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SERVICIO NACIONAL DE APRENDIZAJE (SENA)

Curso Virtual:
Agricultura Ecológica: Fertilización, Suelos Y Cultivos

Actividad:
REFUERZO

Aprendiz
ERNESTO ANTONIO RAMIREZ JIMENEZ

Docente
JAIRO GIRALDO VALENCIA
Ingeniero Agrónomo, Magister en Desarrollo Rural

Fecha
Barrancas, La Guajira Abril 27 de 2018.
Unidad N°4.
Poblaciones asociadas a los cultivos
Actividad de refuerzo

A los agricultores les quedaron algunas dudas después de haber finalizado las actividades y
necesitan que usted se las resuelva, estas son:

1. ¿Por qué se recomienda el manejo preventivo de plagas en la agricultura?

2. ¿Por qué en Colombia la agricultura ecológica no es la primera opción de producción


agrícola?

3. ¿Será que el uso de semillas transgénicas es una buena alternativa para aumentar la
producción de especies agrícolas en nuestro país?

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1. ¿Por qué se recomienda el manejo preventivo de plagas en la agricultura?

Uno de los principales retos de la producción orgánica es el manejo adecuado de plagas y enfermedades. Muchas
plagas han elevado su nivel de incidencia y daño por prácticas culturales que incrementan su capacidad de
reproducción y distribución, como el monocultivo y la reducción de variabilidad genética. Este problema es
exacerbado por el excesivo uso de insecticidas que generan la aparición de plagas resistentes difíciles de
controlar.

El control biológico (CB) aparece ahora como una de las principales alternativas de solución; sin embargo, este
tipo de control, requiere entender las relaciones entre organismos y encontrar los enemigos naturales
adecuados para manejar correctamente una plaga.

La demanda de productos orgánicos, sobre todo de hortalizas frescas y procesadas se incrementa


continuamente, lo que permite a los productores orgánicos un mayor potencial de desarrollo económico, por lo
que hacemos énfasis en proteger las hortalizas mediante el manejo de plagas en la producción.

El problema de plagas en agricultura orgánica puede convertirse en la principal limitante de la producción,


además se enfrenta a serias limitaciones que se tienen para su manejo. La certificación y las normas orgánicas
fueron desarrolladas a partir de iniciativas de organizaciones privadas, no gubernamentales y basadas en la
participación voluntaria. Los gobiernos han establecido definiciones legales de “orgánico” e implementando
mecanismos de cumplimiento obligatorio. Como un ejemplo de ello, en México se publicó la ley de Productos
Orgánicos y actualmente se desarrollan foros de consulta nacionales para elaborar el reglamento
correspondiente. En la mayoría de los países, especialmente los industrializados, la certificación se ha vuelto
obligatoria para los operadores que etiqueten sus productos como “orgánicos”. Los acuerdos internacionales y
los requerimientos de acreditación tienen impacto ahora en los en los inspectores y en las agencias de
certificación.

Como puede verse, el manejo preventivo de plagas es absolutamente imprescindible si queremos tener una
agricultura libre de enfermedades y plagas y que a su vez sea competitiva en los nuevos mercados globalizados.

2. ¿Por qué en Colombia la agricultura ecológica no es la primera opción de producción agrícola?

La respuesta a esta pregunta tan paradójica es que en Colombia ha faltado compromiso político de todos los
actores involucrados en la violencia que ha vivido el país en los últimos 60 o 70 años donde los discursos políticos
han sido de polarización y sectarismo sin dar verdaderas soluciones para el desarrollo del sector agropecuario
verdadera vocación de Colombia.

“si el país decidiera impulsar la agricultura ecológica, varios de los conflictos que históricamente ha afrontado el
sector encontrarían soluciones, en especial, el que presenta la agroecología como una posibilidad para la paz”.
Tomás León Sicard, investigador del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA)

Recomiendo la lectura del artículo a continuación.

