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Determinantes socioeconómicos de la salud en Andalucía: estudio


comparado del impacto de la crisis económica en la salud de los andaluces
(proyecto IMPACT-A)

Conference Paper · July 2016

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3 authors:

Javier Alvarez-Galvez Jose A. Salinas-Perez


Universidad de Cádiz Australian National University
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Maria Luisa Rodero-Cosano


Universidad Loyola Andalucía
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DETERMINANTES SOCIOECONÓMICOS DE LA SALUD EN ANDALUCÍA:
ESTUDIO COMPARADO DEL IMPACTO DE LA CRISIS ECONÓMICA EN
LA SALUD DE LOS ANDALUCES (PROYECTO IMPACT-A)
Javier Álvarez-Gálvez, José Alberto Salinas Pérez, María Luisa Rodero Cosano,
Auxiliadora González Portillo, Eider Muniategui Azcona, Gloria Martínez Cousinou,
Emma Motrico Martínez, Diego Gómez Baya, Víctor Sanz Suárez-Lledó, María Isabel
Serrano Macías

Resumen:
Los estudios sobre determinantes socioeconómicos de la salud se han centrado
fundamentalmente en el análisis de los factores de carácter económico, es decir, en las
diferencias de salud generadas por los ingresos. Sin embargo, la relación entre los
ingresos y las desigualdades de salud parece ser algo más compleja. Como se ha puesto
de manifiesto en recientes estudios, la inclusión de los ingresos como factor explicativo
de las desigualdades de salud, aunque resulta necesaria, no es suficiente para entender la
diversidad y la complejidad de otras dimensiones sociales como la educación o la clase
social, que resultan igualmente relevantes en la explicación de estas desigualdades. En
línea con este conjunto de consideraciones, el objetivo del presente trabajo se dirige a
comparar el impacto de diferentes medidas del estatus socioeconómico (educación,
clase social, ocupación e ingresos) sobre la salud auto-percibida (self-rated health -
SRH) en las diferentes Comunidades Autónomas españolas, a partir de datos de los
Barómetros Sanitarios del Centro de Investigaciones Sociológicas. Adicionalmente, se
estudia el efecto contextual de indicadores macroeconómicos, de servicios sanitarios, y
calidad de vida mediante el diseño de diferentes modelos de regresión logística ordinal
multinivel. Los datos del presente trabajo revelan que, a pesar de que España es un país
que goza de una auto-percepción de la salud positiva, se observan desigualdades en la
salud a nivel interregional. Si bien en nuestro país no existen grandes diferencias en la
salud, los datos ponen de manifiesto que factores socioeconómicos como los ingresos,
clase social, la ocupación o la educación pueden tener un importante impacto sobre la
salud de los grupos en riesgo de exclusión social. En el nivel contextual, el riesgo de
pobreza y el desempleo se encuentran negativamente relacionados con la auto-
percepción de la salud de los españoles. Unos resultados que tienen implicaciones muy
claras en el reciente contexto de crisis económica. El presente análisis aporta claros
indicios de la importancia de tener unas condiciones vitales dignas para poder mantener
la salud. Sin lugar a dudas vivir en la pobreza o en una condición de riesgo de caer en
un estado de privación material, aumenta la probabilidad de tener una mala salud, y esta
misma relación se aplica a la falta de trabajo. En este sentido, es necesario considerar el
impacto socioeconómico de la actual crisis económica y los actuales recortes del gasto
público en la salud de los grupos más desfavorecidos de nuestra sociedad.

