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ESCUELA POLITÉCNICA NACIONAL

FUNDAMENTOS DE FÍSICA

MATERIA OSCURA

NOMBRE: JESSICA SISALEMA


PARALELO: GR-17
La materia oscura

Materia Oscura es el nombre con el que se designa a todo aquello que no puede ser visto ni
detectado en forma directa, pero que se hace evidente a través de su atracción gravitatoria
sobre otros cuerpos celestes. Actualmente, uno de los mayores desafíos para la astrofísica
moderna, es identificar a esta entidad omnipresente y misteriosa, que se hace sentir en
todas partes del Universo; para lo cual es importante un análisis histórico de los aspectos
que llevan al planteamiento de esta teoría.

Gravitación y Mecánica Newtoniana

La materia oscura trata de responder a


interrogantes relacionadas con la gravedad,
por lo que el estudio se remonta a 1666 con la
Ley de Gravitación Universal por parte de
Isaac Newton, la misma que menciona: “dos
cuerpos cualesquiera se atraen con una
fuerza directamente proporcional al
producto de sus masas e inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia que
los separa”, de la siguiente forma:

𝐺∗𝑀∗𝑚
𝐹= ;
𝑑2

donde G representa es la constante de gravitación universal, M y m son las masas (cantidad


de materia) que contiene cada uno de los cuerpos, y d la distancia entre ambos. Pero
además, Newton además estableció las leyes del movimiento (mecánica). Relacionando
estas dos leyes, se puede determinar el movimiento cualquier objeto por acción de la fuerza
de gravedad; uno de los casos más simples es el de un cuerpo en órbita circular alrededor
de otro. Las ecuaciones de Newton nos muestran que su velocidad orbital estará dada por:

𝐺∗𝑀
𝑉=√ ;
𝑑

De esta expresión se dice: “la velocidad orbital disminuye con la raíz cuadrada de la
distancia al cuerpo central y aumenta con la raíz cuadrada de la masa de éste”. Un ejemplo
claro lo encontramos en la Luna, que orbita
alrededor de la Tierra a una distancia de
384400 km, y con una velocidad de
aproximadamente 1 km/s (unos 3600
km/h). Estos datos, son conocidos por
mediciones y permiten determinar la masa
de la Tierra: unas 6x1021 toneladas.
Si se desearía conocer lo que sucediera si la luna orbitara alrededor de un planeta de mayor
masa, basta con ilustrar es caso de Io, uno de los satélites de Júpiter, que gira alrededor de
ese planeta a una distancia muy similar a la que separa a la Luna de nosotros. Io completa su
órbita en sólo 42 horas, a una velocidad de 62400 km/h, unas 17 veces más rápido que la
Luna. De allí podemos determinar que la masa de Júpiter es 318 veces superior a la de la
Tierra.

La relación establece: “a mayor masa del cuerpo central, mayor velocidad del satélite”.

Al considerar otro de los satélites de Júpiter, como Calisto que orbita unas 4 veces y media
más lejos que Io, nos encontramos con que su velocidad es de sólo 29400 km/h. Es decir,
para el mismo cuerpo central (Júpiter en nuestro ejemplo): “a mayor distancia, menor
velocidad”.

Estas comparaciones entre distancias y velocidades, a través de las leyes de Newton, nos
permiten fijar las masas de los objetos celestes, cuya valor es fundamental, ya que, por
ejemplo, la evolución de una estrella está determinada desde el instante mismo de su
nacimiento por la cantidad de materia que
contiene, es decir, por su masa. Y a gran
escala, el destino de todo el Universo
dependería de cuál es su masa total: un
Universo poco denso se expandiría para
siempre, mientras que si la masa por unidad
de volumen fuera mayor que un valor crítico,
podría en algún momento frenar su expansión
para, al cabo de miles de millones de años,
volver a colapsar en una gran implosión.

Conocimiento de la materia oscura

A mediados del siglo XIX surge por primera vez la necesidad de definir la "materia oscura".
El inglés John C. Adams y el francés Urbain Le Verrier, trabajando por separado, notan que
el movimiento del planeta Urano no obedece perfectamente las leyes de Newton. Pero en
lugar de suponer que éstas fallaban, sospecharon la existencia de un planeta nunca visto
hasta entonces, capaz de "perturbar" el movimiento de Urano con su atracción gravitatoria.
Luego de calcular la posición del hipotético planeta, la noche del 23 de septiembre de 1846,
el alemán Johann G. Galle junto al entonces estudiante Louis d'Arrest pudieron observarlo
con un telescopio en las coordenadas indicadas por Le Verrier. Neptuno, el octavo planeta,
es descubierto luego ser haber sido durante un tiempo una masa invisible.

