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Desde una perspectiva antropológica Levi Struss dice que la prohibición del incesto obliga
a los hombres a comenzar a comunicarse y relacionarse y que así funda la cultura. De
esta manera se anudan entre diferentes grupos relaciones de alianzas, es decir, que la
cultura está fundada en el intercambio reglado y mutuo. La cultura es un sistema que
proporciona a los individuos genealogía e identidad, normas, modos de intercambio
económico, etc. El autor también nos dice que lo que antes era marcado por el instinto
(como patrón de la conducta) ahora está marcado por la cultura como modelo de
construcción (como aquello que organiza y marca el modo en que nos desarrollamos).
Para este autor las formas culturales pueden ser consideradas como productos de un
sistema de significación que se define solo en relación con otros elementos dentro de un
sistema, como si fuese el propio sistema el que dictara significados. Todo sistema de
significación es arbitrario, pero la realidad, según el solo es accesible a través de ellos.
De acuerdo a lo expuesto, ¿cuál es la cultura recibida por estos niños? ¿dónde aparecen
las normas y las reglas para dejar de lado lo instintivo en un ámbito donde “el Estado está
ausente” y la realidad cotidiana arrasa las subjetividades? ¿quién es el que cuida de estos
pequeños que están desarrollándose mientras están en la calle?
Muchos podrán decir que es esperable que estas cosas sucedan y que es “normal” ya
que por las condiciones socio-económicas hay mayor probabilidad. Pero, ¿qué es
Entonces, ¿es la realidad tal cual la conocemos? ¿puede atribuirse semejante tragedia al
contexto socio-económico tal como desliza el artículo, que, dicho sea de paso, también
está inmenso dentro de la sociedad y es funcional al grupo hegemónico?
No fueron los padres, no fue la pobreza, no fue el Estado, no fueron los nenes, fue la
sociedad entera que no “vió” a esos niños que precisan cuidados y de otros para
constituirse. Esto y otras cosas pueden suceder y sucederán en cualquier ámbito (sin
importar clase social o procedencia) donde el “otro” que mire, que de marco y constituya
(desde el acompañamiento y no desde la norma que deja afuera, que naturaliza que la
pobreza es sinónimo de maldad, de desinterés) no se haga presente.
Hablamos de femicidio cuando se mata a una mujer por ser mujer. Una mujer no puede
decir no, no puede romper el círculo de violencia, no puede revelarse al patriarcado,
porque ese no es su rol. Así como tampoco un hombre puede denunciar a una mujer por
maltrato por las burlas a la que se lo somete. Ese tampoco es el rol del hombre.
Esta sociedad capitalista y patriarcal en la cual estamos inmersos, donde a los chicos se
les enseña que las niñas no pueden vivir sin un hombre o que deben casarse tener hijos,
y dedicarse íntegramente a la familia no permite que las mujeres salgan a trabajar y los
hombres se queden en casa cuidando a los niños, no deja que la violencia sea ejercida a
los hombres porque son machos, no deja que las mujeres sean asesinas, porque el que
está legitimado como violento, es el hombre.