amigo predilecto a un viejo y pesado elefante,
hecho que no llegaban nunca a comprender.
Todos se desvivían por ser el predilecto del rey y se creían con mejores atributos que el elefante para serlo.
El rencor y la envidia llegaron a tal punto, que un día quisieron hacer una asamblea para compartir sus inconformidades y ver
cómo hacer que el león escogiese otro amigo.
Una vez estuvieron reunidos, la primera en hablar fue la zorra.
-Nuestro rey es magnífico, pero habremos de coincidir que no es bueno escogiendo amigos. Si al menos hubiese escogido a
alguien tan astuta como yo, el animal más listo, y con una bella y peluda cola como la mía, lo hubiese entendido y esta asamblea
no tuviese lugar, dijo con toda la seguridad del mundo.
-No entiendo como el león puede andar con un animal que carece de garras grandes y poderosas como las mías- dijo a su vez
el oso, que ni había atendido a todo lo dicho por la zorra.
Por su parte, el burro tildó a los dos anteriores de tontos y exclamó:
– Para mí está más que claro. Al rey le gusta el elefante porque tiene unas orejas grandes como las mías, solo que descubrió a
aquel primero y a mí no ha tenido el gusto de conocerme.
– ¡Qué manera de halagarse a sí mismos estos tontos!- dijo un pato a otro. –Se ve que desconocen que lo mejor del mundo es
graznar- agregó.
Y así, aptos solos para ver sus supuestas virtudes, los animales nunca lograron ponerse de acuerdo y mucho menos determinar
el porqué de la preferencia del león por el elefante. Muchos menos fueron capaces de llevarle sus inquietudes a este y de
entender la importancia de valores como la modestia y el desinterés, capaces de hacer que las mejores cosas de la vida vengan
por su propio peso y derecho.
Una vez, una liebre se burlaba de las patas tan cortas y de la lentitud al caminar de una tortuga, sin embargo,
esta no se quedó callada y se defendió lanzando una risa y diciéndole a la liebre: – Puede que seas muy
veloz amiga liebre, pero, estoy más que segura de que podré ganarte una carrera.
La liebre, sorprendida por lo que le dijo la tortuga, aceptó el reto sin pensarlo dos veces, ya que ella estaba
muy segura de que ganaría a la tortuga a ojos cerrados. Entonces, ambos propusieron a la zorra, que fuese
ella quien señalase el camino y la meta.
Días después, llegó el esperado momento de la carrera, y al sonar la cuenta de tres, se inició la carrera de
estos dos contendientes. La tortuga no dejaba de caminar y caminar, pero a su lento paso, avanzaba
tranquilamente hacia la meta.
En cambio la liebre, corrió tan rápido que dejó muy atrás a la tortuga. Al darse la vuelta y ya no verla, la liebre vió seguro su éxito
sobre la carrera y deicidió echarse una siesta.
Poco después, la liebre despertó y vió si por atrás seguía sin llegar la tortuga, pero al mirar hacia la meta, vió a la tortuga muy
cerca de la final, y en un intento desesperado por correr lo más veloz que pudo, la tortuga llegó y ganó.
Moraleja: la enseñanza es que las metas se consiguen poco a poco, con trabajo y esfuerzo. Aunque a veces parezcamos lentos,
el éxito llegará siempre.
También nos muestra que no tenemos que burlarnos de las personas por sus defectos físicos, ya que pueden ser mejores en
otros aspectos.
Esta fábula tiene un gran valor educativo, ya que hacer las cosas bien hechas es importante en la educación y para ello es
necesario ser pacientes.
El león y el ratón
Érase una vez un león que estaba descansando en la selva, después de un día de caza. Era un día caluroso y solo le apetecía
dormir.
Cuando se encontraba más cómodo, llegó un ratón haciendo mucho ruido. El león era tan
grande que ni si quiera se percató, pero el ratón empezó a subir por su nariz.
El león se despertó con muy mal humor, empezó a gruñir, y agarró al ratón, preparándose
para comerlo.
“¡Perdóname!” suplicó el pobre ratón. “Por favor déjame ir y algún día seguramente te lo
pagaré”.
