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La Convivencia Pacifica

La convivencia pacífica ciudadana está regulada por patrones culturales, tales como
los hábitos, normas de conducta y comportamientos éticos y morales que las
personas adquieren y practican en su vida diaria. También está regulada por la Ley.
Si no hubiera patrones establecidos que articulen cívica y legalmente dichas
actuaciones, las relaciones sociales serían de confrontación y no de cooperación.
Gracias a estos patrones y sus valores, la vida de los pueblos es más pacífica y
llevadera.

Sin embargo, estas normas no necesariamente son compartidas por todos los
grupos sociales. En italiano existe una palabra, Incivile , para referirse a las
personas cuyas conductas y falta de tolerancia son violatorias de la convivencia
ciudadana. La situación económica y social del país, sumada a las influencias
foráneas negativas, ha provocado un deterioro de los patrones de convivencia, con
comportamientos desviados de los estándares compartidos por las grandes
mayorías nacionales. Los medios publican más los comportamientos de los sectores
menos favorecidos económicamente que los de las clases pudientes.

Ninguna sociedad es homogénea. Pero casi siempre comparten modelos que son
transmitidos de una generación a otra, como parte importante de una herencia
cultural del grupo. De manera casi general, es a través de la educación que se
realiza esta transmisión generacional. Pero los cambios culturales son de gran
inercia. Cambiar conductas humanas toma mucho tiempo. Su restablecimiento, en
una sociedad más madura, es una tarea cultural que debe reforzar el tema del
civismo y educación en valores, en las escuelas y en todos los ámbitos de acción
de la sociedad. Por eso, solo teniendo consistencia y profundidad en la educación
cultural, sería viable transferir los modelos de conducta que viabilizan la convivencia
pacífica entre ciudadanos. Además, hay patrones culturales y reglas, escritas o no,
que se complementan entre sí y se concatenan unas con otras.

Las normas de la convivencia ciudadana proscriben el uso de la fuerza y conductas


impropias, que son las que más nos afectan y ponen en riesgo la seguridad colectiva
ciudadana. La creciente conducta de peleas y enfrentamientos entre estudiantes y
de ciudadanos entre sí, grabadas y puestas en Internet, demuestran el grado de
intolerancia y confrontación a que hemos llegado. Se dan frecuentes
manifestaciones y cierres violentos de calles, debidos a la inconformidad por
problemas de vieja data. Obviamente, muchas veces motivados por las hipocresías
de quienes no cumplen sus promesas electorales, pero aparentan hacerlo.
En épocas de crisis, muchas generadas por la acción o inacción de los Gobiernos
de turno, las desviaciones hacia conductas no permitidas se hacen más evidentes.
Los índices de la criminalidad y su violencia se elevan, según las situaciones vividas.
Las condiciones imperantes en los años ochenta, constituyeron en Panamá un
trastorno entre la cultura social anterior y las vivencias generadas por la realidad
emergente. Así, desaparecieron muchas prácticas de convivencia pacífica nacional.

En los procesos de mejoramiento de las relaciones ciudadanas, la atención a las


necesidades más sentidas de la sociedad desempeñan un rol trascendente. En la
medida en que la solidaridad aparece para paliar —realmente y no
demagógicamente— la crisis, y el sufrimiento humano es mitigado, así mismo las
conductas sociales y las actitudes delictivas devienen en menos violentas y tienden
a su reducción.

En el proceso de transmitir noticias y sucesos, los medios de comunicación e


información, la prensa, la televisión, la radio y otros, juegan un papel muy
importante. Pero cuando se trata de transmisión de normas de conductas y de
patrones éticos y morales, no necesariamente lo juegan. Series de crímenes,
violencia, sexo, drogas y narcotráfico, son prolíferas en dichos medios.

