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ISSN: 2215-2458
intersed@cariari.ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
Costa Rica
TRADICIONES Y NEOLOGISMOS:
LOS ENCUENTROS DE RICARDO PALMA
Y RUBÉN DARÍO CON ESPAÑA
Enrique Sánchez Albarracín
RESUMEN
ABSTRACT
centenarian meeting meant also a last crossing of «Lo que nos inclina hacia Europa y al mismo
generations that never before had happened and tiempo se resiste a ser Europa, es lo propiamente
never again would repeat nuestro, lo americano.»
Key words: Rubén Darío, Ricardo Palma, cente- Leopoldo Zea, Cuadernos Americanos, 1942
nary, Hispanoamerican, Hispanoamericanism,
XXth Century.
Según José Ortega y Gasset, el hom-
bre hasta los 25 años, no hace más que
aprender. Descubre el mundo legado
por sus mayores pero éste le sugiere me-
ditaciones distintas, naturalmente, de las
que tuvieron durante su propia juventud
los hombres ahora maduros de su tiem-
po.1 Y es que las generaciones se siguen
sin repetirse, acompañando el curso del
tiempo, desde la germinación de las
ideas y del asentamiento de las convic-
ciones a su posterior olvido, rechazo o
conservación. Y el mundo por su parte,
cambia, producto también de dichas
generaciones, e inductor a su vez de di-
vergentes filiaciones donde el espacio
imprime asimismo sus motivos y circuns-
tancias y donde la experiencia directa y
personal, al fin y al cabo, constituye ade-
más un criterio fundamental.
Al encarar desde la perspectiva del
encuentro, el viaje de los escritores Ri-
cardo Palma y Rubén Darío a España,
realizado en 1892 con motivo de la con-
memoración del Cuarto Centenario del
Descubrimiento de América, lógicamen-
te nos vienen a la mente las polémicas
más recientes que a lo largo de las dos úl-
timas décadas se propagaron en torno a
las celebraciones del llamado Quinto
Centenario del Encuentro entre Dos
Mundos. Es verdad que la propia duali-
dad semántica de la palabra induce la
polémica, puesto que tanto puede en-
tenderse reunión o confluencia en el tér-
mino encuentro como choque, rivalidad
o enfrentamiento. Más allá de la cues-
tión dialéctica, sin embargo y de los dis-
gustos o querellas suscitados por unas
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Tradiciones y neologísmos. Los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España 37
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un italiano, que de un turco o de un griego. El libro Por el lado del Norte está el peligro. Por el lado del
está impregnado de espíritu cosmopolita. Hasta el Norte es por donde anida el águila hostil. Desconfie-
nombre y apellido del autor, verdaderos o contrahe- mos, hermanos de América, desconfiemos de esos
chos y fingidos, hacen que el cosmopolitismo resal- hombres de ojos azules que no nos hablan sino
te más. Rubén es judaico, y persa es Darío; de suer- cuando tienen la trampa puesta. El país monstruoso
te que por los nombres no parece sino que usted y babilónico no nos quiere bien. Si es que un día, en
quiere ser o es de todos los países, castas y tribus 6 fiestas y pompas, nos panamericaniza y nos banque-
tea, ello tiene por causa un estupendo humbug.8
Pero el cosmopolitismo de Rubén Da-
río en Santiago o Valparaíso era todavía li- Si estas palabras no dejan de evocar-
terario. Hacía tiempo sin embargo que nos futuras composiciones literarias co-
anhelaba un viaje real, trasatlántico, pro- mo el poema “A Roosvelt“ de 1904 o el
longación de su quehacer imaginario, un ensayo de 1898 titulado El triunfo de Cali-
viaje que le había sido denegado a los bán, descubriendo ya el germen de pos-
quince años cuando leyó ante el Congre- teriores actitudes intelectuales, también
so de Managua su poema “El libro” con el revelaban el entusiasmo de unas jóvenes
fin de obtener una beca de estudios para generaciones de artistas y escritores ame-
Europa. Sus jóvenes ardores liberales ha- ricanos a las que pertenecía plenamente
bían frenado entonces la benevolencia el poeta y en las que soñaba José Martí
del presidente del congreso, quien había como la “semilla de la América Nueva”.