Al león le resultó divertido pensar que un ratón podría alguna vez ayudarlo. Pero fue
generoso y finalmente lo liberó.
Algunos días más tarde, mientras acechaba a una presa en el bosque, el león quedó atrapado en la red de un cazador.
Era incapaz de liberarse y rugió fuerte para pedir ayuda. El ratón reconoció la voz y acudió rápidamente para ayudarlo. Mordió
una de las cuerdas que ataban al león y este se liberó.
Entonces el ratón dijo:
“Incluso un ratón puede ayudar a un león”.
Moraleja: no menosprecies lo que pueden hacer los demás. Aunque parezca lo contrario todos te pueden ayudar.
La cigarra y la hormiga
Una cigarra cantaba y disfrutaba durante el verano. Día tras día se despertaba tarde y sólo se
dedicaba a cantar, hasta que un día algo le llamó la atención.
Un grupo de hormigas pasaban por debajo de su rama cargando pesadas porciones de
comida sobre su espalda, entonces la cigarra bajó de su rama y le preguntó a una.
-Amiga hormiga ¿por qué trabajas tanto?-
-El invierno se acerca, debemos guardas provisiones para poder pasar la helada- respondió
la hormiga.
A lo que la cigarra luego dijo:
-¡Bah! Trabajar tanto es para bobos, haz como yo, canta y disfruta del verano.
La pequeña hormiga sin decir más nada siguió su camino. En los siguientes días, la cigarra
seguía cantando y muchas veces componía canciones que se burlaban de su amiguita la
hormiga.
Pero un día, la cigarra despertó y ya no era verano, el invierno había llegado.
La helada era la peor de todas en muchos años, trató de abrigarse con hojas de su rama, pero no pudo. Hambrienta buscó
comida, pero no encontró nada.
Entonces recordó que su amiguita hormiga había estado guardando provisiones durante el verano y se dirigió a su hormiguero,
tocó la puerta y la hormiguita salió. Entonces dijo:
-¡Hormiga, ayúdame; tengo hambre y tengo frío, dame refugio y comida!
-¿Pero qué estuviste haciendo todo el verano cigarra?- preguntó la hormiga.
-Cantar y bailar- contestó la cigarra.
-¡Pues si eso hiciste en el verano, ahora baila en el invierno!- Dijo la hormiga y cerró la puerta.
Mientras, la cigarra arrepentida se alejaba reflexionando sobre la lección que había aprendido.
Moraleja: la vida consiste en trabajar y descansar. No puedes descansar demasiado porque más tarde puedes encontrar
consecuencias negativas.
Pedro y el lobo
Había una vez un niño llamado Pedro que era pastor y se llevaba todo el día caminando con sus
ovejas.
Un día estaba tan aburrido que comenzó a preguntarse cómo divertirse. Entonces se le ocurrió
gastar una broma, diciendo que un lobo estaba cerca. Dijo:
-¡Que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Ayuda!
Los vecinos del pueblo acudieron rápidamente con palos para ahuyentar al lobo, pero cuando
llegaron al árbol donde se sentaba Pedro, lo encontraron riendo a carcajadas. Pedro decía:
¡Ja ja ja! ¡Os lo habéis creído!
Los vecinos se fueron a sus casas pensando que era una broma y que no pasaba nada.
Otro día, de nuevo Pedro se encontraba aburrido y volvió con la misma broma:
-¡Que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Socoro! ¡Socoro!
Los vecinos volvieron a acudir rápido, con sus palos y preparados para hacer frente al lobo. Pero se volvieron a encontrar a
Pedro riendo, que reía y decía:
¡Os lo habéis vuelto a creer! ¡Qué incrédulos! ¡Ja ja ja!
Esta vez los vecinos pensaron que la broma no era tan graciosa y se fueron malhumorados a sus casas.
Otro día, Pedro estaba caminando con sus ovejas cuando escuchó un ruido entre los matorrales. No le dio importancia, pero
rápidamente un lobo salió empezó a perseguir a sus ovejas. Pedro empezó a pedir ayuda:
-¡Que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Socorro!