Para restablecer la armonía entre las culturas sociales, se deben redefinir las
políticas de convivencia pacífica y de seguridad ciudadana. Las redes sociales lo
hacen de una manera muy ágil. Ello ayuda a promover una cultura de participación
de la ciudadanía en las actividades preventivas para fortalecer la concordia.
Algunas iniciativas incluyen fortalecer la participación de la Defensoría del Pueblo
en el rol de consolidación de la armonía democrática ciudadana y la protección de
los Derechos Humanos. Por otro lado, estimular la transparencia en las instituciones
del Estado y el acceso a la información respecto al fortalecimiento de la convivencia
y seguridad ciudadana.
CONVIVENCIA

Convivencia es la acción de convivir (vivir en compañía de otro u otros). En su


acepción más amplia, se trata de un concepto vinculado a la coexistencia pacífica
y armoniosa de grupos humanos en un mismo espacio. Por ejemplo: “El
gobierno debe garantizar la convivencia de los diversos grupos étnicos sin que se
produzcan estallidos de violencia”, “Llevamos tres meses de convivencia”.
El ser humano es un ser social. Ninguna personavive absolutamente aislada del
resto, ya que la interacción con otros individuos es imprescindible para
el bienestar y la salud. Sin embargo, la convivencia no siempre resulta fácil, dado
que pueden interferir negativamente ciertas diferencias sociales, culturales o
económicas, entre otras muchas posibilidades.
En ciertos países, dados los elevados precios de alquiler de viviendas,
los inmigrantes se ven obligados a compartir pisos, y la convivencia entre personas
de diferentes nacionalidades puede ser tan enriquecedora como complicada. Sin
lugar a dudas, el racismo se encuentra entre los peores ingredientes de una vida en
común, y puede acarrear resultados muy lamentables; por otro lado, convivir con
una persona cuya nacionalidad tenga connotaciones negativas para nosotros puede
convertirse en el mejor camino para entender que generalizar es desperdiciar
tiempo y energías, y que un pasaporte no dice mucho acerca de un individuo.
Pero todos los problemas no son tan graves y profundos como el desprecio por una
raza; una mera diferencia de horarios puede despertar roces y
enfrentamientos que entorpezcan la convivencia. Lo mismo ocurre con los hábitos
de limpieza, los gustos musicales y las costumbres culinarias. En el mejor de los
casos, siempre es posible llegar a un acuerdo, que cada parte se adapte a las
necesidades de las demás para que nadie deba soportar situaciones molestas o
hirientes. Si el diálogo no funciona, o si se llega a la conclusión de que un cambio
no es posible, entonces el mejor camino es una separación pacífica.
El respeto y la solidaridad son dos valores imprescindibles para que la
convivencia armoniosa sea posible. Por supuesto, existen distintos niveles o tipos
de convivencia: la convivencia con la familia en el seno de un hogar es muy diferente
a la convivencia con otros seres humanos en el marco de una comunidad (un barrio,
una ciudad), ya que la intimidad de ambos casos es incomparable.

Diversas corrientes sostienen que la conciencia del Yo sólo puede tenerse a partir
de la existencia del Otro. En dicha interdependencia social que se produce en la
convivencia, cada persona se define a sí misma.
Los problemas de convivencia pueden impactar en la salud física. Algunos estudios
demuestran que los inmigrantes tienen un mayor índice de enfermedades cardíacas
que los pobladores nativos, una situación que se explica a partir de la ausencia de
vínculos de amistad y del apoyo de los familiares. Una mejor convivencia, con lazos
sociales estrechos, contribuye al bienestar.
Diversos estudios han demostrado que la convivencia con animales de otras
especies resulta muy beneficiosa para los seres humanos, tanto para su salud física
como mental. Es importante rodearse de individuos que no hayan sido corrompidos
por las ansias de poder, que no atenten contra sus pares, que vivan en base al
respeto y la compasión; y las personas no solemos reunir dichas virtudes.
Convivir con perros, por ejemplo, nos brinda lecciones de fidelidad y de
consideración a diario. Además, dado que se trata de animales que no demandan
mucho más que amor y respeto, nos vuelven más sensibles y nos ayudan a
desprendernos de los bienes materiales. Parte de la convivencia con estas criaturas
incluye salir a pasear un mínimo de dos veces al día, para que hagan ejercicio y se
relacionen con otros seres vivos; esta actividad nos acerca inevitablemente a
la naturaleza, nos aleja de la contaminación y de la superficialidad, y nos ayuda a
recordar de dónde venimos.
Aprender a convivir
Como todas las facetas de nuestras vidas, la convivencia necesita un
aprendizaje. Desde que somos pequeños estamos relacionándonos con otras
personas, tanto en el ámbito familiar como en el colegio o el vecindario. Vamos
aprendiendo una serie de normas que van a regir nuestras relaciones sociales.