rechazado su solicitud con estas palabras: Sus maestros, sin embargo, no eran auto-
res americanos ni españoles, sino france-
Hijo mío, si así escribes ahora contra la religión de ses. Por eso, en sus comentarios de Azul,
tus padres y de tu patria, ¿qué será si te vas a Euro- Juan Valera había señalado que lo prime-
pa a aprender cosas peores?7. ro que se notaba al leer el libro del joven
nicaragüense, es que estaba saturado de
En 1892, llegó finalmente el momen- toda la más flamante literatura francesa.
to. Rubén Darío, contaba con 25 años y un En 1892, sin embargo, entre sus male-
prestigio literario internacional certificado tas y pertenencias reales o ficticias no traía
por las dos Cartas Americanas de Juan Vale- solamente Darío a España emociones de-
ra que habían sellado la entrada del mo- cadentistas y parnasianas sino una mesco-
dernismo americano en España. Todavía lanza de proyectos y sentimientos poéticos
no había perdido nada, empero, de sus y existenciales, a veces encontrados, en los
exaltaciones juveniles, que desparrama- que Verlaine, Hugo y Whitman se codea-
das en numerosas crónicas periodísti- ban con Espronceda, Bécquer o Campoa-
cas, abogaban también en el terreno mor. Y aunque Nuestra América, según el
político a favor de la Unión Centroame- juicio emitido en 1891 por el apóstol de la
ricana y advertían en América Latina del independencia cubana, era apenas en-
inquietante desarrollo del pauperismo tonces “una máscara con los calzones de
en las sociedades industriales o de los pe- Inglaterra, el chaleco parisiense, el cha-
ligros del naciente imperialismo estadou- quetón de Norteamérica y la montera de
nidense. Poco después de la Conferencia España”9, la indumentaria y los antifaces
Panamericana de Washington de 1889, ya no lograban esconder en el caso del
por ejemplo, había descrito en estos tér- joven poeta de Nicaragua, los rasgos tan
minos, desde un diario de Costa Rica, al determinantes de su propia personali-
imponente vecino anglosajón: dad original y fecunda.
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Tradiciones y neologísmos. Los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España 39
Y usted no imita a ninguno [había reconocido Va- Oh, señor! el mundo anda muy mal. La sociedad se
lera] ni es usted romántico, ni naturalista, ni neu- desquicia. El siglo que viene verá la mayor de las re-
rótico, ni decadente, ni simbólico, ni parnasiano. voluciones que han ensangrentado la tierra.12
Usted lo ha revuelto todo: lo ha puesto a cocer en
el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello Con todo, y aunque la inoperante ra-
una rara quintaesencia.10 zón iba dejando paso a paso en el am-
biente artístico e intelectual de la época
El entusiasmo juvenil, mezclando abrumadores espacios a la angustia, Ru-
también ideales estéticos y sociales, rei- bén Darío, joven de 26 años no cumpli-
vindicaba en 1892 la renovación inte- dos, se definía el 30 de noviembre de
lectual como una alternativa a la angus- 1892 en la revista La Ilustración Española y
tia, al pesimismo imperante. Porque no Americana como un verdadero optimista,
sólo América y España sino el mundo un escritor que tenía fe en el porvenir,
entero se encontraban en pésimo esta- mucha constancia en el estudio y laborio-
do en aquel último trecho del siglo sidad incansable, un artista que procla-
XIX. Sólo bastaba, como ahora, echar maba audazmente:
una rápida ojeada a la prensa, para des-
cubrir cómo lo estragos del hambre y Entiéndase que nadie ama con más entusiasmo
las desigualdades acarreaban tragedias que yo nuestra lengua, y que soy enemigo de los
humanas y despertaban reacciones vio- que corrompen el idioma; pero desearía para
nuestra literatura un renacimiento que tuviera por
lentas y desesperadas. En un artículo titu- base el clasicismo puro y marmóreo, en la forma,
lado “Hambre y Hartura”, por ejemplo, y con pensamientos nuevos; lo de Chenier, llevado
en el que refería un atentado anarquista a mayor altura: arte, arte y arte.13
ocurrido en Barcelona, el periodista
franco-venezolano Luis Bonafoux se Éste era el “parnasiano de fantasía
preguntaba desde las páginas de la revis- deslumbradora” que evocaría algunos
ta España y América: años más tarde en sus Recuerdos de Es-
paña el escritor Ricardo Palma.
