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Nuevas direcciones
en psicoterapia
Publicado en la revista nº013
Autores: de Celis Sierra, Mónica - Bohart, A.C. - Greenberg, L.
Libro: Reconsideración del concepto de empatía. Nuevas direcciones en psicoterapia. Compilado por Arthur C. Bohart y
Leslie Greenberg. American Psychological Association, Washington, DC (1997)
Los autores describen seis distintos usos del término. El primero de ellos ve la
empatía como una capacidad de base genética para entenderse, relacionarse y
reaccionar a los demás, se considera que se desarrolla en un continuo,
apareciendo ya desde los primeros meses de vida, aunque mostrándose en
muy diferente grado en los distintos individuos. Hoffman, en este sentido, la
entiende como subordinada a la capacidad, también de base genética, para el
altruismo.
Un segundo uso correspondería a la empatía entendida como un método de
observación y recopilación de datos, concepto éste que correspondería con la
definición de psicoanálisis dada por Kohut, según la cual se trataría de una
disciplina que basa sus observaciones en la introspección y la empatía.
Los autores consideran que Freud no llegaba a sus conclusiones acerca de los
estados mentales de sus pacientes necesariamente a través de una
comprensión empática sino que, muchas veces, se basaba en inferencias a
partir de claves que aportaba el comportamiento verbal y no verbal de éstos. El
caso del lapsus aliquis sería un buen ejemplo de cómo se puede hacer una
interpretación a partir de una cadena de asociaciones verbales prescindiendo
de la experiencia empática. Si se tiene en cuenta cuáles eran los conceptos
básicos y principios de la teoría freudiana no es extraño que la empatía no sea
central a la hora de recopilar datos o comprender al paciente. El énfasis en los
estados mentales inconscientes y en el conflicto interno hace tal vez más
necesaria la intuición y la comprensión teórica que la empatía. La empatía,
como un estar en contacto con lo que otro experimenta, puede suplementar
otras herramientas, pero no ser indispensable a la hora de lidiar con contenidos
del psiquismo que se experimentan como egodistónicos en la medida en que
derivan de deseos no accesibles a la conciencia del paciente. Por otro lado,
ante una concepción del conflicto psíquico como omnipresente, habrá que
preguntarse con Schlesinger ¿Con qué parte del conflicto estamos siendo
empáticos? Cuando un analista atribuye un estado mental a un paciente que no
tiene acceso experiencial a dicho estado, cabe imaginar que tal paciente no
sentirá que el terapeuta está siendo empático.
De todos los desarrollos anteriores, los autores concluyen que se puede acotar
el uso del concepto de empatía a su aplicación a aquellos fenómenos mentales
susceptibles, en principio, de ser experimentados conscientemente, aunque no
lo sean en el momento actual. Así pues, no se podría empatizar con los
procesos defensivos automáticos de otro, aunque sí con las preocupaciones y
miedos que hayan motivado esos procesos y con como el individuo se sentiría
si dejaran de operar. Por ello, habría que dejar de considerar empática
cualquier actividad por el mero hecho de que pretenda comprender los
procesos mentales de otro, ya que esto puede hacerse de manera empática o
no.
- Contratransferencia y empatía.
Tansey y Burke sostienen, junto con otros autores, como Schafer, que la
empatía siempre implica la existencia de una identificación proyectiva, que
puede ser concordante o complementaria. Esto implica que si el estado
experiencial del analista es concordante o complementario con los aspectos del
self del paciente o con los objetos internos de éste, la mejor manera de lograr
la comprensión empática es la de estar atento y examinar el propio estado
experiencial. Esto implica no tanto "ponerse" en el lugar del otro, sino más bien
"estar" en el lugar de otro gracias a la proyección y a la presión interaccional
que este otro ejerce. Para que esto sea posible, es necesario que el analista,
por miedo a las fantasías y sentimientos despertados en la identificación
proyectiva, no bloquee su propio estado emocional, ya que esto impediría la
comprensión empática del paciente. Si bien les parece clara la explicación
acerca de cómo la identificación proyectiva puede llevar a la comprensión
empática, Eagle y Wolitzky no están de acuerdo en que siempre que se dé la
segunda haya de estar presente la primera. Esto es, se podría poner uno en el
lugar del otro, imaginar y sentir lo que está sintiendo, sin necesidad de que
exista una proyección o presión interaccional, simplemente, por ejemplo, a
partir de la comunicación que el otro hace de su estado emocional.
