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Lima, 1983
Si hay una constante en su obra, esta tiene nombre: la intensa mirada del pintor.
No es una visión indiscreta del artista, sus personajes en su mayoría femeninos
saben que él las mira. Así, Fernández-Dávila ejerce su control sobre ellas, a
través de una pincelada de gran carga psicológica y expresiva, plasmando a
través del color su visión intensa de la fragilidad de la existencia humana. La
soledad, el agobio, el pesimismo, la ironía, lo poético, la sórdida angustia del
hombre en la sociedad moderna, son mostrados por el artista usando al color
como espíritu de la forma, como existencia independiente.
En su última etapa, sin dejar la fuerza expresiva del color, Iván Fernández-Dávila
incursiona paralelamente con obras de paleta oscura, dejando aflorar la
búsqueda hermética de su propia existencia afectiva. Sin embargo, el color
contrastado y enérgico sigue y seguirá siendo relevante para él, porque el color
es lenguaje, forma, contenido, origen del poder del ser en tiempo y espacio. Sin
duda, con el tiempo aflorarán nuevos personajes, nuevas situaciones, nuevas
inquietudes que irán acrecentando el camino de Fernández-Dávila por los
senderos del triunfo del color.
La habitación de al lado II, 2014. Óleo sobre lienzo, 150 x 175 cm Susana y los viejos, 2014. Óleo sobre lienzo, 200 x 190 cm
Dra. Alba Choque Porras
Historiadora del arte