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Revista de Estudios Sociales No.

27,
agosto de 2007: Pp. 230. ISSN 0123-885X:
Bogotá, Pp.46-61

Imágenes del “negro” y nociones de raza


en Colombia a principios del siglo XX
POR Eduardo Restrepo*
FECHA DE RECEPCIÓN: 10 DE MAYO DE 2007
FECHA DE MODIFICACIÓN: 21 DE JUNIO DE 2007
FECHA DE ACEPTACIÓN: 20 DE JULIO DE 2007

RESUMEN
Este artículo examina algunos textos producidos en las segunda y tercera décadas del siglo XX en el contexto del debate de la
degeneración de la raza en Colombia. En particular, identifica las imágenes que circulaban sobre el ‘negro’ en tales textos y las con-
fluencias y disensos con respecto a la noción de raza asociadas a estas imágenes.
PALABRAS CLAVE
Raza, ‘negro’, Colombia, década de1920, década de 1930.

Images of Blacks and Notions of Race in Colombia in the Early Twentieth Century
ABSTRACT
This article analyzes several texts published in the 1920’s and 30’s within the context of the debate on racial degeneration in Colombia. In
particular, it identifies the images of Blacks that circulated in those texts and where there was agreement and disagreement regarding the
concept of race associated with these images.
KEY WORDS
Race, Blacks, Colombia, 1920’s, 1930’s.

Imagens do “negro” e noções de raça na Colômbia nos princípios do século XX


RESUMO
Este artigo examina alguns textos produzidos na segunda e terceira década do século XX no contexto do debate da degeneração da raça
na Colômbia. Em particular, identifica as imagens que circulavam sobre o “negro” em tais textos e as confluências e divergências com
respeito à noção de raça associadas a estas imagens.
PALAVRAS CHAVE
Raça, ‘negro’, Colômbia, anos 20 e 30 do século XX.

* Antropólogo, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia; Maestría en Antropología, University of North Carolina – Chapel Hill, EEUU; Estudios de Ph.D. en Antro-
pología (con énfasis en Estudios Culturales), University of North Carolina – Chapel Hill, EEUU; actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Sociales y Culturales
PENSAR, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Correo electrónico: eduardoa.restrepo@gmail.com.

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“[…] hoy sube, lenta e indetenible, la sangre africana por nes y aspiraciones en la imaginación del la población y
las venas de nuestros ríos hacia las venas de nuestra raza” del país de los letrados y expertos de la época. También
Luis López de Mesa (1920, p. 180). me interesa explorar la noción de ‘raza’ que troquela estas
imágenes. No obstante, en el presente artículo mis inten-
ciones no son entrar en discusión explícita con el océano

E
de escritos y de libros sobre raza y nación en Colombia,
en particular, y en América Latina, en general. Aunque
esto puede ser leído como debilidad teórica, prefiero dar-
me aquí esta licencia en aras de prestar mayor atención a
los textos examinados en sus propios términos.
n enero de 1918, el psiquiatra Miguel Jimé-
nez López1 presentaba en Cartagena ante el Tercer Con- En la primera parte me centro en la identificación de las
greso de Medicina su Memoria “Nuestras razas decaen. diferentes imágenes del ‘negro’, las que explícitamente
Algunos signos de degeneración colectiva en Colombia aparecen en los textos de las conferencias, haciendo al-
y en los países similares. El deber actual de la ciencia” gunas alusiones puntuales a otros textos y autores. En la
(Torres, 2001, p. 133)2. Esta Memoria y una serie de con- segunda parte, que titulo ‘mestización’ recurriendo a una
ferencias dictadas durante 1920 en el Teatro Municipal feliz expresión de Luis López de Mesa, exploro cómo se
en Bogotá por el mismo Jiménez y otros destacados inte- interpretaba el cruce de las diferentes ‘razas’ y cuáles eran
lectuales de la época fueron compiladas por Luis López las implicaciones políticas indicadas de tales cruzamien-
de Mesa3 en un libro titulado Los problemas de la raza en tos, así como las alternativas sugeridas. Finalmente, exa-
Colombia. Dichas conferencias giraron en torno al debate mino la omnipresencia y ambigüedad del término ‘raza’,
derivado de la tesis sostenida inicialmente por Jiménez en mostrando que, incluso en medio de un debate signado
su Memoria de 1918 de que existían una serie de claros por una “medicalización de lo social”, ésta no es una no-
signos físicos y psíquicos en la población que evidencia- ción exclusivamente ‘biológica’ ni hay un consenso entre
ban la “degeneración de la raza” en Colombia. los autores sobre la relevancia de dicha categoría.

Con mayor o menor detenimiento, este debate ha sido


examinado por distintos académicos (Castro, 2007; Helg, IMÁGENES DEL ‘NEGRO’
1989; Noguera, 2003; Pedraza, 1996, 1999). A pesar de
sus diferentes énfasis y perspectivas, todos confluyen en Las referencias explícitas al ‘negro’ en los pasajes del con-
considerar a este debate como una de las expresiones junto de las conferencias reunidas en el libro de Proble-
más evidentes del pensamiento racial en Colombia. Mi mas de la raza en Colombia son escasas, pero bastante
interés en este artículo consiste simplemente en identi- elocuentes con respecto a las imágenes que estaban en
ficar y describir, lo más estrechamente ligadas al tono y juego. Se encuentran menciones puntuales y dispersas,
los meandros argumentativos de los autores, las imágenes antes que detalladas elaboraciones. Tal escasez en las re-
sobre el ‘negro’ que circulaban en este pensamiento. Tales ferencias al ‘negro’ también se presenta para el ‘indio’. Por
imágenes sobre el ‘negro’ dicen más de la elite que los lo tanto, no es que los conferencistas hablaran de este úl-
representaba que de las poblaciones a las cuales supues- timo con un mayor detenimiento, mientras que ocultaban
tamente se referían. Evidencian las ansiedades, negacio- o silenciaban las indicaciones al primero.

En su Memoria de 1918 y en su primera conferencia de


1 Ocupó diferentes cargos públicos: Ministro de gobierno (1922), 1920, Jiménez hace un diagnóstico de la degeneración
Representante a la Cámara, Senador de la República, Presidente de la raza en el país, establece sus causas y sugiere las
del Directorio Nacional Conservador y representante por el país
ante la Asamblea de las Naciones Unidas (1951). soluciones, mencionando sólo esporádica y vagamente las
2 En el libro editado por López de Mesa, el título con que aparece diferencias raciales en Colombia. Es únicamente en su
la Memoria de Jiménez sólo es conservado parcialmente: “Algu- segunda y conclusiva conferencia que Jiménez se pregun-
nos signos de degeneración colectiva en Colombia y en los países
similares”. La Memoria desarrollaba algunos de los puntos que ya ta de manera abierta por estas diferencias. Lo hace como
había indicado en su lección inaugural de la “Cátedra de Patolo- respuesta a las críticas planteadas por otros conferencis-
gía Mental”, el 11 de agosto de 1916 (Torres, 2001, p. 128). tas como López de Mesa y Bejarano que cuestionaban la
3 Fue una de las figuras intelectuales y políticas más visibles de la
primera mitad del siglo XX. Entre los cargos públicos ejerció el de aplicabilidad de sus observaciones centradas en el Altipla-
Ministro de Educación y el de Relaciones Exteriores. Fue elegido no con un tipo de población muy especifica y marcadas
como Representante a la Cámara y se desempeñó como profesor por su labor en los consultorios médicos. Así, López de
universitario.