Palabras clave: estatus socioeconómico, salud, barómetros sanitarios, análisis


multinivel

Nota: Los resultados del presente trabajo representan un avance de la primera fase de proyecto
"Determinantes socioeconómicos de la salud en Andalucía: estudio comparado del impacto de la crisis
económica en la salud de los andaluces" (PRY120/14) financiado por la convocatoria competitiva de
proyectos I+D del Centro de Estudios Andaluces, Junta de Andalucía.
Introducción
Diferentes estudios demuestran que las circunstancias económicas y sociales en las
que vivimos tienen un impacto en nuestra salud física y mental (Wilkinson y Marmot,
2003; Bartley, Sacker y Clarke, 2004; Angner et al. 2009). Trabajos recientes muestran
que la correlación positiva entre estatus socioeconómico (Socio-Economic Status - SES)
y la salud varía entre países y modelos de estados de bienestar (Adams et al., 2003;
Frijters, Haisken-DeNew y Shields, 2005; Eikemo et al., 2008; Alvarez-Galvez et al.,
2013, Alvarez-Galvez et al., 2014, Alvarez-Galvez, 2016).
Las desigualdades de ingresos de los países pueden afectar a la salud subjetiva de los
individuos (Self-Rated Health - SRH) (Wilkinson, 1996, 1997; Nummela et al., 2007;
Costa-Font and Hernández-Quevedo, 2012); del mismo modo, diferentes regímenes o
modelos de estados bienestar caracterizados por diversas políticas públicas y sociales
pueden producir variaciones en la salud de los individuos (Eikemo et al., 2008a; Eikemo
et al., 2008b; Eikemo et al., 2008c). Este conjunto de trabajos indican que las
diferencias en el estatus socioeconómico se encuentran claramente relacionadas con la
salud individual. Es decir, las diferencias de ingresos, educativas, ocupacionales, así
como aquellas características de clase o posición social son susceptibles de afectar tanto
objetiva como subjetivamente a nuestro estado de salud (Álvarez-Gálvez, 2013). Por
otro lado, se evidencia que la relación entre el SES y la salud puede variar en función de
diversos factores tanto individuales (sexo, edad, hábitos de ocio y consumo, etc.) como
contextuales (gasto social, PIB, políticas socio-sanitarias, etc.).
Dentro del ámbito europeo la literatura se ha centrado, principalmente, en examinar
el impacto de los ingresos sobre la salud, mostrando diferentes y, en ocasiones,
inesperados resultados. Estudios como el llevado a cabo por Fritzell et al. (2004)
demuestran que el impacto de los ingresos sobre la salud es similar en los países
nórdicos y en los anglosajones. A pesar de que se podría esperar que países como
Dinamarca, Finlandia, Noruega o Suecia, caracterizados por un régimen de bienestar
socialdemócrata (Esping-Andersen, 1999), presentaran una relación débil entre los
ingresos y la salud, la realidad es que funcionan de un modo parecido al de países
económicamente liberales como, por ejemplo, Reino Unido. Si bien los países
socialdemócratas protegen a los ciudadanos de los riesgos del mercado mediante un
generoso sistema de transferencias sociales y de políticas públicas, dicha protección aún
evidencia desigualdades en la salud de los ciudadanos de estos países. De hecho, aunque
se podría esperar que los estados de bienestar más extensos (o universalistas) y que
proveen una mayor protección social a sus ciudadanos sean aquellos donde las
diferencias de salud por ingresos se vean más reducidas, recientes estudios evidencian
que las diferencias de salud relacionadas con las desigualdades de ingresos son incluso
menores en los países del centro de Europa, como por ejemplo Alemania, Austria,
Bélgica, Francia o Países Bajos (Van Doorslaer et al., 2004; Eikemo et al., 2008b;
Costa-Font y Hernández-Quevedo, 2012). El carácter contradictorio de estos resultados
ha justificado el desarrollo de estudios más complejos que permitan explicar estas
diferencias.
Como se pone de manifiesto en recientes trabajos (Álvarez-Gálvez et al., 2013;
Álvarez-Gálvez y Salvador-Carulla, 2013; Álvarez-Gálvez et al. 2014; Álvarez-Gálvez,
2016), la literatura centrada en el estudio de los determinantes de la salud se ha centrado
fundamentalmente en el análisis de los factores económicos, es decir, en las diferencias
de salud generadas por los ingresos (Fritzell, Nermo y Lundberg, 2003; Van Doorslaer y
Koolman, 2004; Kunst et al., 2005). Sin embargo, la relación entre los ingresos y las
desigualdades de salud parece ser algo más compleja (Grossman, 2000; Smith, 2004).
En este sentido, la inclusión de los ingresos como factor explicativo de las
desigualdades de salud, aunque resulta necesaria, no es suficiente para entender la
diversidad y la complejidad de otras dimensiones sociales que resultan igualmente
relevantes en la explicación de estas desigualdades (Marmot, 2010).
Como decimos gran parte de los estudios de este campo se han centrado en el
análisis del impacto de las desigualdades económicas pero, en general, se ha prestado
poca atención sobre aquellos determinantes sociales que pueden tener un impacto
directo en nuestra calidad de vida y nuestra salud. El nivel educativo (Grossman, 2006;
Smith, 2004), la clase social (Kelleher et al., 2003), el estatus ocupacional (Bartley,
Ferrie y Montgomery, 1999; Quevedo et al., 2006) o la posición de riesgo que
mantenemos en el mercado de trabajo (Hernandez et al., 2006) son, entre otros, algunos
de los factores que, de un modo directo o indirecto, son susceptibles de incidir en
nuestro estado de salud. Estudios como el llevado a cabo por Hanibuchi et al. (2012),
tratando de llenar este vacío de la literatura, se ha centrado en el análisis la relación
entre diferentes medidas de SES (ingresos, educación, estatus ocupacional y clase
social) y la salud subjetiva de individuos en cuatro países asiáticos: China, Japón, Corea
del Sur y Taiwán. Este trabajo demuestra que el impacto de estos indicadores puede
variar en función del contexto socioeconómico de los diferentes países, y
específicamente pone de manifiesto el mayor poder explicativo de la clase social frente
al resto de variables, las cuales han sido más empleadas en la literatura.
En un ámbito geográfico más cercano y empleando datos de la Encuesta Social
Europea (2002-2008), Álvarez-Gálvez et al. (2013) comparan la relación de tres
medidas diferentes de estatus socioeconómico (ingresos, educación y estatus
ocupacional) con la salud subjetiva (Self-Rated Health -SRH) de los europeos durante el
periodo de 2002 a 2008. Dicho estudio emplea una muestra amplia en la cual se
incluyen 29 países europeos. Dicho estudio muestra que las diferencias en la salud de
los países escandinavos y de los anglosajones presentan una mayor relación con los
determinantes económicos de la salud (ingresos y estatus ocupacional), mientras que en
los países del sur y del este de Europa estas diferencias presentan una mayor relación
con las desigualdades en la educación.
Este trabajo, en la misma línea que estudio previos, apunta a la importancia de los
factores económicos para mantener un buen estado de salud, pero paralelamente se pone
de manifiesto la importancia de otros aspectos sociales –como, por ejemplo, la
educación o la profesión del individuo– en el mantenimiento de nuestra salud y calidad
de vida. A pesar de que otros factores socioeconómicos como los ingresos familiares o
el estatus ocupacional presentan una clara relación con las desigualdades en la salud, la
educación se presenta como el factor principal en la explicación de estas diferencias,
especialmente en países caracterizados por economías poco flexibles y sistemas de
estados de bienestar fragmentados o poco desarrollados (como, por ejemplo, los países
Mediterráneos y aquellos del este de Europa).
Entre estos países resulta muy interesante analizar el caso español, sobre todo por las
implicaciones que dicho caso pudiera tener para la comprensión del presente estudio. En
el trabajo de Álvarez-Gálvez et al. (2013) la educación parece ser el factor
socioeconómico que mejor explica las desigualdades en la salud de los españoles,
mientras que los ingresos y el estatus ocupacional no llegan a presentar una relación
clara. De hecho, en los resultados de este estudio se pudo apreciar que los ingresos no
siempre producían diferencias estadísticamente significativas en la salud, y la
correlación del estatus ocupacional con la salud llegaba incluso a invertirse. Estos
resultados, aunque en principio podrían parecer contradictorios, pueden ser totalmente
lógicos si tenemos en cuenta que el sistema público y universal de salud no permite que
existan grandes desigualdades de salud en función de los ingresos de las familiar.
España, a diferencia de otros países europeos, se encuentra caracterizada por una
sistema público de salud que, a pesar de las recientes privatizaciones en la gestión de
algunos centros, todavía hoy continúa ofreciendo un acceso universal a la salud. Y,
evidentemente, este hecho explica que en comparación con otros países, como por
ejemplo Reino Unido, con menores niveles de provisión sanitaria y de gasto social, las
desigualdades en la salud generadas por las diferencias de ingresos parecen tener un
efecto limitado sobre las diferencias en la salud. Al menos durante el periodo de
estudio.
Por otra parte, el hecho de que en España encontremos personas con un alto estatus
ocupacional (en otras palabras, con una buena profesión) y una peor salud puede ser
totalmente factible en un país con un mercado de trabajo que, en ocasiones, no valora
una elevada educación. Este, por poner un ejemplo, podría ser el caso de miles
profesionales sobre-educados que en España desempeñan un trabajo altamente valorado
por nuestra sociedad pero que no gozan de las condiciones laborales que merecen en
relación a su nivel formativo (Allen y Van der Velden, 2001; Chevalier, 2003). Un
fenómeno que se pone de manifiesto con la actual fuga de cerebros que emigran a otros
países en busca de mejores oportunidades laborales y condiciones socioeconómicas que
les permitan garantizar unos niveles relativamente aceptables en términos de calidad de
vida y bienestar general.
En línea con este conjunto de consideraciones sobre las peculiaridades del caso
español, el objetivo del presente trabajo se dirige a comparar el impacto de diferentes
medidas de SES sobre la SRH en las diferentes Comunidades Autónomas españolas, así
como el efecto contextual de otros indicadores de servicios públicos destinados a la
salud.

