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ayudar a alcanzar las metas del encuentro, de hacer todo lo que sea necesario
para lograr dicho fin y de esforzarse honestamente por abstenerse de hacer todo
aquello que pudiera impedir la consecución del propósito. Como en el contacto
individual, el entrevistador de grupo busca la forma de realzar el atractivo del
encuentro para los miembros del grupo, incrementando las posibilidades de lograr
lo que ellos esperan del contacto y reduciendo el costo y las inquietudes que
tienen que experimentar al hacerlo.
Los entrevistados probablemente continuarán en el grupo si las ganancias
derivadas del contacto exceden al costo de las mismas, si por ese medio" obtienen
algo de lo que desean a un costo que pueden pagar. Los resultados que la
entrevista de grupo probablemente busca son similares a los que persigue la
entrevista individual: reducción de la incomodidad en la situación social, tensión e
inquietud menores, mayor satisfacción en él matrimonio, en las relaciones con los
hijos, en el trabajo, en relación con una enfermedad u otro problema similar. El
precio que tiene que pagar el entrevistado es el de la ansiedad que le ocasiona su
mayor o menor habilidad para enfrentar las demandas de situaciones extrañas,
ansiedad por el autodescubrimiento, angustia por los cambios que tenga que sufrir
si permite verse envuelto en una situación desconocida, vergüenza y culpa ante la
admisión abierta de sus dificultades para desenvolverse, todo lo cual es evidente
por el hecho mismo de presentarse en la institución.
Si el grupo no logra satisfacer ninguna necesidad, los miembros pueden
permanecer físicamente dentro del sistema pero abandonándolo social y
emocionalmente. Esto ocurre en forma más expedita y fácil en la situación de la
entrevista de grupo que en la de la entrevista individual. Puesto que dos es el
mínimo de personas requerido para una entrevista, la retirada emocional y social
de un entrevistado reticente mata efectivamente la pareja. Sin embargo, en una
situación de grupo, uno de los miembros puede ausentarse física, social o
emocionalmente sin que ello amenace la continuidad de la interacción.
Los grupos, como los individuos, soportan las tareas, difíciles, desagradables,
inconfortables que con frecuencia es necesario emprender si se quieren alcanzar
los propósitos de la entrevista. Los grupos también manifiestan ambivalencia y
resistencia mediante digresiones impertinentes que son un escape de las tareas,
mediante silencios improductivos, argumentos vacíos y conversaciones se-
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Un círculo de sillas sin mesas permite a todos los miembros de! grupo y a su
conductor observarse mutuamente sin obstáculos. Sin embargo, una exposición
ilimitada puede ser desventajosa y tal vez convenga disponer de mesas también
para que los miembros del grupo encuentren un refugio parcial. Además, las
mesas proporcionan un lugar para descansar el cuerpo, para colocar los papeles y
documentos, los bolsos de mano, los cigarrillos, los ceniceros y todos esos
accesorios usuales en una sesión de grupo.
La selección de la posición de los asientos es significativa. Sentadas unas al lado
de otras las personas son más propensas a interactuar. Existe la tendencia a
escoger asiento cerca de una persona con quien uno se halla a gusto o con quien
se desea establecer una relación. Sentarse al lado del conductor significa que se
busca su apoyo; sentarse frente a él podría sugerir el deseo de ser competitivo.
Si bien la vista y los sonidos constituyen las principales vías de comunicación
tanto en la entrevista individual como en la de grupo, el equilibrio es diferente. Hay
más actividad de tipo no verbal en la entrevista de grupo; mientras una persona
habla muchos permanecen callados, aunque manteniendo una corriente de co-
municación conductual. Gesticulan, se mueven en sus asientos, agitan los brazos,
se estiran, se tuercen, doblan las piernas, etcétera. Escuchan a algunos miembros
del grupo e ignoran a otros. Algunos sólo hacen preguntas, otros únicamente
responden. Algunos están siempre interrumpiendo, otros son siempre
interrumpidos, otros más son selectivos al escoger a quiénes interrumpir. Unas
personas son incluidas por el grupo, otras excluidas.