Los vecinos lo escucharon pero no prestaron atención, ya que pensaban que era otra broma de Pedro.
El lobo pudo atrapar a algunas de sus ovejas y se las llevó para comerlas con su manada.
Moraleja: no mientas, ya que puede que los demás no te crean cuando digas la verdad.
El cuervo y el zorro
Había una vez un cuervo que descansaba en un árbol, tras haber logrado robar un queso de la ventana de una casa.
Cerca caminaba un zorro que olió el fuerte aroma, vio al cuervo y le dijo:
-¡Hola! Qué buen día hace, además tu plumaje es muy bonito. Le queda muy bien.
El cuervo se sintió muy bien con lo que le dijo el zorro. Le entraron ganas de cantar para celebrarlo, abrió el
pico, pero entonces dejó caer el queso.
El zorro, sonriendo, corrió hacia el queso y lo atrapó con la boca antes de caer al suelo.
Moraleja: presta atención cuando alguien te dice cosas bonitas. Puede que sea por interés.
El niño y los dulces
Era 21 de Septiembre y todos los niños contentos después de un largo verano, regresaban
a las escuelas. Al ser el primer día, la maestra llevó a clase un bote lleno de chucherías para
dar la bienvenida al nuevo curso escolar. Uno de los alumnos salió el primero corriendo hacia
los dulces.
Una vez que cogió todas las chuches que pudo,al intentar sacar la mano, el cuello del
recipiente no le permitió hacerlo. El niño lloraba y lloraba amargamente, pero un amigo que
estaba cerca le dijo: -Confórmate con coger solo la mitad y así podrás sacar la mano con los
dulces.
Moraleja: no seas egoísta, avaricioso y escoge solo aquello que necesites. Como bien dice
el dicho “quien mucho abarca, poco aprieta”.
Esta fábula enseña a los niños a no ser tan egoístas, una cualidad muy importante a la hora
desarrollar su personalidad. En un mundo en donde la individualidad prevalece, es bueno
desde pequeños que lo niños aprendan a compartir y a ser generosos con sus iguales.
La pulga y el hombre
Había una vez en un colegio un conejo muy presumido que todos los días llevaba sus zapatitos muy limpios, relucientes,
brillantes.
En su misma clase también estaba el cerdito Peny, que tenía mucha envidia al
conejo por sus zapatos.
Pero el cerdito al vivir en una charca de barro sabía que nunca conseguiría tener
unos zapatos como los de su amigo conejo.
Todos los días limpiaba y limpiaba, pero nada seguían igual de sucios.
Un día jugando en el recreo tenía que hacer una carrera para ver quien era el más
veloz. El cerdito asustado, no sabía que hacer, ya que sus zapatillas no eran como
las de su amigo.
El día de la carrera, el cerdito Peny no se lo pensó, y salió corriendo a la par que
el conejo.
Mientras corría, solo pensaba en ser el ganador y no rendirse nunca, tal y como
le decía su madre.
Al llegar a la meta, todos se quedaron asombrados por la rapidez del cerdito Peny, no entendían como podía haberle ganado al
conejo y sus superzapatillas.
Moraleja: da igual el zapato que lleves, el esfuerzo por conseguir una meta que te propongas no está en los zapatos sino en ti.
Debes ser feliz con lo que tienes, sentirte a gusto contigo mismo y confiar en ti.
Familia de hormigas
Había una vez una familia de hormigas formada por la madre, el padre y su dos hijitas.
Pronto se acercaba el invierno, así que toda la familia salió en busca de comida ya que si no morirían.
Paseando por el prado, se encontraron con otra hormiga, pero esta no era de su misma especie, ya que era de color rojo y le
faltaban dos patitas.
Angustiada, la hormiga roja les pidió ayuda para que la llevasen hasta su casa, ya que podría morir enterrada por la nieve.
La madre hormiga rotundamente dijo que no, ya que no pertenecía a su especie y si se enteraba el resto de hormigas negras
podrían echarle del prado.