Los niños suelen ser egoístas e intentan satisfacer sus deseos y caprichos en cada
momento. Al tener contacto con otros niños es cuandotienen que acostumbrarse
a ceder y no pensar solamente en ellos. Para poder convivir con los demás,
empiezan a adquirir una serie deconocimientos y reglas, que proceden tanto de
sus padres y profesores como del propio contacto con otros pequeños. Es lo que
denominamos educación.

Este concepto de educación es fundamental en la convivencia y comunicación con


nuestros semejantes, y no debe entenderse únicamente como una serie de normas
y convencionalismos sociales que debemos utilizar al tratar conextraños o con
personas que no pertenezcan a nuestro entorno más próximo. Por eso, también
en el ámbito familiar o con nuestro grupo de amigos y compañeros, debemos
aplicar conceptos tales como tener paciencia, saber escuchar, respetar las ideas y
opiniones de los demás, hablar con respeto, etc.

Elementos para una buena convivencia


- El respeto: Cuando establecemos cualquier tipo de comunicación con otra
persona, la primera premisa es aceptar la dignidad de esta persona como tal, sin
prejuicios ni discriminaciones, y entender que puedan tener pensamientos y
opiniones distintos a los nuestros. Esto no implica que no podamos discutir o
combatir estas opiniones, pero siempre respetando a la persona.
- La afabilidad: Entendiendo ésta como una actitud positiva en nuestra relación con
los demás. Un ambiente de cordialidad facilitará nuestras relaciones con los demás
pero si nuestra actitud es recelosa o indiferente, difícilmente nos llevará a una
convivencia satisfactoria.

- La inteligencia: En las relaciones sociales, las buenas intenciones no son siempre


suficientes. Cuantas veces hemos visto a personas que tienen el dudoso don de
la impertinencia y molestan continuamente sin ser conscientes de ello. Para tratar
con inteligencia a los demás, es importante saber escuchar e intentar conocer a la
otra persona y, en caso contrario, saber callar en determinados momentos. Una
persona socialmente inteligente sabe estar y comportarse con personas muy
diversas, social y culturalmente, aunque haya tenido quizá menos formación en la
infancia.

- La educación: Es una de las bases de una buena convivencia, y la podemos


considerar como un compendio de los puntos anteriores.
Factores negativos para la convivencia
- Los prejuicios: Estos implican una mala predisposición de antemano a la
convivencia, lo que nos hará tener una actitud negativa ante los demás dificultando
enormemente la relación. El prejuicio va en contra del respeto que cada persona
merece.
- La intransigencia: Convivir con los demás supone un esfuerzo en conseguir
puntos de acuerdo. Para ello, todas las partes deben ceder a menudo en sus
posturas. Cuando alguien nunca está dispuesto a ceder, la convivencia no es
posible, se podrá producir una relación de acatamiento o subordinación, pero nunca
de auténtica convivencia.
- La falta de comunicación: "Hablando se entiende la gente" es un dicho popular
realmente acertado a este respecto. Cuántas veces la falta de comunicación
provoca situaciones difíciles en todos los ámbitos de nuestra vida, que podrían ser
solventadas con una simple conversación.
La convivencia en el mundo actual
El ritmo de la vida actual y la revolución en las comunicaciones han creado un doble
efecto: por un lado, hemos aumentado la cantidad y diversidad depersonas con las
que nos relacionamos, pero por otro, la calidad de la relación entre las personas se
ha hecho más superficial y más utilitarista.