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Mesa se preguntaba: “¿Cómo, pues, tomar en conjunto sarrollos diferentes. Por un lado, estaría la comprendida por
el problema de nuestra raza, si tántas hay y tan variadas, “las altiplanicies y a las primeras gradientes de la región an-
y en tan variada proporción entremezcladas y reunidas? dina” (p. 351), mientras que del otro lado estaría la de los
¿Cómo considerar nuestros problemas ecuación de pri- ‘climas bajos’ que incluiría “las regiones del litoral, hoyas de
mer grado, si esta multiplicidad de razas y de mestizos se nuestros grandes ríos y vertientes más bajas de la cordille-
asocian y vegetan en aquella confusa profusión de climas ra” (p. 353). Para el área de las altiplanicies y las primeras
que anoté antes?” (1920, p. 86). gradientes de la región andina, vaticina la extinción de la
‘raza aborigen pura’ como la consecuencia de verse “[…]
Según Jiménez tres son los ‘troncos raciales’, ‘núcleos absorbida en parte por la sangre blanca, y consumida, en el
étnicos’ o ‘variedades humanas’ que han confluido en el resto, por los diferentes factores de destrucción, especial-
nuevo Continente, en general, y en Colombia, en parti- mente por la fatiga corporal, la miseria y las enfermedades”
cular. Lugar de proveniencia y color son los vectores indi- (p. 351). Por su parte, la ‘raza blanca pura’ no encuentra un
cados para distinguirlos: mejor pronóstico: “[…] ha sufrido serios ultrajes de la altura
y de las endemias e intoxicaciones de la zona; es la que ma-
En la zona intertropical de un continente nuevo se han yores quebrantos presenta en el sistema nervioso y en sus
yuxtapuesto tres troncos raciales: uno aborigen y dos glándulas de secreción interna” (p. 352).
importados en época reciente (cuatro siglos en la evo-
lución humana son un tiempo muy corto). De estos En este pasaje pareciera que la tesis de la degeneración
tres núcleos étnicos, el aborigen es con toda probabi- de la raza en Colombia de Jiménez se aplica con particu-
lidad una dependencia de la gran familia mongólica; lar acierto para esta ‘raza’. Ahora bien, es el ‘mestizo’ el
los otros dos son, uno de extracción aria o europea y el que parece correr con mayores perspectivas de futuro en
otro de proveniencia africana. Se han dado cita, pues, esta región: “El mestizo es quizá el mejor organizado para
en nuestro suelo, las tres grandes variedades huma- los climas de montaña y para resistir a las diversas causas
nas: la amarilla, la blanca y la negra (pp. 335-336). debilitantes provenientes del suelo, del aire, de los ali-
mentos, de las aguas y de los diversos gérmenes parasita-
Esta yuxtaposición ha hecho del Continente y de Colom- rios” (p. 352). Si bien el ‘mestizo’ puede lograr ‘alguna efi-
bia “[…] una experiencia nueva, curiosa y por lo demás ciencia colectiva’ con ayuda de la ‘higiene y la educación
interesante, en la historia natural del género ‘homo’” (p. apropiada’, Jiménez no se muestra optimista: “[…] hasta
336). Dados los ‘tres troncos raciales’ que habitan en Co- hoy, su debilidad volicional, traducida por la inconsisten-
lombia, Jiménez organiza gran parte de su última con- cia de los afectos, por la movilidad de ideas y por la falta
ferencia respondiendo a “[…] dos interrogantes capita- de dominio propio, lo ha mostrado bien poco organizado
les: 1. ¿En qué forma se ha hecho sentir la influencia de para la vida democrática y autónoma” (p. 352).
esta zona sobre las razas que hoy la pueblan? 2. ¿Cuál
de las tres variedades en presencia puede prevalecer en Para los ‘climas bajos’, Jiménez no duda en predecir un
el futuro?” (p. 336). Con respecto a la primera, no tiene futuro en el que predomina la ‘raza negra’: “Es pues la raza
nada nuevo que agregar a lo que constituye su tesis cen- negra la que se ha mostrado más fecunda y próspera en
tral sostenida desde la Memoria de 1918. Esto es, que la estas latitudes, y no es aventurado admitir que en época no
influencia de la zona es nociva a los ‘seres organizados’, muy lejana ella predominará, al menos en la forma del pro-
en general, y para la humanidad, en particular, siendo la ducto mulato” (p. 353). En este sentido, señala, incluso,
causa profunda de la degeneración física y psíquica que “el fenómeno de la africanización progresiva de nuestras
diagnostica. En el segundo ‘interrogante capital’, en cam- razas en las regiones bajas”, sobre el que las observaciones
bio, se encuentran las líneas más explícitas sobre las imá- y las cifras no le permiten tener la menor duda:
genes de la ‘raza negra’ que atraviesan su trabajo y que
operaban implícitamente en sus formulaciones sobre la […] una ola de sangre de color oscurece de día en día
degeneración de la raza en Colombia, específicamente en nuestra población, imprimiéndole a su vez sus rasgos
aquellos pasajes donde apelaba al efecto regenerador de morfológicos y sus reacciones morales. Y es natu-
la ‘raza blanca’ que traería las medidas de inmigración que ral que así suceda. La raza negra, producto genuino
sugería. del Trópico, está llamada a prosperar en él con sus
caracteres peculiares; las razas diferentes de la negra,
Sobre cuál de “[…] las tres razas que pueblan Colombia refractarias a los rigores tórridos, irán cediendo
[…] irá a predominar en el futuro […]” (p. 351), Jiménez cada día: el resultado final no es dudoso (p. 353).
desagrega dos grandes áreas en las cuales se perfilarían de-

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De ahí que, como conclusión a su pregunta, conside- Duros y resistentes a la acción deletérea de nues-
re que “de las tres variedades étnicas principales que tros climas tropicales; ágiles y rápidos para surcar
forman nuestro fondo social, es la etiópica, con sus va- los ríos; aptos para el laboreo de las minas y para los
riedades, la que da mayores muestras de adaptación y menesteres agrícolas; fecundos con asombrosidad
de vitalidad” (p. 354). No obstante, esta ‘africanización cuando viven bajo climas convenientes, los negros
progresiva’ es preocupante a los ojos de Jiménez, ya que se multiplicaron por efecto de la generación y de la
esta ‘raza’ se encuentra irremediablemente destinada al intensa introducción de ellos, con rapidez que sobre-
tutelaje y protección de ‘razas mejor dotadas’, como lo pasó a todo lo imaginado […] La raza negra, favore-
demuestran diferentes países en el mundo: cida por el sol tropical, por sus costumbres salvajes y
por su escasa intelectualidad y moralidad, se repro-
[…] los países donde el elemento de color va siendo dujo prodigiosamente y pobló las extensas comar-
preponderante han marchado lenta pero seguramente cas de nuestros valles y ríos (Bejarano 1920, p. 192).
hacia el estado de tutela y de protectorado por otras
razas mejor dotadas. Liberia adoptó desde su fundación Por su parte, Luis López de Mesa ofrecía el mismo diag-
ese régimen, merced a la cual ha subsistido, y, en nues- nóstico de Jiménez con respecto a la paulatina influencia
tro continente, Santo Domingo y Haití están siendo una de la ‘sangre africana’ en el país: “[…] hoy sube, lenta
ilustración dolorosa de este fenómeno social (p. 353).4 e indetenible, la sangre africana por las venas de nues-
tros ríos hacia las venas de nuestra raza” (López de Mesa,
La ‘retracción de las capacidades para la vida civilizada’ 1920, p. 180). Tres son los hechos esgrimidos por López
es la consecuencia del acrecentamiento de las ‘defensas de Mesa para sustentar su observación: en primer lugar,
orgánicas’ de las ‘razas’, que se han hecho más aptas y “[…] porque se ve oscurecerse más y más la población
resistentes a la zona: colombiana al paso del tiempo, porque de los 58,000 es-
clavos negros que sólo había al comenzar el siglo XIX, hoy
Esta es otra de las formas de adaptación de la espe- hay 400,000 más o menos puros, y un millón de mulatos
cie a nuestro suelo: el predominio de los más aptos discernibles […]”; segundo, “[…] porque la sangre oscura
y resistentes, de las razas hechas para la zona, que resiste en su sucesión de mezclas cinco generaciones y
pueden hacer frente a las inclemencias pero que, en sólo tres la blanca”; y finalmente “porque el trópico mata
cambio, y por un equilibrio vital inexorable, a tiempo a ésta [a la sangre blanca] con sevicia […] [mientras que]
que acrecen sus defensas orgánicas, retraen sus capa- la india cede terreno en la lucha vital” (López de Mesa,
cidades para la vida altamente civilizada (pp. 353-354). 1920, p. 180).

De los otros conferencistas, únicamente dos se refieren Bejarano y López de Mesa, al igual que Jiménez, estable-
explícitamente a la ‘raza’ o ‘sangre’ ‘negra’, ‘oscura’ o ‘africa- cen, así, una correlación entre las tierras bajas y la ‘raza’
na’ (o simplemente ‘negros’), pero sin que esto signifique o ‘sangre’ ‘negra’ o ‘africana’, que les parece obvia. De ahí
mayor elaboración o detenimiento que el concepto dado que estos autores consideren que existen unas caracte-
por Jiménez. Entre estas referencias explícitas se encuen- rísticas inmanentes a esta ‘raza’ o ‘sangre’ que la hacen
tra el higienista Jorge Bejarano, quien se opuso punto por particularmente apta para los climas de las tierras bajas,
punto a los planteamientos de Jiménez sobre los signos aquéllos del sol tropical o del trópico a secas. Su prodi-
físicos y psíquicos de la degeneración. No obstante, Be- giosa reproducción y el exitoso poblamiento devienen en
jarano confluía con Jiménez en su representación de la indicadores de tal singularidad y creciente influencia en
‘raza negra’: el ‘oscurecimiento’ o ‘africanización’ de la población co-
lombiana, por lo menos en aquellas regiones de ‘clima
tropical’. De ahí que se considere un hecho que el ‘cli-
ma tropical’ favorece a la ‘raza negra’, haciendo que ésta
4 Esta línea de argumentación es esgrimida al fi nal de los años se reproduzca prodigiosamente, mientras que aniquila la
veinte por Laureano Gómez en sus conocidas Conferencias en ‘sangre blanca’.
el Teatro Municipal de Bogotá. Para Gómez el predominio de
los ‘negros’ en una ‘nación’ la condenaba al desorden e inestabi-
lidad política y económica: “En las naciones de América donde Dada esta correspondencia entre la variación de ciertas
preponderan los negros reina también el desorden. Haití es el áreas y las ‘razas’, Bejarano no duda en argumentar inclu-
ejemplo clásico de la democracia turbulenta e irresponsable. En
los países donde el negro ha desaparecido, como en la Argen- so la existencia de una necesaria geografía en la distribu-
tina, Chile y el Uruguay, se ha podido establecer una organi- ción de las razas y en el esbozo de sus cruzamientos:
zación económica y política, con sólidas bases de estabilidad”
([1928] 1970, p. 48).