Así que la familia siguió su camino, pero una de las hijas no pudo aguantar y se dio la vuelta para ayudar a la hormiga roja, aun
sabiendo que podrían echarla del prado para siempre.
Una vez llegaron las dos a la casa de las hormigas rojas, estas sorprendidas por la solidaridad de la hormiga negra, le regalaron
toda la comida que tenían.
Gracias a esta recompensa, la familia de la hormiga negra pudo sobrevivir todo el invierno gracias a la familia de hormigas rojas.
Moraleja: hay que ayudar a los demás cuando lo necesiten, ya que algún día también nosotros podemos necesitar esa ayuda.
También nos enseña a que no hay que prejuzgar ni discriminar a otros por su raza o por su condición fisica, algo muy importante
en la vida, ya que tenemos que educar a nuestros hijos en la tolerancia y el respeto a la diversidad.
El pájaro ruiseñor
Era un pájaro ruiseñor muy alegre y divertido. Siempre andaba cantando pero era muy muy despistado.
Una noche cenando con su madre, esta le dijo que no debía cantar hasta mas tarde ya que los cazadores pasarían a esa hora y
si estos les oían podrían matarle.
A la mañana siguiente como todos los días, el pájaro comenzaba a cantar para así atraer a sus presas. Olvidando lo que le dijo
su madre, los cazadores le oyeron y se pusieron a disparar.
Afortunadamente al pájaro le dio tiempo a esconderse, ya que oyó el canto de su madre
avisando de que estaban los cazadores en la zona
Moraleja: hay que estar muy atentos y escuchar a nuestros padres cuando nos hablen, ya
que un descuido nos puede salir caro.
El gato y el ratón
Cat Garage Drawing Comic Image Mouse
Una vez, un gato muy hambriento vio entrar a su casa a un ratoncito. El felino, con muchas
intenciones de agarrarlo y luego comérselo, se acercó a la ratonera para decirle:
– ¡Qué guapo y lindo estás ratoncito! Ven conmigo, pequeñito, ven… dijo con dulce voz el
gato.
La mamá del ratoncito escuchó las intenciones que tenía el hábil gato y le advirtió a su hijo
diciendo:
– No vayas hijito, tú no conoces los trucos de ese bribón.
El gato insistente le dijo nuevamente al ratón:
– Ven, pequeñito ven. ¡Mira este queso y estas nueces! ¡Todo eso será para ti!
El inocente ratoncito le preguntó de nuevo a su madre:
– ¿Voy mamá?… ¿voy?
– No hijito, ni se te ocurra ir, sé obediente, le dijo nuevamente su madre.
El gato nuevamente volvió a engañarlo diciendo:
– Ven, te daré este sabroso bizcocho y muchas cosas más…
– Puedo ir mamá, por favor te lo suplico – dijo el ratoncito.
– ¡Que no, tontuelo! No vayas. – Insistió la mamá ratona.
-No me hará nada mamá. Sólo quiero probar un pedacito… – dijo por última vez el ratoncito, y sin que su madre pudiera detenerlo,
salió rápidamente de su agujero.
A los pocos instantes, se oyeron unos gritos que decían:
– ¡Socorro, mamá, socorro! ¡Me come el gato!
La mamá ratona no pudo hacer nada para salvar a su ratoncito que murió devorado por el gato.
Moraleja: esta fábula nos enseña que debemos obedecer a nuestros padres y respetar sus decisiones, ya que ellos siempre
querrán lo mejor para nosotros y el no hacerles caso nos puede pasar factura como al ratoncito de la historia.
El ciervo y el cervatillo
Esta fábula trata sobre dos ciervos, uno joven y otro más mayor.
Ambos querían quedarse a vivir en el monte ya que tenia alimentos para todo el año, pero esto
solo podía ser posible si ambos luchaban, ya que solo había provisiones para uno.
El cervatillo joven tenía muy claro que ganaría, ya que era más veloz y mas rápido que el ciervo
anciano.
A la mañana siguiente cuando se encontraron para luchar, el ciervo anciano le propuso que se
marchara, ya que sabía perfectamente que el iba a ser el ganador.