Colombia, el único país donde decrece la agricultura ecológica Nacional

26 May 2014 - 1:08 PM

Agencia de Noticias de la Universidad Nacional

Así lo indican datos del Instituto Suizo de Investigación en Agricultura Orgánica y la Federación Internacional de
Movimientos de Agricultura Orgánica.

Mientras Argentina, Brasil y Uruguay han incrementado el porcentaje de tierra destinado a actividades de
agroecología certificada, en Colombia, esta cifra es del 1% y 2% de la producción nacional, es decir, 50.000
hectáreas.

Según datos de un estudio realizado por los expertos Helga Willer y Lukas Kilcher y publicado por el Instituto
Suizo de Investigación en Agricultura Orgánica y la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura
Orgánica con sede en Alemania, en América Latina, 280.000 productores cultivaron 8,6 millones de hectáreas
de tierra de manera orgánica, en 2009, lo que equivale al 23% del porcentaje mundial y al 1,4% de la tierra
dedicada a labores agrícolas en el planeta.

Los principales países por hectáreas fueron Argentina (4,4 millones), Brasil (1,8 millones) y Uruguay (930.965),
mientras que la proporción más alta de tierras agrícolas ecológicas se reportó en las Islas Falkland/Malvinas
(35,7%), República Dominicana (8,3%) y Uruguay (6,3%).

Según el profesor Tomás León Sicard, investigador del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad
Nacional de Colombia, “si el país decidiera impulsar la agricultura ecológica, varios de los conflictos que
históricamente ha afrontado el sector encontrarían soluciones, en especial, el que presenta la agroecología
como una posibilidad para la paz”.

Para el profesor León, frente a los ambiciosos megaproyectos rurales, Colombia va perdiendo la discusión en
materia de agricultura ecológica, pues se desconocen sus diversas posibilidades.

Durante su intervención en la undécima sesión de la Cátedra Manuel Ancízar de la U.N., denominada “Transición
multifuncional del territorio rural”, el investigador destacó aspectos de la funcionalidad de la agroecología, más
allá de lo que tradicionalmente se conoce sobre ella, como la eliminación de plaguicidas y el aumento de la
biodiversidad.

Dentro de los aspectos menos conocidos, el experto mencionó que aumenta los límites planetarios para el uso
de la tierra, reconfigura el territorio, en términos de conectividad espacial y de ecología del paisaje y, finalmente,
favorece la interconexión del conocimiento mientras fortalece la innovación social.

El docente empezó su participación durante la cátedra respondiendo a la pregunta ¿qué es lo ambiental? Para
ello, se apoyó en los lineamientos de la escuela del maestro Augusto Ángel Maya, filósofo del pensamiento
ambiental latinoamericano, según los cuales, para comprender la relación ecosistema-cultura es importante
entender a la agricultura, no solamente desde aspectos como la producción tecnológica o el uso de insumos,
sino también desde factores económicos, sociales, políticos y simbólicos.

El invitado internacional de esta sesión fue el profesor Alfio Brandenberg, director del Posgrado en Sociología
Rural de la Universidad Federal de Paraná (Brasil), quien centró su intervención en mostrar cómo la agricultura
familiar está resultando clave para desarrollar diversos proyectos de agroecología.

Más allá de los aspectos centrados en la producción agrícola que se adelanta bajo estos parámetros, el profesor
brasileño destacó que “uno de los éxitos de esta labor es el trabajo en redes, donde nuevos actores de lo rural
se organizan de forma particular bajo un concepto de territorio”.

Otro de los participantes fue Julio Rodríguez Arrieta, productor agrícola de San Juan Nepomuceno (Bolívar),
perteneciente al proyecto Finca Montemariana, el cual es coordinado por la Fundación Red Desarrollo y Paz de
los Montes de María.

Dicho proyecto se basa en un modelo agroforestal que abarca un espacio de 1.123 hectáreas y que beneficia a
cerca de 1.000 ciudadanos del área rural de los Montes de María. La mayoría de ellos son campesinos que han
retornado luego de un proceso de desplazamiento que duró casi dos décadas.