La vida en las ciudades tiene como común denominador hoy en día la falta de
tiempo. Las prisas y el estrés no son buenos aliados para la convivencia. La
relación con nuestros vecinos, en muchos casos, se limita a un saludo de rigor y la
convivencia familiar se resiente del cansancio de la jornada laboral.
Un tratamiento especial merece el impacto que la aparición de la televisión ha
tenido en la convivencia familiar. La televisión no deja de ser un electrodoméstico
más, cuyo objetivo es la información y el entretenimiento y que, usado en su justa
medida, es de suma utilidad.

El problema es cuando este electrodoméstico no deja de funcionar durante todo el


día y comienza a sustituir las conversaciones entre los miembros de la familia.
Por ello, es recomendable apagar el televisor en los momentos de reuniones
familiares y a la hora de la comida, para favorecer la comunicación familiar..

El trabajo artístico en conjunto, es decir. el hecho de que un grupo de artistas


laboren en una sola obra siendo todos igualmente responsables por su concepción
y ejecución (como en el caso del Sindicato de Barranquilla; no así en el del maestro
y sus discípulos) es una actitud reciente y altamente representativa de los conceptos
por los cuales merodea la creatividad contemporánea. La idea de "participación" o
de intervención del público en la obra (bien para modificarla o bien para
experimentarla) se ha convertido igualmente en una forma de creatividad bastante
común en el panorama artístico reciente. No obstante, el arte de los últimos años
no se distingue por su espíritu gregario ni por su comunidad en objetivos, sino todo
lo contrario, por su carácter rabiosamente personal y por su consiguiente
hermetismo y aislamiento.
En consecuencia, el panorama actual del arte, no sólo en Colombia sino
internacionalmente, es de una variedad estilística, técnica y temática que carece de
antecedentes en la historia. De allí que se le considere más como un arte de
individualidades que de escuelas y tendencias (e incluso que se le califique como
un arte de postmovimientos). Y de allí que sea difícil en este momento encontrar
artistas jóvenes que trabajen en obras personales pero con metas comunes y
objetivos similares. como era posible hasta hace poco tiempo (recuérdese el Hiper-
Realismo).
Pues bien. en Colombia, un país que hasta los años sesenta fue escenario de
tajantes y desde luego, interesantes discusiones, por ejemplo entre los partidarios
del arte figurativo y del abstracto, esta nueva indiferencia por las clasificaciones, así
como por los ideales compartidos y los manifiestos y demás pronunciamientos
colectivos, ha tenido un efecto ambivalente. Por una parte es claro que la vida
artística ha perdido animación, gracia y pasión; pero por otra parte es cristalino que
el trabajo artístico se ha abierto en las más inesperadas direcciones sin cerrar viejos
caminos, lo cual no indica necesariamente indiferencia o timidez sino distintas
circunstancias y hasta cierta madurez que no era tan notoria previamente. Después
de todo, ¿a quién se le ocurriría en la actualidad discutir la validez del arte figurativo
o del abstracto?
Hay trabajos, por ejemplo, de reciente aparición en nuestro medio que se insertan
en viejas tradiciones pero que hacen perceptible su contemporaneidad mediante las
visiones que proyectan y las consideraciones que respaldan su realización. Tal es
el caso de la obra de Ana María Rueda, quien trata el tema del paisaje en pinturas
que sugieren al unísono panoramas y parajes, con una ambiguedad espacial que
es claramente coherente con sus intenciones atmosféricas. Su interés en el medio
que utiliza (el cual es reconocible en la especial profundidad de sus colores y en las
huellas de su aplicación) así como su indiferencia ante el detalle y su simpatía por
la abstracción, son también indicios inequívocos de sus logros en la búsqueda de
una expresión particular dentro de una continuidad establecida.
También hay obras, desde luego, que prosiguen la tradición figurativa en el país sin
que por ello inciten una crítica con base en sus estilos, ni sean obras que no aporten
apreciaciones personales o no revelen su contemporaneidad. Ejemplo claro de esta
situación lo representan los trabajos de Lorenzo Jaramillo quien, en óleos de acento
expresionista que representan rostros y figuras, ha logrado proyectar tanto su gozo
con el medio, como el carácter de proceso, de idea siempre cambiante y siempre
exploradora, que le otorga el acto de pintar. Su habilidad, además, es plenamente
comprobable en el intenso colorido y en las posibilidades infinitas de la deformación
como vehículo expresivo, los cuales son patentes en su constante producción.
Con trabajos como los anteriormente mencionados conviven en esta nueva paz de
los ochenta, obras de inspiración definitivamente abstracta (lo cual es ya otra
tradición en el arte del país). Camilo Velásquez, por ejemplo, hace pinturas
básicamente monocromas que no implican ningún tipo de representación, pero en
las cuales los espacios reales (digamos los rincones), son fundamentales para que
se capten sus afirmaciones totalmente. Las formas de sus obras las dan los
bastidores que se aúnan para armar un solo "cuadro" (y en los cuales se encuentran
con frecuencia ondulaciones y cortes diagonales); y su color es, además,
suavemente modulado como reiterando su interés en la presencia contundente de
superficies sin alardes ni aspavientos, pero cuya integración arquitectónica es
simultáneamente un producto y un motivo de intensa reflexión.
Son muchos, igualmente, los ejemplos de obras nuevas que carecen, en técnica o
estilo, de antecedentes conocidos en Colombia, pero que no por ello suscitan un
rechazo o un desconocimiento por parte de la crítica. Dentro de este grupo figura,
desde luego, una buena parte de los artistas calificados indiscriminadamente como
Conceptuales a pesar de las extremas diferencias que sus obras manifiestan tanto
en sus objetivos como en su ejecución. Alicia Barney por ejemplo, ha conseguido
rápidamente un amplio reconocimiento con una obra a base de elementos por lo
regular gratuitos como aire, tierra, agua y deshechos con lo cual ha logrado revivir
la idea de un arte de argumentos y mensajes (sobre ecología, sociología y política),
pero expresando simultáneamente concepciones de la creatividad y de la vida que
tienen poco de convencional. Inginio Caro, por su parte, apuntando en la misma
dirección en cuanto a la relatividad de la importancia del objeto, también se ha hecho
acreedor a una justa aceptación con unas esculturas que son al mismo tiempo
veladoras, y en las cuales es palpable una inspiración de tipo religioso poco común
en el arte de esta época.

