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Editorial: Horror de la violencia doméstica

La prevención necesaria es más amplia e incluye el fortalecimiento de los esfuerzos


educativos y el fomento de oportunidades laborales para la mujer. La tarea es urgente,
no solo por el alto número de muertes y lesiones, sino por el constante terror al que
están sometidas decenas de miles de costarricenses que, cada cinco minutos, claman por
ayuda.

30 abril

Cada cinco minutos, una operadora del servicio de emergencias 911 recibe una llamada
de una mujer agredida. En promedio, son 228 casos al día. En días feriados y fines de
semana, la cifra puede llegar a duplicarse. Los partidos de fútbol, en especial los
decisivos, ponen a las autoridades en alerta. Son detonantes de la violencia doméstica.

El 21 de abril, entre el primer pitazo del “clásico” nacional y la hora después de su


cierre, hubo 74 llamadas, según la información publicada el domingo por este diario.
Por supuesto, el fútbol y el asueto no tienen culpa, solo crean las condiciones para la
manifestación de una grave enfermedad social.

La prevención necesaria es más amplia e incluye el fortalecimiento de los esfuerzos


educativos y el fomento de oportunidades laborales para la mujer

Los números son asombrosos y ponen a prueba los medios dedicados a atender
denuncias. La disponibilidad de recursos humanos y materiales determina la rapidez de
respuesta y esa puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. La atención de un caso
puede exigir la intervención de una decena de instituciones, la mitad de ellas en los
primeros instantes.

El año pasado, 51.404 mujeres pidieron a los tribunales medidas de protección, según el
Observatorio de Género del Poder Judicial. Los recursos nunca serán suficientes a falta
de los profundos cambios culturales necesarios para redefinir las relaciones familiares y
las dinámicas de dominación entre hombre y mujer.

La incorporación de las mujeres al mercado laboral implica importantes sacrificios. En


promedio, trabajan siete horas a la semana más que los hombres cuando logran un
empleo remunerado fuera del hogar, porque sobre ellas pesa la mayor parte de las
labores domésticas. Sin embargo, el salario confiere un grado de independencia
insospechado en generaciones pasadas. En Costa Rica, el 46 % de las mujeres con
pareja dependen del hombre, según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo elaborada
por el Instituto Nacional de Estadística y Censos. Esa relación de dependencia es uno de
los factores estructurales de la violencia intrafamiliar, junto con los patrones culturales
reunidos bajo el término “machismo”.

La educación es un elemento indispensable para lograr el cambio, pero es


imprescindible incorporar a la política pública más iniciativas para romper el monopolio
de la proveeduría asignado a los hombres en tan alto porcentaje de hogares. Iniciativas
como la Red de Cuido y los estímulos al emprendimiento en pequeña y mediana escala
son pasos en la dirección correcta. Una política económica sana, generadora de empleo,
no puede ser sustituida, también en este caso, como medio para enfrentar los más graves
problemas sociales.

Hay, desde luego, factores puntuales, como el consumo de alcohol y drogas, pero la
explicación de la epidemia de agresiones es más profunda. La respuesta inmediata es
indispensable. Debemos aumentar constantemente las capacidades de intervención. La
oleada de feminicidios en los primeros meses de este año no deja lugar a dudas.
Iniciativas como los comités locales de atención y seguimiento, integrados por jueces,
fiscales, policías, sicólogos y trabajadores sociales merecen la mayor atención.

Sin embargo, la eficacia de la respuesta inmediata no basta y aun sería insuficiente si


existieran los recursos para asegurar el cumplimiento de las órdenes de alejamiento y
otras medidas preventivas. La prevención necesaria es más amplia e incluye el
fortalecimiento de los esfuerzos educativos y el fomento de oportunidades laborales
para la mujer. La tarea es urgente, no solo por el alto número de muertes y lesiones, sino
por el constante terror al que están sometidas decenas de miles de costarricenses que,
cada cinco minutos, claman por ayuda.

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