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El rey y el pastor
Un rey tenía una hija que era muy bonita. Su
belleza había cobrado fama y los reyes y zares
iban allá a pedir su mano o sólo para verla, como
para presenciar un milagro, pero su padre no
quiso darla a nadie más, sino a quien fuera más
astuto que él y pudiera engañarlo de alguna
manera. Esto escuchó un hombre rico que vivía
muy lejos.
Al ver que el pastor siempre tenía una respuesta, el viajero se asombró mucho y pensó que
este pastor sería bueno para pedir la mano de la hija del zar y le dijo: “Por Dios, acércate un
poco para que platiquemos un poco más.” Y el pastor le respondió: “Espera un poco hasta
que traiga a las ovejas.” Entonces el pastor se fue corriendo, regresó con las ovejas y se le
acercó a aquel hombre, el cual le dijo: “Yo me voy con tal y tal rey para pedirle la mano de
su hija, pero él no quiere dar a su hija a nadie sino al que sea más astuto que él y lo pueda
engañar de alguna manera. Veo que tú eres de mente astuta y que sabes hablar bien y
sabiamente, ¿quieres ir conmigo con este rey, para que me consigas a la princesa?” A esto el
pastor respondió: “Iré.” Y de ahí se fueron juntos y llegaron a la ciudad donde vivía aquel
rey.
Cuando llegaron hasta la puerta del palacio, los recibió la guardia, que les preguntó: “¿A
dónde van?” Ellos respondieron: “Nosotros venimos con el rey para pedirle la mano de su
hija.” Y el guardia: “Todos los que quieren pedir la mano de la hija del rey tienen el paso
libre.” Se les dejó pasar y, una vez arriba, enfrente del zar, aquel hombre rico dijo: “¡Que Dios
nos ayude, rey preclaro!” Y el rey le devolvió el saludo: “¡Que Dios les dé bien, hijos!” Y luego
le dijo a aquel hombre rico: “¿Por qué vino aquel campesino de vestido burdo?” El pastor no
dejó responder al hombre, sino que se incorporó y dijo: “Si yo soy el campesino de vestido
burdo, yo tengo más fortuna que aquellos con vestido bonito, y además tengo tres mil ovejas.
Así, en un valle ordeño, en otro cuajo y en el tercero almaceno el alimento.” El rey le dijo:
“Es bueno que tengas tanta riqueza.” El pastor le secundó: “Eso no es bueno, sino malo.” El
rey: “¿De dónde puede ser malo si tu dijiste tantas cosas buenas?” El pastor contestó: “Eh,
toda la comida se echó a perder y se pudrió.” El rey dijo: “¡Qué lástima! ¡Tanta pérdida se
hizo!” El pastor le secundó: “Esto para mí no es malo sino bueno.” Y el rey dijo: “¿Pero,
cómo?” El pastor: “Yo tomé el arado y aré trescientos días y sembré trigo.” El rey dijo: “Esto
es bueno, que sembraste tanto trigo.” El pastor le secundó: “A fe mía, no es bueno sino malo.”
El rey: “¿Por qué, pobre hombre?” Contestó el pastor: “Se me echó a perder aquel trigo:
crecieron hayas y abetos.” El rey: “¡Oh, ahí hubo mucha pérdida!” El pastor: “Ahí, para mí,
no hubo pérdida sino provecho.” El rey: “¿Cómo pudo haber provecho, si tanto trigo se echó
a perder?” El pastor respondió: “Porque llegó volando un enjambre de abejas y cubrió por
completo las hayas y abetos, no se les veían las ramas ni las raíces.” Entonces dijo el zar:
“Esto es bueno, que llegaron tantas abejas.” El pastor le secundó: “A fe mía, no es bueno sino
malo.” Otra vez el rey: “¿Pero, por qué?” El pastor le respondió: “Calentó el sol veraniego y
se derritió aquel mosto y miel, y todo se derramó por el valle.” Entonces dijo el rey: “A fe
mía, ahí sí estuvo mal.” El pastor: “A fe mía, no estuvo mal, sino bien.” Otra vez pregunta el
rey: “¿Pero, cómo?” El pastor le respondió: “Yo atrapé una pulga y la degollé y le desollé la
piel y llené trescientas cargas.” Entonces, el rey dijo: “A fe mía, esto sí que es una mentira.”
Y el pastor respondió: “Si es una mentira, tú la creíste como verdad. Ya te engañé lo
suficiente, así que dame a tu hija, me la gané.” El rey no pudo hacer nada, sino que dio a su
hija al pastor; el pastor se la dio al hombre rico y el hombre rico le entregó al pastor una
grande e incontable fortuna.
LEYENDA
La leyenda de Sava Savanovic
El ruinoso molino estuvo en funcionamiento hasta mediados de 1950, cuando fue adquirido
por la familia Jagodic, que con el paso del tiempo se convirtió en un lugar turístico. la familia
Jagodic estaban tan asustados por el terrible vampiro que no se acercaban nunca al lugar ni
siquiera para realizar reparaciones. Recientemente la fábrica se derrumbó siendo en ese
momento cuando empezó el pánico entre los habitantes del pequeño pueblo de Zarožje.
Curiosamente las ventas de ajo están en auge en Zarožje, ya que los aldeanos creen que el
fuerte olor del ajo les protegerá de Savanovic. El ayuntamiento local ya ha empezado los
planes para restaurar el molino y así ponerlo otra vez marcha. Desafortunadamente, con la
entrada del invierno las obras de restauración tendrán que esperar hasta la primavera del
2013, por lo que mientras tanto el ayuntamiento ha emitido la advertencia sobre el vampiro
y aconsejó a la gente utilizar el ajo y poner una santa cruz en todas las habitaciones de su
casa. El alcalde Vujetic dijo que entiende qué alguien que nunca ha vivido en la región se ría
de los temores del pueblo, pero también dejó muy claro que ninguno de los habitantes de
Zarožje tiene duda alguna, los
vampiros son completamente
reales. Muchas personas han
informado sobre extraños gruñido
procedentes del viejo molino, una
figura extraña figura que no se parecía
a ningún animal ni a ningún humano o
incluso otras personas han afirmado
ver un individuo alto y moreno de pie
junto al molino en la oscuridad de la
noche.
Sus principales obras, el poema épico Osman, la obra pastoral Dubravka, y el poema
religioso Lágrimas del hijo pródigo (basado en el conocido pasaje bíblico) son
ejemplos de la riqueza estilística del barroco, y de su frecuente exceso retórico.
Petar Kočić
Fecha de nacimiento: 29 de junio de 1877, Stričići, Bosnia
Fallecimiento: 27 de agosto de 1916, Belgrado, Serbia
Educación: Universidad de Viena
Hijos: Dušica Kočić-Pavić