Método
Datos y muestra
Para el presente trabajo se presenta un avance de los resultados del proyecto
IMPACT-A: Determinantes socioeconómicos de la salud en Andalucía: estudio
comparado del impacto de la crisis económica en la salud de los andaluces
(PRY120/14), financiado por la Fundación Pública Centro de Estudios Andaluces. En
este trabajo inicial se emplean los estudios nº 8.810 (2.832, 2.839 y 2.850) y (2.862,
2.906 y 2.916) de los Barómetros Sanitarios 2010 – 2011. En dichos modelos se ha
tomado la variable SRH como dependiente (P43 en 2010; P44 en 2011) (N = 2585):
“¿Cómo describiría Ud. su estado de salud en general: muy bueno, bueno, regular, malo
o muy malo?”. Las categorías de respuesta para esta pregunta serían las siguientes:
“Muy malo”, “Malo”, “Regular”, “Bueno”, y “Muy bueno”. En línea con autores como
Hanibuchi et al. (2012) y Álvarez-Gálvez et al. (2013) se analizará la asociación de la
variable dependiente con cuatro variables explicativas principales que se encuentran
incluidas en los estudios 2.832, 2.839, 2.850, 2.862, 2.906 y 2.916 del CIS. Estas
variables son las siguientes: (1) los ingresos, (2) la educación, (3) la ocupación, y (4) la
clase social.
Adicionalmente, se emplearán variables sociodemográficas a modo de control
(género, edad del entrevistado, etc.), tratando de localizar aquellas variables que puedan
contribuir a la explicación del objeto de estudio. Por ejemplo, aquellas relacionadas con
el estado real de salud (haber estado hospitalizado, número de ingresos, etc.), la opinión
sobre el sistema sanitario, la percepción sobre la atención recibida, el grado de
satisfacción y el uso de los diferentes servicios de salud.

Análisis de datos: regresión logística ordinal multinivel

El presente trabajo se dirige a comparar el impacto de diferentes medidas del estatus


socioeconómico (educación, clase social, ocupación e ingresos) sobre la salud auto-
percibida (self-rated health - SRH) en las diferentes Comunidades Autónomas
españolas, y las variaciones en esta relación mediante la inclusión de efectos de carácter
contextual. Concretamente, se analiza el efecto contextual de indicadores
macroeconómicos, de servicios sanitarios, y calidad de vida mediante el diseño de
diferentes modelos de regresión logística ordinal multinivel.

Resultados

Como un paso previo en el estudio de la relación entre SES y salud resulta necesario
preguntarnos por los posibles determinantes contextuales de la salud. Es decir, ¿cuáles
son los factores (regionales) susceptibles de afectar a nuestro SES y en última instancia
a nuestra salud?
Teniendo en cuenta la amplitud de indicadores que podrían incluirse en el análisis
(gasto sanitario, número de hospitales, número de camas hospitalarias, consultas de
atención primaria, consultas de atención especializada, profesionales, etc.), en el
presente estudio nos centraremos en aquellos que nos aporten una perspectiva general
del sistema regional de salud, así como de la economía de las diferentes áreas
geográficas de nuestro país. En la tabla 1, se presentan inicialmente datos de gasto
sanitario, número de habitantes y Producto Interior Bruto de las diferentes CC.AA. En
esta tabla se puede observar que las regiones mayores en términos poblacionales son
aquellas que tienen un mayor gasto sanitario. Para el año 2010, en la mayor parte de las
CC.AA. se puede apreciar una leve reducción del gasto sanitario con respecto al año
2009, mientras que los datos poblacionales y económicos se mantienen relativamente
estables.

Tabla 1. Datos de gasto sanitario, población y PIB por CC.AA. (2009-2010).


Gasto Gasto
Población Población PIB PIB
sanitario sanitario
2009 2010 2009 2010
2009 2010
ANDALUCIA 16,7% 16,4% 8.177,4 8.238,8 13,6% 13,6%
ARAGÓN 3,2% 3,2% 1.318,9 1.313,2 3,2% 3,2%
P. ASTURIAS 2,7% 2,7% 1.057,1 1.057,1 2,1% 2,1%
I. BALEARES 2,1% 2,0% 1.074,9 1.080,1 2,5% 2,5%
CANARIAS 5,0% 4,8% 2.086,0 2.092,4 3,9% 3,9%
CANTABRIA 1,4% 1,3% 577,9 579,1 1,2% 1,2%
CAST. Y LEÓN 5,8% 5,9% 2.510,6 2.495,0 5,2% 5,2%
CAST.-LA MANCHA 4,8% 4,9% 2.037,8 2.039,5 3,6% 3,5%
CATALUÑA 16,5% 16,5% 7.288,1 7.321,1 18,4% 18,6%
COM. VALENCIANA 9,6% 9,6% 5.019,1 4.990,6 9,7% 9,6%
EXTREMADURA 2,9% 2,8% 1.081,0 1.082,4 1,6% 1,6%
GALICIA 6,4% 6,2% 2.737,0 2.736,6 5,3% 5,4%
COM. DE MADRID 12,1% 11,9% 6.300,5 6.358,6 18,2% 17,9%
REGION DE MURCIA 3,2% 3,3% 1.452,2 1.465,8 2,6% 2,7%
COM. NAVARRA 1,5% 1,7% 616,9 620,7 1,7% 1,7%
PAÍS VASCO 6,0% 6,1% 2.134,7 2.137,9 6,0% 6,1%
LA RIOJA 0,7% 0,7% 316,3 314,7 0,8% 0,8%
CEUTA 0,0% 0,0% 72,6 75,4 0,1% 0,1%
MELILLA 0,0% 0,0% 70,4 73,8 0,1% 0,1%
Nota: Elaboración propia a partir de datos del INE y del Catálogo Nacional de Hospitales. Datos de
población en miles.

