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LA CIUDAD A U S E N T E DE PIGLIA
Marcelo Paz
U niversity of Evansville
Hace quince años que cayó el muro de Berlín y lo único que queda
es la máquina y la memoria de la máquina y no hay otra cosa, me
entiende, joven, dijo Russo, nada, sólo el rastrojo, el campo seco,
las marcas de la escarcha. Por eso la quieren desactivar. Primero
cuando vieron que no la podían desconocer, cuando se supo que
hasta los cuentos de Borges venían de la máquina de Macedonio,
que incluso estaban circulando versiones nuevas sobre lo que
había pasado en las Malvinas; entonces decidieron llevarla al
Museo, inventarle un Museo, compraron el edificio de la RCO y
la exhibieron ahí, en la sala especial, a ver si la podían anular,
convertirla en lo que se llama una pieza de musco, un mundo
muerto, pero las historias se reproducían por todos lados, no
pudieron pararla, relatos y relatos y relatos.
La ciudad ausente
la ciudad (lo real) como novela (lenguaje): “Siem pre empieza así, el n a rra d o r
está sentado como yo” , mi énfasis). Siempre y únicam ente la narración.
L a m á q u in a -d e se a n te , la fá b ric a y el inconsciente
cosa: el deseo es una m áquina y su objeto tam bién, m áquinas que producen
m áquinas, relatos que producen relatos.
La m aterialidad de los relatos parece estar confinada a los lím ites
físicos del M useo. Las realizaciones del deseo quedan anuladas tras las
paredes y las rejas de un espacio físico que las controla. Se alude, entonces,
a la m áquina capitalista que establecerá una nueva condición en relación a
la m áquina deseante: la posibilidad de descodificar y desterritorializar sus
flujos. La m ovilidad del capital y la abstracción del dinero desconocen
fronteras lo que en definitiva im pulsa la corriente deseante de los sujetos.
Pero, al m ism o tiem po, el capitalism o representa en una dirección opuesta,
el retorno y la reelaboración de las instituciones que en las etapas anteriores
tenían por finalidad la codificación y el control social del deseo. Deleuze
y G uattari destacan el retom o del Estado, la fam ilia y la ley en su intento de
v ig o rizar los m ecanism os de control para contrarrestar el agregado
deterritorializador y dccodificador del capitalism o. La reclusión de las
m anifestaciones m ateriales del deseo en el territorio del M useo (el lugar del
capitalism o en la novela), es parte del m ovim iento general del estado
capitalista para recodificar un deseo que no podría fluir librem ente sin
am enazar la perm anencia del sistema. El capitalism o, por un lado, invita al
sujeto a “salir de paseo” (D eleuze-G uattari), pero al m ism o tiem po lo
reprim e circunscribiéndolo a un territorio determ inado. La huida de dicho
m odelo de relación con el deseo, según los pensadores franceses, ocurre en
la experiencia del esquizofrénico cuando éste escapa del diván psicoanalítico.
La esquizofrenia es vista así, como un proceso de producción de deseo,
como una “enferm edad” revolucionaria y “desenam orada del poder”; una de
las salidas que el sujeto (pos)m oderno puede oponer a las diversas
m anifestaciones del fascism o contem poráneo. La resistencia a la reducción
edípica del sujeto (práctica llam ada esquizoanálisis y fundada por Deleuze
y G uattari), provoca un vuelco que se concentra en una atención directa a la
m aquinaria (deseante) que lo conform a. De allí que las autoridades que
controlan la “ciudad”, en un intento de desviar el interés que los sujetos
tienen en sus m áquinas deseantes, se em peñan en contener la m áquina y
restringirla en el territorio del M useo. No debemos olvidarnos que a lo largo
de la novela el propósito que im pulsa a las autoridades es el de interrum pir
los relatos de la m áquina de narrar. Ya hacia el final del relato y ante la
im posibilidad de detenerla, deciden como último recurso la clausura del
M useo. Al no poder desactivarla, intentan acorralarla aún más en un espacio
clausurado, pero la m áquina en el interior del m useo “parpadea con un ritmo
irregular” y no puede dejar de seguir funcionando: “ ¿Es usted Richter?
¿Hay alguien ahí? [...] ¿A quién le importa lo que digo? [...] ¿Y yo? Yo soy
la que cuenta [...] Estoy llena de historias, no puedo parar, las patrullas
controlan la ciudad y los locales de la Nueve de Julio están abandonados”
(178). Sabem os, sin em bargo, que la m áquina recluida en el M useo no es
más que una réplica y aunque las autoridades pretenden reducirla, las otras —
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disem inadas por toda la ciudad — no cesarán de producir relatos que a su vez
serán am enazadas por la territorialización de su confinam iento.
L a m á q u in a de n a r r a r y su significación
NOTA
1 Posiblemente, “El espejo que inquietaba el fondo de un corredor en una quinta de
la calle Gaona”, “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” en Ficciones (Alianza Emece: 1989) 13.
OBRAS CITADAS
Deleuze, Gilíes y Guattari, Félix. Anti-Oedipus Capitalism and Schizophrenia.
Minneapolis: University of Minnesota Press, 1983.
Piglia, Ricardo. La ciudad ausente. Buenos Aires: Sudamericana, 1992.