Son igualmente nuevas en Colombia algunas obras en las cuales" el medio es el


mensaje" (no el masaje), entre las que deben destacarse los afiches callejeros y los
trabajos en clave morse o para radio que ha presentado Adolfo Bernal. Y son nuevas
asi mismo, en forma y contenido (sin que esto implique un menosprecio por otras
formas de creatividad) las sugestivas construcciones que ha realizado Lydia Azout,
después de transitar por varios años en la representación, en las cuales se conjuga
la intrepidez de un exterior, con las evocaciones de espacios interiores y con las
connotaciones primitivas o aborígenes de sus elementos naturales.
En conclusión, la escena artística en Colombia es actualmente de una estimulante
variedad, pero no obstante sus profundas diferencias y sus argumentos antagónicos
no es una escena que promueva movimientos ni en la cual se descalifique algún
trabajo con base en su temática, técnica o estilo. Si esto significa que hemos
aprendido que el logro artístico depende de la honestidad de las propuestas y de su
profundidad y trascendencia, no del acatamiento de unas normas, que sea entonces
entusiastamente bienvenida esta individualidad desconcertante y este sosegado
pero prolífico aislamiento.
Por una convivencia pacífica
Urge fortalecer el vínculo del colegio con la comunidad

La violencia en los colegios es una manifestación que debemos atender en las


aulas, pero también hay que buscar respuestas desde los hogares y comunidades
porque generalmente ningún acto violento es aislado y, por esta razón, como
sociedad responsable, urgen las soluciones completas y sostenibles.