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Así, pues, las razas y las castas, tuvieron su cruzamiento la zona tropical bravía” (López de Mesa, 1934, p. 39).
y su geografía inevitable y fatal: Los blancos e indios de Además, se muestra claramente pesimista para la zona
color pálido, y los mestizos que de su cruzamiento nacie- que comprendía las tierras bajas: “En esta zona que va
ron, ocuparon las regiones montañosas y altiplanas; los desde mil quinientos metros de altura hasta el nivel del
negros y su cruzamiento con el indio, el ‘zambo’ […] mar, reside el escollo más grande en contra de la civiliza-
poblaron las costas y los valles ardientes (1920, p. 192)5. ción y la raza” (López de Mesa, 1920, p. 180).

Esta imagen encuentra paralelo en los planteamientos de Estrechamente asociada a esta mayor aptitud para ha-
López de Mesa cuando habla de la distribución de los bitar en la ‘zona tropical bravía’, se consideraba que
diferentes ‘grupos poblacionales’ en el variado territorio y la ‘raza africana’ era más fuerte que otras ‘razas’. Este
disímiles climas: argumento se esgrimía como supuesta explicación de
su esclavización e importación forzada durante el pe-
En tan vasto territorio y tan variados climas vegetan no ríodo colonial al Nuevo Continente: “Para esos climas
menos variados grupos de población; blancos, indios y [de nuestros valles ardientes] y esa labor ímproba que
mestizos en esta Cordillera oriental; mulatos, blancos y no se compadecía con el escaso rendimiento obtenido
negros en la Central y en la Occidental, con pequeños por el indio, fue menester volver los ojos hacia una raza
grupos aborígenes, así como en los litorales y hoyas hidro- más fuerte para el trabajo bajo los climas tropicales.
gráficas de nuestros grandes ríos, aunque más carga- Esa raza fue la africana […]” (Bejarano, 1920, p. 191).
dos de color ciertamente (López de Mesa, 1920, p. 85). La mayor fortaleza de la ‘raza africana’ se manifestaba,
incluso, como lo planteaba López de Mesa en el pa-
Otorgando mayor especificidad al contraste sugerido saje antes citado, en el plano mismo de la ‘sangre’: la
por Bejarano, en su conferencia Luis López de Mesa ‘sangre oscura’ permanecía durante cinco generaciones
argumenta que para “[…] estudiar algunos aspectos de de mezcla mientras que la ‘blanca’ únicamente tres6.
esta lucha compleja entre la sangre y la zona” (1920, p. Esta fortaleza no significaba, sin embargo, que no se
86), se podía partir de una descripción sumaria de “[…] pudiera diluir en un futuro relativamente cercano la
los climas divididos meramente en dos categorías: de ‘población de color’ ante la creciente influencia de la
tres mil a mil quinientos metros de altura, y de mil qui- ‘blanca’, teniendo como resultado un ‘tipo ligeramente
nientos hasta el nivel del mar” (pp. 86-87). La ‘sangre trigueño’:
española’ o ‘las poblaciones blancas’ encuentran ‘refu-
gio’ en el clima definido de entre 3.000 a 1.500 metros Se puede, pues, anunciar que si cesa la inmigración,
sobre el nivel del mar, pero “[…] situadas más debajo más o menos clandestina, de los afro-antillanos, ocu-
de estos niveles han sufrido grave merma, y unas han rrirá entre nosotros una absorción lenta de la pobla-
degenerado, otras emigrado en lento éxodo de familias, ción de color por la blanca, con el resultado de un tipo
y no pocas estancaron el crecimiento de su población” ligeramente trigueño, un poco a la manera árabe, de
(p. 87). No había otra alternativa para el ‘hombre de buen porte y bellos ojos, temperamento festivo, sim-
origen europeo’ que plegarse a las cordilleras para poder patía y generosidad, como es notorio en los octavotes
prosperar: “El hombre de origen europeo ha necesitado y tipos de transición (López de Mesa, 1934, p. 49).
de replegarse a las cordilleras para poder prosperar en
Colombia pero ya le llegó el momento de enfrentarse a Este razonamiento sustenta en autores como Jiménez el
diseño y sugerencia de una serie de medidas que apelan
a lo que podría denominarse una ‘aritmética de la sangre’
5 Al igual que otros pasajes de la conferencia de Bejarano, este para que desaparecieran ciertos tipos o poblaciones y se
aparte tiene un estrecho parecido con los planteamientos de José posicionaran otros.
María Samper: “[…] las razas y castas debian tener, como tuvie-
ron, su geografía inevitable y fatal: los blancos é indios de color
pálido bronceado y los mestizos que de su cruzamiento naciesen, Además de las características anotadas, circulaban una serie
quedarian aglomerados en las regiones montañosas y las alti-pla- de asociaciones entre la ‘raza negra’ y unos rasgos ‘intelectua-
nicies; mientras que los negros, los indios de color rojizo y bron-
ceado oscuro, y los mestizos procedentes de su cruzamiento, de-
bian ploblar las costas y los valles ardientes” ([1861] 1969, p. 69).
Estos préstamos de pasajes de un pensador liberal del siglo XIX 6 Ahora bien, frente a la ‘sangre indígena’ la ‘blanca’ aparecía como
para un debate a principios del XX son bien dicientes, y ameritan dominante: “El contacto de la sangre blanca los va destruyendo
un examen sobre las continuidades y rupturas de discursos entre [a los de sangre india mas o menos pura] los va destruyendo de
las elites intelectuales de diferentes épocas. Sin lugar a dudas, manera inexorable […] por el predominio de su sangre en la mes-
los contextos de enunciación han cambiado, y es probable que tización, lo cual biológicamente significa destrucción también”
incluso las mismas oraciones operen de manera diferente. (López de Mesa, 1920, p. 88).

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les’, ‘morales’ y de ‘civilización’. Ya en la cita antes menciona- agranda, mientras que el indígena la contempla con el
da, Bejarano subrayaba que esta ‘raza negra’ tiene unas ‘cons- mismo anteojo tomado al revés, por el objetivo que aleja
tumbres salvajes’ y una ‘escasa intelectualidad y moralidad’. y empequeñece las imágenes” (López de Mesa, 1930, p.
Esto se contrapone a la manera en la cual describe la ‘raza 25). En uno de sus textos anteriores titulado El factor ét-
europea’: “[…] superior en lo moral e intelectual e impedida nico, López de Mesa había ya establecido este contraste
para la multiplicación porque su objeto no era poblar ni asi- en muy similares términos:
milar y por indiferencia hacia razas inferiores, se aglomeró,
reproduciéndose con lentitud, en las altiplanicies, y regiones Todavía se percibe el antepasado africano en sus des-
suaves” (Bejarano, 1920, p. 192). La ‘superioridad moral e cendientes que viven en agrupaciones más o menos
intelectual’ de los ‘europeos’ sobre ‘africanos’ e ‘indígenas’ es aisladas y aun en los que habitan en los pueblos de
una imagen del pensamiento racial de la época ampliamen- mediana cultura, donde los hemos visto conservar el
te extendido entre estos intelectuales y las figuras políticas. prestigio de la magia, las danzas simbólicas, la nostalgia
Sobre esta jerarquización, por ejemplo, hacía eco a finales de de la selva, los terrores infantiles del salvaje, la tenden-
los años veinte Laureano Gómez, quien sería posteriormente cia a vegetar indolentemente, el gusto por los alaborios,
Presidente de Colombia y una de las figuras más visibles del por los colores brillantes, por los acres aromas, por las
Partido Conservador: “Nuestra raza proviene de la mezcla de bebidas destiladas, la sensualidad y el juego. Parlan-
españoles, de indios y de negros. Las dos últimas caudales chines, vanidosos y zarabandistas, cuán lejos están del
de herencia son estigmas de completa inferioridad” (Gómez, aborigen taciturno, humilde, impenetrable, fatalista,
[1928] 1970, p. 44). Como ‘razas salvajes’ y ‘elementos bár- como herido por un hado inexorable, sumiso a la intem-
baros’, Gómez se refería igualmente a los indios y a los ne- perie, al hambre, a las injurias, como quien liquidara la
gros ([1928] 1970, p. 47). vida y la hubiese hallado irreparablemente imbécil. De
aquel niño sensual a este viejo prematuro hay distan-
En posteriores publicaciones Luis López de Mesa com- cias astronómicas (López de Mesa, 1927, pp. 29-30).
plementa su imagen del negro al referirse a su ‘infantili-
dad’, a la cual se asociaban una serie de modalidades de En estos pasajes se indica “[…] la discrepancia existente
comportamiento y de rasgos de carácter que expresaban entre las diferentes razas, no sólo en su conducta, sino
la falta de control de sí y de madurez propias de la adul- en los conceptos fundamentales de la vida […]” (López
tez. En su ensayo Introducción a la historia de la cultura de Mesa, 1927, p. 29). Dicha noción de ‘infantilidad’
en Colombia, López de Mesa escribe: es igualmente central en la descripción de Laureano
Gómez: “El espíritu del negro, rudimentario e informe,
Se está dicho, y parece verdad, que el negro es un niño como que permanece en una perpetua infantilidad”
grande. Voluptuoso, enamorado de la vida, de la danza, ([1928] 1970, p. 46).
de la música y del canto, ríe con los labios, con los ojos,
con las manos y los pies; sin pasado, se pliega al medio Para resumir lo expuesto hasta aquí, las imágenes del
ambiente en la lengua, religión, política y costumbres ‘negro’ operan dentro de un pensamiento racial que su-
sociales. Curioso, vanidoso y zalamero, tiene virtudes pone varias ‘razas’ como las constitutivas históricamen-
de fidelidad y buen compañerismo, como lo demostró te y en el presente de la población del país. En otras
en el periodo de la esclavitud, y aun hoy hacen de él palabras, para los autores comentados la población co-
un buen camarada. De sus dialectos pocas palabras lombiana es racialmente diferenciada, no es una enti-
se conservan, de sus religiones apenas la inclinación a dad racialmente homogénea. Al ‘negro’ se le atribuyen
la superstición y resabios de magia […] (1930, p. 24). características propias de su ‘raza’ o ‘sangre’ que lo hacen
particularmente apto para habitar ciertas zonas (las de
Este símil de la ‘infantilidad’ del ‘negro’ se contrastaba con las costas y los valles ardientes, las tierras bajas o las zo-
la de prematura vejez del ‘indígena del altiplano oriental’7. nas tropicales), en las cuales la presencia de otras ‘razas’
Por tanto, el contraste se subraya con la metáfora: “El ne- tienden a desaparecer ante la influencia demográfica del
gro mira la vida por el anteojo de larga vista que todo lo ‘negro’. De ahí que Jiménez y López de Mesa describan
este fenómeno como el ‘oscurecimiento’ o ‘africaniza-
ción’ de la población, principalmente de aquellas zonas,
7 “[…] semeja, al revés, un viejo prematuro: melancólico, malicioso y pero ‘subiendo’ desde allí al conjunto de la población
apartado, conserva en el fondo la psicología de su raza; acepta el cris-
tianismo a ciegas, no entiende bien la moral europea, frío en emocio- colombiana. La fortaleza es, pues, una de las imáge-
nes, parece que entre el excitante y la reacción hubiese un tabique nes del ‘negro’ que circulan en los textos examinados.
de aislamiento, sin que pueda decirse que sus sentimientos no sean Fortaleza como resistencia a esas zonas prácticamente
profundos ni duraderos” (López de Mesa, 1930, pp. 24-25).