El cervatillo tozudo y enfadado se dispuso a luchar hasta que fue perdiendo poco a poco sus
cuernos.
Sorprendido de que el ciervo anciano le ganara, preguntó:
-¿Como lo has hecho?, no puede ser, si yo soy más. joven y más veloz que tú.
A lo que respondió el anciano:
-mira mis cuernos y tendrás la respuesta.
El cervatillo sorprendido se dió cuenta de que los cuernos estaban intactos, eran mucho más
fuertes y robustos que los suyos.
Moraleja: debemos respetar a las personas mayores, ya que el ser una persona mayor no quiere
decir que sean patosos o lentos, sino todo lo contrario, ya que nos pueden enseñar muchas cosas que aún no sabemos.
El mono y el delfín
Había una vez un marinero que se comprometió a realizar un viaje muy largo.
Para hacer más entretenida la travesía, se llevó con él a un mono para divertirse
durante la larga travesía.
Cuando estaban cerca de la costa de Grecia, una muy ruidosa y violenta
tempestad se levantó e hizo naufragar a la débil nave. Su tripulación, el marinero
y su mono tuvieron que nadar para así poder salvar sus vidas.
Mientras tanto, el mono que luchaba contra las olas, fue visto por un delfín; el
cual creyendo que era un hombre, fue a salvarlo deslizándose debajo él y
transportándolo hacia la costa.
Cuando estaban llegando al puerto, el delfín le preguntó al mono:
– Mono ¿eres ateniense (nacido en Atenas)?, y él mono por darse de muy
presumido y mentiroso, le respondió:
– Sí, y tengo también parientes muy importantes viviendo allí –
El delfín le preguntó de nuevo si conocía el Pireo (el famoso puerto de Atenas).
El mono creyendo entonces que se trataba de un hombre, le contestó que no
solo lo conocía, sino que también era uno de sus mejores amigos.
El delfín indignado por tantas mentiras que el mono decía, dio media vuelta y lo devolvió a alta mar.
Moraleja: las propias mentiras del mentiroso son las que se encargan de revelar la verdad en un pequeño descuido. Las mentiras
tienen las patas muy cortas, por tanto siempre saldrá a la luz la verdad.
El Astrónomo
En un país muy lejano, donde la ciencia es muy importante para sus habitantes, había un anciano astrónomo al que le gustaba
realizar el mismo recorrido todas las noches para observar las estrellas.
Un día, uno de sus viejos colegas le dijo que había aparecido un extraño astro en
el cielo, el anciano salió de la ciudad para poder verlo con sus propios ojos. Tan
emocionado estaba el astrónomo mirando al cielo, que no se dio cuenta que a pocos
pasos de él había un agujero. Cuando se cayó al agujero comenzó a gritar pidiendo
ayuda.
Cerca del agujero pasaba un hombre, el cual se acercó hasta el agujero para ver lo
que sucedía. Informado de lo que había ocurrido, le dijo al anciano:
-Te ayudaré a salir de ahí, pero ten mucho cuidado la próxima vez que salgas por
un lugar que desconoces, tienes que estar muy atento por donde caminas ya que
te puedes encontrar con cualquier cosa en el suelo.
Moraleja: antes de lanzarse a la aventura o ir por sitios desconocidos, hay que conocer muy bien el lugar por el que se transita
y ser precavidos.
El asno, el perro y el lobo
Caminaban muy despacio y agotados por el sol un asno, con su carga de pan, y su amo
seguido por su perro. Es así que llegaron a una pradera verde donde el amo cansado y
agotado por la caminata realizada, echó a dormir bajo la sombra de un árbol.
El asno se fue a comer algo de pasto que había en la pradera cuando de pronto el perro,
que también estaba muy cansado y hambriento, le dijo:
– Estimado asno, yo también tengo hambre, ¿Me darías un poco de pan que hay en la cesta
que llevas encima por favor?
A lo que el asno le respondió:
– Mejor ¿Por qué no esperas un rato más hasta que despierte el Amo y te dé el mismo de
comer?