En Costa Rica la inmensa mayoría de las y los adolescentes, profesores, líderes


comunales, así como padres y madres de familia quieren vivir en paz, sin amenazas
a la integridad física de nadie y disfrutar de todas las ventajas que brinda la sana
convivencia social.

Cuando este ambiente ideal se rompe, el país necesita responder con eficiencia
mediante acciones sustentadas en el conocimiento.

Hay propuestas de este tipo planteadas aquí en Costa Rica por los mismos
adolescentes desde hace casi tres años cuando se realizó, con el apoyo del Fondo
de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la conferencia subregional “Cultura de
Paz y Prevención de Violencia Juvenil”, en la que la actual mandataria, doña Laura
Chinchilla, fue la anfitriona.

El punto de partida consistió en visualizar la relación existente entre la violencia


cometida cotidianamente contra las niñas, niños y jóvenes y su comportamiento
violento.

Ahí los adolescentes abogaron porque el Gobierno fortalezca sistemas pedagógicos


que los habiliten en valores como la inclusión social, la participación, el diálogo y el
debate.

Por su parte, los ministros participantes declararon que “la prevención debe
constituir el eje central de las intervenciones”.

Hogar y comunidad. Para los estudiantes adolescentes, el hogar y la familia son los
ambientes que generan el mayor sentido de pertenencia independientemente de
que sus núcleos tengan una mamá, la mamá y el papá juntos o cualquier otro tipo
de familia.
Cuando este adolescente crece, los grupos de amigos y amigas cobran mayor peso,
aunque la familia siempre se mantiene como el refugio de seguridad más
importante, según indican encuestas recientes entre los adolescentes.

De aquí que los padres y madres, los compañeros de clase y hasta los amigos de
la comunidad, deben verse como aliados naturales al momento de fomentar una
cultura que exalte el valor de la convivencia pacífica.

Desde la primera infancia, el hogar debe alentar una crianza alejada del castigo
físico.
Ese niño o niña debería crecer en una cultura de valores y también de
responsabilidades, donde sus padres o cuidadores sean su primer buen ejemplo.
Para que los estudiantes adolescentes perciban sus casas como el refugio principal,
las personas adultas que ahí viven deben ser conscientes de esa responsabilidad.

El colegio significa para las personas adolescentes una forma de superación, de


formación y crecimiento personal.
Es un lugar para hacer amigos, conocer gente, jugar, recrearse y manifestar
cualquier vena artística. Pero en algunos casos el colegio también significa dolor
por el miedo al fracaso, entre otras razones.
Por su parte, es comprensible que las y los profesores difícilmente pueden llegar a
conocer a los más de 1.500 estudiantes, incluso 2.000, que pueden coexistir en un
solo colegio costarricense. Hay aquí un asunto de calidad pendiente de resolver.
Es deseable además que cada centro educativo esté integrado eficientemente a la
vida de su comunidad porque solo mediante la creación de los Sistemas Locales de
Protección es posible unir los esfuerzos de líderes, policías, profesoras y profesores,
gobiernos locales, estudiantes e instituciones en torno a la protección de los
derechos de la niñez y la adolescencia.
Esta es la ruta para crear ambientes protectores en cada cantón del país. Desde
Unicef ya iniciamos esto en 14 comunidades.
Respuestas de Unicef. En alianza con el Gobierno y la sociedad civil, trabajamos en
programas que buscan respuestas a cualquier manifestación de violencia a partir
de estrategias que toman en cuenta la realidad de las aulas, los hogares y las
comunidades.
Por ejemplo, hemos generado conocimiento sobre los patrones de crianza mediante
un estudio publicado este año, que pretende convertirse en una guía para orientar
la formación diaria de niños y niñas en los hogares.
La meta es cumplir la legislación ya vigente que favorece la educación, orientación,
guía y disciplina sin castigo físico ni trato humillante.
Desde los colegios, Unicef promueve la participación y expresión estudiantil a través
del apoyo a la red de gobiernos estudiantiles, impulsada por el Ministerio de
Educación.
Hemos participado también en el diseño de una estrategia dirigida a toda la
comunidad educativa, basada en la promoción de las prácticas restaurativas y la
metodología de Círculos de Diálogo.
Este proceso entre estudiantes y profesores construye un ambiente armónico de
convivencia que incentiva el liderazgo de los mismos estudiantes, mediante el
trabajo de pares en momentos de conflicto.
Urge fortalecer el vínculo del colegio con la comunidad y por eso venimos
promoviendo una cultura de paz y convivencia en los centros educativos,
conjuntamente con los ministerios de Educación Pública y de Justicia. Afinamos una
propuesta para construir un modelo de prevención de la violencia por medio del
deporte, la recreación y la cultura.