Aceptación social de las normas. Las normas de comportamiento en la entrevista
de grupo son algo diferentes de las normas de interacción usuales en los grupos
sociales, así como las normas de la entrevista individual se distinguen de las
normas de la conversación. El entrevistado!, una vez más, tiene la responsabilidad
de educar al grupo para que observe las normas especiales de este sistema social
diferente. Para que una entrevista de grupo resulte productiva se requiere que los
miembros se adhieran a las normas siguientes:
1. Permitir que cada quien hable sin interrupciones indebidas.
2. Escuchar cuidadosa y atentamente lo que dicen los otros.
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Tal vez el principio generalmente más aceptado es el que Redi llama "la ley de la
distancia óptima": los grupos deben ser lo suficientemente homogéneos como
para asegurar su estabilidad y lo suficientemente heterogéneos como para ase-
gurar su vitalidad. Este principio se basa en la premisa de que el mayor dinamismo
en un grupo es la mutualidad de apoyo y mutualidad de estímulo entre sus
miembros (215, p. 95).
El valor de la heterogeneidad se expresa bien en el dicho popular que dice:
"Cuando dos personas están de acuerdo en todo una de ellas sale sobrando".
Si los participantes son muy diferentes en cuanto a sus antecedentes, pueden
compartir soluciones que no se les habían ocurrido antes a los otros miembros del
grupo. Sin embargo, la distancia social entre los participantes puede ser tan
grande que encuentren difícil aprender de los demás.
Un rapport alto dentro del grupo puede tener sus desventajas, al igual que sucede
en las entrevistas individuales. Si los miembros encuentran mucha satisfacción por
el placer de estar en compañía de otros, pueden sentir temor de poner sus
relaciones en peligro. Pueden titubear para lanzar un reto, para hacer preguntas
embarazosas, para ejecutar un trabajo desagradable pero necesario que haya que
realizar para lograr los objetivos. El mantenimiento del grupo adquiere entonces
prioridad sobre la consecución de los propósitos grupales y puede convertirse en
un fin en sí mismo. El rapport óptimo es, otra vez, parte de una curva: lo
suficientemente alto para que el grupo pueda funcionar sin conflicto indebido, pero
no tan alto que el mantenimiento del rapport tenga precedencia sobre toda otra
consideración.
Ventajas de las entrevistas de grupo
¿Qué razones justifican específica y explícitamente la conveniencia de entrevistar
en grupo en vez de, o además de, entrevistar a cada miembro individualmente?
¿En qué aspectos son significativamente diferentes los dos tipos de entrevista? El
trabajador necesita contestarse a sí mismo estas preguntas antes de decidir sí ve
a los entrevistados en grupo en lugar de hacerlo en forma individual. En un estudio
hecho sobre las experiencias de los trabajadores
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que está al alcance de los miembros del grupo se ensancha en la medida en que
compartan su variedad de experiencias.
La situación de grupo permite a cada persona dar y también recibir ayuda, es
decir, ser ayudador tanto como ayudado. Cada participante puede ayudar a otros
miembros del grupo ofreciéndoles apoyo, proponiendo soluciones a problemas
comunes, alentando la comunicación, siendo receptivo y condescendiente. Esta
experiencia de dar asistencia, de contribuir con algo que es de carácter
terapéutico para otros es, en sí misma, algo terapéuticamente reconfortante para
el cliente.
La entrevista de grupo permite mayor especialización de funciones que la
entrevista de parejas. Son más las personas dispuestas a desempeñar la variedad
de funciones requeridas para mantener y llevar a cabo de manera efectiva el
propósito de la entrevista. El apoyo, el estímulo, la aceptación y la expectación
simultáneos son característicos del proceso mediante el cual se ayuda a la gente a
cambiar en ambos tipos de entrevista. Pero mientras que en la entrevista
individual el entrevistador es responsable tanto del apoyo como del estímulo, la
aceptación y la expectación, el grupo permite una división de responsabilidades.
Mientras el trabajador brinde apoyo, algunos miembros pueden estimular; en tanto
que el trabajador muestre su aceptación, cualquier miembro puede comunicar sus
expectativas. Mientras algún miembro ofrece un comentario alentador a alguna
otra persona del grupo, otro de los miembros puede enfrentarse a esta persona
con alguna inconsistencia en su comportamiento.