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inhabitables, pero también expresada en la dominancia mación de nuevas ideas, de la invención. Las cimas
de su ‘sangre’ al cruzarse con otras ‘razas’. Otra imagen de la inteligencia superior no parecen asequibles a su
consiste en la correlación entre ciertas zonas y la ‘raza’ aliento” (p. 26). Finalmente, “[…] con relación a la ci-
o ‘sangre’ ‘negra’ o ‘africana’. Dadas estas imágenes, no vilización […] el mestizo parece más inclinado a la par-
es de extrañar que para principios del siglo XX todavía te especulativa de ella, digamos a la cultura, mientras
hacían eco argumentaciones esclavistas como la de que el mulato al progreso material” (p. 27).
los africanos fueron traídos por su mayor resistencia
para el trabajo a ciertas zonas. Como la otra cara de una En los textos examinados de Luis López de Mesa, aun-
moneda de las imágenes de la resistencia y fortaleza, se que siguiendo una explícita jerarquía racial en la que
anotaban otras imágenes del ‘negro’ que apuntaban su los puntos culminantes de la inteligencia y dominio
inferioridad moral, intelectual y política, así como su a de las pasiones estaban encarnados por el ‘blanco’, a
supuesta infantilidad. los ‘mestizos’ y ‘mulatos’ se les representaban menos
cargados de connotaciones negativas que al ‘indio’ y al
‘negro’. Pareciera que la ‘sangre’ o ‘raza’ ‘blanca’ o ‘eu-
‘MESTIZACIÓN’ ropea’ entraba en una especie de ecuación racial como
el ‘factor’ o ‘elemento’ que necesariamente ‘mejoraba’
Estas imágenes marcan significativamente la concepción otras ‘sangres’ o ‘razas’ (en gran parte, esa era la lógica
de Luis López de Mesa sobre el cruzamiento de las ‘ra- subyacente a las medidas de inmigración sugeridas por
zas’. En general, consideraba que en Colombia se había Jiménez).
dado una ‘mestización’ entre una ‘raza superior’ con las
dos ‘razas inferiores’: “La ventajosa posición social, pecu- Si la mestización, en donde participa la ‘sangre’ o ‘raza’
niaria y estética de los ibéricos y su tendencia a la unión ‘blanca’ o ‘europea’, era un factor de ‘mejoramiento’, la
con las razas inferiores, fue motivo de una ‘mestización’ mezcla de las ‘sangres empobrecidas y de culturas infe-
rápida que no ha cesado todavía” (López de Mesa, 1934, riores’ era rechazada por López de Mesa como un error
Pp. 50). Antes que una simple agregación de los caracte- con nefastas consecuencias para el país y su futuro:
res de las ‘razas’ progenitoras, de esta ‘mestización’ surgen
el ‘mestizo’ y el ‘mulato’ definidos por cualidades nuevas: La mezcla del indígena de la Cordillera Oriental con
“La mezcla de estas dos razas con el español no da pro- ese elemento africano y aun con los mulatos que de
ductos que sean meramente suma y resta de caracteres, él deriven, sería un error fatal para el espíritu y la
sino que en parte surgen algunas cualidades nuevas” (Ló- riqueza del país: se sumarían, en lugar de eliminarse,
pez de Mesa, 1930, p. 26). Siguiendo su razonamiento los vicios y defectos de las dos razas, y tendríamos
por contrastes, López de Mesa contrapone al ‘mestizo’ y al un zambo astuto e indolente, ambicioso y sensual,
‘mulato’. Así, por un lado, “[…] el mestizo no presenta la hipócrita y vanidoso a la vez, amén de ignorante y
inteligencia disminuida del blanco por la inferioridad del enfermizo. Esta mezcla de sangres empobrecidas y
indio a este respecto, adquiere sutileza, dón de análisis, de culturas inferiores determina productos inadapta-
benéfica inquietud que le permiten enderezar su rumbo bles, perturbados, nerviosos, débiles mentales, vicia-
hacia buenas posiciones en la política, el sacerdocio y la dos de locura, de epilepsia, de delito, que llenan los
jurisprudencia, principalmente” (p. 26). Por el otro lado, asilos y las cárceles cuando se ponen en contacto
afirma que: con la civilización (López de Mesa, 1927, p. 12).

El mulato elevará a orgullo la ingenua vanidad del Aunque López de Mesa valorará el mestizo o el mulato
negro, trocará la desordenada fantasía en mejor con respecto al negro e indio, consideraba que “Los pro-
organizada imaginación; seguirá siendo voluptuoso, ductos de la primera generación del cruzamiento son por
pero ya más activo y emprendedor; igualmente ama- lo general medianamente equilibrados, más de segunda
ble, mas ya rebelde. Tendrá, pues, amor por la lite- y tercera ya se adaptan al terreno y estabilizan funciones
ratura, por la oratoria y la poesía en primer término, dentro de un nivel social y racial más uniforme” (López
gustará del lujo, derrochará fácilmente sus pro- de Mesa, 1934, p. 99). Para tener éxito, la ‘mestización’
pios caudales y parte de los ajenos con una exage- (en la que obviamente debía participar la ‘sangre euro-
rada confianza en su capacidad y su destino (p. 26). pea’) implicaba, así, una sucesión de generaciones, en las
cuales se fuera no sólo estabilizando, sino también dilu-
Siguiendo con el contraste: “Ninguno de los dos logra yendo paulatinamente las influencias nocivas de las ‘razas
la altura intelectual de las grandes síntesis, de la for- inferiores’.

