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LOS CREADORES DE ADIDAS Y PUMA ERAN HERMANOS Y SE ODIABAN

Se enzarzaron toda su vida en una batalla comercial sin escrúpulos que se extendió a sus hijos y nietos.
Adolf (Adidas) y Rudolf Dassler (Puma) crearon dos emporios de calzado deportivo y patrocinaron a las
mejores estrellas del siglo XX. La periodista Barbara Smit reconstruye en un libro la historia de esta saga
alemana que llevó a sus empresas a la cima movida por el odio
Con idéntica saña se comportó su descendencia, hijos y nietos que heredaron el negocio y la
rivalidad, perpetuando una contienda doméstica que aún colea. Lo cuenta pormenorizadamente
la periodista holandesa Barbara Smit en el libro Hermanos de sangre (LID Editorial). La obra –
una mirada afilada y retrospectiva que indaga en el origen del deporte como espectáculo de
masas, patrocinio de sus grandes figuras y negocio mundial sin escrúpulos– husmea en archivos,
federaciones y vidas secundarias. Analiza la trastienda de dos marcas míticas que facturan miles
de millones de euros al año (10.000 en el caso de Adidas; 2.300 para Puma) y que hoy en día
cuentan con enjambres de jóvenes consumidores que se personifican con sus ídolos a través de
un atuendo que los estilistas llaman casual.

Desde las medallas berlinesas de Jesse Owens hasta los quiebros del blaugrana Lionel Messi,
Smit traza una desconocida historiografía del deporte y su inmenso poder para generar
toneladas de dinero, un folletín de despachos y vestuarios sin un ápice de misericordia. Sin
embargo, como en las épicas tragedias, el relato arranca plácidamente. Lo hace en
Herzogenaurach, un tranquilo rincón de Baviera, Alemania.

El calendario señalaba 1926. En el interior de la «Gerbüder Dassler Schuhfabrik» los hermanos


Adolf y Rudolf confeccionan zapatillas y pantuflas sin marca. También calzado con clavos para
los pocos temerarios que se dedican a eso de correr al aire libre. Buena calidad en los materiales,
sabia manufactura, resistencia extrema... Las bondades del calzado Dassler llegaron a oídos de
Josef Waitzer, entrenador del equipo alemán de atletismo. Con Adolf (más conocido como Adi)
en el papel de artista introvertido, y Rudolf como dicharachero relaciones públicas, la pareja no
tardó en colar sus productos en la villa olímpica en los Juegos de Berlín de 1936. Además, el
advenimiento del nazismo supuso una inyección económica, contemplando el deporte como el
espejo perfecto para mostrar al mundo la perfección aria. Pero fueron los Juegos de Jesse
Owens. Para disgusto de Hitler y su cineasta de cabecera Leni Riefensthal, el atleta negro se
colgó al cuello la gloria dorada cuatro veces por delante de muchachos rubios y de mirada azul.
La proeza contenía un secreto: Jesse calzaba unas zapatillas de clavos obra de Adi Dassler. La
compañía comenzaba a despegar de la mano –y los pies– de un liviano muchachito de Alabama.

Antagónicos en su manera de interpretar la vida y la empresa, Barbara Smit incide en que las
desavenencias entre Adolf y Rudolf se recrudecieron durante la II Guerra Mundial. Por orden del
III Reich, la factoría se reconvirtió en taller de tanques y repuestos de lanzamisiles. Adi se libró
de empuñar armas para hacerse cargo del bélico rumbo que había tomado su empresa. Rudolf,
convencido de la causa nazi y chivato de la SS, se unió a las tropas en Sajonia y desde allí escribió
una misiva a su hermano llena de afecto: «No dudaré en pedir el cierre de la fábrica para que
tengas que asumir una ocupación que te permita jugar a ser jefe y, como deportista de elite que
eres, tengas que llevar un arma».

Cisma familiar. Para colmo, el clima doméstico explotó al acabar la contienda. Tras un juicio
celebrado por los aliados para evaluar su nivel de compromiso con el nazismo, Adi salió
exonerado y pudo retener el control de la empresa. Con la derrota en la maleta y tras haber sido
prisionero de los americanos y denunciado por su propio hermano, Rudolf tuvo que emigrar,
con mujer y dos hijos, al otro lado del río Aurach para empezar de cero en una pequeña fábrica
en Würzburgerstrasse.

El lugar se emplazaba a pocos kilómetros, pero la reconciliación entre ellos distaba una galaxia.
La mitad de los empleados –los técnicos– se quedaron con Adi; la otra mitad –los de ventas– se
enrolaron con Rudolf. El río marcó la linde entre los adeptos de uno u otro hermano. De este
cisma nació la marca de calzado deportivo Puma en 1948, fundada por Rudolf. Un año después,
Adolf registró otra compañía para hacerle la competencia. Fundió en un solo nombre su
diminutivo y el comienzo de su apellido. Había nacido Adidas.