Quién será capaz de resolver un problema … pa-
voroso, (y tanto) que está «en estudio » hace ya si-
glos, como si fuera el eterno proyecto ultramari- Ricardo Palma, el primer limeño de Lima
no? ¿Quién podrá dar solución a la antinomia en-
tre el mundo de los anarquistas, es decir los ham- España no fue el escenario de la pri-
brientos, y el mundo de los burgueses, o sea los
hartos? […] Lo que más irrita a los anarquistas es
mera entrevista de Darío con Palma. En
el contraste entre el hambre que padecen y la har- una de sus crónicas literarias, el poeta
tura de que gozan las clases privilegiadas»11 nicaragüense describió cómo se cono-
cieron en febrero de 1888 en Lima.14
Ese mismo contraste también lo ha- Rubén había efectuado expresamente
bía recalcado Darío en Azul, en la “Can- el viaje desde Chile para conocerlo. El
ción del Oro” donde el protagonista, autor de las Tradiciones era por aquellos
“aquella especie de harapiento, por las tiempos, sin duda, la mayor figura lite-
trazas un mendigo”, no era una figura raria de su patria. Nacido en 1833,
estética ocasional sino un verdadero contaba entonces apenas con 55 años
personaje dariano que con el nombre pero Darío lo retrataba como un “vie-
de Juan Lanas proclamaría en otro tex- jecito amable” aunque celebrara su
to de 1892: gran vitalidad:
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Deleita oír a Palma tratar de asuntos filosóficos El pensamiento se hizo más riguroso y su prosa se
y artísticos, porque se advierte que en aquel volvió más segura y menos retórica. Su espíritu ad-
cuerpo que se halla a las puertas de la eternidad, quirió solidez de criterio y amplitud de visión, lo
corre una sangre viva y joven, y que en aquella cual sería un valioso aporte para aprovechar mejor
alma arde un fuego sagrado que se derrama en el viaje europeo que le esperaba.19
claridades de nobilísimo entusiasmo.15
Al igual que Darío, Palma también
Ricardo Palma pertenecía a una gene- había hallado en Chile, donde se vinculó
ración intermedia de escritores latinoa- con intelectuales y artistas de su genera-
mericanos que se situaban en la transición ción, un decisivo estímulo creador, que
literaria del período colonial al período se plasmó con la publicación de sus Ana-
nacional o cosmopolita. Eran liberales o les de la Inquisición de Lima en 1863, traba-
conservadores en el terreno político y rea- jo histórico de sello netamente anticleri-
listas o románticos en el de la literatura. El calista y sobretodo con la aparición en la
historiador español Salvador Bernabeu prensa nacional y extranjera de aquellos
Albert, acogiéndose a los juicios de José relatos que retrataban con gracia e ironía
de la Riva Agüero16, resaltó lo contradic- las costumbres de la Lima colonial, bajo
torio del romanticismo literario de Palma el título de “Tradiciones”.
con su liberalismo político17. El primero Conservando la misma vena satírica y
exaltaba lo que el segundo condenaba y picaresca que latía ya en sus composicio-
destruía. Pero ésta no era sino una de las nes poéticas anteriores, pero entregán-
tantas facetas de la personalidad comple- dose a un nuevo estilo narrativo que te-
ja del escritor peruano, que no hacía sino nía, con todo, diversos antecedentes en
reconstruir en el arte lo que procuraba Europa y en América, las Tradiciones aca-
destruir en la vida.18 barían constituyendo un verdadero géne-
Lo mismo que Rubén Darío, había si- ro literario creado por el propio Ricardo
do precoz por otra parte, tanto en el arte Palma y situado a medio camino entre la
de la literatura como en el de la política historia y la anécdota, entre la leyenda y
o en los viajes. Con sólo quince años, era el artículo de costumbres. Su amplia difu-
ya director de un periódico político y sa- sión continental a partir de 1872 le val-
tírico llamado “El Diablo”, mientras otro drían rápidamente un renombre interna-
diario de Lima, “El comercio”, publicaba cional, siendo alabadas, según palabras de
sus primeros poemas. Entre los 18 y los Darío, hasta en El Fígaro de París.