Es importante subrayar que, para Kohut, el cambio terapéutico debe tanto a las
fallas del terapeuta en la comprensión empática ("fallas óptimas") como a su
provisión de empatía, porque es la elaboración de las reacciones del paciente a
estas fallas lo que finalmente permite la progresiva adquisición de estructura
psíquica. Los autores, por último hacen hincapié en la falta de investigación
sistemática en este campo de la relación entre "fallas óptimas" y resultados
terapéuticos.
El caso de la Sra. F. fue muy importante para Kohut: cada vez que éste
intervenía para revisar aunque fuera levemente las conclusiones que ella sola
había sacado, la paciente se llenaba de rabia y le acusaba de "arruinar" su
análisis. Al renunciar al supuesto teórico tradicional de que la rabia era una
expresión de la resistencia de la paciente al análisis, Kohut hubo de aprender a
entender las cosas exclusivamente desde el punto de vista de ella, método de
observación que denominó "cercana a la experiencia". Cuando él logró captar y
transmitirle su comprensión de que se estaba sintiendo mal entendida, se dio
cuenta de que se restauraba la sensación de bienestar previa. Kohut hipotetizó
que esta secuencia de disrupción y reparación de la conexión empática entre el
analista y el analizado es una parte inevitable de cualquier tratamiento efectivo;
por ello sugirió que si estas disrupciones en la empatía se mantienen a un nivel
"óptimo" (no traumático), no sólo no son dañinas sino que, de hecho, facilitan la
cura analítica.
-Definición abstracta.
- Definición clínica.
Kohut aclaró que la empatía no debe ser asimilada a una acción o cualidad en
las interacciones de una persona, lo que comúnmente se identifica con amor,
compasión o cualquier otra emoción intensa, pero a la vez reconoce que sólo
cuando una persona puede ponerse en el lugar de otra, o ver el mundo a través
de sus ojos, es capaz de dar una respuesta adecuada. El ejemplo es claro, la
empatía materna informa a la madre de que el llanto del bebé indica que está
hambriento, pero no es la empatía lo que satisface esa hambre, sino una
acción. A su vez, esa acción para satisfacer al bebé ha de ser guiada por la
empatía
- Comprensión.
Al pensar y sentir dentro del mundo interno del paciente, el analista conoce lo
que el paciente experimenta en el momento y le comunica de forma verbal o no
verbal que su experiencia ha sido entendida. Esta fase inicial es lo que Kohut
llama "comprensión". Hay que resaltar que captar la experiencia del paciente
no significa siempre captar un solo sentimiento, ya que la experiencia puede
abarcar una mezcla compleja de respuestas internas como sentimientos,
defensas frente a estos sentimientos, pensamientos, sueños, y la manera
particular en que el individuo organiza su mundo. El efecto de este paso inicial,
que a su vez permite al analista saber si su comprensión es correcta o no, es
que el paciente se siente comprendido. Por supuesto que hay pacientes que,
debido a la poca cohesividad de su self, tienen dificultades para tolerar la
respuesta empática. La experiencia clínica permitirá distinguir estos casos de
aquellos en que ha fallado la respuesta empática por parte del terapeuta.
- Explicación.
Los críticos del psicoanálisis pueden argumentar que las explicaciones son per
seintervenciones "distantes de la experiencia" y por ello conllevan fallas
empáticas entre terapeuta y paciente. Efectivamente, una explicación abarca
aspectos de la experiencia psíquica que trascienden el aquí y el ahora y se
formula dentro de un marco teórico particular, pero no por ello tiene por qué ser
menos empática. Una explicación capta la experiencia del paciente en su
totalidad si: primero, el paciente está preparado consciente e
inconscientemente para escuchar una intervención empática de un nivel
superior; segundo, la explicación se comunica con sensibilidad ante las
vulnerabilidades del paciente; y, tercero, la teoría que utiliza el analista se
deriva de datos próximos a la experiencia
Se puede alegar que esta secuencia en dos etapas es lo que hace un analista
tradicional, esto es, escuchar e interpretar lo que ha comprendido. Desde la
visión kohutiana, es similar a la perspectiva introspectiva-empática original de
Freud, pero se diferencia claramente de sus desarrollos técnicos posteriores en
los que el modelo a seguir era el del cirujano, "que deja de lado sus
sentimientos".
Valoración personal
1. Kohut, al principio usaba la expresión “objeto del self”, pero luego la reemplazó por
“objetoself” (selfobject) para indicar que el objeto es sentido como parte del self.
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