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Imágenes del “negro” y nociones de raza en Colombia a principios del siglo XX
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En una posición que parece contradecir a López de modelos políticos, era una forma de organización polí-
Mesa, Laureano Gómez argumentaba de forma contun- tica posibilitada por una ‘promiscuidad de las razas’ en
dente que “Las aberraciones psíquicas de las razas ge- las que el ‘elemento inferior’ es mayoritario8. No podrían
nitoras se agudizan en el mestizo” ([1928] 1970, p. 47). estar, entonces, más encontradas las visiones sobre los
Para sustentar su planteamiento sobre los […] efectos efectos de la mestización en el régimen político: violen-
inmediatos y remotos de la mezcla de razas [que] son cia, caos e inestabilidad para Gómez, Jiménez y López
problemas dilucidados ampliamente por los etnólogos de Mesa (una vuelta a la vida prepolítica), mientras que
[…]”, cita una ‘ley’ formulada por Otto Ammon, en la para Bejarano significaba la democracia (la expresión
cual: “En los mestizos se combinan las cualidades dis- política por antonomasia).
cordantes de los padres y se producen retornos hacia
los más lejanos antepasados; las dos cosas tienen por
efecto común que los mestizos son fisiológica y psicoló- OMNIPRESENCIA Y AMBIGÜEDADES
gicamente inferiores a las razas componentes” (Gómez DE LA NOCIÓN DE ‘RAZA’
[1928] 1970, p. 47). Por tanto, no es de extrañar que
Laureano Gómez considerara que: “El mestizo primario Como se ha hecho evidente en los fragmentos comen-
no constituye un elemento utilizable para la unidad po- tados, la noción de ‘raza’ pulula en las conferencias y
lítica y económica de América; conserva demasiados los otros textos examinados de la época. Esta omnipresen-
defectos indígenas; es falso, servil, abandonado y repug- cia no significa, sin embargo, que sea una tarea fácil
na todo esfuerzo y trabajo” ([1928] 1970, p. 48). identificar aquello a lo que estos autores se estaban
refiriendo con tal palabra. Aparece con frecuencia tan-
En una dirección parecida, Jiménez refuerza la idea de to en la Memoria y en las conferencias de Jiménez,
que el ‘mestizo americano’ es un resultado de un ‘tipo como en las de los otros conferencistas y en el títu-
extremo y aberrante’: “De este conflicto de sangres tan lo mismo del libro que las reúne (Los problemas de la
diversas y distantes han surgido profusamente, como de raza en Colombia). Igualmente, es una palabra recu-
toda aproximación violenta, tipos extremos y aberran- rrente en las publicaciones posteriores de los expertos
tes, así en lo morfológico como en lo psíquico” (2001, o figuras políticas de la época que he comentado. No
p. 131). De ahí que no es de extrañar que en: “Los paí- en pocas ocasiones, algunos la superponen o sustitu-
ses donde este elemento racial predomina [el ‘mestizo’], yen con otros términos como el de ‘sangre’. A veces se
como el Paraguay, Bolivia, Méjico, Centro América y el puede suponer que opera tácitamente cuando se habla
Perú son, por esta razón y no por otra, los que han ofreci- de ‘blancos’ o ‘negros’, cuando antes o después estos
do y siguen ofreciendo una historia política más agitada” términos son articulados a la palabra ‘raza’. También
(Jiménez, 1916, p. 352, énfasis agregado). Por lo menos explícitamente se asocia con el término ‘biología’ o con
en este último planteamiento sugerido por Jiménez, el aspectos considerados biológicos, pero en algunas de-
mestizo era equiparado, así, con el negro, pues ambos se finitivamente indica otros aspectos como, por ejemplo,
esgrimían como explicaciones de la convulsión política. cuando se hace referencia al ‘espíritu’ o al ‘alma’ de las
Igualmente, López de Mesa considera como un ‘milagro’ colectividades. Si en algunos autores la relación entre
que Colombia no se hubiera sumido en la total anar- ‘medio’ y ‘raza’ se presenta de manera directa, en otros
quía debido a tanta heterogeneidad en su naturaleza y se matiza hasta cuestionar diferentes versiones del de-
población: “Milagro fue y sigue siendo que Colombia se terminismo ambiental. Mientras la gran mayoría toma
constituyese en república unitaria y que viva hoy en paz. por sentado el término de ‘raza’, no faltan voces que
La anarquía debió de ser la resultante de tanta hetero- ponen en cuestión su consistencia.
geneidad en su naturaleza y población” (López de Mesa,
1920, p. 86). El término ‘raza’ se sustituye, yuxtapone y contrapone
a una amplia gama de palabras. Jiménez superpone
En oposición a estas percepciones pesimistas sobre la una serie de términos que parecen operar como sus
inestabilidad y caos político derivados directamente sinónimos: ‘tronco racial’, ‘agregado étnico’, ‘sangre’,
del predominio de componentes raciales ‘inferiores’ (ya ‘variedad humana’ y ‘cepa’, entre otros. Reemplaza rei-
fuera el ‘negro’ y sus descendientes o el ‘mestizo’), para terativamente ‘raza’ por ‘población’, ‘pueblo’, ‘país’ y
Bejarano “[…] probado está que la promiscuidad de las hasta ‘nacionalidad’. Habla de ‘nuestras razas’ en plu-
razas, en las que predomina el elemento inferior social-
mente considerado, da lugar al reinado de las democra- 8 A este respecto, Bejarano retoma un argumento que ya había
cias” (1920:193). La democracia, como el mejor de los sido planteado a mitad del siglo XIX por José María Samper
([1861] 1969).

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ral, pero más a menudo de ‘nuestra raza’ en singular. deja en claro esta diferencia constitutiva y actual de
Se refiere a ‘raza’ en diferentes articulaciones como las razas en Colombia. El sociólogo Lucas Caballero
‘nuestra raza’, ‘raza blanca’, ‘raza antioqueña’ o ‘raza interpretaba las intervenciones de Jiménez de la si-
judía’9. En varias ocasiones usa el concepto de ‘raza’ guiente manera:
para designar animales como perros, vacas y cerdos
(Jiménez, 1916, pp. 51, 61, 73), lo que significa que Tengo para mí que el doctor Jiménez López asiente a ello
no la considera una noción aplicable exclusivamente [de que no se puede asegurar que haya unidad de raza en
a las ‘variedades’ de la ‘especie humana’. En las con- Colombia] y que toma convencionalmente la denomi-
ferencias y otros textos de López de Mesa también nación de raza por la población asimilada con una cierta
se encuentra esa multiplicidad e intercambiabilidad. unidad de vida que la historia ha modelado dentro de
A lo largo de sus escritos se hallan un sinnúmero de nuestra unidad geográfica y que ha venido a organizarse
términos y expresiones que parecen operar como si- como Nación y como Estado (Caballero, 1920, p. 295).
nónimos de la ‘raza’, pero ninguna con mayor frecuen-
cia que la de ‘sangre’10. Bejarano refiere al término de En su concepto, no podía imputársele una unidad étnica
‘raza’, pero también al de ‘sangre’ (pp. 193, 197), ‘tipo’ a ningún Estado en los tiempos modernos, ya que esto
(pp. 192, 197) o incluso ‘elemento’ (p. 204)11. En los sólo se encontraría en las ‘pequeñas tribus salvajes’ (Ca-
otros autores cuyas ponencias están reunidas en el ballero, 1920, p. 295). En el mismo sentido, López de
libro Los problemas de la raza en Colombia se perci- Mesa en la introducción de Los problemas de la raza en
be una menor diversidad de términos, pero al mismo Colombia, indica cómo las ‘naciones’ constituyen ‘aglo-
tiempo una escasa utilización del término ‘raza’. El merados étnicos’.
sociólogo Lucas Caballero (1920) y el instructor Si-
món Araujo (1920) hablan más del país, de la socie- Las diferencias también se presentaban dentro las po-
dad y de la población. blaciones racializadas en Colombia. Así, para Bejarano
y López de Mesa la diferencia entre las ‘razas aborí-
A pesar de que en ocasiones algunos se refieren a la genes’ era bien marcada, incluyendo variaciones tanto
‘raza’ en Colombia en singular, existe un consenso en en ‘escalas de civilización’ como en sus características
los conferencistas de que en el pasado y en el presente somáticas. Del máximo salvajismo expresado en la des-
de Colombia se encuentran diferentes ‘razas’. En su nudez e, incluso, antropofagia en las tierras bajas a
Memoria y primera conferencia, Jiménez es quien más los ‘semicivilizados’ habitantes de las altiplanicies con
recurre al singular, pero en su segunda conferencia “[…] industrias, de gobierno estable y aun de nociones
científicas y morales relativamente avanzadas” (López
de Mesa, 1920, p. 86). Los cuerpos también estaban
9 Algunos de los términos son: “razas arias” (p. 9), “raza etiópica” (p. signados por la diferencia.
9), “raza caucásica” (p. 9), “razas aborígenes” (pp. 10, 350), “raza
blanca” (pp. 38, 345, 351), “raza negra” (p. 353), “sangre de color”
(p. 352), “razas nativas del continente africano” (p. 47), “raza an- A su vez las razas aborígenes diferenciábanse en
tioqueña” (p. 55), “raza judía” (p. 342), “razas humanas” (p. 350), gran manera en la estatura y el color, en el valor y el
“razas del Trópico” (p. 351), “razas nativas” (p. 346). carácter, que las hubo muy oscuras entre los Cari-
10 Además de los múltiples pasajes a los que se refiere simple-
mente como ‘raza’, ‘sangre’, ‘español’, ‘blanco’, ‘indio’, ‘mulato’ o bes, blancos casi […] [como] la tribu de los Gua-
‘negro’ a secas, algunos de los términos utilizados por López de nes, por ejemplo; pequeñas de porte, algunas, como
Mesa sólo en las dos conferencias de 1920 incluyen: ‘troncos la muisca, y otras bien desarrolladas, como las que
étnicos’ (p. 35), ‘grupos étnicos’ (p. 144), ‘cepa’ (p. 35), ‘pobla-
ciones blancas’ (p. 87), ‘hombes de color’ (p. 95), ‘cepa penin- aun subsisten en las vertientes de los llanos hacia el
sular’ (p. 127), ‘pobladores negros’ (p. 129), ‘raza aborigen’ (pp. Orinoco, y la alta y fornida nación de los Taironas
89, 92, 102), ‘raza indígena’ (pp. 93, 106), ‘raza india’ (p. 95), del bajo Magdalena (López de Mesa, 1920, p. 86).
‘raza blanca’ (pp. 95, 129), ‘sangre sajona’ (p. 88), ‘sangre india’
(p. 88), ‘sangre blanca’ (pp. 88, 130), ‘sangre indígena’ (p. 98),
‘sangre aborigen’ (p. 114), ‘sangre negra’ (p. 120), ‘sangre oscu- Igual diferencia puede apreciarse con los africanos
ra’ (p. 130). que fueron traídos como esclavos: “Tampoco parece
11 Sólo limitándose a las adjetivaciones explícitas de la pala-
bra ‘raza’, se encuentran en las dos conferencias de Bejara- que los esclavos negros tuviesen un mismo origen, y
no articulaciones como las siguientes: ‘raza indígena’ (p 191, ya hoy sabemos algo del maremagno étnico africano
192), ‘razas indígenas’ (p. 192), ‘raza autóctona’ (p. 195), ‘raza que en ello nos confirma” (López de Mesa, 1920, p.
africana’ (p. 191), ‘raza negra africana’ (p. 193), ‘raza negra’
(p. 192), ‘razas colombianas’ (p. 193), ‘raza blanca’ (p. 194), 86). O de los europeos: “Pero los troncos étnicos de
‘nuestra raza’ (p. 194), ‘familias raciales’ (p. 195), ‘raza antio- aquellos grupos [de población diversos distribuidos
queña’ (p. 196), ‘raza mestiza europea’ (p. 196), ‘razas aborí- en el territorio] no son uniformes a su vez [además] la
genes’ (p. 233).