Aunque como decimos los indicadores sobre el sistema sanitario susceptibles de ser
introducidos en los modelos de regresión ordinal multinivel pueden ser muy variados,
en este estudio nos centraremos en dos indicadores básicos: (1) tasas de hospitales; y (2)
tasas de camas hospitalarias por CC.AA. En definitiva, dos indicadores de servicios del
sistema sanitario español que serán empleados para estudiar la relación entre las
diferencias en el sistema sanitario regional y la auto-percepción de la salud a nivel
individual. En la tabla 2 se presenta estos datos para los años 2009 y 2010.
Tabla 2. Tasas de hospitales y camas hospitalarias por CC.AA. (2009-2010).
Tasa Tasa Cama Cama
hospitalaria hospitalaria hospitalaria hospitalaria
2009 2010 2009 2010
ANDALUCIA 1,231 1,266 2,663 2,668
ARAGÓN 0,343 0,343 0,649 0,645
P. ASTURIAS 0,237 0,237 0,500 0,495
I. BALEARES 0,272 0,272 0,440 0,430
CANARIAS 0,462 0,450 0,918 0,903
CANTABRIA 0,107 0,107 0,257 0,253
CAST. Y LEÓN 0,367 0,379 0,675 0,691
CAST.-LA MANCHA 0,473 0,473 1,116 1,116
CATALUÑA 2,402 2,485 3,901 3,981
COM. VALENCIANA 0,722 0,734 1,534 1,624
EXTREMADURA 0,260 0,225 0,516 0,491
GALICIA 0,556 0,497 1,258 1,236
COM. DE MADRID 0,911 0,959 2,526 2,575
REGION DE MURCIA 0,320 0,308 0,558 0,537
COM. NAVARRA 0,154 0,154 0,286 0,284
PAÍS VASCO 0,521 0,521 0,986 0,986
LA RIOJA 0,059 0,059 0,116 0,116
CEUTA 0,024 0,024 0,025 0,025
MELILLA 0,012 0,012 0,020 0,020
Nota: Elaboración propia a partir de datos del INE y del Catálogo Nacional de Hospitales. Tasa
hospitalaria por 100.000 habitantes. Camas hospitalarias por 1000 habitantes.

Entre algunos de los factores socioeconómicos que, a nivel contextual, son


susceptibles de afectar a nuestra salud también se han considerado dos variables que
claramente se encuentran relacionadas con la crisis económica actual: (1) la tasa de
riesgo de pobreza; y (2) la tasa de paro (ver Tabla 3). En primer lugar, la tasa de riesgo
de pobreza puede resultar relevante en cuanto que representa un indicador de la calidad
de vida. Por otra parte, la tasa de paro, tomada como dato de contexto, puede estar
relacionada con nuestra percepción de la salud. Es decir, lo que interesa en este caso es
ver si ambos indicadores presentan alguna asociación con nuestra salud. De esta forma
partimos de la premisa de que la realidad que perciben los españoles sobre la actual
situación socioeconómica, y específicamente materializada en riesgo de pobreza y
desempleo, se encuentra relacionada con el modo en el que los españoles auto-perciben
su salud.

Tabla 3. Tasas de riesgo de pobreza y paro por CC.AA. (2009-2010).


Tasa riesgo Tasa riesgo Tasa paro Tasa paro
pobreza 2009 pobreza 2010 (4º Tr.) 2009 (4º Tr.) 2010
ANDALUCIA 29,3 30,1 26,3 28,4
ARAGÓN 12,7 13,6 13,3 16,1
P. ASTURIAS 12,8 12,3 14,2 16,7
I. BALEARES 17,3 20,6 19,5 22,2
CANARIAS 27,5 31,1 26,9 29,0
CANTABRIA 13,9 17,2 12,6 14,9
CAST. Y LEÓN 19,2 21,0 14,2 15,8
CAST.-LA MANCHA 27,4 27,8 19,2 21,3
CATALUÑA 12,9 15,3 17,0 18,0
COM. VALENCIANA 17,3 20,1 22,6 22,9
EXTREMADURA 36,2 38,2 21,3 23,9
GALICIA 19,1 16,8 12,9 15,7
COM. DE MADRID 13,6 13,6 14,7 15,8
REGION DE MURCIA 28,6 29,2 22,5 25,0
COM. NAVARRA 7,4 7,3 10,5 11,6
PAÍS VASCO 9,4 11,6 11,8 10,9
LA RIOJA 22,7 20,5 13,7 15,7
CEUTA 30,9 34,3 24,6 24,8
MELILLA 25,9 27,6 21,7 26,1
Nota: Elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Calidad de Vida y la Encuesta Población
Activa del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Antes de pasar al diseño del correspondiente modelo multinivel que nos permita
estudiar si existen relación entre el contexto socioeconómico y la auto-percepción de la
salud de los españoles, se construyeron diferentes modelos que incluían las variables
cuatro variables de SES correspondientes al nivel-1 (educación, clase social, ocupación
e ingresos), añadiendo posteriormente las variables de control, para en un segundo paso
pasar a la introducción de los predictores de nivel-2 (gasto sanitario, número de
hospitales, camas hospitalarias, riesgo de pobreza, etc.). La variable de enlace entre el
primer y segundo nivel será la Comunidad Autónoma duplicada (2009-2010). Es decir
en lugar de trabajar con 19 unidades de nivel-2 se trabajó con 38 unidades, una
ampliación de la muestra que va dirigida al aumento de unidades de segundo nivel a la
vez que se mantiene unas muestras aceptables para cada uno de los grupos (es decir, las
CC.AA.). Si bien inicialmente se pensó emplear la muestra de provincias para llevar a
cabo el análisis, en condiciones de baja variabilidad interregional se optó por emplear la
CC.AA como una unidad más amplia y por consiguiente fiable para la realización de las
diferentes estimaciones.
En la tabla 4 se presentan los resultados del modelo multinivel de efectos fijos pero
combinando en este caso variables de nivel 1 y 2. En total se han calculado ocho
modelos, dos por cada una de las cuatro variable independientes (educación, clase
social, ocupación e ingresos). Para evitar efectos de multicolinealidad, los modelos 1, 3,
5 y 7 incluyen en el análisis el efecto del riesgo de pobreza, mientras que los modelos 2,
4, 6 y 8 incluyen los efectos del desempleo. Como se puede observar el SES presenta
una asociación positiva con la salud de los individuos de la muestra. Este efecto es
mayor para personas con elevados ingresos, nivel educativo, elevada cualificación y las
nuevas clases medias. Por otra parte, la significatividad estadística de las variables de
nivel-2 indica que hay relación entre los problemas socioeconómicos del país y la salud
de los ciudadanos. Así, factores como el riesgo de pobreza y el desempleo son
susceptibles de reducir la auto-percepción individual de la salud, por pequeño que sea
dicho efecto. En este sentido, podemos afirmar que son factores que inciden, en mayor o
menor medida, en el bienestar físico y mental de los individuos y que, por consiguiente,
se encuentran relacionados con las actuales desigualdades en la salud de los españoles.