25 años había viajado ya por casi toda la Desparramadas en más de una dece-
costa pacífica de la América del Sur, ofi- na de volúmenes, publicados a lo largo
ciando como contador de barcos de gue- de su vida, estas mismas Tradiciones, que
rra, ocupación que le había deparado convertirían a Palma en uno de los fun-
además una gran libertad de tiempo pa- dadores de la literatura nacional perua-
ra dedicarse a la lectura de los clásicos y na, también originarían, no obstante,
a la poesía. Sus actividades políticas co- una de las primeras grandes polémicas
mo conspirador liberal, le habían valido literarias del país. Iniciada con la diver-
posteriormente una experiencia de exi- gencia personal existente entre Ricardo
lio de tres años en Chile, periodo que se- Palma y Manuel González Prada, quien
gún el académico peruano Estuardo Nú- encabezaba una joven generación de es-
ñez fue singularmente productivo para critores nacionales que fustigaban el co-
su evolución espiritual y literaria: lonialismo y promovían la ruptura de
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Tradiciones y neologísmos. Los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España 41
todo vínculo con España, fue propagán- oficial, tampoco era éste su primer viaje a
dose la polémica entre “palmistas” y Europa. En 1864, aprovechando un car-
“pradistas”, confinando estos últimos, la go diplomático de consul en Brasil, ya ha-
figura y la obra de Palma, entre la litera- bía navegado rumbo al viejo mundo, visi-
tura colonialista, evocadora y nostálgica tando Londres, Italia, Bruselas y París
del virreinato. donde había frecuentado durante algu-
Sólo con el paso del tiempo volverían nos meses a Lecomte de Lisle, Sully Prud-
los críticos literarios, en el siglo XX, a su- homme, Catulle Mendès, Gautier, Baude-
perar las dicotomías simplificadoras para laire, Banville y hasta a los viejos maestros
recuperar el valor histórico y artístico de Hugo, Dumas o Lamartine. El primer via-
las Tradiciones. Según Haya de la Torre, je a Europa había desembocado a la pos-
Palma era tradicionista pero no tradicionalis- tre en una mezcla de fascinación y desen-
ta. José Carlos Mariátegui explicaría por canto, quizás de desmitifiación. Habiendo
su parte en 1928 que si bien el escritor li- recibido el escritor durante su estancia in-
meño retrataba la colonia, lo hacía con un fluencias también de otras literaturas eu-
realismo burlón y una fantasía irreverente y sa- ropeas, se le había depurado su percep-
tírica. Mientras González Prada marcaba ción del mundo, alimentándose de un
en la historia literaria del Perú, según él, cosmopolitismo menos sentimentalista y
la transición del españolismo puro a un más práctico, que le había llevado, final-
europeismo incipiente, Ricardo Palma en mente, a renunciar a la poesía.