El perro, al escuchar la respuesta del asno, se dirigió a otro lado de la pradera. Es entonces
que, mientras que el asno seguía comiendo su pasto, apareció un hambriento lobo que se
abalanzó de inmediato sobre el asno para devorarlo. Sorprendido, gritó ayuda al perro:
– ¡Socorro! ¡Sálvame amigo perro!
El perro, respondió:
-Mejor, ¿Por qué no esperas un poco más hasta que despierte el amo y te salve?
Moraleja: hay que ofrecer nuestra ayuda a los demás siempre y cuando la necesiten si no queremos que nos pase lo mismo que
al asno. Hay que educar a nuestros hijos para que sean personas solidarias y compartan con el resto de sus iguales.
El cuervo y los pájaros
Un día el dios Júpiter citó a todos los pájaros a una reunión para elegir como Rey al más
hermoso de todos. Los pájaros, muy halagados ante esta gran oportunidad, de inmediato
fueron a las aguas del gran río para lavarse y acicalarse para estar presentables.
El cuervo, dándose cuenta de su fealdad, se le ocurrió un plan que consistía en recoger las
plumas que los pájaros dejaban caer al acicalarse, para luego pegarlas a su cuerpo. Es así
que el cuervo pasó varias horas colocándose las plumas para ser el más bello de los
pájaros.
Entonces llegó el día esperado y todas las aves acudieron a la cita, entre ellos el cuervo,
que destacó al instante por sus plumas multicolor. Júpiter al verlo, decidió coronar al cuervo
por su gran belleza, pero los pájaros se sintieron muy indignados por haber elegido al
cuervo.
Sin embargo, el cuervo pronto perdió sus plumas, sintiendose avergonzado ya que volvía a
ser el mismo que era en realidad.
Moraleja: no tenemos que aparentar lo que no somos y no debemos por que sentirnos
inferiores por nuestro físico o aptitudes, ya que cada
persona es única y diferente, con sus virtudes y sus defectos.
Debemos querernos tal y como somos, ya que solo así nos querrán los demás.
El viejo perro cazador
Hace muchos años, vivía un viejo perro de caza, cuya avanzada edad le había hecho
perder gran parte de las facultades, como ser más fuerte o veloz.
Un día, mientras se encontraba en una jornada de caza junto a su amo, se topó con un
hermoso jabalí, al que quiso atrapar para su dueño. Poniendo en ello todo su empeño,
consiguió morderle una oreja, pero como su boca ya no era la de siempre, el animal
consiguió escaparse.
Al escuchar el escándalo, su amo corrió hacia el lugar, encontrando únicamente al viejo perro. Enfadado porque hubiera dejado
escapar a la pieza, comenzó a regañarle muy duramente.
El pobre perro, que no se merecía semejante regañina, le dijo:
-Querido amo mío, no creas que he dejado escapar a ese hermoso animal por gusto. He intentado retenerlo, al igual que hacía
cuando era joven, pero por mucho que lo deseemos ambos, mis facultades no volverán a ser las mismas. Así que, en lugar de
enfadarte conmigo porque me he hecho viejo, alégrate por todos esos años en los que te ayudaba sin descanso.
Moraleja: nos viene a decir que debemos ser respetuosos con nuestros mayores, ya que hicieron lo posible porque nuestra
familia tuviera una vida feliz.
El perro y el reflejo
Había una vez un perro, que estaba cruzando un lago. Al hacerlo, llevaba una presa bastante
grande en su boca. Mientras lo cruzaba, se vio a si mismo en el reflejo del agua. Creyendo
que era otro perro y viendo el enorme trozo de carne que llevaba, se lanzó a arrebatársela.
Decepcionado quedó cuando, por buscar quitarle la presa al reflejo, perdió la que el ya tenía.
Y peor aún, no pudo obtener la que deseaba.
Moraleja: no hay que envidiar a los demás y debemos ser felices con lo que somos y con lo
que tenemos, ya que como dice el dicho “la avaricia rompe el saco”. Tenemos que
conformarnos con lo que tenemos, y no pedir o exigir más a nuestros padres, sino queremos
que nos pase lo que al perro.