Tabla 4. Modelo de regresión ordinal multinivel para el estudio de la asociación entre el estatus
socioeconómico y la salud auto-percibida con variables de nivel 1 y 2 (2010-2011).
Variable M1 M2 M3 M4 M5 M6 M7 M8
a 1,618*** 1,618***
Primaria
(0,105) (0,105)
a 2,253*** 2,256***
Secundaria
(0,178) (0,179)
a 1,987*** 1,987***
F.P.
(0,156) (0,156)
Universidad 3,024*** 3,023***
(medio)a (0,260) (0,260)
Univer. 3,080*** 3,079***
(superior)a (0,261) (0,261)
Nuevas clases 0,723*** 0,724***
b
med. (0,039) (0,039)
Viejas clases 0,654*** 0,654***
med.b (0,039) (0,039)
Obreros 0,548*** 0,549***
cualificadosb (0,028) (0,028)
Obreros no- 0,433*** 0,433***
cualif.b (0,026) (0,026)
Téc./prof. 1,472*** 1,473***
c
Científicos (0,118) (0,118)
Téc./prof. de 1,136 1,138
apoyoc (0,089) (0,089)
1,105 1,107
Administrativosc
(0,112) (0,112)
Trab. 0,842*** 0,843***
c
restauración (0,063) (0,063)
Trab. 0,766*** 0,764***
agriculturac (0,067) (0,067)
Artesanos/Trab. 0,807*** 0,808***
industriac (0,058) (0,058)
c 0,744*** 0,745***
Operadores/M.
(0,058) (0,058)
*** ***
0,592 0,593
Trab. no-cualif.c
(0,045) (0,045)
Fuerzas 1,550*** 1,551***
armadasc (0,241) (0,241)
1,343*** 1,342***
Cuartil 2d
(0,063) (0,063)
1,863*** 1,862***
Cuartil 3d
(0,120) (0,119)
2,030*** 2,027***
Cuartil 4d
(0,136) (0,136)
0,961*** 0,961*** 0,955*** 0,955*** 0,956*** 0,956*** 0,959*** 0,959***
Edad
(0,001) (0,001) (0,001) (0,001) (0,001) (0,001) (0,001) (0,001)
Sexo (1 = 0,772*** 0,772*** 0,764*** 0,764*** 0,758*** 0,758*** 0,767*** 0,766***
Mujer) (0,025) (0,025) (0,025) (0,025) (0,025) (0,025) (0,029) (0,029)
Número 0,984 0,984 1,000 1,000 0,992 0,992 0,985 0,986
menores (0,032) (0,032) (0,033) (0,033) (0,033) (0,033) (0,037) (0,037)
0,957*** 0,959*** 0,970*** 0,972*** 0,963*** 0,965*** 0,973*** 0,975***
Tamaño hábitat
(0,011) (0,011) (0,011) (0,011) (0,011) (0,011) (0,013) (0,013)
0,988*** 0,983*** 0,983*** 0,988***
Riesgo pobreza
(0,005) (0,005) (0,005) (0,005)
0,982*** 0,974*** 0,979*** 0,980***
Paro
(0,007) (0,008) (0,006) (0,007)
-7,553*** -7,642*** -8,952*** -9,079*** -8,649*** -8,688*** -7,883*** 8,012***
Corte 1
(0,189) (0,213) (0,181) (0,207) (0,187) (0,190) (0,194) (0,213)
-5,519*** -5,609*** -6,930*** -7,057*** -6,625*** -6,664*** -5,802*** 5,931***
Corte 2
(0,164) (0,191) (0,154) (0,184) (0,161) (0,165) (0,160) (0,183)
-3,217*** -3,306*** -4,649*** -4,776*** -4,339*** -4,377*** -3,537*** 3,666***
Corte 3
(0,160) (0,187) (0,146) (0,178) (0,154) (0,158) (0,153) (0,176)
-0,170 -0,260 -1,600*** -1,727*** -1,283*** -1,321*** -0,539*** 0,668***
Corte 4
(0,156) (0,184) (0,141) (0,173) (0,149) (0,154) (0,148) (0,172)
Log-Likellihood -15653,0 -15653,1 -15339,1 -15339,4 -15496,9 -15499,4 -11635,7 11634,9
0,047 0,047 0,052 0,052 0,052 0,079 0,039 0,037
V. Nivel-2 (U0j)
(0,013) (0,013) (0,014) (0,015 (0,015) (0,016) (0,013) (0,012)
Nº Obs. Niv1 15411 15411 15078 15078 15253 15253 11280 11280
Nº Obs. Niv2 38 38 38 38 38 38 38 38
AIC 3,1e+04 3,1e+04 3,1e+04 3,1e+04 3,1e+04 3,1e+04 2,3e+04 2,3e+04
BIC 3,1e+04 3,1e+04 3,1e+04 3,1e+04 3,1e+04 3,1e+04 2,3e+04 2,3e+04
Nota: Nivel de significación *** p<0,01, ** p<0,05, * p<0,10. Errores estándar entre paréntesis.
a
La categoría de referencia es ‘sin estudios’.
b
La categoría de referencia es la ‘Clase Alta/Media Alta’.
c
La categoría de referencia es ‘Dirección de empresas y administraciones públicas’.
d
La categoría de referencia es el Cuartil 1.