cambio traducía el criollismo, el mestizaje, la El estilo de Ricardo Palma [observaba
mesocracia de una Lima republicana.20 Miguel Cané] es su propiedad exclusiva e
Le había tocado vivir, en realidad, al inimitable; pero aquel que, engañado por su
escritor peruano, el periodo histórico de pureza castiza, le supusiera una filiación
una independencia todavía embrionaria únicamente española, sufriría un grave
e insegura, marcado por el intento de error. No se alcanza esta perfección sin cono-
España de recuperar su antigua colonia cer a fondo los humoristas ingleses, especial-
en los años 1865-66 o por la guerra del mente Swift y Henry Bayle; sin haber vivido
Pacífico entre 1879 y 1881, durante la en íntimo comercio con Moliére, y entre los
cual las tropas chilenas, al ocupar Lima, alemanes con Heine y Jean Paul. Indudable-
habían quemado incluso su casa y su bi- mente que sobre todos ellos está Cervantes;
blioteca, aniquilando el manuscrito de pero es precisamente el carácter de nuestra li-
una novela y numerosos apuntes de me- teratura americana la base ecléctica en que
morias. La inestabilidad política por un se apoya.21
lado, las guerras desastrosas luego y fi- Al asomarse el año 1892, por tanto,
nalmente las tribulaciones de una eco- el que definía Rubén Darío como el lime-
nomía maltrecha; todas estas circunstan- ño más limeño de Lima, había llegado a la
cias habían contribuido a alimentar el parte culminante de su órbita22, se acercaba
desengaño del hombre y a afinar la sáti- a los sesenta años y era periodista, cuen-
ra y la agudez del literato. tista, traductor, académico correspon-
Ricardo Palma, que le llevaba más de diente de la Lengua y también de la His-
treinta años a Darío, había superado toria, y quizás sobretodo, director de la
también el número de los que le tocaría pobre Biblioteca Nacional del Perú, sa-
vivir al poeta modernista. Si el peruano queada durante la guerra del Pacífico y
no cumplía en 1892 con su primer cargo cuya reconstrucción bibliográfica se le
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Tradiciones y neologísmos. Los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España 43
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anteriores, les fueron dirigidas las invitaciones por el jefe de gobierno español, Antonio Cá-
los conductos más seguros, no han acusado siquie- novas del Castillo, en un discurso inaugu-
ra recibo de dichas invitaciones. Omito los nom-
ral33 pronunciado en El Ateneo de Ma-
bres de unos y otros. Baste saber simplemente lo
ocurrido32. drid, el 11 de febrero de 1891. Tanto los
actos conmemorativos organizados en
Si Palma atribuía esta situación, en Huelva, la Rábida, Sevilla, Valladolid o
parte, a la errada política peninsular, que Madrid como los diversos congresos, dis-
había tardado muchos años en convencerse cursos y ciclos de conferencias seguían
de que América estaba definitivamente perdi- una misma línea argumental, tendente a
da para España, también reconocía que ensalzar además de Colón a cuantos ex-
las jóvenes generaciones no abrigaban ploradores, conquistadores, frailes y co-
ni odio ni amor por la vieja metrópoli, lonos españoles hubieran dejado huellas
sino que ésta les era indiferente y que su en la historia y geografía americanas. Se
nutrición intelectual era ahora primero pretendía aprovechar las celebraciones
francesa y alemana. A pesar de todo, y centenarias, para desmentir las esper-
además de Ricardo Palma y de Rubén pénticas visiones difundidas por la nefas-
Darío, otros notables políticos e intelec- ta leyenda negra y recuperar una imagen
tuales latinoamericanos estuvieron pre- zalamera que encareciera sobretodo el
sentes en los diversos congresos y actos carácter cristiano y humanitario de la co-
conmemorativos organizados en Espa- lonización española.
ña. Cabe citar, por ejemplo, a los acadé- Pocas voces discordantes se atrevie-
micos mexicanos Vicente Riva Palacio o ron a desafiar este discurso dominante
Francisco Sosa, a los costarricenses Juan en las circunstancias españolas de 1892.