Rodríguez explicó que en él se combina el conocimiento tradicional indígena con las prácticas tradicionales
rurales de su territorio. “Dicho modelo consiste en escoger los cultivos transitorios como maíz, yuca o ñame y
combinarlos con cultivos semipermanentes como el plátano y la producción de cítricos”, comentó.

Este procedimiento incentiva la relación empleo-ingreso, pues los cultivos transitorios ofrecen posibilidades de
ventas óptimas. Además, la cosecha de plátano aporta un alto porcentaje de ganancia y, en cinco años, los
cítricos fortalecerán la seguridad alimentaria y los ingresos económicos.

“Buscamos la autonomía y el empoderamiento para evitar volver a ser víctimas del desplazamiento forzado. Por
eso, el objetivo es recuperar el tejido social afectado durante más de 20 años por el conflicto armado que afrontó
la región. Queremos poner, no un pedazo de tierra más en manos de nuestros hijos, sino un espacio, un territorio
que puedan administrar para garantizar una mejor calidad de vida en el campo”, concluyó.
3. ¿Será que el uso de semillas transgénicas es una buena alternativa para aumentar la
producción de especies agrícolas en nuestro país?

A partir del 2002, el gobierno colombiano para reactivar el sector agrícola ha propuesto como estrategia
fundamental la introducción de cultivos transgénicos. Esta estrategia responde más a los intereses de una
industria que a los del país, desconociendo por completo que la crisis agrícola no sólo se debe al uso de una
determinada tecnología o al tipo de semillas, sino a la existencia de causas estructurales y políticas de tipo
económico y social.

Adicionalmente, las políticas de investigación y desarrollo del sector agropecuario se han orientado hacia la
promoción de sistemas de producción basados en modelos tipo revolución verde, los cuales históricamente han
tenido un fuerte impacto sobre los ecosistemas, la biodiversidad y la seguridad alimentaria. Estos modelos han
afectado notablemente a los sistemas de producción y las formas de vida campesina e indígena, puesto que no
están adaptados a las condiciones y requerimientos ambientales, socioeconómicos y productivos de las
poblaciones rurales del país. De esta manera, las políticas gubernamentales han in visibilizado y marginado las
formas de vida tradicionales que sustentan la cultura y economía campesinas.

Tras el fracaso de este modelo para salvar el sector agrícola, ahora el gobierno colombiano pretende, como uno
de los ejes centrales de su política agropecuaria, meterse de lleno en la tecnología de los transgénicos,
basándose en la falsa ilusión de que estas tecnologías van a solucionar la crisis agrícola del país. Al respecto, es
preocupante la visión distorsionada que posee el gobierno sobre las posibles soluciones a la profunda crisis
agrícola.

En países como Colombia, recientemente se ha desencadenado una fuerte presión de la industria biotecnológica
para que en el sector agrícola se asuma la apertura masiva a los cultivos transgénicos. Esta presión ha sido
notoria ante el Ministerio de Agricultura y el ICA, lo que se evidencia en la débil y laxa norma de Bioseguridad,
vigente desde 1998, para organismos transgénicos de uso agrícola y también se pone de presente por los
procedimientos irregulares para la liberación comercial de transgénicos en el país.

El país no sólo es centro de diversidad, sino también lugar de origen de muchos cultivos que sustentan la
agricultura y la alimentación mundial. El territorio nacional es centro de diversidad de cultivos como maíz, fríjol,
yuca, papa, tomate, arroz, caña de azúcar, algodón, ñame, frutales, entre otros.

Basado en los anteriores datos podemos decir que las semillas transgénicas no son solución para producir más
y mejor, lo que se necesita en Colombia son verdaderas políticas agrarias dirigidas a favorecer la producción
nacional a través de los pequeños agricultores quienes han sido los que han soportado la seguridad alimentaria
durante muchos años y que ahora están siendo desplazados por la tecnología de las transnacionales extranjeras
y los malos acuerdos de comercio.

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