Durante la misma época, Friedrich Bessel distingue que Sirio, la estrella más brillante de
nuestro cielo nocturno, se mueve siguiendo un camino sinuoso, como si algo tironeara de
ella. Recién en 1862, Alvan Clark logra detectar una estrellita compañera de Sirio, 11500
veces más débil que ésta, aunque de masa no mucho menor. Ambas estrellas orbitan una
alrededor de la otra. Mas no todos son éxitos. Le Verrier, luego del descubrimiento de
Neptuno, propone en 1860 la existencia de otro planeta entre el Sol y Mercurio, bautizado
como Vulcano, para explicar las variaciones de la órbita
de éste ultimo. En 1916, el movimiento anómalo de
Mercurio quedó explicado con la Relatividad General
de Albert Einstein: Mercurio está muy cerca de la
enorme masa del Sol y por eso la gravitación
newtoniana no es exacta.

Materia faltante

En el siglo XX, cuando distintas observaciones astronómicas comienzan a sugerir que hay
mucha más materia en el Universo de la que podemos detectar directamente, es entonces
que el problema puede ser plantado con claridad.

En 1932, el holandés Jan Oort nota que las estrellas de nuestra galaxia, se mueven más
rápido de lo que deberían, por lo que concluye que la masa "real" de nuestra galaxia sería el
doble de la que estamos viendo. Pocos años después, se obtienen resultados similares
estudiando la rotación de una galaxia vecina, Messier 31, la gran espiral de Andrómeda.

Casi al mismo tiempo, el astrónomo Franz Zwicky mide las velocidades y los brillos de
galaxias en el Cúmulo de Coma. Encuentra velocidades demasiado altas y, adelantándose a
su época, postula la existencia de grandes cantidades de "masa faltante", que superaría a la
materia visible en una proporción de 50 a 1. Este resultado no recibe demasiada atención en
su momento, pero hacia el último cuarto del siglo XX ya se hace evidente que cada vez que
se intenta medir la masa de galaxias o grupos de galaxias utilizando la ley de gravitación, se
obtienen valores muy superiores a los que surgen de toda la materia visible en forma de
estrellas, gas y polvo. Y esto ocurre para todo tipo de galaxias, tanto espirales como
elípticas, normales o enanas, y la masa "oscura" puede ser hasta 200 veces mayor que la
"visible".

Pero los errores no se pueden descartar, se trata de medir con precisión las propiedades de
galaxias a millones de años luz de distancia. Es suficiente pensar que la luz que nos llega de
una galaxia típica no muy distante puede ser unas 10000 veces menos intensa que la
estrella más débil visible a ojo desnudo, y eso tiene que alcanzar para deducir todas sus
propiedades: distancia, luminosidad, masa, composición química, etc. Recientemente, un
grupo de científicos del Observatorio Astronómico de La Plata, liderados por el Dr. Juan C.
Forte, determinaron que la luminosidad de NGC 1399, una galaxia muy estudiada, es en
realidad entre dos y tres veces mayor que lo normalmente aceptado. Resultados similares
en muchas otras galaxias y cúmulos reducirían sensiblemente la cantidad de materia oscura
necesaria para que cierren las cuentas.

Como muchos otros términos científicos actuales (gran explosión, supercuerdas, agujeros
negros) el nombre de "materia oscura" es llamativo pero puede conducirnos a
interpretaciones erróneas si lo tomamos textualmente. Es bien sabido que en nuestra
galaxia existen enormes nubes de polvo interestelar, que bloquean la luz de las estrellas
formando regiones oscuras. Pero esto no es "materia oscura". De hecho, detectamos al
polvo justamente por el modo en que afecta a la luz de las estrellas. Además, si bien el
polvo es opaco observado en luz "visible" (con un telescopio óptico, digamos), aparece
brillante en imágenes infrarrojas tomadas desde satélites artificiales.

Tampoco hablar de "materia invisible" sería correcto. Por ejemplo, el gas interestelar
(mayormente hidrógeno neutro) es invisible a nuestros ojos (y a los telescopios ópticos),
pero emite ondas de radio detectables con radiotelescopios. Hoy en día ya no estamos
limitados a la estrecha ventana de la "luz visible". Disponemos de todo tipo de
instrumentos, tanto en tierra como en el espacio, capaces de detectar materia que emita
desde ondas de radio hasta rayos gamma. Así y todo, seguiría faltando masa para explicar
los movimientos de estrellas y galaxias, por lo que el nombre original de "masa faltante"
parecería el más adecuado.