Ferraz y Manuel María de Peralta, a los Vale la pena señalar, por ejemplo, la del
colombianos Ernesto Restrepo Tirado o catalán Luis Rouviere, quien afirmaba en
Soledad Acosta de Samper, a los argenti- el Ateneo de Barcelona que los conquista-
nos Calixto Oyuela o Vicente G. Quesa- dores españoles no fueron en realidad los fer-
da o al uruguayo Juan Zorrilla de San vientes misioneros de la civilización puesto
Martín. Eran voces latinoamericanas que únicamente a la usurpación y al despojo
que intentaban sumirse, cada cual se- se encaminaban y concluía que no era misti-
gún sus méritos y cualidades personales ficando la historia como aprendían a ser gran-
y a través de sus artículos, discursos, po- des y a prosperar las naciones.34
nencias y conversaciones, en el concier- Entre los participantes latinoameri-
to general suscitado por el reencuentro canos no faltaron los que se adscribie-
conmemorativo con el pasado peninsu- ron sin embargo a la versión oficial espa-
lar y americano. ñola, como el elocuente poeta y orador
uruguayo Juan Zorrilla de San Martín, el
estudioso Ernesto Restrepo Tirado, quien
Percepciones histórico-literarias no vaciló en calificar la conquista de obra
americanas humanitaria ante el Congreso America-
nista de La Rábida, o su compatriota la es-
Uno de los objetivos declarados del critora Soledad Acosta de Samper, que
Centenario de 1892 era la reivindicación llegó a justificar en unos artículos la nece-
y defensa de la obra histórica de España saria eliminación de los aborígenes de América
en América, como bien había resaltado a la llegada del hombre civilizado35. Otros, en
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Tradiciones y neologísmos. Los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España 45
cambio, manifestaron su diferencia o dis- Poseían los indios lenguas armoniosas y rítmicas,
crepancia como el escritor Vicente G. lenguas misteriosas y onomatopéyicas. No desco-
nocían el divino valor de la Poesía. Gustaban del
Quesada36 o el embajador e historiador
símbolo y del verso38.
mexicano Vicente Riva Palacio, el cual re-
calcó en una conferencia pronunciada el En el legado de sus primitivas pobla-
18 de enero de 1892 en el Ateneo de Ma- ciones, las nuevas repúblicas latinoameri-
drid la excesiva violencia con la que se ha- canas podían hallar según Darío, además
bía producido la evangelización de la de ricos patrimonios artísticos y cultura-
Nueva España.37 les, nuevos modelos identitarios y estéti-
En lo tocante al joven Rubén Darío, cos. El arte latinoamericano rejuveneci-
mucho más poeta que científico, su visión, do de esta forma podría tener entonces
por tanto, de la historia se moldeaba con un estremecimiento nuevo39.
fuertes ingredientes líricos y estéticos. Completaban su visión poética pre-
Prueba de ello fue la publicación en la colombina, los demás textos escritos
prensa española del poema titulado A Co- por delegados latinoamericanos para
lón, sin duda la mayor contribución histó- los catálogos de la gran exposición ma-
rico-literaria del poeta a las conmemora- drileña histórico-americana o para los
ciones del centenario de 1892. Se trataba diferentes congresos del Centenario. El
de una desgarrada plegaria en la cual la- venezolano Tulio Febres Cordero ha-
mentaba ni más ni menos el descubrimien- bía contribuido, por ejemplo, con una
to de una América, que siendo inicialmen- memoria de Estudios sobre etnografía
te una india virgen y hermosa de sangre cálida, americana40 mientras Ricardo Palma se
se había convertido a finales del siglo XIX interesaba también en la revista El Cen-
en una histérica de convulsivos nervios y frente tenario por el Sistema decimal entre los an-
pálida, un continente deshecho por los tiguos peruanos41. El historiador mexica-
duelos, los espantos y las guerras: no Alfredo Chavero, refiriéndose a las
primeras escrituras del Nuevo Mundo,
¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas no refle-
jaran nunca las blancas velas; ni vieran las estrellas
revelaba por su parte el gran desarrollo
estupefactas arribar a la orilla tus carabelas! intelectual de los antiguos americanos y
el inmenso valor de los documen-
Integrado posteriormente en el libro tos transmitidos por ellos a las nuevas
El canto Errante (1907) cuyo título tan signi- generaciones42:
ficativo resalta nuevamente el carácter mi- Frente al unilateralismo castizo de los
gratorio del quehacer artístico y vital del defensores de la lengua española, tam-
poeta, este texto fue como la primera y pa- bién expresaban algunos delegados lati-
radójica salutación de Darío a España, una noamericanos de 1892, la imperiosa nece-
proclamación de las cenizas bajo las cuales sidad de recuperar y de estudiar en cada
brillaban todavía junto a los ojos de Ata- país las lenguas indígenas tan ricas y varia-
hualpas y Moctezumas los destellos de las das, y de las que daban fe estudios como el
cruces y los verbos de Cervantes y Caldero- que presentó entonces la comisión de
nes. En la revista El Centenario escribió, Costa Rica, con el título de Lenguas indíge-
también, un artículo titulado Estética de los nas de Centro-América en el siglo XVIII43, y
primitivos nicaragüenses en donde su recep- que recogía un ejemplar del Vocabulario
ción de la herencia precolombina, era pri- de no menos de 21 lenguas americanas
mero sensorial, artística y mística a la vez: editado bajo el reinado de Carlos III.