"La historia de Adidas y Puma es, en cierto sentido, la historia del capitalismo
tal y como lo conocemos hoy en día. Pero cuando profundizamos en el tema, lo
que realmente nos atrapó fue el fuerte tema emocional: el conflicto entre el
éxito personal y la cohesión familiar", aseguran Boss y Stennert en una
entrevista.
Adidas y Puma dejaron en ambos casos de ser negocios familiares. La casa de
las tres rayas compró a su competidor estadounidense Reebok y la marca del
felino pasó a ser propiedad del grupo francés Kering.
Hay quienes aseguran que no existe un amor igual al que dos hermanos pueden expresar. Sin
embargo, los hermanos alemanes Adolf y Rudolf Dassler protagonizaron una lucha encarnizada
y sin cuartel debido a la gran competencia que sentían para llevar sus marcas, Puma y Adidas, a
la cumbre.

La periodista holandesa Barbara Smit en el libro “Sneaker Wars” descubre el origen de dos de
las enseñas más importantes de la industria del calzado deportivo.

Corría el año de 1926 cuando los hermanos Adolf y Rudolf Dassler confeccionaban zapatillas y
pantuflas en su fábrica llamada “Gerbüder Dassler Schuhfabrik”. Aunque sus zapatos no tenían
marca, la calidad de los productos de los hermanos llegó a oídos de Josef Waitzer, entrenador
del equipo alemán de atletismo.

Los hermanos se complementaban muy bien: Adolf -cuyo apodo era Adi- era el artista
introvertido, mientras que Rudolf era un experto en las relaciones públicas. Gracias a esto, la
pareja no tardó en colocar sus productos en la villa olímpica de los Juegos de Berlín de 1936. Su
negocio se vio fortalecido con la instauración del nazismo en Alemania, pues se veía al deporte
como un método ideal para alcanzar la tan deseada “perfección aria”.

La Segunda Guerra Mundial enfrentó las ideologías de los hermanos ya que por órdenes de
Hitler, la fábrica de los Dassler se convirtió en un taller de repuestos de tanques y lanzamisiles.
Mientras que Adi se resistió a unirse al ejército, Rudolf decidió defender la causa nazi con las
tropas de Sajonia. Desde ahí, escribió una carta a su hermano en la que le advertía que pediría
el cierre de la fábrica para que pudiera portar un arma.

Al final de la guerra, y tras un juicio por parte de los Aliados para analizar su nivel de apego a la
ideología nazi, Adi pudo retener el control de su empresa. Por su parte, Rudolf tuvo que mudarse
a otra parte del pueblo con su familia para abrir una fábrica pequeña luego de ser denunciado
por su propio hermano como simpatizante de Hitler.
La mitad de los trabajadores, los vendedores, se fue con Rudolf, mientras que la otra mitad, los
diseñadores, se quedó en la fábrica de Adi. De este cisma nacieron dos grandes marcas: Puma
fundada en 1948 por Rudolf y Adidas, nacida de la mano de Adi en 1949.

Desde ese momento ambas marcas se enfrentarían en todo momento.

Adi y Rudolf Dassler.

La primera victoria de esta batalla se la llevó Adi en el Mundial de Suiza de 1954. Rudolf había
menospreciado al entrenador alemán Sepp Herberger, por lo que Adidas se adjudicó el contrato
para hacer tacos ajustables para el equipo nacional, diseñados especialmente para evitar
resbalones en caso de lluvia. Durante el partido contra la selección húngara una tormenta probó
la eficacia de los tenis y llevó a la victoria germana 3-2 sobre los magiares.

La rivalidad continuó con los hijos de los hermanos. Horst, el hijo mayor de Adi y heredero de
Adidas, se las ingenió para bloquear cargamentos de Puma y para vender exclusivamente sus
zapatos en la Villa Olímpica en México 68.

Por otro lado, Armin, hijo de Rudolf Dassler, se hizo un gran nombre cuando un muchacho
brasileño conocido como Pelé usó uno de sus modelos en el Mundial de México 70.

El 6 de septiembre de 1976 falleció Rudolf Dassler. El odio entre las familias era tan grande que
Adidas publicó una nota diciendo “Por razones de piedad humana, la familia Adolf Dassler no
hará comentario alguno sobre la muerte de Rudolf Dassler”.

Cuatro años después, Adi falleció y su tumba fue colocada lo más lejos posible de la de su
hermano. Para 1990, su compañía Adidas ya le pertenecía al empresario francés Bernard Tapie
y dos años después se declaró en quiebra. Tiempo después, Puma fue comprado por PPR, una
multinacional francesa. Ambas marcas serían relanzadas después para las nuevas generaciones
y se convertirían en símbolo de deporte y fidelidad de marca.

Irónicamente, el único miembro de la familia Dassler que sigue involucrado con las marcas es
Frank Dassler, nieto del fundador de Puma… y que trabajó para Adidas.

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