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misma cepa […] modificase en las diferentes regiones a la influencia del cruzamiento, practicado casi incons-
colombianas tanto en su fisonomía, como en la psi- cientemente, han perdido sus distinciones especiales,
cología y aun en el acento” (López de Mesa, 1920, p. si es que algún día las tuvieron […]” (p. 231). Por tan-
85). La diversidad (en una estricta jerarquía, sin lugar to, la relevancia de la ‘teoría de las razas’ se encuentra
a dudas) antes que la homogeneidad constituye uno en relación inversa al ‘avance de la humanidad’: “A me-
de los tropos centrales de las conferencias y trabajos dida que la humanidad avanza retrocede la teoría de las
de Luis López de Mesa. En el mismo sentido, Beja- razas […]” (p 231).
rano considera que incluso desde la Colonia ha sido
enorme la ‘variedad de las razas’: Bejarano cuestiona igualmente los efectos negativos
derivados de las distinciones raciales, ya que “[…] este
Cuando la época de la Colonia, esa variedad de razas, concepto personal de los caracteres que se asignan a
era ya enorme: hubo así la raza española y sus varie- una raza, es el que ha hecho que sobre la superficie
dades; la indígena y sus variedades; la negra africana; de la tierra se extienda, como un velo trágico, el odio
la mestiza de españoles e indios, las diversas razas entre ellas y la división entre los mismos hombres” (p
de indígenas provenientes de su fusión; la ‘zamba’, 231). Cita la obra de Gobineau como el fundamento
producto del cruzamiento entre indios y negros, y para “[…] un himno entusiasta a favor de las razas lla-
la ‘mulata’ derivada de blancos y negros. (p. 193). madas superiores, y de una despiadada condenación
de las llamadas inferiores” (p. 232), y como el origen
Como es claro ya en este momento del análisis, los del “[…] falso e inhumano postulado de Nieztsche,
diferentes autores examinados utilizan la palabra ‘raza’ ‘los débiles no tienen derecho a la vida’” (p. 232). Le
con mayor o menor frecuencia en sus conferencias y atribuye a esta concepción de supuestas ‘razas supe-
escritos. Ahora bien, Bejarano es el único que, a pesar riores’ lo que desde las categorías contemporáneas se
de que usa regularmente la palabra, cuestiona la perti- consideran paradigmáticas expresiones de la discrimi-
nencia del concepto y las implicaciones de su utiliza- nación racial:
ción. En primer lugar, citando la autoridad de expertos
en diferentes áreas del conocimiento cuestiona que Esta [es] la causa de que en la vieja Europa se vean per-
‘raza’ tenga alguna utilidad, además de otras razones, seguidos pueblos a quienes se les ha lanzado el estigma
porque no se puede establecer una correspondencia de la inferioridad; éste el móvil principal del rechazo de
entre las clasificaciones raciales y una demarcación una raza —que como la del lejano Oriente, dio una dura
en la ‘Naturaleza’: “Biólogos y sociólogos muy connota- lección de patriotismo y de victoria al viejo pueblo ruso,
dos; naturistas de todos los tiempos, llegan a la acorde carcomido y tambaleante; éste el primum movens, de
conclusión que así como es difícil y casi sobrehumano, que el rubio americano se sienta humillado y denigrado
dar a la palabra ‘raza’ su verdadera acepción, así tam- cuando el hombre negro se codea con él; ésta la reivindi-
bién es de imposible y subjetivo llegar a clasificacio- cación del derecho de los alemanes y turcos para asolar
nes a las cuales no corresponde ninguna demarcación a pueblos que consideran como culpables de no querer
en la Naturaleza […] (p. 231). Además, a pesar de la disolverse en sus principios de constitución y poderío.
diferencia de orígenes, los ‘componentes de un pueblo’ Y llegando hasta nosotros quién no ve en esa asignada
terminan asemejándose por influencia de múltiples diferencia étnica, la causa de la osadía yanqui? (p. 232).
factores:
Este tipo de pronunciamientos y críticas son relevantes
Refugiados sobre la misma tierra, encadenados por en tanto nos invitan a examinar con mayor cuidado las
intereses comunes, ligados por uniones de sangre y de tensiones en el pensamiento racial de la época encarnado
familia; evolucionando bajo la influencia del mismo por la elite intelectual y política.
medio psíquico y moral; expuestos y condenados a
sufrir la misma impresión de tántas condiciones de Otro de los puntos de las diferentes articulaciones
herencia y de formación de su tipo fisiológico, inte- del pensamiento racial en los autores que se han exa-
lectual y moral, los componentes de un pueblo, expre- minado estaba definido por la relación entre ‘raza’ y
sión puramente abstracta, acaban por asemejarse, ‘entorno’. De los materiales hasta ahora comentados
a despecho de la diversidad de sus orígenes (p. 231). se evidencia la amplia circulación del supuesto de
que existían estrechas relaciones entre ‘zona’ (‘geo-
Así, las distinciones argumentadas por la ‘teoría de las grafía’, ‘medio físico’, ‘ambiente natural’ o ‘clima’) y
razas’ han desaparecido ante el cruzamiento: “Gracias ‘sangre’ o ‘raza’. No obstante, se pueden identificar

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diferencias en la forma como entendían esta relación mente favorables a las condiciones de la vida animal”
y sus implicaciones. Jiménez establecía una relación (Torres Umaña, 1920, p. 177).
determinante: las diferentes ‘razas’ eran la simple y
directa expresión de las condiciones exteriores, de la Ahora bien, donde parecían confluir los diferentes au-
influencia diferencial de las ‘zonas’ o ‘climas’ sobre la tores era en los preceptos del lamarkismo, es decir, que
‘naturaleza humana’. Más aún, la causa radical de la los caracteres adquiridos por un individuo mediante
‘degeneración’ de la ‘raza’ en Colombia era la influen- el uso o atrofia de un órgano podrían ser heredados
cia negativa de la zona del trópico sobre la población. por sus descendientes14. Torres Umaña afirmaba, por
Ahora bien, no todo estaba perdido. Para Jiménez las ejemplo: “[…] si se heredan los caracteres adquiridos
características adquiridas que mostraban un decli- en sentido desfavorable, con mayor razón los que son
namiento de las ‘razas’ por influencia de condiciones fruto de un restrablecimiento en virtud de la fuerza
externas nocivas eran susceptibles de revertirse en el biológica […]” (1920, p. 178). Bejarano invocaba, in-
curso de unas cuantas generaciones mediante un ade- cluso, la conocida tesis lamarkiana de que la función
cuado cruzamiento. De ahí su clamor por medidas de crea el órgano como una ley de la fisiología: “Si en el
inmigración que introdujeran cuantiosas y adecuados crecimiento y desarrollo del organismo entran factores
contingentes de ‘sangre blanca’ de ciertas regiones de profundamente decisivos como el clima, altura o nivel
Europa. del mar, frío o calor, esos mismos factores influencian
con mayor razón las funciones del organismo, ya que
Bejarano, en cambio, consideraba más flexible la re- es ley de fisiología, que la función crea el órgano y que
lación entre el ‘medio’ y las ‘raza’. El propone más el funcionamiento de éste depende de factores como el
la noción de ‘adaptación’ constante y menos la de medio ambiente” (1920, p. 209).
degeneración (1920, p. 194). En contra de Jiménez,
Bejarano argumenta que el hombre es un ser ‘cosmo- En los textos examinados de la época, ‘raza’ es una pa-
polita por naturaleza’ (p. 206), por lo que las ‘razas labra que estaba en la pluma y en la boca de todos. No
nativas’ de los continentes africano y americano no obstante, los sentidos y alcances de una palabra relati-
deben considerarse como ‘desformaciones’ de un tipo vamente omnipresente son bastante brumosos. Un mo-
originario ante la violencia extrema de condiciones jón de partida claro es que se puede afirmar que para
externas adversas, sino que son exitosas adaptacio- los diferentes autores ‘raza’ se refería a algunos rasgos
nes. En este ‘medio’ distingue entre ‘orgánico’, ‘social’ somáticos observables, donde el color de la piel era cru-
y ‘fisico’. El ‘clima’ hace parte de este último, por lo cial. Bejarano, por ejemplo, escribía un pasaje como el
que el ‘medio’ no se puede reducir al ‘clima’12. Esto siguiente:
significa que el medio en sí mismo está moldeado por
las acciones humanas y no es sólo una variable prede- Las discordancias claras y precisas halladas entre el
finida que troquela simplemente la ‘raza’. Más cerca- color y la talla, hacen aceptar la existencia de razas
nos a las posiciones de Bejarano que a las de Jiménez, indígenas muy distintas […] [E]n el Perú se encontró
para otros conferencistas como, por ejemplo, Calixto una raza indígena enteramente blanca, y entre los cari-
Torres Umaña (1920) 13, la influencia del medio físico bes una negra, así en nuestro suelo, antes de la fusión
no era absoluta, ya que el ‘hombre’ está en capacidad del europeo con el indio y con el negro, había tribus
de transformarlo para suprimir o atenuar sus influen- rojas, rojizas, bonceadas, cobrizas, amarillo mate,
cias desfavorables: “Es una verdad no desmentida que pardo, casi negras y aun blanquecinas (pp. 192-193).
el trópico ejerce una acción deletérea sobre las razas
humanas como sobre muchas especies animales. Pero Algo parecido había anotado López de Mesa en un pasaje
es también un hecho demostrado por la experiencia comentado unos párrafos antes. Cabe subrayar no sólo
que la inteligencia del hombre dispone de medios in- que se consideraba como un hecho la existencia de dife-
falibles para hacer de los trópicos regiones absoluta- rentes ‘razas indígenas’ siguiendo criterios como el color y
la talla, sino también que el color blanco o negro de una
‘raza’ no era exclusivo de Europa o África, respectivamen-
12 La definición de clima que considera que se ha mantenido por te. Esto amerita ser subrayado ya que se tienden a consi-
siglos se la atribuye a Hipócrates: “el conjunto de las condiciones derar ciertas correlaciones entre color y continentes que,
físicas de una localidad en sus relaciones con los seres organiza-
dos” (Bejarano, 1920, p. 207).
13 Médico, fisiólogo y reconocido pediatra, rector de la Universidad
Nacional. Padre del conocido cura guerrillero colombiano Camilo 14 Para ampliar estos preceptos en el contexto de América Latina
Torres Restrepo. ver el conocido trabajo de Stepan (1991).