Ahora bien, las preguntas que podemos realizar llegados a este punto del análisis es
la siguiente: ¿cuáles son las regiones españolas que pueden concentrarse más afectadas
por los diferentes determinantes socioeconómicos de la salud? ¿cuál es el impacto que
producen estos factores en las diferentes áreas geográficas?
Para responder a estos interrogantes y obtener una mejor compresión de las
diferencias en la salud de las regiones españolas se han calculado las probabilidades
predichas para 1 ‘tener una buena salud’ (como suma de los valores 4 y 5 de la escala de
SRH) frente a 0 ‘no tener buena salud’ (valores 1, 2 y 3 de la escala) en relación a dos
variables fundamentales en nuestro análisis: (1) los ingresos como determinante
económico; y (2) la educación como determinante social. En este caso, para el presente
avance de nuestra investigación se ha tomado estas dos variables en cuanto que
representan indicadores, frente a otros como la ocupación o la clase social, más simples
a la hora de interpretar los resultados, además de que ambos indicadores permiten un
tratamiento escalar de tipo ordinal. En ambos modelos el efecto de ambas variables se
ha controlado por la edad.
El Gráfico 1 describe la probabilidad de reportar una buena salud en función de los
ingresos por regiones españolas. En este caso en lugar de trabajar con la variable
ingresos dividida en cuartiles, se ha trabajado con los ingresos en su forma inicial de
escala de diez puntos, lo cual posibilita una mejor comprensión de la relación entre los
ingresos familiares netos y la salud. Como ya se indicara en el capítulo 2, las categorías
de respuesta para esta variable eran: 1 ‘Menos o igual de 300€’, 2 ‘De 301 a 600€’, 3
‘De 601 a 900€’, 4 ‘De 901 a 1.200€’, 5 ‘De 1.200 a 1.800€’, 6 ‘De 1.801 a 2.400€’, 7
‘De 2.401 a 3.000€’, 8 ‘De 3.001 a 4.500€’, 9 ‘De 4.501 a 6.000€’, y 10 ‘Más de
6.000€’. Dicha categorías se han sustituido por los puntos medios para cada uno de los
diez puntos del eje x del Gráfico 1 de forma que se obtenga una idea aproximada del
cambio de la variable dependiente en función de cada tramo de ingresos (Yannis,
Nicholas y Ping, 2009), a pesar de que en realidad estemos ante una escala discreta. En
el gráfico solo se han incorporado las ocho CC.AA. que presentaban diferencias
estadísticamente significativas en la relación entre ingresos y salud (p<0,05).
En relación al análisis intercuartílico inicial de la variable ingresos, se puede apreciar
que son claramente los individuos situados en tramos de ingresos inferiores los que
presentan una menor probabilidad de reportar una buena salud. De hecho se observa una
cierta estabilización de la auto-percepción de la salud a partir de los 1.500-2.000 euros
netos mensuales. En el gráfico llama la atención el pronunciado efecto de los ingresos
familiares sobre las desigualdades en la salud de Andalucía y Canarias, las regiones
españolas con las mayores tasas de paro en los años 2009 y 2010 (es decir, los años
previos a cada uno de los Barómetros Sanitarios). En las comunidades de Cantabria,
Castilla-La Mancha, Castilla-León, Comunidad Valenciana, País Vasco y la ciudad
autonómica de Ceuta se observa también que el incremento de los ingresos aumenta la
probabilidad de reportar una buena salud, pero dicho incremento es bastante más leve.
Mientras que en regiones como Navarra, Aragón o La Rioja, las cuales no se han
dibujado al no ser estadísticamente significativas, la auto-percepción de salud se
mantenía relativamente estable en relación al incremento de los ingresos. Por lo que se
puede afirmar que, en estas comunidades, los ingresos no producen desigualdades en la
salud subjetiva.

Gráfico 1. Probabilidades estimadas para la relación de la salud auto-percibida con los ingresos familiares
por Comunidades Autónomas.

En un siguiente paso se estimaron las probabilidades del modelo multinivel


incluyendo el efecto conjunto de los ingresos y el riesgo de pobreza sobre la SRH. En
este análisis no se ha incluido el efecto del paro ya que esta variable presenta una
elevada correlación con la tasa de riesgo y este último indicador resulta más completo.
Como se puede apreciar en el Gráfico 2, la probabilidad de reportar un buen estado de
salud es relativamente alta en las diferentes comunidades. La Comunidad de Madrid,
Cataluña y Navarra son las regiones españolas que presentan una mayor probabilidad de
reportar una buena salud, frente a Ceuta, Castilla-León y Extremadura, siendo esta la
comunidad donde la probabilidad es menor.

Gráfico 2. Probabilidades estimadas para el modelo multinivel con ingresos y riesgo de pobreza por
Comunidades Autónomas.
El Gráfico 3 describe la probabilidad de reportar una buena salud en función de la
educación por comunidades. En el presente análisis se ha trabajado con la variable
educación recodificada en cuatro categorías: 1 ‘sin estudios’, 2 ‘estudios primarios’, 3
‘estudios secundarios’ (uniendo ‘Bachillerato’ y ‘F.P.’), y 4 ‘estudios universitarios’
(estudios ‘medios’ y ‘superiores’). De este modo se establece un orden creciente de
menos a más estudios que puede resultarnos más útil en la comprensión de la relación
entre el nivel educativo y la salud. Como se observa en el gráfico la probabilidad de
reportar una buena salud mantiene una tendencia creciente en todas las diferentes
regiones, con valores que oscilan entre el 40 y el 95%. En este caso, han sido diez las
comunidades que se han introducido en el gráfico: Andalucía, Baleares, Cantabria,
Castilla-León, Comunidad Valenciana, Galicia, Murcia, País Vasco, Ceuta y Melilla.
Para el resto de comunidades la educación no producía un efecto estadísticamente
significativo sobre la SRH. Del conjunto de regiones, Cantabria es la que presenta unas
probabilidades más altas en la relación entre educación y salud, con probabilidades que
se mueven en un intervalo de 65-95%. Otras regiones como País Vasco presentan bajas
probabilidades en los tramos de menor educación (incluyendo la categoría ‘sin
estudio’), sin embargo, los valores se asemejan bastante a los de otras comunidades en
los tramos superiores.

Gráfico 3. Probabilidades estimadas para la relación de la salud auto-percibida con la educación por
Comunidades Autónomas.

Cuando estimamos las probabilidades del modelo multinivel para la educación y el


riesgo de pobreza (Gráfico 4), se puede observar que Navarra, País Vasco, Comunidad
de Madrid y Baleares son las regiones que presentan una mayor probabilidad de reportar
un buena salud, frente a Castilla-León y Extremadura que siguen siendo las
comunidades cuyas probabilidades caen ligeramente por debajo.

Gráfico 4. Probabilidades estimadas para el modelo multinivel con educación y riesgo de pobreza por
Comunidades Autónomas.
Discusión y conclusiones

El presente estudio describe la relación entre el estatus socioeconómico y la auto-


