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Por más de 300 años, el drama de la historia moderna ha sido el surgimiento y la caída de las
grandes potencias. Antes de la Segunda Guerra Mundial (SGM) sobrevivían 7, luego de su
conclusión solo dos. Antes, siempre, cuando un Estado caía otro se elevaba para tomar su lugar,
pero la SGM cambio ese patrón, por primera vez en una guerra entre Estados soberanos, prevaleció
la bipolaridad.
En vísperas al nuevo milenio, debemos prepararnos para despedir a la bipolaridad y comenzar a
vivir sin su simplicidad y simetría.
Por casi medio siglo, parecía que la SGM era “la guerra que había puesto fin a las guerras”entre las
grandes potencias del mundo. La paz más extensa hasta entonces conocida, se sostenía sobre dos
pilares: la bipolaridad y las armas nucleares.
Durante la guerra Nicholas Spykman predijo un orden de posguerra internacional, no diferentes del
“viejo orden” con una sociedad internacional que continuaba operando bajo los mismos patrones
de poder como fundamento. Los realistas por lo general compartían esta opinión. El
comportamiento de los Estados, sus patrones de conducta y relación, los resultados de sus
relaciones, se han repetido un y otra vez a través de los siglos más allá de los profundos cambios
internos que han sufrido los Estados. Los Estados continuaron compitiendo militar y
económicamente, y a través de otras formas. El uso de la fuerza ha sido amenazado, y las
numerosas guerras han tenido lugar en la periferia. Todavía, a pesar de las profundas diferencias
ideológicas y de otra índole, la paz continuaba estando en el centro de la política internacional.
Mientras la era bipolar parece llegar a su fin, debemos hacernos dos preguntas: ¿cuáles son los
posibles cambios estructurales q pueden darse? ¿Cuáles serán los efectos de estos?
Conclusión
El Estado hegemónico carece de necesidades de pelear, los otros carecen de la habilidad. Algunos
Estados, sin embargo, pueden aliarse para enfrentar al hegemón, y cuando algunos Estados líderes
caen otros aparecen para ocupar su lugar. Japón, China y Alemania, son ahora los Estados que
están emergiendo como potencias y Rusia la que se encuentra en decadencia.
Ante la presencia de armamento nuclear, cualquier reto a un Estado líder, o cualquier atentado al
Estado en decadencia tiene que basarse en medios económicos y políticos.
La guerra es siempre posible entre estados armados, pero solo con armas convencionales.
La paz esta a veces relacionada a la presencia de un poder hegemónico, y otras al balance de poder,
pero preguntarnos cual visión es la correcta no es la pregunta adecuada, las respuestas de los
Estados frente a uno que comienza a ganar poder es tender a balancearlo.
A pesar de que en el futuro habrá más Estados democráticos que autoritarios, los estados
democráticos, como los otros, tiene intereses que generan conflictos.
Que las democracias no pelean contra las democracias es una afirmación muy poco
contrastable con los hechos históricos.
Una armonía relativa puede y a veces lo hace, prevalecer entre las naciones, pero de forma precaria.
La unidad de Europa occidental se ve más dificultada en parte porque no existe una amenaza real
contra a cual unirse.
Incluso en los tiempos placidos la creencia de que poder político esta terminando tiende a
romperse., puesto que todos buscamos los mismo objetivos (similitud funcional).
Este artículo ha usado la teoría estructural para tratar de predecir o ver el futuro.
Lo nuevo de este nuevo orden mundial es que las viejas limitaciones y restricciones ahora aplican
muy débilmente a los EEUU, los comportamientos y las políticas internacionales de un Estado
responden tanto a cuestiones internas como externas, y lo que uno podría esperar es que EEUU le
permita a los otros Estados resolver sus propios problemas y cometer sus propios errores, pero
Waltz no apostaría a ello.