Las ranas y el pantano seco
Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por tanto la abandonaron para buscar otro con agua.
Hallaron en su camino un profundo pozo repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:
– Amiga, bajemos las dos a este pozo.
– Pero, y si también se secara el agua de este pozo, – repuso la compañera -, ¿Cómo crees que subiremos entonces?
Moraleja: Antes de emprender cualquier acción, analiza primero las consecuencias de ella. Ante un problema, debemos buscar
otras alternativas y reflexionar sobre cuál es la opción buena antes de tomar una decisión de manera impulsiva que no sea la
adecuada.
El labrador y la culebra
Al lado del hogar de un modesto labrador, una culebra había decidido instalar su nido. Un tarde, el pequeño hijo del labriego,
pensando que era uno más de sus juguetes, agarró al animal de tan mala manera, que este le mordió en defensa propia. Una
mordedura de la que no se pudo recuperar y que su padre quiso vengar cortándole la cola a la culebra.
Enterado de cómo habían sucedido los hechos, el labrador sintió tal culpa que fue en busca de la culebra para pedirle perdón y
ofrecerle miel, agua, harina y sal, como muestra de su sincero arrepentimiento. A pesar de la nobleza de sus intenciones, la
culebra no solo no le perdonó, sino que además se permitió el lujo de decirle:
– Agradezco que quieras venir a intentar remediar el error que cometiste conmigo, pero no hay ninguna posibilidad de que tú y
yo podamos ser amigos. Mientras que a mí me falte la cola que tú me quitaste y a ti el hijo que mi veneno te ha arrebatado,
seremos incapaces de estar en paz.
Moraleja: es imposible reconciliarse con algún amigo si uno de los dos no ha perdonado al otro. Con esta fábula aprendemos a
que hay que saber pedir perdón y perdonar cuando tengamos algún debate o discusión con un compañero. De esta manera se
resolverán tranquilamente y pacíficamente cualquier problema.
El lobo y el perro dormido
Disfrutaba un perro de un merecido descanso en la puerta de su casa, cuando de repente un veloz lobo se lanzó sobre él con
claras intenciones de devorarlo. Para intentar librarse de tan negro destino, el perro le suplicó con todas sus fuerzas que lo
escuchara, aunque solo fuera una sola vez, antes de que el lobo cumpliera sus deseos.
Entiendo que desees saciar tu hambre –comenzó diciendo el perro- pero de un saco de huesos como yo, tu estómago no tardará
en volver a sentirse vacío; si en verdad deseas darte un buen festín, espera a que mis dueños celebren sus bodas y seguro que
me encuentras mucho más apetecible.
Tan convincente era su argumento, que el lobo se marchó tan contento. Meses después, estaba el perro asomado a una ventana
de la casa de su dueño, cuando volvió el lobo para reclamar lo que tanto tiempo había estado esperando. Molesto ante la
insistencia, el perro contestó:
– ¡Lobo tonto, la próxima vez que aparezcas y yo esté durmiendo en el portal de mi dueño, no esperes a que se celebren las
bodas de mis dueños!
Moraleja: viene a decirnos que si hemos sido capaces de salir airosos de algún tipo de peligro y si recordamos como lo hicimos,
podremos hacerlo en otras ocasiones.
El zorro, el oso y el león
Habiendo encontrado un león y un oso a un cervatillo, se retaron en combate a ver cual de los dos se quedaba con la presa.
Un zorro que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el cervatillo en medio, se apoderó de este y corrió pasando
tranquilamente entre ellos.
Y tanto el oso como el león, agotados y sin fuerzas para levantarse, murmuraron:
-¡Desdichados nosotros! ¡tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo quedara para el zorro!
Moraleja: por ser egoístas y no querer compartir, podemos perderlo todo.
Las dos amiguitas
Era una vez 2 avestruces amiguitas que se hicieron tan pero tan amiguitas que no podían pasar un día sin la compañía de la
otra, hasta que cierto día un pequeño desliz entre ambas puso a prueba su hermosa amistad:
– Hoy jugaremos a lo que yo quiera – le dijo uno de ellas a la otra.