El hecho de que en la entrevista individual tanto la función instrumental como la
expresiva son realizadas por la misma persona —el entrevistador— puede
ocasionar problemas. Las demandas instrumentales pueden ser antitéticas, en
algunos puntos, de las necesidades expresivas. Insistir en que las expectativas se
cumplan y verificar que el trabajo se haga, entra en conflicto con la necesidad de
apoyar, la necesidad de reconfortar y la necesidad de reafirmar. El entrevistador
necesita ser al mismo tiempo el padre "bueno" y el "malo". La situación del grupo,
al permitir la delegación de funciones antitéticas en diferentes gentes, simplifica la
labor del entrevistador. Este puede permitir a un grupo de miembros que se
encarguen de las funciones instrumentales —confrontar, esperar, demandar,
hacer preguntas incómodas— mientras él se dedica casi en forma exclusiva a las
intervenciones de apoyo. O, dependiendo de la com-
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posición del grupo, puede encargarse "de meter aguja para sacar hebra",
contando con que el grupo se encargará del apoyo.
Proporcionar información y contestar preguntas repetitivas una sola vez a un
grupo, en vez de hacerlo muchas veces en una serie de entrevistas individuales,
es una ventaja administrativa. Esta práctica se sigue con frecuencia, por ejemplo,
en los casos de admisión para los solicitantes de adopción y de cuidado temporal,
porque ofrece esta ventaja, cuya eficacia es notable.
fácil al comprobar que otros también están afectados por las mismas causas. Las
generalizaciones que el entrevistador proclama en la entrevista individual —
"muchos padres tienen dificultades con sus hijos", "todos los casados pelean
ocasionalmente"— se encuentran también en el grupo, cuando un miembro tras
otro admite que tiene ese problema. Por lo tanto, dependiendo de las
circunstancias, el grupo puede inhibir o promover la libre expresión de material pri-
vado, íntimo.
Puesto que un entrevistado no es el único participante, puede retirarse algunas
veces de la interacción sin hacerse conspicuo y sin poner en aprietos la
continuidad de la entrevista. Sin embargo, mientras más gente haya escuchando y
respondiendo, más propensión habrá a que se descubra alguna falsedad o
inconsistencia. Algunos aspectos, amenazantes de la situación que pueden pasar
inadvertidos para el entrevistador, pueden captarse por los miembros del grupo
atentos a lo que el entrevistado espera esconder, aun de sí mismo. En la misma
forma, hay más fuentes de apoyo que en la entrevista individual,
De la disquisición anterior resulta claro que hay algunas ventajas específicas en la
entrevista de grupo. Sin embargo., el trabajador necesita también estar prevenido
contra la existencia de amenazas especiales que habrá que encarar cuando se
decida por una entrevista de grupo.
El trabajador social de casos, en particular, debe darse cuenta de que al entrar al
campo de la entrevista colectiva necesita reorientar su enfoque. En vez de enfocar
al individuo como el centro de interés, al enfrentarse a un grupo es necesario que
lo vea como una entidad, como el nuevo centro de su interés. El trabajador debe
cambiar su enfoque hacia el comportamiento de grupo en lugar del comporta-
miento del individuo, cambiar de una mentalidad individualista a la mentalidad de
grupo, de la identidad individual a la imagen d-grupo. Su comportamiento debe ser
ejemplo para el grupo de lo que significa el cambio del interés centrado en él
individuo al interés de grupo. Este cambio lo pueden hacer los trabajadores
fácilmente, como Jo confirma Ehrenkranz (77) en uno de sus estudios.
Tal reenfoque puede ser difícil. En la situación de grupo puede seguir tratando no
con el grupo sino con un miembro individual, al enfrascarse en una entrevista con
un individuo en presencia de los demás. Por supuesto, hay necesidad de enfocar
simultáneamente a ambos, al individuo y al grupo; cada miembro está preocupado
por
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sus propios problemas al igual que por los problemas del grupo, y puede de hecho
estar trabajando en su problema individual al trabajar en los del grupo. El
trabajador tiene que recorrer con cuidado la angosta senda que hay entre ayudar a
un miembro cualquiera a expensas del grupo y ayudar al grupo a expensas de un
miembro. Pero el grupo está por encima de los individuos en cuanto a la prioridad
de la atención que presta el entrevistador.
Como consecuencia de la necesidad que tiene el trabajador de dar un enfoque
binario a la entrevista, su situación se vuelve inevitablemente más complicada. El
trabajador tiene que desarrollar y mantener una relación y un patrón de
comunicación provechosos entre él mismo y cada uno de los entrevistados.
Además, tiene que desarrollar y mantener patrones de relación y comunicación
entre cada miembro del grupo y los demás.