Hay rutas marcadas que sirven de guía para prevenir otro acto de violencia en un
colegio.

Sus frutos posiblemente no son percibidos como inmediatos pues van de la mano
con cambios culturales, de ahí que la tarea es grande, pero el país no empieza de
cero y tiene la posibilidad de dar respuestas eficientes y sostenibles.

Una de estas ya la aportaron las personas adolescentes cuando en el 2007 dijeron


que “el punto de partida de la lucha contra la violencia debe ser en el hogar; un
espacio de protección, calidez, refugio y amor”.
Hacia una convivencia pacífica en la
escuela: percepciones sobre violencia
escolar y tramitación de conflictos
Las reflexiones de este artículo provienen de un análisis de percepciones realizado
sobre las manifestaciones de violencia escolar y tramitación de conflictos en su
institución educativa
Al hablar de violencia en las escuelas encontramos una situación generalizada que
requiere de miradas contextualizadas para comprenderla y emprender acciones que
puedan mitigarla o evitarla.
Aunque exista una presencia permanente de los padres de familia y roles de
dirección; son los docentes y los estudiantes quienes continuamente se encuentran
de frente con manifestaciones que atentan contra la convivencia escolar, por lo que
sus percepciones sobre las situaciones de conflicto son fundamentales.

Los programas de intervención y estrategias de manejo de conflictos están dirigidos


principalmente a estudiantes, pero, ¿se toman en cuenta sus percepciones?, ¿son
comunes las percepciones de docentes y estudiantes frente a las situaciones de
violencia escolar que se presentan?, ¿qué estrategias identifican unos y otros?,
¿qué se puede inferir a partir de estas estrategias?, estos y otros interrogantes
motivan las reflexiones de este texto.

Siguiendo a Mockus y Corzo (2003): La convivencia se puede caracterizar […] por


una combinación de una alta capacidad reguladora de ley, moral y cultura sobre los
individuos, con la capacidad de los propios individuos de celebrar y cumplir
acuerdos. Esta combinación produce confianza y se fortalece con ella (p. 14).

Llevando este panorama a la escuela, la convivencia es lo que permite que muchos


individuos aprendan en la cotidianidad; sin embargo, los entornos escolares se
perciben a veces como espacios homogéneos antes que diversos, al no tener en
cuenta que, como sujeto, cada estudiante posee cualidades, capacidades e
intereses que lo hacen único; lo que en ciertos casos puede favorecer la aparición
de situaciones de conflicto.
Aunque es uno de los pilares de la formación en Bogotá (Colombia), en los últimos
años la convivencia pacífica de algunos de sus colegios se ha visto afectada por
episodios de violencia que perturban el normal transcurrir de las actividades
académicas, hechos expuestos en el informe Clima escolar y victimización en
Bogotá 2013 (Ávila, Bromberg, Pérez y Villamil, 2014), un estudio sobre condiciones
de seguridad y convivencia para los niños, niñas y jóvenes en los colegios y su
entorno; donde se discuten además los resultados y aprendizajes de dos encuestas
anteriores, realizadas en 2006 y 2011.
Entre sus hallazgos, Ávila, et al. (2013) mencionan el empleo de insultos, maltrato
verbal y un trato impersonal y de carácter soez entre estudiantes (especialmente en
los grados inferiores, pp. 215- 219), y el maltrato físico intencional (reflejado en
golpes, cachetadas, empujones o pellizcos), en porcentajes similares al uso de
insultos que causan daño, independientemente de si el colegio es público o privado
(pp. 227-232).