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por lo menos en estos pasajes, son puestos en cuestión. de este texto16. No obstante, en aras de ilustrar cómo
La diferencia en color y talla de las razas en lo referente a ciertas características corporales aparecían conjunta-
estos rasgos observados en los cuerpos, se atribuyen para mente con rasgos de carácter, morales, o, incluso, espe-
Bejarano a “factores de orden climatérico” (p. 192). Fac- cíficas relaciones sociales, podrían transcribirse pasajes
tores externos, entonces, explicarían a sus ojos la diferen- como el siguiente:
cia de estas ‘razas’15.
En Antioquia la raza ha evolucionado hasta la más
Como es claro en los pasajes ya comentados a lo largo profunda divergencia social y política con el resto de
de este artículo, la noción de ‘raza’ no sólo apuntaba la República. La familia y el Gobierno son formacio-
a ciertos atributos somáticos como el ‘color’ o la ‘ta- nes suyas muy especiales […] lo mismo que el carác-
lla’, sino también a rasgos ‘morales’, ‘intelectuales’ y ter individual de sus pobladores. Tienen una fisono-
psíquicos, entre otros. Así, por ejemplo, para autores mía angulosa, plegada y recia, severa y varonil, sobre
como Luis López de Mesa cada una de las razas poseía una contextura general alta, fuerte, nervuda y un
una suerte de ‘psicología’, una serie de características poco pesada al andar (López de Mesa, 1920, p. 85).
mentales que las diferenciaba entre sí. Aunque fuese
hereditaria o aprendida en la socialización temprana Igualmente, vasta recordar las descripciones de Jiménez
(punto que no específica), esta psicología comprendía sobre los dos aspectos de la degeneración (físico y psíqui-
experiencias históricas colectivas: “La psicología de la co) de la ‘raza’ o los caracteres atribuidos a los contingen-
raza aborigen fue determinada por sus condiciones de tes de ‘raza’ europea, que con su inmigración se consti-
larga sumisión y padecimientos dentro de una índole tuían en el remedio radical.
peculiar suya” (1912, p. 92). Estas diferencias en ‘psi-
cológicas’ entre los ‘grupos raciales’ no eran el resul- Algunos autores argumentaban, incluso, que las ra-
tado tampoco de las variaciones en el clima, como un zas poseían un ‘alma’. Esto suponía algo diferente de
burdo determinismo pudiera argumentar: la ‘sangre’, pero que se encontraba estrechamente
imbricada a ésta. López de Mesa escribía: “Vosotros
Es verdad que el clima frío de la altiplanicie pre- habéis abierto una inquisición sobre la raza como san-
dispone al recogimiento; verdad es que el ardor del gre; yo la he extendido a la raza como espíritu también
trópico comunica a la sangre precoces apetitos y saca y como nacionalidad” (1920, p. 188). En un pasaje
al hombre de su techo y de su yo; que el agro andino anterior, recordando una anécdota en la cual “[…] un
exige perseverante amor para rendir sus dones, y que simpático negro de mis montañas, muy culto y muy
el río y el mar invitan a peregrinar y a vivir efusiva- ladino”, afirmaba que “‘Nosotros los representantes
mente. Páreseme, sin embargo, que estas influen- de la raza latina’[…]”, López de Mesa reflexiona so-
cias no crean la índole de aquellos grupos raciales, bre la verdad de tal afirmación y descarta la burla que
sino que a estas se añaden para exaltarlas más aún pudiera suscitar “la antítesis que él mismo [el sim-
(López de Mesa, 1934, p. 8). pático, muy culto y ladino negro] planteaba” puesto
que “[…] el alma de las razas está en su lengua” (Ló-
Como se desprende de las trascripciones de los textos pez de Mesa, 1920, p. 99). De ahí que el idioma esté
sobre las imágenes del ‘negro’, los diferentes autores estrechamente asociado al ‘espíritu de las razas’ que
atribuían ciertos rasgos ‘morales’ e ‘intelectuales’ a esta constituyen la nación y sea objeto de mayor atención:
‘raza’. Igualmente lo hacían para otras ‘razas’ definiendo “[…] las naciones más avanzadas cuidan de su idio-
unas caracterizaciones que trascendían rasgos de color ma, como exponente cultural, como contingente del
y talla de los cuerpos. Una de las que más visibilidad espíritu de sus razas y de la modalidad nacional que
adquiría en los diferentes escritos es la ‘raza antioque- las informa, diferencia y guía, y como vehículo inapre-
ña’, para la cual se destinaban las más diversas apolo- ciable de sus propias ideas, carácter y sentimientos”
gías, apareciendo como el paradigma del progreso, de la (López de Mesa, 1920, p. 97).
moralidad y del deber ser. Detenerme en el examen del
discurso racial del antioqueño escapa a los propósitos Es relevante anotar que cuando se habla del ‘alma’ de
las ‘razas’ no se establece una necesaria correspon-
dencia con ciertos rasgos de los cuerpos como el co-
15 En este punto parecía coincidir con Jiménez (1920, pp. 350-351),
quien no sólo derivaba las ‘razas’ de las influencias negativas o
positivas de las diferentes ‘zonas’, sino que atribuía las diferencias 16 Para un estudio de las imágenes de las articulaciones raciales de
en la pigmentación entre ellas a ciertos tipos de rayos solares. los ‘antioqueños’ ver Appelbaum (2003).