Probablemente en la entrevista de grupo sea más difícil alcanzar un propósito
común. Los diversos propósitos de cierto número de gente necesitan ser
expresados y armonizados. Mientras más grande sea la diversidad inicial, mayor
será la dificultad de lograr un consenso operante. Una vez que se ha aclarado y
aceptado el propósito de la entrevista, puede ser más fácil apegarse a él en el
encuentro individual. En la entrevista de grupo, las necesidades competitivas
particulares de mucha gente pueden seguir distorsionando el objetivo establecido
aun después de haber llegado a un acuerdo acerca de lo que cubrirá el encuentro.
En la entrevista individual —difícil como suele ser— el trabajador social tiene la
responsabilidad de motivar a un solo entrevistado para que se interese por
participar, para que se comprometa en el logro del propósito de la entrevista. En
una entrevista de grupo, uno tiene que obtener un nivel de compromiso
relativamente igual de parte de todos los miembros, aun cuando algunos de ellos
se sientan menos involucrados, menos afectados y menos "responsables" por el
problema.
El silencio en el grupo es una responsabilidad compartida. Por lo tanto, el
entrevistador puede sentirse menos incómodo por un silencio prolongado, ya que
cada miembro del grupo tiene algo de responsabilidad en romperlo. Por otro lado,
el entrevistador puede sentir que, debido a que un número considerable de
personas se sienten incómodas por el silencio, su obligación de hacer algo al
respecto es mayor. La presión que siente el entrevistador cuando son muchas las
personas que permanecen expectantes puede ser sentida más vivamente que
cuando es una sola.
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Tomando en cuenta que el entrevistador no está obligado a asumir por sí solo toda
la responsabilidad por preservar el sistema social, tiene más tiempo y oportunidad
de sentarse en calma a observar y absorber. Esta ventaja se neutraliza por la
mayor complejidad de la interacción; hay muchos más signos que observar y
absorber en la entrevista de grupo.
El potencial de influencia que el trabajador tiene en la entrevista de grupo está, en
cierto sentido, diluido. Compite con otros en el grupo para afectar las respuestas
de cualesquiera de los otros miembros. Sin embargo, indirectamente su influencia
puede aumentar. Otros miembros del grupo pueden apoyar los esfuerzos del tra-
bajador por influir en las respuestas de otros entrevistados del grupo.
El trabajador necesita relacionarse simultáneamente con diversos miembros del
grupo de diferentes maneras, aunque la mayor parte de la comunicación debe
dirigirse a todos en general y a ninguno en particular. La comunicación dentro de
una entrevista de grupo tiene más probabilidades de fracasar que en la entrevista
de pareja. En ésta, quien comunica puede seleccionar sus ideas y escoger las
palabras con respecto a lo que pueda ser especialmente requerido para asegurar
una recepción exacta por parte de su compañero. Al enfrentarse a un grupo de
personas —cada una de las cuales requiere de un enfoque algo distinto de la idea
y de un vocabulario en cierta forma diferente para su mejor comprensión— el
entrevistador debe transar. Debe seleccionar su mensaje y sus palabras de
manera que puedan recibirlos todos los miembros con razonable exactitud, pero
puede dejar de satisfacer las necesidades particulares de alguno de ellos.
Una intervención que satisfaga las necesidades de un individuo puede, al mismo
tiempo, ocasionar un problema para algún otro. Por ejemplo, si la respuesta a una
esposa que dice sentirse sola y aislada es de apoyo, puede parecer como una
acusación al marido. Y apoyar a un marido que expresa las dificultades que tiene
para satisfacer en forma adecuada las necesidades de la familia puede ocasionar
angustia s la esposa por su forma de manejar el presupuesto familiar. El
entrevistador de entrevistas individuales no tiene este problema de las
consecuencias conflictivas que una misma declaración puede provocar.
El ritmo de la entrevista de grupo es también una transacción entre las diferentes
variables que acomodan mejor a los distintos
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miembros del grupo. Lo que es "demasiado aprisa" para uno puede resultar
"demasiado lento" para otro. Aquí la posibilidad de individualización es mucho
menor que en la pareja.
La complejidad de la interacción aumenta geométricamente aunque el número de
personas a quien se enfrente el entrevistador aumente aritméticamente. Si el
número de gente se cuadruplica, la complejidad de la interacción se vuelve
dieciséis veces mayor. El entrevistador tiene que medir la actividad, entender,
recibir y responder muchas más cosas que en.la situación relativamente limitada
de la pareja. No sólo hay más gente sino también .muchos tipos diferentes de
individuos a los que el entrevistador tiene que responder. Por ejemplo, en la
entrevista de terapia familiar se requiere la capacidad de poder empatizar
simultáneamente con grupos de sexo y edad diferentes.