Estos indicadores también se han hecho presentes en una institución educativa


distrital de la Localidad Rafael Uribe Uribe, a través de eventos relacionados con
conflictos interpersonales que escalaron en violencia, involucrando incluso el uso
de armas blancas como medio de intimidación y agresión.

Frente a esta situación, y con el objetivo de formular una Tesis Doctoral, se realizó
un estudio diagnóstico entre los meses de noviembre de 2013 y agosto de 2014,
atendiendo al interrogante ¿Qué manifestaciones y situaciones atentan contra la
convivencia escolar en esta institución?, para lo cual se acudió a distintas fuentes:
Actas de Comisión y Promoción de estudiantes (año 2013); libros observadores de
estudiantes (de tres niveles); entrevista a docentes y encuesta a estudiantes de
grado sexto.

Las reflexiones que este artículo presenta se desarrollaron a partir del análisis
comparativo de las respuestas de los docentes y estudiantes participantes, con el
objetivo de dilucidar similitudes y diferencias en sus percepciones de la violencia
escolar, las formas de tramitación de conflictos y las estrategias que proponen frente
a este fenómeno; lo cual es necesario y pertinente para establecer un panorama
general desde sus miradas, y así proponer una reflexión pedagógica sobre la
importancia de valorar los puntos de vista de los otros en la construcción de una
convivencia pacífica.
Texto elaborado por: Sindy Paola Díaz Better. Magíster en Tecnologías de la
Información aplicadas a la educación, Universidad Pedagógica Nacional (UPN).

¿Cómo se dividen los derechos


Humanos?
Primera generación, o de derechos civiles y políticos
Surgen con la Revolución francesa como rebelión contra el absolutismo del
monarca. Imponen al Estado el deber de respetar siempre los derechos
fundamentales del ser humano:

 A la vida
 A la integridad física y moral
 A la libertad personal
 A la seguridad personal
 A la igualdad ante la ley
 A la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión
 A la libertad de expresión y de opinión
 De resistencia y de inviolabilidad del domicilio
 A la libertad de movimiento o de libre tránsito
 A la justicia
 A una nacionalidad
 A contraer matrimonio y fundar una familia
 A participar en la dirección de asuntos políticos
 A elegir y ser elegido a cargos públicos
 A formar un partido o afiliarse a alguno
 A participar en elecciones democráticas

Segunda generación, o de derechos económicos, sociales y culturales.


La constituyen los derechos de tipo colectivo, los sociales, económicos y culturales.
Surgen como resultado de la revolución industrial, por la desigualdad económica.
México fue el primer país en incluirlas en su Constitución, en 1917.
Los derechos económicos, sociales y culturales surgen después de la segunda
guerra mundial. Están integrados de la siguiente manera:
Derechos económicos

 A la propiedad (individual y colectiva)


 A la seguridad económica

Derechos sociales

 A la alimentación
 Al trabajo (a un salario justo y equitativo, al descanso, a sindicalizarse, a la
huelga)
 A la seguridad social
 A la salud
 A la vivienda
 A la educación

Derechos culturales

 A participar en la vida cultural del país


 A gozar de los beneficios de la ciencia
 A la investigación científica, literaria y artística

Tercera generación, o derechos de los pueblos o de solidaridad


Surgen en nuestro tiempo como respuesta a la necesidad de cooperación entre las
naciones, así como de los distintos grupos que la integran. Se forma por los
llamados derechos de los pueblos:

 A la paz
 Al desarrollo económico
 A la autodeterminación
 A un ambiente sano
 A beneficiarse del patrimonio común de la humanidad
 A la solidaridad

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