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hispanófilos del nuevo mundo; pero el rechazo para que inscribiera en su poema Leta-
sistemático de las palabras que, doctos e indoctos, nías de Nuestro Señor Don Quijote, su fa-
usamos en América, palabras que, en su mayor
moso lema: De las academias, líbranos se-
parte, se encuentran en nuestro cuerpo de leyes,
implicaba desairoso reproche47. ñor. Si se definía a los veinticinco años
como enemigo de los que corrompen el idio-
Y la situación, según Palma era toda- ma, su propósito era más bien una reno-
vía más grave, cuanto que, si los de su vación de estilo, de forma, una revolu-
generación tachados a veces de tradicio- ción que tuviera por base el clasicismo puro
nalistas y colonialistas, y hasta de más pa- y marmóreo. Muchos críticos de Darío
pistas que el Papa, todavía seguían ena- consideraron su primer viaje a España
morados de la lengua de Cervantes, los como el inicio de la españolización progre-
jóvenes escritores latinoamericanos se siva del poeta, que desde Azul en 1888 a
cuidaban poco o nada de hojear el dic- Cantos vida y Esperanza en 1905, recorre-
cionario, creían que a los nuevos ideales ría este tramo de identidad que le faltaba
correspondían también novedad en la aún para convertirse en el poeta americano
expresión y en la forma, y encontraban de España o en el poeta español de América.
fósil la autoridad de la Academia siempre En ello seguramente pudo influir el
aferrada a un tradicionalismo conserva- asombro y la fascinación que produjeron
dor y a un pasado que agoniza. en el joven escritor, no tanto los fastos de
las celebraciones del cuarto centenario,
Hablemos y escribamos en americano, concluía como el encuentro directo con un grupo
Palma; es decir en lenguaje para el que creamos de intelectuales y artistas españoles que
las voces que estimemos apropiadas a nuestra ma-
gozaban todavía en América Latina de
nera de ser social, a nuestras instituciones demo-
cráticas. […] Nuestro vocabulario no será para la una indiscutible notoriedad como Zorri-
exportación, pero sí para el consumo de cincuen- lla, Cánovas, Castelar, Valera, Campoa-
ta millones de seres, en la América Latina. Cree- mor, Clarín o Menéndez y Pelayo. El jo-
mos los vocablos que necesitemos crear, sin pedir ven poeta, a los 25 años, no hacía sino
a nadie permiso y sin escrúpulos de impropiedad aprender, a su vez, como lo había hecho
en el término. Como tenemos pabellón propio y
moneda propia, seamos también propietarios de
Ricardo Palma en su primer viaje euro-
nuestro criollo lenguaje48. peo de 1864, en contacto con los maes-
tros de la literatura romántica y simbóli-
Las divergencias y desilusiones de ca francesa.