En cualquier grupo se desarrollan concurrentemente interacciones entre miembros
individuales del grupo, miembros individúale-del grupo con el entrevistador, el
grupo en conjunto con miembro; individuales, subgrupos con el entrevistador y
subgrupos con miembros individuales. Existe una comunicación simultánea de uno
con muchos, muchos con uno y muchos con muchos.
Debido a que el entrevistador de grupo es ampliamente superado en número, a
que tiene que reaccionar ante muchas persona —cada una de ellas tirando en
diferente dirección en alguna forma—, se halla propenso a sentirse abrumado y
arredrado. La entrevista individual parece ser mucho más manejable, menos febril.
De hecho, así sucede. En una acritud de autodefensa, la tendencia puede ser la
de tratar de mantener un enfoque familiar; centrarse en los individuos
separándolos, por percepción, del grupo, más que enfocar el grupo, los modelos
del grupo o el comportamiento ce-grupo.
En la entrevista de pareja el entrevistador hace una relación verbal de la acción.
En la situación de grupo el entrevistador se enfrenta al hecho de tener que
responder a la acción misma, al comportamiento de la gente, a sus reacciones en
el trato con los demás. La interacción puede desarrollarse primordialmente a un
nivel verbal, pero de todas maneras es una situación social vivir en movimiento.
Algunos miembros del grupo tratan de manipular al entrevistador para que los
apoye en sus conflictos con otro-miembros, para que les sirva de arma contra
ellos. En la terapia familiar, a veces se hacen esfuerzos para atraer al entrevistad-:
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dentro de la familia, para que tome partido en los conflictos familiares. Las
exigencias son grandes y el esfuerzo para permanecer fuera del conflicto tiene
que ser también proporcionalmente grande.
Tanto el entrevistador individual como el entrevistador de grupo deben confiar en
que el entrevistado es capaz de desempeñar su papel de manera competente. En
cada ocasión, el entrevistador trata de maximizar la participación y la
responsabilidad del entrevistado en la entrevista. Sin embargo, en la entrevista de
grupo se requiere que el trabajador social entrevistador tenga una seguridad
personal mayor. El trabajador necesita estar dispuesto a compartir la
responsabilidad de la entrevista sin sentirse amenazado por ello. Como dice
Schwartz: el movimiento de la entrevista individual a la entrevista de grupo va de
"ayudar a la gente a ayudarse a sí misma" a "ayudar a la gente a que ayude a
otros" (266). En la entrevista de grupo los miembros en realidad desempeñan
papeles, en una ocasión u otra, generalmente reservados al profesional. Brindan
apoyo a otros miembros, aclaran las ideas y los sentimientos de sus compañeros y
ofrecen interpretación y comprensión. El profesional no se ve tan directamente
comprometido- en el desempeño de sus responsabilidades en la entrevista
individual.
Además, el entrevistador corre mayor riesgo de perder realmente el control de los
procedimientos en la situación de grupo. Alentar la participación del grupo y
delegar en él una parte mayor de la responsabilidad por la interacción son
medidas de control de parte del entrevistador. Este "permite" al grupo que haga lo
que se necesita hacer. Mas el grupo puede decidir hacer algo que el entrevistador
no quiere que se haga. El entrevistador puede encontrarse repentinamente con
que el grupo ha puesto el juego fuera de sus manos. En la entrevista individual,
cuando esto sucede, el entrevistador puede reasumir el control sin gran dificultad.
En la situación de grupo se halla numéricamente en franca desventaja. Confron-
tado con la solidaridad de un grupo puede ser muy difícil para el entrevistador
recuperar el control de la situación.
Mientras mayor sea el número de participantes en la entrevista se tiene la ventaja
de diversificar los papeles, un resultado de lo cual es el surgimiento de papeles
problemáticos. Los diferentes miembros del grupo pueden desempeñar papeles
tales como el del chivo expiatorio, el del monopolizador y el del silencioso ya sea
que estos papeles íes hayan sido asignados o que se los hayan arrogado. El chivo
expiatorio es el blanco de toda la hostilidad y agresión
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