percepción de salud en España a partir de los Barómetros Sanitarios de 2010 y 2011. En
primer lugar, se ha ofrecido una comparación exhaustiva entre cuatro determinantes
socioeconómicos de la salud cuya importancia ha sido ampliamente destacada en
recientes estudios: la educación (Grossman, 2006; Smith, 2004), la clase social
(Kelleher et al., 2003; Drever, Daran, y Whitehead, 2004), la ocupación (Bartley, Ferrie
y Montgomery, 1999; Quevedo et al., 2006) y los ingresos (Fritzell, Nermo y Lundberg,
2003; Van Doorslaer y Koolman, 2004; Frijters, 2005; Kunst et al., 2005; Yannis,
Nicholas y Ping, 2009). En un segundo momento, se ha analizado la relación entre la
auto-percepción de la salud y el contexto español, así como el impacto del nivel
contextual en la posición social y económica de los individuos.
Los datos del presente trabajo revelan que, a pesar de que España es un país que goza
de una auto-percepción de la salud positiva y generalizada, se observan desigualdades
en la salud a nivel interregional. Como ya se ha comentado, no podemos hablar de
grandes diferencias en la salud, ni tampoco podemos esperarlas, ya que el efecto de las
diferencias económicas se ve reducido en nuestro país debido, fundamentalmente, a la
existencia de un sistema sanitario de acceso público y universal. Este hecho hace que
variables como los ingresos, la clase o el estatus ocupacional tengan un efecto relativo
inferior al que se da en otros países del contexto europeo, como por ejemplo los anglo-
sajones o los escandinavos (Eikemo et al. 2008; Álvarez-Gálvez et al. 2013). Países en
los que las diferencias de ingresos y de estatus ocupacional tienen un efecto claro en el
desarrollo de desigualdades en la salud de sus ciudadanos.
En España no encontramos grandes diferencias a nivel geográfico, lo que indica que
la sanidad pública de nuestro país reduce considerablemente los riesgo de la salud. En
términos de equidad de salud podemos decir que vivimos en un país altamente
igualitario. Como se ha mencionado, esta realidad que se pone de manifiesto en la
comparación con los países del entorno europeo. Por ejemplo, en el estudio de Álvarez-
Gálvez et al. (2013), empleando datos de la Encuesta Social Europea 2002-2008, los
ingresos no presentan una relación estadísticamente significativa con la salud auto-
percibida de los españoles, mientras que la educación se presenta como el indicador que
mayor impacto puede generar sobre dicha variable. Curiosamente, el efecto de los
ingresos sobre la salud durante el periodo 2002-2008 no era significativo para España
en el estudio de Álvarez-Gálvez et al. (2013), aunque es muy probable que las
diferencias por ingresos hayan aumentado a partir de la crisis.
Ahora bien, a pesar de que como decimos en nuestro país no existen grandes
diferencias en la salud auto-percibida, los datos ponen de manifiesto que factores
económicos como los ingresos y sociales como la educación pueden tener un importante
impacto sobre esta y, especialmente, en la salud de los grupos de menor posición
socioeconómica. Como se ha podido observar, la salud de los individuos se incrementa
considerablemente a partir de los tramos medios de ingresos y educación. Si bien es
posible encontrar casos en los que las probabilidades de reportar una buena salud son
muy bajas para unos ingresos netos familiares inferiores a los 750 euros mensuales
(Andalucía y Canarias), estos valores se incrementan hasta llegar a los valores máximos
una vez doblada dicha cuantía. Esto es, los individuos presentan una elevada
probabilidad de reportar una buena salud a partir de unos ingresos familiares de 1.500
euros, un presupuesto que se encuentra próximo a la media española, teniendo en cuenta
que el ingreso monetario medio anual neto por hogar para los años en los que se
llevaron a cabo ambos barómetros se situaba en torno a los 25.000 euros.
Este dato indica que una familia con ingresos medios no debería presentar ningún
problema de salud vinculado a motivos económicos. Sin embargo, esta reflexión nos
lleva a considerar el caso de miles de familias que, en los últimos años de crisis
económica, han perdido sus empleos, algunas de las ayudas del estado, y/o incluso sus
viviendas. Familias que viven en condiciones de pobreza, que siguen teniendo acceso al
sistema público de salud, pero que viven intermitentemente en un estado de privación
de bienes y recursos, ya sean estos o no de primera necesidad. En efecto, cuando
hablamos de recursos vitales de primera necesidad se nos viene a la mente los productos
necesarios para la alimentación, la ropa o la vivienda. Estos constituyen la parte más
relevante y esencial del gasto de las familias, no obstante, también debemos considerar
otros gastos como, por ejemplo, los relacionados con la higiene bucodental, un gasto
que no está cubierto por la sanidad pública. O también podríamos pensar en la
necesidad de disponer de ordenadores personales con conexión a Internet, sobre todo en
familias con niños que necesitan los medios tecnológicos como herramienta educativa
para el estudio en las correspondientes instituciones educativas, así como para la futura
capacitación dentro del mundo profesional de la moderna sociedad. En definitiva, gastos
que son más o menos esenciales para nuestra vida, pero que pueden tener una relevancia
crucial en nuestra futura movilidad social y, por consiguiente, en nuestra salud.
Por otra parte está la cuestión educativa. Como se ha demostrado a lo largo de este
trabajo la educación juega un papel cardinal en las desigualdades de salud, un resultado
que también se pone de manifiesto en los estudios de carácter internacional (Grossman,
2006; Smith, 2004; Álvarez-Gálvez et al., 2013). Aunque tradicionalmente los estudios
han prestado más atención a los determinantes económicos de la salud, este estudio
vuelve a subrayar la relevancia del componente educativo en las desigualdades de la
salud. A partir de los datos obtenidos podemos decir que para gozar de un estado de
salud óptimo no solo es importante disfrutar de un cierto margen de ingresos, sino
también tener un nivel educativo medio-alto. Unos altos ingresos familiares pueden dar
acceso a bienes y servicios sanitarios adicionales a los que obtendríamos a través del
sistema de salud pública (p.ej. atención especializada en mejores clínicas, tratamientos
alternativos contra enfermedades raras, actividades deportivas, fisioterapia, etc.), lo que
puede asegurar en mayor medida nuestra salud ya que se cubren riesgos no cubiertos
por la sanidad estatal. Del mismo modo, una mayor educación puede proporcionarnos
los conocimientos necesarios para mantener un estilo de vida saludable. Dicho de otro
modo, no hace falta disponer de un alto nivel de ingresos para saber que el consumo de
tabaco y alcohol son malos para nuestra salud, o que es necesario hacer deporte y comer
adecuadamente para mantener una buena calidad de vida.
En este sentido, los resultados de este trabajo apuntan no solo a la necesidad de
favorecer políticas sanitarias y sociales que permitan un acceso equitativo a los
servicios de salud para los grupos más desfavorecidos, sino también al desarrollo de
políticas educativas que posibiliten un mayor conocimiento de los prerrequisitos básicos
para la auto-preservación del estado de salud. La educación representa un paso previo al
disfrute de un estilo de vida saludable, incluso para las personas de mayor posición
socioeconómica, así pues debe ser considerada un factor fundamental tanto en la
explicación de las desigualdades de salud como en su reducción.