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lor. Laureano Gómez se refería igualmente a eso del fundamental, ni la conquista de una civilización inde-
‘alma de las razas’, cuestión que para él comprendía pendiente y autóctona” ([1928] 1970, p. 49). Desde
un ámbito misterioso e incierto en la ‘psicologia de las su perspectiva, existirían diferencias en la constitución
colectividades’: misma de las ‘razas’ que las perfilarían o no como ca-
paces del establecimiento de una cultura fundamental.
Nadie puede explicarse el alma de las razas, pues todo Para referir a una cita ya comentada de López de Mesa
es misterioso e incierto en la psicología de las colecti- (1927, p. 12) que apunta en la misma dirección, el tér-
vidades. A pesar de ser esto así, puede percibirse que mino de ‘culturas inferiores’ (‘sangres empobrecidas’)
en cada pueblo hay un rasgo característico, que aunque se asocia a la ‘mezcla’ del ‘elemento africano’ con los
enigmático, es persistente, arranca del pasado y sub- indígenas de la Cordillera Oriental.
sistirá en el futuro a través de las peregrinaciones de
la sangre y del espíritu (Gómez, [1928] 1970, p. 41). En los diferentes textos se pueden identificar otras aso-
ciaciones de la palabra de ‘cultura’. Por ejemplo, en un
Nótese la sustitución de ‘raza’ por ‘pueblo’ y la asociación pasaje en particular López de Mesa parece entender
de ‘sangre’ y ‘espíritu’, así como el hecho de que cada raza cultura como un componente de la civilización, como
poseería como rasgo distintivo, un ‘alma’ entendida como su ‘parte especulativa’, que se diferencia del progreso
psicología de las colectividades. material y hacia la cual se encuentra más inclinado el
‘mestizo’17. Este mismo autor, al describir al indígena
Las relaciones entre ‘raza’ y ‘cultura’ son aún más compli- del altiplano recurre a la noción de ‘cultura en profun-
cadas de discernir. La palabra ‘cultura’ aparece con tan di- didad’ para dar cuenta de una serie de actitudes y ca-
versos sentidos y articulaciones como la de ‘raza’, aunque racterísticas “[…] de una raza que mira principalmente
se la menciona escasamente. A diferencia de la omnipre- hacia adentro, de una raza que tiende a una cultura
sente palabra de ‘raza’, la de ‘cultura’ se halla en pocas en profundidad” (López de Mesa, 1934, p. 8). En la
ocasiones. No obstante, esto no hace que sean más claros misma dirección, en una de sus conferencias López
ni unívocos sus referentes y menos, incluso, cuando se de Mesa hablaba de ‘cultura mental’, para referirse a
la piensa en relación con la de ‘raza’. En varios de los la ‘raza indígena’, cultura que era considerada por él
fragmentos trascritos hasta ahora ha aparecido la relación como limitada por las dificultades económicas a las
entre ‘raza’ y ‘cultura’ en el sentido otorgado por Jiménez que dicha raza se encontraba sometida: “[…] las difi-
de incapacidad de las razas nativas de África y las del cultades económicas de la raza indígena no permiten
continente Americano de producir o incluso asimilar las la cultura mental sino hasta cierto límite” (López de
‘altas formas de cultura’ que asocia a los europeos: “Todos Mesa, 1920, p. 93).
estos productos son aptos, sin duda, para habitar sus res-
pectivos climas y para sufrir las inclemencias naturales, Estos planteamientos de la ‘raza’ como alma o de su
pero se han mostrado, hasta hoy, incapaces de producir, relación con la ‘cultura’ introduce un registro que se
ni de asimilar tan solo, las altas formas de cultura huma- distancia de una restricción de la noción de raza a un
na” (1920, p. 47). ámbito estrictamente ‘biológico’. Parece estar en co-
rrespondencia con aquello que han indicado distintos
De ahí que Jiménez establezca una clara jerarquía académicos para América Latina. Marisol de la Cade-
asociada a la relación entre ‘raza’ y ‘cultura’: “Parece na (2004) ha insistido sobre este punto mostrando con
demostrado que las razas superiores, aquellas que es- sus trabajos centrados en el Perú que la ‘raza’ es articu-
tán llamadas a una cultura intensa no pueden hallar lada apelando a la ‘cultura’. En el mismo sentido, Peter
aclimatación ni son capaces de florecimiento sino en Wade (2003, p. 271) sostiene que para América Lati-
las zonas templadas, bajo el trópico, decaen y desapa- na no se pueden limitar las clasificaciones raciales a
recen en breve […]” (p. 33). La idea de que existan criterios estrictamente biológicos, pues a menudo son
unas ‘altas formas de cultura’ o una ‘cultura intensa’ criterios de orden cultural los que constituyen estas
supone que hay unas no tan altas (o bajas) formas de clasificaciones.
cultura o unas culturas no tan intensas. Sin embargo,
estos términos no son explícitamente planteados por
Jiménez. Laureano Gómez también establece un argu-
mento parecido: “[…] ni por el origen español, ni por
las influencias africana y americana, es la nuestra una 17 “[…] con relación a la civilización […] el mestizo parece más
raza privilegiada para el establecimiento de una cultura inclinado a la parte especulativa de ella, digamos a la cultura,
mientras el mulato al progreso material” (p. 27).

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Imágenes del “negro” y nociones de raza en Colombia a principios del siglo XX
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dossier

A MODO DE CONCLUSIÓN ante la degeneración de la ‘raza’), mientras que para


otros (Bejarano y López de Mesa) las intervenciones
Las imágenes sobre el ‘negro’ identificadas en los tex- sobre las diferentes poblaciones remitían más a aspec-
tos examinados se inscribían en una clara geografía tos de higiene y educación. El ‘mestizo’ (en el sentido
y jerarquía (moral e intelectual) de las razas. Uno de más amplio de la palabra), sin embargo, no era objeto
los supuestos compartidos es el establecimiento de de consenso: mientras que unos consistía en condición
una ineluctable ‘geografía de las razas’ que suponía de posibilidad de la democracia (Bejarano), para otros
correlaciones entre las características de ciertos luga- (Laureano y Jiménez) explicaba la inestabilidad políti-
res (zonas, climas, medio físico, ambiente natural) y ca de los países donde predominaban, sobre todo si el
las disposiciones de determinados conglomerados ra- ‘componente africano’ era el más marcado.
cializados. Las tierras bajas, el clima tropical o, sim-
plemente, el trópico operaban como indicadores del A pesar de la ubicuidad de la palabra ‘raza’, en gran
lugar (geográfico y de cercanía a la naturaleza) del parte de los textos examinados, se puede apreciar la
‘negro’. heterogeneidad de sus sentidos y algunas contradic-
ciones entre este puñado de intelectuales. Aunque se
El ‘negro’ se lo representa así desde un pensamiento dan utilizaciones del término de raza como sinónimo
racial que lo asocia a unas áreas y condiciones geográ- de ‘pueblo’ colombiano, en general los autores esta-
ficas más que a otras. Como consecuencia de su propia blecían una distinción de tres razas al menos (sangres
‘naturaleza’, puede habitarlas y prosperar allí. Áreas y o troncos étnicos, entre otras categorías) como cons-
condiciones que se imaginan distantes —cuando no titutivas en el proceso histórico de la formación po-
contrarias— al dominio de cuerpos, subjetividades y blacional del país, pero también de una diferente dis-
espacios considerados propios de la civilización y el tribución geográfica. En los materiales examinados la
progreso. El ‘negro’ es situado en una mayor cercanía ‘raza’ es más problemática y menos homogéneamente
a la naturaleza, la animalidad pasional, la infantilidad definida de lo que a veces tiende a pensarse, debido
y al pasado y, por tanto, en un lugar contrapuesto a la a la autoridad de los discursos de ‘medicalización’ de
civilización, madurez y progreso. Así, las imágenes del la sociedad y de lo que se conoce como el ‘racismo
‘negro’ se organizan en un contraste entre civilización científico’. Algunos autores, por ejemplo Bejarano,
y naturaleza. Más cercano a la naturaleza —en las zo- mostraron, incluso, su inconformidad con algunos de
nas climáticas más opuestas al avance de la civiliza- los supuestos del pensamiento ‘racial’ predominante
ción y sin dominio sobre sus pasiones— se imagina y sus supuestos sobre la influencia del medio en las
al ‘negro’ como una antitesis de la civilización. Desde poblaciones humanas. Cabe destacar que los autores
esta serie de premisas, la inestabilidad y el tutelaje examinados operan categorías de ‘raza’ que no se cir-
político siguen ineluctablemente a la predominancia cunscriben a concepciones estrictamente biológicas.
demográfica del ‘negro’. De ahí que la ‘africanización’ Si bien la ‘raza’ refería en algunos aspectos a rasgos
u ‘oscurecimiento’ progresivo de sectores o del con- que podrían aparecer como ‘biológicos’, éstos no ago-
junto de la población colombiana constituía una razón taban sus sentidos ni de ellos se derivaban causal-
de angustia para estos intelectuales de elite. Repre- mente otros aspectos como lo ‘moral’, lo ‘intelectual’
sentaba trabas más o menos insoslayables en el futu- o lo ‘psicológico’ de las agrupaciones poblacionales
ro colectivo: en sus versiones extremas, la condena al racialmente desagregadas.
caos y a la inestabilidad política, al alejamiento de los
logros intelectuales, morales y del comportamiento de Uno de los puntos que llama la atención es que a pesar de
la civilización. las diferencias y desacuerdos sobre las nociones de ‘raza’
que pueden ser identificados en los autores examinados,
Las distinciones y jerarquía racializada de la pobla- existe un consenso sobre gran parte de las imágenes del
ción que atravesaba las imágenes del ‘negro’ marcaban ‘negro’. Esta confluencia debe ser entendida por la sedi-
igualmente cómo se consideraban los resultados de mentación e inercia de imágenes del ‘negro’, que se re-
los cruces de las razas. En general, la ‘mestización’ de montan a la Colonia y que continúan constituyendo hoy
‘negros’ e ‘indios’ con europeos o sus descendientes se nuestro pensamiento. Un análisis de las imágenes ‘prera-
los imaginaba como un mecanismo de ‘mejoramiento’ cializadas’ del ‘negro’ como las del temprano periodo co-
poblacional. Ahora bien, como lo ha argumentado San- lonial y ‘postracializadas’ (esto es, etnizadas) como las de
tiago Castro (2007), para algunos (Jiménez) consistía ciertas esferas del imaginario teórico y político contem-
en el mecanismo por antonomasia (la urgente medida poráneo mostraría en su real dimensión la especificidad

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agosto de 2007: Pp. 230. ISSN 0123-885X:
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del pensamiento racial propio de las primeras décadas del Segundo Volumen de Biblioteca de la Cultura. Bogotá: Im-
siglo XX. Obviamente, esta es una labor aún por desple- prenta Linotipos de El Espectador.
gar, de la cual este artículo busca ser un ejercicio inicial y
tentativo de algunos pasajes textuales pertinentes. 12. Jiménez López, M. (1920b). Novena conferencia. En: L.
López de Mesa (ed.), Los problemas de la raza en Colombia.
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