En todo caso, la expresión "materia oscura" hace referencia al sentido más amplio del
término, es decir, no limitándonos a la luz visible sino abarcando todos los tipos de
radiación electromagnética.

Energía y materia oscura

En cuanto a qué es esta materia oscura o faltante, se presentan dos opciones básicamente
distintas, aunque no excluyentes entre sí:

a) Está constituida por materia común y corriente, pero en formas que aún no podemos
detectar.

b) Es algún tipo de materia no convencional, que no emite ni absorbe luz, ni ninguna otra
radiación detectable.

Para el primer caso hay muchas posibilidades,


y varios grupos de investigadores en todo el
mundo están realizando campañas intensas
para encontrarlos. Con detectores infrarrojos
se han descubierto enanas marrones,
demasiado grandes para ser planetas, pero
demasiado chicas para brillar como estrellas.
El telescopio espacial Hubble permitió
también descubrir numerosas enanas blancas
(un tipo de "cadáveres estelares") y enanas
rojas (verdaderas estrellas pero mucho más débiles que el Sol) antes indetectables. Además
de estrellas enanas de todos los colores, otros relevamientos con distintas técnicas están
revelando materia en toda una variedad de formas antes nunca "vistas", pero el resultado
parece indicar que su masa sumada sería aun insuficiente para dar cuenta de toda la materia
oscura.

La segunda opción involucra un problema adicional. Cuando dejamos atrás las galaxias y
cúmulos de galaxias para evaluar globalmente al Universo, las teorías cosmológicas más
aceptadas no encajan ni de casualidad con la densidad de materia observada. Intentando
arreglar esto, se sugiere que sólo estaríamos viendo, como máximo, el 1% de toda la masa
del Universo. De no ser así, no hay forma de explicar las propiedades actuales de éste. Peor
aún, solo una pequeña fracción de toda la masa del Universo estaría en forma de materia
ordinaria (estrellas y sus remanentes, gas y polvo, planetas). Para el resto se postulan todo
tipo de candidatos: neutrinos, axiones, monopolos, cuerdas cósmicas, racimos de quarks, y
una larga lista de entidades exóticas, la mayoría de ellas pobremente conocidas o apenas
imaginadas. Por tratarse de materia no
convencional, que no absorbe y emite radiación
electromagnética (luz, ondas de radio, etc.) como
la materia "normal", su detección parece fuera de
nuestro alcance por el momento, aunque
podríamos acotar los candidatos con mejores
teorías de formación y evolución de galaxias.

El hecho es que tanto astrofísicos teóricos como


observadores parecen converger en una
conclusión perturbadora: la mayor parte de la
masa del Universo no se puede ver, y, lo que es peor, ni siquiera se sabría de qué está
compuesta. Para complicar aún más las cosas, en los últimos años ha resucitado la
constante cosmológica, un término que Einstein había agregado a sus ecuaciones y luego
desechó, porque no parecía tener ningún sentido físico. Esta constante implica una fuerza
repulsiva, de origen desconocido, capaz de acelerar la expansión del Universo
(independientemente de cuál es su densidad), y las últimas mediciones de supernovas
lejanas parecen justamente indicar una aceleración. Debido a la relación entre energía y
masa establecida por la teoría de la relatividad, esta fuerza, ya sea que provenga de la
constante cosmológica o de otro origen, jugaría un papel similar al de la materia oscura. Por
ello recibe el nombre de "energía oscura".

Sin duda arrojar algo de luz sobre el enigma de la materia es uno de los desafíos científicos
más grandes para este siglo. Si bien es lógico pensar que las nuevas tecnologías permitirán
avanzar en la detección de otras variedades de materia oscura, nadie puede tener la certeza
del éxito.

Quizás el camino para aclarar este enigma sea continuar estudiando a las galaxias, cúmulos
de galaxias, supernovas y demás objetos celestes, a fin comprenderlos mejor y determinar
si realmente necesitamos tanta materia oscura como parece. Aunque por ahora parece
poco probable, nadie puede negar la posibilidad de que, en un futuro no muy lejano, se
hable nostálgicamente de la materia oscura como de un ingenioso invento que intentaba
cubrir algunas de las tantas cosas que ignoramos del sorprendente Universo en el que
vivimos.

Bibliografía:

 http://www.abc.es/ciencia/20150109/abci-numero-magico-marca-espacio-
201501091559.html
 http://astroverada.com/_/Main/T_darkmatter.html
 http://www.fcaglp.unlp.edu.ar/~scellone/SAC/Divul/MatOsc/MatOsc.html

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