Los resultados para las variables clase social y ocupación respaldan los resultados de
los ingresos y la educación. Las personas de posición socioeconómica más elevada o de
mayor estatus ocupacional suelen presentar una mejor auto-percepción de la salud, al
contrario que las personas de posición más baja. Hanibuchi et al. (2012), entre los
diversos hallazgos de su estudio aplicado a cuatro países asiáticos, han notado el mayor
impacto de la clase social subjetiva sobre la SRH frente a otros indicadores como el
estatus ocupacional. Aunque la medición subjetiva de la clase social puede resultar
cuestionable para medir otra percepción subjetiva de la salud. Del estudio de Álvarez-
Gálvez et al. (2013) no siempre se desprende una clara relación entre el estatus
ocupacional y la salud. De hecho, aunque los resultados son parcialmente significativos
para aquellos países correspondientes a los modelos Social-Demócrata, Liberal y
Conservador de Estados de Bienestar (Esping-Andersen, 1999), no sucede lo mismo
para España. Lo cual puede estar relacionado con el menor efecto de las diferencias
económicas en nuestro país, así como con las rigideces de nuestro mercado de trabajo
que, en ocasiones, pueden crear situaciones contradictorias en esta relación (Blossfeld et
al., 2010).
La ocupaciones que presenta los mejores resultados en este estudio son la
correspondiente a los ‘técnicos y profesionales’. Sobre todo son los altos profesionales –
es decir, aquellos con una mayor especialización– los que presentan una mejor auto-
percepción de su salud. Lo que nos invita a pensar que las necesidades de auto-
realización de estos grupos de mayor nivel pueden estar relacionadas con la percepción
más positiva de la salud. En otras palabras, podemos decir que los individuos de estos
grupos no solo tienen buenos trabajos (por ejemplo, los médicos o los profesores de
universidad), sino que además es posible que desempeñen unas funciones laborales
“deseadas” que son socialmente valoradas y que, psicológicamente, son susceptibles de
hacerles sentir más autorrealizados en su profesión y, en última instancia, disfrutar de
una mejor salud subjetiva. En el polo opuesto a estos profesionales se encuentra el
grupo de los no cualificados que desempeñan labores poco valoradas y de baja
remuneración. En definitiva, individuos que generalmente disponen del jornal necesario
para afrontar sus gastos del hogar pero que, quizás, no se sienten ni seguros ni valorados
en su profesión, ya que son fácilmente sustituibles por nueva mano de obra no
cualificada.
En el nivel contextual, el riesgo de pobreza y el desempleo se encuentran
negativamente relacionados con la auto-percepción de la salud de los españoles (Roelfs
et al., 2011). Estos indicadores producían un aumento en la probabilidad de reportar una
salud negativa. Unos resultados que tienen implicaciones muy claras en el contexto
actual de crisis económica. De hecho, en los últimos años los índices de desigualdad
han aumentado de un modo considerable en países como España, la destrucción de
trabajo y el consiguiente el aumento del desempleo en nuestro país ha aumentado el
riesgo de pobreza de las personas, así como el número de real de familias que viven en
un contexto de privación económica. Ciertamente, aunque en este avance inicial de los
resultados de nuestro proyecto no nos permita analizar de evolución de los datos a nivel
sanitario en España, el presente estudio aporta claros indicios de la importancia de tener
unas condiciones vitales dignas para poder mantener la salud. Sin lugar a dudas vivir en
la pobreza, o en una condición de riesgo de caer en una situación de privación material,
aumenta la probabilidad de auto-percibir negativamente la salud, y esta misma relación
se aplica a la falta de trabajo. En este sentido, es necesario considerar el impacto
socioeconómico de la actual crisis económica sobre los grupos más desfavorecidos de
nuestra sociedad, así como sobre su salud.
En un país con una de las tasas de desempleo más altas de Europa se hace patente la
necesidad de crear políticas integrales que protejan a los grupos que se encuentran el
riesgo de exclusión social, y que contribuyan a la inserción laboral de aquellos –que
queriendo y estando capacitados para trabajar– se encuentran fuera del mercado laboral.
En España, la edad de emancipación de los jóvenes se ha prolongado a causa de la
ausencia de un mercado de trabajo que es incapaz de acoger al gran número de jóvenes
con estudios, aparecen nuevos fenómenos como el de la denominada “sobre-educación”
(esto es, exceso de formación en relación a la formación necesaria para desempeñar
ciertos puestos de trabajo) (Chevalier, 2003), y persisten los problemas de conciliación
familiar, baja natalidad y envejecimiento poblacional, entre otros fenómenos asociados
a las elevadas tasas de desempleo. Y, como se pone de manifiesto en el presente
estudio, también nuestra salud se encuentra vinculada a los datos macro-económicos.
Los despidos y los empleos mal pagados hacen que las familias tengan serias
dificultades para hacer frente a los gastos del hogar, y las evidencias actuales muestran
que los problemas económicos van de la mano de los de salud física y/o mental. En
efecto, los suicidios vinculados a los desahucios son una prueba de ello. En este sentido,
podemos afirmar que nuestro país está perdiendo la calidad de vida que
tradicionalmente le ha caracterizado (por leve que se perciba la reducción general de la
salud), y los recortes en el sistema sanitario y educativo no hacen sino empeorar la
situación. Como demuestra un reciente trabajo, la austeridad en las políticas sanitarias
es peligrosa y de hecho, en ocasiones, puede llegar a matar (Stuckler y Sanjai, 2013).
De ahí que en contextos de crisis económica debamos de ser aún más conscientes de los
posibles efectos colaterales de las políticas de ajuste del gasto público.
Finalmente, en términos de metodología es necesario realizar una reflexión sobre la
idoneidad de la variable SRH. En este caso, aunque no estamos ante la medida ideal
para llegar a comprender la relación existente entre el estado objetivo de salud de los
individuos y los diferentes determinantes socioeconómicos de la salud, debemos
considerar que la SRH ha demostrado ser una buena medida proxy de la salud real. De
hecho, nuestro estado real de salud suele presentar una elevada correlación con nuestro
bienestar subjetivo. En este sentido, es esperable que personas que tienen una mala
salud objetiva reporten una peor auto-percepción de salud.
Las carencias propias de este indicador evidencian la necesidad de emplear
mediciones más complejas de la salud y que resulten complementarias a las de
percepción y, asimismo, permitan una mejor comprensión de las desigualdades reales en
la salud. En primer lugar, se pone de manifiesto la necesidad de emplear bio-marcadores
que aporten información objetiva sobre el estado de salud (índices de masa corporal,
diabetes, presión sanguínea, niveles de colesterol, etc.) que posibiliten análisis más
completos, así como la constitución de grupos multidisciplinares de investigación que
puedan estudiar esta cuestión desde diferentes enfoques. Por otra parte, sería de gran
utilidad distinguir entre indicadores de salud física y mental ya que, aunque estas son
dos medidas que en la práctica se encuentran relacionadas, ambas variables presentan
matices que pueden ser relevantes a la hora de comprender diferentes fenómenos.
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