Ricardo Palma en torno a la cuestión Darío, en Madrid, descubría el mun-
del idioma español conformaban unos do legado por sus mayores, españoles y
de los primeros eslabones de una discu- americanos, y este mundo le sugería me-
sión que se prolongaría a lo largo del si- ditaciones distintas, naturalmente, de las
glo XX y hasta el mismo congreso de que habían tenido durante su propia ju-
Zacatecas, hasta donde el ininterrumpi- ventud los hombres ahora maduros de su
do diálogo de voces españolas y america- tiempo. Ricardo Palma, cuyo viejo libera-
nas no lograría eludir nunca, empero, es- lismo se mostraba reacio todavía a las
tas sonadas disonancias. pompas monárquicas vigentes en los actos
Volviendo a 1892, la postura del oficiales del centenario español, evitaba
poeta Rubén Darío, en cambio, no era por su parte ocasiones de hacer gimnasia con
todavía reivindicativa en cuestiones la cintura49, prefiriendo definitivamente
académicas y habría que esperar 1905 los pequeños salones y las tertulias a las
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grandes ceremonias que le desoían o Juan Valera, prosiguió con su papel de in-
arrinconaban. troductor de Darío en España, dedican-
do incluso una noche especial en su casa
a la lectura de las composiciones del vate
Generaciones de aquende y allende nicaragüense. Núñez de Arce, entonces
los mares presidente de la Asociación de Escritores
organizadora del Congreso Literario, se
Unos de los lugares de encuentro quejaba ante el joven poeta del carácter
favoritos de Palma y Darío con la inte- enfermizo de la literatura francesa des-
lectualidad española y latinoamericana pués de la muerte de Hugo. Encomiásti-
presente en el Centenario de Colón, co para con la poesía americana, le decla-
fueron precisamente los salones madri- raba que el futuro, a su juicio, se encon-
leños o tertulias privadas, organizadas traba en América:
periódicamente, como la de los lunes
Nosotros los peninsulares, no tenemos aquí sino
en casa de la escritora Emilia Pardo Ba-
los gloriosos recuerdos del pasado, los monumentos
zán y la de los viernes o los sábados en de piedra, la historia. Vosotros sois el porvenir51
la de Juan Valera, o las visitas ocasiona-
les y cenas en casa de hombres públicos Con Marcelino Menéndez y Pelayo,
e intelectuales como Cánovas, Castelar Darío inició en 1892, lo que recordaría en
o incluso José Zorrilla. Eran concurri- sus memorias como una larga y cordial
das además las tertulias organizadas en amistad. De Emilio Castelar, escribió que
librerías, como la de Campoamor en la al llegar a la casa del prestigioso político
Carrera de San Jerónimo, o la de la li- cuya figura tenía entonces para los latinoa-
brería de Murillo en la calle de Alcalá mericanos proporciones gigantescas, tuvo la
adonde solían acudir historiadores y sensación de entrar en la morada de un
académicos. También algunos latinoa- semidiós. Además de los fabulosos almuerzos
mericanos, como Vicente Riva Palacio, que ofrecía a sus convites le fascinaba su voz y
ministro plenipotenciario de México en su prodigiosa oratoria.52
Madrid desde 1886, organizaban reu- Ricardo Palma confesaba por su
niones de artistas y ‘hombres de letras’ parte que si aplaudía y admiraba en
en sus casas. La Unión Iberoamericana, Castelar al orador, no acataba en él al
creada en Madrid en 1885, era asimis- hombre de doctrina y como político lo
mo otro punto de reunión privilegiado. consideraba, ni más ni menos, una ilus-
Para nosotros [comentaba el costa- tre calamidad. Le agradecía, no obstante,
rricense Manuel María de Peralta, en la su actitud en las sesiones de la Acade-
Sociedad Unión Iberoamericana] ésta mia en donde no se había mostrado tan
es una verdadera fiesta de familia. Estamos intransigente como otros académicos
entre hermanos, venimos aquí a respirar el españoles, defendiendo incluso la admi-
patrio ambiente, a celebrar comunes glorias y sión de algunos neologismos propuestos
a fortalecernos con la noble esperanza de un por el limeño53.
porvenir no menos grandioso y más feliz que El escritor peruano se hizo también
nuestro pasado.50 íntimo amigo de José Zorrilla, el cual en
El trato siempre más directo y menos sus últimos meses de vida, le ofrecía, en-
protocolario de estas veladas favorecía tre otros versos, estas palabras embebidas
mayormente el intercambio verdadero. de optimismo: Ni lo que fue (el tiempo) me
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Tradiciones y neologísmos. Los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España 49
Inter Sedes
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